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    Alchemist
    Freyja
    Alchemist
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    Sáb Oct 23, 2021 12:56 pm

    En buenas manos
    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Ya hacía un buen rato que se había arreglado. Debería estar contento, y lo estaba, es decir... Era la fiesta de fin de curso, al día siguiente se iban de vacaciones y, además, era su cumpleaños, sus padres le habían dicho que iban a montar una fiesta en casa superguay. Además, había sacado unas notazas, y al año siguiente por fin iba a empezar a estudiar algunas optativas. Sí, estaba contento... Pero tenía un dolor en el pecho que no se le quitaba. De ahí que llevara un rato asomado a la puerta de la habitación, apoyado en el quicio, viendo pasar a los chicos de un lado al otro en lugar de ser él mismo uno de los que va de un lado a otro corriendo y gritando de alegría.

    - Pareces una lechuza melancólica. - Dijo Sean a su espalda. Marcus respiró hondo, pero siguió mirando. Sean chistó. - Venga ya, tío, que no se muere, solo se va a un lugar mejor... Oh, eso ha sonado como a si se muriera... - Ya lo sé, pero es que, ¿lo has pensado, Sean? - Preguntó mirando a su amigo, y luego giró la vista al pasillo otra vez. Howard y sus amigos estaban charlando animadamente, riendo y poniéndose sus mejores galas de cara a la graduación. - Se van. Se van para siempre. Howard y Anne, ya no serán nuestros prefectos el año que viene. - Por suerte para ti, de hecho, ¿tú no querías ser prefecto? No ibas a poder si se quedan siempre. - ¡Pero tampoco voy a serlo el año que viene! ¡Ni el próximo! Espero serlo en quinto, la verdad, pero para eso falta mucho. - Suspiró, mirando al chico. - Los voy a echar de menos. - Sean se puso por fin a su lado, en silencio, los dos mirando a Howard como dos padres que ven a su hijo marchar indefinidamente al extranjero.

    Al cabo de un rato, su amigo se encogió de hombros. - Es buen tío. Y Anne es la persona más sabia que he conocido, te lo juro, con lo joven que es... No le digas eso a mi abuela. - ¡Ey, colega! - Vaya, Howard les había detectado. Puso la mejor sonrisa que encontró en su repertorio y se irguió. - ¿Qué haces todavía aquí? Tu amiga Gal seguro que lleva un rato esperándote abajo, erosionando el suelo de dar vueltas por la sala común. - Marcus rio un poquito. - Qué elegante, Prefecto Graves. - ¿Verdad? - Preguntó con una sonrisa carismática, dando una vuelta sobre sí mismo, lo que hizo reír a los otros dos. - Pretendo impresionar a cierta dama de pelo rosa, ¿cómo lo ves? - Que seguro que lo consigues. - Dijo Marcus con sinceridad y una risilla. El chico le dio un toque amistoso en el hombro y le dijo. - Pues venga, id a buscar a las vuestras, que llegar tarde queda fatal. ¡Y alegra esa cara, que mañana es tu cumple! - Le dijo cantarín. Podía notar las vibraciones de un Sean muy pensativo a su lado, a saber con qué había conectado mientras Howard hablaba.

    - ¡Ah! Y llámame Howard, ya sí que sí, en privado y en público. - Le echó el brazo por los hombros a un chico que pasaba por allí en ese momento, quien le recibió con una risa. - El título se lo queda ahora el Prefecto Bennet. - Para, Howard, no me quieras dar tan pronto el cargo. - Contestó el otro, y ambos rieron. Marcus simplemente sonrió con cordialidad. No conocía al tal Bennet de nada, se había enterado de su existencia cuando le nombraron prefecto. Jo... Como iba a echar de menos a Howard... - ¡Nos vemos en el Gran Comedor, chicos! - Se despidió alegremente el mayor, y Marcus y Sean asintieron y se dispusieron a bajar las escaleras. Le seguían llegando vibraciones de Sean, así que le miró, encontrándoselo ceñudo y casi sorprendido. Antes de poderle preguntar, habló él. - ¿De verdad Howard cree que puede haber una dama esperando por mí? - Chistó, cabizbajo. - Ahora a mí también me da pena que se vaya. -
    Merci Prouvaire!


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    Alchemist
    Ivanka
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    Sáb Oct 23, 2021 7:48 pm

    En buenas manos
    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    "Querido Howard" No. Querido no. No era "su querido". Ah, escribir a Marcus era más fácil. Pero, ¿si no ponía "querido Howard", cómo empezaba? Suspiró. Estaba teniendo problemas ya con el principio, como para escribir nada con sentido. — Alice... ¿Qué haces? — Oyó un susurro a su lado, y salió de debajo de la manta. — Cosas. ¿Algo ilegal? — Preguntó Hillary preocupada. — Que no, intento escribir algo.¿Para Marcus? — Dijo. Alice entornó los ojos. — No, déjame. — Para Marcus ya había dirigido apropiadamente a sus padres en el regalo para su amigo, en la ropa que quería ponerse, etc. No, esto era mil veces más difícil. — Vale, pero no te quedes hasta muy tarde, que viene Anne y te regaña... A ver que haces el año que viene con la prefecta Roslin. — Alice solo oía “mimimimimi”. Ya vería qué hacía con la nueva prefecta. Ahora en serio, tenía que escribir a Howard.

    “Querido Howard: durante dos años has sido una persona muy importante para mí. No solo porque me salvaras en el laboratorio de alquimia, y me hayas enseñado montón de cosas, es que gracias a ti sé que tipo de chico quiero a mi lado. Quiero a un prefecto de Ravenclaw, que sepa lo que son la educación, la puntualidad y que, pase lo que pase, siempre trata a todos como si fueran los más importante de la sala de Ravenclaw.

    Al principio, me sentía especial, pero cuando me di cuenta de que a todos nos tratabas así, me sentí aún más especial por haber podido coincidir contigo, que eres tan buena persona, y considerarme tu amiga.

    Gracias por haberme tratado así, como tratas a todo el mundo y por enseñarme lo que es el amor platónico (sí, Monica me explicó). Te voy a echar mucho de menos, y siempre te guardaré un huequecito en mi corazón. Tú acuérdate siempre de mis dos coletas.

    Con cariño. Tu Gal.”


    Le había quedado de muerte. O eso esperaba. Ahora le daban dudas. Quería arreglarse, pero Monica estaba con sus amigas pasándoselo muy bien, y no quería molestarla, y el vestido bonito se lo había dejado para el cumple de Marcus así que… Simplemente se dedicó a hacerse las coletas perfectas e ir impecable. Bajó con el corazón desbocado, esperando a Marcus para pedirle opinión. — ¿Qué tal estoy? — Miró a su amiga Hillary y se encogió de hombros. — Muy bien, ¿por?¿Has visto a Sean… Y… A los demás? — Alice alzó las cejas y realizó un gesto con las manos. — A los demás sí… A Sean no. — Dijo evidentemente. Hillary resopló. — ¿Qué quieres decir? — Nada. — Rio un poco, y ya iba a soltarle alguna, pero al final se contuvo porque vio a Marcus y corrió hacia él. — ¡Ey! ¿Puedo pedirte un consejo?

    Pero su amigo tenía carucha, ya le conocía bastante bien y se preocupó inmediatamente. — ¿Qué te pasa? ¿Estás triste? — Claro, seguro que le daba pena que se fuera Anne. — Uy… Yo creo que tu estás un poco enamorado plantónicamente de la prefecta eh… — Se enganchó a su brazo y dijo. — ¡Mira! Esta vez lo he dicho bien. — Se rio un poco, intentando a hacer reír a su amigo, que era todo lo que quería conseguir en ese momento. — ¿Te quieres reír un poco? Yo voy derechita a hacer el ridículo. — Sacó la carta y se la dio. — ¿La lees y me das tu opinión? Solo me fío de ti. — Dijo cándidamente.



    Merci Prouvaire!


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    Dom Oct 24, 2021 12:10 am

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    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Efectivamente, su amiga ya estaba por allí, y tardó cero segundos en irse corriendo hacia él. - Claro. - Aseguró. Sí, mientras pensaba en qué consejo darle a Alice no estaba pensando en que... Ya no iba a tener a sus consejeros principales por allí nunca más... Oh, quizás no era tan buena técnica. Debió notársele en la cara, porque Alice cambió rápidamente de tercio para preguntarle qué le pasaba. Se encogió de hombros. - No es nada... Solo que voy a echar de menos a Howard y a Anne. Bueno, y a Monica, que es muy guay y me trata bien y eso. - Le tenía un poquito consentido, la verdad, y no tenía ni por qué, pero por algún motivo parecía caerle especialmente bien a esa chica. - Pero no conozco tanto a los prefectos nuevos. Me da pena que se vayan. O sea, me alegro por ellos, pero me da pena. - Quizás sonaba un poquito egoísta, pero no lo podía evitar. Si lo pensaba racionalmente, tampoco conocía a Howard y a Anne cuando llegó allí y ahora se sentía superunido a ellos... Pero se empeñaba en pensar que no era lo mismo. Los tenía demasiado idealizados como para considerarlos reemplazables.

    Miró a Alice con los ojos muy abiertos y parpadeó un par de veces, poniéndosele las mejillas coloradas. - ¡No! - Aseguró, aunque no sonó todo lo firme y convincente que debería, más bien tembloroso e inseguro. - Bueno... Puede que un poquito. - Le dijo en confidencia, porque total, ¿qué tenía que perder? Si ya se iba para siempre... Vale, puede que Sean tuviera razón en lo de que parecía que se iban a morir. - La admiro mucho, se le da genial la alquimia, y es muy sabia, siempre tiene buenos consejos, y tiene una risa muy bonita, y unos ojos enormes, y la media más alta del castillo... - Se encogió de hombros. - Y es la mejor prefecta de todas, no porque sea la nuestra. - Que también. - Solo me da pena que se vaya y eso. Pero también me da pena que se vaya Howard. - Y no estaba enamorado de él, obviamente, aunque había oído alguna que otra burlita al respecto.

    Su amiga se le enganchó del brazo y le hizo reír, como siempre, porque Alice tenía un don para hacerle reír, por eso la buscaba continuamente. Frunció el ceño extrañado cuando dijo que iba a hacer el ridículo, y entonces le tendió una carta. La abrió con curiosidad y se puso a leerla... Y se le encogió el corazón un poquito, estaba seguro que le habían brillado los ojos, emocionado, porque le escocían. - Oh... Alice, esto es muy bonito. - Frunció los labios. Jo, y yo no he escrito nada. ¡Vaya torpeza por su parte! Tenía que haberle escrito una carta así de bonita a Anne Harmond para que la tuviera siempre, y otra a Howard. Y otra a Monica, que era muy buena con él. Ahora tenía un nudillo en la garganta y ganas de llorar. Pero su amiga le había pedido opinión, así que respiró hondo y la miró, sonriente. - Me encanta. - Aseguró de corazón. - Si yo fuera prefecto y una chica me diera una carta así, la guardaría para siempre. - ¿Le pasaría algún día? Eso estaría genial... ¡¡Jolín!! ¿¿Por qué no se le habría ocurrido a él esa idea??

