Su madre había querido hacer una pequeña cena de fin de año para despedir las malas energías del año y dar la bienvenida al nuevo año con positivismo. Sunny no se sentía positiva en absoluto, pero sabiendo lo preocupada que estaba su madre por ella, fingió intentarlo. Comió aunque no tenía hambre, charló con Susan fingiendo que de verdad le interesaban algo los caballos y quemó sus malos recuerdos en la chimenea en un tonto juego que se había inventado su madre.

Pasaba la medianoche cuando llamaron a la puerta. Sunny todavía estaba frente a la chimenea, viendo arder el último papel que contenía sus malos recuerdos, la visión del nombre de Steven convirtiéndose en ceniza la tenía hipnotizada. Su madre tuvo que sacudirle ligeramente el hombro para llamar su atención.

— Pajarito, hay alguien en la puerta preguntando por ti. —su tono fue suave, cuidadoso, como lo había sido desde el día del ataque. Sunny frunció el ceño, en parte confusa de que alguien llegara a su casa preguntando por ella a esas horas, en parte cansada del trato suave de su madre. No le pasó inadvertida la mirada que lanzó a su herida en la mejilla, que la misma Sunny se negaba a disimular o tapar.— Parece nerviosa, ¿por qué no la invitas a entrar? —solo su madre se tomaría con tanta tranquilidad que una desconocida apareciese de madrugada preguntando por su hija.

— Claro. —gruñó mientras se ponía en pie y se dirigía a la entrada. Su madre había dejado la puerta abierta y en el marco de la misma estaba Tessa ataviada con un elegante vestido pero una expresión que no lo acompañaba.— ¿Tessa? —farfulló, pillada tan por sorpresa que no supo qué decir.— ¿Qué haces aquí?

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Salió de la casa de los Simmons sin una dirección fija, sin darle explicaciones a sus padres que seguramente acabarían por pedirlas. ¿Cómo decirles que hace un par de semanas le había confesado sus sentimientos a su mejor amiga y ahora esta se había prometido con alguien más sin decirle nada? Se sentía traicionada, y sobre todo, como si no tuviera un lugar seguro al cuál ir.

Sabía que si se hubiese quedado, seguramente Gideon le habría dado cobijo, la habría ayudado a salir de allí y la habría llevado a casa... Pero, pensó que tenía suficiente con lidiar con su hermano teniendo en cuenta que se veía tan verde como la corbata que solía adornar su cuello mientras estaban en el colegio.

No se dio cuenta de que atravesó la tenue barrera entre el Londres Mágico y el muggle hasta que escuchó el sonido de los vehículos a su alrededor. Se hundió un poco más dentro de su abrigo, agradeciendo haberse puesto medias gruesas debajo del vestido. Repasó el único camino que le resultaba familiar por la zona, recordaba haberlo recorrido un par de veces durante el verano para pedirle libros a la chica de Ravenclaw que intentaba introducirla a nuevos autores.

Cuando se encontró delante de su puerta no supo que hacer. Debía parecer una completa desquiciada mientras se acercaba a tocar el timbre, le explicó rápidamente a la persona que abrió que era una de las compañeras de clase de Sunny, y aunque la mujer la miró un poco raro, le pidió que esperara un momento mientras iba a buscar a su hija.

—Sunny, ¿te importa que pase?— preguntó, tragando el nudo en su garganta. No tenía idea a dónde ir, pero tampoco le apetecía estar sola, y llevaba sin ver a la chica desde antes de salir a las vacaciones... Había enviado un par de cartas, que hasta el momento estaban sin respuesta.

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Tardó unos segundos en reaccionar, demasiado asombrada por la presencia de la otra chica allí. Había ido ya un par de veces a su casa en verano para prestarle libros, no era de extrañar que conociera la dirección, pero que apareciera allí de repente…

— Oh, sí, claro, pasa, pasa. —se apartó de la puerta para dejarle paso, teniendo los brazos para que le pasase su abrigo y colgarlo en el armario de la entrada. Su madre y Susan las miraban desde la sala de estar con muy poco disimulo y demasiada curiosidad. Sunny puso los ojos en blanco e invitó a Tessa a subir.

— Vamos a mi habitación. —le susurró mientras la conducía escaleras arriba, pero a medio camino pareció recordar algo, dio media vuelta, volvió al comedor, y sirvió dos tazas de chocolate antes de volver con Tessa y, esta vez sí, meterse en su habitación.

