Estados Unidos, 2030

Estados Unidos mágico es muy distinto en cuanto a leyes a diferencia de Inglaterra. Muchas veces tienen conflictos,  pero como en todas partes hay muchas familias que consideran y toman mucho más en cuenta la superioridad de la magia y todos están de acuerdo que el estatus del secreto se debe mantener incluso en estos años.

Solo que nuestra se basa principalmente del deporte mágico más popular del mundo mágico: El quidditch.

En medio de todo esto se encuentra dos brujos mestizos que pertenecen ambos a este tipo de familias que su vida gira en torno al deporte por lo cual son reconocidos como tal, se trata de Laila y Stephen. Por esto, se han visto obligados a convivir pero la realidad es que desde muy pequeños que se detestan y no toleran porque son el cara y sello de una moneda, completamente distintos: Laila es toda una chiquilla distinguida y dulce mientras que Stephen un canalla que solo quiere disfrutar de la vida.

Han pasado los años y todo sigue igual, Steph optó ser jugador de quidditch y recién comienza su fama, por el contrario, Laila siguiendo los planes de su  madre se fue como sanadora para ver a los jugadores heridos. Y es como lentamente todo empieza a cambiar entre ellos desde el momento que empiezan a aceptar sus diferencias.

El rubio estaba desesperado. Porque ahí estaba con Laila pero ella no podía reaccionar aún, la verdad es que se sentía como su escudo porque no quería que quedara más dañada de lo que ya estaba, pero era extremadamente difícil y los hechizos que iban y venían, llegaban tanto a ella como su persona, pero claro, el contaba con ventaja porque podía usar su varita. — Laila, por favor, reacciona. Tú eres fuerte.— Verla cubierta de sangre era mucho peor, lo único que deseaba era sacarla de ahí porque no era justo, ya había estado accidentada y ahora ocurría lo mismo, y él aunque trataba con todas sus fuerzas no podía hacer mucho.

— Esto depende de ti y eres muy capaz. Piensa en algo hermoso, lo más esperanzador que tengas,  eres la única responsable de tu propia mente. — Que hubiera gritado al menos le dio esperanza, el chico siguió protegiendo esa área para que no llegaran más hechizos donde estaban, la mujer maldita se dio cuenta y lanzó un ataque contra ellos el cual no supo como pero pudo evitar, más que el dolor en sí, porque había salido rápido del encantamiento lo que pasaba con Stephen es que estaba muy cansado y preocupado, se sentía frustrado.

Los aurores no dejaron que los siguieran atacando y otras personas también se habían unido, en el haber estado solo, se hubiera unido a ellos pero era imposible que dejara a su chica así.

De pronto, como si fuera obra de magia y quizás también porque la mujer tomó desventaja, vio que Laila pudo reaccionar al fin. — ¡Amor! — La abrazó fuerte pero no hizo más presión porque estaba adolorida, lo que si hizo más fue tomarle la mano.

— Cariño, tenemos que salir de aquí no sacamos nada con quedarnos. — Vio que la gente que estaba reaccionando estaba haciendo lo mismo por lo que tendrían que esperar un poco porque la histeria iba a estar. — Tengamos cuidado, te protegeré con todo. — Ni siquiera sabía donde sacaba fuerzas, pero terminó por tomarla en brazos. Veía a su chica realmente mal, así que ahora lo principal era sacarla de ahí. — Estarás bien, estarás bien. — Señalaba mientras corría como podía.

La situación se estaba calmando pero seguía siendo igual de desesperante. No había señales de personas que habían fallecido, solo que sí habían muchos heridos.

Odiaba sentirme así, tan impotente. Peor aún, saber que pude haber herido alguien me mortifica en gran cantidad. Sin embargo, nada de lo que había pasado estaba bajo mi control. Estos malditos se aprovechaban del control que lograron obtener sobre nosotros para hacer que nos fuéramos los unos contra otro. Eso era de caer muy bajo.

Me encontraba herida, adolorida y frustrada. También preocupada por lo que estaba ocurriendo, pero sobre todo por Stephen, que podría ver que era capaz de seguir metiéndose de por medio cada vez que alguien intentara hacerme daño. Pues aunque era un acto hermoso, que cada vez me confirmaba más y más que era él a quien quería. Que era el indicado, que siempre lo fue… pero no quería que cambien terminara herido por mi causa.

Luego de luchar con todas mis fuerzas por intentar de recuperar mi fuerza de voluntad, al parecer había logrado salir de aquel hechizo. El escuchar la voz de Stephen me había ayudado a volver en mí. En especial cuando recordaba todos esos momentos bonitos que tuvimos juntos, y también al recordar a mi familia. Eran las cosas buenas las que te ayudan a salir de las malas, como todo en la vida.

— Steph… — murmure cuando al fin pude hablar, sentir su contacto, su calor en ese abrazo hacía que me sintiera segura. Que ya nada más me haría daño. A pesar del dolor por las lastimaduras podía moverme, así que rodeé su cuerpo con mis brazos y recosté mi cabeza en su hombro. — Tienes razón… ¿Pero tú estás bien? — pregunté alzando mi mirada hacia sus ojos claros. Solo que antes de que pudiera decir más ya el chico me cargaba en brazos.  Se podía notar en mis ojos lo cristalizados que estaban. — Yo hubiera querido también protegerte… pero no pude evitarlo. — murmure frustrada mientras salíamos de allí. Ni siquiera quería ver como habían quedado las cosas a mi alrededor. Era muy frustrante, se podía sentir muy impotente.

No tenía muchas fuerzas, había perdido bastante sangre. Por lo que luchaba para mantenerme lucida mientras Stephen corría para sacarnos de allí. Solo me tranquilizaba el sentirlo cerca. Podía ser valiente, voluntariosa, pero este tipo de eventos no dejaban de causar temor. Cuando al fin nos detuvimos tome su rostro en mis manos. — No sabes lo afortunada que me siento de tenerte. — murmure dejando un pequeño beso en sus labios, poco me importaba ya la prensa o los que estaban al rededor. — Cariño... A válido toda la pena, esperar lo que sea para que estemos juntos. — Añadí, lo tenía muy claro y ya no lo pensaba dejar ir.

Ahora lo único que importaba era sacar a Laila de ahí. Se sentía completo pero tenía unas heridas debido a la explosión y aquellos hechizos que llegaron para proteger a su chica, solo que eso no importaba lo que más le preocupaba era ella misma, así que antes de responder a su pregunta ya la había tomado en brazos — También estoy adolorido — dijo como pudo mientras la cargaba —. Pero no importa como estoy, ahora lo que más me preocupa eres tú — Dictó mientras buscaba espacios para correr y así llegar pronto a la salida.  A la malvada que amaba el caos ya entre aurores y la misma gente que también comenzó actuar ya la estaban deteniendo, solo que para ellos lo mejor era salir.

