Write me. Meet me.
Love me.

LOS ÚNICOS HOMBRES BUENOS SON FICTICIOS.

Esas fueron las palabras que Amelia le gritó a su, desde aquel momento, ex-novio cuando la dejó en la puerta de su casa. Aunque más bien se lo había gritado al coche rojo que se alejaba después de que diera un portazo, dejándola con las ganas de pegarle una patada. Oliver no entendía nada, no comprendía su pasión por a escritura y por la historia que estaba creando e iba a ser la nueva gran saga literaria de la historia. Con un protagonista como Jared no podía ser de otra forma. No entendía cómo podía tener celos de un personaje que ella misma había creado... Bueno, era perfecto en todos lo sentidos y Oliver no se le parecía en lo más mínimo. Pero eso no era excusa para montarle una escena y terminar con su relación así.

Había empezado a llover y cuando entró estaba empapada, después de darse una ducha caliente aún estaba enfadada, por lo que cogió una botella de vino y decidió ponerse a escribir en el portátil. Si la vida no quería darle una relación de verdad con un gran romance, ella misma lo haría. Aunque solo fuera en un relato corto, alguien tan perfecto como Jared iba a enamorarse perdidamente de ella e iban a ser felices juntos.

Por desgracia, aquella lluvia era una tormenta eléctrica y a mitad de su relato hubo una subida de tensión que cortó la luz, incluyendo que se apagara el ordenador -cargar la batería está sobrevalorado- y que hasta le diera un pequeño calambre. Así que con otro motivo para enfadarse se tuvo que ir a dormir sin siquiera tener su romance ficticio.

Unos golpes en la puerta la despertaron al día siguiente.

Original — Fantasía — 1X1

The dinner

Después de ti. Contestó siguiendo la broma, añadiendo una leve risa después, cuando le dijo si no pensaba sentarse. Se sentaron y por el rabillo del ojo vio como Amelia ponía un muro de cojines entre ellos. Vale, indirecta captada.

Se le había escapado aun así una sonrisilla, porque... Si había puesto los cojines en medio era porque, en el fondo, se había planteado la misma posibilidad que se había planteado él. Solo que él no la hubiera evitado y ella, al parecer, estaba haciéndolo. Qué chasco. ¿O se estaba rayando de más? ¿No era todo aquello un poco extraño de pensar? En fin. Supuso que su estado de confusión, unido al teatrillo de hacer de novios esa noche y al alcohol le estaban haciendo pensar cosas raras. Por no hablar de que no recordaba la última vez que estuvo con una chica... Literalmente no lo recordaba.

Hmm, una de mis favoritas. Pensaré en ello. Comentó mientras cogía unas cuantas palomitas. Se acercó un poco a los cojines, no por nada, por tener las palomitas más cerca. Total, había un muro igual. ¿De qué va esta entonces? Esbozó una sonrisilla y se llevó un par de palomitas a la boca, mirando la pantalla. Porque algo me dice que no salen carreras de motos.

Jared — Bar motero — Con Amelia

The Dinner

Se preguntaba cuál de sus favoritas, de las que ella sabía que lo eran, escogería para ver juntos. Aunque eso ya tendrían tiempo de planteárselo...
De momento miró a la pantalla intentando pensar en cómo contarle parte del argumento sin desvelarle demasiados detalles para no destripar la historia.

- Dorothy, la chica. -Señaló, dado que ya había salido.- Llega por accidente a un mundo mágico, donde tiene que viajar hasta la ciudad para visitar al Mago de Oz, supuestamente la única persona capaz de hacerla regresar. Por el camino conoce a algunos personajes, como el espantapájaros del que te hablé... leones, brujas, monos voladores... -Intentó decir en general.- Pero no... no hay carreras de motos, se siente. -Bromeó un poco al final.

