El ataque al callejón dejo mella en muchos y su familia no fue diferente. Su padre había tenido bastante suerte comparado con otros negocios, los destrozos no habían sido tan costosos como podrían haber llegado a ser. El material había estado bien protegido, aparte de algunas cosas cercanas a los escaparates habían podido organizarlo todo bien. Su padre no tardó en arreglar los cristales y dejar todo a punto. Los pedidos por encargo les salvaron lo que restaba de mes.

Era triste pensar que por lo sucedido la gente no se acercaba tanto al callejón, pero tampoco los podía culpar. Morgana esperaba que en las próximas semanas todo volviese un poco a la normalidad, no quería que el negocio de su padre fuese mal. Estaba siendo un poco exagerada al respecto, la gente confiaba en la tienda de su padre, aunque no fuesen al callejón no había dejado de recibir correo. Eso era lo importante que debía recordar, además de la idea de habilitar la chimenea para unas horas al día para la gente más temerosa. Era un riego por tener que estar vigilando, pero al menos podían olvidarse de otros problemas.

Aparte de los problemas familiares estaba todo lo sucedido con Zephyr y Arthur. La sensación de mierda en su estómago estaba ahí, había conseguido tanto en esa tarde y luego todo se fue a la mierda. Verlo herido por intentar protegerla fue una mierda, pero lo peor fue su puto orgullo. Ellos estaban en unos términos y Morgana no había podido dejarlo marchar. Por mucho que la preocupación la hubiese bañado había sido una hija de puta. Encima de todo no había sido capaz de responder a la carta y estaba más nerviosa que nunca por volver al puto colegio.

Intentó borrar todos los pensamientos cuando la campana de la entrada sonó, poniendo su mejor sonrisa y asomándose por el mostrados para atender a la encantadora persona que entrase.

—Buenos días, bienvenido, si necesita algo no dude en comunicarlo — su tono de vendedora era obvio, pero no fue hasta que lo vio dar un par de pasos que se dio cuenta que ya no podía esconderse en la trastienda.  

03.01.20  — The swift broom

Debería tener algo de orgullo después de que Morgana lo ignorara en múltiples ocasiones, pero el orgullo no era precisamente su característica más potenciada. Incluso aunque tenía la sospecha de que la historia entre ellos estaba acabada, no había dejado de pensar en ella y lo único que quería era asegurarse de que se encontraba bien a pesar de todo.

La carta fue el primer pasó, y también la primera puerta cerrada. No debería haberse tardado más que un par de días an responderla, pero su lechuza regresó sin un sobre, y ninguna otra le tocó la ventana.

Debería haberlo pensado mejor antes de vestirse esa mañana y dirigirse al callejón. Seguía estando bastante vacío para lo acostumbrado, pero lo encontraba normal teniendo en cuenta las circunstancias. Incluso él tenía algo de miedo estando allí, como si fuera a cerrar los ojos y a encontrarlo todo derruido frente a él de un segundo para otro.

Caminó hacia la tienda, y aunque delante de la puerta tuvo que darse un pequeño discurso, reunió la valentía para entrar. La voz de Morgana fue lo primero que escuchó, y no lo puso menos nervioso.

—¿Estás muy ocupada?— preguntó, dándose cuenta de que parecía estar sola en la tienda —. Puedo volver en otro momento— dijo, aunque no parecía que hubiera un gran flujo de personas en el callejón como para pensar que no tenía tiempo para él. Al menos allí, frente a frente, se quedaba un poco más tranquilo.
 

03.01.20  — The swift broom

Ahí tenía su oportunidad. Podía decirle a Arthur que se marchara y lo dejase tranquila, porque no podía hablar con nadie que no fuese a querer comprar algo en la tienda, pero no podía. Primero porque podría querer comprar algo y segundo porque su padre saldría a preguntar porque la campana había sonado dos veces a tal velocidad cuando apenas había clientes esos días.  Para él, cualquier oportunidad era una compra, hasta cuando solo entraba para esperar a alguien.

— No hay mucho trabajo estos días — comentó, mirando a su alrededor y haciendo una mueca. Hasta el banco había estado teniendo problemas, estaba seguro que los gnomos no estaban muy felices con la situación en cuestión. Morgana no era nadie para decir nada, pero cuando tuvo que ir a por cambios, fueron más desagradables de lo habitual.

Hizo una pequeña mueca, sin saber muy bien que decir. Se estaba sujetando las ganas de abrazarlo, preguntarle si sus heridas habían sanado por completo. Lamentablemente iría en contra de toda la pantomima que había intentado montar.

