Oliver se sintió estúpido, porque era obvio que en cuanto terminaran de hablar de superficialidades y tecnicismos, llegarían a la parte incómoda de la conversación. Por supuesto, no iba a bastar con firmar un papel, con irse a vivir juntos, compartir la misma cama, Jess quería saber si tendrían que fingir ser pareja.

¿Cuándo había sido la última vez que besó a alguien? Oliver había tenido una vida amorosa paupérrima, después de graduarse de la escuela y ver partir de la ciudad al único chico con el que de verdad intentó llevar algo serio, después de la muerte de su hermano, lo único en que enfocó su vida fue en los estudios. Y ahora de pronto tendría que hacer vida de casado con alguien que, si bien conocía desde hacía mucho tiempo, era técnicamente un desconocido para él.

Lo peor era que él mismo se había puesto en esta situación, pero no pensaba retractarse. Oliver estaba convencido de lo que estaba haciendo, tan sólo le intimidaba pensar que sí, habría que fingir. No quería habladurías en el hospital y que el seguro empezara a sospechar. A fin de cuentas, aunque fuera por una buena causa, esto era un fraude.

—En tu casa, si tu hermana sabe todo, no creo que haga falta disimular demasiado —Oliver se sentía aliviado de pensar eso. Pues llevar vida de casados y pretender frente a Lily Owens sería demasiado para él. Pero si era en público, quizás bastaría con algunos gestos cariñosos. Sobre todo si era en el hospital, todos entenderían que fuera discreto en su lugar de trabajo—: Pero cuando nos encontremos en el hospital, para tus citas de seguimiento, quizás sí tengamos que… ser cariñosos. Igual si estamos frente a mi familia.

Esa parte iba a ser un poco más complicada. Tal vez sus padres se conformaran con poco, pero Isaac era demasiado suspicaz. Su hermano mayor era quizás la persona que más lo conocía. Tendría que ser muy afectuoso con Jess y procurarlo, como un esposo enamorado, si quería evitar preguntas. Pero él no tenía la más mínima idea de cómo se comportaba un esposo enamorado.

Oliver se mordió los labios con nerviosismo, sopesando la situación.

—¿Sería eso mucho problema para ti? —Oliver pensó que dejar la pregunta del lado de Jess sería lo más sencillo. Así no tendría que aceptar que era un completo novato en esto de las relaciones románticas. No quería que Jess pensara que era patético, ya lo sabía él, no hacía falta más.

Jess escuchó con atención la respuesta de Oliver. Tenía sentido lo que escuchaba, pero al mismo tiempo le inquietaba un poco. Aunque cuando dijo lo del hospital, le arrancó una sonrisa traviesa.

—¿Quieres que finja ser tu pareja frente a ese doctor odioso que te quiere meter en su cama atendiéndome? —preguntó con malicia—: Será un placer.

Sin embargo, todo lo demás le hacía sentir algo incómodo todavía.

—Aunque creo que me gustaría que definas qué implica ser cariñoso —añadió.—: No quiero hacer algo que te ponga incómodo.

Sinceramente no tenía idea de cómo fingir ser cariñoso con una pareja. Era algo que iba mucho más allá de su experiencia. Además, quería que fuera cariñoso frente a su familia. ¿Eso no era raro?

—Digo, no sé qué tanto quieres que hagamos frente a tu familia —añadió.

Una parte de él le decía que este era el momento de decidir qué tanto estaba dispuesto a hacer por sus medicinas y un eventual tratamiento. Pero casi que podía escuchar la voz de Lily diciéndole que tampoco era tan malo lo que le estaba pidiendo a hacer. No era demasiado pedir ser cariñoso con Oliver...

¿Cierto?

Casarse con un médico, tener un buen hombre de esposo, tener su tratamiento médico, contar con una oportunidad real... Era casi demasiado bueno. ¿Qué había hecho para merecerse eso?

Tan solo esperaba que Oliver no dijera nada que lo asustara cuando definiera lo de "ser cariñosos".

Oliver soltó un respingo cuando comprendió que Jess se estaba refiriendo a Paul. ¡Fingir frente a Paul! Hasta ahora, no lo había pensado con tanto detenimiento, pero sí era cierto que tendrían que fingir. Oliver tenía pocos amigos, pero entre Paul y Wang, era el último quien consideraba más cercano a él. Si tenía que escoger a quién confesarle la verdad, escogería a Wang.

Así que tendrían que fingir. Frente a Paul. Aquella idea sí que lo ponía nervioso, sobre todo porque podía imaginarse su mirada inquisitiva.

—¡Paul y yo sólo somos amigos! —se apresuró a decir, quizás con tanta desesperación que sólo conseguiría que Jess no le creyera una palabra—: Pero no le pienso decir sobre nuestro acuerdo, creo así es mejor. Así que sí, supongo que tenemos que fingir frente a él.

El problema era que Oliver no estaba seguro cómo iba a definir eso de fingir. Era obvio que tendrían que besarse, también abrazarse o tomarse de la mano, ese tipo de cosas cariñosas. Oliver era torpe con ese tipo de cosas, no sabía cómo sería Jess.

Carraspeó antes de continuar, mientras hizo un esfuerzo por mantenerle la mirada.

—Supongo que todo lo que involucre besos o abrazos estará bien. Yo no soy… quiero decir, no soy el tipo de persona extrovertida que va por ahí dándose besos o abrazos con nadie. Con algún gesto discreto… estará bien —Oliver creía en todo lo que estaba diciendo, pero tenía el presentimiento de que la situación se le saldría de las manos en cualquier momento.

Quizás sí tendría que hablar con Wang con urgencia.

