Turno de Jay. Cuando este lance los dados, se publicará el siguiente post de masterización con el mensaje del tablero

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

El camino de vuelta al garaje se le había hecho más largo que la vida con su ex marido y mira que era decir. Jay se había dedicado a cerrar algunas puertas, tal vez con suerte si ese bicho seguía por ahí podría quedar encerrado, aunque con el tamaño de esa cosa no sabía ni qué pensar. De nuevo esas escaleras que parecían sacadas de una película de fantasía. Evitar las plantas, miedo en cada rincón y sin saber qué era esa sombra que los niños habían escuchado, sentía que le quemaba la garganta de aguantarse las ganas de llorar, el miedo y los nervios.

Cuando al fin entraron al garaje se acercó con paso apurado hacia los menores y dejó caer en el suelo todo lo que llevaba en las manos, el cuchillo, el bate, el waklie...ya ni sabía lo que cargaba, todo acabó en el suelo, ella simplemente agarró a los menores, a uno con cada brazo y los atrapó contra su cuerpo. Sinceramente lo incómodos que pudieran sentirse en ese momento le daba totalmente igual, incluso si Jazz la odiaba pasaba a un segundo plano. Era una madre preocupada, le daba igual que ese cachorro no hubiera salido de ella. Se apartó por un segundo para mirarlos, acariciando el pelo de su hijo como si llevara meses sin verle aunque hubiera sido un momento.

— Estáis bien, sí. Vale. Estáis bien.— tomó aire, tratando de mantener la calma y asintiendo — No hemos visto nada ahí fuera, lo que sea que hayáis escuchado debe haberse ido, estad tranquilos, ya estamos aquí. — forzó una sonrisa, de esas que pretenden dar calma pero casi ponen más nervioso que antes. Aún así se apartó, poniendo lo mejor de su parte y mostrándoles lo que habían traído. Ella en seguida tomó el cuchillo de vuelta — Os hemos traído algunas cosas para que no tengáis las manos vacías, solo por si tenéis que defenderos, ¿de acuerdo?

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

Le pareció buena idea cerrar puertas, no creía que eso se pudiese interponer entre ellos y el Gorila, pues a pesar de que eran de madera buena podría echarlas abajo fácilmente, pero si aparecía cualquier otra cosa en la casa, como serpientes, o monitos que no tenían nada de adorables, podrían contenerlos.

Cuando por fin llegaron al garaje suspiró de puro alivio y cerró la puerta tras de sí, aquella vez no puso la estantería para taparla, pues les costaría demasiado volver a quitarla si en algún momento tenían que salir del garaje corriendo, por lo que la atrancó con el hacha y luego se acercó hasta su familia.

Dejó que Lizz tuviese sus momentos con los niños mientras acariciaba de forma suave su espalda, haciendo círculos en ella para darle un poco de calma y en cuanto se separó fue él quién estrujó a los pequeños en un abrazo de oso atrayendo a Lizz con un abrazo para que también se pudiese unir, estaban bien los cuatro, su familia, porque sí, ya consideraba a Scott y Lizz parte de ella, iba a salir de aquello sanos y salvo.

—Nos teníais preocupados, los walkies han fallado, nos salía que lo teníais apagado y luego el nuestro se ha quedado sin pilas— se sentó a un lado de la manta mientras veía como Lizz les mostraba los ojos y se contuvo de añadir nada más, los niños ya sabían que aquello no eran juguetes que podían usar a la ligera y estaba seguro de que serían responsables a la hora de usarlos.

Apoyó la cabeza en la pared pensando en como actuar a partir de ahora, intentando formar un plan en su cabeza, cuando se acordó del móvil que habían cogido —Lizz, el móvil— la policía parecía haber ignorado la primera llamada, pero no era lo mismo que se tomasen a broma que les hablasen de serpientes, plantas carnívoras o gorilas, a que les dijesen que había un loco con una escopeta intentando dispararles —podemos llamar a la policía de nuevo— y rezad para que esta vez sí acudan, pensó para sí mismo.

