Cenizas Quedan

Donde Hubo Fuego

¿Cómo es posible tener que aguantar, vivir una vida con alguien a que no quieres? ¿O al menos que crees que no puedes llegar a querer? Es la pregunta que se hacen tanto Eileen como Julien. Sin embargo, independiente de la respuesta daba igual, sus opiniones no contaban. Pues sus padres no permitirían ni un desacato más por parte de los jóvenes. Eran ambos hijos únicos, por tanto, toda la responsabilidad de continuar con las tradiciones y sobre todo con el linaje sangre pura de sus familias recaían sobre ellos y sobre nadie más. Así que no era opción que volviera a salir con alguna de sus chiquilladas rebeldes.

No les había quedado de otra que aceptar aquel matrimonio arreglado. Lo que les esperaba no sería nada fácil. En un pasado no siempre fue así, hubo cariño, hubo amor entre ellos. Pero todo cambio cuando Julien decidió marcharse a Estados Unidos sin decir adiós, cortándole todas las ilusiones a Eileen quien hubiera estado dispuesta a seguirlo. Más para cuando se enteró ya era muy tarde. Eso lastimo mucho a la muchacha. Por otro lado, dicen que un clavo saca a otro clavo, y eso parecía que fue lo ocurrido con la chica. Al regresar, el Shafiq se encontró con que la muchacha estuvo teniendo una relación con un hijo de muggles. Algo que era repugnante para él, no podía creer que hubiera caído tan bajo. Había sido algo decepcionante para el slytherin. Aunque muchos dicen que era más por su orgullo herido que por el hecho de que la Burke, al menos en ese momento, porque ahora es en realidad es ex-Burke, estuviera traicionando la sangre. La realidad es que en el fondo eran las dos cosas.

Desde ese reencuentro, tanto la Gryffindor como el Slytherin han tenido una relación distante, de desconfianza del uno del otro. Ahora que estaban casados, más esa ceremonia no tuvo un ambiente de alegría y risas que suele haber en las bodas. Más bien, pareciera que están por asistir a sus propios funerales. ¿Podrán superar esto? Eso había que haberlo. Existe un dicho que dice que donde hubo fuego cenizas quedan. ¿Acaso será posible volver encender esa chispa?

20 años — Kaya Scodelario — Shooting Star Eileen F. Shafiq
	20 años —  Luke Pasqualino— Rising Sun Julien A. Shafiq

Julien no lo podía creer, no podía creer que sus padres se hubieran salido con la suya. Que no le hubieran permitido decidir sobre su propio destino. Si por eso mismo había hecho aquel arrebato de irse a estudiar a Estados Unidos. Menudo error el que cometió porque eso le costó perder a Eileen. Ya no era lo mismo de antes, ese era el maldito problema al sol de hoy. Quizás en otras circunstancias, aun cuando pensara que era muy joven para estar casado. Esto no hubiera sido tan deprimente, ni se sintiera como si los estuvieran enviando a su mismo funeral.

Es que muchas cosas habían cambiado entre ellos. La relación que solían llevar antes no era la misma. Se habían hecho daño de parte y parte. Aunque seamos sinceros, todo comenzó por culpa del moreno. Por tomar la decisión equivocada. Si no se hubiera ido sin despedirse, si no la hubiera dejado a un lado como a un juguete que lo dejas en el olvido una vez dejas de ser un niño. Se la había entregado en bandeja de plata al sangre sucia inmunda de Daniel. Ni le importaba que apellido fuera. Daba igual, seguía siendo un maldito mago que no debió tener magia. Un hijo de muggles. En cierto modo le daba satisfacción que ya no estuviera con él, porque claro. El ego a veces podía ganar más que la conciencia. No tenía idea de que había pasado con el rubio, ni del porqué de pronto dejo de meter sus narices en sus vidas. Tampoco le interesaba saberlo.

¡Que vivan los novios! Eso vitoreaban todos durante la ceremonia. En especial los padres de ambos. Pero Julien traía cara larga, llevaba a Eileen del brazo y, sin embargo, ni le dirigía la mirada. No quería saber si estaba seria, si tenía mirada de triste, de aburrida o si de plano le daba una mirada asesina. Solo miraba para al frente hacia esa carreta tirada por caballos alados que los esperaba para dirigirse a la mansión donde sería el resto de la ceremonia y el banquete en el nombre de los nuevos esposos.

Al llegar a la mansión por supuesto tenían una mesa reservada para ellos, esa sería la parada final. Esperaba que olvidaran todo ese protocolo del vals porque no estaba de ánimos. Pero sabía que sus padres, si incluso los tendrían que obligar, lo harían. No podían quedar mal frente a los invitados. Le saco una silla a su ahora esposa para que se sentara y luego tomo el asiento.  Decidiéndose al fin abrir su boca. - Creo que al menos podemos coincidir en que no nos interesa dar el espectáculo del baile como la feliz pareja recién casada que no somos... ¿No? - comento al fin dignándose a mirarla. Se veía hermosa, no lo iba a negar, incluso le hacía flaquear en sus pensamientos. Pero no, él no quería esto. No quería perder su libertad, menos con alguien que ya no era la chica que sola amarlo como loca.

Y ahí estaba con su vestido de novia al lado de ese bastardo. Eileen podía lucir esplendorosa y divina de manera superficial pero en el fondo no estaba feliz de haberse casado con Julien. Si hubiera sido hace unos años se habría sentido la mujer más afortunada y feliz del planeta, pero todo había cambiado desde el momento que el moreno la abandono y prefirió irse a Estados Unidos sin despedirse, dejándola devastada y sin creer en el amor. Estuvo unos cuantos meses así, conociendo a chicos y ninguno la convenció, hasta que por casualidades de la vida y por su propio trabajo había conocido a Daniel. Un hijo de muggles que hizo que cambiara su opinión y llenarla de felicidad, sin duda alguna, creyó que podía dejar absolutamente todo por él, era plan para la castaña de grandes ojos azules escapar con él y formar una vida llena de felicidad, pero no. Sus padres intervinieron y a la fuerza hicieron que se alejara de él, inculcándole a Shafiq para un matrimonio entre dos sangres puras que era un hecho que iba a ser infeliz.

Nada, absolutamente nada en esa boda la hacía feliz. Ni siquiera andar en ese carruaje con maravillosos caballos alados que los llevaron a la mansión, no era capaz de mirarlo a los ojos, siempre mantuvo la seriedad y a solas demostraba su malestar en silencio. Sin duda, sus padres se habían salido con la suya y era triste porque incluso en estos tiempos la estaban obligando seguir la pureza de sangre y llenarse de hijos para perseverar su apellido. Estaban siendo muy egoístas con los dos, porque igual pensaba en el moreno, estaba al tanto su gran enojo por preferir a otro mucho más que él. Su corazón incluso en ese momento de su boda le pertenecía a Daniel, que para mala fortuna, por cuestiones lógicas tampoco quería saber de ella.  Era probable que jamás volvería a verlo.

Sentía mucho enojo y tristeza.

Llegaron a la mansión y lo hicieron sentarse en esa mesa adornada y preciosa. No se habían dirigido la palabra por nada, hasta que lo escuchó y trato con todas sus fuerzas no hacer un gesto de fastidio porque todo el mundo lo notaría, era terrible esa represión. —  Por mi hasta habría omitido el beso que sellaba nuestro "falso amor" Tampoco siento ganas de bailar el vals, si no quieres hacerlo mejor para mi. Solo que ya veremos sí nos obligan o no, porque eso están haciendo desde el principio ¿no? —  Ni siquiera lo miró  hasta que decidió hacerlo de soslayo, se veía muy bien pero ni siquiera eso le quitaría todo ese rencor y enojo que sentía por él.  Ya no sentía lo mismo, el amor se había acabado y ahora tenía que estar con él de manera obligada. Ya era una Shafiq y nada podía hacer. Apretó su mano por la frustración, ahora solo quedaba mirar como el ambiente estaba, ellos estaban felices, todos, mientras que Julien y Eileen lamentaban todo por dentro.

No dejaba de darse cuenta de que mucho de lo que pasaba era su culpa. Pero por más que intentara de admitirlo su orgullo no lo dejaba. Insistía en que no le interesaba saber qué había pasado con el ex de Eileen, que simplemente le daba satisfacción que ya no estuviera cerca de ella. Sin embargo, el que lo conocía sabía perfectamente que tarde o temprano lo averiguaría. Julien no es que le gustara la violencia, no al menos eso de las torturas y cosas raras, pero no era una blanca paloma. Así que fuera el método que fuera que hubieran usado para alejarlo, él estaría más que satisfecho. Pues tal vez no era violento, pero sí egoísta. Sí, eso no se podía tapar con un dedo. El moreno prefería tenerla cerca como su esposa, aunque le molestara haber perdido su libertad, pues tampoco la quería con el muggle sangre sucia.

Si observaban la boda desde la perspectiva de los invitados, seguro dirían que era un sueño hecho realidad. No tenía nada que envidiarles a las bodas reales de la monarquía de Gran Bretaña. Después de todo se estaban juntando en matrimonio dos de los herederos de las familias sangré puras más importantes del país. Tenía que ser algo que se celebrara por todo lo alto. Que hablaran por todos los medios. No sorprendía que hubiera reporteros del Profeta y Corazón de Bruja. Tanto los Shafiq como los Burkes se habían asegurado de que nadie, pero absolutamente nadie se quedara sin conocer sobre este acontecimiento. Sobre no podía quedar duda de que le harían llegar la noticia a Daniel adjunta con fotos y recortes de periódicos. Que no le quedara duda que la 'feliz pareja' ya contrajo matrimonio.

Estando ya en la fiesta que parecía más funeral, al menos para los novios, al fin comenzaron a cruzar palabras. Como quisieran terminar con todo este circo, esa era la parte que más le molestaba a Julien. Sentir que sus padres los estaban utilizando para sus relaciones públicas. Sentir que los tenían en la palma de sus manos para hacer lo que ellos les placiera. - Para mí fue lo más pasable. Eso nunca me va a desagradar. - le dijo encogiéndose de hombros respecto al beso. Pues al menos él si tenía intenciones de volver a llamar su atención. Insistía que era el control sobre ellos lo que lo tenía muy molesto y de malas con todo esto. - Nuestros padres han convertido todo esto en un maldito circo. - Todo por las apariencias. - Yo no quiero, eso lo puedes tener por seguro. Pero como bien lo dices. ¿En qué momento ha contado nuestra opinión? - respondió haciendo un gesto de... da igual, no importa lo que queramos.

