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Harmful side effects to health INSPIRED | HP BOOKS | 1x1 | «Para la licantropía no hay una cura conocida, aunque la evolución reciente de la elaboración de pociones tienden en gran medida a aliviar los peores síntomas.» ○ [ Gloucester, Reino Unido, Años 80. ] Damocles Belby siempre tuvo habilidad para mezclar ingredientes en un caldero, así que no fue sorpresa para nadie cuando decidió ser pocionista después de graduarse de Hogwarts con honores. Los Belby, quienes ostentaban un próspero bar mágico en las afueras de Canterbury, estaba ligeramente decepcionada de que su hijo mayor no estuviera interesado en continuar administrando el negocio familiar. Destinado a ser la oveja negra de la familia, Damocles decidió mudarse a Gloucester, para labrarse su propio camino como pocionista. No le fue complicado ganarse el respeto de sus pares y demás colegas, aunque se ganó pronto la fama de excéntrico y poco ortodoxo, pues lo que más disfrutaba era la idea de mezclar ingredientes y obtener a cambio pociones nuevas, con efectos que todavía no habían sido probados por el resto de la comunidad mágica. Damocles ya se había acostumbrado a la rutina en Gloucester cuando, en medio de una terrible tormenta, el destino llamó a tropezones a su puerta. Encontró al hombre malherido cerca de la puerta de su casa y, al verlo en tan mal estado, decidió valerse de sus conocimientos para estabilizarlo primero antes de llevarlo con algún medimago. Damocles curó sus heridas hasta que el hombre, Jacob Baker, recuperó la conciencia varias horas después. Damocles no se estaba esperando ningún reconocimiento especial, pero tampoco se esperó que Jacob le echara en cara haberlo socorrido; parecía más interesado en que otra persona lo hubiera dejado a su suerte. Luego de la sorpresa inicial y de aquella enrarecida discusión, Damocles le sonsacó por qué estaba tan enfadado: no había rescatado a un hombre común, sino a un licántropo. Jacob le dijo, a regañadientes, que daba igual si alguien curaba sus heridas, pues todos sus problemas volverían a aparecer la próxima luna llena. Damocles no pudo refutar aquella verdad, ni tampoco impedir que Jacob se fuera de su casa. Pero a partir de esa noche, una idea empezó a rondarle la cabeza: la muy lejana posibilidad de que él, con todos sus conocimientos, tal vez sí podría hacer algo al respecto. × × × × × × × × × × × | Damocles Belby 31 años | Pocionista | Harry Lloyd | Juno Jacob Baker 39 años | Licántropo | Ben Whishaw | Minerva |
❥with love, prouvaire
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IX. Beginnings
"Estoy bien".
Damocles suspiró aliviado cuando escuchó aquella frase. Además, Jacob realmente se veía bien, no parecía ni por asomo que estuviera exagerando para que él se quedara tranquilo.
De todas formas, Damocles se acercó a él de nuevo y lo tomó con mucha calma del brazo y volvió a tomarle el pulso. Los latidos del corazón a Jacob estaban tan sólo un poco alterados, como si hubiera hecho un esfuerzo físico muy exigente, pero nada que sonara demasiado peligroso.
Cuando miró de nuevo a Jacob a los ojos, pronunció la sonrisa, sintiéndose a plenitud.
Tuvo que contener una carcajada cuando escuchó a Jacob hablar del viaje que se habían prometido si todo esto funcionaba. Por supuesto que Damocles lo recordaba muy bien. Una escapada a Cornwall sonaba maravillosa en este momento, sobre todo si era para celebrar que su poción funcionaba.
Sin embargo, como buen Ravenclaw, Damocles no podía evitar pensar más allá. Este era un primer aviso de que iba en el camino correcto, pero tendría que asegurarse de que podía replicar la fórmula con exactitud, para no caer en ningún error. No quería retroceder, mucho menos en detrimento de la salud de Jacob.
—¿Cómo que después? —comentó con una media sonrisa, mientras negaba—. Tengo que asegurarme de que estás completamente bien antes de planear ningún viaje. Además, Cornwall no se va a ir a ningún lado, lo prometo. Ven, vamos a casa, para que puedas desayunar. Deja todo como está en la trastienda y luego volveremos para abrir la tienda.
Sin embargo, Damocles se dio cuenta, mientras subía las escaleras del sótano, que en realidad no tenía ganas de regresar más tarde a abrir la tienda. Quería quedarse en casa, con Jacob.
Pero no podía ser un caprichoso, tenía otras cosas que hacer, además, seguro que Jacob lo tomaría por loco si insistía demasiado. Tenía que creerle que estaba bien.
—Tengo la fórmula anotada, paso a paso. Tengo que ver si puedo replicarlo yo solo, antes de… bueno, antes de siquiera pensar en decirle a alguien más que lo intente.
Jacob tenía muchas ilusiones en esa poción, pero no sólo por él, sino por lo que podía hacer por los demás licántropos que había en el mundo mágico. Damocles también sabía que esos ingredientes podían cambiar las vidas de muchos, eso le ponía demasiado nervioso.
Damocles suspiró aliviado cuando escuchó aquella frase. Además, Jacob realmente se veía bien, no parecía ni por asomo que estuviera exagerando para que él se quedara tranquilo.
De todas formas, Damocles se acercó a él de nuevo y lo tomó con mucha calma del brazo y volvió a tomarle el pulso. Los latidos del corazón a Jacob estaban tan sólo un poco alterados, como si hubiera hecho un esfuerzo físico muy exigente, pero nada que sonara demasiado peligroso.
Cuando miró de nuevo a Jacob a los ojos, pronunció la sonrisa, sintiéndose a plenitud.
Tuvo que contener una carcajada cuando escuchó a Jacob hablar del viaje que se habían prometido si todo esto funcionaba. Por supuesto que Damocles lo recordaba muy bien. Una escapada a Cornwall sonaba maravillosa en este momento, sobre todo si era para celebrar que su poción funcionaba.
Sin embargo, como buen Ravenclaw, Damocles no podía evitar pensar más allá. Este era un primer aviso de que iba en el camino correcto, pero tendría que asegurarse de que podía replicar la fórmula con exactitud, para no caer en ningún error. No quería retroceder, mucho menos en detrimento de la salud de Jacob.
—¿Cómo que después? —comentó con una media sonrisa, mientras negaba—. Tengo que asegurarme de que estás completamente bien antes de planear ningún viaje. Además, Cornwall no se va a ir a ningún lado, lo prometo. Ven, vamos a casa, para que puedas desayunar. Deja todo como está en la trastienda y luego volveremos para abrir la tienda.
