Lizz nunca había aprobado los alucinógenos así que poco entendía de ellos. Pero lo cierto es que en ese momento se imaginaba que un viaje de ácido o algo de eso debía ser muy parecido a lo que estaba viviendo cuando se vio de repente en aquellas gradas, con sus hijos -el biológico y la que no pero como si lo fuera-, el hombre que quería, un porrón de pájaros que les querían sacar los ojos, una estampida y un terremoto que solo Dios sabía hasta dónde se extendería. Bueno, y eso contando con que no le saliera una serpiente del culo a nadie, que a esas alturas en cualquier momento pasaba. O puede que a ella estuvieran a punto de petarle los nervios, era una opción.

Claro que cuando eres madre no puedes dejar que te superen las circunstancias. Así que aunque le habría encantado tener una crisis en la que echarse a reír como una maldita histérica, arrancarse unos cuantos mechones de pelos y terminar llorando sin saber muy bien dónde había cambiado de la risa al llanto realmente no podía, habría estado feo y definitivamente poco productivo.

— Scott tiene razón, no creo que debamos perder más tiempo. — concedió, mirándolos a todos de uno en uno, porque a fin de cuentas tirar otra vez significaba añadir alguna maravilla más a esa fiesta del té que se habían montado. Apretó los labios y asintió, como si se diera fuerzas a si misma, haciéndose con el juego y poniéndose de rodillas en la grada. A pesar de apoyar el tablero lo mantuvo sujeto con una mano, porque ahora tenía la sensación de que era algo así como el soporte vital de los cuatro y no quería perderlo. ¿Era la única que tenía náuseas? Y ni siquiera sabía si era solo por el meneo constante del terremoto o de los nervios — Vamos allá. — lo único positivo de todo aquello -miremos algo positivo, por favor- era que con el tequeteque de la tierra los dados se meneaban solos. Simplemente los dejó rodar. Cuando el mensaje salió en la esfera no pudo evitar mirar alrededor ya que todo se había detenido, pero tampoco tenía tiempo que perder, así que volvió la atención al juego para leer — Parece que necesitáis un pequeño respiro. No lo prolonguéis demasiado, podríais perder el camino. — hizo una pequeña mueca, cerrando el tablero primero que nada — Genial, genial...no es como que nos de muchas pistas. — aunque detener el terremoto era de agradecer, sin duda.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Había pasado por todas las fases posibles desde que había empezado aquel juego. La de que no se lo creía, la de que no podía seguir, la de que ningún lugar era seguro... Y ahora estaba en una en la que el más mínimo receso de paz se le antojaba seguro. El hecho de estar en aquellas gradas, mínimamente seguros de que la estampida no les iba a arrollar, ya le dio un poco de paz. Sus padres estaban bien, Scott estaba bien... ¿Había pensado"sus padres"? Bueno, en otro momento le daría vueltas. Y ya cuando Lizz tiró y el terremoto paró, soltó un suspiro de alivio. También le parecía un sueño dejar de sentir el temblor de la tierra. Se apartó el pelo de la cara, y suspiró. No es que estuvieran a salvo, porque no, pero ya haba pasado el terremoto, y ella see sentía mejor entre cuatro paredes. Levantó la mirada y enfocó a los demás. – ¿Qué hacemos? Parece que el terremoto ha parado... – Oteó el horizonte buscando los pájaros, recordando como se haba bloqueado cuando le habían picado. – ¿No estaríamos mejor en algún lugar interior? Allí podemos encerrarnos, planear... Y la estampida no nos va a pillar tan fácil. – Entonces cayó en algo y miró a su padre. – ¿Seguirá el coche en buen estado? Con todo lo que ha pasado igual le ha caído algo encima o algo. – Es que se estaban quedando sin opciones, y ya le estaba apreciando la gobio otra vez.  

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Contuvo la respiración casi sin darse cuenta mientras veía a su madre lanzar los dados en mitad de aquel terremoto, solo esperando que por lo menos aquello parase. Aunque estaba claro que lo que podía salir a su paso podría ser peor, cada vez lo era más.

Sin embargo, quizá el tablero decidiera no matarles todavía, porque hablaba de darles un respiro. Obviamente no se fiaba pero... no les quedaba otra que seguir adelante. El templor se había vuelto más leve, pero el suelo se seguía moviendo. Pronto vio cómo empezaron a salir plantas del suelo, se giró para ver si era solo en el campo o alrededor y se dio cuenta de que por lo menos todo lo que rodeaba las gradas.
Casi dio un salto en el sitio cuando notó por el rabillo del ojo cómo crecía un árbol a su espalda.

