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Recuerdo del primer mensaje :
Sin lluvia no hay flores
“Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. - J C
Aquella rubia huyo de aquel lugar que tanto mal le hacía. Sin rumbo fijo solo compró los primeros pasajes disponibles y fue que su destino fue Puerto Rico. Una isla de Centroamérica que solo escuchó de nombre alguna vez. Tenía suerte saber español pues como portuguesa no habría podido entender nada y optar por otro sitio.
No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.
Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.
Todo comenzó desde ese minuto.
No iba sola. Junto a ella iba su hijo de tan solo 7 años que era el más desorientado en ir para acá y para allá en el aeropuerto y cuando pisaron suelo en Aguadillas notaron que se aproximaba una tormenta. Todos estaban inquietos por lo que la idea no fue quedarse en la ciudad así que preguntando tomó la determinación al pueblo más alejado, cercanos a una montañas según le dijeron tomaron el primer carro hacia su último destino. Tenían que quedarse todo había cambiado.
Por otro lado, la morena estaba fastidiada por la rutina. Aunque había terminado la universidad con honores gracias a una buena beca no había logrado conseguir un empleo decente en el último tiempo. Tenía que sacar de la pobreza a sus padres y dos hermanos estudiantes, aunque su pueblito fuera estupendo si pasaban necesidades en Aibonito, pueblo que se encontraba en las montañas y que era reconocido por su agricultura y flores. Sin duda, estaba alejado de todo y ella no deseaba dejarlos del todo ¿Con quienes se quedaría? Tristemente, había pasado hambre y muchas veces tenía que soportar estar sin luz por varios días. Y ahora otra tormenta se aproximaba y andaba temerosa. Ella sola se subió al techo y comenzó arreglarlo como podía para que no terminara todo inundado y fue cuando vio desde esa altura a una rubia con un pequeño con maletas.
Todo comenzó desde ese minuto.
Jimena Valenzuela 23 años - Camila Mendes - Rising Sun | Flávia Carvalho 26 años - Maya Hawke - Shooting Star |
1x1 — ORIGINAL — REALISTA (Romance - Drama - Diferencias sociales)
XIII
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- Post de Rol:
- Código:
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<div class="pwgotitle">TITULO GUAY AQUI</div><div class="pwgosubtit">SUBTITULO MOLÓN</div>
<div class="pwgotext">TU SUPER CHACHI POST POR AQUÍ...
</div>
<div class="pwgosq1bt"></div><div class="pwgosq2bt"><div class="pwgodatos">¿QUIÉN? — ¿DÓNDE? — ¿CAPITULO?</div></div></div>
[url=https://www.treeofliferpg.com/u967]<div class="creditosxiii">XIII</div>[/url]</center>
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Algo le provocaba Jimena que recordaba de su pasado y que no pudo ser posible, fue cuando conoció a Claire, una chica de su colegio con quién había hecho excelentes migas y resultó que se había enamorada de ella, Flavia también había quedado con la curiosidad y reconoció que le había gustado mucho, pero al ser menor, siempre tuvo presente lo que dirían sus padres, luego de casarse y todo, aunque se sintió enamorada, luego cuando vino todo lo malo era inevitable no comparar y darse cuenta que con esa chica estuvo con armonía, hoy en día, Claire ya tenía una pareja mujer y eran lo mejor de la vida. A las dos la consideraba amigas, pero siempre se preguntó que habría pasado si hubiera dejado fluir sus verdaderos sentimientos.
Y esa sensación, dado que la trataba tan bien lo estaba teniendo con Jimena, que sin condiciones y de muy buena gente que era hasta le había ofrecido su casa para pasar la tormenta, ahora la estaba ayudando a buscar un lugar para vivir y rentar para estar más cómodas y sus palabras le hacían bien, pues se sentía comprendida.