Sin embargo, Damocles se dio cuenta, mientras subía las escaleras del sótano, que en realidad no tenía ganas de regresar más tarde a abrir la tienda. Quería quedarse en casa, con Jacob.
Pero no podía ser un caprichoso, tenía otras cosas que hacer, además, seguro que Jacob lo tomaría por loco si insistía demasiado. Tenía que creerle que estaba bien.
—Tengo la fórmula anotada, paso a paso. Tengo que ver si puedo replicarlo yo solo, antes de… bueno, antes de siquiera pensar en decirle a alguien más que lo intente.
Jacob tenía muchas ilusiones en esa poción, pero no sólo por él, sino por lo que podía hacer por los demás licántropos que había en el mundo mágico. Damocles también sabía que esos ingredientes podían cambiar las vidas de muchos, eso le ponía demasiado nervioso.
Sótano | Amanecer | Con Jacob
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IX. Beginnings
Se notaba que Damocles estaba más que satisfecho de sí mismo. Jacob estaba muy feliz también, pero lo que más deseaba era poder regresar a la vida con normalidad lo antes posible. Eso era lo que más deseaba, que las noches de luna llena fueran solo una eventualidad y no lo que dominaba toda su vida.
Pero ahora Damocles quería que cambiaran su rutina. Ir por desayuno y regresar a arreglar todo...
Suspiró. Las cosas tendrían que irse ajustando. Debía tener paciencia.
—Espero que esto no signifique que vas a dejar de lado lo de Cornwall hasta que nos olvidemos de ellos —exclamó—. No tengo apetito, pero tal vez podemos ir a comer aquí cerca para regresar rápido a abrir la tienda.
Tenía el estómago un poco revuelto, pero no quería que Damocles se preocupara más de la cuenta.
—Veremos eso el otro mes cuando la repliques —añadió—. Estaré más que encantado de seguir probando tu fórmula. Eres increíble, Damocles, vas a cambiarme la vida a mí y a muchas personas.
La verdad su vida ya la había cambiado desde que se habían conocido.
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IX. Beginnings
Damocles negó con la cabeza cuando Jacob insinuó que dejaría pasar el tema de Cornwall. Por supuesto que no, aunque la verdad era que sí le ponía un poco nervioso tener que hablar con su familia. Quizás era el momento de hablar con Jacob un poco sobre su familia. Damocles no podía decir que se avergonzara de sus orígenes, pero tampoco se engañaba, sus padres eran difíciles de tratar y la relación con su hermano no era la mejor. Incluso ahora que había nacido su sobrino, la situación seguía igual.
Pero esa era una historia muy larga de contar, Damocles ni siquiera sabía bien cómo empezar.
—No, te prometo que no. Cornwall te encantará, tenemos tiempo para irnos y volver. Que yo recuerde, esa casa no está conectada a la red flu, pero estoy seguro que si le pido un traslador a mis padres será más que suficiente. No estoy lo bastante acostumbrado para viajar a la manera muggle, mis estudios muggles en Hogwarts no dieron para tanto —dijo Damocles con una media sonrisa, tratando de aligerar un poco la situación, mientras subía las escaleras del sótano.
Se sintió muy conmovido cuando Jacob dijo que lo que estaba haciendo cambiaría muchas vidas. Damocles sentía el peso de esas palabras. Él también era consciente de que, si la poción funcionaba, si podía replicarla a gran escala, sería increíble.
Asintió a sus palabras, mientras buscaba las llaves del sótano en la caja que tenía en el mostrador de la tienda.
—Eso sería… francamente creo que sería maravilloso. Pero primero tengo que vigilar si hay posibles efectos secundarios, después replicar la fórmula y entonces tendríamos que buscar a algún otro licántropo que esté dispuesto a dar el golpe de fe y probarla —comentó Damocles, sabiendo que quizás estaba adelantándose demasiado.
Quizás si, después de replicar la fórmula, todo marchaba bien, podría preguntarle a Slughorn si conocía a algún licántropo, o tenía algún contacto.
Pero esa era una historia muy larga de contar, Damocles ni siquiera sabía bien cómo empezar.
—No, te prometo que no. Cornwall te encantará, tenemos tiempo para irnos y volver. Que yo recuerde, esa casa no está conectada a la red flu, pero estoy seguro que si le pido un traslador a mis padres será más que suficiente. No estoy lo bastante acostumbrado para viajar a la manera muggle, mis estudios muggles en Hogwarts no dieron para tanto —dijo Damocles con una media sonrisa, tratando de aligerar un poco la situación, mientras subía las escaleras del sótano.
Se sintió muy conmovido cuando Jacob dijo que lo que estaba haciendo cambiaría muchas vidas. Damocles sentía el peso de esas palabras. Él también era consciente de que, si la poción funcionaba, si podía replicarla a gran escala, sería increíble.
Asintió a sus palabras, mientras buscaba las llaves del sótano en la caja que tenía en el mostrador de la tienda.
—Eso sería… francamente creo que sería maravilloso. Pero primero tengo que vigilar si hay posibles efectos secundarios, después replicar la fórmula y entonces tendríamos que buscar a algún otro licántropo que esté dispuesto a dar el golpe de fe y probarla —comentó Damocles, sabiendo que quizás estaba adelantándose demasiado.
Quizás si, después de replicar la fórmula, todo marchaba bien, podría preguntarle a Slughorn si conocía a algún licántropo, o tenía algún contacto.
Sótano | Amanecer | Con Jacob
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IX. Beginnings
Jacob tenía la sensación de que lo de Cornwall no era tan seguro, pero decidió no presionar al respecto. Si era la casa de la familia de Damocles, él sabría cuándo querría llevarlo allí. No era como que Jacob estuviera ofreciendo llevarlo a su casa familiar. Ni siquiera él podía ir, así que no era una opción.
—Los estudios miglles son mi fuerte —comentó—. Tenía más posibilidades de trabajar en el mundo muggle que en el mágico, así que me especialicé en ellos.
Él seguro que sí podría ir viajando de un lugar a otro, pero no quería presionar en el tema. Miró a su alrededor buscando qué más debía dejar recogido antes de marcharse.
—Estoy seguro de que puedes lograrlo —comentó—. Y yo seguiré trabajando contigo para que lo logres.
Tenía verdadera fe en él. Sabía que podía. Si le había dado a él una noche en paz, seguro que podría dársela a muchas personas más. Terminó de acomodar las sábanas y almohadones que habían dejado allí, y miró a Damocles.
—Si vamos a ir a desayunar mejor vamos haciendo camino. O tendremos que abrir la tienda muy tardes después—señaló.
