Marshmallow a veces se ponía un poco inquieto y gustaba de pasear, además era un poco como el dueño, tampoco le gustaba mucho pasarse el día entero encerrado en su sala común si no tenía mucho que hacer. No tenía deberes, no tenía nada que experimentar y en general era una de esas tardes aburridas, que no solían ser muchas en Hogwarts si te cargaban de deberes, pero alguna caía.

Así que ahí estaba, paseando por los pasillos del enorme castillo con su conejo brincando a su lado mientras chupeteaba un palito que iba cambiando de color cada cierto tiempo, un dulce bastante rico. Llevaba una mano en el bolsillo de los pantalones, ya que al ser fin de semana no necesitaba ir con el uniforme y caminaba de forma tranquila, sin dar mucha importancia a su alrededor hasta que algo en un aula llamó su atención. Fue entonces cuando se paró en seco, como si le hubieran clavado en el suelo.

Era el aula de música y allí estaban esos dos malditos Hufflepuff, en el banco del piano. De frente pudo ver parte del rostro y el pelo de Cohen, lo reconocía perfectamente aunque solo hubieran hablado algunas veces en diferentes reuniones de grupo o de coincidir en clase y el que estaba de espaldas...en fin, reconocería esa espalda, ese pelo y esos pies estúpidos que no dejaban de moverse en cualquier parte, ¡ni siquiera en un momento así! Se había quedado con el dulce entre los labios mientras los de aquellos dos chicos estaban pegados los del uno al otro y él no podía dejar de preguntarse qué había de fantástico en aquello. Además de el hecho del contacto en si era lo de que eran dos malditos chicos. A su familia le daría un soponcio si vieran aquello.

Si hubiera estado más pendiente de su entorno en general y de su mascota en particular en lugar de cómo se separaban los dos tejones y se miraban con una estúpida sonrisa se habría percatado de que Marshmallow olisqueaba el aire entusiasmado y echaba a correr dentro del aula. Pero para cuando se quiso dar cuenta ya estaba brincando encima del regazo del puñetero Darren para rebuscarle entre la ropa.

— ¡Hey! — el chico se sorprendió pero soltó una pequeña risa ante el ataque del conejo. Nissim se había ocultado de forma automática detrás de la pared para que no le vieran, acordándose de todos los millones de hermanos de su bola peluda porque le acababa de meter en un marrón — ¿Y tú de dónde has salido? ¿Quieres esto, pequeño? — el chico se sacó una bolsita de golosinas del bolsillo, las que hacía especialmente para su propio roedor y solía llevar encima, dándole un par al conejo — ¿Se habrá perdido? — había alzado el rostro de nuevo hacia su amigo. El Slytherin tomó aire profundamente, total de perdidos al río, así que hizo como que acababa de llegar por el pasillo.

— ¿Marshmallow? — echó un vistazo dentro, alzando una ceja — Oh, estás ahí, ¿pero qué haces, conejo travieso? — claro, claro, como que no había visto toda la puñetera situación. Se acercó un poco, solo un poco, mientras veía con desagrado cómo Darren acariciaba a su apreciada mascota, ¿por qué ese chico tenía que tocarlo todo? ¡Hasta a su animal de compañía!

Era difícil saber quién se había acercado primero al otro. A lo mejor había sido uno de esos momentos dónde todo está simplemente dónde tiene que estar y dos personas deciden a la vez que simplemente es el momento. Y lo hacen. Caleb acababa de recibir su primer beso y aunque distara mucho de ser increíble o apasionado, simplemente había sido perfecto. Porque había sido con su mejor amigo. Incluso el hecho de que fuera un chico dejaba de tener importancia si se trataba de Darren.

Cuando se separaron su corazón latía con cierta intensidad, notaba las mejillas acaloradas y los labios húmedos. No pudo evitar lamérselos levemente mientras seguía con los ojos clavados en su compañero igual que tampoco pudo evitar dedicarle una sonrisa al ver que Darren no parecía espantado, si no que más bien se encontraba en un estado parecido al suyo. Tenía... la clase de expresión que tiene alguien que no va a perder la cabeza sólo porque acabas de besarlo. Y eso le tranquilizaba mucho. Y hacía aletear cosas en su estómago. Y quizá y sólo quizá, sentir algo de ganas de volver a inclinarse hacia él.

