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Vie 30 Sep - 19:09 por Timelady
Natural enemies
Original — Fantasía — Basado en Chasing Shadows
Una misión sagrada envía a un grupo de cazadores hasta la creciente ciudad de Salem, al otro lado del Atlántico. Les han dicho que el demonio allí campa a sus anchas y que durante generaciones a alumbrado a multitud de infames brujas.
Al menos la existencia de éstas, sí es cierta.

Porque un aquelarre tomó vida en Salem, brujas que conviven con los demás aldeanos y con la naturaleza, alimentándose sus poderes de ella. Pero con las insistentes predicaciones en su contra y el crecimiento del fanatismo muchas empiezan a temer por su futuro. Ya son algunas las que han tenido que refugiarse en el bosque, la llegada de los cazadores solo propicia que las demás también tengan que refugiarse en él, abandonando sus hogares y a sus familias.
O quizá no.
Isobel Sloan
Cazadora — Rhona Mitra — Myshella
Brighid Redwood
Bruja — Tamzin Merchant — Timelady






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Sáb 1 Oct - 12:57 por Myshella
I. Damaged creatures
Llevaba apenas una semana en el Nuevo Mundo y ya había llegado a la conclusión de que, en efecto, si el Mal se empecinaba en pudrir las almas y los valles allá en su tierra, desde la Escocia Natal, pasando por Titangel y hasta los confines de Gales, aquí en este otro lado del océano la extensión de ese Mal era aún mayor.

Siglos de oscuridad, alejados sus habitantes de la Luz del Señor debían explicar tal desastre, seguramente.

Pero a ella tan sólo le parecía que llegaban tarde. Y que debían darse prisa en poner remedio, o no habría modo de enderezar nada.

Sus compañeros se aventuraban ya en el bosque; buscaban indicios que indicaran aquellos rincones entre maleza, o cuevas, que les daban refugio. Y, a ser posible, desvelar al menos en parte el escalofriante misterio del porqué ese bosque las protegía. Literalmente.

Porque se había vuelto en contra de ellos, en la primera ocasión en que dieron con las brujas.

Sin embargo Isobel había permanecido en el pueblo, antendiendo otras cuestiones que, si a simple vista parecían de menor importancia, resulta que, a su entender, lo eran más.

Afinidades femeninas, pensó. Sin duda era ese espíritu suyo el que, a diferencia del resto de cazadores, varones todos, la llevó a darse cuenta de que lo primero que debían tener bien afianzado era el control de sus famílias. Des de un padre a un pretendiente.
Porque por mucho que pudiera ser cierto que algunos desconocían la auténtica naturaleza de las brujas, el amor, en todas sus versiones, lleva al ser humano a cometer locuras.

Así, fue a ver al párroco. Y le pidió que congregara a cuanto familiar o antiguo amigo de esas mujeres estuviera en Salem.

Uno no fue. Justo el padre de la bruja de fuego que había intentado quemarla.

-¿Donde está su casa?-preguntó.

Se la indicaron enseguida, solícitos, brazo al frente y dedo acusador en alto.

E Isobel, bien sujeta la empuñadura de su claymore, empujó la puerta...cuidadosa, lentamente, para entrar en la guarida del Demonio.

¿Qué esperaba encontrar allí?

Básicamente, a un pobre hombre incapaz de traicionar a su hija. Aunque en realidad ésta no lo fuera. Aunque fuera hija de Satanás.
A fin de cuentas, pensó ella, no sin tristeza, bien debia haberla criado como propia...pobre iluso.
Isobel — casa de la bruja — Salem




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Lun 3 Oct - 18:37 por Timelady
I. Damaged creatures
Estaba corriendo un alto riesgo, eso lo sabía. Pero no podía marcharse sin más. No podía simplemente desaparecer. No le parecía bien y correcto. Al menos debía despedirse.
Solo había avisado a Margaret y había aceptado que las demás no irían a por ella si se encontraba en peligro. Hacía aquello bajo su propia responsabilidad. A pesar de ser la más joven, ya no era una niña, y tenía que actuar en consecuencia.
Aquella mañana, al salir al bosque para buscar algunas provisiones y raíces útiles para sus pociones había desviado su camino y regresado a la aldea.

