Un Amor Real

ONE ON ONE | ORIGINAL | FANTASÍA

Han pasado años desde que el Reino Mágico “Lumièredell”  fue completamente destruido y quedó en ruinas. Tristemente los reyes no lograron salvarse de aquella magia oscura de un enemigo que aún no se sabe quién es realmente. Muchos otros tuvieron que emigrar hacia otros reinos o siguen vagando hasta encontrar una solución. Pero debido a un brujo sabio y consejero ha revelado que el reino volverá a prosperar si los herederos al reino quieren tomar su verdadero lugar.

Los hermanos fueron separados al momento de la destrucción tan solo eran unos niños de 16 años - eran mellizos - cuando todo ocurrió. Lamentablemente, August al tiempo fue capturado por aquel villano que oculta bien su rostro, mientras que la princesa Serena esta en compañía de un joven guardia que la ayudó a huir junto a su primo. Han pasado 5 años y la princesa sabe que debe volver. Ha vivido tranquila a pesar que tiene que aguantar todos los días ese frío humor y ácido de  Zephir Featherbrand que se cree una clase de hermano para ella y siempre le anda diciendo lo que tiene que hacer a pesar que ni siquiera tienen diferencia de edad. Por todo el trauma que vivió, la chica aún no ha podido demostrar sus habilidades que más bien son los elementos de la naturaleza y del viento. Al formar parte de la naturaleza tiene muchos poderes escondidos.

Por su parte, Zephir es muy hábil en su magia y resulta ser un eficiente guardián que sabe dominar la habilidades criaturas que hay por los alrededores mágicos. Sin darse cuenta, ambos han generado sentimientos por el otro solo que saben que es imposible por el nivel de magia que tienen, es una de las razones que ella no quiere volver al reino. Sin embargo, al escuchar esos rumores que su hermano irá ha hecho que se decida solo que tienen que un largo camino por recorrer.

Se alegro que tuviera un sueño reponedor y que despertara con energía, el pie estaba más hinchado a la mañana pero no le dolía. Zephir ya estaba despierto cuando ella se acomodo en la cama y trato de levantarse.

— No me duele pero esta hinchado... ¿Tendré que ir con un sanador? No me puedo permitir estar herida si un largo camino nos espera — Comentó la princesa que a la vez, necesitaba saber sobre las pociones y que debían guardar en casos como estos. Había peligros afuera así que los accidentes podían ocurrir e incluso, las torpezas como había ocurrido anoche. Una caída muy idiota en su opinión solo que tampoco se iba a lamentar si era algo que no se pudo evitar, solo paso.

— Tenemos que ir también por los dulces y que me enseñe hacer las pociones. Supongo que vamos a tener que partir al atardecer, un accidente no nos puede pillar desprevenidos como anoche — Exclamó la chica que como pudo se levantó, agradeciendo la ayuda del chico porque quería ir al tocador a limpiarse un poco y luego vestirse donde pidió privacidad para cambiarse.

Cuando estuvo lista lo llamó y lo recibió con una sonrisa en los labios. Era encantador, sin duda alguna, si llegaba a ser reina junto a su nombre como habían pocos civiles lo iba a nombrar noble para que fuera todo un caballero, la realidad es que necesitaba esa libertad también porque con su corazón serviría al reino. Si no llegaba a ocurrir se lo pediría a su hermano aunque esa sensación que le ocurría algo no se le pasaba y sí que quería reencontrarse con él para saber el que.

El día estaba refrescante, el sol calentaba y desde ahí hasta podía notar el sonido de las diferentes voces de los vendedores y la gente de ese pueblo, así que estaba ansiosa de ver como era y eso si podía caminar correctamente luego de su torcedura, ahí se dejaba guiar por el pelinegro. — Reconozco que amo la paz y el silencio, pero se extraña el ruido de la gente del pueblo — Murmuró con nostalgia porque aunque  pequeña principalmente pasaba en el castillo cuando recorría los sectores junto a sus padres y hermano, le gustaba ver y escuchar a la gente.

