No entendía que era lo que estaba pasando, porque Alistair de repente pasaba de su cara cada vez que la veía y, también, ignoraba las lechuzas que le había mandado. No sabía si había hecho algo mal, entendía que quizás apenas volvieron al curso luego de lo sucedido con su padre las cosas simplemente no habían estado tan bien como siempre, había estado quizás un poco más triste y apagada que de costumbre, pero no podía contarle lo que había pasado. Contarle implicaría poder poner en peligro a Gideon, también a Mark y sus hermanos estaban por, sobre todo, pero no había pensado que el chico se alejaría repentinamente por eso.

Estaba sentada en los jardines, con el ceño fruncido mientras con un palito jugueteaba en el suelo, porque le había enviado una lechuza al Gryffindor para que fuera a su encuentro en aquel lugar y en ese horario, pero no había aparecido, la había dejado plantada una vez más. Quizás simplemente se había aburrido de ella y debería dejar de pensar en él, pero no podía evitarlo, lo quería y se le complicaba estar alejada cuando hacía pocos días todo había estado bien entre los dos… ¡Si hasta se habían besado! Simplemente no comprendía que paso.

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Joe tendría que haberse que preocupado un poco más porque hubiese una alumna desaparecida. Antes o después llegarían a tocar su puerta porque seguro que alguien los había visto juntos y bueno, tampoco es que tuviese mucha información. Había sacado tajada y repetido, ahora tenía sus ojos puestos en otros horizontes. Entre la chica bonita de Ravenclaw y Anthony parecía estar sirviéndose.

Pero nunca era suficiente.

Ese era el tema con Joe, que tenía un problema grave y creía estar en control siempre. Por eso cuando vio a otra de sus jugadas a futuro con cara larga no se pudo resistir. Estaba ahí, gritando que se acercara a consolarla una vez más. ¿Cómo no iba a hacerlo? Tenía que sonreír y ser un caballero que llegase al rescata.

Así que bajó, hasta estar casi a su altura y tomarse el lujo de sentarse directamente a su lado.

— Pareces cabizbaja, ¿ha ocurrido algo? — Preguntó, acariciando con suavidad el costado de su brazo.

Era un gesto delicado, uno que intentaba mostrarse como esa persona agradable que había sido la primera vez que se vieron. Comprensible, como un hermano mayor que estaba en la misma casa, pero que buscaba un enfoque diferente. Tendría que ir paso a paso, pero por el momento aferrarse a ese primer contacto.

— Sabes que puedes contarme lo que quieras, ¿verdad? — Indicó, nuevamente haciendo alusiones a lo bueno que era escuchando. Los hombres se esforzaban demasiado, tener a una mujer en la palma de la mano era muy sencillo si uno sabía como hacerlo.

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