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Un amour éternel
1x1 | INSPIRED | Libros |
HP 3ª GEN/Beauxbatons
Todo comienza en Beauxbatons unos años después de que el Innombrable había sido eliminado por el mismo Harry Potter. Los tiempos mágicos de paz volvieron y aunque en Francia no había pasado mucho, igual estuvieron con el susto que el Innombrable tomara más poder.
En la Academia Beauxbatons todo seguía como siempre, con su elegante y precioso palacio junto a esos preciosos jardines formales. Allí habían un chico y una chica, totalmente opuestos en personalidad solo que ninguno con un carácter tan fuerte para espantar. Matt encontraba preciosa a Lovise, que era la chica sin pedirlo más popular de toda la Academia, siendo cotizada también por seguir la reputación que habían dejado sus primos.
Matt sabía que nunca lo iba a tomar en cuenta, porque discrepaba de toda la elegancia de Beauxbatons, no era muy educado, era de bajos recursos y perdía la paciencia muy rápido. Muy normal, aunque no quisiera se involucraba en problemas solo por lo ansioso e impulsivo que era, ni siquiera las asignaturas le gustaban sino que vivía por el quidditch - aún cuando no se dedicaría a eso -. En cambio, Lovise, era todo lo contrario: Popular, ejemplar, con un excelente promedio y dispuesta a seguir la carrera de Medimagia para ayudar a sus primos Philippe y Isabelle.
El asunto era que los dos conocían de su existencia, pero cada vez que ella trataba de acercarse porque le parecía simpático, este se alejaba. No fue hasta al final de sexto curso que comenzaron hablar. Entre varias dificultades, ya no se volvieron a ver en Séptimo curso, encontrándose 6 años después.
Lovise Prewett Estudiante/Medimaga | Barbara Palvin (Sprouse) | Rising Sun |
Matthew Fontaine Estudiante/Periodista Mágico | Dylan Sprouse |Shooting Star |
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1. Dame en détresse
Lovise | Patio | 6 curso |
El día había comenzado bien para Lovise, la chica estaba contenta porque le había ido bien en el último examen que había tenido en la mañana. Por lo general la muchacha siempre andaba con una sonrisa en el rostro. Siempre le gustaba ayudar, y ser un ser de luz. Era justamente por esa razón que la castaña era muy querida y popular en el colegio. Claro seguro había una que otra excepción que no le gustaba su luz porque la envidia era algo real. Más en términos generales por su parte ella se llevaba bien con todo mundo. Incluso con aquellos escurridizos como Matt que por más que había intentado acercarse al chico, nunca pudo lograr mediar una palabra con él porque se le escapaba. Pero bueno, cada quien era feliz a su manera, así que tampoco lo juzgaba o se sentía ofendida por ello.
Lovise había salido a dar una vuelta por los jardines del colegio junto con su mascota Bleu un pequeño kneazle peludo con un collar azul. Apenas era un bebé y le gustaba caminar delante de ella en vez de ser cargado. Por lo que cuando alguno de sus compañeros pasaron un tanto alborotados y con un perro, asustaron al pequeño felino saliera espantado corriendo hacia el área de la maleza haciendo que se perdiera dentro de la vegetación. Lovi corrió desesperada tras él y comenzó a buscarlo. Se había llenado toda de pajitas el uniforme. Pero no lo encontró, es que era tan pequeño que quien sabía en qué hueco se había metido. Lo peor es que no estaba segura si se había metido al área del bosque. — Bleu, Bleu… ven con mamá. — murmuro mientras lo buscaba.
Luego de un rato de buscar y que veía que se comenzaba a hacer tarde la chica se comenzó a desesperar. Al punto que ya no sabía que se había hecho el animalito y temía que pasará frío, hambre o que algún animal más grande lo maltratará. La muchacha terminó sentada en un banco con las manos en la cara llorando frustrada intentando pensar donde más estaría Bleu. Si algo malo le pasaba no sabía cómo reaccionaría. Ella había prometido cuidarlo bien cuando sus tíos se lo regalaron y ahora lo había perdido. Aunque claro aquello no era su culpa.
Lovise había salido a dar una vuelta por los jardines del colegio junto con su mascota Bleu un pequeño kneazle peludo con un collar azul. Apenas era un bebé y le gustaba caminar delante de ella en vez de ser cargado. Por lo que cuando alguno de sus compañeros pasaron un tanto alborotados y con un perro, asustaron al pequeño felino saliera espantado corriendo hacia el área de la maleza haciendo que se perdiera dentro de la vegetación. Lovi corrió desesperada tras él y comenzó a buscarlo. Se había llenado toda de pajitas el uniforme. Pero no lo encontró, es que era tan pequeño que quien sabía en qué hueco se había metido. Lo peor es que no estaba segura si se había metido al área del bosque. — Bleu, Bleu… ven con mamá. — murmuro mientras lo buscaba.
Luego de un rato de buscar y que veía que se comenzaba a hacer tarde la chica se comenzó a desesperar. Al punto que ya no sabía que se había hecho el animalito y temía que pasará frío, hambre o que algún animal más grande lo maltratará. La muchacha terminó sentada en un banco con las manos en la cara llorando frustrada intentando pensar donde más estaría Bleu. Si algo malo le pasaba no sabía cómo reaccionaría. Ella había prometido cuidarlo bien cuando sus tíos se lo regalaron y ahora lo había perdido. Aunque claro aquello no era su culpa.
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1. Dame en détresse
Matthew | Patio | 6 curso |
Estaba aburrido y demasiado, porque lo habían castigado por gritar después de una pesadilla en clases. Es que no podía evitar quedarse dormida; se le daba faltar la historia mágica de Beauxbatons y aunque decían que el profesor de Hogwarts era mucho más aburrido, esta clase le parecía horrenda. Sentía que era más práctico y por él, solo hubiera practicado quidditch.
El asunto fue que igual le dio verguenza porque algunas chicas se lo habían quedado mirando y seguro le iban con el chisme a Lovise. Tan linda y encantadora, Matt sabía bien que había intentado acercarse, pero le daba tanta pena que quedaba sin habla y prefería huir. ¿Es qué para que quería que lo viera tartamudear? ¡Tenía una reputación que cuidar! Al rubio le gustaba ser distinto, aunque llevara a sus hermanos a eso. Pobres Harriet y Vincent, este último hasta tenía que asumir castigos que no debía por su culpa, es que bueno eran gemelos.
Así que estaba en el patio mientras esperaba el entrenamiento de quidditch. No quería volver a entrar a otra clase para que lo volvieran a regañar así que estaba dando una vuelta y siempre se iba al fondo para que nadie lo viera, es que todos eran tan pomposos, que él desentonaba, pero tenía que reconocer que amaba el colegio, era precioso y con un paisaje para nombrar. Sin embargo, no le ganaba a su querida isla.
Estaba de lo más concentrado mirando unas plantas cuando de repente, escuchó un maullido pequeñito. Tan curioso, comenzó a buscar y entre unas rosas había un pequeño y hermoso kneazle. No tenía idea de quién era, más que los alumnos de allí creían que tener kneazles era moda y todos tenían, menos ellos los Fontaine que apenas tenían dinero para tener dos lechuzas, con Vincent hasta la compartían.
Sin embargo, era imposible que lo dejará abandonado, en la sala común empezaría a preguntar o se lo pasaría a la directora. El pobre minino estaba herido porque se había enterrado una espina, y eso lo urgió más. Por lo tanto, comenzó a correr hasta la enfermería. Y eso habría hecho si no hubiera visto a la chica que le gustaba ahí muy triste y llorando por algo. Tragó saliva. — ¿Q-qué p-pasa? —Lo peor es que tenía que tartamudear y por solo ese hecho se puso muy rojo. El gatito maulló fuerte en sus brazos.
¿Ahora qué pasaba?
El asunto fue que igual le dio verguenza porque algunas chicas se lo habían quedado mirando y seguro le iban con el chisme a Lovise. Tan linda y encantadora, Matt sabía bien que había intentado acercarse, pero le daba tanta pena que quedaba sin habla y prefería huir. ¿Es qué para que quería que lo viera tartamudear? ¡Tenía una reputación que cuidar! Al rubio le gustaba ser distinto, aunque llevara a sus hermanos a eso. Pobres Harriet y Vincent, este último hasta tenía que asumir castigos que no debía por su culpa, es que bueno eran gemelos.
