Hasta el momento no tenía nada bueno que decir de las vacaciones, y es que siempre que volvía a casa acababa dudando del motivo por el que no optaba por quedarse en Hogwarts. Una parte de ella lo sabía: aquel estúpido baile de noche vieja había sido su perdición desde hacia varios años.

Su familia hacía lo posible por asistir, por mostrar su cara incluso aunque fueran conscientes de que Tessa no quería estar entre los nombres de la lista ni siquiera en su último año de clases. Estar ahí la ponía de los nervios, pero aun así, hacía lo posible por poner su mejor cara.

Encontró un vestido de un color alegre y que destacaría entre la temática invernal, pero no le importó. La idea era sentirse cómoda, y sobre todo, utilizar un objeto tan simple como un vestido que realmente quisiera ponerse para obligarse a asistir... Aunque su madre ya haría eso último aunque la joven no hubiera encontrado más que un saco de harina para ponerse.

Cogió una de las copas sin alcohol que los elfos del lugar ofrecían, mientras sus padres se dedicaban a dialogar con algunos de sus conocidos. Tessa escaneó la estancia, intentando no maravillarse demasiado con la disposición que los Simmons habían creado para la fiesta ese año. Solo esperaba encontrar alguna mirada conocida pronto.  

31.12.19 + Residencia Simmons

Intentar convencer a su familia de que no hacía falta que se presentara en esa reunión si ninguna unión iba a ser anunciada era un intento vano. A pesar de su distancia con algunas de las tradiciones, los Winterborought seguían intentando mantener las formas, aunque no siempre estuvieran de acuerdo entre ellos.

La sospecha de que algo ocurriría aquella noche se convirtió en algo latente por la presión que su madrastra había aplicado a la idea de presentarse allí, pero Josie no se quejó demasiado, solo esperó que no hubiera accidentes públicos como la última vez que se reunieron en masa en algún lugar.

Se enfundó un vestido oscuro, con un maquillaje bastante natural, dejando de lado sus pintalabios oscuros en el instante en el que su madre entró en su habitación para asegurarse de que no estaba llamando demasiado la atención. Aquella fiesta no era sobre ella, y lo tenía claro... Por lo que, al llegar saludó a quien correspondía y fue a sentarse en su mesa.

31.12.2019 + Residencia Simmons

Interacción: Josephine

A Clarice no la distendía en lo absoluto ir a una fiesta tan aburrida.

Estaba teniendo más problemas en su vida de los que le gustaría, y lo que había ocurrido en el festival la molestaba sobremanera. Su manera de distraerse era por lo general batiéndose a duelo o volando en la Cometa que había sido de su madre por una cantidad inconfesable de horas. Se había perdido el festival justamente por quedarse haciendo eso en su casa, lo que le había generado una doble sensación de alivio y culpa profunda por no haber podido hacer nada para ayudar mientras pensaba en sí misma. Por lo que ese baile para ella era aburrimiento y estrés asegurado, y no solo porque era aburrido, si no porque no entendía que tenían que demostrar sus padres. Ya aparentaban ser un matrimonio feliz y Clarice había decidido dejarlo pasar, no creía que hiciera falta aparentar nada más.

Al menos estaban sus hermanos. Josie estaba a su lado, y más allá estaba su otro hermano. Al menos podía intentar convencer a alguno de los dos de huir, y aunque no conocía del todo los detalles, sabía que su hermana necesitaba un respiro prolongado después del festival que esa fiesta no iba a darle. Tampoco es que sin varita irse sin ser vistos fuese una idea sencilla de llevar a cabo, pero se entretendrían pensando en un plan. Algo era algo.

Ella había decidido imitar a su hermana poniéndose un vestido sencillo, pero no iba a dejar de maquillarse como quería, así que se había puesto el labial de siempre, recordando de golpe que Alexa ya había hecho sugerentes comentarios positivos sobre como le quedaba. Ya en el salón de los Simmons, sentada en la mesa asignada a la derecha de su media hermana, se puso a mirar a su alrededor mientras sus padres se demoraban un momento más para saludar, y supo que si no hacía algo, iba a morir del aburrimiento. Sin embargo, no había pasado por alto que Josephine estaba... atenta. Más atenta de lo que se esperaba. Pero directamente lo asoció a que la chica estaba tan incómoda como ella.

