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Juno
Phoenix
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Recuerdo del primer mensaje :
The night is darkest
just before the dawn
"Esta ciudad se cae a pedazos".
Desde pequeño, Al Hammond siempre supo que debía de cuidarse las espaldas. Cuando empezó a trabajar para Lucius Cobbert, uno de los peces gordos que manejaban el bajo mundo de Ciudad Tara, pensó que tenía algo de inmunidad. Pero su vida cambió de la noche a la mañana cuando fue acusado de un asesinato y procesado, sin posibilidad de fianza. Le tomó algo de tiempo descubrir que fue el mismo Cobbert quien lo inculpó, porque necesitaba un chivo expiatorio y Al era el primero que tuvo a mano.
Siete años de cárcel endurecieron el carácter de Al, quien obtuvo la ayuda de quien menos lo esperaba. El hijo de su antiguo jefe, quien fuera el dueño del mercado negro de la ciudad, recuperó el control del mismo y le ofreció ayudarlo con su libertad a cambio de lealtad como su hombre de confianza.
Con la libertad recuperada y bien posicionado dentro del mundo criminal de la ciudad, Al empezó a rehacer su vida. Sin embargo, incluso con el pasar de los meses, la realidad era que lo único que alimentaba sus días era la sed de venganza. Sin importar cuánto le costara ni cuánto tiempo le tomara, estaba determinado a hacer pagar a Cobbert por su tiempo en prisión y por la traición de la que fue víctima. Luego de investigar a Cobbert de manera minuciosa, vio un punto de entrada que parecía sencillo: uno de sus hijos.
Miles Smith no llevaba el apellido de su padre Lucius pero era un secreto a voces que era el único de sus hijos no reconocidos al que había reclamado. Criado desde muy pequeño por la Madame del prostíbulo que regentaba su padre, Miles creció con el único propósito de serle útil a su padre y para hacer el trabajo sucio que sus medios hermanos no podían hacer, porque podrían estropear la imagen que tenía su padre de cara a la falsa legalidad que le brindaba su apellido.
Deseoso por mantener el favor de su padre, Miles siempre ha sido obediente y procuraba hacer con soltura todos los encargos de su padre, pues sabía bien que la consecuencia de fallar o de desobedecerlo podían ser terribles.
Por eso, cuando Lucius lo mandó en su nombre a negociar tratos con Ben Carson, Miles fue allí diligente, dispuesto a hacer su trabajo a la perfección. Cuando quien lo recibió en su lugar fue Al Hammond, Miles no pudo evitar pensar que no era su día de suerte.
Pero la suerte en ciudad Tara a veces era muy retorcida. Miles y Al estaban a punto de averiguarlo.
Desde pequeño, Al Hammond siempre supo que debía de cuidarse las espaldas. Cuando empezó a trabajar para Lucius Cobbert, uno de los peces gordos que manejaban el bajo mundo de Ciudad Tara, pensó que tenía algo de inmunidad. Pero su vida cambió de la noche a la mañana cuando fue acusado de un asesinato y procesado, sin posibilidad de fianza. Le tomó algo de tiempo descubrir que fue el mismo Cobbert quien lo inculpó, porque necesitaba un chivo expiatorio y Al era el primero que tuvo a mano.
Siete años de cárcel endurecieron el carácter de Al, quien obtuvo la ayuda de quien menos lo esperaba. El hijo de su antiguo jefe, quien fuera el dueño del mercado negro de la ciudad, recuperó el control del mismo y le ofreció ayudarlo con su libertad a cambio de lealtad como su hombre de confianza.
Con la libertad recuperada y bien posicionado dentro del mundo criminal de la ciudad, Al empezó a rehacer su vida. Sin embargo, incluso con el pasar de los meses, la realidad era que lo único que alimentaba sus días era la sed de venganza. Sin importar cuánto le costara ni cuánto tiempo le tomara, estaba determinado a hacer pagar a Cobbert por su tiempo en prisión y por la traición de la que fue víctima. Luego de investigar a Cobbert de manera minuciosa, vio un punto de entrada que parecía sencillo: uno de sus hijos.
Miles Smith no llevaba el apellido de su padre Lucius pero era un secreto a voces que era el único de sus hijos no reconocidos al que había reclamado. Criado desde muy pequeño por la Madame del prostíbulo que regentaba su padre, Miles creció con el único propósito de serle útil a su padre y para hacer el trabajo sucio que sus medios hermanos no podían hacer, porque podrían estropear la imagen que tenía su padre de cara a la falsa legalidad que le brindaba su apellido.
Deseoso por mantener el favor de su padre, Miles siempre ha sido obediente y procuraba hacer con soltura todos los encargos de su padre, pues sabía bien que la consecuencia de fallar o de desobedecerlo podían ser terribles.
Por eso, cuando Lucius lo mandó en su nombre a negociar tratos con Ben Carson, Miles fue allí diligente, dispuesto a hacer su trabajo a la perfección. Cuando quien lo recibió en su lugar fue Al Hammond, Miles no pudo evitar pensar que no era su día de suerte.