Vio a sus madres acercarse a la mesa con unas sonrisas de orgullo, como si hubieran tenido todo un logro. Una satisfacción de verlos vestidos de novio uno al lado del otro. - ¿No se ven hermosos? - le decía una a la otra. Mientras la madre de Julien le hacía un gesto para que sonriera porque si su padre lo veía así no iba a estar para nada contento. - Vayan preparando esos pies, porque a la que todos se acomoden vendrá el tan esperado primer baile de los novios. - La mujer apretó una mejilla de su hijo y se retiró junto a la otra mujer. Julien miro a Eileen volviendo a poner la cara de fastidio. - Ah, cualquiera diría que escuchaban nuestra conversación. - protesto. - ¡Uno! Solo uno, ni uno más. - Añadió molesto.

Eileen se sentía demasiado presionada con todo. No podía creer su mala suerte y convivir ahora supuestamente para toda la vida con el brujo que más detestaba en su vida. Es que era cierto que lo había amado demasiado pero aún no podía perdonar que hubiera destrozado su corazón sin importar absolutamente nada. Aunque en el fondo se lo agradecía porque aquella decepción logró que se volviera mucho más fuerte y con carácter, ya luego conoció a Daniel que logró que volviera a creer en el mundo, incluso ahí no dejaba de pensar en su rubio queriendo saber con todas tus fuerzas lo que había pasado, porque sabía que sus padres se habían encargado pero no sabía que habían hecho y eso ponía a la ojiazul muy ansiosa.

Tenía mucho miedo en sus consecuencias y jamás iba a dejar de decirlo tanto a Julien como a sus padres, ahora estaba fingiendo pero tenía el carácter para enfrentarlos sin tener ni un temor e intimidación hacia a ellos, era un hecho que estaba infeliz y eso la haría ponerse más fría con el resto. Todo esto era demasiado tóxico, también podía notar que Julien no sentía lo mismo, recordaba muy bien cuando se enteró que era novia de un hijo de muggles, de cuanto la juzgó y claro, sospechaba, no era idiota, sabía que en el fondo había intervenido y quizás el mismo se involucró con Daniel, esos temas iban a salir de a poco, este no era el momento.

Las palabras de Shaqif no las sentía y era como el hielo mismo. Se volteó a mirarlo, solo porque concidían demasiado en todo, ellos no debían estar casados, un gesto de asco reveló cuando dijo que no le había desagradado.  — Ese será el único beso que tendrás y sí hay, quiero que quede claro que solo es por presión social. — La ex Gryffindor estaba realmente molesta y no temía mostrarle su disgusto, no quería sentirse atada a nadie mucho menos en estos tiempos que ya era insolito y polémico, podía ver a sus amigas que lograron asistir y la miraban preocupadas, al menos la habían dejado venir a pesar de ser mestizas, al menos los Burke no eran tan cerrados a sus amistades aunque en tema de romance eso ya no existía por las perseverancia de sangre. — Nunca contó nuestra opinión, ahora solo nos toca demostrar que lo haremos bien aunque esto sea un matrimonio falso para que nos libere, ya serás la pieza clave y el nuevo heredero de Shafiq, no puedes dejarte dominar. — Fue la opinión de Eileen, antes que llegaran su madre y su suegra todas conmovidas y felices por el matrimonio, que para ellos era un maldito funeral. Ella le dedicó una mirada fría a su madre. — Cambia esa cara, así te saldrán arrugas. — Decía Clarisse Burke, mientras peinaba su cabello. — Eso, sonríe. Y concuerdo, en cualquier momento tienen que bailar, mientras tanto disfruten de los aperititivos.— Dictaba la mujer que en cualquier momento sería ella misma junto a su suegra que llamarían a bailar el vals.  

— No tenemos alternativa, tendremos que hacerlo. Aún sabes bailar supongo. — Recordaba viejos tiempos, sí sabía que lo hacía  bien ¿Y cómo no? Si desde muy niños que contaban con esos aprendizajes de elegancia y protocolo, desde la cuna ella sabía que iba a ser comprometida, menos mal que no le habían enseñado a ser una dueña de casa como en tiempos antiguos.

Para Julien esto era una especie de castigo. Tenía ahora que aguantar el vivir con alguien que, aunque lo amo, ahora lo detestaba con pasión. Alguien que de seguro podía jurar que en estos precisos momentos estaba pensando en aquella insignificante sangre sucia que le había arrebatado su amor. En gran parte era eso último uno de los mayores ingredientes para que este día estuviera muy de malas. Eso sin contar el cómo sus padres los usaban cuales marionetas. El moreno siempre había logrado salirse con la suya, pero tal parecía que de esta no tendría escapatoria. Solo quedaba fingir que todo estaba maravillosamente bien. Aunque todo alrededor de ellos se estuviera derrumbando. 

Independiente de todo lo ocurrido el interés de Shafiq por la morena de ojos azules seguía estando intacto. No por nada sentía tanta rabia por Daniel, pues había sido quien logrará sacarle a Julien de la cabeza y el corazón. Se sentía decepcionado de que lo hubiera remplazado por alguien tan poca cosa. Sí, el cometió un gran error y no pensó en las consecuencias. Pero en el fondo siempre tuvo esa sensación de que tal vez podía darle vuelta a esa página y volver a ganársela. Equivocado estaba porque no sería algo sencillo. Aunque al menos ahora tenía cierta ventaja... era su esposa. 

El chico rodó los ojos. - Por favor, lo dices como si no te gustaria recorda los viejos tiempos.  - Cada vez tenía más claro que, aunque no estaba de acuerdo de estar en matrimonio como si aún vivieran en las épocas medievales, tampoco iba a dejarla ir. No señor, no le entregaría a la chica que desde siempre lo había traído loco a un hijo de muggles. Porque, aunque no lo crean el amor de Julien por Eileen si existió.  Solo había actuado de forma estúpida e inmadura al tomar esas decisiones. 

Julien no sabía cuánto duraría la falsa, pero no iba a dejar pasar por alto el hecho de haber sido obligados a esto. - Es que no lo haré. Esto les va a tener que costar.  Ya cumplí con su capricho ahora que no se quejen si les comienzo a exigir que no metan sus narices en mis cosas. - no se iba a quedar de brazos cruzados, él ya les había dado gusto con esto. De ahora en adelante más les valía que no comenzarán con más exigencias porque se lo sacaría en cara. Trabajaría en lo que le placiera, haría negocios con quién le conviniera a él, no a sus padres. 

Las madres... las madres. En gran parte no tenían tanta culpa. Pero igual parecían estar felices con todo el teatro.  - Son las únicas entusiasmadas. - murmuró entre dientes el moreno mientras forzaba la sonrisa hasta que se marcharon.  - Por supuesto que lo sé. Aunque el vals no es mi favorito. - un bolero bailando pegado si era lo suyo. Se escuchó el clinck de cuando le comienzan a dar suaves golpes a una copa. Era su madre Saphira Shafiq.  - Es momento de que los novios tengan su primer baile como marido y mujer. - anunció con entusiasmo la mujer haciéndoles una seña para que se movieran la pista. 

Casi a regañadientes el chico se puso en pie y tomó la mano de su ahora esposa. - Solo será un movimiento. - le dijo aunque en realidad todo parecía ir en cámara lenta. La tomó de la cintura y la acercó a él mientras comenzaba la música y comenzaba el vaivén de los pasos del vals. - Podemos tener un acuerdo... - le murmuraba en voz baja mientras le daba una pequeña vuelta. - La casa es grande, una sección para ti y otra para mí. Nadie lo notara. - quizás era la única forma de llevar la fiesta en "paz". ¿Solo que a quien engañamos? El chico al final de cuenta iba a terminar por ignorar ese acuerdo. Solo que no lo diría en voz alta.

Poco a poco la pista se comenzó a llenar de personas uniéndose al vals por lo que Julien sutilmente fue llevando con sus pasos, poco a poco a Eileen hasta un rincón. Donde aprovechando la distracción de la gente añadió esta vez al oído. - Aunque al menos la noche de bodas si te quiero para mí. - le dijo en un murmullo. 

Se sentía miserable ahora que estaba atada a un matrimonio que iba a ser infeliz por el resto de su vida, seguramente con miles de infidelidades tanto por su parte como la suya, sus hijos iban a pagar esas consecuencias al tener a unos padres que no tenían sentimiento alguno por el otro. Aunque ella reconocía que siempre quedaría ese algo en el Shafiq, para su mala fortuna, había sido su primer todo y eso no se podía quitar de la cabeza tan fácilmente. Era tanto su rencor que no podía pensar bien del moreno.

Que mencionara aquella frase hizo que sintiera un escalofrío por recorrer toda la espalda y solo de orgullosa, puso una expresión neutral. — Esos recuerdos quedaron en el pasado y no significan nada. — Con cierta malicia, tomó una servilleta y comenzó apretarla fuertemente sobre la mesa. — Tanto como pasara con esta servilleta esos recuerdos se fueron a la basura. — Exclamó. Al ser una Burke, igual contaba con tener una lengua viperina y ser cruel cuando lo ameritaba y quería. No siempre, siempre se había destacado por ser sociable y una sangre pura que era muy amable con el resto. Menos con él.

No quería ni podía ser bondadosa con él. Julien Shafiq y ahora su esposo, sacaba el peor lado de Eileen.

—Espero, porque ahora sí formamos una alianza, somos los dos. Ya no dependemos de nuestros padres y en cierta manera estoy a tu merced no la de ellos. Sé que perfectamente podrás con tus propias exigencias familiares y como llevar el apellido a la cima. — Enfatizó la chica de ojos claros con aire aburrido, sin duda, lo creía muy capaz, Julien jamás había sido una marioneta y por ello desconfiaba demasiado en ese sentido, pues pudo negarse del todo a este matrimonio y escapar a cualquier país para no hacerlo. No era idiota para no darse cuenta que estaba contento en parte de estar atado a un matrimonio con ella. Se vengaría.

Omitió el comentario y solo se quedó bebiendo de vez en cuando, sonriendo forzadamente cuando llegaban los periodistas a fotografiarlos o fingía una conversación formal con su marido, el cual solo tenía ganas de pisotear bajo la mesa. Puso los ojos en blanco, cuando pidieron el vals de los novios y la chica con elegancia, se levanto para tomar el brazo del moreno para quedar al medio de la pista. Seguía bailando muy bien y ella seguía el ritmo por todas esas costumbres enseñadas.

También estaba acostumbrada a mantener una expresión sonriente para no tener problemas aunque ya sabía que desde ahora en adelante al único que podía darle explicaciones era a él. Por otra parte, los tiempos habían cambiado y ya no era tema la sumisión ni nada, sonrió falsamente aunque en el fondo no le fastidiaba para nada, por lo cual, su sonrisa fue de lo más encantadora. — Partimos bien, estoy contenta de comprobar que aún te quedan neuronas y darme tal sugerencia. La acepto, es lo mejor. — En consecuencia, la ex Gryfifndor no se esperaba que saliera con tal locura ¿Le estaba exigiendo la primera noche de bodas? Un nuevo escalofrío, porque esa idea era muy tentadora, con intención en un movimiento piso su pie para demostrarle que le había parecido y de muy poco buen gusto, es que no podía gritárselo a los cuatro vientos en plena pista.

