Write me. Meet me.
Love me.

LOS ÚNICOS HOMBRES BUENOS SON FICTICIOS.

Esas fueron las palabras que Amelia le gritó a su, desde aquel momento, ex-novio cuando la dejó en la puerta de su casa. Aunque más bien se lo había gritado al coche rojo que se alejaba después de que diera un portazo, dejándola con las ganas de pegarle una patada. Oliver no entendía nada, no comprendía su pasión por a escritura y por la historia que estaba creando e iba a ser la nueva gran saga literaria de la historia. Con un protagonista como Jared no podía ser de otra forma. No entendía cómo podía tener celos de un personaje que ella misma había creado... Bueno, era perfecto en todos lo sentidos y Oliver no se le parecía en lo más mínimo. Pero eso no era excusa para montarle una escena y terminar con su relación así.

Había empezado a llover y cuando entró estaba empapada, después de darse una ducha caliente aún estaba enfadada, por lo que cogió una botella de vino y decidió ponerse a escribir en el portátil. Si la vida no quería darle una relación de verdad con un gran romance, ella misma lo haría. Aunque solo fuera en un relato corto, alguien tan perfecto como Jared iba a enamorarse perdidamente de ella e iban a ser felices juntos.

Por desgracia, aquella lluvia era una tormenta eléctrica y a mitad de su relato hubo una subida de tensión que cortó la luz, incluyendo que se apagara el ordenador -cargar la batería está sobrevalorado- y que hasta le diera un pequeño calambre. Así que con otro motivo para enfadarse se tuvo que ir a dormir sin siquiera tener su romance ficticio.

Unos golpes en la puerta la despertaron al día siguiente.

Original — Fantasía — 1X1

Decisions

Vaya, esa no es la reacción que esperaba. Aunque, para ser honestos, tampoco es que se hubiera parado a pensar en la reacción que la joven iba a tener. Jared a veces podía ser algo impetuoso. Y ahora su único vínculo con la realidad le había echado de la casa. Supuso que se lo merecía.

Puso cara de desconcierto absoluto. ¿Quién diablos es Oliver? Más personajes de novela no, por favor. Aunque algo le decía que ese tal Oliver era real, demasiado real para el gusto de Amelia, de hecho. Parece que era su novio, o su exnovio, o algo así.

Se levantó y, con prudencia, se acercó a la mujer. Lo siento, ¿vale? No tenía que haber dicho eso. Se volvió entonces hacia la mesa y cogió el papel, poniéndoselo delante de su pecho como si quisiera identificarse. Mira, ¿ves? No había escrito nada. Solo quería... No sé, no sé lo que quería. Trató de justificarse, pasándose una mano por los rizos de la nuca con la mirada baja, ligeramente avergonzada. Supongo que... Intentar entender por qué alguien como tú inventaría a alguien como yo, y cómo he aparecido en tu puerta.

Resopló. ¿Ahora era él quien debía convencerla a ella de que sí era su personaje? ¡No, por favor, no quería que eso fuera verdad! Pero desde luego, si la otra hipótesis era que Jared fuese parte de un malévolo plan para engañarla, casi mejor que fuese la primera. Sentía simpatía por esa mujer, que parecía estar pasándolo igual o peor que él. No quería hacerle daño.

Amelia, no te estoy engañando, te lo prometo. Dijo con la mayor serenidad y humildad que encontró en su registro. Esto... También es muy confuso para mí. Hizo una pausa y, con un ligero deje de desesperación, se encogió de hombros. Quería comprobar si me estabas tomando el pelo y he conseguido el efecto contrario. ¡Estoy desesperado! No recuerdo nada y la alternativa más plausible por ahora es que ni siquiera exista, que no sea más que... alguien inventado por ti. La miró entonces a los ojos. Por favor... Te prometo que no te estoy mintiendo. Echó aire por la boca y dijo. Déjame que te lo demuestre de alguna forma, como quieras. Y prometo que me iré después.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Con los labios fruncidos por el enfado dio un pequeño paso atrás cuando él se levantó, demasiado confiada había sido. Y al mismo tiempo no podía echarle sin más, sin escuchar lo que quisiera decirle. Quizá simplemente se riese en su cara y le dijera que era una crédula idiota que había caído en una trampa.

Pero lo que Jared hizo fue disculparse y Amelia supo que era sincero en sus palabras, por mucho que ella odiase creerle simplemente porque reconocía sus gestos o porque tenía esos ojos o porque... ni siquiera sabía por qué, pero sabía que decía la verdad y punto. Y que se arrepentía de aquello.
Incluso estaba empezando a convencerse de que era su personaje, porque era lo más plausible que ambos tenían y lo único que les unía.
Y ahora le pedía una forma en que pudiera demostrar quién era, o que no era un invento de Oliver.

- Levántate la camiseta. -Dijo ella, con lo primero que se le ocurrió, aunque se dio cuenta de que sin una explicación eso quedaba un poco... raro.- El Jared de mi libro tiene una marca de nacimiento en el costado. Oliver no sabía en cuál, ni la forma exacta. Puede que ni que la tuviera. -No recordaba todo lo que le había contado a su ex de su personaje, y hasta aquel momento había estado convencida de que ni había leído las páginas que le había pasado.

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Arqueó una ceja ante esa petición. ¿Se creía que llevaba micros o algo? Sí que estaba paranoica la chica, pero realmente podía entenderlo. Era todo demasiado extraño, de principio a fin. Habían pasado demasiadas cosas en una mañana, y por lo que había dejado caer durante su enfado ya estaba de por sí inmersa en una mala racha.

Luego, sin embargo, le explicó el por qué de que se levantase la camiseta. Aun así, lo que le había dicho seguía siendo una pequeña punzada en su orgullo. ¿Así que sigues pensando que soy parte de un plan malévolo de tu ex? Muy bien, pues si quieres pruebas, las tendrás. No entendía cómo pero la situación se había dado la vuelta como una tortilla y ahora parecía más interesado en demostrar que realmente era su personaje frente a la opción contraria, la de ser un estafador contratado para volverla loca.

Torció una sonrisa y no se conformó con levantarse una camiseta, sino que se deshizo de ella por completo. Con cierta chulería, la lanzó a un lado y, acto seguido, se giró para mostrarle su costado izquierdo. Levantó un poco el brazo y, efectivamente, tenía una pequeña mancha de nacimiento. Muy poético que tenga la forma de Australia, ¿es allí donde tienes pensado huir para librarte de este plan malévolo que hemos urdido tu novio y yo? Dijo con sarcasmo. Volvió a bajar el brazo y a colocarse de frente a la mujer, con los brazos en jarra. Supongo que esto también me lo he inventado. Dijo con una sonrisa de superioridad. No pretendía ser borde, pero ahora sentía que controlaba un poco más la situación y eso, ciertamente, le estaba empezando a gustar. Si la mujer quería un duelo con él, estupendo. A ver quién ganaba. ¿Necesitas que te enseñe algo más?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Los ojos de Amelia se abrieron un poco más, igual que su boca, cuando en lugar de simplemente alzar la camiseta, Jared decidió quitársela dándole un espectáculo... nada despreciable. Pero en el que no debería estar pensando tanto, igual que no debería estar teniendo tantas ganas de tocar ese torso.
Y allí estaba, la mancha de nacimiento.