Pero de pronto apareció un invitado inesperado que no dudó en interrumpir su momento. A Caleb no le habría molestado si se tratara solo del conejo, pero la mascotilla venía con compañía, y sus ojos se clavaron enseguida en Wang en cuanto captó el movimiento de su persona cerca de la puerta.

El calor que sentía en sus mejillas no sólo se incrementó si no que se extendió hasta sus orejas y su mirada se centró en los ojos contrarios en un desesperado intento de averiguar si habría visto algo. No debería importarle pero... tampoco es como que quisiera tener público, no en un momento que era sólo para él y para Darren. Pero la mirada de Wang era tan misteriosa como de costumbre, y leer algo en ella estaba fuera del alcance de sus posibilidades, así que miró hacia sus propias manos, frunciendo levemente el ceño antes de mirar hacia el tal Marshmallow.

- Parece que te ha salido un conejo glotón, Wang.

Era como ver dos tomates con la sorprendente capacidad de hablar. Y eso era...extraño, porque no le gustaba. Aún así sus labios formaron una suave sonrisa que no quedaba muy claro si era socarrona, pero evidentemente no era amable, podía ser solo una respuesta al comentario de Caleb, con él era difícil saber muchas cosas. Darren sin embargo parecía encantado con la presencia del animal, pero tampoco le sorprendía. Coincidía con él en Cuidado de Criaturas Mágicas así que ya sabía de su debilidad por los animales.

— Supongo que no se puede luchar contra el instinto. — se comió su propia golosina y cruzó los brazos sobre el pecho mientras veía a su animal acariciar con el hocico la mano del mestizo. No pudo evitar arrugar un poco la nariz, pero trató de disimular lo antes posible porque no le gustaba que se le notara cuando algo no le hacía especial gracia.

— Es muy mono, tiene un color precioso. Hace juego con tu pelo. — miró al Slytherin con una sonrisa de oreja a oreja a la que él solo respondió arqueando una ceja por aquella tremenda estupidez que si hubiera dicho otro no le habría molestado pero es que cada semana que pasaba, por motivos que no terminaba de comprender, peor le caía ese tejón. Y desde hacía dos minutos como que eso se había incrementado.

— Sí, lo elegí por eso, para que me hiciera juego, es una de mis prioridades cuando elijo algo, que pegue con mi aspecto. — estiró los brazos hacia el animal, con estos hacia arriba — Vamos, Marsy. Deja de gorronear lo que no es tuyo.

— Ah, pero no me importa, de verdad. Las hago par-

— Ya, bueno, pero a mi me gusta educar bien a mi mascota y no que vaya por ahí tocando o comiendo lo que no le pertenece si no se le ha invitado primero, ya sabes...así me evito problemas en el futuro. Si no fueras tú y fuera otro igual le habrían dado un escobazo o lanzado una maldición. — sonrió ligeramente para dar algo de énfasis a sus palabras pero Darren arrugó un poco el rostro, sabía que tenía razón y asintió con suavidad, así que se guardó las golosinas en el bolsillo. El conejo olisqueó unos segundos más antes de saltar en brazos de su dueño, el cual lo recibió y lo abrazó contra su pecho — Lamento haber interrumpido...lo que fuera esto.

Darren era de esas personas que no veían lo malo de la gente ni siquiera si lo tenían delante de las narices con un montón de flechitas parpadeantes señalando en su dirección. Caleb también era un poco así, excepto con los sangre pura. Con esos se ponía alerta sólo por el hecho de que respirasen cerca. Analizaba todas y cada una de sus palabras y sus gestos y pocas eran las veces que su instinto no le decía que debía alejarse. Wang no era una de esas excepciones, y su actitud en ese momento, por muy controlada que la mantuviese, le daba escalofríos. Incluso el tono que usaba para hablar con Darren le erizaba el pelo de la nuca. Caleb se puso serio a pesar de ser incapaz de controlar la rojez en su rostro, e instintivamente se acercó más al otro Hufflepuff, pasándole un brazo tras los hombros y dándole una pequeña caricia en el pelo.