Se acercó a él para susurrar también en su oído en un gesto tan encantador que pudo escuchar el chillido de su madre en el fondo. — Eso tendrás que ganártelo, además que no entiendo como quieres tenerme cuando justo en este momento sigo enamorada de otro. ¿No te fastidia? — Para colmo, sabía que ella era muy débil a sus encantos, Julien sabía perfectamente bien como manejarla, los recuerdos no se habían ido a la basura tal como menciono ¡Para nada! Y ese aire atrevido también le encantaba, solo que con solo pensar en Daniel todo se iba al olvido. No quería pensar que le habían hecho y de alguna forma, aunque fuera la mínima, sin tener la posibilidad de estar juntos quería ayudarlo a que la olvidara. No quería que sufriera por nada ni por ella.

Eileen sabía cómo soltar su veneno cuando quería. Que no les confundiera la cara angelical. Julien la conocía perfectamente bien, por lo que tampoco le sorprendía. - No lo creo mientras que, de alguna ceniza, siempre es posible volver a encender el fuego.  - le respondió calmado, pero manteniendo la misma expresión neutral de antes. Estaba calmado porque a pesar de todo sabía que si se había molestado tanto por aquel beso era porque en cierto modo la hizo flaquear, de lo contrario no le estuviera dando tanta importancia al hecho de que no le significó nada. Ya le haría ver si de verdad se había ido todo a la basura.

- Claro que lo llevaré a la cima. Pero ahora lo haré a mi manera.  No a la de ellos, Ya no se meterán más en tu vida si es lo que te preocupa. Consiguieron lo que querían, ahora les toca a ellos, comenzar a devolvernos el favorcito.  - ¿Qué en cierto modo se lo iba a cobrar a sus padres? Por supuesto. Oh... ¿Pero qué fuera a dejarle camino libre para volver a los brazos de aquel sangre sucia? Para nada. Pero sin duda tampoco dejaría que se metieran con la que ahora era su esposa. Les gustará o no, ahora su núcleo familiar era ellos dos. Por lo que, aunque tal vez Eileen no le creyera ni una sola palabra de lo que decía, igual cuidaría de ella. Claro, que todo a su forma. Pero de que lo haría lo haría y con el tiempo se daría cuenta de ello.

Aquel vals era como exponerlos ante el mundo. Como si quisieran a la fuerza hacerlos aparentar ser la feliz pareja que no eran. A veces a Julien le parecía increíble, como nadie se daba cuenta eso. Bueno es que claro, tanto los Burke como los Shafiq les habían puesto los puntos sobre las íes para que nadie se percatara. Igual la gente de sangre pura podía ser muy astuta y saber que era incluso normal que los novios en este tipo de matrimonio arreglado no se llevaran bien. Pero claro, tenían que mantener una imagen. Así que si querían un espectáculo digno de recordar lo estaban teniendo, las sonrisas fingidas parecían naturales. Estaban resultando muy buenos para mentir...

- Mis neuronas siempre estuvieron ahí, gracias. Es como cuando estuvimos internados en Hogwarts. Viviendo bajo el mismo techo, pero en áreas separadas. - y eso, igual era navaja de doble filo. Estar cerca y a la vez lejos. Que pasaría sí, en una noche obscura, ambos bajaran por agua a la cocina y se toma paran con el otro... en lo obscuro, sintiéndose solos... era fácil flaquear.

- Oye... - murmuro. Al sentir aquel pisotón. Sin embargo, no cambio la expresión intentando fingir que no paso, aunque sí hecho rápido el pie hacia atrás. - Cuanta agresividad. - Añadió en un tono suave, aunque no lo decía en un tono negativo, al contrario, eso le gustaba. - Me gusta y lo sabes. - señalo. Aprovecharía que todos estaban tan inmersos en la fiesta y que igual no querían interrumpir a la pareja de recién casados que se veían muy... 'juntitos'.

- Porque quiero recordarte que no me has olvidado... esos momentos en los que se te erizaba la piel con mi tacto... - le susurraba al oído deslizando su mano de forma suave por su espalda. - Que puedo sacártelo de la mente con tan solo un susurro. Puedo... puedo recordarte como... - se acercó aun un poco más a su oído robándolo con los labios. - ... esos orgasmos que tenías conmigo. - finalizo.

Eileen sintió mucha rabia con sus palabras y esta vez, prefirió no quedarse callado. Estaba pecando de egocéntrico y la estaba provocando mucho en ese sentido. Bastante, en realidad. Volteó la cabeza para mirarlo fulminante a los ojos y alzó una ceja. —Pareciera que te quedaste en el pasado. Si en algún momento llegó a caer será solo por placer no por amor como pensamos en esos días. — Dijo de manera hiriente, sabía que Julien era mucho más fuerte de mente que ella, pero algo sí sabía, en su momento – aunque fuera un tiempo breve – sí la había querido y por algo también se enamoró más de él, desde pequeña lo había estado y cuando el moreno comenzó a cotizarla se sintió muy feliz. Sin duda, solía ser muy mujeriego y hubiera muchas peleas de por medio por aquello solo que sí llegó un momento que Julien termino enamorado, luego solo fue egoísta cuando estaba mucho más enamorada, era incapaz de perdonar algo así, había jugado con sus sentimientos y para ella no había vuelta atrás. No lo amaba, al que amaba era a Daniel aún cuando no iban a poder estar juntos y quería que le quedaba claro. Lamentablemente no pudo decir mucho más que hacer el ejemplo de la servilleta donde el maldito siguió jodiendo por aquella interrupción de sus madres y luego que tenían que estar obligados a bailar por protocolo. Ya quería que esa maldita ceremonia terminará, estaba indignada.

Antes solo había asentido porque quisiera o no, Julien era la pieza clave de un nuevo legado como familia, eran ellos que gobernarían ahora el apellido. Tenía que ser el dominante y dejar sus puntos bien claros porque de la única que podría tener opinión frente a decisiones era ella y no sus padres a menos que lo ameritara y fuera un buen consejo.

Aquella petición de tener las habitaciones separadas le había venido como anillo al dedo. No pretendía ser la especial mujer que amaba su marido cuando eso estaba muy lejos de serlo, claro, podían fingir frente a sus padres y los eventos mostrándose como una pareja impecable cuando por detrás solo eran dos personas que estaban casados de manera obligado, no podía creer que aún estos tiempos del 2030 se estuviera aceptando esa clase de alianzas solo por la perseverancia de sangre cuando era mucho más polémico, ya no eran de la realeza o algo así por el estilo. Para nada. —No hay problema alguno, es un buen plan, ya veremos como nos arreglamos cuando tengamos que asistir a un evento o algo así, y cuando ya vengan los hijos. —Es que era obvio que eso tendría que pasar solo que con esto al menos tenían tiempo para decidir cuando tenerlos o no, ella creía que al menos ya conviviendo aceptaría las veces adecuadas y tenían que ponerse de acuerdo de cuantos hijos querrían tener, ojalá que uno o dos. No más.

Pero, ahí tenía que salir con un nuevo comentario que delataba un egocentrismo y sensualidad de la cual siempre fue débil, ni se percató como era llevada hacia un rincón, ella solo estaba siguiendo el baile hasta que las palabras del chico se empezaron a intensificar y ella terminó por pisarle el pie, ya la estaba cansando.

Hasta tuvo el descaro y ahora se sentía mal por hacerlo en mencionar a Daniel. Soltó un suspiro y desvió la mirada. Realmente no quería que la intimidara, y de cierta manera, quería mandarlo al carajo y salir corriendo de ahí, gritándole a los cuatro vientos que no quería absolutamente nada con él y que dejara de pensar en tonterías. No era agradable que se sintiera superior a ella. Sin más, termino sacando lo astuta y rodeó con sus brazos el cuello del moreno acercándose tanto a él que sus labios casi se rozaban. ¿Es qué acaso quería jugar? Ella también lo haría, sí era probable que podría caer, pero no allí, sino que en privado. —Es cierto, en un momento creí que eras el hombre más inolvidable, uno que amaba y deseaba con locura. Solo que él fue muy capaz de sacarte de la cabeza, sé que ya no podré estar nunca más con Daniel, pero debes asumir que te gano en muchos aspectos. Yo feliz me habría casado con él y dejar todo, contigo todo es obligado, tendrás tu noche de bodas y quizás muchos otros momentos de placer, no obstante, olvídate que seré aquella Eileen que yo sé que también amaste.  — La chica dijo todo con tal sinceridad que a ella misma le dolió porque sentía rabia de sacar palabras tan crudas solo por la frustración que sentía.

Lo besó y fue el beso más frío que había dado en su vida. Sintió algunas risitas en el fondo, pronto tomó su mano para ir de nuevo a la ceremonia. Julien se equivocaba al pensar que era la misma chica de antes. No, aquella chica del pasado él mismo la había hecho desaparecer por tal deshonora, aquí la culpa no era de Daniel. Era de él.

Sabía que todo esto no iba a ser cosa fácil. Pero buscaría la forma de volver a tener su atención. Julien si podía ser egocéntrico, pero a veces era su forma de autodefensa. Ya saben siempre ser el tipo que no se aflige por nada. Que nada le puede hacer sentir mal. Ese chico que parecía ser de piedra que nada lo podía contra él. Pero la realidad muy en el fondo sí era como echarle sal a la herida. Le caía como un balde de agua fría cada vez que salía a la conversación el tema de Daniel. En especial como la chica le recordaba lo feliz que había sido con el rubio. Eso lo hacía retorcerse de la rabia. Julien hubiera querido ser el único amor de la vida de Eileen, pero la había embarrado feo y llego otro e insistió tanto que termino por ocupar el lugar del Shafiq en el corazón de la Burke.

Sus palabras habían sido como puro veneno para el moreno. Porque ese amor tal vez no ella Daniel se lo borro, pero para el ex Slytherin nadie lo había borrado. Pero se aguantó, no dejó que lo viera flaquear. Solo en su mente se repetía una y otra vez que estaba equivocada. - Solo no olvides que a veces del odio al amor hay un paso. - Le afirmó. Igual poniendo una media sonrisa coqueta de pensar en lo que le decía. ¿Caer por placer? Eso no sonaba mal, y por algo se comenzaba. Además, que desde sí le traía ganas.

