Tras un intercambio de gritos dramáticos, finalmente los medimagos le informaron que la trasladarían hacia San Mungo. Sin embargo, tuvo que esperar otro par de horas hasta que el padre de Erica la autorizó a pasar como visitante.

Se tardaron un par de días en dejarla marchar, lo que decía suficiente de sus heridas teniendo en cuenta que casi todo podían curarlo con magia. Se encargó de ayudar por la casa de Erica todo lo que pudo, despejando su habitación para que estuviera tan cómoda como fuera posible cuando la trasladaran allí.

Tenían que agradecer a la magia, porque de no ser por esta seguramente la situación había sido mucho peor. Agradecer a la magia no se le daba muy bien a la rubia.

—¿Segura que no necesitas nada?— preguntó, dejando a un lado la bandeja de la comida que les habían traído a la habitación de la chica. En ese momento sonó la puerta, pero Marianne escuchó pasos que se movían para abrir así que no se movió.

24.12.19 + Casa de Erica

El padre de Erica había prometido avisarle cuando Erica volviera a casa del hospital y Lin había vivido los últimos días prácticamente pegada al teléfono esperando por una llamada. Cuando por fin llegó la susodicha llamada, prácticamente salió a la carrera directa hacia la casa de Erica.

Picó al timbre y esperó lo que le pareció una eternidad, aunque no debieron ser más de unos segundos, a que la puerta se abriera. El señor White la recibió con una sonrisa suave y la dejó pasar. Sabía, por lo que le habían contado, que había pasado mucho tiempo en casa de Erica, pero incapaz de recordar todo se sentía como la primera vez. El hombre pareció notar su vacilación, pues le indicó dónde estaba la habitación de Erica, invitándole a subir.

Lin encontró la puerta de la habitación entreabierta, pero aun así picó esperando a que le concedieran paso.

— Soy Lin. —anunció.— Tu padre me ha llamado para avisarme de que estabas en casa y he venido a verte. Espero que no te moleste. —tarde pensó en que tal vez Erica no quisiera visitas inoportunas. Pero ya estaba allí…
 

24.12.19 + CASA DE ERICA

Lo ocurrido en el callejón todavía se veía como un borrón en su cabeza, sentía su cabeza dando vueltas de manera bastante bruta y no sabía que de todo había sido real. Estaba casi convencida de que uno de esos encapuchados había apuntado directamente hacia ella, podría estar muerta si hubiese querido, pero pareció ser más una advertencia que una realidad o simplemente podía ser su cabeza que no sabía como darle forma a todo lo que estaba ocurriendo.

Tener que estar dos días guardando reposo ya era suficientemente malo, pero a pesar de ello se dejó tratar. Agradeciendo que Marianne hubiese movido tierra y cielo para quedarse sentada a su lado aquellos días tan difíciles. No quería mencionarle que tenía la idea de que Nick la había tenido en brazos, porque ella misma estaba dudando si era una fantasía de su cabeza y ya se veía suficientemente enfada con todo. Agradeció volver a casa y sobre todo que hubiese regalos y cartas esperando por ella, no sabía quien había dado el chivatazo que volvía a casa, pero agradeció los pequeños gestos de algunos de sus amigos.

—Me encuentro bien, no necesitas tratarme como a una muñeca Mary — habló, intentando mostrar una buena cara porque todo lo sucedido en el callejón todavía latía en su cabeza. Sabía que había cosas que no le habían dicho y que enterarse de la muerte de algunos compañeros sería duro — Gracias por estar conmigo — dijo, abrazando uno de los peluches que le habían mandado.

Cuando la puerta se abrió para dejar entrar a Lin los ojos de Erica brillaron suavemente.

— ¡Lin! — Hizo un gesto para que ella se acercará hasta donde estaban y darle un abrazo — ¿Estás bien? — Puede que fuese un poco sobre protectora, pero cuando se trataba de Lin y lo que ella había pasado no serlo sería ser mala amiga.

24.12.19 + Casa de Erica

—De acuerdo— respondió, aunque estaba claro que no se encontraba muy feliz de no poder hacer nada para ayudarla. La situación le producía mucha frustración, y quizá por eso estaba dejando de lado casi todo para asegurarse de que Erica tenía todo lo que necesitaba al alcance de su mano. Se sentía bastante culpable por no haber podido ayudarla cuando tuvo la oportunidad, y lo peor era que todavía tenía cosas que contarle que no sabía cómo decir en ese momento.

Escuchó la puerta y se giró, como una especie de animal encerrado, hasta que escuchó la voz de Lin del otro lado. Erica la dejó pasar y Marianne se hizo a un lado para que pudiera abrazarla, sonriendo suavemente.

—Hola— saludó, con un gesto de la mano, agradeciendo la compañía y esperando a que la Hufflepuff respondiera a la pregunta de Erica: ¿había salido bien parada de la situación?

