La Ley Mágica dice... La Ley Mágica no tiene jurisprudencia aquí. ¿¿Cómo que no?? Esta es la escuela de Magia de Inglaterra. Como no va a... El mocoso seguía hablando y Marcus tuvo que poner los ojos en blanco. Madre mía, un listillo. Ese crío de primero se la tenía jurada, desde que había entrado por las puertas del castillo el primer día se había empecinado en saber más que su prefecto. Seguía hablando y hablando y no había forma de cortarle, con la de cosas que tenía él que hacer. ...y todo alumno que sea sometido a... ¡¡Eh, Thomas!! Devuelve eso a las cocinas. Bramó en dirección a la otra punta del pasillo. Menos mal que siempre había algún alumno haciendo algo que le desviaba la atención de ese crío repelente. Lo siento, muy interesante la conversación pero me tengo que ir. Le dio un par de palmaditas en la cabeza al pequeño estudiante, lo cual no le hizo ninguna gracia, y se dirigió al tal Thomas.

¿De dónde has sacado esto? ¡Pero si solo es cerveza de mantequilla! ¿Esto que es? ¿El Caldero Chorreante? ¡Anda, dame eso! ¡Y vete a clase! El chico se sacó la cerveza de la túnica con cara de pocos amigos y se la dio a Marcus. Se quedó unos instantes mirándolo hasta que el prefecto tuvo que azuzarle como a una oveja. ¡Venga! ¡Vamos! Cuando el chico se hubo largado, miró con picardía la cerveza de mantequilla y se la guardó en su mochila. Genial. Cerveza gratis.

La alegría le duró hasta que recordó por qué había salido de la Sala Común de Ravenclaw: tenía que ir a la biblioteca en busca de libros para su trabajo de Defensa contra las Artes Oscuras, ese que en teoría iba a hacer junto con Aleksei. Sin embargo, no le había visto el pelo al Slytherin desde que los emparejasen hacía ya una semana, y el tiempo se les estaba echando encima. Normalmente a Marcus no le importaba sobrecargarse de trabajo, pero ya había tenido problemas tanto con profesores como con alumnos por hacer él solo trabajos que supuestamente eran grupales. Así que tenía que encontrar a Alek como fuera.

Maldita sea... Masculló mientras pasaba los ojos a toda velocidad por las estanterías de la biblioteca, buscando el libro que necesitaba. Ese maldito crío sabelotodo le había perseguido por toda la Sala de Ravenclaw y por medio pasillo, y distraído lo suficiente como para que olvidara a donde se dirigía. Ahora tendría que ir volando como una escoba. Él tenía la hora siguiente libre, pero no sabía si su compañero también. Si entraba en clase, sería otra hora de trabajo perdida.

Tal y como encontró el volumen que necesitaba salió con él debajo del brazo corriendo por los pasillos. Tenía un castillo entero por recorrerse, pues no tenía ni idea de donde estaba Alek. Por el camino iba gritando órdenes a todo el que veía haciendo "algo mal". ¡¡Corner, deberías estar en Transformaciones!! ¡¡Eh, vosotros, las golosinas explosivas lejos del césped!! Subió las escaleras de dos en dos, saludando a los cuadros a su paso. Ya iba por la tercera planta y aún no le había encontrado, pero él seguía corriendo y sin parar de hablar, perdiendo el poco aire que le quedaba en el cuerpo. ¡¡Katie!! ¡Estuviste genial el otro día con esa bludger! ¡¡Ah, Lizie, luego te presto el libro de aritmancia, recuérdamelo! ¡¡EH EH EH!! ¿Pero qué hacéis? Se metió en medio de la parejita sin que nadie lo llamara. Los besitos para otro momento, no en mitad del pasillo, ¡que estamos en un colegio! Y entonces, le vio. ¡Por fin!

Lástima que el otro no le viera a él. Alek se dirigía al patio de la Torre del Reloj y Marcus estaba en la otra punta del pasillo importunando a una Gryffindor y un Ravenclaw que se estaban "conociendo". Salió escopetado en dirección al chico, a tanta velocidad que se dejó el libro atrás en el aire. Tuvo que derrapar, volverse, recogerlo y echar de nuevo a correr mientras llamaba a su amigo. ¡¡Alek!! ¡¡Eeeeh!! ¡Alek! ¡Marcus! Por fin te veo, mi cama chirría, llevo dos noches que... Ahora no, Creevey. ¡¡AALEEK!!

Pero nada. Alek sordo, y Marcus al borde del desmayo de tanto correr y gritar. ¡Ey ey ey ey, tío! ¡Alek! ¡AAAAAAAAALEK! Le estaba mirando medio Hogwarts, menos quien le tenía que mirar, pero finalmente le alcanzó. Casi tuvo que agarrarle de la túnica para que se girara a mirarle. Tíiiio. Apoyó las manos en las rodillas y torció el tronco, jadeando de tanto correr. El... El tra... El trabajo... De defensa contra... las... Da igual, muy largo. Se sentó en uno de los bancos de piedra que había por allí, justo al pie del reloj, y trató de recuperar el aliento. Cuando lo hizo y pudo al fin formular una frase entera, miró a su amigo y reprochó. ¿Cuántas veces me vas a hacer perseguirte por todo el castillo?