— Lo único que deseo es que mis padres se den cuenta lo manipulador que es y que corren ellos mismo peligro. Le levantaba la voz incluso a André, cuando comencé a notar que también sentía miedo ni lo pensé, le pedí ayuda a mi abuela y partí a otro lugar. Sé que me buscará e incluso dejará por un tiempo, pero se que volverá porque es de ese tipo de personas tóxicas — Dijo completamente afligida ya que no le gustaba hablar de ese asunto que tanto mal le había hecho, y que tuvo que tomar decisiones extremas, como venir a un lugar en medio de la nada y que le gustaba.
La miró con los ojos brillantes porque tenía en demasía razón, Jugó con sus manos, necesitaba sentir su calidez para que todo fuera más significativo — Sé que será difícil pero lo intentaré. Tengo que vivir el presente y dar lo mejor para mi y mi pequeño, y te agradezco porque eres una clase de guía que no me deja caer —Estaba demasiado agradecida con Jimena y la verdad era como una luz, que la ayudaba a a seguir adelante y no rendirse, agradecía a Dios en haberla conocido, ya se vería que formarían pero hasta el momento creía que ya se habían vuelto amigas. — Tienes toda la razón, hice lo correcto porque nadie tiene porque sufrir un maltrato — Hasta estaba decidida en pedir el divorcio apenas pudiera y ver cuando acabara todo a través de la visa. Quizás podría trabajar allí y conseguir ser parte de ellos.
La verdad es que quedo encantada con la casita de la señora, le encantaba porque era acogedor y estaba muy limpia, no creía problema que le molestará que hubiera un niño aunque igual le iba a preguntar. Dejo que la ancianita tomará su mano y sonrió alegre cuando vio el jardín, la verdad es que eso la enamoro. — Imagino que Jime le dijo todo que tengo un hijo y la verdad me encanta porque hay espacio también para él, Me parece una casita encantadora, tengo que ir a ver la otra pero hasta ahora también me convence. ¿Y la habitación? — Le preguntó bondadosa y organizada. Tenía que decidir bien y ver todo, solo que hasta ahora le encantaba. No era la gran mansión de la cual estaba acostumbrada a vivir pero le daba lo mismo, era el comienzo de una nueva vida.
Y esa sensación, dado que la trataba tan bien lo estaba teniendo con Jimena, que sin condiciones y de muy buena gente que era hasta le había ofrecido su casa para pasar la tormenta, ahora la estaba ayudando a buscar un lugar para vivir y rentar para estar más cómodas y sus palabras le hacían bien, pues se sentía comprendida.
— Lo único que deseo es que mis padres se den cuenta lo manipulador que es y que corren ellos mismo peligro. Le levantaba la voz incluso a André, cuando comencé a notar que también sentía miedo ni lo pensé, le pedí ayuda a mi abuela y partí a otro lugar. Sé que me buscará e incluso dejará por un tiempo, pero se que volverá porque es de ese tipo de personas tóxicas — Dijo completamente afligida ya que no le gustaba hablar de ese asunto que tanto mal le había hecho, y que tuvo que tomar decisiones extremas, como venir a un lugar en medio de la nada y que le gustaba.
La miró con los ojos brillantes porque tenía en demasía razón, Jugó con sus manos, necesitaba sentir su calidez para que todo fuera más significativo — Sé que será difícil pero lo intentaré. Tengo que vivir el presente y dar lo mejor para mi y mi pequeño, y te agradezco porque eres una clase de guía que no me deja caer —Estaba demasiado agradecida con Jimena y la verdad era como una luz, que la ayudaba a a seguir adelante y no rendirse, agradecía a Dios en haberla conocido, ya se vería que formarían pero hasta el momento creía que ya se habían vuelto amigas. — Tienes toda la razón, hice lo correcto porque nadie tiene porque sufrir un maltrato — Hasta estaba decidida en pedir el divorcio apenas pudiera y ver cuando acabara todo a través de la visa. Quizás podría trabajar allí y conseguir ser parte de ellos.