— Toma, está caliente, te irá bien. —recomendó, tendiéndole una de las tazas de chocolate. Hacía frío, como se esperaba dada la época del año y Tessa parecía haber andado hasta su casa Dado su semblante, también parecía que había sucedido algo malo. ¿Podría haber sido algo peor que lo del callejón? Lo dudaba. Pero aun en su miseria sintió preocupación por Tessa, ella siempre parecía calmada y tranquila, pero aquella noche…

— ¿Qué ha pasado? —preguntó entonces, en parte necesitando saber, en parte temiendo saberlo.— ¿Hoy no se celebraba esa fiesta purista? ¿Ha habido…? ¿Ha habido algún ataque?

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La siguió, saludando de nuevo a la que suponía era la madre de su compañera de clase. Tessa ni siquiera pudo pasarse un momento para admirar las decoraciones navideñas, que distaban tanto de las que adornaban su propia casa. De ser otro el momento tendría inmensa curiosidad, pero en ese instante se sentía demasiado vacía como para manifestarla.

La siguió hacia su habitación, que no había cambiado demasiado desde la última vez que Tessa estuvo ahí. Los libros seguían donde siempre, y se sentó mientras esperaba que Sunny regresara. Recibió la taza con agrado, dándole un sorbo, sintiendo la calidez del chocolate llenarle el pecho por un instante.

—No ha habido ningún ataque— respondió, si cerraba los ojos todavía podía recordar el movimiento de los hechizos siendo intercambiados, y el miedo que había sentido. Los puros se estaban esforzando por ignorar aquel episodio, pasando por alto que algunos de sus hijos seguían teniendo pesadillas al respecto.

—Solo... Han anunciado los compromisos, y es tan frívolo y terrible que no he podido quedarme allí— dijo, consciente de que le debía más explicaciones y se las daría, pero primero queriendo saber qué tal se encontraba —. Te he mandado un par de cartas, pero no he sabido nada de ti... ¿Cómo te encuentras? ¿Te hicieron daño?— preguntó, sin juzgarla por no haber respondido, ella tampoco había estado teniendo buenos días.

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Las noticias eran aparentemente buenas, pero la expresión de Tessa no lo indicaba así. Sunny no pudo evitar fruncir el ceño, antes la habría presionado para que le dijera la verdad, porque sabía que allí había más escondido. Pero ahora entendía de primera mano lo que era no querer hablar de algo y necesitar tu propio espacio.

— Lo sé, lo siento, no he estado para responder, creo que hoy es el primer día que me he levantado de la cama. —respondió, no pudiendo evitar sentirse culpable. Desvió una mirada rápida hacia su escritorio, donde descansaban unas cuantas cartas de sus amigos que no había abierto todavía.— La herida ya no me duele, pero los medimagos no pudieron evitar la cicatriz. —se la tocó, notando la superficie rugosa de piel que era suya pero que todavía sentía desconocida.— Mi madre ha intentado animarme contándome no sé qué de las valquirias y sus cicatrices de batalla. Aunque era interesante, aunque no se lo he dicho porque no quiero que se le suba a la cabeza. —puso los ojos en blanco al recordar a su progenitora muy seria intentando darle una clase de historia.

— No sé si volveré a ser yo misma del todo. —se sinceró.— Pero creo que, tal vez, poco a poco, vuelva a ser más persona. Josie vino a verme hace unos días y… no sé… —se encogió de hombros.— Me hizo bien, le conté cómo me sentía de verdad sin que ella me juzgaste y, de alguna manera, creo que era lo que necesitaba. —miró fijamente a Tessa entonces, esperando que entendiera el doble sentido de sus palabras.

A veces, lo que más se necesitaba, era hablar con una amiga.

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Las palabras de Sunny despertaron en ella cierta preocupación, como si fuese tan sencillo que el dolor en su pecho pasara a segundo plano al enfocar su atención en alguien más. Siguió la dirección de la mirada de la chica y asintió, dándose cuenta de que las cartas reposaban sobre su escritorio aun cerradas. La cicatriz era evidente, pero para Tessa no cambiaba nada, agradecía que estuviera viva.

—No conozco la historia— comentó, aunque no podía negar que sonaba interesante, ¿guerreras y cicatrices? Parecía un concepto compatible —. Me alegro de que estés aquí, y que hayas podido levantarte de la cama, no... No he querido ni siquiera revisar la lista que ha salido en los periódicos. — Temía reconocer alguno de los nombres de los fallecidos, aunque ya se había enterado de algunos.