Su prioridad era no afectar la vida de Damocles. Tenía que agradecer todo lo que estaba haciendo por él, pero no permitirle hacerlo a costa de su propio bienestar.
Sótano | Amanecer | Con Damocles
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X. Cornwall
Hacía realmente muchos años que Damocles visitaba Cornwall y había olvidado lo mucho que le gustaba despertarse con el sonido de las olas. Luego de haber sobrevivido al miedo de pedir el traslador para ir hasta la casa del abuelo, todo había ido a las mil maravillas.
La única condición que puso su padre para dejarle el traslador, fue que por favor no se le ocurriera tocar nada de los aposentos del abuelo. Fue por eso que Damocles le prestó a Jacob la habitación que usaba cuando era niño y él mismo ocupó la habitación que en teoría era para los invitados. Damocles no tenía la más mínima idea de por qué no querían que tocase la habitación del abuelo, pero ya era lo bastante mayorcito para saber que era mejor no hacer demasiadas preguntas a su familia.
De hecho, estaba bastante feliz de que le hubieran prestado el traslador sin hacer demasiadas preguntas.
Para Damocles lo más importante era que Jacob estaba feliz. Parecía encantado con la playa, como un niño pequeño. Ya llevaban tres días allí y Jacob había ido todas las mañanas a la playa después del desayuno. Esa mañana hacía algo más de frío que las anteriores, pero eso no le impidió a Jacob encaminarse a la orilla del mar.
Damocles fue tras él, acomodándose sobre una manta que había amarrado con magia, porque eso era más sencillo a pronunciar varios hechizos hasta quitarse el último grano de arena que estuviera encima de él.
A lo lejos, podía ver la silueta de Jacob, quien tardó varios minutos en regresar con él. Tenía los pies húmedos, llenos de arena, y parecía extasiado.
Damocles se sonrojó al pensar que nunca lo había visto tan guapo, que sus ojos parecían brillar de un color más intenso bajo el cielo de Cornwall.
—Debiste dejar que te hechizara antes de meterte al mar, ¿no estás muerto de frío? —preguntó, mientras le hacía espacio sobre la manta. En teoría, volverían a casa el día de mañana, aunque a Damocles le encantaría quedarse un par de días más, Jacob estuvo de acuerdo en que no podían dejar la tienda desatendida por tanto tiempo.
Además, la próxima semana volvería a ser luna llena.
La única condición que puso su padre para dejarle el traslador, fue que por favor no se le ocurriera tocar nada de los aposentos del abuelo. Fue por eso que Damocles le prestó a Jacob la habitación que usaba cuando era niño y él mismo ocupó la habitación que en teoría era para los invitados. Damocles no tenía la más mínima idea de por qué no querían que tocase la habitación del abuelo, pero ya era lo bastante mayorcito para saber que era mejor no hacer demasiadas preguntas a su familia.
De hecho, estaba bastante feliz de que le hubieran prestado el traslador sin hacer demasiadas preguntas.
Para Damocles lo más importante era que Jacob estaba feliz. Parecía encantado con la playa, como un niño pequeño. Ya llevaban tres días allí y Jacob había ido todas las mañanas a la playa después del desayuno. Esa mañana hacía algo más de frío que las anteriores, pero eso no le impidió a Jacob encaminarse a la orilla del mar.
Damocles fue tras él, acomodándose sobre una manta que había amarrado con magia, porque eso era más sencillo a pronunciar varios hechizos hasta quitarse el último grano de arena que estuviera encima de él.
A lo lejos, podía ver la silueta de Jacob, quien tardó varios minutos en regresar con él. Tenía los pies húmedos, llenos de arena, y parecía extasiado.
Damocles se sonrojó al pensar que nunca lo había visto tan guapo, que sus ojos parecían brillar de un color más intenso bajo el cielo de Cornwall.
—Debiste dejar que te hechizara antes de meterte al mar, ¿no estás muerto de frío? —preguntó, mientras le hacía espacio sobre la manta. En teoría, volverían a casa el día de mañana, aunque a Damocles le encantaría quedarse un par de días más, Jacob estuvo de acuerdo en que no podían dejar la tienda desatendida por tanto tiempo.
Además, la próxima semana volvería a ser luna llena.
Playa | Mañana | Con Jacob
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X. Cornwall
Jacob no recordaba la última vez que había sido tan feliz. No sabía qué había hecho para merecer la bendición en la que había resultado el hecho de que Damocles lo encontratara aquel día. Jacob, quien estaba destinado a una vida llena de pesar y resentimiento, de dolor y pesadumbre, ahora podía darse el lujo de ser feliz,
La casa de la familia de Damocles era muy impresionante. De esas casonas viejas con muchas habitaciones, todo muy solemne. Apestaba a magos de sangre pura, así que era más impresionante todavía que Damocles fuera una persona tan centrada y humilde. Lo había recibido como si fuera su propia casa.
Jacob nunca se había sentido tan bienvenido en ningún lado.
Era además toda una experiencia ver a Damocles tan relajado, lejos de la tienda y el trabajo. Eran unas vacaciones de verdad. Jacon no había tenido vacaciones desde que había sido transformado, y se temía que Damocles tampoco era dado a las vacaciones.
Había disfrutado mucho de darse un chapuzón en el mar cada mañana. Luego regresaba junto a Damocles y hacían actividades durante el día, pero ese baño matutino en solitario le gustaba muchísimo. Le encantaba el mar.
El comentario de Damocles lo hizo reír. No era un completo inútil con la magia, un hechizo calentador podía hacer. Pero no era necesario. Le gustaba la sensación del agua fría del mar contra su piel.
—Incluso aquí me estás cuidando —señaló, un poco sonrojado, aunque esperaba que eso pudiera atribuirse al sol y al frío del mar a la vez.
No era una queja. Era increíble tener alguien pendiente de él. En especial alguien como Damocles. Esos días, lejos del trabajo le habían ayudado a verlo bajo otra luz. Damocles era algo más que su jefe, su pocionista y su salvador. Pero Jacob no sabía qué etiqueta ponerle. Amigo sentía que era era lo más cercano, pero no dejaba de quedarse corta para todo lo que era Damocles para él.
Playa | Mañana | Con Jacob
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X. Cornwall
Damocles no pudo contener la carcajada porque Jacob acababa de sonar como un niño al que acababan de llamarle la atención. La verdad era que, en el fondo, tenía razón. Desde la primera vez que se conocieron, Damocles estaba cuidando de él. Era un impulso del que no podía contenerse y tampoco podía explicarlo, pero tenía la certeza de que no se había equivocado.