- Ex-novio. -Puntualizó cuando mencionó a Oliver.- Pero no, no pensaba huir a ninguna parte... -Entendía que estuviera molesto por la necesidad de tantas pruebas, por todo lo que estaba pasando, los dos tenían los nervios bastante alterados. Lo normal cuando te encuentras en un momento así de tu vida, claro.
Y sin saber por qué, igual por lo de los nervios, la pregunta de enseñarle algo más le pareció de lo más sugerente. Aunque se abofeteó mentalmente para volver a la realidad.- Lo justo es justo. -Suspiró. Alzó levemente su camiseta y bajó la cinturilla de su pantalón para que se viera que en su cadera derecha estaba la misma marca, aunque del revés.- Nadie sabe que no son iguales y a la vez se parecen. -Explicó, volviendo a colocarse el pantalón bien.

Miró la camiseta en el suelo, pensando en que igual debería decirle que se la pusiera, pero terminó por dejar que él mismo lo decidiera.- En fin, volvemos a la hipótesis de que eres un personaje. -Se volvió a sentar y miró las preguntas, poco habían ayudado.- Podrías haberte inventado cualquier otra cosa. -Recriminó en un murmullo.- Pero supongo que tenemos cosas que solucionar... si tus recuerdos vuelven cuando yo menciono las cosas que sé, lo idea sería poder acceder al texto y que lo leyeras, pero para eso necesitamos el servicio técnico y no podemos ir hasta el lunes. -¿Qué demonios iba a hacer hasta entonces? ¿Qué se suponía que tenía que hacer con él?- ¿Se te ocurre alguna cosa más que pueda ayudarte?

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

No puede ser. Susurró impactado, sin pensar. Miraba con los ojos como platos la mancha que la mujer le mostraba. Era idéntica a la suya solo que con diferente orientación, como si la estuviera mirando en un espejo. De hecho, sentía la extraña sensación de mirarse en un espejo cuando la miraba a los ojos.

Se había quedado callado y ligeramente en shock, pensando. Toda la chulería que había sacado minutos antes se vino abajo. Qué tonto. Por un momento había pensado que había pasado a controlar la situación y nada más lejos de la realidad. Ya no sabía ni qué pensar.

Vio a la mujer sentarse y, mientras ella le hablaba, bajó la cabeza y recogió su camiseta del suelo para volver a ponérsela, pues se sentía ya un poco ridículo así. Carraspeó como si quisiera quitarse la sensación de vergüenza que de repente se había apoderado de él y se sentó también. Ante la pregunta de si se le ocurría algo, Jared miró a ninguna parte y, frunciendo el labio con expresión de no saber nada, se encogió de hombros. Sinceramente... No. Era verdad. Estaba perdidísimo. El texto podría ser de gran ayuda, es cierto... Pero, al fin y al cabo, es tu texto, ¿no? Preguntó, esta vez mirándola a ella. Quiero decir... Si es una historia que tú has escrito, te la sabrás. Me conoc... Conocerás a tu personaje. Corrigió, algo incómodo por el papel que el mismo se había autoimpuesto. No dejaba de ser una locura y algo que, de ser verdad, sería bastante descorazonador y extraño.

Cogió otro trozo de pizza y, antes de llevárselo a la boca, añadió. Puedes contarme cosas sobre tu historia y ver de qué me acuerdo... Quizás al empezar a mencionar algunas cosas, yo pueda ir completando con más información. Torció una sonrisa bromista. Quien sabe, alomejor te ayudo a terminar tu libro. Dio un bocado a la pizza y miró el trozo con el ceño fruncido. Sigue estando buenísima, pero te recomiendo que te la comas ya. Se está quedando helada.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Intentó no mirar demasiado a Jared mientras volvía a ponerse la camiseta, arrepintiéndose un poco de haberle descrito con unos músculos tan bien esculpidos. Bueno, como todo lo demás, costaba dejar de mirarle. Y tenía cosas más importantes en las que pensar como para quedarse embobada con el físico de un tío que podría o no ser el protagonista de sus fantasías.

Asintió a lo que dijo de que siendo su texto, ella debía sabérselo, lo hacía. Y lo cierto es que podría decirse que conocía a su personaje incluso demasiado bien para lo que la mayoría de sus conocidos quisiera.

Atendió a su idea de irle contando algunas cosas sobre su historia y dejar que él mismo las completase si podía, para que su memoria fuera despertando. Sonrió un poco por lo de la pizza y cogió un trozo con una mano y con la otra su lista de preguntas intentando pensar por dónde empezar, mientras le daba un bocado, estaba fría, pero eso no le quitaba que estuviera buena igual.

- Empecemos por la pregunta que no has contestado antes. -Decidió, al verla allí.- Nunca te has enamorado de verdad. No se te dan mal las mujeres y has tenido alguna relación más "formal", por decirlo de alguna forma. Pero no has encontrado a la que te haga perder la cabeza, por así decirlo. Decidí dejarte sin interés amoroso en la novela, no es necesario para la trama. -Respondió. Aunque de acuerdo con su mejor amiga, Martha, lo que pasaba es que lo quería todo para ella y hasta que no decidiera autoinsertarse en el libro, el pobre Jared estaría solo en el mundo. Obviamente iba a seguir ocultando y negando que la noche anterior en un momento muy bajo de autoestima llegara a escribir algo en esa línea.

Le dejó procesar la información, por si tenía algún recuerdo o comentario al respecto.- Bueno, el apodo. Cuando eras pequeño tenías una pandilla en tu barrio, todos con un apodo secreto para llamaros entre vosotros. Eras el Rey de los Goblins... -Ahora se preguntaba si conocería la película o no.- De adolescentes todavía lo usabais y cuando hacíais graffitis o pintadas solías firmar como GK. ¿Algún recuerdo sobre eso?

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Era muy raro escuchar a alguien hablar de tu propia vida amorosa, de tus sentimientos y de tu historial con las mujeres. Era ciertamente raro. Pero todo lo que llevaba ocurrido desde la noche anterior había sido raro, así que... Vaya. Dijo arqueando una ceja ante el comentario de que "no se le daban mal las mujeres", y dio un nuevo bocado a su pizza mientras la mujer terminaba de narrar sobre sus amoríos. Bueno, mejor así. No tengo una novia a la que defraudar con mi amnesia. Dijo con una sonrisa torcida, encogiéndose de hombros. Y estoy libre, dicho sea de paso, pensó, pero prefirió no volver a bromear sobre el asunto. Ya la había enfadado una vez.

Lo cierto es que tenía la sensación de sentir... Algo, no sabía muy bien el qué. Ni por quién. Pero la idea de estar o haber estado enamorado no le resultaba del todo extraña ni desconocía. No tenía recuerdos nítidos, pero tenía sensaciones, y podía sentir familiaridad con algo que podría definirse como amor, o similar. Pero claro, "su autora" había determinado que el que estuviera felizmente acompañado "no era relevante para la trama", osea, para SU vida. Genial. Lo habían programado para estar solo y pendiente de otras cosas menos profundas. Eso sí que era alentador.