Así que estaba en el patio mientras esperaba el entrenamiento de quidditch. No quería volver a entrar a otra clase para que lo volvieran a regañar así que estaba dando una vuelta y siempre se iba al fondo para que nadie lo viera, es que todos eran tan pomposos, que él desentonaba, pero tenía que reconocer que amaba el colegio, era precioso y con un paisaje para nombrar. Sin embargo, no le ganaba a su querida isla.
Estaba de lo más concentrado mirando unas plantas cuando de repente, escuchó un maullido pequeñito. Tan curioso, comenzó a buscar y entre unas rosas había un pequeño y hermoso kneazle. No tenía idea de quién era, más que los alumnos de allí creían que tener kneazles era moda y todos tenían, menos ellos los Fontaine que apenas tenían dinero para tener dos lechuzas, con Vincent hasta la compartían.
Sin embargo, era imposible que lo dejará abandonado, en la sala común empezaría a preguntar o se lo pasaría a la directora. El pobre minino estaba herido porque se había enterrado una espina, y eso lo urgió más. Por lo tanto, comenzó a correr hasta la enfermería. Y eso habría hecho si no hubiera visto a la chica que le gustaba ahí muy triste y llorando por algo. Tragó saliva. — ¿Q-qué p-pasa? —Lo peor es que tenía que tartamudear y por solo ese hecho se puso muy rojo. El gatito maulló fuerte en sus brazos.
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1. Dame en détresse
Lovise | Patio | 6 curso |
La castaña no era de faltar a clases así porque sí. Solía ser bastante aplicada y mantenía sus notas. Tampoco era una nerd, pero sí sabía bien que debía de ser responsable y aplicada si quería llegar a tener una carrera de Medimagia pudiendo así ayudar y seguirle los pasos a sus primos. Pero ahora estaba frustrada, desesperada y triste. ¿Cómo podría concentrarse en clases así? ¿Con aquella preocupación en su mente? Lo peor del caso es que ella se sentía hasta culpable por lo sucedido diciéndose a sí misma que debió de ser más cautelosa y no dejarlo caminar por allí donde pasaban tantas personas con sus mascotas. Ya luego seguro les diría a la profesora que se sentía mal y por eso no fue a clases. Al final de cuentas no mentía, el reflejo en su rostro lo decía todo.
Lovise intentaba hacer mente de donde más podía buscar, pero la verdad ya nada le llegaba a su pensamiento. Su mente se había bloqueado por la desesperación de encontrarlo. Si hasta sus preciosos botines se habían enfangado al meterse donde no debía intentando buscar el pequeño felino. No es que se rindiera fácil, pero allí estaba, sentada llorando porque de verdad ya no podía seguir buscando si no sacaba todo aquello del pecho.
Secaba sus ojos con un pañuelo mientras sus mejillas y nariz estaban rojas al igual que sus ojos cristalizados. Debía ponerse a buscar de nuevo. Cada vez abría menos luz solar y el pequeño Bleu no podía estar solito en quien sabe donde. ¿Pero dónde más podía buscar? Fue ahí cuando sintió unos pasos de alguien que venía corriendo por el patio. En otro momento seguro habría levantado la vista para curiosear de quien se trataba. Más ahora no le había dado tanta atención, todo hasta que escucho que le hablaban. Cosa que hizo que levantara la vista y viera a Matthew frente a ella. ¡Le estaba hablando! Eso sí era novedad. Si no fuera porque estaba muy triste aquello le hubiera sacado una sonrisa, en especial porque encontraba adorable como se ponía rojo cuando le dirigió la palabra.
— Mi Kneazle… se perdió. No lo encuentro. Es un bebé. — murmuro aún con voz fañosa por haber estado llorando. Solo que algo aún más inesperado ocurrió. — Oh… ¡No puede ser! Bleu! — dijo saltando del banco para caer parada frente al chico. — ¡Lo encontraste! ¡Ay, gracias! ¡Gracias! — decía llevándose la mano a la frente de la sorpresa. Sus ganas fueron de plantarle un beso sonoro en el cachete, pero se contuvo, por ahora, para no espantarlo. — ¿Dónde estaba? — cuestiono la muchacha mirándolo con ojitos brillantes.
Lovise intentaba hacer mente de donde más podía buscar, pero la verdad ya nada le llegaba a su pensamiento. Su mente se había bloqueado por la desesperación de encontrarlo. Si hasta sus preciosos botines se habían enfangado al meterse donde no debía intentando buscar el pequeño felino. No es que se rindiera fácil, pero allí estaba, sentada llorando porque de verdad ya no podía seguir buscando si no sacaba todo aquello del pecho.
Secaba sus ojos con un pañuelo mientras sus mejillas y nariz estaban rojas al igual que sus ojos cristalizados. Debía ponerse a buscar de nuevo. Cada vez abría menos luz solar y el pequeño Bleu no podía estar solito en quien sabe donde. ¿Pero dónde más podía buscar? Fue ahí cuando sintió unos pasos de alguien que venía corriendo por el patio. En otro momento seguro habría levantado la vista para curiosear de quien se trataba. Más ahora no le había dado tanta atención, todo hasta que escucho que le hablaban. Cosa que hizo que levantara la vista y viera a Matthew frente a ella. ¡Le estaba hablando! Eso sí era novedad. Si no fuera porque estaba muy triste aquello le hubiera sacado una sonrisa, en especial porque encontraba adorable como se ponía rojo cuando le dirigió la palabra.
— Mi Kneazle… se perdió. No lo encuentro. Es un bebé. — murmuro aún con voz fañosa por haber estado llorando. Solo que algo aún más inesperado ocurrió. — Oh… ¡No puede ser! Bleu! — dijo saltando del banco para caer parada frente al chico. — ¡Lo encontraste! ¡Ay, gracias! ¡Gracias! — decía llevándose la mano a la frente de la sorpresa. Sus ganas fueron de plantarle un beso sonoro en el cachete, pero se contuvo, por ahora, para no espantarlo. — ¿Dónde estaba? — cuestiono la muchacha mirándolo con ojitos brillantes.
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1. Dame en détresse
Matthew | Patio | 6 curso |
Era imposible no acercarse cuando veía a alguien llorar. Muchas veces había estado llorando y nadie le ayudaba, y llegaba solo Harriet o Vincent a su rescate. Eso era cuando solía ser de 11 años, ahora ya con 16 años, era diferente y si lloraba lo hacía en su habitación sin dejar que ningún compañero comenzará a hablar. Sin embargo, no hacía lo mismo que esos compañeros que siempre querían fastidiarlo.
¿Y cómo dejaría a Lovise de esa manera llorando sin preguntarle nada? Era imposible, aún cuando tuviera al kneazle entre sus brazos y herido. Porque sí o sí, tenía que llevarlo a la enfermería para que le hicieran algo, tal vez ni iba al lugar correcto. Pero algo tenía que hacer.
Sentía que sus mejillas estaban muy calientes por los nervios porque era la primera vez que le hablaba ya que no estaba con su típico grupo de amigos y lloraba. Ni siquiera lo miró en un principio y ni siquiera, notó que había tartamudeado. ¡Se había dejado llevar solo por sus pensamientos intrusivos! Ya que no había pasado nada del otro mundo y suponía que solo estaba angustiada por algo que ni siquiera hizo que se diera cuenta del detalle que Matt estaba poniendo como el más escandaloso show.
Resultaba que había perdido a su kneazle que era solo un bebé. Miró al pequeño. ¿Sería ese? — Esto...— No pudo ni decirle, porque la castaña de tan bonitos se dio cuenta y lo tomó demasiado rápido. — Cuidado, cuidado. — Le dijo fijándose que seguramente le iba a doler que lo presionaron así, y a él más que le había costado sacarlo de los rosales. — Lo encontré en los rosales, así que ten cuidado porque está herido, se enterró una espina y por eso no salía de allí — Le contó olvidando que era ella. — Corría para llevarlo a la enfermería. ¿Crees que sea el lugar correcto? Me da miedo que la herida este infectada.... ¿De hace cuanto esta perdido? — Le preguntó, ni siquiera sabía porque había hablado tanto. Se moría de nervios porque era la primera vez que entablaba una conversación con Lovise y no era el fin del mundo.