- Parece que podemos estar algo tranquilos. -Pronunció con algo de recelo.- Igual podemos ir al coche, como ha dicho Jay, antes de que algún animal venga a pasearse entre tanta planta. O antes de que crezcan más. -Porque la verdad es que no estaba seguro de si iban a volverse gigantes o si se iban a quedar solo en aquella zona.- No sé a dónde podríamos ir, la verdad, pero... esto empieza a parecer una selva.

Bajó un par de escalones, ahora que la cosa estaba más calmada.- Jazz, ¿quieres que lleve yo la mochila un rato? -Preguntó a la chica, pensando que era la siguiente en tirar y que se había preocupado bastante por él, tirando de su mano para guiarle, así que era una forma de... estar pendiente, suponía.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Estaba asintiendo a las palabras de Jazz y Jay porque parecía una idea decente. Era como si el hecho de que el espacio fuera reducido les pudiera dar opción a tener más control del entorno. Al menos así fue hasta que el entorno decidió tener control sobre todo y recordarle que como jardinera no habría valido un carajo. Ahora hasta desataba ecosistemas silvestres por ahí. Maravilloso.

— Chicos no sé si sea buena idea lo del coche. — miró de reojo uno de esos árboles surgidos de piedras y torció un poco el gesto — Podría salirnos un árbol debajo y acabar a tres metros de altura o salirnos dos por los lados y terminar siendo un sándwich nada saludable. — suspiró, al menos bajando de las gradas porque aunque el coche no le pareciera la idea más segura lo que tampoco se lo parecía era quedarse ahí. Ahora encima avanzaban con más cuidado porque en algunas zonas con la vegetación pues no se veía un carajo dónde pisabas — Tal vez podamos meternos en el primer edificio que encontremos y no sea el instituto. En este punto no creo que a ninguno nos importa tener una denuncia por allanamiento, ¿o sí? — el centro escolar estaba descartado pero no era el único edificio de la ciudad. Salieron de las gradas y comenzó a dirigir a su familia fuer del instituto mientras miraba al rededor buscando algún otro sitio que se viera medianamente estable y donde poder colarse a tirar los siguientes dados, ya que esa parecía ser la meta sin discusión.

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No había opción buena, eso era seguro. Lizz tenía razón, aquel evento parecía inofensivo, pero podía ser que les tocara justo un árbol o algo así. Scott le llamó la atención sobre la mochila y ella lo agradeció. Se paró y aprovechó para mirar en lo que había dentro. Suspiró. Jazz se sentiría más tranquila llevando algo con lo que se pudiera defender de verdad, no solo salir corriendo. Miró a Scott y dijo. – ¿No crees que deberíamos ir un poco más armados? Me siento super indefensa así. – Y cada vez veía menos, no solo el suelo, si no todo lo que le rodeaba. Y la estampida se la escuchaba venir de lejos, pero ele león, sin ir más lejos, estaba en su ambiente, podría simplemente salir del medio de la nada y atacarlos y no tendrían nada que hacer. Miró a su padre y suspiró. – Papá, espera... – Le pasó la mochila a Scott y see acercó a él. – Lizz tiene razón, el coche no es buena idea, y ya a estas alturas da un poco igual donde nos metamos... – Mirra. su al rededor, que a pesar de ser su pueblo empezaba a ser irreconocible. – Vamos al Walmart que está aquí cerca y vamos a coger cosas que puedan servir para defendernos. Si no, no voy a ir tranquila. – Alzó las cejas y entornó los ojos. – Si es que el Walmart sigue ahí, claro. – Porque no paraba de ver crecer arboles, vegetación y... ¿Eso eran lianas? Tenían que darle un uso a esas lianas.

Se puso a la altura de Scott y bajó la voz, mientras dejaba que los padres decidieran. – Yo quiero cosas que se puedan quemar, los animales huyen del fuego, así los mantendremos alejados. También vendrían bien cosas para cortar, porque la maleza parece que va a más, y dentro de nada este sitio va a ser intransitable. Y quizás cosas para curar. – Se lo estaba contando a su... bueno, Scott no era su nada, era Scott. Selo estaba contando a él porque sus padres estaban en modo protector, y ella hasta entonces lo había agradecido, pero empezaba a ver a los padres sobrepasados por las circunstancias, y veía también que no se iban a poder esconder tras ellos siempre. – Cuando lleguemos al Walmart, ve al pasillo de caza y busca cuchillos, no muy grandes, para nosotros. Yo iré a coger mecheros, quizá combustible del de las barbacoas, que eso prende muchísimo, y ya nos juntamos en el de la parafarmacia, si te parece bien. – Que no quería sonar mandona. – ¿Se te ocurre algo más? –