Tenía una hora libre por delante, así que estaba pensando en acercarse a alguno de los campos de entrenamiento para practicar, o quizás ver si había alguien por el supuesto club del duelo para divertirse un rato. Tenía que cruzar el patio para cualquiera de las dos cosas, o así lo decía el mapa mental que había conseguido hacerse de aquel endemoniado castillo.
Le pareció escuchar algo a lo lejos, parecido a su nombre, pero decidió dejarlo estar, total si era a él ya le alcanzarían.

Pero al final resultó que sí, que era a él, porque alguien le agarró del brazo y lo obligó a girarse. Con cara de pocos amigos el Slytherin miró al chico de azul, con una de esas plaquitas de prefecto.- ¿Te conozco? -Preguntó mientras el otro hablaba medio ahogado. Mientras se recuperaba fue haciendo memoria, porque sí, le conocía, algunas clases tenían en común.

Al final se acordó de su apellido, O'Donnell, uno de esos que tendría que tener en cuenta según le habían dicho. Y bueno, también trató de encontrar sentido a lo que había tratado de decirle.- ¿El trabajo de... Defensa Contra las Artes Oscuras? -Preguntó, tratando de asegurarse de que lo había entendido bien. No tenía ningún problema con entender el idioma, siempre que no le hablasen entre jadeos.- Ya lo tengo hecho. -Respondió sin más, porque era así.- Era muy sencillo en realidad. -Demasiado para su gusto.- Espera... -De pronto cayó en la cuenta de lo que podría estar pasando.- ¿era uno de esos trabajos que hay que hacer con otros alumnos? -Odiaba esos trabajos, verse forzado a trabajar con otros... desagradable e innecesario.

Marcus, que aún se esforzaba por recuperar el aliento, se quedó con las manos apoyadas en las rodillas mirando petrificado a Aleksei. Bueno, estaría petrificado si no se le moviera el pecho casi con violencia. ¿Cómo? Dijo al fin. Espera espera espera. ¿Acababa de decirle que YA había hecho el trabajo?

No es verdad. Pensó, sintiendo como la tensión se le bajaba y casi le daba un desmayo. No, debía haberle entendido mal. Ya con la respiración un poco más controlada, cerró los ojos, aspiró aire llenándose el pecho, lo expulsó por la boca tratando de relajarse y se frotó la cara con las manos. Cuando se descubrió el rostro, abrió los ojos. A ver... Dijo, tratando de encontrar tranquilidad. Giró entonces la mirada al chico. ¿Me estás diciendo... Que... Ya has hecho el trabajo... Tú solo? Más le valía estar equivocándose con el idioma y que no fuera eso lo que había querido decir.

Pero parecía ser que no. Miró al cielo con cara de desesperación, pasándose las manos por el pelo, y al fin consiguió levantarse y ponerse frente al chico. ¿¿Cómo que "con otros alumnos"?? ¡¡Conmigo!! No se lo podía creer. ¡Nos sentamos juntos en clase! ¡Te dije que iba a ir a por ESTE libro! Alzó el libro y lo sacudió con un movimiento de muñeca. ¿Por qué lo has hecho solo? ¿Y por qué no me has dicho nada? Se le iba a salir el corazón por la boca. Por las barbas de Merlín... Musitó mientras daba vueltas sobre sí mismo con desesperación. Esto es una pesadilla. Mal empezaba el curso. Malditos Slytherin.

La verdad es que no entendía a qué venía tanto aspaviento, ¿qué problema podría haber en que hubiera hecho el trabajo solo? Le explicaría al profesor que no había entendido el tema de las parejas y se acabó. Le estaban dando un poco de manga ancha con el tema del idioma y de que era su primer año allí. Aparte, el chico era de Ravenclaw, se suponía que eran los listos y estudiosos, no debería tener problema en hacer un trabajo él solo.

- Calma. -Dijo en un tono tan neutro que casi parecía una orden. No soportaba demasiado bien a la gente tan efusiva y que reclamaba tantas explicaciones. Uno se entendía mejor usando las palabras justas, no había necesidad de tanto.- No entiendo el interés por hacer un trabajo entre más de un alumno. Sobre todo cuando estamos en séptimo, deberíamos prepararnos para afrontar la vida fuera del colegio, donde no hay amiguitos que nos hagan las tareas. -No es que lo dijera por él, teniendo en cuenta que apenas le conocía, pero era fácil darse cuenta de que no pocos se aprovechaban de las confianzas para no hacer las tareas solos.- Sí, te recuerdo de clase. Pero cuando me dijiste lo del libro pensé que lo querías para tu propio trabajo y que me lo contabas por... por eso de ser sociable. -Que también lo hacían mucho, siempre hablando de lo que iban a hacer y todo eso, como si al resto del mundo tuviera que importarle.