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Al final, la espera era dura, pero al menos no estaba sola. El walkie no había funcionado pero no había hecho falta salir... mientras decidían qué hacer, la puerta se abrió. Al principio se le encogió el pecho e incluso soltó un suspiro demasiado alto, de cuando te asustas, acompañándolo de un bote en el suelo hasta que se percató de que eran ellos.

Iba a sonreír, a llamar a su padre, a levantarse para abrazarlo... Pero alguien se le adelantó. Aquello la sorprendió, ciertamente...
Lizz les estaba abrazando, no solo a su hijo si no que a ella también, casi desesperada y tan asustada que la angustió un poco.
Intentó mirar a Scott, intercambiar alguna mirada de esas de:"algo tiene que estar muy jodido para que vuelva así", pero no pudo, su cara estaba aplastada contra el pecho de la mujer...

Y cuando pensó que podría respirar... Fue el turno de su padre, que no hizo menos. Les abrazó a ambos, incluyendo también a Lizz en aquello. Había pasado mucho miedo y tenía ganas de verles... ¿Cómo podían estropear eso con ese tipo de abrazos tan agobiantes?

—Creo que Scott y yo preferimos seguir respirando...—Y no era que pudiera hablar por el nombre del chico pero... De verdad, esos abrazos familiares... como que no venían a cuento. Pero tampoco dijo nada más, se quedó en el suelo, frotando un poco su brazo y mirando a su padre pedir el teléfono. La policía no había ido... ¡Y ya hacía un montón que habían llamado?
Aunque en realidad, si tenían que seguir jugando... ¿Servía llamara a la policía? Porque... si iban a llamar cada vez que salieran cosas.

—¿Qué vamos a hacer?—Preguntó entonces.—¿Acabaremos la partida?—Preguntó sujetando el bate de baseball. Era buena con eso. Golpeando bolas, claro, pero... en fin, la mecánica sería la misma solo había que cambiar objetivo.—Si vamos a seguir jugando y van a aparecer cosas en cada tirada... quizá no podamos estar llamando a la policía cada vez, básicamente porque no nos van a creer...

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Que los niños se quejaran por los abrazos no le importó mucho, ella estaba bastante nerviosa porque como adulta era responsable y  nada de aquello tenía ningún maldito sentido, además que de repente dijeran que habían esucuchado cosas solo le había hecho pensar que podrían haber estado en peligro o que el tipo del arma había vuelto y llegaban tarde, en fin pensamientos que mejor dejar de lado, ya estaban ahí. Ahora solo tocaba pensar en seguir adelante. Sacó el teléfono cuando se lo dijo Jay y lo puso en medio, apretando un poco los labios. No pudo evitar dejar escapar un suspiro y negar con la cabeza, la verdad es que si no habían aparecido ya sus esperanzas de que lo hicieran eran bastante escasas y no quería mentir solo para que se sintieran mejor.

— Cuando llamé les dije que habían entrado ladrones en casa, que habías ido a cerrar las puertas y estábamos en la cocina aislados. No es como que pudieran ignorar la llamada de una mujer adulta a la que le han entrado ladrones en casa, si no estána aquí a estas alturas...— se pasó la lengua por los labios en un gesto nervioso, no quería quitar las esperanzas de recibir ayuda externa pero tampoco estar ahí soñando con que alguien iba a venir a rescatarles mientras las cosas a su alrededor solo ocurrían — Si la mejor manera de acabar con todo esto es terminar este maldito juego tal vez lo mejor es seguir, hacerlo lo más rápido posible y ya. — sus ojos se clavaron en Jay, como había dicho Scott era su turno así que estaba en sus manos decidir si lo veía correcto. Ella de todas formas había dejado el teléfono frente a todos, si alguien quería volver a intentarlo estaba en todo su derecho pero también ellos tenían razón, ¿qué sentido tenía estar llamando con cada nueva cosa? La policía no había acudido ante unos supuestos ladrones que Lizz se había invantado, ¿acaso lo harían con gorilas, monos, serpientes o flores carnívoras? No tenía pinta.

