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    Lun Sep 28, 2020 6:04 pm

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    ¿Caldero? Hecho. ¿Maleta? Hecho. ¿Chuches? Hecho. ¿Elio? La diminuta lechuza dió un saltito y pió dentro de su jaula. Hecho. ¿Plumas? Hecho. ¿Pergaminos? Maldita sea, los pergaminos.  ¡¡No podía haberse dejado en casa sus pergaminos!! Y no podía ser, ¡¡si juraría que los vio!! Ah, espera... Ya, que los puso entre sus libros debajo del asiento. Casi le da un infarto. Se tiró al suelo y, cuando comprobó que estaba todo allí, respiró con una mano en el pecho. Vale. ¿Pergaminos? Hecho. ¿Libros? Hecho... O'Donnell, ¿vas a ir todo el camino así? Marcus levantó la cabeza con el ceño fruncido, infantilmente ofendido. Perdona si quiero que me vaya todo bien en mi primer día. Nada de eso te va a hacer falta en tu primer día. Dijo el otro, cruzándose de brazos. Pues no lo sabes. A lo mejor nos hacen una prueba de nivel antes de entrar. ¿Una qué? Chistó y negó con la cabeza. Una prueba de nivel. Algunas escuelas las... Eh, he visto que el compartimento de al lado está lleno de chicas de tercero. Marcus frunció el ceño otra vez e hinchó los mofletes. Odiaba que le interrumpieran. Odiaba que le dejaran por idiota. Y, sobre todo, odiaba que alguien pasara de estar hablando de un tema súper importante a comentar una soberana tontería como esa. Menudos idiotas...

    Conocía a chicos de fuera de la escuela, pero lo cierto es que había entrado al tren tan nervioso que había entrado en el primer compartimento que había caído y se había pasado todo el trayecto ordenando sus cosas y comprobando que no se le olvidaba nada. Y resultó que había ido a dar con la mayor colección de idiotas que probablemente fuese a haber en todo su curso. Y mientras él seguía haciendo sus comprobaciones, se fueron todos y allí se quedó.

    El trayecto era largo y ya había revisado todo tres veces, así que decidió salir a ver si se encontraba con alguien. Vio a sus amigos de fuera, menos mal. Estuvo un rato hablando con ellos pero en seguida sintió que el tiempo se le había pasado volando, que había dejado sus cosas solas y que... ¿Llevaba las plumas, verdad? No recordaba haberlo comprobado. Mejor volver otra vez.

    El tren se detuvo y los alumnos recién llegados debían ser los primeros en salir. Y él sin terminar. ¿Libros? Hecho. ¿Caldero? Hecho. ¿Elio? Hecho. Iba a toda velocidad, y con esas prisas, cuando fue a echar a andar, se le resbalaron los libros y se le cayeron un buen puñado de pergaminos al suelo. No no no no. Empezó a recoger a toda velocidad. ¿Y si se iban sin él? ¿Y si lo confundían con alguien de segundo y se quedaba sin ceremonia de selección? ¡¡Y sin Casa!! ¡¡Siete años allí sin Casa!! ¡¡Que hasta los fantasmas tenían Casa!! Y su padre le había dicho que le iba a encantar lo de las barcas, ¡¡se iba a perder lo de las barcas!! ¿¿Cómo le iba a decir eso a su padre??

    Estaba tan nervioso que le temblaban las manos y tenía ganas de echarse a llorar. Guardó los pergaminos de nuevo lo más ordenadamente que pudo (después de todo el camino entre los libros para que llegaran perfectamente lisos, ahora se le habían arrugado la mitad). Salió como pudo, lleno de equipaje y tan rápido que Elio daba vueltas en su jaula tratando de mantener inútilmente el equilibrio. Bajó al andén y respiró tan aliviado de ver que los de primero seguían allí que casi se le baja la tensión. Se acercaron a él para recoger su equipaje y llevarlo a los carruajes para que estos no fueran en las barcas. ¿Puede venir conmigo? Dijo abrazándose a la jaula de Elio antes de que se la quitaran. Debieron verle tan nervioso que se lo permitieron. Empezó a mirar entonces para los lados, esperando ver alguna cara conocida. Pero todo estaba muy oscuro y una figura adulta empezaba a conducir a los alumnos a las barcas. Bueno, al menos no iba a perderse nada, aunque no sabía con quién le tocaría compartir camino al Castillo.
    Merci Prouvaire!


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    Lun Sep 28, 2020 9:19 pm

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    CON Marcus EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Tenía tantas cosas a las que atender que no podía centrarse. Nunca había estado cerca de una locomotora, le apasionaba como podía moverse todo aquello. Tenía que cuidar de su gatita, la Condesa Olenska, a la que llevaba guardada en el bolsillo interior de la capa, porque era muy chiquitita, y temblaba y no podría haberla dejado en una jaula, aunque ahora no paraba de moverse. Además, en el tren había conocido a un montón de gente, alumnos mayores, pero se reían con ella, les hacía gracia su desparpajo y sus coletas. ¡Ay, sus coletas! También tenía que tener vigilados los lazos hasta la ceremonia de selección, no quería ponérselos antes de la seleccionaran, no se fuera a gafar ella sola.

    El viaje se le pasó en un abrir y cerrar de ojos, y cuando se bajó vio su oportunidad para acercarse a la locomotora a mirar. Quería ver el mecanismo, entender cómo funcionaba, y a qué venía tanto humo. Pero cuando estaba ya encaramada a la escalerilla metálica, unos brazos la agarraron del tronco- Usted es la hija de William Gallia ¿verdad? Por supuesto su madre no la ha enseñado a portarse como una señorita.

    -¡Oiga! Mi madre me ha enseñado muchas cosas, pero yo no hago caso. No tiene nada que ver con ella. ¿Y usted quién es? ¿Y cómo sabe que soy Alice Gallia?- contestó airada, mientras se recolocaba las ropas y miraba mal al señor que le había bajado.

    -Trabajo en el castillo, vigilo a los novatos como tú. Y fui compañero de tu padre. Él hizo lo mismo el primer día que estuvo aquí- la cogió del brazo y la condujo hacia las barcas, pero Alice odiaba cuando los adultos la trataban así, sus padres nunca lo hacían. Pero acabó en el muelle de las barcas, una nueva cosa por la que emocionarse.- Quédate con este, que es muy bueno, a ver si se te pega algo- Alice hizo cara de burla al adulto cuando se fue y luego se quedó mirando al chico.

    -¡Yo a ti te conozco! Tu madre trabaja con papá, te he visto con ella pero no me acuerdo como te llamas- luego se fijo en la jaula y la lechucita que llevaba dentro-¡Anda, tienes un pajarito! ¡Hola, monada!- dijo acercándole el dedo. a los garrotes- Yo tengo una gatita, mira- dijo abriendo su túnica y mostrando la mínima cara de la Condesa Olenska y sus ojos azulitos- De hecho ¿Me la sujetas un momento?- dijo poniendo a la condesa en el regazo del chico- Quiero asomarme al agua y tengo miedo de que se me caiga. No sabe nadar. Bueno, creo, no lo he comprobado. Yo no sé nadar tampoco- dijo arremangándose e inclinándose sobre el borde para meter todo lo que pudiera del brazo y probar el agua.
    Merci Prouvaire!