Se estiró para coger algunas palomitas, viendo que se acercaba el momento de tornado, y teniendo que recolocarse de nuevo la falda. Por un momento pensó en decirle que si quería podía apoyarse también en los cojines para estar más cómodo. Pero... bueno, no es que se lo hubiera prohibido tampoco.
Y quizá esa distancia le viniera bien, así podía combatir mejor la tentación de apoyar la cabeza en su hombro.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Frunció el ceño mientras miraba con interés la pantalla, masticando lentamente las palomitas y atendiendo. Tomó aire. Me estás diciendo que la protagonista llegó a un sitio por accidente y va a buscar a la única persona que puede devolverla allá de donde ha venido, ¿no? Arqueó las cejas y ladeó la cabeza. Eso me suena. Vale, habían quedado en que dejarían de hablar de su origen como personaje de un libro. Mejor centrarse en lo que tenía delante, no quería deprimirse en plena velada.

Soltó una carcajada. Vaya, hay monos voladores y no hay motos. Miró a la chica de reojo y se llevó otra palomita a la boca, con una sonrisilla ladeada. Pero volvió a girar la mirada a la pantalla. Entonces, ese es el descerebrado. Dijo en tono bromista, señalando al espantapájaros en la pantalla. Parece que se lleva bastante bien con la chica. Comentó mientras se reacomodaba en el sofá... Acercándose un poco más a ella, como quien no quiere la cosa. Seguía habiendo cojines en medio al fin y al cabo, ¿no?

Vale, creo que lo voy pillando. Comentó, justo antes de dar un sorbo al vino. Y mientras se retiraba la copa de los labios, llevó la mano al bol de palomitas aún mirando la pantalla... Y se topó con la de ella. La miró de reojo y fue a disculparse, pero... Solo la retiró ligeramente, vaya que la incomodara, y escondió una risa en los labios. Y... ¿qué es lo que te gusta de esta película? Preguntó con voz suave, quizás más susurrada de lo que estaba empleando antes. ¿Debería estar en silencio y viendo la película? Puede. Pero... Le apetecía más saber de ella.

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Hizo un sonido de asentimiento cuando Jared comentó su sinopsis rápida de aquel modo. Era curioso lo mucho que se parecían aquellas situaciones, aunque no iban a comentarlo porque habían decidido que dejarían un poco de lado sus orígenes.
Le gustó escuchar la carcajada del chico cuando dijo lo de los monos y las motos, se limitó a encogerse de hombros también sonriendo.

Amelia intentaba contenerse en cantar las canciones o decir algunas de las frases, se sabía aquella película de memoria. Se limitaba a mover los labios conforme hablaban hasta que Jared comentó la aparición del espantapájaros.- Así es... -Esperaba que entendiera que no había sido algo malo llamarle así, aunque no era esa la escena que había citado, sino la despedida.- En esta versión sí. -Comentó a lo de que se llevaba bien con la chica, teniendo en cuenta que en Wicked el espantapájaros era en realidad otro personaje, enamorado de alguien que no salía muy favorecido en este.

Seguía comiendo palomitas pero se quedó quita cuando la mano de Jared chocó con la suya, esperando que cogiera algunas para poder seguir ella, pero él solo se apartó y volvió cuando ella ya estaba comiendo algunas. Tuvo la necesidad de reacomodarse también, aunque no buscaba ni apartarse ni acercarse, terminó provocando que sus brazos quedaran rozándose.

- Prácticamente todo. -Respondió.- La creatividad de Dorothy reflejada en ese mundo mágico de Oz en el que se encuentra con personas de su vida interpretando a otros personajes, la música, el color... Pero sobre todo la moraleja. -Terminó diciendo, pensando en si debería desvelársela a Jared o esperar, pero optó por lo primero.- Sea lo que sea que crees que te falta o necesitas, lo tienes en ti mismo. Aunque a veces haga falta que venga alguien a decírnoslo, la habilidad está en nosotros. -Como la inteligencia del espantapájaros, el coraje del león o el gran corazón del hombre de hojalata.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

No podía evitar mirarla de reojo y sonreír ligeramente. La estaba viendo hacer mímica de las frases, debía haberse visto la película mil veces. Era muy adorable de ver, aunque claramente intentaba disimular. Quizás a su ex no le pareciera tan adorable como a él... Pero a él le divertiría mucho oírla recitar esas frases.

