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    Alchemist
    Ivanka
    Alchemist
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    Sáb Ene 08, 2022 1:40 pm

    Travesura realizada
    CON Marcus EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Se llevó la pluma a los labios y se los acarició, enfocando la mirada en algún punto de la clase, haciendo funcionar su cabecita. Las clases de Historia de la Magia eran de mortal aburrimiento, de hecho, se lo pasaba mucho mejor estudiándola sola, y aún mejor cuando repasaba con Marcus, y hacían un concurso con tarjetas con preguntas que se hacían el uno al otro, contando los puntos y… Cualquier cosa mejor que el soporífero Ferguson, la verdad.

    Ya cada vez estaba más cerca el verano, y a Gal se le volaba la imaginación al sol, a relajarse por fin… Aunque significara no estar tanto con Marcus y tener que soportar estar en su casa… Lo cual la ponía un poco triste. Pero había pasado un año terrible, el año que viene sus vidas serían muy diferentes, y por inciertas que se le hicieran algunas cosas (sus sentimientos no resueltos por Marcus, el hecho de que fuera a ser prefecto, aquel pensamiento que la acosaba de que amistad se acabaría por cosas como las que dijeron su abuela y Roslin), necesitaba cerrar aquel capítulo que había sido el más doloroso y cuesta arriba de su vida. Desde aquel momento en la tormenta, había cambiado algo en ella… Y estaba harta de plegarse a la vida y a sus miedos. Ella era libre como el viento, ni su abuela, ni mucho menos la prefecta Roslin le iba a decir lo que tenía que hacer. Tenía que volver a ser la de antes. Quizá no igual, vale, pero recuperarse un poco. ¿Y qué hubiera hecho ella antes para despedir un curso y los años de libertad de Marcus? — ¡Ya sé!Señorita Gallia, por favor, comparta ese inmenso saber con nosotros. — Mierda, lo había dicho en voz alta. Parpadeó rápidamente y enfocó la pizarra, poniendo a prueba la rapidez de su cerebro para salir del paso en según qué situaciones. — ¿Cuándo fue la última transformación del primer animago conocido? — Mira tú, esa se la sabía pero que muy bien además. — En el 478 a.C., señor. — Otra cosa no, pero la historia de Falco se la tenía más que estudiada. No solo era el primer animago, es que se transformaba en halcón ni más ni menos. — ¿Y qué ocurrió con él?No se sabe, señor. Se transformó, se fue volando y desapareció. Eso no fue exactamente así.  — Ya. Yo tampoco creo que se fuera, los halcones siempre vuelven a su origen.Lo que usted crea no es relevante. Le mataron los muggles. — Dijo con dureza y desprecio el profesor, tirando un libro encima de su mesa, probablemente para despertar a los que cabeceaban. — Que no se les olvide. — Dijo, paseando los ojos por la clase sospechosamente. Seguro que ya estaba mirando a los hijos de muggles, qué pesado era.

    Pero Gal había tenido una idea, y no podía dejar que se escapara. — Eh, prefecto. — Dijo en un susurro inclinándose hacia Marcus. Antes aprovechaba las clases con Hufflepuff para sentarse con Poppy, pero ese año, tan taciturna como estaba, la alegría Hufflepuff la agobiaba, así que había vuelto a su estado natural, al lado de Marcus, desplazando a Hillary, para alegría de Sean, que se libraba de Oly y se quedaba con Hillary de un plumazo. Vamos, y luego no le agradecían todo lo que hacía por ellos. — He tenido una idea. — Y puso su sonrisilla. Esa que hacía mucho que no sacaba a pasear. — Te queda muy poquito para tener que empezar a ejercer, y no poder disfrutar de la vida con tu mejor amiga, que está loca, como todos sabemos. — Se contuvo la risita que le dio, solo de empezar a maquinar. — Ya sé que te vas a oponer, porque las normas y todo eso. Pero, ¿qué tal si te propongo dos cosas? Una: no rompemos ninguna norma, porque dar sustos no es ilegal; y dos: nos vengamos de aquel susto monumental que nos dieron Sean y Hillary en la Casa de los Gritos, que casi acaba con nosotros. — Se movió un poco en su silla para chocarse con él flojito. — ¿Qué me dices?


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    Alchemist
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    Sáb Ene 08, 2022 4:24 pm

    Travesura realizada
    CON Alice EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Marcus no es como que necesitara muchísimos motivos para atender en clase, pero es que ahora tenía una imagen que mantener: iba a ser prefecto, y no un prefecto cualquiera, el prefecto de la casa Ravenclaw, la de los sabios, la de los inteligentes, la de los que ansían el conocimiento. Que menos que atender en clase, vamos, si se distraía precisamente él, menudo ejemplo. La prueba más difícil de superar era la de la clase del Profesor Ferguson, porque el hombre parecía esforzarse por hacerlas cada día más aburridas, y no disimulaba lo más mínimo lo harto que llegaba al final del curso. Por suerte para él, le encantaba la historia, así que se centraba en conocerla bien y trataba de abstraerse lo máximo posible de lo tedioso que era el profesor.

    Estaba atendiendo y tomando nota cuando Alice habló de repente y él dio un leve respingo. Rodó los ojos. Mira que le encantaba ponerse con su amiga, pero eso de "bueno voy a aislar lo aburrido que es el profesor y atender a la historia en sí" no iba mucho con ella, estaba en su mundo totalmente. Por supuesto, mucho iba a tardar Ferguson en regañarla. Lo bueno de Alice es que era tan perspicaz que, a pesar de estar Merlín sabía donde mentalmente, se había enterado bastante bien de lo que estaba contando. Marcus, con lo inteligente que era, no sabía como lo hacía. Si él estuviera volando con pájaros como ella, se perdería la mitad de la información, tenía que estar con todos sus sentidos puestos en lo que estaba. Cuando el profesor la corrigió y ella siguió hablando tan normal como si fuera un compañero, tragó saliva, sin mover ni una pestaña, simplemente con la vista puesta en un punto indefinido de la pizarra. Anda que ponerse a debatir con Ferguson, de verdad, parecía que no lo conocía. Por suerte no llegó a demasiado dicho debate, y tras el tirito contra los muggles que Marcus ignoró completamente, volvió a la clase.

    No iba a ser tan fácil simplemente volver a la clase. Giró las bolitas de los ojos hacia Alice mientras seguía escribiendo, para que al menos no fuera tan descarado que se habían puesto de cháchara por encima de la explicación del profesor, que acababa de llamarle la atención. Echó un poco de aire por la nariz. Para qué iba a preguntarle "¿y no me la puedes decir después de la clase?", si ya conocía a su amiga y sabía que no se podía aguantar una idea dos minutos sin explotar. Ladeó una sonrisa y volvió a mirar al pergamino, aunque la seguía escuchando. "No poder disfrutar la vida con tu mejor amiga", luego era él el dramático, aunque le hacían mucha gracia los comentarios de Alice. Continuó escribiendo y escuchando, y a medida que avanzaba parpadeaba y se mojaba muy lentamente los labios. Si ya sabía él que se la iba a liar en algún momento... Pero, ciertamente, el curso estaba a punto de acabarse, al año siguiente iba a estar mucho más ocupado (no iba a dejar a su mejor amiga abandonada como ella dramatizaba, pero obviamente iba a tener menos tiempo) y ese curso había sido bastante terrible a nivel anímico, así que... Esperaba no arrepentirse de estar contemplando esa propuesta como una buena idea.

    Se mordió un poco el labio, con una sonrisa ladina, y dejó una pausa en el aire para hacerlo más interesante mientras miraba la pizarra y copiaba lo escrito. - Eso de que no va a romper ninguna norma está por verse. - Susurró bajito, sin dejar de alternar la vista de lo anotado al frente de la clase y sus apuntes ni perder la sonrisilla. - Y eso de que me voy a oponer... - Se mordió el labio y se cayó de nuevo unos instantes, para retomar después. - Uno: si tan claro lo tienes, no sé por qué no te ahorras la propuesta. Y dos. - La miró con sonrisa ladina y los ojos entrecerrados, apoyando el codo en la mesa para mirarla más de frente, aprovechando que Ferguson estaba iniciando la maniobra de levantarse y girar todo su cuerpo para, a velocidad de tortuga, dirigirse hacia la pizarra para borrar porque "ya habéis tenido tiempo suficiente de tomar nota". - Me subestimas. Me ofendes. Creía que nunca dejaba de sorprenderte. - Comentó con medio tono bromista. Se giró de nuevo al frente y anotó un par de cosas más en sus apuntes mientras comentaba. - Tengo esa venganza pendiente, y va a quedar mejor hacerla ahora que cuando tenga ya un ejemplo de compañerismo que dar a todos mis compañeros Ravenclaw. - Sacó el labio inferior y encogió un hombro, sin dejar de escribir ni de mirar el pergamino. - Y me apetece darme una despedida divertida con esa amiga a la que el año que viene voy a ver tan poco que hasta de su nombre me voy a olvidar. - Al terminar la frase, rodó los ojos hacia ella con mirada irónica. Tras esto, volvió a mirar al papel. - ¿Crees que podrás esperar los quince minutos que le quedan a la clase? - Ladeó de nuevo la sonrisa y la miró. - Concédeme eso, no más enfados de Ferguson hacia esta mesa, y yo te concedo toda mi atención al salir. -
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    Dom Ene 09, 2022 2:03 am

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    CON Marcus EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Entornó los ojos y negó con la cabeza con lo de romper las normas y ladeó la cabeza con el punto dos que le señaló. — Porque si me hubiera parado a la primera que me dices no en nuestra vida, no habríamos hecho casi nada. — Aguantó la risa con el numerito de Marcus haciéndose el digno, mientras Ferguson era gracioso simplemente con esas exhibiciones que hacía levantándose a borrar la pizarra. Desde el día del ataque de risa en tercero, mantener la compostura en clase de Historia era una proeza, porque hasta lo más mínimo les hacía empezar a reírse.

    Pero su sonrisa se fue pronunciando a medida que su amigo iba hablando y acabó mordiéndose el labio inferior y cerrando los puños de la emoción. — ¡Sí! ¡Esa es la actitud! — Le dio un empujoncito cuando exageró con lo de que no la iba a ver casi y eso. — Calla, tonto. Que estoy tan contenta que si no estuviéramos en clase de Historia te daría un beso. — Ups, malinterpretable eso. — Uno aquí. Y un abrazo estrujante. — Dijo picándole la mejilla con el índice y guiñándole un ojo. Salvado por los pelos. Soltó un suspirito, pero sin perder la sonrisa. — Puedo. Pero no te me vayas a escapar al acabar la clase. — Torció el gesto. — Y qué quince minutos de tu vida perdidos más tontamente viviendo con esta incertidumbre… — Terminó, entornando los ojos y apuntando un par de cosas de la clase, mientras ya ponía la máquina de pensar a trabajar.