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    Lun Sep 28, 2020 9:51 pm

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Como se había quedado despistado le tocó la última barca. Genial, el último, con lo que le gustaba a él ir el primero. Ya se las ingeniaría para escurrirse entre la gente para ser de los primeros en entrar al Gran Comedor, no quería vivir ese momento que con tantas ansias esperaba desde última fila. Se montó en la barca en soledad, con una mueca en la cara. No iba a llorar, no, no podía empezar su historia en Hogwarts llorando. Tenía que ser más fuerte, no tan sensiblón. Además, todavía podía tener arreglo. Quizás le vieran solo y metieran a alguien con él. Había barcas bastante llenas, no podían dejarle allí solo con su lechuza. ¡Que a él le gustaba estar con gente! No podía ser el solitario de la escuela el primer día.

    Estaba centrado en sus pensamientos cuando notó la barca moverse y a alguien entrando. Se giró y vio a la chica, que no parecía muy contenta de la barca asignada. Bueno, al menos no se había quedado el último último del todo. Sonrió como un niño bueno porque, al fin y al cabo, eso le había llamado ese hombre tan huraño, pero la sonrisa se convirtió en una expresión de sorpresa cuando vio las burlas de la chica. ¿Cómo podía burlarse así de un adulto? ¿Y de alguien de Hogwarts?

    Y entonces la chica empezó a hablar, y él, entre los nervios y que no daba espacio para meter baza, solo atinó a abrir y cerrar la boca como un pez fuera del agua. Bueno, y a abrir mucho los ojos de nuevo cuando le dijo de esa forma que le conocía. Que no le extrañaba, que sus padres eran bastante conocidos... Sus padres, pero él no. ¿Cómo sabía quien era si ni siquiera le había dicho su nombre?

    Sonrió cuando saludó a Elio, pero de nuevo no le dio tiempo a contestar. Cuando se quiso dar cuenta, tenía un gato en las manos. De nuevo los ojos como platos y mirada de desconfianza al animal, porque Marcus no era muy de animales. Lo de la lechuza es porque era práctica, manejable, pequeñita y una cría, pero un gato... Un gato no era para nada una mascota con la que se sintiera cómodo, menos aún en brazos. Si ni siquiera se atrevía a coger a la rata con forma de tubo esa que tenía su hermano, imagina a un gato.

    Pero ahí no quedaron las sorpresas. Lo del gato pasó a un segundo plano, porque los ojos casi se le salen de la cara cuando vio a la chica inclinarse de esa forma (e inclinar con ella la barca) para tocar el agua. ¡¡Ey!! ¿Qué haces? Se había colocado por instinto al gato bajo un brazo, y con la mano libre agarró con suavidad pero firmemente el brazo de la chica para devolverla a su posición inicial. ¡Te puedes caer! ¡Nos podemos caer los dos! Es un lago inmenso y oscuro, no sabes nadar ni si hay criaturas peligrosas en él. Y seguro que el agua está helada. Es casi peor que tirarse por un precipicio. Todo lo que no había hablado antes lo iba a hablar ahora. Tragó saliva y bajó un poco la cabeza, pero sin dejar de mirarla de reojo. Menos mal que estoy yo aquí para impedir que se caiga.

    Se aclaró la garganta, estiró el brazo libre (seguía sin ser consciente que bajo el otro tenía al gato) y, por fin, se presentó, estrechando la mano de la chica. Soy Marcus O'Donnell. Hijo de Arnold O'Donnell. Y de Emma O'Donnell. Y mi abuelo es Lawrence O'Donnell. Y tengo un hermano. Se llama Alexander. O'Donnell. Bueno, Lex. A mí me gusta más Alexander, pero él prefiere Lex. No está aquí. Es más pequeño. ¿Demasiada información? Sí, demasiada información. Volvió a carraspear y miró a la lechuza. Y ese es Elio, es una lechuza maorí. Solo tiene dos años, pero ya hace muchas cosas. El pajarito no paraba de piar y saltar, mirando a la chica. Marcus sonrió y la miró también. Parece que le has caído bien. Esbozó una expresión seria de nuevo. No le des maíz, que se pone malito. Y entonces se dio cuenta y se sobresaltó él solo. Oh. Tomó entre las dos manos al gato con mucha cautela, como si no llevara un rato hablando con él debajo del brazo como si fuera un maletín, y se lo tendió con precaución a la chica. Eemm... Esto es tuyo...
    Merci Prouvaire!


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    Lun Sep 28, 2020 10:25 pm

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    CON Marcus EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Sintió como el chico había tirado de su brazo, y por un momento se iba a enfadar, pero lo hizo tan suave y con una preocupación tan genuina que se sintió mal por él- ¡No! No te preocupes, no planeaba que nada ni nadie se cayera, tranquilo. De todas formas, estoy segura de que tú sí sabes nadar, tú podrías salvarnos a los dos. - dijo con una sonrisa tranquilizadora. Le miró de arriba abajo y dijo- Oye, que alto eres ¿no? Si yo fuera tan grande, un lago como esté no me daría ningún miedo me tiraría de cabeza, vamos. Y si viene alguna criatura... Pues nado, que con lo alto que eres, debes ir a toda máquina- Luego escuchó su discurso. Le gustaba. Le encantaba la gente que hablaba tanto o más que ella. Estrechó su mano y ensanchó su sonrisa.

    -¡Eso! ¡La señora O'Donnell! Mi padre es William Gallia y yo me llamo Alice- La verdad es que no solía ir contando su linaje, porque con la parte americana no se llevaba y con la parte francesa la gente se liaba- A mamá no la conocerás, casi siempre está en casa con el patito. Mi hermano pequeño, yo le llamo patito, pero se llama Dylan.-Dijo como toda explicación. En verdad, su madre llevaba un año bastante enferma, pero se iba a curar, así que prefería no contarlo. Recibió a la gatita de nuevo en su regazo- ¡Ay, gracias por cuidarla! Tiembla mucho, es más joven que tu Elio, por eso no quería dejarla sola- acarició un poco su mullida cabeza. Justo en ese momento señaló al castillo, con una gran sonrisa y los ojos iluminados.

    Mira! Ahí vamos a vivir los próximos siete años ¿No es genial? No puedo esperar a llegar. Lo dicho, me tiraría y nadaría. Quiero entrar en Ravenclaw ¿y tú?- se metió la mano libre en el bolsillo y sacó dos lazos azules- Mi madre confía tanto en que lo haré que me ha dado esto, para que me los ponga cuando el sombrero me diga que soy de Ravenclaw. Antes no. Da mala suerte.
    Merci Prouvaire!


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    Lun Sep 28, 2020 11:32 pm

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Se encogió de hombros. Bueno, sé flotar, y moverme, pero tampoco nado mucho. Creo que me congelaría ahí. Y no me parece muy prudente. Leí un libro de las criaturas que habitan en las inmediaciones del castillo y decía que había sirenas. Tragó saliva y miró a otro lado. No debió leer ese libro. Esperaba no rememorarlo ninguna noche allí o no podría dormir.