Pero la suerte en ciudad Tara a veces era muy retorcida. Miles y Al estaban a punto de averiguarlo.
× × × × × × × × × × ×
C R O N O L O G Í A
C R O N O L O G Í A
Al Hammond 38 años — Mafioso — Colin Morgan — Minerva | Miles Smith 23 años — Delincuente — Tanner Buchanan — Juno |
ONE ON ONE — ORIGINAL — REALISTA — Juno & Minerva
- Codigo de respuesta:
- Código:
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Chapter V
Miles se atragantó con su propia respiración cuando Hammond preguntó directamente por su madre. Sin embargo, no tenía ni cómo enfadarse con él por hacer esa pregunta, en especial porque Miles mismo se había puesto en esta situación al comentarle cuál era su relación con Madame.
El problema era que no sabía cómo responder, porque, en realidad, Miles apenas sabía nada sobre su madre. Hacía mucho tiempo que llegó a la conclusión que de verdad estaba muerta, porque era la única respuesta consistente que todo el mundo le daba. Pero era lo único que sabía. Todo este tiempo asumió que era una de las prostitutas que trabajaron para Madame alguna vez, pero ésta nunca se lo confirmó realmente.
—No, yo… —Miles negó con la cabeza, sin saber exactamente qué responder, pero se hizo el valiente y continuó a las prisas—: Mamá está muerta. Yo nunca la conocí, cuando era más pequeño estaba convencido de que Madame era mi madre, a pesar de que es evidente que no nos parecemos en nada.
Miles era sólo un niño, por supuesto, pero ahora la idea de que él y Madame, quien tenía la piel oscura como el ébano, podían realmente estar relacionados. Ahora le resultaba bastante gracioso, pero en su momento se llevó una decepción, porque Miles añoraba una mamá.
—Mis heridas están mejor, lo prometo. Es sólo que…bueno, mis brazos no alcanzan hasta la espalda —Miles le regaló una sonrisa sincera, justo cuando cruzaron la calle. Él sí que tenía muy claro adónde quería ir, pero pensaba que quizás estaban demasiado lejos y tendrían que tomar el transporte público—: ¿Sabes que antes de llegar al puerto hay un mercado? Bueno, quiero llevarte a mi sitio de comida callejera favorita. Si luego de que la pruebas, me dices que has comido una mejor hamburguesa, me deprimiré.
Miles soltó una carcajada, pero sí que estaba convencido de lo que estaba diciendo. Todo lo que hacían el aquella gastroneta era increíble, Miles hasta ahora no había probado una sola cosa que fuera menos que deliciosa.
—Sólo que nos pilla lejos, lo siento —volvió a disculparse, apenado, mientras ambos llegaban cerca de una parada de autobús—. Aunque bueno, a esta hora no hay tanto tráfico, no nos debe tomar tanto tiempo llegar.
El problema era que no sabía cómo responder, porque, en realidad, Miles apenas sabía nada sobre su madre. Hacía mucho tiempo que llegó a la conclusión que de verdad estaba muerta, porque era la única respuesta consistente que todo el mundo le daba. Pero era lo único que sabía. Todo este tiempo asumió que era una de las prostitutas que trabajaron para Madame alguna vez, pero ésta nunca se lo confirmó realmente.
—No, yo… —Miles negó con la cabeza, sin saber exactamente qué responder, pero se hizo el valiente y continuó a las prisas—: Mamá está muerta. Yo nunca la conocí, cuando era más pequeño estaba convencido de que Madame era mi madre, a pesar de que es evidente que no nos parecemos en nada.
Miles era sólo un niño, por supuesto, pero ahora la idea de que él y Madame, quien tenía la piel oscura como el ébano, podían realmente estar relacionados. Ahora le resultaba bastante gracioso, pero en su momento se llevó una decepción, porque Miles añoraba una mamá.
—Mis heridas están mejor, lo prometo. Es sólo que…bueno, mis brazos no alcanzan hasta la espalda —Miles le regaló una sonrisa sincera, justo cuando cruzaron la calle. Él sí que tenía muy claro adónde quería ir, pero pensaba que quizás estaban demasiado lejos y tendrían que tomar el transporte público—: ¿Sabes que antes de llegar al puerto hay un mercado? Bueno, quiero llevarte a mi sitio de comida callejera favorita. Si luego de que la pruebas, me dices que has comido una mejor hamburguesa, me deprimiré.
Miles soltó una carcajada, pero sí que estaba convencido de lo que estaba diciendo. Todo lo que hacían el aquella gastroneta era increíble, Miles hasta ahora no había probado una sola cosa que fuera menos que deliciosa.
—Sólo que nos pilla lejos, lo siento —volvió a disculparse, apenado, mientras ambos llegaban cerca de una parada de autobús—. Aunque bueno, a esta hora no hay tanto tráfico, no nos debe tomar tanto tiempo llegar.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Hammond
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Chapter V
No esperaba que Miles le soltara tanta información, pero lamentó mucho escuchar que su madre estaba muerta. Debía haber sido difícil crecer sin más figura parental que Lucius Cobbert. Eso le hacía pensar que debía ser muy fiel a su padre y que sus planes con él no tenían sentido... pero sí que lo había traicionado por Wang Shen. Así que tal vez no era del todo perdido.