- No he visto a nadie en el colegio darle de escobazos a ninguna mascota. Ni siquiera a las ratas - eso era quizá más propio del mundo muggle y dudaba muchísimo que Wang fuera a dejarse caer por allí, con o sin Marshmallow.- Puedes estar tranquilo, no has interrumpido nada - y si clavó los ojos en él y dijo ese "nada" con un poco más de énfasis que el resto de la frase, fue simple y llanamente porque algo le decía que el Slytherin había visto algo, y su tono de voz era una forma de advertirle de que no dijera nada. Porque no, porque no era asunto suyo, porque ese momento era sólo de él y de Darren y sólo ellos tenían el poder de decisión para disponer si querían mantenerlo en secreto o divulgarlo.

Y ya estaban otra vez pegados, otra vez tocándose, otra vez como si por pasarle el brazo por encima pudiera cubrirle de todos los males del universo. La sonrisa del Slytherin se mantuvo intacta a pesar de que apretara los dientes, acariciando las orejas de su mascota de forma suave y ladeando la cabeza.

— Te sorprendería, yo he visto cómo han intentado darle escobazos al hurón de un compañero, una pena porque es adorable. El hurón, mi compañero tiene sus cosas...— miró hacia arriba, moviendo la cabeza de lado a lado mientras recordaba los percances. También prefirió no comentar sobre los escobazos del marido de su hermana a los roedores porque eso implicaría que tenía contacto con su hermana y eso no podía ser, aún no se tenían confianza. Sin embargo captó el tono de sus palabras y entrecerró los ojos, era una advertencia, ¿Verdad? Le habría encantado saber cómo se sentía al respecto pero algo llamó más su atención y fue la forma en la que el otro tejón reaccionó a ese intenso nada, agachando un poco la cabeza y la mirada. Con lo mucho que sonreía ese chico y de repente esa sonrisilla suya se había apagado un poco, ¡pero oye era inversamente proporcional a la de Nissim porque esta se había hecho más grande! Qué cosas tan curiosas tenía la vida — Ya veo, nada en absoluto.

De verdad que él no era una persona que disfrutara con el sufrimiento de los demás así de forma gratuita, había mejores formas de entretenerse en la vida, mucho mejores, no tenía tampoco esa maldad tan arraigada en su interior, pero de alguna manera había algo en ese estúpido hijo de muggles que le sacaba de sus casillas. Puede y solo puede que ver cómo el idiota de Cohen lo agarraba de aquella manera tampoco ayudase a su causa. Al final dejó escapar un suspiro y rodó los ojos.

— Tranquilo, Cohen. Podéis seguir jugando a que esto va a llegar a alguna parte que vuestro secreto estará a salvo conmigo. Haré como que ha sido todo un mal, mal, mal, muy mal sueño. — se alzó de hombros antes de darse la vuelta para salir de el aula. Darren se había vuelto a poner rojo porque acababa de entender que el moreno había visto lo que había pasado allí y se había comenzado a mover inquieto sobre el asiento — Aunque igual tienes que hacerme algún otro dibujo, ya sabes, como pago por mi silencio. O puede que se me ocurra algo mejor... — le guiñó un ojo, sin dirigirle ni una sola mirada más al otro muchacho, que no le interesaba en lo más mínimo, dispuesto a marcharse con su sonrisa maliciosa de allí. Sonrisa que no tardaría en borrarse en cuanto estuviera solo porque...estaba molesto. Pero no iba a pensar en ello, ya se le pasaría.

De verdad, de entre todas las personas de Hogwarts... incluyendo a los profesores, tenía que ser nada más y nada menos que él. Un Slytherin y sangre pura y encima de los que podían catalogarse como raritos. Él era mestizo, Darren era hijo de muggles y además eran dos chicos. Vaya, aquella escena debía de ser una especie de combo de las pesadillas de Wang. O un jugoso chisme que compartir entre los que eran como él para... entretenerse, o lo que fuera que hicieran con ese tipo de información.

