FIGHT THE DEAD, FEAR THE LIVING.

En un mundo donde se esparció rápidamente un virus que hace volver a caminar a los muertos.  Los sobrevivientes tienen que lidiar con los nuevos obstáculos que la nueva realidad les impone. Luchar contra los muertos y contra los vivos que adoptan una conducta egoísta. Amelia Robinson, una cadete adscrita a la comandancia de King County en el estado de Atlanta, en un intento de buscar municiones para su propia supervivencia, regresa a las localidades de la comandancia donde laboraba. Allí se encuentra con Ryan, un chico que hacía unos días había sido detenido por manejar en estado de ebriedad y quien no tenía el dinero suficiente para pagar su fianza. Quienes laboraban allí lo habían mantenido vivo los primeros días, pero no había sido quienes de dejarlo salir. Como si alguien los fuera a regañar por soltar a un detenido, cuando en realidad el mundo y el gobierno que conocían ya no existía. Sin embargo, eso fue lo único que lo mantuvo vivo. Estar detrás de los barrotes. Pero Ryan Harrison no era un vago sin oficio, como muchos decían. Muerto de hambre si, pero vago no. Pues era estudiante de enfermería. Ahora, tanto la cadete Robinson como Ryan deben hacer equipo para intentar sobrevivir y llegar al refugio más cercano. ¿Las diferencias serán un problema? ¿O podrán complementarse? Más vale que sea lo último porque su supervivencia podría depender de ello. Un AU de la serie de TV de AMC, The Walking Dead. Donde los supervivientes coexisten en el mismo universo que los personajes canon, teniendo contacto con alguno de ellos en ocasiones pero formando su propio destino y ruta de supervivencia.

Cronología

Inspired | 1x1 | The Walking Dead—Series TV

4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo

Igual hacía algo de sentido, eso que decía de no ser una chica romántica por el solo hecho de ver películas de ese tipo. Porque si venimos a ver, yo tampoco es que fuera un masoquista que me gusta vivir con la navaja en el cuello, buscando el peligro solo por ver películas de terror. Aunque lo del ser o no romántico, no se podía saber bien hasta no estar enamorado. ¿Será que aun con todo el caos en este mundo, aun eso sea una posibilidad? Ya sé, ya sé, suena un poco ir realista. Pero no sabemos tampoco si luego todo se arregle. El ser humano ha pasado por diferentes épocas y ha tenido que adaptarse a sus nuevas realidades, así que no creo que esta deba ser la excepción.

- Oh, no, no perdón. No me exprese bien. Con lo de locos me refiero a los civiles obsesionados con la supervivencia. - le expliqué. - En cuanto a científicos. Imagino que en el CDC tiene que estar trabajando en eso. - más valía o entonces si estábamos completamente jodidos. Porque si el Centro de Control de Enfermedades no podía encontrar una cura. ¿Que lo iba a hacer? - Yo imagino que han de haber puesto manos a la obra. Dudo que el gobierno de Estados Unidos se quedara de brazos cruzados. Ya sabes como somos… siempre queriendo ser los primeros en todos. En esto definitivamente espero que así sea. - porque igual, aunque la encontraran en algún otro lugar igual había que esperar. - Aunque igual, no sabemos si eso fue solo aquí. Si solo fue aquí, de seguro igual las naciones unidas han de estar buscando una solución a esto. - comente siendo positivo.

Por ahora esa conversación había quedado en el olvido. Ahora todo se centraba en el riachuelo. Queríamos pescar y al menos los instrumentos necesarios para ello los tenemos. Así que era muy buena señal para nosotros. Comeríamos algo de proteína en estos días, y proteína fresca. Además, estaba feliz de aprender algo nuevo. Porque sí, era un lujo aprender algo en medio de un apocalipsis y sería algo que de aquí en adelante podría hasta salvarme la vida. - Genial, igual te enseñaré a cocer o sellar heridas. Así es más justo. - añadí. ¿Debía de pasarle algo de mis conocimientos de curación a ella porque qué tal si era yo el que en algún momento terminaba herido? ¿Quién me curaría?

No había sido mi intención ir a parar a donde ella se bañaba y de paso haberla visto desnuda. ¿Qué iba a pensar yo que los gritos eran por un pez? Creí que era un muerto, que estaba en peligro. Por eso no dude en correr. No era penoso, podía ser bastante liberal y despreocupado en esos asuntos. Solo había que recordar lo poco que me importo cuando fue ella la que me vio accidentalmente desnudo en aquel baño. Pero ahora como había sido sin querer, pues de verdad quería que se sintiera cómoda con mi presencia, respetarla, pues había hecho que me pusiera rojo, pero de la vergüenza.