—Los niños saben lo que sienten, no de herencia biológica —comentó, pues no quería dejar sin decir algo al respecto. Le parecía muy tierno que Miles se lo hubiera compartido—. Madame es una buena persona, era una buena opción de mamá, estoy seguro.
En especial porque debía haberle mostrado más afecto que Lucius Cobbert en toda su vida.
No era que Al la hubiera tratado mucho, pero conocía su buena reputación. Sus chicas incluso solían estar en mejor estado que las de otros prostíbulos de la ciudad.
También le pareció todo un detalle que lo quisiera llevar a comer su comida favorita, aunqu euna parte de él temió que fuera algo muy pesado o grasoso, de sas comidas que solo lograba procesar un estómago joven.
—Traje mi auto, así logré acercame tan pronto hasta esta zona de la ciudad cuando me avisaste —dijo mientras señalaba en dirección de donde lo había dejado parqueado—. Si no te importa el desorden que tengo adentro, podemos ir en él.
Para Al, el auto era una extensión de su habitación. Probablemente sí pasaba más tiempo allí que en su apartamento, y solía tener ahí de todo a mano, incluidos cambios de ropa y un botiquín. No solía llevar a otras personas en su auto porque no lo usaba para trabajos del mercado negro.
Después de todo era un carro viejo y fácilmente reconocible.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Miles
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Chapter V
Miles quiso responderle de nuevo a Hammond, pero decidió que era mejor dejar morir el tema sobre su madre. A Miles no le gustaba pensar demasiado en eso porque, para él, era llover sobre mojado: estaba muerta, no había vuelta de hoja y él ya lo había aceptado. Si no recibía respuestas de su padre, Miles simplemente llegó a la conclusión de que quizás era una mujer que no tuvo mayor importancia en su vida.
No tenía caso volver a tocar ese tema, que ya no tenía remedio.
Además, se suponía que había citado a Hammond allí para agradecerle por ayudarlo en aquel momento tan horrible. No iba a arruinarlo poniéndose nostálgico simplemente porque era huérfano de madre.
—¿Tu auto? —comentó Miles de pronto, entendiendo que Hammond acababa de invitarlo a ir con él. Al principio se sintió un poco avergonzado, pero era lo más práctico dado que estaban bastante distantes de donde él quería ir—. Por supuesto que no me importaría que me lleves. Y no creo que tu auto esté tan desordenado.
Miles soltó una carcajada, pero Hammond parecía bastante convencido de lo que estaba diciendo. Así que lo acompañó, tal y como él se lo había pedido, hasta el auto. Lo primero que pensó, era que el auto estaba bastante más viejo que el mismo Hammond. Estuvo a punto de preguntarle si acaso Ben Carson no le pagaba lo suficiente para tener un auto más nuevo, pero decidió callarse. Él sabía muy bien lo que implicaba tener una conexión emocional con su moto, suponía que a Hammond debía pasarle lo mismo.
Cuando se colocó en el asiento del copiloto, se dio cuenta de que Hammond estaba esperando que opinara algo al respecto. Miles desvió la mirada hacia él, con una media sonrisa.
—He visto lugares más desordenados, si eso te hace sentir mejor.
No tenía caso volver a tocar ese tema, que ya no tenía remedio.
Además, se suponía que había citado a Hammond allí para agradecerle por ayudarlo en aquel momento tan horrible. No iba a arruinarlo poniéndose nostálgico simplemente porque era huérfano de madre.
—¿Tu auto? —comentó Miles de pronto, entendiendo que Hammond acababa de invitarlo a ir con él. Al principio se sintió un poco avergonzado, pero era lo más práctico dado que estaban bastante distantes de donde él quería ir—. Por supuesto que no me importaría que me lleves. Y no creo que tu auto esté tan desordenado.
Miles soltó una carcajada, pero Hammond parecía bastante convencido de lo que estaba diciendo. Así que lo acompañó, tal y como él se lo había pedido, hasta el auto. Lo primero que pensó, era que el auto estaba bastante más viejo que el mismo Hammond. Estuvo a punto de preguntarle si acaso Ben Carson no le pagaba lo suficiente para tener un auto más nuevo, pero decidió callarse. Él sabía muy bien lo que implicaba tener una conexión emocional con su moto, suponía que a Hammond debía pasarle lo mismo.
Cuando se colocó en el asiento del copiloto, se dio cuenta de que Hammond estaba esperando que opinara algo al respecto. Miles desvió la mirada hacia él, con una media sonrisa.
—He visto lugares más desordenados, si eso te hace sentir mejor.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Hammond
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Chapter V
Al soltó una carcajada cuando Miles dio su veredicto sobre su auto. Arrancó y puso dirección a donde Miles le había indicado. No necesitaba buscar direcciones, se conocía Tara como la palma de su mano. Además, su viejo auto y él ya habían ido por todo lado en aquella ciudad.