—Si lo que quieres hacer es que pruebe mis pociones curativas si pescas una gripa monstruosa, entonces lo aceptaré —alcanzó a decir Damocles, todavía riéndose.
Damocles le hizo espacio para que pudiera sentarse a su lado. Esa mañana, le parecía que la playa estaba más quieta de la cuenta. Quizás era que la marea estaba baja en ese momento, las olas no tenían mucha fuerza y despedían una quietud maravillosa e hipnotizante.
—Toma… —Damocles se ayudó con la varita para dejar caer sobre Jacob una toalla seca y caliente. Él estiró las piernas con cuidado, tocando la arena con las puntas de los pies.
—Sé que habíamos dicho de irnos esta tarde, pero podríamos quedarnos hasta mañana, si tú quieres. En realidad, no tenemos tanta prisa, de todas formas dejaré la tienda cerrada hasta el lunes. ¿Qué te parece? La verdad es que todo parece bastante parecido a como yo lo recordaba, porque hacía muchísimo tiempo que no venía —dijo, mientras echaba un vistazo hacia la casa.
Damocles solía creer que la casa era interminable y que estaba lleno de pasadizos secretos. Había romantizado bastante los recuerdos que tenía de allí. Quizás porque, cuando era pequeño, él y su hermano realmente se llevaban muy bien. Eran compañeros de juegos y solían pasar buena parte del tiempo juntos. Luego, su hermano mayor había ido a Hogwarts y las cosas habían cambiado para siempre.
Cuando Damocles empezó a tener consciencia de que había un mundo más allá de las paredes de su casa, con reglas complejas y enrevesadas, se dio cuenta de que habría preferido quedarse en su habitación.
—Si lo que quieres hacer es que pruebe mis pociones curativas si pescas una gripa monstruosa, entonces lo aceptaré —alcanzó a decir Damocles, todavía riéndose.
Damocles le hizo espacio para que pudiera sentarse a su lado. Esa mañana, le parecía que la playa estaba más quieta de la cuenta. Quizás era que la marea estaba baja en ese momento, las olas no tenían mucha fuerza y despedían una quietud maravillosa e hipnotizante.
—Toma… —Damocles se ayudó con la varita para dejar caer sobre Jacob una toalla seca y caliente. Él estiró las piernas con cuidado, tocando la arena con las puntas de los pies.
—Sé que habíamos dicho de irnos esta tarde, pero podríamos quedarnos hasta mañana, si tú quieres. En realidad, no tenemos tanta prisa, de todas formas dejaré la tienda cerrada hasta el lunes. ¿Qué te parece? La verdad es que todo parece bastante parecido a como yo lo recordaba, porque hacía muchísimo tiempo que no venía —dijo, mientras echaba un vistazo hacia la casa.
Damocles solía creer que la casa era interminable y que estaba lleno de pasadizos secretos. Había romantizado bastante los recuerdos que tenía de allí. Quizás porque, cuando era pequeño, él y su hermano realmente se llevaban muy bien. Eran compañeros de juegos y solían pasar buena parte del tiempo juntos. Luego, su hermano mayor había ido a Hogwarts y las cosas habían cambiado para siempre.
Cuando Damocles empezó a tener consciencia de que había un mundo más allá de las paredes de su casa, con reglas complejas y enrevesadas, se dio cuenta de que habría preferido quedarse en su habitación.
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Las palabras de Damocles lo hicieron sonreír.
—Tengo absoluta confianza en tus pociones curativas, así que si me resfrío seguro me tienes en pie en un día —comentó.
Pero también tenía confianza en que no se resfriaría por un chapuzón. Además, la toalla que Damocles le había dado estaba calientita, y se envolvió en ella disfrutando de la sensación cálida que lo envolvía. Casi como un abrazo.
Cerró los ojos, extasiado con la sensación.
Sin embargo, las palabras de Damocles lo hicieron abrir los ojos después. Le parecía una idea maravillosa.
—Me encantaría quedarme más —aceptó. —Es un lugar precioso. Además, siento que la hemos pasado muy bien, ¿no crees? Ha sido divertido estar fuera de la tienda y de la rutina diaria.
Jacob esperaba no sonar mal agradecido. Realmente disfrutaba su vida cotidiana. Pero las vacaciones eran algo que no había creído que probaría en mucho tiempo. Siempre había fluctuado entre explotado y desempleado. Con Damocles había tenido otras opciones. Era increíble.
—Si nos quedamos una noche más podríamos ir a cenar —propuso. —Hemos visto algunos restaurantes que no hemos probado. Así ninguno tendría que cocinar hoy. Sería cerrar con broche de oro nuestras pequeñas vacaciones, ¿no crees?
Damocles se había asegurado de que disfrutara todo momento, quería asegurarse de que esa noche lo disfrutaran los dos.
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Damocles escuchó a Jacob con atención, quien seguía sonriendo como un niño. Definitivamente que este viaje había sido un acierto, no dejaría de repetírselo nunca.
Cuando Jacob habló sobre la casa, Damocles se volteó en esa dirección. Desde esta distancia, se veía todavía más señorial que antes. Lucía imponente, de seguro que Damocles tuvo una impresión parecida a cuando era niño la regresar. Tenía la sensación de que en esa casa sería siempre protegido.
La fantasía no duró para siempre, pero había sido bastante bonita mientras tanto.
—La verdad es que cuando venía aquí todos los veranos, cuando era niño, solía pensar que ni siquiera Hogwarts podía comprarse con lo increíble y mágica que era esta casa. Como ves, siempre fui un poco dramático, incluso tan pequeño —comentó Damocles, negando con la cabeza, avergonzado ante su confesión infantil—. Mi hermano y yo solíamos jugar en todas las esquinas, éramos un completo peligro en ese entonces, no sé cómo mi madre no se volvió loca. O cómo mi abuelo no nos vetó la entrada para siempre.
Jacob parecía encantado con la idea de quedarse una noche más. Damocles no veía por qué no. Aunque tenía ganas de regresar a casa para seguir trabajando en la poción, porque era consciente de que tenía que perfeccionarla lo máximo posible, por regresar un día más tarde, no iba a pasar nada.
Además, le gustaba ver a Jacob tan contento. Parecía una persona completamente diferente estos días. Damocles suponía que ese era el efecto que tenía la playa en la gente.
—Bueno, está bien, creo que podemos quedarnos una noche más. No va a pasar nada si regresamos mañana por la mañana —cedió, con una sonrisa.
