Love at second sight

Original ৹ Ciencia ficción

Chico conoce a chica y...

Año 2030. Jeremy ya está en su primer año de universidad y ahora se lamenta de no haber aprovechado mejor su tiempo en el instituto. En concreto, de haberse animado a hablar con... Ella. Adelaide... La chica perfecta, o al menos para él. Lleva enamorado de ella desde hace años pero un pobre friki como él ni siquiera se atreve a decirle hola sin echarse a temblar, ¡pero si solo tiene un amigo! ¿Cómo va a intentar algo con... La maravillosa Adelaide? Es imposible. El instituto se ha acabado y, aunque a veces la ve por el campus, sus posibilidades se han visto reducidas de pocas a ninguna. Ha perdido su oportunidad con ella...

O no. Aaron, el hermano de su mejor amigo, está diseñando un experimento aún en fase de pruebas. Consiste en ayudar a personas con dificultades para relacionarse poniéndolas en otro contexto... En concreto, muchos años antes. Lo que ahora puede ser un pardillo, quizás en años anteriores sea una persona bastante popular, ¿no? Quizás viajar a una época anterior le dé confianza en sí mismo, ya que en los años 50 él sería un tío guay... ¿No? No es que termine de convencerle la idea, pero quizás un viaje en el tiempo le permita tener con la chica de sus sueños la oportunidad que no tuvo en el instituto.

En una realidad en la que ya se ha probado que la reencarnación existe, buscar a la Adelaide de la vida anterior cuando aún no haya acabado el instituto sería como una segunda oportunidad para él, ¡para una versión más guay de él a los ojos de la chica, además! Lo que no podía imaginar era que Adelaide y Cindy, su yo anterior, si bien eran físicamente idénticas no podían ser más diferentes en su personalidad... Y teme no saber cuál le gusta más de las dos.

Ser la abeja reina en el instituto era fácil, demasiado, serlo en la universidad tampoco era tan difícil como algunos creían. Su carrera además era aparentemente masculina y no había muchas chicas a su alrededor, las que estaban, además, eran unas empollonas que se habían pasado el instituto encerradas en casa estudiando.
Adoraba ver sus caras cuando se ofrecía voluntaria para responder una pregunta y lo hacía bien. Y es que Ady, además de guapa, era bastante inteligente. Su padre se había asegurado de que su hija supiera todo lo necesario de económicas desde pequeña, al principio no de forma voluntaria, pero era avispada y se quedaba con palabras complicadas para preguntar o buscar su significado más tarde y poco a poco se había interesado en ayudarle.

Con suerte, pronto estaría entre las mejores de su promoción y haciendo prácticas en la empresa familiar. Todo avanzaba de acuerdo con sus planes.

Para celebrar su última nota en un trabajo para clase, aquella tarde pensaba irse de compras. Necesitaba un modelito nuevo para su futura entrada en una de las hermandades, sabía cómo funcionaban y tenía que impresionar a las otras chicas. No sería difícil.
Solo que antes de eso tenía que pasar por el comedor, dado que había decidido ser admitida en una hermandad no se había planteado alquilar un piso, así que le tocaba pasar algunas semanas en uno de esos cuartos tan poco favorecedores y que ni siquiera tenían una cocina.

...Y por eso ese programa es una mierda. Es súper inútil, no entiendo ni por qué lo enseñan. Tío, de verdad. Hasta que no me suba la glucosa en sangre no puedo contestarte a eso. ¿Puedes esperar a llegar al comedor al menos? Qué quejica... ¿Quejica? Tío, me llevas dando la brasa con por qué no tiene sentido como está organizado el plan de estudios de primero una hora. UNA HORA, JEREMY. Y yo sin comer. ¡Es que no tiene sentido! Y es frustrante, porque no me digas que... Por Dios, no empieces otra vez.

A pesar de ser su mejor amigo, Michael le tenía muy poca paciencia. O eso creía Jeremy, claro. Los dos eran unos pobres frikis que prácticamente se tenían solo el uno al otro, habían ido a elegir hasta la misma carrera. Pero al menos Michael tenía más conversación fuera de los estudios. Jeremy, por su parte, después de pasarse todo el verano penando por haber perdido al amor de su vida, una chica que ni siquiera sabría seguramente su nombre, ahora solo quería tener una distracción. Y qué mejor distracción que la propia universidad.

He oído que hoy tienen pizza. No sé dónde metes tanta comida, de verdad. ¡¡Llevo tres horas sin comer!! Me va a dar un desmayo. Se dirigieron a la zona del servicio de menús y agarró cada uno una bandeja. Ya tenían la comida en esta cuando se dieron media vuelta buscando un sitio. ¿Sabes lo que no me gusta a mí del plan de estudios? Clases por la tarde. Menudo suplicio, con lo bien que sienta después de comer es- Oh oh. Se quedó congelado en el sitio, casi se le cae la bandeja al suelo.

Era ella. No era un espejismo, no se lo estaba imaginando. Era ella de verdad. Era Adelaide. Es... Es... Es... Coño, pero si es Dulcinea. Bromeó su maldito amigo entre risitas, aunque también estaba visiblemente sorprendido. Ay Dios... Ay Dios... ¿También come aquí? Joder, es tu día de suerte. Le dio un codazo de aquella manera, teniendo en cuenta que seguía teniendo la bandeja en las manos. Anda, ve a decirle algo. ¿¿Perdona?? ¡Venga, tío! Esto es una señal del universo. Te has pasado todo el instituto y el verano lloriqueando, ¿y ahora te la encuentras en la facultad? ¡No puedo hablar con ella! No he podido nunca, ¿qué te hace pensar que ahora sí? ¿Eh? ¿Qué le digo? Pues, yo que sé... Algo. Oh, claro, una idea genial Michael, muchas gracias. Voy a ir hasta ella y voy a decirle, "Hola Diosa de mis sueños, algo". Tío, si no mueves ficha tú, la voy a mover yo. No te atrev- ¡¡EH, ADELAIDE!! Jeremy abrió los ojos como platos y ahí si que tuvo que hacer un esfuerzo porque no se le cayera la bandeja al suelo.

Su amigo había gritado el nombre de la chica en pleno comedor para llamar su atención. Se quería morir, se le iba a salir el corazón por la boca. De hecho... Tío, nos está mirando. Susurró, aferrando sus dedos a la bandeja hasta que se pusieron blancos, en pánico. Nos está mirando tío nos está mirando nos está mirando nos está mirando. ¡¡Relájate!! Estamos delante del buffet, alomejor solo quiere venir a por su comida. ¡¡A ti sí que te voy a convertir en comida!! Le amenazó con los dientes apretados en un susurro apremiante y mirándole directamente, aunque fuera solo para dejar de ver como esa chica miraba hacia allí. Michael le devolvió la mirada totalmente confuso. ¿Qué mierda de amenaza es esa, Jeremy? ¡Cállate! No sé ni lo que digo ya. Solo sabía que se quería morir.

Había enviado un mensaje de texto a una amiga y esperaba a que la respondiera para así poder comer juntas. Mientras miraba la aplicación de su dieta para saber qué platos tenía que escoger hoy. Siempre era muy rigurosa con su comida.

De pronto, le pareció escuchar que alguien gritaba su nombre y al levantar la vista vio a dos tipos con pinta de frikis mirando en su dirección. Entrecerró los ojos intentando distinguirles, pero lo cierto es que no le sonaban de nada, pero eso tampoco era muy complicado ya que ella no se mezclaba con ese tipo de personas.

Aún así, se acercó, quizá la habían llamado por algo importante, puede que se le hubiese caído algo del bolso o la carpeta con su nombre.- ¿Me habéis llamado vosotros? -Preguntó al llegar.- ¿Es que se me ha caído algo? Creo que lo tengo todo. -Comprobó ligeramente su bolso, todo parecía intacto.- Porque si no es así, dejad que os diga que es un poco raro gritar el nombre de una persona en medio de una cafetería. Sobretodo de alguien a quien no conocéis. -Nunca estaba de más ser amable y enseñar algunos modales.

Viene hacia aquí. Viene hacia aquí tío viene hacia aquí viene hac- Y llegó. Hhhhoolaa. Le temblaba la voz de todas las maneras posibles. Tan solo de escucharse a sí mismo le temblaba la mano de la bandeja, tanto que Michael tuvo que, sutilmente, ponerle una mano en esta porque se le iba a derramar el agua del vaso por todas partes.