¿Y cómo dejaría a Lovise de esa manera llorando sin preguntarle nada? Era imposible, aún cuando tuviera al kneazle entre sus brazos y herido. Porque sí o sí, tenía que llevarlo a la enfermería para que le hicieran algo, tal vez ni iba al lugar correcto. Pero algo tenía que hacer.
Sentía que sus mejillas estaban muy calientes por los nervios porque era la primera vez que le hablaba ya que no estaba con su típico grupo de amigos y lloraba. Ni siquiera lo miró en un principio y ni siquiera, notó que había tartamudeado. ¡Se había dejado llevar solo por sus pensamientos intrusivos! Ya que no había pasado nada del otro mundo y suponía que solo estaba angustiada por algo que ni siquiera hizo que se diera cuenta del detalle que Matt estaba poniendo como el más escandaloso show.
Resultaba que había perdido a su kneazle que era solo un bebé. Miró al pequeño. ¿Sería ese? — Esto...— No pudo ni decirle, porque la castaña de tan bonitos se dio cuenta y lo tomó demasiado rápido. — Cuidado, cuidado. — Le dijo fijándose que seguramente le iba a doler que lo presionaron así, y a él más que le había costado sacarlo de los rosales. — Lo encontré en los rosales, así que ten cuidado porque está herido, se enterró una espina y por eso no salía de allí — Le contó olvidando que era ella. — Corría para llevarlo a la enfermería. ¿Crees que sea el lugar correcto? Me da miedo que la herida este infectada.... ¿De hace cuanto esta perdido? — Le preguntó, ni siquiera sabía porque había hablado tanto. Se moría de nervios porque era la primera vez que entablaba una conversación con Lovise y no era el fin del mundo.
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1. Dame en détresse
Lovise | Patio | 6 curso |
Cuando parecía que no le quedaría de otra que enrollarse las mangas y terminar de ensuciar su uniforme para irse a meter en la vegetación porque ella ya juraba que el pobre animal había ido a parar a un lugar lejano del cual ya no sabía regresar; ahí fue donde Matt apareció. Como ángel caído del cielo. Porque para sorpresa de la castaña el rubio venía cargando con un pequeño minino. No podía ser tanta coincidencia que fuera del mismo color de pelaje, del mismo tamaño y que llevara el mismo collar.
De la emoción lo había tomado en sus brazos y no había dudado en agradecerle. Era evidente que Fontaine no sabía de quién era el Knealeze, pero fuera como fuera lo había rescatado y era lo que le importaba. Eso se lo agradecía inmensamente, pues quien sabía que hubiera ocurrido con Bleu si Matt no lo hubiera encontrado. Pues viendo de la dirección donde venía el chico, era completamente opuesta a donde ella estaba buscando. Con razón no lo había encontrado.
— Ah, lo lamento Bleu. No me percate. Me gano la emoción. — murmuro ahora tomándolo con más delicadeza. ¡Notaba un tanto rojas las mejillas del chico, pero para su sorpresa le estaba hablando! Y le hablaba mucho más de lo que alguna vez imagino que le hablaría. Igual había notado que cuando Matthew cargaba a Bleu este parecía sentirse protegido. Claro, igual se había alterado al verla porque la reconocía como su madre humana.
— Pobrecito, con razón lo busqué por todas partes y no daba con él. Pobrecito. — Decía revisándolo mientras escuchaba al chico. — Sí, creo que es lo mejor. Aquí no hay sala de veterinarios, pero la enfermera debe de saber. Yo he oído alguno que otro de primero que se ha pinchado con las espinas de los rosales por curioso. — ella intentaría curarlo por su cuenta, pero no se arriesgaría, además no tenía lo necesario con ella. — Desde hace una hora y media atrás. — Respondió con un puchero. — De nuevo, gracias. No tienes idea de cómo me has cambiado el día. — aseguro la chica. — ¿Crees que me puedas acompañar a la enfermería? Creo que incluso le agradas, así se sentirá más seguro cuando lo revisen. — le pidió la chica con ojitos de súplica, mientras se secaba con la manga lo que le quedaba de lágrimas.
De la emoción lo había tomado en sus brazos y no había dudado en agradecerle. Era evidente que Fontaine no sabía de quién era el Knealeze, pero fuera como fuera lo había rescatado y era lo que le importaba. Eso se lo agradecía inmensamente, pues quien sabía que hubiera ocurrido con Bleu si Matt no lo hubiera encontrado. Pues viendo de la dirección donde venía el chico, era completamente opuesta a donde ella estaba buscando. Con razón no lo había encontrado.
— Ah, lo lamento Bleu. No me percate. Me gano la emoción. — murmuro ahora tomándolo con más delicadeza. ¡Notaba un tanto rojas las mejillas del chico, pero para su sorpresa le estaba hablando! Y le hablaba mucho más de lo que alguna vez imagino que le hablaría. Igual había notado que cuando Matthew cargaba a Bleu este parecía sentirse protegido. Claro, igual se había alterado al verla porque la reconocía como su madre humana.
— Pobrecito, con razón lo busqué por todas partes y no daba con él. Pobrecito. — Decía revisándolo mientras escuchaba al chico. — Sí, creo que es lo mejor. Aquí no hay sala de veterinarios, pero la enfermera debe de saber. Yo he oído alguno que otro de primero que se ha pinchado con las espinas de los rosales por curioso. — ella intentaría curarlo por su cuenta, pero no se arriesgaría, además no tenía lo necesario con ella. — Desde hace una hora y media atrás. — Respondió con un puchero. — De nuevo, gracias. No tienes idea de cómo me has cambiado el día. — aseguro la chica. — ¿Crees que me puedas acompañar a la enfermería? Creo que incluso le agradas, así se sentirá más seguro cuando lo revisen. — le pidió la chica con ojitos de súplica, mientras se secaba con la manga lo que le quedaba de lágrimas.
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1. Dame en détresse
Matthew | Patio | 6 curso |
El muchacho no podía creer lo que estaba sucediendo y como solían ser las cosas. Nunca se habría atrevido a hablar con Lovise por sí mismo y ahora con una total casualidad y porque había encontrado un kneazle llamado Bleu, hablaron y no era tan terrible como pensaba. Es que en realidad, ni era tímido, pero la encontraba demasiado princesa y bella para que alguien como él se acercara como un viejo amigo o algo así, pues ciertamente ni aspiraba a ser algo más. Era demasiado perfecta.
Y no le había gustado verla triste por nada del mundo, ya que siempre disfrutaba de su sonrisa tan linda.
Ni siquiera podía creer el haber hablado tanto y que ni siquiera tartamudeaba ni nada, tenía las mejillas aún sonrojadas pero podía pensar que era porque venía corriendo, Lovise no podía enterarse que le gustaba. — Estaba al fondo, en esos rosales que no tienen encantamientos, hay que presentar una queja para que hagan al respecto con las espinas, pero perderían su belleza — Ya ahora ni era tímido, solo que estaba hablando más de la cuenta y esperaba que fuera entendible. — Siempre voy para allá así que me lo encontré de casualidad — Le confesó.
— Pobre criatura, debió haberse asustado mucho con el dolor, solo es un pequeño. ¿Cuántos meses tiene? — Preguntó mientras le hacía cariño y le sonreía con ternura a Bleu. — Ya... entonces no es mucho, no creo que esté infectada. En mi isla, siempre le llevo los animales heridos a mi hermana — Le contó. ¿Y por qué lo hacía? ¡Seguro lo encontraba un tonto!
—Oh, me a-alegro...— Volvió a tartamudear. Es que su expresión era mucho más lindo ahora aún cuando tuviera los ojos rojitos. ¿Por qué tenía que ser tan linda? Pensaba el chico en sus adentros.
Pensó que llegaría y se iría a la enfermería por ella misma, no obstante, no fue de ese modo y le pidió que la acompañara. — Vale, esta bien. Así también tengo una excusa porque me escape de clases, no tenía ganas de estar allí — Dijo con una pequeña risa, así que Matt le indicó que corrieran juntos para llegar a la enfermería, que no estaba copada porque a esa hora había clases.