    Consiguió mantener la petición de su amigo de no más regaños de Ferguson, y, cuando por fin dio permiso para salir, el mortal aburrimiento que provocaba aquel profesor jugó a su favor muchísimo, porque todo el mundo salió en tropel de la clase, como si hubiera un incendio. Ella, sin embargo, se giró en su propio asiento y tiró de la manga de Marcus para que se quedara a su lado. — Vale, ahora escúchame, que ya no hay Ferguson que puedas usar de excusa. — Dijo con malicia. — He pensado en una travesura que sea legal y no peligrosa, es decir, que no vale ninguna de mis ideas, así que he pensado, ¿qué pega con mi amigo Marcus? — Se dio en la sien. — Un juego mental. Uno que asuste a Sean y Hillary, pero que lleve tu firma. ¿Qué tienes tú que yo no tengo? A parte de una prudencia exagerada y talento para las transformaciones. — Puso cara de evidencia y amplió la sonrisa. — Contactos. Obviamente no podemos meter a los profesores en el ajo, y los alumnos acabarían yéndose de la lengua, pero… — Le señaló. — Los cuadros. Los cuadros siempre están aburridos, y un jueguecito les va a ENCANTAR, van a entrar de cabeza, y más si se lo pides tú, que te llevas bien con todos. — Dijo viniéndose más arriba. — Pero necesitamos alguien más en el ajo, y que sea simpático para convencer. Oly y Peter son demasiado dispersos, Poppy demasiado buenaza, así que… ¿Qué habláis de Poppy? — Dijo de repente la voz de Sean, apareciendo en su conversación. Eso la hizo girarse con una ceja alzada. — ¿Y a ti qué? ¿No te habías ido? — Su amiga alzó las cejas y abrió los brazos. — Pero como no veníais he venido yo a ver qué diablos pasaba. — Gal se encogió de hombros y negó con la cabeza. — No, pues nada, que me he liado a hablar.¿Vamos a la biblio o a la sala común?Ni una ni otra. — Dijo ella, recogiendo sus cosas a toda prisa, y cogiendo de la mano a Marcus. — Nos vamos con mis amigos de Hufflepuff a ayudarles con una gymkana. — Sean parpadeó un poco sorprendido, pero dijo. — Ah, pues voy con vosotros, que Hillary se ha ido con las del club de animadoras, Merlín sabe a qué, la necesitaban para que les ayudara con unas pancartas o no se qué… — Ay, de verdad, qué difícil se lo estaba poniendo para librarse de él. — No, no. Bueno, espera… — Eso podía jugar en su favor. — Pido permiso primero, y si me dicen que sí, que puedes participar, voy a buscarte, ¿vale? — Dijo con una sonrisita, dando la conversación por zanjada mientras se llevaba a Marcus.

    Fueron en dirección al sótano para intentar alcanzar a los Hufflepuffs y, mientras, iba diciendo. — ¿Te acuerdas de Darren? Le conociste el día de la tormenta. Ya sé que no fueron las mejores circunstancias, pero es un tío estupendo. Y es Hufflepuff, es un buenazo, pero tiene mucho conocimiento del castillo, y un puntillo un poco más pícaro que va a hacer que esto le parezca una buena idea. Básicamente, lo que le gusta al loco de Ethan de él, claro. De hecho, el conocimiento y la mala idea del Slytherin les vendrían muy bien, pero algo le decía que Ethan y Marcus eran agua y aceite y ella quería que aquello fuera perfecto y divertido, sin peleas, bastante había tenido ya.

    Justo en el último tramo de escaleras, vislumbró a su amigo. — ¡Darren! ¡Ey, Darren! — El chico se giró, con una sonrisa de oreja a oreja. — ¡Hombre, Gal! Y tú eres O’Donnell. Qué bien veros más contentos y localizados que el otro día con el lío de la tormenta — Sinceridad Hufflepuff, sin duda. — Oye, Darren, ¿quieres echarnos una mano con una bromita de venganza que queremos llevar a cabo? Es inofensiva. Pero seguro que con tu ayuda nos sale mejor. — El chico no perdió la sonrisa, pero se cruzó de brazos y afiló la mirada. — No soy muy de venganzas… Pero te escucho.Solo es que nuestro amigo Sean Hastings nos la hizo un poco grande el año pasado y queremos resarcirnos antes de que Marcus sea prefecto. — Ahí, el chico abrió mucho los ojos y dio una palmada. — ¡Una despedida de alumno normal! Venga, me parece genial, me apunto, qué pena que no se nos haya ocurrido a nosotros para Oly. ¿Qué hacemos? — Eso era lo que ella buscaba. — Mi idea es que nos compinchemos con los cuadros para montarles una ficcioncita y que se la acaben creyendo… Pero necesito tormenta de ideas sobre esto último. — Dijo ella, llevándose la reunión improvisada a una esquina escaleras abajo y bajando la voz

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    Alchemist
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    Dom Ene 09, 2022 12:07 pm

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    CON Alice EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Frunció los labios para aguantarse la risilla, mientras alternaba la mirada de la pizarra al pergamino y seguía escribiendo, porque le gustaba ver a la Alice de once años aún viviendo en su amiga de quince. Lo que le había producido un bloqueo momentáneo en el cerebro y un latido fuerte en el corazón fue esa afirmación tan directa sobre el beso. Se quedó congelado, lo cual pensó que disimuló bastante bien porque justo le había pillado mirando la pizarra y ahí se quedó, y afortunadamente Alice solo tardó un par de segundos en precisar que era en la mejilla. Su toquecito en esta le hizo reír, ladeando la sonrisa hacia ese lado, y reanudar el escribir como si le hubiera pulsado un botón. Es que... Había bastantes meses, pero tampoco es como si se le hubiera olvidado que se besaron a principio de curso. Pero bueno, se había quedado la cosa ahí, y de hecho tampoco es como que lo hubieran hablado ni nada, y salvo por el estado de ánimo de Alice (y que no tenía nada que ver con eso) todo el resto del curso había ido normal. No es como que pensara que ella iba a querer repetir ni nada de eso, porque, pss, a ver, tampoco tenía sentido, si ellos eran amigos y ya el experimento lo habían hecho. Pero es que como con Alice nunca se sabía, y luego le liaba... Bueno, que al final se estaba perdiendo la clase.

    Negó para confirmar que no, que no se escapaba, y se aguantó la risa otra vez, pero no contestó al dramático comentario de sus quince minutos de vida perdidos. Luego el exagerado era él. Comenzó a recoger cuando Ferguson acabó la clase, pero Alice reclamó su atención inmediatamente, vaya que lo de perder minutos de vida fuera verdad. Ya solo el principio le hizo reír, y tras la carcajada alzó las cejas con una sonrisilla. - Bien bien, al fin reconoces que tus ideas son ilegales y peligrosas. Te lo recordaré el año que viene, ya que no puedo irme atrás en el tiempo para rebatirte que no era "curiosidad sana". - Apoyó un codo en la silla con los ojos entrecerrados y una sonrisita, haciéndose el interesante, pero realmente Alice consiguió captar su atención con eso del juego mental, por mucho que mantuviera su fachada chulesca por fuera. Se le cayó un poco y parpadeó cuando dijo lo de los contactos. Eso no se lo esperaba, y la sangre Slytherin que corría por sus venas acababa de bullir con más rapidez. Le gustaba tener contactos, le gustaba sentirse influyente y conocer gente, y eso solo iba a ir a más a partir de ahora, siendo prefecto. Ya estaba fantaseando solo con el hecho de conocer a medio castillo y la de puertas que le abriría para su futuro mientras Alice hablaba.

    La conclusión le hizo abrir más los ojos. - Los cuadros... - Murmuró en repetición cuando su amiga lo dijo, mientras ella seguía hablando. Los cuadros. Era absolutamente brillante, él ya había usado su influencia con los cuadros cuando le había venido bien, aunque en muy pocas dosis. De los cuadros podía obtenerse muchísima información, y usarlos para una broma... - Tienes una mente brillante para esto. - Le salió del corazón, con una sonrisa ladeada de admiración. Fue asintiendo conforme Alice iba desechando ganchos, y estaba tan metido en lo que le decía que le pasó una cosa muy rara: cuando habló de Poppy, por un momento se acordó de que... Existía Poppy. Es decir, no sabía explicarlo. A él le gustaba Poppy... En teoría. Y por un instante, estaba tan imbuido en lo que Alice le contaba que... Era como si se le hubiera olvidado. Y quizás la emoción que ya traía por la perspectiva de la travesura, o el estado de sentirse en una nube perpetua en el que vivía desde que le nombraran prefecto, había disimulado un poco el saltito que daba su interior cada vez que mencionaban a Poppy o que la veía... Tenía que ser eso, otra cosa sería... ¿Rara? Quizás debería pararse a analizar qué le pasaba, porque no era la primera vez que se daba cuenta de que últimamente apenas pensaba en Poppy.

    Aunque entre que tenía una broma a la que atender y que ya estaba por allí Sean interrumpiendo, iba a tener que dejar su reflexión para más adelante. Soltó un bufido. - ¡Madre mía, que no íbamos! ¿Cuánto hace que acabó la clase? ¿Treinta segundos? ¡Estamos recogiendo! Si no hubierais salido todos volando, que vaya Ravenclaws, parece que la clase os quema... - La táctica de hacerse el digno y soltar mucha palabrería solía funcionarle cuando quería que le dejaran tranquilo, pero Sean estaba ya bastante insensibilizado a ella al parecer, no entraba tan de lleno como Hillary. Porque allí que siguió insistiendo. Miró a Alice, porque en fin, ¿quién era la ideóloga de todo aquello? Se lo iba a tener que quitar ella de encima, porque Marcus apenas acababa de enterarse de que había plan y disimular no era su fuerte. Pero ella simplemente soltó la primera excusa que se le ocurrió y le arrastró casi en volandas fuera del aula.

    - ¿Pedirle permiso a los Hufflepuffs para traer a otro amigo? Esta excusa no te la has currado tanto. - La picó entre risas, pero mejor no pinchaba más porque tampoco es como que él hubiera aportado nada mejor. Con lo que le fue contando, asintió. Realmente conocía a Darren Millestone de antes, aunque solo de vista y de saber que era del grupo de amigos de Olympia y Poppy, pero no habían llegado a hablar. Arqueó las cejas. - ¿Un Hufflepuff pícaro que se conoce el castillo mientras te vende lo bueno que es? Creía que para eso ya teníamos a Oly. - Bromeó, con un punto de hablar en serio. Miedo le daba una versión de Oly con los pies en la tierra, porque si Oly no la hacía más grande era porque se dispersaba a mitad de camino. No tardaron el encontrarle y Marcus tuvo que hacer un esfuerzo por no poner los ojos en blanco. Qué manía con recordar lo del día de la tormenta. Rio un poco con la conversación pero mostró las palmas de las manos para detenerles antes de que descarrilaran juntos. - Es solo una bromita, nada de despedida a lo grande y cosas así. Para eso tuvimos ya la fiesta de los prefectos, un acto perfectamente legal e inofensivo avalado por las figuras de autoridad de este castillo. - Y tenían muffins. - Corroboró Darren, haciendo que Marcus le señalara mirando a Alice como diciendo "¿ves?"... Espera, ¿de qué lado estaba ese chico, entonces?

    Se fueron a una esquina y allí se quedaron los tres, pensando en su lluvia de ideas. En el silencio, Marcus cayó en algo, frunció una sonrisa y alzó un índice mirándoles. - Datos erróneos. - Lo tituló. - Los cuadros son historia en sí mismo. ¿Y de qué clase acabamos de salir? De la de historia. Y seguro que Sean estaba medio dormido. Podemos decirle a uno de los cuadros que le pregunte de donde viene, y cuando él le diga que de historia, se pongan a charlar y el cuadro le diga, "uy, eso no es así, pasó de otra forma", y le cuente una historia falsa. - Comentó con la sonrisa de quien está convencido de que es una ideaza, aunque después de decirlo chasqueó la lengua. - Aunque quizás sea un poco cruel, ¿no? Faltan días para el examen, podría bajarle la media... Aunque se lo tendría merecido por mal Ravenclaw. No puede estar uno dormido en una clase y salir corriendo en cuanto acaba. - Los otros dos le miraban como si acabara de darse un golpe en la cabeza. Marcus frunció el ceño y les miró de hito en hito. - ¿Qué? - Preguntó, extrañado. Darren suspiró. - Dejémoslo en que te aseguro que eso no es nada cruel, y soy Hufflepuff. Tenemos el umbral de la crueldad muy sensible. - Marcus puso expresión de ofensa digna. - Podría bajarle la nota media. Podría bajar al notable. ¿Sabes que hay trabajos en los que no admiten expedientes de notable? ¿Eh eh? Vosotros cuestionadme, pero esto ha sido pensado por una mente malévola, podría arruinarle su futuro. - Creía que querías algo ligerito. - Dijo el otro entre risas, y para sorpresa de Marcus, se acercó a él y le dio un par de toquecitos en los rizos como si fuera un animalillo. - Una mente malévola, qué mono. - Marcus frunció el ceño. Debía estar pareciéndose a Lex mosqueado en ese momento, lo cual a Darren parecía hacerle mucha gracia. Ya, pues a él ninguna.

