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Dom Nov 15, 2020 3:38 pm por Timelady

 
Cockles and Mussels
In Dublin's fair city, Where the Girls are so pretty,
I first set my eyes, On sweet Molly Malone,
As she wheeled her wheel barrow,
Through the streets broad and narrow,
Crying cockles and mussels,
Alive alive o!


 
En el año 2030 Aaron es un psicólogo experimental que gracias a que la universidad ha aprobado su estudio ha tenido acceso a una de las máquinas del tiempo. A pesar de que intenta ser profesional y no abusar del invento que tiene a su alcance, no puede evitar hacer algunas pruebas él mismo antes de pasar a la siguiente fase de su experimento y dejar que los pacientes la manipulen.
Así que ha viajado al pasado algunas veces, para asistir a conferencias de psicólogos a los que admiran y que sentaron las bases de los estudios que intenta realizar.

Mientras recaba datos para las bases con las que pretende ayudar a sus pacientes a amoldarse al estudio, descubre una fecha que llama su atención. La de una temporada en que Francis Bacon estuvo en Irlanda, precisamente para acudir como profesor o conferenciante en el Trinity College de Dublín. Como apasionado de la historia y admirador del filósofo, no duda en buscar los medios para realizar un corto viaje hacia ese momento.
A pesar de que intenta tenerlo todo controlado, antes de regresar a su tiempo, encuentra por pura casualidad a una leyenda de Dublín y de toda Irlanda en general, Molly Malone.

La mujer capta su atención de inmediato, idéntica a la escultura que ha visto tantas veces fotografiada y como símbolo de tantos pubs en el campus. Pero conforme la conoce y se acerca a ella, crece el debate interno entre dejar que la historia siga su curso o cambiarla de alguna forma.


 
PERSONAJES

 
Molly Malone
22 - Pescadera y prostituta - Año 1609
Scarlett Johansson - Freyja
Molly es irreverente y gritona, alegre y conocida por toda la ciudad por sus actividades tanto diurnas como nocturnas. Analfabeta y sin arraigos familiares, sobrevive de lo poco que gana con su trabajo y malviviendo en los estratos más bajos de la ciudad de Dublín
 
Aaron Cooper
24 - Psicólogo Experimental - Año 2030
Tyler Hoechlin - Timelady
Aaron está investigando el uso de los viajes en el tiempo para mejorar las habilidades sociales en pacientes que lo necesiten. Su pasión por la historia le lleva a probar la máquina sin imaginar lo mucho que le puede cambiar la vida.
Madelaine Moore
27 - Pescadera - Año 2030
Scarlett Johansson - Freyja
Madelaine es una chica bastante sociable, algo problemática en su adolescencia y que actualmente vive dignamente por su trabajo en una pescaderia, donde lleva desde que dejó los estudios a los dieciséis años. Siempre dice que le hubiera encantado ser bióloga marina pero que los estudios no eran lo suyo. No ha tenido ninguna relacion estable hasta el momento porque prefiere vivir en libertad y no atarse a nadie.
 
1x1 - Original - CienciaFicción

 
XIII

 
 

Post de Rol:


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Dom Nov 15, 2020 7:37 pm por Freyja


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¡MEJILLONES Y BERBERECHOS! ¡MEJILLONES Y BERBERECHOS! ¡VIVITOS ESTAN, VIVOS, OIGAN! Se había detenido en mitad de Grafton Street. La carreta pesaba porque aún tenía todo el género allí, apenas había vendido nada en la mañana. Tomó un poco de aire, porque del puerto hasta allí había largo trecho y no había dormido mucho esa noche como para cargar semejante peso. Pero no podía dejarse ver cansada, sino radiante y alegre como ella era. Si no, allí no había quien vendiera. Que pescado tenía cualquiera y el suyo, para qué engañar, no era el más fresco. Al menos que captara la atención con sus encantos. ¡VIVOS LOS TENGO! ¡MIREN COMO SE ESCAPAN! Y al decirlo, de hecho, se dio cuenta de que uno de sus cangrejos se escapaba. Se agachó rápidamente. ¡Vuelve, condenado! ¿Dónde crees que vas? Preguntó como si pudiera responderle, agarrándolo y devolviéndolo a la cesta. Pero no le había venido mal la maniobra, pues al agacharse había captado la atención de un caballero que, si bien por edad podría ser su abuelo, no había tenido reparo alguno en dejar la vista en su pecho. Para algo se ponía una los corpiños ajustados.

No muerde el género, caballero. Acercaos si queréis probar un poquito. Yo os dejo unos bichos gratuitos, ¿qué os parece? Comentó coqueta, con una caída de ojos. Era tan fácil venderle a algunos hombres. No tardó ni segundos apenas en acercarse y seguir mirando su género... El suyo, y el de la carreta. Pero se llevó el pescado, que era lo que importaba. Disfrutadlo, buen hombre. ¡Que Dios os bendiga! Dijo para despedirlo, y volvió a su tarea de reclamar la atención del público. ¡MEJILLONES Y BERBERECHOS! ¡VIVITOS LOS TENGO!

No tardó en ver a otro caballero similar al anterior, y a otro y al otro. A muchos, de hecho, ¿de dónde salían tantos? Giró el rostro y lo vio: de esa escuela de atrás. Cada vez que se llenaba de gente estirada le hacían de menos por sus gritos, pero ¿acaso no todos los humanos comían, hasta los más estudiados? ¡MEJILLONES Y BERBERECHOS! ¡TENGO PESCADO FRESCO! Insistió, sin bajar el tono de voz pero endulzándolo un poco. No todos los hombres del grupo parecían ancianos, algún que otro joven había. Sacó la mejor de sus sonrisas y se contoneó hasta ponerse delante de la carreta, viendo como un grupito se acercaba. ¡Buenos hombres, vengan! Que los cuerpos hay que alimentarlos para que le rindan los sesos.


Molly - Grafton Street - Septiembre, Año 1609

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Mar Nov 24, 2020 6:47 am por Timelady


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Había sido una experiencia fascinante y si no estuviera tan concienciado con los manuales, protocolos y leyes propias de los viajes en el tiempo, seguramente volvería para revivir aquel mismo momento una y otra vez. No había podido tomar apuntes durante la ponencia y ahora todas aquellas ideas que había querido anotar flotaban en su cabeza sin cesar.
Le gustaría poder saludar personalmente a Sir Francis Bacon, y aún tenía oportunidad de hacerlo si esperaba su salida fuera del edificio. Así que aprovechaba el momento para buscar un lugar discreto donde poder sacar sus papeles y un bolígrafo para apuntarlo todo.

Aunque lo guardó abruptamente cuando escuchó unas voces cercanas, casi asustándose por lo inesperado de la voz femenina. Miró en la dirección de la que venía, una joven con un carro de pescado intentando vender su género.
Varios muchachos y caballeros que habían asistido a la misma conferencia que él no dudaron en acercarse, aunque no estaba seguro de que muchos de ellos fueran precisamente a admirar lo fresco que era el pescado.

Aaron siguió a cierta distancia, intentando recordar por qué le resultaba tan familiar la figura de aquella joven. Hasta que escuchó a uno de los hombres que ya parecía conocerla hablar de la bella Molly. Las piezas encajaron y reconoció que se encontraba frente a la misma Molly Malone. Era impresionante, porque hasta aquel momento pensaba que no era más que una leyenda de la ciudad, que su historia no era real y, sin embargo, ahí estaba, frente a sus ojos.

Como buen científico, la observaba quizá con demasiada fijeza, tanta que cuando notó que su mirada captaba la suya no dudó en apartarse. Iba a pensar que era algún tipo de personaje extraño.