- Si te parece, yo diría que podemos pensar en formas de... retirarnos amablemente de aquí, Josie - le dijo a su media hermana lo más disimuladamente que pudo - al menos con eso podemos evitar aburrirnos hasta morir, y podemos hacer cosas más... productivas, digamos. ¿Qué me dices?

Esperó con ansias la respuesta, mientras su mente divagaba hacia los Lancaster. Con ellos seguro todo sería aún más divertido, y eso le devolvió los ánimos considerablemente.

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Se había pasado casi todo el año nervioso pensando en esa fiesta en particular. A su edad las familias puras empezaban a hacer anuncios en los que Nate prefería no pensar, y por eso al llegar a casa agradeció tanto que no le dieran la mala noticia de que lo casarían con una desconocida.

Su padre había estado muy ocupado con la temporada de Quidditch, y su madre llevaba el último par de semanas desviviéndose por prestarle atención, el ataque en el callejón le había pesado más a ella que a él... A él simplemente porque agradecía haber tenido a Lin lo suficientemente cerca como para protegerla.

Entró en la residencia de los Simmons, no sin antes tomarse un momento para mirar embobado la nieve que parecía deshacerse antes de tocarle la cabeza. Se había puesto un traje sencillo para la ocasión, y con su madre del brazo caminó hacia la mesa reservada para su apellido. Eran solo ellos dos, su padre no había tenido tiempo para asistir.

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Daba igual haber pasado la última semana internada en San Mungo por las heridas que había recibido en el ataque del Callejón, a sus padres no les parecía motivo suficiente para saltarse aquel condenado baile.

En otro año quizás le habría importado menos asistir porque, a fin de cuentas, muchos de sus amigos también asistían y podía pasarse la noche riendo y bebiendo para disgusto de sus padres. Si Pandora no quería acudir aquel año era porque no quería ver como todos anunciaban sus compromisos como si fuera la mejor idea del mundo. Algunos estarían contentos porque de verdad lo quisieran, pero la inmensa mayoría, su mejor amiga entre ellos, estaba ahí por obligación. Y no le hacía la más mínima gracia.

Aún con todo, en vez de pelear, Pandora se había enfundado un vestido con más transparencias de las necesarias solo para mostrar su descontento y había acudido al lugar del baile acompañada de sus padres. Daba igual que hubiese preguntado por Sam, estos no habían querido contestarle por lo que había quedado a cargo de su hermano pequeño mientras ellos iban a hacer vida social.

Cogido de su mano, la morena observó a su alrededor hasta que dos caras conocidas le hicieron acercarse. — Espero que pronto empiece a haber alcohol o voy a colgarme del candelabro. — saludó con una sonrisa.

31.12.2019 + Residencia Simmons

Al igual que todos los años desde que había tenido edad suficiente, se estaba preparando para presentarse en el baile de noche vieja. Su familia recibió la invitación, aunque en ese año en particular era distinto: Jeanne y él tendrían su propia mesa, como la unidad que habían conformado, y sus padres estarían junto a su hermano, a quien le había llegado el momento de demostrar su seriedad y compromiso para con la familia.

Optó por un traje sencillo, rodeado también por una de sus mejores capas. Su tarea en eventos como ese era representar a su familia, pero no podía evitar recordar ese baile en el que su compromiso con la mayor de los Holloway fue anunciado. Recordaba la emoción y los nervios, pero sobre todo la satisfacción de saber que aquel matrimonio había sido de su elección. Quizá eso era lo que lo tenía tan nervioso sobre esa noche en particular.

Con su mujer a su lado entró en la residencia de los Simmons, había estado allí varias veces durante las semanas anteriores, pero casi parecía un lugar distinto al verlo decorado así.

