Write me. Meet me.
Love me.

LOS ÚNICOS HOMBRES BUENOS SON FICTICIOS.

Esas fueron las palabras que Amelia le gritó a su, desde aquel momento, ex-novio cuando la dejó en la puerta de su casa. Aunque más bien se lo había gritado al coche rojo que se alejaba después de que diera un portazo, dejándola con las ganas de pegarle una patada. Oliver no entendía nada, no comprendía su pasión por a escritura y por la historia que estaba creando e iba a ser la nueva gran saga literaria de la historia. Con un protagonista como Jared no podía ser de otra forma. No entendía cómo podía tener celos de un personaje que ella misma había creado... Bueno, era perfecto en todos lo sentidos y Oliver no se le parecía en lo más mínimo. Pero eso no era excusa para montarle una escena y terminar con su relación así.

Había empezado a llover y cuando entró estaba empapada, después de darse una ducha caliente aún estaba enfadada, por lo que cogió una botella de vino y decidió ponerse a escribir en el portátil. Si la vida no quería darle una relación de verdad con un gran romance, ella misma lo haría. Aunque solo fuera en un relato corto, alguien tan perfecto como Jared iba a enamorarse perdidamente de ella e iban a ser felices juntos.

Por desgracia, aquella lluvia era una tormenta eléctrica y a mitad de su relato hubo una subida de tensión que cortó la luz, incluyendo que se apagara el ordenador -cargar la batería está sobrevalorado- y que hasta le diera un pequeño calambre. Así que con otro motivo para enfadarse se tuvo que ir a dormir sin siquiera tener su romance ficticio.

Unos golpes en la puerta la despertaron al día siguiente.

Original — Fantasía — 1X1

The new man

Soltó una carcajada divertida ante la pregunta de Amelia. Hombre, desde luego suena más divertido. Contestó. Tampoco es que "polvo de emergencia" como ella lo llamaba sonaba demasiado alentador, pero el objetivo de esa cena no era hacer sentirse mejor a Jared, sino hacer sentirse peor a Oliver. Y, desde luego, eso le haría sentirse menos superior que si fuera un simple pringado con el que Amelia ha salido por despecho.

Fue asintiendo concentrado a lo que ella iba diciendo, hasta que finalmente hizo una mueca de no está mal con los labios y respondió. Me parece bien. Agarró de nuevo la hamburguesa, a la que ya apenas le quedaban un par de bocados. Si nos conocemos desde hace tiempo, lo suyo sería que supiéramos mucho el uno del otro. Bueno... Tú sí sabes bastante de mí, y a unas malas te lo puedes inventar. Se encogió de hombros. Total, yo no me acuerdo y Oliver no me conoce... Pero algo le decía que el tipo tendría más interés en comprobar lo que él sabía de Amelia, y no al revés. En cambio, a ti sí. Si se pone a preguntar... Lo suyo sería que supiese responder.

Terminó su hamburguesa y cogió la servilleta para limpiarse las manos. Vale, recapitulemos... Nos conocemos desde hace, mmm... ¿Diez años? Justo cuando cumplí la mayoría de edad. Sí, no era mala época... Creía. Hemos tenido algunas idas y venidas, peeero. Empezó a hablar muy lentamente y a hacer gestos con las manos como si estuviera hilando una gran historia. Como mi fructífero negocio de motos me da trabajo por todo el mundo, eso me ha hecho vivir en varios países y ciudades distintos. ¿Se estaba colando con la fantasía? Bueno, que le corrigiera ella si no le gustaba, que para eso era la exnovia y la escritora. Peeero ahora que soy un empresario de éxito y mi situación económica es muuucho mejor, he decidido dejar los viajes en manos de mis... emmm... ayudantes... ¿Sería ese el término correcto? Madre mía, se le iba a notar a la legua que no era un pijo de esos... ...Y he decidido volver a mi querida ciudad, que tanto he echado de menos, y donde está la sede central de mi negocio, para establecerme aquí de manera definitiva. Y, quien sabe, quizás incluso sentar cabeza...

Se llevó una mano a la barbilla, pensativo, mirando a un punto indefinido en las alturas. ¿Ha sonado demasiado descabellado? No sabía ni lo que había dicho. Ah, y otra cosa, ¿dónde nos conocimos? Hizo una mueca con la cara. Qué pueden haber tenido en común un gamberro de dieciocho años como yo... bueno, o un empresario emergente en el mundo de las motos como yo, con una escritora de... ¿perdona, tenías mi edad? Bueno, no importa. ¿Qué pinta un tipo como yo con una chica como tú?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Jared tenía razón en que Oliver intentaría ponerle a prueba con respecto a ella, sobre todo si no se creía desde el principio que fuera su novio. Querría encontrar cualquier laguna en su historia y no podían permitírselo.

El resumen de "su historia" le pareció bien.- Estamos tratando con Oliver, si tiene que sospechar lo haría incuso si tuvieras un puesto de plátanos. -Dijo como versión más loca.- Aunque sí diría que la sede de tu compañía estuviera en alguna ciudad de los alrededores, porque si es de aquí querrá conocerla e investigar. Seguro que puedes permitirte ir y venir para visitar a tu novia. -Sonrió.- Tendré que fingir sorpresa si sueltas lo de sentar cabeza en mitad de la cena.

¿Dónde se conocieron? Y cómo llegaron a ser algo más cuando eran tan visiblemente diferentes.- Tengo 32, así que soy algo mayor que tú y hace 10 años estaba en la universidad. -Respondió a sus dudas.- Pero tenía un trabajo a tiempo parcial en una tienda de bocadillos. Podría estar cerca de donde estudiabas o tenías el taller, venías allí todos los días y empezaste a usar ese encanto tuyo para ligarte a la chica mona que se sabía tu pedido de memoria y te lo tenía listo antes de que llegases. -Bromeó un poco, pero la verdad es que podría haber pasado. Si vivieran en una comedia romántica, claro.- Igual le podemos vender a Oliver la idea de que David me inspiró para escribir a Jared. Con todo lo que tenéis en común... -Insinuó, terminándose sus patatas.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Sí, mejor. Ciertamente era mejor que la sede estuviese en otra parte, pues tan solo con que le preguntase por el nombre de la calle ya podía ponerle en un aprieto. Además de que, si era como Amelia le describía (lo cual no dudaba ni por un instante) no le extrañaría que se presentase allí sin más. No podía arriesgarse a eso. Por mi novia lo que haga falta. Añadió con un guiño.

Sonrió ampliamente y puso cara de interés, mientras terminaba de comerse el jalapeño que tenía en la mano y agarraba el vaso de refresco. Sí... Me gusta esa historia. Mola. Sí que le había gustado, y le parecía bastante plausible. La verdad es que nunca se le había ocurrido. Señaló a Amelia con la mano del vaso y bromeó. Eres buena inventando historias, ¿te has planteado dedicarte a la escritura o algo así? Rió y dio un sorbo al refresco, que estaba ya casi acabado, al igual que la comida.

Sí, eso también tiene sentido. Y así sentiré que tengo que forzarme menos por disimular... Aunque, ciertamente, tampoco es que sepa mucho ni de mí mismo. Aquí donde me ves, estoy improvisando. Añadió sonriente. Bueno, entonces... ¿Ya está? ¿Historia resuelta? Rió de nuevo e hizo un gesto con el rostro. Qué eficaces somos. No me extraña que hagamos tan buena pareja.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Se rió un poco cuando insinuó que debía ser escritora.- Es eso o mentirosa profesional. -Bromeó, dado que, en esencia, lo que estaban haciendo era inventar una elaborada mentira sobre ambos. Al menos lo hacían con un buen fin.

Prefirió no responder a lo de que hacían buena pareja, porque eso entraba en un terreno que prefería no explorar de momento. Era fácil hablar con Jared, sí, pero estaba convencida de que no podría bajarlo de la nube si le reconocía que siempre había sido como una fantasía ideal para ella. Mejor ni imaginarlo.

