Turno de Lizz. Los primeros post podéis aprovecharlos para hablar entre vosotros, en el mismo punto en el que os quedáisteis en el post anterior, recién llegados a la cocina. Cuando Lizz lance los dados, se publicará el siguiente post de masterización con el mensaje del tablero

Ronda 1 | Turno de Lizz | Cocina | 16:30H

Aquello era ridículo y totalmente irreal. Sabía de sobra que la más adecuado era llamar a las autoridades pertinentes para que se hicieran cargo de aquella extraña situación que se les iba de las manos. Pero por supuesto, como no podía ser de otra forma, los dos adolescentes decidieron que era un gran momento para comenzar a llevarse bien, aunque estar de acuerdo en contra de los adultos parecía ser algo recurrente desde que decidieran que no querían aquel pedazo de tarta.

Se pasó las manos por el pelo y suspiró, lo que menos quería era enfrentarse a Jazz y empeorar una relación que ya  nacía bastante oscura, con su hijo era una cosa pero con la queno había parido...Buscó la mirada de su compañero para un poco de apoyo, pero no era de las que solían esperar a que otro le resolviera el problema. Bajó las manos de su cabeza tras frotarse el puente de la nariz y las alzó en son de paz.

— Bien, vale, vosotros ganáis. — se acercó al tablero y cogió los dados, levantándolos para enseñárselos a todos, especialmente a los dos jóvenes — Tiraré los dichosos dados y cuando no pase nada nadie pondrá pegas para que llamemos a los bomberos, la policía, los chicos de Scooby-Doo o lo que haga falta para que se hagan cargo de lo que hay ahí fuera. — los miró con seriedad, esperando que con eso fuera suficiente para acabar con la discusión y tiró los dados sobre el tablero con la tranquilidad y seguridad de quién sabe que tiene total y absoluta razón. Cuando esa ficha se movió sola, lo cual no podía negar que era un poco esclofriante, echó un vistazo rápido — Tus orígenes no debes olvidar. Si te pasas de listo, se vengarán. — recitó en voz alta, cruzando los brazos sobre el pecho y mirando alrededor, dando un par de gopecios en el suelo — Nada, ¿veis? ¿Podemos volver a ser realistas otra vez y hacer lo que se debe?

Ronda 1 | Turno de Lizz | Cocina | 16:30H

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Podía hacerse una idea de cómo sonaba lo que acababan de decir, pero tampoco había una forma de explicar lo que acababa de pasar. Tal vez esa mujer pensara que las serpientes se paseaban por su casa a placer o que en el campo fuera normal que una planta de dos metros creciera de una chimenea en cinco segundos... Pero no había forma científica ni realista de explicar eso. Ni si quiera podía ser una broma pesada se sus padres para que se llevaran mejor...
Aquello era definitivamente, muy extraño.

Que si, que pensar que podía salir de un tablero de juego era como.... Si se hubieran dado un golpe en la cabeza, tal vez. Tal vez eso había pasado cuando habían... intentado librarse de esa planta...
Y tampoco estaba diciendo que no debieran llamar a las autoridades... Claro que debían, pero si ellos eran los responsables preferiría saberlo antes de llamar...
¿Podían meterles en la cárcel o algo así?
Esperaba que esa serpiente que estaba enterrada en el jardín no fuera una especie protegida o ilegal y que hicieran responsable a su padre...

Pero aunque solo fuera por callarles... Lizz lanzó los dados. Por un momento Jazz miró a Scott, después al tablero y aunque la mujer leyó la frase, ella lo hizo también... Ancestros...
Tenía el mismo aire que las dos anteriores...

— Antes tardó en pasar... No fue al momento. — Comentó y volvió a leerlo. — No son adivinanzas... Son pistas. — Explicó y... dado que tanto su padre como esa mujer tenían cara de pensar que estaba loca... Volvió a mirar a Scott. Ahora no sabía si quería que pasara algo o que no...

