Write me. Meet me.
Love me.

LOS ÚNICOS HOMBRES BUENOS SON FICTICIOS.

Esas fueron las palabras que Amelia le gritó a su, desde aquel momento, ex-novio cuando la dejó en la puerta de su casa. Aunque más bien se lo había gritado al coche rojo que se alejaba después de que diera un portazo, dejándola con las ganas de pegarle una patada. Oliver no entendía nada, no comprendía su pasión por a escritura y por la historia que estaba creando e iba a ser la nueva gran saga literaria de la historia. Con un protagonista como Jared no podía ser de otra forma. No entendía cómo podía tener celos de un personaje que ella misma había creado... Bueno, era perfecto en todos lo sentidos y Oliver no se le parecía en lo más mínimo. Pero eso no era excusa para montarle una escena y terminar con su relación así.

Había empezado a llover y cuando entró estaba empapada, después de darse una ducha caliente aún estaba enfadada, por lo que cogió una botella de vino y decidió ponerse a escribir en el portátil. Si la vida no quería darle una relación de verdad con un gran romance, ella misma lo haría. Aunque solo fuera en un relato corto, alguien tan perfecto como Jared iba a enamorarse perdidamente de ella e iban a ser felices juntos.

Por desgracia, aquella lluvia era una tormenta eléctrica y a mitad de su relato hubo una subida de tensión que cortó la luz, incluyendo que se apagara el ordenador -cargar la batería está sobrevalorado- y que hasta le diera un pequeño calambre. Así que con otro motivo para enfadarse se tuvo que ir a dormir sin siquiera tener su romance ficticio.

Unos golpes en la puerta la despertaron al día siguiente.

Original — Fantasía — 1X1

The new man

En la vida de toda persona había momentos en los que se replanteaba sus decisiones vitales, tener que escuchar la discusión entre su ex y su personaje de novela era quizá el más inesperado. Pero desde luego nunca sabía por qué salía con Oliver, simplemente tenía esa forma de enredarla hasta que volvía a caer en su trampa y conseguía de ella lo que quería. En general era siempre de cara a algún evento, donde le hiciera quedar bien con sus superiores por ser algo más culta que la media.

Y por lo que escuchaba, le había dado a Jared parte de esa debilidad, porque se estaba viendo arrastrado a lo que Oliver quería, que era claramente enfadarle. Aunque no esperaba que fuera a soltar que era su novio. Se le quedó mirando con los ojos como platos y la boca entreabierta, pero sin decir nada, porque ya lo decía el otro.
Siguió a Jared con la mirada cuando se llevó el teléfono alejándolo de ella tras el insulto. Más tarde al recordar ese momento seguramente encontraría realmente atractivo ese intento de protegerla del maníaco de su ex. Pero de momento seguía algo pasmada.

Bufó enfadada y terminó acercándose a Jared, tirando de su brazo para que le acercara el teléfono.- Exactamente. Tú me dejaste a mí. Y no te creas que no sé que tenías a otra chica esperándote en casa. Te estuvo mensajeando toda la cena. -Casi podía ver la sonrisa que se formaba en los labios de Oliver al escucharla.


- Celosa estará tu madre. Ve con ella a la fiesta y olvídate de mí. -Casi le gritó con algo de desesperación.


- ¿PERO POR QUE TE IMPORTA TANTO? -Terminó gritando, porque ya no lo soportaba más.- ¿Qué más te da si es mi novio o no? No voy a volver contigo, es lo único que tienes que saber. Y menos para salvarte el culo delante de la gente a la que quieras impresionar porque no te soportan. -Ea, ya estaba todo dicho. O eso creía ella.


- Luego te mando una foto, antes de bloquearte para que no puedas volver a molestarme.

[click]

Se quedó mirando el teléfono con cara de no creerse lo que acababa de pasar. Y al poco empezó a farfullar mientras andaba dando círculos en la cocina, repasando todo su vocabulario de insultos.- ...mentiroso, embaucador, embustero, traidor, falso, felón, hijo de...

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Ya iba a soltar el siguiente exabrupto, cargado de ira, cuando Amelia interceptó la conversación. Menos mal. Jared acababa de descubrir otro dato sobre su propia personalidad: los capullos le sacaban su lado agresivo. O eso, o el que estuviera manipulando y menospreciando a la única persona que tenía en su vida en esos momentos le estaba doliendo de más, hasta el punto de no poder gestionar sus propias emociones.

Celosa estará tu madre. Vaya, estaba cabreado pero hasta esa frase le hizo desfruncir el ceño y arquear las cejas. Amelia estaba verdaderamente cabreada, y desde luego que con razón. Pero hasta insultando era bastante adorable. Será por eso que el capullo se creía con autoridad de menospreciarla. De verdad, no soportaba a los tíos así...

Ante el quincuagésimo insulto que le dedicó fue de nuevo a abrir la boca para contestar pero Amelia había tomado por completo las riendas de la conversación... O eso creía. De repente, en un giro dramático de los acontecimientos, el capullo les invitó a cenar. Y colgó. Y ahí quedó la cosa.

Jared se quedó mirando con los ojos como platos a donde estaba Amelia hace unos segundos, antes de que empezase a dar vueltas como una peonza por la cocina, como si se hubiese quedado petrificado. Perdona, ¿qué? Dijo al fin. A ver a ver a ver... ¿qué acaba de pasar? Se llevó ambas manos a la cara de nuevo, respirando profundamente entre los dedos.

No vamos a ir, ¿verdad? Dijo convencidísimo de que aquello era una locura absoluta, soltando una risa nerviosa junto con la pregunta. Una risa por no llorar. Amelia. Dijo muy serio, porque la mujer seguía dando vueltas y musitando toda clase de insultos. Volvió a respirar hondo tratando de relajarse. La situación era bastante más difícil para ella que para él, así que se armó de toda la paciencia que tenía en su registro para tratar de ayudarla lo máximo posible.

A ver, para. Dijo colocándose en su errática ruta para detenerla. ¿Qué... cómo...? ¿Por dónde empezaba? Echó aire por la boca otra vez con objeto de calmarse. ¿Ese tío ha sido así de idiota siempre? Vale, quizás eso no era lo que más ayudaba. Vale, bueno, a ver... Se llevó una mano a la barbilla, pensativo, aunque con un tic nervioso en el pie que reflejaba que aún no había expulsado del todo los nervios. ¿No pensarás entrar en el juego de ese imbécil, verdad? Pero, de repente, se lo pensó mejor. Hizo una pausa, con rostro pensativo, y levantó un índice que balanceó en silencio hacia ella, como si acabase de descubrir una teoría que salvaría la humanidad. Sí... Dijo con voz misteriosa. Sí que vamos a ir... Una sonrisa malévola se dibujó en sus labios. ¿Se cree que estás mintiendo? Muy bien. Vamos a demostrarle en las narices que se equivoca.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Ir insultando al aire sin parar desde luego ayudaba a desahogarse más de lo que podría parecer hacia fuera. Al menos a Amelia la ayudaba. Mientras su cabeza intentaba probar todos los argumentos posibles para poder librarse de aquella cena. Pero el capullo de Oliver era demasiado bueno en eso de dejarla sin salida. No sabía qué clase de sociopata era, pero desde luego sabía como arrinconar a la gente.

