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¡Y Soy Rebelde!
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One X One
Luego tenemos a Guadalupe Fernández, una joven tímida pero muy inteligente y aplicada, y a Santos Fontes, es el chico solitario de la clase con un toque rebelde que sin darse cuenta se termina por abrir con la persona menos esperada… Lupita. A pesar de que la chica había pasado por un desamor y de que el joven le costaba socializar con la gente, ambos lograron también tener una linda historia de amor.
Su graduación del Élite Way School fue solo el comienzo de una nueva etapa en sus historias. Ahora ellos se enfrentaban a su nueva vida profesional como cantantes a tiempo completo, y futbolista en el caso de Santos. El tiempo pasó y se comenzaron a dar cuenta que poco a poco dejaban de ser esos chiquillos adolescentes. Que la vida no era tan fácil como solía ser antes, aun cuando en su momento pensaron que una tarea era lo más complicado del mundo. El precio también de la fama jugaba un alto presión en sus vidas.
¿Podrían aguantar todo ese recorrido? Desde recordar sus inicios de carreras y como sus amores nacieron. Hasta volver al presente donde sus vidas se convirtieron en algo que jamás imaginaron.
¿Se podría ser unas superestrellas y al mismo tiempo ser parejas felices, cumpliendo también sus metas personales?
Mia Colucci
16 años
Integrante RBD
Estudiante
Anahí Puente
Shooting Star
Miguel Arango
16 años
Integrante RBD
Estudiante
Alfonso Herrera
Rising Sun
Guadalupe "Lupita" Fernández
16 años
Integrante RBD
Estudiante
Maite Perroni
Rising Sun
Santos Fontes
16 años
Futbolista
Estudiante
Derrek James
Shooting Star
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- Código:
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1. Inalcanzable
Las clases comenzaron, pero no por eso dejarían RBD a un lado. ¿El problema? Pues que Gandía se le metió entre ceja y ceja, que no quería tertulias, ni despelotes, ni música dentro de su escuela. No se daba cuenta de que les cortaba de los pocos pasatiempos sanos que los jóvenes tenían junto con el deporte. Tal parecía que los quería matar de aburrimiento. Sin embargo, los chicos no estaban dispuestos a obedecer esa orden. Por supuesto que no hacerlo implicaba líos con el director, pero valdría la pena. De todos modos, solo tenían que ser precavidos. Si tan solo encontraran un lugar discreto para ensayar. El problema es que con todo lo ocurrido Diego estaba en negativa de ensayar porque el director le podía decir a su papá y todo acabaría, Lupita tenía miedo que los fueran a regañar. Mientras que Roberta y Giovanni no se caracterizaban por ser los más discretos de la vida. Así que solo quedaba él para solucionar el problema… y bueno, Mía, ella igual podía mover influencias si los atrapaban. Al menos eso esperaba.
Tan pronto termino la aburrida clase de historia de la maestra Hilda, Miguel al pasar por el lugar de la rubia le dejo un papelito sobre la mesa y salió del salón. El papel leía como sigue: “¿Lista para misión RBD?”, dando a entender que era ahora el momento de irse a explorar el colegio y descubrir algún sitio para ensayar. El muchacho se recostó de la pared del pasillo frente al aula y solo espero que ella saliera. — Creo que ya va siendo hora de que resolvamos esto o de lo contrario… — hizo un gesto de cortar garganta dando a entender que la vida de la banda dependía de mantenerse ensayando.
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1. Inalcanzable
Lógicamente, luego perdió el interés porque tampoco se dejaría humillar por alguien que no la tomaba en cuenta. Su amor tenía que irse al olvido y continuar con aquella banda que habían formado, no tenía el permiso, su padre jamás estaría de acuerdo con que tuviera esos dotes musicales, es que era una realidad que le gustaba cantar y para el peor de sus pesares en el colegio tampoco lo permitían, lo que había bajado los ánimos de todos.
Durante las clases; Mia se mantuvo jugando con su cabello, echándose brillito de labios mientras le prestaba atención a la profesora. De todas maneras, siempre solía irle muy bien, tenía que tener buenas notas pues era su responsabilidad y tampoco sería tratada nunca como una chica linda pero sin cerebro. Ya era muy rosa y snob, así que tocaba demostrar que al menos en los estudios se manejaba y lo cierto es que su padre hermoso tampoco le exigía el primer lugar.
Al terminar la clase, sabía que tenía que hidratarse un poco el rostro y arreglar su hermoso cabello, también cubrirse el rostro con algo de crema y recién iría a la otra clase, tenía la habilidad de realizarlo todo a tiempo para la clase siguiente solo que ahora si se serviría algo, poco porque tenía que conservar su figura. Iba a levantarse, cuando pasó Miguel por su lado y estaba a punto de reclamar cuando se dio cuenta que se trataba de una nota. "Pobre diablo ¿Por qué no me lo dice aquí?" Tenía malos modales y eso era engorroso, pero lo perdonaba por ser guapo además que estaba consciente que no era mala persona.
Lo malo es que aquello entorpecería sus planes aunque sí tenían que hacer algo. No quería mover ningún dedo pero si era la última esperanza si trataría de convencer a su padre, o mover sus influencias. No tenía idea porque Roberta no hacía tanto si su madre era famosa.— Vine aquí porque imagino que tienes un plan. Así que sé rápido tengo cosas que hacer. —La realidad es que ahora se llevaban como el perro y el gato, no era agradable por nada solo que era de esa manera que se comunicaban y bien, tenían un punto en común: RBD.
— No es conveniente hablar aquí y no tengo muchas ganas que me vean conversar contigo. — Propuso, para que Miguel la sacará de ahí y le comentará lo que planeaba - seguro al muy tonto no se le había ocurrido nada - y también tendría que aportar. Ahora mismo pensaba que no se le formaran arrugas por el estrés.