Al final, para bien o para mal la conversación había sido interrumpida para hacer que tuvieran que ir hasta la pista de baile. Estando frente a los demás, siendo el ojo de la atención no les quitaba de otra que ser sutiles. Por eso tampoco se había armado una discusión seria. Era mejor así. Pues igual no sacarían nada. Aunque sonará raro y no les gustará en este momento solo entre ellos se podían entender. Nadie más lo iba a hacer.

Teniendo en cuenta eso último era que había optado por tomar esa decisión de la casa. Le estaría dando algo de espacio personal. Era lo más que podía hacer en estas circunstancias. ¿Sin embargo, rendirse con ella? No, eso no estaba en sus planes. Lo había hecho cuando salió en cierto modo huyendo a estudiar en Estados Unidos sin decir adiós. Así que no volvería a cometer ese error. - No creo que nos vaya tan mal fingiendo... - le dijo haciendo una seña con los ojos para que viera a los invitados como parecían pensar aquel cuento.  - Sí, eso sí hay que luego verlo... con calma. - esa parte de los hijos era un tema que tenía que ser bien definido, en especial antes de que sus padres comenzaran a pedir herederos. Porque era más que obvio que sin ellos el matrimonio era obsoleto. Lo único que les interesaba era perpetuar la herencia de la sangre pura por más generaciones. Que no muriera con ellos su línea de herederos. Pero tenían que decidir y planear bien. Pues por más que se estuvieran llevando ahora como perros y gatos, aunque no pareciera ser de este tipo de personas que le importan los demás, si le importaba y sinceramente no quería que sus hijos vivieran un infierno. Podía ser un odioso, un cabrón maldito, mujeriego, un bruto que metía mil veces las patas, pero no quería una vida para ellos que él como hijo tampoco le agradaba.

Por supuesto que tenía que salir con sus comentarios. A los cuales le añadió. - Igual sirve de ensayo para cuando decidamos tener los herederos... - le comentaba tranquilo mientras seguían aquel baile de forma suave, jalándola por la cintura para que quedara más cercana a él. Por supuesto que sus siguientes palabras le cayó como balde de agua fría una vez más. Pero algo sabía que no era cierto. ¿Obligado? Para nada, porque conseguiría que ella solita terminará por caer por voluntad propia en sus brazos de nuevo. Podía sentir sus labios, rozar los suyos, sentía una necesidad inmensa de besarla y no como aquel beso de la ceremonia. Un beso de verdad. - Bueno, si dices eso. Entonces no tendrías por qué preocuparte de caer nuevamente en mis brazos... de recordar todo lo que te hacía sentir... - le murmuraba manteniendo el roce de sus labios. Aunque eso último sí le había dolido. En el fondo, muy en el fondo, no estaba tan seguro de si la volvería a conquistar, pero sí sabía que no se quedaría de brazos cruzados. - Aún sigue ahí. - fue lo único que le dijo cuando comenzó aquel beso y aunque ella se lo había dado de una forma fría. El chico se lo devolvió con pasión sin importarle su indiferencia, buscando una reacción en ella. Era obvio que allí no iba a pasar, por supuesto que no. Pero no quería que le fuera indiferente, que al menos le moviera el piso, que despertara, aunque fuera la pasión corporal.  

Nuevamente en la ceremonia no le quedaba más que poner cara de no ha pasado nada. Igual escuchaba unas habladurías, pero fue por lo que presenciaron del beso, en el fondo era bueno porque se lo estaba creyendo la gente. Cuando sus padres se les ocurrió dar un discurso y pudieron volver a su mesa era como un alivio, así al menos no eran el centro de atención. La pregunta sería si podía realmente cumplir y lograr todo lo que había soltado en la pista de baile. ¿Tendría la tenacidad que se necesitaba para ello? Eso lo estaría por averiguar.  

La ahora Shafiq creía que su esposo era desesperante. No podía entenderlo del todo, parecía como si quisiera volver a reconquistarla y dudaba que caería tan fácil, porque la verdad es que quedaban muchas heridas en su corazón que aún dolían. Había amado a Julien por mucho tiempo antes que se volvieran novios y sin duda, si no es por Daniel aún hubiera estado destrozada. Simplemente no podía perdonárselo, aun cuando el moreno se hubiera dado la gran mujer que había “perdido” Entre comillas, sí. Porque ahora eran marido y mujer, solo que era un título de sentimientos no quedaba nada, al menos de su parte, ya que tan solo era el desgraciado que tomó su corazón, lo hizo trizas y luego dejo las sobras en el suelo donde ella gracias a la ayuda de su querido Daniel pudo repararlo con lentitud pues tampoco había sido fácil enfrentarse a la realidad que estaba enamorada de un hijo de muggles, sabiendo como sus padres iban a actuar.

Solo hizo lo que tenía que hacer y simplemente luego lo ignoró sin más. Le habían pedido bailar y aunque ambos estaban sin ganas, tenían que seguir ese protocolo. Iba a ser difícil mostrar que eran la feliz pareja, todos sabían que ella había tratado de huir así que ahora tocaría convencer que todo volvió a la normalidad, tampoco quería destruir el apellido con su reputación pero el problema es que habían logrado lo que querían, ambas familias por eso recalcaba a Julien que ahora serían “familia” alejados de toda norma de sus progenitores. Estaba muy lejos de seguir obedeciendo cuando al único que tenía que respetar era a su marido y ya. Estaba muy desilusionada de sus padres y razones tenía de sobra. Parecía ser que Julien pensaba lo mismo de los suyos. Igual le estaban arrebatando su libertad siendo muy joven, ambos solo tenían 20 años. En estos tiempos era desesperante ya no era como antes y era lo que más frustraba.

La pequeña charla que tuvieron entre el baile y cuando se alejaron le fastidió tanto que terminó diciendo todo de una manera tan fría y sincera que hasta a ella le había dolido. Sin embargo, no era más que nada que la verdad. No se puede negar, que aquel beso la había dejado completamente atónita  y perpleja, solo que no se sonrojo ni nada. Para ella solo estaba actuando y hacerse el superior  como siempre hacía antes, no iba a volver a caer, siendo honesta no creía que tuviera sinceros sentimientos por ella como los había tenido Daniel.  Sí alguna vez tuvieron un amor había sido tóxico y de puro sufrimiento no quería eso mismo de nuevo. Ya, sí… eran un matrimonio que luego de unos años tendrían que tener hijos y enseñarles las costumbres esperadas, eso sí, ella iba a dejar claro que si uno tenía la mentalidad de ella iba a dejarlo ser libre. Era lo único que sabía si tenía hijos. Siempre salía alguno seguidor a sus costumbres y no iba a dejar que Julien interviniera. Sin embargo, ambos tenían claro que no era el momento para tener hijos tanto por ellos y desesperar a sus padres que ya estaban verdes por los nietos.

—Yo no sé si eres idiota o realmente aún no te convences que fuiste tú mismo quién me hizo cambiar, Julien. No es justo que trates de demostrar que no te importa cuando habría sido mejor mostrarte más sincero. ¿Realmente no sientes nada? — Preguntó la pelinegra de ojos azules con una expresión molesta apenas termino el beso que solo para fingir lo había proseguido pero sin sentir lo mismo de antes. Porque antes se hubiera dejado llevar por el corazón y ahora mismo su mente solo pensaba y pensaba: en el matrimonio, en el pasado, en todo lo que había sufrido y Daniel. No, ya no era la misma y Julien tendría que aprender a reconocerlo. — Igual ni vale que me respondas porque no va a valer nada, quizás el tiempo cambie todo pero ahora mismo esa Eileen dudo que vuelva porque ya no está. ¡Quiero que te quede claro! — Murmuró completamente sincera. Sus padres notaron que no estaba actuando de forma correcta y apenas se quisieron acercar, ella dijo. No quería volver hablar con ellos menos con la cabeza caliente porque toda la culpa se la iban a echar a Daniel, cuando realmente toda la porquería de sus ideales eran los culpables también. Ella no sería un conejillo de indias ni nada, ya no era una Burke sino que una Shafiq. Esposa de Julien y era el único responsable de hacerse cargo.

—Voy a tomar aire. No quiero enfrentar a mis padres, ya me estoy asfixiando aquí y en esta mierda. — Le susurró al moreno, porque de verdad lo necesitaba, ahí él si quería seguirla que lo hiciera, pero ella soltó su mano y se fue con rapidez al jardín. Necesitaba que el moreno se hiciera cargo de la situación. Ella solo necesitaba un momento de paz en todo este desastre.

Había pasado mucho tiempo y muchas cosas desde esa época en que todo parecía ser color de rosa para Eileen y Julien. Ya todo había cambiado, de aquello solo quedaba el recuerdo de lo que un día fue. Uno que ahora sus padres se empeñaron en recrear a la fuerza mediante aquella boda forzada. Llena de mentiras, de falsedad. Julien sabía bien que por sus estupideces la había perdido. Que desde que Daniel había aparecido en su vida había cambiado por completo el cómo ella se sentía al respecto hacia él.  Solo que el chico le costaba aceptarlo.

El baile solo había avivado la molestia de la morena. Hacerlos entrar a la pista de baile en el mismo centro de todo, con todos los ojos puestos en ellos. Tener que fingir tanto delante de la gente podía llegar a ser exhaustivo. Eso sí, la pareja lo hacía muy bien.  Sin embargo, a quienes no se les escapaba nada era a sus padres que parecían tener los ojos bien fijos en sus hijos. Evitando que fueran hacer algún espectáculo innecesario provocando un desastre.

Hablando de desastre, ese pareció ser el resultado de la conversación entre los recién casados. Julien nunca había sentido tan resentida y fría con él a Eileen.  Aunque pareciera ser de piedra, no lo era. Por supuesto que le había sentido y mucho sus palabras. El moreno solo usaba su coraza de chico rudo, insensible, que no le importa ni siente nada, para hacerse el inquebrantable. Para ocultar la herida que él mismo se ocasionó al dejarla por largarse sin decir tan siquiera adiós, de la cual se daba cuenta muy tarde.

Ese beso era él más vació que había sentido en toda su vida. Sin embargo, le hacía recordar cuanto extrañaba realmente tenerla en sus brazos. Darse cuenta lo que había perdido y ahora pertenecía tal vez ya no en cuerpo, pero si en alma le pertenecía a otro.

No era que no se diera cuenta, más bien le costaba aceptarlo. Por un momento pensó que tal vez hubiera sido bueno sincerarse, pero luego de hacer el intento de decir algo, no lo hizo. No iba a servir decir nada. La chica ya se había molestado y era difícil creer en lo que te dicen estando molesta, más aún si provenía de alguien que se había ganado a pulso el perder de su confianza. - No soy tan de piedra como crees. - fue lo único que respondió. Porque no resolvería nada y también porque ya sus padres comenzábamos a hostigarlos con las miradas de represión. Eso sí, el ex Slytherin se había clavado entre ceja y ceja la idea de que si tal vez ya había perdido a la otra Eileen, buscaría como ganarse a la nueva. No daría todo por perdido si era lo que esperaba.