Había hecho uso de las facultades de la piedra que le habían entregado, ocultando su presencia mientras recorría la distancia del bosque hasta su hogar. Había sorprendido a su padre, pero la había recibido con el más cariñoso de los abrazos, al tiempo que le decía lo peligroso que era estar allí con los cazadores rondando.
Se pusieron al día y tuvo que contarle todo lo que había pasado, con los aldeanos que las siguieron a la cabaña, con los cazadores en su primer encuentro. Había llorado en sus brazos la pérdida de sus hermanas y buscado consuelo por si volvía a suceder.

Estaban en la cocina, junto al fuego del hogar. Brighid preparaba un puchero para su padre, del que pudiera alimentarse unos días al menos. Y también le había dejado algunas hierbas y la receta del remedio que le aliviaba los dolores de espalda que sufría a menudo. Quería asegurarse de que se encontraba bien. De que no pasaría penurias si ella no regresaba nunca más.

En ese momento, ambos fueron conscientes de que alguien entraba en la casa. Cuando la figura llegó hasta la cocina, Brighid vio a su padre interponerse entre ambas, pero pudo reconocer a la mujer que estaba con los cazadores. A la que era una de ellos.

- ¡Marchate de aquí! ¡No tienes derecho a estar en mi casa! -Espetó su padre, sin ninguna intención de dejar que le hiciera daño alguno a su hija. Mientras la pelirroja estaba más que preparada para utilizar el fuego en su defensa y huir de allí con su padre si era preciso. No le iban a hacer nada por protegerla a ella.
Brighid — Casa — Salem




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Jue 6 Oct - 18:29 por Myshella
I. Damaged creatures
El hombre estaba en casa, sí.

Pero tras él también lo estaba el demonio de pelo rojo. El mismo que había invocado llamaradas procedentes del mismísimo infierno, allá en el bosque en el que murió el más joven de los Escogidos por Nuestro Señor.

Isobel echó mano enseguida a su claymore, con la destreza de quien lleva una vida entera aprendiendo a considerarlo una extensión de su propio brazo, de su propio ser.

Previsora, buscó sin embargo parapeto tras el alféizar de la primera puerta que le vino a mano- es decir, la que separaba la cocina de la primera estancia de la casa- e interpuso, medio cerrada, la hoja de la misma.

Mejor que ardiera la madera que ella, ya de entrada.

-¡No sea necio y aléjese de ella!-gritó al dueño de la casa- ahora que sabe usted que no es su padre, no tendrá miramientos. ¡Por Santa María, hombre de Dios!¿Acaso no ha entendido aún que cobija a una Hija de Satanás?

Mientras le increpaba -podría decirse que con la vana esperanza de que, por unos segundos, recapacitara y se diera cuenta del tremendo error en que se encontraba- Isobel intentó hacerse una idea del entorno, y de qué podría usar tanto para mantenerse a resguardo hasta alcanzarla, como para evitar al mayor.

Porque, a fin de cuentas, había sido víctima de un engaño, por años. La esposa que ya no le acompañaba, sin duda bruja también, que la condición se hereda, le había mantenido a lo largo de toda una vida...-¿cuantos años tendría la maligna?¿20, quizás? -Por dos décadas completas le habían hecho creer que era suya. Y, como a tal, la había criado.

Pobre hombre.

Mientras pudiera evitarlo, no tenía intención de dañarle a él.

Aunque bien sabía, por otro lado, lo que pensaría su maestro acerca de tales debilidades. Y qué le estaría diciendo en ese momento.

"Concéntrate en tu deber, Isobel. Si él es inocente, Dios le acogerá en su Gloria. Piensa que, marcado por tanto tiempo de convivencia con el Diablo, si le perdonas hoy intentará por todos los medios posibles acabar contigo mañana".
Isobel — casa de la bruja — Salem




Última edición por Myshella el Miér 12 Oct - 21:45, editado 1 vez


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Vie 7 Oct - 13:39 por Timelady
I. Damaged creatures
Brighid fue testigo de la expresión de la Cazadora y también de la forma en que retrocedió para usar la puerta de escudo. Era imposible que no apareciera en su rostro una sonrisa de satisfacción, esa que dibujaba cuando hacía una travesura, ahora la provocaba saberse lo bastante poderosa como para hacer que una asesina de brujas tuviera miedo.