— Ganas tengo que lanzarle una maldición por lo que hizo — exclamó con cierta repugnancia y la miraba tan solo por un segundo mientras gritaba y reía como loca, era una psicópata —. No te sientas mal, nadie pudo hacer nada para evitarlo, nos tomó a todos muy desprevenidos — Señaló porque no permitiría que le dijera aquello y lo menos que tenía que hacer era culparse lo único que le importaba es que estuviera bien porque sabía bien que con esas heridas iba a tener que pasar al menos una noche en el hospital.

Sonrió ante el contacto del beso que no pudo corresponder como era debido por el apuro y le sonrió. Habían llegado a la salida ahí ya todo el gentío se estaba dispersando así que pudieron detenerse para descansar solo un momento. Fue cuando le dio otro beso y comenzó a revisarla, todo su disfraz estaba estropeado y sabía que el suyo iba a estar en las mismas. — No te imaginas cuanto me alegra que estés bien — acarició su cabello dejando que los sanadores que llegaban a buscar a heridos se acercaban a ellos.

— Yo no estoy tan herido como mi novia — se le escapó sin darse cuenta  —. Si están muy colapsados puedo llevarla — El sanador que se había acercado negó y comenzó a revisar a Laila allí mismo reconociendo a su colega. — Muchos ataques seguidos lamento que te hubiera pasado esto por segunda vez, vamos. — Sin más la comenzó a preparar y desaparecieron todos hasta llegar al hospital que tal como se esperaba estaba colapsada. Stephen se mantenía todo el tiempo al lado de Laila esperando que la atendieran al menos contaba con una camilla en la sala de urgencias.

— Ya te sentirás mejor, lo prometo. Me quedaré contigo...— Prometió mientras acariciaba con delicadeza su mano.

Sentía una completa debilidad en el cuerpo. Más que por las heridas era por la mucha sangre que había estado perdiendo. Quería salir de allí, alejarme de esta pesadilla. Si de consuelo me servía, al menos estaba con Stephen. Podía sentirlo a mi lado, sentir esa seguridad de que estaba bien y que podríamos salir de allí juntos. — Igual te necesito que estés bien. — murmure mientras hundía mi rostro en su hombro, buscando esa sensación de protección que solo con él podía sentir.

— Lo intento, pero da mucho coraje. Son unos cobardes. — continuaba diciendo, era frustrante en la forma que se dieron las cosas. Mucho peor que la vez que atacaron en el hospital, al menos en cuanto a método de ataque se refería. Aquello había sido un acto vil y despiadado, un acto de ratas. — Tienes razón, solo es difícil asimilarlo.  — Añadí.

El primer beso había sido pequeño y rápido por el apuro. Pero no importaba igual, era revitalizante. Sin embargo, ese segundo lo fue todo. — Es que con que solo estés aquí conmigo ya me siento mejor. — lo decía con toda sinceridad. Aunque siendo sinceros si necesitaba que me revisaran. Tampoco iba a tapar el sol con un dedo. Por supuesto que necesitaba atención. Más al menos ya estaba a salvo, ya no tendría más heridas de las que tenía.

Sentí una emoción recorrer mi cuerpo y sobre todo mi pecho al escuchar sus palabras. Ni siquiera lo había pensado, solo le había salido de lo más profundo. ¡Novia… me llamo su novia! Si por algún motivo aún hubiera quedado alguna duda de mi decisión sobre estar con Stephen, terminaba por desaparecer. El asunto es que de todos modos ya desde un tiempo que no tenía esa duda. Por algo esperaba pacientemente por él.

— Gracias, la verdad aún sigo sorprendida de tener que estar en vuelta en algo así nuevamente. — comentaba al sanador, quien sabía bien que había sido de quienes habían estado en el hospital cuando hubo el anterior ataque.

El sanador me reviso antes de partir al hospital, mientras que Steph seguía ahí firme al lado mío mientras ahora esperábamos. Lo miré por un momento y una sonrisa algo cansada apareció en mi rostro. — Gracias por seguir aquí. — le decía mientras mantenía mi mano sujeta a la suya, acariciándola.

— ¿Lo decías en serio? — pregunté en un tono curioso. — ¿Lo decías en serio cuando te referías a mí como tu novia? — pregunte viéndole a los ojos para luego recostar mi cabeza sobre su hombro.

Ya todo había pasado y ahora estaban en paz en el hospital. Lo único que debían hacer era que Laila se sanara lo más rápido posible porque estaba perdiendo mucha sangre pues sus heridas eran mucho más graves que las de él que con tan solo una hora de revisión y procedimientos estaría perfecto pero suponía que su chica iba a tener que pasar unos días ahí de nuevo. Lamentaba de verdad que no pudo protegerla como hubiese querido pero ciertamente la situación fue demasiado caótica al perder el movimiento sin poder hacer nada, no había muertos sin embargo al hospital del MACUSA llegaban a cada rato heridos de gravedad.

A Stephen lo único que le importaba en ese instante era estar al lado de su chica ya que no quería volver a separarse de ella nunca más además que se sentía como su apoyo, mientras estuviera ahí en la camilla pues le habían dado los sedantes se quedaría hasta que se quedará completamente dormida.

Sabía que los padres de Laila llegarían muy pronto así que igual les daría la oportunidad para estar con ella, no obstante, la chica a pesar de estar lastimada y adolorida igual estaba consciente de lo que había dicho al momento de escapar. — Pues claro que siento que somos novios, Laila. Con todo lo que hemos pasado por supuesto que no imagino una vida sin ti, aunque… no es el momento ¿cierto? La petición tiene que ser más romántica y como se debe. — decía mientras acariciaba con suavidad sus manos y le sonreía, porque con aquella frase estaba dejando claro que eran novios aunque se necesitaba una petición más formal así que ella al despertar podía llamarlo mi novio o cariño, amor… lo que fuera.

— Ya escuchó a tu madre así que te quedarás con ellos y bueno, cuando despiertes estaré aquí ¿de acuerdo? Te amo. — Se inclinó para depositar un suave beso en sus labios y acarició su nariz con la suya al momento de ver que se podía recuperar. Era una sobreviviente y eso la hacía fuerte así que siempre podía estar seguro, de igual forma jamás dejaría de protegerla tal como lo había hecho en el evento.

Los padres de Laila llegaron y se fueron directo hacia a ella, solo se quedo un momento prometiendo que les contaría todo cuando la chica comenzará el procedimiento médico mágico.

Y tal como prometió aunque fue una noche larga, Stephen se encontraba ahí cuando la morena despertó. La veía mejor así que solo se limitó a sonreír cuando estuvo recuperado.