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De acuerdo, igual no había pensado en la posibilidad que pintaba su madre. La verdad es que sonaba a algo de dibujos animados, pero claro... es que todo lo que estaba pasando lo parecía, salvo por la parte de que no había tenido gracia.
- Si nos quedamos aquí puede pasarnos lo mismo. -Comentó, Porque igualmente nada quitaba que en cualquier momento se abriera el suelo bajo sus pies y de pronto estuvieran en la copa de un árbol gigante, de esos que estaban creciendo y por donde se columpiaban los monos.

Cogió la mochila de manos de Jazz y la escuchó, asintiendo. Sí, la verdad es que con lo que estaban viendo, estaba claro que necesitaban algo más.- Ya. Empiezo a echar de menos el bate... aunque fuera por tener algo. -Que sí, contra un león igual no era la mejor arma, pero mejor que nada.

Al parecer, la chica había tenido una idea con todo aquello, así que propuso ir al wallmark. Le pareció estupendo, porque allí seguro que encontrarían de todo. El caso era cómo encontrar el lugar. De todos modos, aprovecharon que se quedaban un poco atrás para poder hablar de cosas que podrían utilizar. Estaba de acuerdo con Jazz en que algo que hiciera fuego y cuchillos o herramientas para cortar la maleza o utilizarla para defenderse estaría bien.
Sin embargo, Jay no opinaba lo mismo al parecer.

- No un incendio, pero una antorcha podría servir para espantar a todos estos animales que nos siguen... -Propuso de forma vaga, porque hasta a él le sonaba muy peliculero.- O una pistola de bengalas. Si hay una zona especial de acampada seguramente haya ese tipo de cosas. ¿No? -Que las necesitaban, sí o sí. Y él pensaba ir a por los cuchillos y todo lo que viera de utilidad les gustase a sus padres o no.

- Y también nos vendría bien una brújula. -Añadió cuando Jay dijo lo del norte... a ver cómo encontraban el norte ahí por medio.- ¿Ya hay telarañas? Porque lo que nos falta son las arañas gigantes de la selva. -Esas que son enormes, peludas y venenosas...- Igual es más fácil por la hora y las sombras, ¿no? O mejor, el musgo... se supone que crece hacia el norte y estos árboles ya tienen... o lo parece. -Vale, él no tenía idea de qué pinta tenía el musgo, pero esa cosa verde parecía la de las fotos.- Y si con eso no encontramos la dirección... supongo que podría subirme a alguno de los árboles para intentar ver el letrero del wallmark o algún edificio. -Más ideas no se le ocurrían.- Pero lo que no creo que sea buena idea, es quedarnos aquí parados, por lo de los árboles y eso.

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Había asentido a la opción de la niña porque parecía la más coherente en ese momento. No sabía el estado que tendría la gran superficie pero no podía ser peor que lo que había ahí fuera o todo lo que habían visto ya así que total.

Llegó la discusión sobre qué hacer y aunque estaba de acuerdo en que lo de un incendio no pintaba especialmente bien también le parecía lógico lo de que alguna antorcha o algo de fuego podría espantar a los animales, era lo que solían hacer en las películas.

— ¿Tú crees que este sitio prenda con facilidad? Es bastante húmedo, ¿no? — le dijo a Jay, para que tampoco descartase la idea. Los incendios eran peligrosos, por supuesto, pero los animales salvajes también, esos podían pensar y perseguirte. Su mueca de asco fue más que evidente — Me gusta más la opción del musgo que la de acercarme a telarañas. — intentó sonreír, sabía que al final tendrían que hacer las dos cosas porque allí ninguno era un explorador experimentado — Sí, mejor movámonos, si no lo hacemos lo que está claro es que no llegaremos a ninguna parte. Mirad podemos empezar siguiendo el musgo y fijarnos en alguna telaraña para corroborar que vamos por buen camino. Mejor si dejamos lo de que te unas a los monos como último recurso.

Le hizo un gesto a Jay para que fuera primero ya que tenía el arma y a los menores que lo siguieran. Ella se sentía más cómoda atrás, donde podía verlo todo y “proteger” la retaguardia. Más o menos, que solo llevaba un maldito cuchillo que ni sabía cómo había llegado hasta ahí. Tal vez porque se aferraba a él como si la vida le fuera en ello -así era, después de todo-.

