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Estudiar un doble grado era una mierda. Robin no sabía porque se había matriculado en primer lugar, cuando sólo estudiaba para tener opciones de futuro si se lesionaba y no podía dedicarse al hockey profesional durante demasiado tiempo. O nunca. Derecho le daba más posibilidades que filosofía, porque no era que filosofía tuviera muchas salidas. Esa era su opinión, claro, los profesores y probablemente el resto del alumnado no pensaba lo mismo.

La realidad era que le importaba una mierda la opinión de los demás. Así como le había importado una mierda que las asignaturas de filosofía coincidieran con los entrenamientos de hockey y se había matriculado igual en lugar de buscar otra opción o estudiar sólo derecho.

El caso es que el tutor había hablado con él y le había dicho que si quería sacarse la carrera necesitaba ayuda. Que bajarse los apuntes del moodle y empollárselos no era suficiente, hacer los trabajos tampoco. Hacer los trabajos grupales solo tampoco, por mucho que consiguiera sacar buena nota igualmente. En sus exámenes se notaba que se limitaba a vomitar lo estudiado, no a razonar.

Así que el profesor le había comentado que sería bueno que fuera a ver a Noah Marlow, un chico al que ya conocía del grado de derecho y que al parecer daba clases particulares a otros alumnos. A Robin la idea no le gustaba lo más mínimo porque odiaba pedir ayuda, y el aspecto de Noah no ayudaba mucho. No era la clase de persona con la que quería ser asociado.

Aun así, el lunes a las 9 en punto estaba en la cafetería de la facultad, esperándole. El profesor le había dado su correo y habían acordado encontrarse allí, a esa hora, y aunque Robin estaba más tieso que su palo de hockey, ahí estaba, esperando mientras movía la pierna con nerviosismo y miraba la hora en el reloj de pared fijamente. Tenía prisa. Tenía entreno al cabo de una hora.
   


   

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Había accedido a ser mentor en los grupos de apoyo, es decir, profesor particular, como parte de uno de los programas de la universidad. Le daba créditos de libre configuración, y con cierta cantidad de horas fichadas, podría quitarse una optativa una de las optativas de tercero, el siguiente año, dado que la mayoría no captaban su interés lo suficiente. Siempre era puntual, y también lo iba a ser aquella vez, pero al llegar a la cafetería y verle en donde habían acordado por email, se detuvo. De todas las casualidades del mundo, aquella era la que más le desagradaba. Robin Leclerc era el gilipollas clasista de derecho, con quien había discutido sobre la renta universal básica. Él, Noah, había sido el único de sus pocos compañeros socialistas de los que se atrevió a defenderla, convirtiéndose en el objetivo de la mayoría de la clase, pero por algún motivo, en aquella discusión, aquel otro, el que ahora sabía que se llamaba Robin, se afanó especialmente, terminando la profesora por cortar el debate abruptamente por el bien común. Desde entonces le había evitado al máximo posible, tanto que siquiera se había preocupado de saber su nombre, algo que en aquel momento se arrepentía de no haber hecho. No podía rechazarle. Aunque le enviase un mensaje disculpándose por no poder asistir a verle, tendría que hacerlo tarde o temprano. Si le rechazaba, tendría que explicar por qué al programa, y podría generar más conflictos.

Mientras dudaba, pensando en qué hacer, pasaron dos minutos de en punto. Ya no llegaba puntual, pero tampoco tarde, pese a que la actitud del otro empezaba a exasperarse. Noah reunió paciencia, respirando hondo por la nariz, y se acercó.

—Hey —saludó, con una tenue sonrisa amable, tenidéndole la mano.

Pretendía hacer como si la rencilla ya estuviera olvidada, quizás eso ayudase a empezar con buen pie.

—Disculpa que haya llegado unos minutos tarde, me entretuve con unos apuntes, ¿te parece si nos sentamos y tomamos un café mientras me cuentas qué asignatura o asignaturas son con las que necesitas ayuda?
   