¿La habría incomodado? A ver, había sido sin querer, aunque... No, no parecía incómoda. De hecho, le sorprendió ver que, lejos de alejarse, estaba cada vez más cerca. Notaba el roce de su brazo y él tampoco se quitó, se quedó deliberadamente ahí, mojándose los labios y mirando a la película... Aunque cada vez estaba menos pendiente.

Lo dicho, estaba un poco pendiente de otra cosa, pero aun así la escuchó y asintió con expresión impresionada. Vaya. Qué imaginativo. Comentó, pero entonces dijo la moraleja, y ya sí que quitó la vista de la televisión. Se quedó mirándola, un tanto embobado, mientras decía eso de que lo que creas que te falta, lo que necesitas, está en ti. Aunque a veces hacía falta que nos lo dijeran. Eso me gusta. Susurró, mirándola. Esbozó una leve sonrisa y acercó un poco el rostro a ella. Y... ¿Es malo que a veces... Quieras que te lo digan? Dejó caer, mirándola a los ojos. A veces podría... Gustarnos que otro sea el que nos lo diga... ¿no?

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Por un momento le preocupó la posibilidad de haber metido la pata, al menos un poco. De haberse emocionado demasiado con su cariño hacia la película y haber quedado de tonta o pesada.
Por eso se mordió el labio al terminar y la cogió un poco de sorpresa que Jared dijera que le gustaba.

Solo entonces, ahí al mirarse se dio cuenta de que igual se había acercado demasiado a él, pero también él se estaba acercando a ella y hacía que su corazón latiese muy rápido. O quizá era por cómo hablaba en susurros, como si no quisiera que nadie más pudiera oírle, a pesar de que estaban los dos solos.

- No, no es malo. -Respondió ella, también en voz baja.- Supongo que... depende. -¿De qué? Ni siquiera lo sabía. Tampoco sabía si Jared estaba hablando de lo que ella creía.- A veces también... hay cosas que no queremos escuchar. Pero cuando aparece alguien... no tenemos más remedio y hay que reconocer que es mejor saberlo. -Se humedeció los labios un momento.- Tú... ¿hay algo que quieres que te diga? -Preguntó. Las pocas neuronas sanas de su cabeza intentando detener lo que su cuerpo estaba pidiendo, que era terminar con esa distancia y arrepentirse después, si eso.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

¿Se estaba arriesgando demasiado? Puede. Si pensaba con la cabeza fría, todo aquello era muy raro: no era más que una creación en el cerebro de Amelia, ¿por qué iba a querer liarse con él? Suerte tenía que no le considerara un monstruo o algo por el estilo. Y aun no siendo así, se estaba jugando quedarse literalmente en la calle en un mundo en el que no era nadie si la hacía enfadar o sentir incómoda. Pero claro, estaba Jared como para pensar con la cabeza fría...

Se había mojado los labios de manera inconsciente de nuevo, mirando los de ella. Era una mujer atractiva e inteligente, ¿qué estúpido no iba a querer besarla? Bueno, el estúpido de Oliver, claro. Además, ¿cuánto tiempo llevaba Jared sin besar a una chica? Pues a saber, mejor no lo pensaba. Lo que quería era dejarse llevar y besarla, y no pensar tanto. Quería pensar que estaban los dos en la misma sintonía, porque de lo contrario...

...No le estaría diciendo lo que le estaba diciendo, ni tan cerca. "¿Hay algo que quieras que te diga?" Buena pregunta. Elevó ligeramente las comisuras en una sonrisa ladeada, con una leve risa muda, sin quitar la mirada de sus labios. Luego hizo una sutil mueca pensativa y dijo. Pues... Sí que quería saber algo, pero Jared era más de actuar que de pensar. Terminó de recortar la distancia, lentamente, y besó sus labios. Fue un beso lento y suave, no demasiado largo, pero tan poco tan breve como para tener las dudas que supuestamente tenía. Se separó con el mismo tiento y abrió los ojos. Podrías decirme... Si he hecho bien haciendo esto. Arqueó levemente una ceja con una sonrisa cauta y ligeramente cómica y añadió. O si acabo de demostrar definitivamente que no tengo cerebro. Rio suavemente, sin apenas sonido, y se mojó los labios. ¿Y tú? ¿Hay algo... Que te gustaría que te dijera?