Pero lo siguiente que la mujer le dijo le hizo saltar de tal forma que dio un golpe en la mesa, señalándola acto seguido con el índice, con sus claros ojos abiertos como platos. ¡POR MI NOMBRE! Bramó emocionado. Sí, El Rey de los Goblins. Nos llamamos prácticamente igual. Parecía un niño emocionado porque compartía nombre con su ídolo. Siempre firmaba en amarillo y negro y, como subrayado, hacía la forma de un bastón con una bola en la punta. Era increíble. No recordaba nada de eso hasta que la mujer lo dijo. Se llevó la mano a los rizos de la frente, echándose el pelo para atrás, con la vista clavada en la mesa. Procesando todo lo que acababa de explotar en su cabeza. Dios mío... No me acordaba para nada... Fue David quien me puso ese mote... ¿Cómo...? No, no iba a preguntarle otra vez cómo sabía eso. Negó con la cabeza. Tengo la sensación de que hace siglos que no les veo. Tengo... Calló. En su interior habían crecido una serie de emociones que no le hacían sentir bien: ira, tristeza, angustia, miedo... Frunció el ceño, negando con la cabeza aún con la vista baja. ¿Qué había pasado? Esa época de mi vida... Esa gente... Alzó la mirada hacia Amelia. Él estaba confuso, pero ella debía saberlo. No fueron buenos momentos, ¿me equivoco? La miró muy serio, casi asustado. ¿Qué pasó con ellos? ¿Dónde están ahora?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Siguió comiendo un poco más mientras procesaba lo que le había dicho sobre las relaciones, se lo había tomado bien y no había preguntado por qué le había molestado tanto la respuesta que había dado si sabía que era mentira, lo que era de agradecer, aunque sabía cómo evitarlo, poniendo la situación con Oliver por medio. Al menos era la única carta que tenía.

El golpe en la mesa la sobresaltó un poco, pero al ver la emoción con que respondía a sus recuerdos, Amelia sonrió. Le gustaba verle así, alegre, animado... Como un niño. Al menos hasta que pensó en sus amigos, en el tiempo que hacía que no se veían... y por un momento deseó que no le preguntara por esa parte. Porque sabía que no tenía por qué tomarse bien que hubiera "hecho eso" con su vida y con los amigos a los que acababa de recordar en los buenos tiempos.
Pero tampoco podía negarle la respuesta.

- Es algo... duro. Lo siento. -Quiso disculparse de antemano.- Os gustaba mucho salir juntos de fiesta y empezásteis a experimentar con ciertas cosas. Probar, como la mayoría. Pero para David fue algo mas... estaba pasando un mal momento y aquello era su forma de escapar. Él... bueno... Murió de sobredosis en una de esas fiestas. -No sabía cómo decirlo sin que fuera tan crudo. Por extraño que pareciera para alguien que quería ganarse la vida escribiendo, le costaba dar el tono que quería a sus palabras cuando hablaba con él, cuando le tenía que contar su vida.- Fue un golpe duro para todos y a la mayoría os enviaron a distintos centros de rehabilitación. Lo que pareció funcionar, pero al mismo tiempo os distanció... -Explicó, ya que él sabía que hacía mucho que no se veían.- Miles, por ejemplo, ahora trabaja como orientador, intentando evitar que otros chicos pasen por lo mismo. -No era algo que él supiera, porque aunque lo había pensado, no lo había llegado a utilizar de momento.

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Lo que le contó le sentó como un jarro de agua fría. Se quedó mirándola, con semblante triste, y la respiración se le cortó ante la noticia de la muerte de David. Como si realmente acabaran de comunicarle que un amigo querido había muerto. Y era realmente extraño, pues no le había recordado hasta hacía minutos. De hecho, no podía ver su rostro en su mente, ni oír su voz. Solo sabía que era alguien a quien había querido y que había formado parte de su vida... Y que ya no estaba.

Bajó la vista y se quedó en silencio, mirándose las manos. No podía imaginarse con esa vida, no podía comprender cómo había llegado a drogarse, a estar así. No lo entendía. Le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, un millar de malas sensaciones y recuerdos oscuros y difusos. Casi podía sentir las sensaciones que la droga había dejado en su cuerpo a pesar de no recordar lo más mínimo haber tocado siquiera ninguna. Era todo... Muy extraño.

¿Todo eso lo has escrito tú? Dijo al fin, después de bastante rato provocando un silencio incómodo. Sí, claro que lo has escrito tú... Musitó. Volvió a quedarse en silencio y, mordiéndose el labio y negando con la cabeza con la vista baja, habló de nuevo tras otra tensa pausa. Porque estamos dando por hecho que mi vida es obra tuya, claro. ¿Qué otra opción me queda? Los ojos se le habían llenado de lágrimas. No iba a echarse a llorar, no era su intención al menos, pero llevaba demasiadas emociones en muy poco tiempo y el conocer su cruda adolescencia, muerte de amigo incluida, había sido la gota que colmaba el vaso.

Y una pregunta que llevaba escociéndole el corazón desde que empezó esa conversación salió de sus labios sin ya poder contenerla más. ¿De verdad no podías hacerme una vida más fácil? ¿Más normal? Entrecerró los ojos para mirarla, pues ya sí había levantado la vista para retar a la mujer con su pregunta. ¿Era necesario hacerme un desgraciado? Añadió con dureza, cruzándose de brazos. Dices que "estar enamorado no era relevante para la trama". Y bien, ¿cuál es esa "trama"? De veras quería respuestas a esas preguntas, pues tenía la sensación de estar en ese mundo por mano de esa mujer, que había jugado con los reglones de su vida sin perturbarse lo más mínimo, y ahora era él quien tenía que lidiar con las consecuencias. Pero había algo aún más importante que necesitaba saber. ¿Qué hago aquí, Amelia? ¿Por qué me has creado? La miró con intensidad, sin dejar de entrecerrar los ojos. ¿Por qué has creado a alguien como yo?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Se sentía mal por haber tenido que contarle aquella parte de su texto, la parte más dura por así decirlo. No le extrañó la acusación que iba implícita en sus palabras sobre si ella le había escrito.
En ocasiones había quien comparaba a los escritores con dioses, creaban un mundo y le daban vida, dificultades y alegrías a sus personajes... pero ninguno hasta el momento había tenido que enfrentarse a uno de esos personajes preguntándole por qué era necesario joderle la vida.

Además, veía en sus ojos el daño que le había hecho, lo que los recuerdos estaban haciendo con sus emociones y por eso no respondió de inmediato, porque a pesar de que se sentía juzgada en aquel momento comprendía demasiado bien lo que le había hecho, por lo que estaba pasando. Y sus preguntas eran... difíciles de responder, aún así, respiró hondo un par de veces antes de poder atreverse a enfrentar su mirada.

