Llega la navidad, con el olor del mazapán, de las castañas y un frío que asusta.
Pero no importa mucho si es temporada alta en el trabajo, cosa que pasa con Sienna y la juguetería. Últimamente no hay forma de quedar con ella, porque siempre está ocupada con el trabajo.

Y todo esto le dificulta las cosas a Matteo, que esperaba pasar sus primeras navidades con la chica que le gustaba, haciendo oficial su relación. Pero con lo esquiva que está últimamente, empieza a pensar que las cosas se están terminando entre ellos antes de haber empezado y todo va a quedarse en unas cuantas citas y un par de noches juntos.

Poco se puede imaginar que Sienna tiene trabajo más allá del mostrador que él conoce.

	Sienna Cotton
	Elfa - Sarah Hyland - Freyja

Matteo Ventura
Humano - Tyler Posey - Timelady

One on one - Original - Fantasía Navideña

Le temblaba el cuerpo entero y le estaba mirando como si fuera su padre a punto de regañarle. No, el papá que le iba a regañar desde luego que no era él, por no hablar de que la regañina iba a ser épica. ¡Ay, cuando Noel se enterara de aquello! No. No se va a enterar porque tengo que solucionarlo PERO YA.

- Aaaaaaaah. - Fue lo más ingenioso que se le ocurrió responder a lo de que habían quedado para comer muffins. Pues iba bien la cosa. - Sí, sí, lo recordaba. Es... es solo... - Rio nerviosamente, en un tonto intento por disimular. - Líos de la tienda, ya sabes... el almacén... ¡¡Uuuuff!! Una locura. - Rio otra vez y extendió los brazos en cruz. - ¡Ya ves, lo grande que es! Como para encontrar algo. - Y volvió a reír como una estúpida. Más le valía que estuviera colando.

- ¿Est...? ¿Que dónde estamos? Pssss ¡pues en la juguetería! ¿Dónde vamos a estar? - Desde luego que el disimule era su asignatura pendiente, le temblaba la voz y se estaba riendo como si estuviera loca, no debía estar sonando nada creíble. - Lo dicho, ¡grandísimo esto! Y encima me esconden las cosas y... - Tenía que salir de allí. Y lo antes posible. Mientras caminaba en dirección a Matteo, con una sonrisa de no pasar nada y dispuesta a engancharse de su brazo y sacarle de allí, iba diciendo. - Pero vamos, ¡que se quede como está! Nosotros nos vamos a por esos muff... - ¡¡Sienna!! ¡Al final me han sobrado de los d...! - Oh, por todos los renos, Chip. Se giró hacia él con los ojos tan abiertos que le ocupaban la cara entera y empezó a negar, con una mirada intensa. Pero ya era tarde.

El otro elfo se había quedado parado en seco y miraba a Matteo con la mandíbula entreabierta. Se generaron un par de instantes de silencio que se hicieron más largos que el mes de enero. - Est... - ¡Ya he encontrado lo que quería! - Le dijo, más sonriente y con el tono más elevado de lo que quizás era normal, mientras estrujaba el brazo de Matteo. - Así que nada, ya me voy. - Hizo un gestito bailarín con los dedos y dijo. - Adioooos. - ¿¿Es el humano?? - Ah, maldita sea, se lamentó mentalmente. Chip seguía con la boca abierta, pero ahora, en vez de a Matteo, la miraba a ella. Aunque le señalaba a él. - ¿¿Te has traído a un humano aquí?? - ¡Te juro que ya nos vamos! - Trató de arreglar. Pero algo le decía que ya era tarde.

Sienna - Juguetería - A veinticinco días de Nochebuena

Aparte del atuendo y todo eso, Sienna desde luego no estaba como siempre. Estaba nerviosa, pero mucho más que aquella vez que hablaron sobre lo estresada que estaba por las fiestas y esas cosas.
Y los cascabeles no dejaban de tintinear, porque conforme hablaba, se movía bastante y claro... el sonido no podía hacer que se la tomara en serio.

- No se me daban muy bien las ciencias, pero... ¿Cómo va a ser este el almacén? La juguetería ocuparía toda la manzana... o mucho más. -Porque es que no se veían las paredes, como para que fuera aquello un almacén. Casi parecía que estaban al aire libre. Y hacía frío, ¿a cuánto tenían el termostato?

Pero Sienna había empezado ya a invitarle a salir por donde había entrado. O quizá era al contrario. Y no es que fuer a oponer resistencia, siempre que se lo explicara todo. Solo que apareció alguien más.
Creía que Sienna trabajaba sola...
Miró al tipo de arriba a abajo. Tal como él parecía hacer también. Iba vestido de elfo y tenía unas llamativas orejas puntiagudas que asomaban a los lados del sombrero.

Todo pasó muy rápido, aquel intercambio se le hizo todavía más extraño en esa situación. Especialmente cuando le llamaron "humano".- ¡Perdón! ¿Humano? -Preguntó mirándoles a ambos?- ¿Eso son tus orejas? -Esto último lo hizo mirando a Sienna, porque con todo lo que estaba pasando hasta ahora que la tenía al lado, estrujándole el brazo, no se había percatado de las puntas que asomaban por entre su pelo.- ¿Qué está pasando?

Matteo - Juguetería - A veinticinco días de Nochebuena

Pues ya la había liado. La había liado pero bien. Se giró hacia Matteo, muy agobiada. - Puedo explicártelo... - Pues no sé cómo lo vas a hacer. - Interrumpió Chip, mirándola a ella. - ¡Tía! ¡No puedes tra...! - ¡Bueno pues ya está hecho! ¿Vale? - Saltó, al borde de echarse a llorar. Respiró un poco agitadamente y le pidió a su compañero. - No digas nada, por favor. Aún lo puedo arreglar. - ¿Cómo? ¿Borrándole la memoria? - ¡Ahora se lo explico! Pero no digas nada, por favor. Por favor por favor por favor. - Rogó. Juntó las manos y se fue acercando al otro con voz mimosa. - Porfi porfi porfiiii. - ¡Vale! - Interrumpió el otro, cansado de tanta súplica. Señaló a Matteo. - ¡Pero sácale ya de aquí! ¡No puede verle nadie! - Sienna asintió muy de seguido y, tirando del brazo del chico, le arrastró hasta la puerta del reino.

Pero evidentemente Matteo no se iba a quedar tan conforme e iba a dejar que salieran como si nada, se lo estaba viendo en la cara. Al menos habían llegado a la puerta del almacén, pero antes de salir tenía que explicarse. Había un enorme pino nevado a la entrada, así que se escondieron tras él. - Todo tiene una explicación. - Empezó. Sí, pues a ver cómo se la daba. - Est... No es... Estaba... Estamos... - Así no llegaba a ninguna parte. Te ha pillado, Sienna. Tienes que contárselo.

Soltó aire por la boca, agachando la cabeza. - Lo siento... No te quería engañar... - Tragó saliva. - Sí... Son mis orejas. - Se llevó la mano al gorro y se lo quitó lentamente, dejando evidente que las orejas puntiagudas no eran un mero adorno. Eran suyas. Con la cabeza aún agachada y el gorro entre las manos, entornó los ojos vidriosos hacia arriba, mirándole con pena. - Soy una elfa. - Tragó saliva. - Es... muy largo de contar, y te prometo que lo haré. Pero, por favor, no me odies. -

Sienna - Juguetería - A veinticinco días de Nochebuena