    - Podríamos compinchar a todos los cuadros. - Aportó el Hufflepuff. - En plan, a ver, qué puede ser, mmm... Que le digan que necesitan su ayuda o algo. Que están preparando una fiesta para otro cuadro y que no quieren que se entera, así que tiene que guardar silencio porque... - Y algo se encendió en el cerebro de Marcus, tanto que abrió los ojos. Darren seguía hablando de la fiesta de los cuadros, pero Marcus se había quedado con la mirada perdida en un punto indefinido, pensando a toda velocidad. Y cuando lo tuvo claro en su mente, habló, como en trance, cortando al otro. - Un crimen. - Sus amigos callaron de repente y le miraron. Marcus les devolvió la mirada, esbozando una sonrisa, ahora sí, malévola. - Tiene que ocultar un crimen. - Se mojó los labios y se dispuso a explicarlo. - Tal y como dice Darren, hagamos eso: compinchemos a todos los cuadros y que pidan ayuda a Sean para ocultarlo. Que los cuadros sepan que se ha cometido un crimen en este castillo, algo... Histórico. - Y al decirlo, se le iluminó el cerebro de nuevo, abriendo muchísimo los ojos y moviendo las manos. - ¡¡Algo de historia!! ¡¡Lo tengo, lo tengo, una leyenda!! ¡Una maldición! - Darren le miraba como un niño pequeño deseando el final del cuento, le faltaba estar comiendo palomitas. - Inventémonos una maldición. Que los cuadros sepan que, cuenta la leyenda, y algunos lo han vivido porque tienen muchos siglos, cada cambio de siglo, en las últimas semanas del curso, la maldición de Hogwarts acaba con la vida de un alumno... O se lo lleva para que cometa la siguiente maldición... O algo. - ¡Un alumno al que acabe de pasarle algo bueno! ¡La venganza de la maldición! - Se animó Darren, y entonces le señaló. - ¡¡Tú!! ¡Te va a pasar a ti! - Marcus se echó a reír, pero luego le miró con ojos sorprendidos. - ¿Y dices que los Hufflepuffs tenéis el umbral de la crueldad sensible? - El chico se encogió de hombros con una caía de ojos y dijo. - Tenemos nuestras cosillas. Para que no sea tan fácil meterse con nosotros como todos pensáis. - Marcus amplió la sonrisa. Le caía bien ese Darren.
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    Dom Ene 09, 2022 4:06 pm

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    Vale, Marcus la tenía un poco distraída. No solo porque hubiera entrado de lleno en la travesura, o por la pose chulesca, o porque le hubiera dicho antes que tenía una mente brillante… Es que verle planeando una travesura con ella era demasiado para su autocontrol. Tanto que se perdió un poco en la conversación de la propia travesura, y no entendió bien lo que proponía Marcus. — Espera… ¿Qué, qué? — ¿Pero no habían dicho travesura? Eso sonaba a examen, aunque bueno, susto se llevaría cuando viera el examen de verdad, eso seguro. Ah bueno… Ya lo fue entendiendo, a medida que lo pensaba, era muy Ravenclaw desde luego. — Hombre, yo había pensado en una cosa más inmediata, igual. Y un poquito más dinámica. — Y se tuvo que contener la risa con los comentarios de Darren, y al final alzó las manos, negando con la cabeza. — Dejémoslo en que tiene que ser una broma más bien inmediata y que no afecte al futuro de Sean. — Miró a Marcus. — Aunque se duerma en clase. — Y se rio un poquito. Darren les miró a uno y a otro y se rio. — Qué tíos… Necesitáis más amigos no-Ravenclaws.

    Asintió a lo que dijo Darren de compinchar a los cuadros y le señaló. — Eso es lo que había pensado yo, sí. — Y siguió asintiendo. Sí, necesitaban algo que atrayera a Sean, y eso era fácil, porque en cuanto se le dejaba el más mínimo anzuelo, se obsesionaba con él. — Hay que pensarlo bien, y encontrar a los cuadros adecuados, que ante el más mínimo detalle que no cuadre, se va a dar cuenta, que Sean es así. — Pero seguían sin una idea definida. Hasta que Marcus dio con ella, y Gal le miró con los ojos muy abiertos. — ¡Es genial! — Le señaló y asintió. — A mí se me dan genial las leyendas, me invento una en un momento. — Ofreció. Y de hecho, ya empezaron los dos chicos a darle el pie perfecto. Iba a quedar de lujo. Rio mirando a Darren y luego le dio un codazo flojito a Marcus. — Te dije que era un buen fichaje.

    Puso orden en su cabeza y subió las manos, como si tuviera un plano por delante. — Vale, con esas ideas. Podemos decir que la maldición es de un cuadro que no exista, para que ninguno se sienta ofendido. El cuadro ficticio es un chico de Ravenclaw que, estando ya a punto de graduarse, se le fue una travesura de las manos y quedó encerrado en un cuadro y no pudieron sacarle, quedándose ahí, hasta que encontrara a un alumno de Ravenclaw con quien sustituirle y quedarse en el cuadro para siempre, y esa oportunidad solo se da con el cambio de siglo, como has dicho tú, Marcus. — Tomó aire, porque estaba demasiado entusiasmada. — Los cuadros le cuentan a Sean que el chico… Vamos a llamarle… Liam Hansen, te ha echado el ojo a ti, y que está planificando tu secuestro — se giró a Darren —, porque si le decimos que ha matado a Marcus se va llorando a Arabella, ya te lo digo yo. — Volvió a girarse a Marcus. — Los cuadros tienen que decir que este supuesto Liam va a tenderte una trampa y meterte en el cuadro para salir él, pero que si se chiva a los profesores, Liam puede acabar haciéndote daño y que lo mejor es encontrarle antes de que te secuestre, que siga su pista por los distintos cuadros hasta que de con él. — Ladeó una sonrisa. — Vosotros ideáis las pistas y habláis con lso cuadros, y yo soy el gancho, y hago el teatrito de estar ceryéndomelo a su lado, al menos al principio. en un punto dado nos dividimos, yo em vuelvo con vosotros y a ver cuánto tarda Sean en darse cuenta. — Afiló los ojos. — Lo malo va a ser que Hillary se nos queda fuera de la venganza, pero algo se nos ocurrirá para darle su merecido también a ella. — Alzó las cejas y miró a su amigo. — Además, este teatrito ella no se lo creería. Demasiado muggle, sin ofender, Darren. — El chico se rio y negó con la cabeza. — Eso no es ofender… Si oyeras las cosas que oigo yo… Y sí, demasiado muggle para tu amiga Vaughan.


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    Dom Ene 09, 2022 5:45 pm

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    CON Alice EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Pues ya tenían un hilo que seguir, y Alice en seguida se apuntó a inventarse ella la leyenda. Viniendo de su amiga iba a quedar genial, porque sí que se le daban bien esas cosas. Se frotó las manos y se mordió los labios con una sonrisilla pícara, pasando la mirada de Darren a Alice, mientras escuchaba a la chica con atención. Conforme iba hablando iba quedándose muy quieto, solo escuchándola y mirándola con los ojos muy abiertos. - Buah. - Murmuró, sin querer interrumpir, pero le salió solo cuando escuchó lo de que el chico encerrado en el cuadro estaría planificando su secuestro por el cambio de siglo, y que si Sean se chivaba, le haría daño. Se le estaba poniendo hasta la piel de gallina. De hecho, cuando acabó la leyenda fingió un fuerte escalofrío... Puede que no fuera totalmente fingido. - Qué miedo. - Dijo, pero justo después se echó a reír. - Es bestial. Se lo va a creer de todas todas. - Se mordió el labio, imaginándoselo... Aunque iba a pasar un miedo bestial. Casi le estaba dando pena llevar aquello a cabo.

    Chasqueó la lengua. - Es verdad, nos falta Hillary. - Hizo una mueca. Darren se encogió de hombros. - Bueno, si el objetivo era hacerte una despedida de prefecto, yo creo que con esto te vas a quedar bien a gusto. - Marcus se quedó pensando en las palabras del chico unos segundos, con los ojos entrecerrados y la mirada perdida... Y, tras estos, negó con la cabeza y un dedo índice. - No... No no. - Frunció los labios, mirando a Darren. - De eso nada. ¿Sabes? De más gente me debería de vengar, no solo de esos dos, aunque de ellos más que de nadie, que bien que se hacen llamar mis mejores amigos. ¿Y sabes por qué? Porque cuando estaba agobiadísimo con mi discurso, todos me huían y me decían que era un pesado y no me querían escuchar. Yo luchando por mi sueño y ellos teniéndome cero paciencia. ¿Sabes quién fue la única persona que siempre me escuchó? - Se acercó a Alice, pasó el brazo por sus hombros y la apretó contra su costado, mirando a Darren. - Esta que está aquí. No solo me escuchó y me ayudó todas las veces, porque claro, felicitarme cuando gané el puesto y venir a la fiesta era lo fácil, los verdaderos amigos hacen lo que hizo ella antes. Sino que, ahora, es la única que ha dicho, "eh, que Marcus el año que viene va a tener un ejemplo que dar, vamos a hacer algo divertido para despedirnos". - Hizo un gesto de la mano para marcar sentencia. - Así que, algo me inventaré sobre la marcha, pero de Hillary también me pienso vengar. Por no haber estado a la altura ni ella, ni Sean. - Miró a Alice. - Solo mi amiga Alice Gallia, que por algo es la mejor. - Dejó un sonoro beso en su mejilla sin pensárselo dos veces y la soltó, dando una fuerte palmada justo después. - Así que, ¡andando! - Avanzó diligentemente, haciendo un gesto a Darren para que fuera con él y caminando de espaldas para despedirse de Alice. - Suerte con el trabajo de gancho, luego nos vemos. - Le guiñó un ojo y se fue. Y lo del beso, pues... Por eso, por todo lo que había dicho, que había sido la que mejor se había portado con él. Y en clase le dijo que iba a darle un beso en la mejilla. Pues ya está, ya se había adelantado él. Para que luego dijera que lo tenía que llevar arrastrando, él también sabía tomar la delantera.

    - ¿Con quién hablamos primero? - Preguntó Darren, que caminaba dando brinquitos a su lado. Marcus le miró, arqueando las cejas. - Con La Dama de las Violetas. - Miró de nuevo al frente y, con seguridad, argumentó. - Tiene predilección por los hombres, y sobre todo por los hombres Ravenclaw, porque era su casa cuando estudiaba aquí. Viniendo de ella va a ser mucho más creíble, puede incluso asegurar que conocía al chico en cuestión, que habló con ese cuadro mientras estudiaba y que le narró sus intenciones. Además, siempre está tirándome los tejos. - Aseguró, encogiéndose de hombros. - Por lo que también va a ser muy creíble que esté acongojada y preocupada por mi integridad. Y tiene un punto de mala idea lo suficientemente importante como para querer fastidiar por fastidiar, y se conoce a todos los demás cuadros del castillo. - ¡Vamos, que es la candidata perfecta! - Celebró Darren, lo cual le hizo reír. Efectivamente, era la candidata perfecta.