    Sonrió y volvió a esbozar una graciosa expresión de sorpresa. ¡Ah, William Gallia! ¡Lo conozco! Es muy simpático. Y sabía que tenía una hija, hablaba mucho de ella y le decía que tenía su edad y que estaba seguro de que se llevarían muy bien, ¡qué coincidencia! Aunque no le dijo nada de su tendencia a volcar barcas... Me prometió que me iba a enseñar un hechizo que había creado él después de mi primer año, que fuera este verano a verle. Como trabaja con mi madre... Y a Marcus se le compraba más con hechizos nuevos que con chucherías.

    Se giró cuando la chica señaló tras él y, al verlo, se iluminó su rostro por completo. Wala. Susurró, con una enorme sonrisa y los ojos muy abiertos. Sí que lo es... Corroboró sin dejar de mirar embelesado el castillo. Sus próximos siete años estarían allí... Era una pasada. De repente, se le habían quitado todos los miedos.

    Se giró hacia la chica casi de un salto y se señaló a sí mismo. ¡Yo también! ¡¡Pero qué coincidencia!! Aunque si no entro en Ravenclaw, no me importaría estar en Slytherin. Pero prefiero Ravenclaw. Mi padre estuvo en esa Casa, mi madre en Slytherin... No se lo digas, pero me gusta más Ravenclaw. Se mordió el labio. Yo creo que Slytherin le pega más a mi hermano Lex, además él pasa más tiempo con nuestra madre, como tu hermano. Miró los lazos que se sacó del bolsillo y sonrió. Una auténtica Ravenclaw entonces. Seguro que entras.

    La barca llegó a la orilla y por unos momentos se quedó mirando el castillo, como un bobo. Es impresionante. Musitó. Entonces se dio cuenta de que los alumnos bajaban. ¡Vamos! Quiero llegar de los primeros y ya antes me quedé el último. Se bajó de un salto de la barca y se giró hacia la chica, estrechando su mano. Agárrate si quieres. Está un poco alto. Y no se fiaba de esas inclinaciones a tirarse al agua todavía. No quería tener que ir a rescatarla, que seguía sin darle mucha confianza.
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 12:30 am

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    CON Marcus EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Alice abrió mucho los ojos cuando Marcus dijo lo de las sirenas- ¡Quiero ver eso! ¿Crees que nos dejarán verlas? Quizá en Defensa contra las artes oscuras...-Y si no, ya se las apañaría para verlas. Pero eso no se lo podía decir a Marcus, que ya se había puesto tenso solo con que metiera la mano en el agua. Le interesó todavía más que le dijera que conocía a papá. Alice adoraba, con todas las letras, a su padre. A su madre también, a ver, pero es que su padre era genial, y hasta Marcus lo sabía, porque le había propuesto ni más ni menos que enseñarle un hechizo. Y a él parecía gustarle también papá, se lo diría en cuanto llegara y entrara en Ravenclaw. Porque iban. entrar en Ravenclaw los dos, eso estaba clarísimo.

    -¡Mi padre también!- Asintió entusiasmada- Slytherin está guay también- dijo, para no hacer de menos a la madre de Marcus, y porque lo pensaba de verdad-Mamá es que fue a Ilvermony. Es americana ¿sabes? pero creo que lo más parecido a su casa era Hufflepuff. Pero yo creo que entraremos los dos en Ravenclaw.- dijo poniendo una mano sobre su hombro, enternecida por la apreciación del chico- Si fueras una chica, te daría uno de mis lazos para que te lo pusieras pero...- cogió uno y lo puso en la palma de Marcus- si entras en Ravenclaw me lo das para que me lo ponga, y si no, te lo quedas de recuerdo y yo en vez de dos coletas me hago una.

    Compartía el entusiasmo total de Marcus por llegar los primeros a la ceremonia de selección. Ella era más pequeña de lo que decía ser para su edad (la gente no paraba de decirle que si no crecía antes de "hacerse mujer" se iba a quedar así para siempre, cosa que a ella le importaba entre poco y nada) así que estaba acostumbrada a escabullirse fácilmente. Escabullir a Marcus no sería tan fácil, pero en cuanto le dio la mano para bajar, aferró a la Condesa y tiró de él colando a ambos por el gentío hasta llegar en primera línea de entrada al castillo.

    -De aquí lo vamos a ver todo- miró hacia arriba, hacia la imponente estructura de piedra- Creo que soy demasiado bajita para este colegio- dijo torciendo la boca cómicamente.
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 1:18 am

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    ¿Ilvermony? ¡Wow! A Marcus todo le maravillaba, sobre todo en aquel entorno y con lo emocionado que estaba. Seguía un tanto nervioso, pero se le estaba pasando gracias a esa conversación tan animada con la hija de Gallia. ¿Y has ido alguna vez? A América, quiero decir. Tiene que ser genial. ¿Te ha contado cosas de la Escuela? Alzó la vista, volviéndose a maravillar con el Castillo, e imaginándose como sería la Escuela americana. Mi padre nació en Irlanda, pero a ellos también les corresponde Hogwarts. Aunque, en realidad, mi padre ya vivía aquí cuando entró en la escuela.

    La miró y sonrió. ¿Tú crees? Quería entrar en Ravenclaw, seguro que su padre se sentía muy orgulloso que él, y era la Casa con la que más identificado se sentía. Eso estaría genial. ¿Te imaginas cuando nuestros padres se enteren de que hemos caído en la misma Casa? Rió. Además, ya que la conocía, partiría con ventaja. Él no tenía especial problema en hacer amigos, pero siempre pensó que sería genial conocer a sus mejores amigos el primer día.

    Y aquello tenía pinta de que sería una amistad duradera, al menos así lo sintió de repente. Porque dio un pequeño respingo cuando la chica le agarró la mano y puso uno de sus lazos en ella. Volvió a mirarla con los ojos muy abiertos, pero finalmente sonrió y asintió. Hecho. Y, para que no se le perdiera, rodeó su muñeca con él. ¿Me lo atas aquí? Era el mejor sitio donde podía guardarlo.

    Antes de poder reaccionar, la chica estaba tirando de él hacia el inicio del castillo. De nuevo Elio iba en volandas, luchando por mantener el equilibrio con poco éxito. Ey, ey, espera. Ella era más escurridiza que él, que aún no controlaba bien su altura, que hacía poco que había dado el estirón. Y su madre decía que aún tenía que crecer más porque en su familia eran todos muy altos... Pues vaya...

    No dejaba de quedarse atónito con todo lo que veía. Llegaron a la fachada principal y miró a la chica. No importa, porque si caes en Ravenclaw, tu Casa estará en la torre más alta del Castillo. Me lo dijo mi padre. Seguía mirando su entorno con los ojos bien abiertos mientras hablaba. Desde allí podremos verlo todo. Sí, él ya se había incluido también en Ravenclaw.