   

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—Ey —Robin apretó los labios, incómodo, y encajó su mano, aunque fue un gesto fugaz—. Tengo entreno en una hora —contestó, pero aun así se dirigió al final de la cola y cogió una bandeja.

Se notaba bastante que quería estar en cualquier otro lugar que no fuera ese, con cualquier otra persona. Si Emmet tuviera idea de filosofía le habría pedido ayuda a él. Lamentablemente Emmet había decidido matricularse en Arquitectura, así que no se podían ayudar el uno al otro en nada. Tampoco era que estuviera muy predispuesto a pedirle ayuda a él, claro, porque no soportaba pedirla, pero debía reconocer que se encontraba en un momento en el que probablemente lo habría hecho.

—Un café solo —dijo al barista cuando fue su turno—. Sin azúcar.

Pagó con el móvil y se dirigió a una mesa vacía bastante alejada de la gente, cerca de la puerta para poder marcharse rápido. Desde ahí además veía muy bien el reloj, así que no tenía que estar pendiente del móvil.

—Arrastro filosofía del arte y lectura de la imagen artística —dijo cuando lo tuvo delante—. No me gustan lo más mínimo —confesó en voz baja—. Pero mi tutor me ha dicho que en general se nota que no voy a clase y que me limito a vomitar lo que me empollo del moodle. Dijo que tú sacas buenas notas en todo.
   


   

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Al escuchar las asignaturas, entendió todo.

—Esas asignaturas te gustarían si te hubieses matriculado en ambas con la profesora Benoit, pero tienes con Sanders, ¿no? Andrew Sanders es… un hueso duro de roer —rio—. Yo le tuve en lectura de la imagen artística. Le dio una matrícula de honor de mi clase a un alumno que justo memorizaba todo tal y como él, Sanders, lo decía, pero iba siempre a clase, siempre, y le entregó incluso el trabajo opcional. Yo tuve que faltar algunas veces, no llegué al máximo de faltas, pero fue suficiente para que decidiera ponerme un 9.8 en la final. Yo no sirvo para memorizar, así que supongo que eso igual le gustó lo suficiente como para no bajarme más la nota, porque yo no le hice el opcional… En fin, me voy por las ramas. En tu caso te recomiendo que le hagas el opcional, te lo aceptará aunque sea fuera de plazo, y en cuanto al examen, asumo que esto te lo ha dicho después del primer parcial, ¿no? ¿Cuándo tienes el segundo? ¿Hará tres como el año pasado?
   


   

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Dio el primer trago al café y enseguida arrugó la nariz. Ardía. Siempre le pasaba lo mismo, no iba con cuidado y acababa quemándose la lengua. Sopló un poco, aunque en realidad tenía tiempo de sobras para tomárselo y podía esperar a que se enfriara solo.

Él no se rió porque le molestaba muchísimo arrastrar asignaturas de primero. Se había matriculado de demasiadas asignaturas y no se había podido matricular de todas las de segundo por esas dos y por hacer el estúpido doble grado, y ahora tardaría como mínimo un año más en graduarse.

—Como sabía que no iba a poder ir a clase de las asignaturas de filosofía me matriculé más tarde y no pude escoger profesorado —Suspiró. No se había ni planteado faltar a asignaturas de derecho, la carrera importante, y oírle decir que el alumno con matricula de honor era para el chico que siempre iba a clase no le gustó. Tampoco aspiraba a terminar la carrera con matrículas, pero era evidente que Sanders valoraba la asistencia—. Todavía no he hecho el primer parcial. Me lo ha dicho porque suspendí las recuperaciones tanto en febrero como en septiembre. El curso pasado no me dejó presentarme al último parcial porque no cumplía con la asistencia mínima. No creo que eso cambie este año así que no sé hasta qué punto me va a valorar el trabajo opcional, pero preferiría poder aprobar en febrero que en septiembre, la verdad. El primer parcial es la semana que viene y me quiero presentar aunque no estoy seguro de si vale la pena.
   


