Cuando asistes a la escuela, crees que, al crecer, al graduarte y comenzar a valerte por ti mismo, la vida será mejor. Pero la realidad rara vez cumple esas expectativas. Especialmente cuando la mitad de tu infancia y adolescencia ha sido devastada por una guerra en la que jamás debiste haber participado. Una guerra que no tuvo reparos en extender sus frías garras sobre jóvenes que eran demasiado pequeños para comprender su alcance. Con familias rotas, amistades perdidas y amores olvidados, los niños que una vez caminaron por los pasillos de la prestigiosa escuela de magia Hogwarts se convirtieron en adultos. Pero nada fue como imaginaron.

Quizás algunos lograron sortear el caos mejor que otros, pero todos, de una forma u otra, vieron sus sueños juveniles desmoronarse.

Orion Wrenmore fue un ejemplo claro de ello. Huyó de batallas para las que nunca estuvo preparado, dejando atrás más de lo que habría querido admitir: amistades, amores y una parte de sí mismo. Sin embargo, cuando la tempestad finalmente pasó, encontró una manera de rehacerse. Para muchos, Wrenmore era el modelo de superación: logró progresar en su carrera, ingresó al Ministerio de Magia y se comprometió con una mujer de gran estima, cuya gracia y elegancia eran dignas de admiración. Pero las apariencias pueden ser engañosas.

Como tantos otros, Orion descubrió que los demonios internos no desaparecen con el tiempo; solo se ocultan, aguardando el momento para emerger cuando las máscaras ya no sirven de escudo. Y en la soledad del éxito aparente, hasta el hombre más fuerte puede quebrarse.

Lucian Travers tuvo un destino igual de complicado. Con su padre ejecutado por el beso del dementor y marcado como mortífago, Lucian quedó atrapado en un limbo. Aunque no fue condenado y su varita nunca reveló crímenes graves, la marca oscura en su brazo lo convirtió en un paria. Decidido a reconstruir su vida, estudió para convertirse en sanador, a pesar de que el estigma familiar y la pérdida de casi todos sus aliados dificultaron su camino. Aunque logró completar su formación, ningún hospital mágico de Londres lo aceptó.

En lugar de rendirse, Lucian encontró una forma de ejercer su vocación en la sombra: atendiendo a quienes la sociedad marginalizaba, incluidos antiguos seguidores de Voldemort. Aislado de la comunidad que una vez fue suya por derecho, Travers lucha día a día por mantener su equilibrio, resistiendo la tentación de rendirse ante un mundo que parece haberle dado la espalda.

¿Es esta la vida que soñaron para sí mismos? Seguramente no. Pero, quizás, aún no es el final de su historia.