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Las aventuras de dos hobbits
INSPIRED
Libros
One on One
Todo comienza en Hobbiton, La Comarca. Cuando Esmeralda Bilberry y Robin Greenhill par de jóvenes y curiosos hobbits se les ocurre ponerse a espiar la reunión que tenía Gandalf el Gris con los enanos de la Compañía de Thorin Escudo de Robles en Bolsón Cerrado, hogar de Bilbo Bolsón. Por ahí dicen que la curiosidad mato al gato y es justo lo que paso con ellos, se sintieron intrigado por todas las maravillas que contaban los enanos de sus tierras y tomaron una decisión… querían verlas. Por supuesto, los chicos no pensaron en los peligros que el camino les podía presentar. Solo imaginaron lo bonito. Las montañas, las piedras preciosas y monedas brillantes ocultas en Erebor. Los majestuosos salones ocultos en aquellas cuevas. Sin contar de que de seguro tendrían que cruzar otras tierras. ¿Conocerían elfos? ¡Lo más probable que sí!
Según Esmeralda y Robin nadie se tenía porque enterar de que ellos se colarían en su viaje. Nadie los invito, pero igual se quería aventurar. Si mantenía su distancia de la compañía podrían hacer un viaje seguro sin que se dieran cuenta de su presencia y si algo malo pasaba igual podían llegar hasta ellos y decir… “Hola, estuvimos todo el tiempo allí atrás, ayuda por favor.” Pero claro, el mago era más astuto que ellos y en muchas ocasiones sin que los hobbits se enteraran les salvaba el pellejo de algún peligro. A Gandalf no lo podían burlar, aun cuando toda la compañía de enanos y Bilbo ni se hubieran enterado de que había polisones en el viaje.
Robin y Esmeralda no solo vivirían la aventura de su vida, sino que el viaje los haría acercarse más, el uno al otro. Pues solo se tenían a ellos dos para poder sobrevivir… bueno y a Gandalf, pero ellos ese detalle aún no lo sabían. Entre momentos bonitos, emocionantes, pero también de miedo y tristeza, vivirían esta aventura. Para cuando fue el viaje de vuelta a casa ya no eran los mismos hobbits que salieron de casa.
Según Esmeralda y Robin nadie se tenía porque enterar de que ellos se colarían en su viaje. Nadie los invito, pero igual se quería aventurar. Si mantenía su distancia de la compañía podrían hacer un viaje seguro sin que se dieran cuenta de su presencia y si algo malo pasaba igual podían llegar hasta ellos y decir… “Hola, estuvimos todo el tiempo allí atrás, ayuda por favor.” Pero claro, el mago era más astuto que ellos y en muchas ocasiones sin que los hobbits se enteraran les salvaba el pellejo de algún peligro. A Gandalf no lo podían burlar, aun cuando toda la compañía de enanos y Bilbo ni se hubieran enterado de que había polisones en el viaje.
Robin y Esmeralda no solo vivirían la aventura de su vida, sino que el viaje los haría acercarse más, el uno al otro. Pues solo se tenían a ellos dos para poder sobrevivir… bueno y a Gandalf, pero ellos ese detalle aún no lo sabían. Entre momentos bonitos, emocionantes, pero también de miedo y tristeza, vivirían esta aventura. Para cuando fue el viaje de vuelta a casa ya no eran los mismos hobbits que salieron de casa.
Esmeralda Bilberry
32 años — Hobbit — Markella Kavenagh— Shooting Star
Robin Greenhill
33 años — Hobbit — Elijah Wood — Rising Sun
∞
- Tablilla de Post de Rol:
- Código:
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1. ¿TIENES GANAS DE UNA AVENTURA?
CASA DE BILBO
NOCHE
ESMERALDA
Todo comenzó con la presencia de un extraño hombre que llegó a Hobbiton, la Comarca. Sin duda alguna, aquel hombre era conocido por varios hobbits de la zona y su padre había dicho que se llamaba Gandalf el Gris.Lo que le pareció más extraño a Esmeralda es que ese día se fue directamente hacia la casa de Bilbo. Un hobbit muy amable pero querendón a su hogar, no hablaba mucho con él porque tenía su propio círculo social y tenía que reconocer que su favorito era precisamente su gran y leal amigo Robin.
Esmeralda solía ser muy curiosa y la realidad es que estuvo muy pendiente del mago, pues claro que le habían señalado que era un mago o un Istari, el asunto es que era muy diferente a ellos y al pasar por su lado habría jurado que le había dedicado una amable sonrisa.
La pequeña de cabello frondoso y grandes ojos azules, luego de aquella anécdota se fue directamente a la casa Greenhill que como todas era pequeña, con un gran jardín y se veía que se esmeraban en este — ¿Viste quién llegó por estos lados?— preguntó con un tono divertido. El asunto es que se lo terminó diciendo y lo estuvieron observando como dos pájaros curiosos hasta bien entrada la noche, hasta se habían saltado la cena pero ahí se mantuvieron mientras charlaban. —Shhst… Yo también tengo hambre pero sí que me parece extraño que haya pasado todo el día por la casa de Bilbo. — Es que ahí se mantenía el anciano con tranquilidad cuando de la nada a esas horas comenzaron a llegar ¡enanos!
Uno..dos, tres y cuatro entre muchos otros que llegaban de manera individual o en pareja. Hasta habría jurado que en una llegaron cuatro de ellos ante la perpleja reacción de Bilbo.— Vamos…no puedo quedarme con la curiosidad.— No iba a ser difícil colarse en la casa y así fue, el problema es que si se escondieron para no quedar a la vista de ellos, y muertos de hambre no fue tan sencillo, Esmeralda solo miró a su mejor amigo porque lo mejor que podían hacer era mantener silencio.
Esmeralda solía ser muy curiosa y la realidad es que estuvo muy pendiente del mago, pues claro que le habían señalado que era un mago o un Istari, el asunto es que era muy diferente a ellos y al pasar por su lado habría jurado que le había dedicado una amable sonrisa.
La pequeña de cabello frondoso y grandes ojos azules, luego de aquella anécdota se fue directamente a la casa Greenhill que como todas era pequeña, con un gran jardín y se veía que se esmeraban en este — ¿Viste quién llegó por estos lados?— preguntó con un tono divertido. El asunto es que se lo terminó diciendo y lo estuvieron observando como dos pájaros curiosos hasta bien entrada la noche, hasta se habían saltado la cena pero ahí se mantuvieron mientras charlaban. —Shhst… Yo también tengo hambre pero sí que me parece extraño que haya pasado todo el día por la casa de Bilbo. — Es que ahí se mantenía el anciano con tranquilidad cuando de la nada a esas horas comenzaron a llegar ¡enanos!
Uno..dos, tres y cuatro entre muchos otros que llegaban de manera individual o en pareja. Hasta habría jurado que en una llegaron cuatro de ellos ante la perpleja reacción de Bilbo.— Vamos…no puedo quedarme con la curiosidad.— No iba a ser difícil colarse en la casa y así fue, el problema es que si se escondieron para no quedar a la vista de ellos, y muertos de hambre no fue tan sencillo, Esmeralda solo miró a su mejor amigo porque lo mejor que podían hacer era mantener silencio.
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1. ¿TIENES GANAS DE UNA AVENTURA?
CASA DE BILBO
NOCHE
Robin
Robin había estado aburrido todo el día. Ya había hecho de todo lo que era posible hacer allí. Según él, claro está. Pues lo decía desde la ignorancia de su juventud. Añoraba qué lo sacarán de ese fastidioso aburrimiento. Igual no se quejaba porque de lo contrario sus padres encontrarán la forma de “entretenerlo” ya saben, poniéndolo, alimentar las gallinas, regar las plantas… o peor aún ayudar a su padre con los cultivos. Cosa que no le hacía nada de gracia. A él le gustaba comerse las fresas, no sembrarlas. Pero para su padre eso resultaba divertido. Bueno, ahí cada quien con sus gustos.
Lo que sí cuestionaba de ellos era su sentido de paranoia extrema. Pues mucho se hablaba del mago que solía visitar la Comarca. Sin embargo, las palabras que salían de los Greenhill sobre el anciano no eran del agrado. No les agradaba el mago. Según ellos, solo venía a Hobbiton a sonsacar a los hobbits más jóvenes para irse derechito a la locura y el peligro. Uh, ya lo imagino hablando de pestes de Bilbo Bolsón cuando se enteran de que recibió a Gandalf “Otro más que cayó en su juego" dirían aun sabiendo que Bolsón era muy apegado a su hogar a diferencia de otros. Por su parte, ellos juraban que su hijo no sería uno de esos. No lo permitirían. Robin, por otro lado, como era terco como una mula, dudosamente obedecerá a sus padres si se le prestaba la oportunidad. Después de todo ya había cumplido la mayoría de edad, no hacía mucho tiempo. Así que técnicamente ya no tenían control sobre él. Por suerte el chismesito de la visita de Gandalf aún no llegaba a sus oídos, por ahora.
Robin tampoco tenía idea hasta que él recibió su propia visita. — No me digas que se trata de quien creo que se trata? — preguntó intrigado a su mejor amiga Esmeralda, quien estaba por salvarlo de morir de aburrimiento. No se lo pensó dos veces y antes de que los Greenhill pudieran preguntar a dónde se dirigían ya estaban espiando lo que parecía ocurrir en Bolsón Cerrado. Se había hecho de noche y los dos aún seguían espiando. — ¡Tengo hambre! — se quejó llevando su mano al estómago. — Lo siento… — murmuró cuando la muchacha lo mandó bajar la voz. Pronto se dio cuenta de porqué. — Enanos… son Enanos. — ahogó su intento de exclamar para no llamar la atención.
No se quería reír de las caras que Bilbo hacía al ver a tanta gente invadir su hogar, le resultaba casi imposible no hacerlo, pero logró aguantarse. — Yo tampoco, vamos. — dijo señalando una ventana que estaba abierta al otro extremo de la casa. — Por aquí. — se acercó a la ventana intentando hacer el menor ruido posible y trepó por ella logrando colarse en su interior. Ahogó un grito cuando resbaló con algo en el suelo no podía ver nada, estaba oscuro. — Casi me mato. — murmuró de forma dramática. — No se ve nada. — para luego extender sus brazos por la ventana para ayudar a Esmeralda a subir quien era mucho más pequeña que él.
Lo que sí cuestionaba de ellos era su sentido de paranoia extrema. Pues mucho se hablaba del mago que solía visitar la Comarca. Sin embargo, las palabras que salían de los Greenhill sobre el anciano no eran del agrado. No les agradaba el mago. Según ellos, solo venía a Hobbiton a sonsacar a los hobbits más jóvenes para irse derechito a la locura y el peligro. Uh, ya lo imagino hablando de pestes de Bilbo Bolsón cuando se enteran de que recibió a Gandalf “Otro más que cayó en su juego" dirían aun sabiendo que Bolsón era muy apegado a su hogar a diferencia de otros. Por su parte, ellos juraban que su hijo no sería uno de esos. No lo permitirían. Robin, por otro lado, como era terco como una mula, dudosamente obedecerá a sus padres si se le prestaba la oportunidad. Después de todo ya había cumplido la mayoría de edad, no hacía mucho tiempo. Así que técnicamente ya no tenían control sobre él. Por suerte el chismesito de la visita de Gandalf aún no llegaba a sus oídos, por ahora.
Robin tampoco tenía idea hasta que él recibió su propia visita. — No me digas que se trata de quien creo que se trata? — preguntó intrigado a su mejor amiga Esmeralda, quien estaba por salvarlo de morir de aburrimiento. No se lo pensó dos veces y antes de que los Greenhill pudieran preguntar a dónde se dirigían ya estaban espiando lo que parecía ocurrir en Bolsón Cerrado. Se había hecho de noche y los dos aún seguían espiando. — ¡Tengo hambre! — se quejó llevando su mano al estómago. — Lo siento… — murmuró cuando la muchacha lo mandó bajar la voz. Pronto se dio cuenta de porqué. — Enanos… son Enanos. — ahogó su intento de exclamar para no llamar la atención.
No se quería reír de las caras que Bilbo hacía al ver a tanta gente invadir su hogar, le resultaba casi imposible no hacerlo, pero logró aguantarse. — Yo tampoco, vamos. — dijo señalando una ventana que estaba abierta al otro extremo de la casa. — Por aquí. — se acercó a la ventana intentando hacer el menor ruido posible y trepó por ella logrando colarse en su interior. Ahogó un grito cuando resbaló con algo en el suelo no podía ver nada, estaba oscuro. — Casi me mato. — murmuró de forma dramática. — No se ve nada. — para luego extender sus brazos por la ventana para ayudar a Esmeralda a subir quien era mucho más pequeña que él.
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1. ¿TIENES GANAS DE UNA AVENTURA?