Sus palabras ardieron en su pecho mientras asentía. Tal vez debería haberse presentado por allí antes, pero tenía sus propios miedos. Sus padres intentaban fingir que todo estaba bien, que el mundo mágico se encontraba bajo control, que aquel no era más que un ataque para intentar confundir a la gente. A Tessa le parecía demasiado para querer originar una simple confusión, pero estaba cansada de discutir.

Aquel era su primer evento social desde el ataque, y todavía se sentía tensa por el resultado. Aun así, sus problemas parecían minúsculos en comparación a la muerte de algunos de sus compañeros de clase o transeúntes que estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado.

—Si necesitas hablar con alguien cuentas conmigo— agregó, solamente para que la chica lo supiera, aunque alguien más hubiera ayudado. Tessa no podía señalar un motivo específico por el cual había decidido caminar hasta allí, pero quería que supiera que ella estaba ahí si quería hablar de algo. Y aplicándose esa misma lógica decidió hablar.

—Todos los años las familias puras hacen algunas reuniones... En especial las familias más influyentes, para hacer contactos, alianzas, hacer anuncios. El baile de fin de año es uno de esos eventos, y han anunciado varios matrimonios hoy— explicó, dándole algo de contexto, sin asumir que Sunny tendría por qué saberlo —. Hoy han anunciado que la persona... De la que me enamoré, se va a casar con alguien— dijo, intentando soltarlo de golpe, como quien se arranca una tirita.

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— Pues no dejes que mi madre te escuche o te dará una clase de dos horas sobre ellas. —dejó ir entredientes ante la respuesta de Tessa, Sunny puso los ojos en blanco y negó. No obstante, el pequeño momento distendido acabó pronto y el ambiente volvió a pesar. Ella tampoco había mirado los periódicos, o tampoco lo habría hecho de poder hacerse con alguno del mundo mágico. No quería ver el nombre de Stephen ni el de sus compañeros apiñados como en una lista de la compra.

Apartó un instante la mirada de Tessa, incómoda, sintiendo que volvía a tener ganas de llorar pero luchando para controlarse. Tessa estaba preocupada por algo, podía notarlo, le sucedía algo y no haría nada echándose a llorar por sus propias culpas. Podía hacerlo más tarde, en soledad.

La dejó hablar, sacar todo lo que tuviera que sacar, con Josie había hecho con ella misma pocos días atrás. A veces, eso era todo lo que se necesitaba.

— Vaya… —pronunció a falta de saber qué otra cosa decir. Sabía de las fiestas elitistas y estúpidas de los puros, igual que sabía que nunca sería invitada a una (aunque no es que quisiera ir), pero nunca se había interesado realmente por saber lo que hacían allí. Desde luego, no esperaba algo así.— Lo siento es que es… es algo muy… —no sabía ponerle palabras o, por lo menos, palabras que no pudiesen ofender a Tessa. Al final, optó por lo que creyó más útil, deslizó la mano por sobre la cama y la colocó sobre una de las de Tessa, dándole un ligero apretón.

— Eso es una mierda. —dejó ir con una mueca.— Y, supongo, que no lo sabías de antes. —aventuró, despacio. De alguna manera presentía que la respuesta sería negativa, el shock que todavía parecía atenazar a Tessa así lo dejaba entrever. No había tenido tiempo para digerir las noticias.

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La idea de recibir una clase al respecto no le resultaba tan desagradable como cualquier otro puro se podría haber imaginado, pero dudaba que fuera el momento. No estaba en una posición en la que se sintiera cómoda prestando atención a algo diferente al ardor en su pecho, que no estaba segura si terminaba de identificar como rabia o simple tristeza.

—¿Cínico? ¿Superficial? ¿Anticuado?— preguntó, llenando el vacío de las palabras de Sunny como se le antojaba. No era su intención ser brusca, tan solo conocía los adjetivos para describir la situación y no se le ocurría uno solo que pudiera ser positivo. Aquellas ceremonias se le antojaban estúpidas desde que era una niña.

—No tenía ni idea, pero ella... Ella debería habérmelo dicho. Una carta habría bastado para no parecer una completa idiota delante de todo el mundo— dijo, notando como se le volvía a revolver el estómago como si fuera a vomitar —. Pero, ya está decidido, y sé que bajo ningún concepto y en ningún universo va a ser capaz de contradecir los deseos de su padre.— Y el resentimiento en su voz era tan evidente que debería incluso avergonzarse, pero no iba a hacerlo... No delante de Sunny.