Se paró cuando Jared apareció delante de ella pidiéndole que parase, aunque como la había detenido en mitad de su mantra, el insulto pareció por un momento estar dedicado a él, aunque no era la intención. Le dejó hablar sin ganas de responder si Oliver había sido siempre igual de capullo. Más que nada porque no le gustaba lo que conllevaba la respuesta.
Siguió su hilo de pensamientos sabiendo que iba a terminar igual que ella, sin más opción que hacer lo que su ex quería. Aún cuando la motivación era la que era. En su caso, intentar librarse de una puñetera vez de él, para Jared restregarle en la cara que era real.

- ¿VES? Así es como pasa siempre. -Terminó por reconocer, casi gruñendo por la rabia que le daba.- Nunca sé cómo, pero siempre termina saliéndose con la suya. Quiere que vayamos a cenar y tenemos que ir a cenar. -En ese momento su móvil sonó de nuevo, un mensaje, con el restaurante y la hora.- Y encima nos ha invitado a un sitio elegante, para poder demostrar que puede permitírselo. -Dejó el teléfono en la mesa de mala gana.- ¡Cómo lo odio! Es que lo cogía y... -Hizo el gesto con las manos que era bastante esclarecedor.

Aunque luego su rabia encontró otro blanco mucho más cercano.- Y todo esto ha pasado porque has cogido el teléfono. ¿Quién te manda responder el móvil de otra persona?

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Entendía que tuviera ganas de matarlo, porque hasta él las tenía y apenas le conocía de hacía cinco minutos. No podía imaginarse lo que era haber sido pareja de una persona tan insoportable y ver como trata de manipularte. Por un momento pensó que quizás a Amelia le vendría mejor no ir a esa cena, por su salud... Pero, ¡Dios! Qué ganas tenía de demostrarle a ese tío que se equivocaba.

Ya estaba fantaseando con la cara de idiota que iba a poner cuando le viese cuando ocurrió lo inevitable. Eeemmm... Volvió a decir, como si eso ayudara a elaborar una respuesta creíble. Era obvio que le iban a llover hachas por haber descolgado el teléfono, más aún después de la que se había liado. Pues sí, Amelia tenía razón, ¿quién le mandaba?

A ver... Empezó, rascándose los rizos de la cabeza. Es que... Es que, ¿qué? ¡No paraba de sonar! Y me extrañó que no lo cogieras... Y... Vale, estaba entrando en una ratonera él solito. Soltó aire por la boca. Lo siento, ¿vale? Tienes razón, no tenía que haberlo hecho. Se encogió de hombros. Insistía tanto que pensé que podía ser importante, o no sé. Quería echarte una mano porque, bueno... Viendo el nombre que le pusiste... Recordó el mensaje de llamada entrante de Capullo en el terminal. Imaginé que muy bien no os llevábais. Pero insistía tanto, que pensé que podía ser algo grave y... Bueno, quise hacer de intermediario, por si tú no querías hablar.

Hizo una leve pausa y volvió a soltar aire. Lo siento. He metido la pata hasta el fondo. De haberlo sabido, desde luego que no habría descolgado. De repente a él también le estaban entrando ganas de matar a Oliver. En su lugar, dibujó una expresión inocente en el rostro, como un niño que aparece por la puerta con un bote de superglú para intentar de buena fe reparar el jarrón que acaba de romper. Algo podré hacer para repararlo. Solo dime el qué, lo haré encantado. Ladeó una sonrisa y se encogió de hombros. Total, ¿acaso tengo algo mejor que hacer? Puso una fingida expresión de héroe en el rostro y añadió con voz de importancia. Este puede ser mi gran acto para convertirme en una persona mejor.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

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Le miraba con los ojos entrecerrados y los labios fruncidos, dándole la oportunidad de hablar pero sabiendo que no habría excusa lo bastante buena como para que pudiera librarse de su enfado.- Es que, ¿qué? -Preguntó cuando empezó y se quedó callado. Hasta que dio sus supuestas razones.

Sí, el imbécil había insistido demasiado, precisamente por eso había dejado el móvil allí, lejos de ella para no caer en la tentación de responder y para no volverse loca. Craso error, porque al parecer no era la única a la que había tentado tanta llamada.- ¿Y por qué te crees que le puse ese nombre? Para no cogerlo. -Evidentemente, claro, lo más normal del mundo. Podía haberlo bloqueado, podía haberle puesto "no coger", podía... haber apagado completamente el puñetero teléfono.

Intentó respirar hondo cuando empezó con las disculpas, con aquella cara y expresión de estar realmente apenado por lo que había hecho. Capaz de convencer a cualquiera, ¿por qué demonios había tenido que escribirlo así? Ahora se arrepentía de unas pocas cosas que había escrito sobre su personalidad, porque le estaban explotando en la cara. Intentó pensar en si había algo en este mundo que realmente pudiera hacer que le perdonase... pero la verdad es que su imaginación no estaba para más que lo básico en aquel momento.

- ¿Sabes qué? -Terminó por decir...- Vas a tener que hacer muchas cosas para que te perdone por habernos metido en este jardín. Porque ahora tenemos que ir a esa maldita cena y... -Demostrar a Oliver algo que no es verdad. Ahí la primera prueba.- Y precisamente ahí es donde vas a empezar a pagarme esto. -Levantó el índice y le pinchó un poco en el pecho.- Ya que te has tenido que inventar que eres mi novio, vas a ser el mejor novio que haya en el universo. Atento, cariñoso, educado, nada de mirar a otras chicas... ¿crees que serás capaz?

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Vaya si había metido la pata, pero hasta el fondo. Empezaba poco a poco a ser consciente de ello. En el momento estaba tan metido en la dinámica, en la discusión, en la confusión y en las emociones que no había caído en la cosa más básica: que aún no sabía ni quien era, seguía sin recordar prácticamente nada de su vida, la hipótesis más plausible era la demencial idea de no ser más que un personaje inventado por una mujer, por esa mujer, en cuya casa se había quedado temporalmente a dormir porque no tenía donde estar, y acababa de asegurarle al ex de dicha mujer que era su novio. Él. El personaje inventado. Inventado por ella. Por la que le había prestado su casa para dormir. Su novio. Y se lo había dicho a su ex.

Le iba a explotar la cabeza, pero no podía dejar de mirar y oír a Amelia en su indignación con él. Se lo merecía, desde luego. Notó como puso el dedo en su pecho sin dejar de mirarla con una expresión entre el arrepentimiento y el miedo. Y entonces le dijo cómo debía cobrarse el favor. Sí, sí, sí. Dijo asintiendo rápidamente, como un niño al que le dicen "o recoges tus juguetes ahora mismo o no hay chuches en un mes". Lo que tú digas. Ya estaba entregado, total, ¿qué podía hacer?