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Jue Dic 10, 2020 4:47 am por Freyja


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Ponerse delante de la carreta siempre resultaba efectivo, en parte al menos. Conseguía que se acercaran y, si bien no todos acababan llevándose algunas de sus piezas, a alguno que otro se lo podía topar de nuevo esa misma noche para hacer otro tipo de negocios. Lo importante era llevarse un mendrugo de pan a la boca, y para eso hacía falta dinero. Viniera como viniera.

Fresquísimo, ¿ven? Y tan fresco, que un cangrejo se le estaba escapando otra vez. Le iba a venir genial para agacharse ante el grupito y dejar ver sus encantos un poco más. Ahí estaban todos, un pasito más cerca que cuando se agachó. Coronó con una melodiosa risita y varias zalamerías más y alguno que otro, tal y como predijo, se llevó el pescado. A uno le encasquetó el endemoniado cangrejo, de hecho. Y en cuanto al resto... Probablemente se pasearan por allí esa noche.

Pero había uno en concreto que parecía inmune a todo aquello. Miraba para otro lado pero podía ver cuando un hombre estaba disimulando. No la ignoraba porque sus encantos no fueran efectivos, probablemente lo fueran demasiado y solo tratara de esquivarla. Ah, los casados, que prudentes se volvían algunos. ¡Se me acaba el género, buen hombre! Al menos el que viene del agua. Rió un poco más, sin desclavar la mirada de aquel joven. Con una sonrisa de suficiencia, como quien no quiere la cosa, se volvió a colocar tras la carreta y a ordenar. Irse de Dublín sin catar el pescado de Molly, habrase visto error mayúsculo. De fondo se oyó a un señor berrear desde la seguridad que le aportaba la distancia que, quien decía pescado, decía otra cosa que se podía catar. Ella se echó a reír, aunque por dentro sintió una punzada de asco, porque esa voz sonaba a alguien que podría ser fácilmente su abuelo.

La cuestión era que ese joven en quien había puesto sus miras y que, si bien se forzaba por ignorarla, no se había ido de allí con los demás, no era de Dublín. Estaba segurísima. Acababa de salir de una de esas reuniones de eruditos a las que pocos dublineses iban, y podía jurar que si le hubiera visto antes se habría dado cuenta. Dublín no era tan grande y ella se conocía muy bien las calles.


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Lun Dic 14, 2020 2:24 pm por Timelady


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Por lo visto, a pesar de sus intentos, sus miradas no habían sido tan discretas como le habría gustado. Y aquella Molly, la auténtica Molly, le había pillado prestándole más atención a su mercancía que otra cosa. O al menos eso le pareció cuando volvió a escuchar su voz y vio que la dirigía en su dirección.
Por más que le gustara acercarse, no podía hacerlo. Primero porque no había pensado comprar pescado, que meterlo en la máquina no parecía la mejor opción. Segundo, porque estaba convencido de que si hacía por hablar con ella, terminaría sacando a relucir su curiosidad, diciendo algo que no fuera conveniente o haciendo demasiadas preguntas... y en aquel tiempo la excusa de ser periodista no parecía muy útil.

Cuando el grupo se dispersó, la carreta pasó por delante suya y no tardó en ver que tras ella quedaba en el suelo lo que parecía un paquetito. Cualquier otro lo habría dejado pasar, seguramente. Pero Aaron era... pues él mismo, así que se levantó para cogerlo y se giró hacia la figura que se alejaba.

Tenía la intención de llamarla, claro. Pero, ¿cómo te dirigías a una pescadera de aquella época? Lady era demasiado refinado y por su nombre no creía que fuera adecuado sin conocerse de nada más que de haber visto su figura en algunos pubs.- ¡Señorita Malone! -Eso tenía que servir.

Unas cuantas zancadas apresuradas y ya estaba cerca de ella.- Disculpe, se le ha caído su... -Ni siquiera había mirado qué era aquel paquete hasta que tuvo que decirlo.- ¿Su paquete de camarones? -Dudó al decirlo, mientras se lo ofrecía de vuelta.


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Sáb Ene 30, 2021 12:57 pm por Freyja


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Soltó un teatral y descarado suspiro, con una caída de ojos. Lo de que ese joven y ella no interaccionaran antes de que acabara el día estaba por ver, pero al parecer sus estrategias hasta ahora no habían sido gancho suficiente. Aún le quedaba la del melodrama. Una marcha hasta más ver, que se me está aburriendo el género. Lanzó al aire, colocando sus manos en las asas de la carreta y tirando de esta calle arriba... Con la mala fortuna de que se le cayó un paquetito de la misma. Mala, malísima fortuna, quién lo hubiera imaginado. Desde luego, no ella, que había hecho la maniobra de darle un sutil manotazo cuando nadie miraba.

Se alejó contoneándose y regodeándose en el tirar de la carreta, que ya tanto no pesaba, pero había que hacer como que costaba un esfuerzo para no perderse de allí tan rápido. En cambio, apenas unos pasos y esbozó una sonrisita triunfal al oír su apellido en boca de aquel joven, que ahora se acercaba hacia ella. Se giró lentamente, con la escasa elegancia de una cortesana pero en un movimiento lo suficientemente estético como para atrapar la mirada de un hombre, si es que este era de los interesados en la curvatura femenina. Esbozó una amplia sonrisa y, con un elegante movimiento de su brazo, se inclinó levemente para agarrar lo que le ofrecía. Mi paquete de camarones, para uno que tengo. Dejó escapar una risita musical y se lo quedó entre las manos, mirando al hombre de arriba a abajo con una mirada sugerente. Que pocos caballeros quedan ya por estas calles. Lástima de una, al menos alguno queda. E iluminó un poco más su sonrisa.

Se lo rebajo de precio si lo quiere, por las molestias, o se lo regalo incluso si se lleva este rodaballo tan fresco. Vendió, señalando grácilmente el pescado tras ella con un movimiento de la mano. Que una será de la calle, pero dama al fin y al cabo hasta la última hora del día. Y este ejemplar es demasiado grande para mí sola. Dejó escapar una risita con un gestito de inocencia pícara que no engañaba a nadie. Los juegos de palabras también podían ser una herramienta erótica bastante útil, o al menos a los que iban de intelectuales a veces parecían gustarle hasta más que los escotes.


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Jue Feb 18, 2021 9:23 am por Timelady


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Los ojos del científico quizá se posaron con algo más que interés académico en la figura de la mujer cuando ésta se giró hacia él como reacción a su llamada de atención. Sin duda era en persona mucho más hermosa que en las pinturas o esculturas que había visto. Estaría mal pensarlo, pero no extrañaba su éxito entre las gentes, especialmente por su trabajo nocturno.

Le entregó el paquete sin más que un - No hay de qué. -Pensando en despedirse y marcharse para preparar la máquina y volver a casa, se suponía que tenía ya bastante información.
Pero claro, Molly no parecía muy dispuesta a dejarle ir fácilmente con aquella sonrisa que encandilaría a cualquiera.

Aaron tragó saliva ante el comentario sobre el "rodaballo". Iba a sacarle los colores aquella mujer.- Me temo que no puedo comprar esa pieza, señorita Malone, ni ninguna. -Trató de buscar rápidamente una excusa, porque dudaba que los dólares americanos fueran aceptables para la mujer.- He debido perder mi bolsa en algún momento del día, si es que llegué a cogerla. -Trató de expresar del mejor modo posible.

- Pero estoy seguro de que con su encanto conseguirá que alguien se lo arrebate muy pronto. Es usted conocida por sus buenas artes en la venta. -Y quizá debería haberse ahorrado lo de dar conversación, porque empezó a darse cuenta de que podía estarse metiendo en un jardín del que no iba a saber salir.