Sin embargo esa expresión se borró y se tornó en incredulidad cuando aquella mujer pretendió que su padre colaborase con ella y no solo eso que la entregase, diciendo que no era su hija, que la había engendrado el mismo diablo.
- ¡No eres más que una fanática! -Espetó sin cortarse.- Nada de lo que dices es cierto.

Su padre asintió.- Estuve allí el día en que mi hija nació y fui el primero en tomarla en brazos y en ver sus ojos, los ojos de mi familia. Si hay aquí alguna envida del maligno eres tú. Tratando de asesinar a mujeres que nunca han hecho ningún mal a este lugar. -Brighid se sintió orgullosa de su padre, pero también preocupada. En el bosque había visto cómo defendían sus ideales aquellas gentes. No eran capaces de razonar.- Habéis envenenado las mentes de Salem. -También ella lo pensaba. No entendía si no por qué aquellos con los que habían convivido tanto tiempo, a quienes habían ayudado o junto a quienes habían crecido habían dado refugio a esas gentes. Y les ayudaban a perseguirlas.
Brighid — Casa — Salem




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Miér 12 Oct - 22:00 por Myshella
I. Damaged creatures
Fanática, la llamaba.
¡Fanática!
Reiría, de ser algo más propicia la ocasión.

Fanática...

Debería ver a Rupert. O a algunos de los Hermanos mayores, dejados en Titangel. Debería verla a ella misma, no más de unas noches antes, jugando a cartas con Cassiel en el barco que los traía y aventurándose a imaginar vidas distintas. Vidas en las que las diablesas como ella no hubieran marcado a fuego su destino y su deber.

No rió; apenas esbozó una media sonrisa cínica, acompañada de un bufido.

Lo que sí la llevó a dar un respingo, agazapada tras la puerta mientras intentaba encontrar la inspiración divina que le indicara como llegar hasta la bruja sin salir ardiendo, fue ese habéis envenenado las mentes de Salem que le acababa de soltar el viejo.

Sí, el viejo. Porque la deferencia hacia él se le cayó directamente a los pies cuando le soltó semejante sandez.

-¿NOSOTROS?-le gritó-¡No me venga con cuentos!¿Sabe usted donde queda Escocia, por casualidad?¿Donde queda Inglaterra, donde queda Gales?¡Hemos atravesado el océano para acudir a la llamada de socorro de un pueblo cuyo nombre no habíamos oído en toda nuestra vida, ninguno de nosotros! FUERON SUS VECINOS LOS QUE NOS PIDIERON QUE VINIERAMOS. ¡Los que hablaron de mujeres dando a luz demonios! ¿A mí que me cuenta? No es culpa mía que estuviera usted tan ciego ¡Y HASTA UN NIÑO SABE QUE LAS BRUJAS ADOPTAN LA APARIENCIA QUE QUIEREN!¿Cómo no va a tener sus ojos?¡No me sea iluso, por Dios!

Chasqueó la lengua, antes de añadir

-Se muy bien que la ha criado. Ellas no pecan de tontas, precisamente. Se la pusieron en los brazos, nada más nacer, para convertirle a usted en su protector-no es que le fuera a convencer, desde luego. Pero necesitaba que, al menos, titubeara por un par de segundos.

-Mírela bien. De cerca. Es más, si tanto conoce usted a su "hija", ¿puede asegurarme que no tiene ninguna marca en la piel? El Diablo marca a los suyos; generalmente, en la cara interna del muslo, o sobre el pecho. Oculta a la vista. ¿Está usted completamente seguro de que ella no tiene esa huella?

A poco que, por lo menos, se volviera el hombre a mirar a la otra, podría ella salir de su escondrijo y abalanzarse sobre el padre.

Sobre el padre, para retenerle. Y para mantenerlo ante si, a modo de escudo.

Isobel — casa de la bruja — Salem




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Sáb 15 Oct - 19:57 por Timelady
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Su padre tenía toda la razón. Esa gente, desde que habían aparecido en las colonias, habían ido envenenando las mentes de todo el que hubiera querido escucharlas. Todo había cambiado demasiado rápido, no era natural que se hubieran vuelto contra ellas de ese modo. Contra quienes siempre habían ayudado a todos de un modo u otro.