    Tan pronto apareció, caminando tan diligente y sonriente hacia ella, la chica se levantó de su asiento aspirando una exclamación de sorpresa y dejó a un lado el libro que estaba leyendo. - Buen día, futuro Prefecto O'Donnell. - Él agachó cortesmente la cabeza, llegando a su altura, con una caída de ojos y una sonrisa caballeresca. - Buen día, hermosa dama. - La chica escondió una risita musical tras el abanico. Darren les miró a uno y al otro con expresión extrañada. - Uy, qué rollito más raro. - Dijo, pero ninguno de los dos le hizo caso. - Mi amigo y yo tenemos un asunto pendiente, ya sabes, antes de empezar el año que viene con mis labores de prefecto. Para celebrar que acaba este curso y despedirme de mi vida de... Alumno normal, por así decirlo. - Uy, este, ahora somos alumnos normales. - Le salió a Darren del alma, pero la mujer del cuadro hizo un gesto con la mano. - Calla, muchacho, ¿no ves que está Marcus hablando? - Dijo embelesada. Marcus se vino aún más arriba, pero le dedicó una fugaz mirada de soslayo a Darren. Tú sígueme el rollo, que a esta se la compra así, parecía querer decirle mentalmente. - Hemos pensado y... - Suspiró teatralmente, tras lo cual se llevó una mano al pecho. - Sinceramente, no hay un solo alumno que pueda ayudarme con esto. Nadie es lo suficientemente perspicaz e inteligente. - La chica hizo una caída de ojos hacia otra parte mientras se atusaba el pelo como quien no quería la cosa, encantada de que le regalaran el oído. - Queremos gastarle una broma a mi amigo, Sean Hastings. - ¡Uy! ¿Ese chico tan mono? Se dio cuenta de que me había cambiado la florecita del pelo de lado, es muy detallista. - Sí que lo es, sí. Pero tenía... Un asuntillo pendiente, una vengancita de nada, una bromilla, y me preguntaba... Si podría contar con vuestra ayuda, mi lady. - La chica volvió a aspirar una exclamación, tremendamente teatralizada, con una sonrisa de oreja a oreja y la mano en el pecho. - Sería un honor para mí, Señor Prefecto. - Marcus le guiñó un ojo a Darren. Si sabía él que con La Dama de las Violetas aquello iba a funcionar.

    Le explicó toda la broma (ahorrándose convenientemente la parte de que la leyenda la había creado Alice, porque era capaz de tumbarla si se enteraba) y le pidió que pusiera al tanto al resto de los cuadros. - Nosotros también hablaremos con ellos, para que estemos todos bien informados. Nosotros por la parte... No pintada, y tú por la parte de los cuadros. ¿De acuerdo? - ¡Así será! - Contestó la mujer, muy diligente, aplanándose la falda y recomponiéndose sonriente, dispuesta a salir de su cuadro para avisar al resto. - Ah, una última cosa... ¿Sabes quien es mi amiga Hillary Vaughan, verdad? - La mujer perdió el entusiasmo y dibujó un mohín desdeñoso en la cara. - Sí, esa rubia chillona. Por desgracia lo sé. - Vale, pues, si la ves... Está un poco estresada con los exámenes últimamente, así que... - Hizo un gesto con la mano. - Puedes meterte con ella si quieres. - La mujer volvió a poner expresión despectiva. - Es irritante, y tampoco es tan lista. No sé como dos chicos como vosotros perdéis el tiempo con ella. - Exacto, tú... Sé tú misma. - Dijo él, antes de girarse para irse. De fondo, oyó una risita aguda y maliciosa por parte del cuadro tras la cual añadía. - No me va a costar ningún trabajo. -
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    Dom Ene 09, 2022 11:37 pm

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    CON Marcus EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Sonrió, contenta y dio un saltito. — ¡Toma! Va a ser guay. — Pero parecía que no conocía la vena Slytherin de su amigo. No se le podía dejar el caramelito de la venganza legal a la vista, porque era capaz de tener una lista de personas del castillo que le habían ultrajado el honor. Darren, siendo Hufflepuff, intentó alejarlo del plan, pero Marcus ya tenía algo en mente para Hillary. Rio cuando le escuchó relatárselo a Darren, pero no se vio venir que iba a rodearla a ella. Rio brillantemente, con ganas y le pasó uno de sus brazos hasta su costado, rodeándole ella también. — Es lo que mejor se me da. Escuchar y pensar travesuras. — Dijo de corazón. Sí, eso sí que había sonado más a su yo de siempre. — Y entonces sintió cómo le besaba en la mejilla, y ella automáticamente se sonrojaba, sin poder quitar la sonrisa. ¿Por qué se ponía así? Era un beso en la mejilla, no significaba nada… Para él. Para ella, significaba que se le había puesto el corazón a doscientos, en ese momento. Pero se separaron, y había una travesura que hacer. — Lo mismo te digo con los cuadros. — Dijo guiñándole un ojo, antes de salir corriendo a por Sean.

    Iba como si volara, con una sonrisa que no se le quitaba de la cara porque, por fin, no solo se sentía feliz, se sentía… Libre. Libre de su carga, de su angustia, de sus pesadillas, de esos sentimientos reprimidos… Tan en lo suyo iba que se chocó con quien andaba buscando. — ¡Sean! — Dijo agarrándose a su túnica para no caerse, con un tono de absoluta felicidad. — ¿Gal? ¿Estás bien? — Se rio en un jadeo, recuperando la respiración tras la carrera. — Perfectamente. Estoy… Mucho mejor de lo que he estado en mucho tiempo… Es… Liberador. Y yo soy…Libre como el viento. — Dijo Sean con una sonrisa, dándole unos toquecitos en el hombro. — Lo sabemos. Pero, ¿hay alguna razón que te tenga tan contenta? — Que Marcus piensa que soy una amiga fantástica y me ha abrazado y dado un beso en la mejilla, pensó. Pero eso le recordó lo que había ido a hacer allí. — Las gymkanas. Sabes que me encantan. Estoy practicando para ayudar a Marcus a montar el Orgullo Ravenclaw el año que viene. — Sean asintió y miró a los lados con una expresión un poco preocupada. — Guay. Y… Y les he preguntado a los Huffies que si podías venir, y han dicho que sí. — Su amigo ladeó la cabeza. — ¿De verdad lo dudabas? — Gal se encogió de hombros. — Siempre es mejor preguntar, ¿no? Pero también siempre dicen que cuatro manos hacen más que dos, así que vamos. — Y su amigo, para variar, se dejó llevar. — Pues... Me alegro de verte así, la verdad... — El chico parecía querer decir algo. — Estabas... O sea, era normal cómo estabas... Pero lo pasábamos mal al verte así. Marcus el que más. — Ella torció una sonrisa. — Lo sé. Intentaré repararlo, créeme. — Su amigo rio sarcásticamente y negó con la cabeza. — No creo que él crea que tienes que reparar nada, Gal. Solo... Sé su Alice de siempre. — Eso le cogió un poco el pecho, pero tenía una travesura que llevar a cabo.

    Intuía por qué cuadro habría empezado Marcus, así que se dirigió a donde estaba ella, y, efectivamente, no se equivocaba. — ¡Hastings! ¡Mi querido Hastings! ¡Ayúdame! ¡Es urgente! — Sean se quedó un poco impactado, pero se acercó. — Ya… Mi señora… ¿qué te… Os… Pasa? — A él no se le daba tan bien como a Marcus, pero claramente a la Dama le daba igual mientras fueran hombres. — Tienes que ayudarme. Nuestro amado prefecto está en peligro.¿Qué? ¿Bennet? — La Dama frunció el ceño. — ¡No! ¡No, Bennet! Marcus. He oído a Liam Hansen decirlo, y va a por él. — Sean la miró desconcertado, como buscando respuestas, y ella fingió absoluto desconcierto también. — Señorita… ¿Quién es Liam Hansen? — Ella se dejó caer al suelo con dramatismo. — Es un chico terrible de Hogwarts. Era malvado cuando estaba aquí, pero al convertirse en cuadro fue aún peor. Y lleva más de cien años acumulando rencor. — Ella frunció el ceño y ladeó la cabeza. Así empezaba su gancho. — ¿Es el chico ese al que metieron en un cuadro y nunca pudo salir? ¡EL MISMO! — contestó dramáticamente la otra. — Bueno, bueno… Pero si es un cuadro, señorita, a Marcus no puede hacerle nada…¡Pero hay una maldición, Hastings! Una maldición… Con el cambio de siglo, puede escoger a un alumno para sustituirle… Y PIENSA TENDERLE UNA TRAMPA AL POBRE MARCUS. — Gritó desgarradoramente. Gal dio un suspiro muy bajito. Con tanto drama se les iba a ver el plumero. Sean seguía mirándola a ella, como si la Dama fuera a echar a arder en cualquier momento. — Gal… — Dijo por lo bajini. Sí, tendría que fingir escepticismo. — Los cuadros no pueden salir de su marco, señorita… — Empezó ella. — ¿Y TÚ QUE SABRÁS, IGNORANTE? ¿SABES ALGO DE MALDICIONES ENCADENADAS? ¿NO? PUES PREGÚNTALE A TU PROFESORA DE ARTES OSCURAS. — Iba a responder, pero entonces se fijó en la cara de Sean. Se lo estaba empezado a tragar.

    Bueno, pero a ver… — Trató de plantear su amigo. — El director Potter tendrá que saber algo de esto, ¿no? Habrá alguna manera de pararlo. Temo que si lo hablo con algún profesor, llegue a los oídos de ese rufián de Hansen y precipite su plan y haga algo a Marcus… POR FAVOR, HASTINGS, NO LO PERMITÁIS. — No sabía cómo Sean se estaba tragando semejante opereta, pero, de repente, la agarró y la arrastró un poco lejos del cuadro. — ¿Crees que esto tiene algún sentido? ¿Crees que Marcus corre algún peligro? — Ahí le cambió la expresión, porque si ella pensara que Marcus pudiera correr algún peligro, esa sería su cara. — No sé… No sé qué son las maldiciones encadenadas, Sean… ¿Tú conoces a ese cuadro? ¿El tal Hansen?Siempre anda molestando a las chicas, pero no sabía nada más… — Sean empezaba a estar realmente preocupado. — Sigo pensando que deberíamos avisar a algún adulto. ¿Y si por eso precisamente condenamos a Marcus? — Preguntó con miedo. Empezaba a sentirse mal por su amigo porque se le veía mala cara. Pero peor cara se le debió quedar a ellos aquel día en la Casa de los Gritos. Sean volvió al cuadro y le dijo. — Señorita… Decidme como puedo ayudar a mi amigo. Yo no tengo la información, joven, pero si buscáis a Sir Garret, ese anciano caballero que grita tanto, os podrá dar información de él, le vio esta mañana y trató de razonar con él, pero no es como que Sir Garret este muy cuerdo…Bien, bien… — Interrumpió Sean. — ¿Algún cuadro más?Lady Beaufort, la que porta la cabeza de su nuera en una bandeja. Tanto ella como la cabeza saben cosas. — Su oportunidad. Le dio en el brazo unos golpecitos y señaló las escaleras. — Yo sé dónde está. Voy a buscarla de inmediato, tú ve a por el tal Sir Garrett, y si ves a Marcus, avísale y que se meta en el baño, allí no hay cuadros. — Sugirió muy seria, antes de salir corriendo escaleras arriba.

    Le duró la seriedad lo que tardó en encontrarse con Marcus y Darren en el pasillo del cuarto piso. Entre risas, tiró de ambos chicos tras una cortina y bajó la voz. — Se lo ha tragado todo. Madre mía, has convencido a la Dama para hacer una opereta de estreno, vaya. Empezaba a pensar que en verdad tiene interés en que te conviertas en un cuadro para tenerte más a mano. — Eso hizo reír fuertemente a Darren, y se dio cuenta de que a Marcus no le había soltado, pero él no se había quejado así que... — Está convencido de que te van a secuestrar. ¿Habéis pensado ya en algo para Hills? — Luego miró a su amigo y le sonrió pícara. — Qué puntazo lo de las maldiciones encadenadas. Eso es tuyo, ¿verdad que sí?

    Merci Prouvaire!