Fin del capitulo 6

Aún recuerdo la noche del incidente. Había todo comenzado de lo más bien. Parecía que esa sería nuestra noche, que podríamos recompensar el mal momento que habíamos vivido cuando tiempo atrás tuvimos aquel feo encuentro en un evento similar. La estábamos pasando genial, incluso ya Stephen me aseguraba que cada vez estaba más cerca el que pudiéramos estar juntos sin ningún inconveniente. Pero todo se estropeó porque, como pasa últimamente, siempre hay algunos dos o tres que quieres aprovecharse de la vulnerabilidad de las personas. La maldad en el mundo cada día estaba más y más rampante.

Había pasado un par de días en el hospital. Las heridas que había tenido habían sido considerables y debía de recuperarme. Mayormente por la sangre que había perdido con algunas de ellas. Sin embargo, al ser joven aún tenía esa vitalidad para recuperarme bastante rápido, así que ya estaba en mi casa. Eso sí, no es que estuviera completamente restaurada, aún me habían enviado a descansar.

Para colmo de males y de mi aburrimiento, no podía irme a trabajar evidentemente pues el trabajo ajetreado en el hospital no iba ayudar en nada a que se completara al cien por ciento la recuperación. Comenzaba a aburrirme entre las cuatro paredes de la casa, mis padres habían salido, mi hermano igual se había ido a darle un paseo al niño. Así que estaba yo con mi ser viendo paredes y algo triste porque no había podido ver en estos días a Stephen. Aunque si habíamos hablado, eso sí, me dejaba tranquila. Solo que ya anhelaba ver su rostro.

No podía quedarme sin hacer nada, necesitaba distraerme o el encierro me volvería loca. Así que había tomado un libro y me había acostado a leer en la sala de estar aprovechando que no había allí nadie que pudiera interrumpirme. A veces era un poco difícil cuando había un pequeño curioso rondando a tu alrededor. En momentos como ese solo quedaba dejar lo que estabas haciendo y prestarle atención. Cosa que hacía con todo el gusto y amor. — Ay si tan solo... Sí tan solo entraras por esa puerta... — solté un suspiro y me volví a acomodar en mi sillón. Aun cuando quería leer mi libro, mi corazoncito solo deseaba una cosa… ser interrumpida por ese timbre de la puerta. Pero no podía ser cualquier persona la que llamara la puerta, tenía que ser Stephen.  

El rubio lamentaba lo ocurrido. Porque siempre terminaba peor su chica y en esa ocasión si que había estado ahí. La protegió lo que más pudo cuando pudo salir de ese trance de inmovilidad y control del cuerpo pero no había sido suficiente y fue Laila quién salió más herida. Estaba enamorado de ella y obviamente no quería que lo pasará mal si él podía impedirlo.

No podía culparse aún cuando estuvo varios días así donde el único que pudo calmarlo fue su padre. Ahora lo que le quedaba era acompañar a su amada mientras pudiera porque el trabajo y el juego aún seguía. Había suplicado que no tuviera que irse a otro lugar a jugar porque no quería dejarla sola.

Y bien que ese día estaba terminando de entrenar cuando su mejor amigo y casi cuñado la llamó diciendo que Laila había quedado sola en casa y seguro se estaba aburriendo a mares, le agradeció con un emoticon y señaló que iría para allá con algún regalo y así iba a subir sus ánimos.

Por lo tanto, cuando apenas terminó hizo todo lo necesario y se largó a comprar unas flores para darle un toque de romance a la escena. Todo lo había hecho en tiempo récord para estar lo más pronto con ella, donde solo demoró un poco es que no le tenían la comida lista en el local.

Solo que era un mago por lo que apenas terminó de hacer la compra, buscando el lugar adecuado se desapareció para llegar justo en la puerta de la mansión Hills. Tocó el timbre, ya todos sabían que tenían algo pero aún no estaba esa confianza para que le dieran una llave ni nada parecido. Así que tuvo que esperar que la empleada abriera la puerta. Ahí si había más confianza que lo trataban como uno más y le indicó donde se encontraba ella. — ¡Laila, ya llegué! ¿Pensabas que te iba a dejar sola? — Como solía ser escandaloso había alzado la voz antes de encontrarse con ella y cuando lo hizo, sonrió ampliamente y fue rápido donde estaba, extendiendo el ramo de flores que tenían algunas margaritas alrededor, era una combinación de variadas flores.

Había sido triste que una de las noches que parecía ser de las más lindas y felices de mi vida había terminado por arruinarse de aquella manera. Me preguntaba cuál era la necesidad de aquellas personas de meterse con gente que solo buscaba pasar un rato ameno. ¿Por qué tenían que ser tan malos? No lo comprendía, pero tampoco me sorprendía. Una organización que era capaz de atacar un lugar lleno de enfermos y personas inocentes definitivamente mucho menos se lo pensaría para atacar un lugar donde se celebra una fiesta.

No me gustaba hacer de paciente, pero no quedaba de otra.  Al menos eso, igual servía para que me consintieran. Era la parte buena de tener que quedarme en casa. Por fortuna mi mejoría estaba siendo rápida, así que pronto estaría devuelta a mi rutina diaria. Prefería mil veces eso que el aburrimiento que traía en estos momentos. No había nadie en casa y extrañaba a Stephen.  Mensajearnos servía, pero no era lo mismo que recibir mimos de él. Más ahora que cada vez lo de nuestro parecía ir más enserió. Me hacía tanta ilusión que fuera oficial, no tener que disimular para nada.

Al menos el ponerme a leer un poco había matado parte del aburrimiento. Sin embargo, realmente anhelaba la compañía y no la compañía de cualquiera, sino su compañía. La compañía de Stephen. Continúe con mi lectura con esa ilusión de que en algún momento llamara a la puerta. Cosas que provocó que terminarán desconcentrarme en lo que estaba leyendo. Cuando de repente sentí aquel timbre sonar. En ese momento sentí miles de mariposas en el estómago. ¿Acaso será que mis anhelos se volverán realidad? No dudé en levantarme de mi sofá y dejar el libro a un lado, para salir de prisas hacia la puerta.

Ni siquiera necesario en mirar por el pequeño agujerito de la puerta para ver quién era. Pues pronto escuché su voz, cosa que provocó una sonrisa en mi rostro y que comenzara a abrir la puerta de inmediato. — No, aunque tardaste. Me estaba muriendo pero sé aburrimiento. Que me han dejado sólita aquí. — respondí ahora haciendo un puchero, pero luego volviendo a poner la sonrisa. — Te extrañé. Gracias, están hermosas las flores. — aseguré tomando las mismas, mis ojitos habían brillado al verlas. Pase mis manos por detrás de su cuello para así poder acercar su rostro, quería un beso por lo que no dude en atrapar sus labios y darle un pequeño beso. — Vamos adentro. Estás en tu casa. — Le dije tomando su mano para que entráramos.

