La guerra está en pleno apogeo, aunque todos han sabido de esta durante décadas, no es hasta que toca a sus puertas que realmente sienten el terror corroer lo más profundo de sus huesos. Aquellos que por simples lealtades, necesidades o familias que se han visto inclinados a un lado o a otro, no tienen más remedio que realmente participar; no hay excusas cuando son lanzados al campo de batalla y esperando que mueran o que asesinen sin sentir una pizca de culpa. Pero así es la guerra, ¿no?

S es un fiel seguidor de Voldemort desde los pies hasta la cabeza, su familia siempre fue una leal seguidora de los primer indicios de "oscuridad" con Grindelwald. Su moralidad está completamente corrompida, aunque su ética de trabajo es perfecta, nunca deja un maldito cabo suelto. Como actual patriarca de su línea de sangre y como único en dicha, ya que ha asesinado a todos en su familia por haberse desviado de lo que él considera los "principios" propios de Voldemort (o suyo, si somos sinceros), ha subido de puesto entre los seguidores de su Lord y actualmente es uno de sus más fieles perros falderos; posiblemente lucharía con uña y dientes con algunas arpías de por ahí con tal de escalar más y ser el único, pero detalles mínimos.

Primrose, es un "sangre sucia" que ha sido "lisiado" por los muggles cuando presentó dotes mágicos en un mundo donde la magia simplemente es una abominación. Su principio se basó en venganza, tan simple y llanamente; pero solo es eso: venganza. No está del todo de acuerdo con los conceptos que presenta su "Lord", ni mucho menos, él tiene una meta y solo eso, pero necesita la fuerza de Voldemort y sus seguidores para conseguirla... no planea seguir con ellos cuando consiga lo que quiere, por lo que ha conseguido jugar a ser un perfecto doble agente; excepto que toda perfección tiene su coste. S huele las mentiras como una maldita anaconda que busca sangre; Valerian no está seguro cuanto más podrá distraer a esta serpiente rastera, pero sí puede asegurar que dará todo de sí para cumplir sus propios caprichos, sin importar cuanto de su alma, cuerpo y cordura deba dejar atrás.