En los primeros post podéis hablar entre vosotros, decidir qué hacéis con la serpiente (si os vais a deshacer de ella ahora o más tarde) y lo que queráis, en definitiva. Cuando Scott lance los dados, se publicará el siguiente post de masterización con el mensaje del tablero

Ronda 1 | Turno de Scott | Salón principal | 16:15H

Se había quedado paralizada. Desde el momento en el que Scott le lanzó la manta, solo pudo mirarle unos segundos. ¿Por qué había hecho eso? Aquel debía ser la distracción que necesitaba para poder moverse y alejarse, estaba claro que le estaba echando una mano pero...
No se pudo mover... Se quedó mirando al chico por no volver la mirada a la serpiente, aunque estuviera enterrada debajo de la manta.

Por fortuna, debía admitir, Lizz si supo reaccionar, se acercó a ella y tomó el hacha que tenía en la mano para encargarse de aquella cosa de un modo que Jazz ni si quiera podría asimilar...
Todavía le parecía que estaba moviéndose debajo de la manta o mirándola... ¿Las serpientes miraban fijamente a los ojos? ¡Porque esa le había mirado fijamente a los ojos!

Trató de ser lógica. Se habrían confundido. No podía ser una bamba negra, no había de esas correteando por los bosques cercanos a la casa...

—Nunca había entrado nada así a casa...—Al menos no que pudiera recordar... Si ahora se abría esa posibilidad... ¡Ya no iba a estar tranquila nunca!
—Pero... ¿Enterrarla? ¿Seguro que está muerta...?—No quería reconocer que estaba asustada...
Ni tampoco que le debía más a aquella mujer y chico de lo que le gustaría...

—¿Y si ha entrado algo más en la casa?—Estaban casi en el campo... ¿Por qué hasta ahora no había pensado en esa posibilidad? ¡Detestaba los bichos!

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En cuanto Lizz se hizo con el hacha él se encargó de guiar a los niños detrás de ella, la verdad, no sabía de donde había sacado tantos conocimientos sobre serpientes, pero estaba orgulloso de ella y de como había tomado las riendas del asunto. Le murmuró un tranquila al ver como apretaba sobre la serpiente y finalmente dejó caer el hacha.

Suspiró y se acercó a la manta con cuidado —niños, permaneced alejados, por favor, nosotros nos encargamos— pidió, posiblemente más serio de lo que su hija lo habría visto nunca, porque aquello no tenía discusión, no hasta que se asegurasen de que la serpiente había muerto realmente —bien— dijo dirigiéndose a Lizz —a la de tres levantaré la manta, con cuidado, ningún movimiento brusco, cariño, si ves algún movimiento, por mínimo que sea, vuelve a darle un hachazo, veinte, los que hagan falta, ¿de acuerdo?— esperaba que no fuese necesario.

Levantó la manta con cuidado hasta que por fin pudo destaparla del todo —guau, recuérdame que nunca te haga enfadar— bromeó más aliviado guiñándole el ojo, había sido un corte limpio, unos veinte centímetros por debajo de la cabeza —me gusta como piensas Scott— volvió a dejar caer la manta y envolvió a la serpiente en ella, no se le ocurría otro sitio mejor que el jardín para enterrar a la serpiente, ¿qué otra cosa podían hacer si no? ya estaba muerta, así que llamar a emergencias era una tontería.

—Tranquila cariño, nunca ha habido serpientes, estaría en el bosque y se ha extraviado— no podía aportar mucho más, porque ni entendía cómo había entrado una serpiente a su casa, ni estaba seguro de que fuese la especie que Scott había mencionado, lo único que quería era calmarlos —sentaros y relajaros ¿sí? Jazz, saca algo de beber si quieres, volveré enseguida— dicho esto salió al jardín y cogió la pala del garaje, no creía que para el resto de la familia fuese agradable ver aquello.

