Nicholas llevaba varios días dándole vuelta a las palabras de Mikaela, y ocasionalmente cuando se la encontraba por los pasillos siempre le preguntaba qué tal. Casi se había convertido en una costumbre, no solo por saber cómo se encontraba Gideon, si no porque la chica le transmitía una energía que le agradaba.

Tal vez solo se trataba de su facilidad para ver lo mejor en todo el mundo, pero agradecía que en lugar de juzgarlo, tuviera buenos deseos para su amistad con Gideon. Le parecía que estaba claro que se preocupaba por él a pesar de no conocerlo desde hace mucho.

Puede que fuera esa misma sensación la que le motivó a preguntarle si tenía libre la tarde del viernes. Hacía un frío espantoso, pero llevaba sin tener un picnic desde la última vez que salió con Iris a finales del otoño, y aunque las zonas verdes de Hogwarts estaban cubiertas de humedad, siempre había alternativas.

Preparó todo por su cuenta, al menos la parte que podía. Tenía una pequeña cesta con cubertería y un mantel un poco más caliente para el suelo, y se acercó a la cocina para coger varias cosas que los duendes le dieron sin quejarse. No era la primera vez que lo veían por ahí, parecía que siempre estaba preparando ese tipo de cosas para sus amigos, aunque la última vez no fue su idea.

Subió a a Torre de la Gran Escalera, buscando el tercer torreón que le llevaría a lo alto del colegio. Tenía unas bonitas vistas, y por lo general estaba despejado. Tendió el mantel en el suelo y sobre este su cesta, dejando la comida dentro para que no se enfriara mientras esperaba a la chica.
 

13.12.19 + Torre de la Gran Escalera

Nick le había pedido que acudiera a la torre de la gran escalera y Mikaela se había encontrado incapaz de decirle que no. Nick tenía esa extraña cualidad, era enternecedor de algún modo y le hacía a la gente imposible negarse a él o, por lo menos, así lo sentía Mikaela. Se habían encontrado alguna que otra vez, en clase o en los pasillos y habían ido hablando. Era fácil hablar con Nick y Mikaela entendía bien porque era, o había sido, tan buen amigo de Gideon.

De Gideon solían hablar casi siempre, ella le contaba cómo estaba sin entrar en demasiados detalles. Ignoraba si Nick sabía lo que se llevaban entre manos, con toda la investigación y el nuevo grupo, pero hasta el momento ninguno de los dos había hecho referencia a ello. Supuso que, aquella tarde, querría hablar también del chico, un motivo más por el que no se pudo negar. A prisa subió los escalones, sabiendo que llegaba ligeramente tarde, pero en cuanto abrió la puerta de la torre se encontró con una sorpresa.

— Vaya, ¿interrumpo algo?—preguntó, confusa ante la especie de picnic bajo cubierto que se presentaba ante ella. Pero Nick estaba allí y él la había citado a esa hora y aquel día, no podía estar equivocada, ¿no?

13.12.19 + TORRE DE LA GRAN ESCALERA

Estaba distraído haciendo origami con las servilletas para cuando Mikaela entró, y se levantó del suelo solo para recibirla, dejando caer al suelo una que apenas había llegado a doblar a la mitad.

—¿Interrumpir? No, no... — dijo, mirando a su alrededor, pensando por un segundo si tal vez era demasiado. La verdad era que no conocía muy bien a Mikaela, y no quería que pensara que estaba exagerando demasiado cuando solo quería tener un detalle. No era la primera vez que le pasaba.

—Es que he pensado que siempre que me acerco a ti acabo por preguntar por Gideon, y no quiero darte la impresión incorrecta y que pienses que me estoy aprovechando de ti para que me cuentes cosas— empezó a explicar. Sabía que en parte sí estaba sacando partido de que la chica sabía cómo estaba, pero no porque quisiera que le contara los secretos que su mejor amigo ya no le decía, sino porque quería asegurarse de que no se estaba metiendo en problemas sin su ayuda. Tampoco daba la impresión de que la vida de Gideon hubiera cambiado demasiado ahora que no hablaban, pero intentaba no pensar mucho en ello.