Se relajó un poco, y una ligera sonrisita se escapó de sus labios. Ya se le había pasado el miedo inicial ante la amenaza y se estaba viniendo arriba otra vez. ¿Qué si seré capaz, me estás preguntando? Soltó una carcajada de superioridad. Pues tú sabrás, ¿no? Tú me escribiste. Añadió con una ceja arqueada. Pero entonces comprobó que Amelia seguía sin muchas ganas de broma y recompuso el rostro, aclarándose la garganta con serenidad. Sí, seré un buen novio... Lo prometo. Sentenció, añadiendo una sonrisilla infantil.

Se miró la ropa. Emm... Tengo un problema. Cayó entonces. Creo que... Esto es todo lo que tengo. ¿Por casualidad no me habrás descrito un vestidor o algo así, verdad? Bromeó. Es broma... Quiero decir, que si vamos a ir a un sitio elegante... En fin. Subió ambas manos. Que igualmente voy a ser un novio taaaan encantador que quizás ni se fije en mi ropa, pero por saber.                  

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Entrecerró los ojos cuando pareció venirse arriba con aquella propuesta y su "capacidad" para hacer el papel de novio entregado que le estaba pidiendo.- Yo no escribí que cogías móviles ajenos. -Respondió aún en tono cortante. Porque, como había dicho, no iba a perdonarle fácilmente y no estaba el horno para bollos precisamente, así que podía guardarse algunas de sus gracias.

Al parecer consiguió que se lo tomara con algo más de seriedad. Pero acto seguido se les presentó un nuevo problema. Se llevó la mano a la frente.- No, Jared, no eres la Nancy, no vienes con ropita. -Rodó los ojos por el comentario del vestidor. ¡Maldición! ¿Por qué todo tenía que salir tan mal? ¿Acaso el dios de los teclados se estaba vengando con ella por cómo aporreaba las teclas cuando se frustraba al escribir?- Tenemos que ir a comprarte ropa... -Cogió el móvil y comprobó que el centro comercial estaba abierto. Al menos en algo iban a tener suerte. Recordó, por su parte, que todavía estaba envuelta en una toalla.- Voy a vestirme, termina de recogerlo todo e iremos al centro comercial. A ver qué podemos conseguirte.

Iba a salir de la cocina, pero se volvió.- Ve pensando en lo típico. Trabajo, cómo nos conocimos... lo que se te ocurra. Tenemos lo que queda de día para ponernos de acuerdo en una historia que venderle al capullo de Oliver. -Farfulló lo último mientras se dirigía ya a su cuarto.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Antes de girarse para ponerse a fregar, Amelia le dio trabajo. Y no, no se refería al trabajo de terminar de recoger la cocina, sino a uno mucho más complicado.

¿Cómo iba a inventarse todas esas cosas? Si apenas sabía ni donde tenía la cara, ni como se llamaba esa ciudad, ni nada. Temía entrar en una contradicción con la historia de Amelia delante de ese imbécil, no tanto por él, sino por las consecuencias que acabaría llevándose ella... Y todo por su imprudencia.

Podría decir que soy metedor de pata profesional. Masculló entre dientes en la soledad de la cocina, mientras fregaba los platos sin fijarse demasiado en lo que hacía, como un autómata mosqueado. Cogedor de teléfonos de otras personas. Hacía muecas mientras miraba los platos que él mismo enjabonaba y enjuagaba. "¿Qué cómo nos conocimos? Oh, pues estaba dando yo una vuelta por el limbo y tu ex decidió escribir sobre mí, y aquí estoy. Ja, ja". Soltó un bufido. "Al menos yo he salido de una novela de superación personal, ¿de dónde has salido tú, capullo? ¿De una de zombies imbéciles?" Colocó un par de platos escurriéndose y se acercó el trapo mientras enjuagaba los dos últimos vasos. "Y mi autora ha tenido mejor gusto escribiéndome a mí, ¿quién te ha escrito a ti esa cara? ¿Picass...?" Ups. Al darse media vuelta inconsciente mientras secaba el último vaso, se topó con Amelia de nuevo en la puerta.

Se quedó dos segundos congelado en el sitio y, finalmente, se aclaró la garganta como si no hubiera dicho nada y colocó el vaso, más que seco después de la paliza que le había dado con el trapo, en su mueble. Debería... Ir... Volvió a carraspear. A arreglarme y tal, para salir. La excusa era mala, porque ya estaba vestido. Solo le quedaba lavarse los dientes. Se rascó los rizos de nuevo. Emm... Le había dicho que pensase y no había pensado nada, solo farfullado tonterías como un crío. Creo recordar que me dijiste que trabajaba en un taller de motos, ¿no? Aunque... No tengo ni idea de donde está, pero bueno. Esbozó una sonrisa de niño travieso dando una idea humilde. Quizás no sea el trabajo más elegante del mundo pero... ¿Cómo de guay crees que quedará que aparezcas por el restaurante montada en mi súper moto conmigo? Arqueó las cejas un par de veces con pretendida seducción. Luego recordó que, tal y como la mujer había dicho, el horno no estaba para bollos. Bueno, emmm... ¿Qué te parece si me lavo los dientes y nos vamos? Y por el camino vamos... Bueno, perfilando la historia y eso.         

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No tardó mucho en vestirse, mientras le daba vueltas a alguna idea que no tuviera que hacer que Jared se inventara demasiado, sobretodo porque quizá era confuso para él estar aún aclarando sus propios recuerdos y encima tener que inventarse una vida paralela.
Pero cuando llegó a la cocina le escuchó hablando solo y se quedó en la puerta con los brazos cruzados, oyendo lo que decía. Intentaba no reírse, pero era demasiado gracioso. Aunque cuando se giró hizo lo posible por mantener su cara neutral y seguir enfadada, después de lo que había hecho no podía dejar que se saliera con la suya tan rápido.

Alzó una ceja cuando dijo que iba a arreglarse, teniendo en cuenta que no tenía otra cosa que ponerse, no era la mejor excusa para escurrir el bulto. De todas formas al parecer sí que tenía alguna idea, mantener por ejemplo su taller de motos. Podría ser, no era lo más sofisticado, pero no necesitaba otro Oliver. Aunque seguro que Mister Capullo empezaría a meterse con él por eso. Quizá podrían mejorarlo de alguna forma para que no quedase muy por debajo a nivel económico y quitarle artillería al otro.
Aunque la idea de presentarse allí en moto... bueno.- Teniendo en cuenta que voy a llevar un vestido. Imagino que tan impresionados como todos los transeúntes que puedan ver mi ropa interior. -Había exagerado un poco, pero igual, no parecía la mejor idea.