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Había intentado no fallar con todas sus fuerzas o al menos dejar a la serpiente lo suficientemente atontada para que no pudiera atacarles. Se quedó quieta, con un ojo en la manta y otro en los niños por si a alguno se le ocurría acercarse. Solo Jay lo hizo, muy despacio, para ayudarle a ver si la serpiente seguía con vida.

Por suerte no fue así. Atendió a las indicaciones de Jay y permaneció atenta por si tenía que volver a usar el hacha. Lizz respiró, aliviada, al ver el cuerpo del reptil ya inmóvil - ¿Pero de dónde habrá salido esta cosa? - sonrió de medio lado al comentario de Jay y entonces bufó, apartándose un poco y tomando algo de aire mientras que volvía a fijarse en que los niños estuvieran bien - En toda mi vida había visto a una serpiente como esta tan cerca o más bien dentro de una casa, menos en esta parte del país. Es imposible que haya más. Sería la mascota de alguien de la zona que probablemente se le habrá escapado, lo cuál es sumamente irresponsable. Como me entere de quién ha sido se va a llevar una buena demanda.

Se apartó un poco más para dejar el hacha apoyada contra la puerta y tomó aire de nuevo, recogiéndose el pelo con el boletero que llevaba en la muñeca mientras Jay se ocupaba de recoger a la serpiente - Ten cuidado, puede haber expulsado algo de veneno al morir. Será mejor que vaya a buscar algo para limpiar bien el suelo por si acaso. Tranquila Jazz yo iré a por algo de beber también. Vosotros seguid con el juego, no tardaremos - y es que prefería que se entretuvieran en el juego de mesa y que dejaran de pensar en si había más serpientes por allí.

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Lo que decía la mujer tenía sentido... debía haberse escapado de alguien de la zona, pero aún así asustaba mucho. También era cierto que en toda su vida no había pasado, las probabilidades de que volviera a pasar eran... muy remotas....
Aunque se dijera todas esas cosas en su cabeza y tratara de pensar de forma lógica, le seguían temblando un poco las piernas...

¡Y los adultos se marchaban! No quería reconocer que no quisiera quedarse sola pero si se había asustado... Así que miró a Scott y asintió cuando le dijo de sentarse.
Se adelantó pero sin alejarse mucho, no es que le hiciera sentir muy segura pero... al fin y al cabo él fue quien reaccionó y le lanzó la manta a la serpiente...
Se sentó en el sofá y miró que el chico hiciera lo mismo.

No pudo evitar mirar a su alrededor, como si otra serpiente pudiera aparecer, o por el suelo. Debía tranquilizarse, ella no era una persona irracional.

Pensaba eso cuando a Scott se le cayeron los dados y la ficha volvió a moverse... Dio un respingo por eso y... miró en la esfera que volvió a moverse y a aparecer un mensaje.
Frunció el ceño... Otra adivinanza... ¿Y qué pasaba con la anterior? ¿Cuál era el objetivo del juego?

—¿Por qué salen adivinanzas sin más? No resolvimos la anterior... No tiene sentido.—Aunque la serpiente volvió a su cabeza.

Leer de nuevo esa frase le dio escalofríos... Aunque no entendía por qué... —Sus colores te conquistarán, pero si las miras se ofenderán...—Repitió, frunciendo el ceño y mirando a Scott, y casi acercándose a él un poco de forma inconsciente.

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Suspiró cuando dejó caer la serpiente al suelo, no es que él estuviese en baja forma física, pero es que pesaba muchísimo, normal por otra parte, teniendo en cuenta la dimensión que tenía. Negó con la cabeza intentando hallar de nuevo una explicación para todo aquello, habría entendido que se colase una culebrilla perdida del bosque, ¿pero algo tan grande? ¿eso no debería estar vigilado? ¿sería tan peligrosa como había mencionado Scott? ¿debería llamar igualmente a emergencias? Se frotó la nuca y finalmente decidió que lo mejor sería cavar y enterrarla, no quería que el cadáver estuviese delante de los niños, mañana temprano intentaría buscar algún teléfono de control de animales o algo por el estilo, a ver qué le decían.