- Ya me los tapé. Ah, lo siento. De verdad. - le dejé saber volteándome de una forma un poco torpe por tener los ojos tapados y no ver donde pisaba. - Eso es genial. - comente en cuanto a que hubiera peses. - Sí, ya me voy. De verdad lo lamento, es que me asuste pensando que te podía pasar algo. - Respondí con sinceridad mientras comenzaba a caminar hacia el otro lado de la roca nuevamente. Eso sí, dudo que esa imagen desaparezca de mi mente, es demasiado hermosa como para que pase eso.  - Oh, yo no veo la hora tampoco de sacarme todo este sucio. - dije señalando mi aspecto cuando la chica volvió de su baño. - Creo que aprovecharé la misma nava para rasurarme. Ya me está causando comezón. - me queje rascando un poco por el área de la barba. - Aunque ahora que lo pienso… no sé si pueda hacerlo aquí yo solo. No me veo. Amy… Tú… ¿Tú me ayudarías con eso? - quizás era mucho pedir, pero era eso o dejármela o arriesgarme a cortarme la garganta con aquella filosa navaja. - Pues creo que algunos días, aunque no muchos, porque debemos encontrar ese refugio. Pero si al menos lo suficiente para que descansemos y reposamos fuerzas. - le comenté mientras tomaba mis cosas e iba hacia detrás de la roca. No veía la hora de sacarme toda esa mugre.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Carretera, En el auto, sin destino en particular

4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo

Me preguntaba por qué… ¿Por qué mi vista me había traicionado? Estaba portándome bien.  Había dejado que ella fuera primero, que tuviera su privacidad. Pretendía evitar que hubiera algún tipo de incomodidad entre ambos y ahí iba a cagarla. El quedarme viéndole cuál bobo no había sido intencional. No es que hubiera ido hasta allí para verla desnuda. Aunque sí tenía que admitir que había sido una hermosa imagen que se había quedado impregnada en la mente. 

La verdad no encontraba la forma de como disculparme. Me había puesto rojo y casi cuál torpedo me había volteado y desaparecido del área. Sentía vergüenza. Jamás pensé que algo así podría provocarme tal cosa. Pero sí, más porque notaba que Amy se había molesto. Había sido de buena intención, pero no había salido como planeado. Eso sí, igual, aunque me pueda ganar un golpe, volvería a correr hacia ella si siento que corre peligro. Lo sentía, pero de eso sí, no me arrepentía.

Sí, era cierto, había sido un poco de excusa para estar cerca de ella después de lo ocurrido. Es que no quería que se alejara así no más. Con todo lo que ha pasado es estas semanas, ella ha sido de las pocas cosas buenas y no quería perder eso también. - Gracias. De verdad, que es un poco difícil sostener el espejo y mantener el pulso. le respondí para al fin poder irme a dar el tan anhelado baño.

Sentí la sensación de relajación al tacto del agua con mi cuerpo. Poco a poco mi piel volvía a recobrar su color natural y dejar a un lado esa apariencia grisácea debido al sucio. No podía creer que hubiera pasado tanto tiempo desde la última vez que me di un baño decente.

- Sí, es que necesitamos el descanso.  O podríamos enfermar por el desgaste físico. - aseguré, ya había visto eso en casos de trabajólicos. Por lo que caer en ese estado solo nos podría más vulnerable y retrasaría más que el pasar unos días aquí. O peor aún, nos podría costar la vida si nos topábamos con un grupo de muertos vivientes estando casi sin fuerzas.

Me encontraba con el cabello lleno champú por lo cual había cerrado por un momento los ojos para que no se me entrará el jabón allí cuando escuche que Amy le hablaba a Wanda… hablaba de venganza. Mis ojos se abrieron de par en par.

- ¡¿Cómo?! - comencé a mirar para todos los lados, buscando a ver alguna señal de que estaría tramando. - Amy por favor, no seas malita. Perdón de nuevo. - comencé a enjugar rápidamente el cabello.  ¿Con qué travesura me saldría? Sin querer por los apuros me cayó champú en un ojo. 

Salí del agua casi tuerto sin poder ver a tientas, logré conseguir mi ropa y ponérmela. Llegué donde estaba Amy y Wanda, con la ropa toda mal puesta y un ojo rojo. - Casi olvidaba lo que era tener jabón en los ojos. - Bueno, al menos si se reía de mí al menos quería decir que ya no me quería matar.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Carretera, En el auto, sin destino en particular

4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo

No podía evitar avergonzarme. Había resultado en un momento incómodo. Lo peor es que en realidad esta era el segundo incidente de este tipo. Solo que con los papeles invertidos. Por supuesto que en mi caso no había sido algo que me importaba mucho. Pues la realidad no soy muy pudoroso. Pero no es lo mismo cuando es al revés. Imagino que su nivel de incómodo aumento el doble. El asunto aquí es que lo hecho, hecho estaba y ya la imagen estaba en mi mente. Solo me había quedado la disculpa y realmente esperaba que fuera suficiente porque no quería que se sintiera raro.

Tenía un oído bastante bueno o tal vez solo era la paranoia que este nuevo mundo había provocado, que simplemente me hacía estar más alerta. El asunto es que había escuchado sus habladurías con Wanda, que por suerte no podía hablar o de seguro le decía que sí. Ya la imaginé moviendo su colita a modo de asentimiento. 