    Salió una bruja alta y espigada a darles la bienvenida y Marcus guardó silencio junto a la chica, escuchando con atención. ¡Las normas del Castillo! Eso era súper importante. Mejor se enteraba bien, no quería meter la pata. Ojalá tuviera allí alguno de sus pergaminos para ir apuntando... Debería de acostumbrarse a llevar siempre alguno en el bolsillo.
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 10:55 am

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    CON Marcus EN Castillo A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Mientras que venía algún adulto a decirles lo que tenían que hacer, contestó a Marcus, balanceando su peso de un pie a otro de la emoción contenida- Pues si vienes a casa en verano a lo del hechizo, le preguntas a mamá por Ilvermony, que tiene un montón de historias y las cuenta super bien. Pero no, no he ido a América nunca porque mamá se lleva mal con los abuelos de allí. Pero voy un montón a Francia, y la familia de allí es enorme y siempre hacen muchísima comida-  Asintió enérgicamente a lo de sus padres. Qué orgullosos iban a estar. Miró también hacia donde le señalaba Marcus- ¿En serio? ¡Qué guay! No voy a poder parar de mirar por la ventana- A Alice le encantaba mirar por las ventanas, siempre encontraba algo con lo que entretenerse, y desde tan alto más todavía. Solo esperaba que las escaleras no fueran demasiado para ella. Se alegró de haber convencido a Marcus de que iba a entrar en Ravenclaw, ella estaba completamente segura de que pasarían juntos lo que les quedaba de colegio, y si era en la misma casa, mejor.

    Salió entonces una señora a explicar las normas, y Alice la miró como si prestara atención. Pero no podía parar de mirar a su al rededor. ¿Podría hablar con los cuadros? ¿Había un patrón para el movimiento de escaleras? ¿Cómo iba hacer para aprenderse todas las claves? Uno nunca sabe cuándo va a necesitar entrar a según qué sitios. ¿Había oído algo de prohibido? ¿Prohibido por qué? ¿Pero prohibido para siempre o había posibilidad de... De repente, todos se movieron y ella volvió a darle la mano a Marcus, porque había estado tan distraída que ni idea de lo que estaba pasando, aunque mantuvo mucho la compostura, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.

    Llegaron al gran comedor, y el sombrero estaba allí esperando. Alice dio un saltito de emoción y miró a su nuevo amigo- ¡Ay, Marcus, que ya estamos aquí! No me lo puedo creer. Quiero que nos llamen ya.
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 11:44 am

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Escuchó con más atención que en toda su vida, incluso más atento que cuando su abuelo le contaba historias de Nicolas Flamel. Quería retenerlo todo, quedarse con todo lo que decía. Esa iba a ser su primera prueba, recordar todas las normas, ¡pero eran muchas! En cuanto llegase a su dormitorio las apuntaría antes de que se le olvidaran.

    Cuando la bruja se fue, bajó la cabeza y se puso un par de dedos en las sienes con cara de concentración, apretando los párpados y murmurando las cosas que había dicho como un papagayo. ¡¡Wa, son un montón de normas!! No sonaba a queja, más bien todo lo contrario. Debía ser el único niño de once años con ese entusiasmo por las normas. ¿Crees que las repetirán? ¿Estarán apuntadas en alguna parte? No quiero que se me olvide ninguna. Pero no había tiempo que perder: todos habían comenzado a caminar. Él también, solo que ido pensando en las normas. Mejor dejarlas a un lado por unos instantes y centrarse en lo que tenía por delante, que era mucho.

    Cuando llegó al Gran Comedor, todo el Castillo estaba allí esperándoles. De nuevo la expresión de ilusión inundó su rostro, mirando a todas partes. Alice también estaba muy emocionada. Se estaban contagiando la emoción el uno al otro porque... ¡¡Aquello era todo flipante!! El techo, las mesas, los estandartes de las casas, el...

    El sombrero. Por un segundo le dio una punzada de miedo y tragó saliva. Sí... Sí... Y... Yo... Ahí no se le notaba ya tan convencido. Oye emm... ¿Cómo crees que funciona? Eso del Sombrero... Se estaban acercando poco a poco, entre el tumulto de alumnos sin Casa siendo observados por quienes estaban ya en sus mesas. Es que... No sé si... Me da mucha confianza eso de que... Se me meta en la cabeza. Le daba bastante miedo, de hecho, no sabía por qué. ¿De verdad iba a leerle la mente? Eso le daba escalofríos. ¿Y si veía algo y lo soltaba allí en mitad de todo el mundo? Tampoco es que tuviera nada que ocultar, pero... No le gustaba igualmente.

    Pero ya estaban frente a él. Lo miró unos segundos con cautela pero decidió no alimentar más ese miedo absurdo, porque iba a tener que pasar sí o sí por eso. Se mojó los labios y empezó a mirar a su alrededor, a todos los demás alumnos, buscando caras conocidas y tratando de recordar las de quienes no conocía... Pero algo llamó su atención mientras miraba, y sus ojos se detuvieron en ese color que resaltaba entre todas las cabezas de los alumnos. Qué pelo más raro. Pensó, no es que fuera la primera vez que veía un pelirrojo ni mucho menos, pero... Le había llamado la atención. No solo era rojo, era largo y ondulado y... De una chica, que se giró y le pilló mirándole. Se puso muy nervioso y tragó saliva, pero no retiró la mirada. Y ella tampoco.

    Se había quedado como un bobo mirando a esa chica de pelo raro a la que no conocía de nada, pero algo le impedía quitar la mirada. Y entonces le sonrió. La chica... Le sonrió. Otra le habría dicho "¿tú qué miras?" o simplemente habría mirado a otra parte. Sintió un escalofrío y una sacudida en el pecho, esbozando una tímida sonrisa de vuelta. Y ella empezó a saludar. ¿¿En serio le estaba saludando?? ¿A él? ¿De verdad? De repente lo del Sombrero había pasado a un segundo plano, y mejor que así fuera, porque no quería que ese sombrero ni nadie supiera lo que estaba pensando en ese momento. Levantó tímidamente una mano, con una sonrisita, y devolvió el saludo con un infantil movimiento de los dedos.
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    Mar Sep 29, 2020 12:42 pm

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    CON Marcus EN Castillo A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Alice tragó saliva por un momento y giró los ojos tensa. No se había enterado de ni una de las normas.- ¡Sí! Seguro. Y para eso tenemos tutores y prefectos ¿no?- dijo a modo de tranquilizar al muchacho. Pero Marcus parecía todavía más nervioso. A ver, ella no sabía con exactitud cómo funcionaba el sombrero, pero si llevaba tanto tiempo haciéndolo, peligroso no sería. Con la de veces que había escuchado la palabra "prohibido" de pasada, estaba segura de que ea agente se pasaba de cuidadosa.

    -A ver no se mete en tu cabeza. Es como que... nota- dijo con una palabra que le parecía menos agresiva- Tu personalidad. Solo se mete más profundo en la gente que no lo tiene muy claro, pero yo creo que tú lo tienes clarísimo, así que ya verás, será un toquecito de nada- dijo poniéndose de puntillas y apartándole un rizo de la frente- Y estarás en Ravenclaw- Le parecía muy tierno que no quisiera que le leyeran la mente, y se lo apuntó mentalmente para protegerlo de ese miedo si podía. Aunque habiendo brujos legeramantes, debía ser bastante agobiante.

