Aferrarse a Orion había sido algo que no hizo queriendo, simplemente se daba cuenta de lo débil que era. Intentaba aparentar ser de cierta forma, siempre sonriendo, dispuesta a ver a quién podía molestar por reírse un rato, pero al final no era otra cosa que una ficha en un tablero. Para su padre su personalidad o persona nunca habían tenido valor, no esperaba que aprendiese, ni que tuviese ideas propias, solo la quería como moneda de cambio. Lo sabía, lo aceptó en su momento al menos hasta que le comunicaron quién sería su prometido. Claro que quería a Orion, había sido su mejor amigo durante años, pero también significaba hacer daño a otra de las personas que quería.

Cepheus no se había tomado bien la noticia, dudaba que en algún momento le hubiese mirado con tanto desprecio como en ese instante. Dentro de él no había nada a parte de vacío, le dolía, claro que le dolía, pero también sabía que ella misma lo había buscado, aun así las palabras herían y tan solo pudo sujetarse para salir de allí. Estar con Orion la había calmado, llorar la había aliviado, pero sabía que nada volvería a ser lo mismo y tal vez tampoco lo necesitaban.

Era inevitable, cuando se sentía vacía terminaba por encerrarse y no había nada mejor que su lugar secreto, aquellas escaleras que le hacían abrazarse y olvidarse por sus problemas. Al menos por un momento podía volver a un tiempo donde todo le hacía gracia y al entrar en aquel lugar vio otra figura.

—¿Por qué siempre nos encontramos en los mismos sitios?— Preguntó, mirando directamente al chico de Ravenclaw. — Bueno dicen que los pajaritos siempre van a sitios altos. — Bromeó, pero sin ese típico tono de ella que hacía que siempre la mirasen mal. Se sentó a su lado y suspiró, abrazándose sus propias piernas.

 08/11 EN Torre del Reloj

Nunca le había gustado discutir con Gideon, pero, sus palabras calaron en él, dejándole adolorido y con muchas preguntas rondando por su cabeza. ¿Cómo explicar todo lo que tenía en mente? Lo intentó de la mejor manera que conocía. Sabía bien que estaba cediendo a las manipulaciones de su padre y que tal vez la solución sería levantar la frente y asegurarle que ellos dos no tenían nada que ver, y que él no estaba ahí para cumplir los caprichos familiares que no podía solventar de ninguna manera. Sin embargo, no era tan fuerte como Gideon, no era tan valiente… Estaba lleno de miedos, y no quería que sus miedos acabaran con la vida de alguno de sus seres queridos. Pero, su mejor amigo no lo entendía, y Nick no sabía cómo explicarlo de otra manera.

Por ello, guardó silencio. Se estaba asegurando de solo ir a la habitación si era estrictamente necesario, y su mirada no se había cruzado con la de Gideon desde la discusión del día anterior. Había odiado cada minuto de ello, pero, también le parecía que el chico estaba siendo demasiado duro con él, y Nick no podía forzarlo a quedarse durante el proceso si todo lo que iba a pensar de él era que estaba con un débil de mente. Sabía también que tenía que explicárselo a Dante, había mucho que les estaba ocultando, y aunque esperaba que no le juzgara de la misma manera en la que lo había hecho Gideon, no podía negar que sus expectativas estaban bastante por el suelo. ¿Acaso sus decisiones le costarían también sus amistades? Todavía era demasiado pronto para decirlo con seguridad.

Y eso le había llevado a la torre del reloj. Siempre subía cuando quería estar solo y necesitaba pensar, y, con la cabeza apoyada contra los ladrillos, intentaba silenciar todos los pensamientos tormentosos que lo acosaban… Hasta que se abrió la puerta, y una pelirroja entró en ese pequeño lugar. Nick sonrió a modo de saludo, e intentó no poner los ojos en blanco ante sus palabras.

—A pesar de la broma de pajaritos, parece que necesitas un abrazo, ¿qué te pasa? — Preguntó, palmeando el espacio a su lado, invitándola a sentarse. A él no le apetecía demasiado hablar, pero, sabía que acabaría haciéndolo. A diferencia de cómo se sentía años atrás cuando se encontraron ahí por primera vez, Anelise ya no le intimidaba de la misma forma.
 