No quería imaginarse la expresión de su amigo cuando le contara todo, pero prefería esa vergüenza a quedarse con esta sensación incómoda en todo el cuerpo. Necesitaba que alguien le dijera que no estaba completamente loco, que podía mantener el control sobre lo que estaba haciendo.

Paul. Claro que no tenía una relación con Paul, pero no era por falta de ganas del cardiólogo. Oliver podría no ser una persona extrovertida para mostrar sus emociones, pero eso no quería decir que no pudiera nota la forma en que aquel hombre lo veía.

Sí iba a disfrutar lo de fingir frente a él. Aunque tal vez debía verlo con menos animadversión, considerando que, según este trato, contaría con él para recuperarse.

Además, por ahroa tenía otras cosas en las cuales concentrarse.

Las palabras de Oliver sonaban muy bien. No parecía nada descabellado lo que pedía. No había creído que fuera un pervertido que quisiera sacar de él favores sexuales, pero con esas cosas nunca se sabía. Le aliviaba mucho darse cuenta de que estaba en lo cierto.

—Entonces contacto físico solo el necesario para fingir frente a toras personas sin pasar de besos y abrazos —resumió—: No puedes cambiar los términos después.

Miró a Oliver a los ojos y sonrió ligeramente, como si fuera una broma entre ellos dos.

—Luego está el tema del divorcio —añadió.—: Este matrimonio no está pensando para toda la vida, al menos no la tuya que se prevee que sea más larga. ¿Querrás algún tipo de contrato previo? Te juro que no quiero aprovecharme de ti más allá de conseguir mi tratamiento.

Eso se le había ocurrido al hablar con Lily de poner condiciones. Había pensado si Oliver not endría condiciones por su parte, y qeu en realidad debería tenerlas para protegerse a él mismo.

Oliver soltó un respingo cuando Jess le dijo que no podía cambiar los términos después. Jess fue tan enfático en esa última frase que no pudo refutarle en absoluto y tan sólo alcanzó a asentir con la cabeza, mientras se humedecía los labios. Quiso decirle a Jess que era un hombre de palabra y que no iba a retractarse, pero, por alguna razón, el tono tan enfático de Jess lo dejó en silencio.

Por supuesto que no iba a retractarse, esto no era una de esas películas con un guión absurdo cuya trama cambiaba en las últimas dos escenas. Oliver iba a mantener cada palabra que había dicho. Nada más allá de un par de besos y caricias en público, para mantener las apariencias. No pensaba pedirle a Jess nada más que eso, ya sería lo bastante suficiente con ocupar parte de su espacio y dormir juntos en la misma cama.

—No cambiaré los términos, te lo prometo —dijo con voz queda, mientras seguía escuchando lo que Jess tenía que decir. Por suerte, lo que dijo a continuación le pareció menos grave y mucho más gracioso. Claro que la parte del divorcio era importante, no se suponía que Jess estuviera casado con él eternamente, en especial si el tratamiento funcionaba y podía enfocarse en vivir su vida a plenitud.

Pero era bastante hilarante pensar que, al momento del divorcio, Oliver tendría bienes que dividir con Jess. Eso de los acuerdos prenupciales sólo funcionaban si tenías propiedades o demasiado dinero en el banco. No aplicaban a alguien como él y seguro que tampoco como Jess. Él no lo veía como un gran problema.

—Puedo buscar cómo asesorarnos legalmente llegado el momento, pero creo que los acuerdos prenupciales sólo funcionan en otro lado de la ciudad. Lo único que tengo para ofrecerte en el matrimonio es mi seguro, lo siento mucho —dijo, con mucho mejor humor que hacía unos minutos atrás. Oliver se encogió de hombros antes de continuar—: ¡Ah! Bueno, también puedo ofrecerte una enorme deuda estudiantil, pero no creo que eso te interese. Lamento la carencia de propiedades y demás bienes, es todo lo que hay.

Oliver terminó la frase con una sonrisa y le regaló un guiño a Jess, mientras se pregunta si eso lo dejaría satisfecho. Si eso significaba que, de verdad, habían llegado a un acuerdo.

Jess suspiró. Suponía que para un matrimonio normal era mala suerte empezar hablando del divorcio, pero lo de ellos no estaba destinado a durar. Era un trato provisional por el seguro.

Eso era lo que faltaba tratar.

—Como quieras —aceptó, suponiendo que tenía razón y no había mucho más que tratar al respecto—: Pero hay algo que quiero que consideres también. El tema del seguro... siempre necesitaré el seguro. Aunque mejore, me operen y mi corazón esté en un mejor lugar... nunca seré una persona totalmente sana, ¿lo sabes, verdad? Y quiero que me prometas que te vas a divorciar de mí aunque siga necesitando el seguro, cuando todo lo de este tratamiento termine. No quiero que te quedes atado para siempre a mí por algún absurdo sentido de responsabilidad.

Lo miró a los ojos porque quería que entendiera que le hablaba muy en serio. Podía prever un futuro donde Oliver diría "no, todavía no nos divorciamos, necesitas este medicamento", y eso sería un nunca acabar.

No podía condenarlo de esa forma solo porque quería ayudarlo ahora.

—¿Qué dices? —preguntó inquieto.—: ¿Tenemos un trato?

Cuando escuchó todo aquel discurso de Jess sobre que siempre iba a necesitar del seguro y que nunca podría llevar una vida completamente sana, tuvo que morderse la lengua y recordar que no estaba en el hospital, a punto de aleccionar a alguien. A Oliver no le gustaba usar esas palabras tan extremas cuando un tratamiento no había ni siquiera empezado. Si Jess seguía las indicaciones de Paul, mejoraría, eso era lo único que podía asegurarse, pero nadie podía saber con exactitud qué tantos avances tendría el tratamiento. Cada cuerpo era diferente, eso era impredecible y nadie podría saber el alcance de tratamiento, así que Oliver se sentía frustrado de que Jess hablara con tanta seguridad sobre un montón de suposiciones.

