Hay muchas historias que llegan hasta nuestros días, convirtiéndose en gestas heróicas o en épicas vivencias. Hay personas que se convierten en mitos, en leyendas, dejando de lado su parte más humana y transformándose en algo más similar a una caricatura bidimensional. En la antigüedad, los retratos eran mandados hacer por los reyes y emperadores, que exigían ver su mejor versión, aunque esta sólo existiera para sus ojos en el espejo. En la modernidad, es quien escribe la historia, el relato, quien decide cuál es la versión que trascenderá. Y siempre son los vencedores quienes la escriben.

Por eso, a veces es necesario darle unas vueltas a un giratiempo hace décadas extraviado. De esta forma, las caricaturas de nuestros héroes recuperarán sus tres dimensiones y podremos ver la perspectiva completa, con sus luces y sus sombras, descubriendo también otros rostros y otros nombres que, por despiste o conveniencia, fueron borrados del relato.

Los Merodeadores. Todo el Londres Mágico conoce a esas cuatro figuras; ese grupo de amigos forjado en Hogwarts. No todos se recuerdan como héroes de pureza inquebrantable, pero se consideran héroes y se justifican sus actos por el bien mayor que persiguieron. Sin embargo, nadie habla de esos años, de su amistad adolescente, y de cómo todos ellos fueron blancos y negros, grises, sin necesidad de que El Señor Tenebroso se cruzase en su camino.