Cuando Jacob habló sobre la casa, Damocles se volteó en esa dirección. Desde esta distancia, se veía todavía más señorial que antes. Lucía imponente, de seguro que Damocles tuvo una impresión parecida a cuando era niño la regresar. Tenía la sensación de que en esa casa sería siempre protegido.
La fantasía no duró para siempre, pero había sido bastante bonita mientras tanto.
—La verdad es que cuando venía aquí todos los veranos, cuando era niño, solía pensar que ni siquiera Hogwarts podía comprarse con lo increíble y mágica que era esta casa. Como ves, siempre fui un poco dramático, incluso tan pequeño —comentó Damocles, negando con la cabeza, avergonzado ante su confesión infantil—. Mi hermano y yo solíamos jugar en todas las esquinas, éramos un completo peligro en ese entonces, no sé cómo mi madre no se volvió loca. O cómo mi abuelo no nos vetó la entrada para siempre.
Jacob parecía encantado con la idea de quedarse una noche más. Damocles no veía por qué no. Aunque tenía ganas de regresar a casa para seguir trabajando en la poción, porque era consciente de que tenía que perfeccionarla lo máximo posible, por regresar un día más tarde, no iba a pasar nada.
Además, le gustaba ver a Jacob tan contento. Parecía una persona completamente diferente estos días. Damocles suponía que ese era el efecto que tenía la playa en la gente.
—Bueno, está bien, creo que podemos quedarnos una noche más. No va a pasar nada si regresamos mañana por la mañana —cedió, con una sonrisa.
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Hogwarts era un castillo impresionante. Jacob se había sentido muy afortunado de haber ido allí, pero finalmente lo de ser un mago exitoso había quedado muy lejos de él. Sus mejores notas habían sido en estudios muggles. Y ahora era un apestado del mundo mágico.
Excepto para Damocles. Damocles lo había llevado a su casa familiar, que era más como una mansión.
—Tengo la impresión de que no he terminado de conocer la casa —admitió.
No quería ser un entrometido que se fuera metiendo en habitaciones de una casa que no le correspondía.
Pero intentó imaginarse cómo habría sido Damocles de niño. Debía haber sido un niño lleno de curiosidad y energía, muy inteligente y capaz. Lo imaginaba corriendo por las habitaciones. Pero no lograba imaginar a su hermano.
Se sentó a su lado, estrechando más la mantita caliente contra su cuerpo.
—No recuerdo que me hayas hablado de tu hermano —comentó. —¿Te llevas bien con él?
No se había atrevido a preguntar mucho por la familia de Damocles. Casi no hablaba de ellos, pero después de todo estaban hablando de su casa familiar y quedándose en ella. Tal vez no era tan intrusivo preguntar en ese momento.
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X. Cornwall
Cuando Jacob dijo que le parecía que no había terminado de conocer la casa, se preguntó si se había dado cuenta que la habitación del abuelo estaba siendo vetada de manera premeditada. O quizás no, Damocles odiaba ponerse a pensar en ese tipo de cosas, a veces detestaba que su familia fuera tan complicada. Hacía mucho tiempo, como no era la persona más sociable, no tenía que preocuparse tanto por eso. Porque no tenía amistades a las que tuviera que contarles sobre su intrincado árbol familiar o que a veces era una especie de oveja negra para los Belby.
Damocles había sufrido mucho de esa sensación de insuficiencia después de haberse graduado de la escuela. Había sido terrible y no quería regresar a ese punto.
—Podemos dar una vuelta de reconocimiento después, si tú quieres. Es cierto que es una casa muy grande, aquí vivía mi padre y mis tíos, junto con mis abuelos, antes de que cada uno se independizara. La casa se quedó vacía poco tiempo porque pues todos empezaron a tener hijos y veníamos con mucha frecuencia antes de que llegara la carta de Hogwarts. Luego sólo podíamos hacerlo para las vacaciones.
Damocles añoraba aquella época de su infancia, había sido realmente feliz. Luego, conforme fue creciendo, se dio cuenta de muchas cosas, pero esas memorias eran intocables. Era felicidad pura y genuina.
Cuando Jacob preguntó por su hermano, Damocles no pudo evitar cambiar de postura. No quería mentirle, por supuesto, su relación con Jacob siempre había sido transparente, pero no era un punto fácil de tocar.
—La verdad es que cuando éramos niños, fuimos muy unidos. Cuando entramos a Hogwarts, las cosas empezaron a torcerse un poco. Él nunca… bueno, Balthazar nunca fue agresivo conmigo, pero empezamos a distanciarnos porque él estaba más alineado con los ideales de la familia, a diferencia de mí —dijo Damocles, encogiéndose de hombros, sin saber si tenía que ser más específico.
Seguro que Jacob podía sumar los puntos y saber que Damocles no venía precisamente de una familia mestiza, o de origen muggle.
Damocles había sufrido mucho de esa sensación de insuficiencia después de haberse graduado de la escuela. Había sido terrible y no quería regresar a ese punto.
—Podemos dar una vuelta de reconocimiento después, si tú quieres. Es cierto que es una casa muy grande, aquí vivía mi padre y mis tíos, junto con mis abuelos, antes de que cada uno se independizara. La casa se quedó vacía poco tiempo porque pues todos empezaron a tener hijos y veníamos con mucha frecuencia antes de que llegara la carta de Hogwarts. Luego sólo podíamos hacerlo para las vacaciones.
Damocles añoraba aquella época de su infancia, había sido realmente feliz. Luego, conforme fue creciendo, se dio cuenta de muchas cosas, pero esas memorias eran intocables. Era felicidad pura y genuina.
Cuando Jacob preguntó por su hermano, Damocles no pudo evitar cambiar de postura. No quería mentirle, por supuesto, su relación con Jacob siempre había sido transparente, pero no era un punto fácil de tocar.
—La verdad es que cuando éramos niños, fuimos muy unidos. Cuando entramos a Hogwarts, las cosas empezaron a torcerse un poco. Él nunca… bueno, Balthazar nunca fue agresivo conmigo, pero empezamos a distanciarnos porque él estaba más alineado con los ideales de la familia, a diferencia de mí —dijo Damocles, encogiéndose de hombros, sin saber si tenía que ser más específico.
Seguro que Jacob podía sumar los puntos y saber que Damocles no venía precisamente de una familia mestiza, o de origen muggle.
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Había algo cálido y cercano en que Damocles le estuviera hablando de su familia. Temía ser indiscreto, pero a la vez se sentía extrañamente satisfecho de que le tuviera la confianza de compartir con él no solo el lugar, sino también su historia.