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

No pudo evitar soltar una carcajada nerviosa al escuchar a su hija quejarse de los abrazos, porque en serio, adolescentes, hasta en aquellos momentos les incomodaban los gestos de afecto, pero no podía evitarlo, había tenido tanto miedo porque les pasase algo que ahora tenía que mostrar su cariño por ellos de alguna manera, así que no se cortó a la hora de revolverles un poco el pelo y darles un beso, antes de separarse del todo —os vais a librar de los abrazos, solo por ahora— amenazó divertido.

Pero se esfumó de un plumazo al escuchar a Lizz, si la policía había rechazado una llamada como esa es que no iban a venir, ¿sería parte del juego? ¿impedía de alguna manera que alguien pudiese acudir a su rescate? Tragó saliva porque la idea era agobiante, saber que estaban solos ante cualquier cosa que saliese de ese maldito tablero. Miró a Lizz con pánico y asintió con la cabeza, si se dejaban llevar por el miedo eso pondría demasiado nerviosos a los niños, así que ellos tenían que mantenerse fuertes —no pasa nada, nos tenemos los unos a los otros, así que todo saldrá bien— aseguró.

Se acercó hasta el tablero y agarró los dados, haciéndolos girar pensativo, no tenían muchas opciones y quizás su familia tenía razón, cuanto más rápido acabasen esa dichosa partida, antes acabaría todo o al menos así esperaba que fuese —está bien— suspiró —solo espero que esta vez nos salgan gatitos adorables— medio bromeó para quitar hierro al asunto, pero no, los ánimos no estaban para eso, así que cerró los ojos y lanzó los dados al tablero, abriéndolos cuando dejaron de rodar, la suerte estaba echada.

Miró hacia la dichosa esfera donde iban apareciendo los acertijos y narró con voz queda —de su tamaño no debes burlarte, la marabunta podría aplastarte— frunció el ceño, la verdad es que el juego podría ser un poco más claro, al menos para que pudiesen estar preparado para lo que se les venía encima, porque él no entendía nada —¿alguna idea?— preguntó al resto.

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A Jazz no la tranquilizó mucho eso de saber que se tenían los unos a los otros. Que si, ayudaba. Que vale, podía reconocer que se habría muerto de miedo—lo había hecho casi—y se hubiera quedado paralizada en el pasillo si Scott no la hubiera ayudado, así que la compañía podía ser útil y desde luego estar solo habría sido lo peor, pero solo con eso no iban a sobrevivir a esas cosas. Porque intentó pensar en un videojuego, los más fáciles salían primero... ¿Qué estaría por salir?

Al parecer, la decisión era seguir jugando, ni si quiera iban a esperar a que pasara el día o algo así... con suerte, con mucha suerte, acabaran la partida antes de la cena...
Tal vez el truco era tirar los dados tan deprisa que no les diera tiempo a salir nada, al fin y al cabo tardaban un poco, aunque no sabía cuánto.

Y miró a su padre cuando se decidió a tirar... ¿Era posible que salieran gatitos adorables? Ojalá... Esos podrían quedárselos, siempre quiso tener alguna mascota... Pensar en ese tipo de cosas era solo fruto de los nervios mientras veía los dados moverse.
Cuando se detuvieron y se movió la ficha, sintió un miedo aterrador antes ni si quiera de leer el mensaje...
Abrió los ojos como platos cuando lo leyó, levantándose de golpe.

Miró entonces a Scott por inercia y luego de vuelta a su padre.—¿Alguna idea? Hormigas... ¡Son hormigas!—Y giró sobre si misma, pasando su mano por sus labios. Recordaba esa maldita película, Cuando ruge la marabunta, todavía tenía pesadillas con ello.—En la película... Arrasaban con todo... ¡Con todo!—Dijo casi histérica, recordando como los actores se quedaban entre los bichos intentando apartarlos y antes de poder correr ya se los habían comido. ¡¿Es que ninguno la había visto?!

—Necesitamos agua... ¡O fuego!—¡¿Y de dónde iban a sacar tanta agua?! Corrió a su padre para tirar de su camisa.—¡Necesitamos mucha agua!