25/11 + Pasillos

Sentada en aquella fría roca la pelirroja abrazó sus piernas, dejando su rostro apoyado sobre estás, tenía muchos pensamientos en la cabeza y la conversación que tuvo con Orion tampoco ayudaba. Era una mala persona, creía que su mayor preocupación eran sus mejores amigos, pero en el momento en el que vio a su prometido como tal dejó de pensar. No estaba preparada para la puñalada de Cepheus, palabras hirientes, hechas para dejarla en un mal estado. Creía que tenía un amigo, pero cuando no había sido lo que él quería tan solo la había tratado como otro más, simplemente alguien de compañía momentánea por el que no debía preocuparse. Sus aires de rey lo dejaban sola y apartar a las personas no ayudaba.

—Siento que me desbordó antes de tiempo. — Respondió con el cabello cayendo hacia delante y sintiendo que debía enterrarse lo máximo posible. Giró el rostro para que Nick pudiese verla, todavía no estaba llorando, pero si sentía esa agua incomoda que a veces era capaz de emborronarte la mirada. — No vengo de una familia sagrada como tú u otros en el colegio. — Empezó a hablar. — Sin embargo, el apellido familiar ha tenido mucha ambición desde hace generaciones, ambición que mi padre heredo de su padre, siempre ha luchado porque los Winter entren en ese estigma de sagrados, que les miren igual de pudientes que otras familias, sabía que era una moneda de cambio y en parte creía que estaba bien con ello. — Lise negó para sí misma, echándose hacia atrás para mirar el techo y sobre todo no dejar que las lágrimas saliesen. — Creía estar preparada para un compromiso, pero no lo estoy, al menos eso quería creer, parece que arruino la felicidad de aquellos a mí alrededor, pero en el momento de la verdad no soy más que una aprovechada.— Orion era todo lo importante cuando no sabía cómo más actuar y se sentía egoísta cuando le había dicho a Cepheus que ella solo quería ayudarles.

Suspiró, parecía que aquel lugar siempre era la torre de los sentimientos más que la torres del reloj.

—¿Y a ti?— Preguntó, porque parecía que siempre se cruzaban cuando nadie estaba pasando por un buen momento. — Parece que te ha pasado un equipo de quidditch por encima. — Sin duda su gesto era tan triste como el que ella misma tenía que portar.

 08/11 EN Torre del Reloj

Nicholas estaba seguro de que esa era la primera vez que veía semejante mirada de desesperación en Lise, y, siendo la persona que era, sintió como su corazón se apretaba en su pecho al verla. Tampoco dijo nada cuando la chica se sentó y se abrazó a sí misma, y se contuvo para no rodearla con sus brazos en ese mismo momento, porque quería dejarla hablar si eso era lo que la pelirroja necesitaba en ese momento... Y eso hizo.

Sentirse identificado con sus palabras no era lo que el Nick de hace unos años llegaría a esperar, a fin de cuentas su relación con Anelise siempre fue más explosiva que eso. Extrañamente se llevaban bien, aunque a veces quisiera morderla por llamarle pajarito. La chica le ayudó en un momento difícil para él, y si Nick podía hacer lo mismo por ella, al menos consolarla un poco, lo haría sin dudarlo. Además, estaban viviendo una situación parecida por lo que esta describía... No hay nada mejor que compartir una experiencia, sentirla en carne propia, para tener empatía.

—Es triste decirlo, pero, en el mundo en el que vivimos los hijos de las familias puras no son más que objetos a intercambiar, y se espera que veamos a nuestros hijos de la misma manera para mantener algo que es una falacia. — Parecía que los puros no se dedicaban a pensar en el origen de la magia, solo en sí mismos y su egoísmo. —No tienes por qué estar de acuerdo con que te comprometan, creo que no todo el mundo está preparado para aceptar que nuestros padres son los dueños de nuestras vidas, y que no tenemos ningún tipo de control o elección a parte de ser como ellos. — Aseguró, la tristeza en su voz era más que evidente.