Sonrió con tristeza al escuchar la respuesta sobre su hermano. Era fácil leer entre líneas que se habían distanciado y no se llevaban bien. Viendo la propiedad de su familia, su arquitectura antigua y ostentosa... Era fácil asumir que su familia tenía dinero.
Y una familia mágica y con dinero, por lo general tenían un mismo tipo de ideología muy marcada.
—Eres muy especial, Damocles —comentó. —No me parece extraño escuchar que te diferencias de la línea de pensar de tu familia. No he conocido muchos magos como tú.
Se reservó el comentario que mucho menos magos con dinero, aunque en sí Damocles no parecía disfrutar de la riqueza familiar. Era más un hombre que se había hecho a sí mismo con su talento en las pociones y su tienda. Se preguntó qué pensaría su familia de que hubiera elegido aquella carrera.
Las familias de dinero generalmente no tenían que trabajar para sobrevivir, pero Damocles era un hombre serio y trabajador. Y muy esforzado.
Nadie se había beneficiado más de eso que él mismo.
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"Eres muy especial, Damocles".
Jacob no tenía la más mínima idea de lo que había provocado en él aquellas palabras. Damocles había escuchado frases parecidas acerca de él, sobre todo en su familia, pero que usualmente lo utilizaban para hablar de él con desdén. Porque para los Belby, que alguien fuera especial o que intentara salirse de la norma, no era algo del todo bueno.
Damocles era la Oveja Negra. Lo tenía asumido desde hacía muchísimos años. Estaba determinado a vivir bajo sus propias normas, lo cual incluía sus propias reglas morales.
Sin embargo, Jacob lo decía como si de verdad fuese algo bueno. Como si de verdad hubiera valido la pena todo lo que había hecho.
Damocles pronunció la sonrisa, muy conmovido por sus palabras.
—La verdad es que… se siente bien que me digas eso. Porque llevo muchos años sintiéndome una completa decepción. No es que me arrepienta de ser mi propia persona, amo a mis padres, también a mi hermano, pero a veces tienen… bueno, tienen una forma de pensar muy distinta a la mía. Por suerte nunca se les ocurrió adorar de manera abierta al Señor Tenebroso, me habría muerto de vergüenza —suspiró Damocles, desviando la mirada, pues sí que le apenaba admitir cómo era su familia—. Pero sí que creen en eso de la pureza de la sangre y todas esas tonterías. Cuando dejé de ser un niño y a tener opinión propia, empezaron mis problemas familiares.
Damocles creía que lo había superado, pero escuchándose hablar, se dio cuenta de que no lo estaba. Sobre todo ahora que había nacido su sobrino y sabía que eso no haría más que separar la brecha entre él y su hermano.
Era una lástima, porque le ilusionaba la idea de ser tío.
Jacob no tenía la más mínima idea de lo que había provocado en él aquellas palabras. Damocles había escuchado frases parecidas acerca de él, sobre todo en su familia, pero que usualmente lo utilizaban para hablar de él con desdén. Porque para los Belby, que alguien fuera especial o que intentara salirse de la norma, no era algo del todo bueno.
Damocles era la Oveja Negra. Lo tenía asumido desde hacía muchísimos años. Estaba determinado a vivir bajo sus propias normas, lo cual incluía sus propias reglas morales.
Sin embargo, Jacob lo decía como si de verdad fuese algo bueno. Como si de verdad hubiera valido la pena todo lo que había hecho.
Damocles pronunció la sonrisa, muy conmovido por sus palabras.
—La verdad es que… se siente bien que me digas eso. Porque llevo muchos años sintiéndome una completa decepción. No es que me arrepienta de ser mi propia persona, amo a mis padres, también a mi hermano, pero a veces tienen… bueno, tienen una forma de pensar muy distinta a la mía. Por suerte nunca se les ocurrió adorar de manera abierta al Señor Tenebroso, me habría muerto de vergüenza —suspiró Damocles, desviando la mirada, pues sí que le apenaba admitir cómo era su familia—. Pero sí que creen en eso de la pureza de la sangre y todas esas tonterías. Cuando dejé de ser un niño y a tener opinión propia, empezaron mis problemas familiares.
Damocles creía que lo había superado, pero escuchándose hablar, se dio cuenta de que no lo estaba. Sobre todo ahora que había nacido su sobrino y sabía que eso no haría más que separar la brecha entre él y su hermano.
Era una lástima, porque le ilusionaba la idea de ser tío.
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Le conmovió mucho escuchar a Damocles hablar de esa forma. Siempre lo había visto tan seguro de sí mismo y tan satisfecho con su trabajo que nunca había pensado que pudiera sentirse de esa manera.
Quiso abrazarlo, pero se contuvo pensando que tal vez sería algo muy invasivo. No se solían expresar así y Jacob seguía sin camisa, envuelto en una toalla después de meterse al mar.
—Las relaciones familiares pueden ser complejas, Damocles —comentó en su lugar, tragando grueso para que no se notara el nudo en su garganta. —Pero la pérdida es para ellos de no apreciar la persona tan increíble que eres.
Pérdida para ellos y ganancia para Jacob. Si Damocles hubiera seguido las ideologías de su familia seguro que no estaría allí ayudando a que Jacob volviera a tener una oportunidad de una vida normal.
Tampoco era que Jacob tuviera la mejor relación posible con su familia. ¿Quién quería tener un hombre lobo en la familia? Nadie. Sus padres no habían sabido manejarlo, y la mayoría había tenido miedo por los demás de su familia. Jacob tenía una condición contagiosa. Eso no lo podían pasar por alto.
—Me mantuve muy al margen de la guerra —admitió. No era fácil tomar partido por bandos cuando había que luchar por sobrevivir, pero no había sido ajeno a ella. Después de todo, se decía que una opción de trabajo para los hombres lobo había sido servir al que no debía ser nombrado, pero él no estaba dispuesto a atacar a otras personas. —Pero sé que jamás habrías estado asociado a los mortífagos ni a su forma de pensar. La pureza de la sangre es una tontería de algunos para sentirse superiores a otros, pero solo algunas personas están dispuestas a matar por eso.
Más de las que debería ser razonable, de hecho.
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Damocles tuvo ganas de reírse cuando Jacob dijo que las relaciones familiares eran complicadas. Eso era un eufemismo, porque Damocles sabía que podían ser mucho más que eso. Durante mucho tiempo, mientras que Damocles fue un hijo en apariencia sumiso y obediente, todo estuvo bien, pero luego creció y las cosas se torcieron hasta un punto de no retorno.
Ni todos los giratiempos del Mundo Mágico le servirían a Damocles para solucionar sus problemas familiares.
