Segundo día de su último año y la cabeza de Gideon estaba funcionando a toda velocidad. Después de aquel año tendría que tomar ciertas decisiones, no sobre su futuro, dado que su idea era estar en la academia de aurores el próximo año, sino en su vida personal. No podría seguir vigilando a sus hermanos como hasta el momento, y tendría que confiar en que ellos podían solos, aunque estaba claro que Mark estaba en su limite y que Eleanor empezaría a ver todo de manera mucho más clara. Lo peor de ello no era eso, sino que dudaba que pudiese estar en casa el año que viene, su padre había tolerado su presencia por su madre y aun así Gideon había intentado no cruzarse con él en todo el verano, pero saber que no tenía intención de seguir sus deseos ni mucho menos aceptar ningún compromiso terminaría rompiendo el equilibrio que su madre guardaba.

Claro que sabía que tenía donde quedarse, pero también que no sería un trago fácil de pasar. Sus hermanos habían sido lo único que le había mantenido aguantando malas palabras y a esas alturas no creía que ninguno de los dos entendiese sus razones o le importase lo más mínimo lo que estaba haciendo. Realmente esperaba que aquel año no fuese pensar en todo lo que podía pasar, más bien en como ponerle remedio, si es que conseguía hacerlo.

Y puede que fuese demasiado evidente que estaba metido en sus pensamientos, porque llevaba veinte minutos sentado en contra de uno de los árboles en el jardín sin haber pasado una sola página. Puede que fuese momento de dejarlo y simplemente subir a buscar a los chicos antes de que fuese la hora de cenar.

CON Bella EN en los jardines A LAS 19:00

Tras aquel intenso verano y las pocas ganas de volver al día a día del colegio por razones obvias lo único que la liberaba era el quidditch, o subirse a la escoba y dejarse llevar por el campo mientras una quaffle trucada volvía una y otra vez a ella, cuando ya sentía los brazos pesados del esfuerzo sujetó la quaffle y bajó a tierra, se pegó una ducha y salió con el pelo mojado y ropa de chándal, la escoba al hombro y una bolsa de deporte al otro.

Caminando hacia el colegio vio una silueta en un árbol, sonrió de medio lado y se acercó poco a poco. Gideon parecía estar leyendo y como ya en nada era la hora de cenar Bella pensó que lo mejor era volver juntos al castillo. Dejó las cosas en el suelo con delicadeza y comenzó a andar despacio hasta llegar a él y lanzarse encima.

— ¡GID! — gritó a la vez, una carcajada sonora relampagueó por los terrenos — ¿Qué haces aquí? Hace un frío que pela, se te van a congelar los huevos — dejó un beso en su mejilla y se apartó para sentarse al lado.

CON Gideon EN en los jardines A LAS 19:00

Estaba demasiado metido en su cabeza como para darse cuenta de que Bella se estaba acercando a toda velocidad. Su libro salió volando, cayendo boca arriba sobre la hierba y haciendo que el chico saliese de todas y cada uno de sus pensamientos mientras ponía sus manos sobre los brazos de la chica correspondiendo el abrazo en la medida que podía.

—Mira, si la desaparecida ha decidido aparecer. — Comentó el chico, dándole espacio a su mejor amiga para acomodarse y levantándose para coger el libro y dejarlo cerrado. No quería que le echasen la culpa por haberlo estropeado, aunque seguramente si eso pasara terminaría tomado él la culpa en lugar de recriminárselo a la loca de los abrazos. — Que puta exagerada, ni que estuviésemos en diciembre.— Le comentó mientras le daba un pequeño codazo.

No iba a negar que Bella hacía que todos los problemas desapareciesen por un rato y lo agradecía por completo. Su cabeza se había quedado demasiado metida en lo que podría ser y olvidarse de vivir el momento haría que fuese mucho peor.

—¿Dónde has estado? — Preguntó, porque la habían perdido de vista en el tren. — Estuviste desaparecida todo el trayecto y eso que nos sentamos donde siempre. — No era como si todos los años fuesen juntos, pero le había resultado raro.

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La sonrisa de la muchacha se agrandó y no espero mucho para posar la cabeza en las piernas de Gideon y así mirarle desde abajo. Cuando preguntó por su presencia en el expreso no pudo evitar morderse el labio inferior — estuve con Mark... pero bueno, luego fui con unas chicas que me empezaron a caer bien el año pasado y no sé, creo que empiezo a necesitar amigas, ya sabes — para poder hablar de cosas de chicas, que eso no es que le impidiera hablar de aquello con Gideon pero se le hacía difícil hablarle de su hermano y tampoco quería que Gideon y Mark tuvieran problemas.