- La trama del libro eres tú, bueno, tu vida, por así decirlo. Como pese a haber tenido momentos malos como la muerte de David has seguido adelante, has mejorado y has tenido grandes momentos. Tienes un trabajo que te encanta como mecánico y en carreras, tienes amigos, eres sociable... -Fue enumerando cualidades, pero paró para aclarar por qué de todo eso.- Quería contar una historia donde alguien que había sufrido podía sobreponerse. Porque a veces todos necesitamos conocer un caso así, en el peor momento, saber que alguien pasó algo parecido y pudo superarlo es suficiente para tener esperanza. No importa si lo estás leyendo o lo escribes. -No sabía si Jared comprendería lo que quería decir, pero solo esperaba que no sintiera pena por ella. Después de todo, en cierta forma, él era todo lo que ella querría ser.- Es cierto que podría haberte dado también una relación estable, una pareja, amor... pero no quería hacer que todo lo bueno que la historia terminase pareciendo que se necesita otra persona para poder ser feliz. -Dijo la que la noche anterior se estaba escribiendo un fanfic romántico para poder superar una ruptura.

- No existen las vidas normales, ni justas, ni finales felices de cuento... siempre hay momentos malos, pero también buenos. Siento que tus primeros recuerdos hayan sido malos. -Se disculpó otra vez. No podía hacer otra cosa.- Piensa en... la primera vez que montaste en moto. O cuando participaste en tu primera carrera. Cuando estás en ella, notando la velocidad, te sientes... -Dejó que fuera él quien terminara la frase.

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Al principio la quiso interrumpir. Lo pintaba muy bonito, pero no dejaba de ser lo que era: tenía un pasado horrible y todo orquestado por esa mujer. Pero, por fortuna, se quedó callado escuchándola. Y aunque al principio trató de intimidarla con la mirada, o de esquivársela, poco a poco fue posando sus ojos en los de ella reflejando sus verdaderas emociones, en un tono más relajado. Aún le brillaban sus orbes claros por las lágrimas que trataba de contener, y que por ahora no saldrían. Por ahora.

Aunque si estaba aguantando eso, poco habría ya, pensó, que pudiera hacerle llorar. Sí, podrías. Contestó tratando de hacerse el duro al comentario sobre que podía haberle dado una novia, aunque realmente era una broma para relajar la tensión. Bueno, mitad broma, mitad en serio. Aunque sus conclusiones tenían cierto sentido... Y, a la vez, parecían estar reflejando algo de lo que ella misma se intentaba convencer.

Pero bueno, Jared no era psicólogo. Nada más diferente, era mecánico y trabajaba con motos. Eso sí que molaba. Ahora entendía por qué se sentía tan liberado y relajado subido sobre su moto, a pesar de estar inmerso en una situación tan extravagante como aquella. De hecho, pudo completar sin ningún problema la frase que su autora dejó en el aire. Completo. Musitó, y esbozó una sonrisa en sus labios mientras la miraba. Libre. Feliz. Añadió. Sentía demasiadas cosas.

Respiró hondo y se reacomodó en la silla, pasándose una mano por los rizos (por no frotarse los ojos y ponerse demasiado en evidencia). Bueno, a falta de una novia que me haga compañía tengo una moto. Bromeó. Ladeó la cabeza mirando a la joven y añadió. Es broma. Mejor dejaba de martirizarla con el tema de la novia.

Carraspeó para quitarse un poco el nudo de la garganta y cogió el tercer trozo de pizza, que ya estaba helada. Y aún quedaba más de la mitad. No estaban comiendo nada por culpa del drama en el que estaban metidos. No sé si me leería tu libro, la verdad... Volvió a bromear, retrepándose en la silla, haciéndose el interesante mientras daba un bocado al trozo. Tendría que tener un final muy interesante para que me enganchase. Añadió arqueando una ceja.

Hizo una pausa, mirando a la mujer mientras masticaba. Ahora entendía por qué se sentía tan conectado a ella. La situación era de locos, parecía que la había asumido como algo normal pero solo estaba tratando de adaptarse. No sabía cómo reaccionaría cuando pasase el tiempo y comprendiera todas las implicaciones de lo que Amelia le estaba contando. Por ahora, en cambio, intentó tirar de buen humor para aceptarlo lo mejor que podía. La verdad es que... Suena interesante. Levantó entonces un índice, bromista, y corrigió. SuenO interesante, de hecho. Rió y dio otro bocado a su pizza. Ya en serio... Me ha fastidiado enterarme de... En fin, de esas vivencias tan duras. Me duele, la verdad. Hizo una pequeña mueca con la boca, mirando el trozo entre sus manos, y añadió. Pero, por otro lado... Me siento bien sabiendo que soy una historia de superación. Eso mola. Sonrió.

Y, tras una pausa, volvió a reír, esta vez con cierta picardía. Porque si no recordaba nada, si era un personaje inventado, si su historia estaba prácticamente comenzando ahora, entonces podía adornar su pasado con lo que quisiera. ¿Te he contado que gané mi primera carrera? Inventó sobre la marcha, con una ceja levantada. Entonces, fingió cara de sorpresa y añadió. ¿No lo sabías? ¡Vaya! Debías haber estado allí. No me puedo creer que te lo perdieses...

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Hubo cierto alivio en ella cuando pudo completar lo que sentía al ir en su moto. Después de todo, por alguna razón, había aparecido con ella en su vida, así que sería algo que tendría reciente y no costara recordar. Aunque bufó cuando volvió a mencionar lo de la novia. Si no hubiera añadido que era una broma le habría dicho que en cuanto volviera al libro le pondría una, para que se callase de una vez.

- Bueno, la idea es que enganche antes de llegar al final. -Bromeó ella, aunque lo cierto es que a veces dudaba de estar haciendo algo que realmente fuera a poder vender a una editorial, pero de momento se conformaba con el bien que le hacía escribir aquella historia.

De todos modos, estaba más contenta ahora que Jared había recuperado el humor. Así que se premió con otro trozo de pizza, mientras le escuchaba hablar de lo muy interesante que era en general. Riendo un poco por todo eso, aunque asintiendo con algo de seriedad a lo que decía sobre cuánto le había fastidiado saber que había tenido que pasar por tanto.- Bueno, al menos tú puedes quejarte directamente a mí. El resto nos tenemos que conformar con culpar a todo tipo de entes invisibles. -Se encogió de hombros. ¿A quién tendría que culpar por estar ahí hablando directamente con su personaje?

Dio otro bocado a la pizza y sonreía mientras masticaba, escuchando su relato sobre su primera carrera, todo inventado, claro, porque no le podía dejar ganar a la primera. Aunque le dejó hablar como si aquello fuera cierto.- Es curioso que hayas "recordado" eso. -Comentó, con una sonrisa divertida.- Pero sí, la primera carrera que ganaste fue increíble. -Asintió, como si le diera la razón.- Aunque no fuera la primera en la que participabas... -Dejó caer.- ¿Recuerdas por qué tienes esa cicatriz en el brazo? ¿Y ya puestos, la razón del accidente? -Preguntó, esperando que recordara algo de aquello, y también el hecho de que se distrajo por culpa de su novia del momento. Por insistir con el tema.