—Así que he decidido compensar, porque has sido muy agradable conmigo y bueno... Si es demasiado podemos meterlo en la cesta y solo charlar— afirmó, aunque no había comido nada para poder merendar con la chica, así que esperaba que no le molestara demasiado.
 

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Escuchó sus explicaciones todavía sorprendida, no obstante la conmovió el gesto del chico. Él solo estaba intentando ser amable y ella estaba empezando a parecer una desagradecida. Se sintió mal, así que se apresuró a rectificar.

— No, no, no. —se acercó hacia la cesta, no sabiendo muy bien qué hacer a continuación, así que se sentó sobre el mantel de picnic, agradablemente suave.— Es una gran idea, de verdad, me encantaría tener un picnic contigo. Es solo que no me lo esperaba, nunca nadie había hecho algo así por mí. —tampoco se le había ocurrido nunca algo así, pero lo cierto es que la escena que se presentaba parecía agradable. Solo se trataba de un pequeño descanso y un descanso parecía tan, tan apetecible.

— Bueno, el otro día tuve una especie de picnic improvisado con Gideon si beberse un zumo de calabaza cuenta. —sonrió, intentando aligerar el ambiente.— Vamos, enséñame que hay en esa cesta. No he tenido tiempo de comer mucho durante la comida así que estoy hambrienta.

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Mikaela le parecía una chica dulce, y por eso no ocultó su extrañeza cuando mencionó que nadie había tenido un gesto similar con ella. Nicholas a veces sentía que sus acciones podían ser demasiado, solo sus amigos cercanos comprendían lo mucho que le gustaban esos detalles. Adoraba hacer que los suyos se sintieran especiales, y empezaba a confiar en Mikaela lo suficiente como para hacerlo también con ella. Seguramente sacaría una foto del momento para su pequeño álbum, y regresaría con regalos de Yule para ella.

—Pues en ese caso, siéntate— dijo, extendiendo sus manos en un gesto gracioso para que tomara asiento a su lado. La manta apoyada en el suelo era bastante tibia, y la habitación permanecía unos grados más caliente que el exterior debido a la magia del castillo que ayudaba a que no se quedaran congelados vivos.

—Si hay zumo de calabaza de por medio, cuenta como picnic— dijo, sacando el recipiente donde él mismo había separado algo de zumo. Además, un termo con chocolate caliente que no les vendría mal teniendo en cuenta el clima. Empezó a sacar la comida, un par de trozos de tarta y otros tentempiés salados para no empalagarse.

—Coge lo que quieras, he traído dos de cada cosa— pidió, esperando a que la chica eligiera primero antes de acompañarla —. ¿Qué tal estás? ¿Llevas bien los exámenes?— preguntó, porque era lo que le estaba llevando por el camino de la amargura en esa última semana antes de las vacaciones.
 

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— Pues creo que escojo la tarta, no me puedo resistir a una buena tarta. —y ciertamente los elfos sabían lo que se hacían cuando se trataba de tartas. Así pues, agarró uno de los pedazos de tarta junto a un pequeño tenedor y pronto estaba dando el primer mordisco.

— Por ahora creo que lo llevo bien, siempre me ha gustado estudiar y aprender más. —siempre había tenido un motivo para ello, conocer más de la magia podría ayudarla a conocer más de su maldición.— Aunque pensar en los EXTASIS de junio me pone un poco nerviosa, pero supongo que es normal, eso será el final, todo por lo que hemos estudiado se decidirá ahí. —en Estados Unidos la examinación funcionaba de manera casi idéntica. Por lo que no había tenido demasiados problemas para ajustarse al nuevo colegio.