Esperó a que terminara de arreglarse y salieron para ir hasta la moto que había dejado en la pizzería el día anterior.- He pensado que podrías tener un taller de motos, serías el dueño. ¿Quizá el de toda una cadena de talleres? -Empezó a proponer.- No quiero que lo tomes a mal, sé que estás orgulloso de haber salido adelante solo, y créeme que para mí es perfecto así. -No en vano había fantaseado con él demasiadas veces.- Pero estamos hablando de Oliver, y viendo cómo respondéis el uno al otro por teléfono no quiero que pueda echar leña al fuego.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Cuando hubo terminado ambos salieron a la calle. El día anterior había dejado su moto frente a la pizzería, que apenas estaba a cinco minutos andando, por lo que pasearon hasta allí. Caminaba con las manos en los bolsillos, escuchando con la mayor humildad posible las propuestas de Amelia: al fin y al cabo, estaban en ese embrollo en gran parte por su acto heroico de coger su teléfono sin permiso.

Hizo una mueca de aceptación con la cara y añadió. Me parece bien. Sí, ser dueño de una cadena de talleres era mejor que serlo de un solo taller. No sabía si tenía pinta de hombre de negocios, pero bueno, si así lo quería ella... Aunque... ¿Puedo preguntarte...? Calló. Se mordió el labio y negó con la cabeza. Nada, déjalo. Ya la había liado suficiente ese día como para tentar más a la suerte. Se quedó callado unos instantes, pero al final lo dijo. Jared era así, si no decía las cosas, explotaba. Lo siento, no te ofendas, pero... Ese tío es imbécil. ¿Por qué sigues queriendo impresionarle? Se encogió de hombros. Es decir... Estoy encantado con eso de ser dueño de una cadena de talleres, ojo. No me malinterpretes. Añadió con una sonrisa y subiendo ambas manos en señal de desarme. Pero, ¿no parecerá demasiado obvio que queremos... No sé, impresionarle? Bajó las manos y volvió a meterlas en los bolsillos, mirando hacia el suelo. Quizás es un toque de humildad lo que un tipo como ese necesita. Que sepa que no hace falta ser el más importante del mundo para conseguir a alguien como tú. Que le ha ganado alguien más humilde que él. La miró con una expresión divertida, con la ceja arqueada. Eso sí que le humillaría. Soltó una breve carcajada y negó con la cabeza. Pero bueno... Lo que tú prefieras. Suficiente he hecho yo ya, al fin y al cabo. Y algo me dice que tú tienes más experiencia que yo escribiendo historias, ¿no?

Llegaron hasta la moto y, tras abrir el compartimiento del asiento, le ofreció un casco a Amelia. Antes de colocarse el suyo, le dijo. Bueno, ahora vas a comprobar en vivo lo bien que conduzco. Le guiñó un ojo. Te dejo que cambies de opinión con respecto a como quieres ir esta noche a la cena.         

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Algo le decía que no se iba a quedar sin hacerle la pregunta, así que todo era esperar. Y llegó y no podía decir que no tuviera parte de razón, en un caso normal y corriente y sin la historia que arrastraban ella y Oliver.

- Eso sería estupendo para cualquier otro tío prepotente y rico, ver que no está por encima de cualquier otro. Y ojalá fuera lo que Oliver necesita. -La verdad, le encantaría darle esa lección, pero sabía lo que iba a pasar.- Pero conociéndole, seguiría pensando que tiene alguna ventaja para recuperarme y convencerme. Regalos caros, conocer a un editor, muestras de interés exageradas... Haría lo que fuera por romper mi relación con... mi supuesto novio. -Que era él, pero técnicamente no tenía una relación con él. No una de ese tipo.- Por eso creo que es mejor que quedes en una posición igual o superior a la suya. Quiero decir, para arrinconarle de tal forma que se olvide de la idea de tratar de recuperarme como un trofeo perdido. -Supuso que con la analogía entendería por qué sabía que Oliver seguiría insistiendo. Odiaba perder.- Además... -No estaba segura de cómo decirlo.- Teniendo en cuenta que él sabe unas cuantas cosas sobre ti... cuanto más te alejes de ti mismo, mejor. O terminará pensando que me he liado con lo más parecido que he encontrado a mi propio personaje, lo que es un poco... siniestro. -Igual que el estar casi enamorada de él, pero no era algo de lo que quisiera hablar.

El gesto de sacar su casco de la moto y dárselo, con aquella sonrisa le pareció conocido. Fue cuando le guiñó el ojo que se dio cuenta de que había escrito algo prácticamente igual en su texto secreto en el que ambos se conocían. Confusa con aquello no respondió a lo de repensarse lo de aquella noche. Simplemente se subió a la moto y fue indicando el camino hasta el centro comercial.

- Bueno, planta 3, sección de caballeros. Vamos. -Dijo una vez habían llegado y aparcado, empezando a andar hasta las escaleras mecánicas.- Podemos buscar primero algo para la cena, y después mirar otra ropa que te guste. -Cuando llegaron se acercó a la zona de ropa más elegante, entre trajes, americanas, camisas y pantalones con pinzas... lo que Oliver solía utilizar.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Pasear en su moto siempre le relajaba... O eso creía. Era la sensación que le transmitía: libertad, felicidad, satisfacción. Seguramente alguna vez más en su vida llevó a alguien con él en la moto, pero llevar a Amelia agarrada a su cintura le resultaba bastante agradable. Se sentía extrañamente útil, a diferencia de como llevaba sintiéndose desde... Bueno, desde que "despertó".

Por el camino fue pensando en las palabras de la mujer. Menudo idiota de novio había tenido. Eso podría ser otra forma de sentirse útil, ayudarla a deshacerse de él para siempre. Solo esperaba no meter la pata. Haría todo lo posible por evitarlo.

Llegaron al centro comercial y subieron a la planta tres, tal y como dijo Amelia. Al igual que toda la ciudad, el lugar le resultaba extrañamente familiar y, a la vez, desconocido. Sentía que era la primera vez que entraba pero, a la vez, que podría orientarse en él sin problemas, como si tuviera el mapa diseñado en un rincón muy escondido de su cabeza.

Se quedó mirando las perchas de ropas más elegantes que Amelia le señalaba. Tras pasar algunas con poco interés, ladeó la cabeza e hizo una mueca con la boca. Mmmm. Alzó una chaqueta que le había parecido medio buena, sacándola de la percha, pero al verla de cerca no le convenció y la volvió a colocar en su sitio. Esto... No es demasiado mi estilo. No te ofendas. Giró la cara y vio en otra percha algo que sí le gustó. Le arqueó las cejas a Amelia y se dirigió hacia allí con cara traviesa. ¿Qué te parece esto? Dijo orgulloso, colocándose por delante del pecho una chaqueta de cuero bastante elegante para su gusto. Ya, ya sé que no es tan pijo como Oliver. Dijo, usando un tono algo burlón al pronunciar el nombre. Pero no querrás un Oliver dos, ¿no? Volvió a arquear las cejas. Sabes que esto forma parte de mi encanto. Volvió a bromear. Pero recordó eso de que no estaba el horno para bollos porque, de hecho, estaban en esa situación por su culpa, y rectificó. Vale... ¿Un término medio, quizás? Ayúdame, seguro que se te da mucho mejor que a mí. Miró hacia la percha de los pantalones con pinza y, fingiendo un escalofrío, añadió. Pero por favor, no me sometas a ponerme eso.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Sabía que aquello no era su estilo y que no le gustaría demasiado. Él tenía otro tipo de gustos, gustos que le sentaban bien, como lo que tenía puesto. Aunque la verdad es que Amelia estaba convencida de que cualquier cosa que se pusiera le iba a sentar bien. Tenía ese tipo de atractivo.

