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Death ends a life
not a relationship
Sam y Nicole estaban por casarse tras cinco años de relación. Una de estás parejas que cuando la ves sabes que encajaban a la perfección. sus miradas brillan cuando observan al otro y sin percatarse siempre intentan darse la mano o tener algún tipo de contacto.
Un par de semanas antes de la boda salieron a celebrar su inminente unión con unos amigos que por temas laborales no podrían asistir a la ceremonia. Uno de ellos prometió conducir, pero cuando llegó el final de la noche apenas era capaz de ponerse en pie, no siendo de su preferencia Sam tuvo que tomar el relevo. No era que hubiese bebido mucho, pero sus reflejos no estaban al cien por cien, no pudo ver el stop y al pasar un coche que iba a demasiada velocidad los arroyó. Causando la muerte del conductor del otro coche, dos de sus amigos y desgraciadamente su futura esposa.
Al despertar en el hospital y conocer las noticias todo lo que quedó en su corazón fue un completo vacío. En un parpadeó había perdido todo lo que le importaba, ¿lo peor? Aquel que debería haber conducido salió ileso del accidente.
Semanas de desesperación se vieron apagadas por una propaganda. Él había trabajado en programas para androides, pero la industria se había revolucionado de alta manera. Cuando supo que podría adquirir un androide con la forma de su esposa que supliera el agujero en su pecho no lo dudó. Contactó a uno de sus colegas y tras una charla estaba reuniendo la información necesaria para recuperar a su mujer.
¿Cuánto tardaría en darse cuenta de la mentira?
Un par de semanas antes de la boda salieron a celebrar su inminente unión con unos amigos que por temas laborales no podrían asistir a la ceremonia. Uno de ellos prometió conducir, pero cuando llegó el final de la noche apenas era capaz de ponerse en pie, no siendo de su preferencia Sam tuvo que tomar el relevo. No era que hubiese bebido mucho, pero sus reflejos no estaban al cien por cien, no pudo ver el stop y al pasar un coche que iba a demasiada velocidad los arroyó. Causando la muerte del conductor del otro coche, dos de sus amigos y desgraciadamente su futura esposa.
Al despertar en el hospital y conocer las noticias todo lo que quedó en su corazón fue un completo vacío. En un parpadeó había perdido todo lo que le importaba, ¿lo peor? Aquel que debería haber conducido salió ileso del accidente.
Semanas de desesperación se vieron apagadas por una propaganda. Él había trabajado en programas para androides, pero la industria se había revolucionado de alta manera. Cuando supo que podría adquirir un androide con la forma de su esposa que supliera el agujero en su pecho no lo dudó. Contactó a uno de sus colegas y tras una charla estaba reuniendo la información necesaria para recuperar a su mujer.
¿Cuánto tardaría en darse cuenta de la mentira?
Sam Hawkins | |
Matt Smith - Timelady |
Nicole Warden | |
Lily James - Shadow |
One on one - Original - Ciencia Ficción
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capítulo 1
Se podía decir que era parte de su rutina y aún así cada día le cogía con sorpresa. Las luces de los faros, el golpe, la mano de Nicole soltando la suya... la violencia del recuerdo le atosigaba y le obligaba a despertar antes de lo que sería saludable.
Pero lo cierto es que ya no le importaba nada lo que fuera saludable o no.
Desde aquel día todo había dejado de importar para él. Actuaba por pura mecánica y si se había mantenido había sido porque su madre había pedido un permiso para quedarse con él un par de semanas. Y no era una mujer que aceptase ver a su hijo como un guiñapo sin vida en la cama o el sillón, pese a que también había sido la misma que le había obligado a acudir al psicólogo y tomarse todo aquello en serio.
Pero aunque había ayudado, seguía sin tener un propósito con el que moverse. Seguía sin sentir nada más que culpa y dolor. La sociedad le reclamaba de vuelta, en el trabajo, en la familia... pero era fácil ver que no era el mismo.
No volvería a ser el mismo.
Ponía la radio por llenar de alguna forma el silencio que le rodeaba, o quizá para acallar las voces en su cabeza. Más de una vez se había descubierto hablando solo, hablando con ella, para darse cuenta de que no estaba. La radio le recordaba su propia soledad.
Hasta que...
No era la primera vez que escuchaba hablar de esa empresa. Hacía ya tiempo que existía, aunque había empezado con mascotas y otras criaturas antes de meterse a clonar directamente personas. Menos aún de ese modo.
No llamó inmediatamente, pero lo cierto es que empezó a encontrarse publicidad en todas partes, como si fueran señales que le iban cayendo del cielo... o quizá era Nicole quien se las mandaba.
Apenas dos días así antes de buscar entre su lista de contactos a Roger, que estuvo encantado de volver a quedar con él. Sam no sabía qué esperaba su viejo colega, pero pareció algo preocupado al escucharle hablar de las opciones que tenía. Pese a la decepción de no verle recuperado del todo, le dijo todo lo que iba a necesitar para poder traer de vuelta a Nicole y que le pondría en contacto con uno de los comerciales cuando estuviera listo para que empezaran con el trabajo.
No fue tan rápido como a él le hubiese gustado, claro, pero la sola posibilidad de volver a verla, escucharla, sentirla... era suficiente para que cambiase de nuevo su forma de actuar y afrontar la vida. Empezó a volver a cuidarse y todos parecían alegres de verle levantar cabeza de nuevo.
Finalmente, llegó el día en que se la presentarían.
Cogió un taxi, no había vuelto a conducir, hasta las oficinas del centro de Clondroid. Vestido de forma casi formal, casi como en su primera cita con Nicole. Se arrepintió de no haber ido a cortarse el pelo, había quedado un poco descuidado después de todo lo que había pasado, pero trató de arreglarlo de alguna forma. Incluso se había puesto una pajarita de las que ella decía odiar pero en el fondo le encantaban.
Quería causarle una primera impresión, después de tanto tiempo sin verla.
Pero lo cierto es que ya no le importaba nada lo que fuera saludable o no.
Desde aquel día todo había dejado de importar para él. Actuaba por pura mecánica y si se había mantenido había sido porque su madre había pedido un permiso para quedarse con él un par de semanas. Y no era una mujer que aceptase ver a su hijo como un guiñapo sin vida en la cama o el sillón, pese a que también había sido la misma que le había obligado a acudir al psicólogo y tomarse todo aquello en serio.
Pero aunque había ayudado, seguía sin tener un propósito con el que moverse. Seguía sin sentir nada más que culpa y dolor. La sociedad le reclamaba de vuelta, en el trabajo, en la familia... pero era fácil ver que no era el mismo.
No volvería a ser el mismo.
Ponía la radio por llenar de alguna forma el silencio que le rodeaba, o quizá para acallar las voces en su cabeza. Más de una vez se había descubierto hablando solo, hablando con ella, para darse cuenta de que no estaba. La radio le recordaba su propia soledad.
Hasta que...
...¿Echas de menos a alguien especial?
¿Te gustaría revivir los momentos más
importantes de tu vida junto a tu pareja?
¿Te preguntas qué habría pasado si
hubieras cambiado una de tus decisiones?
Gracias a Clondroid S.L. puedes olvidarte de estas preguntas. Nuestra tecnología es capaz de devolverte a esa persona que habría cambiado tu vida.
Llama e infórmate de nuestros métodos y planes.
Porque en nuestra empresa, lo primero son los sentimientos...
¿Te gustaría revivir los momentos más
importantes de tu vida junto a tu pareja?
¿Te preguntas qué habría pasado si
hubieras cambiado una de tus decisiones?
Gracias a Clondroid S.L. puedes olvidarte de estas preguntas. Nuestra tecnología es capaz de devolverte a esa persona que habría cambiado tu vida.
Llama e infórmate de nuestros métodos y planes.
Porque en nuestra empresa, lo primero son los sentimientos...
No era la primera vez que escuchaba hablar de esa empresa. Hacía ya tiempo que existía, aunque había empezado con mascotas y otras criaturas antes de meterse a clonar directamente personas. Menos aún de ese modo.
No llamó inmediatamente, pero lo cierto es que empezó a encontrarse publicidad en todas partes, como si fueran señales que le iban cayendo del cielo... o quizá era Nicole quien se las mandaba.
Apenas dos días así antes de buscar entre su lista de contactos a Roger, que estuvo encantado de volver a quedar con él. Sam no sabía qué esperaba su viejo colega, pero pareció algo preocupado al escucharle hablar de las opciones que tenía. Pese a la decepción de no verle recuperado del todo, le dijo todo lo que iba a necesitar para poder traer de vuelta a Nicole y que le pondría en contacto con uno de los comerciales cuando estuviera listo para que empezaran con el trabajo.
No fue tan rápido como a él le hubiese gustado, claro, pero la sola posibilidad de volver a verla, escucharla, sentirla... era suficiente para que cambiase de nuevo su forma de actuar y afrontar la vida. Empezó a volver a cuidarse y todos parecían alegres de verle levantar cabeza de nuevo.
Finalmente, llegó el día en que se la presentarían.
Cogió un taxi, no había vuelto a conducir, hasta las oficinas del centro de Clondroid. Vestido de forma casi formal, casi como en su primera cita con Nicole. Se arrepintió de no haber ido a cortarse el pelo, había quedado un poco descuidado después de todo lo que había pasado, pero trató de arreglarlo de alguna forma. Incluso se había puesto una pajarita de las que ella decía odiar pero en el fondo le encantaban.
Quería causarle una primera impresión, después de tanto tiempo sin verla.
Sam - Central de Clondroid - con Nicole
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capítulo 1
El trabajo de aquella empresa había empezado por fines terapéuticos. Una tecnología punta que podía ayudar a las personas a cerrar heridas que no serían posible de otra forma. A veces uno necesitaba olvidar lo que había sucedido o simplemente abrazar a su hermano perdido una última vez. Era la filosofía que habían encarnado hasta que la empresa fue vendida. Como en todos los negocios, una mina de oro, siempre era explotada. Personalizar aquel servicio más allá de la medicina no era un tema que los profesionales aceptasen, pero la empresa siguió adelante, sin importar la mala fama que algunos querían ponerles sobre la cabeza. Estaba claro que aquellos que lo habían perdido todo darían lo que fuese para poder tener a sus seres queridos con ellos.