— ¿Tus padres no te han dicho nada por venir al callejón? — Era consciente de lo escéptica que estaba siendo la gente en esos momentos y no dudaba que los protectores padres de Arthur podrían serlo también.

¿Habría mentido para ir allí? Pensarlo le revolvió el estómago, no podía evitar pensar en la carta que tenía en el piso superior y que había dejado a un lado, como si responderla pudiese dejarla sin manos. Realmente estaba huyendo como una cobarde, no se reconocía en un maldito espejo.

03.01.20  — The swift broom

—Habéis hecho un buen trabajo con la tienda— comentó, mirando a su alrededor. Estaba claro que habían invertido bien su tiempo en las reparaciones, había otros lugares que estaban tardando bastante más en abrir sus puertas nuevamente. Arthur no quería pensar en los motivos, porque apenas había querido revisar el periódico por si acaso encontraba algún nombre conocido entre las bajas, pero estaba seguro de que los dueños de más de una tienda habían fallecido.

—No les he dicho a dónde iba— explicó, dando un par de pasos para acercarse. Su atención fue hacia algunos de los artículos de Quidditch que estaban por ahí, solo porque algo le decía que el padre de Morgana no estaría particularmente feliz si alguien entraba a su tienda en ese momento tan difícil y salía con las manos vacías.

No podía permitirse ninguno de esos elementos exclusivos que guardaba con tanto esmero, pero sí tal vez unos guantes nuevos. No era que fuese a darles demasiado uso teniendo en cuenta la temporada actual en Hogwarts, pero ¿por qué no? Sus padres le habían dado dinero por navidades.

—Te he escrito cartas— dijo, impulsado por esa misma valentía que había movido sus pies hasta allí para encontrarla —. Morgana, honestamente... Solo quería disculparme contigo— añadió, antes de que la chica tuviera la oportunidad de echarlo, se alejó un par de pasos para fingir interés en los guantes... Suponía que era la primera estrategia para que la chica no lo pateara fuera.
 

03.01.20  — The swift broom

Morgana miró al chico, su rostro mostrando una expresión tranquila que no sentía. Los nervios la carcomían, pero al mismo tiempo no podía evitar ser ella. Esa chica que siempre tenía respuestas para todo y que nada parecía sorprenderla. Que Arthur estuviese ahí lo hacía y mucho. Ojalá hubiese podido hacer algo diferente, decirle que si se preocupaba por él, que todo lo que estaba sucediendo era un juego para poder llamar su atención cuando él parecía no mirar.

— Hemos tenido suerte, no tuvimos muchos daños el día del ataque, pero no es lo mismo con los clientes físicos — comentó, una sonrisa forzada en sus labios. Su padre se lo tomaba con filosofía, como si el dinero gastado en el material roto no importase —. Mi padre tiene bastantes encargos, así que no esta preocupado por el momento — explicó, porque era lo importante del imperio de aquella tienda. Tenían clientes que llevaban más años comprando allí de los que tenía Morgana.

Aquello tenía sentido, pero no pudo pronunciar nada diferente a un simple «Ah» como si fuese más que suficiente para dejar claro que entendía la razón de no decírselo a sus padres. Lamentablemente, por mucho que quisiera seguir alargando el tema, no parecía que pudiese hacerlo. La mención de la carta puso algo de tensión sobre sus hombros, pero después vino la disculpa y por alguna razón le supo a veneno de sapo en la lengua.

— ¿Por qué te disculpas Arthur? — Preguntó, más seca de lo necesario, no era culpa del muchacho lo que había sucedido en el callejón. Morgana seguía estando dolida por ciertas cosas, por la poca falta de iniciativa que había tenido con ellos, pero sabía como se sentía respecto a él. Podría tirar su orgullo por la ventana, pero si Morgana era algo era leal a sí misma, por encima de todo y romper el acuerdo consigo misma tan rápido le dolería más todavía.

03.01.20  — The swift broom

Le alegraba que el ataque no hubiera afectado demasiado la productividad de la tienda, aunque no estuvieran recibiendo visitas, al menos tenían una fuente de ingresos y eso ya era más que algunas de las tiendas que vivían de las personas que se movían por el callejón. Entendía que estuvieran preocupados por salir, sus padres también lo estaban, y por eso Arthur no mencionó su destino cuando abandonó su hogar esa mañana.

—Eso está bien, poco a poco la gente irá recuperando la confianza... En especial si los aurores nos dan una respuesta pronto— comentó, esperando que estuvieran trabajando en ello de la forma tan ardua que describían en los periódicos. Intentaba tener esperanza, aunque considerara que a esas alturas ya deberían tener algún tipo de pista, deseaba pensar que lo ocultaban al público para no entorpecer la investigación.