- Lo único que nos quedan son detalles que podemos ir comentando en el tiempo que nos queda o improvisando durante la cena, siguiéndonos el juego el uno al otro. -Explicó, porque lo cierto es que ya tenían una buena base de la que partir. Ella sabía todo de Jared y David no era tan diferente. Él era quien lo podía tener algo más complicado para saber ciertas cosas de ella, pero podría echarle una mano. Además, teniendo en cuenta que su relación era de idas y venidas, no tenía por qué saberlo todo de ella de momento.- Ahora... me debes un helado. -Dijo, levantándose para recoger las cosas en la bandeja.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Lo de seguir el juego se le daba bien. Lo de improvisar... Quizás no tanto, teniendo en cuenta donde les había llevado su última "improvisación". Pero lo podían intentar. Sería divertido... ¿No? No podía evitar seguir pensando lo que los dos se estaban jugando con esa cena, pero por otro lado, ¿por qué le daban tanto protagonismo a ese idiota? Por un momento se le pasó por la cabeza la idea de que sería divertido hacerse pasar por el novio de Amelia simplemente porque sí... Y que casi le importaba más lo que pensara ella de sus capacidades para ser un novio convincente que lo que pensase ese tío...

A por el helado pues. Dijo levantándose él también, cogiendo la bandeja de la mesa y llevándola hacia la papelera. ¿Me dijiste dulce de leche, sirope de chocolate y almendras, no? Sonrió y se llevó un dedo a la sien. Ya no se me olvida. Fue al mostrador, pidió ambos helados y le dio a la chica el suyo.

Va a ser un poco difícil comernos el helado en la moto. ¿Te apetece dar un paseo? Dijo mientras bajaban las escaleras hacia la planta de abajo, donde estaba la puerta al exterior. Así me hablas un poco de la ciudad. Si es mi ciudad natal, también estaría bien que la conociese. No era exactamente por eso por lo que quería pasear, pero como excusa sonaba convincente. Lo cierto es que se sentía bien hablando con Amelia, aunque quisiera disfrazarlo de necesidad por saber más de sí mismo y de lo que debían hacer esa noche. Y teniendo en cuenta que era la única persona a la que "recordaba" y que no parecía estar enfadada ya con él, no podía desaprovechar la oportunidad.

¿Y cual es tu restaurante favorito? Preguntó cuando ya llevaban un rato de paseo. Se llevó una cucharada de helado a la boca y se quedó pensativo. Entonces esbozó una sonrisa maliciosa en el rostro y se puso frente a ella, señalándola con la cuchara. Te propongo un trato. Si la cena de hoy sale bien, o lo que es lo mismo, si me vuelvo el novio más encantador del mundo y eso hace que pierdas a Oliver de vista para siempre, me debes una cena. Quizás mi imprudencia haya solucionado tu mal gusto. Ladeó la cabeza cómicamente. Si meto la pata otra vez... Te debo una cena. Por las molestias, y... Bueno, por redimirme un poco como novio desastroso y causador de problemas. Osea, que pasase lo que pasase, podía resumirse en que le estaba proponiendo ir a cenar juntos. Se mordió el labio sin dejar de mirar a la chica con una sonrisa y una mirada desafiantemente burlona. ¿Qué me dices? Se encogió de hombros con las manos alzadas. Lo siento, tengo que amortizar la ropa elegante que me he comprado hoy.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The new man

Sonrió, cómo no hacerlo, cuando se acordó de su helado favorito.- Empieza a mejorarte la memoria. -Bromeó un poco.
Probó el helado nada más tenerlo en la mano, disfrutando del sabor que tanto le gustaba. Aceptó lo del paseo, porque era verdad que de por sí iban a verse algo apretados llevando las bolsas en la moto, como para encima añadir un helado a la mezcla.

- De acuerdo, te contaré cosas de la ciudad. -Asintió. Le habló de que era prácticamente idéntica a la que él tenía en su cabeza, aunque no la recordase bien. El plano era igual, pero los nombres diferían, así que le habló de los lugares que podrían salir en una conversación así. Colegio, instituto, universidades... y la oferta de ocio que podía interesarle a él.

- ¿Mi restaurante favorito? -Repitió la pregunta, teniendo que pensar la respuesta, porque la verdad es que no tenía uno preferido de por sí, teniendo en cuenta que no solía ir a restaurantes salvo en sus citas con el capullo. Pero se aclaró un poco cuando le ofreció aquel trato, por eso quería saberlo, claro. Se rió por el comentario de amortizar la ropa, antes de responder.- Digo que está bien, pero que más te vale que sea yo quien tenga que invitarte a cenar después de todo esto. -Amenazó levemente.- Si fuera una comida, sería un picnic en el parque, pero como quieres una cena y usar tu ropa elegante... El restaurante del muelle, junto al río. -Uno de los pocos a los que Oliver no la había llevado y que tenía una historia personal detrás que ya compartiría si se diera el caso.

Siguió comiendo helado, parándose a mirar el paisaje un rato.- ¿Crees que saldrá bien? -Preguntó, y era una pregunta seria.

Amelia — Casa — Con Jared

The new man

Vale, había pillado la amenaza. Él también quería que saliese bien, desde luego. No quería que Amelia lo matara. Mm, pues lo del picnic en el parque suena bastante bien. Mucho mejor que lo del restaurante para su gusto, de hecho. Supongo que para la próxima. Dijo alegre, y tan pronto calló se planteó si estaba haciendo lo correcto. Amelia era, literalmente, la única persona que tenía ahora en su vida. Pero quizás la mujer tuviera cosas mucho mejores que hacer que pasar el tiempo con él... Supuso que una vez pasada esa cena debería comenzar a retirarse prudentemente...

La miró cuando hizo esa pregunta, cargada de seriedad. Podía notar que, a pesar de las bromas y el tira y afloja de todo el día, esa cena era algo bastante importante para ella... De veras que esperaba no liarla. En maldita hora se le ocurrió coger su maldito teléfono y pelearse con su maldito exnovio. Por supuesto. Dijo cogiendo aire. No sabía si había sonado del todo convincente, pero quería apoyarla en esto y transmitirle seguridad. Voy a hacer todo lo posible. Te lo prometo. Sonrió. Además, en cierto modo, estamos bastante conectados, ¿no? Quiero decir... Bueno, ya sabes qué quiero decir. Aun le costaba reconocerlo en voz alta si no era en clave de humor. Pero a más pasaban las horas, más fuerte se hacía la teoría de que él no era más que un producto de la mente de la mujer, y no porque esa teoría no fuese disparatada, sino porque no había otra. Esperaba que este hecho les ayudase a salir del paso juntos. Ya si eso cuando solucionasen este tema se plantearía qué iba a ser de su vida a partir de ahora... Si es que tenía una vida.

Soltó aire por la boca y miró su helado, ya prácticamente vacío. Lo terminó y, volviendo a sonreír con la mayor tranquilidad que encontró, emprendieron camino a casa. Mejor que empleasen la tarde para descansar... Porque la noche iba a ser intensa.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

Cuando volvieron a casa, Amelia vació un par de cajones de la cómoda del pasillo para que Jared pudiera guardar ahí su ropa. Después buscó el vestido que quería usar, lo tenía bastante claro al menos, y se puso con la plancha. Preparar los zapatos y todo lo que iba a utilizar. La idea era relajarse, pero lo cierto es que no podía parar. Posiblemente estuviera más nerviosa por aquella cena que por cualquier otra cita que hubiera tenido con Oliver... quitando aquellas en las que iba a conocer a alguien que pudiera editar su libro.