No no, no se te ha caído nada, tranquila. Dijo Michael muy resuelto mientras Jeremy se centraba en tragar saliva sin morir en el intento. Un bolso muy bonito, por cierto. Jeremy cerró los ojos. Lo iba a matar por llamarla, se había vuelto a quedar como un pasmarote en silencio. Claro, para él era muy fácil, como se le ocurrían cosas tan geniales como alabar su bolso se permitía el lujo de llamar a las chicas a gritos. ¡Pero él no era así para nada! Él ahora solo quería que se lo tragara la tierra. Porque tenía miedo de que al abrir la boca se le escapara un "te quiero" o una cosa de esas y tener que soportar como la chica le pisoteaba el corazón en plena cafetería.

Como era de esperar, en cuanto se dio cuenta de que la habían llamado por nada se molestó. Y él volvió a querer morirse. Puso cara de susto, con sus habituales ojos de corderito degollado, y empezó a balbucear. Ssi si si si claro, yo yo, disculpe, l-l-lo siento, disculpa, yo... ¡Pero claro que nos conocemos, mujer! De verdad que lo mato. ¡Del instituto! Michael estaba sonriente como si estuviese hablando con una persona normal y no con... ¡¡Ella!! De verdad que no sabía dónde tenía su amigo la cabeza. Con otras personas no era tan gallito, pero claro, como esta le gustaba a Jeremy, tenía que torturarle. Michael Cooper. Se señaló a sí mismo. Y Jeremy Norman. Le puso una mano en el hombro y casi lo tira al suelo, no por la fuerza, sino porque le temblaban tanto las piernas que hasta el peso de una pluma podría derribarlo. Suficiente tenía con sostener la bandeja. Nos conocemos desde hace... ¡¡¡Prrrr!!! Un montón de años...

Por el saludo intuyó que el chico era tartamudo o rarito o algo tenía. El otro parecía más "normal", parecía siendo la palabra clave en la frase.
Les miró de arriba a abajo de nuevo cuando dijo que no se le había caído nada, aunque sonrió por el comentario del bolso.- Lo sé. Pero gracias, igualmente. -Obviamente ella no iba a usar algo feo.

Lo que sí hizo que alzara una ceja fue la exclamación de que se conocían. ¿Perdón? ¿Ella conocer a un par de pringados como ellos? Ni en sus mejores sueños. Los de ellos, claro.
Por no humillarles más de lo que ya lo hacían ellos mismos con sus pintas, no preguntó directamente "¿Quién y quién?" cuando se presentaron. De nuevo, por lo que decían. Les miró de nuevo, alternativamente. Y no, ni de cerca ni de lejos le sonaban.

- ¿Estáis... seguros de eso? -Preguntó, porque de verdad que no llegaba a reconocer ni sus caras ni sus nombres.- Bueno, supongo que es natural que me conozcáis a mí, porque... bueno, no creo que haga falta explicarlo. -Para qué engañarse, era evidente que todo el instituto la conocía. Igual ellos eran de cursos superiores, aunque no lo parecían, quizá un curso inferior y les habían adelantado por... especiales.- Pero ya os digo que no os conozco, así que... Si me disculpáis. -No tenía mucho interés en seguir hablando con ellos, o en que la vieran hacerlo. Y estaban en pleno comedor.

¡Pues claaaaro! Respondió Michael como si fuera lo más obvio del mundo a eso de si estaban seguros de que se conocían, mientras Jeremy se limitaba a asentir enérgicamente con la cabeza como si le estuvieran preguntando si quería sobrevivir a punta de pistola. Y Adelaide dio en el clavo: ellos a ella la conocían, pero viceversa no. Obvio. Solo a Michael se le ocurría pensar lo contrario.

Jeremy ya estaba esbozando una tímida sonrisa de disculpa a modo de despedida, notando como se ruborizaba por completo cuando la chica dijo de esa forma tan tajante que se iba porque no les conocía de nada, cuando Michael decidió que su tortura no acababa ahí. Tenía ganas de darle con la bandeja en la cabeza. ¡Sí, mujer! ¿No recuerdas que en segundo, en biología, al profesor se le fue la pinza y mandó para el día siguiente un trabajo súper complicado a todas sus clases de segundo curso porque solo había dos alumnos aplicados que le hacían caso? Esbozó una sonrisa orgullosa y se señaló a sí mismo mientras Jeremy abría los ojos como platos en dirección al suelo. ¡Pues éramos nosotros! Soltó una pequeña carcajada. Tu novio de aquella época, ese súper cachas, estaba en nuestra clase. Nos obligó a haceros el trabajo a él y a ti porque, claro, había sido culpa nuestra. Sonrió e hizo un gesto de la mano. Meh, no tiene importancia eso. Pero, ¿a que la caligrafía era impecable? Pues la de este señor de aquí. Y le dio un codazo que, de nuevo, por poco lo tira.

¿¿Qué hacía su maldito amigo recordando esas cosas?? Oh, claro, ideal para que una chica se fije en ti recordarle que eras el pringado al que su exnovio popular obligó a hacerle un trabajo de biología que seguramente ni se leyó. De maravilla. De verdad que lo iba a matar. Pero no, aún no había terminado su maldito amigo.

¿Oye estás sola? Porque si quieres, te esperamos y comemos juntos. ¿¿Cómo?? Se le escapó, mirando velozmente a su amigo. Se aclaró la garganta, volviendo de aquella manera la mirada a la chica, y agachó la cabeza. Quiero decir... S-s-sí, claro. Si... Quieres... Sería genial...

El par de dos, el que hablaba sobre todo, parecían muy dispuestos a probar los límites de su paciencia y educación. Ella únicamente quería alejarse, pero por lo visto no sabían captar una indirecta. Estaba claro que iba a tener que ser mucho más clara.

Aún así, escuchó la "asombrosa" historia de lo que pasó en segundo. Como si ella se fuera a acordar de uno de los estúpidos trabajos que le mandaban en ese curso y que fue, además, por lo visto culpa de ellos dos. ¿Se sentirían orgullosos de esa proeza? ¿De joder a toda una clase con su presencia?
Obviamente, si hubiera intentado hacer el esfuerzo, habría podido acordarse de que los dos habían sido forzados a hacer más de un trabajo para ella y su grupo. Pero la verdad es que ni le importaba.
- Una historia apasionante, desde luego. -Mintió.- No lo recuerdo, pero supongo que gracias por el trabajo. Supongo que me ayudó a mantener la media. -Sonrió de forma superficial.

Lo que no esperaba era que tuvieran la desfachatez de ofrecerle comer con ellos.- ¿Qué? -El asombro del de las gafas casi había eclipsado su voz, antes de que tartamudeara para mostrarse de acuerdo con el otro.- Sería increíble si pudiera, de verdad, chicos. -Para vosotros, claro.- Pero justo estoy esperando a una amiga y no creo que le haga ilusión comer con dos desconocidos, es un poco tímida. Ya sabéis como es eso. -Seguro que ellos también eran supertímidos cuando no estaban buscando incordiar a alguien.- Otro día, quizás.

Y con eso se dio la vuelta y se alejó de allí enviando un mensaje a su amiga para decirle que la vería en otra cafetería, podía comer otra cosa por un día, pero pasaba de quedarse ahí con esos dos rondando.

Olvídalo, ¿quieres? ¿Que lo olvide? ¿Tú eres consciente de la vergüenza que he pasado, Michael? ¡¡Casi me muero!! Madre mía, Jeremy... Y encima ahora debe pensar que soy un idiota. No te ofendas, pero creo que eso ya lo pensaba de antes. ¡Vaya, gracias! ¡Ahora me siento mucho mejor! Estaba enfadado con su amigo, obvio. Había pasado uno de los momentos más vergonzosos de su vida en la cafetería por su culpa, y había quedado fatal delante de Adelaide. Quería llorar. Eres un capullo. Y tú un llorica. Sí que era un llorica. Pero eso no hacía a Michael menos capullo. Seguía queriendo llorar.

Iba arrastrando los pies a regañadientes detrás de él porque habían quedado en ir a ver a Aaron al laboratorio. Estaba haciendo un proyecto de psicología de los suyos con máquinas del tiempo. La psicología no le interesaba lo más mínimo, pero nunca había visto una máquina del tiempo en persona. Eso sí podía molar. Y como su contacto para entrar en ese laboratorio era Michael... Pues qué remedio. No iba a perder esa oportunidad por un enfado... Ya lo mataría después.