Sin embargo, Oliver hizo un esfuerzo por no replicar a la primera. No era el momento de ponerse a discutir con Jess sobre los alcances que podría tener con su tratamiento, ni tampoco en qué posibilidades podría tener después de la operación. Después de todo, tenía que recordarse, Paul era el médico de Jess y quien debía decirle todas esas cosas. Él iba a ser su esposo, así que su papel era otro.

El estómago se le encogió, como si estuviera muerto de hambre, cuando volvió a pensar en ello.

Oliver suspiró hondo y cerró los ojos, antes de asentir a lo que Jess estaba diciendo. Por supuesto que, en el fondo, Jess tenía razón, la idea era que este acuerdo no fuera permanente. Tan sólo le gustaría que Jess dejar de ser tan extremista, pero Oliver trató de ponerse en su lugar y supuso que para Jess era difícil ver la luz al final del túnel. Esperaba que, con el paso de los meses, al ver que el tratamiento sí avanzaba, empezara a ver todo con más optimismo.

Oliver se prometió a sí mismo que ese sería su objetivo a partir de ahora.

—Está bien, Jess… —dijo, lo más tranquilo posible, a pesar de que el estómago todavía estaba temblando como una hoja al viento—. Tenemos un trato.

Jess intentó escrutar la expresión de Oliver. ¿Estaba aliviado? ¿Nervioso? ¿Asustado?

Era increíble pensar que iba a casarse con alguien a quien no podía leerle las expresiones silenciosas.

Tardó un momento en pensar la respuesta, y Jess sintió un poco de nerviosismo. ¿Y si ahora Oliver se echaba atrás? Era lo que él le había sugerido una y otra vez, pero empezaba a hacerse la idea de que esto iba a suceder.

No sabría cómo tomarse si ahora se echaba para atrás, pero tenía que aceptarlo.

Sin embargo, cuando Oliver finalmente dijo que tenían un trato, suspiró. De acuerdo. Estaba hecho.

—En ese caso, parece que tenemos una boda que planear —replicó—: Yo solo tengo a mi hermana, tenemos que ver cómo manejarlo con tu familia... y cuándo lo hacemos.

Parecía definitivo. En poco tiempo iba a ser un hombre casado. A ver cómo se hacía la idea de eso.

Estiró una mano hacia Oliver. No creía un apretón de manos fuera la forma apropiada de sellar un acuerdo de matrimonio. Pero, ¿acaso un beso era lo apropiado entre ellos? No lo creía.

No en ese momento. Ya tendría que haber besos después, por lo que habían hablado.

—¿Quieres ir a celebrarlo? —preguntó con una media sonrisa. —Podemos ir a tener una comida de compromiso.

Era lo mejor que podía ofrecerle.

Desde que habían salido del juzgado, Oliver no había dejado de jugar con el anillo que ahora reposaba en su dedo. Estaba dándole vueltas, una y otra vez, mientras su ansiedad iba aumentando minuto a minuto. Al final, sus padres se habían sorprendido pero parecían estar contentos luego de conocer a Jess. Lily también se había portado muy bien con el mismo Oliver, pero todavía no había tenido tiempo para estar a solas con su hermano. Temía que, en cuanto Isaac y él tuvieran una conversación, éste se daría cuenta de que Oliver estaba guardando un secreto. Pero Lisa, su cuñada, había distraído a todos contando anéctodas sobre su primer trimestre de embarazo y así la atención se desvió un poco de los novios.

De los recién casados. Porque ahora Oliver era un hombre casado. Todavía le costaba pensar en sí mismo como un hombre casado, pero ya era una realidad. También era la primera noche que pasaría en casa de Jess. Al parecer, Jess seguía viviendo en el mismo lugar, así que la casa de sus padres quedaba a unas cuantas calles de allí, eran tan sólo dos paradas de autobús o una larga caminata si hacía buen clima. Ese detalle a sus padres les había encantado, aunque su madre sí que estaba preocupada porque ahora Oliver tendría que volver a madrugar.

A Oliver tampoco le agradaba ese detalle en especial, pero se preocuparía por eso pasado mañana. Al menos en el hospital le habían dado un día libre, aunque causó revuelo en el departamento administrativo cuando entregó la solicitud de vacaciones y la secretaria leyó la razón. Todavía tenía varios mensajes de Paul que no había respondido, al igual que mensajes de otros de sus colegas. Pero Oliver se había dicho que afrontaría eso pasado mañana.

Como él y Jess iban a compartir espacio, Oliver tuvo que dejar sus libros de medicina en varias cajas en casa de sus padres. También dejó otras cosas que no tenían tanta importancia o que no usaba a diario allí. Aunque vio la expresión de Jess al verlo dejar las cajas donde sus padres, porque no había más espacio, Oliver le dijo que así se obligaría a regalar cosas que llevaban demasiado tiempo acumulando polvo.

Cuando llegaron a casa de Jess, se dijo a sí mismo que se parecía bastante a cómo la recordaba. En el autobús, Jess se bajaba primero, así que de estudiante, Oliver tuvo bastante tiempo para ver la casa desde la ventana. La fachada se parecía bastante a la de sus padres, pero esta zona del vecindario tenía mucho más tiempo construido, se le notaba en las paredes.

Según Jess le había dicho, Lily iba a pasar esa noche en casa de una de sus amigas. Había escuchado a su cuñada decir "luna de miel" por lo menos tres veces, pero al menos no lo hizo frente a él, porque Oliver se hubiera sentido peor.