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Mar Mar 16, 2021 6:01 pm por Freyja


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Molly arqueó las cejas, con una sonrisita que pretendía trasmitir inocencia. ¿Ninguna, mi buen caballero? Preguntó con tono meloso y artificialmente triste, añadiendo un leve contoneo de las caderas, con una mano en estas y la otra apoyada en la carreta. Pues qué pena... Su excusa, pues claramente era una excusa, le hizo llevarse una mano al pecho y aspirar compungida. Oh, no me digáis. Qué desventura más horrible... Y qué mentira. Seguro que esa noche, misteriosamente, había encontrado ya su bolsa de dinero. Aunque... No parecía de los que iban a buscarla a la noche. Aunque con los hombres, nunca se sabía.

Respondió con una risita musical, porque si a ese caballero se le compraba más desde la inocencia que desde la seducción descarada, pues inocencia tendría. Se echó un bucle de su mal peinado cabello tras la oreja, muy metida en su papel de damisela siendo halagada, y respondió. ¿En qué quedamos, pues? ¿Me lo arrebatarán, o lo venderé por los cauces legales? Volvió a llevarse una mano al pecho, pero dio un par de pasos hacia el caballero para bajar la voz, fingiendo un tono asustado y misterioso. Hay mucho ladrón por estas calles, no sabe usted bien. Hizo una caída de ojos. Quién sabe, quizás alguno de esos fue el que se llevó su bolsa de dinero y mis esperanzas de que comprara algo de mi género. Volvió a dejar una sonrisita escapar y le miró ladeando la cabeza. Quizás debería vos rondarme por aquí, a ver si me lo van a arrebatar de verdad. Una mujer sola con... Suspiró, dejando una caída de ojos de nuevo y haciendo como que señalaba la carreta con un grácil gesto de la mano, pero más bien se señalaba a sí misma. ...este género... Le miró y volvió a poner expresión de inocencia. Es presa fácil para los desalmados. ¿No le parece?


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Mar Mar 23, 2021 10:50 am por Timelady


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Estaba casi seguro de que su excusa sobre el dinero, que sí que era cierto que no tenía, no había terminado de ser creíble para la mujer... ni para nadie que la hubiera escuchado, seguramente.
Pero ¿qué otra cosa podía hacer?

Desde luego la respuesta a esa pregunta habría sido largarse de allí sin más. Tampoco es que tuviera que tener modales en un tiempo en el que ni le conocían ni iban a volver a verle. O ese era el plan, claro.

Pero no, él había tenido que dar un poco de conversación e intentar halagar a la mujer. De lo más torpemente, eso seguro, porque bien que ella había encontrado cómo darle la vuelta y tomárselo de aquel modo.
Y claro, sabía cómo vender la mercancía, que Aaron conocía la leyenda y sabía a lo que se dedicaba, pero era inevitable admirar a la mujer que tenía delante cuando se contoneaba de aquel modo para llamar su atención.

- No-No estoy seguro de que yo pueda ser de mucha utilidad a la hora de defender a una señorita como usted. -titubeó un poco. Qué podía decir, su defensa personal apestaba un poco y más aún si se enfrentaba a las armas de aquellos tiempos.- Pero quizá podría acompañarla un tramo del camino, si eso la tranquiliza... hasta que nuestros caminos se separen. -Decidió aceptar a medias, porque algo le decía que no iba a poder negarle todo a aquella mujer.


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Sáb Mayo 29, 2021 11:37 am por Freyja


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El pobre erudito, ya lo había puesto de los nervios. Había dos cosas que al ojo de Molly no escapaban: un pescado en mal estado, y un hombre con su estado alterado. Dio un hondo suspiro y, mientras hacía como recogía, dijo. Y tengo una de ambas delante. Como si el otro oyera sus pensamientos, o en otra clara provocación para alterarle aún más o para que se enganchara a su conversación. Ah, porque claramente, era un hombre con la seguridad tambaleante lo que tenía ante sí. Que su pescado era fresquísimo, faltaría más.

Le miró y, con una mano en el pecho, volvió a suspirar. Ay, caballero, un buen hombre como usted siempre es de utilidad para una señorita como yo. Dijo sin cortarse lo más mínimo, porque ella nunca se cortaba. Sorprendentemente, el hombre aceptó. Le miró con las cejas levemente arqueadas, la cabeza un poco ladeada y una sonrisilla sugerente. Muy honrada, pues. Concluyó, y se agachó frente a su carreta. Tomó la lona y cubrió todos los peces que le habían sobrado con la misma, armándose de la carretilla.

¿Os importa? Antes de esperar respuesta, suspiró teatralmente y enhebró su brazo con el de él. He dormido poquísimo y estoy muy cansada, me siento tambalear. Le miró de reojo y sonrió de lado. Sé que no permitiríais verme caer, ¿verdad? Se os nota que sois un hombre de bien. De los que merecen lo mejor... Hasta que nuestros caminos se separen, al menos. Le guiñó un ojo y, con un brazo enganchado del de su acompañante, siguió empujando la carreta calle arriba. ¿Y de dónde venís, vos? No os había visto nunca por estas calles.


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Sáb Jun 05, 2021 4:07 pm por Timelady


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Frunció el ceño ante el comentario de Molly porque no entendió a qué se refería, ¿qué tenía delante? Sin embargo, decidió no preguntar, porque... bueno, no estaba seguro de querer saber lo que pensaba de él. Porque sí, estaba convencido de que se refería a él.

El caso es que estaba visto que no sabía salir de un lío como aquel, cosa que debería recriminarse porque la idea era ayudar a otras personas a actuar en situaciones sociales, no retroceder él veinte pasos en su habilidad. Si bien había un abismo entre actuar desde fuera y aconsejar a vivirlo en persona.
Y al final había terminado aceptando acompañar a la mujer al menos parte del camino.

Ella por su parte después de preparar el carro decidió tomar su brazo para caminar, alegando una fatiga que él no tenía claro que sintiera.- No, no lo permitiría. -Qué menos. A ver, ni en este tiempo ni en ninguno, si podía ayudar a que alguien no se cayera lo haría, pero claro... estaba convencido de que si la mujer quería caer en sus brazos para atraerle de algún modo, iba a hacerlo sin importar lo que él intentase.

Tragó saliva al escuchar la pregunta sobre su origen.- Jersey. -Respondió rápido. Evidentemente él conocía Nueva Jersey, pero sabía que había una isla británica con el mismo nombre, por la que se bautizó después a la colonia, que por aquel tiempo quizá ni hubiera sido nombrada. Además, no ser de la parte más conocida y cercana podía ayudar a justificar su acento, o la falta del mismo- Estoy... asistiendo a la universidad. Hay conferencias muy interesantes. -Y eso no podía negarlo, era la razón de que hubiera viajado hasta allí en aquel momento.- Será una corta temporada. -Más bien unas horas, hasta que retomase la máquina del tiempo.

- Vos sois de Dublín, imagino. -Lo sabía en realidad.- ¿Pasáis a menudo frente a la universidad? Estoy seguro de que a los estudiantes no les falta pescado. -Se atrevió a bromear, pensando en todos los jóvenes que caerían rendidos ante sus ventas.

Parecía que aquella parte de la conversación, sobre temas más comunes, aliviaba un poco esa tensión que tenía. Le hacía volver a sentirse un poco más seguro de sí y poder hablar con normalidad, sin meter tanto la pata.
¿Cuánto duraría? Estaba por ver.