Quería creer que Jared tenía razón, que saldría bien y que finalmente podría cerrar aquel capítulo de su vida para no mirar atrás. Aunque para conseguirlo hubiese tenido que pasar por la metedura de pata y su pelea de gallitos. Esperaba que en un restaurante los dos pudieran ser capaces de controlarse. Y que ella también pudiera hacerlo.

Se había quedado en su habitación las últimas horas, preparando todo lo indispensable. Pero llegada la hora de prepararse no le quedó otra que empezar a hacerlo, esperando que Jared también lo hubiese hecho.
Cuando terminó y se miró al espejo podía decir que estaba bastante contenta con el resultado. Su pelo sujeto por un recogido sencillo, igual que su maquillaje. El azul del vestido le resaltaba los ojos y sus zapatos eran cómodos. Con el bolso y el abrigo en la mano salió para buscar a Jared.- ¿Estás listo? -Preguntó al llegar.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Ya estaba prácticamente listo. Llevaba un atuendo bastante más elegante de lo que solía usar... Creía. En la tienda ambos estuvieron conformes con el estilo (o más bien Jared se dejó orientar por Amelia), pero ahora que estaba arreglado y listo para salir, lo cierto es que se veía aún más elegante que en el probador. Se había recogido el pelo para poder darle un poco de orden a sus habitualmente alborotados rizos y no paraba de mirarse en el espejo, recolocándose la camisa, la chaqueta y asegurándose de que su rebelde cabello no se saliese de su sitio.

Podía haberse pasado una hora más delante del espejo, indeciso. Sentía que no estaba acostumbrado a verse así (aunque no pudiera recordarlo realmente) y se veía raro, pero al mismo tiempo sentía que le quedaba bien. Era una sensación rara. Esperaba que a Amelia le gustase... Porque lo que pensase ese tal Oliver le daba un poco igual.

Salió al salón y esperó allí, con las manos en los bolsillos y la vista perdida en uno de los cuadros de la pared. Al oír la voz de la joven, se giró para responder a su pregunta. Sí, est-¡Wow, vaya! Dijo abriendo mucho los ojos, con una sonrisa. Estás impresionante. Se quedó unos instantes mirándola. Sí que estaba muy guapa... Sí que se tomaba molestias por ese tipo. Pero bueno, ¿a qué viene eso, Jared? Se miró a sí mismo las ropas. Eemm bueno, no sé si estoy a la altura. Volvió a levantar la cabeza para mirarla, con una risilla. Pero sí, supongo que estoy listo. Abrió los brazos en cruz y dio una vuelta sobre sí mismo. ¿Bien?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

Amelia notó que se sonrojaba solo por la reacción de Jared. Había esperado que le dijera que estaba bien, claro, pero no de aquella manera tan entusiasta y honesta. Además, mirándola de aquella forma.
Pero sonrió cuando preguntó si estaba bien.- Te lo dije en el probador. Estás perfecto. -Intentó que sonase a un comentario normal, sin importancia, pero lo cierto es que lo estaba. Incluso más elegante ahora que le veía así peinado y arreglado. Nunca había imaginado a Jared así, pero le quedaba realmente bien el look, aunque lo cierto es que cualquiera le sentaba bien al condenado.

- Pues si estamos listos, iré llamando a un taxi. -Decidió, sacando el móvil para hacer la llamada. Esperaba que no insistiera de nuevo con lo de la moto, y que ahora entendiese que no iba vestida para eso.

Mientras esperaban, decidió hablar de algo que había intentado eludir, pero que ahora que lo pensaba quizá fuera necesario.- Supongo que si tenemos que pasar por pareja delante de Oliver y su acompañante, habrá que hacer alguna muestra de cariño o algo así. -Su voz sonaba más baja de lo normal y evitaba mirarle para no sonrojarse.- Supongo que con que nos demos la mano o nos invitemos a probar la comida del otro será suficiente. -Añadió, no queriendo meterse en cosas que pudieran ser más "invasivas" y echar por tierra toda su historia.- Diría que me pasaras un brazo por los hombros, pero preferiría que no pareciera que quieres marcar terreno, por así decirlo. -Oliver era muy de hacer ese tipo de cosas, y odiaba cuando lo hacía, por eso preferiría que Jared no cayese en ese juego.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Genial entonces. Dijo con una amplia sonrisa y tirándose de las solapas de la chaqueta. Se quedó mirando con una sonrisilla a la chica mientras esta pedía el taxi. Esa noche iba a ser divertida, o al menos curiosa... Esperaba. A lo largo de la tarde se le había pasado un poco el enfado y había decidido reenfocar la situación: quizás si hiciera gala de su humor y le resbalaran los comentarios de Oliver, la situación fuese menos incómoda para ellos dos y más para él. Sonaba muy bonito, sí. Hacía falta que tuviera la paciencia suficiente para lograrlo, aquella que no consiguió tener por teléfono.

Ahm. Pues sí, supongo. Dijo con seguridad y sin inmutar la sonrisa, y por supuesto sin dejar de mirarla, a pesar de que ella parecía evitarle. Jared debía ser un inconsciente, pues todo eso le parecía bastante divertido. Amelia, sin embargo, parecía agobiada, como era normal. Esperaba que no considerase sus sonrisas como una falta de respeto a su situación. Lo último que quería era que esa estúpida cena le trajera consecuencias negativas... Pero una cosa no quitaba la otra, y pensaba divertirse mucho con eso.

Soltó una risa y levantó las palmas de las manos. Wo wo, deja algo para el factor sorpresa. Dijo con algo de ironía, sin dejar de sonreír. No me había planteado que pasarte el brazo por los hombros fuera marcar terreno. Tendré que reconsiderar mi estrategia. Se acercó hasta donde ella estaba y estrechó su mano como si la estuviera saludando por primera vez. Darnos la mano, ¿así te refieres? ¿O está siendo demasiado erótico? Rió y soltó su mano, aprovechando para dar un paso hacia atrás por si le llovía una hostia por ponerse tan tonto. Perdona, perdona. Ya paro de bromear. Asintió con humildad y, aunque ligeramente sonriente, dijo algo más serio. Entiendo lo que quieres decir. No te preocupes, yo también había caído en eso. Suspiró. Intentaré ser... Movió la cabeza, pensativo. ...cariñoso, pero sin pasarme.

El claxon de un coche tras las puertas de la casa interrumpió la conversación y les hizo saber que su taxi ya había llegado. Jared volvió a sonreír y le ofreció su brazo para que se agarrara a él. Con tono risueño y divertido, preguntó. ¿Te apetece que vayamos practicando desde ya, querida?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

¿Por qué no se podía tomar nada en serio? Simplemente quería dejar claras un par de cosas para no verse arrastrada en una batalla por ver quién de los dos la tenía más larga en mitad de un restaurante. Ya habían pasado por eso aquella mañana por teléfono.

- ¿Puedes comportarte un poco más como un adulto, por favor? -Le pidió, intentando no gastar fuerzas todavía.- Solo necesito que seas un poquito más maduro que Oliver en todo esto. Ni siquiera lo tienes que ser del todo. -No le estaba poniendo un nivel muy alto, pero sí necesitaba que se lo tomara un poco en serio. O que la tomara a ella en serio.
Asintió algo más animada al escuchar que había entendido lo que le pedía. Incluso sonrió cuando le ofreció el brazo.

El paseo en taxi fue algo silencioso, salvo por el aviso en el móvil de que Oliver y su acompañante ya estaban allí que ni se dignó a responder.
Hasta que al final llegaron y un camarero les llevó hasta la mesa donde estaba su ex con una chica rubia algo seria, aunque se imaginaba que acabaría de discutir o algo así, como le pasaba a ella con él todo el tiempo.