    Sonrió. - Si lo que quieres a tu lado es un prefecto, mira que bien, porque yo voy a ser prefecto, y ya somos mejores amigos. Así que ya lo tienes. - Dijo orgulloso y contento. Al menos la carta de Alice había servido para hacerle venirse un poquito arriba, aunque no se quitara el runrún de que ya podía haber hecho él algo así. Ya se le ocurriría alguna cosa durante la fiesta, seguro. Miró a los lados. - ¿Dónde está Hills? - Agudizó la vista, ceñudo. - ¿Y Sean? Creía que había bajado conmigo. - Se encogió de hombros. - ¿Vamos ya para el comedor? - Le devolvió la carta a su amiga, con una sonrisa, y dijo. - ¿Cuándo se la vas a dar? Yo lo haría después de la ceremonia de graduación, vaya que se emocione y esté nervioso antes de subir a recoger el título y eso. -
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    Dom Oct 24, 2021 10:53 am

    En buenas manos
    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Ya, si es que se lo imaginaba. — A mí también me da penilla, pero vamos a estar bien, y tú vas a ser prefecto, Marcus, yo me fío a tope de ti. — Arrugó el gesto y se acercó a su oído. — Aunque la prefecta Roslin no me cae muy allá, pero bueno. — Rio a lo de Monica y dijo. — Mira, esa tampoco me caía bien y al final… He tenido que admitir que es una tía guay, ¿sabes? — Sí, la verdad. su pelo molaba, la ayudaba a arreglarse, a salir de los problemas sin juzgarte y… Era un poco caótica, pero funcionaba y… Si Howard estaba claramente enamorado de ella, algo bueno tenía que tener. — Mira, no pasa nada, porque nos aconsejaremos entre nosotros, ya somos mayores para hacerlo, y no hay nadie en quien confíe más que en ti.

    Igual que ella ya había reconocido que se había pillado por Howard, a Marcus le quedaba un poquito para admitir que estaba perdidito por Anne. — Bueno, que es platónico, no pasa nada, es solo que te parece como… La chica más guapa y superlista y todo eso, pero no como si fuera a ser tu novia. A ver, que la novia de Howard es Monica y yo le he escrito esto. — Señaló la carta entre risas y se puso un poco colorada. — Igual es una tontería, pero bueno, para que lo sepa.

    Pero la cara de Marcus cuando leyó su carta no le dejó lugar a dudas de que era bonita. De hecho, se sintió un poco mal de no tener una para él, que su cumpleaños era al día siguiente… Bueno, ya le escribiría muchas, les quedaban muchos años de ser amigos, y lo mejor era que estaban en el mismo curso, nunca tendrían que pasar esa pena de separarse y no tenerse el uno al otro. Asintió a lo de que él iba a ser perfecto. — ¡Pues claro! Igual una niña también te admira un montón y piensa que eres superguapo… — ¿Le acababa de decir que era superguapo? No, pero era en comparación a Howard, bueno, no, o sea, Howard era superguapo, y Marcus… O sea, también, puede, no sabía, bueno, sí sabía, era guapo, ella siempre lo decía, que tenía los ojos más bonitos que Howard… Igual llevaba demasiado tiempo callada.

    Volvió a lo que le estaba diciendo Marcus y asintió. — Puf, sí, después de la ceremonia seguro, pero no sé si me atreveré a dársela, me da un poco de vergüenza. — Admitió con una risilla. Arrastró a su amigo a las sillas, donde pudieran ver bien la ceremonia. — Me alegro de que yo no vaya a tener que verte graduarte y quedarme aquí, se me partiría el corazón. — Le dijo con sinceridad. — Lo cierto es que no he visto a Sean y Hillary. — Se giró sobre sí misma y oteó los alrededores. — Cada día la entiendo menos, anoche regañándome porque me quedé escribiendo la carta, y ahora desaparece con Sean… Bueno, deduzco que está con Sean, porque siempre que me pregunta como veinte veces qué tal está, es porque luego va a buscar a Sean. — Suspiró y se miró a sí misma. — ¿Tú crees que yo voy apropiada para la ceremonia y darle la carta a Howard? Ahora me hace plantearme si no voy hecha un cuadro como dice siempre la Dama de las Violetas. — Negó con la cabeza y le dio en la mejilla a su amigo. — Tú siempre vas hecho un pincel. ¿eh? Me vas a tener que enseñar el truco. — Que esperaba qu Eno fuera tener que levantarse a las cinco y media de la mañana porque ni iba a ser. Puso cara interesante y dijo. — Aunque para el cumple de alguien que es mañana no solo tengo el regalo si no que ya sé lo que me voy a poner, y no me vas ni a reconocer de lo guay que voy a ir. — Igual se había venido un poco arriba, pero a Marcus eso le gustaba (él lo hacía mucho) y seguro que le hacía reír, que se había convertido en su objetivo principal del día (después de darle la carta a Howard).


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    Alchemist
    Freyja
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    Dom Oct 24, 2021 5:37 pm

    En buenas manos
    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Lo bueno es que todos confiaban en que iba a ser prefecto, Sean también, aunque Alice la que más. Y sus propios prefectos, claro, que valoraba mucho el cariño de sus amigos, pero que lo pensaran los prefectos era un plus. Hizo una muequecita. - A mí no es que me caigan mal, es que no los conozco mucho. - Dijo sobre la futura Prefecta Roslin, añadiendo en el saco al futuro Prefecto Bennet. Si es que ese era el problema, no estaban muy... Presentes, por así decirlo. Marcus tenía la sensación de que él, estando tan solo en segundo, ya era más conocido en el castillo que los dos prefectos del año que viene. Y eso era raro. A Howard y a Anne también les conocía todo el mundo... Aunque quizás era solo su perspectiva. Lo dicho, tenía a sus dos prefectos demasiado idealizados.

    Sonrió, mirando a su amiga. - Eso es verdad. - Concordó. Siempre podían aconsejarse el uno al otro, y ciertamente, ya el año que viene iba a tener trece años, es decir, ya iba siendo mayorcito. Si pretendía ser prefecto, debería empezar a mostrarse más seguro y valerse por sí solo sin ir tras los talones de los prefectos continuamente. Howard y Anne le habían asesorado muy bien, y también la Profesora Granger, y esa sí que seguiría allí para ellos. No iban a tener problemas. No más que el echarles de menos, obvio. Volvió a hacer una muequecita con la boca, retirando la mirada a otra parte, ruborizado, cuando Alice empezó a hablar con tanta naturalidad de amores platónicos y de que no pasaba nada y de que si Anne le parecía guapa. ¡Ya, pero era la prefecta, y más mayor, y era una tontería porque no es que a él le gustara ni nada, solo la admiraba mucho y eso! La que le gustaba un poquito era Poppy, que si tenía su edad y eso... Pero Anne... Bueno, también le gustaba un poquito, aunque de forma distinta. Si en verdad a él lo que le gustaba era la alquimia, y estudiar, y sacar buenas notas... Y eso, no es como que estuviera todo el día pensando en chicas. Que cualquiera que le viera iba a pensar que era un tonto enamoradizo.

    - No es una tontería, es muy bonito. Le va a encantar. - Dijo con sinceridad y una sonrisa, pasando por alto todo lo demás porque, lo dicho, le daba vergüenza hablar del tema y esas cosas, porque a ver, solo la admiraba, ya estaba, no había que darle más vueltas, y eso, que ya el año que viene iba a ser un chico mayor que se iba a valer por sí solo y... Se estaba liando otra vez. Y lo que vino después no ayudó a que no se pusiera colorado de nuevo y soltara una risita, pero trató de reconducirlo irguiéndose y poniéndose altivo, que también era otro modo que solía utilizar (cada vez más). - Voy a tratar tan bien a todos los alumnos, que seguro que alguna sí que lo piensa. - Dijo convencido, aunque sonriendo a Alice con agradecimiento. Que no se le había pasado el piropo por alto. Su amiga era la mejor.

    Lo que le sorprendió fue no verla más segura. - ¡Claro! A mí no me gustaría que esa futura niña se guardara su carta, ya que me la ha escrito. - Dijo con una risita. - Es broma. Dásela, es muy bonita, le va a encantar. - Se acarició la barbilla, pensativo. - Yo también quiero darle algo de recuerdo, lo tengo que pensar... - Sí que había estado torpe, llevaba las dos últimas semanas penando porque se iban y no se había planteado regalarles algo. Habían llegado ya al Gran Comedor y se sentaron en un sitio en el que pudieran ver la ceremonia lo mejor posible, y lo que dijo Alice le dio un pellizquito en el pecho. - Oh, es verdad, no lo había pensado. Menos mal, no querría estar en este castillo sin ti. - Le pinchó cómicamente una coleta y dijo con tonito burlón. - Eres un poquito mayor que yo, como te empeñas en decir siempre, pero no tanto para graduarte antes. - Bromeó, y él tampoco iba a graduarse antes que ella, claro. Juntos, de la mano, como se habían prometido hacía ya tiempo.

    Sí que estaban perdidos sus amigos, iban a llegar tarde a la ceremonia, o a lo mejor ya estaban sentados en alguna parte y no les veían. Bufó. - Y Sean metiéndose conmigo. "Pareces una lechuza melancólica". - Le imitó con burla. - Ah, pero cuando el Prefecto Graves nos ha hablado en el dormitorio, entonces sí, ahí sí le ha dado pena. ¿No te parece que solo se entienden entre ellos a veces? Aunque después pelean continuamente. De verdad, son muy raros. - No como ellos dos, que se llevaban igual cuando estaban solos que cuando estaban con gente. A ver, no era tan difícil. La pregunta la hizo mirarla bien y sonreír. - ¡Pues claro! Estás muy bien. - Lo de La Dama de las Violetas le hizo soltar una carcajada. - Vaya, tenía que haberme pasado por allí, a mí siempre me dice cosas bonitas. Creo que le gusta picarte. Tú siempre vas bien. Bueno, cuando te pones a pegar saltos por ahí se te mueven un poco. - Dijo con una risita, señalando sus coletas. - Pero hoy vas muy bien, seguro que Howard te dice algo bonito. - Porque era superdetallista con las chicas, bueno con todo el mundo en realidad. Tenía que mantener el listón bien algo cuando se fuera para ser como él.

    Rio y se encogió un poquito cuando le picó la mejilla. - No hay truco, salvo no ir haciendo la cabra loca por ahí. Y dedicarse un buen ratito, claro. Sean dice que me falta tallarle mi nombre al espejo. - Se encogió de hombros. - ¿Cómo pretende que me arregle? - Es que de verdad, tenía unas cositas su amigo... La miró con ilusión. - Ah, ¿sí? - Rio. - Qué intriga. - Y qué ilusión. A él le encantaban los cumpleaños, y a Alice también. Le gustaba que se tomara tantas molestias para el suyo. Se giró a ella, emocionado, y dijo. - ¡¡Me muero de ganas porque vengáis!! Y que esté toda la familia junta otra vez, como en el cumple de tita Erin el año pasado. - Se lo habían pasado genial, y esta vez iban a ir también Sean y Hillary. - Mi madre dice que ha preparado un montón de cositas que me van a encantar, pero no me ha dicho el qué. Me muero de intriga. Aunque yo también tengo cositas pensadas. - Arqueó varias veces las cejas.