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1. Inalcanzable
Se había asegurado de tener todo anotado porque luego se le iba a complicar la existencia cuando la maestra diera examen. La historia no era su fuerte en definitiva. Sin embargo, algo era seguro, posiblemente le faltaron cosas por anotar, pues andaba más pendiente de pensar en un lugar para ensayar que era fácil que se le escaparan los datos. Menos mal que luego podía asaltar el cuaderno de Teo o incluso el de Lupita por si algo se le quedaba. No creía que le fueran a decir que no.
Cuando le dejo la nota a Mía noto la cara que puso. Ya iba a decirle algo, seguramente a quejarse. ¿Que si no cabía? Que si su espacio personal. Etcétera, etcétera. A veces intentaba recordar a esa Mía adorable y linda que tanto le gustaba para así no comenzar con la cacería del perro y el gato. De todos modos ahí le dejo la nota y por suerte no se le escabullo al baño. Que conociéndola imaginaba que no había terminado con su maquillaje aun cuando se había echado brillo frente a las narices de la maestra. Miguel le puso la sonrisa más tonta que tenía con toda la intención del mundo de molestar. — No, la verdad no tengo ninguno. Solo que debemos encontrar un lugar para ensayar. — le dijo con seguridad. — Mentira, ni que estuviera tan sonso. Creo que tal vez podría ser algún cuarto del área de las bodegas. El problema es encontrar el indicado. — y llegar allí sin que pareciera sospechoso.
— Oh, sí, sí. Ya sé, ya sé. La princesa no quiere que la vean con el charrito. — dijo negando mientras agarraba su mano para que lo siguiera. — Para suerte tuya, la idea es que ni siquiera vean para donde vamos. — comento mientras la dirigía hacia un pasillo al final del edificio principal mientras buscaban una salida y así poder ir al área de las bodegas. Solo que se detuvo en seco antes de cruzar frente a una puerta, aguantando de paso a Mía para que no la vieran. — Alicia… — dijo en un murmullo mientras le hacía una seña con la mano que no se moviera porque si la secretaria los veía salir al patio para cruzar al otro edificio a estas horas seguro los iba a interrogar.
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1. Inalcanzable
Nada que decir; era una completa tortura pasar el tiempo con Miguel cuando era tan bruto y la contradecía en todo. No la trataba como la reina que solía ser y eso la cansaba - y gustaba - sintiéndose mal en variadas ocasiones ya que se consideraba una masoquista pues tenía a otros chicos que la trataban mucho mejor aunque fuera solo por interés. — Está bien, creo que he entendido bien...— Dijo con desconfianza mientras lo evaluaba con su mirada siendo algo despectiva. — Tienes que aprender hablar. Entonces, ¿dices que debemos encontrar un lugar y quieres que sea en una de las bodegas? Si es así necesitaría una remodelación y tendría que ser la más apartada para que no se den cuenta. — Exclamó pensando, llevándose un dedo al mentón y concordando que no era tan mala idea.
— Si tan solo te supieras comportar todo sería muy diferente y lo que tienes se contagia, así que tienes razón; no me gusta que me vean contigo. — Enfatizó con una sonrisa burlona, y a pesar de que se estaba burlando lo siguió aún cuando desviaba la mirada cuando algunos alumnos se la quedaban mirando. Era lo que le decía, ya que en el fondo si disfrutaba cuando estaban a solas.
Llegaron a la zona de las Bodegas cuando de repente - ella venía distraída - Miguel interrumpió sus pasos. — ¿Pero qué hace aquí? ¿No debería estar en la oficina?— Susurró. Lo peor de todo es que habían quedado cerca. —Solo nos toca esperar para que se vaya ¿no? ¿O la distraemos? — Sugirió. Solo que ahora solo estaba pensando en el que podrían hacer, sentía sus mejillas rojas la realidad es que se intimidaba mucho cuando lo tenía tan cerca así que como pudo se apartó de él y mantuvo la distancia estar detrás de él ya era menos. Suspiró y espero que Alicia se marchara.
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1. Inalcanzable
Había tenido claro sus motivos para haber llegado hasta allí, aunque en el camino sin haberlo querido algunas cosas cambiaran. Todo por poner sus ojos en Mía. Claro, que había estado andando con otras chicas, pero a él mismo no se podía engañar, era Colucci la que ponía su mundo patas para arriba. Si tan solo bajará un poco de su nube podría hacer que el resto viera la joven buena que realmente era. Verían que si le importaba los demás y que realmente no era superficial como muchos la percibían.
— Y tú tienes que salir de la burbuja en que vives. — Le dijo regando un poco su cabello. No sabía por qué, pero amaba la cara que ponía de enojada. Hasta la encontraba tierna. — Ay, Mía, Mía. Si quieres llenar la bodega de listones y escarcha adelante. Pero lo que debemos asegurarnos es de tener suficiente espacio para los instrumentos y que tenga una acústica decente. — Aunque en cuanto a eso último con decente se refería a que no se les perdiera el sonido, pues la verdad sería imposible tener buena acústica en una bodega. Más no tenían de otra. No era opción ensayar en alguna de las aulas.
— ¿Se contagia? ¿Tienes miedo que te pegue algo? — Le respondió en un tono hasta un poco coqueto. Luego negó con una sonrisa. — Ya princesa, a moverse porque sí, estamos siendo demasiado sospechosos. — fue cuando comenzaron su intento de llegar al área de las bodegas, siendo interrumpidos por la presencia de Alicia.
