— Si cae cara, vamos al bosque encantado, si cae cruz, no vamos, ¿vale? — El clic de la moneda siendo lanzada por Dante al aire fue lo único que sonó en ese pequeño lapso. La atrapó en su mano diestra y se la enseñó una vez la hubo puesto sobre el dorso de su mano diestra. Y ahí estaba el rostro de la reina de Inglaterra en un brillante plateado—. Parece que tenemos excursión nocturna al bosque — pero lo que la menor no sabía es que antes de lanzar la moneda, Dante la había cambiado por una de doble cara.

Idearon el plan entre ambos, y por idear debe entenderse que simplemente pusieron hora y punto de encuentro. Solo les faltó esperar un par de horas para poder escabullirse entre los pasillos del castillo para ir hasta el Bosque Prohibido Encantado. Ambos sabían que por ahí habían algunas criaturas que querían ver con sus propios ojos, simplemente por amor al conocimiento y saber un poco más de estas. Esa fue la cantaleta que Dante soltó, realmente no tenía más motivo para estar ahí que poder fumar en paz.

Sacó un cigarrillo que se había liado antes de salir de la habitación y lo encendió con un mechero, no se fiaba de su varita para hacer tal cosa, además de que sabía de sobra que como lo pillaran estando ahí acabaría muy mal, pero lo peor sería si lo pillaban a él y a Dee-Dee. Expulsó el humo por la boca cuando la vio acercarse y la saludó con un movimiento de cabeza y una sonrisa pintada en los labios—. Eh, enana, ¿qué? ¿Lista? Me han dicho que los unicornios están en época de apareamiento —. Acompañó sus palabras alzando las cejas un par de veces rápidamente y luego de darle una calada al cigarro se lo ofreció—. ¿Quieres?

Eso me pasaba por hacerme la graciosa.
Maldito Tee. La idea no era terminar en el bosque. O bueno, quizá si, había hechizos que la mejor forma de practicarlos para bromear un rato era fuera del castillo. Había que molestar a algún Slytherin de forma que no se olvidara jamás, aunque sin mandarlo a la enfermería.
Y en el fondo no era mala la compañía. De momento.
Así que sin que nadie me viera, me había escapado de la torre y ahora estaba en el borde del bosque a oscuras con el que claramente era el bromista en jefe del colegio, que echaba humo de su cigarro por la boca y sonreía de oreja a oreja. Nada sorprendente.
- Siempre estoy lista, Tee. Incluso cuando parece que no lo estoy. ¿O debo recordarte lo bien que esquivé tu bludger en el último partido? Y eres más travieso de lo que creí... ver unicornios en época de apareamiento... míralo tú - le susurré muy divertida quitándole delicadamente de las manos el cigarro y dándole una pitada a continuación sin dejar de mirarlo fijo. Si de verdad creía que tenía miedo... no tenía idea.
Di un par de pasos adentrándome en el bosque (sin devolverle el cigarro) y le dije, desafiándolo.
- Vamos. La noche es corta.

— Bueno, bueno, sí, a ver — mientras hablaba, sus manos se movían de diferentes formas—. Hay que admitir que eres buena esquivando cosas — y como vio que no iba a recuperar su cigarrillo, se empezó a preparar otro mientras andaban. Una de las ventajas de la magia de Hogwarts es que aprendes cosas muy útiles, como más de algún hechizo que te puede servir para liarte un piti mientras vas caminando.

— No me hago a la idea de un unicornio follando, si te soy honesto, ya sé que son caballos con cuerno, pero sigue pareciéndome absurdo que existan —, desvarió mientras se adentraban más en la oscuridad del bosque. Los sonidos comenzaban a distorsionarse, algunos parecían más de una película de terror que de una de Disney y mientras a algunos todo aquello los aterraría, a él le parecía fascinante, o al menos comenzó a fijarse en todo aquello una vez acabó de enrollar su tabaco en el papel, lo encendió y se lo llevó a los labios—. Bueno, y qué, ¿qué tal van las primeras semanas? — Mientras hablaba y fumaba y caminaba, no se percató de una presencia -o varias, mejor dicho- los seguían desde la distancia de los árboles, ni el sonido de cascos contra la tierra llamaron su atención, seguramente serían los unicornios a los que se acercaban.

Casi me río de Tee cuando se tuvo que poner a armarse otro cigarrillo. Por alguna razón él provocaba que yo me riera. Seguro era porque estaba completamente loco. No loco, solo travieso. Me caía bien su estilo.
La oscuridad del bosque no invitaba a tirar hechizos a diestra y siniestra, por lo que sencillamente me limité a responderle.
- ¿Cómo puedes decir eso? Recuerda, vivimos en una especie de mundo paralelo dentro del real siendo magos. Que existan los unicornios tiene todo el sentido del mundo. De hecho, casi que desde que llegué aquí doy cualquier cosa por sentada. Incluso que Sunny adivine mi futuro y acierte.
Cuando terminé la frase, me di cuenta de que la situación se prestaba aterradora. No es que no supiese defenderme de nada, pero nunca me había adentrado tanto en el bosque prohibido. Ni siquiera para fumar, pensé mientras le daba un par de pitadas más al cigarrillo. No demostré preocupación al respecto y seguí la conversación como si nada hubiese pasado.
- Librarme de Cuidado de Criaturas Mágicas fue lo mejor de la semana. Creí que era buena en ello, ¡lo juro! Ahora puedo dedicarle más tiempo a los encantamientos no verbales. Solo imagina, a ti que seguro te va a venir excelente, solo pensar en un encantamiento y hacer flotar a alguien o a algo. Solo imagina las ventajas. Hasta podrías levantarle la túnica a alguien -finalicé casi riendo a carcajadas, pero sabiendo que no fuese una buena idea. Así tranquilos, callados, no despertaríamos sospechas, conversaríamos en paz y volveríamos sin que se dieran cuenta que nos fuimos.
O al menos ese era mi plan.