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Frunció el ceño. No puede ser, pensó, y rápidamente se miró el brazo. Efectivamente: tenía una cicatriz en el codo, no demasiado grande aunque un poco aparatosa. ¡Oh, venga ya! Dijo mirándola con cara de reproche, y dejando caer en peso muerto los brazos hacia sus piernas, en señal de derrota. El trozo de pizza que tenía en la mano se balanceó dramáticamente, dejando la rodaja de calabacín al borde del precipicio. ¡No vale, eso es trampa! Eso de que hubieran diseñado tu vida daba poco margen para impresionar, pues ella podía cambiar el guión a su antojo. No estaba realmente enfadado, de hecho su indignación resultaba algo cómica. Pero un poco fastidiado en su orgullo, puede.

Volvió a mirarse el codo y, con resignación, dio otro bocado al trozo de pizza. No te costaba ningún trabajo darme un momento épico. Se quejó de nuevo. Al decirlo, sintió algo. Lo del "momento épico" se lo dijo a alguien justo antes de ponerse el casco y arrancar su moto para la carrera. Se quedó congelado en el sitio, a medio masticar el trozo que tenía en la boca. Las imágenes no eran nítidas, pero recordaba las sensaciones. Tragó y añadió pensativo. Ahora que lo dices... Sí que recuerdo algo. Se dibujaba ante sí algo parecido a un circuito amateur, con gente alrededor jaleando. Era un chico, un amigo, a quien le había dicho con altanería que "estaba apunto de presenciar un momento épico". Veo las líneas de la carretera... Recuerdo que estaba emocionado y concentrado... ¿Por qué me caí? Seguía pensando en voz alta.

Con la mirada perdida en la nada, sumido en sus intentos por recordar, dio otro bocado a la pizza y masticó lentamente, en silencio. Podía ver la carretera... Podía ver a la gente... Podía sentir el viento en su cara y la presión en las manos, que agarraban con fuerza a través de sus guantes los manillares de su moto. Estaba la meta ahí... Estaba súper cerca... No entendía qué le hizo caerse... Hasta que la vio. Con una falda blanca bastante corta, los labios rojos y mirada de superioridad, la chica a la que llevaba tratando de conquistar dos meses y que solo le daba largas estaba justo a escasos pasos de la línea de meta. Y dicen que donde van los ojos, van las ruedas...

Con expresión de haberse llevado un chasco, volvió a dejar los brazos caer. Me distraje con una chica. Dijo en tono monocorde. Frunció los labios en señal de decepción y volvió a mirar a Amelia con el ceño fruncido. ¿Por qué me haces esto? En serio, ¿qué problema tienes con mi vida amorosa? Negó con la cabeza mirando a otra parte. No me lo merezco, ¿sabes? Dijo con el orgullo herido y un índice acusador, aunque sin carga agresiva. De nuevo volvía a estar ciertamente cómico con su expresión, aunque en el fondo estuviera molesto. Soy un buen chico. Te estás vengando de mí sin hacerte nada... Y eso no mola. Negó con la cabeza, haciendo una mueca de desaprobación con los labios, con sus grandes ojos muy abierto. No, eso no mola nada...

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

No pudo evitar reírse ante sus quejas sobre lo que sabía de él, o lo que le había hecho, porque algunos de sus gestos ya empezaban a parecerle algo cómicos. Era curioso encontrarle gracia a una situación desquiciante como aquella.- ¡Eh! No lo digas como si me lo estuviera inventando sobre la marcha y se cumpliera. -Se defendió ella, aunque igualmente no iba muy en serio.

- Has tenido muchos momentos épicos, ¿por qué tenía que ser ese uno? -De todos modos dejó que lo fuera recordando, le gustaba verle así, cuando se concentraba e iba repasando los hechos que había vivido, que ella había creado para él estaba mucho más guapo que cuando se quejaba por tonterías como lo de la novia. Repasó a su vez el momento como lo había escrito, sabiendo por qué punto iba a medida que iba cambiando la expresión de su rostro.

Y de nuevo los reproches sobre su vida amorosa.- ¿Quieres dejar de decirlo como si no hubieras tenido nada con nadie? -Pidió, entre exasperada y divertida por la situación.- Has tenido varias novias a lo largo de tu vida y actualmente prácticamente solo tienes que chasquear los dedos para que cualquiera se meta en tu cama. -Hizo el gesto incluso mientras hablaba.- ¿Por qué tanta necesidad de tener novia? Que sepas que te escribí más independiente... -Se cruzó de brazos con los labios fruncidos y se apoyó en el respaldo de la silla.- Ahora, por tanto quejarte, no te voy a decir si la chica de la carrera fue tu novia o no. Te vas a tener que acordar tú solito.

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Ante lo de "chasquear los dedos" arqueó una ceja. Vaya, no tenía ese concepto de sí mismo. Bueno, no es que tuviera un concepto de sí mismo muy claro, la verdad. Pero el hecho de que una mujer pensara de él que podría tener a quien quisiera... No, no una mujer: su autora. ¿Quién podía decir que había sido diseñado expresamente siguiendo unos patrones? Nadie, supuso. Era una situación extraña... Tan extraña como que esa mujer ante él le considerase... En fin, "así". No sabía bien qué pensar.

Así que simplemente soltó una carcajada muda, con los labios cerrados. Acto seguido, volvió a mostrar una expresión que mezclaba la indignación con la sorpresa. ¡Y soy independiente! Se quejó, subiendo los brazos. Pero mujer, reconoce que podías haberme dado un poco de compañía. Y encima represalias. Se cruzó de brazos e hizo una mueca con los labios para reprimir una sonrisa burlona, pues aquella situación le resultaba algo cómica. Debía estar volviéndose loco para que todo lo que le estaba pasando le hiciera gracia, pero supuso que ya había tirado la toalla. En su lugar, haciendo un esfuerzo por no mostrar que en el fondo se estaba riendo, volvió a expresar descontento. Muy bonito. Dijo asintiendo lentamente con la cabeza. Pues en ese caso me lo inventaré. Añadió con una mueca infantil en la cara. Y me da igual lo que me digas sobre si es verdad o no. Ya estoy fuera de tu libro, encanto. Y le guiñó un ojo.

Tras la broma se generó un silencio. Jared ya se había comido tres trozos de pizza, que era menos de lo que comía habitualmente (o eso creía) pero, sin embargo, ya no tenía más hambre. Habían pasado demasiadas cosas esa mañana. Bajó la mirada hacia sus brazos aún cruzados y vio en su reloj que llevaban mucho rato hablando, demasiado. Bueno... Dijo con un suspiro. De repente, no supo por qué, se había sentido incómodo. Bueno, sí sabía por qué: la situación era bastante incómoda. Gracias por... En fin, ayudarme con mis recuerdos y demás. Dijo descruzando los brazos, con una sonrisa algo melancólica dibujada en la cara. Se puso entonces de pie, se llevó una mano a los rizos en su habitual gesto de alborotárselos para poder pensar y, echando aire por la boca, añadió. Supongo que debería poner en orden mis ideas, entre otras cosas. Y buscar un sitio para quedarme, a no ser que me hayas escrito una casa. Dijo con una risilla, intentando destensar la situación. Creo que debería marcharme ya.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Negó con la cabeza ligeramente por lo de no darle compañía, se podría quejar de no tener perro u otra mascota, pero no, seguía obcecado con lo de la novia. Y ella ligeramente molesta por eso, aunque no pensara decirlo en voz alta. No pensaba entrar de nuevo en el debate absurdo sobre sus posibles celos.