La verdad es que quedo encantada con la casita de la señora, le encantaba porque era acogedor y estaba muy limpia, no creía problema que le molestará que hubiera un niño aunque igual le iba a preguntar. Dejo que la ancianita tomará su mano y sonrió alegre cuando vio el jardín, la verdad es que eso la enamoro. — Imagino que Jime le dijo todo que tengo un hijo y la verdad me encanta porque hay espacio también para él, Me parece una casita encantadora, tengo que ir a ver la otra pero hasta ahora también me convence. ¿Y la habitación? — Le preguntó bondadosa y organizada. Tenía que decidir bien y ver todo, solo que hasta ahora le encantaba. No era la gran mansión de la cual estaba acostumbrada a vivir pero le daba lo mismo, era el comienzo de una nueva vida.
Flavia Carvalho— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Jimena trataba de hacer lo que mejor podía para ayudar a Flavia. Sabía que no era nada fácil lo que estaba pasando. Aunque claro, jamás podría experimentarlo del todo. Ella había corrido con la suerte de haber tenido un novio como pocos había, pero por desgracia la vida se lo había arrebatado. Pero a pesar de ello podía sentir el dolor que la otra chica trasmitía, esa desesperación por darle una vida segura a su hijo. Aquello le bastaba para querer ayudarla, y sin darse cuenta se estaba convirtiendo en su ángel de la guarda. Igual había que admitir que la rubia le provocaba interés, Jimena había tenido la oportunidad de experimentar también con alguna que otra chica, y con otros chicos, aunque muy pocos, después de la muerte de su novio. Pero siendo sinceros, con nadie se había decidido a formalizar nada. Quizás era el temor a repetir la historia y volver a sufrir, o quizás simplemente aún no encontraba quien llenara ese vacío. Más había algo especial en Flavia que le acordaba esos días en los que fue feliz. ¿Sería que la portuguesa podría darle devuelta esa ilusión?
— Ese tipo es de armas tomar. Porque he sabido de algunos que son nefastos con sus parejas, pero al menos con sus hijos parecen otra persona. Pero si ni siquiera a su propia sangre respeta, no quiero imaginar a los que no lo son. De verdad espero recapaciten por su propio bien. — comentó preocupada, sus papás se veían que estaban segados por el poder de aquel hombre que no les dejaba ver los peligros que representaba. Solo rogaba que no terminaran por darse cuenta cuando ocurriera alguna tragedia.
Lamentablemente, tenía razón, aunque pareciera que no la buscara o no daría con su paradero no se podían confiar. Pero igual tenían que continuar con su vida, tratar de hacerla lo más normal posible. Eso sí, tomando todas las precauciones posibles. — Que venga, que intente meterse en gallinero ajeno a ver cómo le va. — le dijo convencida la morena, y es que sabía que en poco tiempo la rubia tendría un ejército de gente que la protegiera a ella y su hijo, comenzando por ella.
Jimena dejó que Flavia continuara jugando con sus manos, sentía que necesitaba ese momento de conforte. Sentir que había una luz al final del túnel. — Así mismo, haremos todo lo posible para que todo salga bien. Las cosas cambiarán, ya los verás. — aseguro con una cálida sonrisa. — Prometido, palabra de niña exploradora. — le afirmo, ella solo quería que, aunque fuera por una vez en su vida sintiera algo de seguridad.
Le gustaba que fuera dándose cuenta de que no tenía por qué sentirse mal por lo que hizo. Pues había hecho lo correcto, su niño no tendría por qué reclamarle. Y aun si lo hiciera, cuando tuviera la suficiente madures para entender lo ocurrido sin duda daría la razón a su madre. La última parte del recorrido había sido el jardín y ahí estaban con la ancianita que orgullosamente les mostraba el lugar. — Si querida, ya Jime me puso al tanto. ¿Sabes qué? Me gusta la idea de tener un niño rondando, mis nietos están en Estados Unidos y no los veo mucho. — comento la mujer. — Oh, claro que sí. Sin presión alguna, linda. Es tu decisión. Igual si no te quedas, eres bienvenida a visitarme. — aclaro la anciana.