No tardó más de veinte minutos antes de volver a entrar en casa, encontrándose con los chicos mirando el tablero, al menos el susto les había servido para parecer un poco más unidos, era importante que aprendiesen que ahora podían apoyarse el uno al otro incondicionalmente —¿más tranquilos?— besó la coronilla de Jazz de forma cariñosa y apoyó la mano en el hombro de Scott dándole un ligero apretón —habéis estado increíbles chicos— la verdad es que habían actuado con mucha entereza y sin perder los nervios, estaba orgulloso de ellos.

Se inclinó para comprobar que Lizz estaba en la cocina, seguramente habría ido a por algo de beber, así que se sentó de nuevo en el sillón —¿habéis tirado?— preguntó al ver como en la esfera del centro había un nuevo mensaje —¿eso significa que hemos acertado la otra adivinanza?— estaba tentado de sacar el monopoly o el parchís, porque aquello no era lo suyo —colores, alguien que se ofende si lo miras por su color, bueno, cualquiera debería ofenderse por eso, la verdad— concluyó.

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No tardó en encontrar en la cocina un trapo y un bote de lejía con el que poder limpiar bien el suelo. Parecía que llevase viviendo allí toda la vida y a veces se le hacía extraño porque suponía que para Scott tendría que estar siendo una experiencia totalmente distinta pero esperaba que con el tiempo se acabara acostumbrando. Seguía estando convencida de que tener una familia de verdad sería bueno para él.

Dejó también preparada sobre la encimera una bandeja con vasos y una botella de refresco, pensando en que bajaría luego a por ella. Subió las escaleras trapo y lejía en mano dispuesta a limpiar a conciencia el estropicio de la serpiente - No tardaré nada, veréis que se queda todo en condiciones para seguir jugan...- pero entonces lo que vio le dejó total y absolutamente....anonadada.

Su hijo estaba siendo arrastrado por una especie de látigo que provenía de una planta gigante. Una planta. Gigante. Que había surgido de la nada.

La cara de Lizz era un auténtico poema. No escuchaba ni se fijaba en nada más que en Scott gritando y acercándose peligrosamente a aquella cosa. Y entonces reaccionó - ¡¡SCOTT!! - tiró al suelo el bote de lejía y el trapo y como una desesperada se lanzó detrás de su hijo agarrándole con fuerza de los brazos - ¡¡JAY, EL HACHA!! - gritó, casi suplicó, mientras seguía agarrando a Scott con todas sus fuerzas.

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De forma casi inconsciente Jazz se sintió aliviada cuando su padre volvió. No era que pensara que podía pasarle algo por enterrar a la serpiente pero... Al menos estaba claro que el asunto estaba zanjado. Además, que no le gustara aquella situación no quería decir que no le supiera mal por su padre, estaba segura de que una bienvenida con serpientes no era lo que esperaba para ese día...

Sonrió cuando dijo que habían estado increíbles, bueno... Más el chico que ella, ella solo había corrido a por el hacha, aunque bien pensado aquello ya había sido una completa estupidez...
Pero bueno, ya podían olvidarse del asunto, esperaba no volver a ver una serpiente ni en el zoo.

Pronto la conversación cambió al juego y al misterio de la adivinanza sin resolver se le añadía una nueva adivinanza sin mucho sentido. La reacción de su padre casi era graciosa... Si, cualquiera debería ofenderse si te miraban fijamente, fueras de colores o no...
Pero aquel no era el asunto... ¿De qué narices iba el juego? Le costaba centrarse en algo si no sabía cual era el objetivo o...

Y frunció el ceño... Estaba temblando el suelo... Estaba... abriéndose en dos... y... Jazz parpadeó un par de veces que se volvieron cien en un solo segundo. ¿Pero qué...?
Se puso en pie de un salto, mirando aquella cosa que...