Haciendo caso a sus impulsos, rodeó a la chica por los hombros con uno de sus brazos para que pudiera apoyarse en su pecho por unos minutos, la abrazó y acarició su cabello, porque si necesitaba llorar a él no le importaba que le empapara el uniforme.

—No eres la única a la que sus padres tratan como una moneda de cambio... Después de que mi padre me ignorara por años, ha decidido que es momento de que cumpla mi responsabilidad. Me han comprometido también, con alguien que no conozco mucho, y a sabiendas de que el purismo me interesa más bien poco. — Comentó, agradeciendo la posición en la que estaban porque él mismo podía ponerse a llorar si miraba a Lise a los ojos mientras le decía: —Y he discutido con Gideon por ello. No le sienta bien que no sea capaz de revelarme. — Esa era la manera resumida de contarlo, pero, no quería que esa conversación girara entorno a él.
 

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Las palabras de Nick dolían, simplemente porque era una verdad que siempre intentaba ignorar. Su padre perdió todo interés en ella cuando su hermano nació, durante su infancia su madre siempre era la que estaba alrededor o los criados que contrataban para que estuviesen cubiertos en caso de tener algún problema. No tenía el mismo interés en ella, dado que por mucho que se esforzará no sería capaz de portar el apellido como su padre deseaba. Los Winter complacían a las demás familias por querer ser partes de ella y finalmente su moneda de cambio había dado en el blanco de la diana.

—Por eso me gustaba pensar que tenía un poco de libertad, mis acciones las elegía por mí misma, me metía en problemas, hacía que los demás se salieran de sus casillas, pero ahora veo que en realidad solo era una forma infantil de obviar la realidad. Nunca tuve libertad, tan solo jugaba con lo poco que me llegaba a las manos para sentirme así, unas palabras de mi padre y todo se fue por la borda. —Se sintió como una niña pequeña, sus ojos pedían algo diferente, pero su padre aquello sus ruegos silenciosos antes incluso de que se abriesen paso. —He sabido siempre lo que me tocaba y honestamente tampoco me quejo, es mejor esto que vivir debajo de cualquier puente, simplemente pensaba que sería diferente, que no le haría daño a mis amigos en el camino. — Pero se encontró un muro, tan alto, que era imposible enfrentarse a nada más.

La mirada de la pelirroja se centró en el chico a su lado, parecía tan afligido como ella, problemas de puros dirían. No todos estaban felices con ser lo que eran, nunca creyó que se sentiría así, sin embargo allí estaban.

—Bueno, puede que tú no tengas opción, pero al menos le darás opción a los hijos que tenga y eso ya es más de lo que nosotros vivimos. — Lise intentaba animarlo con algo que en si no parecía ser de mucha ayuda. Era como pensar que estaban condenados por algo que no habían pedido, pero era la estrella que les había tocado y tenían que aprovecharla. No había hablado con Orion sobre el tema y no creía que hablar de niños fuese lo importante en ese momento, pero estaba claro que debían mirar algo positivo.

Las palabras sobre Gideon hicieron que mirase hacia aquel techo agrietado y suspirase. Nunca se había llevado especialmente bien con él, seguramente por influencias externas y porque Gideon nunca parecía divertirse al respecto con ninguna broma.

—Mister sereno se ha enfadado, eso si que es una novedad, si es la persona con más temple que he conocido. — Parecía que si tenía puntos que le enfadaban.

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—Creo que todos estábamos aferrándonos de alguna manera a esa falsa sensación de libertad, que nos hacía pensar que estábamos tomando decisiones por estar aquí, lejos de casa. Pero, nuestros padres no se han olvidado de nosotros, seguimos siendo parte de su tablero de ajedrez y es momento de mover las fichas. — Hablar de ellos como si fueran simples objetos no lo hacía sentir mejor, y seguramente tampoco mejoraba el humor de Anelise. Sin embargo, no estaba para hacer bromas al respecto, él estaba pasando por una situación bastante similar.

Se quedó en silencio ante sus palabras, y no pudo evitar preguntar: —Pero ¿a quién has hecho daño? Si al final, los más afectados somos nosotros, con quienes juegan... — Era la historia que tenían que contar, donde ellos no eran más que las promesas que sus familias se hacían entre ellas para mantener viva la tradición.