El caso es que no soportaría que el tal O'Donnell se le pusiera a llorar, o le molestara más con cualquier tontería solo por el asunto del trabajo, así que lo mejor era zanjarlo.- Tenemos dos opciones. -Terminó proponiendo.- Le explicamos al profesor que no entendí la parte de hacerlo con otro alumno y que te deje hacerlo solo o con cualquier otra persona, eso a mi me da igual. -Lo que era verdad, porque lo que hiciera o dejase de hacer no le importaba mucho.- O... usamos mi trabajo como base para hacer uno entre los dos. -La opción que menos le gustaba, pero lo que no haría nunca era añadir el nombre de otra persona a algo que había hecho solo.

Echó aire por la nariz como un toro, con las manos en jarra. Se llama trabajo en equipo, Aleksei, no "amiguitos". No sé si te suena. Y que lo dijera precisamente él. Marcus no era precisamente un individualista, era bastante sociable y conocía a medio castillo, pero en cuestiones académicas prefería mil veces trabajar solo. Los demás le retrasaban o le hacían jugarretas como esa. Odiaba los trabajos en grupo, pero como todo lo que hacía, si le obligaban a ello se ceñía a las normas. Y el Slytherin se las había saltado a la torera.

Estaba claro que el ex-alumno de Dumstrang aún no se había hecho a la dinámica de Hogwarts, ni al idioma ni al estilo inglés en general. Rodó los ojos cuando dijo eso de que quizás le estaba informando. Claro que sí, no tenía él nada mejor que hacer. Pero al menos estaba haciendo propuestas para salir de ese embrollo... Lástima que a Marcus no le gustara ninguna. La opción correcta era hacerlo entre los dos y punto. Pero claro, no se podía dar marcha atrás en el tiempo. Y temía que el puñetero Slytherin le espetara un maleficio si se atrevía a decirle que tirara su trabajo a la basura y empezasen de cero.

A ver... Dijo con un suspiro, cerrando los ojos y tratando de pensar con claridad, aún con las manos en jarra. Ninguna de las dos opciones me gusta, para qué te voy a mentir. La opción era hacerlo los dos. Se mordió el labio, pensativo, con la mirada en otro sitio. ¿Te ha costado mucho tiempo hacerlo? Vale, estaba optando por la opción de decirle al chico que tirase su trabajo e hiciese uno nuevo con él. Quiero decir... Puestos a elegir, prefiero la opción uno. Aunque te digo desde ya que te penalizarán por entregar el trabajo solo cuando era en parejas. Y que más te vale que me busquen otro compañero, porque no voy a empezar el curso con una penalización yo también por tu despiste. Faltaría más. La opción tres es... Rehacerlo. Entre los dos. Sí, sería doble trabajo para Alek, pero no era su culpa. La próxima vez, que estuviera más atento.

Alekséi mantuvo la expresión neutral cuando el otro especificó que lo que había descrito se llamaba "trabajo en equipo". Sí, lo sabía, era otra de las débiles formas de enseñanza de Hogwarts. No preparaban a los suyos para defenderse debidamente, siempre estaban dependiendo de los demás. Ya fuera con el Sistema de Casas o con los trabajos. A él, el único trabajo en equipo que le interesaba era el del equipo de quidditch.

Al menos O'Donnell parecía ser un tipo práctico y se centró en las opciones que él había propuesto en lugar de seguir con todo aquello de las quejas que no iban a llevar a ningún sitio. Suponía que la primera opción le traería problemas con sus compañeros de Casa. No es que le afectara demasiado en general lo que pensaran unos desconocidos, pero lo cierto es que prefería tener cuanto menos de qué preocuparse mejor. Así que tendría que ser la opción... ¿por qué una opción tres? Si era la dos pero sin tener en cuenta su trabajo...

- No me ha costado mucho porque era demasiado fácil. -Expuso, de nuevo. No todos lo veían, pero Alekséi sorprendía a todos con su facilidad para los estudios. Estaba acostumbrado a esforzarse por mantener el nivel que su padre exigía y en Hogwarts ni siquiera tenía que esforzarse tanto de momento.- Estudiamos eso en Artes Oscuras el año pasado. -Expuso, recordando su asignatura preferida de su anterior Colegio.

Suspiró finalmente, hastiado de aquella situación pero sabiendo que tendría que sacrificar el rato que iba a dedicar a practicar vuelo para hacer aquello.- De acuerdo. -Dijo sin más.- Será la opción número tres. Pero igualmente vas a leer mi trabajo, porque es de donde voy a sacar lo que necesitemos. -Iba a echar a andar hacia el interior para buscar su trabajo, pero se giró recordando que se suponía que él no podía entrar en la Sala Común de Slytherin.- ¿Dónde quieres que lo hagamos? -Preguntó señalándole.