- ¿Dando a luz demonios? Y dónde están, a ver, esos demonios nacidos de dios sabe quién... porque aquí lo único parecido es un malparto. Y de esos hay miles en todo el mundo, con o sin brujas. Hasta el más ignorante sabe eso, sin necesidad de saber de mapas. -Y lo cierto es que su padre lo sabía. Su padre era un hombre culto, de los más cultos de Salem. A ella le había enseñado a leer y escribir y los mapas para que supiera más que de la naturaleza que tanto la atraía.

Pero también era un hombre paciente, aunque duro. Y esa mujer estaba agotando su paciencia con más velocidad que nadie que hubiera visto, solo porque estaba atentando contra ella. Y normalmente la que tenía la mecha corta era ella, pero en ese momento solo podía ver que su padre estaba en un peligro en el que no quería verle y no sabía cómo hacer para sacarle de allí y librarse de esa mujer de una vez sin destruir todo lo que conocía.

- ¿Y tú a cuántas brujas has visto, muchacha? -Preguntó su padre, cada vez más enfadado.- Porque si por manchas es, ya puedes ir a buscar a James, el porquerizo y dejarnos en paz de una vez. -En esas se giró para echar mano del atizador, iba a intentar echarla por las malas.

- Padre, ¡no! -Trató de frenarle.

- Ya me he hartado, si no se quiere ir por las buenas, la tendré que echar por las malas. -Y en ese momento la puerta se movió.
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Miér 18 Ene - 21:14 por Myshella
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No es que no le escuchara.
Al hombre, al viejo. A aquel cuya mente había sido carcomida, lentamente, por la sibilina voz de...de no sólo una hija del demonio, sino dos.

Porque a esas alturas del intercambio de acusaciones Isobel estaba segurísima de que la madre de aquel engendro de pelo rojo- ¡Por Dios, si es que encima tenía el pelo rojo!¿Nadie le había enseñado a aquel iluso que esa era una marca inequívoca, la más visible, la más clara de todas?-era bruja, también. Lo había sido.

Y, aunque convencida de que le habían estado suministrando pócimas para mermar su criterio, para embaucarle y someterle a ellas, su paciencia, en aquel momento, empezaba a brillar por su ausencia.

No es que no le escuchara, pero estaba haciendo un esfuerzo claro y contundente por ignorar sus provocaciones y centrarse en lo importante: retenerlo. Usarlo para llegar hasta la maligna.

Su momento llegó cuando el viejo se giró, para hacerse con algo con lo que enfrentarse a ella.

Entonces Isobel saltó directamente hacia él, perdiendo apenas tiempo en darle un soberbio empujón a la puerta.

Ella era más joven, más fuerte y, sobre todo, más experimentada.
Y tenia a Dios de su parte.
Era un soldado de Dios.

Torcerle la muñeca y plantarle su claymore en la garganta, ponerle ante sí, como escudo humano, no debía suponer esfuerzo alguno...¿verdad?
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Miér 18 Ene - 21:14 por Dice Roller
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Sáb 18 Feb - 13:46 por Timelady
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Todo pasó muy rápido ante sus ojos, no había sido capaz de detener a su padre en su furioso avance y lo único que pudo hacer fue prepararse para defenderlo y atacar a la intrusa que estaba amenazando la seguridad de su hogar. Aquella mujer era fuerte y no tuvo problemas en desarmar al hombre y ponérselo de escudo.

- Deberías habernos dejado en paz. -Dijo ella.- Al menos a él que no te ha hecho nada. -Era lo que no entendía, ¿por qué habían tenido que molestarle? Su padre solo conocía de la magia lo que había visto en su madre y ella, y jamás le había hecho daño a nadie. ¿Por qué tenían que ponerse en contra de él?

Lo primero que necesitaba era que aquella mujer le soltase, que le dejara en paz. No podía hacer nada demasiado peligroso para no poner en peligro su familia ni su hogar. Así que optó por desarmarla. Se concentró en el calor de la chimenea y con su mano lo encauzó hasta llegar al arma de la mujer, arrastrándolo por la hoja y hasta la empuñadura, haciendo que su mano tuviera que soltarla a riesgo de quemarse si no lo hacía.
- Suéltale. -Pronunció, despacio, esperando que obedeciera o sería peor.
Brighid — Casa — Salem




Última edición por Timelady el Sáb 18 Feb - 13:52, editado 1 vez


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