Aquella fiesta fue una idea espectacular, después de haber estado meses viviendo entre cuatro paredes sin una gota de tecnología poder coger su teléfono y escribirse con sus amigos era una gozada. Los magos podían ser todo lo avanzados que quisieran en ciertas cosas, pero se perdían un mundo por no saber utilizar un estúpido ordenador o tener un móvil para comunicarse. Era ridículo que en pleno siglo de tecnología todavía se siguiesen mandando cartitas con estúpidas lechuzas.

Penoso.

Lo importante de aquello además es que no le había pillado lejos de casa, todos los del barrio parecían haberse puesto de acuerdo para ir a la discoteca y honestamente la persona que encontró allí era cuanto menos interesante. Anthony le evitaba bastante en clase y por el colegio, puede que porque sus padres siempre les habían obligado a estar juntos y de alguna manera quería no pasar tanto tiempo con él, pero era inevitable que coincidiesen y aunque lo estaba mirando divertido estaba claro que alguien le había dado una bebida cargada, porque estaba a punto de caerse al suelo.

—¿No es el chico que vive en tu mismo bloque?— Le preguntó una de las chicas y a Joe no le quedó otra que asentir. — Me lo llevaré a casa, si no lo cuidado mi madre me mata. — Anda que ser tan iluso para coger una copa de un desconocido. Se acercó los pasos correspondientes y tomó de la muñeca al chico que estaba con él. — Siento decírtelo pero su madre le esperaba en casita, así que no vas a follar esta noche. — Tiró de él para atrás y sus ojos se fijaron en este, intentando no rodar los ojos del todo y tirando de él para salir de la discoteca. — Mira que das problemas Tony. — Y viéndolo con ese aspecto, completamente ido por la bebida y lo que quiera que le hubiesen echado y la camisa entre abierto notaba que hasta él se lo tiraría.  

Verano + En una fiesta + Madrugada

Demasiado tiempo en el mundo magico, con sus bebidas, con todas esas cosas que hacía que extrañara su hogar el tiempo en Hogwarts había hecho que, de alguna manera, su primera salida con amigos luego de mucho tiempo terminara siendo una completa locura. No es que no se hubiera divertido, para nada, pero en ese instante que estaba un poco mareado y riéndose de las tonterías que le decía un desconocido en el lugar simplemente no sería de lo más convincente del mundo. Aunque lo veía divertido, de hecho, podía pasar una mosca por delante y lo vería divertido por la mierda que le habían dado, aunque no supiera bien que era.

Chasqueo la lengua mientras negaba, alejándose torpemente de aquel chico que le había desabrochando juguetonamente los primeros botones de su camisa. – No, en serio, no creo que este bien esto. – Balbuceo como pudo, siendo sorprendido por la mano de Joe y frunciendo ligeramente el ceño, luego sonriendo como si nada y siguiéndolo mientras trastabillaba un poco con una sonrisa. – No doy problemas, solo me estaba divirtiendo ¿Tú no? – Cuestiono extrañado que no lo hiciera también porque, en su mente, lo había visto hacerlo y no era que pudiera mantener sus ojos lejos de Joe siempre que estaba medianamente cerca.

Trastabillo en una de las calles, sosteniéndose de él mientras reía, su mano terminando en el abdomen ajeno al agarrarse, sonriendo aún más mientras lo miraba a los ojos. – Esto no puede ser verdad, es un hechizo ¿no? Vamos, que tú no haces tanto deporte como para que se sienta así. – Estaba totalmente afectado y desinhibido, se notaba, por eso mismo había hecho un comentario sobre el abdomen de Joe cuando, en otro momento, jamás lo hubiera hecho.
 

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Lo dejaría en casa y si le apetecía volvería a la fiesta, no era como si los chicos estuviesen haciendo algo entretenido y quitando los idiotas que parecían querer moverse por la vía rápida y llevarse a la gente al baño. Asqueroso, rápido, pero penoso, si no tenías la habilidad para ligar en un bar utilizar técnicas como esa era lo peor, aunque no diría que no se viese gracioso como afectaba a la persona en cuestión. Los ojos de Joe estaban repasando a Tony de arriba abajo, el chico estirado que parecía odiar cada segundo de su existencia parecía haber desaparecido en ese momento. Se comportaba como si fuese un crio, pero sobre todo estaba hablando sin filtro y era algo que a Joe le gustaba.