- Mi querida Amelia. -Se forzó a saludarle con dos besos en las mejillas.- Estás preciosa, como de costumbre. Te presento a Dafne. -Saludó a la chica con una sonrisa comedida.- Y este debe de ser el chico nuevo... ¿Daniel? -Pronto empezaba con los ataques.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Quiso romper el hielo en el taxi en un par de ocasiones, pero ya había recibido un aviso por parte de Amelia para que se comportara y no quería estropear la noche antes de que empezase. Lo cierto es que estaba un poco nervioso, pero más por ella que por él. Sabía que la había metido en un berenjenal, era más consciente ahora que se dirigían hacia el lugar de lo que lo había sido todo el día. Cogió aire y se concentró: esa noche tocaba ser el novio perfecto, y eso incluía no ser demasiado protagonista sin dejar vendida a Amelia delante de ese tipo. Al fin y al cabo, había sido más una disputa entre ellos que había acabado por salpicar a la mujer.

Acompañó a Amelia hacia donde el camarero les guiaba, ligeramente un paso tras ella. Allí estaban: el tal Oliver y su actual pareja, supuso. El tipo tenía un aspecto nada decepcionante con respecto a su personalidad, pues realmente parecía un idiota.

Jared sonrió ampliamente, haciendo caso omiso al intento de ataque de Oliver. David. Respondió, y estrechó su mano con firmeza, mirándole y sonriente. Jared solía ser un hombre afable, y con esa sonrisa educada y encantadora saludó a Oliver como si la conversación de aquella mañana no hubiera tenido lugar. También dirigió su saludo a la chica. Encantado, Dafne. Sí, porque a Oliver desde luego no estaba encantado de conocerle.

Se adelantó un poco y retiró la silla de Amelia para que la mujer se sentase, simplemente mirándola con una sonrisa tranquila, sin decir nada. Cuando ella se hubo sentado, él hizo lo propio a su lado. Por ahora se mantendría callado. Al fin y al cabo, el tal Oliver había empezado un torpe ataque pretendiendo que no recordaba su nombre. Si eso era lo mejor que podía hacer, no tenían de qué preocuparse.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

No estaba muy segura de si Jared se había metido mucho en el papel de hombre responsable o si ella se había pasado un poco al pedirle que fuera un poco más maduro. El caso es que estaba demasiado callado y ahora eso la ponía un poco nerviosa. Ni siquiera ella parecía aclararse con lo que necesitaba.

El intento de molestar de Oliver directamente le resbaló y tras terminar los saludos, se sentaron a la mesa.- Gracias. -Musitó cuando retiró su silla por ella para que se sentara. Era un gesto tonto y fingido, pero no estaba de más tener un caballero cerca. Oliver trató de imitarle torpemente cuando la chica ya estaba casi sentada.

- Mientras decidimos lo que queremos pedir, ¿por qué no nos cuentas un poco de ti David? -Insinuó Oliver, mientras todos cogían las cartas.- De dónde eres o a qué te dedicas, por ejemplo.

- David es de la ciudad, de la zona Oeste. -Respondió Amelia, no queriendo que él tuviera que comerse solo el interrogatorio.- Y tiene una empresa de talleres.

- ¿Talleres de coches? Qué modesto. -Amelia había dejado de lado el detalle de la cadena de talleres millonaria para poder restregárselo en la cara cuando se pasara demasiado.- Lo cierto es que siempre te gustaron los mecánicos, ¿verdad? -Bebió de su copa lanzándole una sonrisa envenenada.- Pero vamos a dejar que el chico hable un poco, ¿no? ¿Cuéntame algo más de ese taller tuyo? ¿Alguna oferta reciente? Quizás pueda llevarte mi porsche.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

El tipo no se anduvo con rodeos y apenas tardó medio minuto en querer interrogarle. Jared, sin embargo, no estaba dispuesto a dejarse amedrentar tan rápido, por lo que se tomó la pregunta como si fuera lo más normal del mundo. En cambio, apenas había abierto la boca para responder cuando Amelia se le adelantó.

Talleres de motos. Puntualizó. Dustfield. Es una marca de bastante renombre, aunque si no eres muy de montar en moto quizás no la conozcas. Al fin y al cabo operamos más a nivel internacional. Lo del "no eres muy de montar en motos" para alguien como Jared, para quien su vehículo formaba parte de su libertad y no concebía ir con chófer a todas partes, era otra manera de desprestigiarle. Pero dudaba que Oliver la captase.

¡Ops, culpable de eso! Dijo con una risa divertida en respuesta a lo de que "siempre le habían gustado los mecánicos". Menudo idiota. Pero pensaba usar el comentario a su favor, tomándoselo con naturalidad, y no como el dardo envenenado que él pretendía soltar. Nos conocemos desde hace demasiado tiempo, supongo. Dijo apoyando amistosamente su mano en la silla de Amelia y mirándola con ojos cariñosos y algo de picardía. Giró entonces la mirada desenfadada hacia Oliver y añadió. Y bueno, no siempre siempre. Ya sabes... Rió con suavidad y movió la mano brevemente para señalarle, sin ser descortés pero dejando claro a quien iba la alusión. Porque tú eres... Perdona, ¿qué eras? Él también sabía hacer preguntitas.

TallereS. Volvió a puntualizar, sin perder la sonrisa. No te preocupes, es un error común. Sí, Oliver, eres un tipo común. Puedes traérmelo, pero salvo apreciar lo bonito que es, no creo que mis empleados puedan hacer mucho más por él. A no ser que quieras que te lo convirtamos en una moto. Bromeó de nuevo.

¿Saben los señores lo que van a pedir? El camarero había interrumpido la conversación y Jared ni siquiera había mirado la carta. Esperaba no quedar demasiado en ridículo... Aunque no le extrañaría que ese pretencioso de Oliver pidiera por los cuatro.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

Amelia miraba a Jared mientras hablaba, con una sonrisa de la que no era consciente en los labios mientras le daba ánimos mentalmente. Lo cierto es que para lo capullo que estaba siendo Oliver y sus pullas infantiles, estaba sabiendo responder bastante bien. Lo cierto es que estaba algo sorprendida, pero no se la podía culpa, la última vez que esos dos habían hablado casi se dan de puñetazos por teléfono.

La conversación quedó detenida cuando el camarero llegó para preguntar qué iban a pedir. Amelia sabía que Oliver tomaría la delantera, dado que conocía el lugar, por lo que no le sorprendió que se adelantara.- Creo que dado que he venido varias veces, puedo escoger lo mejor para nosotros. -Anunció como si les estuviera haciendo un favor.- Como aperitivos, probaremos el plato sensaciones y el carpaccio de gambas marinadas. -La chica arrugó la nariz y miró a Jared preguntándose si él tampoco tenía ni idea de qué leches era eso de "Sensaciones". Pero era un restaurante elegante, así que preguntar sería feo, supuso.- Y como plato principal tomaremos el magret con curry rojo. -Asintió para sí.

Parecía a punto de ponerse a escoger el vino cuando Dafne le interrumpió para dirigirse al camarero- ¿El magret lleva algo de frutos secos? -El camarero indicó que la salsa los contenía.- Tendría que pedir otra cosa, lo siento, pero soy alérgica. -Por la cara con la que miró a Oliver, seguro que él se suponía que lo sabía, solo que lo había pasado por alto.

Amelia se apiadó un poco de ella.- Si quieres podemos pedir las dos algún pescado. Nunca me ha gustado mucho la carne poco hecha -Le dedicó una sonrisa.- ¿Alguna recomendación que no contenga frutos secos? -El camarero les dijo algunos de los platos y la morena asintió.- Entonces serán dos de Merluza con citronella.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Como imaginaba, Oliver pidió por todos. Devolvió la mirada a Amelia cuando oyó eso de "sensaciones". Vaya pijada. Pensó mientras le arqueaba la cejas divertido. Quizás pudiera leerle el pensamiento. Total, no era la conexión más rara que hubiera habido entre ellos desde que se conocieran.