—¿Quieres que nos sentemos o vamos a hacer algo de vida social?— preguntó, apoyando su mano en la parte baja de la espalda de Jeanne, dejando que fuese ella quien tomara la decisión.

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La preocupación de los padres de Myra por su estado de salud luego de los hechos del festival duró exactamente 24 horas. Solo su salud física, claro, de la emocional ni hablar. Como mucho sentía cada tanto que su padre la observaba, pero no mucho más que eso. De haber sido de otra forma, la tejona estaba convencida de que quizás no estaría en ese patético evento, rodeada de gente que, por principios, le caía mal.

La pelirroja no podía comprender muchas cosas. Para empezar, el porqué de la existencia de ese evento estrafalario donde, con suerte, sólo una o dos de las parejas anunciadas de verdad se querían, ni siquiera amarse. Lo otro era el sentirse rodeada de gente con la que no hablaba, y mucho menos confiaba. Y lo último, por qué su madre había insistido en ponerle esa maldita corona en la cabeza, si estaba claro a la vista que los Oleander ni pinchaban ni cortaban en esa ceremonia, y seguramente los demás jamás casarían a sus hijos con la hija de alguien que vaticinaba la muerte, aunque hubiese sido mentira. Mucho menos con alguien que vestía a su hija de esa manera tan ridícula.

Myra se quedó al lado de sus padres todo el tiempo, observando el espectáculo, disfrutando solamente de la música porque era lo único que la distraía. Se había escrito con Beth en esos días, y esperó verla aparecer en algún momento, tal como habían hablado. Aún su corazón se removía cuando pensaba en ella. Se removía para bien.

31.12.2019 + Residencia Simmons

Eros estaba estrenando túnica para aquel baile. No era su gran noche, pero quería causar una buena impresión. Aquella noche conocería por primera vez en persona a la familia de Olivia, de quienes hasta ahora solo conocía lo que le había trasladado su padre. Además, también había mucho que celebrar: Mad y Cyn anunciarían por fin su compromiso. Una unión que ya todo el mundo conocía pero que aun así se moría de ganas por presenciar. Casi la última muestra de que el amor verdadero podía existir en una sociedad tan encorsetada como lo era la suya.

Los Demopoulos llegaron pronto, como siempre. Y por lo tanto, no había tantas caras conocidas. Al menos, claro, hasta que divisó a Nate al fondo. Se acercó a él y le dio una palmadita en la espalda, no sin antes ponerle delante la copa que había cogido solo para él —. Una bonita noche, ¿eh? —. Ironizó un poco, mirándole de reojo.

El ambiente todavía estaba un poco tenso, suponía que a causa de los recientes acontecimientos. El ataque en el callejón los había dejado a todos igual de conmocionados o, al menos, esa era la imagen que todos se afanaban por dar. Sospechas, por el momento, no había llegado ninguna a sus oídos.

31.12.2019 + RESIDENCIA SIMMONS

Interacción: Clarice

Vio a su hermana acercarse y simplemente sonrió, pensando que al menos ella lo había tenido un poco mas fácil si su madre le había permitido salir de casa con ese vestido. O quizá era simplemente que Josephine hacía lo posible porque se metieran con ella tan poco como pudieran, y eso significaba pasar desapercibida.

—He intentado escaquearme, incluso les he recordado que un compañero de clase murió en el ataque al callejón, y les he dicho que preferiría irme a casa de mi mejor amiga para acompañarla, pero insistieron en que esto era importante— dijo, mirando la decoración a su alrededor —. Así que creo que si nos escapamos, vamos a tener pelea.— Y ella ya había tenido suficiente por haberse pasado casi todas las vacaciones en casa de Sunny.

—Pero, si quieres escapar, te cubro...— Algo se inventarían, aunque luego las dos fueran a tener bronca. Estaba convencida de que comprometerían a alguna de las mujeres de su familia, pero los Winterborought eran bastantes como para poder jugar al descarte.

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La residencia Simmons estaba decorada por todo lo alto y no se podía pedir menos para tan importante celebración. Junto a su esposo Jeanne enseñó sus invitaciones y avanzó por los ricamente decorados pasillos hasta la sala principal donde la celebración estaba por comenzar.