—Bueno, el único deporte que existe en el mundo no es el estúpido quidditch donde un solo jugador puede influir en toda la partida, existen mejores deportes que hacen que uno se vea bien. — Joe siempre salía a correr a las mañanas, normalmente se levantaba el primero de toda su casa, le daba un par de vueltas al castillo y volvía para ducharse y desayunar, pocas personas parecían tener rutinas como él, pero era lo que le ayudaba a no volverse loco cuando estaban en aquel lugar en el que si tenían una raya de cobertura podrían darle las gracias a los cielos. Por otro lado, inventar un hechizo que aumentase la señal estaba en sus prioridades ahora que podía usar magia fuera del colegio.

La sonrisa, su mirada pasando por el cuerpo del chico hizo que tomase la decisión. Lo bueno de aquellas vacaciones era que también tenía ciertas libertades. sus padres se habían ido aquel fin de semana, después de insistirle mil veces que se fuese con ellos y él denegarlo porque para un par de meses que estaba en casa no quería marcharse, su casa era suyo y estaba seguro que la madre de Tony lo esperaría más tarde que eso.

Tiró de él, sonriendo y sintiéndose igual de manipulador que aquel idiota que le había dado esa bebida, sin embargo el solo recogería los pedazos rotos. Lo ayudó a llegar a casa, pero en lugar de subir al piso de arriba abrió la puerta de su cada, dejando que Tony entrase primero y aprovechando para bajar la mano por su espalda.

—¿Qué te parece si te terminas de quitar la camisa?— Preguntó, cerrando después de él y mirando al chico con una sonrisa ladina, parecía que su noche terminaría en más diversión, no iba a negar que tirárselo a él siempre fue una fantasía, al menos desde que había crecido el año anterior.

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Tal vez le gustaría pasar más tiempo con Joe si no sintiera que su madre se lo estaba imponiendo, porque a pesar de querer satisfacerla en absolutamente todo lo que ella quisiese, por el mero hecho de sentir que así devolvía un poco de aquel dolor que había obtenido por culpa de su padre, eso no quitaba que la situación en muchas oportunidades se llegara a tornar fastidiosa para él. Sabía tomar sus propias decisiones, Hogwarts era la clara muestra de ello y por eso mismo en el castillo gustaba de ignorar a Joe, o más bien, mantenerse lejos del Slytherin y todo lo que esos chicos podían causar, eran problemas andantes y Tony solo quería una vida medianamente tranquila.

Giro los ojos con una sonrisa divertida, porque para él verdaderamente el Quidditch lo era todo, quizás lo que más le gustaba y apasionaba del mundo mágico, algo simplemente fascinante y que lo hacía sentir libre cuando lo jugaba, de alguna extraña manera. – Todos influimos en la partida, pero me alegra ser el más influyente, soy bueno en ello. – Ser buscador no era exactamente lo mejor del mundo, pero le alegraba, le gustaba mucho hacerlo cuando le tocaba, lo disfrutaba y disfrutaba por pocos momentos de la atención al hacer aquello.

Frunció el ceño al ver que el chico entraba, riéndose luego y sosteniéndose del sofá, que era para él el de su casa. – Bueno, no sé porque has entrado en mi casa, mi madre se va a enojar si me ve en este estado. – Se quejó, sin notar por lo parecidos de los ambientes en aquel edificio que no era su casa, sino la ajena. – ¿Para qué quieres que me quite la camisa? ¿Quieres probar que tienes mejores abdominales que yo? No lo necesitas, te lo digo yo y eso que solo los sentí. – Rio torpemente, pero por alguna extraña razón le hizo caso en parte, terminando de desabrocharse la camisa y abriéndosela con una sonrisa. – ¿Ves? En eso sí que no te llego ni a los talones, Joe.
 