Por fin le oyó el tono de voz a Dafne desde que dijese su nombre. Sentía compasión por esa chica que tenía que aguantar a Oliver, le daban ganas de decirle que saliera corriendo ahora que podía. Más aún se incrementó este sentimiento cuando la oyó recalcar que era alérgica a justo el plato que su novio había pedido. No pudo evitar poner los ojos en blanco, le salió del alma, pero recompuso el rostro alegre que llevaba hasta ahora cuando oyó a Amelia pedir. Levantó un dedo con una sonrisa. ¡Yo también me apunto a lo del pescado! Y que se quede Oliver con su estúpido magret. Ni siquiera sabía lo que era el "magret". Parece que me has leído la mente, querida. Es justo lo que quería. En verdad le daba igual, pero por preferir, prefería tener cosas en común con Amelia y Dafne a tenerlas con Oliver, aunque solo fuera un plato de comida. Tres merluzas y un magret, pues.

Al hombre no pareció sentarle demasiado bien el cambio. O, más bien, la intervención de Jared. ¿Hay algún problema, David? Le soltó con tono helado y una sonrisa de psicópata tan pronto el camarero volvió a dejarles solos. Jared ladeó la cabeza y frunció el ceño con desconcierto, sin perder la sonrisa, como si no le estuviera dando importancia alguna a la frase. No, para nada. ¿Por qué lo dices? Bueno, me ha parecido que algo te incomodaba mientras pedíamos. Has puesto los ojos en blanco. El tipo también ladeó la cabeza. Si no te gustaba el menú podías haber pedido tú. ¡No, que va! A mí me gusta todo. ¿Entonces? Jared hizo una mueca con la boca y se encogió de hombros, haciendo un gran esfuerzo por no desvirtuar el gesto desenfadado. No le dio tiempo a responder a la pregunta cuando el otro avanzó en su tarea de tocarle las narices. Lo siento, quizás debería haberos llevado a una pizzería. Parece más tu estilo. Lo es. Para que nos vamos a engañar. La que nos comimos anoche estaba buenísima, ¿a que sí, Amelia? Preguntó mirándola directamente con una sonrisa traviesa. Si quieres jugar, juguemos. Pensó.

Oliver se limitó a contestar con una risotada socarrona y dijo algo por lo bajo que Jared no alcanzó a oír, aunque no debió ser nada bueno. Antes de que pudiera preguntarle qué había dicho, Dafne le estaba reprendiendo. Oliver, para. Solo quiere ser amable. No te preocupes, Dafne. Miró a Oliver, sin dejar de sonreír. Tienes razón, he puesto cara rara. Supongo que me ha sorprendido que no sepas que tu novia es alérgica a los frutos secos. Se permitió el lujo de colocar su mano con ternura sobre la de Amelia, ayudándose de ese gesto cariñoso para enfatizar lo que decía. Cuando quieres a alguien, qué mínimo que fijarte en esos detallitos de nada que podrían, no sé, matarla. Apretó ligeramente y con cariño la mano de "su chica" y la soltó. Entonces, miró a Dafne. Tranquila que a partir de ahora yo me acordaré siempre. Solo quería ser amable, al fin y al cabo ya le resultaba de por sí incómodo que la joven estuviera siendo flagrantemente ignorada por su novio. Esta le sonrió con agradecimiento y, al parecer, eso fue más de lo que Oliver pudo soportar. ¿En serio? Bufó con una carcajada hostil. ¿A esta también me la vas a quitar, o qué? ¡Oliver! ¿Perdón? El tipo se inclinó sobre la mesa con lentitud, como un manido poli de película en un interrogatorio, cruzando las manos. Digo que si a esta también me la vas a quitar, guaperas. Eso le borró la sonrisa. Trataba de disimular, pero el tipo estaba pasándose ya tres pueblos. Yo no te he quitado nada que tú no hubieras perdido antes. Mucho restaurante pijo, pero se estaba ganando una hostia. De hecho, no te he quitado nada porque no hay nada que quitar. No son objetos, ellas deciden si te soportan o no. Si lo que quieres es algo bonito a tu lado que poder manejar a tu antojo, quizás deberías comprarte otro Porshe. Se dejó caer en el respaldo de la silla y se obligó a sí mismo a sonreír, aunque fuera para intentar aliviar la tensión del momento. O una moto. Fíjate, en eso sí que podría ayudarte.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

Al final terminaron cambiando por completo el plato principal para la mayoría, a expensas de disgustar a Oliver, pero, sinceramente, le importaba bien poco lo que opinase él. Salvo por el hecho de que se lo tomó a mal y empezó a atacar de nuevo. Amelia trató de disimular, pero cuando Jared la miró al mencionar la pizza, trató de advertirle con la mirada que se andara con cuidado.
Aunque ni todo el cuidado del mundo podría evitar que Oliver tuviera que empezar con sus gilipolleces y tratar de medir cuál de los dos la tenía más larga.

- Creo que ya está bien de hablar de eso. -Intervino Amelia antes de que el capullo de su ex pudiera abrir la boca y empeorar la situación.- Además, David tiene razón en que él no hizo nada para "quitarme". -Entrecomilló en el aire, porque en serio era lo más insultante que había escuchado en todo el rato.- En realidad, le conocí a él antes que a ti, así que... -Lo dejó estar, porque no le interesaba seguir con aquello- Y estáis haciendo un papelón delante de la pobre Dafne. Que no creo que esté interesada en otro que no seas tú, Oliver. -Aunque si fuera ella, con esta escena tendría suficiente para salir corriendo.- ¿Cuánto lleváis juntos?

- Dos meses. -Respondió la chica, haciendo que Amelia mirase a Oliver con una ceja alzada, en dos meses ellos habían vuelto y roto dos meses. Vaya, qué interesante saber que ella era la otra y no al contrario.

- Eso es mucho tiempo como para que cualquiera pueda venir a intentar nada, ¿verdad? -Bromeó un poco.- Estoy segura de que Oliver ya te ha llevado a algunas de sus fiestas de empresa, esas con tantos personajes conocidos. -Esas a las que la llevaba a ella en lugar de a su novia oficial.- De todos modos, espero que tú no seas tan celosa y pienses que quiero intentar algo. Creéme, ahora que David ha vuelto para quedarse, no tengo intención de perderle. -Esta vez fue ella la que cogió la mano de su acompañante.

- Oh, no, no te preocupes. No lo he pensado. -Aclaró Dafne.- Oliver me dijo que salisteis, pero hace mucho. -Amelia asintió. Mucho, dos días, nada menos, el tiempo pasa terriblemente rápido.- Pero no me lleva a esas fiestas, siempre ha dicho que serían terríblemente aburridas para mí. -A saber qué falta le encontraba a la chica para no llevarla a ella, salvo por el hecho de que sus jefes a la que conocían era Amelia y que podría quedar mal que presentara a más de una chica. O su necesidad de manipularla como siempre había hecho.

- Me alegró, así podemos ser amigas. -Y quizá pudiera aconsejarla que huyera de aquello antes de que fuera demasiado tarde.

Oliver llevaba demasiado tiempo callado y desde luego no parecía gustarle que ambas pudieran trabar relación alguna, así que tuvo la necesidad de intervenir.- Y, qué, David, ¿no te ha hablado Amelia de Don Perfecto? -Soltó de pronto.- Ya sabes, su adorado Jared... cualquiera diría que alguien puede estar tan encoñada con su propio personaje, ¿verdad?

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Ladeó la cabeza con una sonrisa, aunque intentó lo máximo que pudo reprimir la expresión de revancha que quería mostrar, cuando Amelia dijo que "de hecho, a él le había conocido antes". Eso tenía que haberle sentado a Oliver como un tiro, aunque con lo soberbio que era, probablemente no sirviera para bajarlo del burro.