Aún así, cuando sacó la chaqueta de cuero de la percha, frunció los labios, centrada como estaba en encontrarle algo para aquella noche. Aunque le hizo gracia que mirase los pantalones como si fueran instrumentos de tortura.- No te vas a morir por probarte un traje. -Le dijo, pasando las perchas e intentando encontrar algo que fuera un termino medio y sirviera para la ocasión.- No es que tengas que ir con esmoquin, pero aunque no quiera que vistas como Oliver, tampoco puede ser como Jared. Tienes que ser este David inventado. -Le recordó, pensando que ese David era, además, su nuevo novio.- No te haré llevar corbata ni pajarita, eso es demasiado repelente. -Hizo una mueca porque no lo veía con algo así.- Pero una camisa... -Se acercó a los estantes donde estaban pulcramente dobladas y sonrió al encontrar una blanca, sencilla en apariencia, pero con un filo celeste en el cuello y los puños.- Como esta por ejemplo. -La cogió, tenía un vestido de ese mismo azul.- Con el cuello abierto para no ahogarte, claro. -Ofreció.- Una chaqueta elegante. La de cuero te sentaría muy bien cualquier otro día, pero hoy tenemos que ir a un restaurante. -No cogió ninguna, pero sí vio unos vaqueros oscuros, eran elegantes al no ser el denim típico, pero al mismo tiempo serían más cómodos para él.

- ¿Qué te parece para el término medio?

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Hizo como que le daba un escalofrío a posta. No, por favor. Rogó. Ya sé que he metido la pata, pero no me tortures haciéndome llevar pajarita. Justo en ese momento vio una hortera camisa con pajarita incorporada en una de las perchas y esbozó una expresión de asco en los labios. Eso es lo peor que puede pasarle a un ser humano en tiempos de paz. Exageró. Desde luego si veía a Oliver con una cosa de esas le iba a resultar muy fácil meterse con él.

Ah, esta no está mal. Dijo con aprobación, cogiendo la camisa que Amelia le señalaba. También vio los vaqueros, oscuros, sencillos y al mismo tiempo elegantes. Sí, me parece bien. Amplió la sonrisa. Me lo voy a probar. Dijo con cierto tono infantil. Si habían dado con la clave de la ropa, mejor. Pero antes tendría que probársela.

De camino al probador pasó de largo por al lado de una percha, pero en su mente se quedó la imagen de lo que tenía colgado. Dio un par de pasos marcha atrás para mirar de nuevo y, efectivamente, era una percha con chaquetas. Me llevo esto. Si le gusta a la señorita. Bromeó. Esperaba no estar pasándose de bromista. Mira. Dijo poniéndola junto a la camisa y los pantalones. Era una chaqueta negra, sencilla. No era de cuero, pero no estaba mal. Yo creo que le pega, ¿no? Dentro de lo que él entendía de ropa, claro, que era más bien poco.

Se metió en el probador y se cambió. Se colocó la ropa lo mejor que pudo, mirándose al espejo. La verdad es que se veía distinto pero le quedaba bastante bien. Abrió las cortinas del probador y se apoyó en el quicio, arqueando las cejas, continuando con el tono bromista por si Amelia no le hubiera tenido ya suficiente paciencia. ¿Qué? ¿Estoy guapo? Se llevó la mano a la barbilla, posando. ¿Estoy lo suficientemente odiable para Oliver?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Sonrió un poco ante los gestos que ponía Jared solo por ver una pajarita. Casi estaba tentada de comprarle una para divertirse torturándolo. Pero había otras prioridades.
Igualmente el enfado se le estaba pasando a base de las tonterías que soltaba. ¿Por qué no podía estar enfadada con él? Se rió un poco al ver la chaqueta y su forma de decirlo y le hizo un gesto para que fuera al probador de una vez.

Mientras esperaba estuvo viendo algunas camisetas que eran más del tipo que se imaginaba para Jared, así que las apartó para ofrecérselas cuando saliera y ver si le gustaban.
Sin embargo, lo que le gustó a ella fue verle así vestido, no podía estar más guapo.

- Oliver ya te odia solo por intentar hacerle sombra. -Bromeó un poco, acercándose para colocar bien el cuello de la camisa.- Pero sí, estás muy guapo. -Tuvo que reconocerle.- Pero no dejes que se te suba, aún estoy enfadada. -Mintió, no podía seguir enfadado, pero tampoco ceder sin más.- Bueno, y ahora que ya tenemos ropa para la cena, ¿qué tal si te compramos algo más para que te puedas ir cambiando estos días?

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Dejó que Amelia se acercara para ponerle bien el cuello de la camisa y sonrió, mirándola desde su altura, escuchando lo que decía y cómo lo hacía. ¿No se me puede subir? ¿Ni un poquito? Bromeó. Entonces no diré que Oliver ya vive a la sombra de mí, no tengo que intentar nada. Arqueó las cejas y, acto seguido, rió un poco. Vale, eso ha sonado prepotente hasta para mí. Seré discreto, no te preocupes. Le aseguró. Esas tonterías que decía solo eran bromas, no pensaba ponerse a la altura de ese capullo ni medio segundo. No estaban postulando por un trofeo, Amelia no se merecía que se comportasen como ciervos en celo dándose cornadas. Se mantendría en un discreto segundo plano salvo que ella le pidiera lo contrario... Pero, antes de la cena, podía picarla un poco. Era divertido.

Me parece bien. Dijo con una amplia sonrisa, y entonces se quedó un instante en silencio. Se mordió el labio y, antes de que Amelia se apartara para dejarle meterse en el probador, decidió dejar de hacer el tonto y ponerse serio por un momento. Agarró su muñeca con suavidad y dijo, mirando hacia su mano. Oye, Amelia... Levantó la mirada para cruzarla con la de ella. Siento mucho... Si te he metido en un lío. No era mi intención. Se encogió de hombros y volvió a torcer una sonrisa. Supongo que... Tenías que haberme descrito menos metepatas. Bajó de nuevo la vista, ocultando una risa. Perdona... Aún me cuesta mucho asumir todo esto. Supongo que decir tonterías es mi manera de... Afrontarlo lo mejor que puedo. Volvió a mirarla a los ojos y añadió. Y gracias. Por todo lo que me estás ayudando.