—De todas maneras no he dicho que no debiéramos llamar...— Casi quemaba el salón de la casa, así que... Si, podían llamar a... ¿Quiénes? ¿Protección de animales? ¿Y lo de las plantas? ¿La policía?

Dejó de mirar el juego y agachó la cabeza sintiéndose algo avergonzada por haber sugerido que pudiera tener que ver con el tablero...
Pero de todos modos, no encontraba una explicación coherente para lo que acababa de pasar.

ronda 1 | turno de Lizz | cocina | 16:30

Estar encerrados en una estancia en la que no había ni serpientes ni plantas que intentasen comerse a algún miembro de su familia le dio cierta tranquilidad, pero el peligro seguía estando dentro de su casa y seguía sin tener una razón lógica para todo lo que estaba pasando.

Le sorprendió que el muchacho hubiese vuelto a por el juego, ¿antes no quería ni oír hablar de jugar y ahora arriesgaba su vida para recuperarlo? pero entonces se puso a pensar en la teoría de los chicos, descabellada se mirase por donde mirase, salvo que —¿algo parecido a una realidad virtual pero de forma bestial?— era lo único que podía tener, quizás, algo de sentido, ¿pero hasta dónde habían llegado los ingenieros para hacer que la fantasía pareciese tan real? además, ni siquiera llevaban gafas puestas, Jay no entendía el mecanismo por el cuál esa opción fuese factible.

Suspiró frustrado y empezó a darse tironcitos de la barba, como siempre que estaba nervioso e intentaba buscar una solución a un problema, no dijo nada cuando Lizz tiró para demostrarle a los chicos que estaban equivocados, porque su parte más infantil, más creyente y más abierta, pensaba que podían tener un poco de razón, pero más valía, por el bien de su familia, que se centrase en la parte cuerda que veía aquello como una locura —esto tiene que tener una explicación mucho más.... no sé, deberíamos dejarlo en manos de los expertos y llamar— agarró el teléfono inalámbrico de la cocina y los miró a todos —pero la verdad es que no sé muy bien a quién— ¿los servicios de emergencias los tratarían de locos o de bromistas? ¿alguien les creería? ¿existía algún número para llamar a alguien que se encargase de las especies protegidas?

Miró hacia el tablero de reojo, esa pequeña parte de su conciencia aún estaba esperando a que los niños tuviesen razón y las cosas se pusiesen aún más complicadas.

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Ronda 1 | Turno de Lizz | Cocina | 16:30H

Se había cruzado de brazos y miró al hombre con una pequeña mueca. Bien pensado ella tampoco tenía muy claro a quién llamar. La policía sonaba extraño y un jardinero bastante estúpido. al final dejó escapar un suspiro.

— Lo del exterminador de plagas suena bien. — reconoció, dando la razón a su hijo — A fin de cuentas una serpiente y esas...— hizo gestos con la mano como de abrir y cerrar fauces — ...plantas extrañas, supongo que aunque sean flores son una plaga, ¿no? Llama y pregunta si se pueden considerar como una plaga. — se alzó de hombros, esperando a que lo hiciera pero entonces comenzaron esos ruidos y le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Miró al menor y luego a los otros dos — Suena a que es en alguna de las habitaciones. ¿Se puede haber colado un ladrón en la casa? — murmuró. Se acercó entonces a Jay, bajando la voz — ¿Deberíamos ir? No quiero llevar a los niños pero tampoco me parece que dejarlos aquí solos sea una opción acertada...— y se ahorraría decir que mandarle a él solo o ir ella sola tampoco le hacía especial ilusión, pero eso sonaba un poco más a mujer asustada y no quería darlo a entender de boca para afuera.

En ese instante y con la idea de que pudiera haberse colado algún intruso a la casa el tema del juego había pasado a un segundo plano, claro que no se olvidaba de las flores asesinas y la encantadora serpiente que casi les había dado un infarto. Pero oye, los sustos había que afrontarlos de uno en uno. De momento lo sensato parecía ser esperar a la opinión del otro adulto y también el dueño de la casa -porque cada vez se sentía más extraña allí-.