Tienes razón. Perdona, Dafne. Se disculpó con sinceridad, pues tal y como decía Amelia estaban haciendo un papelón delante de la persona a la que menos le iba ese fuego cruzado que se traían los tres. Oliver volvió a bufar y Jared le miró de reojo, de nuevo haciendo un esfuerzo estoico porque no se le transparentaran sus pensamientos sobre él en la cara. No debía gustarle al tipo que Jared fuese amable. Pero no iba a dejar de serlo solo porque él fuese un neandertal de esmoquin.

Pero la cosa, por increíble que pareciera, aún podía ponerse más tensa. Jared miró hacia abajo, jugando con la servilleta que empezó a colocarse en el regazo, cuando Dafne dijo que llevaban juntos dos meses. Ojalá hubiese podido evaporarse en ese momento. Qué cabrón el tío, porque si mal no recordaba con Amelia había roto hacía apenas días. Como le gustaría soltarle en plena cara que estaba jugando a dos bandas y que la pobre chica saliera corriendo. Pero, por el momento, hizo la de no existir mirando a otra parte durante la incómoda conversación. Solo volvió a la realidad cuando notó la mano de Amelia sobre la suya. Levantó la vista y sonrió hacia su "novia".

Su momento de desaparición no duró mucho porque Oliver volvió a meterle en escena. Por Dios, que cansino es este tío. Pensó, pero en su rostro apenas aparecía su habitual sonrisa amable. Eso sí, el tema de conversación le pilló totalmente por sorpresa.

Al principio frunció ligeramente el ceño extrañado cuando oyó lo de Don Perfecto, sin saber a quién se refería. Pero entonces, lo soltó. Ahora entendía el por qué de cambiarle el nombre, menos mal. Oh, sí, Jared. Dijo un poco estupefacto al inicio. Rió con suavidad, centrándose en ser lo más natural posible y mirando a Amelia de manera desenfadada, como si eso del personaje no fuera más que una anécdota sin importancia. Sí, sí que sé de él. Parece un buen tipo. Eso ha sonado raro. Quiero decir, un buen personaje. Es un buen personaje. Se mojó los labios y puso cara de interesante. Creo que tiene sus luces y sus sombras, ya sabes. La historia me parece muy buena, muy completa. Y el protagonista, emm... Tenía que recordar las palabras que ella había usado en su conversación el día anterior. Sería lo más creíble, pues al fin y al cabo era el objetivo con el que ella había hecho la obra ¿no? Un buen novio debería saber eso. Un novio que no fuera, de hecho, el propio personaje. Es alguien que ha sabido sobreponerse de sus adversidades y labrarse un futuro por sí mismo. Vale, creo que ha colado. Es una de las cosas que más me gusta de ella: cree que todo el mundo puede sobreponerse por difícil que haya sido su vida, y su obra lo refleja a la perfección. Eso había sido, de hecho, bastante sincero por su parte. Seguro que se notó en su rostro cuando la miró sonriente al decirlo.

Vaya, Amelia. Eso es muy interesante. A Dafne le había encantado la definición y ahora miraba a Amelia con los ojos entusiasmados. No sabía que escribieras. Y muy bien, de hecho. Sabe como darle vida a sus personajes. Y entonces le guiñó un ojo con una sonrisa pícara. ¿Y tienes ya el libro terminado? ¡Me encantaría leerlo! Uy, sí, para que te encoñes tú también del mecanicucho ese... Dafne esbozó una expresión de desagrado en el rostro y miró a Oliver. De verdad, a veces eres... Pero a Jared le había dado por reír un poco por lo bajo. Ni siquiera sabía por qué. Intentó aclararse la garganta para disimular, pero el puñetero Oliver ya se había dado cuenta y, por supuesto, ofendido. No sé, llámame raro pero no me gusta que mi novia tenga fantasías sexuales con otro mientras lo hace conmigo. Oh, por favor... Musitó Dafne por lo bajo con desagrado. Pero alomejor a David no le importa... Jared se encogió de hombros, con una mueca en los labios de quitar importancia. Bueno, pero con quien está es contigo, ¿no? ¿Es que le vas a controlar el cerebro también? Ladeó un par de veces la cabeza y, chasqueando un poco la lengua, remató. No sé... Considero un poco estúpido encelarse de un personaje ficticio. Pero en fin, supongo que es que yo soy así.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

Estaba a punto de intervenir para pedirle a Oliver que moderase el lenguaje si quería que llegaran al primer plato y evitar que Jared tuviera que hablar de sí mismo, y también si podía ser que evitara pensar demasiado en la idea de que estaba un poco muy colada por él como personaje de su libro. Sin embargo, él no parecía necesitarla.
Empezó de forma algo dudosa, pero fue ganando confianza y bueno, describió su libro tal y como ella lo había hecho, demostrando que recordaba lo que le había dicho y creía que era algo bueno. Lo que hizo que Amelia le sonriera de forma sincera y quizá le mirase de forma más emocionada de lo necesario antes de girarse a Dafne.

- Sí, soy escritora. -Respondió antes de que Jared soltara lo de que sabía dar vida a sus personajes y casi se echara a reír de no ser por cómo siguió la conversación hasta rozar lo desagradable gracias al capullo que había en la mesa.

- Raro no, pero paranoico un rato. -Respondió Amelia antes de que lo hiciera Jared.- Además, se supone que cuando sales con alguien y estás haciendo las cosas bien, no tienes por qué dudar de esa persona. -Y no, no iba a negar lo de las fantasías porque era tan absurdo que no merecía ni respuesta.- Aunque eso también va en la autoestima y necesidad de control de cada uno.

- Dice la que como no puede controlar su vida, escribe para poder controlar la de otros.

- Quizá sea eso. No lo sé, pero creo que por ahora me está yendo bastante bien sin que nadie me controle. -Se calló porque llegó el camarero con sus platos de "sensaciones", y Amelia lo miró pensando que la pijada le quedaría muy bien a Oliver de sombrero. Con florecitas y todo.

Aún así empezaron a comer con tranquilidad, aquello era poco más que una sopa con adornos después de todo.- Como te estaba contando antes, Dafne. -Decidió romper el silencio y tratar de darle conversación y un mejor recuerdo a la otra chica.- Soy escritora y tengo publicados algunos relatos de corte realista. Como ha dicho David suelo tratar de que mis personajes sean humanos, con sus cosas buenas y malas, pero siempre superando las adversidades.

- El final disney, ¿no? -Metió boca el otro, para joder.

- El final que algunas personas necesitan leer para tener algo de esperanza en que su situación mejore. Como me pasó a mí. -Y sí, ahí fue ella la que dio la patada, mirando a Jared con una sonrisa queriendo dar por hecho que su situación había mejorado muchísimo gracias a él.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Obviamente los comentarios de Oliver no sentaron nada bien a Amelia, entre otras cosas porque eran de muy mal gusto. Jared arqueó las cejas y bajó la mirada para contenerse, porque no tenía por qué meterse y porque la mujer ya se estaba defendiendo sola. Pero no era por falta de ganas de soltarle una bordería.

Llegó el supuesto plato "Sensaciones" y Jared juraría que no había visto nada tan raro en su vida, al menos no algo que se calificara como "comida". Bueno, tampoco es que recordara muchas cosas. Pero por la vida que creía que tenía, dudaba que se hubiera topado nunca con eso.

Miró a Amelia de reojo con una sonrisilla, pero ella miraba a Oliver con cara de odio. Juraría que estaba planteándose cómo usar ese plato para matarle. Eso hizo que volviera a bajar la vista, ocultando su sonrisa. En el fondo, se estaba divirtiendo. Sentía la imperiosa necesidad de rescatar a Dafne de esa tortura de tío, pero por lo demás, se estaba divirtiendo.