— Bueno no queda muy lejos. Vamos a ir a verla. Muchas gracias por todo doña Rosa. Pronto se enterará de su decisión. — aseguro Jimena mientras tomaba la mano de Flavia para marcharse. No habían recorrido mucho cuando ya habían llegado. Era un lugar más pequeño, pero un tanto más privado, ya que los dueños del lugar vivían en otro pueblo. — Llegamos, tengo la llave la vecina me la entrego porque no podía estar presente para mostrarnos está trabajando. — aclaro, antes de entrar a la habitación. — Como verás lo único que está aparte es el baño. — dijo mostrándole el lugar.
— Ese tipo es de armas tomar. Porque he sabido de algunos que son nefastos con sus parejas, pero al menos con sus hijos parecen otra persona. Pero si ni siquiera a su propia sangre respeta, no quiero imaginar a los que no lo son. De verdad espero recapaciten por su propio bien. — comentó preocupada, sus papás se veían que estaban segados por el poder de aquel hombre que no les dejaba ver los peligros que representaba. Solo rogaba que no terminaran por darse cuenta cuando ocurriera alguna tragedia.
Lamentablemente, tenía razón, aunque pareciera que no la buscara o no daría con su paradero no se podían confiar. Pero igual tenían que continuar con su vida, tratar de hacerla lo más normal posible. Eso sí, tomando todas las precauciones posibles. — Que venga, que intente meterse en gallinero ajeno a ver cómo le va. — le dijo convencida la morena, y es que sabía que en poco tiempo la rubia tendría un ejército de gente que la protegiera a ella y su hijo, comenzando por ella.
Jimena dejó que Flavia continuara jugando con sus manos, sentía que necesitaba ese momento de conforte. Sentir que había una luz al final del túnel. — Así mismo, haremos todo lo posible para que todo salga bien. Las cosas cambiarán, ya los verás. — aseguro con una cálida sonrisa. — Prometido, palabra de niña exploradora. — le afirmo, ella solo quería que, aunque fuera por una vez en su vida sintiera algo de seguridad.
Le gustaba que fuera dándose cuenta de que no tenía por qué sentirse mal por lo que hizo. Pues había hecho lo correcto, su niño no tendría por qué reclamarle. Y aun si lo hiciera, cuando tuviera la suficiente madures para entender lo ocurrido sin duda daría la razón a su madre. La última parte del recorrido había sido el jardín y ahí estaban con la ancianita que orgullosamente les mostraba el lugar. — Si querida, ya Jime me puso al tanto. ¿Sabes qué? Me gusta la idea de tener un niño rondando, mis nietos están en Estados Unidos y no los veo mucho. — comento la mujer. — Oh, claro que sí. Sin presión alguna, linda. Es tu decisión. Igual si no te quedas, eres bienvenida a visitarme. — aclaro la anciana.
— Bueno no queda muy lejos. Vamos a ir a verla. Muchas gracias por todo doña Rosa. Pronto se enterará de su decisión. — aseguro Jimena mientras tomaba la mano de Flavia para marcharse. No habían recorrido mucho cuando ya habían llegado. Era un lugar más pequeño, pero un tanto más privado, ya que los dueños del lugar vivían en otro pueblo. — Llegamos, tengo la llave la vecina me la entrego porque no podía estar presente para mostrarnos está trabajando. — aclaro, antes de entrar a la habitación. — Como verás lo único que está aparte es el baño. — dijo mostrándole el lugar.
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Estaba muy agradecida con Jimena, pues era un apoyo incondicional que no sabía que la estaba esperando en un lugar tan lejano, se sentía comprendida y querida a pesar de que llevaban tan pocos días conociendose y ya le había ayudado un montón, como ahora que estaba a punto de rentar una casa para vivir con su pequeño, ya que no podía abusar del poco espacio - no era que la casa fuera chica - que tenía la numerosa familia de Jime.