—Al principio, cuando dejé de vivir en casa de mis padres, pensé que las cosas acabarían solucionándose. Era más joven, creía que con guardar un poco de distancia y que luego conversáramos, arreglaríamos todo —Damocles se rio con un sonido seco y desapegado, mientras flexionaba las rodillas y se abrazaba a ellas, para acomodarse un poco mejor—: Pero luego crecí y entendí mejor las cosas.
Damocles se encogió de hombros, regalándole a Jacob una sonrisa de agradecimiento. Contar con su apoyo representaba un gran conforte para él. Creía que no se había dado cuenta de lo solo que había estado en el mundo, se había acostumbrado a su rutina en soledad, pero una buena noche llegó Jacob para cambiarlo todo.
Nunca lo había visto así, pero ahora que escuchaba a Jacob podía verlo muy claramente.
—La guerra no fue fácil para nadie, Jacob. Pero me alegra que hayas podido mantenerte al margen, yo también hice un esfuerzo por tener un perfil más bajo —dijo Damocles, pensando en cómo la había pasado Jacob. No hubiera podido soportar escuchar que Jacob la había pasado mal en aquella época, aunque ahora estuviera bien, frente a él—: La pureza de sangre es una completa estupidez. Por suerte mi familia nunca llegó a tanto, pero me avergonzaba mucho escucharlos hablar. No me arrepiento de haber puesto distancia con ellos para esa época. Esta casa tiene lindos recuerdos, pero ya estoy lo bastante grande para saber que no volverán.
Damocles temía haber sonado demasiado dramático, pero estaba diciendo la verdad. Aunque no le gustara, había hecho las paces con su situación familiar.
Ni todos los giratiempos del Mundo Mágico le servirían a Damocles para solucionar sus problemas familiares.
—Al principio, cuando dejé de vivir en casa de mis padres, pensé que las cosas acabarían solucionándose. Era más joven, creía que con guardar un poco de distancia y que luego conversáramos, arreglaríamos todo —Damocles se rio con un sonido seco y desapegado, mientras flexionaba las rodillas y se abrazaba a ellas, para acomodarse un poco mejor—: Pero luego crecí y entendí mejor las cosas.
Damocles se encogió de hombros, regalándole a Jacob una sonrisa de agradecimiento. Contar con su apoyo representaba un gran conforte para él. Creía que no se había dado cuenta de lo solo que había estado en el mundo, se había acostumbrado a su rutina en soledad, pero una buena noche llegó Jacob para cambiarlo todo.
Nunca lo había visto así, pero ahora que escuchaba a Jacob podía verlo muy claramente.
—La guerra no fue fácil para nadie, Jacob. Pero me alegra que hayas podido mantenerte al margen, yo también hice un esfuerzo por tener un perfil más bajo —dijo Damocles, pensando en cómo la había pasado Jacob. No hubiera podido soportar escuchar que Jacob la había pasado mal en aquella época, aunque ahora estuviera bien, frente a él—: La pureza de sangre es una completa estupidez. Por suerte mi familia nunca llegó a tanto, pero me avergonzaba mucho escucharlos hablar. No me arrepiento de haber puesto distancia con ellos para esa época. Esta casa tiene lindos recuerdos, pero ya estoy lo bastante grande para saber que no volverán.
Damocles temía haber sonado demasiado dramático, pero estaba diciendo la verdad. Aunque no le gustara, había hecho las paces con su situación familiar.
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Jacob puso atención a todas las palabras de Damocles. Parecía que la distancia con su familia era algo que en cierta forma le seguía pesando, a pesar de que al parecer tuviera tan claros sus pensamientos al respecto.
—Creo que también soy culpable de pensar que con el tiempo las relaciones familiares mejorarán —comentó, encogiéndose de hombros. —Pero cuando el problema es una condición permanente como la mía, no hay mucho espacio para mejora me temo.
El caso de Damocles no sabía si era peor o mejor. Las ideas sí que podían cambiar, pero no creía que Damocles quisiera pensar de otra manera y su familia menos. Así que venía a ser algo permanente de forma voluntaria. No era como que Jacob hubiera tenido alguna opción.
La conclusion de Damocles era buena, pero Jacob quería que fuera un poco más allá.
Extendió una mano hacia él, ofreciéndosela para que lo tomara de la mano.
—Los buenos recuerdos en esta casa no te los va a quitar nadie —le aseguró. —Pero lo más importante es crear nuevos recuerdos en ella. Para eso me tienes a mí.
Lo decía totalmente en serio. Jacob no sabía explicar cómo, pero la presencia de Damocles en su vida de ahora en adelante era definitiva. No podía pensarlo de otra forma. No iba a separarse de él ahora. Y no era por la poción que estaba haciendo para él. Era algo más que tenía que ver con su vida.
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La cercanía de Jacob y aquella conversación lo habían conseguido hacer sentir mejor casi enseguida. Damocles pronunció la sonrisa, sintiéndose ligero, como si hubiera sido liberado de una larga maldición que estaba cargando consigo, gracias al peso del legado familiar de los Belby.
Jacob tenía razón, los buenos recuerdos de esta casa no lo abandonarían nunca. No importaba si el presente fuera completamente diferente, Damocles podía hacer nuevos recuerdos. Además, no se arrepentía del camino que él mismo había tomado. Si eso traía consigo distanciamiento de su familia, pues que así fuera.
Damocles asintió a sus palabras y, con cuidado, se puso de pie. Extendió una mano hacia Jacob para ayudarlo a levantarse.
—Tienes toda la razón, Jacob —dijo, mientras éste le tomaba la mano y Damocles lo ayudaba a ponerse en pie—. Anda, vamos a la casa de regreso. Ya me convenciste de quedarnos hasta mañana siguiente, así que déjame terminar de ser un buen anfitrión para ti hasta el último momento.
Damocles pudo aparecerse gracias a la magia que encerraba la casa, pero estaba tan cerca que él y Jacob se volvieron caminando. Cuando Damocles abrió la puerta, lo primero que se dio cuenta fue de la silueta que estaba en medio de la sala. No había humo en la chimenea, así que no había utilizado la red flu para llegar allí. Se había aparecido. Cuando lo reconoció, Damocles se dio cuenta de lo obvio: por supuesto que podía aparecerse, él también tenía permiso para hacerlo.
Contuvo la respiración cuando Cesarus, su hermano mayor, se giró para enfrentarlo cara a cara. No se veían desde las últimas fiestas, poco después del nacimiento de su sobrino.
—Ha pasado mucho tiempo, querido hermanito.
La voz de Cesarus seguía idéntica, siniestra y grave, en su memoria.