¿Crees que nos dejará probarla? Claro que sí. La universidad le deja una máquina valorada en trillones de dólares y él va a meter al pringado de su hermano y a su amigo dentro para que puedan ver la edad de piedra. Ja-ja. Oye pues a mí no me parece mala idea. Dijo risueño. Quizás a la edad de piedra no, pero ¿qué tal buscar a Alan Turing e impedir que se coma esa manzana envenenada? Jeremy puso los ojos en blanco mientras Michael hacía gestitos de mago de circo en el aire. ¡¡Tu querida Apple no tendría logoooo!! No se puede alterar el pasado cuando viajas en el tiempo. ¡Tío, le estamos salvando la vida a una persona! De verdad, qué cenizo eres...

Abrieron la puerta del laboratorio y Michael entró en él como Pedro por su casa, con una enorme sonrisa. ¡¡Ey!! ¿Cómo está mi hermanito favorito? Qué discreto, apenas se le notaba que le estaba haciendo la pelota. En serio que pensaba que tenía opciones de usar esa máquina del tiempo. Iluso...

La psicología era una ciencia conocida desde hacía siglos. La psicología experimental, sin embargo, siempre quedaba en un segundo plano, ya que no muchos se interesaban por aplicar el método científico en las teorías de la mente. Y por eso su trabajo era bastante individualizado, ya que pocos compañeros se habían desviado a aquella rama de la carrera.
Por suerte para él, la universidad había mostrado interés por su teoría y diseño del proceso de experimentación que quería llevar a cabo. Llevar atrás en el tiempo a ciertas personas para estudiar y mejorar sus habilidades sociales en el presente.

Claro que para eso aún tenía que medir muchas variables, por lo que ya tenía consigo la máquina del tiempo, un modelo algo anticuado, pero aún útil, para los primeros ensayos. Él mismo había probado el viaje, porque era el primer interesado en hacer de ello algo seguro para sus sujetos de pruebas. Y la verdad es que asistir a una de las conferencias de John B. Watson había sido una experiencia vital.

Había quedado con Michael aquella tarde, la idea era ir a cenar juntos, pero se pasaría por el laboratorio para poder ver con sus ojos una máquina del tiempo. No le culpaba por estar emocionado, a él también le había impresionado, aunque no tanto como el manual legal de actuación que también había tenido que estudiarse.
Pulsó para que se abriera la puerta del laboratorio y vio entrar a Michael y Jeremy, sonriendo al escuchar el saludo de su hermano.- Hola, chicos. -Saludó a ambos.- Supongo que es mejor que no me haga el remolón y os enseñe lo que habéis venido a ver... antes de que Michael busque la forma de sobornarme. -Porque sí, había sido más que evidente su intento de hacerle la pelota nada más entrar.

Hizo una señal con el dedo para que le siguieran hasta la sala donde se encontraba la máquina, aparte, aislada, observable tras el cristal.- No es un último modelo, pero tampoco la de H.G. Wells ni el Anacronópete, así que no nos podemos quejar. -Bromeó un poco más para sí que para ellos, que no tenían por qué llevar desde críos obsesionados con los viajes en el tiempo, como él.

¿¿Sobornarte yooo?? Contestó artificialmente Michael, con una trágica mano en el pecho. Jeremy hizo rodar los ojos e ignoró el drama nada creíble de su amigo. En su lugar, saludó con un cordial gesto de la cabeza a Aaron y le sonrió. El hermano de su amigo era un chico inteligente, atractivo y simpático. En resumidas cuentas, el polo opuesto a él. Debía reconocer, muy a su pesar, que le tenía bastante envidia. Aunque le caía bien. Y eso le hacía odiarle aún más. Porque era tan puñeteramente perfecto que ni siquiera podía caerle mal, le caía bien. Y le invitaba a ver cosas chulas a su laboratorio. Maldita sea.

Le siguió por donde le indicaba y se quedó tras el cristal, guardando una distancia prudencial y mirando esa máquina tan espectacular. Era increíble. Wow... No pudo evitar musitar mientras Aaron, a su lado, hablaba sobre ella. Él seguía como un niño viendo por primera vez a su animal favorito tras el cristal del zoo. Es increíble... Dios, chaval. ¿La has probado? Dime que la has probado. Michael ya estaba todo excitado mientras él seguía mirando con los ojos como platos la máquina. Se le caía la baba. ¿Sabes a quién deberías enseñársela? A mamá. Que sigue sin creerse mucho esto. Michael miró a su hermano y rió, mientras Jeremy seguía analizando cada botoncito de la máquina en la distancia. Y ya de paso podrías meterla dentro y mandarla, yo que sé... Bien lejos. Qué susto se iba a llevar. Michael y su concepto de broma.

¡¡Oye!! ¿Y se puede ir al futuro? Eso estaría guapísimo... ¿Cómo es que te dejan tener una de estas? Cortó Jeremy al fin. Ni había estado escuchando las tonterías de Michael, de hecho le interrumpió, porque sabía de sobra que su amigo podría seguir bromeando por un rato más. Pero le comía la duda por dentro: ¿por qué la universidad dejaba una máquina de semejante categoría y precio a un psicólogo? No es que tuviera nada en contra de ellos, pero... En fin. Dentro de los científicos, no eran precisamente los que más partido podían sacarle. ¿A quién conocía en el departamento para que le hubieran dejado ese aparato solo porque "era un apasionado de las máquinas del tiempo", como le había escuchado más de una vez definirse a sí mismo? No tenía sentido... Por muy chico perfecto que fuera. Tenía que haber algún motivo de peso.

Aaron no pudo hacer otra cosa más que sonreír y negar con la cabeza ante los gestos dramáticos y teatrales de su hermano. Ya acostumbrado como estaba a que fuera así, era inevitable que le hiciera gracia.
Jeremy era más controlado con ese tipo de cosas, pero asintió cuando dijo que era increíble. Desde luego que lo era.

Pero Michael seguía alucinando a su manera con todo.- Sí, la he podido utilizar en algún viaje de prueba. Tengo que saber cómo funciona y establecer las variables antes de meter a nadie más ahí. -Le contó, y discretamente dejó caer que aún no estaba listo para que nadie más la probara sin permiso expreso de la universidad.
Soltó una leve carcajada al escuchar lo de su madre, que era cierto que no parecía fiarse mucho de esas posibilidades, pero ya había aprendido a manejar su escepticismo.- ¿Qué te ha hecho mamá últimamente para que la quieras mandar a la Edad de Piedra? -Porque estaba casi convencido de que era lo que Michael estaba pensando cuando había dicho lo de darle un susto. Y aunque pudiera ser una broma para demostrarle que los viajes en el tiempo eran posibles y funcionaban de maravilla, casi podía ver que detrás de ese intento de broma pesada había alguna discusión.

A punto estaba de contarle que no se podía viajar al futuro por la programación de las máquinas en el tiempo, que hacían que solo pudieran viajar desde un punto fijo del presente hasta un momento del pasado y volver a ese punto mismo, con un algoritmo por el que el tiempo pasaba de forma diferente que era más complejo de explicar.
Pero en ese momento Jeremy hizo aquella pregunta.

- La universidad se ha interesado en un experimento que he propuesto. -Explicó en pocas palabras.- Seguidme. -Esperó que los chicos se alejaran del cristal de la sala de la máquina para llegar a la mesa que ocupaba como escritorio y la pizarra que tenía detrás.- Como sabéis mi especialidad es la psicología experimental y durante el último curso se me ocurrió la idea de que gracias al uso de máquinas del tiempo en un entorno controlado, podríamos mejorar las habilidades sociales de las personas que lo precisaran. -Explicó en pocas palabras lo que iba a ser, posiblemente, el trabajo de su vida.- Como sabéis la sociedad evoluciona con el paso de los años, las diferentes épocas tienen diferentes valores, y lo que hoy en día puede ser una persona en algún modo inadaptada o con carencias en ese tipo de habilidades, en el pasado podría haber sido la persona más popular, por simplificarlo mucho. Y viceversa. -Aunque no se podía comprobar el funcionamiento de la teoría inversa por la prohibición de viajar al futuro.- Además, gracias a la reencarnación, podemos encontrar un modo de llevar a esta persona del presente a conocer a alguien con el mismo aspecto que alguien de su entorno actual, para que el intento de explorar esas habilidades resulte, en principio, más sencillo.

Eran ese tipo de variables las que tenía que tener en cuenta como posibilidad, dado que estaba trabajando con bastantes hipótesis a la vez, al menos de momento. Siempre podía rectificar antes de proceder con el experimento, pero no quería dejarse nada en el tintero al principio. Quería contemplar todas las posibilidades.
- Como veis es aún un trabajo en proceso y requiere de mucho estudio previo.