CASA DE BILBO
NOCHE
ESMERALDA
Los Bilberry no llevaban mucho tiempo en la Comarca pero sí ya estaban ahí cuando nació. No eran muy conocidos por lo cual solían ser muy amables y pacíficos, adoraban la aventura pero ya desde hace tiempo ya instalados les había gustado esa vida. No una nómade por lo cual, aunque le caía muy en gracia Gandalf que su querido padre era capaz de quedarse conversando con él de cualquier asunto era un hecho que no se vería tentado de salir a otra aventura y no dejaría que sus tres hijos- era la menor de tres hermanos - y uno ya casado hicieran aquello.
Y estaba consciente que los Greenhill no eran tan distintos pero la gran diferencia era que no les caía nada bien el mago. Así que como era algo traviesa se sentía rebelde de mal influenciar un poquitin a su hijo y bueno, solo eran travesuras de dos adultos que no tenían muchas ganas de serlo. Es que la vida de un hobbit era muy distinta que normalizaban así que tampoco tenían tantas responsabilidades y amaban la diversión. — ¡Es Gandalf, sí! Y sigue con su pipa ¿eh? ¿Crees que haya traído fuegos artificiales? — Dijo con sus grandes ojos azules iluminados mientras le contaba que lo había visto mucho rato vigilando la casa de Bilbo Bolsón, es que ni siquiera quería con él pero ahí claro sabía que sus antepasados habían sido unos aventureros de lo mejor. Ahí sí su apellido era de real importancia en la Comarca ya casi como unos líderes. Ella encontraba a Bilbo algo antipático. Tenía todo para ser un aventurero y se quedaría quedar en casa ¡Bobo!
Y ahí estuvieron vigilando sintiendo un poco de lástima al notar que su tierno amigo ya le sonaban las tripas. Hizo un puchero. — Prometo que apenas averiguemos te preparo algo para comer ¿Qué quieres? ¡Creo que en casa había pastel de manzana! — Recordó a la vez, que pensaba que había un buen trozo eso sí su glotón hermano se lo hubiera devorado. Era común que la comenzaran a buscar a esas horas y se iba a ganar un buen regaño, solo que esto si valía la pena mucho más cuando golpeó con suavidad sus costillas al ver que comenzaban a llegar enanos. — ¡Ya sé! — Esmeralda no podía de la emoción ahora quería saber todo lo que sucedería ahí a menos que no se terminará aburriendo. Tampoco se aguantó la risa - más porque Robin la contagió - de como el pobre Bilbo trataba de sacarlo de casa.
—Es mejor entrar ahora antes que Gandalf llegué...— Trató otra vez aguantar la risa cuando su amigo en modo dramático decía que casi moría y tomó su manos para que la ayudara a subir. — ¡Gracias! — Chilló más fuerte de lo que debió ser es que esto no era correcto, seguía sintiéndose una completa rebelde y ya se creía toda una detective exploradora. Entre risas se cubrió la boca, lo malo es que estaba oscuro así que si o si tendrían que ir hacia donde estaba la luz y encontrar rápidamente un lugar para esconderse. Las risas eran estruendosas y se notaba que se estaban dando un gran banquete.
Pobre Robin seguro que ahora sí moría de hambre.
Y estaba consciente que los Greenhill no eran tan distintos pero la gran diferencia era que no les caía nada bien el mago. Así que como era algo traviesa se sentía rebelde de mal influenciar un poquitin a su hijo y bueno, solo eran travesuras de dos adultos que no tenían muchas ganas de serlo. Es que la vida de un hobbit era muy distinta que normalizaban así que tampoco tenían tantas responsabilidades y amaban la diversión. — ¡Es Gandalf, sí! Y sigue con su pipa ¿eh? ¿Crees que haya traído fuegos artificiales? — Dijo con sus grandes ojos azules iluminados mientras le contaba que lo había visto mucho rato vigilando la casa de Bilbo Bolsón, es que ni siquiera quería con él pero ahí claro sabía que sus antepasados habían sido unos aventureros de lo mejor. Ahí sí su apellido era de real importancia en la Comarca ya casi como unos líderes. Ella encontraba a Bilbo algo antipático. Tenía todo para ser un aventurero y se quedaría quedar en casa ¡Bobo!
Y ahí estuvieron vigilando sintiendo un poco de lástima al notar que su tierno amigo ya le sonaban las tripas. Hizo un puchero. — Prometo que apenas averiguemos te preparo algo para comer ¿Qué quieres? ¡Creo que en casa había pastel de manzana! — Recordó a la vez, que pensaba que había un buen trozo eso sí su glotón hermano se lo hubiera devorado. Era común que la comenzaran a buscar a esas horas y se iba a ganar un buen regaño, solo que esto si valía la pena mucho más cuando golpeó con suavidad sus costillas al ver que comenzaban a llegar enanos. — ¡Ya sé! — Esmeralda no podía de la emoción ahora quería saber todo lo que sucedería ahí a menos que no se terminará aburriendo. Tampoco se aguantó la risa - más porque Robin la contagió - de como el pobre Bilbo trataba de sacarlo de casa.
—Es mejor entrar ahora antes que Gandalf llegué...— Trató otra vez aguantar la risa cuando su amigo en modo dramático decía que casi moría y tomó su manos para que la ayudara a subir. — ¡Gracias! — Chilló más fuerte de lo que debió ser es que esto no era correcto, seguía sintiéndose una completa rebelde y ya se creía toda una detective exploradora. Entre risas se cubrió la boca, lo malo es que estaba oscuro así que si o si tendrían que ir hacia donde estaba la luz y encontrar rápidamente un lugar para esconderse. Las risas eran estruendosas y se notaba que se estaban dando un gran banquete.
Pobre Robin seguro que ahora sí moría de hambre.
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CASA DE BILBO
NOCHE
Robin
— Espero que sí, sus fuegos artificiales son los mejores. Me causa mucha gracia porque mis papás tanto que se quejan de la forma de ser del mago… pero ah… cuando da esos espectáculos de fuegos artificiales andan en primera fila. ¡Hipócritas! — dijo quejándose de sus propios padres que solo eran un par de hobbits aburridos y mal humorados.
Por ahí decían que la curiosidad mato al gato. Bueno, a estos gatos además de la curiosidad, lo que los estaba matando era el hambre. Pero no importaba, ellos estaban allí para ponerse a investigar. Necesitaban saber qué rábanos se traía Gandalf el mago en la casa de Bilbo. Quien, por cierto, tampoco traía mucha cara de estar entendiendo lo que estaba ocurriendo en su propia casa. Increíble, pero cierto.
Robín comenzaba a sentir que sus pies no los sentía de estar tanto tiempo ñangotado espiando. Es que se habían quedado horas largas allí, viéndolos. Tampoco se quejaba porque estaba siendo divertidísimo. — Ay si gracias. Siento que me puedo comer el pastel completo. — Admitió sobándose una vez más la panza. Nadie podía creer que ese par se comiera hasta la majestad divina con los flacos y chiquitos que estaban. Pero vaya que tenían un apetito borras.
Podrían jurar que a Bilbo en cualquier momento se desmayaba. — Cuanto te va en que antes de que termine la noche se desmaya. Si se ve que le quiere dar el válido desde que comenzaron a llegar enanos a su casa. ¿Qué te apuestas? — bromeo el muchacho. Como no era él quien estaba siendo anfitrión de un montón de enanos extraño en su casa, le parecía divertido. Cosa que para el otro hobbit definitivamente no lo estaba siendo.
Como por supuesto no se podían quedar de brazos cruzados viendo de lejos, habían logrado colarse a la casa de Bolsón antes de que el mago los cachara en el acto. Al menos eso era lo que ellos creían. — De nada, de nada, pero sin hacer ruido. — le dijo, aunque en parte sé lo dice a él mismo también.
Estaba obscuro y el moreno solo seguía la luz que se veía desde la puerta. Sí, como seguir la luz al final del túnel. Solo que cuando llego hasta allí se retrocedió casi en automático pálido como un papel. — ¡Casi me ven… hay un enano con la navaja del hacha incrustada en la frente! ¡En la frente! — exclamaba, pero en realidad era solo murmullos. Es que ese si le había dado miedo, aunque más fue porque casi lo ve. — Si tan solo encontráramos como jalar esa pequeña cesta con pan… antes de que devoren todo… ¿Bilbo no tendrá alguna caña de pescar? — le decía a la muchacha mientras se ponía pensativo. Es que no podría disfrutar bien de lo que espiaban si seguían rugiéndole las tripas.
Por ahí decían que la curiosidad mato al gato. Bueno, a estos gatos además de la curiosidad, lo que los estaba matando era el hambre. Pero no importaba, ellos estaban allí para ponerse a investigar. Necesitaban saber qué rábanos se traía Gandalf el mago en la casa de Bilbo. Quien, por cierto, tampoco traía mucha cara de estar entendiendo lo que estaba ocurriendo en su propia casa. Increíble, pero cierto.
Robín comenzaba a sentir que sus pies no los sentía de estar tanto tiempo ñangotado espiando. Es que se habían quedado horas largas allí, viéndolos. Tampoco se quejaba porque estaba siendo divertidísimo. — Ay si gracias. Siento que me puedo comer el pastel completo. — Admitió sobándose una vez más la panza. Nadie podía creer que ese par se comiera hasta la majestad divina con los flacos y chiquitos que estaban. Pero vaya que tenían un apetito borras.
Podrían jurar que a Bilbo en cualquier momento se desmayaba. — Cuanto te va en que antes de que termine la noche se desmaya. Si se ve que le quiere dar el válido desde que comenzaron a llegar enanos a su casa. ¿Qué te apuestas? — bromeo el muchacho. Como no era él quien estaba siendo anfitrión de un montón de enanos extraño en su casa, le parecía divertido. Cosa que para el otro hobbit definitivamente no lo estaba siendo.
Como por supuesto no se podían quedar de brazos cruzados viendo de lejos, habían logrado colarse a la casa de Bolsón antes de que el mago los cachara en el acto. Al menos eso era lo que ellos creían. — De nada, de nada, pero sin hacer ruido. — le dijo, aunque en parte sé lo dice a él mismo también.
Estaba obscuro y el moreno solo seguía la luz que se veía desde la puerta. Sí, como seguir la luz al final del túnel. Solo que cuando llego hasta allí se retrocedió casi en automático pálido como un papel. — ¡Casi me ven… hay un enano con la navaja del hacha incrustada en la frente! ¡En la frente! — exclamaba, pero en realidad era solo murmullos. Es que ese si le había dado miedo, aunque más fue porque casi lo ve. — Si tan solo encontráramos como jalar esa pequeña cesta con pan… antes de que devoren todo… ¿Bilbo no tendrá alguna caña de pescar? — le decía a la muchacha mientras se ponía pensativo. Es que no podría disfrutar bien de lo que espiaban si seguían rugiéndole las tripas.
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NOCHE
ESMERALDA
Esmeralda se llevó las manos a la boca tratando de apaciguar las risas, porque sea como sea si eran hipócritas, sin duda, encontraba a Robin el más honesto de todos que quería llamar la atención de Gandalf, el Gris; al igual que ella.
En la espera, el pobre de su amigo se estaba muriendo de hambre y no supo si hizo bien hablarle de un pastel de manzana cuando ni tenían idea cuanto tiempo se quedarían.— ¿Con veinte minutos dentro bastará? No quiero que te mueras de hambre y además te sonarán las tripas y sí que son ruidosas. — Señaló con un puchero, mientras le apretaba la barriga y hacía cosquillas. — Lo que pasa es que eres muy glotón. — Molestó a su amigo entre risas antes de suponer lo que haría Bilbo con esa manada de duendes que había entrado a su casa. Sus ojitos azules se iluminaron al escuchar aquella apuesta porque si o si iba a pasar. — ¡Lo que quieras para comer! Soy buena cocinando y te apuesto, que seguro que se enojara en algún momento y los dejará ser. No sé porque a veces es tan antipático cuando su familia ha sido muy aventurera ¡Debería ser diferente! — Argumentó la hobbit, antes de disponerse a entrar a la casa porque no había llegado Gandalf, y pues si los veía ahí no tenía idea de que haría, así que tenían que irse con cuidado.
Esmeralda era demasiado risueña y todo le causaba risa como sí fuera una niña, esta situación la emocionaba y era lógico que tenía que mantener silencio o hablar bajito, con los hablantines que eran, lo mejor era hablar casi en murmullos.
La hobbit se mantuvo detrás de su amigo, lo cierto es que no eran tan cercanos para andar de la mano o abrazados, eso le daba vergüenza y se conocían de tan niños que mantenían esa distancia, además que la cuidaba de cierta forma al ir primero, siempre lo hacía aún incluso con sus reclamos, se preocupó cuando lo vio tan pálido como un papel. — ¿Qué pasó? Oh, un hacha. Deja que miro…— Murmuró inquieta adelantando unos pequeños para mirar rapidito y viendo efectivamente que un enano tenía un hacha en la frente. — ¿Pero cómo es posible? Por los magos y los elfos. ¿Será porque su piel es dura? Quizás si son de acero o algo así. — Era demasiado curiosa con todo, e investigaba les gustaba conocer a diferentes razas, porque todo referente a los hobbits se lo sabía.