Aquella noche en la que pudo dormir en una cama después de varios días de viajes había sido grato. El guardia estaba acostumbrado a no tener siempre comodidades. Era parte de su trabajo y entrenamiento. Pero no se podía negar que tener un momento de descanso era reponedor, pues aún les quedaba mucho camino por recorrer. Así que se había despertado de bastante buen humor y como siempre, solía hacerlo muy temprano. Zephir no había querido despertar a la princesa, sabía que necesitaba el descanso más que él. Pues había gastado mucha energía en el entrenamiento, además de haberse lastimado el pie. Por lo que algunos minutos extra le vendrían de maravilla.

El chico miró en dirección donde estaba la joven cuando escucho su voz. — Buenos días, esas son grandes noticias. — afirmo, pues al menos eso implicaba que se podía mover. De todos modos, había que hacer algo para bajar la hinchazón. — Creo que igual es bueno que se la revisen así pueda estar más tranquila. Además, necesitamos conseguir los ingredientes para la poción para bajarle la inflamación. — o al menos conseguir los ingredientes para preparar una, lo que les saliera más económico. Porque por suerte él sabía prepararlas y estaba dispuesto a enseñarle también. — Sí los recuerdo muy bien. No nos marcharemos sin esos dulces. — le aseguro, pasara lo que pasara necesitaban de esos dulces para ayudarles en el aspecto anímico y moral. — Así es, pero aún es temprano. Si no tardamos mucho en salir al mercado tendremos tiempo de tener una clase de pociones y de estar listos para partir a tiempo. — afirmo el moreno mientras le ayudaba ponerse en pie.

No tardaron mucho en estar listos y así bajar al sector de las tiendas. Zephir se había tomado aquella encomienda de acompañarla, ser su guía y cuidar de ella, tan en serio que ahora más que nunca estaba dispuesto a lo que sea porque así fuera. Si tan solo supiera que aquello era más que una gran lealtad, más que una amistad. Pero nada podía hacer, él por muy valiente que fuera, por más que lo ascendieran de rango, los seguirían viendo como un guardia más. Desafortunadamente, no importaba cuantos méritos tuviera, no era noble y eso era suficiente para que muchos lo descalificaran de ser alguien digno de ella.

A Zephir no le entusiasmaban mucho los lugares atestados de gente. En especial cuando ante los ojos de los demás no era un guardia. Al menos como guardia no se le acercaban tan fácilmente a hacerlo perder el tiempo o buscar líos. Pero bueno, allí necesitaba pasar desapercibido. — Yo soy al revés reconozco que a veces hace falta el ruido de la gente. Pero definitivamente amo la paz y el silencio más. — Admitió el moreno. — Mire por allí, hay un puesto con buenas yerbas para las pociones. Igual hay algunas que se pueden encontrar silvestres así que esas no las podemos ahora. — comento. — No se me han olvidado los postres. — aclaro con una pequeña sonrisa.

Era muy grato pasar tiempo con Zephir ya que apenas se despertaba lo podía encontrar con un humor tan reponedor que la lograba contagiar. Y era cierto que no le dolía mucho el pie, así que luego decir todo lo que pensaba solo escuchó lo que harían.

— ¿Será bueno caminar sabiendo que me puedo dañar al intentarlo dando vueltas por las tiendas? — No estaba muy segura, pero al final igual terminó convencida para hacerlo porque la realidad es que solo era temor y para eso tenía que andar con cuidado. Le gustaba la paz y el silencio, demasiado a decir verdad pero el ruido de un pueblo no lo escuchaba siempre así que solo el simple hecho de estar allí la hacía muy feliz porque estaba con otras personas ya luego de días yendo de un lado para otro.

Seguramente había gente con habilidades aunque no podía sentir del todo la magia y tal vez hasta la controlaban bien. Mantuvo silencio mientras caminaban y ella muy cerquita de Zephir que le transmitía seguridad mientras miraba los locales y sobre todo se le apetecía la comida y los frutos que vendían y mucha gente comenzaba a comprar alegando por los precios y luego solo quedaban conformes. Soltó un suspiro, con sinceridad extrañaba en demasía esto que fue inevitable no mantener una sonrisa boba en los labios divertida por todo lo que veía.

No estaba acostumbrada a eso ya que era una princesa. Ahora hasta incluso sentía esa libertad que le encantaba tener. Había que aprovechar ahora porque siendo reina o no, seguiría siendo princesa regente y estar a cargo si tenía la oportunidad, pero claro tenían que seguir lo que pensaban sus padres donde perfectamente podían gobernar entre los dos. —Vamos, vamos... ojalá que encontremos las suficientes, Zep — Lo animó y tuvo suerte de no tropezarse al emocionarse más de la cuenta. Se sostuvo a tiempo del brazo del chico, sonrió divertida.