    Marcus parecía haber perdido la atención, y ella no veía bien a qué estaba mirando, así que se puso de puntillas y entonces distinguió el pelo inconfundible de Poppy. Ella se giró y la vio también, saludándola, a lo que Alice respondió con entusiasmo- ¡Poppy!  ¡Ey Poppy!- Miró a Marcus, que parecía un poco atontado, devolviéndole el saludo también a su amiga- ¡Anda! ¿Tú también conoces a Poppy Mackenzie? Pues sí que es raro que no nos hayamos visto antes- Justo entonces oyó su nombre, y avanzó super rápida como una culebrilla entre los alumnos. Dando saltitos llegó a la silla y se subió. Se puso un poco colorada porque no le llegaban los pies al suelo, y por primera vez, se preguntó si no le cabría el sombrero con las coletas. Pero no hizo falta, tal como le había dicho a Marcus que pasaría con él, el sombrero apenas rozó su coronilla y dijo

    -¡¡RAVENCLAW!!- aliviada pero no sorprendida, corrió de nuevo hacia la mesa de Ravenclaw y buscó a Marcus con la mirada y le levantó los dos pulgares hacia arriba con una gran sonrisa dándole ánimos. Acto seguido empezó a atarse el lazo que le quedaba en la coleta derecha.
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 5:18 pm

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Seguía saludando a la chica como si el resto del mundo hubiera desaparecido, pero seguía allí. Fue consciente cuando escuchó el grito de Alice a su espalda, que le hizo sobresaltarse. La miró algo aturdido y entonces lo comprendió: la chica no le saludaba a él, sino a Alice. Se ruborizó un poco de la vergüenza y agachó la cabeza con una muequecita en los labios. ¿Se lo podría tragar la tierra? Le vendría bastante bien ahora.

    Pero Alice le sacó de sus pensamientos con una pregunta. Ah, eeh... No, no la conozco. Trató por todos los medios de no mirarla más, de hecho, porque se moría de vergüenza. Pero también se le iban los ojos. Ah, Mackenzie. Sí, sí. Me suena. Dijo intentando hacerse el interesante, básicamente por disimular y no quedar de más tonto de lo que podía haber quedado ya. Era verdad que le sonaba, casi todos los apellidos de sangre pura le sonaban. Pero estaba convencidísimo de que no la había visto antes... Convencidísimo, dudaba que se le hubiera olvidado... Porque tenía un pelo muy raro, no por nada...

    Abrió mucho los ojos y vio con ilusión como Alice subía hacia el asiento del Sombrero, con la inquietud de ver qué pasaría. No solo a qué Casa iría, sino como funcionaba eso del Sombrero, que seguía sin estar muy convencido. Pero tal y como ella había anunciado, apenas rozó su cabeza y ya sorteó su Casa: Ravenclaw. ¡¡Qué bien!! Esperaba que a él también le enviasen allí. El Gran Comedor prorrumpió en aplausos y él no iba a ser menos. La siguió con la mirada, haciéndole gestos entusiasmado mientras la chica se sentaba en la mesa. Se había quedado mandándole mensajes gesticulados en la distancia cuando un nuevo grito le sacó de esa nube.

    ¡MARCUS O'DONNELL! Giró la cabeza automáticamente con los ojos tan abiertos que le ocupaban toda la cara. Todos le miraban, estaban esperando que avanzase. Tragó saliva y caminó hacia el asiento, subiendo las escaleras... Seguía sin tener muy claro aquello del Sombrero. Va, Marcus, relájate. Todo el mundo pasa por aquí. ¿Y si se lo pedía? ¿Y si le pedía directamente "quiero ir a Ravenclaw"? A lo mejor se ahorraba todo aquello. Aunque no creía que pudiera ser tan fácil.

    Se sentó en el taburete y, cuando la bruja fue bajando el Sombrero hacia su cabeza, él se fue al mismo ritmo encogiendo sin querer. Si fuera una tortuga, habría metido la cabeza dentro de su cuerpo. ¿Tienes miedo, chico? Habló la voz del Sombrero. No. Respondió todo digno, irguiendo automáticamente su cuerpo con la expresión más serena que encontró y notando como él solito se daba con el Sombrero en la cabeza. Hmmm... Le temblaban las manos, las tenía agarradas al taburete. Venga ya. Acaba ya. Si no puede ser tan difícil. Lo cierto es que... Podrías encajar en cualquier Casa... Tragó saliva. ¡¡Pero es que yo quiero Ravenclaw!! Aaah, que quieres Ravenclaw... Abrió los ojos como platos y, acto seguido, frunció el ceño. Lo sabía, le estaba leyendo la mente, y no le gustaba. Se aferró tanto al taburete que se le estaban quedando blancos los dedos. Pero no te enfades, hombre. No me enfado. Respondió automáticamente, intentando sonar no-enfadado pero con un temblorcillo en la voz. Solo digo... Que serías un buen Slytherin, hay mucha grandiosidad en tu interior... Aunque algo me dice que en Hufflepuff lo pasarías muy bien... Genial, todas menos la que quería. Buscó a Alice con la mirada pero rápidamente el Sombrero cambió de opinión. Pero no hay ninguna duda que tu verdadera Casa es: ¡¡RAVENCLAW!! Sonrió y respiró con alivio. Ya no podía ver a Alice porque toda la mesa Ravenclaw se había puesto de pie aplaudiendo y celebrando que llevaban dos miembros seguidos para su Casa.

    Salió corriendo hacia allí, contento no solo de ir a la Casa que quería, sino de ir con su primera amiga en el Castillo (y de quitarse ese maldito Sombrero de la cabeza). Estaba tan emocionado que cuando llegó le dio a la chica un abrazo. Al separarse le dijo. ¡Tu madre tenía razón! ¡Nos ha dado suerte! Se llevó la mano a la muñeca. Toma. Desató el lacito, aunque le dio un poco de pena deshacerse de él. Pero un trato era un trato. Así puedes volver a llevar dos coletas.
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 5:50 pm

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    CON Marcus EN Castillo A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Algo no iba bien. El sombrero estaba haciendo demasiadas preguntas. "Claro, Marcus, tonto, has ido pensando en ello, y ahora el sombrero sabe que te ralla que te lean la mente... no se puede contigo"pensó. Lo miró apretando los labios y nerviosa. ¿Slytherin? Bueno, se aprendería el camino a las mazmorras. ¿Hufflepuff? ¿En serio? A ver podría decirse que mamá fue a Hufflepuff pero... Pero nada, porque al fin el sombrero dijo Ravenclaw y ella se levantó para aplaudir como la que más. El abrazo de Marcus le pilló por sorpresa, pero lo correspondió encantada porque era una chica muy cariñosa. Cuando le dio el lazo, inclinó la cabeza hacia la izquierda y dijo- Pónmelo, compañero de casa- y con sus dos lazos y más contenta que nada, se sentó al lado de Marcus y comenzó a cenar.

