Sáb Sep 30, 2023 7:25 pm por Blueberry
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— ¿Así que tienes dos hijos, niño y niña, tan pegados el uno al otro que no extraña que sean gemelos; y un tercero, mayor a estos, que juega en solitario?
— Papá...
— El primero, con lengua afilada y mente aguda, quien, por muy bien hablado que sea, te saca de quicio; el último, el más sensato de los tres, tan falto de atención que hará lo que sea por encajar en esta familia; y la niña, una defensora y apologista que se mete entre ellos, tan necesitada de una familia estructurada, que se dejará ahogar por ambos con tal de que la casa no salga en llamas...
— No son Danielle, Rebecca y yo.
— Te diré lo que debes hacer: escucha siempre a quien más de quicio te saque, quizás aprendas algo de él o descubras que su tono se debe a un enfado no resuelto por nadie; si no, buscará otras formas de hacerse oír. Cuida siempre un poco más a quien busque tu atención desesperadamente: no hagas como yo, creyendo que, ignorándolo, aprenderá a construirse un amor propio; si no, acabará aceptando en su vida a cualquiera que le regale una rosa. Y en cuanto a Aglaia... Perdona: Becca...— David Alders tomó la mano de su hijo y le sonrió— ... es de admirar que quiera ser el salvavidas de la familia, pero, en lugar de arreglar algo tan honorable, enseña al resto a salvarse ellos solos; hacedle ver que no la necesitáis para manteneros unidos y elegirá su camino teniéndose solo ella en cuenta.
Las familias, estaba probado, tendían a repetir historia por ser lo único que habían conocido y Alexander Alders se negaba a continuar aquella tradición. Así que, con una sonrisa y lágrimas en los ojos, asintió a su padre.
— Lo harás bien, estoy seguro, hijo. ¿Los demás cómo están?
— Thack parece tan adulto que a veces le tengo más en cuenta que a Maxence y las gemelas tienen este don de brillantez que me hace pensar que podríamos dejarlas abandonadas y se harían sus propias madres.
— Entonces el problema son solo Stephanos, Westley y Becca.
— No es que... No es que sean un problema; es que tengo miedo de que sean un mal para sí mismos.
— Bueno, para lo bien o mal que os criamos tu madre y yo, Danielle, Rebecca y tú habéis sabido seguir adelante.
Y, entonces, el apologista de la generación anterior, comenzó a defender los errores de sus antepasados.
— Papá...
— El primero, con lengua afilada y mente aguda, quien, por muy bien hablado que sea, te saca de quicio; el último, el más sensato de los tres, tan falto de atención que hará lo que sea por encajar en esta familia; y la niña, una defensora y apologista que se mete entre ellos, tan necesitada de una familia estructurada, que se dejará ahogar por ambos con tal de que la casa no salga en llamas...
— No son Danielle, Rebecca y yo.
— Te diré lo que debes hacer: escucha siempre a quien más de quicio te saque, quizás aprendas algo de él o descubras que su tono se debe a un enfado no resuelto por nadie; si no, buscará otras formas de hacerse oír. Cuida siempre un poco más a quien busque tu atención desesperadamente: no hagas como yo, creyendo que, ignorándolo, aprenderá a construirse un amor propio; si no, acabará aceptando en su vida a cualquiera que le regale una rosa. Y en cuanto a Aglaia... Perdona: Becca...— David Alders tomó la mano de su hijo y le sonrió— ... es de admirar que quiera ser el salvavidas de la familia, pero, en lugar de arreglar algo tan honorable, enseña al resto a salvarse ellos solos; hacedle ver que no la necesitáis para manteneros unidos y elegirá su camino teniéndose solo ella en cuenta.
Las familias, estaba probado, tendían a repetir historia por ser lo único que habían conocido y Alexander Alders se negaba a continuar aquella tradición. Así que, con una sonrisa y lágrimas en los ojos, asintió a su padre.