Podían haber estado discutiendo, pero no podían dejar de coincidir en ciertos aspectos. Como era lidiar con los arrebatos e intentos de controlar de los Burke y Shafiq. - Yo tampoco, pareciera que no tienen nada más entretenido que hacer. - lazo con fastidio mientras intentaba ignorar la mirada desaprobatoria de su padre y suegro.

Julien dejo que Leen se marchara a tomar aire. No podía obligarla a quedarse clavada al asiento a su lado. Menos después de aquel intercambio de palabras. No le ayudaba a su causa y la realidad si quería llevar la fiesta en paz con su ahora esposa. Se había quedado meditando en lo ocurrido. Era un maldito, lo reconocía y se lo estaba diciendo en su mente. "Julien, fuiste un maldito y estúpido, egoísta. Este es tu precio a pagar." Pero no, él tenía que hacer algo al respecto. Por lo que se comenzó que mover a la barra antes de que su madre volviera a levantarse y llegar hasta donde él para reclamarle porque no estaba con su esposa o peor aún, porque la dejó irse de su lado. Tomó un trago, no uno... más bien dos. - Sabe que, deme también la botella... Queremos celebrar a solas. ¿Me entiendes verdad? - le decía al encargado antes de que fueran a creer que se iría solo a un rincón a embriagarse.

Salió a las afueras con los dos vasos y la botella que venía flotando detrás de él. Esta era su "ofrenda de paz". Se recostó de una barandilla de uno de los balcones del jardín y le extendió el vaso con el trago a la chica. - No tenemos por qué llevarnos como perros y gatos. Acéptalo. Es una ofrenda de paz. - le dijo señalando la botella de licor que ahora flotaba al lado de Eileen. - Sí, vamos a vivir juntos mejor, no hacerlo en guerra, suficiente presión ya nos han puesto. - le señaló. - En cuanto a lo demás... el tiempo lo decidirá. -Le aseguro mientras tomaba un trago de su bebida.

 

Alzó la ceja. ¿Por qué le decía aquello? Ni siquiera era claro. Ya hace rato que sospechaba que era probable que sus sentimientos hacia a ella no se habían perdido del todo. Al menos tenía la suerte que ese matrimonio no era tan tortuoso para él que para sí misma que estaba enamorada de otro y que jamás volvería a ver. Sabía que podía tener algo de afecto por los momentos buenos que tuvieron en el pasado pero sobre la misma llegaban aquellos donde más sufría al sentirse completamente abandonada, también no olvidaba sus infidelidades cuando más lo quería y sinceramente no lograba comprenderlo del todo.

Necesitaba aire. No quería seguir sentada con una sonrisa cuando lo único que sentía era frustración y rabia por todo. Además que sus padres no ayudaban en nada porque se habían salido con la suya y realmente quería evitar a toda costa que se acercaran a ella. Menos mal que Julien llegó a comprenderla. Soltó un suspiro y le agradeció con la mirada antes de salir al jardín sin tomar en cuenta las miradas de los invitados sobre ella.

Finalmente se acercó al balcón que daba hacia los jardines donde cerca había unas escaleras para bajar a ese sector realmente se quería perder en ese laberinto mágico lleno de enredaderas y flores que llevaban al centro a una clase de plaza donde podría estar en completa tranquilidad.

Se quedó unos momentos ahí meditando con lo que había dicho Julien y sí pensaba darle una tregua para que al menos el matrimonio funcionara porque no había otra salida. Ella podría detestarlo pero lamentablemente era una Shafiq ahora y al menos se liberaba de la presión constante de sus padres. De lo que no estaba segura ante todo era exactamente si iba a poder darle hijos de inmediato no quería que fueran infelices no dejaban de ser niños.

Estaba a punto de bajar cuando la voz de Julien la interrumpió haciendo que diera un sobresalto y lo mirara con fastidio. Llegó de manera tranquila, por lo tanto, fue lo único que hizo que bajara la guardia y apaciguara su rabia junto a su tristeza. Justo estaban pensando lo mismo y suponía que era solo por el fastidio hacia sus padres que ambos sentían al quitarles su libertad siendo tan jóvenes todavía.

—Va a ser muy difícil no llevarnos como perros y gatos. Pero sé que aquí no es conveniente podemos dejar las peleas cuando estemos en nuestra casa. ¿Ya la has visto? Se supone que solo nos entregaran el traslador. — Señaló. Al menos sus padres tenían la decencia de regalarles como obsequio de bodas la mansión que sería su hogar para el resto de sus días y al menos tenían la condición que la querían alejados de ellos.

—Demasiada. Ya me tienen harta y aunque te moleste no sé qué carajos le hicieron a Daniel. ¿Cómo habrías estado tú en caso contrario? Es decir, que hubieras estado enamorada de otra y tener la obligación de casarte conmigo. — Ella sí se sentía frustrada pero nada podía hacer. Sabía que con el tiempo iba a buscar alternativas y quizás si todo se mantenía tranquilo con Julien en este matrimonio sin amor le pediría ayuda solo que se notaba que le fastidiaba. — Bajemos. — Dijo tomando la botella que estaba en el aire y ella misma se servía en la copa más licor y llenándola más. Se tomó todo el contenido al seco y al rato se sirvió otra mientras caminaban.

Volvió hablarle cuando llegaron al laberinto. En esos años les gustaba perderse ahí para  demostrarse ese amor que ya no existía. — Creo que sí podemos llevar un matrimonio tranquilo, todavía no me siento preparada para tener hijos y te advierto que usaré los métodos anticonceptivos más eficientes para evitarlo por un tiempo. No quiero que sean infelices, lo que sí quiero hacer es ayudarte en todo lo que pueda para que nuestros padres no logren dominarte. Mi papá es un hombre con un poder de convicción sorprendente y querrá llevarte a sus ideas. No lo hagas. Tenemos que ser los dos. — Exclamó. Es que en cierta manera era la mejor venganza por esto y que se dieran cuenta el semejante error que habían cometido. Se bebió con más lentitud la segunda copa y empezaba a caminar por el laberinto que ambos conocían de memoria.

Si quería lograr algo tenía que comenzar desde ya. Sabía que la conversación en el vals no había dejado un buen sabor de boca. Pero no lo podía evitar, cada que mencionaba a Daniel su sangre hervía. Era lo que provocaba en él aquel rubio. Quería borrar toda huella que él hubiera dejado en ella. Sin embargo, realmente tenía que controlar sus emociones. Para poder lograr algo así, ponerse de ese modo no le traería buenos resultados. Podía ser coqueto, intenso, provocarla, tentarla en caer en la tentación. Pero debía de evitar a toda costa comenzar a compararse con el otro, a rebajarlo aun cuando según él era cierto, porque Leen por quien sentía amor era por Daniel y no por él. Así que solo conseguiría enojarla si se alteraba de esa manera.

Como debía de comenzar por algún lado fue que entonces, luego de una breve meditación consigo mismo, había terminado por salir a buscarla con aquella botella de alcohol y los vasos. Hacer las pases, ese era el primer paso.

- Umm suena bien, es un comienzo. - comento, pues, al menos, el no darles el gusto a sus padres de verlos peleados. Pues si creían que se la vivían en guerra y cada cual estaba por su lado se aprovecharían de esa vulnerabilidad para intentar manipularlos con más facilidad pensando que no tenían ningún aliado. Les gustará o no, entre ellos era donde podían encontrar la mejor alianza contra sus padres. - Te diré las palabras textuales de mi madre. "Es una sorpresa, pero tranquilo la adorarán, es lo mejor de lo mejor. "- le contó haciendo una mala imitación de su madre. - Y bueno, si me aseguro de que cumplieron con eso de que fuera lejos. - él no sabía si emocionarse o no, sí era un gran regalo. ¿Pero a qué precio?

- Pues, aunque piense que sí, porque sé que lo piensas. Tampoco tengo idea. De que le habrán hecho. E intentando averiguarlo. Pero se niegan en contarme. - por supuesto, que él solo quería saber cómo habían logrado alejarlo, no era porque le importaba lo que pasara con Daniel. Era solo la simple curiosidad, y sabía que tarde o temprano lograría hacerlos escupir la verdad. El chico tomo otro trago antes de responderle. - Bueno, ya ves que no soy el mejor para responder esa pregunta. Quisiera pensar que habría salido corriendo dejando todo atrás... - eso había sido un momento de sinceridad provocado por el alcohol que comenzaba a insertarse en su sangre y por el cargo de conciencia en su sub consiente. Unos segundos de lucidez y claridad, pero sobre todo sinceridad. Cuando se dio cuenta solo tomo un trago y comenzó a seguirla.

El par bajo hasta llegar al laberinto, tal parecía que fácil podían terminarse aquella botella entre los dos. Recordaba bien este lugar y le traía muchos recuerdos bonitos y que era posible que para ella mejor prefiriera no recordarlos. - No será por mí que venga la presión de los hijos y lo sabes. Así que lo mejor es que lo de los anticonceptivos más eficientes solo quede entre nosotros. - le miro con una ceja alzada. - Déjalos que crean, que si lo intentamos y que simplemente aún no se dan. Así no fastidiarán tanto con el tema. - así todos felices, y es que si entendía a lo que se refería. Niños criándose en un ambiente en donde se llevaban como perros y gatos terminaban creciendo, resentidos, rebeldes y malcriados. Bueno, tal como era su caso y la verdad, él no quería lidiar con uno que saliera siendo su mini yo. Perdería la paciencia. Por lo que prefería esperar que hubiera, aunque fuera paz en su casa, así sería más sencillo.

-Me gusta como suena eso, no le daré gusto a mi suegro de pensar que puede manejarme a su antojo. Porque no lo voy a permitir, y tú debes saber muy bien de la pata que cojea. Esa parte de él que solo los más cercanos conocen. Por mi parte, tampoco dejaré que caigas en las garras encantadoras de mi madre. Pues no será mi padre el que intente acércate a ti, era ella y por más que parezca ser la cara más agradable de los Shafiq es muy astuta y persuasiva. No caigas en su encanto. - adoraba a su madre, pero podía tener una labia muy buena para convencer. Tomo más alcohol de un sopetón. Para la siguiente ronda alzo su vaso para chocarlo con él de ella. - Será nuestra venganza para ellos, que sientan que les exploto la varita en las manos, que su plan ideal le salió contrario a lo esperado. - le aseguro.
 