Se cruzó de brazos y arqueó una ceja cuando dijo que el trabajo era, literalmente, "demasiado fácil". Vaya. Estaba acostumbrado a los excesos de confianza en sí mismos de los Slytherin, pero en el ámbito académico esos términos solía usarlos más Marcus que toda la escuela junta. Pero claro, había un por qué de haber dicho eso.

¿Dais Artes Oscuras en Durmstrang? Dijo con un tono entre sorprendido y entusiasmado, sin descruzar aún los brazos. Ya lo sabía, se sabía los programas académicos de todos los colegios de magia del mundo, pero no por ello dejaba de sorprenderle. Entre otras cosas, porque una cosa era lo que dijera el programa y otra el contenido práctico. Aparte de que era la primera vez que hablaba directamente con un alumno de Durmstrang. Eso... Eso está muy bien. Ya se había colocado los brazos en jarra y esbozado su expresión de "muy interesante lo que me cuentas". Peligro.

Mira por donde ya sí se alegraba de que le hubieran emparejado con Don "no sabía que había que hacer el trabajo con otros alumnos". El currículum académico de Hogwarts incluía la Defensa Contra las Artes Oscuras pero no el estudio de las Artes Oscuras en sí, lo cual le parecía un poco ilógico, ¿cómo iba a defenderse de algo que desconocía? Mientras divagaba sobre lo que podía dar de sí su relación con el chico extranjero, él tomó una decisión sobre las opciones.

Y había aceptado su opción. No se lo podía creer. Alguien le debía haber echado Felix Felicis en el zumo de calabaza esa mañana porque no podía haber tenido más suerte. Estupeeendo. Dijo con una sonrisa satisfecha y una voz, cuanto menos, sospechosa. Puso ligeramente la mano en la espalda del chico para, cortesmente, reconducirlo hasta un lugar más tranquilo. Sí sí, me lo leeré de cabo a rabo. Descuida. Ahora le convenía caerle bien. No te preocupes. Como prefecto conozco multitud de rincones de este maravilloso castillo. Se jactó, señalándose sonriente la insignia que colgaba de su solapa.

Caminaron lentamente hacia el pasillo, dejando ya atrás el Patio de la Torre del Reloj, mientras Marcus le preguntaba con interés. De repente todo su cabreo se había esfumado. Y dime, Alek. ¿Qué estudiabais exactamente en Artes Oscuras?

El ruso no se inmutó demasiado por la sorpresa demostrada por el Ravenclaw, ya le habían preguntado demasiadas veces por el tema de las artes oscuras en los dormitorios de Slytherin y advertido también de que para la mayoría de Hogwarts mencionarlas era como lanzarles una maldición directamente.- Sí, claro. -Respondió sin más, porque él se negaba a ver como algo malo una asignatura que te permitía aprender a defenderte del peligro de verdad y no como lo hacía esta gente que parecía creer que todo era seguro.

Aunque el tal Marcus este parecía más interesado que asustado, lo que era una novedad bastante agradable. Si bien tenían otro asunto entre manos, eso del trabajo que tenían que hacer juntos. En su próxima carta pensaba contarle a su padre todas las deficiencias del sistema de este Colegio... aunque bien sabía que no era por temas académicos solamente por lo que estaba aquí.
Y al final, tampoco había respondido a su pregunta sobre el sitio.- Bueno, vamos a por mi trabajo. Tú te quedas en el pasillo. -Aclaró- Y luego me enseñas uno de esos lugares interesantes a los que te da acceso la chapita esa. -A la que parecía darle tanta importancia.

Al parecer, caminar en silencio tampoco era muy común allí. Claro que no le molestó demasiado porque veía cierto interés en él que le podría venir bien. Quizá pudiera aprovechar esa curiosidad.- Embrujos, maleficios, maldiciones... Lo normal. Y cómo contrarrestarlos, ya se sabe que siempre hay algún torpe en clase. -Normalmente se aprendía más teoría que práctica, pero cuando practicaban, incluso en entornos controlados, siempre había alguien que terminaba herido.

Se contuvo de contestar porque le convenía. No le gustaba nada que le dieran órdenes, y menos un nuevo: "tú te quedas en el pasillo, luego me llevas a nosedonde", ¿quién se creía? Pero si era el precio a pagar por sacarle información sobre las materias que estudiaban en Durmstrang, tampoco iba a pasarle nada por aguantar tres comentarios altivos de pacotilla. Ni que fuera la primera vez que se arrastraba por engordar sus conocimientos.

Precisamente en las mazmorras, al lado del aula de pociones, hay una sala para prefectos bastante tranquila. Hay una cerca de cada Sala Común. Comentó con orgullo, fardando de su amplio conocimiento sobre el castillo. No sabía como de grande era Durmstrang, pero apostaba a que ese chico que apenas llevaba allí un mes aún se perdía buscando los sitios. Podemos ir todos los prefectos, no solo los de la casa cuya Sala Común esté al lado, tranquilo. Aseguró antes de que el chico le espetara que eso era territorio Slytherin. Esas malditas serpientes territoriales.