Avanzaron y ella prefirió centrarse en lo del musgo de los árboles, diciendo cuando veía algo bastante claro y dejando que fueran los demás los que buscaran las asquerosas telarañas y lo que pudieran tener en medio. Supo que volvieron a pasar el colegio porque entre la vegetación vio un par de letras del cartel. De vez en cuando miraba hacia atrás y hacia arriba para asegurarse de que los monos no estuvieran demasiado cerca. O cualquier otra cosa.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

No tenía nervio óptico suficiente para poner los ojos tan blanco como quería ante el comentario de su padre. Que no quería tratarles como niños, pues eso era exactamente lo que estaba haciendo. – Pues me alegro papá, porque de momento seguimos indefensos. – Y ahora que decidieran en familia. Pues a ver si se ponían de acuerdo, porque antes de que todo aquello empezara que querían que se llevara bien con Scott. Pues eso estaba haciendo. Sabía que que él era atrevido y valiente, y eso era justo lo que necesitaban ahora, arrojo y valentía. Pero pasó de decir nada, era lo que funcionaba con su padre. Y como ella predecía, Scott tenía muy buenas ideas, tanto con lo de la antorcha como con lo de la pistola de bengalas (aunque a lo mejor se estaban viniendo un poco arriba con lo que quedara en el Wallmart). – ¡Y munición! La escopeta no va a durar eternamente, y los animales están condicionados contra los tiros. Sobretodo nos podría ayudar con los felinos, disparas al aire y ya con eso nos los quitamos un poco de encima. – Es que vamos, parecía que no tenían casi problemas por allí.

Mientras su padre y Lizz se ponían de acuerdo sobre cómo se encontraba el Wallmart, aprovechó para ponerse otra vez a la altura de Scott. – Gracias. – Dijo con una pequeña sonrisa y bajando el tomo. – Por... Apoyarme. Y por tener mejores ideas que yo, voy un poco a ciegas. – Y jadeando, que aquella selva estaba acabando con ella. Se secó la cara que tenía empapada ya no sabía si de sudor o de la humedad. – El bate estaría bien, y la verdad es que agradecería tenerías buenas botas más apropiadas para andar por aquí. – Había dicho eso último en voz alta, para que pareciera que estaban hablando de otra cosa, y volvió a loss susurros. – Si se ponen de acuerdo algún día en cómo llegar, voy a proponer que nos separemos. Me pongo con mi padre y nos vamos. por los suministros médicos. Y tú convences a tu madre de lo de las antorchas y las cosas de quemar. Que parece más dispuesta. – Miró la espalda de su padre y ladeó la cabeza. – Es un buen tío. Pero es un poco cagón. – Y ella también, es que no habían tenido que enfrentarse a algo así, pero tenían que ponerse las pilas.

Cuando por fin llegaron al Wallmart aquello parecía la guerra. Estaba medio destrozado, pero ssi se deprimía ahora no llegaban a ninguna parte. Había gente entrando y saliendo, así que se puso a la altura de su padre. – Papá, vamos tú y yo a por suministros médicos, lo que podamos conseguir. Seguro que Lizz sabe más de cosas de supervivencia que nosotros. – Dijo mirando significativamente a la mujer. Tiró de la mano de su padre y se dirigió al que (ella creía) fue alguna vez el pasillo de parafarmacia. Sin soltar aa su padree ese puso a mirar a ambos lados. – ¡Mierda! Teníamos que haber encontrado algo que cortase para acabar con estas ramas. – Se pegó a lo que en otro momento fueron estanterías y dijo. – Ayúdame, papá, hay que quitar esto y encontrar sobretodo vendas y desinfectante. – Esperaba que Scott y Lizz estuvieran teniendo mejor suerte y que su hermanastro le hiciera caso.  

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Él había soltado las ideas y esperaba que sus padres se pusieran de acuerdo pronto o tendría que echar a andar para que no tuvieran otra que seguirle y eso que no tenía ni idea de a dónde iban.
Si algo le paró un poco fue que Jazz se acercara para darle las gracias.