Michael puso los ojos en blanco mientras Jeremy seguía alucinando con la máquina. Vale, indirecta captada. Obviamente, pensó el chico de las gafas, que era más sensato que su amigo. Ya le parecía increíble que el propio Aaron hubiera podido probarla, cuanto menos meter a un extraño. Y más a alguien de fuera de la facultad, o a Michael, que deberían considerarle un crío. ¿Que qué me ha hecho? El chico seguía parloteando, y Jeremy lo escuchó soltar una carcajada mordaz mientras él seguía estudiando cada línea de la máquina tras el cristal. ¿Por dónde quieres que empiece? Solo diré que no tengo nada contra ella, solo creo que debería estar en una sociedad más adaptada a su mentalidad. La Edad de Piedra me parece un contexto adecuado.  

Al fin Aaron pudo centrarse en responder a su pregunta y Michael tuvo el detalle de callarse y escuchar, al menos por el momento. Le miró con interés y sorpresa: era increíble lo que le estaba contando. Se preguntaba qué debía sentirse cuando la universidad se interesaba por algo que había salido de tu cabeza, por no hablar de que pusiera en tus manos algo tan valioso... Aaron debía ser realmente inteligente... Maldito Aaron. No podía haber personas tan puñeteramente perfectas en el mundo. No era justo para los simples mortales como él.

Estaba sentado escuchándole atentamente. Jeremy siempre escuchaba con atención, sobre todo las cosas que le gustaban... La psicología no era una de ellas, la verdad, como ciencia siempre la consideró un poco tonta. Pero tenía que reconocer que tal y como lo contaba Aaron sonaba interesante. Le parecía una excusa tan buena como otra cualquiera para usar una máquina del tiempo, así que se mantuvo en silencio, apoyado en el pupitre y mirándole con los ojos muy abiertos, las gafas ligeramente resbaladas por la nariz y asintiendo lentamente mientras explicaba.

Wa-La chaval. Esa fue la conclusión de Michael antes de que a Jeremy, que aún estaba procesando lo que le había dicho, le diera tiempo a decir nada. Estaba concentrado, con el ceño ligeramente fruncido y una pregunta en la punta de la lengua cuando su amigo le dio un manotazo en el brazo. Mira, alomejor podrías ser hasta un tío guay en otra época. Se cachondeó. Jeremy solo reaccionó con un respingo al súbito golpe, pero no dijo nada. Ya lo dijo Michael por él. ¿Te imaginas? Tú ahí partiendo con todo con tus gafitas y tus "disculpa, me tengo que ir a estudiar". ¿Sería eso una frase guay en otra época? Jeremy se mordió el labio y echó un poco de aire. El otro siguió. ¡¡Hostia!! A lo mejor podrías ligarte a la reina del baile en otra época. Se llama Adelaide. Michael adoptó un tono hirientemente burlón. Uhh, perdona. A lo mejor podrías ligarte a Adelaide en otra época. Ya sabes, como tu yo de pardillo parece molar en... No sé, ¿La Edad Media? Como si tú fueras muy guay. Anda, mira, pero si dice "guay" como un niño grande y todo... ¿Te puedes callar un rato? Hoy me estás dando el día. ¿¿Yo?? Sí, tú. A ver, señor terapeuta. Michael se había vuelto hacia su hermano y Jeremy soltó un bufido de hastío. Lo que le faltaba, quedar de más idiota aún delante de Mister Perfecto-Sin-Pretenderlo. ¿Crees que hay posibilidades de que una tipa que no nos conoce de nada y que podría tener a un tío de cada variedad posible se fije en esta criatura de aquí... Señaló a Jeremy de arriba a abajo mientras el otro le fulminaba con la mirada. ...sin que ni siquiera hable con ella? Me iba bien hasta antes de tu intervención. Uy, sí, te iba de escándalo. ¿Cuándo decías que era la boda? Ahora por tu culpa debe pensar que soy un idiota. Amigo, siento comunicarte que eso ya lo pensaba desde antes de que yo hablara. Soltó otro bufido de desesperación y se frotó la cara con las manos. Lo que le faltaba, hacer el ridículo delante de otra persona más en el día de hoy. Ya hasta se le había olvidado la pregunta que le iba a hacer a Aaron. De verdad que iba a matar a Michael.

Prefirió no seguir ahondando en la relación de su madre con Michael, porque a estas alturas empezaba a dudar de que ni siquiera la psicología pudiera explicar cómo era posible esa relación.

Era mejor centrarse en explicar su experimento y el procedimiento que quería seguir, así como sus aplicaciones en la mejora de la calidad de vida de los sujetos que se expusieran a sus teorías. A ratos su cabeza prefería verlo como un experimento, pero no podía obviar que se trataba de personas y que para bien o para mal iba a influir mucho en sus vidas lo que vieran o hicieran.
Sonrió al comentario de Michael, resumiendo su asombro en dos palabras. Jeremy, por su parte permanecía silencioso, suponía que aún estaba asimilando o, mejor dicho, analizando lo que acababa de contarles.

Sin embargo, su hermano y su amigo comenzaron una conversación en la que él no tenía nada que ver, aunque estaba cazando al vuelo algunos datos como que había una Adelaide, que debía gustarle al chico y que Michael había hecho algo para empeorar la situación. Alzó las cejas cuando le preguntó directamente por la situación.

- A ver, chicos, yo no conozco a la tal Adelaide, así que no puedo opinar por ella. -Intentó razonar, dado que no podía dar una respuesta real sin tener todos los datos y eso los dos lo sabían.- Pero es cierto que la comunicación es la clave de cualquier relación -dirigió la mirada a Jeremy.- y si no puedes mantener una conversación con ella, difícilmente va a pasar nada. -Aunque no creía que él no supiera ya que iba a ser casi imposible mantener una relación con alguien con quien no hablas.- Además, Michael, no olvides que las reencarnaciones hacen que heredemos el físico de nuestra vida anterior, pero no necesariamente la personalidad o la forma de pensar, como digo está todo muy influenciado por los valores sociales de cada momento de la historia. -Lo cuál demostraba en cierto modo su teoría de las capacidades necesarias en cada época.- Aunque encontrásemos a una versión anterior de Adelaide, podría ser completamente diferente a la que vosotros conocéis.

No obstante, había algo que podía hacer por el chico, que realmente parecía martirizado por cómo lo había puesto su hermano delante de él, y quizá también había hecho algo parecido delante de la chica que le gustaba.- Pero, Jeremy, si crees que tus problemas de comunicación, si es que es eso lo que pasa -porque, de nuevo, no lo sabía.-, pueden considerarse un problema de habilidades sociales. Lo cuál podría ser el caso. -No iba a decir que había psicoanalizado al mejor amigo de su hermano, pero sí había ciertas cosas que aún sin querer podía haber notado.- Podría considerar incluirte en la lista de posibles sujetos para el experimento. -Ofreció. Aunque sinceramente no sabía si lo aceptaría, por no hablar que conllevaba que sí le estudiara en profundidad para saber qué podía necesitar o dónde encajaría de manera más acorde, todo ese tipo de cosas.  

Estaba viendo por el rabillo del ojo a Michael haciendo gestos de niño de cuatro años, como si quisiera decirle "¿ves? Te lo dije". ¿Ves? Te lo dije. Anda que se había equivocado, fue pensarlo y ahí estaba el comentario. Solo se mojó los labios con exasperación, ni se molestó en poner los ojos en blanco.

Claro, para un tipo como Aaron era muy fácil hablar de comunicación, nada más que había que verle. Seguro que no lo decía tan a la ligera si fuera como era él. Era pálido, con gafas, con pintas de pardillo porque ERA un pardillo, solo sabía hablar de cosas académicas y, cuando no, se quedaba balbuceando como un idiota, y caminaba arrastrando los pies y con la cabeza baja. Igualito que Aaron. Debería notársele en la mirada que le estaba devolviendo: "ya, claro, LA COMUNICACIÓN es la clave..."

¿Quieres decir que podríamos ver a una versión de Adelaide que no fuera una arpía estirada? Soltó una carcajada socarrona bajo la mirada asesina de Jeremy. Me cuesta creerme eso. A mí me cuesta creer que pueda haber una versión de ti con el pico cerrado. Michael se echó a reír con una estruendosa carcajada. Ni en mil vidas, chaval. Eso... Al final hasta le hizo gracia. Miró a otro lado y se rió por lo bajo. Las cosas de Michael... Seguía enfadado con él, pero tenía que reconocer que al menos le alegraba con su humor. Su humor que era el motivo por el que quería matarlo la mitad de las veces, pero le hacía reír.