Mientras comía Oliver soltó otra perla de las suyas. Puso los ojos en blanco, pasándose la lengua por las muelas en una mueca de contención, pero entonces Amelia hizo un comentario algo inesperado. La miró automáticamente y se encontró con que ella también le devolvía la mirada. Eso le hizo sonreír. Por un momento pensó que estaba hablando en serio, casi se creyó que eran novios de verdad. ¿Estás tonto, Jared? Se reprendió, y sacudió muy sutil y casi imperceptiblemente la cabeza para alejar ese tonto pensamiento. Bueno, si hasta él casi se había creído el noviazgo que era uno de los que se lo estaba inventando, quería pensar que también estaría colando para los otros dos.

Qué bonito... Se burló Oliver. Jared sonrió y le miró con la cabeza ladeada. El tipo siguió. Cualquiera diría que te llegó este tipo justo en el momento preciso. No sé a qué momento te refieres, Oliver. Dijo él sin perder la sonrisa, con tranquilidad. Porque nosotros hace poco que empezamos y, bueno... Amelia y tú se supone que cortásteis hace bastante tiempo, ¿no? A Oliver se le notó como se le hincharon las fosas nasales. Jared percibió por el rabillo del ojo como Dafne le miraba con el ceño fruncido en señal de ligera confusión. De verdad que deseaba que hubiera captado su mensaje.

Exacto. Me alegra ver que hasta los mecánicos tenéis conocimientos básicos de matemáticas. Para que veas. Añadió centrándose de nuevo en su plato de colorines. Pero Oliver no iba a quedarse ahí, tuviera que ver. No sé, será que no creo en las cosas ñoñas que cree Amelia. Pero, esta vez, Jared decidió pasar olímpicamente de Oliver y se dirigió a Dafne. Por cierto, Dafne, ¿a qué te dedicas tú? La chica aún estaba mirando a su pareja con cara de desconfianza, pero cuando Jared le habló le miró y esbozó una sonrisa cordial. Trabajo para una agencia de viajes. Dijo orgullosa. Me gusta mucho, es un trabajo muy bonito. Y me dan puntos para vuelos, lo cual está muy bien. Bromeó. Pero Oliver cortó el buen rollo suspirando con desdén.

Jared se disponía a ignorarlo de nuevo, sonriendo a la chica y queriendo saber más sobre su trabajo, pero a esta le había sentado bastante mal el suspiro. ¿Qué? Le espetó ligeramente irritada, mirándole. Nada. No, dilo, por favor. Que me parece una cutrez hablar de los regalos que te hacen en el trabajo. Jared frunció el ceño. ¿Es que se podía ser más idiota? Dafne soltó una carcajada despectiva, armándose de paciencia. Por no hablar de que dices mucho eso de los puntos pero yo aún no he visto ni un billete de avión. Porque aún no he reunido los suficientes para ir donde quiero ir. Ya, pues eso. Que es una cutrez.

El camarero apareció con el primer plato a lo justo para cortar el devenir de esa conversación, que se estaba tornando considerablemente tensa. Colocó las tres merluzas delante de sus dueños y aseguró que el magret llegaría en seguida. No te preocupes, Oliver. Esperamos a que llegue tu plato. Dijo con cortesía, llenándose de satisfacción de demostrarle más categoría personal a ese tipo de la que tenía él, ya que a pesar de su actitud quería tener el detalle de esperarle. Si las miradas matasen, Oliver ya le habría matado quince veces esa noche...

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

Fue el comentario de Oliver lo que hizo que la mente de Amelia dejara de girar en torno a la posibilidad de que fuera cierto que Jared le había mejorado la vida en dos días. Por lo menos le estaba dando la fuerza que necesitaba para mandar a la mierda de una vez y para siempre al imbécil de Oliver.

Después del nuevo intercambio entre los dos hombres, Jared preguntó a Dafne a qué se dedicaba, en un intento de ser agradable e incluirla en aquella conversación de la que no sabía cuánto estaba entendiendo. Lo que llevó a que el estúpido la tomara también con ella y su trabajo. Lo que cesó porque llegó el segundo plato, aunque faltaba el de Oliver.

- Mientras esperamos, creo que aprovecharé para ir al baño a retocarme la nariz. -Comentó Amelia, dejando la servilleta a un lado para poder levantarse.- ¿Me acompañas, Dafne? -Invitó a la chica, que seguramente preferiría huir con ella que quedarse con los dos sola. No estaba segura de hasta qué punto era buena idea dejarles a los dos charlar, pero después de lo que había visto, se había hartado de las tonterías de Oliver.

En el baño, esperó a que las dos terminaran y antes de salir sacó el móvil y buscó los últimos mensajes de Oliver, sobre su últimas citas.- ¿Podemos hablar un momento, Dafne? Me gustaría disculparme por todo eso de ahí fuera. -Empezó diciendo, mientras la chica se aplicaba pintalabios.

- Oliver me había dicho que no le habías olvidado, ¿sabes? Que me preparase para una escena de celos o algo así. Pero la verdad es que parece que es él quien está más jodido porque eso no haya pasado. -Respondió ella mirándola.- ¿Es cierto que rompisteis hace tiempo?

- No. Eso es mentira. Solo la he seguido porque pensaba que a ti te trataba mejor que a mi, pero visto lo visto, creo que es mejor que sepas toda la verdad. -Se lo contó todo, desde que llevaba dos años de subidas y bajadas con aquel capullo a su forma de actuar, que también estaba utilizando con Dafne, claro. La dejó ver las fotos, los mensajes, todo estaba ahí y no tenía problema en compartirlo para convencerla de que no merecía la pena.- El viernes fue la última vez que salimos y que cortamos. David es solo un amigo que me está ayudando a fingir que no le necesito más. Necesito terminar con esto de una vez.

- Entonces, ¿no estáis juntos? -Casi pareció sorprenderla más eso que todo lo demás.- Quiero decir, la verdad es que se os nota que os gustáis, creo que es lo que más fastidia a Oliver.

Amelia no esperaba aquello, por lo que negó con la cabeza.- No, no... nada que ver. Nos conocemos de hace mucho y quizás demasiado. -Sobre todo ella a él.- Puede parecer eso, pero no creo... -No, ella no le gustaba a Jared.- Volviendo a tu problema. ¿Piensas seguir con él?

Obviamente Dafne tenía tan pocas ganas de volver a aquella mesa como ella, así que decidieron terminar con aquello de otra forma. Se acercaron al guardarropa y pidieron al camarero una libreta para escribir una nota de despedida. Además le dijeron que retirase los platos de merluza con la excusa de volver a calentarlos, pero que se los pusiera para llevar y los entregara allí. Ella ya había enviado un mensaje a Jared para decirle que se reuniera con ella allí diciendo que iba al baño o cualquier cosa que se le ocurriera.

- Espera, creo que los tres queremos ver esto. -Dijo a sus compañeros, mientras Oliver recibía y leía aquella nota de Dafne.- ¿Has bloqueado su número? -La chica asintió mientras salían a la calle con sus abrigos y sus platos de merluza.- Y tienes el mío para cualquier cosa que puedas necesitar.

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Giró la cabeza a toda velocidad para dedicarle a Amelia una mirada de pánico, aunque fue muy fugaz. No quería que Oliver se diera cuenta, por lo que en seguida se aclaró la garganta, sonrió y bajó la cabeza a su servilleta. ¿Por qué le dejaba solo con ese tipo? ¿Era una especie de venganza por lo del teléfono? Maldita sea, Amelia, no me la juegues ahora.

Bueno, ese tipo era bastante idiota así que mejor no ponerse nervioso. Mejor actuar con normalidad y naturalidad, como hasta ahora, e ignorar sus salidas de tono. Pero, ¿qué iba a hacer ahora? ¿Compartir un silencio tremendamente incómodo? ¿O sacarle un tema de conversación insulso y que no le importara absolutamente nada solo para darle un pretexto para que tratara de ponerle aún más contra las cuerdas? No dejaba de ser un personaje de libro amnésico, no era David. Más le valía que Amelia no tardara mucho en volver si no quería encontrarse un caos a su regreso.