El trabajo sobre aquel modelo fue excepcional, los detalles se cuidaron al máximo. Habían dado con los materiales para que el cuerpo de los androides pareciese completamente humano, a pesar de que su consciencia fuese una simple recaudación de información. La persona que había mandado los archivos se aseguró de mandar todo lo que tenía sobre ella, vídeos, fotos, resúmenes de personalidad. Un trabajo complejo que había tenido a todo el equipo trabajando sin descanso hasta tenerla completa.
Un vestido blanco fue todo lo que llevaba puesto, el símbolo de la empresa en un pequeño bolsillo a la altura del pecho derecho. Un indicativo de como entregaban a sus productos, el vestido sería la única pista que quedaría de que aquella mujer no era más que una recreación que habían creado.
En una fría camilla metálica no podía enterarse de nada, no hasta que el cliente llegó hasta allí y las maquinas se encendieron, dándole vida por primera vez a toda la información acumulada en su ser.
De esa manera, Nicole volvió a abrir los ojos por primera vez.
Enfocar el techo fue complicado, parecía que estaba acostumbrándose a la luz, pero sobre todo a los colores de su alrededor. Se incorporó con cuidado, sintiendo la mano de alguien desconocido a su lado asegurándose de que todo iba bien. La mirada de la joven se alzó hacia Sam y lo único que pudo hacer fue sonreír. Ante tanto desconocimiento, él parecía la única luz.
— ¿Otra vez esa pajarita? — Preguntó, en una emulación perfecta de la voz que Nicole una vez tuve, haciendo que alguien fuera de escena hiciese un signo de victoria.
Ella se veía perfecta, tal y como Sam la había perdido.
El trabajo sobre aquel modelo fue excepcional, los detalles se cuidaron al máximo. Habían dado con los materiales para que el cuerpo de los androides pareciese completamente humano, a pesar de que su consciencia fuese una simple recaudación de información. La persona que había mandado los archivos se aseguró de mandar todo lo que tenía sobre ella, vídeos, fotos, resúmenes de personalidad. Un trabajo complejo que había tenido a todo el equipo trabajando sin descanso hasta tenerla completa.
Un vestido blanco fue todo lo que llevaba puesto, el símbolo de la empresa en un pequeño bolsillo a la altura del pecho derecho. Un indicativo de como entregaban a sus productos, el vestido sería la única pista que quedaría de que aquella mujer no era más que una recreación que habían creado.
En una fría camilla metálica no podía enterarse de nada, no hasta que el cliente llegó hasta allí y las maquinas se encendieron, dándole vida por primera vez a toda la información acumulada en su ser.
De esa manera, Nicole volvió a abrir los ojos por primera vez.
Enfocar el techo fue complicado, parecía que estaba acostumbrándose a la luz, pero sobre todo a los colores de su alrededor. Se incorporó con cuidado, sintiendo la mano de alguien desconocido a su lado asegurándose de que todo iba bien. La mirada de la joven se alzó hacia Sam y lo único que pudo hacer fue sonreír. Ante tanto desconocimiento, él parecía la única luz.
— ¿Otra vez esa pajarita? — Preguntó, en una emulación perfecta de la voz que Nicole una vez tuve, haciendo que alguien fuera de escena hiciese un signo de victoria.
Ella se veía perfecta, tal y como Sam la había perdido.
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capítulo 1
La gente de la empresa era todo amabilidad y el comercial que le había atendido desde el primer momento le estaba esperando, agradeciéndole de nuevo no solo la paciencia sino todos los datos que había aportado para que su modelo de compra fuera la mejor recreación posible que pudiera conseguir.
En todo momento insistían en llamar a la nueva Nicole con generativos, para asegurarse de que tuviera claro que no se trataba de una persona real y que la empresa se desvinculaba de las confusiones que pudiera generar en su entorno. O en él mismo, pero eso se lo callaban.
Después de firmar lo que quedaba en el tintero, le condujeron a una sala bastante impersonal para su gusto.
Pero todo dejó de tener importancia cuando vio la camilla. Por un momento se quedó paralizado, ese miedo repentino, ese recuerdo del hospital, del funeral... las últimas veces que la vio de ese modo.
Cuando finalmente consiguió dar aquellos pasos hacia adelante, con el nudo formándose en su garganta, pudo verla al fin, tan guapa como siempre, sus mejillas con aquel ligero rubor que se presentaba cuando la temperatura era alta, como seguro que le pasaba por aquel foco cercano, y la respiración ligera, débil, pero presente.
El vestido blanco era lo único que la hacía diferente, que recordaba lo que era en realidad, y pronto dejó de pensar en él.
Cuando vio las primeras reacciones, su mano cogió la ajena, aferrándose a ella, rogando por que se aferrase ella a su vida como no hizo en aquel momento. Sus ojos se abrieron, los reconocería en cualquier lugar, eran idénticos. Quiso ayudarla a incorporarse, pero cuando le miró se quedó paralizado.
Estaba en ese estado en que no se sabe si reír o llorar y por eso cuando la escuchó de nuevo, cuando preguntó por la pajarita, fue un sonido algo extraño lo que salió de su garganta, un sonido alegre al menos.
- ¡Nicole! -No pudo contenerse más y la abrazó. La había necesitado tanto en ese tiempo, más de lo que nadie jamás conseguiría expresar en palabras. Volver a verla, tenerla presente de nuevo, era todo lo que le hacía falta en esta vida.- Te he echado tanto de menos. -Murmuró, apenas apartándose para poder sostener su rostro y verla de cerca. Sin duda era ella.
En todo momento insistían en llamar a la nueva Nicole con generativos, para asegurarse de que tuviera claro que no se trataba de una persona real y que la empresa se desvinculaba de las confusiones que pudiera generar en su entorno. O en él mismo, pero eso se lo callaban.
Después de firmar lo que quedaba en el tintero, le condujeron a una sala bastante impersonal para su gusto.
Pero todo dejó de tener importancia cuando vio la camilla. Por un momento se quedó paralizado, ese miedo repentino, ese recuerdo del hospital, del funeral... las últimas veces que la vio de ese modo.
Cuando finalmente consiguió dar aquellos pasos hacia adelante, con el nudo formándose en su garganta, pudo verla al fin, tan guapa como siempre, sus mejillas con aquel ligero rubor que se presentaba cuando la temperatura era alta, como seguro que le pasaba por aquel foco cercano, y la respiración ligera, débil, pero presente.
El vestido blanco era lo único que la hacía diferente, que recordaba lo que era en realidad, y pronto dejó de pensar en él.
Cuando vio las primeras reacciones, su mano cogió la ajena, aferrándose a ella, rogando por que se aferrase ella a su vida como no hizo en aquel momento. Sus ojos se abrieron, los reconocería en cualquier lugar, eran idénticos. Quiso ayudarla a incorporarse, pero cuando le miró se quedó paralizado.
Estaba en ese estado en que no se sabe si reír o llorar y por eso cuando la escuchó de nuevo, cuando preguntó por la pajarita, fue un sonido algo extraño lo que salió de su garganta, un sonido alegre al menos.
- ¡Nicole! -No pudo contenerse más y la abrazó. La había necesitado tanto en ese tiempo, más de lo que nadie jamás conseguiría expresar en palabras. Volver a verla, tenerla presente de nuevo, era todo lo que le hacía falta en esta vida.- Te he echado tanto de menos. -Murmuró, apenas apartándose para poder sostener su rostro y verla de cerca. Sin duda era ella.
Sam - Central de Clondroid - con Nicole
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capítulo 1
La reacción de aquel hombre fue genuina, causando sonrisas en la sala acompañadas de la satisfacción de haber hecho un buen trabajo. Era a lo que se dedicaban, la desdicha de algunos era su fuente de ingresos. Triste pensarlo de esa forma, pero el negocio no dejaba de ser el que era y algunos se sentían satisfechos con su trabajo. Volver a poner sonrisas en rostros ajenos era el mensaje que la empresa quería mandar. Si tocaban una fibra moral para hacer bien al mundo, ¿cómo de malos eran en realidad?
Una extraña calidez se extendió en el cuerpo de Nicole, sin saber si era una reacción natural o una simple idea que habían puesto en sus programas. Entendía que debía sentirse feliz cuando Sam la abrazaba, por eso lo rodeó con sus brazos de vuelta, enterrando su cabeza en el hueco de su cuello y aspirando aquel aroma familiar que tantos recuerdos evocaba.
Podía verlo sentado en el parque a su lado, leyendo en su butaca en el estudio o trabajando en su ordenador con las gafas ligeramente torcidas. Era su Sam, aquel que había tenido tantas ganas de ver.
— Tonto — bromeó, separándose de él para poner una mano sobre su mejilla, un gesto que siempre hacía cuando quería mostrarle confianza —. ¿Dónde más iba a estar? — Ella era un reemplazo, una persona que no había desaparecido, su misión era cubrir ese vacío, sin importar quien dijese que ya no estaba.
Esperó pacientemente, dándose cuenta que el momento estaba por ser interrumpido por una tercera persona. La bata blanca hasta los pies y la carpeta en sus manos indicaban negocios y Nicole esperó pacientemente. Se debía a aquello, sin saber muy bien la razón por la que debía esperar por Sam.
— Todo parece en orden, si ha traído ropa para ella puede cambiarse antes de salir mientras usted termina de recoger el papeleo, señor — en ese instante todavía había una gota impersonal en ella, algo que le diría al mundo que puede que no fuese del todo humana al llevar el sello de la empresa.
Pronto las diferencias físicas serían nulas.
Una extraña calidez se extendió en el cuerpo de Nicole, sin saber si era una reacción natural o una simple idea que habían puesto en sus programas. Entendía que debía sentirse feliz cuando Sam la abrazaba, por eso lo rodeó con sus brazos de vuelta, enterrando su cabeza en el hueco de su cuello y aspirando aquel aroma familiar que tantos recuerdos evocaba.
Podía verlo sentado en el parque a su lado, leyendo en su butaca en el estudio o trabajando en su ordenador con las gafas ligeramente torcidas. Era su Sam, aquel que había tenido tantas ganas de ver.