En mi intento por apresurarme terminé con espuma uno de los ojos, menos mal fue uno solo porque ya olvidaba lo mucho que ardía eso. Lo bueno es que al menos se había reído de mi desgracia, por aquello de ser dramático. Había aparecido frente a ella, todo destartalado, con la ropa mal colocada. - Ah sí… Gracias. - respondí al darme cuenta de que aún tenía sin abrochar el pantalón. Para así intentar medio ciego aún de cerrarlo mientras Amy llegaba con agua para que me enjuagara mejor los ojos.

- Ya sé, mejor dejar el asunto olvidado. - le aseguré.  - Y de verdad me alegra saber que no estás enojada. - le confesé con una sonrisa. - Bueno, igual no te culparía si realmente lo haces. Eso sí, creo que igual el champú se vengó. - aseguré dejando escapar una risa.

Seguí sus indicaciones. La verdad era cierto, el sol estaba resultando muy bueno y agradable. En especial luego de aquel baño. - Está bien, trataré de no moverme. - cosa que la verdad no podía asegurar del todo, pues podía ser bastante inquieto. Pero que al final iba a ser muy culpa mía si terminaba por cortarme.

La tenía muy cerca, demasiado cerca mientras con delicadeza comenzó a rasurar mi rostro. Podía sentir el frío de la crema de afeitar mientras ya ahora con la visión más clara podía perderme en aquellos grandes ojos cafés acompañados de sus suaves facciones que hacían que su rostro se viera angelical. Sabía bien que pensar en algo más por como estaban las cosas tal vez era solo una fantasía.

Maldecía por no haber podido conocernos antes. La verdad cada vez Amy se hacía más importante en mi vida, así que igual ignorar ese sentimiento por no caer en esa tentación para así no sufrir, no cambiaría nada. Seguiría estando ahí. No sabía cómo reaccionaria, pero debía tomar el riesgo, no serían sus palabras las que me dijeran lo que sintió, sino sus propios labios. Por lo que no pude evitarlo y cuando estuvo más próximo su rostro a mi boca terminé por atrapar sus labios en un beso lleno de crema de afeitar.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Carretera, En el auto, sin destino en particular

4. Aburrido y cansador viaje sin rumbo

Había sentido alivio de que no pasara a mayores y no fuera motivo de desconfianza entre ambos. Porque normal que no siempre andemos contentos el uno con el otro. Sé que puede que existan días así, somos humanos y ambos somos diferentes en la forma de ser. Pero la confianza, esa parte, era la que no se podía romper y de verdad que no quería que pasara. Podre ser muy diferente a ella en el sentido de ser más atrevido, a veces un poco descarado, pero no me aprovecharía de ella. Por lo que sentía como si un gran peso de encima se hubiera quitado de mí. Todo estaba bien y eso me ponía nuevamente feliz.

Hoy día había que estar buscando algo por lo cual estar feliz, un motivo o de lo contrario la frustración por lo que estaba pasando nos carcomería y terminaríamos por sucumbir a la tristeza. Escuchar su risa era como música para mis oídos, ya ni siquiera le prestaba tanta atención al ardor que había provocado el champú en mi ojo. Solo reí junto a ella sobre lo de la venganza del jabón para el cabello. - Lo sé, sería imposible coincidir en todo. Es parte de ser humanos. - y era parte de estar vivos. Los muertos vivientes no tenían conciencia por lo visto de lo que hacían. No se podían quejar, no podían diferir, alegrarse, molestarse. Solo hacían una cosa, devorar.

Fue complicado poderme quedar quieto para que pudiera afeitarme. Eso tengo que admitirlo porque la realidad es que yo soy muy inquieto, y para que este sin moverme a de ser porque me siento muy mal o estoy en estado shock por algo que realmente me conmocionara. Pero claro, no deseaba que por accidente me cortara, que no podíamos estar gastando vendas ni nada de esas cosas innecesariamente. Sin embargo, aunque no ocurrió nada de cortes ni desangramiento, sí paso algo que no tenía planeado. La cercanía tan escasa y ese sentimiento que sin darme cuenta poco a poco comenzaba a crecer dentro de mí me habían traicionado. No lo pude evitar y cuando menos la esperé ya me encontraba besando sus labios. Hacía tanto que no sentía algo así en un beso porque había sido correspondido. Amy había correspondido aquel beso, había rodeado mi cuello con sus brazos, mientras que yo había rodeado su cintura con los míos, guiándola en aquel beso que, aunque podría tener un sabor raro por la crema de afeitar, había terminado siendo con un sentimiento especial. No era un beso vacío.

Todo estaba siendo maravilloso hasta que la chica se despegó y aseguro que no podíamos. - ¿Qué? - pregunte aún un poco descolocado, intentando analizar qué estaba pasando. Pues no la entendía, si se hubiera molestado y rechazado el beso no me hubiera sorprendido. Pero no fue el caso. Fue cuando comenzó a explicarse. En resumen, tenía miedo de lo que el futuro nos trajera. Trague saliva, estaba por responder cuando Amelia corrió al río. Por lo que no me dio tiempo de responderle en ese momento. - Amy… espera. - le llamé. - Yo lo menos que quiero es que sufras. - le aseguré, porque no era la intención. - Solo pensé por un momento que quizás… quizás había una gota de esperanza e ilusión en medio de este caos. - le comenté deteniéndome detrás de ella. - Pero está bien, que así sea. No puedo forzarte a algo como eso. - solo que estaba seguro de que por mi parte no iba a cambiar nada. Estuviéramos juntos o no como pareja, no haría que doliera menos si algo le llegaba a ocurrir. En el corazón no se manda.