— ¿Todavía te sorprende? Podría jurar que Alicia es una espía encubierta en forma de secretaria para llevar chismes al director. — Le dijo en un susurro casi inaudible que solo la rubia podía escuchar. El quedar tan cerquita podía provocar que los chicos sintieran esa tensión y atracción que tenían. Miguel por un momento se había simplemente quedado viendo el rostro de Mía, miles de pensamientos pasaron por su cabeza. Todo menos lo que la chica le estaba diciendo. — Oh, sí, sí. Pues no tengo idea. — Terminó por admitir, pues por un momento su cerebro se había trancado. Solo hubiera querido darle un beso, pero si las cosas no salían como su mente se lo había dibujado se iría todo a la mierda porque de seguro la mujer los iba a terminar por descubrir si terminaba en un escándalo.
Se quedó pensativo por un momento. — Oh, ya sé… — palmo sus bolsillos. Y saco una araña de plástico. Antes de que la chica pudiera gritar le tapo la boca con un dedo en borrándolo sin querer de brillo. — Lo siento, pero tenía que evitar que gritaras. Es de juguete, aunque bastante realista la verdad. — decía mientras la impresionaba. — Sé, la quité a Roberta antes de que la embarrara el primer día de clases con la maestra Hilda. Pero… nos puede servir para lanzársela Alicia y así sale corriendo de aquí sin ni siquiera mirar atrás. ¿Quieres? — le dijo acerando a la mano de la chica la araña de plástico.
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1. Inalcanzable
—Sí, eres contagioso. — Reclamó al momento que era empujada donde fuera que tenía que ir, la verdad es que no había ido a la zona de las bodegas no había sido necesario solo que era el único espacio donde nadie sospecharía ya que pasaba abandonado muy pocos iban allí o eso creía ella. Todo por la banda. Era una nueva forma que podía expresar lo que le gustaba hacer, amaba cantar y bueno también lucirse, ojalá llegar a ser famosa.
El problema es que Alice interrumpió su trayecto. Trató de evitar la cercanía de Miguel ya que podría notar que se había puesto roja. — Como sea, tenemos que sacarla del camino, es que si parece un espía — Y muy seguro. Es que ya se había esparcido el rumor que en el colegio había una banda que salía por las noches a demostrar su talento. La ponía histérica que su papito lindo se enterara, era capaz de quitarle todas las tarjetas de crédito.
No era muy buena en tramar ideas, o sea, no tenía ningún problema para distraer y así que los demás fueran a los lugares así que por muy asqueroso que fuera confiaría en la idea de Miguel.
De pronto, de la nada vio la araña en las manos del chico y ella le tenía pánico así que estuvo a punto de gritar cuando ya Miguel le tapaba la boca. Lo miró enojada. — ¡Di eso primero, idiota! — Dijo en un susurro mientras le daba un pisotón. ¿Qué se creía con asustarla así? Simplemente lo escucho y por muy juguete que fuera no quería hacerlo. Estaba enojada con él y no haría algo así.
—Olvídalo, hazlo tú. — Y miró hacía a otro lado hasta que escuchó el estridente grito de Alicia tratando de buscar la araña y limpiándose la ropa. — Vamos, es nuestra oportunidad. — Exclamó con rapidez y solo tomó su mano para pasar por un rincón sin ser vistos. No demoraron mucho en llegar. — Abre. — Señaló mandona cruzándose de brazos en espera para entrar ahí y así asegurarse que el espacio fuera el adecuado. La idea era no quedarse con él por mucho tiempo.
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1. Inalcanzable
Eran tan opuestos que al mismo tiempo se atraían. Miguel aguantó aquel golpe en el pecho sin queja alguna. Aunque podría afirmar que aquellas manos no eran tan delicadas como ella quería hacer ver. Vaya que pegaban fuerte. Aunque no al nivel de la brusca de Roberta.
— Yo soy feliz con mis cartones. — entrecerró los ojos mientras negaba. Pues había que admitir que eso último si había sido ofensivo y le supo mal. De todos modos ellos se la pasaban llevándose la contra, así que estaba seguro de que se lo decia nada más por ello. De todos modos, sí se ofendió un poco. No era necesario recordárselo.
Llegando a las bodegas terminaron por toparse con un inconveniente llamado Alicia. Vaya, que esa mujer era inoportuna. Sin embargo, ese instante sirvió para que quedaran cerquita, notaba el rubor de sus mejillas. Por más que se negara, y él también lo hiciera, se gustaban. Podía oler bien ese olor dulce de la chica. Claro que todo se fue a la porra cuando se le ocurrió el brillantísimo plan de lanzarle la araña a la mujer sin advertirle antes a Mía de que el animal era de plástico. — Au… — casi se tragó el auch, cuando la rubia lo piso por el susto que la hizo pasar. Hizo una mueca antes de asomarse a donde estaba la secretaria y lanzo la araña en su dirección para luego correr de vuelta a su posición anterior.
Se escuchó un grito y él corre y corre de Alicia. Así que era momento de al fin seguir su camino. Sin darse cuenta, una vez más iban agarrados de la mano. Esta vez ni siquiera lo había hecho intencional, fue algo en automático. No tardaron mucho en llegar frente a la puerta de las bodegas. — Vale, vale. Dame un momento. — le dijo cuando menciono que abriera la puerta. Estaba un poco encajada. — Ah, esto parece que le falta grasa o algo a la puerta. — Se enrolló las mangas y tomo algo de impulso, terminando por abrir de forma brusca la puerta. — ¡Listo! Adelante. — dijo haciendo una pequeña reverencia señalando la entrada para que entrara al lugar y así ver que tal.
El lugar no era tan grande, pero tenía espacio suficiente. Es que tampoco podía ser enorme o el eco podía jugarle en contra a la hora de tocar. — En esta bodega se ve que no la usan prácticamente nada… — Podía notar algunas cajas con cosas del Elite de hacía muchísimos años atrás. Posiblemente de antes que ellos nacieran. — Así que creo que no tendremos problema aquí, además el espacio es ideal. — aseguro Miguel. — ¿Qué dices? — pregunto. No se había fijado en que la puerta poco a poco por la brisa que entraba por el pasillo se había comenzado a cerrar hasta que en una se escuchó un ¡Pum! La puerta se había trancado. Lo peor es que no se habían dado cuenta aún… pero había agarrado el seguro.