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Dom Jun 27, 2021 11:56 am por Freyja


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Arqueó mucho las cejas con entusiasmada (aunque no demasiado genuina) sorpresa. - Oh, Jersey. - Le dejó caer una miradita y añadió. - Foráneo, pues, mi ojo no falla... Quizá por eso sois tan interesante y enigmático. - Soltó y una risita musical y volvió a mirar al frente, contoneando las caderas al caminar. - Jersey, decís... No sé bien donde queda. Una tiene la cultura justa, ya sabes, la escuela no está para todas, la tuve que dejar pronto. Y las calles de Dublín las conozco como la palma de mi mano, pero ninguna más. Del norte del río no he llegado a pasar. - Dijo entre risas, ladeando la cabeza y mirándole de nuevo. - ¿Qué hay en Jersey? ¿Queda muy lejos? ¿Es que no tienen allí escuelas para vos? - Hizo una caída de ojos y, pasando la mirada de arriba abajo de nuevo, esbozó una sonrisita y dijo con voz melosa. - ¿O lo que faltan son mujeres hermosas? - Rio un poco y quitó la mirada, como si hubiera hecho una bromita sin importancia. - No lo digo yo, es muy dicho por los hombres sobre las mujeres dublinesas. ¿Qué pensáis vos? ¿Estáis de acuerdo? - Un tema de conversación como otro cualquiera. Los hombres solían caer como chinches en él.

- Oh, qué lástima... Pero lo bueno de los viajes cortos es que se disfruta más intensamente... De todo... - Y otra vez, fingiendo inocencia, miró a otra parte con una risita. - O eso dicen. Ya le digo, yo no he salido de aquí nunca. - Hizo una floritura con la mano y comentó, casual. - Del Liffey para allá, no sé ni lo que hay. - Sí que lo sabía, pero para qué entrar en detalles. Hacerse la tonta era otra cosa que con los hombres solía funcionar, sobre todo con los que se las gastaban de intelectuales.

Soltó una carcajada musical a su comentario. - ¿Y sabéis qué no me falta a mí? - Se enganchó ligeramente más fuerte de su brazo y se inclinó más hacia él, con fingido tono adorable y bromista. - Hombres guapos pasando por las calles y ante mí. - Suspiró hondamente y, en lo que se retiraba de nuevo a su posición, añadió. - Y una que no es de piedra... Aunque claro, no soléis ser muy dados a las pescaderas... - Pero sí a las putas, pensó, pero lo dejó estar. Porque si un erudito no reconocería un affaire con una pescadera, cuanto menos con una mujer de mala vida. Suspiró. - Sí, este suele ser mi punto de venta. Ya veis, la gente de por aquí me conoce. Es la calle que más transito, pero me voy moviendo. Ya sabe, si una está siempre en el mismo sitio, acaba cobrando el mismo protagonismo que una estatua. Mientras que si me muevo... - Hizo una caída de ojos y le miró de reojo, con una sonrisilla. - Supongo que alguien habrá que en algún momento me eche de menos. -


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Jue Jul 15, 2021 1:48 pm por Timelady


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Primer error: hablar de un lugar del que no conocía nada de la época, no más que la situación geográfica claro.

- No diría tanto... -Trató de defenderse de eso de parecer interesante y enigmático por ser de Jersey, ni siquiera alguien de Nueva Jersey diría eso.- Jersey es una pequeña isla, cerca de la costa de Normandía... Francia. -Aclaró, por si la zona le era desconocida.- Pero pertenece a Inglaterra, como otras tantas en la zona. -O eso creía que sería en aquel momento.
Sobre lo de las escuelas, la verdad es que no tenía ni idea de si en Jersey había universidad, pero en aquel tiempo era mucho menos probable y la gente solía tener que viajar bastante para acceder a estudios superiores. Así que bueno, si ella no iba a tener medio de comprobarlo, bien podía inventarse algo razonable, ¿no?- Y no, no hay escuelas superiores ni universidad, tuve que asistir a Ruan. Aunque siempre pensé que no habría estado mal ir a Inglaterra o venir a Irlanda...

Pero claro, Molly tenía que seguir vendiendo su mercancía, de un modo u otro, así mencionando su belleza que destacaba mucho por encima de la media.- Bueno, no es que haya visto demasiadas dublinesas, pero al menos vos no tenéis nada que envidiar a ninguna mujer que haya conocido. -Porque quería ser amable, y educado y... sincero.

Y ahí entraba en juego el segundo error: intentar halagarla aún de forma inocente.
Porque eso era darle un hilo del que podía tirar para que siguiera viviendo esa sensación un poco incómoda.
Si bien, Molly siguió hablando sobre la zona que transitaba con su carro de pescado (o quizá también por la noche) y se le dibujó una sonrisa al pensar en cuánta verdad había en lo último que decía.

- Sí, estoy seguro de que os recordarán si faltáis algún día. -O no se habría convertido en leyenda. Una leyenda en la que pensó de pronto. La miró de nuevo, quizá con más interés que la primera vez, de repente pensando en el momento en que se encontraban. En que ella no parecía mucho más joven que las representaciones de su figura que había podido ver en los pubs.- Molly... señorita Malone. -Se corrigió al notar que había estado a punto de perder su fachada de la época.- ¿Puedo preguntarle por su edad? -Que no es que supiera si en algún registro estaba la edad que tenía en el momento de su muerte, pero, de algún modo... había tenido la necesidad de preguntar.



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Miér Sep 08, 2021 4:06 pm por Freyja


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Soltó un suspiro cansado, rodando los ojos. - Oh, esos sitios que son de una parte y pertenecen a otra. ¡Yo no entiendo esa manía, permítame usted! - Dijo alzando las palmas de las manos, aunque uno de los brazos lo seguía manteniendo enganchado al de él. - Y no debería ser yo la más indicada para quejarme, supongo que... Una pertenece al final a quien pague por ella, ¿no? - Le miró con falsa inocencia y dijo. - A las islas me refiero, claro. - Y cambió la mirada a otra parte con una caída de ojos. Si tan listo era, la debería haber entendido.

- Ruan... - Dijo pensativa, y volvió a suspirar. - ¿Puede creer que ni me suena? Ay, quien tuviera un buen hombre a su lado que la llevara a esos sitios. Y ni siquiera pido que me lleve a la escuela. Puedo ser una buena dama y no salir de mi hospedaje... De mi alcoba, si mi hombre me lo pide, incluso. - ¿De verdad era tan listo? Porque ya no le podía lanzar más indirectas, estaban empezando a convertirse en directas. O eso, o estaba perdiendo facultades, y si perdía facultades, también perdería dinero. Eso era un problema, así que más le valía esforzarse. - Qué de sitios tan interesantes ha visto usted, y yo sin cruzar el río siquiera. - Dijo con una risita, dejando un afectuoso apretón en su brazo que le llevó a inclinarse hacia él, mostrando su escote en el proceso. - No sabéis lo que me alegro de que, entre todas vuestras opciones, os hayáis decantado por la bella Dublín. Solo espero que las gentes hagamos que le merezca la pena la visita. - Y adornó su comentario con una caída de ojos otra vez.

Ah, y no, no había perdido tanto sus facultades, porque el hombre le lanzó un piropo que no había que ser muy leída para captar. Esbozó una sonrisa inocente y lasciva al mismo tiempo, esas cosas que solo Molly y unas pocas bendecidas eran capaz de hacer, clavando la mirada en sus ojos sin disimulo. - Gracias, me alegra ser de su agrado. Muy honrada. - Se agarró con aún más fuerza de su brazo y siguió paseando, aunque se había acercado ligeramente a él, y ahora su cadera, que tanto se contoneaba al andar, se rozaba con la del hombre al hacerlo. Le miró cuando la llamó, pronunciando la sonrisa hacia un lado e interrumpiéndole con voz melosa antes de que continuara. - Molly mejor. - Le pidió. La pregunta le hizo reír, risueña. - Oh, caballero, eso es indecoroso de preguntar a una señorita... ¿Es que ha detectado que no lo soy tanto? - Dijo con tono sugerente. Siguió contoneándose, con una sonrisilla y los párpados caídos, y contestó. - Veintidós primaveras, ni más ni menos. ¿Las represento? - Entornó los ojos al paisaje. - Las gentes dicen que se me pasa la edad casadera, pero, ay de mí, una no ha encontrado al hombre que quiera a llevarla a lugares interesantes como Ruan o islas que son francesas pero en realidad son inglesas. ¿Qué dice usted? ¿No merezco ser llevada a esas islas? - Entornó los ojos a él y volvió a sonreír. - Quizás sea un poco culpa mía... Si tuviera un marido, ¿quién sabe? No podría conocer ahora a hombres tan interesantes como usted, ¿no cree?


