» I wish to nurture my mind

"¿Y supiste los rumores? ¿Sobre Lady Eloise?"
"Escuché que está pasando una temporada en la casa de campo de la familia. ¿No era una recomendación médica?"
"Eso es lo que dice Lady Violet, pero al parecer se fugó..."
"¿Se fugó?"
"En realidad, nadie de la familia sabe dónde está".


Una mañana, cuando las criadas fueron a despertarla, Eloise no estaba en su habitación. A partir de ese momento, la familia Bridgerton no ha hecho otra cosa más que tratar de encontrarla. El poco consuelo que les dejó Eloise fue una vaga nota donde les decía explícitamente que iba a estar bien, que pronto tendrían noticias suyas.

Pero han pasado varios meses desde entonces y nadie de la familia tiene noticias concretas de su querida Eloise. Ni siquiera Penelope, su íntima amiga, ha obtenido ninguna pista sobre su paradero. Lady Violet continúa angustiosa y temiendo lo peor, mientras que ya no sabe qué más excusas dejar ante la sociedad londinense, quien empieza a hacer cada vez más preguntas sobre la prolongada ausencia de su hija.

Aunque aquejada de culpas, porque sabe que su familia debe estar preocupada y angustiada por su falta de noticias, Eloise está felizmente radicada en Bath. Alejada del bullicio y la presión de Londres, Eloise siente que está respirando por primera vez. Cree que está mirando el mundo a través de los ojos de la realidad y no de la forma edulcorada que le ofrecía la posición de su familia. Su trabajo como ayudante en la redacción de un periódico le abrió las puertas a un mundo completamente maravilloso hasta ahora desconocido para ella.

Usando el apellido de su madre para que nadie pueda relacionarla con su familia, cree que hasta ahora ha conseguido mantenerse en el anonimato a la perfección. Está orgullosa de sus logros, y también un poco de todos los errores que la han llevado al camino en donde está. Es por eso que lo último que imagina es toparse cara a cara con su pasado, con la única persona en todo Bath que es capaz de reconocerla.

Todo comienza una típica mañana como cualquier otra, cuando su jefe le pide que por favor abra ella temprano el periódico, para recibir al nuevo operador de la imprenta.

Inspired · Series · Bridgerton

En teoría, ese era su día libre. Pero ayer, antes de cerrar por completo las oficinas del periódico, Ernie la llamó a su despacho. Su jefe por lo general la trataba muy bien, era un señor mayor que era una mezcla algo extraña entre un padre estricto y un abuelo olvidadizo. Ernie le dijo que tenía que venir ese día muy temprano, le dejó las llaves, porque quería que recibiera al nuevo ayudante de la imprenta. Esa fue la única razón por la que Eloise no dijo nada, porque había visto desfilar un montón de operadores que no duraban más que un par de semanas. Ella y Anne, la secretaria, estaban convencidas de que nadie había podido mantener el ritmo de Ernie.

Al principio, Eloise tampoco había podido soportar el extraño humor de su jefe. No era una mala persona, pero a veces se le ocurrían cosas muy excéntricas. Lo peor era que esas excentricidades era lo que parecía mantener el periódico, el Bath Independent, a flote. Además, Ernie la había acogido cuando se le estaba agotando el dinero y la aceptó, en un principio porque Anne no se daba abasto, sin ninguna referencia más que la propia terquedad de Eloise.

Ahora llevaba casi tres meses trabajando en el periódico y Eloise se sentía muy orgullosa. Así que, a pesar de que no quería madrugar, llegó a primera hora, con las llaves tintineando en la mano derecha, a abrir la imprenta. Bostezó varias veces y llegó hasta la oficina, que por alguna razón se veía desordenada a pesar de que estaba segura que ordenó antes de irse el día de ayer.

Estaba todavía ordenando cuando escuchó que llamaban a la puerta. Eloise alzó la vista en dirección a la puerta, que estaba cerrada, pero se distinguía una silueta esperando afuera. Recordaba que Ernie, como siempre, apenas le dio datos sobre Leo, el nuevo operador. Sólo le dijo que había venido bien recomendado por uno de sus amigos.

Lo que menos esperaba Eloise aquella mañana, que parecía una cualquiera en Bath, era que al abrir la puerta, se encontraría con un rostro conocido. Las primeras semanas fuera de casa, creía ver rostros o escuchar voces conocidas todo el tiempo. Eso fue disminuyendo, hasta que se volvió más temeraria, creyendo haberse desentendido de la sombra de su familia.

Esa mañana, sin embargo, volvió a ser la misma Eloise angustiada que se había fugado de casa. El rostro que tenía frente a ella no era de Anthony, o de Benedict, ni tampoco de su madre. La expresión pasmada de Theo Sharpe era lo último que esperaba encontrar en Bath.

—¿Acaso tú… acaso…? —Eloise balbuceó, todavía sin abrirle del todo la puerta, aunque era obvio lo que estaba sucediendo. Recordó entonces que su jefe siempre se hacía un lío con los nombres. A ella estuvo llamándola Eliza durante casi un mes.

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La vida no había sido fácil para Theo los últimos meses. Desde la primera vez que vio a Eloise Bridgerton en la imprenta supo que una chica de sociedad en ese lugar solo podía traerle problemas, pero no sabía cuántos. Debió mantenerse alejado de ella, pero se había dejado enredar por aquella historia hasta que fue demasiado tarde.

Había pensado que al dejar de verla saldría de aquel desastre, pero no había sido suficiente.

La señorita Bridgerton había seguido haciendo lo que le había dado la gana y la policía había pensado que él tenía algo que ver con su desaparición. No había podido decirles nada y, aunque lo dejaron ir, perdió su trabajo. Nadie en Londres había querido contartarlo y había tenido que empezar a buscar otro lugar al que ir. No había encontardo un lugar dónde instalarse.

Hasta ahora.