    -No había visto en mi vida a nadie comer como comes tú- dijo con genuina sorpresa. Ella estaba relamiendo su cucharilla de algún entrante que no había reconocido pero que estaba muy bueno. Le dio otro cachito de pavo a la Condesa, que estaba apaciblemente escondida en su bolsillo y se giró hacia Marcus- Tengo que darle más de esto. Es muy pequeña y necesito que crezca, con este tamaño no me fío de que vaya a ninguna parte- Justo en ese momento, oyó como llamaban a Poppy y le dio a Marcus en el brazo y luego la señaló- ¡Mira! A lo mejor la mandan con nosotros ¿No sería genial? Creo que a su amiga Tabitha la han puesto en Slytherin. A mi me cae bien pero a su familia no le gustó. Son americanos, también, creo que es por mamá...- se cayó para oír el veredicto del sombrero. Vaya, Hufflepuff. A Poppy le pegaba un montón, pero le daba pena no poder compartir habitación con ella o poder verla en cualquier momento en la sala común. Aun así le hizo el mismo gesto con los pulgares arriba que le había hecho a Marcus anteriormente- Bueno tendré que aprenderme el camino a las habitaciones de Hufflepuff. ¿Tú no sabrás dónde están, por casualidad?
    Merci Prouvaire!


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    Mar Sep 29, 2020 7:22 pm

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Le dio el lazo a la chica, pero esta en lugar de tomarlo le pidió que se lo colocara en la coleta. Él se puso muy dispuesto a hacerlo... Aunque lo cierto es que no recordaba haber hecho muchos lazos. A veces enrollaba los pergaminos que su abuelo tenía que enviar, le ponía a su lado y le decía que los fuese enrollando y enlazando, haciendo un montoncito. Pero ese lazo era distinto, así que no le quedó muy allá. Intentaría aprender a hacer lazos mejores, por si se lo pedía de nuevo. Listo. Muy bonito. Dijo con satisfacción. Qué contento estaba y qué suerte había tenido de coincidir con Alice Gallia en el bote.

    ¡POR TODOS LOS DRAGONES, CUÁNTA COMIDA! Bramó cuando por fin se sentó y miró la mesa, con los ojos y la boca muy abiertos. No tardó ni medio segundo en llenarse el plato de cosas y echarse como tres bebidas distintas, que para algo tenían tres copas por persona... Bueno, quiso pensar que esas tres copas eran para él y que no se las estaba quitando a nadie. Cuando la chica le habló, él ya había devorado medio muslo de pollo en lo que apenas habían sorteado a sus casas a dos alumnos: un chico de Gryffindor y una chica de Slytherin. Su única respuesta fue encogerse de hombros mientras seguía masticando y mirar el plato de Alice, que apenas tenía tres cositas.

    Frunció el ceño un tanto extrañado. ¿Nos dejan tener a las mascotas en el comedor? No recordaba haber oído eso en las normas. De haberlo sabido, no hubiera dejado a su pobre Elio donde los equipajes antes de entrar al comedor. Dio otro bocado al pollo y dijo con la boca medio llena. Yo creo que Elio se va a quedar con ese tamaño. Por cierto, no le des maíz. Se detuvo y miró hacia arriba con una mueca, pensativo. Eem, creo que eso ya te lo había dicho, ¿no? Se repetía mucho con el tema del maíz. Perdona, es que de verdad que se pone muy malito. Temió por su vida aquella vez que comió maíz. No recordaba haberlo pasado tan mal ni haber llorado tanto jamás, entre otras cosas porque él mismo se lo había dado y la culpabilidad iba a acabar con él.

    Se detuvo en seco de nuevo, dejando el pollo sobre el plato, cuando escuchó el nombre de la chica del pelo raro. De Poppy. Sí, mejor empezaba a llamarla Poppy en vez de chica del pelo raro. Bueno, si es que algún día hablaba con ella, claro... Esperaba que sí, les esperaban siete años juntos. Se limpió con la servilleta y giró el cuerpo para mirar el momento de la selección. Apenas estaba escuchando lo que decía la pobre Alice, pero al parecer, a la chica Slytherin que habían sorteado hacía un momento también la conocía. Pero Marcus estaba centrado en Poppy. Que sea Ravenclaw, que sea Ravenclaw, que sea Ravenclaw... ¡¡HUFFLEPUFF!! Me cachis... Bajó la cabeza con una muequecita de fastidio en la boca. Qué chasco. Aun así, aplaudió. Bueno, no pasaba nada. Coincidirían en alguna clase, seguro.

    Algo que dijo Alice le hizo volver en sí. ¿Eh? ¿Qué? ¿Había dicho algo de las habitaciones? ¿Pero qué se creía que...? Ah, vale, que era porque Poppy era su amiga. Ya. Se puso un poquito colorado pero en seguida se centró. Le había dejado un poco sensible eso de sentir que el Sombrero le leía la mente. Están en las Mazmorras, junto a las de Slytherin. Volvió a armarse del muslo de pollo. Nos pillan un poco lejos, pero bueno. Dio otro bocado. Mi padre dice que aunque estemos en Casas distintas, compartimos algunas clases. Y este año solo tenemos asignaturas obligatorias, pero cuando lleguen las optativas, serán grupos más pequeños. Puede que estemos en la misma... Osea, que estéis. Tu amiga y tú. Mejor se callaba y se centraba en comer.
    Merci Prouvaire!


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    Miér Sep 30, 2020 12:40 am

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    CON Marcus EN Castillo A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Miró tensa a ambos lados cuando Marcus dijo lo de los animales. Era muy posible, y altamente probable, que hubiera una norma contra eso. Pero la Condesa no maullaba mas que cuando la aplastaba sin querer, y era muy tranquilita ahí en su bolsillo, así que desvió la respuesta a aquello, interesándose por Elio- Apuntadísimo. Yo suelo llevar sésamo para la pociones, le daré de eso. Me encantan las pociones, creo que va a ser mi asignatura favorita- Removió lo que tenía en el plato mientras escuchaba a Marcus, que parecía un poco ido. Quizá era del atracón que se estaba pegando.

    -¡Puf! ¿Las mazmorras dices? Eso suena a que está bajo tierra, y nosotros arriba del todo- arrugó la nariz. No es que le diera pereza, pasaría el día bajando y subiendo todas las escaleras del castillo, sobretodo si cambiaban y cada vez había una ruta nueva, pero si necesitaba hablar con Poppy en medio de la noche lo tendría terrible para llegar allí. Sobretodo porque estaba casi segura de que había horarios y esas cosas, algo había captado de las normas al fin y al cabo. Finalizando la cena, llamaron a los de primero- Oye, Hogwarts llamando a Marcus- le recordó, moviendo la palma de la mano ante sus ojos, porque se había quedado como muy pillado- Que nos llama el prefecto- Pero ella misma se distrajo con un fantasma muy simpático que le señaló las coletas como felicitándola por ellas y quiso acercarse, porque le hacía mucha gracia lo de los fantasmas. De repente perdió a Marcus y tuvo que correr para ponerse a su lado de nuevo.