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Dom Oct 24, 2021 12:37 pm por Timelady


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Aaron bien podía dar gracias de que Molly se fijase más en la política de Jersey y las islas normandas que en que, por situación y sus supuestos años en Ruan, debería estar hablando francés o como poco tener algo de acento. Porque la verdad es que no le apetecía rememorar aquel curso que hizo en el instituto para intentar impresionar a una chica que... ni siquiera se fijaba en ese tipo de cosas.

Pero suponía que a pesar de lo sugerente que podía ser la lengua romance, Molly había encontrado en la propiedad un modo de dirigirle una nueva indirecta, que cada vez lo eran menos, desde luego y no estaba seguro de hasta qué punto podría seguir haciéndose el sordo.

- Es una ciudad francesa, grande como puede serlo Dublín. -O quizá más, era otro de esos datos que se le escapaba.- ¿Qué gracia tiene que os lleven a ningún lugar si no os permiten salir del alojamiento? -Sí, por descontado que sabía la clase de divertimentos a los que podía dedicarse, pero puestos a viajar, valía la pena conocer el lugar.
La sinceridad le ganó cuando ella mencionó si su visita merecería la pena- Le puedo asegurar que sí, estoy disfrutando mucho de mi visita. -Había podido ver en directo a un padre de la psicología y estaba hablando con una futura leyenda.- Las gentes de Dublín resultan más amables de lo que imaginaba. -Si bien la única con la que había entablado conversación era ella.

Y era cierto que era de su agrado, era rápida y divertida de palabra y no se podía negar que era hermosa, mucho. Una mujer capaz de hacer que uno perdiera la cabeza, desde luego. Y Aaron estaba empezando a notar que era un esfuerzo no perder la suya. No abandonar la objetividad e implicarse de más con aquella historia que debía ser eso... historia.

- Lo lamento... Molly. ¿Podría decir en mi defensa que temía que fuera demasiado joven? -No era su razón, desde luego, porque la veía mayor de edad al menos, lo que temía es que fuera una edad demasiado cercana al momento en que dejase de vocear por las calles vendiendo pescado.
Algo a lo que quizá debería haber atendido antes de decir lo siguiente.- ¿Y por qué espera que sea alguien quien la lleve? -Preguntó sin pensar demasiado.- Quiero decir, no me malinterprete, pero a una joven como usted no le faltan recursos para abrirse paso por el mundo, estoy convencido de que si decidiera hacer el petate y marcharse, cualquier ciudad le daría la bienvenida y oportunidades para prosperar. -A punto estuvo de hablar del sueño americano, pero recordó que aún por entonces no había demasiadas colonias y se enviaban más malhechores que gente honrada a vivir y trabajar allí.


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Jue Ene 13, 2022 9:29 am por Freyja


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Se mordió un poco el labio, mirándole de reojo con expresión pícara cuando le dijo que estaba disfrutando mucho de su visita. Y si se dejara, más aún podría disfrutar, pero ese hombre era un hueso duro de roer... O quizás estaba intentando entrar al trapo poco a poco, quien sabía, los intelectuales a veces se ponían demasiado difíciles cuando en el fondo querían lo mismo que querían todos. - Somos gente amable, sí. Y generosa. Y muy, muy divertida. - El tono no dejaba lugar a dudas del ámbito del que estaba hablando, aunque el otro pareciera seguir empeñado en no captarlo.

Se puso la mano en el pecho con teatralidad y soltó una risita musical. - Demasiado joven, qué cosas dice, me halaga usted. - Suspiró. - A veces temo que la brisa de las horas intempestivas a las que me veo obligada a estar en la calle, o tanto duro trabajo a cuesta, hayan pasado factura en mi cuerpo. Pero si un hombre tan inteligente y despierto como usted... - Bueno, eso de "despierto"... Sería muy listo para lo académico, pero para las indirectas femeninas era considerablemente torpe. - ...Me ve más joven, lo habré de creer. -

La siguiente pregunta la pilló levemente desprevenida, tanto que detuvo el caminar para mirarle, con una sonrisa leve y los labios escasamente entreabiertos, en una mueca de sorpresa muy sutil. Se mordió el labio otra vez, dejando una pausa, clavando la mirada en los ojos de su interlocutor. Las mujeres no solían hacer eso, mirar tan descaradamente a los ojos a los hombres. Pero Molly no era una mujer cualquiera, por mucho que así la trataran. Por mucho que la tomaran como alguien peor que una cualquiera. - Quien pudiera tomar a literal sus palabras. - Suspiró para sí. - Temo estar demasiado enamorada de estas calles, demasiado anclada a la vida de Dublín. Ya le digo que ni el río he cruzado... Pero sí que me encantaría ver mundo y ser alguien. - Arqueó una ceja y sonrió de lado. - Quien sabe, quizás solo necesitaba un impulso. Quizás solo necesitaba a la persona adecuada que me allanara el camino. - Miró de reojo a los lados. Todos parecían a sus cosas, por lo que se acercó a él y acarició las solapas de su chaqueta distraídamente, bajando el tono de voz hasta convertirlo en un murmullo con claro deje seductor. - Ojalá fuera tan sencillo... Para las mujeres, la vida es de entrada más difícil que para vosotros... Mas no imposible, supongo. - Comentó, mirando la tela que acariciaba, dejando los dedos cada vez menos en la superficie de la ropa y más presionando sobre la misma, dejando que su tacto empezara a ser sentido por el hombre. - Dígame, señor... Lo siento, creo que no ha llegado usted a decirme su apellido, aunque yo prefiero siempre la familiaridad del nombre de pila. - Alzó los ojos y volvió a clavar la mirada en él, con su sonrisa leve. - ¿Qué ha visto usted en mí que le hace pensar que puedo hacer hazaña semejante? -


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Jue Mar 03, 2022 3:59 pm por Timelady


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El psicólogo apenas se reconocía a sí mismo, metiéndose en aquellos jardines en que se metía al hablar con la mujer que tenía delante, pero es que era difícil evitarlo porque Molly simplemente sabía cómo manipular cualquier cosa que dijera para que fuera un cumplido vedado o convertirlo en una insinuación por su parte.

Y él no estaba seguro de cuánto tiempo más podría estar haciéndose el tonto.

Porque la mujer que caminaba a su lado, desde luego sabía cómo seducir y conseguir el interés de un hombre. Tenía un don especial para hacer que la mirada se desviara en determinadas direcciones.
O incidir con sus toques en la cercanía que compartían.

Así como cuando insinuó que si quisiera podía marcharse a cualquier lugar del mundo se detuvo y empezó a hablar y acariciar sus solapas, propiciando una cercanía que seguramente cualquiera que les viera malinterpretaría fácilmente en aquella época.
Le hablaba de sus posibilidades, de cómo por sexo estaba atada a unas posibilidades menores a las que tenían los hombres, y eso era muy cierto, tardaría mucho la cosa en equipararse, que no totalmente aún.