    El Gran Comedor se oscureció entonces, dejando la tenue luz de las velas colgantes iluminando los pasillos por los que irían pasando los alumnos que se graduaban. El murmullo de voces fue haciéndose cada vez más bajo, hasta que el director Potter se puso en pie para dar su discurso previo a la graduación. Qué emocionante, no podía evitar pensar cómo se sentiría él en la suya. Ahora solo podía intentar buscar a Howard, Anne y Monica con la mirada. - ¡Mira! Están allí. - Le susurró muy bajito a Alice, señalando con el dedo. Estaban los tres juntos, aunque Howard y Monica iban cogidos del brazo. Vaya... Qué bien se les veía. Otro pellizquito en el pecho. ¿Iría él con alguna chica del brazo? Miró a Alice. La verdad es que, con quien más ilusión le hacía ir, era con ella, porque era su mejor amiga y con la que lo compartía todo, aunque si tenía novia por aquel entonces iba a ser raro. Oh, por Merlín, ¿¿tendría novia cuando se graduara?? Wow, eso no lo había pensado, solo en si le darían el premio extraordinario al mejor expediente. Cuánto les quedaba por vivir allí.
    Merci Prouvaire!


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    Lun Oct 25, 2021 1:37 am

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    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Pues a ella sí que el caía mal Roslin, era una estirada, ni siquiera era tan lista, y solo quería ser prefecta por cumplir su sueño permanente de estar por encima de los demás, pero sabía que Marcus iba a tener respeto por ellos desde ya, y que no estaba en el dormitorio de las chicas para ver como se portaba la chica, así que no iba a meterse con ella en voz alta. Y Bennet pues… Era majo y eso, pero Howard no era, desde luego.

    Sonrió a los halagos de su amigo a su carta ya sintió cuando conjeturó sobre su futuro. — ¡Seguro! Y yo te escribiré otra, haciendo reseña y puntuación de tus años como prefecto, y, como voy a estar codo con codo contigo, va a ser como para tenerla en cuenta, eh. — Dijo dándole un codazo suavecito. Ojalá pudiera ser prefecto ya, la verdad, se ahorrarían dos años muy tontos, si Marcus era listo de sobra para ello.

    Gracias a los ánimos de su amigo, sostuvo la carta en la mano, más segura, y se asentó a su lado, sonriendo. — Pues claro que no estarías en el castillo sin mí, ni yo sin ti, eso está fuera de la discusión. — Dijo como si fuera obvio. Se rio un poco a lod e que era más mayor. — Bueno es que lo soy, objetividad O’Donnell, de hecho, ahora mismo, y hasta dentro de veinticuatro horas, tengo trece años y tú doce. — Le acarició el pelo y le miró con una sornisita. — Y aun así, eres mi mejor amigo y no estaría en este castillo si no fuera contigo, porque no el doy importancia a la diferencia de edad. — Dijo con una carcajada final. Para una cosa en la que podía sentirse indiscutiblemente superior… Aunque solo fuera durante mes y medio.

    Entornó los ojos a lo de Sean y Hillary, haciendo un gesto con la mano. — Es que la mayoría de las veces ni escucho sus diatribas. No entiendo por qué se pelean si, como tú dices, se parecen mucho. Aunque igual ahí está la clave, porque tú y yo somos muy distintos y casi no nos peleamos. — Realmente parecía tener hasta una lógica. A lo que sí entornó los ojos fue a lo de la Dama de las Violetas. — Porque le gustas, como le gusta Howard, si es que sois muy parecidos. — Monica lo decía siempre y… Pensándolo así, al menos no es como que Howard se fuera del todo… Aunque Marcus era su amigo, no su amor platónico, y eso que, en verdad, era más guapo que Howard. Oh, por Dios, Alice, ¿qué te pasa hoy, qué has tomado? Se preguntó seriamente, porque de verdad, que su cabeza cogía unos ramales… Sonrió y se sonrojó un poco cuando la halagó. — Gracias. — Lo del truco para ir hecha un pincel ya se lo imaginaba. simplemente se encogió de hombros y dijo. — A mí me encanta hacer cosas, así que lo de dedicarme más tiempo lo puedo hacer, no me importa madrugar algo más. — Ladeó la cabeza sacando el labio. — Lo de no pegar saltos como una cabra loca… Igual algún día dejo de hacerlo. — No de momento, pero oye, ¿quién sabía que haría en el futuro?

    La ceremonia empezó y Alice se fijó inmediatamente en Howard y Monica. — Mira, esos dos tampoco pegan nada y ahora… ¿Y ahora qué? Ahora eran novios, y ella acababa de decir que Marcus y ella… — No era eso lo que quería decir. — Se le escapó entre dientes. No, si en verdad es que ni siquiera había llegado a decir nada, su última frase carecía de sentido absolutamente. Que tontería más grande tenía ese día, serían los nervios por darle la carta a Howard. — Quería decir que… Parecen felices, y eso me parece muy guay, es lo que quiero, para ellos. — Y para ella misma, algún día, pero a ver si su amigo se iba a pensar que lo decía por… Despeja de una vez esos pensamientos, Alice, solo tú estás pensando así.Algún día tú vas a ser ese. — Dijo señalando a Howard. — Y yo te esperaré por ahí, porque no voy a ser prefecta e imagino que premio especial solo hay uno, así que te esperaré por ahí y te aplaudiré mucho. — Dijo con una risita. Luego suspiró y susurró. — Empiezo a tener dudas sobre el tema carta porque no sé cómo acercarme a él… O sea, es Howard, pero, ¿qué hago? ¿Le digo algo antes de darle la carta? Es que ya le digo muchas cosas en la carta… — Torció la sonrisa. — Me da un poco de vergüenza que se reía de mí, o Monica, que siempre se está riendo de todo… — Se mordió el labio y se encogió de hombros. — No sé es una sensación rara… Tú… ¿Puedes acercarte a él y decirle que quiero darle algo? Al menos no estaré tan nerviosa. Y yo si quieres… Te recomiendo una flor para Anne y te llevo al invernadero después de la ceremonia para que se la des antes de que se vaya, ¿trato? — Dijo mirándole esperanzada.

    Merci Prouvaire!


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    Freyja
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    Lun Oct 25, 2021 5:09 pm

    En buenas manos
    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Se echó a reír. - Pues más te vale puntuarme bien, porque voy a ser un gran prefecto. - Dijo muy seguro aunque sin dejar de reír. - Tan buen prefecto que no voy a tener favoritismos, eeeh. Así que pórtate bien, no te vaya a tener que regañar. - Añadió en tono bromista, picándole las costillas... Pero lo decía en serio. Esperaba que Alice no le pusiera en ningún aprieto, que él quería cumplir muy bien con las normas.

    Rodó los ojos con una muequecita ofendida muy teatral cuando le recordó (otra vez) que él tenía doce años y ella trece, e iba a contestar metiéndose con ella, pero le acarició el pelo y se le olvidó lo que iba a decir. Se le dibujó una sonrisita, porque Alice era muy buena en general, y muy buena con él en particular. Aunque ya lo tuvo que estropear con el final de la frase. Bufó, aunque en realidad también se estaba riendo. - Qué tonta. - Dijo entre risas. Se puso muy erguido y dijo. - Pues este chico más pequeño y con tanta diferencia de edad ha sacado mejores notas que tú, ja, ja. - Dijo chulito, porque claro, con las notas era con lo que Marcus más podía chulear. - Y algún día va a ser mejor para mí, porque la abuela Molly siempre se mete con el abuelo Larry porque "está más viejo". - Le picó las costillas de nuevo con una risita y dijo. - Vas a ser más vieja que yo algún día. Yo voy a ser un alquimista superjoven y tú un pajarito arrugado. - Luego que si Alice era exagerada, pero anda que él...

    Se encogió de hombros a la hipótesis de su amiga sobre Sean y Hillary. Marcus simplemente pensaba que se enredaban con tonterías, mientras que Alice y él se ocupaban de cosas superimportantes como ser un buen Ravenclaw y aprender todo lo que pudieran para ser unos adultos cultos el día de mañana... Lo dicho, si es que no era tan difícil. Lo de la Dama de las Violetas le hizo soltar una carcajada que quedó un tanto cargada de orgullo personal, ese que le entraba siempre que le decían que se parecía mucho a Howard. - No le gusto, pero yo me paro con ella y le enseño cosas y le leo libros. Por eso le caigo bien. - Si en el fondo era muy simpática y agradable, siempre le decía cosas bonitas... ¿Y cómo le iba a gustar? Ella tenía dieciséis y él solo doce... Aparte de que ella era una pintura de otra época y él un chico real del presente, claro.

    Sonrió, mirando a Howard y Monica. Alice estaba murmurando algo entre dientes, pero lo cierto es que por un momento había dejado de oírla, porque se les veía tan contentos... - Yo creo que sí pegan. - Se encogió de hombros, mirándoles, con una sonrisa. - Los dos son Ravenclaw, son muy listos de distinta forma, y también son buenas personas, aunque de distinta forma. Y... Howard está muy feliz. - Miró a Alice con una caída de ojos, porque iba a empezar un discursito con el que quería darse importancia. - ¿Sabes? Conozco bien a Howard, somos buenos colegas, ya sabes, de prefecto a futuro prefecto. - Se aclaró un poquito la garganta. Lo importante era lo que iba a decir a continuación, en realidad. - Siempre está contento, y sonríe, y tiene palabras bonitas para todo el mundo. Pero cuando está con Monica, está como... Más contento. Mucho más contento. - Miró a su amiga. - ¿Te acuerdas de cuando te quedaste atrapada en el tarro? Sí, claro que te acuerdas. - Él solo se había dado cuenta de la tontería que acababa de preguntar. Sacudió la cabeza para recentrarse. - Anne se estaba metiendo con Howard ese día por escaquearse de la fiesta de Navidad, pero... - Se acercó y bajó el tono. - No se lo digas a nadie, pero yo le vi esa mañana en los dormitorios hablando con un amigo. Estaba supertriste, así que por eso fui yo corriendo, como todos dicen que me parezco a él, digo, bueno, a lo mejor si voy yo, nadie lo busca y puede seguir hablando con su amigo, parecía que lo necesitaba... Y luego vino a nuestro aula y parecía que estaba enfadado con Monica. Nunca había visto a Howard tan triste, y creo que era porque estaban más separados que nunca. - Les miró. Ahora estaban radiantes, y eso le hizo sonreír. - Definitivamente, están mejor juntos. - Y si pegaban o no, eso tendrían que decirlo ellos, no los demás.

    Lo que dijo Alice después hizo que la mirara súbitamente, sonriendo de oreja a oreja y ruborizándose, solo para mirar a Howard de nuevo. Algún día, él sería ese, quien se graduara con la insignia de prefecto en la solapa y siendo una de las mejores notas del castillo. ¡No! La mejor nota, como Anne. Miró de nuevo a Alice, frunciendo los labios, y apretó su mano. - No vas a estar por ahí, vas a estar conmigo. Bien cerquita. Siempre de la mano, nunca uno por delante del otro, ¿recuerdas? - Tenía muy clara la promesa que se habían hecho hacía un año y la pensaba mantener.