—¿Jess? —Oliver abrió despacio la puerta de la habitación, que ahora también era su habitación, y encontró a Jess colocando sábanas nuevas en la cama. Oliver le sonrió a medias, mientras dejaba la mochila a sus pies—. No tengo que acomodar todas las cosas hoy mismo. Sólo traje poco, así que puedo hacerlo mañana.

Oliver no sabía para qué había dicho eso, porque prolongar lo inevitable era estúpido. Esta era su casa ahora. A partir de hoy, vivía con Jess.

Jess era un hombre casado ahora. No podía dejar de jugar con el anillo que llevaba en su dedo, y se preguntaba quién sería el primero en hacerle preguntas sobre este. Había pensado que podría no usarlo, pero Oliver sí que había hablado de anilos y Jess había pensado que si esto iba a ser formal tenía que comprometerse con todo.

La familia de Oliver era muy agradable, y se había sentido muy acogido por todos. Ninguno parecía pensar que este era un matrimonio desventajoso para Oliver. Al contrario, parecían hasta felices por él. Lily, por su parte, había estado increíble. Su hermana estaba dispuesta a hacer que todos se vieran como una familia.

Además, aunque Oliver les había explicado sobre su enfermedad, ninguno parecía estar esperando que cayera con un ataque de un momento a otro, que era algo que había temido que sucediera. Nadie lo trataba como un enfermo.

Sin embargo, el tiempo de estar con toda la familia había terminado, em especial cuando Lily anunció que los dejaría solos esa noche porque iba a dormir donde una amiga. Por un momento tuvo ganas de seguirla a su cuarto y preguntarle por qué quería dejarlo a solas con Oliver. No era como que aquella fuera a ser una noche de bodas tradicional.

Pero tampoco quería actuar como si le tuviera miedo a su nuevo marido.

Se habían besado en el juzgado, y no había sido tan terrible, aunque sí era incómodo besar a alguien por primera vez frente a varias personas viéndolos. Pero después todo había sido muy normal.

Incluso ahora, Oliver estaba ordenando sus cosas, acomodándose a la casa. Eso le parecía algo lógico de hacer su primer día ahí, más que ya habían hablado previamente del espacio que ocuparía.

Así que le sorprendió cuando Oliver le dijo que podía dejarlo para el otro día.

—¿En serio? —preguntó sin terminar de entender—. Te puedo ayudar a terminar de acomodar las cosas, no es como que tengamos un plan especial para nuestra noche de bodas.

Se sentía un poco culpable al respecto ahora que lo pensaba. Siempre supo que iban a pasar su primera noche de casados en casa y debió haber pensado en algo, una cena o algo así. Oliver estaba sacrificando muchas cosas por él y él ni siquiera podía pensar en algo para hacer esa noche.

Las parejas recién casadas por lo general tenían sexo su primera noche pero no era su caso.

Oliver fue de pronto consciente que estaban los dos solos en una habitación y que iban a dormir allí juntos. Jess le había dicho esta mañana, cuando lo acompañó a dejar las cajas en casa de sus padres, que él había ocupado la habitación que fue de su abuela después de que ella falleciera. A Oliver le había resultado curioso saber que ambos también compartieron por mucho tiempo habitación con sus respectivos hermanos.

De hecho, Oliver se había mudado de casa de sus padres porque iba a dejarle su espacio al bebé que Isaac y Lisa estaban esperando. Al menos, le gustaba la idea de estar más cerca de su familia en caso de que Lisa necesitara algo.

Jess le había dejado caer en más de una ocasión que estaba regresando a la peor zona de la ciudad y Oliver empezaba a creer que haberlo citado en su antiguo apartamento no había sido buena idea. A Oliver no le molestaba demasiado, excepto por el tiempo que tendría que pasar en autobús. Lo único es que no estaba seguro si sus padres se tomarían demasiadas libertades sabiendo que vivían tan cerca. Podía imaginarse invitándolos a almorzar juntos un domingo, incluyendo a Lily también.

Quizás eran demasiados cambios y él no estaba listo para que todos ellos sucedieran al mismo tiempo. Tal vez por eso estaba retrasando sacar sus cosas de la mochila.

—En serio… —dijo con la mejor sonrisa que encontró en medio de todo el nerviosismo que sentía—. Me gustaría hablar contigo primero, después si quieres podemos cenar. ¿Te parece bien? No pasa nada si la mochila se queda ahí hasta mañana. No sé si te comenté que me dejaron un día libre en el hospital.

Oliver diría que se alegraba, pero eso normalmente significaba que iban a doblarle el turno los próximos días, porque ya conocía cómo se manejaban en el hospital. En teoría todos tenían vacaciones, pero el personal tenía que estirar demasiado las horas trabajadas y parecía que tenían que exprimirlos luego de tomarse un par de días libres.

—Creo que sólo basta sacar mis cosas de higiene y las dejo en el baño —Oliver recordaba que Lily le había dicho que tenían que compartir baño con ella, pero que era la más limpia de toda la casa, dando a entender que Jess era un desastre en cuanto al orden y limpieza. La expresión de Jess durante esa conversación fue todo un poema—. ¿Te importa si hablamos un momento?

Jess se sintió un poco intimidado, y la idea de que debió planear algo para la cena de esa noche se hizo más fuerte en él. ¿De qué quería hablar Oliver? Creía que lo habían discutido todo antes de llegar a la boda.

—¿De qué tenemos que hablar? —preguntó con duda—. Lo dices muy solemne, me estás asustando.

Le dedicó una sonrisa, intentando quitarle hierro al asunto. Que no pensara que estaba asustado de verdad.

—Ahora quizá deberíamos hablar sobre qué vamos a cenar —añadió—. Porque la verdad no planeamos nada especial y no se me ocurrió pensarlo antes, no sé siquiera qué hay en la casa como para prepararnos.