Me enjuagué también la crema, y regresé a donde estaban las cosas. - Será mejor que preparemos el campamento lo antes posible, y pescar mientras tengamos luz solar. Necesitamos ese descanso. - le comenté, lo necesitamos para poder llegar a nuestro destino, y la verdad es que solo quería cambiar de tema porque sí había dolido su negativa porque me corresponde, lo sé, pero no lo quiere aceptar.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Carretera, En el auto, sin destino en particular

5. No entren a la ciudad

Había sido bueno tener aquel descanso junto al río. Pero era momento de al fin continuar nuestro camino. Aún recordaba el beso, lamentaba que no fuera posible que hubiera algo entre ambos. Más sabiendo que era correspondido. Bien que lo había admitido que le gustaba. Había entendido su preocupación y su miedo. Sin embargo, era inevitable entristecerme. Pues sentía que, aunque no tuviéramos idea de que nos deparará el futuro, luego me iba a arrepentir de haber agotado el tiempo que tuvimos juntos sin intentarlo. Sin embargo, no pretendía forzar nada y estaba consciente que debíamos permanecer juntos, era la única forma de sobrevivir aquí. Además, no era capaz de dejarla a su suerte. No podía, no lo haría y no era solo por gratitud. Si no también precisamente por ese sentimiento, aun cuando lo tuviera que guardarlo solo para mí.

Luego de aquel viaje en carretera que por un momento había parecido interminable, al fin habíamos llegado a una de las entradas de la ciudad. Podía notar algunos letreros que la policía y FEMA habían colocado para que fuera más sencillo ubicar el centro de refugiados. Sin embargo, a medida que poco a poco avanzábamos en el auto, evadiendo otros que estaban varados. Notaba que se sentía una sensación lúgubre, solitaria en las carreteras. No quise ponerle mucha importancia. Tal vez la razón era porque simplemente la gente estaba bien resguardada y no salían a la calle a menos que fuera necesario. Sin embargo, el mal presentimiento se apoderaba de mí. Pues podía notar como aún había cuerpos en el suelo, como si nadie hubiera procurado mantener el orden en ese lugar, como si fuera tan complicado salir a las afueras, que preferían dejar la podredumbre frente a ellos, aunque no pudiera resistir el olor.

- Se supone que ya estamos cerca… - murmure mientras me disponía a doblar en la intersección. Cuando lo hice pude notar que la calle estaba bloqueada con vallas e incluso algunos vehículos de transporte público. Dejando solamente un pequeño espacio donde habían colocado una especie de puerta que daba acceso a la zona donde se encontraba el edificio utilizado como refugio. - Creo que tendremos que seguir a pies. No puedo creer que después de tanto al fin llegáramos. - comente con algo de emoción. Del otro tema no había vuelto a decir nada, a veces era mejor no remover las cosas. Aunque definitivamente no lo olvidaba.

Que nadie saliera al vernos, que no escucháramos nada y que fuera tan sencillo al final encontrar el lugar no era buena señal. - Amy… esto no parece normal. ¿No debería de haber guardias o soldados en la entrada para recibirnos? - dije al notar que cerca del portón no había nadie. Ni siquiera nos amenazaron ni nada. Mire hacia atrás la calle más alejada, aún caminaban un pequeño grupo de muertos, pero nada más. - ¿Entramos? Ya estamos aquí. - Añadí, comenzaba a pensar que algo paso. No era justo, era una mierda si fue así. Pero igual no quería decir que no podríamos sacar algún tipo de provecho. No lo sé, solo espero que no sea en vano el viaje.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta

5. No entren a la ciudad

Quería evitar pensar en lo ocurrido a orillas del río, era mejor no hacerlo. Más, sin embargo, estaba muy seguro de que a la que notara que corría peligro, mi instinto sería correr hacia ella y protegerla. No porque no pudiera hacerlo por su cuenta. La verdad tiene incluso mejor puntería que yo, no por nada fue cadete de la policial. Pero era más bien por ese reflejo inconsciente de no querer que le ocurra algo malo.

Era evidente la decepción en mi rostro al ver que el lugar parecía desolado. La forma en que Wanda tenía sus orejas como Atenas parabólicas bien alertas tampoco era una buena señal. El problema es que no teníamos muchas opciones. Necesitábamos reabastecernos de suministros de todos modos si al final no había refugio alguno. Además, Amy añoraba comunicarse con su madre. Quizás podría haber algún teléfono de línea o algo con energías que pudiera usar para su celular y cruzar dedos para que la llamada saliera. Pues estoy seguro de que de aquí algún tiempo, por la falta de mantenimiento, las señales de las telecomunicaciones pueden también pasar a la historia.