- ¿Nos vemos luego en el comedor? - preguntó a su compañero, enredando ligeramente los dedos en su pelo y dedicándole una pequeña sonrisa. No, desde luego que no iba a dejar que ningún absurdo enredo salpicara a Darren y volvieran al principio, a ese chico retraído que apenas tenía nada que ver con quién era ahora su amigo. Si algo amenazaba con borrar esas espléndidas sonrisas del rostro del chico Caleb haría lo que fuera por impedirlo, por mantenerlo a salvo de cualquier cosa - Irá bien, ¿vale? - le guiñó un ojo antes de ponerse en pie y salir de aquel aula, buscando la dirección por la que se había ido reptando el moreno y apurando el paso tras él cuando distinguió su pelo a juego con el de Marshmallow.

¿Y ahora qué? ¿Lo amenazaba? ¿Accedía a sus chantajes? No sabía cuál de las dos opciones le contrariaba más, cuál era más opuesta a su carácter. Y encima era difícil saber cómo reaccionaría el otro, o tan siquiera lo que querría pedirle a cambio de su silencio.

- Wang - llamó, pero en lugar de alargar la mano para detenerlo, simplemente se puso a caminar a su lado. Cuánto más se alejaran del aula de música mucho mejor. Vale, lo había alcanzado, lo había llamado, pero seguía sin decidir qué hacer. ¿Y ahora qué? Se mordió el labio inferior un segundo, frunciendo el ceño antes de alzar la vista hacia él - No me debes nada pero tampoco te supone ningún beneficio contar algo que probablemente nos fastidiaría a Darren y a mí así que me gustaría que te replantearas sinceramente el olvidarlo. Sin amenazas, sin segundas intenciones ni esa sonrisa que pones de estar pensando en cómo sacarle partido a algo. Simplemente no hacerlo por el hecho de no hacerlo.

Darren confiaba en su amigo y si él decía que todo iría bien confiaba en él, así que preocuparse por el Slytherin era algo que no haría, simplemente lo dejaría estar. En realidad ni siquiera tenía por qué hacerlo, pues pese a su evidente amenaza en cuanto salió de aquel aula y comenzó a caminar por el pasillo ya iba fastidiado pero sin intención alguna de compartir lo que había visto, ¿para qué? No era asunto de nadie y tampoco iba a ganar nada contando algo así, ¿a quién le interesaba lo que pudieran hacer esos dos alumnos en particular? Solo eran un mestizo y un sangre sucia, no eran dos hijos de familias importantes, no eran nadie. Y aún así…

Miró de reojo al contrario cuando estuvo a su altura pero no tardó en volver la vista al frente. No se detuvo pero aminoró un poco la marcha, suavizando el agarre sobre su mascota la cual saltó al suelo para comenzar a brincar libremente, retomando el paseo para el que habían salido en un principio. Cuando Caleb terminó de hablar detuvo sus pasos y se giró despacio hacia él con un movimiento elegante, ladeando un poco la cabeza.

— Cohen...— sus ojos se movieron sin su permiso por el rostro contrario, se perdieron por un breve instante en aquellas pecas y se distrajeron en sus labios, tal vez el tiempo suficiente para que el contrario pudiera notarlo. Parpadeó de forma lenta y, al abrir los ojos de nuevo clavó sus orbes en las del tejón, dejando escapar un suspiro — Esto no lo haces por ti, ¿verdad? — se acercó solo un poco más a él, dejando la distancia necesaria entre ambos como para que no se pudiera dar ningún tipo de contacto pero sí pudieran hablar en voz más baja — Lo haces por él, siempre lo haces todo por él. La forma en la que le cuidas, le tocas, le miras, le sonríes...y por lo visto le besas. — desvió la vista a un lado, pasándose la lengua por los dientes, un gesto evidenciado bajo sus labios — ¿Sois novios o algo así? ¿Por eso te preocupa tanto lo que pueda contar?

Tragarse el orgullo era algo que amargaba de verdad, porque ese amargor no duraba solo un momento, si no que se quedaba al fondo de la garganta durante mucho, mucho tiempo. Y encima una cosa era tragarse el orgullo por alguien a quién querías. Si te enfadabas con tus hermanas, o con tus padres, o con tu mejor amigo... ser el primero en dar el paso para solucionar las cosas requería dejar el orgullo atrás pero lo hacías, porque sabías que al final merecía la pena. ¿Pero hacerlo por alguien como Wang? ¿Delante de él nada menos? Tragarse un cáctus le resultaría mucho más fácil que tragarse las ganas de mandarlo a tomar viento por estar haciendo preguntas tan personales así de la nada. Como si tuviera algún derecho a preguntar al respecto.