Giró la mirada al psicólogo cuando volvió a aparecer en escena y lo que le dijo le tensó. Y abrió los ojos como platos. ¿Yo? ¿A mí? Bua, chaval. Michael con cara de estar flipándolo. No, no no... Empezó a escapársele una risa nerviosa. Que va, no no... ¡¡Tío!! ¿Pero qué dices? Madre mía, este tío es tonto. Aaron, méteme a mí si él no quiere. Tú no tienes problemas para relacionarte. ¿Entonces tú sí? Bien, pues participa en el experimento. No. ¡Tío! Su amigo le agarró del brazo y le obligó a acercarse a él. Miedo cuando Michael hacía esas cosas. Se acercó a su mejilla y empezó a susurrar para que su hermano no le escuchase, lo cual era de bastante mala educación y puso a Jeremy más tenso todavía, y mirando de reojo al otro casi con miedo. Te van a montar en una puta máquina del tiempo. ¿Cómo que no? ¿Estás de coña? No voy a buscar a la Adelaide de otra época para... ¡Ah, olvídate de Adelaide! Es una máquina del tiempo. No me jodas. Se separó, sin darle opción a contestar. E hizo como que continuaba una conversación que no era por ahí por los derroteros que iba. Es una investigación importante, tienes el perfil perfecto. Mírale. Señaló a Aaron. ¿Es que no te da pena? NO. Pensó Jeremy. Qué le iba a dar pena Aaron, daba de todo menos pena. Se va a quedar sin sujetos, ¿y si la universidad le retira el proyecto? Ya le estaba poniendo contra las cuerdas. Antes de que pudiera contestar, Michael empezó a tirarle de la manga. Vaaaa tío, encima que nos ha dejado entrar, no seas desagradecido. ¡VAAALE! Vale. Se zafó. Estate quieto, ¿quieres? Bufó, tratando de echar los nervios con el aire, y miró a Aaron. ¿Qué... Tendría que hacer?

De nuevo volvió a quedarse momentáneamente fuera de aquella conversación, optando por el papel de espectador, y recogiendo algún dato más para hacerse a la idea de qué estaban comentando. Por lo visto Jeremy había ido a fijarse en una de esas chicas que se hacen difíciles de querer... porque si Michael decía que era de esa manera, la verdad es que se fiaba bastante, aunque sus términos no fueran precisamente clínicos.

Suponía que su oferta de ser sujeto de su experimento sería algo que tuviera que pensarse bien, ni siquiera estaba seguro de que la fuera a considerar.- Michael, tú no tienes problemas con tus habilidades sociales. -Recalcó cuando dijo que le utilizara a él si su amigo se negara, a lo que Jeremy estuvo de acuerdo.
Iba a proponer que se lo pensara, buscando en sus bolsillos alguna de las tarjetas que su madre le había obligado a hacer. No le importaba que tardara, aún tenía mucho tiempo por delante. Pero volvió a levantar la vista cuando Michael le señaló insinuando que daba pena. ¿A qué venía eso?

Y al final terminó convenciendo a Jeremy de que aceptara, aunque Aaron no estaba del todo convencido de que esa fuera la forma correcta de conseguirlo.- Lo primero es que aún no estamos en la fase de seleccionar sujetos, ni siquiera se ha abierto un plazo para que las personas se apunten. Así que no sé con cuantos casos podré trabajar. Pero, bajo ningún concepto, te tienes que sentir obligado a hacerlo. -Quiso reiterar para que supiera que todavía tenía opciones para negarse o, por lo menos, planteárselo tranquilamente.- Lo primero que habría que hacer sería crear un perfil psicológico completo, para saber tanto tus carencias como tus capacidades, y así seleccionar el momento más propicio para que pudieras beneficiarte. -Debía ser un proceso meticuloso, nada de apresurarse o rellenar de forma aleatoria.- Después, una vez seleccionado el momento al que podríamos enviarte, habría que ver, aunque es opcional y aún no una variable imprescindible, si la vida pasada de alguna persona de tu entorno podría encontrarse allí y si eso te ayudaría o te perjudicaría. -Dependía de la persona y del tipo de relación, además de la dificultad de conocer el tipo de caracter que tendría esa persona en el pasado, podría ser mejor o podría ser peor.- Quizá una versión anterior de Adelaide te coartara, mientras que una versión de Michael podría ayudarte, no podemos saberlo con certeza aún. Son variables con las que tendríamos que trabajar juntos. -Explicó.

- Por eso creo que deberías tomarte un tiempo para pensar en la idea. Aquí tienes mi número. -Le extendió la tarjeta que había encontrado al final.- No dejes que Michael te coaccione. -Dirigió una mirada a su hermano para que dejara que no se metiera tanto.- De todos modos, si tomas la decisión antes de que lleguemos a esa fase, podríamos empezar con el perfil y adelantar trabajo. -Añadió finalmente. Lo cierto es que estaba especialmente emocionado y quería poner en marcha el experimento cuanto antes, pero no podía saltarse los pasos.

Respiró un poco cuando le dijo que no se sintiera obligado, aunque, por otro lado, le sonó a lo típico que te decían como eufemismo a "te vendría bien, pero si no quieres, no". Le escuchó con atención todo lo que supondría el proceso, tragando saliva y algo... Abrumado. Pero, ¿y si realmente le venía bien? ¿Y si... Conseguía acercarse a Adelaide? O a alguien que no fuera Michael, al menos. Eso... Sería un gran avance... Uff, pero también un gran esfuerzo... Y daba mucho miedo...

Se mantuvo unos instantes en silencio, valorándolo, con la vista algo baja. En su mundo... Aunque viendo por el rabillo del ojo como Michael tenía peligrosamente la mirada clavada en él. No, no le estaba mirando para ver su reacción. Solo estaba haciendo un prólogo de la que él mismo iba a tener. Que... Guapo... Y ahí estaba, su pausa teatral que precedía a una sentencia. Y perdonad que os diga, pero cualquier versión de Michael en cualquier época sería una buena ayuda. Jeremy bufó irónico. Buenísima. ¿Podrías empezar por retrocederme en el tiempo a este mismo día a la hora de comer? Quiero re-comprobar lo buena ayuda que es Michael. Madre mía, toda la vida me lo va a recordar. Anda, Aaron, mándalo con la Adelaide del pleistoceno, a ver si se le cura la tontería.

Se cortó la nueva discusión cuando Aaron le tendió una tarjeta con su número. Se quedó unos instantes mirándole casi como si le estuviera ofreciendo droga, pero finalmente, con cautela, tomó la tarjeta. Michael no estaba saltando de alegría en el sitio porque, a saber por qué clase de influencia divina, habría decidido contenerse. Pero le llegaban sus vibraciones de emoción hasta su sitio. Aunque estas se esfumaron cuando su hermano le tiró esa indirecta que hizo a Jeremy sonreír. ¡Eehh! ¡Yo no coacciono! Mira, de verdad, cansadito me tenéis. Sois muy injustos conmigo. Jeremy miró a Aaron con complicidad y escondió una sonrisilla. Os querría a los dos ver sin mí.

Dejó a Michael con su drama y se puso de pie. Era bastante tarde, y suficiente había hecho ya el psicólogo por ellos metiéndoles en el laboratorio como para robarle más tiempo. Se colgó la mochila y se acercó un poco a él, despidiéndose con un tímido gesto de la cabeza. Gracias por todo. Me... Me lo pensaré. Sí, tenía mucho que pensar. Ambos se despidieron y salió del lugar.

Tío, ¿te imaginas? Michael, como siempre, iba hablando como una cotorra por el pasillo mientras Jeremy arrastraba los pies, con la mirada en el suelo y los pulgares por detrás de las asas de la mochila. Oh oh oh, tienes que traerme un souvenir del pasado. No se pueden sacar cosas de... "Ni si piidin sikir kisis di" mira de verdad, vaya dos aburridos. Parecéis hermanos vosotros. Uy sí, yo soy idéntico a Aaron. No me ves el éxito que tengo. Sí que tiene éxito el jodido... No, definitivamente no os parecéis en nada. Gracias. Dijo haciendo rodar los ojos. Ya lo sabía, pero tampoco necesitaba que el otro se lo recordara. Pero en aburridos y sigue-normas podríais montaros vuestro propio campeonato. Salieron del campus y Jeremy se dirigió a su bici. Suspiró. Me voy a casa. Día largo. Se depidieron y se fue a casa pensando en... Muchas cosas.