— Tonto — bromeó, separándose de él para poner una mano sobre su mejilla, un gesto que siempre hacía cuando quería mostrarle confianza —. ¿Dónde más iba a estar? — Ella era un reemplazo, una persona que no había desaparecido, su misión era cubrir ese vacío, sin importar quien dijese que ya no estaba.
Esperó pacientemente, dándose cuenta que el momento estaba por ser interrumpido por una tercera persona. La bata blanca hasta los pies y la carpeta en sus manos indicaban negocios y Nicole esperó pacientemente. Se debía a aquello, sin saber muy bien la razón por la que debía esperar por Sam.
— Todo parece en orden, si ha traído ropa para ella puede cambiarse antes de salir mientras usted termina de recoger el papeleo, señor — en ese instante todavía había una gota impersonal en ella, algo que le diría al mundo que puede que no fuese del todo humana al llevar el sello de la empresa.
Pronto las diferencias físicas serían nulas.
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capítulo 1
Sam recibió aquel abrazo que nadie, desde el día en que la había perdido, había sido capaz de igualar. Si bien no percibió el olor del champú que solía usar su Nicole, sí notó la forma en que se movía. Era ella, no había duda.
Se rio cuando le llamó tonto y se quedó mirándole con una sonrisa que le daba toda la razón, cerrando los ojos e inclinándose hacia el contacto de su mano. La misma suavidad, la ligera caricia de su pulgar en su mejilla.
Tragó saliva al escuchar la pregunta y la miró de nuevo a los ojos. Si ella supiera lo que había sido perderla, ser el responsable de aquello. Pero esos recuerdos no los tenía, nunca le miraría de la forma en que seguramente mereciera. Y él quizá pudiera olvidar toda esa oscuridad que se había instalado en su interior.
Al hablar aquel tipo de la bata, Sam se giró como si hubiera olvidado donde estaba. Y lo cierto es que lo había hecho, era como si hubiese entrado en una burbuja de realidad alternativa.
Pero regresó de ella y asintió, comprendiendo que las emociones le habían hecho olvidar por un momento dónde estaba y cómo había sido posible tanta felicidad.
- Sí, le he traído un bolso con algunos de sus favoritos. -No había sido fácil escoger, porque no lo había sido abrir aquel armario y ver y tocar su ropa de nuevo, olerla incluso. Era parte de su esencia que había querido conservar.- Aquí te lo dejo, voy a terminar de arreglarlo todo para que podamos ir a casa, ¿vale? -Sonrió de nuevo al mirarla a ella. Por mucho que intentara hacerse a la idea, era imposible no ver a su mujer allí, ante él.
Se rio cuando le llamó tonto y se quedó mirándole con una sonrisa que le daba toda la razón, cerrando los ojos e inclinándose hacia el contacto de su mano. La misma suavidad, la ligera caricia de su pulgar en su mejilla.
Tragó saliva al escuchar la pregunta y la miró de nuevo a los ojos. Si ella supiera lo que había sido perderla, ser el responsable de aquello. Pero esos recuerdos no los tenía, nunca le miraría de la forma en que seguramente mereciera. Y él quizá pudiera olvidar toda esa oscuridad que se había instalado en su interior.
Al hablar aquel tipo de la bata, Sam se giró como si hubiera olvidado donde estaba. Y lo cierto es que lo había hecho, era como si hubiese entrado en una burbuja de realidad alternativa.
Pero regresó de ella y asintió, comprendiendo que las emociones le habían hecho olvidar por un momento dónde estaba y cómo había sido posible tanta felicidad.
- Sí, le he traído un bolso con algunos de sus favoritos. -No había sido fácil escoger, porque no lo había sido abrir aquel armario y ver y tocar su ropa de nuevo, olerla incluso. Era parte de su esencia que había querido conservar.- Aquí te lo dejo, voy a terminar de arreglarlo todo para que podamos ir a casa, ¿vale? -Sonrió de nuevo al mirarla a ella. Por mucho que intentara hacerse a la idea, era imposible no ver a su mujer allí, ante él.
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capítulo 1
Nicole no era consciente de las miradas que algunos dirigían hacia ellos. Su configuración no permitía que ella comprendiese lo que era, al final un reemplazo debía existir para ser lo que la persona había perdido. Lo que importaba eran los recuerdos que tenía, las emociones que debía sentir cuando su día a día fuera transcurriendo, por eso cuando Sam le tendió la bolsa y dio instrucciones ella asintió suavemente.
Una de las mujeres que había estado observando desde una esquina se acercó a ella para acompañarla fuera de la sala hacia un pequeño vestuario. Cerró la puerta tras Nicole y dio esa privacidad que la mujer necesitaba. Retiró su ropa y observó el reflejó que le devolvía el espejo, nadie dudaría de que era real.
Era Nicole, cada parte de ella se asemejaba a la mujer que había perdido, humana en todo su esplendor. Preparada para comer, ducharse, dormir y cualquier otro tipo de actividad que ella pudiese haber hecho. Era un trabajo impecable y cuando se colocó el vestido floreado que Sam trajo no había duda de que era ella. Le dio un pequeño toque colocándose un lazo en el cabello, recogiendo parte de su cabello y dejando el otro bailar libre sobre sus hombros.
La chica que la había guiado hasta allí estaba esperando. Nicole sonrió con educación, aferrando la bolsa que Sam le había dado mientras ella la dirigía hacia la entrada del edificio. Se sentó en las sillas que había allí, esperando por su pareja.
Tenía ganas de volver a casa, aunque no supiera que sería la primera vez que lo haría.
Una de las mujeres que había estado observando desde una esquina se acercó a ella para acompañarla fuera de la sala hacia un pequeño vestuario. Cerró la puerta tras Nicole y dio esa privacidad que la mujer necesitaba. Retiró su ropa y observó el reflejó que le devolvía el espejo, nadie dudaría de que era real.
Era Nicole, cada parte de ella se asemejaba a la mujer que había perdido, humana en todo su esplendor. Preparada para comer, ducharse, dormir y cualquier otro tipo de actividad que ella pudiese haber hecho. Era un trabajo impecable y cuando se colocó el vestido floreado que Sam trajo no había duda de que era ella. Le dio un pequeño toque colocándose un lazo en el cabello, recogiendo parte de su cabello y dejando el otro bailar libre sobre sus hombros.
La chica que la había guiado hasta allí estaba esperando. Nicole sonrió con educación, aferrando la bolsa que Sam le había dado mientras ella la dirigía hacia la entrada del edificio. Se sentó en las sillas que había allí, esperando por su pareja.
Tenía ganas de volver a casa, aunque no supiera que sería la primera vez que lo haría.
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capítulo 1
El hombre no podía ocultar su impaciencia. Deseoso de volver a reunirse con Nicole, no dejaba de mover la pierna o tamborilear con los dedos sobre el brazo del sillón que ocupaba en aquel despacho.
Concluyó los últimos trámites, recibiendo los documentos legales necesarios ahora que había dado su visto bueno al producto que había adquirido. Porque en todo momento, de nuevo, le recordaron que no era real, aunque lo pareciera, y que no debía dejar que las apariencias le engañasen demasiado ya que se había observado en otros casos que lo que pretendía ser una cura había llegado a causar algún trastorno. En caso de que notase que necesitaba ayuda, le entregaron la tarjeta de un psicólogo cuya primera consulta entraba en lo que ya había pagado. Aunque Sam no creía que tanta parafernalia fuera necesaria.
Con todo cerrado, un apretón de manos sirvió de despedida cuando le indicaron donde estaba su Nicole.
La pudo ver antes de llegar, increíblemente guapa con aquel vestido y ese peinado que le gustaba hacerse. Ahora sí que era completamente ella, tal y como la recordaba.
Una sonrisa iluminó su rostro cuando llegó hasta su lado apretando el paso.- Lo siento, ¿has tenido que esperar mucho? -Preguntó, disculpándose.- Voy a pedirnos un taxi, pero ya podemos salir. Hace un buen día. -Uno de esos días que a ella le gustaban, en los que el sol brillaba y aportaba calidez.
Sam mentiría si dijera que se había fijado en ese detalle antes. Porque hasta que la volvió a ver, su mundo se había vuelto gris y frío, nada conseguía hacerle sentir bien, excepto la idea de volver a tenerla a su lado.
Concluyó los últimos trámites, recibiendo los documentos legales necesarios ahora que había dado su visto bueno al producto que había adquirido. Porque en todo momento, de nuevo, le recordaron que no era real, aunque lo pareciera, y que no debía dejar que las apariencias le engañasen demasiado ya que se había observado en otros casos que lo que pretendía ser una cura había llegado a causar algún trastorno. En caso de que notase que necesitaba ayuda, le entregaron la tarjeta de un psicólogo cuya primera consulta entraba en lo que ya había pagado. Aunque Sam no creía que tanta parafernalia fuera necesaria.
Con todo cerrado, un apretón de manos sirvió de despedida cuando le indicaron donde estaba su Nicole.
La pudo ver antes de llegar, increíblemente guapa con aquel vestido y ese peinado que le gustaba hacerse. Ahora sí que era completamente ella, tal y como la recordaba.
Una sonrisa iluminó su rostro cuando llegó hasta su lado apretando el paso.- Lo siento, ¿has tenido que esperar mucho? -Preguntó, disculpándose.- Voy a pedirnos un taxi, pero ya podemos salir. Hace un buen día. -Uno de esos días que a ella le gustaban, en los que el sol brillaba y aportaba calidez.
Sam mentiría si dijera que se había fijado en ese detalle antes. Porque hasta que la volvió a ver, su mundo se había vuelto gris y frío, nada conseguía hacerle sentir bien, excepto la idea de volver a tenerla a su lado.
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capítulo 1
Sentada en aquel lugar parecía un completa muñeca, sus manos sobre el regazo, piernas recogidas hacia atrás y una mirada perdida en la pantalla que iba pasando anuncios. La verdadera Nicole habría sacado su teléfono para perderse en redes sociales durante diez minutos mientras esperaba a su marido, pero ella no tuvo esa necesidad. Puede que la razón principal fuese porque su teléfono no estaba operativo y la otra era que la programación estaba preparada para reaccionar a los estímulos. Le habían dicho que esperara y ella esperaba como si lo único importante fuese ver aparecer a Sam.