El chico continuó hablando con toda la normalidad del mundo, lo que no hizo sino despertar el interés de Marcus aún más. Al Ravenclaw ya le brillaban los ojos. Se quedó un rato en silencio, sopesando sus opciones, hasta que llegaron a las mazmorras y Alek entró en su Sala Común mientras Marcus esperaba fuera.

Se apoyó en la pared, totalmente sumido en sus pensamientos, con una mano apoyada en la barbilla. ¿Y si le pedía que le enseñara? No es que le hiciera especial ilusión ser alumno de un Slytherin, y menos de ese tipo tan seco. Pero quería aprender Artes Oscuras... Y, por qué negarlo, también quería comprobar si ese era tan listo y hábil como quería aparentar.

Tan pronto oyó la puerta de la Sala Común abrirse y ver a Alek salir por ella, se le colocó delante con una sonrisa de oreja a oreja y espetó. Enséñame. Así, sin preguntar. Ven por aquí. Le guió un par de pasos hasta el aula de prefectos. Abrió la puerta y, tal y como imaginaba, no había nadie. Solo el moho y el aspecto lúgubre propio de las mazmorras. Estupendo. Toda nuestra. Dijo frotándose las manos como una mosca. Entonces, cerró la puerta tras ellos y se volvió hacia el chico. A ver, enséñame un ejemplo de algo que hayáis dado. Comentó emocionado. Señalando al trabajo que el Slytherin tenía en sus manos, hizo un gesto desdeñoso y le quitó importancia. Bah, deja eso por ahí, no lo vamos a necesitar. Si ese trabajo se hace en cinco minutos. De repente, curiosamente, se le había pasado todo el estrés. Con esto aprenderemos más.

No hizo comentario alguno sobre la descripción de la sala para prefectos que mencionaba, aunque era una información interesante conocer la existencia de salas privadas y poder tener acceso a alguna. Los prefectos de su Casa no parecían ser demasiado tocapelotas, así que podría ver si le permitían usarla de vez en cuando, como un sitio en el que poder estudiar tranquilo. Todo en aquel colegio parecía tener que ser hecho en común con otros alumnos.

Le dejó en la puerta, como había dicho y entró a coger su trabajo, que estaba en el mismo sitio en que lo había dejado, gracias a que sus compañeros al menos respetaban la individualidad de los demás.
Lo que no esperaba era que nada más salir aquel tío se le plantara delante con aquella cara de psicópata -la sonrisa era demasiado grande para una persona normal- y le dijera aquella palabra.- ¿Qué? -Preguntó tras parpadear un par de veces, porque no tenía ni idea de qué carajo estaba hablando.

Algo más reticente que antes, pero le siguió hasta la sala, pasando hasta que la puerta se cerró y el se giró, para escuchar que se refería a un hechizo de los aprendidos en Artes Oscuras. Fue la forma de hablar de su trabajo lo que le hizo sonreír con malicia y sacar su varita.- Espero que se te den bien los hechizos protectores. -Comentó antes de realizar un movimiento al tiempo que le lanzaba el primero- Colloshoo -Era sutil, pero mantendría sus pies pegados al suelo.- Ventus. -El segundo hizo salir un fuerte viento de su varita que podría haberle hecho retroceder si sus pies no estuvieran anclados.- Y ahora sí que tienes que protegerte. -Advirtió, buscando con la mirada algún objeto hasta ver un trapo algo sucio cerca de un pizarrón.- Oppugno -El trapo al que se lo lanzó voló hasta atacar a su oponente.

¡Tss! Dijo con superioridad mientras sacaba la varita, con esa sonrisa y ese movimiento de hombros que Marcus hacía cuando quería mostrar que iba sobrado de seguridad en sí mismo. Hechizos protectores... Pues claro que se sabía hechizos protectores, anda que... Yo soy un exp... Pero no pudo terminar la frase, porque el otro le lanzó el primer ataque y Marcus quedó anclado al suelo.

Vale, no estaba mal. Un poco (bastante) a traición, pero nada que no pudiera soportar. Eso sí, antes de que pudiera contestar, ni siquiera abrir la boca, Alek lanzó un segundo maleficio. Un potente torrente de viento impactó contra él y casi le saca la túnica, pero lo peor no era eso. Lo peor es que seguía anclado al suelo, por lo que la fuerza del viento le tiró hacia atrás pero no le hizo caer, solo le provocó un fuerte dolor de espalda por la torsión. Afortunadamente y por poco, no había soltado la varita. Tenías que matar a Marcus para que soltara su varita.

Y ya estaba prevenido por la forma de Alek de atacar con los dos primeros, sabía que no se quedaría ahí. Además, el muy chulito le había lanzado una advertencia. No sabes con quién te estás metiendo, chaval. Pensó con rabia, todo despeinado y tratando de recomponerse en apenas los segundos que separaron el segundo hechizo del tercero.