Si corrían riesgo al estar cerca de la cocina, por lo tanto sacar la cesta de pan era lo más efectivo o sino, Robin estaría fastidiando todo el rato. Bufó.— ¿Eso servirá? —Apuntó un palo alargado que estaba sobre la muralla así que no le importaba ir. Aunque uno tenía que quedarse vigilando. — ¿Lo haces tú o yo? A mi no importa… igual dejame un pancito dulce. — Dijo entre risitas porque ya veía que él iría. Era quién tenía hambre así que tenía que esforzarse.
Los hobbits eran rápidos así que se apresuró en buscar el objeto para que Robin se encargará de todo, pero siempre le podía pedir ayuda. Lo cierto es que ya estaba ansiosa de esconderse.
En la espera, el pobre de su amigo se estaba muriendo de hambre y no supo si hizo bien hablarle de un pastel de manzana cuando ni tenían idea cuanto tiempo se quedarían.— ¿Con veinte minutos dentro bastará? No quiero que te mueras de hambre y además te sonarán las tripas y sí que son ruidosas. — Señaló con un puchero, mientras le apretaba la barriga y hacía cosquillas. — Lo que pasa es que eres muy glotón. — Molestó a su amigo entre risas antes de suponer lo que haría Bilbo con esa manada de duendes que había entrado a su casa. Sus ojitos azules se iluminaron al escuchar aquella apuesta porque si o si iba a pasar. — ¡Lo que quieras para comer! Soy buena cocinando y te apuesto, que seguro que se enojara en algún momento y los dejará ser. No sé porque a veces es tan antipático cuando su familia ha sido muy aventurera ¡Debería ser diferente! — Argumentó la hobbit, antes de disponerse a entrar a la casa porque no había llegado Gandalf, y pues si los veía ahí no tenía idea de que haría, así que tenían que irse con cuidado.
Esmeralda era demasiado risueña y todo le causaba risa como sí fuera una niña, esta situación la emocionaba y era lógico que tenía que mantener silencio o hablar bajito, con los hablantines que eran, lo mejor era hablar casi en murmullos.
La hobbit se mantuvo detrás de su amigo, lo cierto es que no eran tan cercanos para andar de la mano o abrazados, eso le daba vergüenza y se conocían de tan niños que mantenían esa distancia, además que la cuidaba de cierta forma al ir primero, siempre lo hacía aún incluso con sus reclamos, se preocupó cuando lo vio tan pálido como un papel. — ¿Qué pasó? Oh, un hacha. Deja que miro…— Murmuró inquieta adelantando unos pequeños para mirar rapidito y viendo efectivamente que un enano tenía un hacha en la frente. — ¿Pero cómo es posible? Por los magos y los elfos. ¿Será porque su piel es dura? Quizás si son de acero o algo así. — Era demasiado curiosa con todo, e investigaba les gustaba conocer a diferentes razas, porque todo referente a los hobbits se lo sabía.
Si corrían riesgo al estar cerca de la cocina, por lo tanto sacar la cesta de pan era lo más efectivo o sino, Robin estaría fastidiando todo el rato. Bufó.— ¿Eso servirá? —Apuntó un palo alargado que estaba sobre la muralla así que no le importaba ir. Aunque uno tenía que quedarse vigilando. — ¿Lo haces tú o yo? A mi no importa… igual dejame un pancito dulce. — Dijo entre risitas porque ya veía que él iría. Era quién tenía hambre así que tenía que esforzarse.
Los hobbits eran rápidos así que se apresuró en buscar el objeto para que Robin se encargará de todo, pero siempre le podía pedir ayuda. Lo cierto es que ya estaba ansiosa de esconderse.
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CASA DE BILBO
NOCHE
Robin
El plan de los dos jóvenes hobbits era simplemente estar un rato metido de curiosos en la casa de Bilbo pero… ¿Realmente sería el caso? Con los curiosos y entrometidos que eran difícilmente permanecieran solo un rato en ese lugar. Es que el ambiente se podía cada vez más interesante y extraño al mismo tiempo. Que Robín recordara nunca había visto enanos y el único de estatura promedio que sus ojos por igual habían visto era solamente era Gandalf uno que no era bien recibido por algunos hobbits. Pero que al par de jovencitos les encantaba escuchar historias del mago.
— Uy, seré glotón, pero tampoco me quedo quieto. Todo se me va a los pies, así que normal que siempre me ande muriendo de hambre. — alego, tuvo que contener la risa que se le estuvo por escapar al recibir aquel apretón en el estómago por parte de Esmeralda, pues le había causado cosquillas. Más sí llegaba a sacarse la carcajada terminaría por revelar su escondite. — ¡Excelente! Iré pensando el que, no te digo ahorro porque probable de aquí a un rato cambie de opinión. — dijo sonriente en cuanto a la comida.
— Yo creo que es justo lo que necesita. Tal vez solo le hace falta un empujón para sacar ese Took aventurero interno y dejar el Bolsón en Bolsón Cerrado. — le comento, pues es que como bien decía la chica, su familia, al menos la materna, solía decir las malas lenguas, que era muy aventurera. — Seguro por eso mismo Gandalf le trajo la diversión a casa. Porque no pienso que venga por nada. Nunca lo hace. — le decía. Aunque la verdad no tenía la más remota de las ideas del porqué, ni para qué.
Robín, al ser un poquito mayor que Esmeralda, siempre andaba pendiente de ser la carne de cañón antes que ella y así cuidarla. Aun cuando eso implicaba que una vez dentro de Bolsón Cerrado casi se infarta cuando vio aquel enano con el hacha incrustada en la cien. Menos mal que no lo vieron. — No… no… Olvídalo, ya miraste. — intento evitar que se espantara como él, pero la chiquilla igual ya estaba advertida de lo que vería, así que no la tomaría con tanta sorpresa como a él. — Yo creo que tienes razón porque si escuche que dicen que la piel de los enanos es dura. ¿Será para él como si se hubiera clavado una astilla? — eso le daba curiosidad, más no dejaba de pensar que aquello le hacía tener un aspecto que daba miedo.
Sus tripas le recordaron el hambre, por lo que olvido por completo el enano que daba miedo. — Eso seguro sirve. — le aseguro. — Bueno, confío en tu puntería. Pero mis brazos son más largos. Dame un segundo. Si quieres, vigila que no se den cuenta. — le pidio a Esmeralda. Mientras Roban tomaba el palo que ella le había pasado y con mucho cuidado lo extendía desde la puerta intentando alcanzar la canasta. — Ya casi… — murmuraba, centra la tensión en todo su cuerpo. Nunca había sido tan difícil robarse un pedazo de pan.
Casi le provoca un desmayo la tensión, pero había logrado pescar la canasta. Sin embargo, cuando llegaba casi a la deja caer cuando vio un plato volar por frente a la canasta. Robín la jalo inmediatamente hacia dentro de la habitación. Momentos después, noto por la rendija de la puerta como la vajilla de Bolsón seguía volando de un lado para otro mientras una melodía alegre por boca de los enanos se comenzó a escuchar. — Uff eso estuvo cerca. — le dijo pasándole un panecillo mientras no podía evitar quedarse viendo el espectáculo. Al terminar, todos comenzaron a asegurar que faltaba alguien por llegar alguien importante. Momentos después, para fastidio de Bilbo volvieron a tocar a la puerta. — Esto se está poniendo interesante Esmeralda. Luego de estos panes creo que aguantamos un rato más. ¿No? — le pregunto, no sabía si ella se quería quedar, pero él sí.
— Uy, seré glotón, pero tampoco me quedo quieto. Todo se me va a los pies, así que normal que siempre me ande muriendo de hambre. — alego, tuvo que contener la risa que se le estuvo por escapar al recibir aquel apretón en el estómago por parte de Esmeralda, pues le había causado cosquillas. Más sí llegaba a sacarse la carcajada terminaría por revelar su escondite. — ¡Excelente! Iré pensando el que, no te digo ahorro porque probable de aquí a un rato cambie de opinión. — dijo sonriente en cuanto a la comida.
— Yo creo que es justo lo que necesita. Tal vez solo le hace falta un empujón para sacar ese Took aventurero interno y dejar el Bolsón en Bolsón Cerrado. — le comento, pues es que como bien decía la chica, su familia, al menos la materna, solía decir las malas lenguas, que era muy aventurera. — Seguro por eso mismo Gandalf le trajo la diversión a casa. Porque no pienso que venga por nada. Nunca lo hace. — le decía. Aunque la verdad no tenía la más remota de las ideas del porqué, ni para qué.
Robín, al ser un poquito mayor que Esmeralda, siempre andaba pendiente de ser la carne de cañón antes que ella y así cuidarla. Aun cuando eso implicaba que una vez dentro de Bolsón Cerrado casi se infarta cuando vio aquel enano con el hacha incrustada en la cien. Menos mal que no lo vieron. — No… no… Olvídalo, ya miraste. — intento evitar que se espantara como él, pero la chiquilla igual ya estaba advertida de lo que vería, así que no la tomaría con tanta sorpresa como a él. — Yo creo que tienes razón porque si escuche que dicen que la piel de los enanos es dura. ¿Será para él como si se hubiera clavado una astilla? — eso le daba curiosidad, más no dejaba de pensar que aquello le hacía tener un aspecto que daba miedo.
Sus tripas le recordaron el hambre, por lo que olvido por completo el enano que daba miedo. — Eso seguro sirve. — le aseguro. — Bueno, confío en tu puntería. Pero mis brazos son más largos. Dame un segundo. Si quieres, vigila que no se den cuenta. — le pidio a Esmeralda. Mientras Roban tomaba el palo que ella le había pasado y con mucho cuidado lo extendía desde la puerta intentando alcanzar la canasta. — Ya casi… — murmuraba, centra la tensión en todo su cuerpo. Nunca había sido tan difícil robarse un pedazo de pan.
Casi le provoca un desmayo la tensión, pero había logrado pescar la canasta. Sin embargo, cuando llegaba casi a la deja caer cuando vio un plato volar por frente a la canasta. Robín la jalo inmediatamente hacia dentro de la habitación. Momentos después, noto por la rendija de la puerta como la vajilla de Bolsón seguía volando de un lado para otro mientras una melodía alegre por boca de los enanos se comenzó a escuchar. — Uff eso estuvo cerca. — le dijo pasándole un panecillo mientras no podía evitar quedarse viendo el espectáculo. Al terminar, todos comenzaron a asegurar que faltaba alguien por llegar alguien importante. Momentos después, para fastidio de Bilbo volvieron a tocar a la puerta. — Esto se está poniendo interesante Esmeralda. Luego de estos panes creo que aguantamos un rato más. ¿No? — le pregunto, no sabía si ella se quería quedar, pero él sí.
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1. ¿TIENES GANAS DE UNA AVENTURA?
CASA DE BILBO
NOCHE
ESMERALDA
Se veía que su mejor amigo conocía más a Bilbo y las aventuras de Gandalf. No era que viniera mucho pero cuando eran niños eran amigos de la madre de Bilbo y ella sabía cuanto amaba esos fuegos artificiales que era solo él que podía aumentar con su magia, pero Bilbo no era que estuviera muy interesado así que podía notar su cara de molestia, porque no podía dejar de ser servicial yendo de aquí para allá, por lo que sí no se movían rápido los podría pillar.
Por fortuna, la llegada de otros enanos hizo que fuera a recibirlos lo que hacía que la hobbit pudiera responder a su amigo, la casa se estaba llenando de enanos, ya que los grupos empezaban a aumentar en número, no podía contarlos— Muy probable, no tengo idea porque han llegado tantos y Bilbo ya parece estar muy nervioso. — Todavía se preguntaba la razón porque los enanos llegaban ahí ¿Sería por aquella marca en la puerta? ¡No tenía idea!, pero muy probablemente que los enanos seguían algún plan de Gandalf porque confiaban en él. No conocía muchas historias de enanos y a los que más le tenía miedo era a la gente grande: Los humanos. Ahora sí la hobbit se moría de curiosidad y hasta sentía ganitas de quedarse ahí, es que al menos debía saber la razón porque habían elegido la casa de Bilbo como un lugar de encuentro.
No tenía idea cómo lo iba hacer Robin, solo que tenía toda la razón su puntería sería la más adecuada en ese sentido además que ya había ido a buscar aquel palo o lo que fuera que tenía Bolsón en su casa, daba igual, era Robin quién tenía hambre aunque sí pretendían quedarse un buen tiempo más tenía que comer ¿O no?
Estuvo nerviosa en todo momento porque en cualquier instante los podían descubrir, un canto se escuchó y el plan alocado en búsqueda de comida para Robin resultó todo un éxito. Tomó el panecillo y de la pura ansiedad, dio una gran mascada.
Se escuchó el sonido de la puerta, es que ni siquiera se había dado cuenta que eran un montón. Demasiados a decir verdad, Bilbo fue abrirla quejándose y casi en un trote, calló a su amigo porque podría apostar que eran más enanos. ¡Y lo eran!