Stephen estaba contento porque a pesar de todo (y de la frustración que sintió ese día donde Laila terminó herida) ahora estaba a salvo y se recuperaba rápido. Sabía que esos días de licencia médica la frustrarían, pero la idea era acompañarla un rato todos los días y ahora que estaba sola era precisamente especial para acompañarla y así no se aburriera.

La vio completa y menos malherida, ya podía levantarse de la comida y eso le encantaba, ya ver a su morena con los ojos brillantes y emocionada por estar ahí era contagioso y él sonreía demasiado.

Correspondió a su beso con profundidad mientras le entregaba las flores y soltó un suspiro, regalándole otro beso más suave cuando acabo el primero. “Mira como me tienes” En otros meses ni siquiera se habría reconocido pero lo cierto es que estaba muy enamorado y la verdad es que ya ni valía la pena mirar para al lado cuando estando con ella ya lo tenía todo.

Acarició su mejilla. — ¿Cómo te sientes? Te veo muy bien, pero vale la pena preguntar.  Siempre podemos ir a sentarnos y descansar. — Murmuró con cariño — Es que tú eres la chica de las flores, podría regalarte cientos de ellas y siempre la amarás, es la idea.— Contestaba a sus palabras mientras cerraba la puerta, y aunque fuera la casa de la morena el mismo la guiaba hacia el sofá para charlar más cómodos.

— Un pajarito me dijo que estabas sola y bueno ni perdí tiempo para venir a verte. — Exclamó acariciando sus manos. — ¿Tienes hambre? — Preguntó, porque ahí había dejado la bolsa de comida rápida que había sido lo culpable de demorar tanto, habría llegado al minuto de enterarse. — Hoy es día de consentirte. — Finalizó apoyando su cabeza en el hombro de su chica.

Me gustaba sentirme útil, no una chica débil y malherida. Pero así habían quedado las cosas luego de aquella fiesta. No había sido mi culpa, tampoco la de Stephen. Era culpa de aquellos bastardos que solo pensaban en hacer daño. Igual es un poco exageración mía. Pues me estaba hartando de estar encerrada. Aburriendo. Estoy deseosa de volver a mi trabajo, hacer lo que me gusta. No de ser la paciente. Lo bueno es que ya pronto todo esto terminaría y me darían el alta.

Por otro lado, deseaba tanto ver a Steph. Luego de lo que paso siento que ahora si no hay manera de que lo nuestro no sea en serio. Sentía tanta necesidad de estar cerca de él, de luchar a su lado y evitar que algo malo le ocurriera. Él también luchó para llegar a mí, hasta agarro golpes por mi causa. Es lo más hermoso, romántico y hasta dramático que un chico ha hecho por mí.

Volver a sentir sus besos era gratificante, sin duda su visita me había alegrado el día. Esto fue una respuesta a mis plegarias, por tanto, ansiar verlo. — Estoy mucho mejor, de veras. Si fuera por mí ya estuviera devuelta en el trabajo. Pero aún no me dan el alta como para volver. — le aseguré al rubio. — Sentarnos sí… descansar no tanto, la verdad ya estoy arta de ello. — dije haciendo pucheros. — Así que si luego quieres dar una vuelta por el patio adelante, que igual vendría bien un poco de aire fresco. — Añadí, no era lo mismo como salir, pero algo era algo.

Sonreí ante su comentario de las flores. — ¿En qué momento se ha vuelto tan romántico y cursi, señor Muller? — pregunte de manera juguetona molestando un poquito. — Me encanta. — Añadí con seguridad dándole un toquecito en la nariz.

Negué, ya imaginaba cuál era ese pajarito. — ¿Pajarito? Me intriga que pajarito pudo ser. — comente con una sonrisa. — ¿A estas horas? Por supuesto que sí. A ver… ¿Que trajiste de comer? —  pregunte curiosa por saber que tenía en aquella bolsa de comida rápida. — Será nuestro secreto. No le digas al peque que estuvimos comiendo comida rápida sin él o se nos enoja. — murmuraba entre risas.

— ¿Prefieres comer en el comedor, la sala o la terraza? ¿Qué te parece? — sugerí antes de que comenzara a repartir la comida. — También extrañaba esto… los momentos a solas y tranquilos. — Añadí mientras le miraba con ternura.

El rubio se sentía enamoradísimo. Ya su metamorfomagia se lo había revelado desde mucho antes y como era una habilidad especial si se dejaba llevar por el consejo de su padre que dictaba que con su madre le paso igual. No quería que pasara por lo mismo otra vez y mucho menos en su presencia. Haría todo lo posible por estar ahí para que no ocurriera lo mismo que su madre, que era un recuerdo demasiado doloroso y que aún le costaba dejarlo ir. Su padre la había amado y aunque se veía bien era lógico que era tanto el dolor que jamás volvió a ser el mismo y solo se enfocó a él. Ahora recién tenía más libertad y bien si quería conocer a alguien era probable que hasta le costaría pero iba aceptar a alguien que lo quisiera y volviera a revivir sentimientos en su papá.

Por eso nunca dejaría sola a Laila y estaría ahí cuando la necesitara, por él ya eran novios aunque ahí sedada y en cama, no sabía si era una situación demasiado romántica por lo cual seguro se lo repetía hoy para que quedará muy clara que ya eran formales. La había extrañado, su trabajo no le permitía ser constante, por lo cual haber terminado temprano y que le avisaran que su morena estaba sola en casa fue lo mejor para ir rápido donde estaba.

Ver su sonrisa era el placer mismo, ahí se quedaba como un tonto embobado observando lo hermosa que solía ser y verla mucho más recuperada solo hacía que quisiera hacerla sentir mejor, abrazarla y regalonear con ella ahora que estaban a solas. Le nacía protegerla, cuidarla y quererla. Quizás hasta era exagerado para un hombre mujeriego como él  que rechazaba por completo el compromiso desde hace tiempo  pero era lo que sentía, no podía ni quería dejar ir a una chica tan linda como ella por mucho que fueron enemigos y no se caían bien en su niñez y adolescencia. — Pero Laila si los sanadores dicen que tienes unos días más de descanso tienes que aprovechar porque luego la rutina no cambiara para ti. Yo que tú aprovecho de dormir y regalonear con tus seres queridos, sobre todo con tu amorcito. — Tonteó mientras pestañeaba y se acercaba a ella, no había nada más rico cuando ella le acariciaba el pelo. — Aunque te entiendo,  debes estar aburrida estar en cuatro paredes, así que si vayamos afuera cuando quieras y si no te molesta, puede que igual quieras pasar unos días en mi apartamento así que nos veríamos más. — Señaló sugerente y con una sonrisa pecaminosa que no podía evitar ser de esa manera cuando se ponía algo más cariñoso.