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Finalmente Jay había tomado la decisión de tirar los dados y no pudo más que apretar los dientes, nerviosa y esperando ver con qué les salía ese estúpido juego. Cuando leyeron el mensaje frunció un poco el ceño, mirándolos mientras trataban de analizarlo. Pero Jazz fue más rápida, tanto para entenderlo como para entrar en una maldita crisis existencial. Sacudió la cabeza y se puso en pie.

— ¡Calma, calma! Que nos pongamos histéricos no va a servir de nada. — como si ella no estuviera que se la llevaban los demonios, pero algo tenía que hacer para intentra mantener un poco el control. Si tenían que enfrentarse a hormigas lo del agua y el fuego sonaba bien pero estaban en un espacio cerrado, era una locura, incluso si conseguían insecticida era casi como suicidarse por intoxicación. Por suerte o por desgracia - y se decantaba más por lo segundo - no tuvo mucho más tiempo que invertir en sus pensamientos porque aquellas asquerosas cosas empezaron a cubrir todo como si fuera un maldito telón. Sus ojos se abrieron como platos. Ni fuego ni hostias, allí había que salir por patas. Esta vez ella misma cerró el juego de golpe y lo agarró, también el cuchillo, metiéndose el teléfono en el bolsillo del pantalón — ¡¡Coged las cosas y a correr, vamos!! — gritó, porque ni de coña se iban a quedar ahí encerrados con todo eso rodeándoles — ¡Tenemos que ir al jardín, afuera, a la calle, sitio abierto, ahora, venga!

No tenía ni idea de si esos bichos mordían o eran alguna cosa extraña de la selva fantasiosa del demonio de la que salían las plantas carnívoras de las chimeneas y se acabarían metiendo bajo la piel para dejar huevos, pero vamos su mente ya tenía imágenes demasiado terroríficas como para ponerse a pensar más, solo quería sacar a su familia de allí y lo más rápido posible. No había lugar a otras alternativas, de los pelos los sacaba si era necesario.

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

Le estaba desesperando que nadie le hiciera caso. No era una cuestión de relajarse... ¿¡Cómo podían estar relajados?! Porque Jazz tenía asumido que ese juego funcionaba, que las cosas que salían tenían que ver con el mensaje, y que ese mensaje era demasiado claro como para dudas y estaban haciendo el tonto perdiendo un tiempo precioso... ¡Y solo le decían que no se pusiera histérica! Vale, que eso no ayudaba... Pero lo contrario tampoco.

Miró a Scott cuando dijo lo de el insecticida, a menos que tuvieran cantidades industriales, dudaba que sirviera. Pero lo de la manguera no era mala idea... Tal vez si iban al jardín, la manguera tenía bastante fuerza y...
Podían pedirle que no se pusiera histérica, pero el grito que soltó debieron escucharlo por todo el país. Eran esas cosas, esa hormigas que no podías verla como una sola, era una maldita manta, bajando por techo, cubriéndolo todo de un nuevo color...
Y al dar un paso atrás... El coche también se estaba cubriendo. Soltó otro grito antes de escuchar a Lizz que recogieran las cosas.

Lo cierto era que se había quedado paralizada, quería salir corriendo pero aquello no servía en la película.—¡La manguera del jardín!—Consiguió decir, tenía bastante presión, tal vez... funcionara. Fueron microsegundos lo que los demás tardaron en recoger lo básico y salir corriendo de allí, olvidándose del loco de la escopeta, de las serpientes, de las flores y de los gorilas. Jazz corrió por la puerta que daba a la casa, que era la única que no estaba plagada de hormigas, y cruzó el salón hacia la parte trasera del jardín lo más rápido que pudo, mirando hacia atrás para asegurarse de que su padre, Lizz y Scott la seguían.

—¡Papá! La manguera! ¡La manguera!—Ella corrió para darle al agua, esperaba que su padre sujetara la manguera y enfocara a esas cosas. ¡Pero no iba a ser suficiente!
En cuanto le dio al agua corrió para abrazarse a su padre.—Y... ¿Y el aparato de apartar las hojas?—Eso era viento, con bastante potencia. No estaba en el garaje, debía estar por el jardín...
Negó con la cabeza. El miedo no la dejaba pensar.—¡Necesitamos más agua!