—De acuerdo, te tomaré la palabra —replicó, contento con este giro de acontecimientos—. Este viejo auto y yo tenemos mucha historia juntos. Algunos días he vivido aquí incluso, cuando he tenido que cambiar bruscamente de casa. En unos años tú también tendrás muchas historias que contar.
A veces, Al se sentía más viejo de lo que era. Cuando antes de los cuarenta años ya puedes dividir tu vida en diversos episodios claramente diferenciados entre sí, es difícil no hacerlo. Sentía que cada año pasado en la cárcel valía por dos. Como si hubieran consumido el doble de su energía vital.
Además, que su jefe actual fuera el hijo de su primer jefe no ayudaba a que se sintiera más joven. Ni tener que dirigir a un montón de jovenzuelos que intentaban encontrar su forma de sobrevivir en el mercado negro. Así que se había acostumbrado a hablar como un viejo.
—¿Te gusta mucho ir del lado del puerto? —preguntó, pensando que tal vez por eso su lugar favorito de comida estaba en esa zona. Cobbert hacía muchos negocios que llegaban por mar, según tenía entendido—. A mí siempre me ha gustado trabajar cerca de la playa. Caminar por la playa de noche siempre me ha resultado relajante, cuando se ha apagado el movimiento del puerto.
Era uno de los lugares con más paz de noche, a pesar de ser de los más ajetreados de día.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Miles
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Chapter V
Miles se sorprendió cuando Hammond le confesó que algunas noches había tenido que dormir en ese auto. Suponía que, si tenía que estar cambiándose de casa a las prisas, era lo más práctico para ahorrarse el dinero del hotel. Miles no podía hacer eso, porque él se movilizaba en una moto, que era básicamente el amor de su vida. Había aprendido lo básico de mecánica para darle él mismo mantenimiento para las cosas de rutina. Pero dormir en una moto era complicado, aunque suponía que comprendía a Hammond.
—No importa si es un auto viejo, uno les toma cariño. Yo viajo en moto normalmente —comentó con una media sonrisa. La moto en realidad había sido un obsequio de Lev, quien se la había dejado diciendo que ya estaba demasiado viejo para moverse allí. Madame había estado presente entonces, estuvo de acuerdo, nunca olvidaría la cara que puso Lev cuando la mujer le dijo que si no dejaba la moto ya, de seguro acabaría quebrándose todos los huesos—: Es la relación más larga que he tenido, supongo.
Miles cuidaba su moto con mimo, aunque le parecía que había algo mágico en caminar por las calles de la ciudad. No siempre se podía, cuando había largas distancias su moto era su fiel compañera.
Asintió apenas Hammond empezó a hablar del puerto. En realidad, aunque fuera una zona bastante gris y por las noches se volvía peligrosa por las actividades ilegales, en realidad a Miles sí que le gustaba el puerto. Había algo hipnótico en toda la actividad que había allí y el bullicio de la gente.
—No sé por qué siempre me ha gustado el puerto. También la zona que da a la playa incluso si no se parece en nada a las playas que salen en las películas —comentó Miles con una media sonrisa. En realidad, sabía que técnicamente la arena tan marrón y el agua contaminada de las olas del puerto no tenían nada que ver con las playas de arena blanca y paisajes idílicos que salían por la televisión. Pero Miles suponía que era mejor que nada—: Es por eso que conozco tantos restaurantes, suelo pasar tiempo allí, incluso cuando no estoy trabajando para papá.
Era la primera vez que nombraba a su padre o el trabajo que hacía para él abiertamente. Hammond no le había preguntando cómo estaba la situación entre él y su padre, Miles lo agradecía. No estaba seguro cómo hablar de ello sin sentir un nudo en la garganta.
—No importa si es un auto viejo, uno les toma cariño. Yo viajo en moto normalmente —comentó con una media sonrisa. La moto en realidad había sido un obsequio de Lev, quien se la había dejado diciendo que ya estaba demasiado viejo para moverse allí. Madame había estado presente entonces, estuvo de acuerdo, nunca olvidaría la cara que puso Lev cuando la mujer le dijo que si no dejaba la moto ya, de seguro acabaría quebrándose todos los huesos—: Es la relación más larga que he tenido, supongo.
Miles cuidaba su moto con mimo, aunque le parecía que había algo mágico en caminar por las calles de la ciudad. No siempre se podía, cuando había largas distancias su moto era su fiel compañera.
Asintió apenas Hammond empezó a hablar del puerto. En realidad, aunque fuera una zona bastante gris y por las noches se volvía peligrosa por las actividades ilegales, en realidad a Miles sí que le gustaba el puerto. Había algo hipnótico en toda la actividad que había allí y el bullicio de la gente.
—No sé por qué siempre me ha gustado el puerto. También la zona que da a la playa incluso si no se parece en nada a las playas que salen en las películas —comentó Miles con una media sonrisa. En realidad, sabía que técnicamente la arena tan marrón y el agua contaminada de las olas del puerto no tenían nada que ver con las playas de arena blanca y paisajes idílicos que salían por la televisión. Pero Miles suponía que era mejor que nada—: Es por eso que conozco tantos restaurantes, suelo pasar tiempo allí, incluso cuando no estoy trabajando para papá.