— ¿Cómo lo llevas tú? —partió un nuevo trozo de tarta con el tenedor y se lo levó a la boca.— Por lo que me explicaron de las casas aquí en Hogwarts la tuya es la de lo inteligentes, ¿no? —bromeó. En su momento no le había importado en qué casa caer, no le habían importado demasiadas cosas en realidad, pero una vez le fue explicado el significado de cada casa, de alguna manera se encontró sintiéndose orgullosa de ser una Gryffindor ahora, la casa de los valientes.

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En ocasiones le costaba recordar que Mikaela no había estado ahí desde siempre, pero estaba claro que se había acoplado bastante bien al ritmo del colegio y eso era algo positivo para ella teniendo en cuenta la situación. No sabía mucho de ella o de su pasado, pero las transferencias siempre son una noticia para el colegio teniendo en cuenta los años que llevaban juntos para cuando ella llegó.

—Si necesitas ayuda para estudiar cualquier cosa, puedes tocarme la puerta. Dos mentes piensan mejor que una... y el EXTASIS es el culmen de nuestro trayecto como estudiantes— dijo, con una seriedad muy característica de él cuando hablaba de los exámenes. De alguna manera, Nicholas sabía que cumplía los estereotipos de su casa. Le gustaba leer, pasar horas y horas en la biblioteca, siempre le habían llamado empollón y no le molestaba.

—La casa de los inteligentes y los creativos... No todos somos unos sabelotodo, estar en Ravenclaw me ha enseñado que hay muchas maneras de ser listo. Hay algunos artistas maravillosos a los que se les da fatal leer más de una página del libro de Historia de la Magia— afirmó, mientras se reía. Empezó a comer, una de las empanadillas que hacía parte de sus platos salados.

—¿Es muy diferente Hogwarts de Ilvermorny?— preguntó, porque no estaba seguro del funcionamiento del colegio en su interior.
 

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Una de las cosas que la había sorprendido más de Hogwarts era la cantidad de gente dispuesta a ayudarla. Tal vez tenía algo que ver con ser la nueva en el último año, cuando ya todo el mundo se conocía, tal vez la gente en Hogwarts era simplemente así.

— Bueno, hay que decir a su favor que historia de la magia no es la asignatura más divertida. —bromeó tras comer otro trozo de tarta.

— Bueno, es distinta en algunas cosas, sí. Es más grande, por ejemplo, y no tenemos esas escaleras traidoras vuestras. —continuó con el tono bromista y el ambiente distendido. El susto de la primera semana pensando que se caía de las escaleras todavía escocía.— También tenemos pequeñas salas de estudio individuales, cuando llegué aquí era lo que más echaba de menos, pero Gideon me ayudó a solucionarlo. —no lo hacía apropósito, pero no podía evitar hablar de Gideon constantemente.— Pero las materias y eso es casi lo mismo. Excepto historia de la magia, nosotros estudiamos historia de la magia norteamericana, que es prácticamente lo mismo pero con un cambio de escenario. —se encogió de hombros, ya acabándose los últimos bocados de su trozo de tarta.

— Si tú estuvieras allí, creo que habrías acabado en la la casa de Pukwudgie, de alguna manera te pega. —la casa del corazón.

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—Lo de las escaleras lo veo como un añadido que aquí se recibiría bien... No sé cómo pensaron que era una buena idea— dijo, aunque afortunadamente la magia había salvado a más de uno de precipitarse al vacío. Suponía que tenían ese respaldo, cualquier muggle que entrara al castillo seguramente no pensaría lo suficientemente rápido.

Sonrió ante la mención de Gideon, asintiendo con la cabeza porque encontrar soluciones era algo que a él se le daba bien. Además, le gustaba la forma en la que la Gryffindor hablaba de él, por lo que en realidad solo estaba haciendo eco de la expresión de la chica al verla sonreír.