Intentaba disimular su sonrisa al ver que él también se cruzaba de brazos haciendo que ambos parecieran molestos con la situación en lugar de estarse riendo por dentro por lo tonta que era toda aquella situación y discusión.- No iba a decirte nada. -Aseguró cuando dijo que se lo inventaría, sin importar si era verdad o no.- Te vas a quedar con las dudas. -Se encogió de hombros ligeramente.

Los dos se quedaron así un rato, en silencio, hasta que algo pareció hacer que Jared se pudiera un poco incómodo, o esa impresión tuvo Amelia cuando volvió a hablar, levantándose con la intención de marcharse, por lo que decía. Pero lo cierto es que no tenía dónde quedarse, ni dinero seguramente, nada con lo que vivir ahí fuera. Una ciudad que encima ni conocía.
No estaba segura de que fuera por lástima, pero tampoco porque se sintiera responsable de la situación. En el fondo no sabía por qué, pero decidió detenerle.- Oye, puedes quedarte si quieres. -Dijo de pronto, sorprendiéndose a sí misma.- Quiero decir, en cierto modo estamos juntos en todo esto, sea lo que sea lo que ha pasado. Y lo del salón es un sofá cama. -Señaló con el pulgar en la dirección.- Al menos hasta que aclaremos un poco toda esta situación o... no sé, descubramos por qué has salido del libro o cómo hacerte volver. -Si es que era lo que quería hacer, que se imaginaba que sí. Claro, asumiendo ya totalmente que eso era lo que había pasado.

Amelia — Casa — con Jared

Decisions

Se giró cuando ella le detuvo y le dijo que se quedase, mirándola ligeramente sorprendido. No se lo esperaba. Al contrarió, pensó que la mujer ya debía estar harta de su presencia. Si realmente era su propio personaje salido de un libro que escribía la noche anterior, debía resultar una experiencia bastante perturbadora.

Pero antes de que pudiera replicar con cortesía o decirle que no tenía por qué molestarse, ella ya prácticamente le había colocado. Sonrió con timidez. Gracias. Dijo al fin con voz suave. No quisiera molestarte, de verdad. Suficiente has hecho ya por mí aguantándome aquí. Añadió con una risa que pretendía quitarle hierro al asunto. Pero es cierto que no me vendría mal... En fin, quedarme por aquí. Hasta que me aclare un poco al menos. Aun así, hizo un gesto con la cabeza que trataba de excusar su comportamiento. ¡Pero solo hoy! Lo prometo. No quiero convertirme en el típico personaje parásito. Bromeó, como si alguna vez en la historia de la humanidad se hubiera producido una situación similar a aquella.

Hizo una pausa y después valoró lo que ella había dicho al final. La verdad es que... No sé si quiero volver al libro. Dijo algo serio, para después añadir una risita que, de nuevo, pretendía quitar dureza a la situación. Es decir, no quiero que te ofendas. Pero volver al libro sería como... ¿morir? En cierta parte al menos. Se encogió de hombros. Dejaría de estar aquí, y ciertamente ni en los escasos recuerdos que tengo puedo sentirme... No sé, vivo realmente. Como ahora. La miró directamente, de nuevo adoptando un semblante más serio. Y no nos volveríamos a ver. Uy, eso había sonado quizás demasiado serio. Volvió a reír y bajó la cabeza. Bueno, creo que deberíamos hablar de otra cosa. Volvió a adentrarse en la cocina. Déjame que te compense por permitirme quedarme aquí. ¿Mi personaje sabe cocinar? Arqueó una ceja divertida. Si es así, me encargo de la cena esta noche. ¿Qué te parece?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

Decisions

Le gustaba la pequeña sonrisa que había en su cara cuando le dio las gracias por el ofrecimiento, aunque Amelia no era consciente de que su propia cara estaba reflejando el gesto. Se rió un poco cuando dijo que solo sería un día.- Mientras lo necesites.

Iba a proponer buscar ropa de cama y algunas cosas que imaginó que necesitaría cuando él dijo que no sabía si quería regresar y lo argumentó de esa forma. Ella no lo había pensado así.- Creía que querrías volver, al sitio que conocías. Pero qué más da, ni siquiera sabemos cómo saliste, menos aún cómo regresar o no hacerlo. -Intentó quitarle importancia porque no quería que se sintiera mal, que sintiera que podría morir como él lo había descrito. No era algo que quisiera para nadie. Además de que sí, no volvería a verle y aquello le daba un poco de pena.

Se levantó de la silla cuando quiso cambiar de tema.- Sí, te defiendes bastante bien. Lo que mejora la perspectiva de cenar pizza recalentada. -Aunque le seguía gustando la pizza, la comida casera recién hecha siempre ganaba.- Así que te dejo la cocina para que veas si tienes todo lo que necesitas -Claro que si faltaba algo su única posibilidad era ir al 24horas, que era un poco más caro.- Y yo mientras iré a buscarte unas sábanas, toallas y demás.

Se dirigió al armario del pasillo, el que no abría mucho en realidad, y buscó un juego de sábanas limpias no demasiado femeninas (tenía algunas que debían ser de su abuela, todas floreadas en lo más hondo de ese armario) y una toalla. Además aprovechó para ir al baño y cuidar que no hubiera a la vista nada demasiado "íntimo", también para buscarle una esponja y un cepillo de dientes, suerte que tenía reserva.
Y con todo volvió y lo dejó sobre la mesita del café, frente al sofá, igual no era el mejor sitio, pero era el que había.

Amelia — Casa — con Jared

The new man

La verdad es que durmió bastante bien. Al menos, a pesar de que su vida seguía siendo una incógnita, se encontraba mucho más tranquilo. Despertó antes que Amelia, o al menos ella aún no estaba en el salón cuando él abrió los ojos, y se puso a doblar las sábanas y a recoger un poco.

Desayunaron juntos, hablando de banalidades. Era agradable hablar con ella. Era agradable hablar con alguien, la verdad. Sentía que le gustaba hablar con la gente, aunque no pudiera recordar conversaciones enteras. Y supuso que sería porque era obra de ella, pero sentía que se parecían mucho. O, al menos, que conectaban.

Mientras desayunaban sonó el teléfono. Al oírlo recordó que era eso lo que le había despertado, el sonido de un móvil de fondo. Jared se calló para dejar que la mujer pudiera contestar. Sin embargo, no lo hizo. ¿No lo coges? Preguntó extrañado. Ella le soltó un comentario que era claramente una excusa, puso el móvil en vibración y lo echó a un lado. Ni siquiera sabía quién era. Pero Jared decidió que eso era algo en lo que no debía entrometerse, así que lo dejó estar.

Tú has hecho el desayuno, yo me ocupo de los platos. Le dijo a la mujer con una sonrisa. De nuevo, era lo mínimo que podía hacer. Se quedó fregando los vasos mientras que la mujer duchaba. Pero al cerrar el grifo, el insistente zumbido que llevaba oyendo un rato de fondo le hizo fruncir el ceño, molesto.