Realmente parecía ser que tendría una oportunidad en Bath. Su reputación no llegaría de Londres hasta ahí, la alta sociedad que iba a la ciudad no se acordaría de un simple operario de imprenta, ni el pondrían atención a uno en su ciudad de vacacionar.

Le habían referido que el dueño de este periódico no hacía demasiadas preguntas mientras la gente trabajara bien. Necesitaba eso.

Necesitaba un nuevo inicio. Por eso, lo último que esperaba era que al abrirse la puerta el pasado lo viera a la cara una vez más. Ahí estaba Eloise Bridgerton, y para colmo, poniendo cara de sorpresa.

El verdadero sorprendido era él.

—Yo... No puede ser verdad que estás aquí. ¿Has estado aquí todo este tiempo? ¿El mundo puede ser tan pequeño?

Aquello era una broma de mal gusto.

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Eloise no tenía idea si lo mejor era hacer entrar a Theo de una buena vez. La verdad era que estaba apoyando la mano en el marco de la puerta, porque tenía esta absurda idea de que, si se envalentonaba lo suficiente, podría empujarlo hacia la calle y hacerlo desaparecer. Eso probablemente hubiera hecho la Eloise que seguía viviendo en casa, protegida por su familia.

Pero ahora sabía que de nada valía empujar a Theo, eso no haría que sus problemas desaparecieran. Además, tenía que reconocer que su pregunta despertó su curiosidad. Ella y Theo habían dejado de verse cuando Eloise tomó la decisión de irse de casa. Aunque sí que estuvo tentada a visitarlo, una última vez, era más importante salir de Londres sin ser vista, así que no pudo permitirse semejante capricho.

Así que, sin darse más tiempo para pensarlo y dejando todos sus modales de lado, tomó a Theo del brazo y lo hizo entrar de un tirón. Quizás Theo estaba tan asustado como ella que ni siquiera puso resistencia. Cuando Theo estuvo dentro, Eloise tuvo la sensación de que la imprenta era mucho más pequeña que antes. Una completa tontería, por supuesto, no pensaba dejarse dominar por los nervios.

—Llevo en Bath desde hace… unos cuantos meses. ¿Por qué me preguntaste eso? ¿Sabías que no estaba en casa? ¿Alguien te lo dijo? —preguntó, saltándose todas las demás cuestiones de cortesía. Eso sí, se arrepintió enseguida, porque Eloise sí que quería preguntarle qué estaba haciendo aquí si él estaba radicado en Londres. Un periódico de Bath no tenía ni el mismo nombre ni tampoco las mismas oportunidades que Londres.

Eloise se tomó un instante para fijarse en Theo, en la forma tan incómoda en que la estaba mirando. Quiso decirle que si había tomado la alocada decisión de irse de casa, fue en parte gracias a haberlo conocido.

—Trabajo aquí… —confesó de pronto, explicándole con esa sola frase de que, si pensaba quedarse, iban a verse con mucha frecuencia.

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Aún no terminaba de procesar que Eloise estaba allí cuando sintió como tiraba de él hacia el interior del local. No pudo resistirse, aunque una parte de él pensó de inmediato en si alguien lo había visto entrar allí con ella.

Miró a su alrededor sin poder procesar bien lo que veía. Eran las instalaciones del periódico, que tenía su propia imprenta pequeña. Suponía que tenían repartidores que salían de allí mismo con los periódicos recién impresos. Era un lugar pequeño, a penas para alguien como él para ganarse la vida sin destacar demasiado.

O eso habría sido si Eloise Bridgerton no hubiera estado ahí.

No podía creer las cosas que estaba preguntando. Río con incredulidad mientras miraba a su alrededor.

—Que si sabía que no estabas en casa... —Estuvo a punto de decirle que se había hecho a la idea cuando la policía llegó a buscarlo por su desaparición.

Así que ella se había venido a Bath tan tranquilamente mientras todos Londres la buscaba. Se inclinaba más por hacer un comentario al respecto cuando la escuchó decir que trabajaba allí.

Eso sí que no se lo esperaba.

La miró abriendo mucho los ojos.

—Trabajas aquí—repitió. Una señorita de sociedad como ella. En un periódico. —¿Por qué?

No era como que Theo tuviera otras opciones ahora mismo. Bath tampoco estaría lleno de imprentas esperando un operario y en esta ya tenía el puesto. Pero si alguien encontraba que estaba trabajando con Eloise Bridgerton nadie creería que no sabía que estaba ahí.

Definitivamente era una broma de mal gusto. Cerró los ojos, intentando pensar.

—Realmente necesito este trabajo—dijo, sin saber qué esperaba lograr con eso.

No era como que Eloise fuera a dejar aquel trabajo, aunque no lo necesitara. Si volvía a Londres podría vivir sin tener que mover un dedo nunca. No terminaría nunca de entenderla.

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Eloise hizo un esfuerzo consciente para desviar la mirada de Theo mientras caminaban por el pasillo que conducía a la pequeña oficina de Ernie. Allí estaba todo el papeleo que Theo tenía que llenar y también estaban las llaves que daban el acceso al cuarto de imprenta. Llaves de las que ella misma había mandado a hacer una copia hacía tan sólo unos días atrás. Pero, ¿qué se iba a imaginar Eloise que estaba haciendo una copia de llaves precisamente para Theo?

Aunque dentro de aquella oficina, allí donde había aprendido tantas cosas sobre sí misma, se sentía empoderada, no le gustaron para nada los cuestionamientos de Theo. Eloise tenía la impresión de que se le estaba escapando el verdadero motivo de su pregunta. Ella se había asegurado de no dejar ninguna pista sobre su paradero y, que Eloise supiera, la gente de su familia no tenía cómo contactar con Theo.

—Trabajo aquí porque es donde quiero estar, ¿acaso hay algún problema con eso? —Eloise sabía que no estaba dando una respuesta con detalles, que quizás estaba rayando en ser grosera. Pero no le importaba. Creía que no le debía explicaciones a nadie, ni siquiera estaba dispuesta a darle explicaciones a Benedict en el remoto caso de que se apareciera de pronto.