- Eh, tú tuviste mejores ideas con el león y el terremoto. -Le dijo, para que no pensara que solo él estaba haciendo, los cuatro estaban haciendo cosas para salir de aquello. Al menos eso sí lo estaba consiguiendo el juego. Y Jazz era bastante lista.- Y lo de la munición. -Que él no lo había pensado.
- Supongo que ya que vamos a saquear el Wallmart podemos buscarte unas botas. -Sonrió levemente, no creía que a nadie le importase que desapareciera algo más. O que sus padres estuvieran pensando en pagar con tarjeta. Además, no parecía que eso fuera lo único que interesase a Jazz, que habló de los planes para seguir una vez llegasen. Separarse no le parecía la mejor de las ideas, sabiendo que había tanta cosa por ahí fuera.- Sí, será más rápido si nos separamos. Y no nos dejarán solos. -Si su madre estaba más o menos dispuesta a dejar que ellos tuvieran algo era su duda. Pero sí había apoyado lo de las antorchas, solo que seguramente pretendía usarla ella misma.- Ya, supongo. -Se encogió de hombros con respecto a Jay.- Mi madre usa el humor para que no se le note. -Como lo de que se uniera a los monos. Si de algo no dudaba Scott era de que su madre estaba preocupada por él y por todos, pero solía esconderlo demasiado bien.

Al final terminaron llegando al edificio, que ya no parecía uno exactamente. Había gente allí como loca entrando, saliendo y... sí, también los había que ya habían empezado a saquear las estanterías.- ¿Eso era alguien con un carrito lleno de papel higiénico? -Tuvo que comentarlo.
Intentó buscar los letreros de los pasillos, pero no se veían entre las enredaderas. Sin embargo, como Jazz y Jay marcharon en una dirección, él indicó a su madre que fueran por otra.

Pisaba con cuidado porque el suelo parecía llenarse de raíces, incluso algunas se podían ver moverse, cosa que daba un poco de miedo. Se apretó la mochila también por si acaso.- ¿Cogemos una mochila o bolso de deporte para echar todo lo que podamos necesitar? -Propuso, cuando le pareció ver que llegaban a un pasillo destinado a los deportes, por las bicis colgadas entre las enredaderas.
- Tiene que ser por aquí.

Se adelantó un poco hasta que empezó a ver los útiles de pesca. Entre aquello debía haber algo útil. Trató de arrancar algunas de aquellas cosas con las manos, al menos lo suficiente hasta que pudo coger un cuchillo y abrirlo.- ¿Qué nos puede hacer falta? No sé dónde está nada. -Habló mientras cortaba lianas para ver lo que había detrás. Sacó un paquete, que parecía ser un aparato repelente de insectos, aunque lo que le interesaba estaba justo al lado.- ¿Crees que esto puede servirnos? -Le dijo a su madre, pasándole la caja mientras metía la mano para alcanzar un par de llaveros multiherramienta y echárselos al bolsillo sin que le viera.- También estaría bien coger una linterna, o varias, que sean potentes... si es que no encontramos la pistola de bengalas. -O los mecheros, que seguía intentando ver.- Más cuchillos como este... Creo que he visto un machete, ¿te lo alcanzo?

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Hasta ahora había parecido que todos se llevaban bastante bien, pero de repente era evidente que Jay no estaba de humor y que entre los menores se estaba creando una especie de alianza. Sinceramente, aquello le parecía un gran error, porque ya era bastante malo lo que estaba viviendo como para encima sentirse incómodos los unos con los otros. Pero bueno, no podía controlar el estado de ánimo de los demás.

Cuando decidieron separarse le dedicó una mirada a ambos, aunque probablemente más larga al hombre. Quería hablar con él y que supiera que aunque no coincidieran en algún plan estaba de su parte y todo eso, pero no parecía el momento, así que solo suspiró y se fue con su hijo, a ver si al menos podían conseguir algo útil.

No era fácil, teniendo en cuenta que había gente que parecía que se había vuelto loca de un lado a otro, ni qué decir del del papel higiénico o la que parecía haberse rapiñado toda la harina que había, ¿para qué demonios quería harina? ¿Es que acaso pretendía causarles una reacción al gluten a las plantas? En fin, la humanidad siempre tan fascinante.

— Sí, dámelo, así puedo ir abriendo espacio por otro lado. A ver si podemos conseguir un par de mochilas o al menos una extra, así podremos llevar más cosas y repartirnos un poco la carga. — coincidió con su hijo en todo lo que quería, incluso el repelente le parecía buena idea, ya les habían atacado insectos. Sinceramente a esas alturas hasta un cordón parecía un arma más que posible. Cuando le dio el machete ella misma empezó a intentar apartar ramas y ver si podía distinguir más cosas útiles. Por suerte habían mochilas de acampada que por lo visto nadie se había planteado que pudieran ser interesantes o ya estaban demasiado metidas tras enormes hojas a esas alturas.