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    Lun Ene 10, 2022 5:44 pm

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    - Recordad: Liam Hansen. Muy malo. Insoportable. Os da mucho miedo. - Repitió con tono dulce, y los niños rieron con risitas musicales. - ¡Yo diré que quise enfrentarme a él! - Dijo el del gorro de papel, a horcajadas sobre un palo con una cabeza de caballito de madera, alzando su espada de juguete. - ¡Y yo que es un grosero, que me dijo que mis trenzas eran muy feas! - ¡Uh! Eso es de ser muy muy malo. - Corroboró Marcus con dulzura, y la niña se echó a reír. Darren estaba también muerto de risa a su lado. El cuadro de los tres niños jugando en el jardín era el más alegre de todo Hogwarts, siempre se estaban riendo, aunque solían pasar bastante de los alumnos porque estaban en su propio juego. - A mí eso me da miedo. - Dijo el tercero, el más pequeño, con voz penosa. No sabía que edades tenían, pero dudaba que ninguno superase los siete años. - Porque eres un cobardica. - Respondió el del caballo, y la niña se rio con malicia. Darren se inclinó hacia él. - Una Slytherin, un Gryffindor... - ¿Y un Hufflepuff? - Preguntó Marcus sobre el tercero. Darren arqueó una ceja cuestionadora. - O un Ravenclaw que no es capaz de apuntarse a una simple travesurilla. Me han hablado de más de uno. - Pues no sé de quién, porque este casi prefecto está a punto de montar la mejor travesura que se ha visto en la historia de todo el castillo. - ¿Y no te da ni un poquito de miedo que te pillen y te quiten puntos? - Preguntó Darren con tonito malicioso, inclinándose hacia él con la nariz arrugada. Marcus le miró con los ojos entrecerrados... Llevaba demasiado tiempo sin responder a esa pregunta.  - Venga, que aún nos quedan muchos cuadros. - No me has respondiiiiidooooo... - Ni pensaba responder, porque como tuviera que hacerlo dejaba la travesura a medias.

    - Faltan los cuadros de las torres. Tú ve a la Torre Gryffindor y yo voy a la Torre Ravenclaw, y el primero que termine, que busque al otro. - ¡Vale! - Concordó Darren, y ambos se dividieron. A ver, la Torre Ravenclaw iba a ser complicada. Él era Ravenclaw como el que más, convencido de ello y enamorado de su casa, pero los Ravenclaw, sobre todos los señores mayores y de otras épocas, a veces podían ser... Difíciles de tratar. Demasiado eruditos, no estaban para bromas, y tenían que sacarle mil razonamientos a todo. Marcus podría tratar con ellos mejor que Darren, quien por su parte tenía un talante que lidiaría mucho mejor con la gallardía absurda de los Gryffindor, que a él le ponía bastante nervioso. Se puso a contar la historia a los cuadros que fue encontrando por la torre (lo dicho, teniendo que dar miles de razonamientos y marcos teóricos, pero mira, entraron todos bastante bien al trapo). Justo cuando estaba terminando con el último, se empezaron a escuchar unos bramidos que se aproximaban a un ritmo intermitente y por saltos, no parecía alguien que se aproximara andando, más bien... Alguien que iba pasando de cuadro en cuadro.

    - ¡¡¡TAMAÑA INFAMIA!!! - Se giró, sorprendido, y escuchó a un par de cuadros suspirar con hastío. - Ya viene por ahí... -  A saber qué ofensa en su pundonor le habrán hecho ahora... - Comentaban los retratos, mientras la voz se acercaba cada vez más. - ¡¡SEMEJANTE ULTRAJE!! ¡¡HÁYASE VISTO INSULTO DE TAL CALIBRE!! - Marcus se acercó, extrañado. El hombre había aterrizado en uno de los cuadros que encontró vacío (porque la retratada había cogido sus ovejas y sus libros y se había mudado a otro cuadro, claramente sin ganas de oírle), y empezó a dar vueltas dentro de este, de un lado a otro, con la espada en alto y bramando sin parar. Parecía un señor bastante viejo, un caballero teniendo en cuenta que llevaba una armadura. No sabía lo que le había pasado, y Marcus se planteó si no sería un mal momento para plantearle una broma... Quizás se la pudiera boicotear. - ¡¡PARA LO QUE HA QUEDADO ESTE CASTILLO!! ¡¡HABLARME A MÍ, ESE TAL CUALQUIERA, INFAME ESCORIA, DE ESA MANERA!! - ¡Marcus! - Oyó a Darren al final del pasillo. El chico se acercó a él a toda prisa, jadeando por la carrera, mientras decía. - He hablado... Con todos... Pero... Creo que... He metido la pata con... Oh, oh. - Se interrumpió, justo cuando llegó hasta él. Había cruzado la mirada con el señor del cuadro, y este con él... Y ya sí que se puso colérico. - ¡¡Y AQUÍ ESTÁ OTRA VEZ!! ¡¡¡ESCORIA!!! ¡¡FUERA DE MIS DOMINIOS!! - Marcus abrió los ojos y miró de hito en hito al señor y a Darren. - ¿Qué está pasando aquí? - ¡Ha sido sin querer! - Dijo Darren, con voz apenada. - Solo he empezado a contarle lo de la broma y... Creo que he ido a dar con el Gryffindor equivocado. - ¿¿¿YO SOY EL EQUIVOCADO??? - Preguntó furioso el cuadro, y acto seguido le apuntó con la espada. - ¡¡A UN RETO DEBERÍA RETAROS!! ¡NO DURARÍAIS NI UN ASALTO!! - Vale, a ver, vamos a intentar relajarnos. - Dijo Marcus, con un gesto tranquilo de las manos. Si al final iba a tener que empezar a ejercer ya de prefecto.

    Respiró hondo y miró al retrato. Él tenía buena labia, así que tocaba hacer alarde de ella para calmar a ese caballero tan malhumorado. - Señor, ruego que nos disculpe. No sé qué ha podido pasar, verá, nosotros... - ¿¿Quién diantres es usted, joven infante?? - Le interrumpió. Marcus no se alteró, solo colocó su pose correcta, la que siempre usaba con los profesores, y respondió educadamente. - Marcus O'Donnell, señor, futuro prefecto de la casa Rav... - ¡¡ME TRAE SIN CUIDADO!! - Le bramó, y le pilló tan desprevenida la interrupción que dio un sobresalto. - INDIGNO PREFECTO SOIS SI NI SIQUIERA SABÉIS DIRIGIROS A MÍ CON RESPETO. - Eso ya no le hizo ninguna gracia, de hecho ofendió la expresión. - Intento hablar con usted, no le he hecho nada. - ¡¡VOS!! - Bramó. - ¡¡SE DICE "VOS", IRRESPETUOSO E ILETRADO MOCOSO!! - Darren aspiró una exclamación, y Marcus se ofendió aún más. Todos los retratos de la torre se habían agrupado en los dos mismos cuadros y miraban la escena como una panda de cotillas. - ¡DIRIGÍOS A MÍ CON RESPETO O NO OS DIRIJÁIS! ¡SOY SIR GARRETT BLACKWOOD, CABALLERO CONDECORADO POR LA ORDEN DE MERLÍN, FIJÁOS SI ME IMPORTA BIEN POCO QUE SEAIS PREFECTO! ¡NO, NI SIQUIERA SOIS PREFECTO, LO SERÉIS ALGÚN DÍA SI LA PROVIDENCIA ASÍ LO QUIERE! - ¡Por supuesto que lo seré! - Aseguró, tratando de recuperar la dignidad. - He sido nombrado como tal por los jefes de casa y el director de este castill... - ¡MI CASTILLO! ¡MIS DOMINIOS! ¡PLAGADO POR UNA PANDA DE CRÍOS INEPTOS, ESO ES LO QUE SON TODOS EN ESTE PROFESORADO! ¡CUANTO MENOS LOS ALUMNOS, INFANTES DESCEREBRADOS! - Y venga a gritar y a amenazar con la espada.

    - ¡Y que sepáis vos! - Siguió, señalándole con el arma. Luego señaló a Darren. - ¡Que esa escoria, indigno de esta escuela, va deseando por ahí vuestra desgracia, el peor de los destinos, y hablando de maldiciones! - Que es una broma, jo. - Se lamentó Darren, sin perder la cara de pena. Luego miró a Marcus. - Te juro que he intentado explicárselo. - El le tranquilizó con un gesto. No hacía falta que le jurara que ese cuadro no entraba en razones. De hecho, seguía gritando. - ¡Todo por meter en esta escuela a sangre sucias como ese! - ¡Eh! - Cortó Marcus. Por ahí sí que no pensaba pasar. - El Señor Millestone es un gran mago. - ¡¡¡ES HIJO DE MUGGLES!!! ¡MALFARIO! ¡ESCORIA! - Es un mago y una buena persona y al menos no va por ahí gritándole a la gente y faltándole el respeto sin conocerles siquiera. - Se oyeron varias exclamaciones aspiradas por parte de los cuadros que observaban la escena. Darren miraba a Marcus con los ojos brillantes, pero el tal Sir Garrett se irguió en toda su altura, haciendo sonar la armadura, y le dijo con desprecio. - Sois el infante más desagradable que haya tenido la desfortuna de toparme jamás. - Marcus se irguió también y dijo. - El sentimiento es mutuo. - Miró a su compañero y, con un gesto, se fueron. - ¡¡¡ESTO NO QUEDARÁ ASÍ, MARCUS O'DONNELL, ME HE QUEDADO CON TU NOMBRE!!! - Oyeron al cuadro bramar de fondo, pero ellos ya estaban bajando las escaleras.

    - ¡Buah, qué fuerte, te has enfrentado a él, ha sido genial! - Nunca le había hablado así a nadie, ni siquiera a un cuadro, y menos a un mayor, y con tantos títulos. - Dijo Marcus con tono casi traumatizado y la respiración acelerada. - ¿Crees que me he pasado? Es que te estaba insultando gratuitamente. - Y en esas, Darren se le tiró a los brazos, abrazándole con fuerza. - ¡Y tú me has defendido y ha sido precioso! Vas a ser un gran prefecto, Marcus. Gracias. - Eso le hizo sonreír y relajarse un poco más. No había contado con tener que enfrentarse a los cuadros entre sus labores de prefecto, pero se alegraba de haber hecho sentir a Darren un poco mejor. Tan pronto llegaron al cuarto piso vieron a Alice aparecer, y ya la chica venía riéndose, lo que les sacó la sonrisilla también a ellos dos. Tuvo que taparse la boca para que no se le oyeran las carcajadas cuando se escondieron tras la cortina.   - Anda, anda, no lo digas ni en broma. - Dijo entre risas. Uf, meterse en un cuadro... Escalofríos le daban solo de pensarlo. Darren fue quien contestó a la siguiente pregunta, sin perder la risilla tonta. - Me da que a tu amiga le va a dar la tarde, le tiene mucha manía. - Eso hizo que todos rieran. - Le he dicho a la Dama que trate de encontrarla y que la ponga nerviosa, bueno, más nerviosa de lo que ya está. Y que le haga un poco de alarmismo con el tema cuando ya la haya sacado de quicio, con suerte se topa con Sean o con otros cuadros y se traga también lo del secuestro. - Quizás estaban siendo un poco crueles con sus amigos, pero es que no podía parar de reír solo de imaginárselo.

    Devolvió la mirada pícara y se encogió de un hombro. - ¿Tú que crees? - Contestó. - Me parecía que una maldición se resolvía demasiado rápido con eso de "busca cambiarse por alguien y ya está", así que pensé que, alguien lo suficientemente cruel como para lanzar una maldición, debe saber mucho de... - Se golpeó con un dedo en la sien. - Y si ese tal Liam me metiera en un cuadro hasta los próximos cien años... Piensa, Alice Gallia, ¿qué crees que haría yo si un idiota me condena a la eternidad en una pintura, perdiendo mi puesto de prefecto, mis proyectos, mi futuro como alquimista...? Me volvería... - He hizo un gesto y un ruido de monstruo con la cara y las manos, que hizo que Darren se echara a reír, aunque Marcus se lo estaba haciendo a Alice. - Y si me estoy vengando de mis amigos por una simple bromita, ¿cómo no me vengaría de algo así? ¡Mi venganza sería terrible! - Se acercó a su amiga, siguiendo haciendo el tonto con los gestos de ser malvado. - Y secuestraría a una chica de Ravenclaw que hiciera muchas trastadas para que se estuviera quietecita para siempre, muahaha. - Bueno yo creo que ya he cumplido aquí. - Dijo Darren, cantarín, con una risita. - Voy a verificar que todos los cuadros están haciendo lo que le hemos pedido y que Sean está siguiendo las pistas y eso, ¿vale? - Miró a Alice y añadió. - Por cierto, el prefecto nos ha salido caballero andante, que me ha defendido de un cuadro gritón. - Rio un poco y se despidió con un gesto de la mano. - ¡Suerte con la broma, ya me contaréis! ¡Y gracias por incluirme! - Y se fue corriendo de allí.