Ronda 2 | Turno de Jayden | jardín | 18:00

Al escuchar a su hija frunció el ceño y enseguida le vino el recuerdo, cierto, la había pillado viendo esa película cuando aún era demasiado pequeña como para entender que aquello se trataba de ficción y efectos especiales, la pobre había tenido pesadillas durante años, no era capaz ni de matar a una simple hormiguita cuando la veía en el jardín y siempre se alejaba de ellas —Jazz cariño, tranquila, aquello era solo una película ¿vale? No va a ocurrir— pero tuvo que callarse a mitad de la frase, porque antes de que pudiese acabarla ahí estaban, llenando todo su garaje, como si en realidad siempre hubiesen estado allí, como si fuesen dueñas de aquel lugar, cubriéndolo absolutamente todo, su coche, las paredes, el suelo.

Tragó saliva, ya no había dudas, si es que aún habían seguido teniéndolas, aquello era cosa del juego y era mucho peor que cualquier película que hubiesen podido ver por la tele, porque aquello estaba ocurriendo y era real.

Antes de salir corriendo junto a todos abrió la puerta del garaje con el mando, sinceramente, las prefería fuera que dentro, su principal preocupación era su familia.

—Jazz, no podemos llegar con la manguera hasta el garaje— era imposible, por muy larga que esta fuese, no podía cruzar la casa entera desde el jardín trasero al garaje, por lo que apagó el grifo intentando pensar durante unos segundos, el aparato de las hojas tampoco lo veía factible, era demasiado pequeño para poder hacerle algo a esas hormigas.

La única opción era la manguera del porche, era más corta, pues el jardín era más pequeño, pero al menos estaba más cerca del garaje y podría apuntar directamente hacia allí.

—Vamos a la parte delantera, no nos separemos ¿vale? Vigilad todo el rato vuestras espaldas— no se fiaba de que el loco de la escopeta no siguiese por allí acechándolos.

En cuanto llegó al porche encendió el agua, por suerte la salida del garaje acababa en rampa y eso le facilitaría el sacar a las hormigas de allí —alejaos de la salida— agarró la manguera y pegado a la pared exterior de la casa apuntó directamente hacia el garaje.

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

Detestaba el caos y en un momento eso fue todo lo que había. Un montón de hormigas en el garaje, ellos huyendo, Jazz dando ideas, Jay rechazando unas y dando otras. Ella y su hijo trataban de seguirles el paso como podían en cierto modo notándose que a fin de cuentas esa no era su casa aún. Antes de darse cuenta estaban esperando a que aquella ola de patas y cabezas decidiera ir a por ellos mientras que a ella no dejaba de bullirle el cerebro, después de todo la niña había dado alguna buena idea, el agua y el viento. Una manguera no era tan potente si era así de jardín, podía tener cierta fuerza pero seguía siendo algo para regar plantas o como mucho lavar el coche, no para matar hormigas asesinas.

— Jay, tenemos que encontrar el soplador de hojas, tu hija tiene razón. No sé, igual si lo utilizamos junto con el agua podemos hacer que salga más fuerte. Ya sabes, apuntamos hacia ellas con las dos cosas a la vez, igual funciona. — lo miró apretando los labios y quitándole la manguera de las manos. Había dejado las cosas en el suelo en el lugar en el que habían decidido quedarse — Pero tienes que buscarlo tú, no me conozco dónde guardas las cosas. No me moveré de aquí, me quedo con los niños, solo date prisa.

De momento era lo mejor que se le ocurría. No sabía si Jazz o su hijo se pondrían a protestar porque querrían ir con él o lo que fuera, sinceramente si eso querían que hiciera como prefiriesen, lo importante allí es que se dieran prisa en traer el soplador para que pudieran estar preparados en el momento que esas cosas comenzaran a atosigarles y dudaba que tuvieran mucho más tiempo que perder.