- Pero usted no es cualquier mujer, Molly. -Le dijo, usando el nombre de pila para aprovechar la cercanía y confianza que le estaba dando.- Puede llamarme Aaron, Aaron Cooper. -Se presentó, porque, después de todo no era un nombre poco común y no creía que fuera a quedar ningún registro de aquel encuentro.
Ante su pregunta, subió una de sus manos atrapando una de las que ella aún apoyaba en su pecho.- He visto que se le da bastante bien la gente. Y estoy convencido de que no tendría problema alguno en seducir al hombre que quisiera. Podría ganarse el favor, o volver loco de amor, a algún rico heredero que la llevase a ver mundo.

Cogió aquella mano y la subió hasta sus labios, dejando un beso en sus nudillos como, según en las películas, aún se estilaba en la época.- Es usted una belleza y habría que estar muy ciego para no querer sucumbir a sus encantos. -En ello dejaba entrever que a él le estaba siendo casi imposible resistirse ya. Se le acababan los argumentos y la única salida que le quedaba era marcharse de allí. Pero lo cierto es que la mujer le atraía considerablemente, como mujer, y como una de esas figuras históricas que uno no se imagina que pueda llegar a conocer.


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Sáb Mayo 07, 2022 12:16 pm por Freyja


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Puede que le brillaran un poco los ojos, al menos se le abrieron ligeramente, cuando le habló así. Que ella no era cualquier mujer... Ah, por apenas un segundo casi lo cree. Eso era precisa y exactamente lo que era: cualquier mujer. Una cualquiera, una de tantas. Y no precisamente de aquellas que eran primera elección de académicos respetables, no a largo plazo, para una noche a lo sumo, era a lo que podía aspirar. Pero, después de la inútil ilusión de un segundo y la toma de realidad tras esta, volvió a recobrar una ilusión más realista, ladeando una sonrisa casi pilla, cuando él le pidió que le llamara por su nombre. - Aaron. Un nombre hermoso. - Dijo melosa. Al menos iba por buen camino de camelarlo, aunque por una noche fuera. Eso, justo, a lo que podía aspirar.

De hecho, había agarrado su mano, aunque en un toque bastante delicado. Aún no podía discernir si era coqueteo o detención, si quería parar ahí sus avances o si se había dejado conquistar, lo que sí podía afirmar es que no resultaba rudo en sus maneras, y no la arrastraría de allí para llevarla a cualquier esquina a hacer lo que tuvieran que hacer, como hacían otros. No era la sensación que daba, al menos, y las mujeres como Molly, al final, era con sus sensaciones con lo que más podían contar. Ya que no tenían otra cosa.

- Volver loco de amor. Qué bien suena eso. Debe ser emocionante. - Ladeó la cabeza, sin perder la sonrisilla y la mirada curiosa y seductora. - Debe haber leído muchas novelas, Aaron, en las que sucedan esas cosas. ¿O es por experiencia propia por lo que habla? ¿Es que hay una mujer en su isla que le haya vuelto loco amor? - Dejó una caída de ojos y un suspiro salir. - Qué afortunada. - Alzó la mirada de nuevo, con lo que pretendía ser una sonrisa melancólica. - Yo de eso no entiendo. Pocos hombres han caído locos de amor por mí, no exactamente del tipo de amor del que creo que alguien tan educado y culto como usted me habla. - No estaría aquí de así serlo, pensó, pero no dijo nada.

Puso la misma expresión que antes, con los ojos levemente brillantes y un tanto confusos por tanta cortesía, a la que claramente no estaba acostumbrada, cuando dejó un beso en su mano. Soltó una leve risita que sonó casi infantil. - Definitivamente has leído muchas novelas de caballeros. - Se acercó un poco y dijo melosa. - Cómo me gustaría ser la afortunada que las oyera. Las escucharía todas, una a una, si me las contara. - Y luego, ese piropo. Ese hombre había caído en sus encantos, claramente. Ahora sí que tenía que jugar bien sus cartas.

Bajó una vez más los párpados, mojándose los labios, y se acercó un poco más, hablando casi en un susurro. - Espero que no sea ciego pues, Aaron. - Arqueó levemente las cejas al levantar la mirada a la suya, directamente. - Tenéis unos ojos demasiado bonitos como para serlo. -Ligeramente, con una muy sutil caricia de su índice, paseó dicho dedo de la mano que él había tomado para besarla, pasándolo por la mano de él, subiendo por su brazo, y siguiendo ella esta ruta con la mirada mientras decía. - Solo soy una mujer cualquiera. Hermosa, pero iletrada. Estos ojos míos no están hechos a leer. - Volvió a clavar la mirada en la suya. - Los vuestros ven en mí cosas que no ven otros, y además, conocen muchas historias. - Puso una fingida expresión apenada, sin perder el toque seductor, y añadió en susurro. - ¿Sería mucho pedirle, Aaron... que me contara una de esas historias... en las que los caballeros pierden la razón por el amor de bellas damas, y las llevan a tierras extrañas, y besan su mano como lo ha hecho usted? - Contuvo un suspiro, haciendo que su pecho se llenara un poco de aire, y añadió. - Ardo en deseos de escucharla. -


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Lun Mayo 16, 2022 2:12 pm por Timelady


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Aaron era a cada instante más consciente de encontrarse caminando por una peligrosa cuerda floja, con la única posibilidad de caer hacia un lado u otro. Y la forma de hablar y actuar de Molly le estaban inclinando hacia el lado en el que él no habría querido caer al principio de aquel viaje. No le parecía correcto ni moral...
Pero era cada vez más difícil resistirse.

Si todavía pudiera recuperar el equilibrio, podría decirle que sí, que en esa isla de Jersey había una joven de la que estaba enamorado completamente y que ese sentimiento no le permitía mirar a otras mujeres. Pero mentir le era complicado, sobre todo cuando estaba nervioso y aquella mujer estaba demasiado cerca como para no notar el más leve titubeo.
- No, nunca me he vuelto loco de amor. -Reconoció con sinceridad.- Supongo que tiene razón y es algo propio de las novelas. -O del cine más bien.
Había tenido aquella oportunidad de escapar y volver a su tiempo en aquel momento, pero se quedó allí plantado, cometiendo lo que era un grave error a todas luces.

Pero era demasiado fácil caer y dejarse llevar por la suavidad de los gestos de Molly, por sus palabras y por aquella forma de pintar de forma inocente lo que ambos sabían que buscaba. Y Aaron, aún sabiéndolo, no siendo capaz de resistirse.

- Quizá pudiera.... una historia. -Asintió.- Solo una antes de regresar. Me temo que no puedo ausentarme demasiado. -Era cierto, ya que a cada hora tendría que hacer nuevos cálculos para regresar al momento preciso para que no se notase demasiado su ausencia en el laboratorio. Pero también imaginaba que sonaba parecido a algunas excusas que habría escuchado de otros que solo pretendían utilizarla por una noche.

- Claro que quizá podría ser otro día... temo que la estoy entreteniendo e impidiendo que siga con su trabajo con el pescado. -Al parecer aún quedaba algo de razón en él, un último intento de no hacer una locura.


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Dom Mayo 22, 2022 2:42 pm por Freyja


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A Molly le brillaron los ojos, sus enormes ojos claros. Los abrió mucho y fue pronunciando la sonrisa poco a poco, con un brillo casi infantil, solo que con un punto perverso. Molly era joven y estaba muy sola, y un hombre tan educado que realmente quisiera leerle una historia despertaba a la niña con necesidad de amor que llevaba dentro; por otro lado, sin embargo, ella era una mujer de la calle. Sabía lo que los hombres querían de verdad, había sido engañada demasiadas veces como para creer en cuentos de hadas al primer gesto cortés. Lo que empezaba como un cuento, podría acabar como una entrada de dinero antes de que acabara el día, que al fin y al cabo era para lo que estaba ahí: para ganarse la vida en base a conquistar a hombres lo suficientemente necesitados o lo suficientemente ingenuos como para caer ante sus encantos.