    Marcus miró a Alice, sin perder la sonrisa. - Es buena gente. - Quitó importancia con un gesto de la mano. - Lo del cuadro no ha sido nada. Le estaba gritando por ser hijo de muggles, era muy maleducado, así que le he dicho que se callara y nos hemos ido. - Se guardó las manos en los bolsillos y volvió a sonreír, con los labios cerrados. - Pues eso, que pensé que quien echara la maldición, la haría durar eternamente, solo que cambiando de portador. Siempre habría alguien con ganas de venganza. Lo dicho, encadenaría a uno con otro. - Arqueó las cejas. - Creo que lo que más miedo le da a Sean es ver una versión maldita de mí. - Rio un poco y añadió. - Y a mí... Me daría miedo perder todo esto. ¿Te imaginas? Si me quedara en un cuadro... No podría hacer travesuras con mi amiga nunca más. Algún día te irías del castillo y me dejarías aquí. ¿No te doy pena? -
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    Lun Ene 10, 2022 7:57 pm

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    CON Marcus EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Abrió muchos los ojos y miró a Darren y Marcus. — No me digas que le habéis echado a la Dama encima. — Le dio la risa floja solo de pensarlo, y lo cierto es que parecían tres hienas locas detrás de una cortina. Desde luego si lo que estaban intentando era esconderse, no lo estaban consiguiendo para nada.

    ¡No! ¡Darren, ayuda! El niño maldito de Ravenclaw viene a por mí. — Dijo haciendo drama, escondiéndose entre risas detrás del Hufflepuff. Se rio más fuerte, asomándose a un lado y otro de Darren. — Yo no me quedaría quietecita ni en un cuadro, prefecto, más quisieras. — Dijo retadora, pero sin parar de reír. Pero Darren se quitó de en medio con ese talante tan Hufflepuff. — ¡Ah muy bonito! ¿No has oído lo que quiere hacerme? Maldecirme para que me esté quietecita. — Su amigo rio brillantemente y dijo. — Nooo, no lo creo la verdad. — Negó con la cabeza y se despidió con la mano. — No os hagáis daño. Que vaya muy bien la broma. — Y se despidió de él.

    Se giró, con cara pilla, teniendo ahora a Marcus delante de ella sin nadie de por medio. De golpe, lanzó el brazo a hacerle cosquillas en los costados. — Así que caballero andante, eh… — Siguió haciéndole cosquillas. — Ahora que te miro… Con la chapita y el uniforme… Sí que pareces un príncipe azul por lo menos. — Y ya paró con las cosquillas, que el espacio era reducido y al final la iban a liar. — Sí que es buena gente. Y tú vas a ser muy buen prefecto, defendiendo a quien lo necesita.

    Escuchó la explicación de la maldición encadenada, apoyándose en la pared y mirándole, probablemente con una cara de boba importante. — Pero qué listo eres, O’Donnell. — Dijo, obnubilada, sin perder la sonrisa. Rio cuando dijo lo de la maldición. — Nooo, no me das ninguna pena. Porque a ti no podrían encadenarte al cuadro. No hay maldición que mi Prefecto O’Donnell no sepa destruir… — Y había dicho eso en un tono un poco diferente, un poco tentador, más bajo… — Ni yo travesura que Alice Gallia no pudiera realizar, aunque tú estuvieras en un cuadro. Y no me iría de este castillo sin ti. — Aquella conversación y situación se estaba poniendo un poco tensa y el espacio era reducido, así que hizo una Gallia y pasó por el lado de Marcus. — De momento… No puedes usar la excusa de que eres un cuadro para no llegar a pillarme, O’Donnell. — Y salió corriendo hacia la sala común con una risita.

    Y tendríais que haber visto el drama que ha montado la Dama solo porque este se lo ha pedido. Yo pensé que se nos iba a ver el plumero pero es que se lo ha tragado enterito. — Todos los del equipo de quidditch estaban allí escuchando el relato, muertos de risa antes de salir para el entrenamiento. — Te juro que si pasamos cerca de Hastings pienso ir diciendo en voz altísima todo lo que se me ocurra superterrorífico sobre Liam Hansen. — Dijo Corner, limpiándose las lágrimas de la risa. La prefecta Roslin suspiró. — Por qué no me extraña que todo esto haya sido idea tuya. — Dijo levantándose y yéndose, a lo Gal le sacó la lengua cuando ya estaba de espaldas. Pero Bennet se estaba riendo y le dio a Marcus en el hombro. — Di que sí, que así monta bromas un buen Ravenclaw. — Se dirigió a los del quidditch. — ¡Venga, muchachos! Que tenéis que entrenar. Solo queda un partido en la liga, intentemos quedar terceros aunque sea. — Colin se levantó y fue dando botecitos tras ellos. — Amber, ¿vienes conmigo? Me dejan verles. — Y Ming se levantó también pero se fue en dirección contraria. — Nop. No me interesa. Voy a leer sobre babosas asesinas. — Eso hizo a todos contener una carcajada y, al final, se quedaron Marcus y ella solos en el sofá.

    Y ya que se habían quedado así, decidió decirle lo que había pensado antes cuando habló con Sean. Se quitó los zapatos y subió las piernas al sofá, arrastrándose por él hacia Marcus. — Oye… Antes he hablado con Sean sobre el curso y eso… — Suspiró y se agarró las piernas con una mano y con la otra buscó el brazo de Marcus para acariciarlo. — Es un alivio que se esté acabando, la verdad. Se me ha hecho muy cuesta arriba. — Se mordió los labios y levantó la mirada a Marcus. — Y os lo he hecho cuesta arriba a los que estabais conmigo. No creas que no lo sé. Así que gracias. Gracias por no tirar la toalla conmigo. — Amplió un poco más la sonrisa y le miró con una admiración y ternura infinitas. — Por eso vas a ser el mejor prefecto del mundo. Porque nunca pierdes la fe, ni con las causas más perdidas como yo.


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    Lun Ene 10, 2022 11:23 pm

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    CON Alice EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Se encogió exageradamente, quejándose entre risas cuando su amiga empezó a picarle los costados. - Y soy ya el prefecto favorito de La Dama de las Violetas y no he empezado a ejercer todavía. - Se pavoneó, con la risilla residual por las cosquillas. Chasqueó la lengua con una sonrisita chulesca cuando le dijo que era muy listo, guiñándole un ojo, y repitió el gestito sobrado cuando dijo que no había maldición que no pudiera destruir. - Por supuesto. - Y fue a contestar con chulería a lo de la travesura, pero Alice dijo que no se iría del castillo sin él, y simplemente esbozó una sonrisa, cerrando los labios. - Eso espero. - Dijo de corazón, sin saber muy bien por qué había bajado el tono al hacerlo.

    Y ya se le fue corriendo por ahí, otra vez. Refunfuñó un poco pero salió tras ella igualmente, porque esa era su Alice al fin y al cabo, la que tanto deseaba ver regresar después de ese año tan triste. En la sala común se reunieron con otros Ravenclaw, y Marcus estaba reticente de contar lo que habían hecho, vaya que, como Darren vaticinaba, le restaran puntos. Pero hasta los prefectos parecieron tomarse la broma a bien y en apenas minutos estaban todos muertos de risa. - Vas a conseguir hacerme famoso por tus travesuras en vez de por mis dotes académicas y de prefecto. - Bromeó cuando se quedó a solas con Alice. Rebajó el modo broma cuando vio que su amiga parecía hablar en serio, escuchando con atención. - Pues sí. - Corroboró en tono suave, mirando la mano con la que la chica acariciaba su brazo. Sí, era un alivio que el curso se acabara, ciertamente. Aunque la siguiente frase le hizo levantar la mirada, y al hacerlo la cruzó con la de ella. Tragó saliva y sacudió la cabeza en una negación que le movió los rizos. - No... No, no te preocupes por eso. - Sí que se le había hecho muy cuesta arriba el curso, pero ella no tenía la culpa. Lo que le había pasado había sido muy duro, y... Aún se acordaba del enfado monumental que cogió con ella el día de la tormenta, y no fue el único. Recordarlo le hacía sentirse realmente mal.

    Bajó la mirada y encogió un hombro con una sonrisa suave. - No tienes que dármelas... Eres mi amiga. - Y se desviviría por verla feliz, realmente, era lo único que había intentado todos estos meses. Que fuera la de siempre. El halago le hizo mirarla de nuevo y ampliar la sonrisa, tras lo cual se acercó un poco más a ella en el sofá. - No eres una causa perdida. Un poquito traviesa y complicada, puede, pero tanto como causa perdida... - Rio un poco, y luego negó para volver a hablar en serio. - Tú no eres una causa perdida para mí, tú... - Se quedó parado, mirándola a los ojos. ¿Qué? ¿Qué le pasaba, por qué se había quedado callado? Tragó saliva. ¿Qué demonios, Marcus? ¿Desde cuando se quedaba él sin palabras? ¿Y qué le estaba queriendo decir? Ni que no supiera... Lo que era para él, o algo. - Eres mi mejor amiga. - Tampoco era tan difícil decir eso, vamos, ni que fuera mentira. - Y... La persona que mejor me entiende. A pesar de el año que has tenido, has sido la que más me ha escuchado, y la que más me ha ayudado con esto de ser prefecto, y al final lo he conseguido... Y hay una gran parte que es gracias a ti. - Tomó la mano con la que le acariciaba y siguió hablando, pero mirando su mano, no a sus ojos. Por alguna razón. - Y ahora estás haciendo esto... Esta locura, por darme una despedida, y... - Tragó saliva otra vez. - Que solo quiero que sepas que... No va a cambiar nada, ¿vale? Lo de que sea prefecto. Que quizás tenga menos tiempo y eso, pero... Siempre tendré tiempo para ti. - No sé si tendré tiempo para nada, pero para ti, seguro, pensó, convencidísimo, pero ni levantó la mirada ni lo dijo en voz alta. Y no sabía por qué, no sabía qué le hacía estar tan tímido de repente, como si no se conocieran o algo.
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    Mar Ene 11, 2022 12:44 am

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    CON Marcus EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Ya sabía que Marcus le iba a saltar con el “no te preocupes”, pero ella tenía muy claro cómo habían sido las cosas. — Marcus, deja de protegerme. — Es lo mismo que le había dicho a principio de curso cuando le besó, pero dicho de mejor manera. Y sin besarle atropelladamente después, claro. Esta vez uso un tono tierno y confidencial, inclinada hacia él en el sofá, encogidos, como cuando entraron en Hogwarts. — Sé que te lo he hecho pasar mal. No quieras quitarme esa culpa. Soy una Gallia, sé lo que es romper cosas y tener que arreglarlas. Pero negándolo, no lo arreglas nunca, y yo quiero arreglarlo. — Pero se calló para dejarle hablar, que también algo tendría el chico que decir.