—Que ganas de comer pastelitos — Dijo mientras se le hacía agua la boca. Muy pronto llegaron a la tienda de pociones y hierbas, donde dejo que Zephir se encargaba mientras ella se ponía a mirar con curiosidad y entusiasmo los ingredientes, si no se equivocaba hasta llegaba a reconocer algunos solo que ahí el experto era su caballero.

El guardia estaba feliz de ver a la princesa con un mejor ánimo, más tranquila de lo que estuvo la noche anterior. Sin duda aquella noche en el hostal había sido muy buena para los dos. Además de que se veía que también su pie se encontraba en mejor estado. Zephir escucho sus palabras, era una preocupación válida. — Es bueno que intente caminar para así sepa cuanto realmente le sigue molestando. De todos modos, sabe muy bien que si es necesario de que le ayude me lo dice. — él estaba dispuesto a cargarla o si quería más independencia seguramente podría improvisarle algún bastón o muleta. — Así que no dude en decirme, que buscaré como resolver o nos podemos detener si prefiere descansar. — Añadió a su comentario. Pues quizás incluso hasta ni le molestaba tanto. Serena era más fuerte de lo que incluso ella misma podría imaginar y eso bien lo había descubierto el guardia en carne propia.

Habían comenzado su recorrido por aquel pueblo. El moreno estaba atento a todo su alrededor, prefería hacerlo porque aunque estaban siendo discretos nunca se estaba de más la precaución. No era cualquier persona la que lo acompañaba. Se trataba de una de las más grandes esperanzas que tenía su pueblo y, por tanto, si llegaban a descubrir su verdadera identidad podría ser peligroso. Pues debía de admitir que no todo mundo estaría de acuerdo. Porque claro, no eran sus pueblos los que tenían que vivir en el exilio. Además de que la muchacha también era especial para su corazón.

Pudo notar que la joven parecía feliz de estar entre la gente. Siempre fue dada a los demás, por lo que no le sorprendía que le gustara estar en compañía de otros. Además de que bien que se lo comentaba que le agradaba el bullicio de los pueblos a diferencia de él. Imaginaba que experimentarlo de esta forma, tan diferente a lo que estaba acostumbrada la hacía tener una experiencia totalmente nueva y emocionante. — Espero que sí, pero de todos modos. Confíe en mí, sabré donde buscar si no es el caso. — le comento para que no se preocupara por las yerbas. Tenía buen ojo para ello. Aunque también mandaba tener un poco de suerte para encontrarlas. Solo que ahora lo que los tenía con más interés eran los dulces. — En ese caso apresurémonos con las yerbas. — le sugirió el chico.

Se acercaron al lugar de las pociones y el guardia en cuestión de algunos momentos ya había seleccionado las que más les podían ser sutil, además de duraderas para el largo viaje que les esperaba aún. — Ve esta flor, es la flor de Árnica. El Árnica sirve para la hinchazón y el dolor, e incluso alivia los sarpullidos. Es perfecta para preparar una poción. — le dijo mostrándole una flor amarilla bastante bonita. Además de la flor, también las hojas servían. — Creo que su primera lección será aprender a prepararla. ¿Que le parece? — sugirio el moreno.

Serena sabía que ni podría quejarse porque Zephir sabía lo que hacía, ni siquiera había mencionado al sanador porque estaba seguro de que con las yerbas todo iría bien, por lo que tocaba solo confiar en él y simplemente obedecer. — Gracias, cualquier dolor extraño se lo diré inmediatamente, además que caminar servirá para darme cuenta de que si la dolencia no es tan grave como creí en un principio — Murmuró la chica, que al contemplarse el pie esa mañana ni estaba tan hinchado. ¿Sería que su magia también era sanadora? La magia elemental no dejaba de sorprender a todos y ella estaba recién comenzando con todo esto.