Soltó entonces su mano y, recomponiéndose ligeramente, respiró hondo y dijo. Bueno, ¿dónde dices que están esas camisetas que me van a gustar? A ver si voy a gastar esta ropa antes de la cena.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

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Era aún más difícil hacerse la dura estando tan cerca suya, con sus ojos mirándola de aquella forma y sus estúpidos comentarios que aún siendo prepotentes terminaban resultando graciosos. Maldición.
Trató de centrarse en seguir alisando la chaqueta, por hacer algo, no porque le interesara tocar de más su torso a través de la ropa.- Más te vale controlarte. -No estaba segura de si se lo decía a él por las gracias, o a sí misma.

El caso es que iba a apartarse para buscar esas camisetas que le habían gustado y quizá ver alguna otra cosa, pero él cogió su muñeca y la hizo girarse y seguir estando a corta distancia.- ¿Sí? -Preguntó en poco más que un murmullo, viendo cómo levantaba la vista hasta sus ojos y esforzándose por no bajarlos hasta sus labios. Demasiado cerca y demasiado serio era aquello como para que su cabeza no empezara a dar vueltas a otras ideas que se habían quedado por escribir antes del apagón.- No podías ser perfecto. -Respondió al escuchar que no debería haberle escrito tan metepatas.- Y no sabía que esto podía pasar. -No, nadie se imaginaba que conocería a su propio personaje en carne y hueso y que... bueno, la metería en un follón enorme con su ex.- Supongo que eso también es culpa mía. -Lo de que afrontara las cosas con humor. Como todo su comportamiento al parecer.- No me tienes que dar las gracias.

Si estuviera escribiendo esa escena en su ordenador, sabía perfectamente que después de humedecerse los labios, besaría a Jared como siempre había querido hacerlo. Sin embargo, Amelia no era la misma Amelia que había escrito en su pequeño capítulo aparte de la novela. Y, quizás por suerte, Jared rompió esa especie de tensión hablando de las camisetas.
Dio un paso atrás con ganas de sacudir la cabeza para quitarse unas cuantas sensaciones de encima.- Las he puesto en esa percha de ahí. -Señaló. Después habría que mirar algunas cosas más, zapatos... ropa interior. Sí, lo mejor en lo que se le ocurría pensar era en esa imagen.

Amelia — Casa — Con Jared

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Jared se acercó a la percha que Amelia le señalaba y echó un vistazo a las camisetas. Sí que le gustaban, mucho más que la ropa que llevaba puesta de hecho. Torció una sonrisa y se giró para mirar a la mujer. Sí que me conoces bien. Rió. Me siento como un famoso saliendo cargado de bolsas.

Se fue probando las camisetas una por una, saliendo y entrando del probador y aprovechando que el ambiente estaba algo más relajado (o eso creía él) para seguir haciendo tonterías y posturitas, además de comentarios absurdos. Lo cierto es que con Amelia se sentía bien, sentía que podía ser él mismo. No es que tuviera referencias con muchas más personas, pues su memoria seguía plagada de lagunas (o de océanos, más bien, pues eran mayores los vacíos que los recuerdos). Pero algo dentro de él le decía que esa mujer era una de las personas que le hacía sentir más tranquilo, que le hacía sentir mejor.

Uff... Dijo apoyando la frente y uno de sus antebrazos en el quicio del probador. Creo que por hoy he tenido suficiente. Rió con cansancio. Ya no sé ni cual era la ropa que traía puesta. Volvió a adoptar una postura normal y, ladeando la cabeza, propuso. ¿Qué te parece si vamos a comer? Como esta noche vamos a ir a un sitio pijo... ¿Te apetece ahora una hamburguesa?  

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

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- A mi me recuerda a Pretty Woman. -Se rió un poco.- Vamos a gastar una indecente cantidad de dinero. -Dijo, imitando la voz pedante de un millonario hombre de negocios, dejando ver además con las bromas que ya se le estaba pasando el enfado.

Esperaba a Jared mientras se probaba cosas, sentada en un banquito que había justo en frente, con la canción de Pretty Woman en su cabeza mientras él salía, hacía alguna payasada, y volvía a entrar. Por un rato se iba olvidando de su enfado y de lo que el metepatas aquel había provocado, a pesar de que estaban allí precisamente por eso. Pero la verdad es que cuando se acordaba otra vez, prefería dejarlo pasar. Al menos unas horas quería divertirse, ya llegaría el momento de los agobios cuando tuviera que prepararse para la cena.

La última vez ambos estaban ya algo cansados de aquel juego, se rió al escuchar que no recordaba cuál era su ropa.- La que esté más abajo y sin etiqueta. -Le sacó la lengua. Después propuso que fueran a comer a algún sitio, una hamburguesa. Sí, la verdad es que tenía hambre.- Y patatas. Y helado de postre. -Estuvo de acuerdo y esperó a que terminara de salir y escoger la ropa que más le gustaba, además de la de la cena, para ir a pagar.- Ya tenemos la ropa de Ken. Ahora a comer.

Había un restaurante de comida rápida en la planta superior, así que fueron allí y fueron pidiendo la comida.- ¿No has recordado nada más desde ayer? -Preguntó de pronto, pensando que igual alguna de las situaciones podrían haberle traído algo a la memoria.

Amelia — Casa — Con Jared

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Le alegraba ver a Amelia de buen humor, o al menos menos enfadada. Se puso su ropa (sí, obviamente la que no tenía etiqueta) y, tras ir a pagar, se dirigieron al restaurante. Miraba sus bolsas con gesto cómico por el camino. Me siento un poco mal por haberme comprado yo tantas cosas y tú ninguna. Te debo una mañana de compras.

Se pidieron la hamburguesa, las patatas e incluso unos bites de queso con jalapeños. Aprovechemos para comer ahora, vaya que esta noche no veamos la comida del plato. Bromeó con una patata en la mano, de nuevo en alusión al súper restaurante pijo al que iba a llevarles Oliver. Luego te compro el helado, que aún tengo que seguir haciendo méritos. Dijo terminando la patata. A ver si acierto... ¿Sirope de caramelo con oreos? Preguntó ladeando la cabeza y señalándola con un índice. Hizo un gesto de descartar con la mano mientras negaba con la cabeza. Nah, ese es el mío. Es inútil, supongo que lo de adivinar lo que piensas no funciona al revés. No es que Amelia adivinase lo que él pensaba, es que lo había pensado ella por él como quien dice. No dejaba de ser algo siniestro... Pero no podía hacer otra cosa que tomárselo con humor.

Ya le había dado un bocado a la hamburguesa cuando la mujer le hizo esa pregunta. Tomó aire profundamente y, una vez tragó, respondió pensativo. La verdad... No demasiado. Esbozó una sonrisa ligeramente nostálgica. Tampoco es que me haya dado mucho tiempo. He estado ocupado solucionando un problemilla de última hora. Bromeó de nuevo. Dio otro bocado a la hamburguesa, pensativo, y contestó algo más en serio. La verdad... Todo me resulta extrañamente conocido y, a la vez, no sería capaz de hablar de ello sin haberlo visto antes. No sé si me explico... Cuando he llegado al centro comercial, por ejemplo, tenía sensación de saber donde estaban las cosas. Pero antes de venir, no sabía ni siquiera que había un centro comercial. Se encogió de hombros, mirando la hamburguesa. Es... Algo extraño. Tras una leve pausa rió con suavidad. Sí que he recordado al entrar en el probador una vez que monté un numerito bastante penoso con mi madre, no debía tener más de ocho años. Miró a la mujer. Lo siento, nunca me gustó demasiado comprar ropa... Aunque reconozco que hoy me he divertido.