Lanzó un vistazo rápido y bien algunas caras conocidas aunque, como era de esperar, no la de su hermana. Rosie estaría en otra sala, junto al resto de jóvenes que estaban a punto de presentar sus nuevos enlaces. Recordó lo nerviosa que había estado ella cuando había sido su turno y le habría gustado poder ir con su hermana para darle ánimos, pero bien sabía que no era posible.

— Como tu quieras. —respondió, una buena esposa no imponía sus deseos a su marido, al menos no de forma directa.— Aunque estaría bien poder pasearme un poco, últimamente tengo la sensación de que paso todo el día sentada. —se llevó la mano al ligero hinchazón de su vientre, dejándola descansar allí unos instantes. El medimago le había recomendado reposo, pero Jeanne creía que exageraba por mucho y probablemente esa fuera la última oportunidad que tendría para lucir su nuevo vestido antes de que su vientre se lo impidiera por completo.

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vestido

Toda la situación se había vuelto extraña luego de lo sucedido en el callejón, pero intentaba pensar que las cosas cambiarían una vez pasaran las fiestas y volvieran al colegio. Anhelaba poder ver a Altair una vez más, las vacaciones se estaban haciendo mucho más largas de lo que le gustarían, aunque se sentía un poco mal teniendo en cuenta que se suponía que aquel era un momento de disfrute familiar más que cualquier otra cosa.

No entendía bien que sucedía con Mark, porque su padre estaba tan encima suyo, su hermano tampoco compartía aquella inquietud con ella por lo que simplemente se quedó cerca de Gideon cuando su padre los separo, asintiendo ante sus palabras. —  Papá esta algo extraño. — Comentó, suponiendo que si sabía algo tampoco se lo diría, pero queriendo que se diera cuenta que por lo menos algo notaba en toda aquella situación que poco a poco comenzaba a ser más y más extraña. — Buenas noches. — Saludo también a la Ravenclaw, siendo amable como lo estaba siendo Gid.

 

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vestido

Sus padres habían estado comportándose de una manera un tanto extraña, suponía que algo le estaban ocultando, pero intentaba no darle demasiada mente al asunto. Esperaba solo que, lo que fuera que escondían, fuera bueno para ella y para su hermano. Sabía bien que Leo no la estaba pasando bien en el último tiempo, la preocupaba, pero también era consciente de que nada podía hacer para que ninguno de los dos pudiera escapar de sus responsabilidades. El tiempo pasaba y cada vez era más claro que el momento de cumplir se acercaba, aunque estimaba que su hermano sería el primero en ser condenado a aquello.

Llego con sus padres y Leo a la residencia Simmons, asintiendo cuando su padre comento que tendría que irse con Leo a presentarle algunas personas y quedándose charlando con su madre. Su mirada buscaba a algún conocido, acercándose a Nate cuando lo vio y preguntándose donde se encontraría Sam, sería bueno verla luego de un tiempo distanciadas. Jamás se lo diría, pero la distancia se le hacía cada vez más complicada. – ¿Cuántas sorpresas apuestan que veremos hoy? – Pregunto, incorporándose como si nada a la conversación de él y Eros.

 

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vestido


Había llegado el gran día para su hermano mayor, sabía de lo importante de aquel evento porque sus padres no dejaban de mencionarlo e intentaría no hacer ninguna escena ni meterse en problemas. Era complicado, especialmente teniendo en cuenta que con su mellizo muchas veces parecía que llamaban a los problemas sin siquiera buscarlos. Al llegar todo fue bastante protocolar, algunos saludos, sonreir cuando debía y dar las gracias cuando comentaban lo bien que le quedaba aquel vestido que había elegido. No era la gran cosa, no había estado de muchos ánimos como para arreglarse pero, sabiendo que vería a Clarice, por lo menos debía estar un poco más presentable.