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Sintió un alivio inmenso al ver a Erica sonreír y, también un poco por ser aceptada. Se acercó a paso rápido hasta la cama donde descansaba su amiga para darle el necesitado abrazo.

— Hola, me alegro de verte bien también. —saludó también a Marianne ya mucho más tranquila. Si Marianne estaba con Erica, estaba más que en buenas manos, Lin había visto de primera mano lo sobreprotectora que era con Erica.

— Oh, no te preocupes por mí, no recibí ni un rasguño. Un compañero estuvo conmigo todo el rato y me protegió, tengo que agradecerle cuando volvamos a clases. —había pensado en enviarle una carta, pero no tenía ni idea de dónde vivía. Tal vez debería preguntárselo a las chicas, quizás ellas lo conocieran más.— Esa pregunta debería hacerla yo, ¿seguro que estás mejor? Tu padre me ha dicho que ya te han dado de alta y que no hay peligro pero… —desvió la mirada hacia Marianne, no muy segura de que Erica fuera a decirle toda la verdad. La rubia era muy capaz de fingirse mejor de lo que realmente estaba para no preocuparla.

¡Era demasiado buena!

 

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Erica mostró una sonrisa en dirección de Marianne, agradecía la preocupación que estaba demostrando por ella, sobre todo porque la había escuchado gritar en el hospital como si fuese la dueña del lugar. Puede que hubiese molestado a otros pacientes, pero no podía decir que no se sintiese querida.

La respuesta de Lin hizo que fijase sus ojos en ella, ladeando la cabeza en busca de una cara que hubiese podido estar a su lado. No sabía quien era, pero estaba claro que pretendía agradecérselo de igual forma.

— Me alegro de que alguien te cuidase, quien sabe igual has conocido a tu amor sin darte cuenta — bromeó, intentando restarle un poco de tensión al asunto. Aquellos encuentros eran más bien de libro y nada de lo que sucedió en el callejón podía ser agradable, pero Erica no quería concentrarse en los ataques que había recibido.

Levantó las manos, en ese gesto que indicaba que no hacía falta que se preocupara tanto. No podía evitar tener un ojo puesto en Lin, no después del accidente que ella había sufrido anteriormente.

— Estoy bien, lo bueno de la magia es que heridas que tardarían más en curar desaparecen rápido, les preocupaba que pudiese tener algún tipo de contusión, pero estoy bien — aseguró, mostrando una sonrisa tranquila —. Además, mi padre ha dejado que coja cita con el psicólogo de la familia, así que he podido hablar un poco de como me ha afectado mentalmente — esa parte que los magos nunca tenían en cuenta, Erica sabía que tenía suerte de vivir con dos personas que representaban lo mejor de ambos mundos.

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Sentía que podía respirar al darse cuenta de que no era la única que ardía de preocupación por la Gryffindor. Había salido peor parada que la mayoría de personas de su grupo, y aunque los periódicos empezaban a reportar algunas bajas, Marianne aun no había caído en cuenta de ningún nombre en particular que le sonara. La rabia que sentiría entonces sería diferente.

—Sería una historia de libro— dijo, aceptando esa pequeña luz que Erica intentaba hacer brillar en una situación que, de por sí, era complicada. Solo ella sabría encontrar algo positivo, por más que fuera una especie de fantasía. Ninguna de las tres se imaginaba la realidad detrás de su afirmación.

Asintió como si quisiera reafirmar las palabras de Erica. Sus padres estaban preocupados por ella, y a pesar de todo no habían dejado de ser amables con Marianne incluso aunque la situación no fuera fácil para ellos. La rubia intentaba ayudar en todo lo que podía, tanto a Erica como en la casa, pero no la habían dejado hacer mucho.

—Ojalá lo tuvieran en cuenta para todos los demás alumnos en Hogwarts, a todos nos vendría bien hablar con alguien al respecto, pero explicar lo que ocurrió es... Complicado si la gente no tiene conocimientos sobre el mundo mágico.— Un accidente en el mundo muggle tan desmedido habría sido noticia en todas partes, pero los magos se ocultaban bastante bien.

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Asintió ante las palabras de las chicas, ella también había tenido que hablar con un psicólogo en su momento tras el accidente. La había ayudado a gestionar mejor las cosas y, sobre todo, el shock al despertarse de repente con la vida borrada. Había sido difícil intentar explicarle por qué no podría seguir con sus sesiones, ni siquiera de forma telefónica, una vez volviese al colegio.

— Yo misma tengo conocimiento mágico y tampoco acabo de entender lo que pasó. —farfulló. Su cuerpo se agitó con un escalofrío al recordar a los enmascarados.— No puedo entender por qué alguien querría hacer algo así. —torció el gesto a la par que chasqueaba la lengua. No quería hablar de eso, no en aquel momento, quería estar alegre y que Erica lo estuviera también.