- Lo sé. Pero tampoco tenemos muchas opciones. Debemos aprovechar la ciudad, campo a dentro no creo que sea posible y esas barras de señal que aún quedaban en tu teléfono no creo que duren para siempre. - le advertí, realmente quería que pudiera hacerlo. Así, al menos se podía quedar más tranquila. Aunque igual no sería sencillo ese momento en que se tuvieran que despedir la una de la otra, solo que era mejor que el no poder hacerlo. - Sí, eso sí podría ser una buena noticia. Porque sí la tiene ahí, ya se podrían poner de acuerdo e intercambiar canales de la radio. - que su madre tuviera una radio podría resultar más alentador, aunque fuera que pudieran escuchar su voz por más tiempo.

- Tengo municiones, aunque no tantas. Solo me queda un peine adicional. - le comentaba a la cadete. Solo esperaba que no tuviéramos que usarlas armas de fuego. Podríamos atraer más muertos, pero, por otro lado, en una encrucijada el arpón no serviría de mucho porque no se puede atacar y correr al mismo tiempo con él. - Quizás están más adentro escondidos, tal vez es una técnica para que los nuevos piensen que no hay refugio. Ya sabes, a veces algunos pueden ser… egoístas. - solo había que recordar el tipo del centro comercial. - Vamos, igual además de la llamada, tal vez encontremos, municiones o comida. Algo tendremos que sacar de esto. - ¿Y la verdad ya comenzaba a pensar en un plan B. ¿A dónde iríamos si no salía bien lo del centro de refugiados?

Caminaba hasta la entrada del edificio. Había algunos cadáveres en la entrada, pero estaban muertos de verdad. Incluso se podía notar las heridas en sus cabezas. Según íbamos avanzando, la mala espina me comenzaba a invadir, pues podía de tanto en tanto ver más cadáveres, sangre en las paredes. - ¡Maldición! - solté frustrado al darme cuenta y admitir la realidad. - Parece que siempre y sí el 'centro de refugiados’ ya no existe. - dije soltando un suspiro de resignación. La verdad me había caído como balde de agua fría. - Será mejor aprovechar que al menos está vacío de muertos vivientes, consigamos algo de energía, y suministros. - le comenté a Amy. Lo que me estaba tan raro es que, si no había vivos, porque no había muertos vivientes. ¿Tendrían la suerte de todos salir con vida? En la recepción había un plano con unas anotaciones a lápiz de donde quedaban las cosas ubicadas. - ¡Aquí! Tal vez aquí podamos conseguir alguna radio, o teléfono militar. En esta oficina es donde se supone que estaban los militares. Algo de especial tendría que tener para que la escogieran. - le señalé. - Vamos. - sin darme cuenta la había agarrado de la mano. - Lo siento… - murmure al percatarme. Fue ahí donde notaba el extraño comportamiento de Wanda mientras cruzábamos un pasillo. Estaba erizada y gruñía, pero no se detenía, seguía detrás de nosotros. Solo espero que eso no signifique malas noticias, malas noticias adicionales, claro está.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta

5. No entren a la ciudad

Era lamentable que al parecer no había refugio. Bueno, si lo hubo, pero por lo visto cayó como la mayoría de los lugares que hay en esta ciudad. La cual comenzó a creer que no era tan segura como pensaba. El estado de alarma de Wanda tampoco podría ser una buena señal. Pero mientras no se alterará por completo, no había que preocuparse.

— Espero que al menos podamos encontrar lo que buscamos. Es el sitio donde con más probabilidad hay de encontrar energía. — le aseguré a la castaña. — Sí, quizás es solo cuestión de explorar el edificio. Debe también haber un área donde tengan comida. — le comenté. Sonaba obvio, pero tampoco necesariamente quería decir que encontraríamos algo.

La frustración en mi rostro era evidente, como también era evidente que quedarse aquí ya no era un buen negocio. — No hay de otra, iré pensando en eso. Lo que sí es seguro que tal vez mantenerse en área de la ciudad ya no parece ser tan buena idea. — Quizás era mejor pensar en regiones campo adentro. Donde estemos alejados de las áreas donde se acumulaban gentíos. Quizás la zona de las granjas, alguna de ellas, debería de estar vacía. No lo sé. Trabajo en eso. Pero por ahora debíamos aprovechar el lugar y buscar lo que necesitamos.

No iba a ganar nada con lamentarme, por más que quisiera que el sitio estuviera aún en pie, no estaba siendo el caso. Así que tal como Amy comentaba, debíamos ir directo al grano y luego salir disparados de este lugar. Por fortuna no tardamos mucho en llegar a la oficina de los militares. De tanto en tanto dirigía mi mirada al can para ver como se andaba comportando. Que no dejara de gruñir mientras caminábamos por aquel pasillo me había inquietado aún más. Por otro lado, que Amy no se molestara por mi acción, era un alivio. La verdad no deseaba que todo se pusiera tenso entre ambos, aun cuando hubiera ese sentimiento de por medio. — Sí, es producto del instinto. — comente, porque es que lo había hecho sin tan siquiera pensarlo. Simplemente, lo hice y ya.