Y no le había gustado verla triste por nada del mundo, ya que siempre disfrutaba de su sonrisa tan linda.
Ni siquiera podía creer el haber hablado tanto y que ni siquiera tartamudeaba ni nada, tenía las mejillas aún sonrojadas pero podía pensar que era porque venía corriendo, Lovise no podía enterarse que le gustaba. — Estaba al fondo, en esos rosales que no tienen encantamientos, hay que presentar una queja para que hagan al respecto con las espinas, pero perderían su belleza — Ya ahora ni era tímido, solo que estaba hablando más de la cuenta y esperaba que fuera entendible. — Siempre voy para allá así que me lo encontré de casualidad — Le confesó.
— Pobre criatura, debió haberse asustado mucho con el dolor, solo es un pequeño. ¿Cuántos meses tiene? — Preguntó mientras le hacía cariño y le sonreía con ternura a Bleu. — Ya... entonces no es mucho, no creo que esté infectada. En mi isla, siempre le llevo los animales heridos a mi hermana — Le contó. ¿Y por qué lo hacía? ¡Seguro lo encontraba un tonto!
—Oh, me a-alegro...— Volvió a tartamudear. Es que su expresión era mucho más lindo ahora aún cuando tuviera los ojos rojitos. ¿Por qué tenía que ser tan linda? Pensaba el chico en sus adentros.
Pensó que llegaría y se iría a la enfermería por ella misma, no obstante, no fue de ese modo y le pidió que la acompañara. — Vale, esta bien. Así también tengo una excusa porque me escape de clases, no tenía ganas de estar allí — Dijo con una pequeña risa, así que Matt le indicó que corrieran juntos para llegar a la enfermería, que no estaba copada porque a esa hora había clases.
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1. Dame en détresse
Lovise | Patio | 6 curso |
Pobrecito Bleu, había ido a terminar derechito dentro de los rosales. Estaba segura de que no se había hecho más daño porque era pequeño de lo contrario hubiera seguramente terminado con muchas más espinas enterradas. Con lo que dolía eso, no quería imaginar lo que le estaría doliendo a su mascota siendo tan diminuto aún. — Por fortuna no fueron más heridas. Pero tienes razón, algo deben hacer. Quizás exista una forma de encantarlos sin que pierdan las espinas. Es momento de que se pongan creativos. — Murmuró la muchacha, pues estaba segura de que no era la primera mascota que terminaba dentro de uno, y hasta los mismos estudiantes curiosos ya se habían picado los dedos con las espinas por meter la mano donde no debían.
— Casualidad o no, lo que importa es que lo encontraste. Qué susto debía de tener allí sólito sin saber como salir. — decía la castaña acariciando la cabecita de Bleu. — Sí, esas espinas para él son como navajas. — probablemente, estaba exagerando, pero era de la preparación. — Tiene solo dos meses y medio. Desde que aprendió bien a caminar no le gusta que lo carguen. Está como los bebes. — admitió soltando una risita.
— Sí, creo que solo es necesario limpiarlo y ponerle algún calmante para que le duela menos. Lo hubiera intentado yo, pero aquí no tengo nada para eso. Así que es mejor ir con la enfermera. Además de que no se querrá quedar quieto cuando lo haga. — reconoció la muchacha. — ¿Tu hermana sabe cosas de sanación? — aprovecho el momento para preguntar. Pues era la primera vez que cruzaban palabras y le gustaba la idea de conocer un poquito más de él y los suyos.
Lovise le regalo una sonrisa cuando le dijo que se alegraba de lo feliz que la había puesto con esto. El chico tartamudeaba un poco como si lo pusiera nervioso. Por supuesto que no lo molestaría con eso, ella no era así. Lo menos que quería era ponerlo más nervioso. Aquel chico era un amor. — Perfecto, yo me salté también la clase. Es que no podía irme y dejarlo allí… y ya es tarde como para entrar. — aseguro la muchacha.
Miro para todos lado soltando una risita comenzó a correr con él hasta llegar a la enfermería. No solía hacer esas cosas, pero que más daba, hasta estaba siendo divertido. Más aún después de haber estado triste llorando. — Uff necesito recuperar el aliento. — Murmuró en la entrada. — ¿Quieres una limonada después de aquí? Para recuperar. — Sugirió mientras llegaban donde la enfermera. — Hola señorita. ¿Cree que nos pueda ayudar? Se cayó en los rosales. — Le contaba. — Muy bien, creo que tengo algo que servirá. Pero deben sujetarlo bien para que no se asuste. — advirtió la mujer. — ¿Quieres sujetarlo tú? No sé si yo logre mantenerlo quieto. — Preguntó al rubio mientras le señalaba al pequeño.
— Casualidad o no, lo que importa es que lo encontraste. Qué susto debía de tener allí sólito sin saber como salir. — decía la castaña acariciando la cabecita de Bleu. — Sí, esas espinas para él son como navajas. — probablemente, estaba exagerando, pero era de la preparación. — Tiene solo dos meses y medio. Desde que aprendió bien a caminar no le gusta que lo carguen. Está como los bebes. — admitió soltando una risita.
— Sí, creo que solo es necesario limpiarlo y ponerle algún calmante para que le duela menos. Lo hubiera intentado yo, pero aquí no tengo nada para eso. Así que es mejor ir con la enfermera. Además de que no se querrá quedar quieto cuando lo haga. — reconoció la muchacha. — ¿Tu hermana sabe cosas de sanación? — aprovecho el momento para preguntar. Pues era la primera vez que cruzaban palabras y le gustaba la idea de conocer un poquito más de él y los suyos.
Lovise le regalo una sonrisa cuando le dijo que se alegraba de lo feliz que la había puesto con esto. El chico tartamudeaba un poco como si lo pusiera nervioso. Por supuesto que no lo molestaría con eso, ella no era así. Lo menos que quería era ponerlo más nervioso. Aquel chico era un amor. — Perfecto, yo me salté también la clase. Es que no podía irme y dejarlo allí… y ya es tarde como para entrar. — aseguro la muchacha.
Miro para todos lado soltando una risita comenzó a correr con él hasta llegar a la enfermería. No solía hacer esas cosas, pero que más daba, hasta estaba siendo divertido. Más aún después de haber estado triste llorando. — Uff necesito recuperar el aliento. — Murmuró en la entrada. — ¿Quieres una limonada después de aquí? Para recuperar. — Sugirió mientras llegaban donde la enfermera. — Hola señorita. ¿Cree que nos pueda ayudar? Se cayó en los rosales. — Le contaba. — Muy bien, creo que tengo algo que servirá. Pero deben sujetarlo bien para que no se asuste. — advirtió la mujer. — ¿Quieres sujetarlo tú? No sé si yo logre mantenerlo quieto. — Preguntó al rubio mientras le señalaba al pequeño.
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1. Dame en détresse
Matthew | Patio | 6 curso |
Por más que pensaba como era el asunto de hablar con Lovise, se daba cuenta que no era el fin del mundo y la chica era mucho más agradable y tierna, de lo que imaginaba. Quizás hasta sus amigas lo eran y él la había juzgado mal, tan solo por ser tremendamente popular, sangre pura e increíblemente inteligente. Era muy empática y no se diferenciaba mucho como era su hermana, aunque dudaba que Lovise estuviera lanzando chanclazos.
Asintió. Era toda una suerte que no tuviera más espinas y suponía que era tan solo por su tamaño, que se quedó quietecito al momento de enterrarse una. Solo se encogió de hombros cuando dijo que tenían que buscar un encantamiento para que las espinas ya no fueran motivo de heridas.
— Siempre estoy ahí, así que fue una fortuna encontrarlo. No tenía idea que era tuyo o sabiendo eso, lo primero que hago es buscarte — Dijo, porque por tímido que era con ella no la iba a dejar sin su mascota. — Oh, es pequeñito... y entiendo... mi gato es igual, aunque no es kneazle y no lo traje para acá se portaba muy mal — Le contó un poco de su gato y en verdad tenían unos cuantos junto a perros, y una vaca que esperaba que nunca vendieran al necesitar dinero.
