Como era costumbre en la familia, el día de su cumpleaños estaba dedicado a ella y cualquiera que conociera a Poppy sabía que no le entusiasmaban las grandes fiestas llenas de desconocidos. Para ella lo mejor era poder pasarlas en familia y normalmente lo hacía. Todos se reunían y comían infinidad de dulces entre risas y juegos. Pero aquel año su familia no mágica había ido de vacaciones para la fecha, no le molestó, e incluso le habían dedicado una pequeña fiesta la última vez que se habían visto.

Así que su madre había propuesto que ese año pasara el día con sus amigas, invitando a Tabitha y Gal al hogar Mackenzie para una fiesta de pijamas. Había preparado su habitación a conciencia para que las tres pudieran estar lo más cómodas posibles.

Se había encargado de preparar galletas especiales que sabía que les gustarían, sobre todo a Tabitha, además de un pastel de sus sabores preferidos y un montón más de dulces y comida que les gustaría. Su madre le había regalado algunos juegos o dado ideas para que pudieran divertirse, sobre todo porque a partir de aquel día Poppy ya podía hacer magia sin que fuera contra la ley. Y su padre había dicho que ya siendo tan mayores podían beber hidromiel, aunque la pelirroja prefería el licor de chocolate, del que también tenía una botella.

Solo faltaba que sus amigas llegaran para empezar con todo.

Necesitaba aquella reunión con sus amigas como agua de mayo. Y a la vez estaba aterrorizada, porque el último día de curso había huido excusándose en mil mentiras, con la intención de irse a su casa y pasar tres meses quitándole importancia a lo que había hecho el último día con Marcus, pero había fallado miserablemente. La soledad y frialdad de su casa, sus problemas familiares, solo hacían que su mente, su maldita mente, se aferrara a aquella noche que ardía cada vez que la visualizaba.

Se había determinado a no contárselo a Poppy. La muchacha no sabía nada de eso sentimientos de Marcus, pero Gal había decidido, por su cuenta y riesgo, que Poppy correspondería en el momento en el que Marcus decidiera que ya era hora de declararse, así que se las había encomendado de no entorpecer tal cosa. Pero era duro, era muy duro. Poppy era un alma brillante, la luz danzaba a su al rededor y costaba horrores mentir a un ser tan esencialmente bueno. Suspiró antes de aparecerse a la puertas del castillo de los Mackenzie. Era su cumpleaños, y Gal sería la amiga perfecta, que Poppy se lo merecía. En la mochila llevaba un pijama, el regalo que le había hecho y, escondida entre las telas, una botella de licor de chocolate. Que se estaba haciendo mayor de edad, eso había que celebrarlo como Merlín manda.

Llegó a la puerta de la casa justo a tiempo de que Poppy le abriera y saltó a sus brazos, porque nada más verla, se le olvidaron un poco sus problemas y se centró en la alegría de estar allí con ella otra vez.

-¡Feliz cumpleaños, canijilla!- siempre estaba picándola sobre los meses que se llevaban- Bienvenida a la mayoría de edad- dijo entrando a la casa de su brazo. Cuando vio todo lo que tenían planeado allí, sus ojos brillaron. Había olvidado lo que era tener a alguien entregado a recibirte en su casa. Sus ojos no podían abarcar tanto dulce y cosas ricas. Miró a su amiga suplicante- Dime que Tabi ya ha llegado y podemos empezar a devorar todo lo que hay aquí- se le hacía la boca agua. Paseando más la vista localizó una botella de hidromiel y otra de licor. Las señaló con la boca abierta

-Pops, quiero ser reconocida cuanto antes como hija de los Mackenzie.  Realmente no sé si ponerme a dar saltos de emoción de que nos dejen beber u ofenderme porque me han fastidiado uno de los regalos- dijo cogiendo la mochila y sacando la botella idéntica a la otra que había allí- Menos mal que tengo otro regalo más, habría quedado fatal- dijo con una. risa. Pasó el brazo por los hombros de su amiga y le dio un beso en la mejilla- ¡Cómo te he echado de menos! ¿Has traído cosas muggles para entretenernos de las que te dan tus primos los raros?

El cumpleaños de Poppy apenas contaba como acontecimiento social, porque nunca era una gran fiesta, pero Tabitha no se había perdido ni uno desde que tenía memoria. 