Era la primera vez que nombraba a su padre o el trabajo que hacía para él abiertamente. Hammond no le había preguntando cómo estaba la situación entre él y su padre, Miles lo agradecía. No estaba seguro cómo hablar de ello sin sentir un nudo en la garganta.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Hammond
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Chapter V
Una vez más el comentario de Miles lo hizo reír.
—¡La relación más larga que he tenido! —repitió, incapaz de contenerse—. Miles, ¿cuántos años tienes?
Objetivamente hablando no tenía edad para tener una relación larga. Al no podía hablar mucho de relaciones largas. Había tenido una pareja antes de que Cobbert lo traicionara y acabara en prisión. Nunca llegó siquiera a visitarlo: no cualquiera se atrevía a mostrar que tenía relación con alguien despreciado por Lucius Cobbert.
Después de la prisión no había tenido tiempo para esas cosas. Regresar al Mercado Negro, apoyar a Ben... y planear vengarse de Lucius Cobbert. Eso había llenado todo su tiempo.
—Quiero conocer esa motocicleta algún día —añadió—. Hace muchos años tuve una. Una buena moto te consigue cualquier cita.
No estaba de más explorar cómo estaba Miles en ese ámbito. ¿Sería de tener muchas parejas? No le daba esa impresión. Aunque el puerto era un buen lugar para ligar, si tanto tiempo pasaba allí.
—Mi territorio está más en el corazón de Tara —confesó—. Pero me gustará conocer más del puerto contigo si tan bien lo manejas.
Así que hacía trabajos para Lucius Cobbert en el puerto. Seguro que Ben no era el primero que contrataban para descargar cosas. Seguía sin tener claro cuál sería la mejor manera de vengarse de él, pero entre más información recopilara más claro lo tendría. Y conocer pormenores de sus negocios era parte de eso.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Miles
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Chapter V
Miles soltó un respingo cuando Hammond le cuestionó abiertamente qué edad tenía. Se acomodó algo incómodo en el asiento y buscó su mirada, que no sirvió para nada porque Hammond tenía la vista fija en el volante. Miles sintió cómo se sonrojaba antes de contestar.
—¡Tengo casi veinticuatro! —exclamó, todavía más avergonzado porque no dijo directamente que tenía veintitrés. Pero en menos de dos meses cumplía los veinticuatro, así que suponía que era una respuesta válida. Estuvo tentado de decirle que no tenía la culpa de ser joven y que él fuese un viejo, pero eso lo haría parecer todavía más infantil, así que guardó silencio.
Hammond se mostró bastante emocionado por su motocicleta y por eso se puso de mejor humor. Lo que sí era divertido era imaginarse a Hammond junto a él en la moto. Miles desvió la mirada, avergonzado de tanta imaginación.
—Nadie se sube a mi moto —explicó, con una media sonrisa, mientras lo miraba de reojo—. Está reservado solamente para los campeones. Tienes que doblar a la izquierda en el siguiente semáforo y luego pasar tres cuadras. Es un atajo, lo uso sobre todo para evadir el tráfico.
Miles estaba dispuesto a orientar a Hammond hasta llegar a su destino, pero luego se preguntó si él también estaría dispuesto a que lo invitara. No habían hablado sobre eso con mucho detalle, Miles tan sólo le dijo que quería compensarlo. Eso era más que suficiente, ¿no? Era suficiente explicación para saber que Miles lo invitaría y pagaría toda la cuenta. Su economía no daba para invitar a nadie a la mejor zona de la ciudad, pero creía que podía tener ese detalle con Hammond.
Suponía que se preocuparía por ese asunto cuando llegara la hora de pagar la cuenta.
—Sí, imagino que tu zona segura de la ciudad es donde queda el mercado negro y sus alrededores, ¿no? —comentó, con curiosidad—. No es como que Carson oculte dónde la gente puede encontrarlo.
A Miles eso le parecía increíble. Su padre y otros más, como Deacon Sullivan, por lo general tenían tapaderas, negocios que parecían ser legales para que fuera más sencillo sobornar a la policía y que hicieran la vista gorda. Pero Carson no, todo el mundo sabía dónde quedaba el Mercado Negro de la ciudad. Simplemente Carson sabía bien cómo mantenerse lejos de problemas y sin estar enemistado con el resto de las mafias de Tara. Miles no entendía cómo lo había logrado, sobre todo cuando era mucho más joven que su padre, por ejemplo.
—¡Tengo casi veinticuatro! —exclamó, todavía más avergonzado porque no dijo directamente que tenía veintitrés. Pero en menos de dos meses cumplía los veinticuatro, así que suponía que era una respuesta válida. Estuvo tentado de decirle que no tenía la culpa de ser joven y que él fuese un viejo, pero eso lo haría parecer todavía más infantil, así que guardó silencio.
Hammond se mostró bastante emocionado por su motocicleta y por eso se puso de mejor humor. Lo que sí era divertido era imaginarse a Hammond junto a él en la moto. Miles desvió la mirada, avergonzado de tanta imaginación.