Quiso llorar al escucharla, porque todavía no había empezado a meditar en la parte de los hijos por más que tuviera claro que era parte del trato, su padre no quería casarlo simplemente por asegurarle que tenía compañía para cuando se hiciera viejo. —No quiero que mis hijos crezcan pensando que son tan solo una ficha en el tablero, que no valen nada... No es justo con nadie sentirse de esa manera. Quiero que amen libremente, a quien quieran amar. Me gustaría poder haber hecho lo mismo. — Anelise era la primera persona con la que Nicholas pudo ser honesto respecto a lo que ocurría con Erica, por eso no le importaba mencionarlo por más que le ardiera en el pecho hacerlo.

Tampoco quería hablar de Gideon, por lo que solo extendió su mano para entrelazar sus dedos con los de Anelise en un gesto que pretendía ser tranquilizador. Se inclinó para dejar un beso en su mejilla, y dijo: —Cualquier que tenga que casarse contigo es porque tiene la suerte de su parte. A veces eres un poco pesada, en especial cuando me llamas pajarito, pero... Se te tolera bien. — Aseguró, con una pequeña sonrisa bordeando sus labios.
 

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Las palabras de Nicholas tal vez deberían haberle dolido, pero desgraciadamente se sentía identificada, ella tan solo había jugado con una libertad que no tenía. En el fondo siempre lo supo, que en algún momento aquellas alas que fingía tener desaparecerían y no habría manera de recuperarlas. La criaron para ser una moneda de cambio, para conseguir alianzas con familias más influyentes que la propia. Su padre jamás se detendría, y no permitiría que ellos se detuviesen. Los Winter debían continuar el camino que todas sus generaciones habían seguido, sin darse cuenta que aquellos a los que intentaban pisar fueron los primeros en darles su apellido.

¿No sería un hijo de muggles discriminado el que deseo que su apellido perteneciese a una rama de puros? Jamás tendría el coraje de decirle eso a su padre, ni pronunciar esas palabras en voz alta.

—Nunca hemos tenido libertad, pero tan solo hemos fingido no saber qué éramos piezas en ese tablero, al menos en mi caso, sabía perfectamente que en algún momento me moverían y no habría más que hacer. — No había más que decir en ese momento, la habían criado para ser una pieza y aunque hubiese creído que no le afectaría en el momento de la verdad era imposible no sentirse como ella se sentía y si todavía su relación con su prometido fuese otra, tal vez, ese golpe hubiese sido más sencillo de sobrellevar.

Abrazando sus rodillas negó, no era el momento de hablar de eso, puede que hablar de cómo se sentía fuese sencillo, pero no quería meter nombres en medio. Ella sabía que había hecho daño a las personas a su alrededor con sus noticias, no había más que discutir al respecto.

Podía sentir aquella desgracia, ese llanto contenido que ella misma parecía tener encajado en la garganta, apretó la mano que el chico le había extendido, sin saber que en algún momento pudiese sentirse tan conectada a alguien o al menos a esas sensaciones asquerosas que no deberían sentir, que sus padres no querrían que sintiesen.

—Entonces, serás el que les de la opción, por las que tú no tuviste. — Respondió, sabiendo que ella no sería capaz, o al menos creía que no lo sería. — Al final, es más fácil como hombre poder tomar esas decisiones para tus hijos. — No creía que Orion tuviese en mente demasiado, pero tal vez si tenían una presión de personas entrometidas que desearían que sus nietos viviesen la vida que ellos decidiesen.

Sonrió, sabiendo que todo el mundo decía lo mismo, pero ella no lo sentía así. No cuando sería una carga para la felicidad de Orion, cuando no podría llenar ese vacío o al menos eso era lo que su cabeza le gritaba.

—¿Te hubiese gustado estar conmigo?— Preguntó, mirando al chico directamente, si era de esa manera, entonces no debería tener problema ¿No?

 08/11 EN Torre del Reloj

Nick no se sentía identificado del todo porque pensaba que cuando se separó de su padre, las cosas serían diferentes para él. Había admitido que al salir de Hogwarts su padre no tenía responsabilidad sobre él, y sabía que tenía que trabajar duro para poder salir adelante y llegar a estudiar para ser medimago porque no contaba con el apoyo de su apellido. Había aceptado los riesgos al cortar su relación con su progenitor, y pensaba que eso sería suficiente para que se olvidara de él, pero no lo había sido.