Apenas tuvo la oportunidad de escabullirse, inclusive esquivando a su mellizo, así lo hizo. Imaginaba que la joven Winterborought estaría también por allí y nada anhelaba más que verla. No tardó mucho en encontrarla, sonriendo ampliamente y acercándose a las dos. – Buenas noches. – Le dijo, tanto a Josephine como a Clarice, aunque inevitablemente termino recorriendo a esta altura con la mirada y sonriendo con complicidad al recordar lo mucho que le había hecho hincapié en cuanto le gustaba como le gustaba aquel vestido. – Vaya, siento que he venido muy desarreglada a comparación de ustedes.

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No podía quejarse del buen gusto de su madre, ella le había escogido el vestido y la verdad era que le había fascinado. Si fuera por ella, se pondría uno aún más revelador teniendo en cuenta que le encantaba escandalizar a todo el mundo, pero aquella noche prefería pasarla un poco tranquila teniendo en cuenta lo que iba a suceder. Varios de sus compañeros tendrían la desgracia de encontrar su vida atada a personas que no significaban nada, de manera definitiva, lo cual era bastante triste, pero era entendible según las reglas de los puros. Sus padres eran particulares y, aunque no estaban a favor de ese tipo de prácticas, por obviedad terminaban asistiendo y formando parte de las ceremonias. No eran estúpidos y tener a esa gente en contra no sería inteligente de su parte.

Cuando llegaron recorrió con su vista el lugar, algo justos de tiempo y sabiendo que no tomaría mucho para que todo comenzara les dijo que iría a dar una vuelta mientras ellos saludaban a algunos conocidos. Suponía que Myra debía haber llegado, por la ultima lechuza que le había enviado sabía que iría a aquella ceremonia también. Cuando la vio, sonrió ampliamente, acercándose hasta quedar detrás de ella y poder hablarle por lo bajo, sabiendo que allí no podría tener las demostraciones de afecto que le gustaría tener con ella. – Estas deslumbrante, realmente lamento mucho no poder saludarte como me gustaría ahora mismo.


 

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La conversación con su padre le había dejado el corazón en un puño y Nicholas había sido incapaz de organizar sus pensamientos desde entonces. Había pasado los días casi en automático, inseguro de cuál tendría que ser su siguiente movimiento. Esa amenaza tan abierta, ese hechizo que todavía le ardía en la piel cuando parpadeaba. Estaba asustado, y apenas había sido capaz de cumplir con sus funciones básicas durante los días anteriores.

A pesar de que llevaban días haciendo preparativos, y que a su casa habían entrado cientos de desconocidos en los últimos días, Nick ni siquiera se dio cuenta de que el día había llegado hasta que los elfos domésticos que trabajaban en su casa le tocaron la puerta. La mujer de su padre los acompañaba, con una sonrisa le entregó un pequeño broche con una esmeralda brillante en el centro, indicándole que debía llevarla con su traje esa noche. Nicholas lo agradeció, no tenía corazón para mandar a la mierda a esa mujer, tampoco sabía qué iba a ocurrir si desafiaba una orden después de la charla con su padre.

Cuando fue el momento se dio un baño y se perfumó. Carrie no tenía la culpa de lo ocurrido, y lo mejor para ambos era que nunca se enterara de que sus intenciones habían sido las de cancelar todo aquello, así que intentaría estar tan presentable como pudiera para ella. El traje que llevaba era bastante típico, con una capa pesada que su padre había puesto sobre sus hombros antes de salir como un regalo. Nicholas ni siquiera lo miró a los ojos.

Se dirigió hacia la antesala que separaba el comedor donde su padre había dispuesto un espacio adecuado para la ceremonia. Al salir tampoco se sorprendió ante la imagen que se dibujaba frente a él, habían hecho varias pruebas para elegir los hechizos correctos para dar con ese efecto invernal. Le gustaría parecer un poco menos desprovisto de vida, pero sus hombros estaban completamente tensos cuando escuchó su nombre ser mencionado junto al de Carrie, para que todos los presentes lo escucharan.