   

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—Debes ir al parcial, y aprobarlo, aunque sea con la nota mínima. Y sí, debes hacer el trabajo opcional. Si no crees que puedas asistir este curso, debes aportar todo lo demás. Con el parcial no solo te quitarás temario de encima, sino que si lo apruebas, le demostrarás que te interesa su asignatura, que pese a no acudir, deseas comprenderla. Es un profesor que se guía por su ego, lo mejor es apelarlo, es conseguir que se sienta halagado, y para ello, debes demostrar que te gusta lo que imparte. Si no puedes asistir a clases, debes entender cómo es cada profesor, y cómo eso repercute en sus asignaturas, montando una estrategia consecuente a ello. Y con Sanders es dejarte la piel en todo lo que puedas hacer, es exigente… Yo te puedo ayudar con el parcial, pero siendo la semana que viene, quizás deberías sacrificar algún entreno o el fin de semana.
   


   

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—Vale, vale —respondió en voz baja, asimilando lo que le decía. No sabía si realmente Sanders le aprobaría si hacía los parciales y el trabajo opcional, pero al menos lo que Marlow le decía tenía sentido—. Supongo que puedo fingir que me gusta lo que explica. Tampoco me va a ver mucho la cara así que no debería ser muy difícil —Se rascó la nuca, incómodo, no se le daba bien hacer la pelota, se le notaba a la legua porque tenía una cara que hablaba por si sola. Bastante estaba haciendo siendo educado con Marlow, aunque fuera sólo porque le convenía que le ayudara. Sin embargo, el chico se ganó una mirada asesina cuando insinuó que se saltara un entreno—. No voy a faltar al hockey —contestó de mala gana—. El hockey es mi prioridad, el resto es secundario, es... —No iba a decirle que era su colchón de seguridad. Nadie escogería filosofía como plan B—. Pero puedo sacrificar el fin de semana u horas de sueño. Tengo los apuntes del año en la tablet y también lo que ha estado subiendo este mes, aunque es prácticamente lo mismo y sólo ha cambiado un par de fotos.

En realidad ya había empezado a estudiar. Había empezado el primer día, lo que le pasaba es que estaba muy frustrado por la situación.

—¿Tú cómo te preparaste los exámenes?
   


   

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—Esquemas, sobre todo. Me preocupé en entender el contenido y aprender de memoria las palabras clave, y tener bien internalizada toda la terminología. Si quieres puedo…

Se detuvo antes de decir nada más. Iba a proponer verse el fin de semana, pero ¿por qué? Al otro no se le veía muy interesado en extender más de la cuenta aquella reunión y antes de sentarse en aquella mesa, Noah habría preferido haber dicho que no le ayudaría, pero siempre le pasaba igual. Siempre que alguien le necesitaba y podía ayudarle, estaba dispuesto a hacerlo tanto como le fuera posible, y era algo que quería cambiar, quería limitarse, cuidarse más en ese aspecto. Y debía hacerlo.

—Te los puedo pasar por WhatsApp y miras si siguen coincidiendo con los apuntes, quizás los entiendas y te vengan bien, y si no, pues ya sabes cómo lo hice yo y puedes intentar adaptarlo con tus propios esquemas —propuso.
   


   

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Entender el contenido, precisamente aquello en lo que su tutor le había dicho que fallaba. No era que Robin tuviera problemas generales de comorensión, pero era cierto que estaba más preocupado por el hockey que por sus estudios y la falta de tiempo había hecho que decidiera limitarse a aprender de memoria y ya está.

—Tú hiciste la asignatura el año pasado, ¿verdad? No creo que sea muy diferente —Sacó su móvil para que el chico se guardara en la agenda y de refilón vio la hora. Todavía tenía tiempo, aunque había que reconocer que se le estaba pasando más rápido de lo esperado—. ¿Puedo escribirte si no entiendo algo? —preguntó inseguro. Sabía que eso era parte de su trabajo como profesor particular, pero nunca había mecesitado uno y no sabía bien donde estaban los límites—. Y, ¿podrías pasármelos hoy mismo? Después del entreno sólo tenemos dos asignaturas de derecho, podría empezar a estudiar hoy mismo.
   