Se estaba comportando como un sol lleno de luz y brillo, que lograba darle calor y tener esperanza, que todo podría salir bien. Porque sabía que el muy maldito iba a darle tiempo para que recapacitara, solo que no tenía idea que ella no pensaba volver, no quería estar con él y si lo hacía sería simplemente para pedirle el divorcio y hacer todo lo posible para quedarse con su niño, bien que podría tener sus días porque era su padre y ya luego decidiría él cuando fuera más grande. Solo le quería enseñar los mejores valores posibles y que no se dejara maltratar por ese estúpido narcisista. — Solo tengo el permiso para algunos meses aquí y tendré que conseguir un trabajo para quedarme una gran temporada, tengo que empezar de a poco. La cuestión es que no quiero volver con él y si lo hago será solo para hacer los trámites del divorcio, lo que más me acompleja será como quedará André — Le explicó angustiada al respecto, solo que no podía hacer mucho porque así eran las leyes, lo que quería era darle una vida muy plena.
— Si te tengo a ti como mi angelito todo saldrá bien, aunque si espero que sea mutuo — Le dijo con cariño, mientras sus ojitos claros brillaban, Jime era una persona completamente genial y le gustaba mucho.
Ya dentro de la casa de la abuelita que era muy amplia la verdad y con un hermoso jardín que sería perfecto también para André, quedaba muy conforme pero no quería decidir de una si no veía la otra. Ya sabía los costos de cada una, todo lo sabía por las explicaciones de Jimena que eficientemente se había encargado hasta del papeleo. — Hasta ahora estoy muy conforme, por como es la casa, se nota que usted es una mujer encantadora y ante todo, no le molestaría mi pequeño. Cuando venga sus nietos solo tiene que decirme no más, ya que no me gustaría molestar — Luego que vio la habitación que era muy amplia para los dos, la rubia se despidió de la ancianita para ver la otra.
No era fea, pero la encontró pequeña. Era muy buena para los dos y especialmente no quedaba cerca de Jime que era lo peor. — No está mal, pero creo que me ha gustado más la de la abuelita. Además que está a un precio razonable que con trabajo creo que podré. Cuéntame un poco más de ella, la verdad es que me agrado mucho — Le pidió, porque de cierta manera ya su decisión estaba tomada, la mujer estaba sola al igual que ella, así que perfectamente se podrían acompañar y estar muy bien. Flavia por lo general, pensaba en los demás.
Se estaba comportando como un sol lleno de luz y brillo, que lograba darle calor y tener esperanza, que todo podría salir bien. Porque sabía que el muy maldito iba a darle tiempo para que recapacitara, solo que no tenía idea que ella no pensaba volver, no quería estar con él y si lo hacía sería simplemente para pedirle el divorcio y hacer todo lo posible para quedarse con su niño, bien que podría tener sus días porque era su padre y ya luego decidiría él cuando fuera más grande. Solo le quería enseñar los mejores valores posibles y que no se dejara maltratar por ese estúpido narcisista. — Solo tengo el permiso para algunos meses aquí y tendré que conseguir un trabajo para quedarme una gran temporada, tengo que empezar de a poco. La cuestión es que no quiero volver con él y si lo hago será solo para hacer los trámites del divorcio, lo que más me acompleja será como quedará André — Le explicó angustiada al respecto, solo que no podía hacer mucho porque así eran las leyes, lo que quería era darle una vida muy plena.
— Si te tengo a ti como mi angelito todo saldrá bien, aunque si espero que sea mutuo — Le dijo con cariño, mientras sus ojitos claros brillaban, Jime era una persona completamente genial y le gustaba mucho.
Ya dentro de la casa de la abuelita que era muy amplia la verdad y con un hermoso jardín que sería perfecto también para André, quedaba muy conforme pero no quería decidir de una si no veía la otra. Ya sabía los costos de cada una, todo lo sabía por las explicaciones de Jimena que eficientemente se había encargado hasta del papeleo. — Hasta ahora estoy muy conforme, por como es la casa, se nota que usted es una mujer encantadora y ante todo, no le molestaría mi pequeño. Cuando venga sus nietos solo tiene que decirme no más, ya que no me gustaría molestar — Luego que vio la habitación que era muy amplia para los dos, la rubia se despidió de la ancianita para ver la otra.