Eran tantos que cayeron uno sobre el otro por el montón que llegó y atrás de ellos, llegaba Gandalf el Gris que le decía algo a Bilbo pero que ella no logró a escuchar. De ahí no podían. Un enano que parecía como el jefe de ellos por su gran altura y toque elegante parecía molesto y avergonzado por haber caído. — Mira, ese parece un príncipe aunque ni idea como son los príncipes ¿Eh? —Señaló traviesa y muy interesada en aquel enano por su gran porte.
Todos se fueron a la cocina, mientras que Bilbo agradecía que no llegarán más. — Quiero escuchar, digo.. Parece una reunión muy importante. ¿Cómo no nos vamos a quedar? Dime que sí. — Tomó una de las manos de su amigo porque sea como sea tenían que alcanzar a oír lo que hablarían. Con esto se marcaría un antes y un después para los tres Hobbits, por mucho que Bilbo fuera el protagonista y que estuviera junto a ellos.
Por fortuna, la llegada de otros enanos hizo que fuera a recibirlos lo que hacía que la hobbit pudiera responder a su amigo, la casa se estaba llenando de enanos, ya que los grupos empezaban a aumentar en número, no podía contarlos— Muy probable, no tengo idea porque han llegado tantos y Bilbo ya parece estar muy nervioso. — Todavía se preguntaba la razón porque los enanos llegaban ahí ¿Sería por aquella marca en la puerta? ¡No tenía idea!, pero muy probablemente que los enanos seguían algún plan de Gandalf porque confiaban en él. No conocía muchas historias de enanos y a los que más le tenía miedo era a la gente grande: Los humanos. Ahora sí la hobbit se moría de curiosidad y hasta sentía ganitas de quedarse ahí, es que al menos debía saber la razón porque habían elegido la casa de Bilbo como un lugar de encuentro.
No tenía idea cómo lo iba hacer Robin, solo que tenía toda la razón su puntería sería la más adecuada en ese sentido además que ya había ido a buscar aquel palo o lo que fuera que tenía Bolsón en su casa, daba igual, era Robin quién tenía hambre aunque sí pretendían quedarse un buen tiempo más tenía que comer ¿O no?
Estuvo nerviosa en todo momento porque en cualquier instante los podían descubrir, un canto se escuchó y el plan alocado en búsqueda de comida para Robin resultó todo un éxito. Tomó el panecillo y de la pura ansiedad, dio una gran mascada.
Se escuchó el sonido de la puerta, es que ni siquiera se había dado cuenta que eran un montón. Demasiados a decir verdad, Bilbo fue abrirla quejándose y casi en un trote, calló a su amigo porque podría apostar que eran más enanos. ¡Y lo eran!
Eran tantos que cayeron uno sobre el otro por el montón que llegó y atrás de ellos, llegaba Gandalf el Gris que le decía algo a Bilbo pero que ella no logró a escuchar. De ahí no podían. Un enano que parecía como el jefe de ellos por su gran altura y toque elegante parecía molesto y avergonzado por haber caído. — Mira, ese parece un príncipe aunque ni idea como son los príncipes ¿Eh? —Señaló traviesa y muy interesada en aquel enano por su gran porte.
Todos se fueron a la cocina, mientras que Bilbo agradecía que no llegarán más. — Quiero escuchar, digo.. Parece una reunión muy importante. ¿Cómo no nos vamos a quedar? Dime que sí. — Tomó una de las manos de su amigo porque sea como sea tenían que alcanzar a oír lo que hablarían. Con esto se marcaría un antes y un después para los tres Hobbits, por mucho que Bilbo fuera el protagonista y que estuviera junto a ellos.
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CASA DE BILBO
NOCHE
Robin
No sabía por qué su familia era tan paranoica. Bueno, la mayoría de los Hobbits lo eran. Esa es la realidad. Al menos los que vivían en Hobbiton. Vivir vidas tranquilas en las praderas y colinas de la Comarca. Ese parecía ser su objetivo en la vida. En cambio, este par de Hobbits tenía un pensamiento muy diferente y una curiosidad demasiado grande. Peor aún su magnetismo para atraer los líos.
Esmeralda era muy como él, y por eso se llevaban tan bien. Al que no podía entender era a Bilbo. No lo recordaba que fuera así. Solía ser tan curioso y diferente. Pero luego creció y no sabía si lo hacía por seguir los estándares que esperaban los hobbits de él, que ahora solo se refugiaba en su agujero sin darse la oportunidad de disfrutar la vida. Muy decepcionada estaría Belladona Took su madre, si lo viera ahora. Quizás solo necesitaba un empujón. De todos modos, su estrés y nerviosismo le estaba sirviendo para unas buenas risas al par de hobbits que velaban desde la habitación continua.
— A su favor, diría que más que el que sea raro, es intimidante. Solo hay que ver la cara que traen algunos… y el tamaño. Un golpe de uno de esos lo dejaría pegado a la pared. — comento tratando de empatizar un poco con el anfitrión. Porque si algunos de esos enanos podrían intimidar, si podían dejar pegado a Bolsón, no quería imaginar como sería en su caso que estaba más menudo. — Pero el muy bobo se estresa demasiado. ¡Tiene a Gandalf al lado! — añadió. Debía confiar más en el mago.
Todo esto era una locura y ellos lo estaban presenciando en primera fila. Por suerte el plan de atrapar panes les funcionó. Aunque dudosamente les saciaría el hambre por mucho tiempo, en especial por la forma voraz en la cual se los comieron. Cuando todo parecía acabar, al menos en el sentido de que tal vez ya no llegarían más enanos a la casa, ocurrió lo inesperado. Volvió a sonar la campana. Y para desgracia de Bilbo una montaña de enanos terminan tendida en su puerta. — ¿Por qué lo dices? — Murmuró mientras seguían observando desde las sombras. — Bueno… puede ser, está mejor vestido que los demás. ¿Aunque no que se supone que los príncipes lleven joyas y cosas valiosas? — comento confundido. No conocía tanto de la historia de los enanos. Mucho menos sabía que el reino de Erebor, lugar del cual aquel enano era príncipe. Había sido destruida y saqueada.
Ya se comenzaba hacer tarde y de seguro sus padres podrían el grito en el cielo. Pero bueno, legalmente ya era mayor de edad, aunque fuera desde hacía algunos meses, así que nada podían hacer. En cambio, Esmeralda aún le faltaba. Pero ni modo. Era su idea, y cualquier cosa, pues se echaba la culpa y listo. — Ya está bien. Yo tampoco me quiero quedar con la curiosidad. Pero quizás debemos encontrar un sitio más cercano para escuchar mejor. — Sugirió mientras agarraba la mano de la muchacha para que lo siguiera. Comenzando a caminar agachados, escondiéndose detrás de muebles para no ser vistos. Hasta encontrar una mesa que tenía un mantel puesto. — Allí. — Señaló mientras se acomodaba bajo la mesa.
Los enanos comenzaron hablar de todo su plan de recuperar Erebor. — Genial… — Murmuró Robin. Pero querían que Bilbo fuera su saqueador. Por la presión de grupo parecía que aceptaría. Fue ahí cuando le dieron un enorme contrato que al desdoblarse casi llegó al pie de la mesa donde estaban escondidos. Comenzó a leer la advertencia en voz alta, cuando llevaba ya un par su semblante cambió. Se puso pálido, respiraba agitado y parecía estar a punto de colapsar. — Este se va a desmayar. — Dijo Robin intentando acomodarse para ver mejor, pero en esas chocó su cabeza con la mesa haciendo que sonará cuál coco seco y todo mundo mirara en su dirección
Esmeralda era muy como él, y por eso se llevaban tan bien. Al que no podía entender era a Bilbo. No lo recordaba que fuera así. Solía ser tan curioso y diferente. Pero luego creció y no sabía si lo hacía por seguir los estándares que esperaban los hobbits de él, que ahora solo se refugiaba en su agujero sin darse la oportunidad de disfrutar la vida. Muy decepcionada estaría Belladona Took su madre, si lo viera ahora. Quizás solo necesitaba un empujón. De todos modos, su estrés y nerviosismo le estaba sirviendo para unas buenas risas al par de hobbits que velaban desde la habitación continua.
— A su favor, diría que más que el que sea raro, es intimidante. Solo hay que ver la cara que traen algunos… y el tamaño. Un golpe de uno de esos lo dejaría pegado a la pared. — comento tratando de empatizar un poco con el anfitrión. Porque si algunos de esos enanos podrían intimidar, si podían dejar pegado a Bolsón, no quería imaginar como sería en su caso que estaba más menudo. — Pero el muy bobo se estresa demasiado. ¡Tiene a Gandalf al lado! — añadió. Debía confiar más en el mago.
Todo esto era una locura y ellos lo estaban presenciando en primera fila. Por suerte el plan de atrapar panes les funcionó. Aunque dudosamente les saciaría el hambre por mucho tiempo, en especial por la forma voraz en la cual se los comieron. Cuando todo parecía acabar, al menos en el sentido de que tal vez ya no llegarían más enanos a la casa, ocurrió lo inesperado. Volvió a sonar la campana. Y para desgracia de Bilbo una montaña de enanos terminan tendida en su puerta. — ¿Por qué lo dices? — Murmuró mientras seguían observando desde las sombras. — Bueno… puede ser, está mejor vestido que los demás. ¿Aunque no que se supone que los príncipes lleven joyas y cosas valiosas? — comento confundido. No conocía tanto de la historia de los enanos. Mucho menos sabía que el reino de Erebor, lugar del cual aquel enano era príncipe. Había sido destruida y saqueada.
Ya se comenzaba hacer tarde y de seguro sus padres podrían el grito en el cielo. Pero bueno, legalmente ya era mayor de edad, aunque fuera desde hacía algunos meses, así que nada podían hacer. En cambio, Esmeralda aún le faltaba. Pero ni modo. Era su idea, y cualquier cosa, pues se echaba la culpa y listo. — Ya está bien. Yo tampoco me quiero quedar con la curiosidad. Pero quizás debemos encontrar un sitio más cercano para escuchar mejor. — Sugirió mientras agarraba la mano de la muchacha para que lo siguiera. Comenzando a caminar agachados, escondiéndose detrás de muebles para no ser vistos. Hasta encontrar una mesa que tenía un mantel puesto. — Allí. — Señaló mientras se acomodaba bajo la mesa.
Los enanos comenzaron hablar de todo su plan de recuperar Erebor. — Genial… — Murmuró Robin. Pero querían que Bilbo fuera su saqueador. Por la presión de grupo parecía que aceptaría. Fue ahí cuando le dieron un enorme contrato que al desdoblarse casi llegó al pie de la mesa donde estaban escondidos. Comenzó a leer la advertencia en voz alta, cuando llevaba ya un par su semblante cambió. Se puso pálido, respiraba agitado y parecía estar a punto de colapsar. — Este se va a desmayar. — Dijo Robin intentando acomodarse para ver mejor, pero en esas chocó su cabeza con la mesa haciendo que sonará cuál coco seco y todo mundo mirara en su dirección
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NOCHE
ESMERALDA
Esmeralda afirmó con la cabeza. Los enanos solían ser muy diferentes a los hobbits, se veían mucho más intimidantes y con más carácter, solo que ella había aprendido que nunca había que sacar suposiciones de las personas antes de conocerlas así que no había que quedarse con la apariencia, que ganas de conocerlos, realmente se veían muy animados aún cuando Bilbo estaba a punto de desmayarse. Es que en sí eran muy desordenados y con muchas ganas de comer, el hobbit no podía hacer nada ya que era servicial y le gustaba que la gente se sintiera acogida.
La hobbit miraba impactante la escena, mucho más como los enanos cayeron en masa y se fijó sobre todo en aquel que parecía más imponente que al resto que solo por su altura y esa forma de ser ya le parecía un príncipe. — Parece ser que no todos los príncipes son iguales. ¿Los enanos eran así, no? Es que no tengo idea, y no es una historia que haya escuchado de Gandalf. — Todo parecía ser que sí, y claro que eso lo confirmó mucho después cuando comenzaron a hablar, cantar canciones y dejaron todo en orden de una manera impresionante. Esmeralda no podía musitar palabra alguna por lo impresionada que estaba.
Luego cantaron una canción que era muy linda, le daba entender como eran los enanos y vivían en su lugar, sin embargo, su lugar había sido vulnerado y tuvieron que largarse de ahí. Ahora iban por el mundo y le dio tristeza porque claro a uno le podía gustar la aventura pero volver a tu hogar luego de esto era reconfortante, quizás era muy sensible pero a la hobbit se le llenaron sus ojitos de lágrimas. — Pobres enanos. — Masculló la chica sin tener muchas ganas de acercarse la verdad pero como siempre seguía a Robin solo lo hizo. De todos modos, todo aquello ya lo escuchó debajo de la mesa, y ahí tenía que venir su amigo con su torpeza, su golpe fue lo suficiente ruidoso y de la nada, unas manos la atraparon y luego pudo ver que Robin había contado con la misma suerte.