— Uy no sé... desde que conocí a una florecilla que me tiene loco. Sería capaz de todo por ella y hasta yo mismo me sorprendo. — Dijo contento mientras depositaba besos en su cara. Realmente llevaban minutos juntos y lo estaba pasando ya muy bien, ahí la estaba consintiendo y dejándose consentir. Sabía que amaba esos detalles cuando venían de él. — Ese pajarito siempre será tu hermano. ¿Sabes? Estoy tan contento que haya aceptado lo nuestro porque lógico que creí que sería el menos que confiaría, siempre he sido buen amigo pero para algo más y con su hermana, me sorprende. — Murmuró entre risas porque si que se sentía feliz que confiara en él y claro que tenía que creer porque si que amaba a Laila.

— Pensé que lo habías adivinado,  hamburguesas, la tuya es menos contundente, alitas de pollo  en  salsa Búfalo. ¿Nada mal, cierto? — Alzó como tres veces las cejas. — Me dijiste que quieres salir afuera así que vamos a la terraza, igual te traje tu jugo favorito. No me atreví con el helado pero otro día — Dijo mientras le extendía la mano para ir a la terraza. — Vamos vamos... — Se encargó llevar la bolsa y ahí estaba pendiente de cada paso que daba, cuando llegaron a la mesa donde el clima estaba exquisito, corrió la silla para que se sentara quedando al lado de ella no quería estar tan lejos.

Desafortunadamente, aquel ataque parecía ser uno de tantos que aquella gente tenía en sus planes. Ni el primero pero tampoco el último. Era lamentable que estas cosas siguieran ocurriendo y lo peor es que hasta que no lograran dar con la cabeza de toda aquella organización y desmantelarla esto continuaría ocurriendo. En otras palabras, de ahora en adelante había que estar preparando para cualquier cosa o de lo contrario llegaría el día en que no saldrían de ello. Eso a me asustaba. ¿Cómo no preocuparse? Era ya la segunda vez que me ocurría algo así. Solo que ahora no quería pensar en cosas que me angustiaran. Por el contrario, quería disfrutar de tener la compañía de Stephen luego de haber tenido que pasar tantos días convaleciente.

Era cierto que estaba también deseosa de volver al trabajo. Es que me gustaba lo que hacía y en casa me desesperaba de estar encerrada. Solo que igual estando con la compañía adecuada no me molestaba para nada. Claro que sí había pasado tiempo con mis seres queridos. Pero ahí igual andaban modo protector y casi no me habían dejado hacer nada. — Entiendo, pero esas primeras cosas ya lo hice bastante. — respondí divertida sobre dormir y pasar tiempo con la familia. — Quizás estoy así porque no pude hacer lo último. Así que sería bueno, al menos poder pasar más rato con mi amorcito. — aclaré apretando suave y juguetonamente su nariz.

— Sí, es que a veces es bueno poder cambiar de escenario. — Decía soltando un suspiro, aunque la sonrisa volvió al escuchar su propuesta. — Oh, sí, por ahora ir a fuera está bien, pero definitivamente me gusto más la propuesta de pasar unos días contigo en tu apartamento. — Le aseguré coqueta, de verdad lo había extrañado y que estuviera haciendo aquella propuesta, aunque fuera por unos días quería decir que era definitivo su interés y amor por mí. Podía incluso notarlo en sus ojos o en como tonteaba de manera dulce con ella. Con otras jamás recordaba haberlo visto actuar de aquella manera.

Sentía unas ricas cosquillas mientras el chico dejaba aquellos pequeños besos en mi mejilla haciendo que riera. — ¿De todo? Esto pone muy feliz a la florecilla. — Le respondí, mis ojos se podían ver brillantes de la emoción. — Yo también sería capaz de cualquier cosa. — Terminé por admitir, sabía que era real ese amor que sentía por Stephen y que había valido la pena tener que esperar dejando a un lado el orgullo.

— Supongo que igual es por lo mismo a ti te conoce y sabe que si tiene que decirte algo lo puede hacer sin reparo alguna porque lo entenderías. Con un extraño entraría en la incertidumbre de lo desconocido. — decía negando, pero con la sonrisa en el rostro. —Además, también te quiere, así que solo está haciendo oficial el decir que eres de la familia. — Le contaba mientras acariciaba sus mejillas con cariño.

— Eres todo un glotón. — Dije soltando la carcajada al ver ese sensual movimiento de cejas. — Nada mal, suena delicioso.  — Le respondí. — Así como tú. —[/color] Bromeé, con él podía ser más espontánea en esos sentidos y ser más coqueta. — Oh, si vamos a la terraza, el fresco será un buen complemento mientras comemos. — además, así salía de la casa, aunque fuera solo al patio. — Ay, gracias. — agradecí dándole esta vez un beso en los labios. — Ahora me debes un helado. Estoy aún convaleciente, puedo hacer esas excepciones y recibir esos mimos. — afirmé mientras tomábamos las cosas para ir a la terraza. — Gracias, qué galán. — comenté al notar como sacaba la silla. — Esto será nuestro almuerzo romántico. — Le aseguré al Steph. — El próximo lo invitaré yo, sin peros. — aclaré.

Su chica había aceptado ir al departamento con él, se notaba quee estaba aburrida estar en la casa porque tenía varios días de licencia y era seguro que solo quería volver al trabajo, así que sacarla de la rutina donde también la cuidaría, quizás hasta podría llevarla al entrenamiento era la mejor opción. —Sería muy tonto de mi parte no avisarle a tus padres cuando lleguen. ¿Cuándo prefieres ir? ¿Durante el fin de semana? Puedo pedirme un par de días libres. — Exclamó, y era consciente que tendría que visitarla más seguido porque se estaba muriendo de aburrimiento. — ¿Qué te dijeron los sanadores? ¿Ya puedes salir sin hacer mucha fuerza? Igual me gustaría que fueras a ver uno de mis entrenamientos. — Inculcó, sabía bien que se inspiraría más y haría buenas jugadas solo por ella.

— Me alegra que todo esté bien porque solo pienso en ti — Se había enamorado de una manera que sorprendía por lo tanto si que era capaz de todo, hasta cometer actos que nunca pensó que iba hacer porque sí hasta había pensado estar con ella en un futuro, aunque no quería apresurar las cosas porque podía ser perjudicial en su relación.

—Sé que desconfío en un principio pero sabía que no iba a estar en tonteo contigo… nunca fuiste como las otras chicas que estuve, supongo que sabía eso y luego que le confesé todo, entendió más. Yo igual lo quiero mucho. — La verdad es que el rubio se sentía contento que la familia de su chica lo quisiera como otro de la familia y quería corresponder bien, más que sabía que apreciaban mucho a su padre así que era muy bueno.