— Te he traído un regalo. —dijo de pronto, cambiando de tema. Se metió la mano en el bolsillo del abrigo que todavía no se había quitado y sacó un pequeño rectángulo envuelto con papel de regalo que le tendió a Erica.— Ya sabes que no recuerdo bien todo lo que te gustaba, pero pregunté en la tienda y me dijeron que era bastante popular. Tal vez puedas jugar a ello para distraerte mientras todavía tienes que guardar cama. —como no tenía ni idea se había dejado guiar totalmente por el dependiente, fue el dependiente más que ella quien escogió el juego de cartas. Lin simplemente había podido juzgar que los dibujos eran bonitos, pero como a Erica le gustaban los juegos de mesa tal vez aquel podría gustarle.

 

24.12.19 + CASA DE ERICA

Marianne tenía razón, al final no había mucha gente que se especializase en aquellos temas en el mundo mágico. Los magos parecían reacios a creer que los problemas mentales pudiesen ser un inconveniente a tratar. Era mejor tildarlos de personas problemáticas o fingir que no existían en las familias para hacer como si no pasase nada. Un comportamiento terrible en el que no veía ningún sentido, pero las familias puras tampoco pretendían cambiar su funcionamiento.

— Soy afortunada, es un amigo de mi padre que también está casado con un mago — comentó, poniendo otro grano en la normalidad que no se tenía en el mundo mágico. Mucho hablaban de ser superiores, pero lo cierto era que no dejaban de ser una sociedad arraigada en unas costumbres demasiado arcaicas.

Abrió el papel de regalo cuando Lin le tendió el regalo, observando el dibujo que la pequeña caja presentaba y sonriendo en su dirección. Lo llevo hacia su pecho para abrazarlo como si fuese el mayor tesoro que le habían dado jamás.

— Muchas gracias — la ilusión en su voz era palpable y se movió sin dudarlo para poder darle un abrazo. No se encontraba super bien, pero al menos si podía hacer ciertos movimientos —. De verdad que no te tenías que haber molestado — pero no iba a negar que le había hecho mogollón de ilusión. Abrió el paquetito para poder coger las instrucciones y darles una primera lectura rápida —. ¿Os apetece probarlo?

24.12.19 + Casa de Erica

—Tal vez deberíamos preguntarnos también por qué nadie está hablando de esto, ¿cómo es posible que no hayan encontrado todavía a los que ocasionaron este desastre?— preguntó, porque se cuestionaba lo mismo que Lin, ¿cómo había gente allí fuera capaz de hacer algo semejante? Marianne ni siquiera había tenido demasiado miedo, la adrenalina se hizo con cada parte de su cuerpo hasta que eventualmente se desmayó del cansancio después de gritarle a un montón de medimagos para que la dejaran ver a su mejor amiga. Los padres de la rubia habían abogado por ella después de un rato, según le contaron cuando despertó.

—Tienes suerte... Tal vez a algunos les vendría bien tener su contacto— comentó al escuchar a Erica, aunque ella misma no se imaginaba, ni tenía los recursos para permitirse pagarle a un psicólogo... Ya lidiaba ella con su mierda de la mejor manera que podía con las herramientas que tenía. Usualmente las herramientas eran un poco agresivas.

Se quedó al margen durante unos minutos mientras Erica abría su regalo, jugando con sus dedos sobre su regazo. Los regalos nunca se le habían dado demasiado bien, pero no le disgustaba que Lin hubiera pensado en algún método para entretenerla mientras tenía que guardar reposo.

—Podemos probarlo, si— afirmó, acomodándose un poco más cerca para ver lo que había traído —. ¿Qué es? — preguntó, después de que la rubia terminara de leer para que pudiera guiarlas.

24.12.19 + Casa de Erica

Agradeció el abrazo de Erica correspondiendo al mismo con cariño. Había momentos, como aquel, que sentía tan conocidos que dolía no poder recordarlos. Sin embargo, se centró en lo que los médicos solían decirle, no centrarse en lo malo, si no mirar lo positivo. La ayudó a volver a acomodarse en la cama, para después sentarse a su lado en el colchón.

— Claro, si a Marianne también le apetece. —no pretendía, ni mucho menos, dejar a Marianne fuera.— Pero, al conmigo, tendrás que ser paciente. El dependiente intentó explicarme un poco de qué iba el juego en la tienda, pero no me enteré de nada.

Esperó a que Erica leyera las instrucciones y, está vez sí, procuro prestar bien atención para poder jugar en condiciones. Un momento de esparcimiento probablemente les iría bien a las tres. Habían vivido mucho ya en sus cortas vidas, pero no dejaban de ser adolescentes y momentos como aquel cuya mayor preocupación no sería otra que si cambiar una carta o no por otra eran necesarios.

 

24.12.19 + CASA DE ERICA