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Amelia hacía lo posible por que sus ojos no fueran a parar irremediablemente a los labios de Jared. Pero ahí estaba él humedeciéndolos y ella deseando acortar un poquito más la distancia, como si aún no fuera suficiente para estar completamente segura de lo que quería hacer... o como si no pudiera hacer más que seguir el camino que llevaba.

Pero no hizo falta mucho más, ya que Jared actuó por ella y como respuesta a su pregunta le entregó un beso suave y lento. Capaz de robarle el aliento y hacer que su corazón se acelerase. Capaz de hacerla desear mucho más que eso.

- Oh... -Fue todo lo que pudo pronunciar cuando él, al separarse, terminó de hablar, respondiendo a la pregunta que le había hecho con dos opciones. Una de las cuales era falsa, pero le hizo sonreír por la referencia.

Se mordió ligeramente el labio inferior al escuchar la misma pregunta dirigida a ella, pero después acortó la distancia y fue ella misma la que le besó. Tampoco fue un beso fuerte, profundo o impuesto. Pero era un comienzo, uno que dejaba más claro que le apetecía seguir adelante con ello.

Cuando se separaron, dio por hecho que había respondido sin palabras a lo que quería que le dijese, pero ella sí quería que él le aclarase algunas cosas.- Podrías decirme... si esto está tan bien como yo creo... -Murmuró, bajito.- O si es una locura, sabiendo que... bueno, lo que sabemos. -Que él no era real aunque lo pareciera, que aquello era un poco raro si se paraba a pensarlo. Pero es que no quería pararse a pensarlo, de verdad que no.

- Y también si... querrías seguir. -Añadió al final, sabiendo que bueno, era una declaración en toda regla de que ella quería seguir con los besos y todo lo que viniera después.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Podría haber metido la pata hasta el fondo con eso, pero algo le decía que no, que Amelia y él estaban en la misma sintonía. Llevaba sintiéndolo desde... ¿Siempre? Bueno, desde que le alcanzaba la memoria y algo en su interior le dijo que debía ir a buscarla. Desde que la vio al abrirle la puerta y... Sintió que ya la conocía, aunque no la recordara.

La respuesta llegó tal y como él había lanzado la suya: con otro beso. Lo correspondió con el alivio de saber que no se había equivocado, y con el deseo de comprobar que era lo que llevaba deseando hacer desde hacía horas. Ella se separó antes de que pudiera intensificarlo, y lo que vino detrás fue una sucesión de frases que sentía demasiado pesadas en su cabeza teniendo en cuenta que el alcohol ya tenía de por sí un poco nublado su entendimiento, que ya venía nublado de antes por su amnesia y su rocambolesca situación, y que se estaba nublando más todavía tan pronto su deseo se había despertado. Era probable que no se hubiera enterado de nada de lo que le había dicho.

De lo que sí se enteró fue de lo último. Que si querría seguir. Oh, eso sí que sabía como responderlo. Y su respuesta fue, una vez más, carente de palabras. Sin decir nada, retiró el bol de palomitas de ese lugar en el que iba a empezar a estorbar en breves, colocó una mano en su mejilla y besó sus labios de nuevo, sin perder la suavidad y el tacto, pero ya más decidido y más deseoso que antes. Acercó su cuerpo al de ella por el sofá y se inclinó ligeramente, aunque aún con cierta reticencia a ponerse sobre su cuerpo. No por falta de ganas, desde luego, simplemente... No quería que le acusara de ir demasiado lanzado, aunque podría jurar que, lo dicho, los dos estaban en la misma sintonía.

Ese beso duró mucho más, bastante más, y fue más apasionado, lo suficiente como para olvidarse de respirar. Estaba bastante inclinado hacia ella y la mano que no acariciaba su mejilla se había apoyado en su cintura. Detuvo un segundo el beso, aunque sin separarse de sus labios, para susurrar sobre estos. Esto... No puede estar mal. Se mojó los labios. Si no se siente mal... No puede estar mal... ¿no? No era el más brillante y elocuente de los hombres en esas circunstancias, pero sí podía ser apasionado si se lo pedía. Ganas no le faltaban. Todo esto... es una locura desde que empezó. Dijo, dejando escapar una leve risa. Rozó sus labios con los de ella pero, antes de besarla de nuevo, añadió. Pero creo... Que ya estamos metidos en ella igualmente.