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

—¿¡QUÉ?!—Gritó histérica en cuanto su padre le habló como si tuviera que calmarse por una pesadilla y fue a apagar el agua. La manguera no era para ir a por las hormigas, era para tratar de ahuyentarlas si les perseguían, no para ir a buscarlas...—¿Qué? ¡No, no!—Pero ya estaban en marcha, y Jazz esperó unos segundos. ¡Estaban locos! ¿Pero cómo querían ir a por todas esas hormigas de golpe con una manguera? Y en en la entrada, donde estaba el tipo de la escopeta. Igual podía pedirle que le pegara un tiro y la librara de morir devorada por hormigas.

Acabó siguiéndoles, porque la idea de quedarse rezagada tampoco era nada tentadora, llegando y alucinando.—Son demasiadas, no vamos a poder acabar con las que había en el garaje con eso, ni con la sopladora, ¡era para ahuyentarlas si nos seguían!—Pero nadie parecía hacerla caso. Puso los ojos en blanco. Que sí, tenía un pánico irracional a esas cosas, pero ya habían visto lo que eran, no venían ni una ni dos, y se lo comían todo. ¿Podía estar en pánico? Si. ¿Por qué el resto no? ¡No lo sabía!

Fue a por el único que iba a escucharla, porque aquello le parecía un suicidio.—Tenemos que alejarnos de las hormigas, no las vamos a parar con solo eso si salen todas a la vez. —Lo único que tenían bueno era que si había serpientes, plantas, o cualquier cosa viva en esa casa, podían despedirse de ello. ¿Pero es que nadie veía películas? Y ahora Lizz estaba allí con la manguera, que si, tenía el... coso ese para que saliera a super presión, pero si les rodeaban, como había pasado en el garaje, no iba a tener tiempo de ir echándolas a todas. Y no servía apartarlas con un manotazo.

—Nos van a comer y a ella la primera.—Y si, lo decía bastante nerviosa, porque era la que estaba allí aguantando la manguera.—¡Eso si no nos vuelan la cabeza antes!—Aunque al menos ese tipo no parecía estar por allí... Y entonces pensó en el riachuelo. Estaba cerca, junto a la casa... Pero si las hormigas no se lanzaban allí no tendría mucho sentido.
Al final corrió para tirar de la camisa de Lizz.—¡Tenemos que irnos! Con todas las que había en el garaje a la vez esa manguera no va a hacer nada!

Ronda 2 | Turno de Jayden | jardín | 18:00

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

Demasiadas, aquello no funcionaba, no había agua suficiente para acabar con todas ellas porque no dejaban de salir, era imposible.

Dejó que Lizz agarrase la manguera, pero no dio ni cinco pasos cuando se dio cuenta de que el soplador de hojas tampoco iba a hacer nada, ni siquiera juntando ambas cosas creía que pudiesen acabar con la marabunta.

Suspiró y se giró de nuevo mirando hacia el mismo lado que su hija, claro, el riachuelo, si conseguían cruzarlo y cortar el pequeño puentecito las hormigas no podrían perseguirlos y con un poco de suerte el loco con la escopeta tampoco se atrevería a cruzar por el agua.

—Jazz tiene razón— apoyó la mano en su hombro y le dio un apretón suave —no podemos seguir aquí, las plantas, las hormigas, ese tío chalado, ni siquiera sabemos si el gorila está muerto o si puede volver a perseguirnos en cualquier momento, tenemos que salir de aquí y buscar ayuda— agarró el hacha y después de apagar el agua miró su casa con melancolía, esperaba que no fuese la última vez que la veía sin estar derrumbada.

—Hay un riachuelo aquí al lado, solo tardaremos unos minutos en llegar, cruzaremos al otro lado y las hormigas no podrán seguirnos o se ahogarán, tenemos que darnos prisa— murmuró viendo como todas esas hormigas se dirigían hacia ellos con rapidez —desde allí hasta la próxima casa solo hay diez minutos, podemos llamar a emergencias o pensar alguna solución plausible— conocía a la mujer que vivía allí, era una entrañable anciana que les llevaba de vez en cuando pasteles que hacía ella misma, no dudaría en darles cobijo.