    Alice seguía agobiada con lo de la carta, y como la ceremonia ya había terminado, Marcus asintió convencido y dispuesto a ayudar a su amiga. - ¡Hecho! Ve pensando en la flor, porque esta noche vamos a triunfar, tú con tu carta y yo con mi flor. - Dijo muy convencido. Se levantó y fue directo a los chicos, que estaban rodeados de gente que los felicitaba y del resto de compañeros de su curso. - ¡¡Howard!! ¡Enhorabuena! - ¡Ey! Gracias, colega. Estás en todo. Te voy a echar de menos un montón. - Ay, no me digas eso, pensó, porque solo de oírlo casi se le llenan los ojos de lágrimas. No, Marcus, céntrate, que vas con un objetivo. - Quería comentarte una cosilla. - ¡Pero si es mi pollito favorito de Ravenclaw! Aunque cada vez eres más aguililla, lo reconozco. - Dijo la burlona voz de Monica, acercándose a él, y Marcus se fijó mejor en ella ahora que la tenía tan cerca. Abrió mucho los ojos. - ¡Tu pelo! ¡Es azul! - Como lo llevaba recogido no se lo había visto bien, pero sí, le caían tirabuzones hacia los lados y las puntas ya no eran rosas como siempre, sino azules. La chica movió la cabeza para que los mechones bailaran. - ¿Te gusta? - ¡Me encanta! Podrías dejártelo así siempre. - Eso hizo a los dos mayores reír, y Howard añadió. - ¿Ves? Mi colega piensa como yo. - A más similitudes se veía con Howard, más se hinchaba de orgullo.

    Se acercó más al chico, porque allí había mucha gente y no quería destapar demasiado el secretillo de Alice, que ya suficiente vergüenza tenía. Aunque si fuera él lo habría hecho a bombo y platillo. - Mi amiga Alice te ha escrito una carta muy bonita, pero le da vergüenza dártela. ¿Podrías acercarte tú a ella? - Howard había abierto la boca y los ojos muchísimo en una mezcla entre ternura y sorpresa mayúscula. Monica soltó un ruidito de adorabilidad mezclado con una risita. - Por favor, qué cosa más mona. - Dijo la chica, quien reía y la buscaba con la mirada. Howard se había puesto un poco colorado. - ¿De verdad me ha escrito una carta? Eso es muy bonito. - El chico la buscó también con la mirada, pero se mordió un poco el labio. Vaya, era la primera vez que veía al prefecto tan tímido. - ¿Por qué le da vergüenza dármela? - Marcus se encogió de hombros. El chico chistó. - Vaya, pues no la querría avergonzar yendo a pedírsela. - Ya voy yo. - Dijo diligentemente Monica, con una sonrisa. Howard la interrumpió antes de que se fuera. - Emm... Moni, pero no le digas nada que... - Confía un poco en mí, don ya-no-prefecto. Solo voy a hablar con ella. Hazme caso, no la voy a avergonzar. Te dejo con tu clon. - Comentó mientras le daba una palmadita afable en el hombro y les sonreía, marchándose a buscar a Alice y dejando a Marcus con un Howard que buscaba a las chicas con la mirada.
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    Lun Oct 25, 2021 11:46 pm

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    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Se rio con ganas. — Seré más mayor, pero el día que me veas ir a retranca a cualquier parte, llévame a San Mungo que será que me estoy muriendo. — Vamos, habría que verles, si Marcus ya se comportaba como un señor mayor en muchos aspectos y ella nunca paraba quieta… Pero le hizo mucho gracia lo de pajarito arrugado. — ¿Pero cómo se va a arrugar un pajarito si no tiene piel, tiene plumitas? — Dijo muerta de risa, si es que su amigo tenía unas cosas… Pero que feliz la hacía, la verdad.

    A lo de la Dama de las Violetas no iba ni a contestar, pero sonrió a que Marcus creyera que Monica y Howard pegaban. Eso era… Bueno. No sabía decir muy bien por qué, pero lo era, así lo sentía. — Pues tienes razón, como siempre. — Dijo mirándoles. Qué envidia, la verdad. — Es verdad que siempre está más contento con ella. — Convino. Vaya, y lo había pasado mal por su culpa, y una punzada de enfado contra Monica apareció en ella, por ponerle así. Pero, en verdad, ella también había hecho llorar a Marcus sin querer a veces, y él a ella la había mosqueado también… Así que suponía que por mucho cariño que tuvieras a una persona… Podías equivocarte, discutir o hacerla daño sin querer. — En ese caso, sí, lo mejor que pueden hacer es estar juntos. — Sonrió de medio lado. — Qué bonito conocerse en Hogwarts, la otra persona te conoce divinamente de los años aquí… — Apretó los labios. — Mis padres se conocieron en América porque trabajaban juntos… Pero supongo que se gustaron tanto que no necesitaron tantos años de colegio para decidirse a estar juntos.

    No se esperaba esa salida de Marcus, la verdad. Era su amigo, y le quería muchísimo y fue ella la que le dijo que siempre uno al lado del otro pero… a ver, era obvio que Marcus siempre tendía a querer estar en la cumbre, por encima de los demás, el hecho de que a ella la tuviera en cuenta para estar siempre a su altura… No solo era halagador, es que la hacía sentirse bastante importante. Pero todo eso no se lo dijo. Solo le miró a los ojos enternecida y sonrió, apretando su mano. — Siempre. — Porque le parecía lo más apropiado que decirle.

    Menos mal que aceptó su trato y se fue muy lanzado a hablar con Howard y Monica. Uf, ¿por qué estaba tan insegura? Si ella siempre iba de cabeza a todo… Oh, no, pensó, pero ya la tenía encima. ¿Pero qué has hecho, Marcus? Le había echado encima a Monica, a la novia del chico al cual quería darle la carta, eso había hecho, mientras él se quedaba con Howard. Genial. Y ya no tenía escapatoria porque ella la había visto.

    Hola, chavala. — Se guardó disimuladamente la carta en la manga y mantuvo la mirada baja. — Hola, Monica… Enhorabuena por la graduación. — Ella rio y se sentó a su lado. — Gracias, mujer. — Le puso una mano en el hombro. — Espero que, como herencia, te deje una habilidad mejor para esconder las cosas, o cuando empiece la diversión de verdad aquí, te vas a aburrir tela en el aula de castigo. — Frunció el ceño y la miró. — ¿Qué? — Ella rio de nuevo. — Nada, nada… Pero que no hace falta que escondas la carta. — Ella apretó la mandíbula. — No sé de qué me hablas. — Y miró al frente. Superdisimulada, sí. Pero Monica apretó su hombro. — Alice, mírame. — Ella obedeció, tensa. — Que no pasa nada porque le hayas escrito una carta a Howard. Está genial, de hecho, que seas sincera y expreses tus sentimientos. — Ahí sí que le debió cambiar la cara. Se mordió el labio inferior. — ¿No… Te molesta? Ya sí que eres su novia novia, ¿no? — Eso le hizo soltar una carcajada enorme. — Sí, novia novia, pareces él, tía, qué obsesión con los títulos. — Pero Alice seguía desconcertada. — Mira, escúchame. — Dijo ella cogiéndola de las manos. — Yo sé que te he caído mal, y sé que es porque te gusta Howard… Pero el mundo, Alice, y esto te lo digo muy en serio, es un lugar muy hostil y difícil para las mujeres. El mundo mágico más aún, porque es TREMENDAMENTE conservador.¿Qué es conservador? — Preguntó alucinada. — Anticuado, en líneas generales. Te irás dando cuenta con los años. Y como el mundo es así… Las mujeres no debemos ponernos la zancadilla entre nosotras, porque hasta la tía más estúpida que te encuentres en tu vida, en algún momento, ha estado jodida por este mundo, por algún hombre que se ha creído con más poder que ella solo por ser hombre, por los comentarios de gente que no se ha parado a pensar el daño que puede hacer… No seas esa persona. No le pongas la zancadilla. — Le acarició el pelo. — Siempre que te encuentres una mujer, aunque esa mujer sea una que está enamorada de tu novio… — Rio y le guiñó un ojo. — Si necesita ayuda, dásela, porque hay una alta probabilidad de que nadie más lo haga, e igual, así, el día que tú necesites ayuda, como hoy, haya una mujer dispuesta a dártela.

    Alice se quedó mirándola, con los ojos humedecidos. Aquella chica era más grande de lo que ella había pensado nunca. Era una sabia y una gran persona. — Eres la mujer ideal para Howard. — Le dijo de corazón. Y sin más, le dio un abrazo. — Siento haber sido una estúpida contigo a veces, perdóname. — Ella correspondió riéndose. — Perdonadísima. Y ahora ve a darle la carta, anda, que lo está deseando.

    Imbuida de una nueva fuerza, aunque aún un poco avergonzada, se dirigió hacia el prefecto y su amigo, que seguían juntos. Con una tímida sonrisa, extendió la mano con la carta y se la tendió. — Para ti, prefecto, pero no la leas ahora delante mío, por favor, que me muero de vergüenza. — Howard le sonrió tiernamente. — ¿Por qué no, Gal? Es muy bonito. — Ella se encogió de hombros y tiró de su amigo. — Porque me da vergüenza. Me llevo a Marcus al invernadero… — Se alejó un poco y luego se giró. — Las flores secas de dentro son de almendro… Son mis favoritas… Y son del color del pelo de Monica, bueno el de antes al menos. — Sacó fuerzas para guiñarle un ojo, y siguió tirando de Marcus dirección invernadero. — ¡Madre mía! Se me va a salir el corazón del pecho. — Suspiró. — Pero Monica es genial, confirmamos que es perfecta para Howard. — Volvió a respirar profundo y se dirigió a su amigo. — He tenido una iluminación respecto a la prefecta y sus flores, estoy aquí arriba después de lo que me ha dicho Monica. — Miró a Marcus y dijo. — Tú no eres una chica, pero ayuda a las mujeres. Sé bueno con ellas. Por lo visto no nos tratan bien. —

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    Mar Oct 26, 2021 4:26 pm

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    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Cuando vio que Monica se sentaba con Alice se giró a Howard. No pudo evitar sonreír casi con ternura. Pobrecito, estaba un poquito colorado. Es que, ¿te imaginas enterarte de que le gustas a una chica? ¿Qué se sentiría? Aunque, ¿sabía Howard que le gustaba a Alice? Pero era platónico, o sea no es que quisiera ser su novia ni nada. Quizás debería aclarárselo.

    Le tiró un poquito de la manga, sacando al chico de la pompa en la que miraba de lejos a Alice y Monica y haciendo que bajara la mirada hacia él. - Creo que le gustas un poquito, pero en plan platónico, no te preocupes. - Primero parpadeó, sorprendido, pero justo después rio. - Oh, eso... Es un halago... - Marcus frunció los labios, pensativo. ¿Se lo decía? Era Howard, seguro que le guardaba el secreto. Además, ya se iba a ir del castillo, igualmente no es como que se lo fuera a contar a todo el colegio. - ¿Puedo contarte un secreto? - El chico se agachó, con una sonrisa. - Pues claro, colega. - Creo... Puede... Que a mí me guste también Anne un poquito, platónicamente, claro. - Howard se rascó la frente, aguantando una risa tras la mano que el tapaba la cara, y soltó un suspirito. - Sois los mejores, de verdad que si. - Dijo el prefecto de corazón. Marcus arrugó los labios y se notó los ojos llenarse de lágrimas. Ya no aguantaba más.