Se había pasado la mitad de la noche con los ojos como platos, dándole vueltas a todo lo que Aaron había sugerido. Y también al mensaje velado que, a su manera, Michael y su histrionismo pretendían trasmitirle. No podía pasarse la vida escondido en su caparazón como una tortuga. Además... Tenía el pálpito de que Adelaide era... Especial. No podía estar tan equivocado, ¿no? Ah, ¿y por qué llevaba toda la noche fantaseando con una versión de Adelaide en las épocas más variopintas, y una versión de él súper valiente, caballeresca y perfecta? Hasta la había rescatado de un barco pirata... En fin... Estaba fatal.

Dejó la bici en el mismo lugar en el que la había recogido el día anterior y sacó su móvil para enviar un mensaje a Michael. "Ya estoy aquí". Llevaba sin conectarse desde las una de la madrugada. Este se pierde hoy la primera hora. Entornó los ojos y levantó la cabeza.

Y se quedó parado en el sitio. Porque allí estaba. Adelaide. La chica. La persona que ocupaba su pensamiento casi minuto a minuto desde que la conoció hace años. Y estaba... Con otro. ¿Pero quién era ahora ese tío? Pues muy fácil: la versión universitaria del capital del equipo. Otro tío alto, guapo, fuerte y con sonrisa de anuncio de pasta de dientes. El polo opuesto a él. Tragó saliva y notó como su móvil vibraba en su bolsillo. Sería Michael. Pero al sacarlo... Vio su reflejo en la pantalla apagada. Y volvió a mirar a la chica y a su acompañante. Y se dio cuenta. Este tipo no tiene opciones ninguna con una chica así. Y no, no se refería al tipo que estaba con ella. Sino al que acababa de devolverle la mirada desde la pantalla del móvil.

No entró en su facultad sino que recondujo sus pasos por el mismo lugar por el que había salido la tarde anterior. Ni siquiera contestó a Michael, solo agarró con fuerza las asas de su mochila y apretó el paso. Hasta llegar al laboratorio. Donde, sorprendéntemente para tratarse de alguien como Jeremy, entró sin llamar. Y, por fortuna para él, el destino le sonreía. Porque Aaron estaba allí. Apúntame. Ni hola. Quiero formar parte del experimento.

Había pasado poco más de un mes desde que Jeremy le sorprendió con su entrada en el laboratorio, mientras él repasaba un par de libros de psicología social para seguir apuntando variables importantes y así decidir cómo era mejor abordar los perfiles de los sujetos.
Se habían estado reuniendo cuando sus horarios lo permitían, algunas horas a la semana, para así poder empezar con el trabajo. Michael, como no, se había quejado de que tuvieran que hacerlo en privado. Pero es que Aaron sabía que no iba a dejar que Jeremy respondiera con la sinceridad que necesitaba y sin influenciarle.
Ahora el estudio estaba lo bastante avanzado como para que la universidad le permitiera buscar los sujetos que necesitara. Un pequeño grupo sería suficiente para empezar, ya que el trabajo debía ser progresivo y no esperar que en un solo viaje todo cambiara.

El perfil de Jeremy estaba terminado y Aaron lo había estudiado en profundidad para seleccionar los momentos en la historia donde el entorno favorecería sus oportunidades sociales. Michael, con su talento natural para la insistencia, le había convencido para rastrear las vidas pasadas de la tal Adelaide, llegando a la conclusión de que solo podría cruzársela en uno de los escenarios, pero finalmente la decisión la tomaría Jeremy.

Le habían entregado también, ahora que el experimento iba a estar en marcha, algo de tecnología que funcionaba incluso de forma intertemporal, lo que permitiría que pudiera seguir a sus sujetos en directo y apoyarlos desde el laboratorio si era necesario.
Pero quedaba la parte complicada, el funcionamiento y las restricciones. Las habían tocado de pasada, pero era imprescindible que las retomaran de forma oficial. Por eso le había entregado al chico la semana anterior uno de los manuales de actuación, para que pudiera leerlo y así acotar directamente las dudas.

Aún no podía creerse que fuera a viajar en el tiempo, tenía que haber un error. Llevaba más de un mes citándose con Aaron y seguía siendo complicado de asimilar. Cada vez que le citaba esperaba que le dijese "lo siento, Jeremy, pero no cumples el perfil", "lo siento, Jeremy, pero la universidad ha cancelado el proyecto", "lo siento, Jeremy, pero no eres más que un pringado de primero y la gente como tú no hace viajes en el tiempo, eso es solo para privilegiados". Todos esos motivos y más rondaban su cabeza. Hasta que no se viera en a saber qué época no iba a terminar de creérselo... Y casi que ni por esas...

Se había pasado la última semana empollándose el manual de actuación en los viajes temporales como si fuera lo más interesante que le habían dado en su vida... Que de hecho lo era. Michael había estado husmeando por su casa. Al parecer, Aaron le tenía la información bastante restringida, ante lo cual no dejaba de quejarse. Y, aún así, algo debía saber, porque no paraba de ponerle caritas y hacerle "uuuh" y decirle "no sabes la que te espera" y cosas así que solo le ponían más nervioso. La noche anterior ya tuvo que echarle de su casa bajo la amenaza de hacerle tragar el libro.

El estudiarse el manual le tranquilizó y, al mismo tiempo, le puso más nervioso. Saberse todas las normas de actuación y protocolos estaba muy bien, no había nada que le gustara más que tener una normativa bien definida. Pero, por otro lado, a más sabías de consecuencias, procesos y posibles impedimentos, más se disparaban tus hipótesis neuróticas al respecto de lo que podía ocurrir. Preferiría ser un inconsciente como Michael e irse a la época que le mandaran con una gran sonrisa y a disfrutar de lo que se fuese encontrando. Pero para eso tendría que nacer de nuevo tres veces.

Ya estaba en la puerta del laboratorio con el manual abrazado contra el pecho. Respiró hondo y echó el aire. Al menos ya no se ponía tan nervioso como las primeras veces, pero ir a ver a Aaron, el hermano de su amigo, un psicólogo, alguien de renombre en la universidad, Mister Perfecto-Sin-Pretenderlo... Él solo, sin Michael allí para hablar por él o neutralizar sus nervios con tonterías... Seguía poniéndole algo tenso. Pero al menos ya no huía pasillo arriba y pasillo abajo tres o cuatro veces antes de entrar.

Llamó a la puerta y abrió con timidez. ¿Se puede? Preguntó con la voz ligeramente temblorosa, asomando la cabecilla por la puerta y sonriendo con cautela. Algo le decía... Que esa sesión iba a ser... Distinta de las demás.

Estaba terminando de preparar el bosquejo de línea temporal en la que había marcado los momentos en los que Jeremy podría incluirse. No es que fuera necesario ni parte del proyecto, pero no podía evitar querer hacer las cosas de ese modo. Visuales y volcar de algún modo su propia pasión por los viajes en el tiempo.
Había hablado con una amiga de Antropología para que le ayudase a crear una buena base de datos para apoyar a sus pacientes llegado el momento.

Terminaba de conectar la pantalla cuando escuchó los golpes en la puerta, ni siquiera le hizo falta mirar el reloj, Jeremy siempre era puntual. Sonrió al verle.- Sí, claro, pasa. -Le dijo haciendo un gesto con la mano.- Toma asiento, esta ya es prácticamente tu silla. -Bromeó un poco, preparando los informes sobre la mesa. Vio que traía consigo el manual, no dudaba que ya se lo había estudiado a fondo.- ¿Qué tal el libro? ¿Hay alguna cosa que quieras preguntar? -Le ofreció la oportunidad, aunque no sabía si la tomaría. En primer lugar porque conociendo el perfil del chico sabía que tenía dificultad para expresar dudas sin creer que los demás iban a juzgarle. Y en segundo, era poco probable que hubiera algo que no entendiera, a decir verdad él se había sorprendido de que el libro estuviera escrito en un lenguaje tan simple y sin ahondar en más que el manejo. Pero también era cierto que quienes usaban máquinas del tiempo con permiso no eran siempre especialistas en física cuántica, por así decirlo.

- Bueno, pero tengo grandes noticias. -Decidió contarle.- Como sabes la universidad me autorizó la semana pasada a ir abriendo la admisión de personas que quieran colaborar con el experimento. Y ayer me confirmaron que puedo comenzar con los viajes, haciéndome llegar estas maravillas. -Abrió la caja que tenía sobre su escritorio para que pudiera ver los dispositivos de comunicación.- Así que creo, si estás de acuerdo, que ha llegado el momento de escoger cuál será tu destino, ¿te parece?