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- No te preocupes por mí, tengo bastante ropa que ni me pongo en casa. -Especialmente vestidos como el que iba a usar esa noche, que no se ponía salvo para las citas con Oliver, que de cuando en cuando le regalaba uno de su gusto para que le acompañara. Como si los que elegía ella no estuvieran a la altura.

Abrió los sobrecitos de salsa para echársela a la hamburguesa mientras Jared hablaba de la escasez de comida que les esperaba aquella noche.- Espera. -Miró de nuevo la dirección que le había mandado y el nombre del sitio.- Siempre podemos comprar una pizza o algo para llevar cuando volvamos a casa. -Ofreció al darse cuenta de que era ese restaurante donde, no es que pusieran poca comida en el plato, pero casi nada le gustó.
Le dio un sorbo al refresco y escuchó lo del helado, alzando una ceja ante la suposición de que ese era su favorito.- Me gusta, pero mi preferido es el de dulce de leche con sirope de chocolate y almendras. -Aclaró.- Pero te recuerdo que lo mío no es adivinar, es recordar las cosas que he escrito. Aunque puestos a elegir, sería menos raro que pudiera adivinar cosas y que fueras un completo desconocido. -Sería más fácil de creer también.

Comía la hamburguesa y las patatas mientras le escuchaba responder a su pregunta.- Un problemilla en el que nos has metido tú solito. -Le recordó, dejando que siguiera.
Tenía sentido que todo le resultara ligeramente conocido. Para no tener que inventar tantos detalles (la que había cambiado hasta las marcas de ropa interior), el plano de su ciudad era prácticamente idéntico, así como los lugares en general, como aquel centro comercial. La única diferencia eran los nombres de las cosas.
Por un momento se quedó pensativa porque la verdad es que no se acordaba de ese incidente en un probador cuando era pequeño. ¿Sería posible que hubiera creado recuerdos propios para rellenar las lagunas que ella podría haber dejado? Ojalá. Al rato recordó que sí que lo había puesto.- El incidente de Gary. -Recordó.- Bueno, lo llamo así porque fue mi primo Gary quien lo hizo y lo cambié un poco antes de escribirlo. -Explicó en pocas palabras.- Lo de las compras lo has heredado de mí. -Reconoció, porque ella también odiaba comprar ropa y solo lo hacía cuando era estrictamente necesario.- Pero es verdad que hoy no ha estado mal. -Se lo había pasado bien viéndolo hacer el payaso.

Volvió a centrarse en comer, pero no duró mucho, aún tenían que solucionar cosas.- Bueno, hora de hacer los deberes. -Decidió, señalándolo con uno de los bites de queso.- ¿Cómo y cuándo se supone que conocí a David, el dueño de los talleres?

Amelia — Casa — Con Jared

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Soltó un pequeño gruñido de decepción junto con una mueca. Vaya, ni mis recuerdos de la infancia son míos. Bromeó, aunque no exento de tristeza. Lo cierto es que era un poco descorazonador. ¿Estaba en una especie de estado de shock por el cual había optado por hacer bromas de una situación extremadamente compleja? Quizás su cerebro no estaba preparado para procesarlo sin volverse loco y había decidido actuar así. Sonrió a Amelia cuando dijo que ella también se había divertido, aunque su sonrisa aún seguía siendo algo amarga por culpa de sus pensamientos.

El cambio de tema le vino bien para sacudirse las ideas. Aún les quedaba un día largo e importante para ambos por delante. Para Amelia porque, si jugaban bien sus cartas, se libraría de ese imbécil. Para Jared, porque el problema lo había generado él, y si no la ayudaba a solucionarlo se arriesgaba a perder su única conexión con el mundo real. Eeemmm. Dijo pensativo, mirando hacia arriba mientras daba un nuevo bocado a su hamburguesa. Cuando tragó, habló. El cuando depende, ¿cómo crees que haría sentirse a Oliver el que conocieras a tu nuevo novio estando aún con él? Cogió un jalapeño, valorando sus propias palabras. Mmm, eso podría ser algo agresivo, aunque pensándolo bien, si hace apenas un par de días que habéis cortado, sería poco creíble que nos hubiésemos conocido y hecho novios en cuarenta y ocho horas... No te haría quedar muy bien. Se llevó a la boca el jalapeño con una sonrisa burlona. Podríamos habernos conocido... No sé... ¿Cuándo empezásteis a estar mal? Agarró de nuevo la hamburguesa. Perdona, eso ha sido demasiado personal. Se disculpó, pues aunque hizo la pregunta con naturalidad, nada más pronunciarla se sintió algo incómodo. No quería incomodar a Amelia también. Quiero decir... Si llevabais mal, por ejemplo, desde hace dos meses, podría ser una justificación para que conocieses a alguien nuevo y sería más verosímil... ¿No? Se encogió de hombros y, antes de dar otro bocado a la hamburguesa, dijo. Bueno, no sé. Lo siento. Quien me escribió no me hizo un experto en relaciones. Y dicho esto se llevó la hamburguesa a la boca, al tiempo que le guiñaba un ojo a su compañera.

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Se sintió un poco mal por no haber dejado que aquel recuerdo se quedase como propio. Pero sabía que se sentiría peor si le mentía y que tarde o temprano se daría cuenta de que eso también estaba incluido.- Al menos tu incidente fue más suave. -Intentó animarle, lo que su primo lió en aquella tienda y otros locales aquel día fue terrible.

Pero volviendo a las ideas que Jared soltaba sobre el cuándo podrían haberse conocido, estaba de acuerdo en que era mejor decir que se conocían desde hacía un tiempo. Porque es cierto que el hacerse novia de alguien a quien apenas había conocido no solo la dejaba mal, sino que además no era ni de lejos propio de ella.