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Jared le dio la mejor respuesta posible a sus dudas.
No solo porque la sensación de besarle fuera increíble, sino porque mientras lo hacía, mientras se dejaba llevar por él, por el vino y por sus propias ganas... no estaba pensando.
Porque si pensaba, seguramente terminaría saboteándose. Se le daba bien eso. Y no quería. Quería disfrutar de aquello, de un tipo que era perfecto para ella en todos los sentidos... aunque literalmente hubiese salido de sus fantasías.
Solo que no le sentía como una fantasía, estaba ahí y era muy, muy, real.

El beso fue más intenso y profundo, y no dudó en corresponderlo, subiendo una mano a su cuello, llegando con los dedos hasta su nuca mientras saboreaba sus labios hasta perder la respiración.

Cuando se detuvo, se quedó con los ojos cerrados, sintiendo la caricia de sus labios en los propios, escuchando sus palabras con una leve sonrisa.- No. No quiero que esté mal. -Susurró ella, que se sentía genial cuando le besaba, desde luego. Ahogó la risa ante su comentario final.- Sí, creo que ya no nos escapamos.

Se acomodó un poco mejor para besarle de nuevo, una mano aún en su cuello, sus dedos colándose por el filo de la camisa y acariciándole, mientras su otra mano buscaba los botones para ir abriéndose espacio.
Dejó de besar sus labios, pero no a él, hizo un camino de besos leves y suaves hasta llegar a su cuello, aprovechando que ya quedaba más a la vista después de abrir un poco más la camisa.

En ese momento, en la película empezó a sonar una canción de lo más alegre y quizá le habían dado al mando sin querer porque se había subido el volumen. Amelia no pudo hacer más que reírse, pero tuvo que apartarse de él para poder apagar la tele.
Ya en silencio, volvió a mirar a Jared, deseando volver a estar en sus manos y tener sus labios pegados a ella. Pero...- ¿Quieres que sigamos aquí o...? -Con un gesto de la cabeza señaló las escaleras. Estarían más cómodos arriba.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

No parecía que estuviera incómoda, todo lo contrario. Aunque claro... Cuando vivías en una laguna de memoria perpetua, tampoco tenías muchas referencias con las que comparar. Pero sentía sus dedos acariciando su piel y su pelo. Y al separarse de sus labios, se lo confirmó con palabras: no quería que estuviera mal. Sí, eso estaba bien, muy bien.

Rio levemente con ella y volvieron a enredarse en sus besos, acercándose más a su cuerpo y permitiéndose acariciarla, como ella hacía con él. Bajó una mano a su pierna para subir las caricias por esta poco a poco, arrugando la tela de su vestido a su paso e inclinándose hacia su cuerpo, mientras ella desabrochaba su camisa. Pues aquello iba a ocurrir, y desde luego que él no iba a poner ni la más mínima resistencia. No podía explicarlo, pero Amelia le gustaba, le atraía, sentía una conexión especial hacia ella. Y no iba a ponerse ahora a evaluar el por qué sí o el por qué no de ese hecho. Iba a dejarse llevar, y ya estaba.

Cerró los ojos para sentir los besos por su piel y como esta se erizaba y su pasión se incrementaba. Pero los abrió, un tanto desconcertado, cuando de repente el volumen de la televisión se subió de más. Frunció los labios, sin querer reírse justo ahora, pero la chica lo hizo y él no pudo evitar hacerlo con ella. Se sentía bien, se sentía... Natural, la verdad.  Y, desde luego, por si todo lo ocurrido en los últimos minutos no hubiera sido suficiente buena señal, Amelia determinó que ahí terminaba la película. Pues eso sí que era buena señal.