Como si fuera a cámara lenta, vio como el chico trasladaba la mirada hacia el trapo sucio del pizarrón. Cuando este ya volaba hacia él, bramó como pudo. ¡Protego! El hechizo no le salió ni mucho menos perfecto, no estaba en sus mejores condiciones y había tenido que reaccionar en segundos. Pero al menos se libró por un centímetro de comerse el trapo.

¡Finite incantatem! Dijo apuntándose a sus propios pies, que se despegaron con fuerza del suelo y tuvo que luchar por mantener el equilibrio. ¿¿Pero qué haces?? Espetó indignado. ¡Te he dicho que me enseñes, no que me ataques! Se pasó la mano por el pelo, que se le había quedado totalmente descolocado, y se recompuso la túnica, tratando de recuperarse del mal rato. ¿Sabes qué diferencia a un mago honorable de un mago de mierda? ¡Los magos honorables no atacan a traición!

Alekséi tenía una sonrisa de lado en la cara, prácticamente de triunfo, mientras dejaba que Marcus se quejara cuanto quisiera de lo que había hecho. Como si le importara su opinión al respecto o lo que él consideraba ser un mago honorable.

- Disculpa, -Dijo sin ningún arrepentimiento- pero la magia se aprende con la práctica -Y usar ataques sin ningún blanco era un completo aburrimiento fuera de las clases, la verdad.-  y te recuerdo que me has pedido que te demuestre lo que sé hacer. Esto ha sido solo un pequeño ejemplo. -Si quería algo más sutil, debería haber especificado.- Además, tenía la impresión de que no te terminabas de creer hasta qué punto soy bueno. -Por no hablar de la necesidad de bajarle los humos al Ravenclaw.

Se sentó en la mesa y le señaló uno de los taburetes para que también lo hiciera él cuando quisiera, así podrían empezar de una vez.- Bueno, como has podido ver, las Artes Oscuras no son tan mortales ni "malas" -hizo las comillas en el aire.- como os han estado metiendo en la cabeza. Por más que tengan la fama por culpa de las maldiciones imperdonables, son bastante útiles en general. -Y eso no se lo podía negar, tenían todo tipo de aplicaciones posibles.

¡Pero hay que avisar! Insistió en su queja, sonando infantil. A lo que siguió soltó una carcajada despectiva. ¿Por qué eres bueno, según tú? ¿Por ejecutar un hechizo a un mago que no ha podido defenderse porque le has pillado de imprevisto? Frunció los labios en una mueca de falsa admiración y añadió con ironía. Guau.

A regañadientes y sin fiarse de él, escuchó lo que le decía. Vaya, si llega a saber que iba a dárselas de profe chulito no le hubiera dicho nada. ¿En qué momento decidió emparejarse con ese tipo para su trabajo? Ah, eso era otra, el trabajo. Pensaba aprender lo suficiente en ese simulacro de clase como para rehacerlo él entero. Ya había quedado por encima de él en ese aula, aunque sin público. No le iba a dejar que lo hiciese delante de un profesor.

Ya sé que no son malas. Y también sé que son útiles. Si no, no estaría aquí. Contigo. Eso último se lo ahorró. Respiró hondo y miró el taburete que le señalaba. Pero antes de hacer nada, reflexionó en voz alta. La verdad... Es que no entiendo muy bien por qué tenemos una asignatura de Defensa contra las Artes Oscuras si no nos enseñan Artes Oscuras. Era un poco absurdo, ¿y de qué se suponía que debían defenderse si nadie se lo explicaba? Estaría bien saber a qué me enfrento cuando me tenga que defender, la verdad... O, al menos, que la clase de defensa incluya que hay posibilidades de que te ataquen sin previo aviso. Espetó con ironía, mirando de reojo al chico.

Se aclaró la garganta y alzó la mano de la varita. Ventus. Lanzó, repitiendo el hechizo que Alek le hubiera lanzado hacía minutos. Un potente chorro de aire salió en dirección al taburete y este se levantó del suelo, siendo violentamente desplazado unos metros hasta el fondo de la sala. Marcus esbozó una sonrisa orgullosa y arqueó las cejas. Bajó la mano de la varita y, girándose hacia su compañero, fardó. Te dije que aprendía rápido.

Vaya, así que el aguilucho se había molestado de verdad por el "ataque", eso solo hacía que se arrepintiera aún menos.- Porque he podido controlar la fuerza de los hechizos. No cualquiera es capaz y eso puede... ocasionar problemas. -Sí, Ventus podría levantar a alguien en el aire y hacerle volar hasta un lugar o altura peligrosos, o podría ser una simple ráfaga de brisa. Pero era algo que requería dominio.