Eloise caminó detrás del escritorio de Ernie, porque quería poner distancia entre los dos. No estaba segura si debía entregarle el papeleo, aunque la afirmación de Theo le encogió el estómago. ¿Qué estaba insinuando? Ella no iba a ser capaz que se fuera de allí. No sería difícil, a Ernie podría ponerle cualquier excusa para decirle que Leo no se presentó al trabajo. Pero Eloise no quería perjudicar a Theo, además, quería llegar al fondo de todo esto. ¿Por qué no estaba en Londres?

—Ernie dijo que venías muy bien recomendado, ¿sabes? —Eloise, con algo de nerviosismo, le extendió los papeles hacia él—. Tienes que llenar los formularios. Mira, no tenemos que decir que nos conocemos. Ernie no hará preguntas, de hecho, no te va a llamar por tu nombre hasta que pasen unos meses. Es despistado, pero es una muy buena persona.

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La oficina le resultó muy acogedora. Era un ambiente en el que se podía ver trabajando perfectamente. Dentro de todo era menos caótico y más limpio que los espacios donde había trabajado en Londres. Respondía a sus mejores deseos para este trabajo... excepto por el pequeño detalle de Eloise.

Su respuesta de que estaba ahí porque quería lo irritó, porque era cierto. Estaba ahí porque quería mientras él había llegado hasta ahí porque no le había quedado otra opción.

—Claro, la señorita Bridgerton hace lo que quiere—replicó de mal humor.

Podía recordar las caras de todos en el trabajo cuando la policía llegó a interrogarlo, y cuando su jefe le informó que no requerirían más de sus servicios después de los últimos eventos.

Eloise hacía lo que quería y él pagaba las consecuencias.

La escuchó explicarle que no habría problema, que su jefe ni se preocuparía por sus nombres, pero eso no lo tranquilizaba nada. Una vez más, no entendía nada.

Arqueó ambas cejas al escucharla.

—Crees que lo que me preocupa es lo que pase aquí si se enteran que nos conocemos de antes—resumió, mirándola con atención para ver si algo en su rostro le indicaba que no, que pensaba algo diferente, pero eso no sucedió. —De verdad no tienes idea...

Caminó hacia ella, aunque quedó un escritorio de por medio entre ellos. Tomó los formularios. Porque necesitaba este trabajo, tendría que quedarse al menos hasta que encontrara otra opción menos problemática. Podría escribir a otras imprentas a ver si alguna lo aceptaba. Sin embargo, no dirigió su atención a los papeles, sino que mantuvo su mirada fija en los ojos de Eloise.

Todavía ahora le resultaba intrigante la mezcla de ingenuidad y rebeldía que tenía, aunque sabía de primera mano lo peligrosa que era.

—¿Qué crees que pasó en Londres cuando te fuiste?—preguntó finalmente.

No podía decir que le extrañara la idea de que no fuera capaz de dislumbrar las consecuencias de sus acciones para los demás.

Para él.

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Eloise sabía que había hecho muchos sacrificios para llegar donde estaba, un sitio donde por fin se sentía cómoda y, por fin, libre. Sin embargo, Theo continuaba mirándola como si estuviera juzgándola. Ella, en cambio, tenía la sensación de que había algo que se le escapaba. No le gustaba sentir que estaba fuera de control, pero tampoco quería preguntar de frente porque no quería una confrontación.

Se suponía que su jefe le pidió ayuda, ella estaba allí para cumplir un deber y después aprovechar el resto de su día libre. Frunció el ceño, pues a cada cos que Theo decía, se sentía más confundida. Tamborileó los dedos sobre la mesa, mientras veía cómo él revisaba los papeles. Al menos no parecía que fuera a rechazar el trabajo, en el fondo, eso la habría hecho sentir bastante mal. No era la intención de Eloise causarle problemas a Theo.

—No tengo idea, ¿de qué? —se aventuró a preguntar, pues tenía la sensación de que Theo la estaba tratando como si fuera una estúpida. Estaba teniendo paciencia, pero tampoco quería que pasaran por encima de ella. Si Eloise había llegado hasta allí por su cuenta, mínimo merecía que la gente la tratara con algo de consideración—. Theo, tengo muchas cualidades, pero ser adivina no es una de ellas, ¿sabes? Así que me gustaría que me dijeras claramente a qué te refieres. ¿Quieres decirme que pasó algo malo cuando me fui?

Eloise se le encogió el estómago al pensar en ello. Hasta ahora había hecho lo suficiente para tener noticias de su familia sin ser notada. Que ella supiera, todos estaban bien, estaba segura que su madre no pensaba dirigirle la palabra nunca más, pero seguía bien de salud. Cada vez que pensaba en ello, se lamentaba al saber que habría todo más sencillo si ella y Penelope mantuvieran contacto. Pero todavía le escocía el corazón al pensar en su antigua amiga.

—Theo, dime, ¿a qué es lo que te refieres? —volvió a preguntar, esta vez sintiéndose un poco más valiente. Apoyó las manos en la mesa, como si estuviera preparándose para una respuesta que no iba a gustarle.

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Theo sabía que debía sentirse furioso, pero se sentía sobre todo irritado. Era una sensación que Eloise le había generado desde el primer momento en que la conoció. En su momento le había ganado la intriga, el interés y emociones más agradables que no valía la pena recordar. Pero ahora quedaba la irritación del total desapego de la realidad que tenía la chica.

Por supuesto que se había escapado sin siquiera pensar en las consecuencias para otros de lo que hacía. Y ahora además actuaba como si él la estuviera molestado o tratando de tonta.

Arqueó ambas cejas, acercándose de nuevo a su escritorio.

—No creo que seas adivina, pero deberías pensar un poco más en las consecuencias de lo que haces—le señaló, dejando traslucir la irritación en su voz. —¿Creías que tu familia no iba a llamar a la policía? ¡Una señorita de sociedad desaparecida! ¿Será que no adivinas sobre quién recayeron las sospechas?