—Bueno, al menos fue así y no entraste demasiado perdida al nuevo curso, me imagino que no habrá sido fácil— dijo, en especial porque todo el mundo estaba hablando de ella, de una u otra manera. A algunos les importaba menos, pero era extraño tener una novedad en séptimo año. No iba a preguntar, pero imaginaba que se trataba de un caso particular.

—¿Y qué identifica a los Pukwudgie?— preguntó, porque suponía que cada casa tendría su distintivo igual que allí —. ¿Y tú en qué casa estabas?— agregó a su lista de preguntas.
 

13.12.19 + Torre de la Gran Escalera

— La verdad es que casi todo el mundo ha sido muy amable y me ha intentado ayudar. —excepto el idiota de Leopold que siempre se estaba quejando porque ocupaba demasiado espacio en la mesa.— Supongo que eso ha hecho que note todavía menos el cambio. —al igual que había hecho que se acercase de nuevo a la gente, no le había quedado más remedio y no se arrepentía de haberlo hecho, rumió, mientras alargaba la mano para agarrar una galleta de almendras.

— En Ilvermorny cada casa representa una parte del mago, corazón, mente, cuerpo y alma. Pukwudgie representa el corazón. —no añadió más dejando que él sacase sus propias conclusiones.— Yo acabé en Wampus, la representación del cuerpo del mago y la casa de los guerreros. —con el pequeño tenedor con el que se había comido la tarta, que todavía sostenía en la otra mano, fingió ejecutar una especie de movimiento de esgrima.— Aunque, quién sabe, tal vez las tallas te hubieran colocado en una muy distinta. —Aunque las maneras de la ceremonia eran distintas, se reducía a lo mismo que el sombrero seleccionador.

— En Ilvermorny también se hace una competición para ganar la copa de las Casas, aunque allí lo llevan más a lo extremo. Cuando estaba en segundo, varios compañeros de casa nos convencieron para limpiar los invernaderos y así conseguir los setenta y cinco pues que hacían falta para superar a Ave el Trueno. —dio un mordisco a su galleta, sin darse cuenta de que una sonrisa tontorrona de melancolía se había apostado en sus labios.— ¡Por setenta y cinco puntos acabé cubierta de tierra y con agujetas por todas partes! Además, la ventaja sólo duró dos días.

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—Me alegro de que hayas tenido una buena experiencia, con todo lo que ha pasado este año...— comentó, pero dejó las palabras en el aire. Todavía se estremecía al recordar lo de Dante y el partido de Quidditch. No había estado tan atento a la situación, sumergido en sus propios pensamientos, pero parecía que el colegio lo estaba pasando todo por alto.

Escuchó con atención las palabras de la chica mientras esta le explicaba el funcionamiento de aquel colegio. No se lo imaginaba del todo, aunque asumía que no sería muy diferente a Hogwarts. Todos los colegios guardaban cierta familiaridad entre ellos, aunque sus métodos pudieran ser muy distintos.

—Entonces tiene sentido que hayas acabado en la casa de los valientes al venir aquí— dijo, porque de alguna manera Mikaela le encajaba en la descripción. No la conocía demasiado, pero tenía cierta determinación en su mirada que le llamaba la atención. También le hacía feliz que pensara que él acabaría en la casa del corazón, aquello decía mucho de él.

—La copa de las casas saca el lado competitivo de todo el mundo, es increíble como se enfadan algunos por perder puntos y todo lo que harían por ganarlos... ¿Al menos ganasteis ese año? Dime que tus esfuerzos valieron la pena— pidió, todavía pensando en su propia experiencia. Los últimos años se habían repartido bien entre las casas, pero ese era su último año y no iba a decir que no le gustaría ver a Ravenclaw ganar de nuevo antes de marcharse. Aunque suponía que todos los demás en sus casas correspondientes pensaban igual que él.
 