No era fea, pero la encontró pequeña. Era muy buena para los dos y especialmente no quedaba cerca de Jime que era lo peor. — No está mal, pero creo que me ha gustado más la de la abuelita. Además que está a un precio razonable que con trabajo creo que podré. Cuéntame un poco más de ella, la verdad es que me agrado mucho — Le pidió, porque de cierta manera ya su decisión estaba tomada, la mujer estaba sola al igual que ella, así que perfectamente se podrían acompañar y estar muy bien. Flavia por lo general, pensaba en los demás.
Flavia Carvalho— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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3. Luego de la tempestad
viene la calma.
Jimena estaba haciendo lo que podía por ayudar. El caso de Flavia realmente la había tocado y el que la vida la hubiera puesto casi a sus puertas hacía que sintiera que era a ella que le tocaba echarle la mano. No podía dejarla a su suerte, mucho menos con un niño pequeño. Pues se ponía a pensar que sería de ella sin ayuda. Ella no tenía hijos, pero igual tenía hermanitos pequeños los cuales cuidaba, sabía todo lo que eso implicaba.
— Todo paso a paso, pero lo bueno es que ya vas teniendo un plan. Pero, sobre todo, estás muy clara de que no quieres volver y tomar esa decisión es el paso más importante para poder seguir con todo lo demás. — le aseguro la morena quien reconocía que era muy valiente en haber hecho todo lo que hizo aun sabiendo los riesgos que corría y si se percataba, incluso el también ir a un lugar totalmente desconocido sin tener idea alguna de que esperar también había sido un riesgo. — Sí, lo sé. La parte más complicada es el niño. Pero por ahora mejor piensa que has hecho todo lo posible para que esté bien. Al menos todo lo que está en tus manos. Flavia, hay cosas que no están bajo nuestro control, pero estoy segura de que cuando llegue el momento sabrás como lidiar con ello. Además, con lo que ese hombre no cuenta es con el hecho de que no estás sola. — aseguro la muchacha a la otra. Tenía su completo apoyo, y también sabía que tenía el de sus papás aun cuando estos no estuvieran en las mejores condiciones de salud podían tener eso que se llama sabiduría de la vida para darle consejos.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Jimena. — Claro que sí, claro que sí. Yo sé que así será. — le aseguro cuando la llamo su pequeño angelito, y que esperaba que fuera mutuo, la chica le volvió a dar otro abrazo de esos reconfortantes que tanto le encantaba dar.
La revisión de las casas estaba siendo todo un éxito. Eso la tenía contenta, porque sabía que pronto Flavia podría tener su propio espacio y comodidad. No es que le molestara tenerla en su casa. De hecho la iba a extrañar, pero era lo mejor. Cada cual necesitaba su privacidad y además el niño también necesitaba su espacio. Que sintieran pertenencia de un lugar, aunque fuera rentado. — No te preocupes querida, dudo mucho que lo hagan pronto y si lo hacen no se quedarían aquí. No cabrían. Aunque si podría avisarte, pero para que el niño los conozca. — aseguro la ancianita antes de que las chicas se marcharan a ver el otro lugar.
Jimena ya sospechaba cuál sería la elección de la rubia, pero trato de no intervenir mucho en su opinión mientras le mostraba la última, para que fuera totalmente decisión de ella de escoger el sitio. — Algo me decía que la elegirías. Es que sin duda es la mejor opción. Pues doña Rosa es como la abuelita del barrio. Le encantan los niños, como podrás haber notado. También le gusta la cocina, así que créeme que aunque no quieras seguro te va a llamar algún momento del día para que coman. Suele cocinar en grandes cantidades aun cuando viva sola porque le gusta regalar de su comida a los vecinos, o todo el que vea en necesidad. Y ahí donde la vez, fue maestra de primaria. Así que igual hasta te ayuda con Andre en ese aspecto. Créeme, con doña Rosa te has ganado otro ángel. — aseguro con una guiñada mientras comenzaban a caminar y la rodeaba con el brazo contenta porque las cosas estaban resultando.