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No se sorprendió al descubrir que la persona de la que hablaba Tessa era una “ella”, a fin de cuentas la habían criado para que esas cuestiones del género no le importasen. No obstante sabía que, como pasaba en el propio mundo muggle, había muchas personas en el mágico que no aceptarían esa clase de cosas y, por supuesto, las familias puristas tenían todas las papeletas.

— Vaya… —susurró tras escucharla contar toda su historia. Lo cierto era que no sabía qué decirle exactamente, nunca había pasado por algó así ni remotamente parecido. Pero sabía que debía estar dolida, solo bastaba con mirarla.— Lo siento. El amor es una auténtica mierda. —de todos modos, tampoco podía comprender cómo alguien era capaz de dejar a la dulce Tessa.

— Me gustaría poder decirte algo para animarte pero sé bien que el dolor no desaparece por arte de magia. —ojalá fuera así de sencillo, pensó, así podría hacer algo con su propio dolor. Le dijo, por contra, lo que ella había necesitado, lo que Josie le había dado.— Pero estoy aquí, si quieres llorar, maldecir, poner verde a esa chica, intentar olvidarlo todo por un rato, lo que quieras, no vas a estar sola.

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—No es como en los libros— dijo, intentando forzar una sonrisa. Tessa había leído de todo, aunque no recordaba que Sunny le hubiera prestado ningún libro excesivamente romántico. De alguna manera era mejor así, en ese instante prefería no tener nada que ver con el amor en absoluto.

Sonrió en dirección a la chica, asintiendo con la cabeza. Agradecía que estuviera para ella, de alguna manera su mente había buscado un refugio rápido y Sunny se lo ofreció sin quejarse. Era lo que Tessa necesitaba, aunque en ese instante ya no le apetecía despotricar.

—¿Te parece bien que hagamos algo diferente? No sé, jugar a uno de esos... Videojuegos, no sé si te gustan— dijo, porque había escuchado hablar de ellos a través de Bash —. Creo que nos vendría bien a las dos— agregó, porque su análisis respecto al dolor resultaba bastante específico, y aunque Tessa no profundizaría en los detalles si Sunny no deseaba hablar de ellos, no estaba de más ofrecerle también una mano.

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Le dirigió una sonrisa o, por lo menos, el intento de una sonrisa y asintió ante su petición. Se puso en pie y se acercó a su escritorio, donde su portátil descansaba. Gracias a Hogwarts el aparato tenía muy poco uso, de hecho solo lo utilizaba para jugar o ver alguna cosa en Netflix cuando estaba de vacaciones y aquel sería un momento perfecto para darle algo más de uso.

— ¿Has oído hablar del LoL? —preguntó mientras encendía el portátil, aunque estaba bastante segura de que la respuesta sería negativa.— Es… —rumió un momento, mientras el ordenador acababa de encenderse e iba abriendo el juego.— Como una arena de batalla, creo que te gustará, a mí siempre me ayuda a liberar algo de tensión, aunque sea virtualmente eso de zurrarle a alguien es liberador. —bromeó y, después, procedió a explicarle lo básico para que supiera cómo guiarse.

— Juega unas pocas partidas contra la máquina y si te dominas lo suficiente podemos intentar jugar juntas. —tendría que usar el ordenador de su madre, pero estaba segura de que no le importaría, estaba haciendo algo más aparte de quedarse tirada en la cama, seguro que se alegraría.

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Tessa negó con la cabeza según Sunny preguntó, porque nunca había escuchado de ese juego. Algo en el fondo de su cabeza le sonaba, pero no terminaba de reconocerlo del todo. Su experiencia con los juegos muggles era nula, así que cuando la chica se lo describió, decidió que era una buena idea liberar tensiones a través de un juego.

—Vale...— dijo, mientras abría la cuenta de la chica y entraba en una partida contra bots. Se revisó las habilidades de los campeones un poco por encima, pidiendo explicación acerca de las posiciones y el mapa. La verdad era que resultaba gracioso presionar botones y que las animaciones hicieran cosas en la pantalla, casi parecía un retrato mágico.

—Me da pena que este tipo de cosas no existan en Hogwarts— comentó, mientras clicaba furiosa el ratón de Sunny para ver si de esa manera su personaje avanzaba más rápido. Se dio cuenta rápidamente de que no, pero en cuestión de unos minutos, estaba más concentrada en aprender cómo matar a los pequeños minions que las golpeaban... No existían compromisos, desamores o magia.

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