— ¡Invasores! ¿Cuánto han escuchado? No deberían estar aquí. Está reunión es excesivamente privada e importante para nosotros para que se sepa. — Dijo el enano que la había tomado de la nada.
— Suéltame, de verdad no hemos escuchado mucho, no hemos hecho nada malo. — ¿Qué podía decir? Por los dos podía decir que solo habían pecado de curiosos nada más porque todo le llamó la atención.
Espero que Robin también hablara y se defendiera. — No sean tan estrictos, son como niños, estoy seguro que no dirán nada porque son así de leales.— Bilbo ya se había ido a su habitación porque no había aceptado el trato. — Algo me dice que Bilbo aceptará solo tenemos que ser pacientes. — Dictó Gandalf el Gris que los miraba afable e hizo que los enanos lo soltaran.
—Pero como han dicho esto no es asunto suyo, así que pueden irse a su hogar ya es demasiado tarde y sus familias deben estar preocupadas. — El tono que uso fue lo suficientemente intimidante para que Esmeralda retrocediera unos pasos.
— Me hubiera gustado ayudarlos pero si no se puede, bueno entiendo. Robin, vamos es mejor irnos. Y descuiden, no diremos absolutamente nada a nadie. — Lo juró con su voz chillona e infantil.
La hobbit miraba impactante la escena, mucho más como los enanos cayeron en masa y se fijó sobre todo en aquel que parecía más imponente que al resto que solo por su altura y esa forma de ser ya le parecía un príncipe. — Parece ser que no todos los príncipes son iguales. ¿Los enanos eran así, no? Es que no tengo idea, y no es una historia que haya escuchado de Gandalf. — Todo parecía ser que sí, y claro que eso lo confirmó mucho después cuando comenzaron a hablar, cantar canciones y dejaron todo en orden de una manera impresionante. Esmeralda no podía musitar palabra alguna por lo impresionada que estaba.
Luego cantaron una canción que era muy linda, le daba entender como eran los enanos y vivían en su lugar, sin embargo, su lugar había sido vulnerado y tuvieron que largarse de ahí. Ahora iban por el mundo y le dio tristeza porque claro a uno le podía gustar la aventura pero volver a tu hogar luego de esto era reconfortante, quizás era muy sensible pero a la hobbit se le llenaron sus ojitos de lágrimas. — Pobres enanos. — Masculló la chica sin tener muchas ganas de acercarse la verdad pero como siempre seguía a Robin solo lo hizo. De todos modos, todo aquello ya lo escuchó debajo de la mesa, y ahí tenía que venir su amigo con su torpeza, su golpe fue lo suficiente ruidoso y de la nada, unas manos la atraparon y luego pudo ver que Robin había contado con la misma suerte.
— ¡Invasores! ¿Cuánto han escuchado? No deberían estar aquí. Está reunión es excesivamente privada e importante para nosotros para que se sepa. — Dijo el enano que la había tomado de la nada.
— Suéltame, de verdad no hemos escuchado mucho, no hemos hecho nada malo. — ¿Qué podía decir? Por los dos podía decir que solo habían pecado de curiosos nada más porque todo le llamó la atención.
Espero que Robin también hablara y se defendiera. — No sean tan estrictos, son como niños, estoy seguro que no dirán nada porque son así de leales.— Bilbo ya se había ido a su habitación porque no había aceptado el trato. — Algo me dice que Bilbo aceptará solo tenemos que ser pacientes. — Dictó Gandalf el Gris que los miraba afable e hizo que los enanos lo soltaran.
—Pero como han dicho esto no es asunto suyo, así que pueden irse a su hogar ya es demasiado tarde y sus familias deben estar preocupadas. — El tono que uso fue lo suficientemente intimidante para que Esmeralda retrocediera unos pasos.
— Me hubiera gustado ayudarlos pero si no se puede, bueno entiendo. Robin, vamos es mejor irnos. Y descuiden, no diremos absolutamente nada a nadie. — Lo juró con su voz chillona e infantil.
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NOCHE
Robin
— Por lo visto no, no todos son iguales. Aunque a mi parecer si tiene ese porte, solo que con un toque rudo… hasta ermitaño podría decir. — comentaba acerca de Thorin quien tenía cierto aire imponente que hacía evidente que era el líder de aquel grupo. No necesitaba ni siquiera de una corona o joyas para que los demás se dieran cuenta. Tanto así que el par de hobbits que en su vida nunca habían visto a alguien de la realeza, pues el sistema de gobierno de la comarca era distinto, lo habían reconocido como uno. — Es cierto, la verdad es genial escucharlo hablar de las historias de los elfos, y los hombres… pero ahora que veo a los enanos también me mata de curiosidad conocer más de esa raza también. — comentaba el moreno de ojos azules.
La verdad Robín había quedado sorprendido con todo esto de los enanos, eran tan diferentes a ellos. Mucho más altos, corpulentos… aunque lo de altos quizás se podría a poner en discusión, además de barbudos. Pero lo que en realidad llamaba la atención del joven hobbit era esa tenacidad, esas ganas de lucha e incluso ese buen ánimo, a pesar de que se notaba que no estaban pasando por el mejor momento. Era algo de admirar, en especial luego de escuchar la historia de su pueblo. Querían recuperarlo, no se rendían así porque sí.
Todo estaba de las mil maravillas, se estaban entreteniendo con lo ocurrido. En especial con las reacciones de Bilbo, pero… luego todo se fue por un tubo cuando Robín hizo aquel movimiento en falso que causo que le diera con la cabeza a la mesa donde estaban escondidos y para desgracia había metido demasiado ruido, aun cuando intento no quejarse. Por supuesto que eso le asusto, sabía que Gandalf no dejaría que les hicieran nada, pero igual esas miradas intimidantes hacia su persona resultaban incómodas. El chico aún por cierto, se encontraba hecho un ovillo en el suelo, pasándose la mano por la cabeza por el dolor.
Se espantó cuando vio que el enano agarro a Esmeralda. — Oye, oye… no suéltala. — dijo intentando ponerse de pie pues lo habian jalado como costal de papas de debajo de la mesa, pero como no pudo hacerlo tan rápido, lo agarro de la pierna como si tuviera la fuerza de jalarlo hacia el suelo con él. Pero bueno, la intención es lo que cuenta. ¿No? Por suerte el asunto no paso a mayores gracias a que Gandalf intervino. Robín logró al fin ponerse de pie, aunque con cara de enojo hacia el enano por haber jaloneado a su amiga. Por lo que rápido fue a parar cerca de ella nuevamente. — Nosotros solo queríamos escuchar las historias. Nunca podemos salir de aquí… solo nos queda oír. — murmuro con los brazos cruzados. — No vamos a decir nada… — termino por admitir. Era cierto, no dirían nada. Aunque sí que se quedarían con esa idea de viajar y algún día, ellos también poder tener su aventura.
— Está bien, nos vamos. Pero de verdad todo fue por la pura curiosidad… y hasta admiración. Hubiera sido lindo ayudar como dice mi amiga, pero bueno, espero que cumplan su objetivo. — al menos ya todos parecían más calmados. El chico se dirigió a la salida esperando que Esmeralda lo siguiera, ya era tarde, seguro, sus padres harían todo un interrogatorio… eso si es que aún estaban despiertos. — ¿No te dolió? ¿Digo… el jalón del enano? Es que, aunque no sean malas personas, se ve que son medios brutos. — le pregunto algo preocupado mientras comenzaban a caminar de regreso a sus casas, preguntándose si ellos también llegarían a tener su aventura.
La verdad Robín había quedado sorprendido con todo esto de los enanos, eran tan diferentes a ellos. Mucho más altos, corpulentos… aunque lo de altos quizás se podría a poner en discusión, además de barbudos. Pero lo que en realidad llamaba la atención del joven hobbit era esa tenacidad, esas ganas de lucha e incluso ese buen ánimo, a pesar de que se notaba que no estaban pasando por el mejor momento. Era algo de admirar, en especial luego de escuchar la historia de su pueblo. Querían recuperarlo, no se rendían así porque sí.
Todo estaba de las mil maravillas, se estaban entreteniendo con lo ocurrido. En especial con las reacciones de Bilbo, pero… luego todo se fue por un tubo cuando Robín hizo aquel movimiento en falso que causo que le diera con la cabeza a la mesa donde estaban escondidos y para desgracia había metido demasiado ruido, aun cuando intento no quejarse. Por supuesto que eso le asusto, sabía que Gandalf no dejaría que les hicieran nada, pero igual esas miradas intimidantes hacia su persona resultaban incómodas. El chico aún por cierto, se encontraba hecho un ovillo en el suelo, pasándose la mano por la cabeza por el dolor.
Se espantó cuando vio que el enano agarro a Esmeralda. — Oye, oye… no suéltala. — dijo intentando ponerse de pie pues lo habian jalado como costal de papas de debajo de la mesa, pero como no pudo hacerlo tan rápido, lo agarro de la pierna como si tuviera la fuerza de jalarlo hacia el suelo con él. Pero bueno, la intención es lo que cuenta. ¿No? Por suerte el asunto no paso a mayores gracias a que Gandalf intervino. Robín logró al fin ponerse de pie, aunque con cara de enojo hacia el enano por haber jaloneado a su amiga. Por lo que rápido fue a parar cerca de ella nuevamente. — Nosotros solo queríamos escuchar las historias. Nunca podemos salir de aquí… solo nos queda oír. — murmuro con los brazos cruzados. — No vamos a decir nada… — termino por admitir. Era cierto, no dirían nada. Aunque sí que se quedarían con esa idea de viajar y algún día, ellos también poder tener su aventura.
— Está bien, nos vamos. Pero de verdad todo fue por la pura curiosidad… y hasta admiración. Hubiera sido lindo ayudar como dice mi amiga, pero bueno, espero que cumplan su objetivo. — al menos ya todos parecían más calmados. El chico se dirigió a la salida esperando que Esmeralda lo siguiera, ya era tarde, seguro, sus padres harían todo un interrogatorio… eso si es que aún estaban despiertos. — ¿No te dolió? ¿Digo… el jalón del enano? Es que, aunque no sean malas personas, se ve que son medios brutos. — le pregunto algo preocupado mientras comenzaban a caminar de regreso a sus casas, preguntándose si ellos también llegarían a tener su aventura.
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La hobbit nunca pensó que serían descubiertos porque de por sí eran muy buenos escondiendose y así pasar desapercibidos. Aquella historia había inculcado en ella mucha curiosidad y de verdad sentía una necesidad enorme de ayudarlos porque se veía que lo habían pasado muy mal con lo que había pasado con aquel dragón y que ellos ni siquiera podían volver a su reino o hogar porque ahí estaba. Todo era novedoso para ella y bastante a decir verdad, pero lo malo es que fueron descubiertos y lo cierto es que ni siquiera podía culpar a Robin ya que fuera como fuera no iban a dejarlos a ir con ellos, era una misión secreta e incluso arriesgada.
No pensaba hablar absolutamente nada porque era su misión así que trató de transmitirlo con su mirada luego que Gandalf intervino con sabiduría, eran criaturas buenas y nobles, que amaban la tranquilidad de la Comarca aunque claro, ellos si se consideraban aventureros y era su sueño ir por alguna aventura solo que podrían tener su propia aventura si se organizaban tal como aquellos enanos, porque salir era peligroso: se podían encontrar con orcos, hombres e incluso elfos, ya no solían ser nómades como ocurría hace muchos años atrás solo que podrían cuidarse si planeaban algo.
—Pueden confiar plenamente en nosotros, no diremos nada. — dijo con honestidad y siendo muy sincero —. Es su asunto y espero con todo mi corazón que resulte bien porque merecen tener su hogar. Por cierto, linda canción — tuvo que decir porque tenía que comentar sobre la canción. Gandalf río por lo bajo y los hermanos que eran parecidos sonrieron con encanto, podía notar que muchos le creían pero el enano guapo e intimidante que era el líder no mucho — Descuide, Bilbo va ir aunque ahora este nervioso, va a ir. Lo conocemos muy bien, ¿cierto, Robin? — señaló antes de marcharse y soltando un suspiro cuando salieron de la casa de Bilbo. Esmeralda mantuvo silencio por un rato mientras caminaban y fue cuando estuvieron más lejos que habló — Promete que no dirás absolutamente nada, es su misión y por muy increíble que sea tenemos que respetarlo— murmuró la chica antes de responder a su pregunta —. Estoy bien, no te preocupes. Sí que fue bruto pero nada para quejarse, normal que actuara así yo también me enojaría si estuvieran escuchándome a escondidas — reveló la pequeña con una sonrisa tranquilizadora para que su amigo no se preocupara tanto.