Amelia se había dejado el móvil por allí y este no dejaba de sonar, o mejor dicho, de vibrar, que era aún peor. ¿Quién era? ¿Y por qué no dejaba de llamarla? Miró hacia los lados para comprobar que la mujer no estaba cerca, aunque estaba seguro de ello, pues seguía oyendo el grifo de fondo. Agarró el móvil y miró la pantalla.

...LLAMADA ENTRANTE...

CAPULLO

Jared miró extrañado. Ya tenía que ser alguien a quien Amelia tuviera bastante manía para haberle bautizado de esa forma. Había llegado tarde a la llamada, porque en seguida esta se cortó. El chico se encogió de hombros, dejó el móvil en su sitio y buscó un trapo con el que quitar las migas de la mesa. Y, entonces, sonó de nuevo.

No aguantaba más ni el zumbido ni la intriga. Quizás se estaba metiendo donde no le llamaban... Pero bueno, Amelia tampoco tenía por qué enterarse, ¿no? O quizás le venía bien que le echara una mano, porque ese "capullo" era obvio que no pensaba dejarla tranquila.

En un impulso, agarró el teléfono y descolgó. ¿Sí? Al otro lado, un inquietante silencio. Se retiró el móvil de la oreja, mirando la pantalla extrañado, y volvió a colocárselo en su sitio. ¿Hola?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Amelia había dormido bien, pese a haber tenido la sensación de haber pasado horas en la cama dando vueltas pensando que tenía a un completo desconocido durmiendo en su salón. Bueno, desconocido en parte, porque la única teoría que ya solo les quedaba aceptar es que era algo así como su creación. Una creación que se había escapado de su imaginación para andar libremente y poner su mundo patas arriba.
Se despertó temprano, por culpa del teléfono que no había puesto en silencio. Solo ver que era Oliver ya hizo que amaneciera mal. Cambió su nombre en el contacto como pequeña venganza personal por el de "Capullo".
Sin embargo, al bajar y encontrar a Jared, su humor mejoró y empezó a hacer el desayuno como si nada, para comerlo juntos y hablar tranquilamente. Interrumpidos únicamente por una nueva llamada, que no contestó.
Ya que Jared se ofreció para lavar los platos, ella decidió meterse en la ducha para despejarse. Aún sin saber muy bien qué podían hacer ese día.

El agua sirvió para aclarar sus ideas y hacer que se sintiera bastante mejor. Pero al salir, mientras se secaba, creyó escuchar la voz de Jared. Envuelta con la toalla, asomó la cabeza al pasillo.- ¿Has dicho algo, Jared? -Preguntó. No hubo respuesta pero sí que le escuchó hablar de nuevo, así que avanzó por el pasillo.- Lo siento, no te he escuchado... ¿es ese mi teléfono? -Preguntó al darse cuenta de que no estaba hablando con ella.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Jared casi dio un respingo, arqueando mucho las cejas ante esa respuesta. Vaya, qué borde. Aunque podía tener cierto sentido esa reacción, quiso suponer. Al fin y al cabo ese era el teléfono de Amelia, quien supuestamente vivía sola. Podría tratarse de un familiar que, al oír la voz de un hombre al otro lado, se hubiese asustado ante la posibilidad de que le hubiese robado el móvil o algo por el estilo. Aunque teniendo en cuenta que el calificativo para el sujeto en cuestión por parte de la mujer había sido capullo, ponía en duda la cordialidad de esa relación.

¿Y qué respondía? Porque claro, su primer impulso fue decir quién era realmente: Jared. Su nombre. Pero no podía olvidar que, técnicamente, él no era más que un personaje ficticio. Quizás manifestarse de una forma tan abierta no era lo más inteligente. Pero y entonces, ¿qué iba a hacer? ¿Mentir? Maldita sea, no debía haber cogido el teléfono. Por fortuna, el hombre pareció impacientarse ante su pausa y continuó de muy malos modos.


Oliver... ¿De qué le sonaba ese nombre?... Mierda: el exnovio de Amelia. Definitivamente no debió haber cogido el teléfono. Le iba a matar, si lo estaba ignorando era por algo. Se había metido donde no le llamaban.


Valiente capullo. Vale, ya entendía de dónde le venía el calificativo. Se ve que al señor le había sentado como un tiro encontrarse a otro hombre respondiendo el teléfono de la que YA NO era su novia. Jared frunció el ceño y contestó, esta vez sin vacilar.



Madre mía, Jared, en qué jardín te estás metiendo. Pero lo cierto es que la actitud de ese tío le había tocado bastante la moral. ¿Cómo una joven tan agradable como Amelia podía haber estado saliendo con semejante imbécil? Debía haber alguna explicación. Pero, mientras tanto, siguió contestando.


Dijo con voz tranquila y autoritaria, hinchando el pecho en señal de orgullo con una sonrisa de superioridad en los labios, dando una vuelta sobre su propio cuerpo y... Oh oh.

Amelia estaba en la puerta de la cocina, mirándole mientras él sostenía su teléfono. El tal Oliver estaba soltando una sarta de improperios al otro lado del teléfono que, de seguro, podían oírse por fuera del dispositivo. Sin embargo Jared ya no le estaba escuchando. En su lugar, había desdibujado la expresión soberbia de su rostro y ahora tenía los ojos muy abiertos, casi con miedo, mirando a Amelia. Puso una mano en el micrófono del móvil para que el otro no le escuchase y, con expresión de niño que acaba de romper sin querer un jarrón, le susurró a la mujer. Es Oliver.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

No sabía qué se había imaginado que podría necesitar Jared cuando le había escuchado hablar desde el baño, pero desde luego lo último que esperaba era encontrarle hablando por teléfono, con su teléfono -en ese momento no caía en que el chico no tenía uno-, y ESPECIFICAMENTE con Oliver.

- ¿Qué dices? -Preguntó necesitando que se lo repitiera, porque no podía creérlo.- Dámelo. Da-me-lo. -Ordenó extendiendo la mano. Y con la otra pegándole en el brazo.- ¿Cómo se te ocurre? ¿Por qué lo has cogido? -Lo mataría allí mismo si pudiera.

Y con toda la dignidad que podía reunir estando en toalla en su cocina, se acercó el teléfono a la oreja, escuchando aún la voz de Oliver quejarse por cualquier cosa que le hubiera dicho. Respiró hondo.- Oliver. Soy yo. ¿Qué quieres?

No debería importarte. ¿Qué quieres?

No tenía paciencia para aguantar comentarios o insultos, así que optó por responder de forma menos civilizda.- Oliver, si no me dices qué coño quieres, te cuelgo ahora mismo.


Suspiró, así era como empezaba todas las veces que terminaban juntos, aunque aquella vez había tardado muy poco en intentar recuperarla.- Los dos sabemos que eso no es cierto. Siempre te cobras tu preocupación.


Rompiste conmigo el viernes por la noche ¿y quieres que te acompañe a una fiesta, pero de qué vas? -No se lo podía creer, ¿cómo podía tener tanta cara? Y querer utilizarla de esa forma. No es que quedara mejor con una chica al lado, es que esa chica tenía que ser inteligente y saber responder a ciertos comentarios. Solo por eso no le valía cualquiera y tenía que ser ella. No iba a ir, lo tenía claro. Pero improvisar no era quizá su mejor don.- Además, no puedo ir. Tengo... una cita.