De solo pensarlo volvía a sentirse angustiado. La policía había sido muy intimidante y no era para menos: creían que había secuestrado a una señorita y la tenía escondida en algún lado.

—No lo adivinas, claro... Cómo ibas a pensar que iban a sospechar del obrero con el que se había hecho público que te habías relacionado días atrás.

Se alejó del escritorio. Ahora sí que se sentía enojado, después de empezar a hablar de lo sucedido. Entre más pensaba en ello, más claro le parecía que debía haber adivinado que se pasaría. Pero así eran las personas de la alta sociedad: no sabían pensar en las consecuencias.

Suspiró, dejando los papeles y la pluma en la mesa.

—En el fondo debería sentirme bien: estaba seguro de que no habían aguantado más y te habías escapado. Pero igual sigues sin entender las cosas—comentó.

Ahora iban a ser compañeros de trabajo. Así que, voluntariamente o no, seguiría implicado en el camino de cultivación de la mente de Eloise. Suponía que esta era una lección más para la chica. La pregunta era por qué tenía que ser a su costa.

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Mientras Eloise escuchaba a Theo hablar, empezó a temblar enseguida. No sólo se sintió muy estúpida, sino también se dio cuenta de lo ingenua que había sido durante todo este tiempo. Pero de verdad estaba convencida que su familia ya no había hecho caso a esos chismes absurdos, todo lo que lloró para convencer a su madre que no perjudicaran a Theo no iba a servir de nada si se fugaba semanas después.

Apretó los labios, mientras sentía aquel nudo en la garganta. Parpadeó varias veces, dándose cuenta de que las lágrimas empezaban a acumulársele bajo los párpados. De sólo imaginar que Theo había sido interrogado, de nuevo, por la policía, fue como recibir un baldazo de agua fría.

¿Era por eso que Theo estaba allí buscando trabajo? Eloise se sintió muy avergonzada, de verdad que no lo había pensado hasta ese momento. Lo que pasaba era que Eloise no podía permitirse pensar en él, porque le escocía el pecho. Tenerlo frente a frente, haciéndole estos reclamos, era más de lo que podía soportar.

—Lo siento, de verdad lo siento mucho. ¿Por eso no estás en Londres? ¿Por culpa mía? —Eloise se sentía tan abrumada que tuvo que tomar asiento en la silla que normalmente ocupaba Ernie todos los días. Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, en un esfuerzo por remediar el espectáculo que estaba haciendo, pero fue difícil.

En un arrebato, Eloise pensó si no sería mejor regresar a casa. Fue un delirio momentáneo, porque ya Theo estaba allí frente a ella, volver a casa no le iba a devolver su empleo estable en Londres, pensar en eso era una completa tontería.

—Después de… después de que salieron esos rumores, los desmentí ante mi familia, sé que no me crees, pero lo hice. Esos rumores eran sólo para dañarme a mí, no tenían nada que ver contigo —Eloise quiso explicarse, pero sabía que sonaba a una frase a medias a menos que le contara con detalles la traición que le había hecho Penelope—. Toma el trabajo, por favor. Prometo que no voy a dirigirte la palabra si no quieres, pero no te vayas por mi culpa de nuevo. Lo que dije es cierto, Ernie no hará preguntas, es un buen hombre.

Eloise volvió a limpiarse las lágrimas, todavía sentada detrás del escritorio. Esperaba que Theo le hiciera caso, pues no sabía cómo iba a encajar que se fuera de allí. A pesar de que era consciente que tenía toda la razón de estar enojado con ella y también de salir de allí sin mirar atrás.

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Theo se sintió muy acongojado cuando vio la manera en que las lágrimas empezaban a correr por el rostro de Eloise. Había estado enojado, pero tendría que haber medido mejor sus palabras. Eloise no dejaba de ser una señorita con poco mundo, seguro que no estaba acostumbrada a que le hablaran así, y parecía sentirse genuinamente culpable.

Lo era, pero tampoco quería verla así.

Lamentó no ser un caballero de sociedad con un pañuelo a punto en la bolsa para dárselo a una dama afectada, pero sacó el que tenía que estaba seguro de que estaba limpio, y se lo acercó.

—No vale la pena llorar por ello—le dijo, sin saber si encontaría sus palabras reconfortantes. —Ya lo que pasó, pasó. Sí, perdí mi trabajo. Por eso estoy buscando fuera de Londres. Pero si Ernie es un buen hombre que no hace preguntas, parece que lo encontré.

Le sonrió, intentando calmarla.

—No me importa quedarme aquí y ser compañeros de trabajo. Puede ser interesante.

A menos que la policía encontrara que Eloise Bridgerton y él estaban en el mismo lugar, pero, ¿por qué iría la policía a buscar a la chica desaparecida en Bath? Tenía curiosidad sobre qué haría Eloise en el periódico, sabía que no tenía experiencia laboral previa. No la imaginaba dentro de la imprenta como no fuera leyendo todo lo que publicaban.

—Eloise... Te creo. La policía me dijo que tu familia decía que habías negado tu relación conmigo. Y sé que para la alta sociedad lo que pasara conmigo era irrelevante. No sé esa lady Whistledown qué ganaba haciéndote daño conmigo. ¿Por eso fue que huíste?—preguntó.

Tenía mucha curiosidad pero no tenía derecho a preguntar tampoco.

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Eloise dejó los hipidos por un instante cuando Theo le pasó un pañuelo con torpeza, quizás esperando que eso por arte de magia conseguiría detener su llanto. No sucedió de manera tan automática, quizás no como Theo hubiera querido, pero sí que aceptó el pañuelo y se limpió como pudo las lágrimas, lo mismo que la nariz.

Se sintió un poco avergonzada, pues el pañuelo de Theo quedó hecho un desastre. La dudó por un instante antes de pasárselo, pero al final optó por extendérselo con algo de torpeza.