    Llegaron a la torre después de una subida en la que sintió la tentación de separarse del grupo mil veces, pero no lo hizo, porque necesitaba primero aprenderse el camino a las habitaciones. Pero cuando llegaron a la torre, visualizó unas escaleras que subían aún más alto que sus dormitorios y se acercó al pie de ellas- ¿Se puede subir más?- preguntó para sí misma. Si se podía, Alice quería verlo todo desde el punto más alto del castillo, la cima de su mundo. El fantasma que la había saludado en el comedor apareció junto a ella y le dijo

    -Sí, lleva a la Sala de los Menesteres- Alice le miró con los ojos muy abiertos.

    -¡Guay! ¿Qué es?

    -Es un lugar que se puede convertir en lo que desees...- el propio fantasma se calló, porque Marcus apareció con cara de desconcierto a su espalda. Ella le miró, animadísima por las palabras del fantasma, y tiró de su mano escaleras arriba

    - ¡Vamos, hay que ver ese sitio!
    Merci Prouvaire!


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    Miér Sep 30, 2020 1:14 am

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Asintió mientras seguía masticando. Sip, bajo tierra. De vez en cuando miraba de reojo como sorteaban a los nuevos alumnos y, cuando no tenía las manos ocupadas con comida, aplaudía. ¡Qué bueno estaba todo! Y qué tranquilo se había quedado después de sentarse en la mesa de Ravenclaw. El que Alice estuviera allí era una tranquilidad extra.

    Al parecer se había perdido un montón, porque de repente vio la mano de Alice pasando por sus ojos y salió de su ensimismamiento. Había perdido la cuenta de lo que había comido. Estaba lleno pero, si Alice no le hubiera parado, habría seguido comiendo. Eso sí, se le cortaron las ganas de seguir comiendo de golpe cuando la chica dijo que el prefecto les llamaba. Se limpió con la servilleta y se puso de pie de un salto, asegurándose de quedar con una sonrisa obediente de los primeros. Su padre le había dicho que, en ausencia de profesores, era súper importante seguir las indicaciones de los prefectos, que eran el cargo más alto de la Casa después del Jefe de la misma. Pensaba hacerlo todo muy muy bien porque, tal y como su padre se lo describía, eso de ser prefecto sonaba muy bien. Además, los dos prefectos de su casa eran tan altos y carismáticos, con esas sonrisas y ese aspecto de ser súper inteligentes. Solo de imaginarse a sí mismo llegando a ser así, y a que un chico de primero le viese al llegar y pensara "vaya, yo quiero ser así", le daban ganas de avanzar en el tiempo para llegar a ese momento lo antes posible.

    En ese pensamiento y en no quitar la vista de encima de los dos prefectos (aunque también miraba con interés su alrededor) iba totalmente perdido mientras les conducían a su Sala Común. Volvía a estar nervioso, pero esta vez solo de la pura emoción. Se adelantó un par de pasos para ponerse al lado del prefecto, dispuesto a hacerle preguntas en cuanto hiciese una pausa en su explicación (¡Vaya! ¡Cuántas cosas estaba contando! ¡Sabía un montón!). Pero entonces escuchó a un fantasma hablar con Alice. ¿Qué hacía hablando con un fantasma cuando tenían a sus prefectos diciendo cosas tan interesantes? El ente dijo algo así como que existía una sala que podía convertirse en lo que deseases... Eso sonaba interesante, pero no tanto como el horario de fines de semana, que era justo el tema que estaban tratando en ese momento. Bueno, quizás más interesante sí, pero seguro que no más práctico.

    Para su espanto y sin venir a cuento, Alice tiró de él. Otra vez. Eeeh. Fue lo único que atinó a decir mientras se vio medio volando por el pasillo, como había estado Elio en su jaula cuando él corrió por el tren para llegar a tiempo al andén. Pero, pero... Y no se paraba. El... ¡El prefecto! ¡La ruta! ¡La Sala Común! Nada. Hizo fuerza con la mano y, tras arrastrar los talones un par de centímetros por el suelo, consiguió frenarla. ¡¡Alice!! Soltó una bocanada de aire por el esfuerzo. ¡Que el prefecto nos está hablando! ¡No nos podemos perder! ¿Y dónde quieres ir? Ni siquiera sabemos donde está eso. Puso cara de circunstancias y negó con la cabeza. Vamos mañana, ¿vale? Después de clase, obvio. Bajó las cejas. Porfa.
    Merci Prouvaire!


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    Miér Sep 30, 2020 9:29 am

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    CON Marcus EN Castillo A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Ante aquella reacción de Marcus, se puso coloradísima, como cuando su madre le decía que no se podía portar de tal manera. Se mordió el labio mirando a su nuevo amigo- Pero... Es que hay una sala que se convierte en lo que desees, y es lo más alto del castillo dese ahí tiene que haber unas vistas...- suspiró. Realmente Marcus estaba agobiado por lo del prefecto. Y pasarían allí los próximos siete años... ¡Pero, dragones, ella tenía que ver esa sala! Apretó los labios y asintió.

    -Vale. Pero te juro que no sé cómo voy a poder dormir sin saber lo que hay en esa sala- volvió a tirar d ella mano de Marcus y bajó haciendo el mínimo ruido posible, escabulléndose entre los alumnos de primero y volviendo a colocar discretamente a su amigo en la primera fila. Había alguien preguntando cosas a los prefectos así que no se habían dado cuenta de nada- ¿Ves? Y aquí no ha pasado nada- susurró- ¡Ay, Merlín! ¿Qué crees que habrá en esa sala? O sea, que querrías tú que hubiera... Yo creo que depende, pero si echo de menos el salón de casa pues pediré eso... O podría pedir directamente la jungla amazónica y ver si aparece ¿no crees?...- Pero Marcus estaba enganchado ya a las palabras de los mayores de nuevo, con unos ojos brillantes y entusiasmados. ¿Será que le guste la prefecta mayor? Bueno, normal eran más o menos de la misma altura, era su prefecta al fin y al cabo, ella podía mediar ahí. Pero estaba más concentrada en los ojos de Marcus y no pensó mucho cuando dijo- ¡Qué ojos más verdes tienes!- sí porque eran como el color de la campiña, frescos, preciosos pero sin ser agobiantes- Son casi más Slytherin que Ravenclaw.
    Merci Prouvaire!


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    Miér Sep 30, 2020 11:31 am

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    CON Alice EN Andén A LAS 18:00h, 1 de septiembre de 1995
    Ahora que lo decía, lo cierto era que él también se moría de ganas por saber lo que había en esa Sala. ¡Pero es que los prefectos estaban hablando! No podía llegar el primer día incumpliendo una norma tan sencilla, además su padre le había dicho que tenía que hacerles caso y que le iban a ayudar. Y era por educación, también, ¿no? En fin... Le sabía muy mal lo de irse por ahí... Y era de noche, y ese Castillo era inmenso y no lo conocían, se podían perder...

    Solo se encogió de hombros con resignación. Ya, a mí también me va a costar, pero... Pero no pensaba dejar de escuchar a los prefectos y hacer lo que tenía que hacer, aunque le matara la curiosidad. ¡Mañana vamos! Volvió a solucionar con una sonrisa entusiasta. Si él también estaba deseando saber qué había. Allí y por todos los rincones de Hogwarts.