- Una historia. - Repitió con voz melosa y una sonrisa ladina, clavando deliberadamente sus ojos en los de él. Ese descaro solo era propio de mujeres como ella, de chicas sin moral. A esas alturas, le daba bastante igual. En cambio, el hombre pareció retractarse. Puso expresión apenada y se acercó a él, enganchando su brazo en el suyo y colocando su mano en la del hombre con sutileza, inclinándose lo justo como para que fuera casual pero su escote quedara, casualmente, bastante visible. - Oh, no, Aaron. No te preocupes por mí y por mi trabajo. - Hizo un gesto con la mano, señalando el carro con languidez. - El pescado empobrece por minutos, me temo que eso ya solo lo quieren los gatos. Es una pena, pero al menos ese género ya se ha echado a perder. - Y enfatizó el "ese", porque sí, había otro género que Molly tenía y que Aaron aún podía aprovechar muy bien si quisiera.

- Concédame esa historia. Por favor. - Pidió melosa, acercándose un poco más a él, sin desenhebrar su brazo, moviendo las pestañas con coqueteo. - Podemos sentarnos en algún lugar mientras me la cuenta. - Señaló con la cabeza uno de los bancos cercanos al parque que lindaba con la universidad. No parecía un lugar oculto y lúgubre del que el hombre quisiera huir, pero definitivamente, acabadas las reuniones de intelectuales, estaba ya considerablemente solitario. ¿Quién iba a pasar por ahí sino los eruditos, al fin y al cabo? Y una vez se iban, ya a nadie le interesaba aquella zona. - Cerca de su universidad. Quien sabe, a lo mejor se me pega algo y me vuelvo más lista. - Bromeó con una risita musical. Hizo una caída de ojos y, muy sutilmente, apretó el brazo que enganchaba en el del hombre. - Una sola historia, Aaron. Hágame soñar con cuentos de hadas. Un caballero como usted no dejaría triste y sola a una dama como yo justo ahora, que la noche amenaza con caer, ¿verdad? -


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Vie Mayo 27, 2022 2:09 pm por Timelady


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El poder que ejercía Molly sobre él estaba más que demostrado. Por mucho que le hubiera gustado resistirse, ahí estaba, accediendo a darle el gusto de contarle una historia, sin tener ni siquiera muy claro de qué iba a hablarle sin caer en un gran anacronismo.
Y la poca resistencia que había puesto, aquel comentario sobre el pescado que se echaría a perder, fue rápidamente descartada por la mujer, que parecía más que tranquila ante la idea de no recuperar lo invertido.

- Estoy seguro de que se la puede considerar lista en muchos más aspectos que a algunos de los universitarios, Molly. -Respondió a su comentario sobre lo que se le podía pegar de la universidad. Por desgracia aún no se había empezado a teorizar sobre las inteligencias múltiples. Pero sí que estaba seguro de que ya se podía considerar que en la escuela de la vida, Molly sacaría matrículas de honor.

Así pues, terminó asintiendo a su petición y se encaminaron hacia uno de aquellos bancos, que si bien no quedaba oculto sí estaba lo bastante solitario como para que quienes vieran la escena desde fuera pudieran echar a correr su imaginación.
Aaron apenas consiguió inventar nada, prácticamente le contó algo parecido al cuento de la cenicienta, quizá con tintes de Pretty Woman, que había visto tantas veces por ser de las favoritas de su madre y quizá había algo de resonancia en su subconsciente con los personajes.

Una muchacha de origen humilde, pero enorme belleza, que conocía a un rico noble al que encandilaba con su desparpajo hasta el punto de que haciendo caso omiso a sus orígenes, amigos o familiares, la convertía en su esposa y decidían conocer el mundo que les rodeaba.
Aaron terminó diciendo que Molly podría ser esa mujer, pero que él no sería ese hombre, dado que no tenía una miserable moneda en su poder.

Quizá fue el último intento de rechazarla con toda sutileza. Uno que sirvió de poco, pues Molly terminó consiguiendo que la acompañara a donde quisiera. La mujer tenía una habilidad inaudita para hacer que un hombre perdiera la razón y Aaron regresó a su tiempo recriminándose lo que había hecho al tiempo que pensaba que la mujer bien merecía la leyenda que era su nombre.


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Sáb Mayo 28, 2022 6:15 pm por Freyja


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- ¡MEJILLONES Y BERBERECHOS! TENGO EL PESCADO FRESQUÍSIMO. ¡VENGA! LLEVÁOSLO QUE ESTÁ BARATÍSIMO Y FRESCO FRESCO. - Lo que más le gustaba a la gente de ella era su alegría y su desparpajo. Atender en una pescadería no era el trabajo soñado de... casi nadie, la verdad. No había muchas niñas que de pequeñas dijeran que querían ser pescaderas de mayores. Ella, sí. Siempre le había gustado. Su padre se iba con su barquita a pescar y su madre preparaba el pescado en casa cuando lo traía, bien fresquito. Ella siempre miraba y aprendió a limpiarlo siendo muy pequeña, le encantaba. Y como los estudios nunca habían sido lo suyo, en cuanto pudo salirse del instituto, empezó a echar el currículum en pescaderías. Y allí estaba, con su propio puesto ya. Llevaba ya diez años trabajando de eso, que se decía pronto, y el señor Ferrell confiaba en ella como si fuera su hija (ya que la de verdad pasaba de heredar la pescadería). El hombre se jubiló hacía ya tres años. El negocio era oficialmente suyo.

El señor Ferrell tenía una buena clientela, pero Mady la había aumentado. Las señoras amas de casa eran fieles clientas de él. Los muchachos jóvenes que empezaban a interesarse por qué cosas comprar, los suyos. Mira por donde iba a aficionar a una nueva generación de hombres al pescado. Sí, ella era atractiva y una chica libre, y no le importaba utilizar sus encantos para atraer más clientela. Total, lo que quería era tener el negocio vivo y sacarse un sueldo ¿no? Y su género no solo era bueno, sino que ella lo preparaba bien. Y, mientras limpiaba pescado, charlaba con los clientes, le contaban su vida y ella se divertía. Su trabajo ideal. ¿Que le olían las manos a pescado permanentemente? Bueno. Gajes del oficio para quien le molestara, que no era su caso.

- ¡VENGA QUE LO TENGO FRESQUÍSIMO! - Siguió animando, mientras echaba un cubo de agua sobre la tabla en la que acababa de limpiar unos boquerones, arrollando la sangre y las tripas mientras seguía clamando. - ¡LOS PARGOS, LAS DORADAS! ¡MEJILLONES Y BERBERECHOS! - ¿Pulpo tienes? - ¡Digo que sí! ¡Míralo, fresquísimo! Los tengo limpios y con su tinta, mira. - Cogió los pulpos y los expuso ante las clientas que acababan de acercarse, alabando el molusco como si fuera una obra de arte. Lo vendió, por supuesto, y mientras lo iba limpiando y escuchando como la señora le hablaba de lo bonito que estaba su nieto el pequeño y de que su nieta la mayor acababa de entrar en la universidad, ella miraba de reojo posibles clientes.