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Jazz bajó la mirada y se sentó en la silla de la cocina. Ya había hecho el ridículo bastante y no le apetecía hacerlo más. La idea de la realidad virtual era absurda, tanto o más que el que las cosas hubieran salido de un tablero... Pero algo virtual no te sujetaba de las piernas y tiraba de ti con fuerza para comerte, no podías quemarlo... ¿y no había una serpiente enterrada en su jardín ahora?
Eso no podía ser virtual...

Pero si, decir que esas cosas habían salido del juego también era más que absurdo. Todo era absurdo y ella se sintió ridícula, demasiado ridicula para seguir hablando.
Desde luego su casa no estaba embrujada, había vivido allí toda su vida y no tenía ninguna anécdota rara que contar, salvo que una vez se rompió la tubería del baño mientras se duchaba y todo se puso perdido, y cuando su padre intentó entrar por sus gritos se resbaló y se cayó, y que ella intentando taparse con la toalla por la vergüenza se había caído también, y eso había pasado cuando tenía diez años...

Solo se encogió de hombros cuando escuchó a Scott, aunque no le parecía que pudieran ser fantasmas porque... ¿Qué podían hacer fantasmas? Eso... En fin, algo tan inverosímil como lo demás...
Tal vez solo era una pesadilla. Intentó cerrar los ojos. Deseó con todas sus fuerzas poder despertar...
Pero entonces escuchó eso y sus ojos se abrieron de golpe clavándose en el chico que tenía delante.

— Es en tu habitación, papá...— Dijo "tu" y no "vuestra" por costumbre. — Un ladrón no haría tanto ruido... ¡Ni empezaría por la habitación de arriba!— Comentó y se puso en pie. Algo más había en la casa... Volvió a mirar el tablero de juego... ¿Cuánto había pasado?— Tres tiradas... Tres cosas extrañas...— Comentó y fue hacia uno de los armarios para sacar una sartén.
Fuera un ladrón o no... Así se sentía más segura.

— Quizá deberíamos irnos... Y llamar a la policía.

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Exterminador de plagas, ¿cómo no se le había ocurrido antes? Sonrió a Scott y asintió con la cabeza, sin duda era un chico listo, le caía bien, se estaba desenvolviendo perfectamente, se alegraba de que ahora formase parte de su familia, aunque hubiesen tenido que tener aquella absurda bienvenida.

Estaba a punto de llamar cuando escuchó los ruidos del piso superior, ¿es que aquel día infernal no iba a terminarse? la idea de que todo fuese parte del juego seguía siendo absurda y al mismo tiempo, ¿qué otra cosa podía ser?

Al ver a Jazz armarse con una sartén supo que tenía que solucionar aquello cuanto antes, no podía dejar que ninguno de ellos se pusiese en peligro, se moriría si les pasase algo.

Se disculpó con Lizz con la mirada, pues sabía que no le haría gracia que fuese solo, pero no se le ocurría otra solución, alguien tenía que quedarse con los niños —escuchadme— pidió a todos al mismo tiempo que agarraba el hacha —quiero que llaméis a la policía, al exterminador de plagas y que salgáis de aquí, ¿entendido?— antes de que alguno de ellos pudiese quejarse o añadir algo más hizo un gesto de silencio y señaló hacia el techo, bajando después el tono de voz —solo voy a echar un vistazo, todo estará bien, si veo que es demasiado peligroso volveré con vosotros— agarró a su hija para darle un pequeño abrazo y empujó un poco su espalda para que se reuniese con Lizz y Scott, confiaba en que Lizz cuidase bien de ambos.