Los ojos de la joven brillaron, levantándose de donde estaba para encontrarse con su amado, manos extendidas para coger las del contrario. La ilusión que albergaba su pecho cada vez que los ojos de Sam la miraban con ese anhelo no tenía ningún tipo de paralelo. Era el sentimiento correcto y no dudo en acercarse para darle un abrazo, como si la distancia de haber estado tanto separados pudiese curarse con un simple acto.
— ¿Podríamos hacer parte del camino a pie? — Pidió, a pesar de saber que Sam cargaba con una bolsa por lo que había traído a aquel lugar, para ella en realidad —. Tal vez parar en alguna cafetería, la verdad es que tengo hambre y estoy antojada de una tostada francesa — admitió como una niña pequeña, haciendo un pequeño mohín.
Días soleados que en su memoria se relacionaban con salir con Sam, tomar algo juntos en alguna terraza hasta hacer el tonto subiéndose en su regazo. Seguro, algo en su interior le gritaba que era lo que debía pedir para hacerlo feliz.
Los ojos de la joven brillaron, levantándose de donde estaba para encontrarse con su amado, manos extendidas para coger las del contrario. La ilusión que albergaba su pecho cada vez que los ojos de Sam la miraban con ese anhelo no tenía ningún tipo de paralelo. Era el sentimiento correcto y no dudo en acercarse para darle un abrazo, como si la distancia de haber estado tanto separados pudiese curarse con un simple acto.
— ¿Podríamos hacer parte del camino a pie? — Pidió, a pesar de saber que Sam cargaba con una bolsa por lo que había traído a aquel lugar, para ella en realidad —. Tal vez parar en alguna cafetería, la verdad es que tengo hambre y estoy antojada de una tostada francesa — admitió como una niña pequeña, haciendo un pequeño mohín.
Días soleados que en su memoria se relacionaban con salir con Sam, tomar algo juntos en alguna terraza hasta hacer el tonto subiéndose en su regazo. Seguro, algo en su interior le gritaba que era lo que debía pedir para hacerlo feliz.
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capítulo 1
Le agradó más de lo que imaginaba sentir a Nicole buscar sus manos, que no tuvo reparo en ofrecerle. Y sonrió abiertamente ante su petición e incluso soltó una leve risa, feliz de escuchar algo tan propio de ella.
La echaba tanto de menos que cualquiera de esos pequeños gestos y peticiones le empujaban más a esa burbuja en que se había metido desde que la vio abrir los ojos.
- ¡Claro que sí! -Respondió emocionado con la idea.- Podemos llegar en taxi hasta el parque y seguir a pie desde allí. -Propuso, dado que en aquella zona había poco que ver, todo eran edificios grises y le apetecía ver a Nicole en un ambiente más libre y abierto, en ese paraíso en que él mismo se sentía.- Además, hay bastantes terrazas y cafeterías, seguro que podemos tomar tostadas francesas o cualquier cosa que se te antoje. -Sería incapaz de negarle nada en ese momento.
Salieron del edificio de la mano y esperaron junto a la parada de taxis a que uno libre apareciera para llevarles. Dio las indicaciones para que les dejaran cerca de una de las entradas del parque. Podrían pasear y caminar con tranquilidad.
Sam todavía no se atrevía a preguntar si recordaba alguna de aquellas cosas o anécdotas vividas. Temía que de alguna forma se rompiera el embrujo en el que se había dejado caer.
La echaba tanto de menos que cualquiera de esos pequeños gestos y peticiones le empujaban más a esa burbuja en que se había metido desde que la vio abrir los ojos.
- ¡Claro que sí! -Respondió emocionado con la idea.- Podemos llegar en taxi hasta el parque y seguir a pie desde allí. -Propuso, dado que en aquella zona había poco que ver, todo eran edificios grises y le apetecía ver a Nicole en un ambiente más libre y abierto, en ese paraíso en que él mismo se sentía.- Además, hay bastantes terrazas y cafeterías, seguro que podemos tomar tostadas francesas o cualquier cosa que se te antoje. -Sería incapaz de negarle nada en ese momento.
Salieron del edificio de la mano y esperaron junto a la parada de taxis a que uno libre apareciera para llevarles. Dio las indicaciones para que les dejaran cerca de una de las entradas del parque. Podrían pasear y caminar con tranquilidad.
Sam todavía no se atrevía a preguntar si recordaba alguna de aquellas cosas o anécdotas vividas. Temía que de alguna forma se rompiera el embrujo en el que se había dejado caer.
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capítulo 1
El entusiasmo en la voz de Sam hizo que Nicole sonriese de la manera más sincera posible. La felicidad del contrario parecía llenar cada espacio en su pecho, como si la razón por la que estuviese allí se estuviese cumpliendo. Era una emoción extraña, pero no dudo en apretar su mano, recordándole que estaba allí mientras salían al exterior.
— Tengo muchas ganas — aseguró, tomando una respiración profunda al salir afuera y mirando el cielo azul que los amparaba. Era un buen día, el mejor día para haber vuelto a la vida de la persona a la que estaba destina, de eso no tenía la menor duda —. ¿La cafetería a la que fuimos en tu cumpleaños hace un par de años sigue abierta? Los postres estaban tan buenos que era imposible no querer repetir — recordó, ese momento en el que habían tenido que debatirse entre si compartir un tercer postre o cogerse uno para cada uno.
Siguió a Sam sin dudarlo, quedándose al margen cuando no le permitieron ayudar a meter la maleta en el coche y sentándose en la parte trasera del coche. Una vez su pareja estuvo dentro extendió el brazo para tomarle la mano, un gesto habitual en la relación que tenían, como si no pudiesen pasar mucho tiempo separados, no dudaba que esa era la razón por la que habían levantado envidias.
Una vez el coche se detuvo agradeció el gesto del taxista al abrirle la puerta, saliendo a la civilización. Una suave sonrisa sobre sus labios mientras registraba todo a su alrededor. Había una brisa agradable, los árboles estaban florecidos y se escuchaban los ecos de los niños jugando en alguno de los parques cercanos.
— ¿Me sorprende con su elección o me deja elegir, buen señor? — Preguntó al vez aparecer a Sam después de pagar y con la maleta en la mano.
— Tengo muchas ganas — aseguró, tomando una respiración profunda al salir afuera y mirando el cielo azul que los amparaba. Era un buen día, el mejor día para haber vuelto a la vida de la persona a la que estaba destina, de eso no tenía la menor duda —. ¿La cafetería a la que fuimos en tu cumpleaños hace un par de años sigue abierta? Los postres estaban tan buenos que era imposible no querer repetir — recordó, ese momento en el que habían tenido que debatirse entre si compartir un tercer postre o cogerse uno para cada uno.
Siguió a Sam sin dudarlo, quedándose al margen cuando no le permitieron ayudar a meter la maleta en el coche y sentándose en la parte trasera del coche. Una vez su pareja estuvo dentro extendió el brazo para tomarle la mano, un gesto habitual en la relación que tenían, como si no pudiesen pasar mucho tiempo separados, no dudaba que esa era la razón por la que habían levantado envidias.
Una vez el coche se detuvo agradeció el gesto del taxista al abrirle la puerta, saliendo a la civilización. Una suave sonrisa sobre sus labios mientras registraba todo a su alrededor. Había una brisa agradable, los árboles estaban florecidos y se escuchaban los ecos de los niños jugando en alguno de los parques cercanos.
— ¿Me sorprende con su elección o me deja elegir, buen señor? — Preguntó al vez aparecer a Sam después de pagar y con la maleta en la mano.
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capítulo 1
Sam solo pudo admirarse al ver la forma en que Nicole tomaba aire al salir. La brisa le mecía los cabellos y él solo podía pensar en cuánto había echado de menos algo tan sencillo como eso. Porque lo había echado todo de menos. Todo lo que era ella y tenerla a su lado.
- Es increíble que te acuerdes de eso. -No lo era tanto si se paraba a pensar en que él mismo había ofrecido todos los datos de su vida para poder recrearla de aquel modo tan fiable, pero en ese instante un detalle como aquel ni siquiera importaba.- Pero claro, podemos ir y compartir tantos postres como quieras. -Llevaba mucho sin querer tomar algo dulce, pero no le cabía duda de que en aquel momento sería capaz de tomarse tres trozos de tarta solo por hacerlo con ella.
Cuando llegó el taxi, ayudó con el maletero y no tardó en estar sentado junto a Nicole. Desde el trágico accidente el sonido del motor le tensaba, pero la necesidad de moverse por la ciudad había hecho que consiguiera dominarse, aunque fue bastante difícil las primeras veces. Pero cuando su mujer puso la mano sobre la suya, fue como si aquel peso que llevaba consigo, como si todo ese miedo, se esfumara y por fin lograse respirar. Le dedicó una sonrisa y puso la mano libre sobre la suya, afianzando esa sujeción que tanto necesitaba.
No tardaron en llegar al parque, por suerte no había demasiado tráfico a esas horas. Dejó que Nicole saliera primero mientras él pagaba y recuperaba la maleta pequeña.
La pregunta de la mujer al acercarse le hizo sonreír ampliamente.
- Sin duda la dejo elegir, bella dama. -Bromeó añadiendo una reverencia a su respuesta.- Es un día especial y estoy dispuesto a cumplir todos sus deseos, señora mía. -Le ofreció su brazo entonces para empezar a caminar hacia el parque. Tendrían que cruzarlo para llegar a la cafetería, si es que era ese su destino y Nicole no tenía otra maravillosa ocurrencia antes.
- Es increíble que te acuerdes de eso. -No lo era tanto si se paraba a pensar en que él mismo había ofrecido todos los datos de su vida para poder recrearla de aquel modo tan fiable, pero en ese instante un detalle como aquel ni siquiera importaba.- Pero claro, podemos ir y compartir tantos postres como quieras. -Llevaba mucho sin querer tomar algo dulce, pero no le cabía duda de que en aquel momento sería capaz de tomarse tres trozos de tarta solo por hacerlo con ella.