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Joe no puede evitar bufar al escuchar al chico decir esas estúpidas palabras, el quidditch no es más que un juego con unas reglas pobremente pensadas que da demasiada importancia a un jugador, como si hubiese sido creado para que alguien en especifico se llevase toda la gloria. — No importa que partido mires en el colegio o la mayoría de los profesionales, el equipo que gana siempre es el que coge la snitch, en un por ciento de los partidos el equipo que no recoge esa estúpida bola dorada no gana, lo que significa que el esfuerzo que hacen los demás integrantes no sirve para nada en el noventa y nuevo por ciento de los casos. — Sabía que estaba siendo algo borde al decirlo, pero tampoco sabía hablar de manera diferente, además no era la primera vez que hablaban del tema, siempre jugaban las mismas cartas y no importaba la situación Tony siempre decía que era un buen juego, por ir encima de una escoba no era mejor, lo que deberían hacer era arreglar los puntos que daba la estúpida pelota.

Discutir sobre el tema tan solo le había hecho estar de peor humor al respecto, y la forma en la que el chico le estaba hablando tan solo hacía que deseará callarlo con más fuerza. Estaba desorientado y eso tan solo le ayudaba, su madre ni se daría cuenta que el chico todavía no había regresado y para cuando acabase con él tan solo le mandaría un mensaje para decirle que habían vuelto juntos y que por miedo a despertarla se había quedado a dormir con él. La confianza de las dos familias le ayudaba en ello.

—No te preocupes Tony, estamos en mi casa. — Se acercó a él, intentando fingir que verlo como un niño por caerse le resultaba divertido. Era demasiado fácil aprovecharse de él en ese momento, tanto que tendría que parar y dejar que durmiese, pero su parte más animal deseaba devorarlo, ver como todo su cuerpo se doblegaba bajo las manos del mayor. Sonrió, su mente no procesaba, estaba actuando por puro impulso sin saber las consecuencias que aquello traía.

Joe se acercó a él de manera peligrosa, sus dedos apenas rozaron la piel ajena, subiendo por su pecho hasta su barbilla, obligando a mirar hacia arriba, que sus ojos se quedaran sobre los suyos.

—¿Vas a ser un buen chico?— Preguntó, antes de inclinarse y forzar aquel beso, invadiendo su privacidad y probando esos labios que siempre le sacaban de sus casillas, notando ese sabor amargo en su boca del alcohol que todavía palpitaba sobre su lengua. Sus manos lo sujetaron, no dejaría que se apartará, enredo la mano en su cabello empujándolo contra él, siguiendo con ese beso que parecía querer quitarle el hambre y a Tony el aliento. Lo tendría bajo su merced, esa noche haría a Tony suyo para siempre.

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Iba a hablar de Quidditch respondiendo lo que le estaba diciendo, verdaderamente esa había sido su intención inicial cuando hablo tan mal del juego que a él tanto le apasionaba, porque no había palabras realmente para poder explicar lo que era aquel deporte en la vida del rubio, distaba mucho de cualquier otra cosa que le apasionara como los videojuegos del mundo muggle y demás, una parte de él inclusive llegaba a soñar dedicarse a ello, pero en el fondo no se consideraba lo suficientemente bueno como para poder lograrlo con tanto a su alrededor. – Por eso soy buscador. – Era lo único que iba a decir con respecto al tema, todo lo demás quedaba totalmente de lado.

Asintió un poco confundido, mirando a su alrededor, quizás por la familiaridad del ambiente no había caído en cuenta que no estaba en su hogar, al fin y al cabo, muchas veces habían estado allí con su madre o había estado haciendo algo con Joe, cualquier cosa era medianamente buena para pasar tiempo juntos cuando su madre lo solicitaba, luego intentaba mantenerse al margen por el simple hecho de que el chico desde que era pequeño había sido como un agujero negro para Tony y, realmente, no estaba interesado en meterse en ese tipo de cosas.

Se quedó mirándolo completamente atontado cuando se empezó a acercar de esa manera que hizo que se relamiera los labios, porque el infierno era un lugar muy caliente, lo estaba viendo frente suyo en ese momento y no tenía donde escaparse, aunque en el estado en que se encontraba tampoco era que quisiera escaparse realmente. No entendió su pregunta hasta que lo beso de esa manera, quedándose atontado, dejándose besar en un principio hasta que luego de unos segundos quiso separarse, pero tan solo por unos momentos, terminando por hacer el agarre que había tenido en la camisa ajena más fuerte, queriendo quitársela mientras lo besaba con intensidad, con todo aquello que había guardado durante tanto tiempo en el rincón más oscuro de su mente.

Al final, había sido abducido por el maldito agujero negro y que la vida lo jodiera por hacerlo.
 

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