- Me preocupa porque me importa. - la mención al beso, aunque a esas alturas ya resultaba evidente que lo había visto o al menos intuido, le hizo sentir cierto calor en la cara de nuevo, aunque al menos no había sido tan violento como minutos antes - Es una de las personas más nobles que conozco y no quiero que le hagan daño. - apretó ligeramente los labios y pese a que estuvo muy pero que muy tentado a desviar la vista, incómodo con ese escrutinio que parecía estar consiguiendo leer sus pensamientos a través de sus ojos, se mantuvo firme. Si eran novios o no era algo que ni él mismo sabía. Sólo sabía que le quería, que quería cuidar de él y eso era más que suficiente para estar plantado ahí delante, pidiéndole un maldito favor al otro chico - Cualquiera haría lo mismo por las personas a las que quiere así que... ¿puedo confiar en tu silencio? - Confiar. Extraña palabra para referirse a alguien de su apellido pero en esas estaban ahora mismo. Tampoco tenía muchas más opciones delante.

Estúpido Darren con su supuesta nobleza, siendo tan fascinante y genial. Pero si no se callaba nunca, era tan in quieto que si lo dejabas encerrado en una habitación cuadrada durante dos horas seguro que al volver había hecho un agujero en el suelo de caminar de un lado a otro, no podía comprenderlo, no lo comprendería jamás, le superaba. Pero ahí estaba, pese a todo ahí estaba, quería pensar que entre tejones se entendían.

Metió las manos en los bosillos de su mantalón porque así si apretaba un poco los puños no se le notaba y podía seguir manteniendo el rostro neutro y sereno. Al menos tenía razón en algo, cualquier haría algo así por las personas que quería. Nsisim no quería a mucha gente, pero apreciaba a algunos miembros de su familia y algunos amigos así que sí que podía entender ese sentimiento. Agachó la vista por un segundo pero terminó por soltar una pequeña risita incrédula, negando con la cabeza.

— Aunque te dijera que sí tú no confiarías en mi jamás. Te quedarías siempre con la duda y cada vez que me vieras sonreír murmurando algo con otra persona mientras te miro te preguntarías si estoy siseando tu secreto en el oído de alguien. — ladeó la cabeza, casi como si esperase que le refutase esa verdad de la que estaba muy seguro. Al final volvió a sonreír ladino, dejando escapar un suspiro — Bueno, Cohen...— cuando una serpiente ataca lo hace rápido y a ser posible antes de que puedas darte cuenta de que te va a morder. Así lo hizo él, pegó sus labios a los de su compañero de curso como si de una cobra en pleno ataque se tratase, solo que un poco más suave, pero con la misma decisión. Cuando se apartó se quedó mirando sus ojos, con la misma expresión neutra — Aquí tienes tu defensa contra un Slytherin para que puedas dormir tranquilo. No diré nada y tú no dirás nada. Digamos que a los dos nos interesa olvidar este encuentro, ¿hm?

Se pasó la lengua por los labios en un gesto fugaz. Era un especialista en mantener su voz calmada y su gesto tranquilo. Pero ni con esas pudo controlar el rubor de sus mejillas o cómo sintió todo removerse en su interior, claro que eso era solo asunto suyo, el Hufflepuff no tenía por qué saber cómo casi se había mareado con se contacto o que había sido el primero. No había necesidad de tanto y su altanería debía ayudar a que pensara que aquello no era nuevo para él.

Tenía razón. Era una de esas cosas que no gustaba admitir en voz alta mucho menos delante de según qué gente pero Wang no se equivocaba en absoluto imaginando que confiar en él no estaba al alcance de su mano, por mucho que prometiera no irse de la lengua.