Eileen escuchaba con atención mientras lo miraba fijamente. La actitud de Julien había cambiado por completo. ¿Es que acaso la estaba entendiendo? Esperaba que sí porque era la única manera para llevar todo esto sin amor era por las buenas y una alianza, tenían que hacerse cargo de un matrimonio y una familia que al menos tenía que ser sana con el tiempo. Pero por ahora no encontraba la forma porque todo era demasiado reciente. — Supongo que la mansión será para nuestros hijos porque lo que es yo no quiero del todo esa casa por muy linda que sea, o sea, no mentiré que me gustarán sus lujos pero si llegan a dictar que por ellos tenemos casa voy a preferir ahorrar y comprarnos una propia y ni siquiera me va importar que sea la más pequeña de todas. — Eileen podía ser la chica más elegante del mundo pero mientras estuviera en un hogar cómodo y tranquilo también podía ser la más feliz, siempre había imaginado una linda casa de campo que no eran demasiado costosas y con un gran espacio reconocía que era una chica de naturaleza pero la idea es que también se sintiera cómodo él. Recordaba que en algún momento se lo había mencionado.

Los ojos azules de la Shafiq brillaron con intensidad cuando Julien dijo que no tenía nada que ver con la actitud de Daniel. —Eso tendré que confirmarlo con un veritaserum. Porque es inevitable que no lo piense, pues no te gusto que estuviera con él. — Aclaró mientras bebía y soltó un suspiro. — No tengo idea que paso pero lo único que quiero es asegurarme que se encuentre bien y feliz. — Murmuró con seriedad, es que era lógico que no iban a poder estar juntos por el mismo miedo que podrían hacerle algo peor y ahí sí no hubiera podido con la culpa, porque lo habría hecho solo por tener una familia tan maldita que conseguía lo que quería y no permitía errores.

El camino por el laberinto seguía junto a esa conversación que por milagro estaba siendo clara y concisa, se estaban poniendo de acuerdo en todo y era extraño, percatándose que al moreno tampoco le gustaría ser manipulado solo por el hecho de ser jóvenes, perfectamente podían buscar otra postura como reciente pareja recién casados, con su propia reputación y reglas no tan estrictas como las tenían los Burke y Shafiq. Comenzó con su tercer vaso apenas termino el segundo y como iba caminando si notaba que ya estaba entrando como agua y ya se estaba volviendo más desinhibida. — Gracias por comprender. — Dictó con sus mejillas rojas mientras le dedicaba una sonrisa suave caminando a su lado. —Es que es una excelente idea. — Era incluso divertido porque si iban a estar esperando a los bebés en breve tiempo, cuando ellos podrían dictar que tenían otras prioridades y que no había forma que sucediera, de todas maneras tenían que irse con cuidado.

—Menos mal que te diste cuenta con mi padre. Y sí imagino que tu madre es un poco falsa. Te prometo que no caeré en sus redes ahora que me lo dijiste. — Siseó soltando una pequeña risa mientras se tropezaba y se alcanzaba a sujetar de su hombro. Alzó la mirada hacía a él y asintió tardíamente por lo último que dijo.

—¿Qué tiene este trago? Me siento más mareada que de costumbre. — Bromeó chocado la copa con la de él. La verdad que asumía que ya había bebido demasiado a lo que acostumbraba hacer y lo cierto es que elevo ambas cejas. — ¿Quieres que sigamos bebiendo, embriagarnos y que ellos realmente exploten? No les gustara nada que sus hijitos adorados se dejaron llevar por el alcohol en plena boda. — Señaló con algo de malicia porque iban a tener que enviarlos a ellos pronto a la luna de miel. Era el plan perfecto porque sí que era cansador estar en un evento donde tenían que fingir. Siguió sujetando su brazo.

Tal vez sus padres tenían planes para ellos cuando armaron todo este teatro. Pero ni Julien ni mucho menos Eileen tenían planes de seguirlos complaciendo. ¿Querían que perdurara la sangre pura? Bien, el chico podía vivir con eso. Ahora, ir más allá y volverse marioneta de todos sus enredos y caprichos, no. Eso no lo pensaba permitir. Él haría con su futuro como le pareciera más conveniente y no dejaría que se metieran. - Así es, después de todo es por ellos que se suponen armaron todo esto. Para prevalecer la sangre pura. Por lo que lo más razonable es dejarles la casa cuando sean grandes. No me interesa tener que deberles nada a ninguno de ellos. - y eso incluía la casa. - Más vale que se conformen con ello porque quiero darles el beneficio de la duda que eso era lo único que pretendían con todo esto. Si tienen algún otro enredo adicional en mente que se vayan olvidando de ello. - le aseguro el moreno.

No mentía cuando le dejaba claro que desconocía el paradero de Daniel, no tenía la más remota idea. Tampoco había metido sus manos para hacerlo desaparecer. Bien tal vez le hubiera gustado batirse a duelo con él, pero no. Julien no había hecho nada de eso, así que por esa parte se podía decir que tenía la conciencia tranquila ante su ahora esposa. No así sus padres y suegros. - Hazlo, mi conciencia está tranquila. Yo no he hecho nada. No voy a negar, tienes razón en lo que dices y que muy probable si nos hubiéramos cruzado tuviéramos terminado peleándonos. Pero no paso, no tengo la menor idea de donde pudiera estar metido. - aseguro, de hecho, por un momento llego a creer que la ceremonia terminaría siendo interrumpida por él, más nunca ocurrió.

Los dos seguían consumiendo alcohol. Parecía que era lo único que les interesaba en estos momentos. Beber, y beber, porque era la única forma de estar relajados en medio de tanta tensión. El estar en aquel laberinto le traían viejos recuerdos, que le pasaban por la mente en cámara lenta. Era por ello que por un instante parecía haber soltado aquellas palabras de sinceridad en un acto de comprensión. Aunque antes no lo hubiera dicho, la verdad es que él estando en su lugar de seguro hubiera hecho lo mismo, o incluso peor.

- Será incluso divertido, ver como se vuelven locos… hasta podemos jugar un poco con sus sentimientos… ups solo fue falsa alarma. Sus caras de decepción serian un regalo para nosotros. - ya hasta se los imaginaba. - Excelente que igual te dieras cuenta. Bueno, en guerra avisada no muere gente ...  Por vengarnos de nuestros padres… - le dijo alzando su baso para chocarlo con el de ella.

- Umm, no estoy seguro. - intento leer la etiqueta de la botella, pero ya veía que las letras bailaban y no lograba leerlas. Claro, no es que bailaran de verdad. Lo único que se movía era la foto del hombre que aparecía en el logo de la etiqueta. Lo de las letras era más bien porque ya estaba bastante tomado. - Ni idea, pero está buena para la ocasión. - le aseguro resignándose a no poder leer lo que decía la botella.

-Así es, justamente lo que pretendo. - le respondió con una sonrisa picará. La miro, ya igual, se veía toda entonada. - Um… - trago otro buche. - Creo que deberíamos pasearnos frente a ellos para que vean lo felices que estamos en estos momentos. - sabía que a la que los viera había lo posible por sacarlos de allí, mandarlos lejos a la luna de miel. Justo lo que querían, desaparecer de este lugar de tanta falsedad. Por lo que, llevando ahora a su señora esposa del brazo, llegaron frente a la mesa donde se encontraban los padres de ambos. - Hola, ya volvimos. - les dijo con una evidente entonación de ebriedad, incluso más exagerada de lo que realmente estaba. ¿Pero que han hecho? - protesto la madre Julien mirando a su marido con indignación. El señor Shafiq había dado una mirada aniquiladora a su hijo y si no dijo nada fue porque había demasiada gente a su alrededor y él no sería tan delicado como su esposa a la hora de reclamar.
 

Realmente estaba sorprendida que Julien coincidiera en todo lo que decía. No sabía si era por complacerla o simplemente pensaba lo mismo que ella respecto a lo que generaba la presión de sus padres sobre ellos. Prefirió pensar que era lo último en ese sentido y no complicarse tanto, al fin estaban tranquilos y no quería ser la culpable de los desaires o malos tratos cuando el chico se estaba comportando. Terminó por asentir a lo dicho y que no tomarían mucho en cuenta esa casa, con algo de ahorros podrían comprarse la propia y serían sus hijos quienes verían que harían con ella, es que podrían retrasarlo pero los hijos iban a tener que llegar tarde o temprano, ya que ahí sí no los dejarían tranquilos.

Con lo que no se pudo quedar callada mientras caminaban era respecto a Daniel. No iba a mentirle con algo así o sino realmente las pagaría, pues ahí era capaz de acabar con todo. Soltó un suspiro, aquel tema sí que dolía porque ni siquiera sabía de su paradero y esperaba que no hubieran sido tan severos, lo que sí estaba consciente es que borraron gran parte de su memoria para que no la recordarla bajo ninguna circunstancia, pues conociéndolo la habría buscado ya que era así de astuto, valiente y apasionado. Igual coincidía que podría estar dolido pero de todas maneras se hubiera dejado ver. — Muy probable. Estaba al tanto de toda nuestra historia pero no entiendo porque te habrías puesto a pelear con él si fuiste quién tomó la decisión de irte.  No tengo idea qué habrá pasado con él, tengo mis sospechas, prefiero pensar que borraron su memoria y no angustiarme que fue algo peor. No puedo quedarme tranquila hasta averiguarlo. — Dictó la castaña de ojos azules sin poder evitarlo. Es que ya estaba casada y no llevaría su propio apellido a una mala reputación al separarse, conociendo a los Burke y Shafiq podrían terminar matandolo a la vez y ahí quedaría infeliz.

Ya con alcohol en su sistema hasta estaba más desinhibida y coqueta, sacando ideas para molestar a sus padres que Julien seguiría con gracia. Soltó una carcajada mientras se sujetaba de él y dispuesta hacer rabiar a sus padres como venganza ante esa boda que solo fue por ellos. Tuvo que reconocer que verlo así de decidido le encantó, es que no podía negar que era lo que más le atraía de Julien, siempre fue un rebelde, una clase de oveja negra de la familia y se dejaba guiar solo por él, claro, eso en parte, también había perjudicado por completo su relación al no saber valorarla.  

Esos pensamientos en la ex Burke siempre quedarían.

Comenzaron a llamar la atención al llegar así de ebrios a la fiesta. La Shafiq seguía sujetando el brazo de marido. — Sé nos pasaron las copas, pero hemos pasado un buen rato conversando y poniéndonos de acuerdo con algunos puntos de nuestro matrimonio. — Señaló antes que su madre llegara hasta ella escandalizada y reclamando como una señorita como ella podía actuar de ese modo. — Señora Shafiq y mientras a mi esposo no le moleste todo estará bien. ¿Verdad, cariño? — Sintió el gruñido de su padre al cual miró con una ceja alzada. En el fondo, todo estaba siendo muy divertido.