—Es un poco triste tener que admitir que nuestra vida no nos pertenece y aceptarlo porque sí… Pero, tampoco hay posibilidad de negarnos, ¿no? — Comentó, con una sonrisa triste. Seguramente si reunieran el coraje para hacerlo podrían, pero, también debían aceptar las consecuencias que sus decisiones traerían sobre sí mismos y sobre las personas a su alrededor. Nicholas no estaba dispuesto a asumir las consecuencias, prefería aceptar lo que le correspondía al igual que lo estaba haciendo la pelirroja.

Todavía no estaba seguro de cuál era el punto de vista de la que era su prometida respecto a la idea de tener hijos, o lo que quería hacer con su crianza. No sabía nada sobre Carrie y sabía que tenía que mantener una conversación con ella al respecto. Sin embargo, no sabría qué decirle, aun no estaba preparado para enfrentar la situación. Por eso mismo no respondió, la idea de pensar en lo que haría con sus hijos le producía escalofríos.

Sonrió en dirección a Anelise, y a pesar de que no podía ocultar del todo la tristeza en sus ojos, la pregunta que formulaba no era difícil de responder: —No veo por qué no. Eres inteligente, tu sentido del humor es curioso, pero sin querer me has ayudado en momentos complicados. Se nota que eres una buena persona, y yo jamás te habría cortado las alas. — Era el tipo de persona que dejaría a su pareja ser lo que fuera que quisiera ser, no consideraba que fuera el dueño de la vida de nadie.

Levantó una de sus manos para acariciar el rostro de la chica, acercándose tal vez demasiado, con una confianza que no tenía normalmente con nadie. —No sería difícil quererte. — Aseguró, si lo hubieran prometido con Anelise al menos tendría una idea de a lo que se enfrentaba, con Carrie era todo distinto.
 

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Claro que no había posibilidades de negarse, al menos no para ella. Algunos eran capaces de darle la espalda a su familia, ser libres y no estar atados a aquellos que les pedían ser quienes no eran. Anelise sabía de sobras que ella no sería capaz de una hazaña semejante, no podría con la decepción en la mirada de su padre o las lágrimas en el rostro de su madre cuando la borrasen del árbol genealógico por no haberse ceñido al papel que le correspondía. Siempre hubiese deseado ser más, pero no podía serlo, ella tan solo era la niña que iban a cambiar por reconocimiento y su hermano el pilar que sustentaría el apellido.

Era todo lo que su padre deseaba y ella prefería seguir ese camino de espina a sentirse sola y desesperada. No sabría dónde ir de desobedecer y hasta cierto punto su padre seguramente sería consciente de ello. Tan solo debía sonreír cuando se lo pedían y al final había terminado tomando la mano de Orion. Siendo egoístas era la mejor mano que podía tomar, pero desde otro lado era la mayor traidora que había pisado el mundo, ella estaría bien, pero Orion tan solo viviría atado a alguien que no amaba.

—Para mí, negarme sería como decir que quiero quedarme sin nada, y no sería capaz de ello—. Podrían llamarla materialista o niña de sus padres, pero al final dependía ligeramente de ellos, de lo que le habían enseñado y lo que le habían dado toda su vida. Rechazarlo todo sin ningún temor era un acto que pocos podrían realizar.

La respuesta de Nicholas a su pregunta hizo que sonriera de manera triste, parecía que tenía cosas buenas, le gustaría poder explotarlas de mejor manera o al menos estar con los que debía cuando debía.

—También sería fácil estar contigo—respondió la joven con completa dulzura. Era un chico encantador, parecía estar siempre atento a todas las personas de su alrededor, se comía la cabeza cuando sentía que algo le iba mal y se metía demasiado en su cabeza. Puede que de eso viniese sus ganas de molestarlo llamándolo pajarito.

Sin darse cuenta, se había acercado ligeramente a él, dejando que una de sus manos acariciase su mejilla suavemente.