    Sí, era su mejor amiga, pero parecía un poco agobiado al decirlo, y en fin, no era para menos, no había dado ella las mejores respuestas en aquel año tan extraño, ahora el chico tenía miedo. Inspiró y dejó salir el aire. — ¿Ves como no das por perdida ninguna causa? — Dijo, manteniendo la sonrisa y con tono suave. — Este año… Me he sentido un poco… Fuera de mí. Como si no fuera yo. Pero supongo que es normal. — Subió una mano a su trenzas y las soltó, empezando a deshacerlas. — Había cosas que me identificaban y que de repente ya… No veía parte de mí. Las coletas por ejemplo. Pero me temo que las trenzas tampoco me convencen. — Se rio un poco y terminó de deshacerlas. — Igual… Si dejo de obsesionarme con no dejar de ser yo misma, o con buscar mi nueva identidad… Me sale solo. — Movió un poco su pelo suelto y lo dejó caer. — No queda tan mal, ¿no? — Rio y subió la mano para atrapar los rizos de su frente. — No tan bien como los perfectos rizos del señor O’Donnell, pero… — Se rio y luego levantó la mirada. — Lo que quiero decir es que tú también eres mi mejor amigo, y eso no va a cambiar. Por mucho que cambiemos nosotros. — O nuestros sentimientos. Mejores amigos es lo que somos y ya está. No hay lugar a la duda. — Y tampoco va a cambiar que sepamos escucharnos, y apoyaros en lo que nos haga ilusión. Como tú me has apoyado en hacer esta travesura.

    Pero entonces le cogió la mano y todo su cuerpo se electrificó. Era difícil, muy difícil, decirse a sí misma que eso era lo que estaba bien, ser amigos, dejarlo ahí, no volver a cruzar esa línea nunca más. Pero es que había algo dentro de ella que gritaba “BÉSALE, mira qué cerca está, ¿ya que más da?”. Daba su amistad. Daba su apoyo más grande. Daban muchas cosas. — Lo sé. — Se limitó a decir. Y entonces se dio cuenta de que estaba como apenado. — Oh, Marcus… — Se acercó más y le puso la mano en la mejilla, levantándole la cara. — ¿Me has creído todas esas tonterías de que no tienes tiempo para mí y no se qué más? — Rio brevemente. — Por favor, son estupideces, te lo digo por picarte. Sé que tú nunca me vas a dejar tirada. De todas las personas de la tierra, tú serías el último que lo harías. — Se fijó un poco más en su expresión y frunció el ceño. — ¿Qué te pasa, Marcus? ¿Estás triste? — Rio otro poco. — ¿No estarás teniendo dudas justo ahora, no? — Buscó sus ojos. — Que tú vas a ser un prefecto genial, y no va a cambiar nada con tus amigos, y tú nunca has hecho travesuras, no te gusta. No te va a empezar a gustar justo ahora que estás en lo más alto. — Le acarició con el pulgar, mirándole embelesada. — Anda, cuéntamelo. Pero mírame, eh. — En verdad, estaba poniéndose ella misma al límite, porque aquellos ojos, esa cercanía… Qué fácil se lo ponía para cruzar esa línea que se acababa de proponer no cruzar.

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    Mar Ene 11, 2022 12:49 pm

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    CON Alice EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Alice empezó a hablar, y mientras lo hacía, también empezó a deshacerse las trenzas. Él había estado con la mirada baja, pero ante el movimiento, la subió... Y se quedó mirando sus manos deshaciendo sus trenzas. Casi no la estaba escuchando, solo veía como se destrenzaba el pelo, como si se hubiera quedado hipnotizado ahí. De hecho, cuando le preguntó si no quedaba tan mal, después de dejar este caer por sus hombros, la miró y parpadeó y temió seriamente que se le hubiera notado que no la estaba escuchando. - Te queda muy bien. - Respondió, tratando de sonreír y de usar un tono lo más parecido a su tono de siempre. No sabía si lo había conseguido. Ahora notaba el corazón más acelerado de la cuenta y ni siquiera sabía por qué, y Marcus no llevaba nada bien no saber el por qué de las cosas. Eso solo le ponía más nervioso.

    Entonces le tocó los rizos, y eso le sacó una risa bastante boba. - A mí me gusta tu pelo. - Guau, Marcus, después del discurso de prefecto, tu mejor aportación a la vida. Menudo comentario de erudito, vamos. ¿Dónde estaba toda la chulería que se sacaba habitualmente ante las alabanzas? Mejor se detenía a escuchar a Alice de verdad. Y al hacerlo, esta corroboró lo que había dicho él. Que eran mejores amigos, y que siempre lo serían, que eso no iba a cambiar pasara lo que pasara. Esbozó una sonrisa, aunque... ¿Podía ser que esta no hubiera salido todo lo feliz que debería? Era como si le costara sonreír con naturalidad. ¿Por qué? Ni que eso no fuera una buena noticia... La perspectivas de ser siempre... Eso... Mejores amigos... Pasara lo que pasara... Era lo que él quería, ¿no? Ser... Los de siempre...

    Y claro, Alice se dio cuenta. Él mismo no sabía qué puñetas le pasaba, pero ella se tuvo que dar cuenta de que parecía triste. ¿Y ahora qué decía? ¿"No me pasa nada"? Lo más correcto sería decir "me pasa algo pero no sé el qué", y siendo Alice, quizás intentaba que lo descubrieran juntos, y... Algo le decía que prefería no indagar ahí, y menos acompañado, y menos... De Alice. Por alguna razón. A Marcus se le daba muy bien saber de todo, pero bloquear convenientemente lo que no le interesaba saber. Lo hizo con la inminente muerte de Janet y, al parecer, no había sido su último acto de bloqueo. Era como si estuviera empeñado en no saber algo concreto, porque prefería estar confuso e ignorante a hacer frente a algo que no fuera "seremos siempre los mejores amigos".

    Y otra vez se había perdido lo que su amiga le estaba diciendo por estar mentalmente en otra parte. Reconectó cuando le preguntó si tenía dudas. - ¿Eh? No, no... No es eso. - No sobre ser prefecto, al menos, dijo una vocecilla dentro de él, una vocecilla que automáticamente ignoró. Rio suavemente cuando dijo que no le gustaban las travesuras. - Ya, ya... - Comentó, aún esquivo, pero entonces le pidió que le mirara y... Le acarició otra vez. Alzó la mirada a los ojos de ella y se quedó ahí, notando como el corazón le iba mucho más rápido. ¿Por qué? ¿Por qué estaba así justo en ese momento, como si no llevaran cuatro años charlando en ese sofá con total normalidad? Hoy había algo en el ambiente, en su cercanía, en sus ojos, en su pelo suelto... Que le estaba desconcentrando. - Solo... Estaba pensando. - Respondió, pero hasta él se dio cuenta de que sonó a excusa total. Y de que estaba usando un tono bajo y susurrado que no solía usar y que no mejoraba ese ambiente tan raro. - Que en verdad... Se la hemos liado un poco a Sean. -Rio levemente. - Yo... No permitiría que metieran a ningún amigo mío en un cuadro... Porque... Eso supondría... - Tragó saliva. Había vuelto a mirar la mano con la que Alice le acariciaba. Mala idea. Mejor miraba a sus ojos... Oh, peor idea. - Lo peor sería... Esto. - Vale, eso había quedado inconexo con la frase anterior. Ni él sabía qué había dicho. - Quiero decir... Si me metieran en un cuadro... - Se mojó los labios y, malísima idea, miró los suyos. - No podría estar... Con mis amigos... Como estoy contigo... Ahora... No podría estar así contigo... - Tan cerca, tan íntimo. No podría tocarla nunca más. No podría... Besarla nunca más, y se arrepentiría de haberlo hecho solo una vez, porque ahora le apetecía repetir la experiencia... Aunque no tuviera ningún sentido...

    - ¡YO TE MATO! - Dio un salto en el sofá que le retiró de Alice, porque dio con la espalda en el brazo opuesto de la misma impresión. Ahora sí que tenía el corazón en la boca. - ¡¡SÍ, TÚ, EL PREFECTUCHO, MENOS SUSTOS AHORA!! - Vale, Sean había descubierto la broma y ahora iba como un basilisco hacia ellos, apuntándoles con el dedo y gritando. - No sé de que me... - ¡¡Te callas y me escuchas!! ¿¿Tú sabes el susto que me ha hecho pasar, pedazo de imbécil?? ¡¡Y tú!! - Señaló a Alice. Ya había llegado a la altura del sofá, y Marcus estaba encogido en los cojines con cara de niño malo, mirando a su amiga de reojo. - ¡Tú eres la peor, que seguro que esto ha sido idea tuya, que este no tiene la mente tan perversa! ¡¡Y me has visto asustadísimo y me has dejado!! - Seguimos sin saber de qué nos hablas, Sean, vas a tener que darnos más datos. - Dijo Marcus con una risilla, apretando los labios para no estallar en una carcajada. Sean bajó los brazos y, también con los labios apretados pero de enfado, le espetó. - ¿Te suena un tal Liam Hansen? - Marcus puso expresión pensativa y miró a Alice. - Hmmm, ¿no es ese el niño maldito que...? - ¡Tú sí que eres un niño maldito! Maldito tú y toda tu estirpe. Me hubiera gustado saber como te hubieras puesto tú si te enteras de que me quiere meter en un cuadro hasta el siglo que viene, o matarme si me chivo. - Marcus se puso una mano en el pecho, aspirando una fingidísima exclamación asustada. - ¿Que Liam Hansen me ha echado el ojo a mí? -¡¡Para ya!! - Detuvo el otro, y ya sí que no pudo evitar echarse a reír. Sean siguió despotricando, pero él tuvo que agarrarse el estómago y estaba ya rodando por el sofá, tanto que llegó a caerse al suelo, y Alice no estaba mucho mejor.

    - ¿¿Este es el ejemplo que va a dar el prefecto?? Quizás debería decírselo a la Señora Granger, todavía están a tiempo de buscar a otro. - Marcus se secó las lágrimas y, con dificultad porque era muy alto y estaba tirado en el suelo, y porque le dolía el estómago y la mandíbula de tanto reír, se puso de pie y trató de tranquilizar a su amigo. - Venga, Sean, ha sido una bromita, para despedirme... - ¿¿Y tenía que ser contra mí?? - Se ofendió el otro. - ¡¡Un cuadro me ha gritado!! ¡Un viejo loco que se ha puesto a perseguirme por toda la Torre Ravenclaw, todavía debe andar gritando por ahí! ¿Y sabes por quién me he enterado? Por Arturo. - Marcus se extrañó. - ¿Qué Arturo? - Uno de los niños del cuadro de los tres niños jugando en el parque. - Marcus soltó un bufido. - Ah, el niño cobarde ese, qué ironía que se llame precisamente Arturo... - Pues menos mal que me lo ha dicho, aunque los otros dos se han puesto a descojonarse en toda mi cara, y entre los gritos del viejo ese y las risas de los niños, y la Señora Saxby que con tanto ruido se le ha escapado una de las ovejas y ha aparecido en el tercer piso, hemos llamado la atención de, ¿sabes quién? - Preguntó con sarcasmo. - Alguien que al parecer se lleva muy bien con la cabeza esa que vive en la bandeja de su suegra y se lo ha chivado: la Subdirectora Fenwick. - Marcus apretó los labios y miró de reojo a Alice, que ya se había puesto de pie junto a él también. Uf, eso sí que había sido una movida bien gorda. - Y me ha quitado quince puntos. Diez por alborotar a todos los cuadros, y cinco por tonto, por creerme semejante broma sin sentido. Y me ha dicho que ya hablaría contigo. - Añadió hiriente, mirando a Alice.