Salió por la puerta, buscando inmediatamente a su acompañante con la mirada al otro lado de la escalera. Al estar en salas separadas no había tenido la oportunidad de verla, no iba a negar que la chica estaba terriblemente guapa. Sonrió en su dirección antes de dar los pasos suficientes para poder tomar su mano y presentarse ante la sociedad. Se inclinó hacia ella, incapaz de hacerla pagar por sus propios miedos.

—Te ves muy guapa— susurró cerca de su oído, para que solo lo escuchara ella, mientras bajaban por esas escaleras que deberían resultarle familiares, pero que no tenían que ver con el hogar que él recordaba de niño.
 

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Después de meses preparando, cambiando y estresándose, Cynthia había conseguido que su vestido quedase a la altura de sus expectativas. A diferencia del resto de sus amigos y conocidos, Cynthia sabía desde hace años que iba a casarse con Maddock y lo había anhelado como ninguna otra cosa. Ventajas de casarse con el amor de su vida.

Sus padres y su hermano la habían acompañado durante todo el trayecto hasta la residencia Simmons, teniendo que aguantar alguna que otra protesta de Travis acerca de que ya no iba a ser el hombre de su vida. Cynthia había estado demasiado nerviosa como para entrar en su juego así que se había limitado a pisarle un poco con el tacón.

Después de que la dejaran en la puerta de la sala, Cynthia había ido a abrazar a su mejor amiga para dedicarle una sonrisa radiante. — Estás preciosa. — indicó antes de saludar a Rosie con un guiño y coger una copa de champán.

Podría mentir y decir que no estaba nerviosa. Sabía que no iba a ocurrir nada malo y que su novio no iba a salir corriendo por miedo al compromiso, pero todo era a causa de por fin tener algo con lo que había soñado desde hacía mucho tiempo. Bien era cierto que había pensamientos que oscurecían un rincón de su mente, pero Cynthia se negaba a dejarlos salir.

Acompañó a Carrie hasta la cortina, obviando la mirada a la morena, y asintió para darle ánimos mientras se acababa la copa. Poco después, escuchó cómo la nombraban y se obligó a respirar hondo mientras se colocaba en lo alto de la escalera, parpadeando ligeramente ante la luz.

En cuanto vio a su prometido al otro lado, todo lo demás pareció desvanecerse. Cynthia se obligó a mostrar una sonrisa comedida mientras bajaba los escalones con cuidado de no tropezarse con los tacones. No tenía ojos para nadie más y cuando se colocó a su lado, la rubia apretó su mano, ampliando ligeramente su sonrisa.

— Señor Lancaster, está arrebatador esta noche. — susurró, girándose para que los invitados les observaran antes de comenzar a bajar las escaleras para reunirse con sus familiares en la mesa. Sintió la mirada de Eros en su dirección y a pesar de que no la evitó, su sonrisa titubeó unos segundos.

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El tan esperado día había llegado y Maddock no podía estar más tranquilo. Reflexionar acerca de su situación lo hacía sentirse privilegiado, porque a diferencia de muchos esa noche, él había elegido a la persona a la que le estaría dando la mano esa noche.

Su unión con Cynthia podría no ser la sorpresa del año, nadie se llevaría las manos a la cabeza al ver sus apellidos entrelazados, pero la tranquilidad que eso suponía para él era mejor que la incertidumbre de estar con alguien que para él no suponía nada. La Slytherin era su otra mitad, lo comprendía y por sobre todo, confiaba en él, ¿qué más podía pedirle a la vida?

Se marchó a la mañana a casa de sus padres, su madre había insistido en darle privacidad a la rubia para que pudiera prepararse y darle una sorpresa. Maddock sabía bien que, aunque la viese durante cada paso, no dejaría de quitarle el aire al verlo, pero aceptó.

Él mismo se tomó su tiempo para prepararse, había elegido un traje oscuro, que iría a juego con el de Cynthia independientemente de lo que la rubia hubiera elegido para la noche.

Entró en la sala que le separaba del resto, y evitó el alcohol. Según la lista, saldría justo después del anfitrión, y al ver su expresión de estreñido Mad se recordó la suerte que tenía. Él había elegido estar ahí, ¿cuántos de allí podrían decir lo mismo?