— ¡Oh! ¡Excelente! ¡Al fin una buena noticia! — exclamé aliviado. Mientras hacía justo lo que me decía y enchufe el teléfono. — Déjame revisar los maletines verdes de allí. Puede que haya alguna radio portátil con wokies. — le indiqué. Me puse a explorar los maletines mientras la escuchaba intentar llamar a su madre. Realmente esperaba que fuera posible el contacto. Yo por mi parte sentía cierto temor de intentar hacer lo mismo. En especial había que recordar cómo había sido mi última conversación con mis padres. Mire a Amy, parecía estar muy emocionada. No pude evitar quedármele viendo mientras verificaba el maletín con una sonrisa genuina, sintiendo emoción por saber que lo había logrado. Jale el maletín para abrirlo, había la radio con dos wokies. Cerré el maletín y lo dejé con nuestras cosas.

Me acerqué a ella apretando su hombro suavemente al notarla con los ojos aguados de la emoción. — Creo que tal vez si instalamos la antena de la radio igual potencie un poco la señal. ¿No? — le comenté, quería ayudar, no quería que se fuera a cortar la comunicación. Así que volví a trastear el maletín sacando la pequeña antena para activarla. No era experto en comunicaciones, pero no había de otra, no podíamos darnos el lujo de conseguir uno. — Prueba a ver si se escucha un poco mejor. — le dije esperanzado de que sirviera de algo.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta

5. No entren a la ciudad

Esperaba que al menos agarrara un poco de carga el teléfono mientras meditaba y decidía qué hacer. Quería hablar con ellos, pero al mismo tiempo tenía sentimientos encontrados. No sabía qué esperar. Era posible que no para todos lados del mundo llegara el virus con la misma rapidez. Lamentablemente, difícilmente hubiera lugar que no fuera tocado por el mismo. Quizás muchos años atrás, pero hoy día con tanto vuelo internacional y para rematar darme cuenta de que uno de los países más preparados para resistir algo como esto, que era Estados Unidos, no pudo resistir, no son buenas noticias. Estábamos a nuestra suerte. Sin embargo, puede que exista algún sitio inhabitado que sea seguro. Pero eso ya sería un plan más ambicioso y que había que pensar y explorar buen antes de jugárnosla. Por lo que por el momento la granja sigue siendo la mejor opción.

Escuchar hablar a Amy con su madre me estrujaba el corazón. Por suerte que lo de la antena funcionará era algo bueno, un granito de arena que aportar en medio de este caos. Era una mezcla entre alegría y al mismo tiempo tristeza. Porque no sabíamos qué esperar.

La envolví en aquel abrazo mientras ahora lloraba. — Por lo menos así no los tomará desprevenidos. Eso es bueno. Y el que esté bien. — Le aseguré mientras acariciaba su cabello, atreviéndome a dejar un beso sobre su cabeza.

— Umm, tal vez tengas razón. Aunque me causa conflicto, no puedo negar que tan solo escuchar sus voces y con eso confirmar que están bien, me bastaría. — Le comentaba. Casi lograba convencerme de hacerlo. Sin embargo, el ruido que ambos escuchamos nos alertó. Este lugar no era seguro. Definitivamente. — Sí, guardemos las cosas que encontramos y vamos por la comida. Tal vez con la poca carga pueda intentarlo luego. No es buena idea estar más rato aquí. Ese ruido y la actitud de Wanda no me da buena espina. — le decía mientras rápidamente empacaba las cosas. — Sí, sí. Tampoco podemos darnos el lujo sin salir sin la comida. No está tan lejos la cocina.  — Le indiqué mientras abría la puerta de forma sigilosa. — ¿Hacia dónde? — Le pregunté a Amy que era quien tenía el mapa.

Comenzaba a escuchar a lo lejos algunos gruñidos. Ya se me hacía raro que solo hubiera muertos, y no muertos vivientes. La cocina era cierto que no estaba lejos, pero con cada paso podía escuchar nuevos ruidos, provenir justamente de los pasillos por donde habíamos venido. — Creo que será mejor darnos prisa. Esos ruidos y gruñidos que vamos dejando atrás no me gustan para nada. — Era como si nos estuvieran persiguiendo. Había algunos paquetes de comida preparados por los militares que eran de larga durabilidad. — Esta probablemente es la mejor comida que podamos encontrar, durara mucho y no sabe tan mal. — Le comenté mostrando los empaques sellados color crema obscuro a Amy. Guardaba algunos en la mochila cuando de pronto escuche un fuerte ¡Boom! Como si un vidrio estallara. Seguido de ello comenzaban a oírse los gruñidos de antes, solo que en esta ocasión casi a la vuelta de la esquina. — ¡Son los muertos! — Exclamé intentando ponerla en sobre aviso

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta

5. No entren a la ciudad

Abría querido tener más tiempo, esa llamada a casa de mis padres quizás me hubiera quitado esa sensación de culpa por la decepción que sentía ellos de mí. Al menos mi por parte de mi padre. Que supiera que realmente estaba siendo alguien que hacía las cosas bien, que no era un irresponsable como creía. Pero sobre todo, para saber que podía volver al menos escucharlos una última vez. Pues la verdad, no estaba seguro de que palabras saldrían de mi boca al escuchar sus voces por el alta voz.