Cocinar en su noche de bodas en lugar de tener sexo. Parecía justo en un matrimonio poco convencional como el suyo. Solo esperaba que los del seguro no investigaran tan a detalle la validez de su boda. Tenían un certificado legal de matrimonio y vivían juntos. Eso debía ser diferente.

También pensó que no podía ser que Oliver solo tuviera por guardar cosas de aseo personal. ¿Realmente le habían dejado tan poco espacio en la casa? Tenía que hablar con Lily. Guardaban muchas cosas de la abuela por sentimentalismo, pero no las usaban realmente. Quizá podían empacar algunas cosas. Dejar unos estantes para Oliver y sus libros. ¿Por qué tenía que sacrificar tener sus cosas a mano por ayudarlo a él?

Tenía que hablar seriamente con Lily, pero ahora parecía que iba a hablar seriamente con su marido.

Oliver no se dio cuenta de lo formal que había sonado su petición cuando Jess le dijo con una sonrisa nerviosa que lo estaba asustando. Negó con la cabeza, mientras se acercó hacia él. No pretendía asustarlo, ni sonar demasiado dramático. Quizás Oliver se había dejado llevar por el nerviosismo que él mismo llevaba encima. Se quedó mirando la cama por un instante, dándose cuenta que las sábanas estaban limpias y que las almohadas estaban implecables.

Sabía que Jess estaba haciendo lo mejor que podía para hacerle la estancia agradable en su casa, así que Oliver tendría que sacudirse aquel nerviosismo lo más pronto posible.

—Podemos cocinar algo juntos, si tú quieres. Estoy acostumbrado a cocinar para toda la semana, era la única manera de hacerlo con tan poco tiempo durante los turnos del hospital —comentó de pronto, soltándole algún dato cotidiano para seguir la conversación de manera natural. O, al menos, esa era su intención—. Puedo ayudarte con eso, pero no sé cómo Lily y tú se las arreglaban antes de que yo llegara. No quiero… quiero decir, no me gustaría que piensen que soy un entrometido.

Oliver no sabía ni para qué había dicho eso, pues se arrepintió nada más hablar. Suspiró hondo, tratando de centrarse en lo que quería decir de verdad. Alzó la vista en dirección a Jess y de pronto no pudo evitar recordarse cómo éste le había tomado la mano para acercarse a su rostro y darle el beso en el juzgado.

El beso fue corto, muy suave, sin ninguna segunda intención. Oliver casi había olvidado lo que se sentía besar a alguien.

—Jess, quiero que me prometas que si hago algo que no te parece bien o que me meto en algo que tiene que ver contigo y Lily, me lo vas a decir. Es que… estuve pensando en eso cuando dejaba mis cosas con mis padres. Ellos llevan muchos años juntos, ¿sabes? Los he visto discutir muchas veces, pero siempre se decían la verdad. Ya sé que este no es precisamente un matrimonio normal, pero me gustaría que nos dijéramos siempre la verdad —Oliver se sintió un poco más relajado luego de haber dicho eso.

Era como si de pronto fuera un poco más liviano.

Cocinar algo juntos. Claro. Con lo que hubiera en la alacena y la refrigeradora. No sabía si Lily había ido de compras.

—Pues ahora podemos ver qué hay para cocinar —comentó, encogiéndose de hombros—. Si no podemos pedir algo, o ir a la tienda por algo.

No tenía claro todavía cómo iban a manejar los gastos, pero podría comprar algo para esa noche, estaba seguro. Se sentó en la cama y le hizo señas a Oliver de sentarse a su lado.

Escuchó sus palabras con atención. Le parecía muy atento de su parte preocuparse por la dinámica de Lily y él en la casa, pero no quería que se sintiera como un extraño entre ellos.

—Oliver, no eres ningún entrometido, ahora vives aquí, así que la dinámica de la casa va a cambiar, y eso está bien —replicó—. No eres un nuevo inquilino con quien vamos a compartir la casa: eres mi marido. Y yo también quiero que este año funcione lo mejor posible para los dos.

Lo miró a los ojos, algo inquieto por la sinceridad de sus propias palabras.

La verdad, no le extrañaría que su hermana quisiera buscar otro lugar para vivir pronto, pero dudaba que el salario de Ben le alcanzara para ello. Y no tanto por tener que convivir con ellos como porque siempre había buscado independencia.

—Lily y yo nos acomodaremos, y tú a nosotros. Ya lo verás. Además, es ella la que tiene qeu acomodarse a nosotros, ¿no? Nosotros somos los casados —le aseguró. No era muy normal eso de empezar la convivencia de un matrimonio con una hermana viviendo con ellos. Pero nada era normal de su relación.—. En cuanto tú y yo, sí, nos diremos la verdad. No veo por qué razón tendría que mentirte.

Quizá Oliver sí preveía cosas que él no estaba viendo todavía. Pensó en preguntarle, pero no quería hacerle las cosas muy incómodas.

Cuando Jess lo invitó a sentarse a su lado en el borde de la cama, Oliver supo que no podía salir huyendo. Se obligó a sí mismo a hacerle caso, porque no les quedaba más remedio que acostumbrarse a la cercanía del otro. Ahora iban a verse todos los días, compartirían espacio y este tipo de cosas sucederían a diario. No podía rehuirle a la cercanía de Jess.

Así que tomó asiento a su lado, mientras lo escuchaba con detenimiento. Cuando mencionó la tienda pronunció la sonrisa, porque sabía bien a qué tienda se refería. Sus papás conocían a los dependientes de toda la vida, abría todos los días y por alguna razón siempre se las apañaban para tener absolutamente cualquier cosa que uno estuviera buscando.