    - Ey, colega. - Claro, Howard se dio cuenta, por lo que en seguida se arrodilló y se acercó a él, poniéndole las manos en los hombros. - No estés triste, ¡estamos de fiesta! - Pero es que no quiero que os vayáis. - Se pasó la manga rápidamente por la mejilla. Howard tenía razón, estaban de fiesta, y no quería aguársela llorando. Solo había sido una lagrimilla furtiva. - Sois los mejores prefectos del mundo. - Oooh... - Tenía que haberos escrito una carta a cada uno, y a Monica, porque es muy guay y siempre me ha dicho cosas bonitas y me dice que me parezco a ti y eso... - Howard estaba muy enternecido, pero de nuevo se notaba que se estaba aguantando un poquito la risa por respeto a su pena. - Pero es que solo de pensarlo me daba pena, y al final no os he escrito nada. - No hacía falta, colega, no te preocupes... - Y la que te ha escrito Alice es muy bonita, no te la voy a destripar, ya la leerás. - Marcus estaba muy lejos de "no preocuparse", seguía con su perorata. - Y yo pienso lo mismo, ¿sabes? Bueno lo de que me gustas no, o sea, me gustas como prefecto, y a veces he pensado, jo que guay hubiera sido tener la misma edad y ser amigos y eso, pero no que me gustes así platónico. - Te he entendido. - Le dijo el chico, ya con media risita. Le acarició el pelo y le dijo. - Ha sido genial tenerte en Ravenclaw, Marcus. Cada vez que pensábamos, "¿lo estaremos haciendo bien? ¿Seré el prefecto que Ravenclaw necesita?", ahí estabas tú, ayudándonos y mostrándote tan contento. Y yo decía, "pues sí, algo estamos haciendo bien, por esto merece la pena". - Ya sí que le miraba con los ojos cargados de lágrimas y un nudo en la garganta.

    - ¿Pero sabes qué? - Le dijo Howard, mirándole a los ojos y poniéndole las manos en los hombros. - Que me voy muy contento, porque estoy seguro de que serás un prefecto estupendo algún día, porque confío en el Prefecto Bennet y en la Prefecta Roslin, y porque sé que te has quedado con todo lo que podíamos darte, Marcus. Eres un buen hijo de Ravenclaw. - Le quitó una lágrima con el pulgar que se le había caído sin remedio y sonrió. - Dejo el cargo en buenas manos. - Marcus sonrió y asintió, muy seguro, como si le estuviera legando la corona del reino. - Seré el mejor prefecto que pueda ser. Y me acordaré de vosotros todos los días. Te lo prometo. -

    Ya llegó Alice, con su velocidad habitual, y antes de poder reaccionar de alguna manera, le dio la carta con la orden de no leerla hasta que no se fuera y tiró de él hacia el invernadero. Rio un poquito. - Creo que le va a encantar, podíamos habernos quedado a su reacción. - Con lo que le gustaba a él que le loaran sus creaciones, no se hubiera perdido la reacción. La miró, sonriendo, aunque sin dejar de ser arrastrado fuera del comedor. - A buenas horas te cae bien. - Dijo entre risas. Alice se paró en seco para hablarle. Con lo emocional que estaba él, y ella seguía con su velocidad habitual, apenas le daba tiempo a reaccionar con un mínimo de dignidad. - ¡Qué bien! Sé una transformación con flores, un encantamiento muy guay, así que ayúdame a buscar una flor para cada uno, porfa, y yo las transformo. - Él también estaba aquí arriba. Se encogió de un hombro. - Puede que me haya emocionado un poquito hablando con Howard. - Solo "puede". - Pero estoy deseando ser prefecto para poner en práctica toooooodo lo que he aprendido de ellos. Y cuando me vaya, los alumnos me van a decir, "jo, no quiero que te vayas, me da pena". - Esperaba conseguirlo. Ya tenía un nuevo objetivo a alcanzar.

    La siguiente frase de Alice le descolocó un poco. - Claro, yo trato bien a todo el mundo. - Dijo, encogiéndose de hombros, aunque frunció un poquito el ceño. - ¿No os tratan bien? ¿Quién no os trata bien? ¿Y por qué? - La verdad es que no había conocido a demasiadas chicas antes de entrar a Hogwarts, y las que conocía eran o mayores o más pequeñas, pero si Alice lo decía, él se lo creía. - Ahora que lo dices, La Dama de las Violetas siempre está diciendo que su familia y sus amigos no la dejaban estudiar, y yo como, "¿¿pero por qué??", de verdad que no lo entiendo. Por eso le leo cosas. - Amplió la sonrisa. - Seré bueno. Yo soy muy bueno. La malilla eres tú. - Dijo con una risita, picándola. - ¡Venga! A ver esas superflores que has pensado para regalárselas a los mayores. -
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    Mar Oct 26, 2021 10:28 pm

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    Entornó los ojos y dijo. — ¡Que no! Que he dicho cosas muy personales… No quiero verle la cara si no le gusta o si se ríe de mí. — Y sí, a buenas horas le caía bien, pero nunca es tarde. — Es que ahora he entendido muchas cosas de ella. Además, se irá, pero me ha dicho que soy su heredera y me ha dejado muy buenos consejos. — Miró con cara pillina a Marcus y alzó las cejas. — Como tú para ser prefecto, pero yo más bien para volverlos locos. — Uy, eso había sonado un poco… Bueno, daba igual, Marcus la entendía.

    Rio a la propuesta de su amigo y dijo. — Me alegra que tenga claro lo que se nos da bien a cada uno. — Dijo con una risa. — Si la transformación la hiciera yo, ya sí que desastre. — Salieron a los terrenos y, gracias a Merlín, el invernadero estaba abierto. Mientras entraban y ella daba las luces, miró a Marcus un poco confusa. — Según lo que ha dicho Monica, creo que es como una cosa generalizada. — Escuchó lo que decía de la Dama de las Violetas y ladeó la cabeza a ambos lados. — Algo así, sí. O sea ahora es más como cuando se meten con una chica por su físico y así, ¿sabes? No sé, lo iremos entendiendo según lo vayamos viendo, pero el caso es que una mujer siempre tiene que ayudar a otra mujer. — Concluyó muy segura.

    Se acercaron a los arriates de flores y cogió un poco de cuerda para ir haciendo los ramos. — Mira, para Anne no tenía duda: margaritas. Son bonitas, superelegantes y juveniles pero no son tan obvias como las rosas, que son como… Vulgares. Es la magia y la perfección de la sencillez. — Cortó unas poquitas y formó el ramo. Luego se dirigió a los ciclámenes. — Y estas para Monica. Para mí, son las flores rosas más bonitas que hay, y… — Buscó por allí. — Estas hortensias azules, por el pelo que lleva ahora. — Rio un poquito y suspiró. — Y para Howard… — Suspiró. — Ay, para él es más difícil. — Miró alrededor y dijo. — ¡Ya sé! Y le voy a añadir algo al de la prefecta. — Fue a las herbáceas y cogió un ramo fresquísimo y muy verde de melisa. — Mira, da gloria verla. Es la planta de la tranquilidad y la serenidad, le pega a Howard como un montón. Pero un ramo solo verde de un poco de pereza. Así que mira vamos a ponerle… — Corrió hasta los esquejes de árboles y volvió con dos ramitas. — Este espino por ti, porque es el árbol de Irlanda. Y otra para la prefecta. — Dijo añadiéndola justo en medio. — Mío ya tiene las florecitas secas de almendro. — Amplió la sonrisa y dijo. — Ea, ya está todo. Haz lo tuyo, genio de las transformaciones.

    Merci Prouvaire!


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    Miér Oct 27, 2021 12:44 am

    En buenas manos
    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Rio un poquito. - Pues Anne y Howard siempre dicen que hace muchas travesuras, así que no sé si alegrarme de que seas su heredera. - Bromeó. Pues lo que le faltaba a Alice, que le cedieran un testigo como ese, si ya ella se bastaba sola. La miró de reojo con una sonrisilla. - No me vayas a volver loco a mí, ¿eh? Conmigo tienes que portarte bien. - Ya le volvía un poquito loco de vez en cuando, pero bueno, se divertía. Esperaba que le siguiera pareciendo divertido cuando fuera prefecto.

    No sabía si le hacía mucha gracia entrar al invernadero de noche, tan solitario como estaba. No lo había pensado bien con la emoción del momento, pero literalmente todo el castillo debía estar en el Gran Comedor (era la fiesta de fin de curso, ¿quién se la iba a perder? Hasta Lex estaba por allí, que le había visto). Daba un poco de impresión ese enorme edificio acristalado lleno de pasillos y pasillos de plantas, tan solitario y bajo la oscuridad de la noche. Pero Alice iba muy tranquila y solo estarían unos minutos, el tiempo de buscar las flores. Además, ¡tenía que dejar de asustarse tanto! Cuando fuera prefecto, a lo mejor le tocaba un día salir en mitad de la noche a buscar a algún alumno perdido o algo así, y no podía asustarse, al revés, tenía que ir muy tranquilo para que ese alumno no tuviera miedo, como hacían Anne y Howard. Sí, definitivamente, tocaba madurar a partir del año que viene. Estaba decidido... Pero esa noche aún no era "el año que viene", y ya tenía el sustillo en el cuerpo.

    Sonrió, aún así, porque se distrajo de sus miedos cuando Alice empezó a enseñarle las flores y a darle sus explicaciones. - Me gustan las margaritas, y le pegan mucho. - Rio. - Qué manía le tienes a las rosas. - Siempre lo decía, que no le gustaban, así que si algún día le regalaba flores, desde luego rosas, no... No sabía por qué había pensado eso. Se acercó a las que había seleccionado para Monica y las olió. - Mmm, estas me gustan. ¿Sabes que dicen que es el aroma de Ravenclaw? Al parecer eran las flores favoritas de Rowena. Eso dicen. - Y si le gustaban a Rowena Ravenclaw, a él también, faltaría más. - Oh, me gusta la combinación. - ¿Las flores de Rowena junto a flores azules? Claro que le gustaba. Hasta se le había pasado el susto por estar allí de noche.

    Atendió a los cambios y movimientos de Alice, pero la conclusión final le hizo mirarla con los ojos brillantes. - Oh, sería como regalarle un trocito de mí... Qué bonito. - Se quedó mirando el espino. Le gustaba, era una flor bonita, y si era irlandesa, mejor. Él no era irlandés, pero su padre y su familia sí, así que le valía. Se mordió el labio y cogió los tres ramos, mirándolos. - Vale, a ver qué te parece esto. - Dijo, conteniendo la emoción, tras pensar durante unos segundos. Apoyó los tres ramos en una mesa vacía y los apuntó con la varita. Pronunció un hechizo para cada uno, y los tres ramos se transformaron en un rollo de pergamino anudado por el cordel que Alice había usado para atar los ramos, blanco el de Anne, rosa el de Monica y azul el de Howard. - Cuando lo desenrollen, solo tienen que decir en voz alta lo que haya escrito. Es este mismo hechizo. Se revertirá la transformación. Pueden hacerla y deshacerla siempre que quieran. - Se encogió de hombros, con una sonrisita. - Es una transformación de mi madre, nos la hacía de pequeños a Lex y a mí. Teníamos que buscar rollitos de pergamino por la casa y decir lo que ponía dentro, pero no todos eran transformaciones, algunos eran pergaminos de verdad y al decirlo no pasaba nada. Ganaba el que más objetos reales transformados encontrara. - Se encogió de hombros. - Era muy diver. - Se acercó a Alice y susurró en confidencia. - Y no contaba como magia porque el hechizo era de ella. - Rio un poco. Claro, obviamente su madre no les iba a hacer que hicieran algo ilegal.