- Bueno, eso se soluciona fácil si no te pones a susurrar con otra persona mientras sonríes y miras hacia mí - murmuró metiendo también las manos en el canguro de su sudadera, frunciendo ligeramente el ceño. Usar la ironía como escudo tampoco estaba logrando arreglar las cosas, pero al menos no las empeoraba. No sabía si podía decir lo mismo de ese beso. No lo había visto venir porque no era algo que se hubiera esperado ni en siete vidas. Lo había visto acercarse sí, pero había sido demasiado rápido como para procesar qué demonios era lo que pretendía, y cuando quiso darse cuenta sus labios ya se estaban presionando contra los propios y lo único que pudo hacer fue abrir los ojos con sorpresa y apartarse ligeramente. Ni siquiera fue un paso atrás, tan sólo... alejar su cabeza lo justo para poder mirarlo, con la incredulidad pintada en su expresión.

Estaba absolutamente descolocado. Wang no le debía nada y de pronto ponía a su alcance las herramientas necesarias como para que confiara en que su secreto estaría a salvo con él. Sin sacar ningún beneficio a cambio. A menos que él supiera.

Tras un par de segundos se dio cuenta de que se había quedado con la boca abierta y se obligó a cerrarla, apretando los labios y haciendo un gesto leve con ellos, casi como si pretendiera relamérselos por reflejo, pero conteniéndose en el último momento, aunque el ademán probablemente resultó más que obvio. De nuevo la mirada del moreno no le decía absolutamente nada, pero sí que veía la forma en la que se habían enrojecido sus mejillas. Probablemente las suyas estaban en un estado parecido, no le sorprendería.

Asintió, apretando los puños dentro del bolsillo de su sudadera y haciendo ademán de girarse, aunque se quedó a medio camino, frunciendo el ceño y volviendo a mirarlo. En serio, sus motivaciones eran un maldito misterio que probablemente se quedaría sin resolver.

- Gracias... supongo... - hizo una pequeña mueca, dando un par de pasos en dirección al aula de música pero luego recordó que Darren probablemente ya no estaría allí así que simplemente los desandó, llegando de nuevo a la altura del Slytherin pero eso supondría irse por el mismo camino que él como si fuera un absoluto idiota, así que sí, la dirección que había tomado al principio era su mejor opción, por lo que volvió a recorrerla. Si esta vez sintió encenderse su cara de la vergüenza fue simple y llanamente porque había dado tres vueltas como un absurdo pollo sin cabeza sólo porque ese beso lo había descolocado tanto que al parecer se le había roto algo dentro del cerebro.

No quiso responder nada más, ya había dicho todo lo que necesitaba decir así que solo le siguió con la mirada mientras parecía intentar decidirse por dónde alejarse de él lo más rápido posible. No pudo evitar volver a sonreír porque le pareció...¿adorable? Tal vez, no es que él lo fuera, solo la situación se lo pareció, fue graciosa y diferente, no solía vivir cosas así a menudo. Cuando ya se alejó lo suficiente dejó escapar un bufido y negó con la cabeza, girándose hacia el lado contrario.

— De nada, supongo...— sacó la mano del bolsillo y se llevó los dedos a los labios, acariciándolos y frunciendo el ceño con una mueca de curiosidad. Aquello había sido extraño y curioso, diferente, agradable tal vez. Ni siquiera sabía muy bien por qué lo había hecho, era como si no hubiera pensado y su cuerpo hubiera actuado por si mismo, no era algo que soliera ocurrir pero aquel tejón lo había hecho y él no era menos, igual era solo eso. Aunque pensar que había hecho algo así justo después que Darren era irritante. Dejó escapar un suspiro de fastidio y observó a Marshmallow frente a él, moviendo la naricilla — Sí, mejor volvemos a la habitación, ha sido todo muy raro, hasta para mi. — se agachó para coger al animalillo en brazos y hacerle unas caricias, volviendo a mirar hacia atrás aunque allí ya no había nadie. Volvió a pasarse la lengua por los labios, quedándose con el inferior por un momento entre los dientes antes de dejarlo escapar.

Al final volvió a sonreír y negó con la cabeza, comenzando a caminar hacia su sala común con paso tranquilo, o quizá no tanto, puede que fuera un poco más animado de lo normal, puede que tuviera un hormigueo extraño y particular en las piernas, en el vientre, en el pecho. Pero eso era problema para el Nissim de otro día, del futuro...de muy del futuro.