—Recuerdo que cuando estaba en la escuela era quien estaba designado para esas compras de último minuto. La verdad es que me da algo de nostalgia volver a vivir por la zona, sé que parece una locura, pero tengo buenos recuerdos —Oliver siempre había estado agradecido por la vida que había tenido, incluso con todas las limitaciones que habían tenido como familia. Empezó a ver las cosas de otra manera luego de la muerte de Max, pero con el tiempo comprendió que esas fueran decisiones únicamente de su hermano.

De cierta forma, le conmovía ver el tipo de relación que tenía Jess con Lily. Él decía que no iba a ser un entrometido, pero las relaciones familiares eran complejas y no siempre era sencillo que llegara una persona nueva a cambiar la rutina de siempre. Al menos, Lily le había caído muy bien, parecía una chica abierta y sincera, creía que se llevarían bien. Además, si Jess iba a tener que convivir con la intensidad de sus padres, lo mínimo que Oliver podía hacer era agradarle a Lily.

—Lily es una buena chica, se nota que te quiere mucho. Creo que te diste cuenta que yo también tengo una buena relación con mi hermano, Isaac siempre está dispuesto a aconsejarme, incluso a ver cosas que yo no alcanzo a ver por mí mismo. Supongo que es eso que tienen los hermanos mayores, seguro te debe pasar igual con Lily… —Oliver se sintió aliviado al escuchar a Jess decir que siempre le diría la verdad—. Y Jess, sé que no lo hemos dicho abiertamente, porque quiero que sepas que te acompañaré a todas tus citas, no importa si tengo que arreglar mis horarios en el hospital. Parte de decirnos la verdad es que sepamos afrontar tu tratamiento sin malos entendidos.

Oliver todavía tenía que acomodar todo lo del seguro, pero el papeleo no le preocupaba tanto como esa primera cita de seguimiento con Paul. Iba a ser una pesadilla. Pero pensaba cumplir con lo que había dicho: acompañaría a Jess a todas sus citas de cardiología.

Debía admitir que, a pesar de que Jess era muy consciente de todos los defectos de la zona donde vivían, le agradaba mucho que Oliver parecía tenerle cariño al barrio. No era de esos pesados que se largaban y odiaban o renegaban de su lugar de origen. Jess quisiera sacar a su hermana de esa zona, pero también le tenía cariño.

Habían crecido ahí.

Tal vez no sería tan terrible ir con Oliver a la tienda en su primera noche de casados.

—La familia es lo más importante —le contestó—. Me alegra ver que te llevas bien con tu hermano y que cuide de ti. Aunque Lily nunca me ha dejado cuidar mucho de ella, cree que más bien es ella quien debe cuidarme.

Eso lo llevaba a las últimas palabras de Oliver. Suspiró, mientras pensaba en todas las citas que tenían por delante. Había supuesto que Oliver querría ser parte de todo el tratamiento. Después de todo, era su inversión a largo plazo en su salud. Pero tal vez eso sí era algo que debían hablar.

—Dado que sacas el tema de mis citas y tenías tantas ganas de que habláramos, hay algo que quiero decirte —añadió—. Agradezco mucho todo lo que estás haciendo por mí, y valoro muchísimo que vayas a acompañarme a mis citas porque vas a entender más que yo lo que digan los doctores... Pero necesito que por favor no hablemos de mi enfermedad todo el tiempo. Solo... saquemos el tema solo cuando sea necesario, ¿de acuerdo? Es la única forma que he encontrado de vivir con esto, no estarlo sacando a colación todo el tiempo.

Con la propia Lily hacía más chistes o bromas sobre el tema de su corazón que otra cosa. Si alguien sacaba el tema de su enfermedad era ella, pero no lo hacía con frecuencia, entendía cómo se sentía al respecto.

—¿Lo entiendes? —preguntó, inseguro de si le habría caído mal su comentario.

Después de todo era por su enfermedad que se habían casado.

Para Oliver era maravilloso escuchar que Jess también valoraba mucho a la familia. Suponía que tenían eso en común, algo que era importante si iban a convivir durante tanto tiempo. Por suerte, Lily le había caído muy bien y Oliver no dudaba en absoluto que conseguirían acoplarse todos. Además, sí era cierto que Oliver a veces tenía horarios muy irregulares, en más de una ocasión tenía que doblar los turnos y prefería quedarse a dormir en el hospital. Pero todavía no sabía cómo serían sus horarios durante el próximo mes en la sala de emergencias, así que no creía que fuera necesario hablar de ello en este momento.

Sin embargo, cualquier comentario que pudiera hacer sobre Lily quedó en segundo plano, porque la petición de Jess lo pilló desprevenido. El primer instinto de Oliver fue decirle que por supuesto que aceptaba sus términos, sin embargo, algo en el tono de voz de Jess lo tomó por sorpresa. Había algo muy doloroso en sus palabras y, sobre todo, en la forma en que lo estaba mirando. Oliver sintió un nudo en la garganta al pensar cómo lo habría pasado Jess siendo un niño y teniendo que encajar semejante diagnóstico.

Oliver no tuvo un contacto directo con la muerte hasta el asesinato de su hermano, pero para entonces él ya estaba entrado en la adolescencia. El corazón de Jess lo había traicionado desde pequeño, recordándole que la vida podía ser muy corta si se lo proponía. Oliver no quería ser la causa de ver a Jess con aquella expresión triste, que se parecía tanto a la expresión que puso en esa ocasión, en el consultorio de Paul.

Él no quería volver a verlo así de triste nunca.