Sacó dos grandes que pudo encontrar pero no había ninguna más. Al menos de adulto, porque pudo sacar una pequeña de color turquesa con purpurina. Definitivamente no ra muy de camuflaje pero podía ser útil, así que también la cogió, tal vez Scott o Jazz pudieran llevarla, por tamaño les quedaría menos incómoda que a Jay.

— Por cierto...¿crees que podríais intentar, no sé, ser un poco más amables con Jay? — y ya era raro que se lo estuviera diciendo a su hijo, que a su parecer estaba poniendo mucho de su parte. Suspiró, metiendo un par de linternas no muy grandes de esas que se cargaban sacudiéndolas y que eran sumergibles en una de las mochilas, donde también guardó la infantil, la otra se la dio a su hijo para que metiera lo que creyera conveniente — Me alegro de que Jazz y tú os estéis llevando bien, pero imagina cómo debe sentirse él ahora mismo. Su hija es todo lo que tiene. Bueno, también nos tiene a nosotros, pero sabes a lo que me refiero. Él solo intenta que no nos pase nada. — confiaba en que Scott podría hablar un poco con la chica o tal vez hacer que se calmase un poco. No es que le hubieran tratado mal, era solo...el ambiente que se generaba. El chico era listo, estaba segura de que lo entendería — Supongo que nunca está de más...— le mostró un repelente de osos, que ni pajolera idea de si se encontrarían con uno o cómo funcionaba, pero a la mochila, igual que un par de bengalas de mano que esas seguro sí podrían ser útiles. Esperaba que su hijo hubiera encontrado algo más — Imagino que en un lugar como este solo podemos conseguir cosas “para todos los públicos”. ¿Comida? ¡Wow! — pegó un pequeño grito cuando una rama que iba creciendo demasiado rápido le rozó la cadera y le dio tremendo susto, haciendo que brincara y frunciera el ceño — Mejor sigamos moviéndonos o no podremos volver a encontrarlos si esto se pone intransitable.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Bueno, pues su padre ya estaba mosqueado. Encima el mundo parecía estar volviéndose loco y la gente se estaba llevando cosas sin sentido del Wallmart. Solo esperaba que hubiera algo que pudieran salvar. Suspiró y siguió tratando de agarrar la maleza, aunque su padre la estaba ayudando, logrando hacerse con una botellita de desinfectante, vendas y esparadrapo. Pero mientras estaba en ello, la vegetación empezó a retirarse. Dio en el brazo a su padre. – ¡Papá! ¡Mira, papá! ¿Qué ha pasado? – De repente la vegetación ser tirada de todas partes y todo se veía mejor (aunque no quedaba mucho que ver) y se puso a buscar como loca analgésicos, para los distintos dolores que les podían dar. – Oye, no sabrás por casualidad qué munición lleva eso, ¿verdad? Nos vendría bien. – ¿Qué tal le estaría yendo a Scott con Lizz? Vaya, ahora cuando no lo tenía cerca pensaba en él, lo que le faltaba. Por fin encontró los analgésicos y cogió una caja, que estaba magullada pero entera.

Miró al rededor, a ver qué más se le ocurría coger, y entonces reflexionó. – ¿Miramos a ver si quedan bebidas enérgeticas y barritas de esas que comen los deportistas? Porque sería lo mejor para ir aguantando – Pasó corriendo por el pasillo, pendiente de que su padre siguiera detrás de ella hacia las neveras. Antes de llegar, se le cruzó un gorilita dando vuelta y saltos y se le paró el corazón. – El grande no debe estar muy lejos. – Dijo, con el estómago aún cogido. Cogió cuatro botellas de esa bebida y barias barritas, pasándoselas a su padre y mirando al rededor. – ¿Se te ocurre algo más, vamos donde la munición? – Y se dirigió hacia allí. De camino había un mostrador que alguna vez tuvo mecheros y cogió uno, guardándoselo en el bolsillo. Si veía un spray de algún tipo, o Scott y Lizz habían encontrado alguno, pensaba darle buen uso. Y ojala unas buenas botas, aunque ya no hubiera vegetación. Le estresaba casi más que la aliviaba el hecho de que la vegetación hubiera desaparecido porque... ¿Y si luego volvía con más ganas? Además, ahora veía a los pájaros y aquel gorilita no era una buena señal. – Si vemos cuerdas, también estaría bien. Y unos prismáticos, si quedan, porque con buena altura podríamos ver si viene alguna de las desgracias estas – Fue enumerando en voz alta para su padre y un poco pendiente de los locos de los carritos que pasaban por allí.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Scott le pasó el machete a su madre, que no había dicho nada del cuchillo que tenía en la mano, así que de momento pensaba quedárselo. La dejó por su lado, intentando sacar las mochilas para sacar lo que les pudiera venir bien en aquella selva o para lo que viniera a continuación.