Salió con el hacha y empezó a subir las escaleras con cuidado, pues seguían llenas de enredaderas, aquello era una locura. Cogió aire al llegar a la puerta de la habitación y la abrió muy despacio para intentar pasar desapercibido, pero lo que encontró al otro lado lo dejó completamente estupefacto —¿pero qué diablos?— murmuró al ver como varios monos, sí, monos, se estaban encargando de destrozarles la habitación.

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Tuvo dos estados de ánimo muy diferentes en ese momento, por un lado estaba la confusión y la ligera, solo ligera, sospecha en su mente de que tal vez los críos tuvieran razón. Solo por eso cuando la niña agarró una sartén no pudo evitar un pequeño asentimiento de aprobación, era mejor que nada, cualquier cosa lo era dadas las circunstancias. Pero luego se sintió muy frustrada porque Jay decidiera tomar el camino del héroe y dejarla allí con los niños, aunque sabía que alguien tenía que hacerlo tal vez habría preferido que decidiera ser uno de los que prefiren quedarse con la familia y llamar a la policían, no de los que se tiran de cabeza hacia el peligro con un bate de beisbo, un hacha en este caso, pero ella se entendía.

— Ve con cuidado. — fue lo único que le pidió, mordiéndose los labios y poniendo una mano sobre el hombro de cada adolescente. Se quedó mirando por donde se había ido un segundo pero su hijo le devolvió a la realidad y asintió — Sí, tienes razón. — estaba sembrado el joven, casi parecía tener la cabeza más fría que los dos adultos, pero era comprensible teniendo en cuenta que los padres normalmente se preocupan de todos y de todo, se preocupan de demasiadas cosas, ellos podían aún disfrutar un poco de la tranquilidad de pensar en si aquello era producto de un juego y en su propia supervivencia — Quedáos juntos, por favor.

Se acercó al teléfono y lo agarró, descolgándolo y marcando el número de emergencias para que le mandaran a la policía. No dudó en poner su mejor voz de madre preocupada y alegar que habían entrado ladrones en casa, que su marido había ido a cerrar las puertas y  no sabían cuántos eran pero que los habían acorralado en la cocina, que vinieran pronto porque tenían miedo de que pudiera pasar algo. Sí, ella montó toda una película que sonara muy seria y peligrosa para que mandaran ayuda cuanto antes, luego ya verían.

— Exterminador...— recordó entoccnes, mirando el teléfono en las manos — No conozco esta zona...necesito una guía telefónica o si lleváis el móvil encima, el mío está en la habitación. — miró a Jazz a ver si ella podía ayudar con eso. Podían esperar simplemente a que viniera la policía pero la verdad es que con los nervios no le salía estarse quieta, necesitaba sentirse útil.

Ronda 1 | Turno de Lizz | Cocina | 16:30H

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Aquello ya era surrealista, una serpiente, una planta carnívora y ahora monos, ¿pero qué estaba pasando? tenía que ser un sueño, no había otra explicación posible, su casa se había convertido en menos de una hora en un zoo, nadie les iba a creer, ¿acabarían en la cárcel o con una multa que pagar? parecería una locura, pero cada vez estaba más a favor de que el juego tenía algo que ver en todo aquello, por muy loco que sonase, ¿existiría la magia? ¿sería un juego mágico? ¿lo próximo que aparecería sería la lechuza de Harry Potter? ya no sabía qué pensar.

Suspiró y bajó el hacha, sí, estaban haciendo un buen destrozo porque no paraban quietos, pero eran pequeños, adorables y parecían inofensivos, intentaría sacarlos de allí de otra manera o mejor esperaría a que llegasen los de control de plagas o llamaría al zoo más cercano de la zona por si un par de monos habían desaparecido de sus jaulas.