Dio un tremendo grito agudo en cuanto vio cómo algo se llevaba al chico hacia la chimenea... La chimenea, la chimenea con una flor gigante que se desplegó con una boca demasiado grande...
No entendía nada y al mismo tiempo lo entendía todo... ¡Esa cosa quería comerse a Scott!

Lizz sujetó a Scott y parecieron detenerse un poco... Pero los estaba arrastrando a los dos. El hacha... El hacha... Jazz volvió a mirar a la flor.
La chimenea... A un lado estaba el interruptor del gas... Debía haberse vuelto loca porque ni si quiera lo pensó, al igual que con el hacha, su cuerpo se había puesto en marcha y corrió hacia allí y giró por completo control para que la chimenea se encendiera a tope...

No fue mala idea, la flor gigante pareció chillar al sentir el fuego y moverse con algo que le dio y la empujó contra la pared.
Parpadeó varias veces... Parecía quemarse... ¡Pero seguía tirando de Scott y Lis!

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Se quedó concentrado en la nueva adivinanza, la verdad es que empezaba a pensar que los chicos tenían razón, ese juego tenía que estar roto o faltarle alguna pieza, porque no entendía muy bien cómo habían avanzado por las casillas y como hallar la respuesta a ese tipo de frases raras que aparecían en la esfera.

Suspiró, dándose por vencido, justo cuando escuchó a Scott, ¿una flor? la habría traído él en la suela del zapato cuando volvió del jardín. Pero en pocos segundos supo exactamente a qué se refería —¡SCOTT!— gritó levantándose de un salto, en el mismo segundo que Lizz aparecía en el salón y Jazz se tiraba a salvar a su nuevo hermano. En cuanto vio la chimenea arder no lo pensó ni un momento más, corrió a por el hacha, cortó la rama que tenía sujeta a Jazz —¡corre, vete lejos!— ordenó al mismo tiempo que se giraba y empezaba a darle hachazos a esa especie de ¿planta carnívora? que acababa de crecer de repente en su casa, ¿qué estaba pasando allí? ¿qué clase de broma o de cámara oculta era aquello? —¡maldita sea!— blasfemó, al ver que a pesar de que estaba acertando la planta era demasiado grande y fuerte y por mucho que se retorcía de dolor no había forma de matarla del todo. Tiró más de Scott, tanto que el chico estaba más cerca de las llamas, por lo que tiró el hacha y agarró sus brazos con fuerza tirando de él con todo lo que tenía dentro hasta que por fin consiguió que la planta, ardiendo y prácticamente rota lo soltase.

Ambos acabaron desperdigados por el suelo —¿estás bien?— preguntó acercándose a él y retirándolo por fin de esa cosa —no os acerquéis— pidió viendo como la planta empezaba a consumirse en las llamas, pero aún tenía fuerza en las ramas que intentaba atraparlos, por lo que cuanto más alejados estuviesen, mejor —no entiendo qué está pasando aquí— murmuró desconcertado mirando al resto de su familia —de verdad que... no...— menuda bienvenida e impresión se estarían llevando Lizz y Scott, pero es que nunca había ocurrido nada parecido a aquello, quizás era hora de llamar a emergencias o alguien.

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Como una desesperada, Lizz tiraba de su hijo, incapaz de tirar de él para liberarle por lo que la planta les estaba atrapando poco a poco a los dos. Pero pasara lo que pasara no iba a soltarle. Seguía gritándole a Jay que cogiera el hacha, dándose cuenta de que no tardarían en ser devorados por aquella cosa. Hasta que de repente se hizo el fuego, el humo y al final Lizz pudo comprobar que el látigo de aquella planta se había partido y al tirar de Scott este si avanzó hacia delante.