    - ¿Te gusta? - Le preguntó a Alice, y ya sí, volvieron sobre sus pasos. Se notaba una pequeña opresión de nervios en el pecho. - Uf, ahora estoy muy nervioso. - Dijo, con los pergaminos bien guardaditos en los bolsillos, porque le sudaban las manos y no los quería estropear, además de que no paraba de juguetear con sus dedos. Anne estaba en la puerta del Gran Comedor, de hecho, y eso le hizo pararse en seco. - Ay, qué pronto. - Se mordió el labio. Ahora entendía un poco a Alice con lo de dar el pergamino y huir, vaya que no le gustara... No, pero Marcus estaba muy seguro de que iba a gustar. A Anne le gustaban esas cosas, porque mostraban ingenio y buen uso de la magia, y Alice era tan buena con las plantas que seguro que había elegido estupendamente las que más le gustaban. - Ven conmigo, ¿vale? - Le pidió a la chica en un susurro. Se aclaró la garganta y se acercó a Anne.

    - ¡Marcus! ¿Qué tal? - ¡Enhorabuena! - Contestó apresurado, ni se había dado cuenta de lo que la chica le había dicho, estaba muy nervioso. Ella rio con esa risa tan bonita que tenía. - Muchas gracias. - Marcus sonrió y tragó saliva. Vale, ya valía de inseguridades tontas. Llenó el pecho de aire y se irguió. - Quería... Darte una cosa. - Sacó el rollo de pergamino blanco del bolsillo y se lo tendió. Ella le miró con su sonrisita curiosa y el entrecejo levemente arrugado, en esa expresión que ponía cuando algo le llamaba verdaderamente la atención. Era buen pie. Esperó a que lo desenrollara y, cuando lo hijo, le dijo. - ¿Puedes leer lo que pone? - Anne leyó la palabra, y el pergamino se transformó en el ramo en sus manos, volviendo a anudarse con el cordelito. - ¡Oh! ¡Pero qué preciosidad! Y qué maravilla de hechizo. - Dijo, con sus enormes ojos muy abiertos y brillantes. Le miró y preguntó. - ¿Lo has hecho tú? - Marcus sonrió de oreja a oreja y asintió, aunque matizó. - He hecho el hechizo, pero las flores las ha seleccionado Alice. - Aseguró, agarrando a su amiga del brazo y mirándola con agradecimiento y orgullo. Anne la miró. - Son preciosas. Las margaritas son mis flores favoritas. - Marcus miró a su amiga, con aún más agradecimiento y orgullo si cabía. Si es que era la mejor.

    - Quería haberte escrito una carta, pero... Me daba mucha pena. Así que, aunque no sea exactamente una carta, espero que te guste. - Ella olió las flores y se llevó una mano al pecho. - Es precioso, Marcus. Muchísimas gracias, ha sido precioso compartir casa contigo. - Ya se iba a emocionar otra vez, pero tragó saliva. Ella se agachó un poquito para mirarle más de cerca y dijo. - ¿Y a que no sabes qué voy a hacer con estas flores? - La pregunta le dejó sin saber responder unos segundos, pero seguidamente cayó y abrió mucho los ojos. - ¿Conservarlas con alquimia? - Ella sonrió ampliamente y asintió. - Efectivamente. Para que sean eternas. - Le acarició la mejilla y añadió. - Las etapas se acaban, pero las buenas experiencias, las vivencias, los conocimientos... Esas cosas, mi querido Marcus, son eternas. -
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    Miér Oct 27, 2021 1:18 pm

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    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Se limitó a encogerse de hombros. — Es que las rosas son tan evidentes, así de colores tan brillantes, con ese aroma… — Arrugó el gesto. — La belleza está en otros sitios también. — Pero su amigo había dicho que le gustaban las margaritas y esto estaba muy bien. — Son sobrias y elegantes. Te pegan a ti también. — Dijo con una sonrisa. Abrió mucho los ojos. — ¿En serio? Buah, pienso tener ciclámenes en mi casa por todas partes. — Aseguró. — Pero vamos, con más motivo se las damos a Monica, que ella seguro que también admira un montón a Rowena por ser una mujer tan fuerte e importante.

    Atendió a lo que le explicaba Marcus muy atenta, porque si ya de entrada le gustaba ver cosas nuevas, ver cosas de las que no entendía tanto, le fascinaba (aunque dudaba que al final del día le ayudara con Transformaciones, para eso hacía falta más bien un milagro). Cuando la terminó, le miró con los ojos muy abiertos y brillantes. — ¡Me parece la mejor idea del mundo para conservar algo! Lo transformas cuando quieras y así puedes moverlo de un lado al otro sin miedo a que se rompa o se estropee por ser muy frágil. Es brillante, vaya. — Le pediría que le enseñara a hacerlo, pero se temía que no le iba a salir. Rio a lo del juego y dijo. — Buah, estaría superdiver, igual para alguna de nuestras quedadas, nos puede hacer algo así, y mi padre, y nos hacen una gymkana de encantamientos. Molaría para Pascua con los huevos. — Alice es que se ponía a imaginar y no paraba.

    Se volvieron hacia el castillo y, cuando Marcus manifestó sus nervios, ella le miró significativamente. — ¡Vaya! Ahora me entiendes, ehh… — Dijo dándole un codazo flojito. — Tranquilo, a Anne le encantas, eres el niño bonito de los prefectos y los profes, ahí me sacas mucha ventaja. — Dijo con una risita.

    Se acercaron a Anne y Alice se limitó a observar la reacción de la prefecta que, por supuesto, se deshizo con Marcus. Menuda habilidad para camelarse a los mayores. A lo de las flores, eso sí, sonrió y dijo muy rimbombante. — La brillantez de lo sencillo y elegante. — Luego sonrió y guiñó un ojo. — Te pegan mucho, prefecta. — Pero cuando dijo lo de la alquimia, abrió muchísimo los ojos, y se le cambió la expresión. — Jo, deberíamos habértelas dado antes para poder ver cómo las destilabas. — Anne rio y le dio en la nariz. — ¿Sabes qué puede hacer una buena ravenclaw en vez de eso? — Alice torció una sonrisa. — ¿Aprender a hacerlo una misma? — Anne rio y asintió. — Ya sabes. Espero que la próxima vez que nos encontramos hayas destilado unas cuantas, con lo que te gustan a ti las plantas. — Ella asintió, apuntándose mentalemente que más le valía aprender desde ya alquimia, aunque no la diera como clase, cuando vio a Howard y Monica aparecer de la mano por allí. Le dio a Marcus en el brazo y dijo. — ¡Venga! Que aún hay dos cosas que entregar.

    Le daba un poco de vergüenza acercarse a Howard después de haberle dado la carta, así que prácticamente se parapetó detrás de su amigo diciendo. — Marcus quiere daros una cosa. Es superguay. ¿A los dos? — Preguntó Monica. Ella asintió y observó las reacciones a la transformación. — ¡Oh pero qué flores más chulísimas! Son ciclámenes, ¿no? — Miró a Howard un poco preocupada. — Son ciclámenes, ¿verdad? No doy Herbología desde quinto. — Él rio y dijo. — Sí que son ciclámenes, cariño. — ¡Uy! Howard la había llamado “cariño”. Eso lo hacían sus padres, eso era ya serio serio de verdad. Asomó la cabeza por el hombro de su amigo y miró a la chica. — Marcus me ha dicho que eran las flores de Rowena, que era una mujer superpoderosa y guay, como nosotras, como tú, vaya. Por eso he pensado que era guay. — Ahora sentía que le debía mucho a Monica después de todas las veces que la había hablado mosqueada por una envidia absurda. Luego miró a Howard y dijo. — ¿Te gusta? La ha hecho Marcus, obviamente, a mí no me habría salido nada tan guay. — Dijo de corazón. — Bueno, estoy seguro de que ha sido un trabajo en equipo. — Alice miró a su amigo y sonrió. — Eso siempre.

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    Miér Oct 27, 2021 6:23 pm

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    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Hubiera sido genial ver a Anne destilando las flores. Maldita sea, si tan solo se las hubiera dado unos días antes... Qué poco previsor, Marcus O'Donnell. Y todo porque se había dejado llevar por sus emociones, por la pena que le daba que se fueran y el negarse a asumirlo. Y claro, tanta emoción, le habían hecho perder la razón... Pero bueno, la chica estaba encantada, así que había merecido la pena, aunque se perdieran el espectáculo de verla conservarlas. A lo mejor, si se sacaba las licencias de alquimista, algún día trabajaban juntos... O la veía trabajando con su abuelo... Oh, ¿te imaginas que fuera algún día a casa de su abuelo para hacer algo en el taller? Sería increíble, vaya. Ese día sí que pensaba ponerse sus mejores galas. Ya estaba fantaseando con los proyectos que podrían hacer los tres.

    Alice divisó a Howard y a Monica, así que tocaba despedirse de Anne. La chica le puso esa sonrisilla de lado tan graciosa que tenía, que le arrugaba la nariz, y le dijo. - ¿Me das un abrazo? - A Marcus se le iban a salir los ojos de la cara, y podría iluminar medio castillo con lo que le brillaban. ¿Que si le daba un abrazo? Si no se moría en el proceso, desde luego que no tenía que pedírselo dos veces. La chica le estrechó entre sus brazos y él se refugió como si fuera un pollito de verdad, como decía Monica siempre. - Le hablaré a mi abuelo de ti. - La chica rio, sin soltarle aún. - Eres un encanto. - ¿Y puedo pedirte una cosita? - Preguntó. Ya sí se separaron y la miró a los ojos. - ¿Te acordarás de mí? Cuando salga y sea alquimista, podríamos trabajar juntos, ¿no? - La chica estaba irradiando lo adorable que el parecía Marcus en ese momento, pero él estaba preguntando muy en serio. Que cuando saliera del castillo iba a ser... A tener... Bueno, a parecer como más un hombre adulto y eso, no un niño, y a ver si no se iba a acordar de él cuando le viera. Al menos si recordaba su nombre y guardaba sus cosas de recuerdo... Marcus y su miedo a caer en el olvido.

    - Te aseguro que me voy a acordar de ti siempre siempre, Marcus. Y coincidiremos algún día. Y vas a ser un alquimista brillante, ¡mucho mejor que yo! - Eso le hizo reír un poquito y ponerse colorado. Realmente él quería ser el mejor alquimista del mundo, y eso le colocaría por encima de Anne por lógica, pero al oírlo así le había sonado como una fantasía casi imposible. ¿Él siendo mejor que Anne Harmond? ¡Más quisiera! - Me conformo con que seamos compañeros alquimistas. - Dijo con tono humilde, y ella soltó una risita. - ¡Seguro que sí! - Y le dio un beso en la mejilla. Pues ya se podía morir tranquilo.