— ¿Nos podemos ir? Es que ustedes pueden seguir celebrando la boda. — Miró a los cuatro mientras se aferraba un poco más en Julien y lo miraba finalmente a él. Ahora solo tenían que entregar la llave. — Tal vez sea lo mejor.— Masculló su padre de mala gana mientras pedía la opinión de los otros que se estaban muriendo de la vergüenza, pues los comentarios ya comenzaban a escucharse y tenían puestas las miradas en todos ellos.

Era real esa presión que el Shafiq siempre había sentido por parte de sus padres. Desde siempre habían puesto una enorme carga sobre sus hombros. Carga que llegó un momento en el cual no estuvo dispuesto a cargar y por la que comenzó su vida de arrebatos y acciones en las cuales no pensaba las consecuencias, por lo que luego terminaba por arrepentirse, aunque no lo dijera en voz alta por orgullo. Lo ocurrido con Eileen era uno de esos arrepentimientos. Para colmo de males parecía que había sido un daño irreversible, pues ella había terminado por entregar su corazón por completo a otro.

Julien ahora estaba dispuesto a usar mejor la táctica de usar las propias armas de sus padres en su contra. Quizás hubiera sido ideal desde un principio. Pero que más daba, lo haría ahora y triunfaría por todo lo alto junto a su ahora esposa. Al menos en esos asuntos parecía que se encontraban en la misma página y eso definitivamente era un comienzo mucho mejor del que podría haber esperado.

En lo que jamás iban a coincidir era en esos sentimientos hacia Daniel. Eileen tal vez lo amaba y tal como el propio Julien no lograba entender el porqué lo amo. Ella no lograría entender por qué el moreno lo detestaba tanto. - Porque cuándo me di cuenta de que no debí ya él estaba ahí metido. Para mí representa todo lo contrario que para ti, así que no pretendas que lo fuera a recibir con flores. - dijo soltando un suspiro frustrado No quería pensar en él. Era como una rabia interna que tenía consigo mismo. Ver a Daniel era el reflejo de haber perdido a la chica que realmente quería, muy a su manera, claro, y todo por los errores. El rubio era la imagen de ese error y, por tanto, simplemente prefería no tenerlo de frente.

- Es muy posible, a ellos no les gusta dejar cabos sueltos. No se arriesgarían. - aseguro mientras seguía tomando. - Igual no te puedo asegurar que solo fuera eso. Pero imagino que en algún momento se les ha de escapar alguna información. Ningún plan es del todo perfecto. Así de seguro, cuando menos lo esperes sabrás lo que ocurrió.  - le comento, pues aun con todo lo que sentía por el chico, si saber que estaba bien, pero al mismo tiempo bien lejos la dejaría más tranquila.

El seguir tomando había provocado que se relajaran, que la coquetería fluyera más natural. Al fin de cuentas ya estaban casados. Además, también se ponían de acuerdo, podrían llegar a ser un muy buen equipo. Julien ya estaba igual de picado que Leen, pues había comenzado a tomar desde antes de bajar a encontrarse con ella. La sujeto fuerte por la cintura para que no se le fuera a caer mientras soltaba una risa frente a la mesa de sus padres. Podía notar la cara de furia de su padre y la de vergüenza de su madre. - Oh sí. Creo que hacía tiempo no lo pasábamos también juntos. - añadió a las palabras de la muchacha.

- Así es, de ahora es Señora Shafiq que no se les olvide. - dijo firmando el brazo que tenía libre de la mesa y los miró a los cuatro con una sonrisa descarada.  - A mí no me molesta. Al contrario.  Me gusta que este tan… contenta. - añadió en un tono coqueto mordiendo su propio labio inferior, sin importar que era con sus padres y suegros con los que estaban hablando.  - Oh, sí, por favor.  Miren ustedes siguen celebrando aquí en nuestro nombre y nosotros ya nos vamos a nuestra luna de Miel. Así comenzamos a practicar, a darle nietos. ¿No querían eso? - les dijo de forma insolente.  Su madre no había donde meter la cara, estaba escandalizada por el estado en que estaba su hijo. Sabía que insolentes siempre había sido, pero esto rebasaba los límites y para colmo su nuera le estaba siguiendo el juego. No sabía si tomar eso como bueno o malo.

Por otro lado, el señor Shaifq estaba que podía cruciar a su hijo allí de no ser porque se les caía todo el teatro. - Está bien, es lo mejor. Nosotros nos encargamos. - Les dijo con una sonrisa falsa. Aunque a pensar de todo esto era mejor a que se pusieran a pelear y se dieran cuenta de que no había amor allí como les hicieron ver a todos los invitados. Aun así, no dejaba de ser un acto vergonzoso e inmaduro de su parte. - Gracias por su comprensión.  - les dijo con sarcasmo mientras agarraba a Leen para cargarla muy estilo nupcial. 


 

La castaña de ojos claros estaba encantada con la situación. Sus padres se merecían aquello y mucho más, quizás se habían salido con la suya al casarlos, pero ahora podrían encontrar otros métodos como aliados, por lo tanto, haría que se arrepintieran sobre todo por Daniel que aún no se sabía su paradero. Sí fuera poco había encontrado muy sincero a Julien al decir que no sabía nada aún cuando le caía mal y no podía actuar de otra manera pues claro que se había metido entre los dos, no obstante, no iba a estar involucrado. Pues encontraba que era cierto ya que parecía un caso hecho por los cuatro adultos que lo único que deseaban era casarlos sin importar de dañar a otro.

La venganza era dulce y sin duda actuaría como toda una Shafiq actual.

Las expresiones de sus padres eran épicas y amo como su suegra deslizó la mirada sobre ella como si se hubiese equivocada, quizás pensaba que sería más dulce con Julien y no pretendía serlo, sería seductora, iba a ser capaz de alzar la voz y corregirlo frente a ellos, no sería la típica mujer sangre pura que seguía  o esperaba en casa a su marido, ella pretendía hasta acompañarla y tomar decisiones juntos, por supuesto, que eso les iba a desagradar a las dos.

Al final accedieron y entre carcajadas accedió que la cargara, pero a medio camino se percató que podrían caerse así que le pidió que la bajara. Por supuesto, algunos elfos se acercaron porque no iban a poder volver con su magia escasa producto a la ebriedad, así que tomaron sus huesudas manos y aparecieron a una despampanante mansión.— No está mal, al menos tendrá un buen precio. — Le comentó cómplice a Julien y casi en un susurro para que no escucharan los elfos. — Hasta aquí nos acompañan, pueden tener unos días libres. No queremos que sufran traumas. — Molestó un poquito y luego sonrió. Espero que Juls dijera lo mismo y con una sonrisa al ver como estos desaparecían al instante, se adentraron a la mansión que seguía tan espléndida por dentro.

Eileen no estaba muy segura si pasar una luna de miel se sentía mareada y también tenía sueño. No se sentía tan ebria para ponerse a vomitar. No, para nada. Así que igual el muy maldito le parecía sexy.  Soltó un suspiro y lo miró con un semblante cautivador. — Aún estoy mareada, creo que me vendrá bien un baño y luego irme a la cama. Nos ponemos de acuerdo cual usará cada uno. ¿Vale? — Se acercó a él para depositar un beso en su mejilla y lo contempló desde cerca desde esa posición.  Ninguno estaba apuesto en ese sentido luego de andar ebrios en la fiesta, la verdad es que también se estaban haciendo los ebrios, imaginaba que Jul era tolerante al alcohol como ella, eso sí, se sentía más desinhibida donde solo actuaba.  

Pudo retroceder unos pasos pero se quedó ahí en espera de lo que haría. Es que también dependía de él, le gustaba cuando era él quién se atrevía, tal como ocurría en los viejos tiempos, normal que esas imágenes se vinieran a su mente.

 

Los padres de Julien y Eileen podían celebrar solo a medias. Habían logrado su objetivo. Bien era cierto, ya se encontraban los dos casados tal y como lo habían planeado. Daniel estaba muy lejos, y en ellos quedaba que siguiera siendo allí. Sin embargo, parecía que había ocurrido algo con lo que no contaban… una alianza interna entre los chicos. Tanto los Burke como los Shafiq habían descartado esa posibilidad, pues juraban que el orgullo de ambos no les permitiría congeniar entre ellos. Porque claro para sus padres, aun cuando los quisieran casados, consideraban que serían mucho más fácil de manipular a su antojo si cada cual estaba por su lado. Los hacía estar más vulnerable a escuchar las voces de sus padres que susurraban sus caprichos a sus oídos disfrazados de inocentes consejos. Sin embargo, sus hijos eran lo suficientemente inteligente para saber lo que pretendían y que era lo que mejor les convenía. Por ello fue que resulto en aquella alianza donde actuarían como marido y mujer aun sin amor. Se velarían las espaldas del que intentara arruinarlos o utilizarlos para sus propios beneficios y también de paso para desquitarse, vengarse por obligarlos hacer algo en contra de su voluntad. Sin duda esa boda les saldría cara y no precisamente monetariamente hablando.

Pura risa y satisfacción le había provocado todo aquello. Sabía que su suegro lo debía de estar odiando en estos momentos y que sus padres querrían matarlo. Pero ni modo, que recuerden que ellos se lo buscaron. Ahora aquel alcohol en su sistema lo tenía más suelto, más relajado. Ni siquiera tenía esa amargura del comienzo. Ya hasta había olvidado el tema de Daniel, por ahora claro. De todos modos, seguía en pie lo que le había dicho a Eileen. Le buscaría la información, sería como su prueba de que realmente esa alianza iba en serio y que no solo estaba jalando todo a su conveniencia. Eso sí, de que aspiraba a conquistarla nuevamente, si se mantenía en ello. Solo que no lo haría de la típica forma suya egocéntrica. No, le buscaría la vuelta.

La había cargado un pequeño tramo, pero, ya que estaban fuera de la vista de sus padres le hizo caso a la chica y la puso en el suelo. Pues en el estado que se encontraban no parecía que fuera una muy buena idea. Gracias a los elfos domésticos lograron llegar a su nuevo “hogar” si es que se podía llamar hogar, tal vez le quedaba grande la palabra por ahora. - No, no estás mal. Aunque es más su estilo que el nuestro. - comento sobre la casa.  No podría evitar quitar esa sonrisa de satisfacción del rostro. Hacía tanto tiempo que no reían juntos. De pronto las miradas coquetas no se hicieron esperar. - Así es, vamos, vamos. Hicieron muy bien su trabajo ahora a descansar y más vale que no regresen antes. Se los advierto. - Añadió el Shafiq. Estaban más que advertidos, luego que no hiciera drama, si veían algo que no querían.