Mientras tanto él seguía abriendo agujeros en la maleza para tocar lo que hubiera en las estanterías, sin estar muy seguro de lo que eran algunas de las cosas... pero de momento no tenía pensado arriesgarse a meter la cabeza, no fuera a ser que las lianas decidiera ahogarle.

Salió cuando su madre pidió de aquel modo que fuera más amable con Jay. Bueno, lo dijo en plural, pero ahí el que estaba era él. Y, sinceramente, consideraba que lo estaba siendo... Dejó que hablara, diciendo aquello de que Jazz era lo más importante y eso. Que podía entenderlo, pero parecía que ellos no se ponían en su situación.- ¡Y vosotros sois nuestros padres! -Terminó alzando la voz un poco.- También sois importantes. Tampoco tenemos a nadie más. -Ninguno de los dos, estaban solos con ellos. Al menos para lo que importaba de verdad.
Suspiró y trató de calmarse.- Solo queremos ayudar, que nos dejéis hacerlo. Si nos estáis defendiendo todo el tiempo os ponéis vosotros en peligro. -En su cabeza era muy simple.- ¿Qué tiene de malo que tengamos algo con lo que defendernos? ¿Qué pasará si nos separamos y quedamos Jazz y yo por un lado y vosotros por otro? -En cierto modo ya había pasado, en el garaje, cuando se habían colado en la casa para llegar al baño. Pero por suerte no se habían cruzado nada allí.- ¿Puedo quedarme el cuchillo? -Preguntó entonces, esperando que su madre se pusiera un poco en sus zapatos y le diera permiso para tener algo.

Se giró para buscar algo más en la estantería, encontró las linternas y se las pasó a su madre, eran pequeñas y no pesaban mucho, pero parecían especiales para acampada, así que iluminarían. Cogió una para cada uno y también pulseras de esas que espantaban a mosquitos, aunque las que encontró eran de dibujos animados... mejor que nada.

Su madre propuso ir moviéndose y él suponía que tenían que hacerlo, pero entonces las ramas empezaron a crujir a su paso, como si estuvieran secas...- ¿Qué está pasando? -Preguntó en voz alta, viendo cómo la vegetación parecía estar muriendo a su alrededor.- ¿Se ha acabado? -Frunció el ceño, algo le decía que eso era muy raro.
Probó a quitar algunas ramas de las estanterías con la mano y no tuvo ni que esforzarse casi, se cayeron sin más.- Anda, mantas térmicas. -Murmuró, pensando en coger algunas también, para cuando llegase la noche. Así que se las pasó para que ella juzgase.

- Supongo que ya podemos movernos con más facilidad. -En ese momento recordó algo.- Jazz me ha dicho que le gustaría tener unas botas, para todo esto. Aunque no me sé su número. -En eso sí que no tenía forma de ayudar, pero esperaba que su madre fuera más atenta que él.
Mientras lo pensaban y andaban por el pasillo, iba retirando ramas de los estantes, tratando de ver si había algo más de utilidad que no se le hubiera ocurrido, como ese paquete de pastillas para encender fuego que introdujo en la mochila y que... teniendo un mechero les solucionaría un poco todo.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:45

Las palabras de su hijo lograron que torciera el gesto. No podía quitarle razón, tampoco era tan obcecada, pero por mucho que comprendiera su situación y sentimientos dejar de lado los propios era complicado. Aún así dejó escapar un suspiro pesado de resignación.

— Es difícil pensar en que tus hijos son lo suficientemente mayores para protegerse solos o que...— frunció un poco el ceño, sin poder mirarlo — Que tú no eres capaz de hacerlo. — la situación que habían vivido ellos dos juntos era un gran ejemplo de cómo una madre no soportaba no ser suficiente escudo, a fin de cuentas. Siempre estaría dispuesta a ponerse por delante de cualquier daño y no era algo fácil de controlar. Para ella ya no solo era algo instintivo, también era un hábito adquirido. Asintió a su pregunta del cuchillo y terminó por darle un pequeño apretón en el hombro — Lo siento, cariño. Intentaré ser un poco menos controladora.