— ¿Tú qué tal? ¿Con ganas de partir culos este año en el quidditch? Tenemos que ganar la copa de las casas, he oído que vendrá un ojeador y... estoy sulfúrica, quiero que me vea hacerlo como si tuviera nivel para jugar con lo mejor del país, ¿te imaginas, Gid? Mi sueño hecho realidad, jugadora de quidditch profesional... ¡Y BAGGINS TOMA LA DELANTERA, SUJETA LA QUAFFLE CON ARTE, SE MARCA UNA PIRUETA A TODA VELOCIDAD QUE HACE CONTENER EL ALIENTO A LA GRADA... CHUTA...! ¡Y MARCA! — movió los brazos como si hubiera mandado una quaffle con toda la fuerza del mundo así tumbada y soltó un par de carcajadas hasta que se quedó en silencio mirando a su mejor amigo.

— Dime que por tomar caminos distintos no dejaremos de vernos y de hacer noches de pelis, te voy a echar tanto de menos... — puso pucheros y se abrazó a él desde su posición, de una forma extraña pero así era Bella, demasiado intensa como para no abrazarle ante la inminente idea de separarse.

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Ni siquiera había visto a Mark el día que cogieron el tren, fue el primero en salir de casa porque sabía que su padre acompañaría a sus hermanos y no deseaba que hubiese peleas con nadie, ni mucho menos malas miradas. Todo el mundo sabía que era el primogénito, pero que nadie estaba intentando que se convirtiese en un cabeza de familia. Aquel derecho lo reservaban para Mark. — Ya veo, me dejaste con Dante hablando de sus nuevos trucos de magia y Nick no entendiendo como le colocaba la carta sin usar la varita. — Era un viaje habitual, Gideon había ido leyendo un libro mientras los escuchaba a ambos, sonriendo por saber que aquel sería un viaje que no podrían repetir, pero que no cambiaría por nada.

Ver a Bella así de animada siempre le provocaba cierta tranquilidad, un pequeño calor que no podría indentificar, pero que dejaba claro que la quería como si fuese su hermana. Desde que tenía memoria había estado subida a una escoba, correteando como una loca y se había convertido en una de las mejores. — Siempre que te escuchó de animada pienso que deberías haber sido capitana. — No iba a decir que no le hubiese sorprendido la decisión que habían tomado respecto a él, pero no podía mentir y decir que no se sentía halagado al respecto. — Sería imposible que no te cogiesen, eres una de las jugadoras más prometedoras de los últimos veinte años. — Cualquiera que estuviese en ese colegio debía saber quién era Belladona, eso sin duda.

El chico devolvió aquel abrazo tan raro que le estaba dando y no pudo evitar soltar una carcajada al respecto. — ¡Que dices Bells! — Replicó, mientras removía los rizos de la morena sin cuidado alguno. —No te pongas nostálgica que estamos a día dos. — Acababan de llegar y tenían un año por delante del que debían disfrutar, no hablar del momento en el que terminarían por separarse.  

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Sus palabras sobre Nick con los trucos de magia muggle de Dante le hicieron reír, sus viajes siempre habían sido de la misma forma y en ese momento se sintió culpable por no haber hecho el último así. Aún así decidió mentalmente que, en navidades, volvería a sentarse con ellos para seguir con las tradiciones.

Bella chasqueó la lengua ante la idea de Gideon de que ella había tenido que ser la capitana del equipo. No, Bella sabía y era consciente de que su temperamento no le permitía ser alguien que tuviera que animar a los demás pues con facilidad se sumía en una vorágine de sentimientos encontrados cuando perdían que no podía dar charlas a nadie. Bella era buena en estrategias pero un capitán debía ser muchas más cosas además y a la muchacha aquello se le quedaba grande.

— Ya veremos si me llaman o algo, este es el año crucial — porque había gente a la que llamaban antes, claro, y que los convocaban para los mundiales pero eso a ella no le había pasado.

— Día dos o día ochenta voy a seguir pensando lo mismo, cada vez lo voy a pensar más hasta que me ate a ti y tengamos que dormir juntos en la sala común porque no pienso despegarme — puso los morros como si estuviera a punto de llorar y se cruzó de brazos — ¡Y no vas a poder despegarte porque sino ya no seremos amigos para siempre! — frunció el ceño como si volviera a tener tres años y después se echó a reír — ¡Más te vale seguir en contacto conmigo porque soy capaz de patearte el culo hasta el día del juicio final! — ese día del que jamás había oído hablar más que a Dante y de formas muy tremendistas, ese día debía ser importantísimo y caótico si Dante a veces hablaba de él.  