— Sí, sabe... se prepara para medimagia y dudo que haya faltado a clases. Si se llega a enterar que lo hice otra vez, tendré problemas. Prefiero que no se enteré de nada. — Puso cara de terror porque aunque amaba con su vida a su hermana mayor, la pelirroja si era una fiera cuando se enojaba y los hacía pasar vergüenza, ya que también se creía como su segunda mamá. — Lo sé, lo estabas buscando... y eso te hace una buena persona, no lo hiciste a propósito sino que había una causa. Que bueno que encontré a tu kneazle. ¿Por qué lleva ese nombre? — Si Matt aún sentía más confianza para hablar con ella, no sabía si después porque se estaban enfocando solo en ese tema.
— ¿Una limonada? — Amaba las limonadas. Solo que no supo que contestar de primeras, solo que igual vio que negarse se vería feo. Igual estaba cansado. — Está bien —Señaló con timidez al momento que entraban a la enfermería y era ella quién se encargaba de todo— Yo fui que lo encontré, el pobrecito estaba muy asustado y maullaba despacito — Comentó, tratando de verse fuerte porque la enfermera lo miró con una ceja alzada — Espero que no estés mintiendo, Fontaine. Pero ya.... es hora de curar al pequeño — Se había salvado y aunque había quedado un poco fastidiado, asintió a Lovise — ¿Te da nervios que le duela, verdad? Okey, yo lo haré. — Lo sujetó y Bleu maullo como agradecido. Era muy tierno.
Asintió. Era toda una suerte que no tuviera más espinas y suponía que era tan solo por su tamaño, que se quedó quietecito al momento de enterrarse una. Solo se encogió de hombros cuando dijo que tenían que buscar un encantamiento para que las espinas ya no fueran motivo de heridas.
— Siempre estoy ahí, así que fue una fortuna encontrarlo. No tenía idea que era tuyo o sabiendo eso, lo primero que hago es buscarte — Dijo, porque por tímido que era con ella no la iba a dejar sin su mascota. — Oh, es pequeñito... y entiendo... mi gato es igual, aunque no es kneazle y no lo traje para acá se portaba muy mal — Le contó un poco de su gato y en verdad tenían unos cuantos junto a perros, y una vaca que esperaba que nunca vendieran al necesitar dinero.
— Sí, sabe... se prepara para medimagia y dudo que haya faltado a clases. Si se llega a enterar que lo hice otra vez, tendré problemas. Prefiero que no se enteré de nada. — Puso cara de terror porque aunque amaba con su vida a su hermana mayor, la pelirroja si era una fiera cuando se enojaba y los hacía pasar vergüenza, ya que también se creía como su segunda mamá. — Lo sé, lo estabas buscando... y eso te hace una buena persona, no lo hiciste a propósito sino que había una causa. Que bueno que encontré a tu kneazle. ¿Por qué lleva ese nombre? — Si Matt aún sentía más confianza para hablar con ella, no sabía si después porque se estaban enfocando solo en ese tema.
— ¿Una limonada? — Amaba las limonadas. Solo que no supo que contestar de primeras, solo que igual vio que negarse se vería feo. Igual estaba cansado. — Está bien —Señaló con timidez al momento que entraban a la enfermería y era ella quién se encargaba de todo— Yo fui que lo encontré, el pobrecito estaba muy asustado y maullaba despacito — Comentó, tratando de verse fuerte porque la enfermera lo miró con una ceja alzada — Espero que no estés mintiendo, Fontaine. Pero ya.... es hora de curar al pequeño — Se había salvado y aunque había quedado un poco fastidiado, asintió a Lovise — ¿Te da nervios que le duela, verdad? Okey, yo lo haré. — Lo sujetó y Bleu maullo como agradecido. Era muy tierno.
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1. Dame en détresse
Lovise | Patio | 6 curso |
Quizás tenía que ocurrir lo de Bleu para que Matt y Lovise pudieran cruzar palabras, pudiendo mantener una inesperada pero agradable conversación. Pues para la chica daba igual si fue casualidad o no el que el rubio encontrara al felino, lo había rescatado y eso era lo que le importaba. Había sido su héroe sin saberlo. Y como la muchacha en otras ocasiones había intentado acercarse para hablarle sin tener éxito alguno, que ahora esta conversación se estuviera dando era un gane para la chica. Sin dudas esa expresión de tristeza y agobio que había tenido hacia algunos instantes comenzaba a disiparse.
— Pues que fortuna que fuera a parar a un área donde lo pudieras encontrar. Lo demás no importa, ahora está aquí conmigo y es lo que importa. De verdad gracias por ello. — aseguro la castaña, aunque aún seguía preocupada por el pequeño, pues estaba lastimado. Aunque no parecía ser algo de gravedad por fortuna. Soltó una pequeña risa al escuchar cómo decía que su gatito se portaba mal. — Bleu no se porta tan mal, pero le gusta ser muy independiente aún con lo chispa que es. Igual a esa edad son tan juguetones y un tanto desobedientes. — Reconoció la joven.
Escucho con interés como le contaba sobre su hermana. Al parecer serio medigama tal como ella, cosa que hizo que le generara mayor interés. — Ah, entonces es de las mías… digo por qué yo también lo quiero ser. — la muchacha negó, no lo pensaba delatar. — No te preocupes, no se enterará. Al menos no por mi cuenta. — aseguro.
Lovise mantenía el kneazel en sus brazos mientras lo acariciaba para que se mantuviera calmado, sabía que la herida le debía de estar molestando. — ¿Era lo más correcto no? No me podrían culpar por saltar la clase. — comento la muchacha. — Pero igual… está bien de vez en cuando tomarse el descansito… ¿No? Es que vamos a veces debo admitir aquí entre nosotros que los profesores hablando demasiado y fuera del tema… aburren. — confeso riendo de forma traviesa. Ella solía ser una estudiante ejemplar, pero una que otra escapadita al año no hacía daño. — Sí, de no ser porque saltaste la clase tal vez aún buscara mi kneazel. — Añadió. — Porque cuando mis tíos me lo regalaron estaba envuelto en una mantita azul, y tenía los ojitos azules. Así que fue como una señal. — señalo, pues Bleu era azul en francés.
— Sí, una limonada bien fría con mucho hielo. — Sugirió dando más detalles para que se le antojara más acompañarla. — Perfecto. — Asintió antes de que llegaran donde la enfermera. Los chicos comenzaron a darles sus explicaciones de lo ocurrido, así que pronto la mujer comenzaría a curar al animalito. — No miente señorita. Soy testigo, lo estaba buscando como loca. Fue él quien con su buena audición logro dar por accidente con mi Kneazle. — abogo la Prewett por la credibilidad del chico.
— La verdad es que sí, sé que debo acostumbrarme si quiero trabajar en esto. Pero aún me falta para ello, y él es muy pequeño. — le admitió haciendo un puchero antes de entregarle a Bleu. Pronto la mujer hizo su trabajo y el kneazel estaba en mejor estado. Lovise sonrió y ni siquiera le quito el animalito de los brazos al chico. — Vamos por esa limonada entonces. — le pidió cuando la enfermera les anuncio que término.
— Pues que fortuna que fuera a parar a un área donde lo pudieras encontrar. Lo demás no importa, ahora está aquí conmigo y es lo que importa. De verdad gracias por ello. — aseguro la castaña, aunque aún seguía preocupada por el pequeño, pues estaba lastimado. Aunque no parecía ser algo de gravedad por fortuna. Soltó una pequeña risa al escuchar cómo decía que su gatito se portaba mal. — Bleu no se porta tan mal, pero le gusta ser muy independiente aún con lo chispa que es. Igual a esa edad son tan juguetones y un tanto desobedientes. — Reconoció la joven.
Escucho con interés como le contaba sobre su hermana. Al parecer serio medigama tal como ella, cosa que hizo que le generara mayor interés. — Ah, entonces es de las mías… digo por qué yo también lo quiero ser. — la muchacha negó, no lo pensaba delatar. — No te preocupes, no se enterará. Al menos no por mi cuenta. — aseguro.