Que no era cosa fácil, no iba a cambiar en cinco minutos, aunque un puñetero juego tratando de matarlos era sin duda un empujón de los que te tiraban por el precipicio sí o sí. Bueno, para empezar que tuviera su cuchillo. Se repartieron las cosas en las dos mochilas y miró alrededor, entreabriendo los labios cuando todo comenzó a morir. Que mejor la naturaleza que ellos, también era cierto. El fugaz pensamiento de la reacción al glúten por el exceso de harina cruzó a toda velocidad su cabeza y casi tuvo ganas de reír por las estupideces que podía una pensar en situaciones de estrés. Sacudió la cabeza y empezó a avanzar con el menor.

— Ah, no hay problema, yo lo conozco. — ventaja de haber ayudado a Jay a elegirle regalo en un par de ocasiones — Podemos ir a la sección femenina, vamos. — lo llevó al lugar en cuestión, sintiendo un escalofrío al escuchar algunos golpes bruscos contra las ventanas y estanterías. Las plantas no estarían pero los animales ahora tenían más espacio para avanzar. Eso hizo que se detuviera al ver un cartel colgado de un solo lado — Espera, Scott. — le agarró de la mano de forma inconsciente y entró con él en la zona de jardinería, donde miró rápidamente por el suelo y los estantes hasta dar con una pala de jardín de metal y mango largo. Perfecto. Miró el machete que tenía en la mano pero no quería soltarlo, así que dejó al chico para agarrar la pala con una mano y el machete con la otra — Vamos a por los zapatos, a ver si también puedo encontrar un cinturón. — eso o darle el arma a alguno de los otros, eran buenas opciones. Ella se iba a quedar con la pala porque sentía que para pegar palazos a los pájaros sería mucho más fácil que acuchillarlos.

Siguiente parada: moda femenina. Botas para ambas, sus zapatos olvidados junto al resto del desastre y unos calcetines secos que tampoco era mala idea.

Ronda 3 | Turno de Lizz | Pueblo | 10:30

Jazz asintió a lo que dijo su padre. — Lo facililita todo. Solo esperó que la mamá de ese que hemos visto no ande cerca. Sin la vegetación van a estar desorientados y van a ver mejor, pero lo agradezco por tal de no morirnos con la humedad. — Dijo frotando la cara con su propio hombro, porque el rato que habían estado en la vegetación, con el esfuerzo, se le había puesto encima una pátina que mezclaba la humedad y el sudor y era un fastidio. Encima llevaba todas esas cosas encima y se le cansaban los brazos, así que mientras se dirigían a donde estaba la munición (creían, porque ninguno de los dos la había necesitado nunca), Jazz iba mirando por los lados a ver si veía algo que se pareciera a una mochila. Al final, lo más parecido que encontró fue una bolsa de rafia de esa reutilizables en las que ponía Wallmart en grande, y de momento les serviría, aunque sería un poco estorbo para correr con ella. — Toma, aguántame esto un momento. — Dijo dándole la caja de barritas energéticas y las botellas de agua, aunque su padre ya estaba un poco lleno con los artículos médicos. Se agachó y cogió la bolsa, abriéndola. — Échalo todo dentro. — Y más aliviada, se colgó la bolsa del hombro.

Llegaron a donde, efectivamente, solían estar las armas y la munición,pero estaba absolutamente arrasado, solo quedaba una cajita, que Jazz cogió, pasándosela a su padre. — ¿Es el modelo? — Escuchó la lista de cosas que quería coger y le miró con una ceja alzada y media sonrisa. — ¿Sabes qué es lo mejor de todo? — Señaló el pasillo que salía e una de las esquinas de la armería. — Que eso está todo aquí, es el rincón de los pirados. — Dijo con una risita y asintió a lo del cazador. — Bien pensado, papá. En cuanto veamos al cazador lo reducimos entre los cuatro y usamos todo eso. — Dijo con cariño. Si ella no es que se enfadara con sus padre. Bueno, sí, porque podía cuidarse sola y él no lo veía. Pero era gracioso y bueno, no podías enfadarte mucho rato con él. — Vale, bridas, cinta americana y cuerdas. Vámonos a buscar a Lizz y Scott, y lo suyo creo que sería subirnos a un sitio alto desde donde podamos ver venir los peligros. ¡Ooh! Eso me recuerda... — Y, cómo no, también había prismáticos. O eras un cazador profesional, o un pirado para comprar en ese pasillo. Eligió unos muy pequeñitos, para que no pesaran. — Pues ya está, vamos a buscar a la otra mitad. — Dijo, saliendo de nuevo en dirección contraria. Al pasar por la sección de droguería, cogió un bote de laca y lo deslizó en la bolsa discretamente. Si lo que hacían en las películas funcionaba, ya tenía un lanza llamas.

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