—Nadie se sube a mi moto —explicó, con una media sonrisa, mientras lo miraba de reojo—. Está reservado solamente para los campeones. Tienes que doblar a la izquierda en el siguiente semáforo y luego pasar tres cuadras. Es un atajo, lo uso sobre todo para evadir el tráfico.
Miles estaba dispuesto a orientar a Hammond hasta llegar a su destino, pero luego se preguntó si él también estaría dispuesto a que lo invitara. No habían hablado sobre eso con mucho detalle, Miles tan sólo le dijo que quería compensarlo. Eso era más que suficiente, ¿no? Era suficiente explicación para saber que Miles lo invitaría y pagaría toda la cuenta. Su economía no daba para invitar a nadie a la mejor zona de la ciudad, pero creía que podía tener ese detalle con Hammond.
Suponía que se preocuparía por ese asunto cuando llegara la hora de pagar la cuenta.
—Sí, imagino que tu zona segura de la ciudad es donde queda el mercado negro y sus alrededores, ¿no? —comentó, con curiosidad—. No es como que Carson oculte dónde la gente puede encontrarlo.
A Miles eso le parecía increíble. Su padre y otros más, como Deacon Sullivan, por lo general tenían tapaderas, negocios que parecían ser legales para que fuera más sencillo sobornar a la policía y que hicieran la vista gorda. Pero Carson no, todo el mundo sabía dónde quedaba el Mercado Negro de la ciudad. Simplemente Carson sabía bien cómo mantenerse lejos de problemas y sin estar enemistado con el resto de las mafias de Tara. Miles no entendía cómo lo había logrado, sobre todo cuando era mucho más joven que su padre, por ejemplo.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Hammond
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[quote="Minerva"]
Casi veinticuatro.
Sonrió para sí mientras seguía manejando. Lo único malo de esto era que tenía que concentrarse en la calle y seguir las direcciones que Miles le daba. No podía observar su rostro mientras hablaba.
—¿Cuándo cumples años? —preguntó, entrecerrando los ojos—. Lo dices como si fuera uno de estos días y no quiero encontrarme contigo el día de la celebración y no saludarte.
Además, podría celebrárselo. O darle algún regalo. Tenía que pensarlo. Dependiendo de cómo siguieran las cosas, podría invitarlo a salir.
—El Mercado Negro es la mejor parte de Tara —le aseguró—. Puedo llevarte algún día, pero tienes que prometer portarte bien. En efecto, todos saben dónde estamos. No tenemos los secretismos de otros.
Nadie vería bien que metiera a un hombre de Cobbert por allí así no más. Así que tendría que llevarlo encubierto.
Cobbert en cambio era muy elusivo. Nadie sabía nunca dónde encontrarlo, y Al se temía que ni siquiera su residencia estaba claro dónde era. Mucho menos sus centros de operaciones. Sabían que tenían mucho trabajo en el puerto por el contrabando, pero no dónde seguían después.
Era una de las cosas que pensaba que tal vez podría averiguar con Miles, pero no estaban en ese lugar todavía. No le tenía ni de lejos tanta confianza como la que requeriría para revelar algo así.
Si Al pudiera tan solo encontrar a Cobbert para vengarse de él ya sería un gran avance.
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Chapter V
Casi veinticuatro.
Sonrió para sí mientras seguía manejando. Lo único malo de esto era que tenía que concentrarse en la calle y seguir las direcciones que Miles le daba. No podía observar su rostro mientras hablaba.
—¿Cuándo cumples años? —preguntó, entrecerrando los ojos—. Lo dices como si fuera uno de estos días y no quiero encontrarme contigo el día de la celebración y no saludarte.
Además, podría celebrárselo. O darle algún regalo. Tenía que pensarlo. Dependiendo de cómo siguieran las cosas, podría invitarlo a salir.
—El Mercado Negro es la mejor parte de Tara —le aseguró—. Puedo llevarte algún día, pero tienes que prometer portarte bien. En efecto, todos saben dónde estamos. No tenemos los secretismos de otros.
Nadie vería bien que metiera a un hombre de Cobbert por allí así no más. Así que tendría que llevarlo encubierto.
Cobbert en cambio era muy elusivo. Nadie sabía nunca dónde encontrarlo, y Al se temía que ni siquiera su residencia estaba claro dónde era. Mucho menos sus centros de operaciones. Sabían que tenían mucho trabajo en el puerto por el contrabando, pero no dónde seguían después.
Era una de las cosas que pensaba que tal vez podría averiguar con Miles, pero no estaban en ese lugar todavía. No le tenía ni de lejos tanta confianza como la que requeriría para revelar algo así.
Si Al pudiera tan solo encontrar a Cobbert para vengarse de él ya sería un gran avance.
8:00PM — Barrio Rojo — Con Miles
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Chapter V
Miles arrugó la nariz, sintiéndose un poco estúpido cuando Hammond le preguntó cuándo era su cumpleaños. Suponía que era una pregunta normal considerando lo que él acababa de decirle. No estaba seguro si quería compartir esa información con él, pero se sentía diferente después de que Hammond lo hubiera visto en uno de los peores momentos de su vida.
