My history will be the death of me

Cuando la guerra contra Voldemort estaba en su punto de ebullición, Ignatius Crownhaven tomó una decisión que cambiaría el curso de su vida. Había crecido bajo la sombra de un padre devoto a las Artes Oscuras y un apellido ligado al bando del Señor Tenebroso, pero Iggy nunca fue uno más de los fanáticos que compartían la causa. Sabía que la guerra no le daría elección; la marca oscura en su antebrazo era tanto una sentencia como un recordatorio constante de las cadenas que lo ataban. Así que, con una determinación silenciosa, acudió a la Orden del Fénix, buscando una salida.

La Orden no confiaba en él, como era de esperarse. Le ofrecieron protección, sí, pero bajo una condición: debía convertirse en su espía dentro del círculo interno de los mortífagos. Fue un precio alto, pero Crownhaven aceptó. Actuó como doble agente, proporcionando información crucial para las victorias de la Orden, todo mientras caminaba por una línea peligrosamente delgada entre el descubrimiento y la traición. Sin embargo, cuando la batalla final se acercaba, Iggy desapareció sin dejar rastro. No estuvo allí para ver la caída de Voldemort, ni para recibir el perdón o el castigo que el mundo mágico estaba dispuesto a otorgarle. Simplemente se desvaneció.

Cinco años después, X, que había logrado mantener su vida relativamente intacta tras la guerra, recibió un rumor que lo hizo abandonar su cómoda existencia en el mundo mágico. Decían que alguien había visto a Crownhaven, vivo y en el mundo muggle, oculto. X no estaba seguro de por qué decidió seguir ese rumor. ¿Por curiosidad? ¿Por lealtad a un viejo amigo amante? ¿O quizá por resolver una pregunta que lo había perseguido desde el final de la guerra?

El rastro lo llevó a una florería pequeña y algo descuidada en una ciudad muggle. X no podía creerlo. Allí, entre flores de vivos colores y un mostrador cubierto de tierra, estaba Ignatius. Pero algo no estaba bien. Iggy no solo parecía diferente, más relajado y ajeno al peso de su apellido, sino que no mostró ningún signo de reconocerlo. Para X, la visión era casi surrealista: Crownhaven, el antiguo espía de la Orden del Fénix, hijo de un mortífago, ahora atendía a ancianas que discutían sobre ramos de tulipanes.

Cuando X lo confrontó, Iggy lo miró con una expresión neutra, como si fuera un cliente más. No recordaba nada de su vida pasada: ni la guerra, ni la magia, ni siquiera a X. Al principio, X pensó que era un truco, una fachada para mantener su escondite. Pero mientras más observaba, más se daba cuenta de que algo estaba roto en Crownhaven, algo que la magia misma no podía reparar.

La gran pregunta seguía sin respuesta: ¿Qué había sucedido con Crownhaven? ¿Por qué había perdido sus recuerdos? ¿Había sido un accidente, un hechizo, o algo que él mismo había buscado para escapar de su pasado?