— Lo harás bien, estoy seguro, hijo. ¿Los demás cómo están?
— Thack parece tan adulto que a veces le tengo más en cuenta que a Maxence y las gemelas tienen este don de brillantez que me hace pensar que podríamos dejarlas abandonadas y se harían sus propias madres.
— Entonces el problema son solo Stephanos, Westley y Becca.
— No es que... No es que sean un problema; es que tengo miedo de que sean un mal para sí mismos.
— Bueno, para lo bien o mal que os criamos tu madre y yo, Danielle, Rebecca y tú habéis sabido seguir adelante.
Y, entonces, el apologista de la generación anterior, comenzó a defender los errores de sus antepasados.
∗∗∗∗∗∗∗
Arrullado por el sonido de su propio nombre, el alder crece bajo el mantra de su orgullo, sobre dosel de hoja y rama: una herencia y genealogía de magos puros. Sus raíces, ya arrellanadas en la tierra, cual rey crecido en el trono, sustentan y mantienen el fino y espigado tronco, así como sus infinitamente nacientes ramas y frutos. A ojos externos, el alder es ejemplar; sus ramas son las más esbeltas, ¿sus hojas? crecidas bajo el anuncio de una elegante primavera, y sus frutos levantan la curiosidad de los viandantes, asumiendo su acritud, maravillándose a la caída de sus primeras capas. Pues bien, durante años esta ha sido la imagen que ha construido para sí, guardándose sus conflictos internos, todo creciendo bajo la corteza de su tronco; ahora, sus últimas generaciones crecen formando su nuevo mantra: el escudo Alders se pierde bajo los frutos y hojas de las más altas ramificaciones.
Estamos en el año 2023 y nos centramos en una de sus más jóvenes ramas. Westley y Daniel Stephanos son dos de los seis hijos de Alexander Alders y Maxence Trèville. Durante siete años han compartido hogar, discusiones, peleas, insultos y enfados. Hace apenas un año que dejaron la escuela de magia y empezaron su trayectoria de especialización en la nueva y reformada universidad de Hogwarts. Por primera vez los dos solos, la tensión aumenta, y la aparición de Bellamy Castamar, un joven herbólogo proclive a las reformas terminará por inspirar y allanar el terreno para un nuevo brote, una nueva generación, de Alders.
Arrullado por el sonido de su propio nombre, el alder crece bajo el mantra de su orgullo, sobre dosel de hoja y rama: una herencia y genealogía de magos puros. Sus raíces, ya arrellanadas en la tierra, cual rey crecido en el trono, sustentan y mantienen el fino y espigado tronco, así como sus infinitamente nacientes ramas y frutos. A ojos externos, el alder es ejemplar; sus ramas son las más esbeltas, ¿sus hojas? crecidas bajo el anuncio de una elegante primavera, y sus frutos levantan la curiosidad de los viandantes, asumiendo su acritud, maravillándose a la caída de sus primeras capas. Pues bien, durante años esta ha sido la imagen que ha construido para sí, guardándose sus conflictos internos, todo creciendo bajo la corteza de su tronco; ahora, sus últimas generaciones crecen formando su nuevo mantra: el escudo Alders se pierde bajo los frutos y hojas de las más altas ramificaciones.
Estamos en el año 2023 y nos centramos en una de sus más jóvenes ramas. Westley y Daniel Stephanos son dos de los seis hijos de Alexander Alders y Maxence Trèville. Durante siete años han compartido hogar, discusiones, peleas, insultos y enfados. Hace apenas un año que dejaron la escuela de magia y empezaron su trayectoria de especialización en la nueva y reformada universidad de Hogwarts. Por primera vez los dos solos, la tensión aumenta, y la aparición de Bellamy Castamar, un joven herbólogo proclive a las reformas terminará por inspirar y allanar el terreno para un nuevo brote, una nueva generación, de Alders.



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