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Al escucharla el chico no pudo evitar hacer un mohín, Bella siempre tenía que ser tan negativa cuando se trataba de cosas que eran para ella. No podía ser, porque normalmente la persona que se agobiaba por todo no era otro que Gideon, por eso mismo atacó donde mejor sabía y empezó a hacerle cosquillas a la chica. Escenas habituales a las que cualquiera estaría acostumbrado si había pasado suficiente tiempo con ellos dos.

—No permito ni un pensamiento negativo, eres la mejor de todos, no podrían fichar a nadie más aparte de ti. — Estaba seguro de ello, Bella había nacido para jugar y esperaba verla en los partidos importantes. — Además, espero que cuando seas famosa y todo el mundo te pida autógrafos no te olvides del señor que te los pedía desde que tenía tres. — Se señaló a sí mismo con cierta sonrisa. Bella siempre hacía que cualquier pensamiento deprimente desapareciese de su mente.

Gideon terminó por abrazarla con cierta fuerza, era imposible que él fuese a olvidarse de ella en ningún momento, era su mayor punto de apoyo, a ella acudía cuando sentía que se ahogaba que no tenía a nadie más que contarle sus miedos o temores. No todos podían entenderlos y aquellos que lo hacían también tenían cosas que podrían ponerlos en una peor situación. Gideon tendía a hacerse el fuerte por todos, pero no siempre lo era para si mismo.

—Jamás perdería el contacto contigo, tonta. — Respondió mientras acariciaba su cabeza con suavidad. — Eres como una hermana, alguien que quiero más que a mi mismo, yo estaría perdido si tú no estuvieses en mi vida, así que es difícil poder sacarte de ella. — Ellos estaban destinados a ser amigos de por vida, a que sus hijos terminasen siendo mejores amigos y continuasen su legado por los siglos de los siglos.  

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Los ánimos de Gideon hacían mucho en la seguridad de Bella, desde siempre había sido él quien le decía que tenía el pelo más bonito suelto que enredado en las trenzas, que le daba más personalidad el afro y que, además, era más sano para ella. Y ella se había dejado de hacer trenzas siempre gracias a los ánimos de su mejor amigo, como también había ingresado al equipo de quidditch tras ser animada por el ravenclaw a presentarse a las pruebas. Y ahí estaba, esperando a un ojeador para ver si podía seguir su vida como quería, jugando al quidditch profesional.

— Si no estuviese en ella a ver quién te iba a patear el culo cada vez que líes alguna — bromeó cayendo en las cosquillas sin dejar de reír — eres malvado Gideon, yo soy tu luz, si yo no existiera Dante te hubiera hecho el próximo Lord Voldemort de la moda — continuó con la broma sin poder parar de reír debido a las cosquillas que el moreno había creado con sus dedos sobre sus costillas. Lo amaba, desde lo más básico y puro de la palabra.

— ¿Y tú qué? ¿Sigues pensando ser lo mismo de siempre? — preguntó colocándose bien y contra el árbol, sabía de los deseos de Gideon por convertirse en auror y Bella le hubiera seguido de no ser por sus sueños como cazadora profesional, aún así si no le fichaban para ningún equipo intentaría entrar en las brujas guardianas.  

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¿Por qué no podían ser todos los días tan sencillos como aquel? En el que no importase nada más excepto la forma en la que Bella y él parecían empatar en todo lo que hacían. Era mucho más fácil, sin complicaciones ni dolores de cabeza. Por desgracia, aquello tan solo funcionaba un rato, la mente de Gideon terminaba por dispersarse sin darse cuenta, como si los problemas siempre estuviesen en su puerta queriendo tocarla y dejarle sin aire. Por eso se aferró a la chica, y a las risas.

—Claro, porque tu eres la reina de la moda ¿no? — No era que saliese mucho de sus atuendos habituales, pero si que tenía cierta ropa que el mundo podía considerar normal. Creía que su generación, al menos aquellos que estaban más expuestos a personas que tenían conexión con Muggles tenían cerebro y no querían llevar capitas y gorritos como si fuese lo más habitual del mundo. — Y no grites, a ver si alguien se va a exaltar aquí alrededor. — Los temas delicados debían tratarse de la misma manera, claro que le dabas autoridad a un nombre, pero había que entender el miedo que hubo detrás de ese nombre.