Fueron a comer y se alegraba que estuviera así de contenta y estuviera lanzando bromas divertidas. Ya no era tan seria como solía ser antes y creía que ambos se habían contagiado un poquito del otro. — Sabes que puedo ir a comprar enseguida uno si quieres. — Molestó mientras le hacía cariño y luego se disponía a comer porque la comida estaba deliciosa y aún se mantenía a una buena temperatura.— Amo la comida chatarra, está bien que nos demos esos gustos  —Exclamó con una sonrisa cuando lo llamó galán y se sentaba cerca de ella, es que había sacado comida antes porque no se había podido aguantar. — Muy bien, sin quejas yo aceptaré cualquier cita desde ahora. — Dijo riendo y de repente, mientras comía se le pasó ese pensamiento por su mente. — Laila… ¿Te puedo hacer una pregunta? — Cuestionó mientras la miraba expectante que había quedado con la duda.

La verdad es que estaba deseosa de cambiar un poco de panorama. Amo estar con mi familia, que me consientan, pero al mismo tiempo el haberme mantenido encerrada aquí sin poder hacer lo que me apasiona me desespera. Además de que quería y necesitaba compartir más tiempo con Steph. Fue por eso que la respuesta tal vez sonó muy acelerada, pero puedo asegurar que realmente es lo que deseo. — Claro, además de que sería el primer lugar donde irían a buscar. Estarías en problemas lindo. — moleste en un tono coqueto mientras dibujaba una sonrisa en mi rostro.

— Sí, podría hacer eso. Es justamente para evitar que haga fuerzas de más que no me han permitido aún trabajar. Por la naturaleza de mi trabajo. Pero creo ir a verte no caería entre las cosas que tengo restringidas. Creo que eso me haría muy bien. — le aseguré, esperaba que no me dijeran nada mis padres. Ellos saben bien que necesito salir un poco, además ya estoy grande. Bien que me cuiden pero no al extremo.

Ese amor que había comenzado a crecer entre ambos era más que notorio. No puedo negar lo ilusionada que estoy. Stephen ha cambiado mucho y para bien. Está siendo ese chico que siempre quise, siempre estuvo más cerca de mí de lo que imagine. El amor definitivamente estaba haciendo estragos con nosotros. Todo este tiempo que estuve convaleciente no hubo un momento en que no pensara en él.

Mi hermano y él se conocían bien. — Normal, soy su hermanita. Pero sí, es que él nos conoce tan bien que sabe para qué haya algo entre nosotros dos, es porque es real. Solo hacía falta que le abrieras más tu corazón para contarle y quedo convencido. — comente, porque es que igual solo hacía su papel de hermano. Él tampoco la había pasado bien en el amor. — Lo sé, ustedes se quieren como hermanos. Él también te quiere mucho. — y era la verdad, había una fraternidad entre ellos dos, un cariño genuino.

Su sola presencia me había llenado de más ánimos. Claro que el que trajera comida también había ayudado. Sin duda había cambiado mi ánimo a uno más alegre y divertido. Comíamos y salió el comentario del helado. La verdad no lo decía para que corriera a buscarlo. — Oh, no es necesario. Aunque sí más luego lo acepto con gusto. Por ahora solo quiero que te quedes conmigo. — le pedí, quería tener su compañía por más rato. Reí ante sus palabras. — Una vez de tanto en tanto no hace daño. — Añadí.

Daba otro bocado a mi comida con una sonrisa en el rostro. — Pues da eso como un hecho. Te llevaré en una cita. Claro que no se vale preguntar a donde. Sorpresa es mejor. — asegure divertida. Alce una ceja cuando lo vi con ganas de preguntarme algo. — ¿Qué pasa Steph? ¿Qué es lo que me quieres preguntar? — Me le quedé viendo a los ojos intentando descifrar lo que era mientras tomaba su mano para jugar con sus dedos.

Se alegraba mucho que Laila estuviera recuperándose y bien. La verdad es que al ver pasado dos ataques donde había salido peor hacía que fuera fuerte de igual forma. La admiraba, pues seguía con la misma sonrisa y trataba de superarse, lamentablemente los ataques mágicos en Estados Unidos se estaban volviendo pan de cada día, y entre brujos y hechiceras iban a tener que unir fuerzas.

Ya con el simple hecho de estar con ella se animaba mucho más y formar planes que harían durante la semana como se fuera a quedar a su casa y salir de vez en cuando a medida que se estuviera recuperando, era lógico que no la iba a llevar a un parque de diversiones o a caminar demasiado, tenían que hacer todo a menos que ella ya se sentiría sana. Igual quería que fuera verlo a jugar quidditch que era lo que amaba y que lo estuviera observando ya le iba a dar más energía.

Empezaron hablar de su cuñado, que para Stephen era un hermano. Ciertamente se sentía muy feliz que este hubiera aceptado tan bien su relación y era un hecho que necesitaba demostrarle que quería a Laila de verdad, ya le había comentado como eran los metamorfomagos cuando se enamoraban y que aquello se lo explico bien su padre, por supuesto que le había prometido que nunca le haría daño en un sentido de traicionarla o serle infiel. La verdad es que ya ni miraba a las otras pues Laila era con quien la que quería estar muchos años y en una relación plena. — Sí se lo explique todo y bueno me ha ayudado a conquistarte, supongo que quería que fueras más feliz, sé que somos diferentes pero a la vez,  es eso que nos hace sentirnos más atraídos — Exclamó con una sonrisa mientras acariciaba sus manos, de verdad quería pedirle en ese mismo instante, ya que era sencillo y no todo un cursi, que fuera su novia. Lógico que iba a tener que poner de su parte pues Laila si era romántica así que la llenaría de momentos así, pero para pedirle un noviazgo para empezar solo tenía que fluir.

— Yo también lo único que deseo es pasar mucho tiempo contigo y me da rabia que tenga tantos entrenamientos, no le he hecho mal pero no estoy en mi 100 % porque pienso en ti, sé que te estás aburriendo y preferirías estar en San Mungo, eres tan inquieta como yo — Señaló con una sonrisa mientras le daba un toquecito en la frente y se iban a comer lo que había traído. Sabía que Laila no abusaría con la comida pues era demasiado sanadora para sus cosas y querría estar más recuperada lo más  pronto posible.

Todo estaba exquisito y no tan frío como pensó, había servido el encantamiento que hizo. Lo importante era que disfrutara de la comida. — ¿Una cita? Vaya.... tendré que aguantar porque sabes que soy muy curioso, además que no quiero arruinar nada pues me gusta que seas tan moderna — Le guiñó un ojo, por supuesto que era agradable que también se la jugara por él, era algo novedoso y muy cautivante para así decirlo.