Cuando llegó el taxi, ayudó con el maletero y no tardó en estar sentado junto a Nicole. Desde el trágico accidente el sonido del motor le tensaba, pero la necesidad de moverse por la ciudad había hecho que consiguiera dominarse, aunque fue bastante difícil las primeras veces. Pero cuando su mujer puso la mano sobre la suya, fue como si aquel peso que llevaba consigo, como si todo ese miedo, se esfumara y por fin lograse respirar. Le dedicó una sonrisa y puso la mano libre sobre la suya, afianzando esa sujeción que tanto necesitaba.
No tardaron en llegar al parque, por suerte no había demasiado tráfico a esas horas. Dejó que Nicole saliera primero mientras él pagaba y recuperaba la maleta pequeña.
La pregunta de la mujer al acercarse le hizo sonreír ampliamente.
- Sin duda la dejo elegir, bella dama. -Bromeó añadiendo una reverencia a su respuesta.- Es un día especial y estoy dispuesto a cumplir todos sus deseos, señora mía. -Le ofreció su brazo entonces para empezar a caminar hacia el parque. Tendrían que cruzarlo para llegar a la cafetería, si es que era ese su destino y Nicole no tenía otra maravillosa ocurrencia antes.
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capítulo 1
Nicole mostró una sonrisa, una que se habían cerciorado que fuese exactamente igual a los recuerdos entregados. Las expresiones eran una puerta al alma, la seguridad de que estaban haciendo un buen trabajo con androides como Nicole. No apreciar la diferencia de que era completamente humana.
— ¿A qué te refieres? — Preguntó, dándole un pequeño toquecito en la frente, un gesto cariñoso que ellos dos compartían sin que nadie más entendiese la simple cercanía que podía significar —. ¡Siempre he tenido mejor memoria que tú! — Bramó poniendo las manos en sus caderas en un gesto ligeramente infantil que explotó en una pequeña risa mientras continuaban su camino.
Esa era la felicidad que debía sentir, el estar al lado de Sam y hacerle ver que todo estaba bien. Ella había sido creada con ese propósito, ser el alivio para Sam sin darse cuenta. Todos sus mecanismos estaban ahí para seguir moviéndose como Nicole lo haría, porque no había duda de que ella era todo lo que quedaba de la mujer que Sam recordaba.
Estar alejada de aquellos edificios siniestros era una facilidad, aquellas calles eran conocidas, lugares en los que había estado antes y empatizar. Sonrió en dirección de Sam, entrelazando sus dedos y notando el calor contrario en su palma.
—¡Vamos allá! — Anunció con toda la emoción, caminando por las calles, apreciando la brisa, los olores, las risas… Todo lo que indicaba que ella se encontraba viva, que era una más de esa sociedad sin importar los secretos que hubiese detrás de esa sensación.
Siguió el camino que recordaba hasta dar con la cafetería que buscaba, parecían haber renovado el lugar, pero el cartel mostraba el mismo nombre y no iba a negar que se veía más presentable que la última vez que estuvieron allí.
— Esperemos que los postres sigan sabiendo igual de bien — Comentó, apretando la mano de Sam y tirando de él para poder entrar en el lugar que los golpeó con el aroma de la pastelería recién hecha.
— ¿A qué te refieres? — Preguntó, dándole un pequeño toquecito en la frente, un gesto cariñoso que ellos dos compartían sin que nadie más entendiese la simple cercanía que podía significar —. ¡Siempre he tenido mejor memoria que tú! — Bramó poniendo las manos en sus caderas en un gesto ligeramente infantil que explotó en una pequeña risa mientras continuaban su camino.
Esa era la felicidad que debía sentir, el estar al lado de Sam y hacerle ver que todo estaba bien. Ella había sido creada con ese propósito, ser el alivio para Sam sin darse cuenta. Todos sus mecanismos estaban ahí para seguir moviéndose como Nicole lo haría, porque no había duda de que ella era todo lo que quedaba de la mujer que Sam recordaba.
Estar alejada de aquellos edificios siniestros era una facilidad, aquellas calles eran conocidas, lugares en los que había estado antes y empatizar. Sonrió en dirección de Sam, entrelazando sus dedos y notando el calor contrario en su palma.
—¡Vamos allá! — Anunció con toda la emoción, caminando por las calles, apreciando la brisa, los olores, las risas… Todo lo que indicaba que ella se encontraba viva, que era una más de esa sociedad sin importar los secretos que hubiese detrás de esa sensación.
Siguió el camino que recordaba hasta dar con la cafetería que buscaba, parecían haber renovado el lugar, pero el cartel mostraba el mismo nombre y no iba a negar que se veía más presentable que la última vez que estuvieron allí.
— Esperemos que los postres sigan sabiendo igual de bien — Comentó, apretando la mano de Sam y tirando de él para poder entrar en el lugar que los golpeó con el aroma de la pastelería recién hecha.
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capítulo 1
Sintió la calidez de la palma ajena en su mano, sus dedos entrelazados con los suyos y supo que estaba en el lugar al que pertenecía. Sonrió y dejó que Nicole liderase el camino, permitiéndose ver lo perfecta que era. Cómo se movía y sonreía.
En sus recuerdos había encerrado durante demasiado tiempo aquella imagen, reteniéndola para no dejar que el olvido la consumiera. No podía permitirse perderla otra vez y al final había conseguido recuperarla. Y con ella su vida.
Se detuvieron al encontrar la cafetería, que parecía haber sido redecorada desde que la visitaron.- Seguro que sí. -Respondió a su comentario sobre los postres.
Nada más entrar les llegó el reconfortante olor de la repostería recién hecha, que se mostraba en las neveras del establecimiento. Una joven muy amable se acercó para ofrecerse a llevarles a una mesa, dejándolos en un rinconcito íntimo y cuidadosamente adornado, propio para una cita se imaginó.
- Ha mejorado mucho desde la última vez, sí. -Comentó con Nicole, pensando que ahora tenía ese toque de romanticismo.- Creo que han querido aprovechar el boom de las series de época. -Porque lo cierto es que parecía que habían viajado a otro tiempo o como poco a otro lugar, quizá París.- ¿Qué te apetece probar primero? Yo he visto una tarta francesa de chocolate que me ha apetecido mucho. -Bromeó, señalando el lugar en el que la había visto con la cabeza.
En sus recuerdos había encerrado durante demasiado tiempo aquella imagen, reteniéndola para no dejar que el olvido la consumiera. No podía permitirse perderla otra vez y al final había conseguido recuperarla. Y con ella su vida.
Se detuvieron al encontrar la cafetería, que parecía haber sido redecorada desde que la visitaron.- Seguro que sí. -Respondió a su comentario sobre los postres.
Nada más entrar les llegó el reconfortante olor de la repostería recién hecha, que se mostraba en las neveras del establecimiento. Una joven muy amable se acercó para ofrecerse a llevarles a una mesa, dejándolos en un rinconcito íntimo y cuidadosamente adornado, propio para una cita se imaginó.
- Ha mejorado mucho desde la última vez, sí. -Comentó con Nicole, pensando que ahora tenía ese toque de romanticismo.- Creo que han querido aprovechar el boom de las series de época. -Porque lo cierto es que parecía que habían viajado a otro tiempo o como poco a otro lugar, quizá París.- ¿Qué te apetece probar primero? Yo he visto una tarta francesa de chocolate que me ha apetecido mucho. -Bromeó, señalando el lugar en el que la había visto con la cabeza.
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capítulo 1
Vio el lugar maravillada, cerrando los ojos un momento para imaginarse una de esas novelas que siempre tenía en la mano. A veces creía que Sam la echaría de casa cuando compraba más libros de la cuenta, pero él parecía siempre tener buen humor al respecto, sabía que a ella le gustaba introducirse en aquellos mundos y la dejaba ser. La única vez que tuvieron problemas fue cuando casi perdió la tarjeta por haber estado decidiendo entre veinte libros al solo poderse comprar cinco, buenas memorias sin duda.
— Creo que este lugar se ha convertido en mi lugar favorito del mundo — aseguró, volteándose hacia él para poder cogerlo del brazo —. ¿Crees que si preguntamos nos dejarían venir a hacer una sesión de fotos en las que vamos vestidos de época? — La memoria de Nicole volvió a moverse a toda velocidad, haciendo que las diferentes fotografías sobre el tema saltasen en su cabeza. Ahí estaban, siempre queriendo hacer fiestas temáticas e invitando a amigos. Todavía estaba segura que su boda iba a tener ese tipo de temática y le importaba poco que la gente fuese a estar incómoda con los corsé todo el día.
Se sentaron y Nicole tomó la carta para mirar de arriba abajo el menú, hasta este parecía una replica de una noticia antigua de periódico y los detalles tan bien cuidados estaban haciendo que la rubia se emocionase todavía más. Todo era nuevo para ella, a pesar de estar aferrada a recuerdos del pasado, parte de su procesamiento era que aquello sería una obsesión para ella por todos los datos registrados.
— No sería yo si no cogiese la tarta de arándanos — respondió, tapándose hasta la nariz con la carta para que Sam solo pudiese ver sus ojos —. Aunque no niego que la tartaleta de limón también me llama la atención, ¿crees que pueda coger ambas o será demasiado? — Preguntó, separando la carta una vez más y bajando la vista para poder leer los diferentes tipos de té que tenían.
— Creo que este lugar se ha convertido en mi lugar favorito del mundo — aseguró, volteándose hacia él para poder cogerlo del brazo —. ¿Crees que si preguntamos nos dejarían venir a hacer una sesión de fotos en las que vamos vestidos de época? — La memoria de Nicole volvió a moverse a toda velocidad, haciendo que las diferentes fotografías sobre el tema saltasen en su cabeza. Ahí estaban, siempre queriendo hacer fiestas temáticas e invitando a amigos. Todavía estaba segura que su boda iba a tener ese tipo de temática y le importaba poco que la gente fuese a estar incómoda con los corsé todo el día.
Se sentaron y Nicole tomó la carta para mirar de arriba abajo el menú, hasta este parecía una replica de una noticia antigua de periódico y los detalles tan bien cuidados estaban haciendo que la rubia se emocionase todavía más. Todo era nuevo para ella, a pesar de estar aferrada a recuerdos del pasado, parte de su procesamiento era que aquello sería una obsesión para ella por todos los datos registrados.