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1. Inalcanzable
Miguel era demasiado bruto, es que no podía pensar más de un pobre diablo. Lo miró espantada primero cuando abrió la puerta y luego entró sin más, tapándose la nariz porque tal como pensó estaba lleno de polvo y el olor no era muy agradable que digamos. — Me gusta por el espacio y porque no es demasiado grande, no deben darse cuenta. — Exclamó la chica caminando y analizando que podría ir en cada lugar pero lo primero es que necesitaría una buena limpieza, lo malo es que de eso no iba a poder escapar. — No sé cuándo podríamos hacer una buena limpieza aquí, porque necesita una buena mano de pintura, y barrer. También traer los instrumentos y bueno que sea como una sala para nuestra comodidad también. — La rubia estaba opinando de lo más bien y siendo seria, que no era tan hueca como se veía, sino más bien bastante inteligente, no le gustaba quedarse sin opinar y esto de ser cantante, le encantaba demasiado así que con solo hecho de estar ahí ya se estaba imaginando todo. Sin embargo, todos esos lindos pensamientos fueron interrumpidos por un fuerte golpe y ahí quedaron más a oscuras entraba algo de luz porque era de día, al ver la puerta bien cerrada, pensó con rapidez y fue corriendo hacia esta, tratando de abrirla ¡Y nada!
— ¡Miguel! — Dijo con voz chillona — No puedo abrirla ¡Nos quedamos atrapados! — Igual Mia de por sí era exagerada y muy bien que Miguel llegando podría hacer lo mismo cuando entraron. Lo miró demasiado expectante y soltó un suspiro, esperando que hiciera algo. No le gustaba quedarse encerrada y más encima con él, no era nada paciente, por lo tanto, se comenzó a desesperar cuando Miguel lo intentó y no podía. — ¡Apúrate, que no me quiero quedar aquí! — Masculló enojada, porque Miguel era su única esperanza pero parecía que era de esas puertas malas que se podían abrir desde afuera.
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1. Inalcanzable
Mía mencionaba la comodidad y no estaba seguro de si se refería a que quería tener algo para sentarse, tal vez un ventilador solo esperaba que no quisiera un tocador. — Sí, todo lo que se te ocurra después que lo podamos pasar sin levantar sospechas, estaremos bien. — comento.
Si Miguel creía que ya lo que iba a salir mal ya salió, se equivocaba. Ninguno de los dos se esperó que la puerta sé cerrara de sopetón y mucho menos que luego no quisiera abrir. Por supuesto que no era culpa de nadie, quizás salvo de la misma escuela por no mantener las puertas con buenas cerraduras. Claro que el director Gandía tendría otros culpables, él si culparía al par porque bueno… en primera instancia ellos no deberían estar allí metidos.
— No es posible. — Decía incrédulo. ¿Por qué les pasaban estas cosas? Parecía una broma de mal chiste. — ¿La estas jalando con fuerza? — decía mientras iba rápido hacia la puerta a intentarlo él también. — Ya, ya eso, intento. Pero tienes razón, no funciona. Lo peor es que de este lado no podría empujarla como hice hace un rato porque abre hacia dentro. — comento frustrado. — Tampoco podemos esperar a que alguien venga. Una porque nadie vendrá, este lugar lo escogimos por eso mismo y dos aun si así fuera estaremos en un gran lío si nos encuentran aquí… solos y encerrados. — vaya y con lo mal pensado solía ser el director quien sabe el lío que se buscaban y Miguel la verdad no quería problemas con el señor Colucci.
Estaba desesperado y caminaba de un lado a otro mientras buscaba una solución. De tanto en tanto trataba de abrir la puerta, pero nada. Todo hasta que escucho el silbar de un pájaro. — ¿Escuchaste eso? — dijo mirando a ver si lo encontraba hasta dar con él. — Ese pájaro entro por algún lado. Ah, mira allí, hay una ventana, no es muy grande y está muy alta, pero podríamos intentar salir por allí. — y claro, luego iban a tener que pensar bien que haría con la dichosa puerta si querían usar aquel lugar para ensayar.
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1. Inalcanzable
El problema fue que con solo averiguar el lugar no pensaron en el dichoso portón que se trancaba y que habían cerrado mal y ahora se habían quedado encerrados. Lo miró con los ojos bien abiertos, era obvio que no tenía la fuerza de él si era una chica y se estaba desesperando. ¡No sabía porque tenía que estar pasando por esto! Le agobiaba quedarse encerrada y sobre todo con Miguel que era la persona con la que menos quería estar porque sus sentimientos no eran correspondidos, era lógico que la consideraba bonita pero seguramente demasiado creída para querer algo más, si hasta había preferido a sus mejores amigas antes que a ella y siempre salía con todas. Total ella tampoco perdía su tiempo mientras tuviera una relación sana con ellos porque no dejaba que se sobrepasaran, era probable que el chico también fuera de esos y aquello esto ahora le daba algo de miedo.
No pudo decir ninguna palabra porque estaba demasiado enojada hasta que pudo sacar las palabras. — ¿Qué vamos hacer? ¡Ni siquiera has podido moverla un poco! — señaló enojada porque su única esperanza ahora se había ido al vacío, ahora no tenía idea que diablos iban hacer.