La pregunta de la chica hizo que el chico se encogiese ligeramente, ambos sabían la respuesta a aquella pregunta. — Sabes que siempre va a ser mi objetivo. — Creía que tenía talento para ello, se había concentrado en coger las asignaturas para ello porque caminaba hacia él desde que tenía consciencia de lo que significaba aquel puesto. Le gustaba ayudar, creía que era un buen punto. — También sigo pensando que es poner una diana sencilla para mi padre. — Los accidentes siempre aparecían cuando uno menos lo creía ¿no? 

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Chasqueó la lengua ante su advertencia y terminó por asentir, era cierto que aún ese nombre levantaba ampollas pero Bella siempre había sido una persona que abogaba por pasar página y las bromas eran parte de pasar página. O así lo veía ella.

Escuchó atenta a Gideon y asintió — tienes razón... pero eso no significa que vayas a ser una diana fácil — le sonrió — además sabes que siempre puedes venirte a casa, somos tres mujeres locas pero seguro que te lo pasas genial — le tomó la mano para entrelazar los dedos con los ajenos y continuó con la sonrisa — no es que haya muchas más habitaciones pero podemos hacerte algo en el garaje, ya sabes que mi madre siempre te lo ha ofrecido, desde... desde siempre — tironeó un poco de la mano del chico para que le mirara — lo sabes, ¿no? — preguntó.

— Además, he pensado en irme de casa en cuanto pueda, siempre podemos compartir piso, no sería muy diferente a Hogwarts — los dos viviendo juntos era una posibilidad, si ella trabajaba como jugadora de quidditch profesional se podría permitir irse rápido de la casa de su madre y no hacía falta que Gideon optara por ir a casa de las Baggins.

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No pudo evitar sonreír en dirección a su mejor amiga, ella siempre tenía esa sonrisa en sus labios, que podía tranquilizar de mucho. A veces le daba miedo que no fuese capaz de lidiar con sus emociones como debería, pero no era culpa de ella, había tenido que ser fuerte por todo en su vida.

—Lo sé, sabes que adoro a tu madre con locura. — De la misma forma que agradecía que no lo relacionase con sus padres, era bonito ver que había personas que escuchaban tu apellido, pero preferían verte como un individuo aparte de lo que tus padres hacían. Si todo el mundo estuviese pendiente de que era el hijo de Michael Blythe seguramente apenas tendría amigos. —Simplemente no me puedo marchar. — A pesar de las peleas, de los golpes, tenía que mantenerse allí por sus hermanos y sobre todo por su madre. Claro que ella le dejaba a cada segundo, pero también sabía que no tenía más opción. Si alguien estaba atrapado en aquella telaraña de miedos y mentiras esa era su madre.

Meditó unos segundos, moviendo la cabeza de un lado a otro.

—No he visto tu habitación, pero estoy bastante seguro de que sería diferente, si dejas la ropa tirada por el suelo ¿sabes? — La picó como cuando eran niños pequeños y al cambiarse de ropa dejaba todo en el suelo.

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Bella entendía el miedo de Gideon, lo entendía a la perfección, ella sentiría lo mismo por su hermana si su casa fuera parecida a la del Blythe, aún así se sentía agradecida porque su familia no fuera como la de su mejor amigo.

— ¡Oye! — se quejó placándolo un poco con el hombro — que ya he crecido un poco — mintió, Bella era una desorganizada, eso estaba clarísimo. ¿Había cambiado? No, para nada, pero ya podía hacer magia y con un golpe de varita podía recoger todo el desorden en un segundo. Era lo que más le gustaba de la magia, eso y el quidditch.

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Que le dijera que ya había crecido era c omo escuchar una voz en el fondo de su cabeza que le dejaba demasiado claro que no. Bella podía ser muy madura para muchas de sus decisiones, pero en otros aspectos todavía se movía como alguien bastante infantil y aunque la quisiera con locura no quitaba que tuviese esa necesidad de vigilarla. Sin duda Gideon tenía ese aspecto de hermano mayor que nadie podía quitarle.

—Venga, no te reclamo nada porque vamos a cenar ya. — Y sin alargar demasiado la conversación el chico se levantó para estirar la mano hacia su mejor amiga y que esta la tomase. Era mucho más fácil estar con ella que con la mayoría de la gente, pero al igual que él dejaba pasar cosas, estaba seguro de que Bella también lo hacía con él.

Al final, cada uno tenía sus propios pensamientos al respecto y era mucho más fácil lidiar con ellos, aunque eso no significaba que en los momentos que necesitaran del otro no estarían ahí.

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