—Cumplo en dos meses —dijo, todavía algo avergonzado porque Hammond debía de pensar que no era más que un mocoso. Veintitrés años de seguro que no era nada cuando se tenían más de treinta. ¿Cuántos años tendría Hammond exactamente? Le seguía pareciendo un insulto preguntar—. Pero este año cae un miércoles, es un pésimo día para cualquier celebración.
Luego, cuando Hammond habló de llevarlo al mercado negro, pero que tenía que portarse bien, Miles no pudo evitar reírse. Sí que había estado allí en un par de ocasiones, en alguna ocasión acompañando a su hermano mayor, pero nunca por voluntad propia. Por lo general, Miles mantenía un bajo perfil para evitar meterse en muchos problemas. Meterse en el territorio de Ben Carson sin ser invitado podía entenderse como una provocación. Sin embargo, lo que Hammond decía era llevarlo él mismo.
Suponía que su padre no tenía por qué enfadarse mientras no hiciera tratos con Carson a sus espaldas. Pero, en este momento, Miles prefería no preguntarse qué pasaba por la mente de su padre.
—¿Es esa una invitación formal? —comentó, mientras Hammond se estacionaba en ese terreno baldío que todos habían improvisado como estacionamientos públicos. Miles pronunció la sonrisa cuando se quitó el cinturón de seguridad para bajarse el carro—. Primero vas a tener que asegurarte que te guste mi invitación, a ver si quieres repetir mi compañía.
Miles, en realidad, no tenía muchos amigos. En la escuela hizo un esfuerzo consciente de mostrarse amable, pero era difícil cuando vivías en un prostíbulo o cuando la gente escuchaba quién era tu padre. Además, entre los hombres de su padre, quizás la única persona con quien sentía cercanía de verdad era con Lev, y eso ahora se había malogrado luego de todo lo sucedido. Así que Hammond le estuviese ofreciendo frecuentarse, como si fuesen amigos, era extraño.
—Ven… —dijo Miles, haciéndole una seña para que lo siguiera por las calles del puerto.
—Cumplo en dos meses —dijo, todavía algo avergonzado porque Hammond debía de pensar que no era más que un mocoso. Veintitrés años de seguro que no era nada cuando se tenían más de treinta. ¿Cuántos años tendría Hammond exactamente? Le seguía pareciendo un insulto preguntar—. Pero este año cae un miércoles, es un pésimo día para cualquier celebración.
Luego, cuando Hammond habló de llevarlo al mercado negro, pero que tenía que portarse bien, Miles no pudo evitar reírse. Sí que había estado allí en un par de ocasiones, en alguna ocasión acompañando a su hermano mayor, pero nunca por voluntad propia. Por lo general, Miles mantenía un bajo perfil para evitar meterse en muchos problemas. Meterse en el territorio de Ben Carson sin ser invitado podía entenderse como una provocación. Sin embargo, lo que Hammond decía era llevarlo él mismo.
Suponía que su padre no tenía por qué enfadarse mientras no hiciera tratos con Carson a sus espaldas. Pero, en este momento, Miles prefería no preguntarse qué pasaba por la mente de su padre.
—¿Es esa una invitación formal? —comentó, mientras Hammond se estacionaba en ese terreno baldío que todos habían improvisado como estacionamientos públicos. Miles pronunció la sonrisa cuando se quitó el cinturón de seguridad para bajarse el carro—. Primero vas a tener que asegurarte que te guste mi invitación, a ver si quieres repetir mi compañía.
Miles, en realidad, no tenía muchos amigos. En la escuela hizo un esfuerzo consciente de mostrarse amable, pero era difícil cuando vivías en un prostíbulo o cuando la gente escuchaba quién era tu padre. Además, entre los hombres de su padre, quizás la única persona con quien sentía cercanía de verdad era con Lev, y eso ahora se había malogrado luego de todo lo sucedido. Así que Hammond le estuviese ofreciendo frecuentarse, como si fuesen amigos, era extraño.
—Ven… —dijo Miles, haciéndole una seña para que lo siguiera por las calles del puerto.
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Chapter V
Un miércoles en dos meses. Lo tomaría en cuenta. Seguro que en efecto era un mal día para irse de fiesta con amigos o algo así. Quizá él podía aparecerse ante él ese día y hacerle alguna celebración pequeña. Seguro que le gustaría.
Miles era un chico muy dulce. Entre más lo trataba, más confirmaba esa primera impresión. No terminaba de entender cómo podía Lucius Cobbert tener un hijo así. Ahora empezaba a entender que había sido criado en otro lugar, madame seguro había sido muy empática y dulce con él. Nada que ver con el padre.
Seguro que el que alguien se acordara de su cumpleaños le parecería algo conmovedor.
—No sé por qué lo pones en duda —replicó sonriendo, mientras notaba que ya estaban en la calle dirección al muelle—. Yo estoy muy seguro de que voy a pasarla bien contigo.
No estaba mintiendo. Por más que tuviera sus razones para acercarse a Miles, la verdad era que le estaba resultando fácil porque disfrutaba genuinamente el tiempo que pasaba con él. Lo rejuvenecía un poco tratar con un chico tan joven, tan lleno de vida y tan inocente en algunas cosas todavía.