Alzó la ceja y vio la altura de aquella ventana, ni siquiera estaba segura si caería ahí y no quería arruinar sus uñas, ni caerse y desordenar su cabello. Soltó un grito chillón — ¡Eres tan tonto! Ni siquiera sabemos si vas a caer ahí y no quiero. ¿No habrá otra forma? ¡Que desgracia! ¿Por qué de todas las personas justo tenía que quedarme encerrada contigo? ¡No es justo! — Le dio un pequeño empujón y sin importarle nada se sentó en el suelo, estaba muy frustrada e hizo un puchero.
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1. Inalcanzable
Habían logrado conseguir el lugar ideal para ensayar. Todo parecía demasiado bueno, demasiado sencillo para ser cierto. Sí, es verdad que tendrían que hacer algunos ajustes, algo de limpieza. Pero fuera de eso, todo parecía ideal. Por supuesto, todo hasta que se terminaron quedando encerrados en aquella bodega. ¿Miguel se preguntaba porque tenía que tener tanta mala suerte? De verdad, era increíble como de un momento a otro todo se complicaba.
Para comenzar lo primero que tenían era que intentar no perder la calma. Cosa que estaba un poco complicada. Pues ninguno de los dos eran los seres más pacientes del planeta. Pero alguna solución les llegaría a la mente. ¿No? Más valía o de lo contrario estarían en grandes apuros si el director Gandía los agarraba encerrados allí. El moreno no podía arriesgarse, era un becado sin contar que todo se saldría de proporción y contexto. No quería líos con el señor Colucci tampoco. Si tan solo estuviera soló con Mía en otro contexto, en un lugar tranquilo donde se pudiera relajar y tal vez lo viera con otros ojos. Se preguntaba si algún día se daría cuenta de que le gustaba.
— Pues no, no se ha movido. Está bien trabada, ni que fuera un rinoceronte para tirar la puerta. — dijo rascando frustrado su nuca. — Aunque si lo pensamos eso, tampoco sería muy buena idea con el escándalo que se escucharía. Quedaríamos retratados. — necesitaba pensar en una solución, pero era a la de ya. El tiempo corría y no podían arriesgarse a ser descubiertos.
— A menos que tengas la habilidad de traspasar muros, no nos queda de otra. Porque no hay otra salida que no sea o está… o aquella. — dijo señalando primero la ventana, luego la puerta. — Y la puerta ya sabemos que no se puede. — Negó. — Vamos. Yo te ayudo a subir. ¿O prefieres que nos atrapen? Sabes que no pensaran nada lindo si nos encuentran solos encerrados en una bodega. — bien, él podía intentar salir él de allí y dejarla que se resolviera por su cuenta. Pero la verdad no haría eso. Discutieran lo que discutieran, no la dejaría metida en un problema que fue causa de los dos. Y aunque no sabía cómo ella realmente lo consideraba, él sí creía que al menos era su amiga.
Soltó un suspiro y se sentó a su lado. — Mía… de verdad, no lo hago por llevarte la contraria, o molestar. Bueno... al principio tal vez... un poquito... Pero ahora solo quiero sacarnos de este lío, quiero ayudar. ¿Será que en algún momento tendremos algo de suerte? Porque todo lo que hacemos siempre algo intenta arruinarlo. — murmuro frustrado a su lado.
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Tenía muchas ganas de llorar y hacía caso omiso de las palabras de Miguel que intentaba por todos los medios entregar soluciones para salir de ahí. ¡Y ella no tenía idea como salir de ahí! No era fuerte así que era probable que se cayera y para más remate quedaría completamente sucia porque ese sitio si que tenía mucho polvo. Su cabello, su piel y su lindo uniforme quedarían arruinados solo por esas circunstancias. — ¿Por qué todo me pasa a mi? — Dio un gritito de frustración y pateo el suelo. Miró indignada a Miguel que le había escuchado algo. — ¡Ya sé que si nos pillan aquí solos será peor! — Terminó por soltar histérica. Lo peor es que parecía la única alternativa que podía tomar y tal vez si ella salía podía abrir la puerta por fuera porque la realidad es que era mucho más delgada para caer ahí, pero primero tenía que calmarse.
Soltó un suspiro y haciendo una mueca se trató de tranquilizar que Miguel se sentará a su lado y no siguiera insistiendo había ayudado mucho. Puso los ojos en blanco. — Amas fastidiarme y la realidad es que me has contagiado porque a mi también me ocurre — Le gustaba fastidiarlo, llamar su atención, insultarlo y observarlo cuando él no estaba atento. Su corazón se aceleraba cada vez que lo hacía y la sensación terminaba siendo en un cincuenta y cincuenta porque asumía que era una clase de amor y odio.
— Sé que tenemos que salir de aquí, pero necesito tiempo y calmarme. Estoy muy nerviosa y si no estoy decidida es probable que me termine cayendo. Solo dame unos minutos — Dijo en voz baja mientras apoyaba su cabeza en la pared y hacía su ejercicio de respiración. Era algo difícil teniendo a Miguel al lado solo que debía intentarlo.
Pasaron diez minutos exactos cuando comenzó hacer más frío y de la nada se levantó para mirar el orificio calculando si caía o no ahí. — Estoy lista... — Señaló decidida. Era ahora o nunca, el tiempo pasaba y tenían que intentarlo. No quería pensar que se quedarían todo el resto del día y la noche ahí.... solos.
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Allí no se podían quedar, era un hecho. Por eso es que el moreno buscaba, y buscaba en su mente la manera de sacarlos de allí antes de que encontraran un problema mayor. Más que Mía estaba ya bastante alterada por la situación. — Bueno, bueno, pero la idea es que no nos atrapen aquí. Eso es lo que intento. — Buscaría por todos los medio evitarse que los pillaran por el bien de ambos.