Se quedaron en el suelo, Lizz abrazando a su hijo contra ella mientras seguía mirando entre el humo a la planta, el corazón le iba a mil por hora y la cabeza también - ¿Pero qué pasa Jay? ¿Qué está pasando aquí? - dijo mientras miraba ahora a su pareja, como si el pobre pudiese comprender algo de lo que ocurría. Se levantó sin soltar a Scott y sin perder de vista a la vegetación que estaba saliendo a su alrededor. Empezando por el techo, la chimenea, las barandillas...¿cómo era aquello posible?.

- Tenemos que salir de aquí ahora mismo. Salir fuera y llamar a los bomberos, ya...- determinó, mientras tiraba de Scott hacia la puerta y se quedaba quieta al ver el panorama también en las escaleras - Por Dios santo Jay...esto está plagado.

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Jazz miró la escena con los ojos bien abiertos. La forma en que su padre daba hachazos a esa planta gigante medio chamuscándose...
Iban a... Comerse a Scott y a Lizz...
Eso pensó al principio, su padre consiguió tirar de ellos y alejarlos, el fuego hizo el resto...
Cerró los ojos y suspiró solo unos segundos, los que tardó en darse cuenta de que aquello continuaba...

Empezaron a salir más... había flores por todas partes... ¿Pero qué era aquello? Gritó cuando notó algo en el suelo donde estaba sentada y se levantó de un salto acercándose a ellos.
No dejaban de salir flores de colores...

—Sus colores...—Repitió girando sobre si misma para mirarlas todas. ¡Nunca había visto flores de esos colores! Sin contar con el detalle de que las había visto crecer en... ¿Segundos? ¡Nada de eso tenía sentido!
Pero lo que dijo la mujer era cierto, tenían que salir de allí...

—¡Se mueven!—Gritó, tirando de su padre. Les estaban rodeando... No eran tan grandes pero no parecían más... amistosas...
¿Tal vez la cuestión era no mirarlas? Oh dios, qué tontería pensar que ese juego tuviera algo que ver.

—¡Vamos a la ventana!— Gritó y señaló el ventanal. Aunque estaban en el primer piso, pero podrían bajar por el tejado, ya lo había hecho alguna vez...
Aunque esperaba que su padre no preguntara...

Sujetó el hacha con intención de romper el cristal para no perder el tiempo, pero no se atrevió porque empezaron a salir enredaderas también... ¡Les estaban rodeando!

—¡Nos rodean!

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La paz no duró mucho, pues en cuanto consiguieron deshacerse de esa enorme planta la casa pareció convertirse en un escenario perfecto para un reportaje de Casa & Jardín. Se levantó con rapidez, acercándose al resto de su familia mientras veía como las enredaderas se hacían dueñas de la escalera y las flores no dejaban de brotar, aquello ya había llegado a un nivel tan surrealista que lo primero que pensó fue que estaba soñando, aquello no podía ser real.

Lizz tenía razón, tenían que salir de allí, aquello ya no podían enfrentarlo ellos solos, llamaría a emergencias y que ellos se hiciesen cargo de lo que fuese que estaba ocurriendo, esperaba que pudiesen darle alguna explicación lógica.

—¡Jazz cuidado!— gritó al ver como cogía el hacha, pero tenían poca escapatoria, pues cada vez estaban más rodeados.

Se acercó hasta su hija y agarró el hacha con fuerza —muy bien, todos detrás de mí, a la cocina— era el único sitio que de momento se libraba de aquella cosa y allí había una salida que daba al jardín trasero, era la única oportunidad que tenían de salir de allí —despacio, ¿de acuerdo? iremos moviéndonos en bloque, que nadie se separe del grupo, adelante— dicho esto dejó que ellos iniciasen la marcha hacia la cocina, mientras él los seguía de espaldas intentando cortar todas las enredaderas que se acercaban hasta ellos.