—Igual quede con ganas de ir no te puedo negar solo que no podemos seguirlos, lamentablemente — señaló convencida que tendría que ser así y tendría que asumirlo. —. Algún día lo haremos nosotros por nuestra propia cuenta — señaló riendo y vio que alguien se acercaba llamandola, era su mamá que estaba enojada por no llegar a casa.
—¡Tengo que irme! ¡Nos vemos mañana! ¿Vale? Y recuerda, ni una palabra a nadie — se despidió de un beso en la mejilla de su amigo y luego fue corriendo hacia donde su madre soportando el regaño, y claro, dándole la excusa porque había ido tarde. Robin siempre era la excusa, es que era muy normal que se quedaran conversando y caminando por los alrededores había días que se le hacía tarde.
No pensaba hablar absolutamente nada porque era su misión así que trató de transmitirlo con su mirada luego que Gandalf intervino con sabiduría, eran criaturas buenas y nobles, que amaban la tranquilidad de la Comarca aunque claro, ellos si se consideraban aventureros y era su sueño ir por alguna aventura solo que podrían tener su propia aventura si se organizaban tal como aquellos enanos, porque salir era peligroso: se podían encontrar con orcos, hombres e incluso elfos, ya no solían ser nómades como ocurría hace muchos años atrás solo que podrían cuidarse si planeaban algo.
—Pueden confiar plenamente en nosotros, no diremos nada. — dijo con honestidad y siendo muy sincero —. Es su asunto y espero con todo mi corazón que resulte bien porque merecen tener su hogar. Por cierto, linda canción — tuvo que decir porque tenía que comentar sobre la canción. Gandalf río por lo bajo y los hermanos que eran parecidos sonrieron con encanto, podía notar que muchos le creían pero el enano guapo e intimidante que era el líder no mucho — Descuide, Bilbo va ir aunque ahora este nervioso, va a ir. Lo conocemos muy bien, ¿cierto, Robin? — señaló antes de marcharse y soltando un suspiro cuando salieron de la casa de Bilbo. Esmeralda mantuvo silencio por un rato mientras caminaban y fue cuando estuvieron más lejos que habló — Promete que no dirás absolutamente nada, es su misión y por muy increíble que sea tenemos que respetarlo— murmuró la chica antes de responder a su pregunta —. Estoy bien, no te preocupes. Sí que fue bruto pero nada para quejarse, normal que actuara así yo también me enojaría si estuvieran escuchándome a escondidas — reveló la pequeña con una sonrisa tranquilizadora para que su amigo no se preocupara tanto.
—Igual quede con ganas de ir no te puedo negar solo que no podemos seguirlos, lamentablemente — señaló convencida que tendría que ser así y tendría que asumirlo. —. Algún día lo haremos nosotros por nuestra propia cuenta — señaló riendo y vio que alguien se acercaba llamandola, era su mamá que estaba enojada por no llegar a casa.
—¡Tengo que irme! ¡Nos vemos mañana! ¿Vale? Y recuerda, ni una palabra a nadie — se despidió de un beso en la mejilla de su amigo y luego fue corriendo hacia donde su madre soportando el regaño, y claro, dándole la excusa porque había ido tarde. Robin siempre era la excusa, es que era muy normal que se quedaran conversando y caminando por los alrededores había días que se le hacía tarde.
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1. ¿TIENES GANAS DE UNA AVENTURA?
CASA DE BILBO
NOCHE
Robin
El día de hoy, o más bien la noche de hoy, había marcado un antes y un después en la vida del joven hobbit. Si bien es cierto que antes era curioso y amaba escuchar las historias de fuera de la Comarca, ahora sentía unas ganas inmensas de salir, ver el mundo. Escuchar las historias de los enanos resultaba en algo sorprendente para él. Hacía que deseara vivir sus propias aventuras. Ya se imaginaba entre gente de otros lugares, viendo criaturas interesantes nunca antes vistas. Por un momento llego a pensar que tal vez hubieran podido ir con ellos, pero ahora que los descubrían se daba cuenta de que no era la mejor idea.
— De verdad, solo quedamos muy impresionados con su historia. Está increíble… en el sentido de que emociona, no en el sentido de que fue increíble que les pasara eso. No, no. Es admirable. — Añadió el muchacho aún seguía un poco nervioso por haber sido descubierto y por la forma en que alguno de los enanos los miraban. Pero lo que decía lo decía en serio. Todo lo que habían pasado y la tenacidad que tenían era para ser admirado.
— Así es, solo es un poco necio y por eso no quiere admitir que le gustaría ir. Pero irá, nada más dejen que le pase el espanto de hace un rato. — Decía ahora con toda la calma del mundo. Pues claro, no fue él quien tenía que firmar una cláusula de arreglos funerarios por si el dragón lo freía. De todos modos, sabía que Bolsón solo se estaba haciendo de rogar, muy en el fondo estas cosas le gustaban. Así que había que darle un empujón y recordárselo.
El par salió de Bolsón cerrado, apresurando un poco el paso. Ahora que lo pensaba, posiblemente estuvieran en problemas por las horas que eran. Escucho a Esmeralda, tenía razón. Ellos no tendrían por qué estar exponiendo asuntos que no les competían. Solo podían arruinarle los planes. — Descuida, no lo haré. Ponernos a regar eso por toda la Comarca, solo les traería problemas y no necesitan más de los que ya de por sí tienen en el camino. — le aseguro. No sería tan chismoso
.— Ya sé, pero igual no es forma de tratar a una dama. — dijo en un tonito algo dramático. — Pero qué bueno que solo fue eso. Igual debí tener más cuidado. — Decía aun tocándose la cabeza donde se dio el cocotazo. — Pero bueno, fue la impresión de vernos allí. — terminó por reconocer.
— Yo también me quedé con ganas. Quiero ver lo que hay allá fuera. Me pregunto si en algún momento se nos dé una oportunidad como a Bilbo. — Decía pensativo mientras caminaban por el sendero. — Si no aparece igual, podemos fabricar nuestra propia oportunidad. No sé cómo, no sé cuándo, ni para donde, pero bueno, algún día… algún día. — el tono era el de un soñador porque ya se había imaginado todo y eso produjo que una sonrisa se dibujara en su rostro.
— Oh, oh… creo que estás en problemas, aunque espero que no. — Decía al ver a la señora Bilberry a la distancia. — Sí, sí nos vemos mañana. Soy una tumba. ¡Adiós! — exclamaba cuando la chica se despidió de él con un beso y se marchaba a toda prisa hacia su madre. El hobbit salió corriendo hacia su casa luego de notar el rostro de la mayor de pocos amigos. Capaz pensaba que era mala influencia, pero solo sonrió y se esfumó de su vista. Lo que no se esfumó fueron sus pensamientos de querer ir a ver lo que había allí afuera.
— De verdad, solo quedamos muy impresionados con su historia. Está increíble… en el sentido de que emociona, no en el sentido de que fue increíble que les pasara eso. No, no. Es admirable. — Añadió el muchacho aún seguía un poco nervioso por haber sido descubierto y por la forma en que alguno de los enanos los miraban. Pero lo que decía lo decía en serio. Todo lo que habían pasado y la tenacidad que tenían era para ser admirado.
— Así es, solo es un poco necio y por eso no quiere admitir que le gustaría ir. Pero irá, nada más dejen que le pase el espanto de hace un rato. — Decía ahora con toda la calma del mundo. Pues claro, no fue él quien tenía que firmar una cláusula de arreglos funerarios por si el dragón lo freía. De todos modos, sabía que Bolsón solo se estaba haciendo de rogar, muy en el fondo estas cosas le gustaban. Así que había que darle un empujón y recordárselo.
El par salió de Bolsón cerrado, apresurando un poco el paso. Ahora que lo pensaba, posiblemente estuvieran en problemas por las horas que eran. Escucho a Esmeralda, tenía razón. Ellos no tendrían por qué estar exponiendo asuntos que no les competían. Solo podían arruinarle los planes. — Descuida, no lo haré. Ponernos a regar eso por toda la Comarca, solo les traería problemas y no necesitan más de los que ya de por sí tienen en el camino. — le aseguro. No sería tan chismoso
.— Ya sé, pero igual no es forma de tratar a una dama. — dijo en un tonito algo dramático. — Pero qué bueno que solo fue eso. Igual debí tener más cuidado. — Decía aun tocándose la cabeza donde se dio el cocotazo. — Pero bueno, fue la impresión de vernos allí. — terminó por reconocer.
— Yo también me quedé con ganas. Quiero ver lo que hay allá fuera. Me pregunto si en algún momento se nos dé una oportunidad como a Bilbo. — Decía pensativo mientras caminaban por el sendero. — Si no aparece igual, podemos fabricar nuestra propia oportunidad. No sé cómo, no sé cuándo, ni para donde, pero bueno, algún día… algún día. — el tono era el de un soñador porque ya se había imaginado todo y eso produjo que una sonrisa se dibujara en su rostro.
— Oh, oh… creo que estás en problemas, aunque espero que no. — Decía al ver a la señora Bilberry a la distancia. — Sí, sí nos vemos mañana. Soy una tumba. ¡Adiós! — exclamaba cuando la chica se despidió de él con un beso y se marchaba a toda prisa hacia su madre. El hobbit salió corriendo hacia su casa luego de notar el rostro de la mayor de pocos amigos. Capaz pensaba que era mala influencia, pero solo sonrió y se esfumó de su vista. Lo que no se esfumó fueron sus pensamientos de querer ir a ver lo que había allí afuera.
Fin del Capitulo
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ESMERALDA
Pasó un año. Solo de curiosa había visto esa mañana cuando los enanos partieron en sus ponys pero ni Gandalf ni Bilbo los había seguido. Con timidez y con su manita se había despedido desde la ventana de su casa donde los dos que parecían hermanos fueron los más simpáticos y correspondieron a su despedida. — Que su viaje sea exitoso — Se lo deseo con todo su corazón y buena intención es que de verdad merecían recuperar sus tierras y claro que esto sería un secreto de Robin y de ella hasta que escucharan porque sabían que Bilbo iba a regresar que todo estaba resuelto, de verdad esperaba que sí.
Fue como pasó el año y después de eso para ella la vida en la Comarca aunque seguía siendo muy linda y especial, era aburrida. Sentía que ella era más de aventuras y recorrer el mundo aunque no tuvieran las herramientas necesarias pero podrían cuidarse alguien que pudiera hacerlo y que fuera bueno para lograr su cometido y el único que podría seguir esos sueños y metas no era nadie más que su mejor amigo. Muchas noches se notó despertando luego de aquellos sueños donde ella descubría paisajes hermosos y diferentes y se preguntaba porque había nacido en ese tiempo cuando los hobbits antes eran nómades e iban de un lugar a otro, eran increíblemente sigilosos y podían esconderse, eran escurridizos y rápidos no sabía porque muchos se quedaban ahí aunque no todos.
¿Acaso ella era la siguiente? Ahora tocaba convencer a su amigo.
Se seguían juntando en aquel árbol mientras comían frutas y conversaban. Esmeralda esta vez llegó temprano, puso ese mantel que ella misma había bordado y dejo el pastel de manzana al medio junto a las diferentes frutas que comería. Tal como pensó, Robin llegó justo a la hora acordada. Sonrió. — ¡Hola! ¡Justo a tiempo! Te debo contar un sueño que tuve y que me tiene muy inquieta — decía mientras dejaba que se sentará y esperaba que le preguntara de que iba ese sueño. ¿Sería capaz de acompañarla? Es que fuera como fuera igual tenía miedo de ir sola. Sus padres iban a matarla y luego rematarla pero no se podía ir contra sus verdaderos pensamientos, a ella le encantaba la aventura.
Fue como pasó el año y después de eso para ella la vida en la Comarca aunque seguía siendo muy linda y especial, era aburrida. Sentía que ella era más de aventuras y recorrer el mundo aunque no tuvieran las herramientas necesarias pero podrían cuidarse alguien que pudiera hacerlo y que fuera bueno para lograr su cometido y el único que podría seguir esos sueños y metas no era nadie más que su mejor amigo. Muchas noches se notó despertando luego de aquellos sueños donde ella descubría paisajes hermosos y diferentes y se preguntaba porque había nacido en ese tiempo cuando los hobbits antes eran nómades e iban de un lugar a otro, eran increíblemente sigilosos y podían esconderse, eran escurridizos y rápidos no sabía porque muchos se quedaban ahí aunque no todos.
¿Acaso ella era la siguiente? Ahora tocaba convencer a su amigo.