A pesar de todo lo inesperado, el momento había servido un poco para que limaran las asperezas. Aunque fuera solo un poco, fuera solo por el momento. — Supongo que entonces ahora tenemos algo en común. — murmuro respecto a lo de molestarse el uno al otro. — Es solo por bromear, por ver la cara que pones de enojada. — un rostro y unos ojos tan bonitos que tenía, pero que no admitiría en voz alta. — Pero no con la intensión de realmente hacerte sentir mal, no es en mal plano. — confeso el chico.
— Está bien, toma tu tiempo… no mucho, pero toma tu tiempo. — Es que el tiempo apremiaba, pero también tenía razón, necesitaba estar tranquila para evitar un accidente. Trato de tener algo de paciencia y dejar que se calmara mientras seguía observando su posible salida, analizándola. Agarro con un palo imaginaba que era de escoba, y comenzó a empujar la ventana hasta lograr abrirla.
— Perfecto, vamos… a ver, a ver… — se colocó debajo de la ventana y se inclinó para que pudiera la chica treparse en su espalda. — Si aun así no alcanzas, bueno, puedes intentar parándote sobre mis hombros. — solo esperaba que la rubia fuera tan liviana como parecía y si no, pues ni modo se tomaría el riesgo. Todo sea por no llevarse un regaño de Gandía.
Espero que la chica se trepará para así poder acomodarse mejor para que alcanzara. Aunque estaba casi sin respirar, ni se atrevía aguantarla mucho. Tenerla tan cerca lo ponía nervioso.
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Y claro, también tendrían que arreglar esa puerta o sino siempre pasarían por aquel problema.
Todo se empezó a calmar cuando Miguel no fue tan molesto. Mia soltó un suspiro y luego sonrió. — Nada que decir... se nota que te gusta verme enojada y molestarme para que llames mi atención — Señaló mientras negaba con la cabeza y trataba de calmarse. Trataba de reprimir sus estornudos dado que todo estaba lleno de polvo y ella era algo alérgica, sabía que necesitaría un buen tratamiento para su pelo y un buen baño si lograban salir de ahí, es que Miguel tenía razón no podían encontrarlos y había que hacer el sacrificio de escapar por esa pequeña ventana.
Dudaba que cayera por ahí, era mucho más macizo que ella, Mia era la única posibilidad de salir de ahí así que se tenía que dar el valor de hacerlo aunque se muriera de miedo y sus uñas quedarán arruinadas por trepar y toda la cosa. — Gracias, Miguel — Aunque se tomó su tiempo para tranquilizarse luego estuvo mejor y más preparada de lo que estaban a punto de hacer.
Siguió las indicaciones del pelinegro y trataba de mantener la cabeza fría para poder lograrlo. No alcanzó de esa manera así que había que seguir la idea de encaramarse sobre sus hombros para salir. — Espero que seas fuerte porque aunque sea delgada igual es mayor peso para ti. — Antes de hacerlo se quito los zapatos porque podía hacerle daño con estos puestos por lo tanto ya con ese intento por mucho que costo y golpearse un poco la cintura logró salir por la ventanilla al tiempo de esos intentos, le dolía el cuerpo. Ella no era de ese tipo deportista como otras así que no había sido tan sencillo.
Otra osadía fue bajar ahí quedando toda sucia porque se resbaló y algo adolorida (y más sucia junto a su pelo desordenado) fue lo más silenciosa a abrir el portón la trancó con algo antes para que no se volviera a cerrar. Es que así era la única manera para ordenar un poco ahora y analizar donde irían todas las cosas, el mayor problema era como llevarían la batería hasta allí eso si que iba a ser todo un desafío. — Me duele todo... sorry por demorar. — Exclamó algo entrecortada.
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1. Inalcanzable
El lugar donde estaban no ayudaba, definitivamente le haría falta una limpieza y también revisar esa cerradura porque sí era complicado encontrar como salir estando ellos dos solos. ¿Solo imaginen que hubiera pasado si hubiera estado la banda completa? Se hubiera formado un completo caos. Todos querían salir y dando intrusiones al mismo tiempo. Sería una misión imposible. Al menos ahora solo era Mía y él, y había logrado convencerla de que se podía lograr escapar de aquella bodega, aunque fuera por aquella ventanita. Lo único que necesitaba era que ella aceptara pasar por ella, pues para él sería más complicado.
Con sus palabras solo asintió y sonrió. Solo quería que estuviera más tranquila, así vería que todo sería más sencillo. Lograrían escapar de allí, solo era cuestión de tiempo. Pero para eso necesitaban estar calmados, era la única manera de que las cosas funcionaran. Miguel le ayudo a subir, manteniendo la mirada fija en la puerta, casi sin respirar la verdad. No quería terminar viendo más de la cuenta porque con aquella falda del uniforme en ese ángulo terminaría viendo lo que no debía. Mejor era prevenir que terminar con una cachetada. — Descuida, puedo con tu peso. Además, no es creo que sea algo en lo que nos tardemos. — al menos eso esperaba, porque de lo contrario entonces era el quién se pondría más nervioso. Solo que al final si había costado más de lo que imaginaba y ahí estaba luchando por sostenerla para así no dejarla caer. Que si lo hacía sabia que cuando se levantara iba a tener problemas.
Cuando la chica salió por la ventanilla y volvió noto como había quedado. Quien diría que viviría para ver a Mía Colucci en esas fachas. Aunque por como quedo noto que la había pasado mal, de hecho, podría haber jurado escuchar algunos golpes. — Ya imagino, escuche algunos golpes. ¿Te hiciste daño? — pregunto entregándole los zapatos, él por su parte igual sentía que mañana iba a amanecer adolorido de los brazos. — Pues en definitiva hay que limpiar o moriremos por una alergia. — Debía coincidir con ella de que no era el lugar limpio del mundo. Pero eso tenía remedio.