No se podía negar, la mansión era muy hermosa y elegante, aun cuando no fuera del todo el estilo del chico. Escucho lo que Leen le decía y levanto una ceja. - No, no… - dijo casi en un murmuro al escuchar que pretendía bañarse e irse a dormir. Se acercó sigilosamente a ella y la agarro por la cintura, pegándola a él para luego verla a los ojos. Soltando un suspiro al sentir ese beso en su mejilla - Tu mirada me dice otra cosa. - le murmuro al oído rozando el lóbulo de su oreja con sus labios. - Podemos dejar lo de los cuartos para otro día… -  

Julien nunca dejaría de ser un seductor nato. Muy sexy y que lograba su objetivo cuando se lo proponía. Eileen evidentemente culpaba al alcohol, porque estando de todo sobria habría sido probable que no, por supuesto, que le habría dado sus noches pues no era de fierro y sabía perfectamente bien como era en la cama, solo que ahora claramente estaba perdida en su encanto y estaba complacida de como había actuado frente a sus padres y los suyos. No tan solo eran marido y mujer sino que aliados. ¿Cómo no darse un premio? Maldita sea. Sabía que no debía pero quería, pues ella misma se había acercado a él. En un momento pensó que la dejaría solo que aquello habría sido soñar.

La forma que la acercó y como sujetaba su cintura hizo que lo mirara con los ojos brillantes. Finalmente ella había besado su mejilla como despedida, que ilusa, estaba frente a un lobo aunque claramente ya no sería aquella ovejita de antes. — Yo he cambiado, Julien. Ya no soy la misma niña inocente que conociste cuando apenas era una adolescente.— Soltó un suspiro ante ese roce a su oreja y se mordió los labios. — Pero veo que tú sigues siendo el mismo seductor que antes. ¿O mejoraste?— Aquel que le gustaba. ¿Para qué negarlo? Cuando era más joven y lo veía, le parecía el típico chico rebelde que se salía con la suya, rudo, llevado a sus ideas y con una mirada que derretía, sin duda, había sido una verdadera sorpresa que se acercara a ella y mostrará interés cuando su tipo de chica pudo ser diferente.

La castaña de grandes ojos azules comenzó a jugar con su corbata, se removió para quedar de espalda junto a él, para alzar el cuello. Cuanto deseaba que depositara besos ahí y siguiera acariciando de esa forma su cintura. También lo hizo para presionar más su trasero contra el cuerpo ajeno. Solo soltó otro suspiro, es lo que tenía Julien desde siempre era provocado demasiado fácil, antes solo bastaba una pequeña sonrisa inocente y pestañeo, y no le importaba usar cualquier sitio. Lo recordaba bien, porque en ese entonces, estaba dispuesta a todo porque había estado increíblemente enamorada. — ¿Me ayudarías con mi vestido? Estoy comenzando a sentir calor ¿O es producto de mi imaginación? —Siseó sensual también. Ya había dicho que no era la misma y quería demostrarlo.

—Total no creo que se repita con tanta frecuencia y mañana partimos a nuestras vacaciones. ¿Por qué no? ¿Realmente lo deseas? Dime.. —Sabía que sí. Solo estaba molestando y fue cuando de nuevo se removió para entrelazar sus brazos en su cuello y mirarlo de nuevo fijamente a los ojos, se comenzó acercar peligrosamente hacía a él para acortar la distancia. En el fondo, quería ver si seguía siendo el mismo o había mejorado. Siempre disfrutó que fuera así de atrevido. Con ella.

Es que lo malo es que ese fue el problema, no solo fue con ella y la terminó dejando cuando realmente lo único que hizo fue amarlo. Pero vale, ya estaban casados y este matrimonio les convenía a los dos, no serían más manipulados por sus padres y sabrían como llevarlo adelante aún sin amarse.

 

Los chicos habían dejado su aun lado esa riña que traían el uno con el otro. Era cierto que se habían hecho daño, en especial Julien a Eileen; sin embargo, darse cuenta de los errores y querer enmendarlos era lo que pretendía el Shafiq. Además de que les convenía estar en un mismo bando, pues tenían el mismo objetivo y si no se aliaban el uno con el otro. ¿Con quién más lo harían? No había nadie más que les pudiera echar la mano. Es más, estando cada cual por su lado, los hacía más vulnerables a los caprichos de sus padres. En cambio, unido no podrían con ellos.

Ahora iban a su nuevo “hogar", con una alianza más que un matrimonio, con mucho alcohol en sus sistemas y la verdad, con mucho deseo dentro de ellos. Porque el moreno no iba a negar por nada las ganas que traía de consumar aquel matrimonio. - Pues me gustaría descubrir esa nueva Eileen más atrevida… - le murmuro de forma seductora. Él no pensaba irse a dormir por más ebrio que estuviera. Eso podría esperar, no tenía prisa. ¿Desperdiciar esta oportunidad? Jamás. En especial porque podía ver en sus ojos azules que ella también lo deseaba. - Sabes que siempre hay espacio para mejorar, y lo puedes comprobar por ti misma. - le aseguro.

El Shafiq no había perdido el toque de sus años más jóvenes, y estaba dispuesto de demostrarle a la chica cuanto había ‘mejorado’. Aquel abrazo se estaba volviendo poco a poco más candente cuando Eileen comenzó a jugar con su corbata y más aún cuando se puso despalda contra su cuerpo, cosa que lo calentó aún más. Definitivamente, esta era una Eileen muy diferente a la que conocía, pero igual le estaba fascinando. La nariz de Julien recorrió el cuello de su ahora esposa deleitándose en su aroma para luego comenzar a besar su cuello hasta que la voz de la castaña interrumpió su concentración. Una sonrisa coqueta se dibujó en su rostro. - Oh, claro que sí. Eso ni lo tienes que pedir, ya moria por deshacerme de él. - le aseguro en cuanto al vestido. - Porque la temperatura subió demasiado, y no precisamente por el clima. - Añadió.

- Oh, sí… lo deseo… te deseo… - ya estaba comenzando a perder el control porque esta nueva Eileen más atrevida lo estaba descontrolando por completo, no había fuerza de voluntad alguna que evitara que quisiera esto. Cuando volvió a quedar cara a cara, Julien no pudo más, la atrajo hacia él y comenzó a besarle con desesperación como si fuera el fin del mundo mientras sus manos se dirigían al cierre del vestido, deshaciéndolo de una forma un poco torpe, pero logrando así su objetivo logrando que comenzara a bajar por el cuerpo de la chica. Se encontraban frente a las grandes escaleras que daban al segundo piso, el Shafiq se dejó caer sobre uno de sus escalones sin dejar de besarle y la sentó sobre su regazo. - Lo deseo aquí, allá, y donde sea. No me importa, hoy estamos solo tú y yo. Demos le un buen uso a este “regalo” - dijo entre comillas porque bien que no pensaban quedarse con esa casa, pero igual podía disfrutarla muy bien.

No  se sentía tan culpable y creía que era por el alcohol ingerido en su sistema, además que reconocía que lo deseaba. Era lo que tocaba y simplemente quería disfrutarlo aún cuando sus verdaderos sentimientos estuvieran en otra parte. Imaginaba que para Julien era lo mismo, pura pasión y deseo porque claramente no era el mismo sentimiento cuando adolescentes y más que se sentía muy culpable por perderla,  ella tampoco había esperado demasiado tiempo para involucrarse con Daniel es que simplemente todo se dio de manera arrasadora y de mucho romance.

Pero era posible que Daniel estaba convencido que nunca más podría estar con ella y debía protegerlo. Esperaba que con el tiempo llegaran a ser amigos pues ya tenía su destino marcado y este era junto a Julen. No le quedó mucho tiempo para pensar, sus actos había traído consecuencias y deleitada estaba con esos besos y caricias en su cuello. Podía notar la reacción de su hombre con el mero hecho de estar de espalda, no contestó solo disfrutó y se mordió el labio. Estaba perdida y no estaba dispuesta a retroceder, tal como había dicho porque se conocía que esto no se repetiría con frecuencia. No quería darle tantos beneficios pues vería como se daría todo con el tiempo y ahí sí volvía a enamorarse aún estaba el rencor.

Todo se comenzó a volver más intenso.



 

No era romance todo esto. Definitivamente no. Hacía mucho tiempo que no habían tenido un momento romántico entre ellos por obvias razones. Sin embargo, si estaba siendo uno apasionado. Entre el alcohol, esa tregua y las ganas de ambos de desquitarse de sus padres habían encendido todos los motores para que sus hormonas quedaran completamente revueltas. El deseo los estaba invadiendo. Tal vez la boda había sido todo una falsa, todo un fiasco. Pero la luna de miel sí que parecía que al menos si la iban a disfrutar. Algo era algo.

En su mente seguía teniendo esas ganas de reconquistarla. De hacer que además de pasión y atracción pudiera volver a surgir ese romance, esa complicidad. Pero todo era a su tiempo y el poder estar así con ella ahora era un gran avance. Eileen no era la misma chica que dejo ir por tonto. Eso cada vez le quedaba más claro; sin embargo, eso no implicaba que no pudiera volver a ganársela. Solo tenía que tener claro que tendría que tratar de hacer las cosas lo mejor posible. Nada de cagarla, nada de hacer cosas que luego la llevaran a desconfiar. Ahora era su esposa y como tal debía tratarla. Ya eran una familia, así que de igual manera velar por su bienestar era parte de lo que ahora debía de hacer. Así que la respaldaría ante cada cosa nebulosa que a sus padres se les ocurrieran hacer en su contra. Ya saben, todo lo quieren a su manera y eso ya no podía ser.

Eileen se preguntaba porque tenía que ser tan débil a él en esos aspectos porque no lo merecía. Su relación había terminado mal y todo por su causa, así que se sentía como un premio porque podía notar cierto interés de su parte. Pero maldita sea, era tan sexy y atrevido, que era fácilmente cautivada por sus encantos y de una manera que ya no se podía negar. Dudaba que iba a volver amarlo, sobre todo porque ella seguía enamorada de Daniel a pesar de todo y esto solo era deseo junto a una pasión que no llegaría a más que eso. Simple; solo sentía que no tenía porque volver amarlo y esperaba separar bien las cosas porque su corazón pertenecía a otro, no obstante, jamás iba a estar con él y tendría que conformarse.

Por otra parte, igual concordaba que estaba agradecida que formaran como una clase de equipo con respecto a sus padres. Ninguno de los dos iba a dejar que dominaran su matrimonio tal como lo hicieron con su vida, ahora fuera como fuera eran una familia y su modo de ver el apellido podía cambiar. Sin duda; si llegaban a tener hijos  al menos la castaña de ojos azules no los iba a tener reprimidos, que hicieran lo que quisiera eran tiempos modernos en el mundo de la magia.