Se quedó un poco más tranquila cuando Theo admitió que tomaría el trabajo. Ella no dudaba que Ernie lo acogería bien, Theo era un chico muy trabajador e iba a estar encantado con su labor en la imprenta.

—Ernie te caerá bien, lo prometo. Es un poco estrafalario, pero es genuinamente una buena persona —la verdad era que Eloise no tenía quejas por la manera en que Ernie la había acogido. Incluso le había ayudado con cosas que no tenían nada que ver con lo laboral.

Quiso decirle eso también a Theo para dejarlo más tranquilo, pero él volvió a hablar sobre el tema de su huida. Eloise se humedeció los labios y se quedó pensativa, pues no estaba segura de que fuera una conversación que quisiera tener con él. Mucho menos ahora, que justo acababan de reencontrarse. Su huida tenía muchas aristas, más razones de las que jamás sería capaz de explicar a la policía.

Hablar de su huida de casa también era hablar de Penelope y la traición que había sufrido de quien era su mejor amiga, alguien a quien había querido como una hermana. No estaba lista para hablar de ello.

—Quise valerme por mí misma lejos de mi familia… —dijo, pues era una verdad a medias. Quizás su pelea con Penelope fue el desencadenante de todo, era probable que, si no hubiera descubierto el secreto de su amiga, seguiría en casa. Inconforme, pero en su casa—. La verdad es que he querido hacerles saber que estoy bien, pero conozco a mis hermanos. Anthony rebuscaría hasta las piedras si doy señales de vida y prefiero… prefiero no volver.

Eloise conocía lo bastante bien a su hermano mayor para saber que éste pondría el grito en el cielo y llegaría hasta Bath para arrastrarla de regreso a casa.

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Theo no pod[ia terminar de hacerse a la idea de cómo podía ser para alguien como Eloise, que toda la vida había sido protegida y resguardada por su familia, estar de repente por su cuenta. Era muy valiente de su parte. Tenía que reconocerlo. Inconsciente tal vez la forma en que lo había hecho... pero no cualquiera dejaba sus comodidades y privilegios para enfrentarse al mundo sola.

Asintió a todas sus palabras.

—Espero encontrar mi lugar de trabajo aquí—admitió. —La verdad es que lo necesito... y bueno, ya conozco a una de mis compañeras, debería hacerlo más fácil, ¿no crees? ¿En qué trabajas aquí, Eloise?

Era curioso que estuviera trabajando precisamente en su gremio, pero no la imaginaba trabajando en la imprenta como tal, no sabía qué tanto iban a coincidir, aunque el lugar parecía pequeño, seguro todos los trabajadores se cruzaban en el día a día.

Theo se guardó el pañuelo ahora sucio en la bolsa de atrás del pantalón, tomando nota mental de echarlo a lavar. Esperaba que el salario le diera par quedarse en una pensión donde le lavaran la ropa.

—En teoría voy a estar a prueba por un mes... Así que ya veremos si Ernie me deja quedarme.

Era bueno en su trabajo, así que no tenía razones para pensar que no sería easí. A menos que algo pasara que pusiera a su nuevo jefe en su contra. Pero Eloise no iba a hacer nada consciente para perjudicarlo después de la conversación que acababan de tener. El problema era que otras veces lo había hecho sin proponérselo ni darse cuenta.

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Eloise se sentía aliviada de que esta conversación no había terminado en una tragedia. De hecho, ahora que Theo estaba hablándole sin instintos asesinos, Eloise podía abrazar a manos llenas la sensación de regocijo de volverlo a ver. Se habían despedido a las prisas, de malas maneras y cargados de malos entendidos. Si el destino los había vuelto a unir, quizás era una señal de que podían tener una segunda oportunidad.

Porque, ella nunca se lo había dicho, pero Eloise atesoraba que se hubieran conocido.

—¿Yo? —parpadeó varias veces cuando escuchó la pregunta. Eloise le regaló una sonrisa mientras le mostraba de nuevo la pequeña oficina—. Trabajo aquí todo el tiempo, soy la asistente de Ernie. O sea que hago todo lo que él no quiere hacer para la editorial. Le corrijo la redacción de algunas cosas, le manejo la correspondencia y hago mucho papeleo administrativo. Eso sí, no me deja acercarme a la maquinaria, dice que no es espacio para una chica.

Eloise arrugó la nariz, pues recordó la primera vez que Ernie le dijo aquello. En realidad, aunque no estaba de acuerdo con esa premisa, también era cierto que la maquinaria la intimidaba. No era una experta y si tocaba algo y lo arruinaba, Ernie iba a matarla. O peor, despedirla, así que estaba contenta con que hubiera alguien como Theo que sí supiera manejar bien la imprenta. Estaba segura de que Ernie estaría encantado con él.

—No te preocupes, él amenaza a todo el mundo durante las dos primeras semanas del supuesto mes de prueba, pero si para la tercera tú mismo no has querido ahorcarlo, vas a quedarte. ¡Te lo garantizo! —exclamó con emoción—. ¿Quieres que te muestre el cuarto de la imprenta? Tengo las llaves de todo, sólo nos tomará un momento, no es tan grande.

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Ahora que Eloise había dejado de llorar y él había expresado su molestia, ya no se sentía enojado. Además, ella empezó a hablar con más tranquilidad, como si disfrutara verlo de nuevo... y no podía más que regocijarse por eso.

Eloise siempre le había parecido curiosa, tan llena de ímpetu y de ideas, pero tan ciega a muchas cosas...

Escuchó con atención sobre su trabajo como asistente y Ernie, su futuro jefe.

—Bueno, si quieres aprender a usar la máquina te puedo enseñar—ofreció. —Siempre y cuando Ernie no nos haga problemas por ello.

Theo se recordó que tenía que pensar con detenimiento y no poner en riesgo su trabajo, con lo que le había costado conseguirlo. Si su jefe prohibía algo no lo haría.