Estaba a punto de cerrar la puerta cuando escuchó un ruido, se giró pensando que algún miembro de la familia había decidido subir, pero al ver el semejante monstruo que había al final del pasillo no pudo evitar soltar un grito terrorífico al mismo tiempo que agarraba el hacha con fuerza, como si fuese un salvavidas —tranquilo, vamos, no pasa nada— sí, visto desde fuera podía parecer un auténtico idiota intentando entablar una conversación con un gorila de dimensiones gigantescas, pero estaba tan nervioso que no se le ocurría qué otra cosa hacer, enfrentarse a él estaba descartado, podría matarlo de un solo manotazo, sin duda, tenían que salir de aquella casa, ahora.

Se movió muy despacio, intentando llegar a las escaleras, pero sin hacer movimientos bruscos, en todo momento miraba fijamente al gorila para anticipar cualquier gesto que hiciese, si se lanzaba a por él bajaría rodando si hacía falta.

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No... No podía ir a mirar, ¿A caso no veía películas? ¿No se acordaba de lo que le había aconsejado siempre? No mirar, no acercarse, si había sospechas intentar salir y llamar a la policía, encontrar un lugar seguro donde esconderse y listo...
¿Por qué ahora iba a ir a mirar? Esos ruidos no podían ser nada bueno, un ladrón o vete a saber qué, pero no era la señora de la limpieza que se lo hubiera ocurrido venir a deshoras a tirarlo todo...

—Papá...— Susurró. De verdad que... Lo lógico sería que se hubiera quedado con ella abrazándola. Que salieran de la casa, podían ir hasta el coche y llamar...
La casa... Su casa... La casa donde habían vivido siempre, donde todo estaba decorado tal cual su madre había querido junto con él...

Frunció el ceño y bajó la mirada. Tampoco podía hacer gran cosa... Miró a Scott y luego a Lizz cuando empezaron a llamar por teléfono.
Jazz negó con la cabeza cuando le pidió el móvil.

—Nada de móviles para la cena... Papá me hizo dejarlo en la habitación.— Luego podían llamarla paranoica, para una vez que se apartaba más de un metro del móvil y justo sería vital tenerlo...

Y ese sonido lo cambió todo. Se encogió porque escuchó algo, parecía... ¿Qué había sido eso? ¿Un animal? Y acto seguido lo que pudo escuchar con total claridad había sido a su padre... ¡Gritando!

—¡Papá!— Gritó y no lo pensó, salió corriendo de la cocina hacia las escaleras centrales, deteniéndose en cuanto vio todas las enredaderas en las escaleras...
Por un momento dudó en subir... ¿Serían seguras? ¿Estaba su padre arriba? Un momento... Eso que se veía en lo alto de las escaleras... ¿Era un gorila?

—¡Papá! ¿¡Dónde estás?!— Gritó asustada, sujetando el mango de la sartén... Iba a necesitar más que eso para que el gorila no se acercase... Aunque al menos estaba en lo alto de las escaleras.

ronda 1 | turno de Lizz | cocina | 16:30

Estiró la mano para coger el teléfono que le tendía su hijo pero en ese mosmo instante ocurrieron demasiadas cosas. Un ruido, un grito que le heló la sangre en las venas. El móvil acabó en el suelo y sus ojos siguiendo a la niña que salió corriendo. ¿Qué demonios le pasaba a esa familia? ¡Mierda! Se agachó para coger el teléfono, no sabía ni por qué, tal vez porque fue lo lógico que su cuerpo pensó y al levantarse ya su hijo se iba tras la otra.

— ¿Pero qué...? ¡¡Dejad de correr!! — casi protestó, sin pensarlo mucho marchándose tras ellos, a fin de cuentas era la reacción lógica aunque se sentía totalmente desarmada y sin saber qué hacer. Algo le escamó al dejar el juego atrás, no porque ella creyera que todo era a causa de él, más bien porque...no sabría explicarlo, pero los chicos estaban primero. Y cuando se paró junto a ellos e iba a echarles la bronca por salir de esa manera miró hacia arriba y le dieron las siete pestes. Abrió los ojos como platos y los agarró por los hombros, bajando la voz todo lo que pudo — Scott...por favor...volved a la cocina. — su tono iba entre la súplica y la orden, un gorila no era poca broma, no tenía ni idea de cómo esa cosa había llegado ahí pero lo que no iba a dejar es que fuera a por su hombre.