Sonrió y entró con timidez, cerrando la puerta tras él. Se dirigió "su silla" y se sentó, aún con la sonrisa tímido-cortés esbozada en el rostro. Miró al libro cuando Aaron le preguntó por él. Oh, emm... Bueno, creo que... Lo tengo todo claro. No quería decir "me lo sé de memoria" por no sonar sabelotodo, pero sí, se lo sabía de memoria. Sus dudas no iban por ahí. Sus dudas más bien eran "¿de verdad me vas a meter en una máquina del tiempo?". O, mejor dicho, "¿de verdad no tienes a nadie mejor que yo a quien meter en una máquina del tiempo?". O quizás era como los experimentos esos en los que usaban a gente que podía morirse y preferían perder a alguien cualquiera... ¿Eso era? ¿Un conejillo de indias? De repente le entró mucho miedo...

Respiró un poco. Va, Jeremy, no seas idiota. Contrólate. Total, ya estaba medio hecho aquello, si se tenía que morir... Pues se moriría y ya está. Un pringado menos en la Tierra. Volvió a respirar. No, definitivamente esos pensamientos no ayudaban nada a relajarse. Menos mal que Aaron tuvo a bien hablar e interrumpir esa apocalíptica corriente de pensamientos suya.

Alzó una mirada prudente, curiosa y educada hacia él, subiéndose las gafas que se le habían resbalado por el tabique. Tenía noticias. Seguramente la Universidad le hubiera dado un empujoncito a su experimento, se alegraba por él. Se quedó asintiendo lentamente a su explicación, pues no iba mal encaminado con sus hipótesis, tenía que ver con la Universidad dando luz verde a su experimento... Bajó la vista cuando abrió la caja de su escritorio. Guau. Susurró, inclinándose ligeramente y dibujando una expresión de niño ante un escaparate de golosinas. Como molan. Muy bien, Jeremy, muy profesional. Quiero decir... Se ven... Alucinantes. ¿De verdad funcionan? Era increíble que un aparato creado en 2030 pudiera funcionar en épocas anteriores, se moría por conocer qué mecanismo utilizaba. Qué pena que no estuviera Michael allí, fliparía. Lo que estaba claro es que Jeremy estaba demasiado tranquilo e impasible ante la explicación de Aaron. No estaba leyendo entre líneas lo que eso significaba.

Ni lo hizo cuando Aaron le lanzó la pregunta que dejaba patente cuál era el siguiente paso a dar. Él seguía mirando los dispositivos de comunicación. ¿Qué tipo de red utilizan? No quería toquetear porque no era suyo, así que simplemente movía la cabeza de un lado a otro para intentar abarcarlos por todos los lados, con el ceño fruncido con curiosidad. No funcionarán por wifi si se viaja a una época anterior al año 2000. Quizás conectado a la red móvil, aunque tendríamos el mismo problema si son años muy pasados. ¿O se pueden usar las mismas ondas? ¿Llegaría? No estaba seguro de que pudiera cubrir la cobertura, sí en el presente, pero no en el pasado. Los dispositivos que enviaban las señales aún no estaban creados. ¿O acaso previamente se enviaban dichos dispositivos a la época exacta? Ladeó la cabeza, como si eso que iba pensando fuera una conversación real dicha en voz alta. Eso... Debe costar un pastón. Susurró. Definitivamente estaba hablando consigo mismo.

Y Aaron llevaba mucho tiempo callado. De repente fue como si su cerebro hubiese captado que le había hecho una pregunta. Alzó la cabeza y se quedó mirando hacia arriba, tratando de recordar... Qué pregunta... Era... Y qué... Un momento. Abrió mucho los ojos. ¿Co... Como que destino? Oh Dios. Está pasando de verdad. P-Pero... ¿En serio? ¿Ahora? ¿Hoy? Ya estaba temblando. Eeehh... Y se había quedado sin palabras. Tragó saliva y volvió a ponerse las gafas en su sitio. Bien. Vale. Em. Yo. Esto... ¿Seguro?

Podía ver que Jeremy estaba nervioso, casi siempre lo estaba al llegar. Era algo bastante evidente por su forma de moverse, sentarse, la postura tensa... bueno, evidente para un ojo clínico y bien entrenado.
Pero como había imaginado los dispositivos de comunicación habían llamado su atención lo suficiente para que dejara de centrarse en el tipo de pensamientos que estaban causando esa ansiedad. Sabía que distraer no era la mejor solución, pero hasta que pudiera poner a prueba su experimento y saber si conseguía mejorar en ese aspecto, no tenía muchas más herramientas y le quería relajado.

Claro que también había despertado su curiosidad sobre el tipo de red y otras especificaciones. Aaron echó mano del nuevo libro de instrucciones que tenía junto a la caja y que aún estaba repasando, para enseñárselo.- Utilizan la misma red que las máquinas del tiempo, se valen de los campos cuánticos y los vórtices espacio temporales. Como sabes hay un entramado parecido a las líneas ley del planeta... siempre ha estado ahí, pero no se ha comprendido o utilizado hasta hace relativamente poco. -Para cualquier otro sonaría a magia, pero Jeremy había leído y estudiado el manual, además de ser inteligente, así que sabría de lo que estaba hablando.- Pero lo que realmente nos interesa ahora mismo es que gracias a estos aparatos, no vas a estar solo cuando viajes en el tiempo, sino que podrás hablar conmigo cuando lo necesites. -Y era un punto especialmente importante para rebajar los nervios y las dudas que suponía que iban a aparecer.

Y lo hicieron, en cuanto propuso dar un paso más en el proceso para él pareció ser demasiado, por lo que le dejó reaccionar hasta que terminó.- Sí, seguro. -Respondió asintiendo y conectando el proyector a su ordenador.- Tenemos que ir escogiendo una fecha para así poder tener una base de datos a la que acudir, no te voy a mandar allí sin que sepas nada de la época, o sin que yo pueda darte cualquier dato que pueda ser relevante... además de que habrá que buscarte un vestuario acorde. -Quiso explicarle que todo iba a ser un proceso y que se trataba de hacer lo necesario para que tuviera cuantos menos inconvenientes mejor en aquel entorno.

- He seleccionado algunos momentos en que tus capacidades serían bien recibidas. Tampoco me he podido ir muy atrás dado que el uso de lentes no comenzó hasta hace pocos siglos. -En la pantalla se mostró la línea del tiempo con esos momentos que Aaron había seleccionado por creer que se apreciarían las capacidades de Jeremy y que le interesaran además. Había un punto en los años en los que Tesla y Edison competían por el tipo de corriente eléctrica, por ejemplo, y otros tantos interesantes. El más reciente eran los 50, el que Michael había sugerido.- Como ves hay varias opciones, pero... tengo que avisarte. En este último punto podrías darte de bruces con la anterior Adelaide. -Una de las diapositivas mostraba la foto de la clase de aquel año y entre las chicas estaba ella.- Aunque siempre puedes evitar encontrarte con ella. -No sería tan difícil esquivar a una chica de instituto.

Casi vuelve a entusiasmarse y a perderse en los datos. Casi. Porque aún no se le había quitado el miedo del cuerpo de pensar que en cuestión de minutos podría estar... A saber dónde. O, mejor dicho, a saber cuándo.

Asintió tragando saliva y mirándole con los ojos redondos de corderito degollado, como si esperara que por esa mirada Aaron le diera una palmadita en la cabeza y le dijera "bueno, tranquilo, otro día que estés más preparado lo hacemos, ¿qué te parece?". Porque eso de "podrás hablar conmigo cuando lo necesites" sonaba muy empático, como sonaba Aaron siempre, pero seguía siendo estresante. ¡Iba a estar solo en otra época! Eso de los intercomunicadores para "hablar cuando lo necesitase" le sonaba al botón del pánico de las pruebas chungas de los hospitales. Casi que te ponían más nervioso que te aliviaban. ¿Es que piensas que lo necesitaré? ¿Qué iba a pasarle dentro de esa cosa? No, peor... ¿¿Qué iba a pasarle cuando saliera de esa cosa??

Vale, Jeremy, tú ya aceptaste esto. Es una oportunidad brutal. Relájate. Sí, mejor se relajaba, porque Aaron había iniciado una presentación de diapositivas y lo que le faltaba era perderse. Cuando dijo lo del vestuario se imaginó por un momento a sí mismo vestido de rey medieval o algo así, ya lo que le faltaba para su ridículo. De bufón de la corte, más bien. Pero eso parecía que no iba a pasar. Se le escapó una risotada sarcástica sin querer. Osea que voy a seguir siendo un cuatro ojos en otra época. Pues qué bien. ¿Habría algún periodo histórico en el que molara eso? Lo dudaba.