— Al menos los instrumentos pequeños podemos colocarlos en esa repisa vacía. — dijo señalando una vieja estructura con algunas cajas vacías. — El dilema será la batería. Por supuesto que tendrá que ser pieza por pieza, pero… el dilema principal será como traer el bombo sin que se den cuenta. Es demasiado grande. — se puso a pensar, la verdad su cerebro no le daba para mucho. — Quizás Roberta pueda ocurrírsele algo, aunque… a veces me da miedo con lo que se le pueda ocurrir. — pues a la chica a veces se le ocurrían cuatro loqueras que se podía dudar un poco de su cordura. Pero de que tenía creatividad la tenía. Lo que, si era que mejor no tardarse mucho tiempo allí, ya bastante habían tenido con quedar encerrados.
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1. Inalcanzable
Gracias a él pudo salir por esa trampilla en el techo y como ella no estaba acostumbrada a trepar o hacer ese tipo de cosas se hizo daño y se canso más de la cuenta. Su respiración era agitada cuando al fin pudo abrir la puerta y le pedía que saliera de ahí. — No sé que puedo inventar en la enfermería, pero si me hice daño. No quiero ni ver — Susurró a Miguel con un puchero ya que sentía adolorida una de sus rodillas y le dolía porque seguro había hecho un mal movimiento, lo importante sí es que estaban fuera y ya se podían ir, para sugerir el lugar a los demás miembros de la banda que iban a quedar encantados
Se comenzó a poner los zapatos — Un día por la mañana ya nos encargamos de limpiar todo y luego traemos los instrumentos más pequeños como dices, sé que podremos despistarlos. — Terminó por decir muy convencida, la verdad es que en ese momento solo quería irse a su dormitorio y poder darse un baño con agua tibia y unas ricas sales que la harían sentir relajada, igual masajearía su cabello. Era tan difícil ser ella.
— Roberta solo hace tonterías, pero hasta el momento no se me ocurre nada como trasladar una batería sin que se den cuenta, tendrá que ser de noche en definitiva, y que algunos distraigamos a los guardias, es lo más sensato que se me ocurre. —Era su idea, pero muy probable que ni la iban a tomar que Roberta siempre lograba convencer a la mayoría, y asumía que en muchas ocasiones también a ella. — ¿Vamos? Quiero ir a mi habitación — Se sentía demasiado sucia y lo cierto es que tenía su nariz sensible solo tenía ganas de estornudar, y lo hizo. — Disculpa, demasiado polvo.... definitivamente esto necesitara una limpieza profunda. — Sonrió. Y bien que se alegraba que Miguel fuera gentil con ella por una vez que fuera.
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1. Inalcanzable
Soltó un suspiro al ver como había quedado. — Quizás podría culpas alguna caída. Alguien dejo algo mal puesto en el suelo que hizo que te tropezaras y cayeras. — Sugirió, pues igual no sería difícil de creer, con esas botas que usaban las chicas con el uniforme no tenía idea de cómo rayos lograban caminar. Pero tomando en cuenta lo bien que la rubia sabía usarlas era mejor ponerle un obstáculo de por medio que fuera el causante de la caída. Notó su puchero. ¿Por qué lograba ablandarlo así? — Anda, déjame ver. — pidió el chico sacando un pañuelo del bolsillo. — Está limpio. — aclaro mientras le mostraba para luego intentar limpiar su rodilla. Era lo más que podía hacer por ella por ahora. Aunque no sabía cómo reaccionaría ante la cercanía.
— Oh, sí, y de seguro entre todos terminamos rápido, así que no tomará tanto tiempo. — porque de que aquel lugar necesitaba una limpieza, la necesitaba. Sus narices comenzaban a recordárselo. — En eso te doy la razón. Aunque dentro de esas ideas locas que se le vienen alguna que otra es útil. Pero igual hace sentido hacerlo él la noche. La logística es lo que me preocupa. Quizás habrá que encontrar alguien que se sacrifique por la causa y sirva de distracción. — se puso pensativo analizando que podría ser la distracción. — Tal vez armar un espectáculo con alguien desmayado o algo parecido. Que preocupe a todos haciendo que se arremolinen en el área y dejen sin supervisión el resto del colegio. — añadió a la idea de la rubia.
— Bien sí, suficiente por hoy. Será mejor volver. ¿Viste? — preguntó con una sonrisa pícara antes de dirigirse al pasillo. — No somos tan mal equipo. — aseguro el moreno sonriente.
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1. Inalcanzable
Hizo un puchero, la verdad es que no tenía ganas de pelear con Miguel porque estaba siendo atento con ella y porque también no se le pegaba la gana.
Terminó asintiendo y soltó un suspiro. Era muy raro verlo preocupado por ella, cuando solo la trataba como la fresa, snob e hija de papá todo el tiempo, eran de mundos muy distintos, pero ahora mismo se estaba comportando de manera decente. — Gracias…— Dijo con los ojos brillantes mientras depositaba un beso en su mejilla en forma de agradecimiento.
Ya no quería pasar ni un segundo más ahí. Espero un momento para sentirse mejor y luego se levantó. — Ahora mismo no sé que vamos hacer, no puedo ni pensar con lo estresada que estoy, te juro que solo quiero darme un baño y tener toda una sesión de belleza express y luego dormir todo el día. No estoy acostumbrada a estas cosas. — Volvió a ser la Mia de siempre, que lo siento pero no le gustaba sentirse así por lo que tenía que buscar una solución por ella misma o con la ayuda de sus amigas para sentirse mejor.
— Es lo mejor que has dicho, ya encontramos el lugar y ya, como grupo lo informamos mañana para idear el plan para llevar los instrumentos, pero perfectamente podemos llevar todo de a poco, si lo más complicado es la batería. — Inculcó la rubia mientras asentía con suavidad la cabeza pues tenía que reconocer que habían formado un buen equipo esta vez.