Aunque no tan buena como la que recibió después. Siguió el recorrido de su mirada, arqueó una ceja y ladeó una sonrisa. ¿O...? Preguntó divertido, aunque se mordió el labio, perdiendo la mirada en los de ella. Yo creo que... Se puede mejorar la comodidad. Se encogió de hombros. Si es a eso a lo que te refieres. Llevó la mano a su nuca y volvió a besarla, apasionadamente, porque no quería detener aquello más de lo necesario. No se separó de sus labios hasta que no necesitó respirar, y al hacerlo susurró sobre estos, sin perder el tono divertido, aunque con una sombra de sensualidad muy evidente. Vas a tener que guiarme... No conozco esta casa.

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Se humedeció los labios esperando la respuesta de Jared. No dudaba que iba a entender a qué se refería, aunque no es como si le importase demasiado seguir ahí o pasar a la alfombra... solo sabía que quería seguir con aquello, disfrutar de aquel momento.

Sonrió al escuchar su forma de responder, siempre había algo de broma en su tono. Tenía esa sonrisa cuando él la besó de nuevo, uno de esos besos que te roban el aliento y despiertan todo tu ser.
Escuchó su propuesta a tan poca distancia de su boca.- Claro. -Murmuró ella, dando otro beso al hombre, aunque más corto.

Se movieron un poco para bajar del sofá, Amelia tiró de la mano de Jared para que la siguiera, riéndose un poco cuando chocó contra ella. Tiró de él hacia los escalones que llevaban al piso superior, no había mucho que enseñar, un pequeño baño, su dormitorio y un cuarto con la puerta cerrada que estaba lleno de cajas viejas que nunca se decidía a ordenar. Había un pequeño ático, pero la escalera estaba rota cuando llegó, así que no había subido nunca.

- No tiene mucha pérdida. -Bromeó, estando en la puerta de su dormitorio, aunque se separó de Jared para apresurarse a quitar de la cama los nueve intentos de modelito para aquella noche, que terminaron formando una pila a un lado. Estaba claro que no había planeado para nada que la noche acabase así.- Siento eso...

Volvió a acercarse a él, terminando de abrir su camisa y teniendo que ponerse de puntillas para besar sus labios de nuevo, besos cortos que bajaron por su mandíbula y su cuello.- ¿Te acuerdas de por dónde íbamos? -Preguntó casi en un ronroneo.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Sonrió de lado, mirándola. - Me gusta dejarme guiar. - Contestó. No, no tendría mucha pérdida, pero le gustaba su cercanía, y le gustaba ese tonteo que era previo a lo que ambos sabían que iba a venir a continuación. Quería pegarse a ella y no separarse, que ella le guiara donde le quisiera llevar.

Le soltó, no obstante, aunque el motivo hizo que se tapara sutilmente la boca con una mano para disimular la risa. - Cuanta variedad. - Comentó. Mejor... No pensaba a quién intentaba impresionar con un buen modelito, si a él o al capullo de su ex. Sea como fuere, era él quien estaba esa noche en su dormitorio, así que... Su disculpa le sacó una risa leve. - Vamos a tener que ir a muchas cenas para que puedas probártelos todos. - Bromeó, aunque luego la miró con la cabeza ladeada. - Por mí encantado. - Murmuró, con el deseo ya evidente en su tono de voz. Puede que no estuviera pensando en la cena precisamente.

La miró acercarse, mordiéndose el labio y dejando que desabrochara su camisa y besara su piel. - Pues... La memoria no es mi fuerte... - Comentó, meloso. - Pero creo que tengo una idea. - Bajó las manos por su cuerpo lentamente, y cuando llegó al límite de su falda, las subió poco a poco por su piel, arrugando la tela al pasar. - Creo que falta un vestido. - Comentó, mirando la montaña de ropa que había apilado a un lado. Siguió subiendo sus manos hasta quitarle la prenda, deshaciéndose de ella y observando su cuerpo. Colocó una mano en su mejilla y besó sus labios con deseo, pegándose a su cuerpo y desprendiéndose también de su propia camisa, ya que Amelia se había molestado en desabrochársela, avanzando sin soltar el beso hasta topar con la cama, cayendo sobre ella.