Al menos parecía que al medievo no iba a ir, mejor. No dominaba mucho el "vuestras mercedes" y ese vocabulario que se usaba en aquella época. Se fijó en la línea temporal y alucinó con uno de los puntos marcados. Eeeh, ¿ese no es el año de las teorías de Tesla? ¿¿De verdad iba a conocer a Tesla?? Ojalá. Ojalá ir allí y pegarle una patada en la boca a Edison, por lo menos. Oh, ¿pero eso no va a ser mucho para empezar? ¡¡Tesla!! Si fue cuando se enteró de que Elon Munsk había dado una conferencia en su facultad hacía tres años y casi le daba un infarto, y ni siquiera estaba allí. Cuanto menos conocer en persona a Tesla.

Todas sus fantasías sobre Tesla y Edison desaparecieron ante otro nombre: Adelaide. Subió la cabeza hacia Aaron y miró de nuevo con los ojos muy abiertos la línea temporal. Y había una foto. Se levantó y se acercó al proyector, lentamente, escudriñando la imagen con los ojos muy abiertos. Efectivamente... Era ella. Es ella. Susurró, sorprendido. Era... Increíble. Eran idénticas. No, no eran idénticas... Era ella. Pero... Se quedó unos segundos allí, pasmado. Había alguien más a quien intentaba encontrar en esa clase, pero era obvio que no lo haría porque solo había chicas. Aun así, seguía teniendo la duda. Miró a Aaron. Podría... ¿Tropezarme con mi otro yo también? Eso sería chungo. Claro que tendría que coincidir que su otro yo hubiera muerto el mismo año que la otra Adelaide para que se hubieran reencarnado en ellos y ahora tuvieran la misma edad... Eso le parecía demasiada coincidencia. Aunque... ¿Y si era el destino? Uh, que rallada. Mejor no tiraba por ahí.

Claro, claro. Dijo con cierta tristeza. Sí, siempre podía evitar encontrarse con ella... Pero... Al mirarla sintió como que... Sería una pena... Viajar en el tiempo, tener "más habilidades" y... Volver a desaprovechar la oportunidad de hablar con ella. Se quedó unos instantes pensando, en silencio. Lo de la patada en la boca a Edison era muy tentador pero poco realista. Lo de Adelaide... Eemm... Aaron... Se mordió el labio y miró al chico con timidez. Tú... ¿Tú que harías? Es decir... Si fueras yo. ¿Qué me recomiendas? Dime que me vaya a buscarla. Por favor. Yo solo no puedo tomar esa decisión. Pero, si lo decía el psicólogo... Si realmente le creía capaz... A lo mejor dejaría de sentir que era un autentico suicidio.

Sonrió de lado al escuchar lo del cuatro ojos independientemente de la época.- Lo siento, amigo, tampoco yo puedo irme muy atrás en el tiempo por el mismo motivo. -Hizo una pequeña mueca con la cara de que estaban juntos en eso.- La verdad es que no me fío de cómo puedan afectar las lentillas a través del viaje en el tiempo, prefiero no arriesgarme con las personas que confíen en mí. -El manual hablaba de algunos posibles efectos como un leve mareo o nauseas, pero las lentillas estaban en contacto directo con el globo ocular, si encogían o se veían afectadas podrían ocasionar un accidente más grave.

De todas formas, pareció olvidarse de eso cuando vio algunas de sus ideas en la pantalla. Sabía que la posibilidad de compartir el aire con Tesla le entusiasmaría, así como podría abrumarle un poco la idea. No es que tuviera que conocerle directamente, pero sí que había cierta emoción en poder escuchar alguna conferencia.
Pero casi se podría decir que pudo ver cuando Jeremy tomó su decisión al verle levantarse de la silla para acercarse a al foto. Por lo visto Michael no había exagerado.

Revisó las notas que tenía sobre la mesa, acerca del anterior Jeremy que había pisado el planeta.- No, tu otro yo vivía en otra ciudad. -Y había cierta diferencia de edad con Adelaide, pero no se lo quería decir para no hacerle pensar en cómo o a qué edad murió en otra vida.

No le hacía falta demasiado para ver que su decisión estaba tomada, aunque no se atreviera a decirlo. No había más que ver la forma en que seguía buscando con la mirada la foto. Se reclinó en su asiento y le miró, tamborileando ligeramente son el boli.- No te negaré que es una opción interesante, ver a una persona de tu presente te puede dar cierta seguridad. Sin embargo, por lo que dijo mi hermano, Adelaide es alguien con quien ni siquiera hablas, sería contraproducente si pasara lo mismo solo porque su aspecto es semejante. Ya que aún no sabemos si también lo son en personalidad. -Recordó. Esa chica podía ser totalmente opuesta a la que había conocido, o exactamente igual, no había forma de saberlo solo por una foto.- No puedo decidir por ti en esto y ... si quieres intentarlo y no funciona puedo prepararte una época distinta, pero no soy yo el que va a viajar. -Quería dejarle las opciones abiertas, aunque intuyera cuál sería la decisión final y esperase que saliera bien. Pero su trabajo no era marcarle el camino paso a paso, sino darle las herramientas que le ayudaran.

Lo de que su otro yo viviera en otra ciudad era, ciertamente, un alivio: no quería encontrarse consigo mismo. O peor, con una versión de sí mismo más guay (que no era muy difícil, por raro que se le hiciera imaginarse a sí mismo "guay") que le hiciera sentir más insignificante todavía. O peor aún... Con una versión de sí mismo más pardillo de lo que ya era en esta vida, que le dejara claro que ese iba a ser su destino en todas las vidas existentes.

Eso sí, la posibilidad de encontrarse consigo mismo, como excusa, era bastante buena para no viajar a la misma época que la anterior Adelaide. Al desaparecer la excusa... Pues eso, ¿cuál le quedaba? ¿Que le daba vergüenza? Ya, eso era precisamente lo que querían solucionar, ¿no? ¿Acaso no estaba por eso allí? ¿Porque llevaba media vida persiguiendo a una chica con la que le daba vergüenza hablar?

Lo que Aaron le dijo le dejó pensando: ver a alguien de su presente sería hacer un experimento muy fiable de cara a reproducir lo aprendido cuando volviera, al menos esa era la premisa en su cabeza. Pero si ese alguien era Adelaide, una persona cuya mera presencia cerca le dejaba totalmente congelado... Se arriesgaba a viajar otra época para verse igual de congelado a sí mismo, solo que con otra ropa.

Pero de nuevo atacó el pensamiento: ¿y no era ese el objetivo? Se mesó la barbilla, pensativo. Una suposición: yo, Jeremy, ya he fracasado con la Adelaide de esta vida. O al menos sus intentos previos habían fracasado todos. Si también fracaso con la Adelaide anterior... ¿Podría seguir probando con anteriores versiones de Adelaide? Nada más decirlo le sonó a estupidez como una casa. Perdona, perdona, no he dicho nada. Se excusó de momento, haciendo gestos con las manos. ¡Era una máquina del tiempo real, cedida por la universidad, no su máquina personal de ligues! ¿En qué andaba pensando? ¿Y en cuántos contextos quería comprobar lo idiota que era con esa chica? Desde luego como suicidio a cámara lenta era una buena táctica. Si fracaso con la Adelaide anterior pues... Daré por hecho que no es para mí y ya está. Se encogió de hombros. Era frustrante y doloroso, pero... ¿Acaso no empezaba ya a llegar a esa conclusión?

De hecho, sí. De hecho ya estaba a punto de tirar la toalla, de dar por sentado que Adelaide nunca sería su chica, sería la chica de cualquiera antes que de él. Y eso era una mierda. ¿Pero qué iba a hacer? ¿Pasarse toda la vida persiguiendo en su imaginación a alguien mientras en la vida real no se atrevía ni a mirarla siquiera? Obvio que tenía que dar por sentado que ya tenía el "no" en esa empresa. Pero... Si ya tenía el no... ¿Qué perdía por intentarlo?

Vale. Quiero esa época. Dijo tras un rato de divagación. Y al decirlo se notó la respiración algo acelerada, nervioso. Tomó mucho aire y lo soltó poco a poco. Y luego miró a Aaron... Y bajó las cejas algo entristecido. La voy a cagar, ¿verdad? Bajó la cabeza y negó. Si la lío estrepitosamente a lo mejor eso explicaría que en esta vida no me pueda ni ver...