Ya no era momento para pensar en lo que no se pudo hacer, no sé si tenga otra oportunidad como esta. Es la realidad, más al mismo tiempo al menos había agarrado algo de carga el celular. Más teníamos la radio. Por lo que tampoco las posibilidades habían desaparecido. Como si podían desaparecer, era si no nos comenzábamos a mover, era mejor salir pronto de este lugar. Me comenzaba a dar un escalofrío extraño, no daba buena pinta.

—Sí, que esté tan callada, pero alerta no es bueno. Seguro a de escuchar más de lo que nosotros lo hacemos. — los perros podían tener una audición más desarrollada que los seres humanos, y quizás nosotros estábamos oyendo los gruñidos de algunos muertos, pero no podíamos constatar la magnitud. En cambio, Wanda probablemente estaba consciente de a cuanto peligro nos podríamos enfrentar si llegaban a llegar hasta donde nos encontrábamos. Y siendo un animal entrenado por la policía seguro podía oler y sentir el peligro. Por lo que lo mejor era hacer tal cual Amy decía, mantenernos en voz baja para evitar llamar la atención.

A pesar de los ruidos y gruñidos, habíamos logrado alcázar el área donde tenían comida guardada. Tal vez no llegamos a encontrar el refugio que tanto anhelamos, pero al menos estábamos teniendo algo de suerte a la hora de encontrar suministros. Estas comidas podían llegar a ser un verdadero manjar en nuestras circunstancias.  De la impresión no pude evitar exclamar al ver los muertos, es que ya se acercaban y tampoco podía arriesgarme a una reacción tardía. Pero quizás no había sido la idea más inteligente que se me pudo haber pasado por la cabeza, por lo que al escuchar a Amy baje la voz. Observe el mapa y trague saliva. — Solo… dos… creo. Mira está el lugar por donde entramos y también la puerta del fondo, al menos en esta habitación. — le comentaba mientras buscaba opciones.  El problema era que no teníamos idea de a donde nos llevarían alguna de esas puertas. Nos quedábamos sin tiempo.

De un momento a otro Amy tiraba de mi mano y cada vez se hacía más fuertes los sonidos de los muertos. ¡Daba igual por donde saliéramos, pero debíamos salir! Y con vida, por supuesto. — Tienes razón, hay que dividirnos, aunque no me gusta la idea. Si seguimos juntos nos seguirá aún grupo más grande y sería más difícil de lidiar con ellos si nos acorralan. — suspire y mire a los ojos a Amy. — Ten cuidado, por favor. — dije acariciando su mejilla antes de hacer una tontería. — Tú tienes el mapa, busca la salida. Si te acorralan, grita, yo intentaré alejar los que pueda, pero nunca se sabe. — le pedí, ella era más hábil con esas cosas, era cadete de la policía. Yo por mi parte lo más que podía ayudar era en la fuerza bruta y claro mi especialidad. Hacer ruido excesivo. Solo había que recordar a mi ex-vecino.

— ¡Eh por aquí! ¡Vamos! Carne fresca. — Decía mientras corría al lado opuesto de Amy. No tenía idea de qué demonios iba a hacer, solo esperaba que fusionara y me hicieran caso.

Spoiler:

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta

5. No entren a la ciudad

Fue cuestión de unos gruñidos y ruidos extraños para darnos cuenta de que en efecto no era buena idea pasar más rato en aquel sitio. Es más, podría decir que incluso nos habíamos arriesgado al venir hasta donde se encontraba la comida. ¿Pero como no? Nos estamos quedando cortos de comida. Sin ella tampoco íbamos a sobrevivir por mucho tiempo. Así que ya lo que ahora importa era salir de allí como diera lugar.

No me hacía gracia tener que ir, por un lado, y Amy por el otro. Pero no había de otra. — Sí, nos vemos en el estacionamiento. — Respondí, aunque era más para mí mismo. Como si al decirlo en voz alta era obligatorio que se hiciera realidad. Solté un suspiro mientras tomaba aquel mapa. — Confío en ti. — sentía como se me estrujaba el corazón de solo escucharla. Es que a pesar de los límites que había dado después de aquel beso, era difícil no sentir nada, en especial en momentos como estos. — Yo… yo tampoco sabría qué hacerme si te pierdo. — Le aseguré antes de que cada cual se fuera por su lado.

Tenía la adrenalina a tope, y podía escuchar la voz de Amy en mi mente. Necesitaba salir de allí y reencontrarme con ella. Pero mientras corría dándome cuenta de que me seguían algunos pero no los suficientes. Me preguntaba si el plan estaría funcionando bien. Fue cuando escuché su voz por el comunicador que sentí algo de alivio cundo dijo que no eran muchos. Pues eso indicaba que aunque no me siguieron tantos como deseaba, tampoco la habían seguido a ella.