Lovise mantenía el kneazel en sus brazos mientras lo acariciaba para que se mantuviera calmado, sabía que la herida le debía de estar molestando. — ¿Era lo más correcto no? No me podrían culpar por saltar la clase. — comento la muchacha. — Pero igual… está bien de vez en cuando tomarse el descansito… ¿No? Es que vamos a veces debo admitir aquí entre nosotros que los profesores hablando demasiado y fuera del tema… aburren. — confeso riendo de forma traviesa. Ella solía ser una estudiante ejemplar, pero una que otra escapadita al año no hacía daño. — Sí, de no ser porque saltaste la clase tal vez aún buscara mi kneazel. — Añadió. — Porque cuando mis tíos me lo regalaron estaba envuelto en una mantita azul, y tenía los ojitos azules. Así que fue como una señal. — señalo, pues Bleu era azul en francés.
— Sí, una limonada bien fría con mucho hielo. — Sugirió dando más detalles para que se le antojara más acompañarla. — Perfecto. — Asintió antes de que llegaran donde la enfermera. Los chicos comenzaron a darles sus explicaciones de lo ocurrido, así que pronto la mujer comenzaría a curar al animalito. — No miente señorita. Soy testigo, lo estaba buscando como loca. Fue él quien con su buena audición logro dar por accidente con mi Kneazle. — abogo la Prewett por la credibilidad del chico.
— La verdad es que sí, sé que debo acostumbrarme si quiero trabajar en esto. Pero aún me falta para ello, y él es muy pequeño. — le admitió haciendo un puchero antes de entregarle a Bleu. Pronto la mujer hizo su trabajo y el kneazel estaba en mejor estado. Lovise sonrió y ni siquiera le quito el animalito de los brazos al chico. — Vamos por esa limonada entonces. — le pidió cuando la enfermera les anuncio que término.
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1. Dame en détresse
Matthew | Patio | 6 curso |
Era demasiado hablar con Lovise cuando la había evitado un montón solo por la verguenza y que se ponía de nervios con su presencia, porque la realidad es que le gustaba y mucho, solo que él sabía que era como una clase de amor platónico e imposible porque jamás le iba hacer caso y ahora estaba allí hablando con ella solo porque encontró a su gatito. ¡Como era la vida! Solo quería contarle a Vincent. Asintió, le agradaba haber sido el responsable de encontrar a Bleu, pues parecía que ni pretendía salir de allí el pobrecillo. — Es que es muy pequeño, solo quiere regalonear y tomar confianza, ya verás después... ahora mismo lo hizo que se fue por la curiosidad, pero en serio veo que Bleu será tranquilito. — Miró al gatuno y ciertamente lo veía muy tierno y regalón, ahí estaba entre los brazos de Lovise, que desprendía un suave perfume. ¿Quién no estaría así acomodado en su pecho? Con solo imaginarlo, se puso algo rojo.
— Sí, lo sabíamos — comentó y luego carraspeó —, digo todos saben que los Prewett se van por Medimagia a excepción de Julien, que no le interesaba mucho el asunto y que lo gritaba a los cuatro vientos — Ese chico siempre había sido el más rebelde y desordenado, no es que le agradara tampoco porque era egocéntrico y superficial, miraba en menos. Un sangre pura de tomo y lomo. Muy desagradable. Pero vale, no estaría hablando feo de su familia cuando veía interés de la chica por la suya — Seguro se encuentran por el hospital. Quiere a estudiar a Londres y pertenecer a San Mungo, cuando debería quedarse en el Hospital mágico de Francia —Señaló con un puchero que ni notó, pero es que aquello no le gustaba.
¿Le acaba de decir eso? Matt abrió los ojos como platos y quedó muy sorprendido. —Jamás creí que la chica más destacada de la Academia iba a decir eso. Me agrada, porque no todo es académico, igual lo creo...— Señaló con una pequeña sonrisa, ya que le gustaba descubrir esa faceta de Lovise que tenía un toque de él. Más le gusto. Maldita sea.
— Me gusta mucho que su nombre sea así de significativo — Señaló Matt y teniendo esa curiosidad por su familia. ¿Se parecería a Isabelle? Que bueno... era la más tímida y dulce de todas. Pero a él le gustaba Lovise porque era increíblemente bella y delicada, como una flor más.
Que lo haya invitado a una limonada por compensación fue bueno aunque igual esperaba no ponerse tan tímido, no pudo negarse porque se notaba emocionada por aquello. — Está bien — Dijo un poco entrecortado y con una sonrisa tímida, antes de entrar a la enfermería donde hasta lo regañaron, porque era lógico que siempre andaba saltándose clases, así que conocían bien su reputación de chico rebelde y que se iba contra las reglas, quizás Hogwarts o otro colegio habría venido más con él, siempre en Beauxbatons se sintió un chico raro.
Lovise lo defendió y aquello lo agradeció enormemente. — Justamente eso, no podía dejarlo abandonado y ahí estaba entre esas rosas con espinas, deberían poner un encantamiento es peligroso para las criaturas pequeñas y los mismos niños — Que con Lovise fuera tímido al estar enamorado, no significaba que lo fuera con todo el mundo, es más, era bastante contestón y no le importaba decir lo que le venía en gana, muy directo y en demasía sincero que llegaba a verse hasta infantil.
—Para la otra, no te preocupes. Mi hermana dice que es por eso que los medimagos no pueden sanar a sus seres queridos porque es más personal. Claro, a excepciones que su vida dependa de ellos ahí no se piensa en nada — La animó, para que no se frustrara por eso y le tomará algo de miedo, quizás sería bueno que hablara con Harriet. Luego sujetó bien al gatito para que no se lamentara y así tranquilizarlo.
La enfermera hizo su trabajo y el animal hasta cambió su semblante — Por eso usted fue la motivación de Harriet, no lo entendía hasta ahora. — Y la enfermera le devolvió una sonrisa cálida.
— ¡Pues vamos! — Le dijo más animado pues se sentía feliz que Bleu estuviera recuperado. Sonrió y se despedieron de la mujer e ir por esa limonada.
— Sí, lo sabíamos — comentó y luego carraspeó —, digo todos saben que los Prewett se van por Medimagia a excepción de Julien, que no le interesaba mucho el asunto y que lo gritaba a los cuatro vientos — Ese chico siempre había sido el más rebelde y desordenado, no es que le agradara tampoco porque era egocéntrico y superficial, miraba en menos. Un sangre pura de tomo y lomo. Muy desagradable. Pero vale, no estaría hablando feo de su familia cuando veía interés de la chica por la suya — Seguro se encuentran por el hospital. Quiere a estudiar a Londres y pertenecer a San Mungo, cuando debería quedarse en el Hospital mágico de Francia —Señaló con un puchero que ni notó, pero es que aquello no le gustaba.
¿Le acaba de decir eso? Matt abrió los ojos como platos y quedó muy sorprendido. —Jamás creí que la chica más destacada de la Academia iba a decir eso. Me agrada, porque no todo es académico, igual lo creo...— Señaló con una pequeña sonrisa, ya que le gustaba descubrir esa faceta de Lovise que tenía un toque de él. Más le gusto. Maldita sea.
— Me gusta mucho que su nombre sea así de significativo — Señaló Matt y teniendo esa curiosidad por su familia. ¿Se parecería a Isabelle? Que bueno... era la más tímida y dulce de todas. Pero a él le gustaba Lovise porque era increíblemente bella y delicada, como una flor más.
Que lo haya invitado a una limonada por compensación fue bueno aunque igual esperaba no ponerse tan tímido, no pudo negarse porque se notaba emocionada por aquello. — Está bien — Dijo un poco entrecortado y con una sonrisa tímida, antes de entrar a la enfermería donde hasta lo regañaron, porque era lógico que siempre andaba saltándose clases, así que conocían bien su reputación de chico rebelde y que se iba contra las reglas, quizás Hogwarts o otro colegio habría venido más con él, siempre en Beauxbatons se sintió un chico raro.
Lovise lo defendió y aquello lo agradeció enormemente. — Justamente eso, no podía dejarlo abandonado y ahí estaba entre esas rosas con espinas, deberían poner un encantamiento es peligroso para las criaturas pequeñas y los mismos niños — Que con Lovise fuera tímido al estar enamorado, no significaba que lo fuera con todo el mundo, es más, era bastante contestón y no le importaba decir lo que le venía en gana, muy directo y en demasía sincero que llegaba a verse hasta infantil.