    Tocaba separarse de Anne, y le costó, pero se quedaba con el abrazo, el beso y los proyectos de futuro (y volvería a despedirse de ella al día siguiente en el tren, que además era su cumple, seguro que los mayores le felicitaban, con lo buenos que eran). Se acercó a Howard y a Monica y por un momento creyó haber perdido a Alice de vista, pero solo estaba escondida detrás de él. Era gracioso verla así, con lo valiente que era siempre, normalmente era él quien se escondía tras ella. Como ella le hizo la introducción y ya no podía darle más vergüenza que el regalo a Anne, se irguió orgulloso ante los chicos y le dio a cada uno su pergamino, esperando que leyeran el hechizo y se transformaran en las flores en sus manos. - ¡Wow! Como mola, colega. Como para que no tengas ese puestazo en primera línea en Transformaciones. Esta es de tu madre, ¿verdad? - Él asintió contento al comentario de Howard, con una sonrisa de oreja a oreja. - Lo lei en uno de sus libros. - Se hinchaba como un pavo cada vez que alguien, sobre todo alguien a quien admiraba tanto, le decía que había leído un libro de su madre.

    Monica también reaccionó y él, de nuevo, miró a Alice. - La selección de flores la ha hecho ella, que es la mejor en Herbología. - Lo que había dicho su amiga antes, cada uno con su especialidad. Como bien decía Howard, trabajo en equipo. Y hablando de Howard... Le miró de reojo, y estaba viendo que miraba a Alice con una sonrisita. Quizás su amiga le matara por ello, pero se merecía que alabaran su carta como a él le estaban alabando su regalo. - ¿Sabes qué, Monica? - Dijo en un tono muy evidente, dando un paso hacia la chica y girándose para obligarse a sí mismo y a la mayor a apartarse de Howard y Alice. Así les dejaba solos y a su amiga no le daba tanta vergüenza... O quizás sí, pero bueno, seguro que se alegraba después. Y si no... Pues diría que no se había dado cuenta y ya está. - Como ha dicho Alice, son las flores de Rowena, eran sus favoritas, y por eso es el aroma asociado a Ravenclaw. - La miró y encogió un hombro. - He pensado que te pegan mucho. Porque son rosas, como tu pelo... Bueno, tu pelo de siempre, no el de hoy. - Eso hizo a Monica reír, pero no le interrumpió. - Y porque Rowena era la mujer más sabia e inteligente del mundo... Mi abuelo siempre dice que un sabio no es el que sabe muchas cosas de los libros, sino el que aprende de la vida. Y tú de eso sabes un montón. Y me recuerdas a Alice, que es super Ravenclaw. - Asintió convencido. - Muy muy Ravenclaw, yo también, pero ella al parecer más, porque los pastelitos de Navidad le pusieron Ravenclaw-Ravenclaw, y a mí me ponían Ravenclaw-Slytherin... Bueno, a lo que iba, que espero que te gusten. - La chica se agachó, y podía ver su mirada levemente emocionada. ¿Dónde estaba el tono socarrón que Monica tenía todos los días? Parecía haber tocado una fibra sensible, aunque no la había puesto triste, seguía contenta. Esperaba. No quería ponerla triste, no era la idea.

    - Es precioso, Marcus. - Le dijo de corazón. - No sabía que me ibas a hacer un regalo. No soy prefecta. - Él se encogió de hombros. - ¿Y qué? Siempre has sido buena conmigo. Los prefectos son geniales, los adoro, pero son prefectos, en el fondo es su deber estar con nosotros... Pero tú me has ayudado mucho y no tenías por qué. - Sonrió avergonzado y añadió. - Y me gusta que me digas que me parezco a Howard. - Eso la hizo reír con sinceridad. - Y Alice se parece a mí... - Sí, me ha dicho que va a ser tu heredera. - Dijo entre risas, aunque Monica le miraba con ojos que... ¿Estaba intentando hacerle pillar algo? Porque no lo pillaba. Así que recondujo a lo que iba a decir. - Pues eso, que... Muchas gracias por todo. Os vamos a echar de menos. - Monica apretó los labios, mirándole unos segundos, y luego tiró de él. - Ven aquí, polluelito sabelotodo. - Rio y se abrazó a ella, que le estrujó con fuerza, mucha más que Anne. - Yo también voy a echaros de menos. Sigue siendo siempre igual de bueno, ¿vale? - Se separó de él y le acarició el pelo. - Y cuida de esa de ahí, por cabezota que se ponga, y aunque te diga que puede sola... Probablemente muchas cosas pueda hacerlas sola, pero si tu sientes que te necesita... Seguid siendo como hasta ahora, quereos mucho y trabajad en equipo, ¿sí? - Marcus asintió. Él no dejaba pasar un consejo de alguien mayor, y ese, como todos, lo pensaba atesorar.

    - Eh, Howi. - Dijo Monica cantarina y con esa expresión que ponía cuando quería quedar por encima de alguien, con una caída de ojos. - ¿Sabes lo que me ha dicho tu sucesor? - Marcus rio un poquito y la chica siguió. - ¡Que soy muy muy Ravenclaw! Una Ravenclaw sabia, de hecho. Nada de una Gryffindor negligente, una Hufflepuff fiestera o una Slytherin malvada como dicen otros... -
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    Miér Oct 27, 2021 10:02 pm

    En buenas manos
    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Sonrió al ver a Marcus abrazando a Anne. Bastante si no se desmayaba o se descomponía entero después de eso. Con la reacción de Howard se quedó un poco embobada, no obstante. Es que, qué considerado era, que sabía que la transformación era de Emma y todo… Si es que era demasiado perfecto… De hecho, ya se había perdido otra vez, y Marcus había aprovechado para llevarse a Monica y dejarla completamente vendida con la reacción de Howard a su carta. No sabe nada el buenecito este, pensó, mirándole y achicando los ojos.

    Levantó la mirada hacia Howard y apretó los labios. — ¿Ahora te va a dar la vergüenza? — Le preguntó él con una sonrisa. — Me suele dar cuando estás cerca. — Le dijo, juntando las manos a la espalda. — Pues qué bien que me vaya ya, entonces. — Alice ladeó la cabeza. — Me da igual la vergüenza, ojalá te quedaras. — El prefecto sonrió y se agachó frente a ella. — Y a mí me gustaría quedarme. Pero tengo muchos sueños y no puedo esperar a empezar a cumplirlos. Tú me entiendes, ¿verdad? — Alice sonrió y asintió. — Completamente. — Él amplió la sonrisa. — Gracias por la carta, Gal. Es muy bonito que te consideren tanto, por cualquier duda que pudiera tener sobre la prefectura. — Ella hizo una pedorreta y entornó los ojos. — Venga ya, Howard, si tú eres perfecto. — Él se rio y asintió. — Esa es tu percepción, desde luego. Pero he metido la pata muchas veces también. Los prefectos no somos perfectos, aunque nos gustaría. — Entornó los ojos hacia Marcus y ella le siguió con la mirada. Entonces la tomó por los brazos y la miró a los ojos. — Pero escúchame, Gal. Tú no necesitas a un chico como yo, yo no tengo nada de especial. Tú necesitas a alguien que te quiera y te entienda, porque eres una chica genial y vas a ser una mujer inteligentísima y soñadora, que siempre va a querer volar más alto. — Los ojos se le estaban inundando, pero sonrió y asintió. — Bueno, pero tú entiendes a Monica, ¿verdad? — Él asintió. — Y yo me parezco a Monica. — Él asintió de nuevo y rio. — Bastante. Pues entonces necesito un chico como tú, volvemos a lo mismo. — Howard rio y le dio un toque en la nariz. — Eres una listilla tú. Ven aquí. — Dijo abriendo los brazos. Ay, qué bien abrazaba el prefecto, de verdad. Anda que iba a hacer lo mismo con el prefecto Bennet en seguida, vaya. — Algún día nos veremos fuera, Howard. Eso está hecho, Gal. — Dijeron todavía en el abrazo.

    Cuando se separaron, fueron hacia donde estaban Marcus y Monica y el prefecto dijo. — ¡Mira quién se estaba llevando más mimitos de cierta alumna conflictiva! Toma nota, Gal. — Ella se encogió de hombros y sonrió. — Yo le doy los mimos que pida, para eso es mi mejor amigo. — Eso hizo a Monica soltar una carcajada. — Esto tiene muy muy buena pinta, sin duda.¿El qué? — Preguntó desconcertada. Monica negó riéndose y dijo. — Ya lo entenderás, chavala. La noche de tu graduación acuérdate de mí diciéndote esto, de este momento. — Alzó la mirada triste y la paseó por la sala. — Lo vas a echar mucho de menos. — Y Alice asintió muy seria, tomándose todo lo que dijera Monica al pie de la letra.


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    Miér Oct 27, 2021 11:19 pm

    En buenas manos
    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Howard, Monica y Alice estaban de bromitas, pero él se había quedado un poquito pillado. Aquello era real, como muy real: se iban, mañana dejaría de verles por el castillo, se acababa la andadura de Howard, Anne y Monica allí, y la próxima vez que se vieran, si es que volvían a verse, serían mucho más mayores. De repente notaba un nudo tan fuerte en la garganta que le dolía, y el momento estaba siendo muy bonito como para romperlo llorando, pero es que... Les iba a echar muchísimo de menos.

    - Venga, colega, no estés triste. ¡Que mañana es tu cumple! Pienso ir a felicitarte el primero, te voy a despertar supertemprano, como en el día del Orgullo Ravenclaw. - Le dijo Howard, y Marcus alzó una mirada totalmente inundada hacia él. Sin mediar palabra, se enganchó con fuerza a su cintura, soltando un sollozo. - ¡Oh! ¡Va, Marcus! - Dijo el chico con ternura, entre risas, devolviéndole el abrazo. - Que ya mismo estás tú en mi posición, ya vas a ser mucho mejor prefecto que yo. - No lo creo. - Respondió lloroso, sonando un poco crío, la verdad, y sin soltarse de él. El chico le abrazó más fuerte. - Te lo he dicho antes: no puedo dejar esto en mejores manos. Algún día me llegarán noticias de lo bueno que es el Prefecto O'Donnell. - Le separó y le limpió las lágrimas. - Se acabó estar triste, ¿sí? Algún día, tú estarás en mi lugar, y tendrás miles de proyectos por hacer. Y Anne me ha prohibido entrar en su futuro taller porque no he cursado alquimia, necesito un colega que me cuele, eh. - Eso le hizo reír, mientras se enjugaba las lágrimas. - No sé si me atrevo a colar a más gente en un taller de alquimia. - Comentó, mirando a Alice de reojo con una sonrisilla y las mejillas llenas de lágrimas. Eso hizo reír a los dos mayores. - Tú eres aún más íntegro que yo. Se lo pediré a mi amiga Gal, entonces. - Comentó mirando a Alice y guiñándole un ojo.