La expresión de Morgana no lo tomó por sorpresa, la conocía bien y sabía que su orgullo pesaba sobre sus hombros mucho más que otras emociones. No la juzgaba por ello, era capaz de entender dónde se había equivocado, pero estaba tan acostumbrado a las relaciones turbulentas que su temor al compromiso se llevaba lo mejor de él.

—Por no poder decirte en voz alta lo que sentía por ti y esperar que las acciones lo hicieran todo por mi— dijo, dándose cuenta de lo mucho que le costaba mostrarse tan honesto en ese momento —. Lo último que quería era perderte o que pensaras que no te quiero, y espero que sepas que aunque estés con alguien y las cosas no puedan ser como antes... No voy a dejar de quererte— agregó, apartando la mirada por un instante, como si los objetos brillantes de colección de la estantería de repente fueran muy importantes. Sentía que le sudaban las manos, así que las llevó al interior de los bolsillos de su capa para secarlas con disimulo.

—Tampoco hace falta que me disculpes, solo... Prefería decirlo.— El ataque lo había hecho replantearse muchas cosas, como la idea de que prefería hacer uso de palabras torpes para ser honesto, a irse a la tumba dejando cosas pendientes. Un día en San Mungo fue suficiente para darle vueltas, y aunque no podía decir que no se sintiera herido porque Morgana no se hubiera molestado en preguntar por él, dudaba que fuera el momento adecuado para hablar de ello.
 

03.01.20  — The swift broom

Maldito idiota.

Esa mierda podía haberla dicho antes, que viniese a decirle que la quería ahora no funcionaba. Necesitaba algo más, porque ya sabía que la quería de antes y eso no lo negaba. Lo que no le gustaba era su falta de compromiso y parecía que a pesar de todo lo que estaba haciendo seguía careciendo de ese empuje que le indicaba que cerrase lo que estaba a su alcance antes de que se lo robasen.

— No es la primera vez que me dices que me quieres y no es por ser una borde, pero suena a que me lo estás diciendo como si tuviese la culpa de que esto este pasando — la tenía, claro que si. Porque venía ahí, a comunicarle que sin importar nada la seguiría queriendo —. Mira, lo que siempre he necesitado de ti es que sepas tomar las riendas de lo que pasa delante de ti, en lugar de que te quedes como un pasivo esperando que sea suficiente y la verdad es que no te perdono, Arthur — aseguró —. No perdono que no tengas sangre en las venas, que te muevas por lo que quieras y sobre todo, que a pesar de lo que ves, no seas capaz de tomar una maldita decisión y te conformes como si eso fuese lo único que esta en tu mano, despierta de una maldita vez — terminó por decir y le hubiese gustado hacer mucho más, pero entonces la puerta de la entrada sonó.

Morgana tuvo que alzar la vista para ver a los nuevos clientes, sonrió en su dirección, dándoles la bienvenida a la tienda y echando una última mirada a Arthur.

— Si mi disculpas, tengo que trabajar — y ahí estaba ella, moviéndose para alejarse de él, guardando sus lágrimas para cuando estuviese sola. Lo suyo era una farsa si, pero Arthur no dejaría de vivir en una por lo que le quedaba de vida, si no despertaba de una maldita vez.

03.01.20  — The swift broom

Tampoco sabía qué estaba esperando. No le mintió cuando dijo que no hacía falta que lo disculpara, pero sus palabras dolieron más del o que estimaba. Tenía perfectamente en claro que sus decisiones lo habían puesto allí, y en ese punto, ya era indiferente la forma en la que expresara sus sentimientos, era demasiado tarde.

No sabía en qué parte de la conversación la había culpado a ella. Para él, sus palabras intentaban transmitir aceptación: ella estaba con alguien más, y él respetaba eso lo suficiente como para no meterse en medio aunque le ardiera en el pecho. Tal vez debería ser un poco más como Pandora, tener algún gesto que la llevara a dejar a su novio para estar con él, pero ¿y si lo mandaba todavía más a la mierda?

Ni siquiera pudo responderle. La campana de la tienda indicó que alguien había entrado, y Arthur no era estúpido, no iba a interrumpirla teniendo en cuenta la situación precaria en la que se encontraba el callejón.

Sabía que tenía que encontrar una mejor manera de decirle lo que sentía, pero estaba completamente perdido y cuestionando si esa había sido la mejor decisión.

—Nos vemos en el colegio.— Fue todo lo que dijo, antes de darse la vuelta para volverse por donde había venido, con un desazón aun peor que cuando entró.
 

03.01.20  — The swift broom