— No sería yo si no cogiese la tarta de arándanos — respondió, tapándose hasta la nariz con la carta para que Sam solo pudiese ver sus ojos —. Aunque no niego que la tartaleta de limón también me llama la atención, ¿crees que pueda coger ambas o será demasiado? — Preguntó, separando la carta una vez más y bajando la vista para poder leer los diferentes tipos de té que tenían.
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capítulo 1
No podía dejar de sonreír y sentir crecer esa calidez de nuevo en su pecho cuando escuchaba a Nicole hablar y disfrutar de todo lo que había a su alrededor. Decir que aquel lugar sería su favorito a partir de ahora.
E incluso hablar de sus fiestas temáticas.- Quizá para una sesión de fotos no, pero seguro que podemos reservarlo para un brunch. -Propuso alegre. No dudaba que el local tenía previsto esos usos también, así que quizá después preguntaría por ello.
Pero tendrían que posponer ese plan un poco, al menos hasta que sus familiares y amigos se habituaran a tener de nuevo con ellos a Nicole. No se atrevía a hablar todavía del tema con ella, pues no sabía cómo lo tomaría. Pero deseaba que tuviera de nuevo esa normalidad. Que también ellos tuvieran de nuevo a Nicole en sus vidas para hacer de ellas un lugar más bello y alegre.
La vio releer la carta antes de decidirse y le encantó escuchar lo de la tarta de arándanos.
- Podemos pedir las tres, y decir que compartiremos la de arándanos, aunque tú te comas la mayor parte. -Le guiñó un ojo. No le importaba lo más mínimo pedir un trozo más de pastel si con eso la hacía feliz. Además, aunque la tarta de arándanos no era su preferida, siempre le sabía mejor si la compartía con ella.- Puedes pedir todo lo que quieras, cariño. -Sonrió.- ¿Algún té en especial que te apetezca? -Preguntó. En eso, al contrario que con las tartas, él era todo un clásico.
E incluso hablar de sus fiestas temáticas.- Quizá para una sesión de fotos no, pero seguro que podemos reservarlo para un brunch. -Propuso alegre. No dudaba que el local tenía previsto esos usos también, así que quizá después preguntaría por ello.
Pero tendrían que posponer ese plan un poco, al menos hasta que sus familiares y amigos se habituaran a tener de nuevo con ellos a Nicole. No se atrevía a hablar todavía del tema con ella, pues no sabía cómo lo tomaría. Pero deseaba que tuviera de nuevo esa normalidad. Que también ellos tuvieran de nuevo a Nicole en sus vidas para hacer de ellas un lugar más bello y alegre.
La vio releer la carta antes de decidirse y le encantó escuchar lo de la tarta de arándanos.
- Podemos pedir las tres, y decir que compartiremos la de arándanos, aunque tú te comas la mayor parte. -Le guiñó un ojo. No le importaba lo más mínimo pedir un trozo más de pastel si con eso la hacía feliz. Además, aunque la tarta de arándanos no era su preferida, siempre le sabía mejor si la compartía con ella.- Puedes pedir todo lo que quieras, cariño. -Sonrió.- ¿Algún té en especial que te apetezca? -Preguntó. En eso, al contrario que con las tartas, él era todo un clásico.
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capítulo 1
La expresión de Nicole no dejó ninguna muestra de que fuese un producto artificial, cada pequeña arruga que se formaba en sus ojos se replicó. Ella era en toda regla la persona que su compañero había perdido y la jovialidad que irradiaba no podía confundirse con ninguna inteligencia artificial. Había vuelto para hacer feliz a Sam y verlo hacer planes con ella era lo más bonito que podían imaginar.
— Bueno, nadie dice que en un brunch no se pueda hacer una sesión fotográfica — respondió con cierta malicia, juntando sus palmas y llevándoselas cerca de la nariz, para moverlos dedos de forma maquiavélica. Una manía que había cogido de sus seria de la infancia y que pocos había visto graciosa aparte de Sam. Él quela quería con todos sus defectos y costumbres raras, él, que había sido la luz en toda su vida. Lo sabía bien, porque podía actuar como era, como Sam la recordaba.
Hizo un mohín sin darse cuenta al escuchar a su pareja, frunciendo ligeramente las cejas y volteando el rostro como una niña pequeña que acaba de ser regañada. Puede que estuviese diciendo la verdad, pero eso no quitaba que la tarta de arándonos fuese la mejor de todas.
— No hay pruebas de lo que dices, así que pienso seguir ofendida hasta que puedas demostrar que la que come más tarta soy yo y no los duendes cuando volteas el rostro y no nos observas — señalizó, como una pequeña que está intentando salirse con la suya. Terminaron por pedir todo y la rubia se sintió entusiasmada. Extendió el brazo por encima de la mesa, para que Sam pudiese coger su mano y entrelazar sus dedos. Se sentía cálido al tacto y tuvo que cerrar los ojos y dejar escapar un suspiro —. Me alegro de tenerte conmigo, de nuevo — soltó, como si fuese lo normal, como si no comprendiera que la que se había marchado era ella y había vuelto diferente, pero igual.
— Bueno, nadie dice que en un brunch no se pueda hacer una sesión fotográfica — respondió con cierta malicia, juntando sus palmas y llevándoselas cerca de la nariz, para moverlos dedos de forma maquiavélica. Una manía que había cogido de sus seria de la infancia y que pocos había visto graciosa aparte de Sam. Él quela quería con todos sus defectos y costumbres raras, él, que había sido la luz en toda su vida. Lo sabía bien, porque podía actuar como era, como Sam la recordaba.
Hizo un mohín sin darse cuenta al escuchar a su pareja, frunciendo ligeramente las cejas y volteando el rostro como una niña pequeña que acaba de ser regañada. Puede que estuviese diciendo la verdad, pero eso no quitaba que la tarta de arándonos fuese la mejor de todas.
— No hay pruebas de lo que dices, así que pienso seguir ofendida hasta que puedas demostrar que la que come más tarta soy yo y no los duendes cuando volteas el rostro y no nos observas — señalizó, como una pequeña que está intentando salirse con la suya. Terminaron por pedir todo y la rubia se sintió entusiasmada. Extendió el brazo por encima de la mesa, para que Sam pudiese coger su mano y entrelazar sus dedos. Se sentía cálido al tacto y tuvo que cerrar los ojos y dejar escapar un suspiro —. Me alegro de tenerte conmigo, de nuevo — soltó, como si fuese lo normal, como si no comprendiera que la que se había marchado era ella y había vuelto diferente, pero igual.
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capítulo 1
Aquel gesto maquiavélico de Nicole casi le hace llorar al pensar que no se le había ocurrido que lo echaría tanto de menos. Como ese tipo de ideas que se le ocurrían siempre intentando salirse con la suya. La adoraba.
Consiguió reponerse con un poco de dificultad para responder a su plan.- Eso es cierto. -Asintió. Podían organizar un brunch con sesión fotográfica para ella. Haría cualquier cosa para ella en realidad.
Sonrió para sí al verla con aquel gesto infantil y ofendido al escuchar que se comería la mayor parte de la tarta de arándanos. Pero no creía que fuera a intentar negar que le gustaba demasiado. En lugar de eso culpó a los duendecillos invisibles.- Es lo malo de que solo tú los veas, te toca llevarte la culpa. -Bromeó él, como solía hacer cuando decía aquellas cosas.
Al ver su brazo sobre la mesa, el gesto de coger su mano y entrelazar sus dedos no necesitó ni ser pensado, simplemente lo hizo. Su cuerpo actuaba sin más con ella. Su sonrisa se ablandó al escucharla decir aquello.- Y yo, amor mío. -Respondió él, no pudiendo ser capaz de decir otra cosa.- Pero ya no vamos a separarnos, nunca más. -Y eso era una promesa para ambos, no iba a permitir que le ocurriera de nuevo nada parecido a aquello. No iba a sufrir ningún tipo de daño.
No tardaron en servirles y tuvo que soltar la mano de Nicole, casi a regañadientes, para poder comer.- Tengo unos días de vacaciones y puedo quedarme en casa contigo. O también podemos ir a alguna parte, ¿te apetece? -Quería pasar tiempo con ella, disfrutar con ella, volver a saborear esa vida que le habían arrebatado.
Consiguió reponerse con un poco de dificultad para responder a su plan.- Eso es cierto. -Asintió. Podían organizar un brunch con sesión fotográfica para ella. Haría cualquier cosa para ella en realidad.
Sonrió para sí al verla con aquel gesto infantil y ofendido al escuchar que se comería la mayor parte de la tarta de arándanos. Pero no creía que fuera a intentar negar que le gustaba demasiado. En lugar de eso culpó a los duendecillos invisibles.- Es lo malo de que solo tú los veas, te toca llevarte la culpa. -Bromeó él, como solía hacer cuando decía aquellas cosas.
Al ver su brazo sobre la mesa, el gesto de coger su mano y entrelazar sus dedos no necesitó ni ser pensado, simplemente lo hizo. Su cuerpo actuaba sin más con ella. Su sonrisa se ablandó al escucharla decir aquello.- Y yo, amor mío. -Respondió él, no pudiendo ser capaz de decir otra cosa.- Pero ya no vamos a separarnos, nunca más. -Y eso era una promesa para ambos, no iba a permitir que le ocurriera de nuevo nada parecido a aquello. No iba a sufrir ningún tipo de daño.
No tardaron en servirles y tuvo que soltar la mano de Nicole, casi a regañadientes, para poder comer.- Tengo unos días de vacaciones y puedo quedarme en casa contigo. O también podemos ir a alguna parte, ¿te apetece? -Quería pasar tiempo con ella, disfrutar con ella, volver a saborear esa vida que le habían arrebatado.
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capítulo 1
Sacó la lengua en un gesto infantil, uno de los tics que más tenía su avatar al parecer. Eran esos pequeños detalles que hacían de ella lo que era. El perfecto repuesto, nadie podría decir que no era la verdadera Nicole, al menos no a primera vista. Ella era todo lo que Sam hubiese deseado y por eso estaba allí, sonriendo, respondiendo y actuando como él hubiese esperado que lo hiciera.