Se seguían juntando en aquel árbol mientras comían frutas y conversaban. Esmeralda esta vez llegó temprano, puso ese mantel que ella misma había bordado y dejo el pastel de manzana al medio junto a las diferentes frutas que comería. Tal como pensó, Robin llegó justo a la hora acordada. Sonrió. — ¡Hola! ¡Justo a tiempo! Te debo contar un sueño que tuve y que me tiene muy inquieta — decía mientras dejaba que se sentará y esperaba que le preguntara de que iba ese sueño. ¿Sería capaz de acompañarla? Es que fuera como fuera igual tenía miedo de ir sola. Sus padres iban a matarla y luego rematarla pero no se podía ir contra sus verdaderos pensamientos, a ella le encantaba la aventura.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ROBÍN
El tiempo había pasado y la verdad es que Robín aún recordaba cuando se habían colado en la casa de Bilbo para ver que tanto buscaban aquellos enanos. Había quedado fascinado por la historia, aunque reconocía que alguno de ellos lo habían llegado a intimidar. Ya saben… los enanos solían ser algo más grandes y por mucho más corpulentos que los hobbits, con facciones faciales más fuertes e intimidantes. Así que sí… no lo iba a negar. Sin embargo, descubrió que eran personas maravillosas con un pasado triste y un futuro en donde reinaba su valor, su valentía. Esperaba que realmente tuvieran éxito en su viaje, pero sobre todo en recuperar su hogar.
Aquel viaje no había sido para ellos, eran demasiado jóvenes para irse a ayudar a reclamar un reino ajeno. Se preguntaba como le estaría yendo a Bilbo por allá. Ya muchos, sin tan siquiera recibir noticias o tener la menor de las ideas, lo estaban dando por muerto. El moreno estaba seguro de que eso no era cierto. ¿Cómo podía ser cierto? El hobbit partió con Gandalf… ¡Gandalf! De seguro velaría por él. Lástima que no podía decir nada por qué sería faltar a la promesa que ellos hicieron antes de salir de Bolsón Cerrado, de no decir nada sobre aquella misión. No es que fuera chismoso… bueno un poco, pero notaba que poco a poco la prima de este, Lobelia Sacovilla-Bolsón, se servía con la cuchara ancha de todo lo que había en casa de Bilbo. Literal… un día la vio con unas cucharas de platas en sus bolsillos. Mujer mal mañosa.
El muchacho ya se estaba cansando de estar allí. La vida era muy sedentaria y tranquila, demasiado tranquila. Salvo cuando a veces se metía en líos. Pero bueno, tampoco se quejaba. La compañía era buena, más se había quedado con tantas ganas de ver lo que había allí afuera que a veces se preguntaba si habían hecho bien en quedarse. Ya a estas alturas hubieran estado lejos, muy lejos. Llego como de costumbre al árbol donde se juntaba con Esmeralda cargando consigo una jarra de leche que casi derrama por el camino cuando una gallina se cruzó ante sus pies. — ¡Hola! Traje leche para el pastel… casi no llega, pero bueno. Sobrevivió. — aseguro mientras se acercaba a sentarse cerca de ella.
— ¿Un sueño? — pregunto curioso. Tenía que ser algo asombroso para que la inquietara tanto. — ¿Tan impresionante fue? ¿O crees que te quería decir algo? La abuela dice que a veces los sueños te hablan. Ni idea que quiere decir con eso. — Admitió el muchacho mientras se disponía a escucharla.
Aquel viaje no había sido para ellos, eran demasiado jóvenes para irse a ayudar a reclamar un reino ajeno. Se preguntaba como le estaría yendo a Bilbo por allá. Ya muchos, sin tan siquiera recibir noticias o tener la menor de las ideas, lo estaban dando por muerto. El moreno estaba seguro de que eso no era cierto. ¿Cómo podía ser cierto? El hobbit partió con Gandalf… ¡Gandalf! De seguro velaría por él. Lástima que no podía decir nada por qué sería faltar a la promesa que ellos hicieron antes de salir de Bolsón Cerrado, de no decir nada sobre aquella misión. No es que fuera chismoso… bueno un poco, pero notaba que poco a poco la prima de este, Lobelia Sacovilla-Bolsón, se servía con la cuchara ancha de todo lo que había en casa de Bilbo. Literal… un día la vio con unas cucharas de platas en sus bolsillos. Mujer mal mañosa.
El muchacho ya se estaba cansando de estar allí. La vida era muy sedentaria y tranquila, demasiado tranquila. Salvo cuando a veces se metía en líos. Pero bueno, tampoco se quejaba. La compañía era buena, más se había quedado con tantas ganas de ver lo que había allí afuera que a veces se preguntaba si habían hecho bien en quedarse. Ya a estas alturas hubieran estado lejos, muy lejos. Llego como de costumbre al árbol donde se juntaba con Esmeralda cargando consigo una jarra de leche que casi derrama por el camino cuando una gallina se cruzó ante sus pies. — ¡Hola! Traje leche para el pastel… casi no llega, pero bueno. Sobrevivió. — aseguro mientras se acercaba a sentarse cerca de ella.
— ¿Un sueño? — pregunto curioso. Tenía que ser algo asombroso para que la inquietara tanto. — ¿Tan impresionante fue? ¿O crees que te quería decir algo? La abuela dice que a veces los sueños te hablan. Ni idea que quiere decir con eso. — Admitió el muchacho mientras se disponía a escucharla.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ESMERALDA
Su amigo aunque demoraba un poquito solía ser muy puntual y eso la ponía contenta, solo quería contarle su sueño y pues aunque lo veía imposible llevarlo a cabo era imposible no sentir ganas de un gran viaje. Es que en este lugar era solo rutina y se sentía tan sedentaria siempre era lo mismo y la verdad era que envidiaba - aunque si esperaba con todo su corazón que los enanos junto a Bilbo y Gandalf hubieran recuperado el reino de ese dragón malvado que los echó de su propio hogar.
Y ella también andaba con ganas de una aventura estaba segura que ese sueño había significado algo, río al ver a Robin llegando algo nervioso aunque contento porque no había derramado la leche y que mejor, que haría una combinación perfecta con el pastel que había preparado para él. Su querido amigo nunca dejaría de ser así de torpe y claro que ni se había fijado que un pollito lo estaba siguiendo por el apuro que traía para venir con ella. Se preguntaba de donde lo había perseguido quizás había seguido los rastros de migas de pan que caían de su bolsillo, le sonrió con cariño y lo invito a sentarse. — Me alegro mucho que no tropezarás, Robin. Siempre te pasa aunque ahora mismo ni te diste cuenta y un amigo tuyo te vino siguiendo — dijo divertida mientras señalaba al pollo se notaba que era tan solo de un mes y algo que vaya que era pequeñito había que tener cuidado con los gatos molestos que siempre se lo comían si no estaban en grupo. — Es mejor que se quede en tu bolsillo — sugirió la pequeña.
La chica comenzó a cortar el pastel mientras le contó que había tenido un sueño y quería dejarlo con la intriga. Asintió, en el fondo sabía que debía tener un significado importante. — La verdad es que también salías tú es que tenías que estar por alguna extraña razón — le contaba mientras le pasaba un buen trozo de pastel y luego le entregaba una servilleta de tela para que se limpiara porque iba a quedar lleno de migajas, solía ser algo descuidado pero ahí estaba ella para siempre cuidarlo y consentirlo, era lógico que no se imaginaba una vida sin su mejor amigo casi un hermano.
— Está bien, te voy a contar. Y tu abuelita tiene razón sé que es algo que deseo y espero que se cumpla algún día, ¿por algo lo soñe no? — con su cuestionamiento lo miró generalmente los sueños si uno se esforzaba se volvían realidad. — Soñé que tu y yo viajábamos por el mundo, nos íbamos primero por bosques y llegábamos donde están los hombres y claro de la nada aparecían los enanos que nos invitaban a su reino recuperado ¿Te lo puedes creer? — señaló la hobbit entusiasmada — ¡Más encima lo soñé toda la noche! Ni siquiera desperté y me dolió cuando escuché la voz de mi mamá para que levantara — terminó por decir con un puchero y luego le dio una gran mordida a su pastel de manzana que como siempre le había quedado riquísimo.
Y ella también andaba con ganas de una aventura estaba segura que ese sueño había significado algo, río al ver a Robin llegando algo nervioso aunque contento porque no había derramado la leche y que mejor, que haría una combinación perfecta con el pastel que había preparado para él. Su querido amigo nunca dejaría de ser así de torpe y claro que ni se había fijado que un pollito lo estaba siguiendo por el apuro que traía para venir con ella. Se preguntaba de donde lo había perseguido quizás había seguido los rastros de migas de pan que caían de su bolsillo, le sonrió con cariño y lo invito a sentarse. — Me alegro mucho que no tropezarás, Robin. Siempre te pasa aunque ahora mismo ni te diste cuenta y un amigo tuyo te vino siguiendo — dijo divertida mientras señalaba al pollo se notaba que era tan solo de un mes y algo que vaya que era pequeñito había que tener cuidado con los gatos molestos que siempre se lo comían si no estaban en grupo. — Es mejor que se quede en tu bolsillo — sugirió la pequeña.
La chica comenzó a cortar el pastel mientras le contó que había tenido un sueño y quería dejarlo con la intriga. Asintió, en el fondo sabía que debía tener un significado importante. — La verdad es que también salías tú es que tenías que estar por alguna extraña razón — le contaba mientras le pasaba un buen trozo de pastel y luego le entregaba una servilleta de tela para que se limpiara porque iba a quedar lleno de migajas, solía ser algo descuidado pero ahí estaba ella para siempre cuidarlo y consentirlo, era lógico que no se imaginaba una vida sin su mejor amigo casi un hermano.
— Está bien, te voy a contar. Y tu abuelita tiene razón sé que es algo que deseo y espero que se cumpla algún día, ¿por algo lo soñe no? — con su cuestionamiento lo miró generalmente los sueños si uno se esforzaba se volvían realidad. — Soñé que tu y yo viajábamos por el mundo, nos íbamos primero por bosques y llegábamos donde están los hombres y claro de la nada aparecían los enanos que nos invitaban a su reino recuperado ¿Te lo puedes creer? — señaló la hobbit entusiasmada — ¡Más encima lo soñé toda la noche! Ni siquiera desperté y me dolió cuando escuché la voz de mi mamá para que levantara — terminó por decir con un puchero y luego le dio una gran mordida a su pastel de manzana que como siempre le había quedado riquísimo.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ROBÍN
El chico había tratado de llegar a tiempo, solo que se le habían presentado uno que otro inconveniente por el camino. Como ocurrió con lo de la gallina. Poquito falto para que terminara dándole un baño de leche al animal, de paso a él mismo también porque vaya que si llegaba a derramar aquella jara habría dado para empaparlos ambos. Por suerte pudo tener balance y lograr hacer una movida rápida que salvo el día… o al menos salvo la bebida de ambos, porque si no tendrían que bajar las frutas con saliva… o al menos mínimo ir al poso a buscar agua para beber.
Noto como Esmeralda lo miraba riéndose, seguro andaba haciendo toda una escena. Lo que no pensó era que lo más gracioso del asunto es que había llegado con compañía y ni siquiera se había dado cuenta por el ajetreo. — ¿Cómo? ¿No puede ser? — comenzó mirará de un lado para otro hasta que noto aquella pequeña bola amarilla en el suelo. El chico se inclinó y tomo en sus manos al animalito. Era demasiado pequeñito como para andar por ahí correteando solo. Podrían otro animal comérselo o incluso simplemente pisarlo por accidente. — Cierto, estará más seguro ahí. Ya luego veremos qué haremos contigo amiguito. Que aun no comprendo como rayos llegaste vivo hasta aquí. — murmuro. Es que vaya que seguro tuvo que esquivar sus pies tambaleantes por un buen rato.
Robín se acomodó, miro con emoción la tarta que Esmeralda había traído. Ya quería probarla. Solo que primero es lo primero. Saciar la curiosidad. Ella mencionó que tenía algo que contarle, un sueño y se veía muy ilusionada con ello. Como si tuviera un significado importante, así que él quería saberlo. — ¿Yo? Vaya, con más razón cuéntame. Quizás tal vez sea cierto lo que dice la abuela y hasta sea algún mensaje. — comento todo intrigado. Mientras el pollito los miraba asomado desde el bolsillo de la camisa del hobbit.
El hobbit, que estaba a punto de dar un mordisco al pastel, se quedó con la boca abierta. Es que se puso a imaginar todo lo que Esmeralda mencionaba. Los ojitos le brillaron tanto como a ella, y vaya que los dos tenían ojos grandes y brillantes, bueno ahora brillaban más. — Eso… eso quiere decir que verás a los hombres… y más enanos… y más cosas… ¡Esmeralda! ¡Tal vez es la señal que necesitábamos para salir de aquí! — exclamo entusiasmado tanto que el pobre pollo se asustó y escondió dentro del bolsillo. — Yo seré sincero, me arrepiento de aquella vez no haber ido con los enanos… Quizás podamos tener nuestra propia aventura. ¿Pero cómo? — decía ahora pensativo atragantándose de pastel. — No podemos decirles a nuestros padres, no nos dejarían aun cuando ya somos mayores de edad. — dijo en un tono frustrado haciendo también puchero.