Cuando comenzaron a caminar, la princesa se percató que su pie no dolía tanto como pensó, pero de todos modos lo hacía con cuidado, además que así contemplaba cada tienda que pasaban. Había un olor raro y feo en algunas, otras eran bastante coloridas y con sinceridad, si habría tenido un poco de dinero se hubiera comprado de todo un poco, sobre todo cuando pasaron por esa tienda que vendían vestidos. Había uno de un celeste simple que le gusto mucho y parecía justo de su tamaño. — Nos espera un largo viaje, así que es bueno tener de todo un poco. — Asintió a lo que dijo y se dispuso quedarse cerquita hasta llegar al local donde había varios ingredientes.

Ella solo se dedicó a mirar de todo un poco hasta que escuchó al pelinegro — Es la adecuada para mi dolencia. ¿Pero qué otras podemos conseguir? ¿Heridas abiertas? ¿Golpes duros? — Era quien sabía, por lo cual aprender un poco de él era increíble. Encontraba a Zephir, aparte de muy guapo, demasiado inteligente. — ¡Pero demoraremos el día completo si yo intento prepararla, Zep! — Suplicó, tenía ganas de hacerla, pero no se sentía con la capacidad para crear una poción por ahora, mucho más cuando partirían durante la noche — ¿Le parece si compramos otros ingredientes y mañana mismo cuando paremos a descansar intento preparar una fácil? — No podía evitar ser un poco caprichosa  y a la vez, muy insegura. Quería asegurarse que su pie estuviera del todo perfecto para el camino que a su parecer no habían recorrido tanto como ella esperaba, su reino quedaba muy lejos.

Zephir estaba dispuesto a hacer lo que fuera por su princesa. Siempre velaría por su integridad por lo que si algo le aquejaba esperaba que no dudara en dejarle saber para así poder asistirle. No había nada de malo en ello, él solo quería cuidar de ella. Por otro lado, ya le comenzaría a enseñar todos esos truquitos, y técnicas que a él le ayudaban para sobrevivir a la intemperie. Sabía que la chica estaba dispuesta aprender, así que eso era otro punto a su favor. — Así mismo, todo irá mejorando. Esto será solo otra prueba más en el largo camino que nos espera. — le aseguro el guardia, igual debía tratarle el pie para que terminara de curar, pero al menos no sería algo que tardaría largo tiempo. Podrían manejarlo.

Al menos ya se encontraban en las tiendas de aquel pequeño pueblo, podía notar que había de todo un poco, pero Zephir se había enfocado más en buscar las que tuvieran lo que andaban buscando. — Sí princesa. Hay que aprovechar que ahora tenemos donde comprar, luego tendremos que esperar a encontrar el siguiente pueblo. Aunque igual siempre se consiguen recursos de la misma naturaleza. — comento el moreno mientras caminaban. — Así que sí cree que falta o necesita algo adicional, ahora es el momento. — sabía que no contaban con enorme capital, pero al menos podían intentar ver las opciones que tenían si algo les hacía falta.

Por lo pronto fueron por las plantas para tratar el dolor de la joven y ya el guardia comenzaba a separarlas. — Bueno, a ver para las cortaduras o heridas abiertas podría ser… — llevo la mano a su mentón pensado. — Esta flor morada es la equinácea sirve para la cicatrización de heridas. Además de prevenir infección y ayuda a reforzar nuestra vitalidad para no enfermarnos tan fácilmente. — le contaba señalándole la planta con la flor morada. — Así que quizás sea bueno llevar de esas también. — Sugirió el chico.

Zephir deseaba que aprendiera, pero tal vez tenía razón, al menos por esta vez era mejor que él la preparara. — Está bien, en esta ocasión la prepararé yo y ahí puede estar muy atenta a como lo hago e incluso me puede asistir. Ya para una próxima ocasión trabajaremos con esa enseñanza con más calma. — aseguro el joven. Escucho la propuesta de Serena y no pudo evitar que se le escapara la sonrisa por ver lo dispuesta que estaba. — Perfecto, que sea mañana y no te preocupes. No se preocupe, no será difícil. — enfatizo el chico. El muchacho continúo observando las plantas, para ver que podían llevarse, la lavanda, la sábila igual eran buenas opciones. Una vez tuvo todo, volteo nuevamente a la princesa. — ¿Algo que se le haya quedado? — volvió a preguntar para asegurarse, pues lo próximo sería ir por ese pastelito que se habían prometido la noche anterior y que quien sabía cuándo podría ser la siguiente vez que volvieran a probar algo tan delicioso.