A pesar de todo, Marcus no parecía como la mayoría de alumnos de aquel castillo, parecía tener una curiosidad que podría explotar en su propio beneficio, o eso estaba descubriendo. Su razonamiento era el adecuado, lo mismo que él había pensado al enterarse del plan de estudios que habían seguido. Defensa, pero no Artes, ni siquiera de forma teórica... un desperdicio.- Tengo que reconocer que estoy de acuerdo. Aquí nos siguen tratando como niños, como si una vez que esto acabase no nos fueramos a encontrar con criaturas o magos oscuros. -Incluso en Defensa contra las Artes Oscuras se veían condicionados por las políticas proteccionistas de menores, cuando hablaban de hombres lobo, vampiros, veelas y ese tipo de criaturas, lo hacían desde un enfoque mucho más ligero que el real. Después de todo se admitían alumnos que podían ser hijos de... y no querían ofenderles, pero olvidaban que fuera de sus muros, seguía habiendo un sector de esas criaturas que ponía en peligro a los demás.- Os han sobreprotegido durante años.

El chico, en lugar de sentarse lanzó Ventus contra un taburete, mandandolo hasta la pared.- No está mal. -Dijo, aunque no se mostraba impresionado.- Quizás incluso consigas que de verdad me den ganas de enseñarte algo de lo que sé. Aunque supongo que si nos pillaran habría un problema con eso de los puntos, ¿no hay normas en contra de practicar artes oscuras, prefecto? -Preguntó con toda la intención.

El chico no solo tenía la chulería propia de un Slytherin (lo cual hastiaba a Marcus) sino que se sentía superior, al parecer, por venir de Durmstrang. Se cruzó de brazos mirándole con una sonrisa muy leve y los ojos entrecerrados. Tienes razón, el programa de Hogwarts tiene muchas deficiencias, no como el de Durmstrang, que es una maravilla... Llenó el pecho de aire y lo soltó en un suspiro. Lástima que tuvieras que irte. Ahora estaba en Hogwarts, así que que no se quejara tanto. Y, si no, que aprendiera la magia en su casa. No es que Marcus estuviera de acuerdo por completo en todo el programa educativo, de hecho acababa de reconocer que le parecía un absurdo no estudiar Artes Oscuras y sí Defensa... Pero era algo que él, como uno de sus alumnos estrella, podía permitirse el lujo de criticar constructivamente. El nuevo, no.

Puso los ojos en blanco y, mirándole de nuevo, hizo una fingida reverencia. Oh, me halagáis con vuestra misericordia. Se irguió de nuevo y negó con la cabeza con expresión de desdén. Aquí el prefecto, como tu dices, puede conseguir que los profesores hagan la vista gorda, o incluso un salvoconducto para aprender ciertas cosas que no se dan en el programa educativo alegando a su reputación, a su buen expediente y a su sed de aprendizaje. Dijo orgulloso, hinchando el pecho y colocando sus manos en jarra. No estaba muy seguro de eso, la verdad, pero necesitaba quedar por encima del otro, que se estaba viniendo arriba de más. Así que tómalo como un intercambio beneficioso para ambos: tú practicas y mejoras las materias que dabas antes y ya no, sin arriesgarte gracias a mí a que te penalicen por ello o a andar escondido, y yo aprendo. Esbozó una amplia sonrisa. ¿Qué me dices?

Por un breve instante tuvo la intención de aclarar que la decisión de marcharse de Durmstrang y terminar en aquel sitio no había sido suya ni del colegio. Sino que era causa de las ambiciones y negocios de su padre, en los que se tenía que ver metido antes de terminar el colegio por no tener a su hermano mayor con vida ya.
Sin embargo, el Ravenclaw no necesitaba tener tanta información sobre él y su vida fuera del colegio. Ni siquiera le soportaba, por qué iba a contarle algo que nadie más allí sabía.

Pero le interesaba saber cómo pensaba hacer aquel enclenque para saltarse esas normas que él asumía que existían solo para saciar ese repentino interés que tenía en él, o más bien en su conocimiento de las Artes Oscuras. Al parecer iba de sabiondo y creía que solo con eso o haciendo la pelota podía llegar a librarse de las consecuencias de algo como aquello. Alekséi no estaba tan seguro, pero tampoco le importaría poner a prueba a O'Donnell en más ocasiones como ya había hecho.

El resumen final eran todo ventajas para él, que mantuvo su expresión neutral en todo momento.- Que sabes negociar, o plantear al menos una alianza, tal como yo lo veo. -Eso se lo podía conceder, casi le había convencido.- Suena demasiado bien para mí y, a cambio, tú solo aprendes unos cuantos hechizos, ¿te merece la pena? ¿O es que hay una trampa? -No se fiaba, y tenía sus buenos motivos para hacerlo. No le conocía de nada y lo poco que sabía de él no le gustaba.- ¿Por qué no le pides esto mismo a algún profesor? Sé que hay alguno que fue alumno de Durmstrang, y el profesor de Encantamientos es bastante conocido, tanto que sería extraño que no dominase algunas Artes Oscuras... las antiguas civilizaciones las solían usar como protección.

La gente poco expresiva le irritaba, con Lex y su apariencia de que no pasaba nada nunca tenía suficiente. Él hablaba por los codos y, sin embargo, su cara decía casi más que sus palabras. Le resultaba difícil entender a los que se quedaban con la cara de una pared. Pero ese tipo se ve que era así. Tendría que acostumbrarse, pues intuía que iban a coincidir bastante a lo largo del curso.