Miró a Jared con cara de pánico. Podía decirle que con él, pero si decía su nombre Oliver recordaría al personaje de su libro y creería que estaba mintiendo.- Con... con David. Le acabas de conocer.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Aaahh. Se quejó en un susurro para que el idiota al otro lado del teléfono no le escuchase. Se merecía ese golpe, ciertamente. ¡Yo que sé! Estaba sonando mucho. Como excusa desde luego no era muy buena, pero era la verdad. Lo había cogido simple y llanamente porque no paraba de sonar. Bueno, y por curiosidad, eso un poco también.

Se quedó con el ceño fruncido en señal de suspicacia, pues si ese tío le había hablado así a él, que no lo conocía de nada, no se fiaba de la reacción que pudiera tener con Amelia, con quien apenas había roto su relación hacía horas. Ella parecía tranquila, o al menos eso intentaba disimular. Quizás Jared debía haberle dejado un poco de intimidad, pero al fin y al cabo esa barrera ya la había roto al descolgar.

La conversación fue subiendo un poco de tono y Jared se cruzó de brazos. No es que Amelia pareciera una damisela en apuros precisamente, sabía bien defenderse sola, por no hablar de que él en esa situación ni pinchaba ni cortaba. Al fin y al cabo, no era nadie. Pero entonces, la joven le miró. ¿Le estaba pidiendo ayuda? Jared se movió ligeramente, dispuesto si ella se lo pedía a quitarle el teléfono y decirle a ese tipo que se fuera a tomar viento fresco. Pero no. En su lugar, continuó hablando.

Al principio no lo pilló. Había dicho que tenía una cita, motivo por el cual no podía ir a donde sea que le hubiera dicho Oliver que fuera. Vale, eso podía ser. Al fin y al cabo, en el escaso tiempo que habían compartido juntos, habían hablado más de él que de ella. Pero después le miró. Y después dijo que con un tal David. Y después dijo que le acababa de conocer. ¿Cómo que le acababa de conocer? Pero si allí no había ningún Dav...

Oh, no. Abrió los ojos como platos y estiró el cuello hacia ella como una tortuga, aún con los brazos cruzados. ¿¿Qué qué?? ¿Qué haces? ¿Qué dices? Volvió a susurrar, descruzando súbitamente los brazos. En el tono de su susurro y en los gestos de su cara se podía notar su incredulidad, a pesar de que apenas se escuchase su voz. Dio una vuelta agobiada sobre sí mismo, aún con los ojos como platos, mirando al techo como si quisiera reclamar paciencia divina.

La mujer había entrado en pánico, era la única forma de explicarse eso. Vale, lo podía entender. Ese tipo podía sacar de quicio a cualquiera, más siendo su exnovio. ¿Pero tenía que ponerle a él, a Jared, de excusa? Y por otro lado, ¿por qué le llamaba David?

Cuélgale. Volvió a susurrarle, haciendo un gesto con las manos. Mándalo a tomar por... Y, con otro gesto de las manos, señaló a donde lo podía mandar, por no ser demasiado explícito con palabras. Aún así, se quedó allí. Desde luego que ya no podía perderse como acababa esa conversación. Además, si la mujer le encasquetaba el teléfono para que él le pusiera arreglo al desastre que había montado por descolgarlo, lo haría. Qué remedio. Maldita la hora en que cogió ese teléfono.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Toda la seguridad que había sentido al empezar la conversación se había ido yendo a la mierda conforme hablaban. Oliver siempre conseguía que eso pasara, para su disgusto, era una de las razones por las que siempre terminaba volviendo. Conseguía minar su personalidad y convencerla.
Y al final, lo único que se le había ocurrido era poner de excusa al idiota que había cogido el teléfono por ella. Ni siquiera sabía por qué. Había entrado en pánico y había pasado sin más.

- Shhh... -Indicó a Jared, ahora conocido como David, medio susurrando antes de darse cuenta de que Oliver seguía hablando.- Perdona, ¿qué decías? -Al otro lado del teléfono escuchó bufar a su ex, por lo visto molesto de no tener toda su atención.


Ese comentario casi la hace obedecer las ideas de Jared y no solo colgar, sino directamente meter el móvil en la trituradora.- Oliver, te lo repito, no es de tu incumbencia. Déjame en paz.


- ¿Estás loco? J-David es muy... muy real. Puedes creerme. -Tan real como nunca se habría imaginado que lo sería.
- No, de eso nada. No tienes que hablar nada con él. -Intentó mantenerse firme, pero el cerdo manipulador con el que salía siguió insistiendo hasta que con un gruñido estiró la mano con el teléfono hacia Jared. Aunque antes de que hablara le interrumpió.- Espera, pon el manos libres. -Le pidió, así los dos estarían al tanto de lo que el que estaba al otro lado del aparato decía.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Jared seguía mirando con el ceño fruncido y los brazos cruzados la conversación entre Amelia y la voz al otro lado del teléfono. No podía oír más que un susurro ininteligible, aunque se podía percibir el tono irritado. Menudo imbécil. ¿Y Amelia había estado saliendo con ese tío? La creía más lista.

Y entonces estiró la mano del teléfono hacia él otra vez. Jared abrió los ojos como platos e incluso dio un paso hacia atrás. ¿Qué dices? ¿Estás loca? Susurró "a gritos", totalmente desconcertado, pero en seguida se activó el manos libres. Jared se llevó una mano a la cara para frotársela con desesperación y, acto seguido, respiró hondo y puso los brazos en jarra. Mientras hacía esto, el capullo hablaba.


Sonaba claramente sarcástico y, supuso, que lo estaba diciendo pensando que Jared aún no podía escucharle. O no, o alomejor lo había hecho a posta para irritarle aún más. Jared, que iba a empezar la conversación con otro eeemm confuso, sintió que ese tipo ya le había tocado las narices mucho por hoy. En su lugar, carraspeó.





Se había puesto muy gallito para decir eso, aún con los brazos en jarra y el ceño fruncido mirando al teléfono como si fuera el propio capullo en persona. Pero tal y como lo dijo, subió una mirada nerviosa y algo asustada hacia Amelia. Quizás se había aventurado demasiado autoproclamándose "novio". Definitivamente, después de esa conversación le iba a echar a patadas, si es que no añadía un nuevo párrafo en su libro en el que moría estrangulado por su autora. Pero es que le estaba cabreando demasiado. Además, había empezado ella con lo de la cita.


Reaccionó el otro anonadado. Antes de que Jared pudiera contestar, el otro saltó por los aires.



Jared le había arrancado el teléfono a Amelia de las manos tan pronto oyó el insulto e, instintivamente, se lo había llevado hacia la puerta de la cocina, como si quisiera quitarla de la pelea monumental que se iba a generar en breve. Lo había hecho en un acto impulsivo, presa de la ira que le estaba subiendo por el pecho.







La conversación había cogido una velocidad y un tono altamente agresivos y Jared había entrado de lleno en la dinámica. No sabía quien era ese tío, pero ya tenía un villano para su puñetera historia.

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