—¿Te acuerdas de la última vez que estuvimos aquí? — Preguntó dulcemente.— Estabas completamente aterrado por no saber como lidiar con tus pensamientos, tengo que decir que en el fondo me pareciste bastante agradable—. Por eso le había dado una salida y de alguna manera en ese momento estaba esperando que él le devolviese el favor.

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Nicholas pensaba que ya se había negado a ello. Recibía su educación en Hogwarts porque era casi obligatorio para personas como él, pero ya estaba haciendo sus propios planes para cuando el colegio acabara. Tenía intención de conseguir un trabajo, buscar la manera de pagar por sus cosas aunque tuviera la reserva de dinero que su madre había puesto en su cuenta de Gringotts. Tenía una base con la que empezar, y seguramente podría rechazar a su padre si quisiera... Pero, su problema no era el perder su apellido o su dinero, su preocupación eran las personas cercanas a él a las que pondría en riesgo si desobedecía. Su padre sería capaz de matar a cualquiera que se interpusiera entre sus planes y él. Nick hacía parte de esos planes, lamentablemente.

Ni siquiera pensó demasiado en la forma en la que le estaba sonriendo, tan solo apreció el contacto de sus dedos suaves sobre su piel. Se sentía reconfortado por la sola presencia de Anelise, como si el hecho de sentir que alguien le comprendía le hiciera sentirse tan solo un poco mejor. Sin embargo, sus recuerdos pasaron a un punto distinto de su vida ante la mención de la chica.

Recordaba perfectamente lo que estaba sintiendo cuando se vieron allí por primera vez, no tenía que esforzarse demasiado. Estaba desesperado, y Anelise le había dado una salida... Se sentía de manera muy similar a como se encontraba en ese mismo momento.

Por eso, esperó que sus labios dieran la respuesta en el momento en el que se acercó para besar los de la pelirroja. Lo recordaba, y no le importaba enseñarle cuánto.

El beso pasó a ser algo más en el momento en el que sus manos se perdieron en la parte inferior de la camisa de la chica, sacándola del ajuste de su falda para poder tocar su piel directamente e invitarla a sentarse a horcajadas sobre él mientras sus labios besaban su mandíbula y su cuello. No había mejor manera de no pensar que esa.
 

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Era un anhelo silencioso, tal vez estaba intentando no sentirse tan mala persona, si conseguía sacarse la sensación de estar traicionando a sus amigos. Todo lo que pasaba con Orion y Cepheus le afectaba, pero sobre todo darse cuenta que Orion y ella podrían tener un futuro juntos. Ambos se querían, siempre lo habían hecho, se preocupaban el uno del otro como amigos, habían estado ahí cuando el otro le había necesitado y el compromiso no cambiaría eso, pero si de alguna manera como debían verse. Lise no tenía problema en ser la persona de pega, en darles un lugar seguro, pero Cepheus había destrozado esa fantasía y la cercanía de Orion había provocado que lo quisiera para él, que una parte de ella quisiera reclamar a Orion como si ese compromiso le diese derecho.

En ese instante podía olvidarse de ello, en los brazos de Nick no había ningún tipo de dolor, tan solo sentimientos embotellados dirigidos a la persona equivocada. Podía desfogarse e intentar ser la de siempre, no coger más de lo que podía de la persona que le importaba. Si, de alguna forma estaba usando al Ravenclaw, pero ¿acaso no estaba haciendo él lo mismo?

Sus labios se movían al compás de los ajenos, disfrutando de esa desesperación, poniendo la suya en el mismo lugar que la de Nick. Podía olvidar, solo tenía que sentir lo que su toque le daba. Terminó por moverse, colocándose a horcajadas sobre el moreno, dejando que sus manos se perdiesen en sus negros cabellos y lo despeinaran. Eran ellos dos y nadie más, seguramente se arrepentiría más tarde, pero en ese instante ese simple contacto ayudaba a la desesperación que estaba sintiendo, a todos los sentimientos enfrentados que parecían querer estallar su cabeza.

Deslizó sus manos por la espalda de Nick, terminando por volver a su pecho y bajar para deshacer su cinturón, no quería nada serio, ni tenían que decir que se amaban, tan solo desfogarse como ya habían hecho en otras ocasiones.

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