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Su única prioridad en la vida en ese momento era que todos en ese mismo momento pusieran los pies fuera de esa casa. Ya tendrían tiempo de pensar qué estaba pasando pero lo primordial era que todos estuvieran a salvo lo más rápido posible. Y es que en la cabeza cuadriculada de Lizz parecía ser imposible encontrar una respuesta lógica a que la casa de Jay se llenase de plantas en cuestión de segundos, por no hablar de aquella serpiente...¿estaría todo relacionado? No podía ser posible. Tanto caos...que había venido prácticamente de la nada.

No pudo evitar que su hijo se le escurriera de las manos - ¡Scott, vuelve aquí! - le gritó e intentó ir de nuevo hacia él como un resorte, lo que no logró gracias a que Jay se lo impidió y a que su hijo tardó un visto y no visto en recoger el tablero de encima de la mesa y volver con ellos. Le agarró de nuevo como si no hubiese mañana y siguió a Jay y a Jazz de camino a la cocina tal y como había dicho Jay - De acuerdo, de acuerdo, despacio...no miréis a esas cosas - no sabía exactamente por qué lo decía, tal vez para que los niños se asustaran menos pero...sí, concordaba con aquella dichosa adivinanza que había salido en aquel tablero.

Una vez alcanzaron la cocina y estuvieron más lejos de esas cosas Lizz miró por las ventanas, esperando encontrar ya a la guardia nacional fuera por lo menos. Pero nada. Parecía que aquel desastre, efectivamente, solo estaba ocurriendo en la casa - Vale, hay que conseguir el teléfono, hay que llamar a los bomberos y a quien sea que pueda ocuparse de esta plaga - estaba ya frenética mirando en los cajones cuando Scott empezó a hablar. Lizz escuchó sin apenas pestañear a su hijo pero sin poder asimilar absolutamente nada de lo que estaba diciendo - Por el amor de Dios Scott, no digas tonterías. ¿Cómo va a ser posible que un juego de mesa provoque que aparezcan serpientes y plantas de la nada? No, no, no. Vuelve a la realidad. Lo que hay que hacer es salir de aquí y pedir ayuda, cuanto antes.

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Aquello era una auténtica locura. No recordaba antes haber tenido que lidiar con la presión, con el miedo, pero no por cosas absurdas del instituto o algo como eso, no… por supervivencia, por su propia integridad física, la suya y la de su padre, la persona más importante en su mundo, y Lizz y Scott, las personas más importantes ahora también para su padre…

No se le ocurrió desobedecer, solo se puso detrás de su padre para seguirle, no sabía si era una buena idea o no pero no tenía ninguna mejor ni podía pensar si estaba bien, solo quería salir de allí… Y no era una opción, si no lo hacían… ¡Iban a morir! ¡Y nunca había estado tan cerca de morir dos veces en un mismo día!

Miró al chico correr con asombro, ¿Se estaba suicidando? No, al parecer estaba yendo a por el tablero de juego… Si le quedaba alguna duda se le estaba disipando, Scott era rematadamente estúpido.
Al menos eso creyó al principio porque cuando volvió se aferró de su brazo como para impedirle volver a irse.

Y sin embargo… Frunció el ceño cuando le dijo aquello respecto al tablero. Mentiría si dijera que no lo había pensado. Ella misma había repetido esas adivinanzas siendo demasiadas coincidencias…
Pero en ese momento tenían que llegar a la cocina.

No se sintió más segura cuando lo hicieron, aunque al menos allí no había ni plantas ni serpientes y todos parecían… enteros. Volvió a mirar a Scott y se mordió un poco el labio escuchando lo que decía su madre. No, no era lógico que nada saliera de un tablero de un juego viejo. Bueno, ni nuevo.

—Tampoco es lógico ni posible que crezcan flores tan rápido de la nada…—Y no era que estuviera considerando que podía ser el juego, tan solo… Miró a Scott.—Solo hay una forma de averiguarlo… Tiremos otra vez. Dos adivinanzas dos cosas inexplicables. Si hay una tercera…—Ya sería demasiada casualidad…

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