   

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—Oh, sí, claro —respondió a sus peticiones, mientras cogía el móvil, guardando su número—. Hoy te los paso, y sí, puedes hablarme durante el finde si lo necesitas. Ah, y…

Se apartó un poco de la mesa para poder ponerse su maletín en el regazo. La solapa de este estaba lleno de parches y pines con simbologías y consignicas revindicativas. Una pin de la bandera LGBTQ+, otro con la de de Palestina, un parche que citaba "black lives matter", otro parche con forma de corazón con la bandera del anarcosocialismo… La abrió y del interior sacó un folleto, entregándoselo a Robin.

—Esto es sobre el programa de mentorías, es conveniente que te registres y me pongas como tu "tutor", y ahí registraremos las horas que hagamos. Lo necesito para que me den los créditos, te agradecería muchísimo que lo tuvieses en cuenta —le explicó mientras le sonreía con amabilidad.
   


   

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Ahora que había pasado un rato y el café tenía mejor temperatura, se llevó la taza a los labios y dio un trago para disimular su expresión facial. Nunca le habían gustado los parches ni los pines, y menos todo lo que suponía reivindicaciones, porque mucha gente sólo apoyaba las causas de boquilla. No tenía problemas con las causas, sino con la exhibición de estas. Y aun así, cuando vio la bandera LGTB, no la habitual sino la que tenía el triángulo con la bandera trans, la intersexual y la de las personas de color no pudo evitar arrugar la nariz.

—¿Vas de aliade? —Se le escapó. Incluso usó el neutro para darle más puntilla. Marlow no tenía pinta de ser palestino y era obvio que no era negro, por lo que en su cabeza era evidente que tampoco pertenecía al colectivo.

Recuperó su teléfono y le envió un puntito por WhatsApp para que tuviera también su teléfono, luego cogió el folleto que le tendía. Buscó rápidamente como registrarse y escaneó el QR.

—¿Una hora te va bien? ¿Tengo que poner el horario o con la cantidad de horas es suficiente? —Se sentía incómodo mientras registraba sus datos porque Marlow estaba siendo amable y le estaba ayudando, y él le había soltado una bordería de las suyas—. ¿Cuánto dinero te tengo que dar? Se me olvidó preguntar.
   


   

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—Con la cantidad de horas que hagamos va bien, y no me debes nada, Robin, esto es altruismo, acción comunitaria —comentó, riendo después, mirando luego su malentín—. Y bueno, el de Black Lives Matter sí queda un poco postureta, estoy pensando en quitarlo, pero antes quiero encontrar otro, para que no quede la mancha ahí fea, —volvió a reír—. Pero si dices lo de aliade por la bandera LGBTQ-más, entro en al menos en una de sus letras, así que podríamos decir que soy aliado a medias…

Decidió responder amable y con calma, incluso con gracia, al comentario del otro. Si algo había aprendido es que era mejor dejar las reacciones defensivas para los momentos de agresión, e intentar mantener la paz en el resto de circunstancias, por desagradables que fuesen.

—Bueno, me voy, no quiero hacerte llegar tarde al entrenamiento —e igual él tenía otra compañera a la que ir a ayudar en una media hora—. Escríbeme si necesitas algo.
   


   

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No esperaba que la clase le saliera gratis pero se alegró. No por el gasto en sí, porque tenía el dinero, sino porque no quería que sus padres se enterasen. Ya se imaginaba la reacción de su padre, que había estado totalmente en contra de que se matriculara en filosofía desde el principio y que ya había insinuado que si no era capaz de aprobar sería mejor que abandonara.

Miró al chico con el ceño fruncido cuando le dijo que encajaba con al menos una de las letras de la comunidad. Normalmente identificaba rápidamente a homosexuales y bosexuales, y su radar no se había activado al ver a Marlow. Claro que sólo le había visto una vez. Y no le estaba prestando atención de ese tipo. O tal vez era asexual, o trans. No iba a preguntarle.

Cuando el chico se hubo marchado, apuró su café, dejó la bandeja en su sitio correspondiente y se fue directamente a la pista de hielo.