— ¡Genial! Intentaré de llevarlos a fuera. Tampoco me siguen tantos. Saldre por la puerta sur. — Le aseguré. Seguía corriendo, esos muertos eran insistentes. Hasta que llegué a un área atestada de escombros en el suelo. Silla volteada, cajas apachurradas, basura que entorpecían el caminar. Cosa que parecía ser algo bueno. Pues pondrían lentos aquel par de muertos en lo que lograba destrabar la puerta que había al fondo y que por ser de cristal podía saber que era una salida.

Corrí intentando esquivar los escombros, sin embargo, en una el zapato se me enredo en un saco que había pillado de la pata de una mesa haciendo que resbalara y callera al suelo. El problema fue que en ese momento también voló el comunicador, el cual llegó primero a los pies de la puerta que yo. — ¡Mierda! — Exclame, pues uno de los muertos había corrido mí misma suerte. Haciendo que callera cerca de mí a pocos centímetros de mí. — No pude ser. — era incluso difícil usar un arpón tan largo, estando cara a cara en el suelo y con poca movilidad. Intente sacar la cuchilla, pero el otro ahora también caía esta vez sobre mí. Por fortuna había logrado clavarle la cuchilla en el cráneo. Más ahora tenía un cadáver sobre mí que me hacía más difícil matar al que tenía al lado, pues perdía movilidad en esta posición. Me entró más desesperación el escuchar a Amy por la radio y no poder responderte. Ella era capaz de llegar hasta aquí, aunque implicará problemas para ella quién ya se debía encontrar segura.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta

5. No entren a la ciudad

Las cosas podían cambiar de un momento a otro. Pero así era el mundo hoy día, había que estar preparado para cualquier cosa. Creo que hasta que no logremos conseguir un lugar seguro donde asentarnos, el peligro nos seguirá como una cuchilla cercana a tu garganta.  — De acuerdo, nos vemos pronto. — fue lo último que había logrado decirle a Amy por aquel radio.

No mentía cuando mencionaba que no sabría qué hacer sin ella. Nunca había negado que algo estaba creciendo. Más me contenía, era paciente en dejarle su espacio. Aún sentía la calidez de ese beso en la mejilla que dejo antes de que cada cual tomara una dirección diferente para tratar de salir de aquel edificio. Sin embargo, con lo que ahora ocurría tenía sentimientos encontrados. Pues bien, era cierto que hacía todo el sentido del mundo no querer involucrarse sentimentalmente con nadie, y así evitarse sufrir. Por otra parte, a veces los sentimientos eran traidores, y aun cuando dijeras evitarlos no dejabas de sufrir si le pasaba algo a esa persona. Peor aún, se podía sentir hasta culpa de no haber aprovechado el momento juntos.

Cuando caí al suelo con aquellos dos muertos intentando atraparme, peor aún, devorarme. Sentí que toda mi vida pasaba por frente de mí. No podía creer lo que estaba ocurriendo. Todo parecía acabar, pues aun cuando había logrado ponerle fin a uno de los muertos vivientes, termine por quedar pillado bajo él. Si así tenía que ser, que así fuera. Pero me temía que con el ruido que había metido alertara todos aquellos muertos que había dejado atrás y terminaran aquí. ¿Cuál es el problema con aquello si de todas formas podía morir? Pues que Amy posiblemente al ver que no llego puede venir hasta aquí. Sabe por donde se supone que salga, y ya que sé ha de encontrar segura estaría corriendo nuevamente peligro por mí.

El tridente no lo podía agarrar bien, y con la cuchilla no lograba dar un golpe certero en el cerebro por la falta de movilidad. Sentía la respiración agitada y el corazón que corría a toda prisa. Fue cuando escuche aquella voz angelical que le gritaba a los muertos que sentí una sensación de alivio. Por fortuna aún no aparecían los demás caminantes. Pronto vi como el muerto viviente que aún se movía caía tendido en el suelo con una flecha en su cráneo. Con la ayuda de Amy ya aquel cadáver no me aprisionaba y pude sentarme. — Eres un ángel, no me canso de decirlo. — le expresé con voz aún agitada por todo el despelote ocurrido.

— Estoy seguro de que no. — dije viéndome por encima. — De todos modos, será mejor ver eso en otra parte. — no quería que siguiéramos expuestos a que aparecieran más muertos. — Gracias. Una vez más te debo la vida. — le dejé saber tomando su mano. — Vámonos de aquí. — le pedí, dejando un beso en su mejilla y comenzando a ir hacia el estacionamiento.  —¿Tu estas bien? ¿Lograste salir sin problemas? — pregunte mientras veía el auto haciendo que sintiera un gran alivio. — Bueno, no salió como esperaba... pensare en otro plan. Por ahora es evidente que la ciudad no es segura. — termine por admitir.

Ryan K. Harrison ৬ Año 2010 ৬  Zona de Refugiados, Atlanta