Ya eligió Oliver por él la interacción a llevar, como era de esperarse. Había cruzado las manos y apoyado los codos en la mesa, y le estaba mirando con una sonrisa y unos ojos de psicópata absoluto. Le ignoró durante los primeros instantes, pero al final le devolvió la mirada él también. Antes de que pudiera preguntarle qué demonios miraba, el tipo suspiró y comenzó a hablar. ¿Sabes? No me creo lo vuestro. Pff, qué novedad. Sabía que solo le estaba retando, era un truco muy tonto. Jared se mantuvo mirándole con expresión tranquila mientras él seguía. Nunca me habló de ti. Y Amelia no es de las que se lía con un tipo cualquiera en dos días. ¿Quién coño eres? ¿Dos días? Creía que hacía un montón que habíais cortado... Mira, chaval. Dijo con cierto tono agresivo, el cual desentonaba por completo con el tono conciliador que trataba Jared de adquirir... Aunque, siendo honestos, esa última frase la había lanzado con bastante ironía. No sé quien coño eres pero no eres el tipo de Amelia en absoluto. ¿Qué eres? ¿Gigoló o algo de eso? Perdona, ¿quéee? Respondió sin poder evitar una carcajada por lo ridículo, descabellado e irrespetuoso del comentario, tanto para Amelia como para él. Es eso, ¿no? ¿Te está pagando para que hagas el papel?

Y en ese momento, sonó su móvil. Jared se había quedado con el ceño fruncido y la boca abierta en una expresión absolutamente desconcertada, no daba crédito a lo que oía. Valiente gilipollas estaba hecho ese tipo. La situación era tan rematadamente bizarra que optó por coger una gran bocanada de aire y, suspirando como si con ello tratara de entender qué estaba pasando, dijo. Disculpa. Y sacó el móvil de su bolsillo para ver quien le escribía.

Bueno, estaba claro que iba a ser Amelia, ¿quién si no? ¿Acaso alguien más tenía su móvil? Más bien quería saber por qué le enviaba un mensaje desde el baño. Y no pudo evitar abrir mucho los ojos al verlo... Y tener que disimular una risita.

¿Qué pasa? ¿Se ha roto un coche en tu barrio y tienes que ir a arreglarlo? Estaba de tan buen humor tras ese mensaje que le importó bien poco el comentario hiriente de Oliver. Nop. Dijo con una sonrisa, colocando la servilleta sobre la mesa y levantándose. Es una de mis clientas, que quiere que le dé un poco de amor. Le guiñó un ojo con sarcasmo y añadió. Si me disculpas, tengo que salir a atender una llamada. Y se fue hacia la entrada del restaurante.

Llegó allí sonriente y puso los brazos en cruz. ¿Hemos trasladado la fiesta a la puerta? Sabía lo que iban a hacer: dejar a Oliver tirado. Pero quería bromear un poco. Más aún cuando vio como Oliver empezaba a mirar hacia todos los lados a la vez como si estuviera perdido en mitad de un bosque. Estaba cortocircuitando. NO QUIERO EL ESTÚPIDO MAGRET. Lo escucharon bramar al camarero mientras salían del restaurante. A buena hora le llegaba el plato.

Habéis conseguido que casi sienta pena por él... Nah, es broma. Dijo sonriente. Mirad, se me ocurre una idea, así a lo loco. Bromeó. Supongo que esto se podrá calentar mañana, ¿qué os parece ir ahora a tomarnos una buena pizza? Según Oliver es lo que más me pega. Dafne sonrió con agrado, pero negó con la cabeza. Muchas gracias chicos, habéis sido muy amables... Pero quiero irme a casa. Necesito... Pensar. Jared asintió con la cabeza. La verdad es que no debía haber sido una noche fácil para ella, así que no insistió.

Se despidieron de Dafne y la acompañaron hasta que se subió a un taxi en dirección a su casa. Entonces se volvió a Amelia con un suspiro divertido. Hemos pasado bastante más tiempo eligiendo la ropa que cenando. Lo sabes, ¿no? Sonrió y, haciendo una mueca pícara con la boca, volvió a preguntar. ¿Qué me dices? ¿Te apetece... Empezó un bailecito un poco idiota, con las manos en las solapas de su chaqueta. ...Una grasienta y nada elegante pizza... Arqueó las cejas. ...Conmigo? Venga, no puedes rechazarme estando vestido así.

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia

The Dinner

El espectáculo que pudieron presenciar fue, sencillamente, memorable. Y liberador también, dudaba que Oliver volviera a querer nada con ellas después de la humillación, aunque por algo habían bloqueado su número. No fuera a ser que quisiera seguir incordiando.
Lo único malo de aquella situación era cómo lo había pasado la pobre Dafne, que era víctima de todo aquello sin saber con quién estaba saliendo. Sin embargo, quizá lo mejor para ella fuera precisamente que todo hubiese acabado así.

Le gustó la idea de Jared, pero tampoco insistió a la chica para que se quedara. Le dio un abrazo de despedida cuando llegó el taxi que la llevara a casa.

Sonrió cuando insinuó que habían tardado más en escoger su ropa que en aquella cena.- Bueno, si hubiésemos seguido no sé quién hubiera terminado lanzando el cuchillo de verdad. Si Oliver, tú o yo. -Reconoció, porque ganas no le habían faltado durante lo que había durado aquella cena.
Después de eso, vino el bailecito, Amelia trató de no reírse para no darle más pie a sus tonterías, pero era imposible evitarlo.- ¿Quién puede decirle que no a una pizza? Y si es en buena compañía... -Añadió, empezando a andar en dirección a la pizzería que creía que había visto de camino.

Mientras andaban despacio, la morena no quería dejar pasar más tiempo sin decir algo.- Gracias, Jared, por pasar por esto conmigo. -Le dijo, dedicándole una mirada triste. Si no fuera por su estupidez y pésimo gusto, no tendría que haber pasado anda de aquello.- Dios, no sé cómo he aguantado a Oliver tanto tiempo. ¿Sabes lo que me extraña? Que no haya insinuado que te estaba pagando para hacerlo. -Le miró e intuyó que estaba equivocada.- ¿Lo ha dicho?

Amelia — Casa — Con Jared

The dinner

Comenzaron a caminar hacia la pizzería. Habían visto una por el camino así que podían ir perfectamente andando. Cuando Amelia le dio las gracias, Jared le quitó importancia con una mueca de la cara. No tienes que darlas... De hecho, no habríamos pasado por esto si yo no me hubiera metido donde no me llaman, así que... Se encogió de hombros con una sonrisa. Estamos en paz.

Siguió hablando y él la escuchó con amabilidad hasta que formuló esa pregunta. Debió notársele en la cara, porque ella pronto dio por hecha la respuesta. ¿Qué? No... No... Eso no había quien se lo tragara. Bueno... Sí. Acabó rindiéndose, bajando la cabeza derrotado por saberse pillado. Mira... Ese tío es un idiota. No te preocupes. Esbozó una sonrisa. Creo que te consideraba demasiado buena para mí... Y tiene razón. Alzó las manos. Solo soy un triste mecánico. Con un traje de chaqueta muy bonito, eso sí. Rió. Y porque no sabe que ni siquiera existo realmente, en teoría, que si no... Eso prefirió guardárselo para sí.

Llegaron entonces a la pizzería y se quedó mirando el mostrador. ¿Crees que tendrán pizza "sensaciones"? Bromeó. Oh, mejor aún, una pizza de magret. Por cierto... ¿Qué narices es el magret? Preguntó con una risa. No le daba vergüenza quedar como ignorante delante de Amelia, dudaba que lo fuese a juzgar por ello. Y después de aguantar a un tonto como Oliver, quizás era alguien sincero y humilde lo que necesitaba... Espera, ¿qué hacía pensando eso?

Jared — Casa de Amelia — Con Amelia