— En algún momento te morderán los dedos de los pies y no tendrás otra que creerme — se quejó, como una niña a la que acaban de pillar intentando robar los dulces del armario.
Podía ver ese brillo en los ojos de Sam y estaba ahí para hacerlo feliz. Eso era lo que más claro tenía, cada una de sus interacciones, cada ruido que escuchaba, todo parecía disponerse para que el hombre de su vida fuese feliz. Apretó su mano dulcemente, sus dedos entrelazados sobre la mesa, ambos mirándose como hacía tanto que no hacían. Veía el anhelo en sus ojos, lo que esperaba de ella y que le daría sin dudar un solo segundo.
— Claro, no podría negarme a unas vacaciones contigo — sonrió, de manera extensa y tan feliz que nadie podría decir que en su rostro no se reflejaban todas las luces —. Llevábamos tiempo hablando de las vacaciones, ¿la casa en el lago de la que hablamos? Recuerdo que estaba rodeada de montañas y sé que te encanta caminar, aunque me vayas a hacer madrugar todos los días — se quejó. Ladeó la cabeza, sin soltar la mano que le había extendido, aquella certeza del amor que se procesaban, que se procesarían para siempre.
— En algún momento te morderán los dedos de los pies y no tendrás otra que creerme — se quejó, como una niña a la que acaban de pillar intentando robar los dulces del armario.
Podía ver ese brillo en los ojos de Sam y estaba ahí para hacerlo feliz. Eso era lo que más claro tenía, cada una de sus interacciones, cada ruido que escuchaba, todo parecía disponerse para que el hombre de su vida fuese feliz. Apretó su mano dulcemente, sus dedos entrelazados sobre la mesa, ambos mirándose como hacía tanto que no hacían. Veía el anhelo en sus ojos, lo que esperaba de ella y que le daría sin dudar un solo segundo.
— Claro, no podría negarme a unas vacaciones contigo — sonrió, de manera extensa y tan feliz que nadie podría decir que en su rostro no se reflejaban todas las luces —. Llevábamos tiempo hablando de las vacaciones, ¿la casa en el lago de la que hablamos? Recuerdo que estaba rodeada de montañas y sé que te encanta caminar, aunque me vayas a hacer madrugar todos los días — se quejó. Ladeó la cabeza, sin soltar la mano que le había extendido, aquella certeza del amor que se procesaban, que se procesarían para siempre.
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capítulo 1
Teniéndola ahí delante, viendo sus sonrisas, sus gestos, escuchando sus palabras, tocando su mano... Sam sentía que podía ser feliz de nuevo. Y era muy fácil centrarse en su presencia, en ella, y olvidar todo lo demás.
Olvidar por aquel momento el dolor, los días de insomnio y de apenas comer. Las lesiones que iban mucho más allá de lo físico tras el accidente y pensó que nunca curarían. Era demasiado fácil olvidar todo aquello. Olvidar que no era su Nicole, que no había estado a punto de arruinarse para conseguir que regresara a su lado.
Sentía como si estuviera en un sueño donde todo era posible. Y quizá lo fuera.
Porque una parte de él aún le recordaba que aquellas respuestas eran parte de un complejo programa informático, algo artificial. Pero tan realista que parecía natural que ella supiera lo de sus vacaciones, de las que tanto habían hablado. Las que posponían continuamente... Algo que Sam no pensaba repetir.
Asintió.- Sí, la casa del lago. -Sonrió al escuchar sus pegas sobre madrugar para ir a caminar.- Es la mejor hora y te prometo que las vistas merecerán la pena si me acompañas. -"Por favor, acompáñame" decían sus ojos.- Y tienes mi palabra de que no dejaré que ningún oso nos robe la cesta de picnic. -Añadió a modo de broma, ya que solían bromear con aquellos dibujos que ambos conocían de cuando eran niños, el Oso Yogui que robaba a los campistas.- Cuando estemos en casa empezaremos a planearlo todo, ¿de acuerdo? Espero que nos dejen reservar con poco tiempo de antelación. -Seguro que podía convencerles. Y si no podía él, podía dejarle el asunto a Nicole, a ella nadie podía negarle nada.
Olvidar por aquel momento el dolor, los días de insomnio y de apenas comer. Las lesiones que iban mucho más allá de lo físico tras el accidente y pensó que nunca curarían. Era demasiado fácil olvidar todo aquello. Olvidar que no era su Nicole, que no había estado a punto de arruinarse para conseguir que regresara a su lado.
Sentía como si estuviera en un sueño donde todo era posible. Y quizá lo fuera.
Porque una parte de él aún le recordaba que aquellas respuestas eran parte de un complejo programa informático, algo artificial. Pero tan realista que parecía natural que ella supiera lo de sus vacaciones, de las que tanto habían hablado. Las que posponían continuamente... Algo que Sam no pensaba repetir.
Asintió.- Sí, la casa del lago. -Sonrió al escuchar sus pegas sobre madrugar para ir a caminar.- Es la mejor hora y te prometo que las vistas merecerán la pena si me acompañas. -"Por favor, acompáñame" decían sus ojos.- Y tienes mi palabra de que no dejaré que ningún oso nos robe la cesta de picnic. -Añadió a modo de broma, ya que solían bromear con aquellos dibujos que ambos conocían de cuando eran niños, el Oso Yogui que robaba a los campistas.- Cuando estemos en casa empezaremos a planearlo todo, ¿de acuerdo? Espero que nos dejen reservar con poco tiempo de antelación. -Seguro que podía convencerles. Y si no podía él, podía dejarle el asunto a Nicole, a ella nadie podía negarle nada.
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capítulo 1
Podía ver una tristeza extraña en los ojos de Sam, pero aquella Nicole no era capaz de entenderlo. No comprendía algo que no había entrado en su programa, ella actuaba según lo que le habían ordenado. Su sonrisa era eterna en ese momento, por eso ladeó la cabeza, sonriendo como si no hubiese visto ese brillo triste.
— Sería imposible que no te acompañara, claro que luego a la tarde tendrás que venir a bañarte conmigo en el lago o no aceptaré el trato, ¿eh? — Intentó negociar, de esa manera en la que siempre hacían. Nicole haría lo que fuese por Sam, aún cuando este fruncía el ceño y parecía estar metido en su propia cabeza. Él la compensaba después o antes, dependiendo de quien de los dos estuviese siendo más cabezón.
Era la forma en la que funcionaban y la mención de mirar el viaje cuando volviesen a casa hizo que Nicole diese unas cuantas palmadas ilusionadas, llamando la atención de algunas otras mesas. Con un ligero sonrojo se giro para pedir disculpas. Miró a Sam, pidiendo disculpas con las manos juntas y después riendo suavemente.
Aquella aventura era la primera para esa nueva Nicole, pero se sentía como si fuese un día más. Ella no podía entender lo que había cambiado, como todo lo que estaban por hacer era una simple compensación de lo que no se pudo hacer con la real. A pesar de ello se quedó al lado de Sam. Tomaron sus postres felices, rieron y se tomaron de la mano al salir del restaurante.
Era una nueva vida para Nicole y una para Sam, aunque este solo estuviese viviendo lo que no pudo con la verdadera.
— Sería imposible que no te acompañara, claro que luego a la tarde tendrás que venir a bañarte conmigo en el lago o no aceptaré el trato, ¿eh? — Intentó negociar, de esa manera en la que siempre hacían. Nicole haría lo que fuese por Sam, aún cuando este fruncía el ceño y parecía estar metido en su propia cabeza. Él la compensaba después o antes, dependiendo de quien de los dos estuviese siendo más cabezón.
Era la forma en la que funcionaban y la mención de mirar el viaje cuando volviesen a casa hizo que Nicole diese unas cuantas palmadas ilusionadas, llamando la atención de algunas otras mesas. Con un ligero sonrojo se giro para pedir disculpas. Miró a Sam, pidiendo disculpas con las manos juntas y después riendo suavemente.
Aquella aventura era la primera para esa nueva Nicole, pero se sentía como si fuese un día más. Ella no podía entender lo que había cambiado, como todo lo que estaban por hacer era una simple compensación de lo que no se pudo hacer con la real. A pesar de ello se quedó al lado de Sam. Tomaron sus postres felices, rieron y se tomaron de la mano al salir del restaurante.
Era una nueva vida para Nicole y una para Sam, aunque este solo estuviese viviendo lo que no pudo con la verdadera.
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capítulo 2
Fue un poco más complicado de lo que había pensado cuando tuvo la idea de las vacaciones. Milagrosamente, en el trabajo no le pusieron problema a que se cogiera unos días que le debían si adelantaba algo de trabajo antes. Pero lo que parecía misión imposible era dar con el dueño de la casita junto al lago que Nicole y él habían mirado tantas veces.
Porque, por supuesto, tenía que ser esa y no otra.
Al final lo consiguió y tuvo suerte de que fuera a quedar libre en breve.
Los primeros días en casa, con Nicole de vuelta, le habían devuelto a aquella vida donde era feliz, donde todo podía salirle bien. Con sus pequeñas bromas, sus risas, todo lo que era ella.
Su corazón volvía a latir como pensó que jamás lo haría de nuevo.
Viajaron en tren hasta la villa cerca del lago, donde tendrían que ir a hacer sus compras para aquella semana de ensueño que habían planeado y tomaron un taxi para llegar hasta la casita del lago. No estaba tan lejos como para no poder ir a pie, el problema era el peso de las maletas y el camino de tierra.
La cabaña era perfecta, aislada del resto de las que había alrededor del lago. Con su elegante chimenea de piedra y todas las comodidades que podían pedir. Pero lo que de verdad había enamorado a Sam era el pequeño embarcadero, tan típico de las películas. Quería sentarse allí a ver el atardecer junto a Nicole.
- ¿Qué te parece? -Le preguntó a ella, con esa sonrisa que solo aparecía cuando la miraba.
Porque, por supuesto, tenía que ser esa y no otra.
Al final lo consiguió y tuvo suerte de que fuera a quedar libre en breve.
Los primeros días en casa, con Nicole de vuelta, le habían devuelto a aquella vida donde era feliz, donde todo podía salirle bien. Con sus pequeñas bromas, sus risas, todo lo que era ella.
Su corazón volvía a latir como pensó que jamás lo haría de nuevo.