Esperaba que los chicos fueran lo suficientemente listos como para no tirarse escaleras arriba sabiendo que un animal de esas características de una leche los mandaba directos al más allá. Así que solo les quería dar tiempo para que estuvieran lo suficientemente lejos y pegar un buen grito desde la parte baja de la escalera, para así poder distraer al bicharraco y que Jay -porque ese bicho estaba mirando fijamente a algo-...bueno, que se buscara la vida, ella haría lo que pudiera al menos para que su atención se distrajera. Pero no podía con los niños ahí. Al menos estando en el bajo de la escalera si esa cosa se lanzaba a por ella podría correr a meterse en una de las habitaciones o salir a la calle, ya lo pensaría si llegaba el momento.

Ronda 1 | Turno de Lizz | Cocina | 16:30H

Ronda 1 | Turno de Lizz | Cocina | 16:30H

Escuchar el grito de Jazz le heló la sangre, si hubiese estado solo en aquella casa, frente a aquel gorila gigante, se habría cagado de miedo, pero estando con el resto de su familia lo que sentía era puro terror, si a ellos les pasaba algo se moriría, no podía dejar que su hija corriese el más mínimo peligro y ahora mismo el gorila se había centrado en ella, estuvo a punto de empuñar de nuevo el hacha y arrojarse sobre él, intentar luchar, pero en cuanto oyó su grito y empezó a correr hacia él se le fueron todas las ganas, aquello no era un juego, no era realidad virtual, no era un sueño, era muy real que ese mono estaba intentando comérselo.

—¡CORRED!— gritó ferozmente al mismo tiempo que llegaba a las escaleras y bajaba a toda prisa, con tan mala suerte que pisó mal uno de los escalones y el último tramo lo bajó prácticamente rodando, por lo que el hacha —hasta ahora su única arma decente— quedó en mitad de las escaleras, por suerte solo se había hecho un par de rasguños en la caída, pero nada que fuese preocupante y no pensaba ir a recuperarla, ahora mismo lo más importante era salir de allí, antes de que al gorila le diese por perseguirlos hasta el piso inferior.

—Vamos, vamos, vamos— apuró en cuanto consiguió levantarse, cogió a Jazz en brazos, le daba igual que fuese una adolescente, para él seguía siendo un peso pluma y se sentía más seguro si la tenía cogida, agarró la mano de Lizz que a su vez aferró la de Scott y tiró de ellos como si le fuese la vida en ello —que en realidad les iba—. Echó a correr nuevamente hacia la cocina y al pasar por el tablero algo dentro de él hizo click, cada vez más convencido de que era demasiada casualidad y que de una manera u otra las cosas extrañas que estaban sucediendo en su casa tenían que ver con aquel juego extraño que Lizz se había encontrado —Scott, el juego— le pidió al chico, ya que era el que más cerca estaba y en cuanto lo cogió siguió corriendo hasta que por fin estuvieron en el jardín.

Miró a su alrededor y cogió una de las sillas del porche para atrancar la puerta de la cocina, no creía que fuese a ser un gran impedimento para el gorila, pero al menos lo retrasaría un poco —¿habéis llamado a la policía? ¿estáis todos bien?— preguntó histérico.

ronda 1 | turno de Lizz | cocina | 16:30

Jazzlin estaba completamente petrificada. Porque de verdad había un maldito gorila en el piso de arriba, delante de su padre.
El miedo la invadía y probablemente fue aquello lo que la hizo no moverse, casi ni respirar.