Supo que era el momento para decirle lo que pensaba y pasaba por su cabeza. Tal vez ni era el momento indicado pero sentía y quería decirlo. Tomó sus manos y soltó un suspiro. Era un antes y un después, sabía que le diría que sí.  — Yo supongo que empezamos a ser novios desde el momento que estuvimos en el hospital pero no era el adecuado para confesarnos... tampoco me sale  ser un romántico plenamente cuando todo es superficial, yo te lo quería decir ahora en un momento lo más rutinario y porque de verdad me nace... — La miró perdiéndose en esos grandes ojos oscuros.

— Laila... ¿Te gustaría ser mi novia? Sé que no soy perfecto pero me encantaría que desde ahora adelante lo seamos — Cuestionó y aún cuando estaba muy seguro sintió un poco de nervios.

Que la relación de mi hermano y Stephen siguiera siendo la misma o hasta mejor me hacía feliz. Pues sabia lo mucho que se quería, eran muy buenos amigos y hubo un momento en el que llegue a creer que podrían tener problemas entre ellos. Afortunadamente, las cosas estaban saliendo bien. Es que había una diferencia entre el Steph de antes y el de ahora, esa era que ahora estaba seguro de lo que deseaba, de lo que sentía. Por tanto, podía confiar en que sus sentimientos eran genuinos. — No me sorprende, él es así. Siempre queriendo la felicidad de los que ama. — asegure respecto a mi hermano. — Ojalá un día podamos devolverle esto y hacer que él también encuentre la suya. — asegure, merecía también ser feliz y olvidar aquella loca que no lo merecía.

Era cierto que me ponía ansiosa estar en casa sin hacer nada, yo deseaba estar en el hospital trabajando. Esperaba que fuera pronto, quería ser útil. Más aún sabiendo las cosas que estaban pasando en el mundo mágico. No era una auror, ni una guerrera, pero sabía sanar bien y deseaba poner mi granito de arena. Aquí me sentía de manos atadas. — ¿O no señor, necesito que este al 100% o de lo contrario que dirán del jugador estrella? — le comenté con una sonrisa. — Pero te entiendo, si fuera al revés, tampoco me podría concentrar bien. — termine por reconocer. Es que era algo mutuo.

Tener esta comida con él me hacía mucho bien. Me estaba distrayendo y al mismo tiempo podía disfrutar de su compañía. Pues había extrañado mucho momento como estos. — Así es. — dije dándole un toque juguetón en la punta de la nariz. — Pues lo lamento, pero te tendrás que quedar con la curiosidad o de lo contrario no sería sorpresa. — dije con seriedad, aunque luego terminé por reír. — ¿Solo el que sea moderna? — pregunte con curiosidad, y un poco de coquetería cuando dijo que le gustaba que fuera moderna. Quizás no era de esas chicas coquetas que solía conocer, pero tenía esa parte de coquetería cuando solo éramos nosotros dos.

Cuando soltó aquel suspiro y tomo mis manos por un momento me preocupe. — ¿Es algo malo? — pregunté sin soltar sus manos. Comencé a escuchar, sentía como el corazón comenzaba a latir aceleradamente de la emoción. Sabía en el fondo que esto no debió de ser algo que me sorprendiera, pues ese vínculo entre ambos cada vez era mayor. Sin embargo, no era lo mismo que oírlo de sus propios labios. Que lo hiciera oficial porque aquello era algo que había querido desde hacía mucho tiempo. Algo que deseaba y que realmente marcaba la diferencia. Pues sería su novia, la chica que iría de su brazo. No cualquier amiga de por ahí.

— Oh Stephen… — murmure asombrada cuando termino de hablar. — ¡Por supuesto que Sí! ¡Nada me haría más feliz! Esperaba este momento con ansias. — termine por admitir antes de inclinarme hacia él y juntar mis labios con los suyos en un pequeño beso antes de volvérselo a repetir. — Sí, quiero ser tu novia. — asegure.

Stephen entendía completamente que su mejor amigo en un principio no iba a estar muy de acuerdo que pretendiera a su hermana sabiendo que no era muy seguidor del compromiso y solo amaba divertirse. Pero había cambiado mucho, pues era real que estaba enamorado de Laila y no tenía intención alguna de volver a ser el chico que era. Solo existía ella en su corazón ahora y dudaba que eso cambiara.

Asintió. — Es que tu más que nadie sabe que ahora la prioridad de tu hermano es su hijo así que probablemente cuesta. Esperemos estar en el momento que se fije en una chica y ahí, actuar — Le sugirió el rubio pues era un completo hecho que no iban a estar buscando pareja cuando el chico estaba desilusionado con el amor, pero este siempre aparecía y había que aprovechar el momento.

— Descuida, volveré a ser el de siempre además que hay que dejar que otros también se luzcan por un período, ya volveré estar en mi cien por ciento. No tengo miedo a fracasar, igual la carrera de jugador de quidditch es corta — Si porque llegando a los 30 no te tomaban mucho en cuenta de hecho incluso a los 25 así que igual a veces pensaba dedicarse a otra cosa, no le llamaba mucho la atención el hecho de ser entrenador. — Sé que sería lo mismo además que siendo medimaga.... — Ni completo la frase, ahí estaría cuidándolo hasta que se sintiera completamente bien.

Con sinceridad quería que ella también planeará una cita así que eso lo tenía muy contenta.  — Me gusta todo de ti, y mucho más porque  eres muy diferente, nos complementamos creo que nos irá bien. ¿Ni siquiera puedo saber un poquito? — Bromeó el chico al final soltando una suave risa y solo luego se limitó a comer.

Y cuando había comido lo suficiente supo que tenía que expresar lo que sentía y pedirle de una manera formal que fuera su novia. Ya veía que lo eran así que solo había que proponerlo y remarcar el título, sinceramente la quería tanto y como de por sí era impulsivo, no creía tampoco esperar tanto para pedirle matrimonio en un año o dos.

Amaba los cambios de sus expresiones hasta llegar a la felicidad. Se sentía tan correspondido y sinceramente pensó que era igual de afortunado que su padre.  Este siempre decía que aunque no duró el tiempo que habría querido se sentía muy feliz de estar esos años con ella.

Correspondió al beso y solo sonreía. — ¡Ya somos novios! Es un paso más....te juro que ya lo sentía así por lo tanto solo había que decirlo. Hay que celebrarlo apenas estés mejor, aunque no sería tan malo nombrarlo en alguna cena familiar donde estén nuestros padres y toda la cosa — La abrazó y aún así tuvo cuidado. Después simplemente tomó su mentón y la besó con profundidad, muy enamorado. El jugador estaba muy complacido que aceptara y aunque en el fondo lo sabía porque ella era la romántica de la relación era muy grato ser su novio.  Lo gritaría a los cuatro vientos, ya nada tenía que ocultar.