—Para la otra, no te preocupes. Mi hermana dice que es por eso que los medimagos no pueden sanar a sus seres queridos porque es más personal. Claro, a excepciones que su vida dependa de ellos ahí no se piensa en nada — La animó, para que no se frustrara por eso y le tomará algo de miedo, quizás sería bueno que hablara con Harriet. Luego sujetó bien al gatito para que no se lamentara y así tranquilizarlo.
La enfermera hizo su trabajo y el animal hasta cambió su semblante — Por eso usted fue la motivación de Harriet, no lo entendía hasta ahora. — Y la enfermera le devolvió una sonrisa cálida.
— ¡Pues vamos! — Le dijo más animado pues se sentía feliz que Bleu estuviera recuperado. Sonrió y se despedieron de la mujer e ir por esa limonada.
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1. Dame en détresse
Lovise | Patio | 6 curso |
Estaba contenta de tener devuelta en sus brazos a Bleu. Para Lovise en estos momentos Matt era su héroe. No encontraba la manera de brindarle su agradecimiento. De verdad le había devuelto el alma al cuerpo con aquel acto. Se veía que el chico estaba lleno de bondad, pues aun cuando ni siquiera se atrevía hablarle, cuando tampoco sabia que el kneazel era de ella, se había acercado a preguntarle que le ocurría. Eso decía mucho de él, que dejaba a un lado sus miedos y nervios, por un bien mayor. — Ay, pues espero que no me dé muchos más sustos. Aunque sí, es su naturaleza explorar, ser curiosos. — Reconoció la muchacha.
Por supuesto que le sorprendió que supiera más de ella y su familia de lo que imaginaba. Aunque igual los Prewett eran muy bien conocidos. Solo que como por lo general a ella en particular la solía evitar no pensó que igual hubiera estado atento a ello. Por lo visto el Fontaine era más observador de lo que creía. Lovise sonrió ante su comentario. — Sí, es cosa de familia. Oh, mi primo ya es un caso especial y perdido. — Decía negando, esperaba no le diera más dolores de cabeza a sus tíos. El chico tenía potencial para lograr lo que quisiera. Solo le faltaba enfoque y responsabilidad, cosas que eran muy importantes. — Ojalá así sea, sería bueno tener más caras conocidas. Claro, siempre estarán el resto de los Prewett. Pero me refiero fuera de la familia. — Admitió la chica. — No la culparía, San Mungo es muy buen lugar para adquirir experiencia. Aunque a veces siento que es triste para el país cuando un estudiante se forma en un lugar y termina marchándose al extranjero a trabajar. — comento, pues entendía los dos puntos de vista.
La expresión en el rostro de Lovise ahora era una traviesa luego de aquel comentario sobre las clases. Pero lo mejor de todo era la expresión en el rostro del chico, era épico. No se esperó para nada su comentario. — Siempre hay una primera vez para todo. Y es que es justo eso, lo académico carga un gran peso de nuestro tiempo en el colegio. Pero a veces, aunque sean en raros y cortos momentos, hay que desconectarse. Ya sé intensional o a veces la vida te obliga hacerlo como me paso hoy a mí. — por una vez no pasaba nada. Claro, igual había que evitar no hacerlo en exámenes, eso sí sería problemático.
— Gracias, sí me gusta darle significado a las cosas. Aunque sea uno sencillo, le da un toque más especial, más de lo que ya es. — Admitido la muchacha. Podía notar como el muchacho a diferencia de antes ahora tenía la atención sobre ella. Era demasiado tierno y agradable. Adoraba ese pequeño nerviosismo que le daba al responder, en especial cuando le menciono lo de ir por una limonada. Era ese toque, entre tierno, adorable, pero al mismo tiempo un tanto caótico que tanto le había fascinado cuando se fijó la primera vez en él. Para ella sería difícil confundirlo con Vincent por muy que se parecieran físicamente y nada más.
— ¡Genial! Luego de lo ocurrido, la merecemos. — afirmo con seguridad la chica antes de que entraran a la enfermería. Quizás aquella limonada sería el comienzo de ahora sí una amistad para ellos y quien sabe si más. La muchacha había tenido que intervenir por las palabras de la enfermera. Sabía que el chico solía meterse en líos, pero no había necesidad de asumir cosas cuando no eran verdad. Por lo que no era justo de dar a entender que estaba mintiendo cuando no lo hacía. Ella era testigo de eso. — Justo eso también pensaba, señorita. Usted mejor que nadie sabe a cuantos de primero ha tenido que sacarle las espinas de los dedos. — le recordó la chica, para que tomara conciencia de lo necesario que era y agradecía mucho que Matt hubiera tomado la iniciativa de dejarle saber que era necesario.
Le sonrió cuando intento hacerla sentir mejor por no haber podido tener a Bleu en sus brazos mientras lo atendían. — Tienes razón, además yo aún no tengo el entrenamiento necesario. — Respondió más tranquila. Por fortuna todo fue rápido, la mujer sabía lo que hacía y lo hacía bien. Fue lindo escuchar como le decía a la enfermera que era quien motivo a su hermana, poco a poco conocía más de esa familia. — ¡Adiós, muchas gracias, señorita! Nos vemos. — se despidió la chica antes de mirar con complicidad a Matt. — Sí, vamos. — señalo antes de que fueran por aquella refrescante limonada. Esto era el comienzo de algo bonito.
Por supuesto que le sorprendió que supiera más de ella y su familia de lo que imaginaba. Aunque igual los Prewett eran muy bien conocidos. Solo que como por lo general a ella en particular la solía evitar no pensó que igual hubiera estado atento a ello. Por lo visto el Fontaine era más observador de lo que creía. Lovise sonrió ante su comentario. — Sí, es cosa de familia. Oh, mi primo ya es un caso especial y perdido. — Decía negando, esperaba no le diera más dolores de cabeza a sus tíos. El chico tenía potencial para lograr lo que quisiera. Solo le faltaba enfoque y responsabilidad, cosas que eran muy importantes. — Ojalá así sea, sería bueno tener más caras conocidas. Claro, siempre estarán el resto de los Prewett. Pero me refiero fuera de la familia. — Admitió la chica. — No la culparía, San Mungo es muy buen lugar para adquirir experiencia. Aunque a veces siento que es triste para el país cuando un estudiante se forma en un lugar y termina marchándose al extranjero a trabajar. — comento, pues entendía los dos puntos de vista.
La expresión en el rostro de Lovise ahora era una traviesa luego de aquel comentario sobre las clases. Pero lo mejor de todo era la expresión en el rostro del chico, era épico. No se esperó para nada su comentario. — Siempre hay una primera vez para todo. Y es que es justo eso, lo académico carga un gran peso de nuestro tiempo en el colegio. Pero a veces, aunque sean en raros y cortos momentos, hay que desconectarse. Ya sé intensional o a veces la vida te obliga hacerlo como me paso hoy a mí. — por una vez no pasaba nada. Claro, igual había que evitar no hacerlo en exámenes, eso sí sería problemático.
— Gracias, sí me gusta darle significado a las cosas. Aunque sea uno sencillo, le da un toque más especial, más de lo que ya es. — Admitido la muchacha. Podía notar como el muchacho a diferencia de antes ahora tenía la atención sobre ella. Era demasiado tierno y agradable. Adoraba ese pequeño nerviosismo que le daba al responder, en especial cuando le menciono lo de ir por una limonada. Era ese toque, entre tierno, adorable, pero al mismo tiempo un tanto caótico que tanto le había fascinado cuando se fijó la primera vez en él. Para ella sería difícil confundirlo con Vincent por muy que se parecieran físicamente y nada más.
— ¡Genial! Luego de lo ocurrido, la merecemos. — afirmo con seguridad la chica antes de que entraran a la enfermería. Quizás aquella limonada sería el comienzo de ahora sí una amistad para ellos y quien sabe si más. La muchacha había tenido que intervenir por las palabras de la enfermera. Sabía que el chico solía meterse en líos, pero no había necesidad de asumir cosas cuando no eran verdad. Por lo que no era justo de dar a entender que estaba mintiendo cuando no lo hacía. Ella era testigo de eso. — Justo eso también pensaba, señorita. Usted mejor que nadie sabe a cuantos de primero ha tenido que sacarle las espinas de los dedos. — le recordó la chica, para que tomara conciencia de lo necesario que era y agradecía mucho que Matt hubiera tomado la iniciativa de dejarle saber que era necesario.