    En apenas segundos volvía a estar con una sonrisa aliviada en primera fila. "¿Ves? Y aquí no ha pasado nada", susurró Alice. Eso le hizo mirarla entre sorprendido y analítico. ¿Insinuaba que podías saltarte las normas y que no pasaba nada, que nadie te pillaba? No sabía si le convencía mucho eso... Eso sí, sin darse cuenta no solo le había arrastrado sino que le había devuelto sin consecuencias. Eso contradecía muchos preceptos internos suyos. Era raro.

    Intentaba escuchar con atención al prefecto pero Alice no paraba de hablar. ¡Y su madre decía que él hablaba mucho! Pues si conociera a Alice... Menos mal que tenía la habilidad de poder atender a dos personas a la vez, por lo que, sin perder pie de lo que decía el prefecto ni dejar de mirarle, inclinó ligeramente el cuerpo como una palmera doblada hacia la chica y susurró. ¿Una selva? ¿Estás loca? Que aún no sabemos defendernos bien, ¿y si sale un depredador? He leído que allí hay babosas de fuego, y que si pisas una, te quedas sin pie. Se quedó unos segundos en silencio, escuchando al prefecto, pero pensando en qué pediría él. Yo creo que también pediría mi casa si la echara de menos. O un taller de Alquimia como el de mi abuelo, pero más grande, para hacer experimentos yo solo. Sin que nadie le dijera "cuidado con esto" o "esto es muy avanzado para ti, aún eres pequeño". Y ese año aún no tenían Alquimia, tendría que seguir esperando. Qué rollo.

    Eso último ya lo había contestado medio ido y con miedo a que le pillaran, así que aprovechando el silencio de Alice, se centró en escuchar. Ya mismo iban a conocer su Sala Común, ¡por fin! Era todo tan bonito e interesante, ¡y los prefectos sabían un montón de cosas! Y la prefecta era muy guapa...

    Esa frase que Alice soltó de repente le hizo dar un respingo y mirarla, poniéndose colorado cuando entendió lo que le había dicho. Se encogió levemente de hombros con timidez, pero ante el siguiente dato frunció el ceño. Ah, eso no le había hecho tanta gracia. Pues soy Ravenclaw. Y a mucha honra. Aunque solo llevara como Ravenclaw hora y media. Se fijó entonces en los de la chica y... Vaya, no podía lanzarle el comentario de vuelta, porque los tenía azules. Solo esbozó una expresión digna y volvió a mirar al prefecto... Aunque miraba a la chica de reojo. Al final se le escapó una sonrisita cordial. Los tuyos son muy Raven. Como tus lazos.
    Merci Prouvaire!


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    Miér Sep 30, 2020 6:23 pm

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    Vale, Marcus era fan de las normas, como super fan, pero ya se le pasaría en cuanto llevara un tiempo en el colegio y se asegurara de que no era un sueño. Además, él también quería ver lo que era la Sala de los Menesteres, eso es que en verdad era de los suyos. Solo menos atrevido, pero ya tendría tiempo de curarle eso.

    Tuvo que retener un estallido de carcajada cuando el chico se escandalizó por la jungla- ¡Lo he dicho por decir! Pero desde luego, tiene delito que te parezca más peligrosa la jungla que jugar sin supervisión en un laboratorio de alquimia- Pero en ese preciso momento, Alice supo que Marcus sería un alquimista magnífico. O lo que se propusiera. Y justo mientras lo estaba pensando, un poco ida, y haciéndole una burla inocente al mosqueo de Marcus por lo de sus ojos, él le dijo que los suyos eran muy Raven, como sus lazos. Alice odiaba sonrojarse, porque le salían todas las pecas muy brillantes por la nariz y las mejillas y la hacían parecer mucho más pequeña de lo que era. De hecho se limitó a decir- ¡Anda sí!- Menuda estupidez. Como que en once años de vida no se había dado cuenta de que tenía los ojos azules.

    Menos mal que ya les hicieron pasar. Disfrutó con la vista de la sala común, enamorándose al instante del lugar, pensando que ahí pasaría los buenos años de su vida, que ese era su nuevo hogar y que quizá ni siquiera llegara a extrañar el suyo. Era hora de irse a la cama, y quería dar otro abrazo a Marcus, decirle que encontrarle en la barca había sido lo mejor del día (y eso era mucho decir) y que se moría de ganas por descubrir las cosas del castillo con él. Pero solo dijo- Nos vemos mañana, compi. Gracias por todo- guiñó un ojo y siguió al resto de las chicas. Eligió la cama que estaba más cerca de la ventana, y una vez todas las niñas se durmieron, se asomó a la ventana, apoyando los codos y sujetando su cabeza. Ah sí. Le iba a encantar estar allí.
    Merci Prouvaire!


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    Miér Sep 30, 2020 8:59 pm

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    Se encogió de hombros como si no entendiera lo que la chica acabara de decir. En un taller de Alquimia llevo toda la vida, a la selva no he ido nunca. ¿De verdad le parecía más peligroso un simple taller que una selva llena de bichos? Pues Alice estaba un poco loca... Aunque era graciosa. Solo esperaba que no pretendiera llevarle nunca a una selva con ella.

    Pasaron a la Sala Común y, una vez más, se le iluminaron esos ojos tan abiertos que llevaba teniendo desde que se bajó del tren. Era tan bonita, tan azul y tan acogedora. La chimenea estaba encendida y todo perfectamente decorado. ¡¡Y tenían chuches en una mesa!! De hecho, casi antes de que las viera, la prefecta había tomado el cuenco y les había ofrecido a quienes quisieran (que fueron casi todos). Qué maravilla. Cuando él fuera prefecto, también ofrecería chuches a los alumnos nuevos... Sí, ya había decidido que quería ser prefecto algún día.

    Pero cuando terminó de repartir, la prefecta se llevó a las chicas a su dormitorio y el prefecto hizo lo mismo con ellos. Tocaba despedirse de Alice, al menos por hoy. Se despidió con la mano y una sonrisa, porque tenía la boca llena de caramelos y así iba a quedar un poco feo hablar. Cuando pudo tragar, sí habló. ¡Mañana buscamos esa Sala! Pero Alice ya iba camino de los dormitorios, rodeada de las otras chicas de la casa.

    Se pasó un buen rato deshaciendo las maletas y ordenándolo todo. Estaba muy cansado pero también tan entusiasmado que aún le quedaba energía, así que prefirió dejarlo todo bien puesto para mañana no tener que ponerse a rebuscar sus cosas antes de entrar a clase. Luego se fijó en que su compañero ya estaba metido en la cama. Uy, perdón. Ya termino. Guardó debajo de la cama la maleta vacía y se subió al colchón de un salto, colocándose de rodillas y estirando una mano hasta llegar hasta el otro chico. Soy Marcus O'Donnell, ¿y tú? Mejor ir conociendo a su compañero, ya tenía una amiga, pero no estaba de mal tener dos y que uno fuera un chico, porque con las chicas no podía compartir conversaciones antes de dormir. Sonrió cuando le dijo su nombre y se metió entre las sábanas. Encantado, Zac.
    Merci Prouvaire!


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