— Lo sé, lo sé y lo está haciendo muy bien. Pero de verdad espero que lo logré y ahí le echamos una manita. Aunque sea por una vez, que piense en sí mismo. Lo que importa es que este feliz. — asegure, pues era un chico maravilloso que merecía todo lo bueno y por desgracia se había cruzado con aquella arpía que nunca lo mereció. Sacarlo de allí no había sido cosa fácil.

Había cosas que no cambiaban y la verdad no quería que lo hiciera. Pues ese tonito de seguridad en sí mismo me encanta. Aunque claro antes me irritaba y bien que lo sabe. Porque no sabía que solo lo decía de la boca para afuera. Pero ahora que lo conozco mejor y que sé que en realidad es un gran chico, amo cuando se pone en ese plan de señor MVP. Porque al final sabía que seguía siendo un chico con los pies en la tierra, como bien decía. No tenía miedo de fracasar. — Tienes razón, hay que dejar que otros también brillen. Que aprovechen mientras tanto. — Le comenté con una risita. — Eso lo sé, pero aún falta para que ocurra. No sé desearán de ti tan rápido. — afirme dando un pequeño apretón en su mejilla con cariño mientras sonreía.

— Por supuesto que sí, tienes esa ventaja. Puedo cuidarte muy bien y con atenciones extras. — aseguré divertida, porque definitivamente podía cuidad muy bien de él y darle muchos cariños para que se recupere si se lastimaba o si se enfermaba.

— Tú también me complementas. Las diferencias son para bien. Me haces muy feliz al ser esa partecita que me haga conocer cosas nuevas. — afirme tomando su barbilla con una de mis manos. — Oh no… sin trampas. — Le respondí riendo para luego dejarle topon de beso en los labios ante su petición de saber un poquito de la cita que prepararía.

La verdadera emoción llegó cuando pidió que fuera su novia. Había esperado tanto por este momento. Reconozco que al comienzo me daba algo de temor por la fama que tenía con las mujeres. Pero ya luego no, y ahora mi felicidad se duplicaba. ¡Es más, no sé duplicaba, se triplicaba! Este último beso había sido de los más significativos en mi vida, aun cuando no hubiera sido tan largo. Era lleno de emoción y dulzura del momento. — Sí, sí. Ya deseo mucho que se entere el mundo entero. Estoy muy, muy feliz. Creo que hasta voy a llorar de felicidad. — decía entre sonrisas pero con los ojos un tanto cristalizados. Es que después de todo lo ocurrido no era para menos. Por un momento pensé que ni siquiera la libraríamos en aquel atentado. Estar aún vivos era la oportunidad era el recordatorio de que no se podía desperdiciar el tiempo. Que aún podemos cumplir nuestros sueños y metas.

— Definitivamente deben saberlos. Se pondrán muy contentos. — estaba segura de que sí, nuestros padres habían sido testigos de cómo nuestra relación había ido evolucionando y del amor que emanaba de ambos. No pude decir más, pues Stephen me sorprendió con un nuevo beso del cual sinceramente no deseaba escapar. Un beso largo y profundo que terminaba por sellar ese compromiso de vida con el otro.

— Debemos planear la celebración. Tiene que ser algo tan especial como nuestra relación. — Le comentaba mientras me mantenía abrazada a Stephen acariciando su mejilla. — En cuanto a nuestros padres podríamos invitar a tu padre a cenar con cualquier excusa. Quizás para celebrar algo relacionado al quidditch y ahí les damos la noticia. — asegure mientras le llenaba la cara de besos.

—Creo que la felicidad no está solo cuando uno esta en pareja en mi opinión,  siento que necesita estar un tiempo solo para que asimile y acepte hasta que encuentre a alguien, no va hacer caso si presionamos, se debe dar el momento — Declaró Stephen sobre su cuñado que lo había pasado mal con el abandono de esa tipa que no pensó en hijo ni en él. Era un proceso difícil que imaginaba que Laila también entendía.  Por eso sentía que no tenían que apresurar las cosas, ya lo sabrían si él comenzaba a sentirse atraído por alguien al fin para dar el siguiente paso.

Se sentía muy bien con Laila y era genial porque hace tan solo unos meses disfrutaba como nunca de su soltería pero se había percatado que la quería tanto a ella que prefería ya ser su novio porque en cierto modo ya lo eran. Ahora podía estar decaída por sus heridas pero estaba consciente que apenas mejorara iba a estar ahí para cualquier dolencia que sufriera en el quidditch, que eran tan comunes siendo golpeador. Las bludgers eran unas malditas.

— Tratare de no hacer trampas  — Disfrutó de su beso de los cuales se había vuelto adicto y acarició sus manos, le gustaba que Laila fuera su calma en todos los sentidos se sentía mucho más bien que nunca y quería que incluso fuera para siempre. Ahora entendía más la metamorfomagia que parecía que ellos cuando se enamoraban era para toda la vida y el rubio si se consideraba bastante intenso. Así que terminó por preguntar lo que tanto quería, esperando así una respuesta positiva y ante todo, contemplar la felicidad de su chica.

— Mientras sean lágrimas de emoción todo esta bien. También estoy muy contento porque ya pasamos a otro nivel ahora somos novios, espero que luego seamos prometidos y ya luego marido y mujer. Quizás no me creas pero veo mi futuro junto a ti — Aclaró mientras escuchaba su mejilla con ternura mientras la tenía abrazada. Había sido el momento y fue uno muy épico. — Deja decirle a mi padre también debe venir, te tiene mucho aprecio y estará muy contento — Era un hecho que tenían que ponerse de acuerdo, organizar una cena que fuera de lo más casual como sugerencia y ahí saldrían con la noticia. Era lógico que la gente que lo conocía y seguían se iban a enterar que estaba de novio con la medimaga más perfecta de la vida.

Seguían abrazados y no pretendía soltarla, donde igual era delicado porque no quería que le doliera el cuerpo. Igual la lleno de besitos por toda la cara y cuello, ni tenía idea donde sacaba tanta ternura. — Me encanta que pensemos igual... eso estaba pensando... tiene que ser una buena excusa para que no sospechen, en el quidditch no ha pasado nada pero... tu te has ido recuperando muy bien... tenemos que celebrar por ti en esta ocasión. ¿Te parece bien? — Dijo mientras le ordenaba el cabello — ¿Y para cuando puede ser? — Era obvio que desde ese momento se iban a poner de acuerdo y organizar esa cena como si nada como una comida casual para que en algún momento decir que ya eran novios. Este era el siguiente paso de su amor y como le había dicho, Stephen si que quería estar mucho tiempo con Laila, ojalá para siempre porque era un hecho que igual no superaba ese miedo de que su padre había perdido a su mamá tan joven y no quería pasar por lo mismo, bueno en cualquiera de los casos.

Con solo verla comprendió que no tenía que ser así y que merecían ante todo ser felices.