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Jared — Casa — Con Amelia

The Dinner

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Jared — Casa — Con Amelia

After

Amelia se despertó con un ligero dolor de cabeza y maldiciéndose a sí misma por no haberse asegurado de cerrar del todo las cortinas, porque aquella rayita de sol que entraba le estaba dando justo en la cara.
Abrió primero un ojo, después el otro... y se colocó mejor en la cama, mirando el techo un rato mientras se decidía a levantarse.

Había una sensación extraña en el ambiente, como si fuera raro haberse despertado sola. Y estaba desnuda, no solía dormir sin un pijama.
Fue como una revelación que le vino de golpe y la hizo sentarse en la cama como si un resorte se hubiera activado.
¡Jared!
Había pasado la noche con Jared.

- Ay Dios, ay dios... -Empezó a repetir mientras hiperventilaba y localizaba una camiseta por ahí. No se podía creer lo que había hecho, lo que había pasado... Y lo que sentía al recordarlo.
Estaba mal. Pero estuvo muy bien...

Un momento... Detuvo la cascada de pensamientos frenéticos que la invadían porque se dio cuenta de un detalle. Jared no estaba allí. No estaba en su dormitorio, con ella. No se había quedado.
Se sentó de nuevo en la cama notando cómo aquella sensación de vacío se instalaba en su pecho. ¿Y si nada había pasado? ¿Y si todo aquello solo había sido un sueño?

Miró hacia la puerta de su habitación. Había una forma de comprobarlo y era llamarle. Pero al mismo tiempo... no se atrevía a hacerlo y descubrir que nada había sido real.

Amelia — Casa — Con Jared

After

Cuando se despertó, Amelia aún estaba dormida. Se había girado en la cama y allí estaba ella, dormida plácidamente, desnuda a su lado. Él también lo estaba. Sonrió. Eso... le gustaba. Esas cosas de la vida le hacían feliz, le satisfacían. Realmente... no tenía apenas recuerdos, y su origen seguía siendo incierto. Pero si realmente había nacido de la imaginación de esa mujer... Quizás fuera un buen objetivo para estar vivo. Siendo así, desde luego había tenido más suerte que el resto de personajes de ficción ¿no?

La realidad en esos momentos era que él estaba despierto, y ella dormida. Que era un invitado en su casa, en su cama y en su mundo entero, querido o no, pero invitado al fin y al cabo. Lo mínimo que podía hacer era comportarse adecuadamente, ser caballeroso. ¿Era él así? ¿Caballeroso? Desde luego no se veía a sí mismo como un caballero medieval, más bien como un motero desenfadado. ¿Pero era incompatible con hacer unas tortitas? De hecho, las tortitas eran de su época, no de la edad media precisamente. Decidido: tortitas.

Bajó lo más silenciosamente posible a la cocina. Lo cierto es que estaba todo un poco manga por hombro, y no recordaría su pasado, pero sí que recordaba la noche anterior. Aun así, le hizo sonreír. Hizo un par de cafés (le dolía un poco la cabeza, y seguramente Amelia estuviera igual, el café venía bien para la resaca) y se dispuso a preparar tortitas. No era un gran cocinero, pero bueno, se podía apañar. Hizo unas tortitas y buscó si había por ahí algo que echarle. ¡Ah, sirope de chocolate! Perfecto. Las apiló, echó un poco de sirope por encima y las puso en una bandeja, junto un par de platos y los cubiertos, además de los cafés. Lo llevó hacia la planta de arriba con mucho cuidado y abrió la puerta con cuidado, para no despertar a la mujer.

Pero la mujer ya estaba despierta. Sonrió. - Buenos días. Espero no haberte despertado con el ruido. - Movió la puerta con el pie, no para cerrarla pero sí para darles aunque sea una leve intimidad... Qué tontería, si estaban solos. Menos mal que le había dado por ponerse los pantalones y, al menos, colocarse por encima una camisa abierta. Habría quedado fatal ponerse a preparar comida desnudo. - ¿Has dormido bien? - Preguntó con cortesía. Se sentó con cuidado en el borde de la cama y colocó la bandeja entre ellos mientras decía. - Espero que estén comestibles. He hecho lo que he podido, espero que no te importe que me haya colado en tu cocina. -

Jared — Casa — Con Amelia