—Jess… —Oliver ni siquiera se dio cuenta cuando extendió las manos hasta tomar las de Jess. Lo sintió estremecerse al contacto, pero Jess permaneció inmóvil y Oliver lo tomó como una señal para continuar—: Por supuesto que lo entiendo. Eres más que una enfermedad, Jess. Así que no quiero que justo por mí pienses lo contrario. No te preocupes, prometo no hablar de ello excepto los momentos en que tengamos cita de seguimiento. ¿Te parece un buen trato?

Por supuesto, también tenía que alzar la voz en caso de que Jess resultara un pésimo paciente y no quisiera seguir el tratamiento. Pero Oliver estaba convencido de que eso no sería necesario advertirlo. Jess quería seguir el tratamiento, pues deseaba someterse a la operación, si no fuera así, no se habría casado con él.

Así que no tenía sentido siquiera hablar sobre ese punto.

—Me gustaría que pudiéramos ser amigos —dijo de pronto, retirando sus manos de las de Jess y posándolas sobre sus rodillas, para dejarlas quietas otra vez—. Sé que en la escuela eso nunca fue posible, pero al menos ahora no vas a destruir mi proyecto de ciencias al último momento.

Oliver no sabía por qué trajo ese tema a colación. O si acaso Jess lo recordaría, porque en ese momento estaban en primaria. Quizás porque fue la primera ocasión en que recordó el nombre y rostro de Jess y decidió que era el peor compañero de salón que tenía.

Que Oliver lo tomara de las manos lo tomó por sorpresa, pero no tanto su expresión compungida. Jess odiaba causar esa expresión en las personas, no quería que le tuvieran lástima.

Sus palabras le hicieron sentir muy bien, pero al mismo tiempo le hicieron gracia. No pudo evitar una risita y miró a Oliver con burla.

—No me creo que no vayas a decir nada entre citas —contestó con una risita—. Eres un médico, Oliver, no podrás evitarlo cada vez que veas que hago algo que no te parezca.

Intentó quitarle importancia al asunto, y dio una palmadita a la mano a Oliver, sobre su rodilla.

—No te preocupes, sé que no puedes evitarlo —añadió—. Pero no quiero que sea un tema constante, es muy desagradable cuando eso pasa.

Lo tomó por sorpresa el tema de ser amigos, pero en especial agradeció que Oliver también tomara un poco en broma el tema, recordando el fallido proyecto de ciencias.

—No deberías ser tan rencoroso —le advirtió, aunque rió un poco más recordando el accidentado proyecto de ciencias. —Éramos niños y no fue a propósito.

De verdad que solo había querido ayudar, pero al final había salido mal. Como muchas cosas en su vida. Este matrimonio no debería ser otra de ellas.

Pero tal vez sí podrían ser amigos, ¿por qué no? Tal vez Oliver conociéndolo más de cerca no lo juzgaría tanto ya por su pasado ni por su trabajo actual. Y tal vez él podría entender mejor a Oliver y encontraría formas de apoyarlo también. Que ambos ganaran en esa relación.

Oliver soltó un respingo cuando Jess intentó echarle en cara que, por supuesto, no podría mantener su promesa porque era un médico. En honor a la verdad, Oliver era muy consciente que nunca dejaba de ser un médico, incluso cuando no estaba trabajando y que en más de una ocasión le había jalado las orejas a su padre cuando no quería seguir indicaciones o creía que él mismo podía ir a la farmacia y automedicarse.  

Así que Jess no iba tan desencaminado, pero eso tan sólo iba a pasar si éste quería pasarse de listo y no seguir las indicaciones que le daría Paul. Lo peor de todo, era que Oliver podía imaginarse perfectamente en medio de la situación: con Paul dando instrucciones tiránicas y Jess tratando de salirse con la suya, como si fuera un niño que no quería seguir las instrucciones del profesor simplemente porque cree que éste se la tenía jurada.

De seguro iba a ser una completa pesadilla.

—¡Eso sólo pasará si eres un pésimo paciente, Jess Owens! —exclamó, sin saber si tenía que mostrarte enfadado o divertido, al final su expresión se relajó al ver la sonrisa divertida en el rostro de Jess—. ¡Hablo en serio! Es cierto que puedo ser un pesado si me lo propongo, y si el paciente es de mi familia, si no quiere obedecerme la vamos a pasar muy mal. Así que, si tú te portas bien y eres un paciente estrella, podré cumplir mi promesa.

Oliver negó con la cabeza, mientras Jess seguía diciéndole que lo del proyecto de ciencias había sido un accidente. Que de verdad quería ayudar. Oliver tan sólo recordaba la cara afectada de Jess y la expresión estupefacta de la profesora, quien tampoco se había esperado semejante desenlace.

—Recuerdo que llegué a casa llorando, había insistido en hacerlo solo, Isaac tan sólo me abrazó muy apenado por lo sucedido pero Max se rio de mí por el resto de la semana, dijo que era un llorón —Oliver sonrió avergonzado, en especial porque, a partir de ese momento, Max siempre sacaba el incidente a colación cuando Oliver se ponía más sentimental de la cuenta. “No seas tan llorón, hermanito” solía decirle de vez en cuando. Oliver suspiró hondo al recordar a su hermano y volvió a mirar a Jess con una media sonrisa—: Pero está bien, sin rencores. Sí era cierto cuando te dije que me parecía que eras brillante cuando decidías poner atención en la escuela. Quizás ahora sí podamos ser amigos.

El problema era que Jess casi nunca prestaba atención. Ahora que conocía la verdad, Oliver podía comprender mejor su comportamiento. Aunque era consciente de que era una estupidez lo que acababa de decir. Aspiraba ser amigo de su esposo. ¡Ese tipo de cosas pasaban antes de casarse!