Asintió ante el ofrecimiento de ella y miró a su alrededor.

—Sí, quiero ver la imprenta, parece que será el lugar donde voy a pasar mis próximas semanas, tengo muchas ganas de conocerla.

Tal vez no iba a ser tan malo ser compañeros de trabajo. Vería a Eloise a diario y tendrían motivos para hablar, nadie podría cuestionarlo. Aunque se preguntó si Ernie sería muy protector con ella, él lo sería.

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Cuando Theo le dijo que podía enseñarle a usar la maquinaria, Eloise pensó que lo había imaginado. Le parecía una locura que Theo le dijera semejante cosa cuando hacía tan sólo unos minutos atrás todavía estaba reprochándole cosas. Se parecía más al Theo que ella recordaba, el que siempre tenía la nariz fruncida, pero estaba dispuesto a responder todas sus preguntas. Quien estaba dispuesto a ayudarla, a pesar de que Eloise no era precisamente una chica fácil de lidiar, ella misma lo reconocía.

—¿Estás hablando en serio? —le preguntó a Theo, incapaz de contener la emoción en su voz. Eloise pronunció la sonrisa y, sin hacerlo esperar, tiró del brazo de Theo para conducirlo hacia el cuarto de máquinas.

A ella no le cabía la menor duda de que Theo haría un trabajo increíble. El sonido de la llave tintineó en el corto pasillo y también rechinó la puerta cuando Eloise tuvo que poner algo de fuerza para que ésta finalmente se abriera. Había que hacerle unos ajustes al marco de la puerta, se lo había dicho a Ernie varias veces, pero ahora con Theo allí, quizás si los dos le insistían, el jefe acabaría por hacerles caso.

Eloise recordaba la imprenta en la que trabajaba Theo. Era amplia y tenía al menos tres máquinas, si no le fallaba la memoria. La imprenta de Ernie sólo tenía una maquinaria, aunque su jefe le había dicho varias veces que estaba por comprar una buena. Eloise estaba de acuerdo, pues eso sólo conseguía que el tiraje del periódico fuera menor.

—Puedes revisar lo que quieras, Ernie lleva diciendo desde que lo conozco que va a comprar una segunda imprenta, pero… —Eloise soltó una risita, alejándose por un momento de Theo, para que recorriera todo a sus anchas—. Bueno, ya lo conocerás, le gusta tener un montón de listas que quiere hacer, pero no todas se concretan siempre. ¿Qué te parece?

Eloise miró a Theo con emoción muy mal contenido. Era obvio que su promesa de enseñarle le había gustado, pero también porque, pasado el susto inicial, en realidad, sí que le daba mucho gusto verlo de nuevo.

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Theo se preguntó a sí mismo qué estaba haciendo. Pero lo sabía: le gustaba demasiado la forma en que se encendía el rostro de Eloise cuando se emocionaba con algo. No se había podido resistir antes y se temía que tampoco podría hacerlo ahora.

¿Cómo iba a ser tener a Eloise de compañera de trabajo? Más que al ser la asistente del jefe probablemente la vería todo el tiempo, le daría indicaciones y al parecer conocía al jefe mejor que nadie...

No podía evitar pensar en ello mientras examinaba la imprenta. Era vieja, pero parecía estar en perfectas condiciones. Era un modelo diferente a las que había usado antes pero estaba seguro de que no tardaría nada en encontrarle el truco.

—Supongo que tendrá una lista de pendientes para mí también—comentó. —Me gustaría hacer unas pruebas con la máquina primero, para irla conociendo. Prometo no desperdiciar tinta o papel. ¿Puedo ir haciendo eso?

No sabía si Eloise tendría otras instrucciones o si podía tomar ese tipo de decisión por su jefe, pero esperaba poder ponerse a trabajar de inmediato. Echaba de menos trabajar la prensa y la tinta para ver documentos impresos. Hacía varios años que eso era su vida.

Extrañaba también los libros, pero había tenido que dejar todo atrás al marcharse de Londres. Apenas había podido traer un par consigo.

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Eloise estaba feliz.

No creía que fuera necesario disimularlo siquiera. Le parecía hasta ridículo lo estresada que había estado minutos antes. Ahora parecía convencida de que ella y Theo iban a hacer un magnífico equipo de trabajo, y que además Ernie iba a estar encantado con su trabajo.

Sin embargo, ni con todo su optimismo hubiera esperado que Theo se mostrara emocionado a tal punto de preguntarle si podía familiarizarse con la maquinaria. Para Eloise era una maravilla, por supuesto que cuando antes estuviera cómodo con la imprenta, haría un trabajo todavía mejor. Sería beneficioso para todos, hasta ahora las ideas que tenía Ernie para hacer crecer las publicaciones no habían cuajado porque les faltaba un empleado de planta que pudiera encargarse de todo.

Eloise apenas podía creer que, si todo salía bien, esa persona fuera precisamente Theo Sharpe.

—¡Por supuesto que puedes! Es decir, en teoría sería bueno que Ernie estuviera aquí, pero él no te conoce como yo. No tengo duda alguna de que todo estará bien si haces unas pruebas, aunque… —Eloise se quedó pensativa por un momento. Luego de la emoción mal contenida, empezó a ser un poco más prudente. Eloise no estaba segura si era buena idea contarle a Ernie que ella y Theo se conocían. Ernie la había acogido como una hija, tanto él como su esposa le habían permitido vivir en un cuarto anexo a su casa, que pertenecía a un hijo suyo que había muerto hacía tiempo. Eloise creía que por eso la habían acogido tan rápido y sin hacer tantas preguntas. Molly, la esposa de Ernie, era bastante perspicaz y le bastó sólo un momento para adivinar que Eloise no era precisamente una chica acostumbrada a las carencias o la vida dura. Pero ninguno sabía específicamente que había huido de casa—. ¡Anda, puedes hacerlo! Yo sólo he visto a Ernie manipularla, pero nunca me deja acercarme. Para eso es que te necesitamos aquí.