—Así que sí, es una invitación formal —reafirmó—. Cuando quieras te llevaré a conocer los secretos del Mercado Negro.
No podría enseñarle ningún secreto como tal, o Ben lo mataría. Era un hombre de Cobbert. Un hombre cercano a Cobbert. Muy cercano. Por eso le servía acercarse a él.
Pero esa noche no quería pensar solamente en Lucius Cobbert y su estrategia. Creía que Miles y él podían pasarla bien juntos, y estaba dispuesto a probarlo. Tal vez así Miles no volviera a dudar de ello.
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Miles tuvo ganas de esconder el rostro entre las manos para que no se le notara la vergüenza luego de escuchar a Hammond decir que estaba seguro de que se la pasaría bien con él. Pero luego pensó que si cedía a sus impulsos eso haría que se viera todavía más patético. Se suponía que no iba a comportarse como un niño.
Sin embargo, no pudo evitar pensar que Al Hammond ya lo había visto en posiblemente uno de los peores momento de su vida. Nada superaría esa vergüenza.
—No estoy seguro de que a Ben Carson le agrade saber que estás llevándome de paseo al Mercado Negro… —dijo con resignación, y dudaba muchísimo que Hammond tuviera cómo refutarle aquello. Pero, cuando Miles lo miró, le dedicó una sonrisa—: Pero me quedaré con la invitación. Nunca se sabe si tendré que usarla.
Miles se aproximó hacia su camión favorito, que despedía un aroma magnífico. A estas horas, la zona no estaba tan atestada de gente, pero había momentos particulares de los fines de semana que estaba muy lleno. Por suerte, había espacio suficiente para que ambos pudieran leer el menú, que estaba escrito con letras grandes y llamativas a un costado del camión. Miles se lo conocía de memoria, pero esperaría a que su acompañante se decidiera qué comer.
Él sabía perfectamente que no era ni de cerca lo más sano para comer. Pero nadie se moría sólo por comer una hamburguesa de vez en cuando.
—Te juro que todo el menú es delicioso. Pero puedo ayudarte a elegir, si tú quieres —dijo Miles de pronto, acercándose a él, sintiéndose particularmente valiente con ese comentario.
Sin embargo, no pudo evitar pensar que Al Hammond ya lo había visto en posiblemente uno de los peores momento de su vida. Nada superaría esa vergüenza.
—No estoy seguro de que a Ben Carson le agrade saber que estás llevándome de paseo al Mercado Negro… —dijo con resignación, y dudaba muchísimo que Hammond tuviera cómo refutarle aquello. Pero, cuando Miles lo miró, le dedicó una sonrisa—: Pero me quedaré con la invitación. Nunca se sabe si tendré que usarla.
Miles se aproximó hacia su camión favorito, que despedía un aroma magnífico. A estas horas, la zona no estaba tan atestada de gente, pero había momentos particulares de los fines de semana que estaba muy lleno. Por suerte, había espacio suficiente para que ambos pudieran leer el menú, que estaba escrito con letras grandes y llamativas a un costado del camión. Miles se lo conocía de memoria, pero esperaría a que su acompañante se decidiera qué comer.
Él sabía perfectamente que no era ni de cerca lo más sano para comer. Pero nadie se moría sólo por comer una hamburguesa de vez en cuando.
—Te juro que todo el menú es delicioso. Pero puedo ayudarte a elegir, si tú quieres —dijo Miles de pronto, acercándose a él, sintiéndose particularmente valiente con ese comentario.
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Una vez en su destino, Al se aseguró de caminar cerca de Miles para escucharle bien y no perderlo de vista. No era su primera vez en la zona, pero no era su territorio. Miles, en cambio, se veía bastante seguro, totalmente en su medio. Era interesante verlo más seguro y empoderado, y Al estaba dispuesto a disfrutarlo un poco más en esa postura.
Miró el menú que le enseñaba con atención, intentando identificar algo para él. Todo sonaba muy rico, pero a esas horas de la noche no podía comer cualquier cosa.
Pero no iba a decirle eso para que el tema de su edad saliera de nuevo a colación.
—¿Cuál es tu favorito? —preguntó, decidiendo que, si iba a poner el riesgo su sistema digestivo, lo mejor era apostar entonces a lo grande—. Ya que vinimos hasta acá quiero probar lo que más te gusta.
Se temía que eligiera muchas cosas y al final terminaran comiendo demasiado.
—Y de tomar una cerveza. Si hay de las que me invitaste el otro día, una de esas —añadió—. ¿Vamos a comer lo mismo?
Miró a su alrededor. Había algunas banquitas con mesa ahí al aire libre. Era un ambiente relajado, y hacía una noche bonita, despejada y con luna.
Eseperaba que se sentaran a comer allí y pudieran pasar una velada agradable juntos. Estaba alcanzando su objetivo de acercarse cada vez más a Miles. Pero cada encuentro se encontraba disfrutando más su compañía y menos pensando en su objetivo a largo plazo. No dejaba de pensar que vengarse de Lucius Cobbert era algo que llegaría.
Algún día.
Esta comida con Miles era ahora.
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