    Volvió a mirar a Marcus y siguió con su retahíla. - Así que, enhorabuena, prefecto que vela por la seguridad y la armonía del castillo, y por la casa Ravenclaw, porque gracias a tu bromita he perdido puntos cuando queda menos de un mes para que... - LO MATO, LO MATO, ¡¡¡LO MATOOOO!!! - La entrada de Hillary en la sala común fue tan estruendosa, y venía tan hecha una furia, que eso sí que hizo a Marcus sobresaltarse. - ¡¡O'DONNELL AHORA SÍ QUE ERES HOMBRE MUERTO!! - Abrió los ojos como platos y corrió como una lagartija a esconderse detrás de Alice, mientras Sean agarraba a Hillary, que se retorcía como un muerto viviente que quisiera comerse el cerebro de Marcus. - ¡Ya está, Hills, ya está! - ¿¿QUE YA ESTÁ?? ¿¿TÚ SABES LO QUE ME HA HECHO ESTE TÍO Y SU AMIGUITA?? ¡¡YO OS MATO A LOS DOS Y LES VAIS A HACER BROMAS A LOS PUTOS FANTASMAS!! - Hillary estaba fuera de sí, y Marcus se atrevió aún así a hablar, aunque sin salir de su escondite tras la espalda de Alice. - Eso por lo que nos hicisteis el año pasado en Hogsmeade. -¡¡ESTE TÍO ES TONTO, TE LO JURO!! - ¿¿Pero qué te ha hecho?? ¿También la broma de Liam Hansen? - Preguntó Sean, mientras seguía intentando pararla. Hillary paró de forcejear y el otro la soltó, y ya sí que pudo explicarse a gusto. - ¡Me ha echado encima a esa INSUFRIBLE de La Dama de las Violetas! Me ha perseguido por todo el castillo, me ha puesto de los nervios, y encima ha empezado a decirme que vaya amiga de mierda era que un amigo mío estaba a punto de morir y yo ni me había enterado, y ya ha sido como "¿¿pero tía qué dices??", y ella "vaya Ravenclaw que no lo sabe" y yo "OOOOOIIIISSSHHH TE PRENDÍA FUEGO". - A Marcus se le caían las lágrimas de aguantarse la risa mientras seguía escondido detrás de Alice. - Y entonces empiezo a escuchar a los cuadros murmurar "Sean Hastings no tiene ni idea", y yo "¿¿QUE QUÉÉÉ??", y de repente "que el niño maldito se va a llevar a Marcus O'Donnell, que es una maldición, por ser prefecto", y yo "¡¿PERO QUE TONTERÍA ES ESA?!", y la Dama venga a dar la brasa. ¡¡MIRA!! ¡¡HISTÉRICA VENGO!! Y diciéndome que no me creo las cosas porque soy muggle, y la Dama venga a decir que ya me iba a lamentar cuando estuvieras en el cuadro con ella. - Uh, eso había dado mal rollo, incluso miró a Alice de reojo. No, si al final iba a ser verdad que la Dama le quería echar el guante. - ¡Un cuadro te voy a romper en la cabeza por hacerme esto, O'Donnell! -
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    Mar Ene 11, 2022 4:47 pm

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    CON Marcus EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Ladeó la sonrisa y entornó los ojos. — Bah, ¿crees que ellos se lo pensaron tanto cuando nos metieron aquel sustaco en la Casa de los Gritos? — Pero, de repente, el tono le cambió a Marcus, y era… Íntimo. Como si estuvieran solos, como si lo que se tuvieran diciéndose solo pudieran oírlo los dos… Y en verdad solo estaban hablando de un suceso imposible. Sonrió un poco y se encogió de hombros. — Nunca vas a convertirte en un cuadro. — Dijo, como si no fuera obvio, como si tuviera que decirlo. — Y yo tampoco… Y no me voy a ningún sitio. — Dijo, bajando la mano y buscando la de él para entrelazarlas. — Puedes estar conmigo así siempre que quieras. — Y más, podríamos estar como tú quisieras, si me dejaras… Pensó, pero en vez decirlo, se empezó a acercar lentamente a él.

    El salto no se lo esperaba, la verdad, y por un momento, sintió muy herido su orgullo, porque vaya cobra, hasta que los berridos de Sean en su oreja la hicieron bajar a la tierra. Se señaló el pecho, con los ojos muy abiertos y cara de desconcierto. — Encima que lo he encontrado y lo he puesto a salvo antes de que se diera cuenta del peligro que corría. — Dijo con tono de exageradísima ofensa. Luego asintió sacando los morros y mirando a Marcus. — Sí, sí, iba derechito a por ti, pero yo te he salvado. — Terminó haciendo un bailecito con los hombros. Y ya no pudieron aguantarlo más. Se echaron a reír inmisericordemente, lo cual, lógicamente, cabreó más todavía a Sean. Se levantó junto a Marcus y se puso al otro lado de Sean. — Ay, tío, qué sensible. A mi la Dama de las Violetas me lleva insultando desde que entré y aquí estoy, no hay tanto drama. — Chasqueó la lengua y entornó los ojos. — Ah, el crío cobarde ese… Anda que tenía que irse de la lengua. — Pero volvió a partirse de risa con lo de las ovejas, porque era lo que le faltaba vamos, ovejas traumatizadas por los cuadros del castillo. Hizo una pedorreta cuando la amenazó con Fenwick. — Vaya, si es que no falla. Hasta cuando no lo ideo yo, me cae. — Puso cara de suficiencia e hizo un gesto con las manos. — Creería antes a una que lleva la cabeza de su nuera que a mí. — Ladeó la cabeza y sacó el labio inferior. — Es que si Fenwick tuviera nuera, seguro que se mandaba retratar como Lady Beaufort. — Y cometió el error de mirar a Marcus, sin poder evitar echarse a reír otra vez.

    Claro, que las risas se acabaron con la entrada de Hillary. Dios, qué miedo daba cuando estaba enfadada. Claro que ella estaría parecida si la Dama la hubiera estado persiguiendo. Hizo pantalla con los brazos para proteger a Marcus, y lo prudente hubiese sido callarse, pero no pudo evitar decir. — Ahora estás deseando haber escuchado repetir un discurso cincuenta veces a cierto amigo tuyo antes que tener que sufrir a una pesada histórica de verdad. — Hillary la miró llena de ira. — ¡NO TIENE GRACIA! Me flipa que te hayas puesto de su parte. — Y entonces se puso a relatar lo que la Dama le había hecho y Gal se rio libremente, llevándose una mirada incrédula de su amiga. — ¿Te hace mucha gracia? — Ella asintió sin dejar de reírse. — Pues no te haría tanta, con lo nerviosa que te pone, que te lo hiciera a ti. — Ella asintió apretando los labios y levantando las manos. — Sí, claro, pero no me lo ha hecho a mí, porque yo he sido buena amiga. Y no voy ignorando a la gente, ni dando sustos por ahí. — Hillary les miró con rabia, apretando la mandíbula, y al final pareció llegar a términos con su propia mente. — Como de aquí a séptimo haya UN SOLO DÍA — dijo gritando y recalcando las palabras — en los que alguno de los dos no cumpla los estándares del amigo PERFECTO… — Les señaló, con una expresión y voz repentinamente calmadas. — Mi venganza será terrible. — Gal asintió lentamente, con una sonrisita, mientras echaba las manos hacia atrás, rodeando a Marcus a su espalda, y sintiendo un escalofrío al hacerlo, centrando la vista en Sean para intentar no pensar en lo cerca que lo tenía de su cuerpo. — Creo que ya no corres peligro. DE ESO NADA. — Dijo Sean. — Hillary dará más miedo que yo, pero no olvido y a mi no podéis hacerme sentir culpable. ¿No? — Preguntó Gal, sarcástica. — Yo diría que sí. ¿O tú no ignoraste a Marcus con el discurso? ¿O no fue Hillary la que te instigó a meternos el susto en Hogsmeade? — Sean se quedó boqueando y dijo. — Esto ha sido mucho peor. ¿Sí? — Preguntó ella, inquisitorial. — Porque se me ocurren unas tres mil cosas que podrían haber ido mal por meternos aquel susto, desde infartos a hechizos sin mala intención, pero provocados por magia involuntaria así que… Comparado con que te tragues una trola, no me parece para tanto. — Sean suspiró y negó con la cabeza, subiendo a su cuarto. — Paso total de vosotros.

    Gal soltó a Marcus y se dio la vuelta, con risita de niña mala. — Me ha encantado esto. Habría que repetirlo. — Se quedó mirándole embobada otra vez, no lo podía evitar, y lo habían dejado en un punto muy interesante. No, Gal, no… Esto no puede ser. Tragó saliva y le dio flojito con el hombro. — Igual te aficiono un poquito a las trastadas intelectuales. — Se rio y alzó las cejas. — Y dentro de nada estamos en La Provenza y podemos probar a hacérselo a mis primos o a la tata… Algo se nos ocurrirá. — Dijo con su habitual risa. Sí, no era todo lo que deseaba pero… Era tan genial que le daba igual.

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    Mar Ene 11, 2022 5:27 pm

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    CON Alice EN Pasillos EL 12 de mayo de 1999
    Seguía escondido detrás de Alice porque Hillary daba verdadero miedo, pero se estaba muriendo de risa igualmente. Cuando su amiga le dijo que se lo tenía merecido por el discurso, se irguió (detrás de ella, porque tenía que reforzar ese argumento pero el miedo no lo había perdido) y señaló. - ¡Eso, eso! Os pasa por malos amigos. Mucho venir conmigo a la fiesta de los prefectos, pero la única que me escuchó fue Al... -¡¡QUE TE ESCUCHAMOS MIL VECES, PESADO!! - Bramó Hillary, haciéndole encogerse tras su amiga otra vez. Sí, bueno, "le escucharon mil veces". Ni fueron tantas, ni le escucharon con dedicación como hacía Alice, que no hacían más que resoplar y quejarse.

    Eso sí, la amenaza de Hillary sí que sonó totalmente como una maldición. Menos mal que Alice le rodeó con los brazos, le vino muy bien a su miedo... No tan bien a otras sensaciones raras que tenía desde el momento en el sofá, pero bueno, con la tontería con sus amigos se le había pasado bastante. Había sido un pequeño momento de confusión y ya estaba. Dejó que su amiga le defendiera y se limitó a asentir con un mohín de superioridad, pero detrás de ella. - Eres un cobarde, prefectillo. - Le dijo Hillary con inquina, antes de marcharse también, detrás de Sean. Esperó a que desaparecieran de su vista y se echó a reír, justo cuando Alice se daba la vuelta para mirarle.- Ha sido genial. - Siguió riéndose, incluso mientras Alice le daba un toque en el hombros y le decía lo de aficionarle a las travesuras. - No no, de eso nada, espero que hayas disfrutado de esta porque, a partir de ahora, pienso ser el recto e impecable prefecto que vela por la seguridad del castillo y el cumplimiento de sus normas. - Ladeó la cabeza. - Aunque reconozco que en ninguna norma se dice que esté prohibido tocarle las narices a tus amigos los quejicas. - Y volvió a echarse a reír otra vez. Echó la cabeza hacia atrás y suspiró. - Oh, por Merlín, me mueeeero de ganas. - Miró a Alice y arqueó las cejas. - Se de dos que se han ganado muchísimo unos días de sol y playita. - Comentó contento. Sí, se lo habían ganado, sobre todo la pobre Alice. El verano anterior fue muy amargo, lo de Janet estaba demasiado reciente. Se moría de ganas por volver a la playa y ser allí los de siempre.

    - Oye... - Empezó cuando dejó de reír y hacer tonterías, cogiendo sus manos y mirándola a los ojos. Ah, esa sensación de intimidad otra vez, ese aura extraña entre ambos... Bueno, ya había empezado. Tragó saliva, sonrió y dijo. - Gracias. Sé que me vas a decir que no hace falta, pero... Ha sido muy divertido. Y de verdad que eras la única que me aguantaba con lo del discurso, sí que estuve un poco pesado... Quería demasiado este puesto. - Rio un poco y encogió un hombro, y lo siguiente le salió del corazón. - Siempre estás ahí para mí. - Era verdad, lo estaba. Por eso él quería estarlo también para ella, por eso esa obsesión por hacerla feliz durante todo ese año. - Me gusta verte así. - Feliz, como era siempre, aunque estuvieran... Más mayores. - Me gusta la Alice mejorada. - Dijo con una sonrisa, tocando fugazmente su pelo suelto. Eso le había provocado un escalofrío, así que bajó la mano de nuevo y rebajó el ambiente, antes de que se pusiera "raro" otra vez. - Venga, vamos a cenar. -Dijo señalando la puerta con la cabeza, encaminándose hasta esta y hablando mientras caminaba de espaldas. - Te advierto de que las trastadas me dan hambre, ¿de verdad quieres ver como como más y más? -
    Merci Prouvaire!


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