- Creía que ya habías superado lo de no tener novia. Aunque te las has ingeniado para conseguirte una de pega por un día. -Quiso bromear antes de centrarse en lo otro.- Es curioso también que ahora te preocupen las preguntas demasiado personales. Pero ya has escuchado esta mañana que Oliver ya estaba jugando a dos bandas cuando cortó conmigo, no sé cuánto tiempo lleva con esa chica, pero... es evidente que más de un día. -No se engañaba con esas cosas.- De todos modos, lo nuestro era algo intermitente y hace mucho que ninguna de las vueltas fue "bien". -Hizo las comillas con los dedos. No le costaba demasiado hablar de ello, en parte porque hablar con Jared era fácil, también porque casi no le afectaba a aquellas alturas contarlo, aunque normalmente siempre volvía a caer, quizá aquella fuera la última vez por fin.- De todos modos, creo que podemos habernos conocido antes, no tener una relación necesariamente, ser conocidos, amigos, desde hace algún tiempo... que tú intentases pasar a algo más y yo te rechazara porque soy imbécil y estaba con un capullo. -Sonrió con cierta amargura al pensar que podría haber hecho eso, sabiendo que era verdad.- Entonces ayer nos vimos de nuevo y decidí darte esa oportunidad. Íbamos a salir el miércoles pero has venido esta mañana a ayudarme con... ¿el calefactor? Y ha sido cuando todo se ha liado. -Terminó su relato cogiendo una patata frita.- ¿Cómo lo ves?

Amelia — Casa — Con Jared

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Eehhh ahora no había dicho nada. Se quejó cómicamente, alzando las manos en señal de vulnerabilidad. Aunque tienes razón, al final he conseguido una, aunque solo sea por un día. Parece ser que al final acabo consiguiendo lo que quiero. Bromeó, sacudiendo la cabeza y moviendo alegremente los rizos con el gesto.

Escuchó la historia. Resulta que ese imbécil le estaba poniendo los cuernos, cosa que ciertamente Amelia le había dejado caer en la llamada pero que Jared había pasado por alto. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para que no se le notara en la cara su opinión al respecto, no quería calentar a la mujer en contra de ese tipo aún más. Aún así, tomó aire. A Jared se le notaba perfectamente en la cara lo que estaba pensando, tomar aire al menos le haría disimular un poco... O no.

Entiendo. Dijo cuando acabó, pero se quedó dando vueltas a sus palabras en la cabeza mientras daba otro bocado a la hamburguesa. Hmm. Emitió pensativo, con la boca llena. Ladeó la cabeza, mirando a Amelia con los ojos entrecerrados, y después de tragar dijo con un tono enlentecido, como si acabara de unir las piezas para resolver un crimen, lo que estaba pensando. Osea que me vas a hacer quedar de pringadillo que lleva meses detrás tuya... Muy bonito. Rió, relajando el rostro, y dejó caer la hamburguesa sobre la cajita de cartón. Está bien, querida. Tú mandas. Cogió una patata. Seré tu triste segundo plato. Se quedó mirando la patata con cara interesante y la blandió ante ella. Pero a veces los segundos platos son mejores. De hecho, a veces hasta fingimos ir a los sitios por los primeros platos cuando realmente los que nos gustan son los segundos. Arqueó las cejas y se metió la patata cómicamente en la boca, con una sonrisa de superioridad.

Su relato estaba bien, pero Jared realmente quería tocarle las narices a Oliver. Pero, sobre todo, quería que ese tipo no se fuera pensando que Amelia estaba intentando rellenar su vacío con un novio nuevo, sino que realmente se estaba divirtiendo con alguien que no era él. La caldera... Aham... Repitió pensativo, dándole vueltas a un jalapeño entre las manos. Hizo una pausa, echando la espalda para atrás en el asiento, y tras meditarlo espetó lo que se le había venido a la cabeza cuando Amelia dijo lo de la caldera. ¿Y por qué no le dices que hemos pasado la noche juntos? Vaya, muy brusco. Quiero decir... Toda mentira tiene que tener algo de verdad. Si todo es cien por cien mentira, acabará por desmoronarse. Y lo cierto es que, de hecho, he pasado la noche en tu casa. Se encogió de hombros. Sería un poco raro que hubiera cogido el teléfono solo habiendo ido a reparar la cald-Vale, ya, no lo tenía que haber cogido. No me mates. Se estaba viendo venir su reacción. Pero sería más normal, dentro de lo anormal, que lo hubiera descolgado si estoy... Bueno, "pasando el día" allí. Además, te estabas duchando, ¿cómo ibas a hacer eso con la caldera rota? Estaba dando muchas vueltas cuando había un motivo fundamental por el que le parecía buena idea cambiar la versión de la historia. Miró hacia los lados con picardía, se mojó los labios y se inclinó un poco sobre la mesa para susurrar. Además, ya puestos, ¿no crees que esta versión le tocaría un poco más las narices a Oliver? Que le dé un poco a la imaginación. Volvió a colocarse en su sitio y, arqueando una ceja, hizo un gesto con la cabeza e imitó su pregunta. ¿Qué? ¿Cómo lo ves?

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La historia iba tomando forma en su cabeza, aunque había que pulir algunos detalles, claro. Y Jared se encargaba de señalarlos poco a poco.

- Oye, he dicho que era imbécil por rechazarte. Eso te quita la condición de pringadillo, y me la da a mi. Es que hay que ser tonta para... -Dejar pasar a un tío como tú por un gilipollas como Oliver. Mejor callarse que ya sabía lo que pasaba cuando se le iba de mano soltar lo que pensaba delante suya. Pero era verdad y era evidente.- En fin, para seguir con un capullo. -Terminó la frase con el final alternativo.- Y podemos cambiarlo un poco, si quieres. -Ofreció, esperando así que no se centrara tanto en su posible lapsus mental.

Le dio un último bocado a la hamburguesa mientras él asimilaba el tema de la caldera. Casi atragantándose por la pregunta que le soltó de sopetón. Por suerte aún quedaba refresco y él se iba explicando mientras ella volvía a recordar cómo se respiraba.- ¿Le dijiste a Oliver que me estaba duchando? Le dijiste a Oliver que me estaba duchando... -Se respondió a sí misma, porque no recordaba esa parte.- Tampoco tenía por qué ser la caldera. -Se encogió de hombros.

Pero lo pensó un poco más y lo cierto es que bueno, si quería que Oliver la dejara en paz de una vez por todas, tenía que joderlo en serio. Y aún así quería pensar bien en lo que hacía.

- Bueno, pero hemos dicho antes que no iba a estar acostándome con otro tío de la noche a la mañana. -Pensó en voz alta.- ¿Y te alegra más ser el polvo de emergencia que el segundo plato? -Preguntó por preguntar- A ver, ¿qué tal si...? -Empezó a darle otra vuelta.- Nos conocemos desde hace tiempo, puede que desde hace diez años o así, por poner una cifra. Salimos un tiempo. Le digo a Oliver que le he hablado de ti pero no se acuerda, no te preocupes, sabrá que es verdad, no presta atención la mitad del tiempo. -Expuso, eliminando un posible problema.- Pero claro, por asuntos de trabajo, tú tuviste que marcharte y eso de las relaciones a distancia... no es lo tuyo. Pero cuando vienes a la ciudad, nos encontramos y, si los dos estamos libres, nos lo pasamos bien una noche. -Que teniendo en cuenta la de noches en vela que había pasado escribiendo, tampoco era tan falso.- Ayer volviste a llamar, has vuelto a la ciudad para quedarte y quiero darme una nueva oportunidad contigo. -Hizo un gesto con la cabeza invitándole a opinar.

Amelia — Casa — Con Jared