Siempre había gente que pasaba de largo: no tenían interés en el pescado. También había gente que iba directamente hacia el puesto: esos ya eran clientes conseguidos. No eran estos dos los que le interesaban. Los que había que tener en cuenta era los que paseaban dubitativos, los que no sabían si acelerar o retener la marcha, los que miraban de reojo a su puesto y a otros. Los curiosos que no acababan de acercarse. Y también los que no miraban el pescado, sino a ella. Este era el caso de un chico bastante guapo y con pinta de intelectual, que puede que no fuera tan listo como parecía porque la estaba mirando con tanto descaro que era imposible no darse cuenta. Se aguantó una risita y volvió al pulpo. - ¡Ya ves! - Respondió a la señora. Sí, esa siempre era una buena coletilla para hacer ver que estabas escuchando. Terminó de cortar y, cuando la mujer aseguró que no quería nada más, le dio su mercancía. - Toma, guapísima. Verás, que a tu niño le va a encantar. - Y, ya sí, volvió a lo suyo. - Llévate también unos berberechos. ¡Venga! ¡Los tengo buenísimos! ¡TENGO MEJILLONES, TENGO BERBERECHOS! FRESQUÍSIMOS, NO ME QUEDA YA NADA. - Volvió a limpiar la mesa de trabajo y, con una sonrisilla, miró de reojo al chico. - ¡VENGA, LOS INDECISOS! ¡QUE HAY QUE ALIMENTARSE BIEN! - Varias señoras se rieron mientras empezaban a encargarle cosas. - ¡Una lubinita, te la limpio! ¡VENGA, NO OS LO PENSÉIS MÁS, QUE YA ME QUEDA LO QUE ESTÁ AQUÍ! -


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Jue Ago 04, 2022 2:12 pm por Timelady


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Todavía le daba vueltas la cabeza cada vez que pensaba en aquel viaje al pasado, y no era un efecto secundario precisamente. Tenía muy claro que todo tenía que ver con que se había saltado todas y cada una de sus propias normas y las que se suponía que iba a añadir a su futura guía para usuarios del experimento.
Un viaje y la había liado muchísimo.
No interactúes si no es preciso.
No te acerques a ningún personaje conocido.
No interfieras.
Y todo lo había hecho en cuanto Molly se le puso por delante con su carretilla.

Es que hasta podía escuchar su voz mientras iba por el mercado para hacer la compra semanal. Aunque claro, ahora que lo pensaba, ¿era una voz totalmente desconocida? Porque le sonaba toda esa retahila de otras veces...
Pero no iba a poder estar seguro de eso, ni de nada, porque cuando pasaba por la zona del pescado, sus ojos se vieron atraídos por aquella mujer de la pescadería. La que tenía la misma voz de Molly. Y no solo su misma voz. Su mismo trabajo. Y el mismo físico impresionante.

Se quedó paralizado, su cerebro intentando trabajar tan rápido como fuera posible para analizar las muchas posibilidades que se le pasaban por la cabeza. Unas más realistas que otras, todo había que decirlo.
Por supuesto que podía ser una reencarnación, todos lo eran en realidad. Pero estaba esa vocecilla interna que se mantenía alerta y no dejaba de decir que igual todo era por sus interferencias.

Supo que se dirigía a él en un momento, y se dio cuenta, incómodo, de que había estado demasiado tiempo mirándola. Así que sacudió la cabeza para seguir con su compra. Convenciéndose de que siempre había estado ahí y si no se había fijado era porque no conocía a Molly y porque solía comprar el pescado congelado y no el fresco que vendía ella.

Pero cuando volvía hacia el coche, sus pasos le volvieron a llevar allí. Parecía que había bajado mucho la clientela, sería por la hora.- Eh... Hola, disculpa... -Se acercó, pero se quedó atascado sin saber muy bien lo que quería preguntarle exactamente.- ¿Me recomiendas algo para la cena? -Preguntó entonces, porque no se sentía preparado para decir nada serio del todo.- Que no sea muy complicado de preparar. -Añadió, porque tampoco solía él ser un gran cocinero.


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Dom Oct 16, 2022 11:10 am por Freyja


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Pues nada, el muchacho no parecía querer comprar pescado, solo mirarla. Siguió atendiendo a sus señoras. - Anda, se ha espantado el muchacho. - ¿Espantado? Porque le han pillado mirando, ¡algunos tienen mucho miedo y muy poca vergüenza! - Comentaban las mujeres entre ellas, riendo entre cotorreos y haciéndola a ella reír también. - ¡Pues este género no lo tengo en venta, lo siento! - Las mujeres rieron aún más y ella añadió. - Así que, si no quieres lenguado, vete a otro lado. - ¡Ay, qué gracia tienes! - ¡Gracias las tuyas, cariño mío! A más pescado cabéis vosotras, fíjate lo que te digo. - ¡Mira, pues es verdad! Ponme un par de lenguaditos, ya que los mencionas. - ¡Ahora mismo! - Y siguió atendiendo, como hacía habitualmente, y el muchacho pasó a la historia.

O eso hubiera ocurrido si no hubiera sido porque había vuelto. Estaba lavando de nuevo la mesa de trabajo, quitando algunas tripas sueltas de haber limpiado pescado por ahí y aguando la sangre, ayudándose con la mano para lanzar los restos al desagüe del suelo. - ¡Dime, cariño! -Contestó automáticamente cuando sintió la presencia que se acercaba y llamaba su atención, sin levantar la mirada del mármol, pero al hacerlo le vio y puso una sonrisilla. - ¡Oy! A ti te conozco yo. ¿Te lo has pensado mejor? - Dijo zalamera, con una risita. - Aunque ya me quedan menos cosas que antes. Esto es la jungla, guapo, aquí o te abres paso entre las clientas habituales, o no te llevas ni una almeja. - Bromeó.

Al parecer, no tenía mucha idea de pescado el muchacho. Miró al mostrador, con los brazos en jarra. No muy complicado... Pensó. Para una persona que no hubiera tocado pescado nunca o casi nunca, todo era complicado. - Pues mira... de lo que me queda... - Dijo en voz alta, lentamente, mientras se daba a sí misma tiempo para pensar un poco más. - Si es pera la cena, me quedan un par de lenguados. Esto no tiene nada que hacer, yo te lo limpio y solo tienes que enharinarlos y freírlos, y están fresquísimos. Te puedo dar unos filetitos de rosada también, o mira, me queda salmón. Un poquito de ajito, perejil y limón y cenas bien sano y bien rico. - Le miró y ladeó una sonrisa de nuevo. - ¿Qué? ¿No estás familiarizado con el pescado o qué? - Dio una palmada en el aire. - ¡Mira por dónde, qué afortunada soy que has elegido mi puesto para empezar! A ver, ¿qué te pongo, entonces? -


Madelaine - Mercado - Año 2030

XIII





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Miér Dic 28, 2022 3:32 pm por Timelady


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Se quedó un momento paralizado al escuchar que le conocía.
Claro que se le pasó la impresión cuando añadió la broma que implicaba que lo había visto antes. Es que había brillado por su ausencia de discreción, claro.
La mujer se movía y hablaba exactamente igual que la irlandesa. Y aquello no hacía más que confundirle y dejarle casi sin palabras.

Esperó a que empezara a recomendarle algo y, en un primer momento, por una razón que no venía al caso, se sintió algo decepcionado cuando lo primero que le ofreció no fueron camarones o un rodaballo demasiado grande para ella.
La chica de la pescadería tenía otra frescura, similar, pero diferente. Y no se estaba insinuando a cada momento, lo que facilitaba la idea de conversar con algo más de tranquilidad.

Él seguía sus palabras mirando de un pescado a otro con una mueca en la cara que debía dejar a la vista que no tenía ni idea de lo que le estaba contando.- La verdad es que no suelo cocinar mucho, y el pescado lo que menos, si acaso congelado. -Reconoció, esperando que aquello no fuera un insulto para quien lo vendía tan fresco como decía.- Pues... la rosada o el lenguado, han sonado sencillos. -Respondió a su pregunta sobre lo que iba a pedir.- Pero solo para una ración. No quisiera que se pusiera malo en la nevera. -Añadió. Total, era solo para él.

- Y... ¿lleva mucho con este puesto? -Preguntó, dudando. No es que fuera una pregunta muy personal, las había peores, pero aún se extrañaba de no haberla visto antes.


Aaron - Mercado - Año 2030

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