Viajaron en tren hasta la villa cerca del lago, donde tendrían que ir a hacer sus compras para aquella semana de ensueño que habían planeado y tomaron un taxi para llegar hasta la casita del lago. No estaba tan lejos como para no poder ir a pie, el problema era el peso de las maletas y el camino de tierra.
La cabaña era perfecta, aislada del resto de las que había alrededor del lago. Con su elegante chimenea de piedra y todas las comodidades que podían pedir. Pero lo que de verdad había enamorado a Sam era el pequeño embarcadero, tan típico de las películas. Quería sentarse allí a ver el atardecer junto a Nicole.
- ¿Qué te parece? -Le preguntó a ella, con esa sonrisa que solo aparecía cuando la miraba.
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Take me to the lakes
capítulo 2
Aquella casa era el lugar perfecto para ello. Volver allí significaba no haberse marchado nunca. Las tareas del hogar se le hacían sencillas, cantar mientras doblaba la ropa u organizar la compra mientras Sam si iba a trabajar. Todo había caído en el saco correcto y para ella no había un choque en el pensar que no estaba yendo a trabajar. Se había tomado una pausa, era lo único que ambos necesitaban saber y como estaba de pausa podía quitarle trabajo de encima a Sam.
Además, Sam estaba organizando todo lo del viaje, Nicole no quería meterse demasiado porque, aunque hubiese sobre escuchado una conversación, entendía que quisiera que fuese más sorpresa. Cuando la avisó de que tenía la cabañita no pudo evitar levantarse y abrazarlo, reír melodiosamente en su hombro. La felicidad en el ambiente era evidente, así como sus pequeños aplausos de tener ese día para ellos finalmente.
Había metido en las maletas más de lo que podía cargar, suerte de tener a su futuro marido con ella. Sam demostraba lo fuerte que estaba, por mucho que a veces le dijera que exageraba. Tras el viaje entren y el taxi, Nicole, se bajó del taxi, mirando a su alrededor y aspirando la brisa que mecía su cabello. El hombre del taxi estaba ayudando a Sam a bajar las maletas, pero ella se acercó a esa cabaña que en tantos sueños había estado.
¿Cómo reaccionar a ello? En su programación había mucho, los sueños cumplidos no eran fáciles de meter, ni de entender para ella. Estaba esa sensación primaria de sonreír y agradecer. La Nicole real puede que hubiese hecho alguna broma de que el tiempo de espera mereció la pena, pero ella se giró para besar la mejilla de Sam cuando se acercó.
— Todo es perfecto — aseguró, con ese brillo especial en los ojos, caminando para entrar en el lugar y ver los perfectos acabados de madera. La señal de oso sobre la chimenea, la habitación perfecta con esa cama de matrimonio que emulaba perfectamente estar perdido en un bosque —. Una pena que tengamos ducha en lugar de bañera — bromeó, al ver el baño, pero eso no era culpa de Sam.
Nicole fue precavida, moviéndose a las ventanas para abrirlas y hacer algo de corriente, al tiempo que bajaba las mosquiteras para que los bichos no se los comieran.
— ¿Dejamos la ropa en los armarios o es preferible que se queden en las maletas?
Además, Sam estaba organizando todo lo del viaje, Nicole no quería meterse demasiado porque, aunque hubiese sobre escuchado una conversación, entendía que quisiera que fuese más sorpresa. Cuando la avisó de que tenía la cabañita no pudo evitar levantarse y abrazarlo, reír melodiosamente en su hombro. La felicidad en el ambiente era evidente, así como sus pequeños aplausos de tener ese día para ellos finalmente.
Había metido en las maletas más de lo que podía cargar, suerte de tener a su futuro marido con ella. Sam demostraba lo fuerte que estaba, por mucho que a veces le dijera que exageraba. Tras el viaje entren y el taxi, Nicole, se bajó del taxi, mirando a su alrededor y aspirando la brisa que mecía su cabello. El hombre del taxi estaba ayudando a Sam a bajar las maletas, pero ella se acercó a esa cabaña que en tantos sueños había estado.
¿Cómo reaccionar a ello? En su programación había mucho, los sueños cumplidos no eran fáciles de meter, ni de entender para ella. Estaba esa sensación primaria de sonreír y agradecer. La Nicole real puede que hubiese hecho alguna broma de que el tiempo de espera mereció la pena, pero ella se giró para besar la mejilla de Sam cuando se acercó.
— Todo es perfecto — aseguró, con ese brillo especial en los ojos, caminando para entrar en el lugar y ver los perfectos acabados de madera. La señal de oso sobre la chimenea, la habitación perfecta con esa cama de matrimonio que emulaba perfectamente estar perdido en un bosque —. Una pena que tengamos ducha en lugar de bañera — bromeó, al ver el baño, pero eso no era culpa de Sam.
Nicole fue precavida, moviéndose a las ventanas para abrirlas y hacer algo de corriente, al tiempo que bajaba las mosquiteras para que los bichos no se los comieran.
— ¿Dejamos la ropa en los armarios o es preferible que se queden en las maletas?
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Take me to the lakes
capítulo 2
No podía hacer otra cosa más que poner una sonrisa boba cada vez que ella le besaba en la mejilla de esa forma tierna en que solo Nicole podía hacerlo. La adoraba y era feliz al ver su entusiasmo por estar allí con él.
Pagó al taxista y pasaron al interior llevando las maletas. La cabaña era tal y como la describían, no le faltaba un detalle, así que estaba más que contento con ello. Todo iba según el plan.
Levantó la cabeza del sitio donde estaba dejando la maleta cuando la escuchó decir lo de la bañera.- Oh... no había caído en ese detalle. -Se disculpó, porque era verdad que no lo había pensado.- Pero tenemos un enorme lago al menos. -Añadió un poco en broma. Prácticamente lo iban a tener todo para ellos solos porque ya era temporada baja en la zona.
- Creo que mejor en los armarios, ¿no? Así no se arrugará demasiado. -Respondió sobre la ropa.- Y cuando terminemos... ¿qué es lo primero que quieres hacer? -Preguntó. Podían dar un paseo por los alrededores, para conocer mejor la zona en la que estaban... pero sabía que si lo decía, Nicole le acusaría de querer ponerla a hacer ejercicio nada más llegar.
Pagó al taxista y pasaron al interior llevando las maletas. La cabaña era tal y como la describían, no le faltaba un detalle, así que estaba más que contento con ello. Todo iba según el plan.
Levantó la cabeza del sitio donde estaba dejando la maleta cuando la escuchó decir lo de la bañera.- Oh... no había caído en ese detalle. -Se disculpó, porque era verdad que no lo había pensado.- Pero tenemos un enorme lago al menos. -Añadió un poco en broma. Prácticamente lo iban a tener todo para ellos solos porque ya era temporada baja en la zona.
- Creo que mejor en los armarios, ¿no? Así no se arrugará demasiado. -Respondió sobre la ropa.- Y cuando terminemos... ¿qué es lo primero que quieres hacer? -Preguntó. Podían dar un paseo por los alrededores, para conocer mejor la zona en la que estaban... pero sabía que si lo decía, Nicole le acusaría de querer ponerla a hacer ejercicio nada más llegar.
Sam - Casa del Lago - con Nicole
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capítulo 2
— No pasa nada, el lugar es tan espectacular, nos podemos acurrucar delante del fuego — indicó, intentando que Sam no se sintiera mal por ese pequeño error. La programación de su cabeza le indicaba que debía asegurarse de que su compañero se encontrase feliz en todo momento, era una ardua tarea que estaba dispuesta a cumplir, porque al final ese era su propósito ¿no?
Asintió, Sam tenía razón, como era habitual. Tomó las maletas para subirlas a la cama una a una, tampoco habían traído demasiado equipaje, Nicole solo había metido unos cuantos por si acasos. Dudaba que fuese a caer una nevada en esas fechas, pero el jersey por si refrescaba demasiado estaba ahí.
— ¿Te voy pasando cosas y las cuelgas? — Al menos eran metódicos y aquello que iría en las baldas ya estaba doblado para poder guardarlo directamente —. Me gustaría ver el lago, hasta donde yo sé hay un pequeño paseo, tal vez podamos darnos una vuelta y ver si hay alguna pequeña tienda cerca.
Sam le había dicho que el lugar era como una reserva, todos a su alrededor estaban en su misma posición. Ellos habían alquilado la cabaña, otros cogían sitios un poco más pequeños, pero Nicole estimaba que tendría que haber alguna tienda para ellos. El pueblo estaba lejos ¿no? Al final sacarían partido de los antojos de las dos de la mañana de las personas de vacaciones.
— ¿Crees que tendrán tienda de suvenires? Me apetece también poder sacarnos fotos para hacer un álbum de recortes — sonaba tan animada mientras le iba pasando la ropa —. Llevábamos tanto tiempo pensando en este viaje que nadie diría que hubieses podido hacerlo, es una fantasía.
Asintió, Sam tenía razón, como era habitual. Tomó las maletas para subirlas a la cama una a una, tampoco habían traído demasiado equipaje, Nicole solo había metido unos cuantos por si acasos. Dudaba que fuese a caer una nevada en esas fechas, pero el jersey por si refrescaba demasiado estaba ahí.
— ¿Te voy pasando cosas y las cuelgas? — Al menos eran metódicos y aquello que iría en las baldas ya estaba doblado para poder guardarlo directamente —. Me gustaría ver el lago, hasta donde yo sé hay un pequeño paseo, tal vez podamos darnos una vuelta y ver si hay alguna pequeña tienda cerca.
Sam le había dicho que el lugar era como una reserva, todos a su alrededor estaban en su misma posición. Ellos habían alquilado la cabaña, otros cogían sitios un poco más pequeños, pero Nicole estimaba que tendría que haber alguna tienda para ellos. El pueblo estaba lejos ¿no? Al final sacarían partido de los antojos de las dos de la mañana de las personas de vacaciones.
— ¿Crees que tendrán tienda de suvenires? Me apetece también poder sacarnos fotos para hacer un álbum de recortes — sonaba tan animada mientras le iba pasando la ropa —. Llevábamos tanto tiempo pensando en este viaje que nadie diría que hubieses podido hacerlo, es una fantasía.
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