Jess suspiró al escuchar a Oliver, mientras se temía que la convivencia se le iba a hacer muy larga si su esposo lo regañaba cada vez que hacía algo que se salía de la línea recomendada por el médico. Jess no había sido nunca un paciente estrella.

Pero mejor no decirle eso desde ahora. No quería discutir.

Sonrió al escuchar a Oliver hablando sobre sus hermanos. Era una sonrisa algo triste, la pérdida del hermano de Oliver era notablemente un tema sensible. Por otro lado, se preguntó si Oliver realmente lloraba fácil. Suponía que se daría cuenta, si había algún motivo.

Luego se sonrojó cuando lo escuchó decir que era "brillante".

—No tengo idea de qué podría haber hecho para que me consideraras brillante —respondió con franqueza—. Era bastante vago y poco responsable, tenías razón de verme con suspicacia. Pero eso de verdad fue un error.

Miró a Oliver e inclinó ligeramente la cabeza, intentando leer su rostro.

—Claro que podremos ser amigos —le aseguró—. No veo por qué no.

Por un momento le pareció ridículo que este fuera su esposo y sentirse tan limitado en cuanto a la posibilidad de acariciarle la cara o tomarle de la mano. Aunque Oliver sí que lo había tomado de la mano ahora. Tal vez irían progresando.

No eran un matrimonio tradicional pero... eran un matrimonio.

—¿Eso era lo que querías hablar? —preguntó—. ¿Tienes otra inquietud o quieres ir a la tienda?

Oliver se quedó en silencio un instante porque sí que sabía cómo responder a la inquietud de Jess, sólo que no estaba seguro si éste iba a creerle o si acaso se acordaría del incidente que él recordaba muy bien. Al final, decidió que no podía decirle a Jess que por favor se dijeran siempre la verdad y justo al minuto siguiente evadir una pregunta para la que sí tenía una respuesta concreta.

Sin embargo, no pudo evitar ponerse un poco nervioso cuando miró a Jess a los ojos, justo antes de hablar.

—Era el penúltimo año, si mal no recuerdo. Estábamos en clase de física, la profesora había escrito en el tablero un problema que nadie quería resolver y nadie se prestaba voluntario. Cuando te pidió que fueras al frente le discutiste, no recuerdo exactamente por qué, pero te enfadaste mucho y luego te levantaste hacia pizarrón. Pero así, con todo y enfado, resolviste el problema. Nunca olvidaré el silencio que se hizo en el salón cuando la profesora se dio cuenta de que la respuesta era correcta.

Lo que sí no quiso decirle Oliver fue que ese día, justo después de clases, estuvo a punto de sentarse a su lado en el autobús y preguntarle abiertamente cómo era que estaba desperdiciando su cerebro al juntarse con tan malas compañías. Estuvo a punto de hacerlo, pero cuando subió al autobús, Jess ya estaba sentado hasta el último asiento con todos sus amigos. Y Oliver, por supuesto, valoró su dignidad y también su vida, así que se sentó en el primer asiento libre y dejó el asunto olvidado.

—La verdad es que sí hay algo que me gustaría preguntarte. Supongo que es sólo curiosidad, pero tal vez es mejor que lo sepa porque esta ciudad a veces se vuelve muy pequeña y llena de coincidencias —dijo Oliver, suavizando un poco su expresión para que Jess supiera que no era nada grave—. ¿Le piensas decir a Ben Carson y a la demás gente del Mercado Negro que estás casado? Yo llevé a mi familia y a Wang al juzgado, pero tú sólo llevaste a Lily, así que no pude evitar preguntármelo.

Oliver no quería nada que ver con Ben Carson ni con ningún otro mafioso, pero si se lo topaba alguna vez por su cercanía con Jess, al menos tenía que saber qué información manejaba.

La respuesta de Oliver lo dejó anonadado. Nunca se le hubiera ocurrido que recordaría algo así. Él mismo apenas recordaba ese incidente, sus amigos lo habían molestado diciéndole que si era tan listo porqué fallaba los exámenes. La verdad era que sí que tenía el cerebro para resolver los problemas, pero generalmente no tenía la concentración ni el interés para hacerlo.

Ese día la profesora se había metido con él hasta sacarlo de sus casillas, así que había tenido la adrenalina a tope para ponerla en ridículo logrando resolver lo que ella pensaba que estaba muy por encima de él.

—No puedo creer que te acuerdes de eso —declaró en voz alta con total sinceridad—. Fue un detello de brillantez de mi parte, pero sin constancia y dedicación no se hace a un buen estudiante. Nunca lo fui.

Lily era más lista que él en todo, y en el colegio lo fue más todavía. Su hermana siempre fue más centrada. Odiaba usar la carta de qeu estaba enfermo, pero la verdad era que cuando uno pensaba que se iba a morir de un día para otro era difícil encontrar la motivación en aprender a resolver ecuaciones o memorizar la historia de una ciudad que no valía un cinco.

Sin embargo, agradeció que la pregunta de Oliver fuera en otra dirección después de recuperar aquel recuerdo, aunque no se había esperado esa pregunta.

—No iba a llevar a nadie del Mercado Negro a la boda —replicó, como si fuera obvio—. No te habría gustado ni le había hecho eso a tu familia. Aparte de Lily, todos mis amigos son de allí.

Se encogió de hombros otra vez y levantó la mano en la que llevaba el anillo.

—Se van a enterar, no pienso quitarme mi anillo —respondió finalmente—. Les diré que me casé contigo, que tengo mucha suerte porque en el colegio no me dabas ni la hora pero ahora que nos reencontramos todo fue... como magia.

No era mentira, solo que el tipo de magia había sido más como la de un hada madrina salida de la nada que como una magia romántica. Pero podría ver a Ben a la cara y decirle eso. En el fondo creía que Ben era un romántico y se lo creería.