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Negó, al mismo tiempo que se acababa la galleta. Hacía mucho que no se permitía pensar en aquella época feliz en Ilvermorny. Tras la muerte de su madre ya no había espacio ni tiempo para juegos, todo había sido estudio y más estudio, también mucha culpa.

— ¡Que va! Pero no importa, fue divertido.— no había pensado así en aquel momento, pero con el tiempo es más fácil darse cuenta de la poca importancia que tienen esas cosas.— Pero el siguiente año los machacamos. —lo cual fue muy oportuno porque, después, ya poca atención había restado a tales entretenimientos.

— Siento que no paró de hablar, perdona. —se excusó, mientras se servía algo de chocolate caliente para bajar la galleta.— Creo que es lo máximo seguido que he hablado nunca. —bromeó, aunque era cierto que solía ser más bien parca en palabras.

— ¿Tú cómo estás? ¿Cómo te va con esa novia tuya? —la chica por la que se había generado su distanciamiento con Gideon. Mikaela quería entender un poco más a Nicholas y, a su vez, al propio Gideon.

13.12.19 + TORRE DE LA GRAN ESCALERA

—Suena a que tienes muy buenos recuerdos de allí— dijo, por eso se veía incapaz de interrumpirla. A Nicholas le gustaba escuchar sobre la vida de otras personas, y Mikaela parecía tan tranquila rememorando sus años en el otro colegio, que no podía evitar sonreír con ella como si hubiera estado ahí.

—¡Eso es que te sientes en confianza! Era el propósito de la tarta— afirmó, con una sonrisa mientras bebía algo de zumo. La verdad era que no le importaba hablar de ella, en realidad, lo prefería a tener que hablar sobre sí mismo. Sin embargo, la pregunta acabó por salir.

Frunció el ceño al escuchar la palabra novia. Solo había considerado a una persona de esa manera, todo lo demás fueron líos pasajeros con poco impacto en su corazón. ¿Era Carrie su novia? Porque él no lo escogió de esa manera, y le parecía importante teniendo en cuenta que todo había ocurrido en el último mes.

—No puedo decir que nos vaya mal. Creo que ella realmente lo está intentando, y me hace sentir un poco culpable por seguir pensando en encontrar una manera de salir de todo esto... Nunca he sido la persona que mi padre quiere de mi, no sé por qué piensa que ahora voy a serlo de repente—. Tal vez esa era la peor parte de todo, las expectativas. Él tenía sus propias convicciones y no iba a dejar de tenerlas, si se viera capaz no estaría teniendo esa conversación con la Gryffindor.
 

13.12.19 + Torre de la Gran Escalera

Escuchó, paciente, el pequeño relato de Nick sobre cómo estaban las cosas con la chica. Para ella era una situación difícil de imaginar, sus padres nunca la forzarían a algo así. De hecho, siempre la habían impulsado a ser ella misma, incluso en la época más oscura de su madre nunca sintió que pusieran esa clase de peso sobre sus hombros.

— Y, ¿no has intentado hablar con tu padre? —Mikaela siempre se preguntaría qué habría pasado si su madre, en vez de guardar toda su angustia para sí la hubiese compartido con su padre y con ella.— A veces, hacemos sentir mal a los demás sin darnos cuenta, otras sencillamente como no nos expresan cómo se sienten, sabemos que estamos haciendo algo mal. —no conocía al padre de Nick, pero tal vez había una esperanza. A veces los padres y los hijos no se comunicaban y esa era la raíz de todos los problemas.

— Yo desearía haber hablado con mi madre cara a cara, con sinceridad. —la felicidad que sus recuerdos le habían propiciado se tornó rápidamente en melancolía. e abrazó las piernas contra el pecho, apoyando la barbilla sobre sus rodillas flexionadas.— Tal vez las cosas no sean distintas aunque lo hagas, pero si existe la posibilidad deberías hacerlo. —de lo contrario luego podría arrepentirse y no había nada peor que el arrepentimiento.