— Esté bien… voy yo primero… será extraño si nos ven juntos. — Se despidió la chica algo más calmada aunque cojeaba, siempre podía decir que se había tropezado y no pudo evitar la caída, nadie sospecharía que había estado con Miguel. ¡Y que le había dado un beso en la mejilla!
No… eso se lo llevaría a la tumba.
Fin del capitulo 1
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2. Que hay detras
Estaban en el aula y al parecer había más problemas en la escuela que sus problemas de amores. El nuevo director estaba peor que Gandia y todos los estudiantes se quejaban con el profesor, quien diligentemente les recomendó que si se sentían incómodos lo mejor era consultar con los padres de todos al respecto. Evidentemente, él no podía hacer nada.
Hablando del rey de Roma, el hombre apareció de la nada. Llamando al alumno nuevo al frente. Según él, había estado hablando con sus padres y le habían dado permiso de recortarle el cabello porque ellos tampoco estaban contentos con la apariencia del chico. — ¿Puede hacer eso? — murmuro, ni siquiera era para Roberta que estaba sentada a su lado, era más para ella misma. Encontraba aquello incluso humillante. ¿Por qué exhibirlo delante de todos?
La morena se llevó las manos a la boca cuando vio al director sacar la navaja. De verdad lo iba a hacer. Hubo un silencio sepulcral en aquel salón de clases. En estos momentos Lupita hasta se olvidó de todos sus dramas y solo pensaba en lo mal que lo debía de estar pasando. Además, era injusto, miraba a su alrededor y no era el único con el cabello un poco más largo de lo permitido. Incluso vio como Diego se ocultaba detrás de Giovanni para que no notaran el suyo. Definitivamente, quería a Gandía de vuelta como director. No era el mejor, a veces era hasta incompetente. Pero nunca había hecho algo como esto.
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2. Que hay detrás
De todos modos, poco le importaba ya que ellos nunca pasaban en casa. Su familia era la típica que tenía plata y que vivían en el trabajo, igual tenía sus propios sueños así que esperaba que estar en el equipo, pero primero lo primero; tenía que adaptarse a ese mundo lleno de fresas y superficiales.
Lo que nunca pensó que este sistema fuera estricto e hicieran escandalo por tener solo el cabello largo. En los anteriores jamás le había importado y lo cierto es que le gustaba demasiado como lo mantenía. No se hablaba con nadie, ni tampoco andaba de respondón solo estaba ahí en la última fila intentando poner atención. Estaba en su propio mundo y cuanto le hubiera gustado ponerse los audífonos y escuchar música.
No conocía mucho a nadie. De repente se dirigieron a él y empezó a reclamar que ese cabello no era el indicado para un chico. La verdad es que pensó que eran palabrerías, él solo miraba y se aguantaba a responder. Lo que sí es que jamás pensó que lo llevara hacia adelante, ese tonto pidiera una tijera y de la nada comenzará a cortar su cabello de una manera tan lenta que parecía una tortura. — No, ya deténgase. No he hecho nada malo— Pero le hizo caso omiso aún cuando se quejo, escondió la cara entre sus brazos para que los demás no notaran sus lágrimas.
Igual el maldito había hecho que los mirara y fue humillante. ¿Cómo no? Esto se trataba de una humillación con todas sus letras y los demás estaban aterrados, ninguno fue capaz de decir alguna palabra. Solo cuando se detuvo, se levantó y sin importar de mirar mal a los dos hombres salió de la sala corriendo. Esto era frustrante, quería irse a casa y no entendía la razón porque lo hicieron si hasta había uno que estaba teñido. ¿Quién entendía?
Se sentó en un pasillo. Por suerte, ninguno lo siguió y sinceramente ya no importaba si tenía problemas tenía esas ganas de venganza solo que en ese momento no sabía que hacer y solo se lamentaba en silencio lo que había pasado. ¿Qué más podía hacer? Nada.
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2. Que hay detras
Aquel acto había sido producto de la pura malicia. Porque seamos honestos, la mayoría de los chicos se pasaba por donde no les daba el sol las reglas de vestimenta del colegio. Santos no era el único, así que incluso se atrevía a decir que se vio como un ensañamiento. ¿Tendrían algo que ver en el asunto los padres del chico? Era muy posible.
La morena le hubiera gustado ser más valiente y abrir su boca ante las injusticias. Le dio hasta un taquito en la garganta ver como le pedía que se detuviera. Pero la realidad es que era muy tímida para eso. Incluso en ese momento Roberta, que era la más bocona del salón, no había dicho ni pío. Y claro, después que se fueron fue que los demás chicos abrieron sus bocas a protestar y hasta lanzar amenazas hacia el nuevo director. Porque claro, ya no los estaba escuchando. Más, sin embargo, la muchacha solo había enfocado su atención hacia Santos, quien había salido disparado del aula de clases.
— ¿Por qué tienen que ser así? — murmuro para ella misma antes de salir del salón de clases sin tan siquiera explicarle a nadie para donde iba. Comenzó a caminar por los pasillos buscando al chico. Ella era la eterna preocupona del grupo. No podía evitar preocuparse por el bien de los demás, y el muchacho sin lugar a dudas no había salido bien de aquel lugar. Eso sin contar que le habían hecho un destrozo en la cabeza. Ni siquiera tuvieron la decencia de hacerle un corte de cabello bien hecho.
Fue luego de buscar un poco que dio con el chico que estaba sentado solo en uno de los pasillos. Por lo que Lupita al verlo se apresuró a alcanzarlo y sentarse a su lado. — Hola… Quizás pueda ayudarte. — le ofreció, ella sabía cortar el pelo gracias a su tía, por lo que podía arreglarle el desastre que le dejaron. Quizás no volvería a ser igual, pero le haría un recorte que le luciera bien.
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