Eloise sonreía, pero ahora no dejaba de pensar en ello. No podría negar a Theo, se sentiría miserable, pero tampoco sabía cómo manejar esa situación, así que decidió guardar silencio al respecto.

Oficinas · Mañana · Eloise

Theo la miró con suspicacia antes de ponerse a revisar los materiales y mirar con más atención la máquina. No podía saber qué era, pero le resultaba evidente que Eloise estaba pensando en algo con intensidad. Así había sido desde que la conoció. Siempre con una mente hiperactiva aunque pasara por alto las cosas más importantes.

—Puedo esperar a que esté Ernie—replicó. —No quiero meterte en problemas.

Problemas habría, no podía ignorarlo. Al aceptar quedarse allí la culpa sería solo de él cuando todo el asunto de Eloise volviera a estallarle en la cara.

La máquina era buena. Tenía un buen presentimiento sobre la calidad de trabajo que podría hacer ahí. Aunque no conocía bien la línea del informativo.

—¿Tienes algunos números publicados, para poder ver el acabado final?—preguntó mirando a su alrededor. —Me gustaría verlos.

Así además tendría mejor idea de la línea final... ningún medio sobrevivía siendo muy revolucionario o crítico en aquella sociedad... pero le gustaría saber para qué estaba trabajando.

Se preguntaba si Ernie tardaría mucho en ellegar. Quería conocerlo en persona, hasta ahora se habían tratado sobre todo por carta. Era una recomendación de un conocido de su jefe anterior... creía que ahí en Bath la reputación de Theo no lo seguiría.

También se temía que allí sería más difícil encontrar círculos intelectuales para debatir sobre derechos y futuro, Bath era un lugar que daba cobijo sobre todo a la alta sociedad.

Al menos hasta donde sabía.

OFICINAS · MAÑANA · THEO

Theo parecía completamente en su elemento.

Eloise recordaba que la primera vez que lo vio trabajar en la imprenta, cuando él estaba convencido que ella ya se había ido, se quedó fascinada al ver su expresión de completa concentración. Se preguntó qué se sentiría ahora tenerlo tan cerca y trabajando juntos todo el tiempo. Era imposible que la idea no le pareciera emocionante.

—Está bien, esperemos a Ernie. Sé que normalmente no le molestaría, pero quizás es mejor si te conoce primero antes de que piense que decidí darte permiso de usar la maquinaria —Eloise zanjó el tema con una sonrisa y se alejó por un instante, dispuesta a buscar lo que Theo le pedía.

Aunque estaba más familiarizada con la oficina de Ernie, Eloise también se acercó con cuidado hacia las estanterías donde había moldes de letras, pero en la tercera estantería estaban los números de la revista que no habían conseguido vender o los que habían dejado aparte porque tuvieron algunos errores. Eloise tomó uno de los números de la semana pasada y se acercó hacia Theo para que pudiera examinarlo con detenimiento.

Sin embargo, justo antes de extender su mano lo suficiente, Eloise pisó sin querer y avanzó hacia adelante, perdiendo el equilibrio. Antes de que pudiera darse cuenta, había chocado contra él. Eloise parpadeó varias veces, mientras sentía cómo las mejillas se le encendían de vergüenza.

—Lo… lo siento… —susurró, empujándolo despacio para alejarse. En el proceso, el periódico se cayó al piso. ¡Eloise no podía más que maldecir su suerte!

Oficinas · Mañana · Eloise

Eloise lo había tomado por sorpresa cuando perdió el equilibrio. No acabó de entender cómo lo había hecho, así que no reaccionó a tiempo para atraparla. Chocó con él, lo que ayudó a que mantuviera el equilibrio mientras él levantaba las manos para sujetarla torpemente.

Aquello tampoco sirvió de mucho dado que Eloise lo empujó levemente para que la soltara.

Theo no podía evitar pensar que no había estado preparado para encontrársela y ahora no hacía más que meter la pata.

—No te preocupes—dijo al escucharlo disculparse —¿Estás bien? ¿Te torciste el pie?.

Miró hacia sus pies, lo que era una estupidez porque con su vestido no iba a poder ver si estaba bien.

Se agachó junto a ella para recoger los periódicos del suelo. Aquello nuevamente fue una torpeza porque chocó con ella.

—Cielos. Lo siento, Eloise—se disculpó. —Creo que vine a entorpecer tu mañana.

Si hubiera sabido que Eloise estaría ahí, tal vez Theo no se habría planteado si ir siquiera a ese trabajo. Pero ahora estaban ahí, se habían encontrado e iban a ser compañeros de trabajo. Tenía que controlarse y asegurarse de no hacer esto más incómodo de lo que podría ser.

Eloise y él se habían conocido como parte de clases sociales diferentes. Pero ahora... ¿ahora eran colegas? ¿Era así?

No estaba seguro de cómo procesarlo.

OFICINAS · MAÑANA · THEO

La cercanía de Theo le provocaba un cosquilleo en el estómago. Cuando sus miradas se cruzaron, Eloise no estuvo segura de qué podría responderle. Sí le molestaba un poco el pie, pero creía que el dolor se iría en cuestión de horas. Nada que descansar no la ayudara.

Eloise negó con la cabeza mientras soltaba una risita nerviosa. ¿Cómo podía decirle a Theo que por favor se alejara? Había chocado contra él y fue una sorpresa que no acabaran los dos contra el suelo.

—Estoy bien.

Eloise se agachó casi al mismo tiempo que Theo para recoger todo cuanto se había caído, pero luego se apartó un poco para no caer en la misma torpeza. De pronto se dio cuenta de que este era un escenario hilarante pero también peligroso. Era la primera vez que sentía verdadera angustia al pensar qué pasaría si llegaba Anthony y la encontraba.

Para Theo sería terrible.