Había sido un día muy productivo, y al mismo tiempo de desahogo para la rubia. Además, Jimena se comenzaba a dar cuenta de que le estaba dando más importancia de lo que creía, y eso era por una cosa… le estaba comenzando a gustar.
— Todo paso a paso, pero lo bueno es que ya vas teniendo un plan. Pero, sobre todo, estás muy clara de que no quieres volver y tomar esa decisión es el paso más importante para poder seguir con todo lo demás. — le aseguro la morena quien reconocía que era muy valiente en haber hecho todo lo que hizo aun sabiendo los riesgos que corría y si se percataba, incluso el también ir a un lugar totalmente desconocido sin tener idea alguna de que esperar también había sido un riesgo. — Sí, lo sé. La parte más complicada es el niño. Pero por ahora mejor piensa que has hecho todo lo posible para que esté bien. Al menos todo lo que está en tus manos. Flavia, hay cosas que no están bajo nuestro control, pero estoy segura de que cuando llegue el momento sabrás como lidiar con ello. Además, con lo que ese hombre no cuenta es con el hecho de que no estás sola. — aseguro la muchacha a la otra. Tenía su completo apoyo, y también sabía que tenía el de sus papás aun cuando estos no estuvieran en las mejores condiciones de salud podían tener eso que se llama sabiduría de la vida para darle consejos.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Jimena. — Claro que sí, claro que sí. Yo sé que así será. — le aseguro cuando la llamo su pequeño angelito, y que esperaba que fuera mutuo, la chica le volvió a dar otro abrazo de esos reconfortantes que tanto le encantaba dar.
La revisión de las casas estaba siendo todo un éxito. Eso la tenía contenta, porque sabía que pronto Flavia podría tener su propio espacio y comodidad. No es que le molestara tenerla en su casa. De hecho la iba a extrañar, pero era lo mejor. Cada cual necesitaba su privacidad y además el niño también necesitaba su espacio. Que sintieran pertenencia de un lugar, aunque fuera rentado. — No te preocupes querida, dudo mucho que lo hagan pronto y si lo hacen no se quedarían aquí. No cabrían. Aunque si podría avisarte, pero para que el niño los conozca. — aseguro la ancianita antes de que las chicas se marcharan a ver el otro lugar.
Jimena ya sospechaba cuál sería la elección de la rubia, pero trato de no intervenir mucho en su opinión mientras le mostraba la última, para que fuera totalmente decisión de ella de escoger el sitio. — Algo me decía que la elegirías. Es que sin duda es la mejor opción. Pues doña Rosa es como la abuelita del barrio. Le encantan los niños, como podrás haber notado. También le gusta la cocina, así que créeme que aunque no quieras seguro te va a llamar algún momento del día para que coman. Suele cocinar en grandes cantidades aun cuando viva sola porque le gusta regalar de su comida a los vecinos, o todo el que vea en necesidad. Y ahí donde la vez, fue maestra de primaria. Así que igual hasta te ayuda con Andre en ese aspecto. Créeme, con doña Rosa te has ganado otro ángel. — aseguro con una guiñada mientras comenzaban a caminar y la rodeaba con el brazo contenta porque las cosas estaban resultando.
Había sido un día muy productivo, y al mismo tiempo de desahogo para la rubia. Además, Jimena se comenzaba a dar cuenta de que le estaba dando más importancia de lo que creía, y eso era por una cosa… le estaba comenzando a gustar.
Fin del capitulo
Jimena Valenzuela— En un Barrio de Aibonito — Algunos días luego de la tormenta
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