Frunció el ceño extrañado y soltó una risotada sarcástica. Eeemm, yo creo que no es así. Dijo cruzándose de brazos. Tú solo vas a practicar los mismos hechizos una y otra vez como un loro. Yo voy a aprender hechizos nuevos. Se encogió de hombros. Voy a salir de aquí con más ganancias que tú, si a eso lo llamas "trampa"... Porque no contaba con que Aleksei mejorara en su nivel por encima de Marcus. Estaba totalmente convencido de que ambos acabarían el curso con el mismo nivel, si es que él no le rebasaba.

Ladeó un par de veces la cabeza con una mueca. Si los profesores tuvieran que enseñarnos contenido aparte de la escuela a todos los que queremos aprender más de manera privada, no tendrían vida. Te lo digo porque ya lo he intentado. Y esa fue justo la respuesta que recibió. Cambió la posición de los brazos y, esta vez, los puso en jarra. Tal y como yo lo veo, yo puedo buscarme la vida, dentro o fuera de Hogwarts, para aprender lo mismo que tú sabes o más... Mientras a ti se te irá olvidando progresivamente por la falta de práctica. Se encogió de hombros de nuevo. Puedes aceptar el trato conmigo y practicamos los dos, o puedo irme y esta conversación nunca ha tenido lugar. Arqueó una ceja y volvió a esbozar una sonrisa soberbia.

Sí, a eso se refería, a que no había hablado de lo que creía que él iba a sacar de aquel posible negocio. Y era evidente que creía que ganaría bastante más. Demasiada confianza tenía en que él pudiera ser un profesor acorde a la tarea que le estaba exigiendo. Las Artes Oscuras no eran tan sencillas de practicar, las poderosas al menos, y llegar a controlar los hechizos podía costar años de entrenamiento, salvo que fueras un chapucero y el Ravenclaw no parecía de esos.

- Sí, supongo que para ampliar los contenidos de las materias es para lo que existe eso de los clubes. -Él se había apuntado al de Duelo desde que le dieron la opción, pero hacía un par de días que le habían ofrecido entrar en el de Pociones.

Pero tampoco iba a darle la satisfacción de reconocer que estaba deseando poder utilizar los maleficios para no perder la práctica ganada con los cursos. Así que apoyó los brazos, aún cruzados en la mesa.- Lo pensaré. -Respondió, como si fuera lo más normal.- Pero ahora vamos a ver lo del trabajo, no pienso retrasarme en la entrega por tus ansias de aprender Artes Oscuras.

Sí, para eso estaban los clubes. Él se apuntaría en todos si pudiera, pero no tenía tiempo. Una pena. Al menos sí que había solicitado entrar en algunos y estaba aprendiendo bastante... Pero claro, ninguno de ellos era de Artes Oscuras.

"Lo pensaré". Bueno, algo era algo, ese chico parecía un hueso duro de roer. Si se creía que por ser un Slytherin de último curso con el aliciente de "chico interesante" por venir de otra escuela iba a poder creerse mejor que Marcus, que ya se sentía como toda una institución allí, lo llevaba claro. Pero bueno, mejor no enemistarse con él (todavía) si ciertamente iba a enseñarle. Para Marcus, cuando alguien decía "lo pensaré", realmente se estaba haciendo el interesante, pues la respuesta final era un "sí". La gente solía tener bien claros sus noes.

Muy bien. Dijo con satisfacción y se acercó a su maleta, la cual había dejado a un lado cuando entró en la sala, y sacó todo lo necesario para el trabajo. Vale, veamos. Abrió dos libros y extendió por la mesa seis o siete pergaminos llenos de información. Mmmm. Se quedó mirando todo su material, pensativo. Alzó la mirada hacia el chico y le dijo. ¿Tu... trabajo...? ¿A qué esperas para sacarlo? En fin, de nuevo mejor no era borde, ya le había echado una maldición y no quería otra. Me muero de ganas por verlo. Estoy deseando ver cómo de buenos son tus conocimientos, "profe".      

Demasiado rápido había dejado correr la idea. Alek no se fiaba, pero no pensaba insistir lo más mínimo con el tema. Aunque la idea de enseñar para poder practicar se había quedado ya sembrada en su mente, que diera frutos o no dependería del tiempo.

Le observó moverse, mientras cogía su trabajo y lo repasaba un poco por encima. No perdió detalle de cómo colocaba y abría los libros, preparando también pergaminos y tinta. Alzó una ceja cuando habló de su trabajo.- No te pases, sabelotodo. -Respondió pasándole los pliegos que había preparado.- Espero que esté a la altura de su grandilocuencia, prefecto. -Respondió con una sonrisa ladeada antes de dejar que leyera al tiempo que se tomaba la libertad de coger uno de los libros para hojearlo mientras. Quizá se podría añadir algo de información, después de todo.