Cuando lo llamaron por su nombre salió a la puerta, dando los pasos necesarios para llegar hasta el centro de la escalera. Tal y como lo había predicho, Cynthia brillaba por sí sola. Extendió su mano hacia ella, inclinándose para besar su mejilla y sonriendo al escucharlo.

—No sabes lo feliz que me hace saber que voy a compartir el resto de mi vida contigo— respondió, porque no había un adjetivo para describirla, así que optó por la bruta honestidad antes de girarse. Y ojalá se hubiera llevado una bonita sorpresa.

Frunció el ceño al ver la imagen que habían elegido de él. Su expresión fue tan evidente mientras se veía a sí mismo, en el peor ángulo posible. Buscó a su madre entre la gente, y aprovechó para echarle una mirada que indicaría que tendrían una charla mientras bajaba las escaleras.
 

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Cuando anunciaron el baile, Rosie no esperaba tener un día tan ajetreado. Una parte de ella deseaba que su madre quisiera pasarlo con ella, ayudarle a preparse después de imponerle esa alianza con los Shelby. Sin embargo, se pasó la mañana en casa de la familia que se convertiría en la suya en cuanto su unión con Cepheus estuviera confirmada.

Le gustaría decir que se había llevado una buena impresión de sus suegros, pero no fue el caso. Sonrió en todo momento, asintió cuando tenía que hacerlo y se comportó como la señorita educada que siempre era cuando otros la observaban. Los Shelby le resultaban imponentes, y sabía que debía dar una buena impresión... No estaba esperando que hubiera llegado a oídos del padre de su prometido el incidente que tuvieron, mucho menos que las amenazas de castigarlo fluyeran tan abiertamente sobre la mesa, como si la pelirroja tuviera que quedarse más tranquila al saber eso.

Habían sido demasiadas revelaciones para una sola tarde, y Rosie no estaba segura de cómo sentirse al respecto. Las cicatrices que llenaban los brazos de Cepheus también la tomaron por sorpresa, pero ¿cómo preguntarle al respecto sin ser maleducada? ¿Debería importarle lo que ocurriera en la casa de los Shelby a puerta cerrada?

Se marchó de la casa de Cepheus después de comer para tener tiempo suficiente para arreglarse antes de que se vieran por siguiente vez aquel día en la casa de los Simmons. Rosie se encargó de sí misma, sonriendo a su reflejo en el espejo al ver el vestido que Orion le había ayudado a elegir... En cuanto su madre entró por la puerta negó con la cabeza, ordenándole cambiarse.

Se sintió tentada a discutir con ella, pero tras el primer intercambio de palabras Rosie asintió con la cabeza y buscó en el armario la segunda opción que había elegido. Un vestido del mismo color rojo brillante que haría resaltar su piel y su figura, pero un poco más modesto.

Llegó al lugar acompañada de sus padres, agradeciendo que Jeanne le confirmara que estaría allí esa noche. Además, tenía el consuelo de que se encontraría también con Orion y Lise, así que la noche sería un poco menos tediosa.

Entró en la sala asignada para las chicas que se comprometerían esa noche, y saludó tanto a Cynthia como a Carrie antes de acercarse a Anelise para apretar sus manos, en un intento de darle algo de confianza.

—Estás guapísima— afirmó, antes de dejar un beso suave sobre su mejilla y ponerse en fila cuando la llamaron por su nombre. Miró hacia atrás una última vez, inhalando profundo e intentando no poner mala cara mientras caminaba en dirección a Cepheus, que ya la esperaba.

¿Se veía ella tan incómoda como él? Rosie frunció ligeramente al verlo,  pero aun así siguió andando.

—¿Estás bien?— susurró, aunque para ella fuera fácil asumir que simplemente no deseaba estar ahí. Vio su imagen al lado del joven Shelby, y fingió la mejor sonrisa que podía mientras bajaba por la escalera antes de saludar y presentarse ante sus padres.

31.12.2019 + RESIDENCIA SIMMONS