Le sonrió cuando intento hacerla sentir mejor por no haber podido tener a Bleu en sus brazos mientras lo atendían. — Tienes razón, además yo aún no tengo el entrenamiento necesario. — Respondió más tranquila. Por fortuna todo fue rápido, la mujer sabía lo que hacía y lo hacía bien. Fue lindo escuchar como le decía a la enfermera que era quien motivo a su hermana, poco a poco conocía más de esa familia. — ¡Adiós, muchas gracias, señorita! Nos vemos. — se despidió la chica antes de mirar con complicidad a Matt. — Sí, vamos. — señalo antes de que fueran por aquella refrescante limonada. Esto era el comienzo de algo bonito.
Fin del capítulo
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2. Apprendre à vous connaître
Matthew | Sala | 6 curso |
Había pensado demasiadas veces el hecho de que por fin estaba hablando con Lovise Prewett, y no era tan malo como pensó. Ya que aunque era inevitable no ponerse nervioso al estar en su compañía, ella era tan agradable y empática que todo se hacía ameno. De todas formas, todo se había dado de una manera tan casual por encontrar al pequeño Bleu que pensaba que ahora que lo había invitado a una limonada iba a ser todo distinto.
Así que los nervios volvieron desde que llegaron a la cocina pidieron las limonadas y se dirigieron a uno de los salones cómodos y elegantes que los alumnos iban para descansar, estudiar o compartir de vez en cuando, un lugar tan tranquilo y una atmosfera armoniosa, destacando lo espectacular que era el palacio con todo la elegancia que podía mostrar Francia. Nada que ver a lo que estaba acostumbrado, pero bueno, era un alumno de Beauxbatons y se adaptaba a eso.
Había quedado también con la sensación que la enfermera le creyó y aunque no tanto que no estaba evitando las clases, estuvo ahí para rescatar a la mascota de Lovise y traído rápido para ser curado. Bleu incluso se veía con un mejor semblante y ahora mismo, no se alejaba del lado de Lovise y de pronto, ni se dejo ver porque imagino que se había acurrucado en ella para dormir. Tenía que descansar.
Tragó saliva en ese incomodo silencio que se sintió. Se escuchaban leves murmullos de algunos alumnos de otros cursos que estaban en las mismas que ellos, aunque sí con la libertad de que no tenían clases pero ellos sí y se la estaban saltando, ya el día siguiente podrían recuperar esas horas si se les explicaba bien lo que había pasado. Sentía que esta vez, no iba a ser castigado. — Gracias por la invitación, admito que no estoy acostumbrado a menos que lo hagan algunos amigos y mis hermanos — Reconoció cuando al fin pudo sacar la voz, al menos no había tartamudeado.
Así que los nervios volvieron desde que llegaron a la cocina pidieron las limonadas y se dirigieron a uno de los salones cómodos y elegantes que los alumnos iban para descansar, estudiar o compartir de vez en cuando, un lugar tan tranquilo y una atmosfera armoniosa, destacando lo espectacular que era el palacio con todo la elegancia que podía mostrar Francia. Nada que ver a lo que estaba acostumbrado, pero bueno, era un alumno de Beauxbatons y se adaptaba a eso.
Había quedado también con la sensación que la enfermera le creyó y aunque no tanto que no estaba evitando las clases, estuvo ahí para rescatar a la mascota de Lovise y traído rápido para ser curado. Bleu incluso se veía con un mejor semblante y ahora mismo, no se alejaba del lado de Lovise y de pronto, ni se dejo ver porque imagino que se había acurrucado en ella para dormir. Tenía que descansar.
Tragó saliva en ese incomodo silencio que se sintió. Se escuchaban leves murmullos de algunos alumnos de otros cursos que estaban en las mismas que ellos, aunque sí con la libertad de que no tenían clases pero ellos sí y se la estaban saltando, ya el día siguiente podrían recuperar esas horas si se les explicaba bien lo que había pasado. Sentía que esta vez, no iba a ser castigado. — Gracias por la invitación, admito que no estoy acostumbrado a menos que lo hagan algunos amigos y mis hermanos — Reconoció cuando al fin pudo sacar la voz, al menos no había tartamudeado.
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2. Apprendre à vous connaître
Lovise | Sala | 6 curso |
Ya su pequeño Kneazle estaba con ella, y estaba seguro. Había pasado tremendo susto, un mal rato que no se lo deseaba absolutamente a nadie. Pues había sido un momento angustioso para la muchacha. No podía describir lo agradecida que se encontraba con Matthew. De verdad el chico había sido su héroe en aquel momento, el de ella y el de su mascota.
Podía notar que también el pequeño Bleu estaba agradecido por la forma en la que se veía tranquilo cuando el chico lo sostenía. Parecía que se sentía protegido por él, en especial en el momento en que la enfermera lo comenzó atender, pues no se había movido o quejado. Además de haber podido recuperar a Bleu, también había logrado algo más. No podía creer que un incidente como este terminara siendo lo que hizo que tuvieran su primera conversación. Tanto que antes lo había tratado y el rubio se le escabullía. Pero ahora todo estaba cambiando. Lovise dudaba que después de esto se escapara cuando ella se acercara para hablarle. Ya tenía la excusa para sacarle tema cuando quisiera hablarle, y ese era justamente Bleu.
De estar triste ahora estaba contenta, había ganado un amigo y no había perdido a su Kneazle. ¿Qué más podía pedir? Así que aunque no fuera una invitación a comprarle una limonada como tal, pues las limonadas las proveía la misma cocina del colegio, sí que era una invitación a compartir mientras tomaban la misma. Era la primera vez que se les veía juntos a esos dos. Lovise se puso cómoda en aquel salón acomodando con cuidado a Bleu sobre un cojín cercano a ella. La chica le dio el primer sorbo a la limonada mientras escuchaba los murmullos a su alrededor y al mismo tiempo el sonido de ellos bebiendo el refrescante líquido.
Por increíble que pareciera fue Matt quien rompió el silencio entre ellos. — Oh, no hay de qué. De verdad esto fue importante para mí. — aseguró la chica. — No tendría que ser diferente. Lo digo porque la verdad no veo porque no podría igual ser tu amiga. ¿O sí? — admitió la Prewett quien siempre había intentado acercarse a él. — Ya Bleu lo es, ese no dudará en correr hacia ti ahora cada vez que te vea. — añadió con una risita.
Podía notar que también el pequeño Bleu estaba agradecido por la forma en la que se veía tranquilo cuando el chico lo sostenía. Parecía que se sentía protegido por él, en especial en el momento en que la enfermera lo comenzó atender, pues no se había movido o quejado. Además de haber podido recuperar a Bleu, también había logrado algo más. No podía creer que un incidente como este terminara siendo lo que hizo que tuvieran su primera conversación. Tanto que antes lo había tratado y el rubio se le escabullía. Pero ahora todo estaba cambiando. Lovise dudaba que después de esto se escapara cuando ella se acercara para hablarle. Ya tenía la excusa para sacarle tema cuando quisiera hablarle, y ese era justamente Bleu.
De estar triste ahora estaba contenta, había ganado un amigo y no había perdido a su Kneazle. ¿Qué más podía pedir? Así que aunque no fuera una invitación a comprarle una limonada como tal, pues las limonadas las proveía la misma cocina del colegio, sí que era una invitación a compartir mientras tomaban la misma. Era la primera vez que se les veía juntos a esos dos. Lovise se puso cómoda en aquel salón acomodando con cuidado a Bleu sobre un cojín cercano a ella. La chica le dio el primer sorbo a la limonada mientras escuchaba los murmullos a su alrededor y al mismo tiempo el sonido de ellos bebiendo el refrescante líquido.
Por increíble que pareciera fue Matt quien rompió el silencio entre ellos. — Oh, no hay de qué. De verdad esto fue importante para mí. — aseguró la chica. — No tendría que ser diferente. Lo digo porque la verdad no veo porque no podría igual ser tu amiga. ¿O sí? — admitió la Prewett quien siempre había intentado acercarse a él. — Ya Bleu lo es, ese no dudará en correr hacia ti ahora cada vez que te vea. — añadió con una risita.
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