—¡No te preocupes! Mas bien perdóname, creo que esto debería enseñarme a que debo dejar a cada quien que haga el trabajo en el que son expertos —Eloise retrocedió un poco, sin perder la sonrisa—. Si quieres, te dejaré trabajar, mientras que yo arreglo el escritorio de Ernie. ¿Te parece?

Eloise no estaba segura si acaso estaba haciendo una retirada honrosa. Lo último que quería hacer era ofender a Theo.

Oficinas · Mañana · Eloise

Tal vez era buena idea separarse. Cada uno que se dedicara a su trabajo y ya. Quizá lo más listo de su parte sería quedarse ahí provisionalmente mientras buscaba otro destino con menos peligro para él. Pero en ese momento tuvo que sonreirle a Eloise nada más y asentir.

—Como quieras, no quiero atrasarte más hoy—replicó.

Sin embargo, en ese momento se escuchó la entrada de alguien al local y Theo supo que al fin había llegado Ernie.

—Eloise, ¿ya llegó Thorpe?—preguntó rápidamente. —Se me hizo más tarde de lo que creía.

Sonaba algo acongojado, pero llegó a la puerta antes de que Eloise respondiera y se acercó sonriente a saludarlo.

—¡Bienvenido! Veo que ya conociste a la joya de la oficina—dijo refiriéndose evidentemente a Eloise. —¿Estás conociendo la máquina? Si quieres te enseño todos sus secretos ahora mismo. Y después, Eloise te puede llevar a ver el segundo piso. Puedes ver la habitación que te dije, por si te sirve quedarte ahí

En efecto, aquel trabajo se suponía que tenía la opción de que se quedara ahí mismo y ahorrarse el alquiler en otro sitio. Pero ahora debería pensárselo mejor.

Sin embargo, se limitó a sonreír y asentir, dispuesto a prestar atención a su nuevo jefe.

OFICINAS · MAÑANA · THEO

Eloise había llegado más temprano de la cuenta ese día a la imprenta porque, una vez al mes, siempre era el momento de hacer inventario. Ernie se ponía especialmente serio en esos momentos, pues si el inventario se hacía mal, iba a desperdiciarse dinero. Su jefe se tomaba muy en serio lo de no pedir insumos que fueran innecesarios. A Ernie también le gustaba que Eloise fuera quien llevara la lista de inventario porque tenía una caligrafía muy prolija.

Aunque era un trabajo muy lioso y que cualquier detalle que se quedara por fuera mortificaría a Ernie, lo cierto era que a Eloise también le gustaba hacer el inventario. Llevaba en la oficina de Ernie durante casi una hora, pero la puerta estaba abierta, así que podía ver de fondo cómo Theo estaba moviéndose varias veces de un lado para otro de la imprenta. Esbozó una sonrisa, pues llevaba varios días allí y ya estaba bastante familiarizado con todo lo que pasaba en la imprenta.

—¿Cómo…? —Eloise volvió la vista hacia Ernie, pues había escuchado su voz, pero estaba tan concentrada en lo que estaba haciendo Theo en la otra habitación que no entendió su pregunta—. Perdón, ¿qué dijiste?

Ernie se la quedó mirando con una expresión indescifrable. Esperaba que no notara lo que había estado haciendo, porque entonces no sabría cómo explicarse. Hasta ahora, no le había dicho a Ernie que, en realidad, ella sí conocía a Theo de antes. Theo tampoco lo había hecho, así que en eso estaban a mano.

—Que no puedo ir a visitar a los proveedores de tinta y papel, tengo una reunión importante en la tarde. Creo que la recuerdas.

Eloise sí que lo recordaba, Ernie estaba hablando con un potencial inversionista. Eso supondría un mayor tiraje para el periódico, así que era muy importante. No podía faltar, pero tampoco podrían retrasarse porque necesitaban una nueva remesa de tinta y papel.

—Yo puedo ir con los proveedores —se ofreció Eloise, con una sonrisa, sabiendo que Ernie iba a escandalizarse. Sin embargo, éste pareció considerar su propuesta. Eloise sabía que podía hacerlo, tenía un punto a su favor. Pudo darse cuenta de que Ernie iba a ceder en el momento en que suspiró hondo.

—Está bien, pero que Theo te acompañe.

Imprenta · Mediodía · Eloise

Theo sabía que no era de buena educación espiar, pero la puerta entre la imprenta y la oficina solía estar abierta, y si la máquina no estaba funcionando en ese momento, todo se escuchaba sin esfuerzo.

Llevaba ya unos días ahí. Había logrado instalarse bastante bien en la habitación sobre la imprenta, y creía que hasta ahora Ernie estaba satisfecho con su trabajo en la imprenta. Incluso se iba acostumbrando al trato con Eloise, que cada vez le resultaba más sencillo.

Sin embargo, cuando escuchó a Ernie decir que fuera con Eloise por los suministros se sorprendió. Estuvo a punto de dejar caer las piezas de letras que estaba cambiando y miró con un poco de susto hacia la oficina, donde parecía que Eloise también se había sobresaltado.

Ernie lo llamó casi de inmediato.

—Theo, ve con Eloise. Tiene que ir a ver a unos proveedores—lo instruyó. —Ella sabe exactamente lo que necesitamos de ellos, pero va a necesitar apoyo para traer las cosas. Puedes terminar de preparar la impresión al regresar.

En el tiempo que llevaba ahí había notado que Ernie cuidaba de Eloise como si fuera una hija. Incluso parecía ser qeu vivía con él y su mujer. Entendía que no quisiera mandarla sola a algo de negocios, pero estaba seguro de que ella iba a hablar todo el rato.

—Claro—respondió mientras se quitaba el delantal. —¿Dónde vamos?

Ernie se encogió de hombros y volvió a concentrarse en los papeles que revisaba.

—Eloise sabe todo, sólo síguela—le indicó.

Claro. Eso no sería nada difícil. Miró a Eloise esperando sus indicaciones.

IMPRENTA · MEDIODÍA · THEO