En cuanto Scott estuvo asegurado en el árbol, tiró de la mano de Jazz para ayudarla a subir también, mirando después a su madre. Pero a medio camino se dieron cuenta de que las arenas habían cogido, precisamente a quien había tirado los dados y ella tuvo que tirarse a rescatar a Jay, cogiendo el bate y sacándole de allí no sabía con qué fuerza. Pero su madre ya había probado que por defenderles era capaz de cualquier cosa.

En lo que no habían caído, era en que el juego también podría perderse en las arenas, ¿se estaba atacando a sí mismo? ¿por qué? Jazz fue la primera en darse cuenta e hizo lo que la pidió, sujetándola del brazo para que no se cayera en aquella cosa y pudiera coger el tablero.
No estaba seguro de cuándo había llegado Jay hasta ellos, pero le ayudó a sujetar a Jazz para que no se pudiera caer hasta que consiguió cogerlo de nuevo. Tiraron de ella para volver a estabilizarla y decidieron alejarse de la zona.

- ¿Estás bien? -Le preguntó a la chica, entre que estaba empapada y lo de la arena, no estaba seguro de qué podría responder. Después le pidió el juego con un gesto, mientras le pasaba la sartén.- Creo que deberíamos parar un momento. Por lo que ha dicho Jay antes, igual aquí en medio podemos librarnos con algo de facilidad de lo que quiera que venga... y sin molestar mucho a esa señora. -A la que no conocía de nada.

Y antes de que pudieran decirle nada, había abierto el tablero y contado las casillas que le quedaban para llegar. Demasiadas todavía, pero... había que seguir tirando para terminar.

Así que en un impulso propio de un adolescente que está algo harto de seguir huyendo y deseando terminar con aquel asunto, Scott había tirado los dados y visto a su elefante moverse por el tablero, no estaba muy lejos de la meta. Tardó en calcular cuántas tiradas eran las mínimas que necesitaba lo que la esfera tardó en mostrar el mensaje.

- La paz del silencio no des por hecho, el rey siempre está al acecho. -Un escalofrío le recorrió el cuerpo.- Tenemos que correr y buscar refugio, ¡ya! -Porque se imaginaba qué podía ser aquello del "rey" en una jungla y... no, no era el tipo de gatitos que había mencionado Jay antes.

Ronda 2 | Turno de Scott | Río cercano | 18:00

Esperó lo justo a ver que le hacían caso para empezar a correr en la dirección en que se suponía que estaba la casa de aquella vecina. Pero no tardaron mucho en tener que pararse en seco cuando algo enorme se paró delante de ellos.
Scott tardó quizá un poco más de la cuenta en reconocer que era un león y que le miraba fijamente. Claro, el rey de la selva... y él había tirado los dados.

Escuchó los murmullos de Jazz y Jay, pero él no era capaz de dejar de mirar al enorme felino frente a él. Quedarse quietos podría funcionar, pero solo hasta que se cansara y decidiera atacar. No creía que se fuera a echar la siesta pensando que no se moverían.

Con las manos se podía tocar los bolsillos y reconocer las llaves inglesas a través de la tela del pantalón.- Si hacemos ruido podría confundirse. -Dijo entre dientes, porque no se atrevía ni a mover mucho la boca. No estaba seguro de que se asustara.- Igual hasta llevarlo a... ¿las arenas movedizas? -Dudó, si se quedaba ahí atrapado no podría hacerles nada.

La otra opción que se le ocurría era hacer él de cebo y no le gustaba mucho, la verdad, porque no sabría hacia dónde correr y ni en sueños era tan rápido como un león.

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Su madre le agarró el brazo con fuerza, pero no se quejó, solo vio cómo le defendía y no le gustó, quería hacerlo él. Y como estuvo de acuerdo en su idea de las arenas, se fue echando hacia atrás siendo casi empujado a hacerlo. Pero quizá iban demasiado despacio, no lo sabía.
Aunque al menos, estando juntos sí parecían más grandes.

Iba a sacar las llaves inglesas de los bolsillos y pasarle una a Jazz para que pudiera hacer ruido con la sartén. Su madre y él quizá podrían improvisar con el cuchillo. Pero entonces se escuchó un disparo y el chico dio un bote en el suelo buscando la dirección de la que había venido, temiendo que se tratara del cazador.
Han aparecido un par de policías allí cerca, no sabía cómo o por qué pero daba gracias de que estuvieran espantando a la maldita bestia.

Claro que una vez que el león ha desaparecido y pueden respirar tranquilos, parece que los dos hombres quieren explicaciones. Eso igual es más difícil de contar. Lo que no esperaba y dudaba que los policías lo hicieran, era que Jay se abrazara a uno de ellos. Viendo cómo el otro le apuntaba, no le había parecido la mejor idea.
Mientras él le contaba lo del hombre de la escopeta, Scott tiró del juego, que su madre llevaba, para indicarle de forma silenciosa que lo escondiera a su espalda, igual con el cuchillo también... Porque si un loco os ha asustado, coger un juego de mesa no parecía lo más normal.

Al parecer, habían escuchado hablar del cazador, así que no era tan extraño que se hubieran asustado. Bien. Pero si le conocían o no... Miró a los demás un momento, antes de adelantarse un poco.- Nosotros no. No sabemos quién es. -Respondió.- Pero cuando apareció en la casa iba diciendo su nombre y amenazándola. -Miró un momento a Jazz.- Podría ser algún tipo de acosador o perturbado, y estar obsesionado con Jazz... -Eso se veía en las películas y series policiacas, donde normalmente las chicas ya aparecían muertas. Así que para ser una mentira a medias era bastante creíble.

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