El plan de ese año era una fiesta de pijamas. Algo que no hacían desde hacía mil años, porque era más propio de niñas pequeñas. Pero era lo que Poppy quería y sería lo que Poppy tendría. 

Su madre fue la encargada de llevarla, dado que Tabitha aún no podía aparecerse y los polvos Flu eran demasiado sucios para su gusto. Aunque la familia de Poppy era lo opuesto a la suya, le gustaba ir a su casa. Olía a galletas y siempre era bien recibida.

Poppy se levantó de un salto cuando escuchó el timbre de la puerta y corrió a abrir, adelantándose a la elfo que avisó de que era Gal. Nada más abrir la puerta abrió también los brazos para recibir a su amiga.
Fueron rápidamente a la planta superior, al cuarto de Poppy para que pudiera irse acomodando.- No, Tabitha vendrá con su madre, pero no creo que tarde mucho. -Miró el reloj, faltaban solo unos minutos.- Así que es mejor que la esperemos. Aunque, si quieres, te dejo comerte un pastel de caldero. -Ofreció con una sonrisa. Pero no las galletas, porque se las reservaba a Tabitha para que las probase la primera.

- No me llames Pops. -Le recordó cuando lo hizo, aunque luego se rio al ver a qué se refería con aquella broma sobre ser reconocida como MacKenzie.- Solo beberemos un poco y papá nos deja hacerlo porque estamos en casa, nada de hacerlo fuera. -Le recordó, aunque no es que hubieran tenido que insistirle demasiado con esa norma.- Siempre tengo cosas nuevas de mis primos. Que no son raros, solo muggles. -Le recordó, sacándole la lengua.

En ese momento, sonó de nuevo la puerta.- ¿Quieres venir a saludar a Tabitha? -Ofreció. Aunque no tardó en salir de la habitación colocándose la ropa lo mejor posible y viendo que su madre ya estaba allí.

- Es un placer volver a verte, Eugenia. -Saludó su madre a la señora Harlow.- Le agradezco que haya traído a Tabitha, nos alegra poder tenerla con nosotros un año más. -Casi siempre que se veían con la familia de Tabi o con los Shelby, entre otras familias, según la situación, todo se volvía muy formal.

- Así es. -Apuntó Poppy, alegre como de costumbre.- Muchas gracias por darle permiso para quedarse y viajar conmigo hasta el tren y Hogwarts. -Anunció. Era su último año y quería tener a sus amigas lo más cerca posible, así que estaba la mar de contenta de poder tener a Tabi con ella un día más.

Se tiró en el suelo y se apoyó en la pared, que era como más le gustaba sentarse siempre y cogió uno de los pastelitos que le habían dado permiso de coger. Mientras se lo comía levantó la mano libre como si le apuntaran con una pistola- Perdón, perdón. A veces se me olvida. Puedes llamarme Alice, para compensar, los próximos... cinco minutos- dijo entre risas. Le gustaba estar con Poppy, le alegraba las penas.

Pero cuando mencionó que a Tabitha la traía su madre, su ánimo descendió un poco. Negó con la cabeza y dijo- Deja deja, mejor me quedo aquí, qué necesidad de crear una situación incómoda- Gal odiaba los protocolos y la buenas formas, y desde que su madre murió, tenía una vida demasiado atareada para atenerse a ellos. Se asomó a una ventana que daba a la entrada y vio desde allí a la señora Harlow. Sabía lo que todos pensaban de ellos. Los Gallia, los criados de los muggles. William Gallia, el loco. Jane Gallia la que... Bueno, y de tal palo tal astilla, dirían también. Le sorprendía que sus amigas siguieran siendo sus amigas con las cosas que debían oír de ella. Pero bueno, al fin y al cabo, ellas eran diferentes, más modernas se podría decir.

Para espantar sus miedos, decidió gastarles una broma a sus amigas mientras subían. Se fue al cuarto de Poppy y se hizo un encantamiento ocultador a sí misma para camuflarse como la puerta, esperando a que llegaran. Cuando aparecieron a su altura, se limitó a agarrar del brazo a Tabitha que era la que estaba más a mano, haciéndose visible un segundo después y con una gran carcajada le dio un beso en la mejilla y dijo- Bienvenida, Tabitha, querida- con un exagerado deje pijo al hablar. ah sí, le gustaba estar con sus amigas.