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

Jazz tirando de su camisa, Jay con la mano en el hombro, su  hijo de su brazo...si no le había explotado la cabeza en ese momento era porque había algún Dios en el cielo. Dejó caer la manguera y cerró los ojos, un segundo nada más porque no es como que pudiera tomarse ahí un rato para meditar ni mucho menos, solo estaba asimilando las palabras de todos y terminó por asentir, agachándose también para recoger las cosas que ella misma había estado cargando hasta el momento.

— Venga. — fue todo lo que pudo aportar antes de echarse a caminar, no tenía ni idea de la profundidad de ese río, si las puñeteras hormigas eran algo así como el propio río - un torrente que no tiene fin - o si eran un número limitado porque a esas alturas ya no sabía qué creer en absoluto. Si no se había tirado al suelo a pegar cuatro gritos era porque estaba con los críos. Ella solo las habría dejado ahí encerradas y a tomar viento. Pero bueno, a ver qué pasaba ahora — Supongo que si son tus vecinos puedes decirles que nos han atacado unos ladrones o algo así, no es que haya ido muy bien con la policía cuando llamé pero cara a cara y viendo los nervios que tenemos seguramente sea bastante creíble. — mucho más que la realidad lo sería, sin duda, y nadie con un poco de corazón dejaría en la calle a una familia que acababa de sufrir el ataque de unos desconocidos.

Iban casi a las carras, si no iba más rápido era porque tenían que cargar con el puñetero juego y las armas y eso de correr por ahí con un cuchillo y un hacha no parecía lo más sensato del universo, pero vamos poco les debía faltar para ir echando humo detrás. Ahora era ver si al cruzar el río esas cosas les dejarían en paz, porque además si no recordaba mal Jay aún debía tirar los dados otra vez.

— Sinceramente espero que esas cabronas no sepan nadar. — casi gruñó, cuando llegaron al agua — Perdón. — se disculpó en seguida por la palabrota, porque claro, los niños y eso — Venga, aún dijiste que nos quedan otros diez minutos, ¿no?

Ronda 2 | Turno de Jayden | Garaje | 17:30

¿Era la única que estaba viendo a las hormigas salir del garaje? Si querían seguir debatiendo sobre qué hacer o dónde ir, no se iba a quedar para averiguarlo.

—¡Corred!—Fue todo lo que dijo. Que si, que nunca había visto un documental real sobre marabunta para saber si en la película exageraban, pero no pensaba quedarse a averiguarlo. Adelantó a Scott con paso apretado, girándose para comprobar que todos la siguieran.—¡Corred! ¡Corred!—Volvió a añadir. Nunca había corrido tan rápido, al menos no en el bosque. Esperaba no caerse, porque tampoco era el sumum de la agilidad.—¡No os caigáis!—Como se cayeran no tendrían tiempo para levantarse...
¡Eran los primeros a los que se comían!

—No podemos ir a casa de los vecinos, ¡es una anciana!—Lo cual le hizo pensar si aquello iba a salir de la casa, si ahora había mambas negras o flores carnívoras por toda la ciudad... ¡o por el bosque!

Suspiró aliviada cuando vio el agua, y no dudó en tirarse dentro, y avanzar en el riachuelo.—¡Meteos más!—Porque con tantas, las primeras conseguirían flotar... Si era que se lanzaban al agua. Si no lo hacían... ¡No iban a poder volver nunca la casa!
Todo el cuerpo le picaba, empezó a sacudirse y a bailotear, por si a caso le había caído alguna encima. ¡Y el agua estaba helada!

No dudó en gritar, incluso se sentó en el río dejando que se le mojara el pelo para asegurarse de que no quedara ninguna, y al salir algunas si que se habían ido flotando. —¡Ahh!—Volvió a decir temblando por si quedaba alguna encima de ella. ¡Lo peor del mundo!

Ronda 2 | Turno de Jayden | jardín | 18:00