Solo se movió cuando sintió a Scott a su lado... ¿Qué hacía allí? Ella no había podido dejar a su padre solo después de escucharle gritar de ese modo pero...  Él no tenía por qué arriesgarse...
Y de algún modo aunque no sirviera de nada porque seguía habiendo un maldito gorila ahí arriba... Se sintió un poco mejor...
Incluso cuando llegó Lizz, aunque... Su idea no le gustó... No podía ir a la cocina, no iba a marcharse mientras su padre estuviera frente a esa cosa...

Y entonces ese gorila rugió de forma que se le heló la sangre, y aunque había escuchado a su padre, lo único que pudo hacer fue gritar aterrada.

— ¡Papá!— Seguramente el instinto te decía que corrieras, pero el suyo fue solo quedarse mirando que a su padre no le ocurriera nada...
Estúpido, si... Pero no pudo moverse, aun cuando vio que su padre corría, era como si necesitara ver que iba a escaparse del gorila...

Rodeó su cuello con fuerza en cuanto le cargó, cerrando los ojos y escondiéndose en su cuello como si volviera a ser una niña con pesadillas. ¡Ojalá fuera eso! ¡Ojalá al despertar no hubiera nada allí!
No se soltó hasta que sintió el viento, estaban fuera de la casa...
Pero dudaba que la puerta de entrada sirviera para contener a un gorila si quería salir.

—Vámonos, decidme que tenéis las llaves del coche...— Y ni si quiera se soltó del cuello de su padre, al contrario. Le abrazó con más fuerza, aliviada de que estuviera bien, no entendía cómo habían salido de eso pero estaban bien, aunque también era regañarle por haber querido subir solo a comprobar qué ocurría... si hubieran sido ladrones armados podrían haberle hecho daño...
¡No tenía que haberse ido! No podía perder... No a él también.

ronda 1 | turno de Lizz | cocina | 16:30

Ronda 1 | Turno de Lizz | Jardín | 16:30H

Aquello...¡aquello era ridículo! ¿En qué momento de la vida te ves saliendo a toda leche de una casa porque te persigue un gorila enfurecido? Eso no es algo que te planteas como plan familiar maravilloso, la verdad. Antes de darse cuenta estaba corriendo como una loca, tirando de su hijo mientras Jay tiraba de ella. Y por supuesto el juego, no fuera a quedarse atrás. Aún seguían con esa idea pero quizás ya no sonaba tan descabellado. "Tus orígenes..." No dejaba de repetirse esa frase en su cabeza, ¿qué más original que el mono? Mierda, era absurdo y a la vez lógico, al mismo tiempo que total y absolutamente irreal.

Estaba en el jardín, recuperando el aliento tras el susto y la carrera, pensando en su ese bicho no sería capaz de salir por una de las ventanas y rodar por el suelo porque todos habían visto muchas películas como para imaginarse esas escenas cuando escuchó a todos empezar a hablar y los miró a todos de uno en uno, agarrando por un segundo las mejillas de su hijo y tocándolo por los hombros como para comprobar que estuviera entero.

— Yo creo que las dejé puestas...¿las dejé puestas? — en ese momento ya casi ni se acordaba, pero no estaba de más ir a comprobarlo. El coche le parecía una opción perfecta en ese momento, estar en esa casa era una locura total — Jay, estoy casi segura de que dejé las llaves puestas por lo de la mudanza. Deberíamos irnos, los chicos tienen razón. Ya...ya la policía lidiará con esta locura y ya pensaremos en qué hacemos. — le dijo al otro adulto, dejando escapar un suspiro y mirando a su hijo, apretando los labios por lo del juego — Por ahora nos lo llevamos. — fue casi una sentencia pero es que no estaba como para ponerse a discutir en ese momento si estaban sufriendo una locura colectiva o qué. Ya verían más tarde. Por ahora solo quería sacar a los niños de ahí lo antes posible porque la idea de que esa cosa saliera de la casa pues no le hacía especial ilusión.

Ronda 1 | Turno de Lizz | Jardín | 16:30H

Ronda 1 | Turno de Lizz | Jardín | 16:30H