— Si tú pudieras elegir… —soltó de pronto, casi pareciendo cambiar de tema.— ¿Qué elegirías hacer con tu vida? —eso era algo que Nick debería averiguar.— Tal vez si se lo explicas a tu padre él entienda.

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La comunicación nunca había sido la herramienta favorita de su padre, ni siquiera cuando su madre aún vivía. Nicholas era consciente de que, si su situación fuera otra, seguramente su padre lo habría criado a su imagen y semejanza. Había tenido suerte al estar bajo la mano cuidadosa de su madre.

—He intentado hablar con él un par de veces. No sé si lo sabes pero, Erica y yo fuimos novios por un tiempo... A mi padre no le hizo gracia, e intenté explicárselo. No salió nada bien— dijo, sin dar demasiadas explicaciones porque hablar de la Gryffindor aún le removía sentimientos difíciles de explicar. Su intento de conversar con su padre acabó en múltiples amenazas en dirección a la rubia, no sacó nada bueno de ello.

—Así que, en caso de intentarlo de nuevo, no estoy seguro de qué podría pasar... — comentó, recordando de manera dolorosa la reacción de su padre, el ardor en su piel debido al castigo, y sobre todo las consecuencias de las decisiones que tomó después —. Creo que si pudiera elegir, le pediría que me dejara utilizar el apellido de mi madre, me marcharía de casa y me dedicaría a estudiar para ser medimago— explicó, recuperando por un momento su mirada ilusionada.
 

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Observó con tristeza a Nick, insegura sobre qué más decir a continuación. No tenía ningún consejo útil porque no había pasado por lo mismo que él. Ella nunca habló con su madre, aunque le hubiera gustado hacerlo, pero de haber salido mal no sabía qué hubiera hecho. Probablemente se habría sentido demasiado rechazada para volver a intentarlo. El pensamiento le oprimió el pecho.

— Pues no suena como un mal plan. —declaró, ciertamente podía ver a Nick ejerciendo de medimago. Era la clase de persona tranquila e inteligente que daba seguridad. Pensó en su propio futuro, si es que conseguía tenerlo algún día y dejó escapar una risa al pensar en los dos cumpliendo sus propósitos.

— Yo quiero convertirme en rompemaldiciones. —soltó.— Así que tal vez me acabarías teniéndome como paciente más veces de as que te gustaría. —bromeó. Sería bonito un futuro así no por las heridas, obviamente, si no por el simple hecho de estar haciendo con su vida lo que cada uno desease.

— Tal vez algún día lo consigamos. —musitó en poco más que un susurro, más para ella que para su compañero, pero aun así lleno de significado.

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La conversación tenía un deje nostálgico que a Nicholas le gustaría evitar. Últimamente parecía que no hacía algo diferente a tener conversaciones serias, una tras otra. En parte le gustaría volver atrás en el tiempo, a esos momentos donde podría simplemente tumbarse sobre una manta con un tocadiscos para compartir un momento sencillo con alguien, o sacar su cámara para sacar un recuerdo eterno de una imagen de su agrado... Quizá jugar ajedrez mágico, aunque nunca se le hubiera dado particularmente bien.

—Rompemaldiciones, suena poderoso— dijo, mientras una sonrisa se extendía en su rostro al ver el brillo en los ojos de la contraria —. Quizá en unos años nos encontremos de esa manera, tal vez lo consigamos y podamos recordar esta conversación en el futuro y reírnos por todo lo que nos parecía una tragedia, y que eventualmente se solucionó— comentó, agregando pensamientos a las expectativas de la morena.

No se imaginaba que su vida se alejaría mucho de sus sueños, que llegaría a un punto en el que incluso se olvidaría de ellos para poder lidiar con la carga de su día a día.

—Por ahora... Tal vez deberíamos volver dentro, empieza a hacer frío— comentó, a sabiendas de que aquel picnicn o podía durar para siempre con las temperaturas que empezaban a asentarse por el invierno.
 

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