Jacob tenía razón, los buenos recuerdos de esta casa no lo abandonarían nunca. No importaba si el presente fuera completamente diferente, Damocles podía hacer nuevos recuerdos. Además, no se arrepentía del camino que él mismo había tomado. Si eso traía consigo distanciamiento de su familia, pues que así fuera.
Damocles asintió a sus palabras y, con cuidado, se puso de pie. Extendió una mano hacia Jacob para ayudarlo a levantarse.
—Tienes toda la razón, Jacob —dijo, mientras éste le tomaba la mano y Damocles lo ayudaba a ponerse en pie—. Anda, vamos a la casa de regreso. Ya me convenciste de quedarnos hasta mañana siguiente, así que déjame terminar de ser un buen anfitrión para ti hasta el último momento.
Damocles pudo aparecerse gracias a la magia que encerraba la casa, pero estaba tan cerca que él y Jacob se volvieron caminando. Cuando Damocles abrió la puerta, lo primero que se dio cuenta fue de la silueta que estaba en medio de la sala. No había humo en la chimenea, así que no había utilizado la red flu para llegar allí. Se había aparecido. Cuando lo reconoció, Damocles se dio cuenta de lo obvio: por supuesto que podía aparecerse, él también tenía permiso para hacerlo.
Contuvo la respiración cuando Cesarus, su hermano mayor, se giró para enfrentarlo cara a cara. No se veían desde las últimas fiestas, poco después del nacimiento de su sobrino.
—Ha pasado mucho tiempo, querido hermanito.
La voz de Cesarus seguía idéntica, siniestra y grave, en su memoria.
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Por unos momentos Jacob tuvo la ilusión de que aquella última noche allí sería especial. Realmente aspiraba a que lo fuera. De alguna forma sentía que este viaje había sido un punto de inflexión en su relación. Hasta ahora Damocles había sido su curador, su empleador, su benefactor... pero ahora creía que había algo más.
Eran amigos. Y quizá... quizá algo más. De eso último no estaba seguro.
Sin embargo, no pudo recrearse en esa idea, puesto que al regresar a la casa, no la encontraron vacía.
Ya no iba a ser una última noche solo para ellos.
Jacob miró con curiosidad al hermano de Damocles. Por lo que habían hablado sabía que no se llevaban bien y no se parecían en nada. De entrada le desagradaba, y tampoco le caía nada bien que hubiera arruinado su última noche.
—Puedo esperar en otro salón para que hablen —dijo, sintiéndose incómodo. Era un intruso en aquel lugar y aquella conversación. —No quiero entrometerme en asuntos familiares.
Sin embargo, dirigió una mirada a Damocles con la que esperaba que entendiera que contaba con él. Si había que enfrentarse a su hermano o echarlo de ahí él podía ayudarlo con eso.
Pero no quería cerar problemas de entrada.
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Hacía mucho tiempo que Damocles no se sentía de esa manera: juzgado y señalado, como si acabaran de encontrarlo haciendo una travesura y estuviera a punto de recibir el regaño de su vida. Cuando recibía cartas en Hogwarts, sobre todo en su séptimo curso, estaba convencido de que en cualquier momento recibiría un vociferador por parte de sus padres.
La expresión de Cesarus le producía todo eso, como si de pronto estuviera viajando hacia el pasado, estuviera en sexto curso de Hogwarts otra vez. Tenía la sensación de que, cualquier cosa que dijera su hermano mayor, iba a hacerlo enfadar.
Cuando escuchó la voz de Jacob, Damocles volvió a sentirse atrapado. Lo normal sería presentarlos, por supuesto, si tuviera una relación normal con su hermano, eso sería lo que haría. Pero Damocles no tenía claro cómo proceder, sin embargo, optó por ser bien educado, para que Cesarus no hiciera preguntas incómodas después.
—No, Jacob, espera… —comentó, con la mejor sonrisa que pudo encontrar en su repertorio a pesar de que estaba muy nervioso. Damocles se giró hacia su hermano, señalándolo con un gesto—: Cesarus, este es Jacob, él es…
—Sé muy bien quién es él, Damocles —lo interrumpió su hermano, con aquel tono gélido que consiguió dejarlo sin aliento. Damocles no se esperaba aquella respuesta y, por un instante, no supo bien qué decir. Se arrepintió, porque eso le daba apertura a Cesarus a continuar y presentía que lo que escucharía a continuación sería terrible—: ¿Sabes? Me encontré con Horace Slughorn, me dijo que estabas haciéndole algunas preguntas sobre una poción. Estaba realmente entusiasmado, pero sabes bien que ese viejo pocionista se impresiona muy fácilmente. Lo que sí me sorprendió, fue cuando me dijo qué tipo de poción estabas elaborando.
Damocles soltó un respingo cuando comprendió lo que estaba pasando, se lamentó haber mandado esas cartas, pero, sobre todo, lamentó la familia que tenía.
La expresión de Cesarus le producía todo eso, como si de pronto estuviera viajando hacia el pasado, estuviera en sexto curso de Hogwarts otra vez. Tenía la sensación de que, cualquier cosa que dijera su hermano mayor, iba a hacerlo enfadar.
Cuando escuchó la voz de Jacob, Damocles volvió a sentirse atrapado. Lo normal sería presentarlos, por supuesto, si tuviera una relación normal con su hermano, eso sería lo que haría. Pero Damocles no tenía claro cómo proceder, sin embargo, optó por ser bien educado, para que Cesarus no hiciera preguntas incómodas después.
—No, Jacob, espera… —comentó, con la mejor sonrisa que pudo encontrar en su repertorio a pesar de que estaba muy nervioso. Damocles se giró hacia su hermano, señalándolo con un gesto—: Cesarus, este es Jacob, él es…
—Sé muy bien quién es él, Damocles —lo interrumpió su hermano, con aquel tono gélido que consiguió dejarlo sin aliento. Damocles no se esperaba aquella respuesta y, por un instante, no supo bien qué decir. Se arrepintió, porque eso le daba apertura a Cesarus a continuar y presentía que lo que escucharía a continuación sería terrible—: ¿Sabes? Me encontré con Horace Slughorn, me dijo que estabas haciéndole algunas preguntas sobre una poción. Estaba realmente entusiasmado, pero sabes bien que ese viejo pocionista se impresiona muy fácilmente. Lo que sí me sorprendió, fue cuando me dijo qué tipo de poción estabas elaborando.
Damocles soltó un respingo cuando comprendió lo que estaba pasando, se lamentó haber mandado esas cartas, pero, sobre todo, lamentó la familia que tenía.
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