    Se despidieron entre bromas y comentarios bonitos y, por fin, Marcus consiguió contener lo compungido que estaba (solo un poco, al menos). La fiesta a esas alturas estaba prácticamente terminada y los alumnos empezaban a volver a sus dormitorios, sobre todo los de los primeros cursos. Miró a su amiga y sonrió. - ¿Te apetece charlar en nuestro sofá? Estoy ya un poco cansado de la fiesta. - Le apetecía estar solo con Alice, en su sofá favorito, tranquilos, penando juntos por lo mucho que iban a echar de menos a los prefectos y fantaseando con el día en que ellos mismos se graduaran. No se le pasaba por alto otra cosa que le hacía apenarse: al día siguiente acababa el curso y, por ende, empezaban un montón de días seguidos sin estar con su amiga. Tenían que aprovechar esa última noche juntos. - ¿Qué te parece esto? - Comentó, entrando ya por las puertas de la sala común. - Todas las graduaciones, después de la fiesta, nos venimos al sofá y charlamos un ratito, para que la última noche del curso en el castillo estemos siempre juntos. ¿Te parece? - Necesitaba promesas, las promesas y los planes le ponían contento, y esa noche estaba demasiado triste. Se sentó en el sofá y, mirándola de frente, le preguntó sonriente. - ¿Qué te ha dicho Howard? A Monica le ha encantado mi regalo, creo que se ha emocionado un poquito. Ha sido un aciertazo lo de los ciclámenes, ¿eh? Esto se te da genial. -
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    Jue Oct 28, 2021 12:38 am

    En buenas manos
    CON Marcus EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Mira que había pensado que a lo mejor Marcus se desmoronaba, pero al verlo en directo, se abalanzó con Howard y él, abrazándose los tres. — No llores, Marcus, no llores, que no pasa nada. — Dijo un poco preocupada. Monica llegó y también se abrazó a ellos. — Ohhhh vais a acabar con mi corazón de despreocupada. Sois demasiado monos los tres. — Y Alice sonrió. Era muy bonito acabar así la verdad. Aunque fuera más bonito que no acabara, pero ya que tenía que pasar… Mejor que fuera así, la verdad.

    Cuando se separaron, miró a Marcus con emoción. Siempre estaban con las bromas del taller de alquimia, pero hasta en un momento como aquel, la ponía por delante. Ella hizo un gesto con la mano y miró a Howard. — Bah, seguro que al final Anne nos deja entrar a todos, y si no, le llevamos margaritas y hechizos bien hechos y ya está. — Aseguró contenta. Le daba pena que se fueran, pero de repente entendía que eso era… La vida. Que vendrían cosas muy buenas y que la oportunidad de despedirse así valía oro, así que simplemente se limitaría a disfrutarlo.

    Ya solos, Marcus le propuso ir a su sofá favorito y Alice, ¿cómo iba a decir que no? — Yo siempre quiero charlar contigo. — Al fin y al cabo, nadie la entendía como él, ¿con quién iba a estar si no? Escuchó atentamente su propuesta y sonrió. — Me parece una idea brillante, por supuesto. Además, probablemente casi siempre caiga por tu cumple, así que, ¿qué mejor manera de celebrarlo? — Entornó los ojos y ladeó la cabeza. — Aunque, ahora que lo pienso, en la graduación de séptimo, cuando nos toque a nosotros, igual en vez de venir aquí, nos vamos de fiesta. — Rio un poquito y se dejó caer sobre el sofá, descalzándose y poniendo los pies sobre el regazo de Marcus. — Pues me ha dicho que… — Se había lanzado ella muy rápida a contarle lo de Howard y ahora… No sabía por qué pero se sentía rara al respecto. — Bueno, que soy una chica muy inteligente y que… Necesito alguien que me entienda. Básicamente. — Sí, era un buen resumen. — Pero vamos, que le ha gustado mucho la carta y eso, estaba muy contento, me alegro de haber superado la vergüenza. Gracias por eso, por cierto. — Dijo con una sonrisita.

    ¡Ya ves! La he visto supercontenta y cariñosa contigo. — Contestó a lo de Monica, y puso cara orgullosa ante su halago. — Pues sí, es que las plantas son lo mío. Y las pociones, pero es más bonito regalar flores que… Yo que sé… Poción Matalobos. — Dijo riéndose. Siempre acababa riéndose y disfrutando del tiempo con su amigo. — Y a ti se te dan de miedo las transformaciones, así que queda demostrado, una vez más, que hacemos un buen equipo. — Se sentó de rodillas en el sofá, entusiasmada por la idea que acababa de tener. — Eh, eh, pueden decir eso de nosotros en la graduación: Marcus O’Donnell y Alice Gallia: el equipo imparable. ¿Qué te parece? — Amplió la sonrisa y se sentó de nuevo. — Y pienso llevar el vestido más bonito que vaya a llevar en toooooda mi vida, para que esa sea la última imagen que Hogwarts tenga de mí: superguapa, supercontenta y siendo imparable. — Se dejó caer en el sofá, con las manos tras la cabeza y mirando el techo. — Y tú serás para siempre el prefecto más elegante, inteligente y protocolario de la historia. — Vamos, era como si pudiera ver ya las imágenes en el mismo techo que tenía sobre ella. — Hay veces que me apetece un montón ser ya más grande y sabia. — Bajó la mirada a su amigo. — Pero entonces me perdería el viaje contigo.

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    Jue Oct 28, 2021 11:31 am

    En buenas manos
    CON Alice EN Gran Comedor EL 2 de junio 1997
    Se encogió de hombros con una sonrisilla astuta. - Podemos venir aquí, charlar un rato, y luego irnos de fiesta. La despedida tradicional y la despedida de mayores. - Dijo, muy seguro aunque con una risita. Él lo veía perfectamente factible y lógico, ninguna laguna en absoluto. Se acomodó en el sofá y pasó un brazo por las piernas de Alice, ya que se las había echado por encima. Es que en ese sofá se estaba tan a gustito, ¿cómo no iba a querer acabar su último día allí, con Alice? Las fiestas eran divertidas, pero eso era especial.

    Alice arrancó a contar lo que le había dicho Howard, pero parecía dubitativa. A lo mejor le daba vergüenza otra vez, sí que estaba vergonzosa ese día. Sonrió cuando al final lo dijo. - Pues todo eso es verdad. - Alice era muy inteligente, y obviamente necesitaba a su lado alguien que la entendiera, si no, vaya rollo. Ella decía cosas muy interesantes y quería siempre saber más, pero le pasaba como a él, había mucha gente que no les entendía. Obviamente necesitaban a su lado a alguien que sí. Se encogió de un hombro, quitándole importancia. - De nada. Era una carta muy bonita, sería una pena que no la hubiera visto nunca, o que te hubieras quedado con la duda de si le gustaba o no. Aunque estaba claro que le iba a gustar. - Él lo tenía clarísimo, vamos. Si le había gustado hasta al propio Marcus y no iba dirigida a él.

    Lo de la poción matalobos le sacó una fuerte carcajada. - Oye, nunca se sabe, si eres un hombre lobo, la Matalobos te viene estupenda para paliar los síntomas... Aunque algo me dice que Monica no es licántropa. Desaparece alguna que otra noche, pero me da que es para montar una fiesta clandestina. - Comentó con tono malvado y entre risas. - Una vez escuché ruidos mientras estaba ya acostado y era Howard hablando con Monica supertarde ya, bueno para él no, porque los prefectos pueden estar fuera una hora más, pero para ella sí. Vendría de sacarla de una fiesta o algo. No sé cómo lo hace para escaparse, pero Howard casi siempre la pilla porque vuelve con ella. Aunque enfadado no parecía. Bueno, Howard nunca parece enfadado, como mucho muy serio. - Aseveró, asintiendo con los ojos muy abiertos. - Le he visto regañar en los dormitorios, te lo prometo. Lo que pasa es que hasta regañar se le da bien. - Era como el papá de Ravenclaw... Y anda a quien se lo estaba contando, si Alice empezó el curso con Howard quitándole puntos por darle un pisotón a Cassey Roshan... No debería reírse de eso, pero estuvo a punto. Esa chica era un poco antipática.

    Se arrellanó un poco más en el sofá, sonriente. - Claro que hacemos un buen equipo. El mejor. - Pero mientras él se acomodaba, ella se removió y se puso de rodillas. Sí, hacían buen equipo, aunque a veces fuera uno en una dirección y la otra en otra. No importaba, se entendían igual, porque ver a Alice tan entusiasmada y de rodillas en el sofá le hizo reír. Y lo que dijo provocó que abriera los ojos y se emocionara él también. - ¡Oh! Lo veo muchísimo. Y añádele... - Hizo un titular con las manos como si fuera un enorme cartel, con la vista en el infinito. - "Con las medias más altas del castillo, unas notas insuperables. Ninguna suma de notas de otros dos alumnos puntúa tan alto como esta". Bueno, como titular es un poco largo, pero podría decirlo nuestra jefa en el discurso. - Al fin y al cabo, raro era el año que el mejor alumno no era alguien de Ravenclaw, pero en su graduación pensaba petar los records históricos... Aunque era difícil sacar más nota que la de Anne Harmond, pero bueno, él se había propuesto firmemente hacerlo.

    La miró con una sonrisa. - Hogwarts va a tener muchas imágenes de ti. Das muchas vueltas. - Dijo con una risita bromista, pero su comentario le había gustado, así que volvió a él después de darle un toquecito en el pelo. - ¿Y no vas a llevar coletas? Seguro que Hogwarts te recuerda con coletas. - Y cuando decía Hogwarts, puede que estuviera queriendo decir Marcus. Él siempre recordaría a su amiga con dos coletas y sus lazos azules, aunque suponía que algún día no las llevaría, no se imaginaba a su madre o a una mujer de su edad con coletas, la verdad. Aunque aún quedaba mucho para eso. - Yo voy a ponerme mis mejores galas también. Mucho más elegante que hoy. Además, voy a ser prefecto, iré con mi insignia y todo. - Y eso daba un plus, donde iba a parar.

    Mientras él fantaseaba precisamente con eso, con ser el mejor prefecto de la historia, Alice lo verbalizó. - ¿Crees que lo seré? - Preguntó, emocionado, con voz tenue, como si estuviera confesando un miedo real: el de no estar a la altura de las expectativas que él solito se había puesto. - Tengo muchos ejemplos: papá, mamá, el abuelo, Howard, Anne... No quiero defraudar a ninguno. Quiero quedarme con lo mejor de todos ellos, y aparte poner lo mío, y que quede una mezcla superguay y buena y los alumnos me recuerden, y los profesores. Bueno... Y que me elijan, claro, porque hay que pasar por un proceso de selección. - Que él estaba dando por hecho que iba a serlo, pero, ¿y si no? ¿Y si otro les parecía mejor? No veía a nadie de su promoción o de la anterior tan entusiasmado como él con la idea, pero podrían entrarle ganas de aquí a cuarto, que era cuando tendría que hacer la solicitud... Y en lo que divagaba, Alice le hizo un comentario muy bonito. Sonrió y se arrellanó de nuevo en el sofá, acomodándose, como estaba ella. - Eso sí que no querría perdérmelo. - Aseguró. - Y además... Necesito quedarme con lo mejor de ti también. En concreto, las diabluras que hace cierta gente y que voy a tener que tener mil ojos si quiero pillar. - Bromeó entre risas, pero luego volvió a hablar en serio. - No sé si lo conseguiré, pero lo que sé seguro, es que quiero que hagas el camino conmigo. Si no, entonces sí que sería imposible. -
    Merci Prouvaire!


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