Noto como Esmeralda lo miraba riéndose, seguro andaba haciendo toda una escena. Lo que no pensó era que lo más gracioso del asunto es que había llegado con compañía y ni siquiera se había dado cuenta por el ajetreo. — ¿Cómo? ¿No puede ser? — comenzó mirará de un lado para otro hasta que noto aquella pequeña bola amarilla en el suelo. El chico se inclinó y tomo en sus manos al animalito. Era demasiado pequeñito como para andar por ahí correteando solo. Podrían otro animal comérselo o incluso simplemente pisarlo por accidente. — Cierto, estará más seguro ahí. Ya luego veremos qué haremos contigo amiguito. Que aun no comprendo como rayos llegaste vivo hasta aquí. — murmuro. Es que vaya que seguro tuvo que esquivar sus pies tambaleantes por un buen rato.
Robín se acomodó, miro con emoción la tarta que Esmeralda había traído. Ya quería probarla. Solo que primero es lo primero. Saciar la curiosidad. Ella mencionó que tenía algo que contarle, un sueño y se veía muy ilusionada con ello. Como si tuviera un significado importante, así que él quería saberlo. — ¿Yo? Vaya, con más razón cuéntame. Quizás tal vez sea cierto lo que dice la abuela y hasta sea algún mensaje. — comento todo intrigado. Mientras el pollito los miraba asomado desde el bolsillo de la camisa del hobbit.
El hobbit, que estaba a punto de dar un mordisco al pastel, se quedó con la boca abierta. Es que se puso a imaginar todo lo que Esmeralda mencionaba. Los ojitos le brillaron tanto como a ella, y vaya que los dos tenían ojos grandes y brillantes, bueno ahora brillaban más. — Eso… eso quiere decir que verás a los hombres… y más enanos… y más cosas… ¡Esmeralda! ¡Tal vez es la señal que necesitábamos para salir de aquí! — exclamo entusiasmado tanto que el pobre pollo se asustó y escondió dentro del bolsillo. — Yo seré sincero, me arrepiento de aquella vez no haber ido con los enanos… Quizás podamos tener nuestra propia aventura. ¿Pero cómo? — decía ahora pensativo atragantándose de pastel. — No podemos decirles a nuestros padres, no nos dejarían aun cuando ya somos mayores de edad. — dijo en un tono frustrado haciendo también puchero.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ESMERALDA
Adoraba que Robin fuera un tierno y adorable. No tan solo lo era con los animalitos sino que con todas las personas, se sentía muy orgullosa que fuera su mejor amigo para toda la vida porque hasta habían sellado cuando niños esa promesa y eso que ya tenían bastante edad. A veces su madre le decía que se iban a casar pero eso le daba mucha vergüenza, por lo tanto ni siquiera se lo ponía a pensar. Vio como guardo el pollito dentro de su bolsillo y el pequeño o pequeña se instaló muy feliz ahí, hasta le picoteó con suavidad la mano mientras que Esmeralda se largaba a reír. — Creo que te considera su mamá y tal vez tiene hambre — señaló mientras lo tocaba con suavidad con su dedo.
Después de servirle el pastel se dispuso a vertir la leche en los vasos que había traído en su canasta también traía muchas frutas y claro que en el almuerzo podría comer todo, le gustaba la buena mesa y sobre todo, los dulces y manjares. La hobbit dentro de un rato se dispuso a contar parte de su sueño que había durado toda la noche lo estaba solo contando de una manera general porque en sí habían vivido aventuras donde reían e incluso, lloraban.
Vio como los grandes ojos azules de Robin se iluminaban de la emoción y se sorprendió porque captó de inmediato que tenía las mismas metas con ella y la chica creyó que era por esa razón que había soñado justamente con él, ni le importó que le hablara con la boca llena. — ¡Es que sí! Y eso que ni te he contado todo lo pasamos muy bien pero también lucíamos desastrosos y pasamos hambre. De hecho, uno de los hombres nos lanzó a un calabozo — le contaba la chica a su amigo mientras ella bebía un trago de la leche que había traído, realmente estaba refrescante. —¡¿También quieres irte de aquí?! — Cuestionó y la verdad es que ahora ni le sorprendía tanto, tenían los mismos gustos — Yo hace tiempo que quiero irme de aquí y tener una aventura, contar esas historias como las cuenta Gandalf, sé que podríamos sobrevivir. Los hobbits solemos ser precavidos y muy sigilosos — le decía y más se estusiamaba que el sueño se volviera real al cumplirlo. Pero Rob tenía razón sus padres nunca lo dejarían. — Bilbo fue muy afortunado al ir con ellos y sé que va a volver — declaró sin más.
¿Qué debían hacer? ¿Quedarse toda la vida ahí o tener esa aventura a pesar del gran castigo?
Y en el fondo sabía la respuesta — Sé que es un tema muy complicado, pero la verdad — lo miró con sus grandes ojos verdes y le tomó las manos —. No me importaría escaparme para tener esa aventura, solo que sí tenemos que prepararnos... hay que llevar mucha comida y ropa de cambio ¿Realmente te atreverías? — preguntó. No dejaba de ser peligroso, Gandalf siempre decía que había que andar con cuidado. — No tengo idea como vamos a escapar pero lo único que sé es que tenemos que actuar rápido antes que sospechen — dijo totalmente decidida la hobbit. Hablaba muy en serio.
Después de servirle el pastel se dispuso a vertir la leche en los vasos que había traído en su canasta también traía muchas frutas y claro que en el almuerzo podría comer todo, le gustaba la buena mesa y sobre todo, los dulces y manjares. La hobbit dentro de un rato se dispuso a contar parte de su sueño que había durado toda la noche lo estaba solo contando de una manera general porque en sí habían vivido aventuras donde reían e incluso, lloraban.
Vio como los grandes ojos azules de Robin se iluminaban de la emoción y se sorprendió porque captó de inmediato que tenía las mismas metas con ella y la chica creyó que era por esa razón que había soñado justamente con él, ni le importó que le hablara con la boca llena. — ¡Es que sí! Y eso que ni te he contado todo lo pasamos muy bien pero también lucíamos desastrosos y pasamos hambre. De hecho, uno de los hombres nos lanzó a un calabozo — le contaba la chica a su amigo mientras ella bebía un trago de la leche que había traído, realmente estaba refrescante. —¡¿También quieres irte de aquí?! — Cuestionó y la verdad es que ahora ni le sorprendía tanto, tenían los mismos gustos — Yo hace tiempo que quiero irme de aquí y tener una aventura, contar esas historias como las cuenta Gandalf, sé que podríamos sobrevivir. Los hobbits solemos ser precavidos y muy sigilosos — le decía y más se estusiamaba que el sueño se volviera real al cumplirlo. Pero Rob tenía razón sus padres nunca lo dejarían. — Bilbo fue muy afortunado al ir con ellos y sé que va a volver — declaró sin más.
¿Qué debían hacer? ¿Quedarse toda la vida ahí o tener esa aventura a pesar del gran castigo?
Y en el fondo sabía la respuesta — Sé que es un tema muy complicado, pero la verdad — lo miró con sus grandes ojos verdes y le tomó las manos —. No me importaría escaparme para tener esa aventura, solo que sí tenemos que prepararnos... hay que llevar mucha comida y ropa de cambio ¿Realmente te atreverías? — preguntó. No dejaba de ser peligroso, Gandalf siempre decía que había que andar con cuidado. — No tengo idea como vamos a escapar pero lo único que sé es que tenemos que actuar rápido antes que sospechen — dijo totalmente decidida la hobbit. Hablaba muy en serio.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ROBÍN
Era una muy bonita amistad la que ambos tenían. Desde pequeños siempre se habían querido, tenían una relación muy estrecha. Siempre se andaban defendiendo el uno al otro. Y claro, metiéndose en líos y travesuras. El chico estaba seguro de que nunca se iban a separar. Era normal escuchar a sus planes soñando despiertos con verlos juntos, casados y todo. Pero quien sabía, tal vez… podía ser. Solo que en este momento el chico estaba pensando en que le gustaría conocer el mundo exterior. Quien mejor que para hacerlo que la misma Esmeralda con quien compartía tanto.
— Pues pobrecito si cree eso. Yo no tengo nada que darle… ¿Podrá comer alguna de las brozas del pastel? — rasco su nuca, es que aquel pollito estaba muy pequeño. Mandaba algo bien molido. — Tal vez hacerlas polvillo. — comento el muchacho. Mientras tanto se dedicaba él mismo a comer.
Se quedó sorprendido con que el sueño fuera tan constante, como si realmente quisiera llamar la atención y no quisieran que lo olvidaran. Más aún le sorprendió que incluso lo incluyera a él. Lo cual quería decir que él también debería de estar en ese viaje. O tal vez solo era una excusa que el mismo invento para invitarse al viaje. De todos modos, no la dejaría ir sola. Alguien tenía que cuidar de ella. ¿No? Aunque ni él se supiera cuidar bien él mismo.
Abrió los ojos grandes cuando le contó la parte dramática. Parecía que había vivido toda una historia completa a través de su sueño. Robín tragó saliva, pero ni eso lo iba a desmotivar. Pues estaba consciente que había cosas feas en todas partes. — Rayos… eso es muy loco. Pero bueno, en cualquier lugar hay peligros. Nadie dijo que no pasarían cosas feas. Solo hay que recordar el desmayo de Bilbo con las cláusulas. — comento el hobbit.
— La verdad sí, o sea, no es que no me guste mi vida en la Comarca. Pero siento que hay tanto que ver, que nos estamos limitando. Quisiera conocer el mundo, eso de quedarme sedentario, aquí dejarlo para cuando ya estemos ancianos. — y para eso faltaba muchísimo. — Sí que lo fue, menos mal que no fue bobo y se quedó. Luego se iba a lamentar, lo sé. Por cierto, Lobelia se anda robando cosas de su casa… yo la he visto con estos ojos. — dijo señalando sus ojos de forma dramática y por aquello de soltar un chismecito mientras tomaba un sorbo de su leche. Tomo un trozo de pastel y lo apachurro bien haciéndolo casi polvo y comenzó a darle al pollito.
— Claro que sí me atrevo. Creo que solo necesitaba un empujoncito. — aseguro el chico. — Lo que sí es que tendremos que hacerlo de la manera más discreta posible. De lo contrario no nos dejarán salir. Quizás podamos sacar las cosas en cestas de pícnic. Llamará menos la atención que una mochila. Luego cuando estemos fuera de su vista las pasamos a la mochila. — Sugirió el muchacho. Necesitaban ser creativos. — Supongo que lo primero será llegar a Bree, luego ahí vemos para donde agarramos. ¿Recuerdas cómo era alguno de los lugares que viste en tu sueño? Porque allí podríamos pedir direcciones, así tener una idea qué rumbo tomar. — comento, ya el chico se estaba tomando muy en serio esto.
— Pues pobrecito si cree eso. Yo no tengo nada que darle… ¿Podrá comer alguna de las brozas del pastel? — rasco su nuca, es que aquel pollito estaba muy pequeño. Mandaba algo bien molido. — Tal vez hacerlas polvillo. — comento el muchacho. Mientras tanto se dedicaba él mismo a comer.
Se quedó sorprendido con que el sueño fuera tan constante, como si realmente quisiera llamar la atención y no quisieran que lo olvidaran. Más aún le sorprendió que incluso lo incluyera a él. Lo cual quería decir que él también debería de estar en ese viaje. O tal vez solo era una excusa que el mismo invento para invitarse al viaje. De todos modos, no la dejaría ir sola. Alguien tenía que cuidar de ella. ¿No? Aunque ni él se supiera cuidar bien él mismo.
Abrió los ojos grandes cuando le contó la parte dramática. Parecía que había vivido toda una historia completa a través de su sueño. Robín tragó saliva, pero ni eso lo iba a desmotivar. Pues estaba consciente que había cosas feas en todas partes. — Rayos… eso es muy loco. Pero bueno, en cualquier lugar hay peligros. Nadie dijo que no pasarían cosas feas. Solo hay que recordar el desmayo de Bilbo con las cláusulas. — comento el hobbit.
— La verdad sí, o sea, no es que no me guste mi vida en la Comarca. Pero siento que hay tanto que ver, que nos estamos limitando. Quisiera conocer el mundo, eso de quedarme sedentario, aquí dejarlo para cuando ya estemos ancianos. — y para eso faltaba muchísimo. — Sí que lo fue, menos mal que no fue bobo y se quedó. Luego se iba a lamentar, lo sé. Por cierto, Lobelia se anda robando cosas de su casa… yo la he visto con estos ojos. — dijo señalando sus ojos de forma dramática y por aquello de soltar un chismecito mientras tomaba un sorbo de su leche. Tomo un trozo de pastel y lo apachurro bien haciéndolo casi polvo y comenzó a darle al pollito.
— Claro que sí me atrevo. Creo que solo necesitaba un empujoncito. — aseguro el chico. — Lo que sí es que tendremos que hacerlo de la manera más discreta posible. De lo contrario no nos dejarán salir. Quizás podamos sacar las cosas en cestas de pícnic. Llamará menos la atención que una mochila. Luego cuando estemos fuera de su vista las pasamos a la mochila. — Sugirió el muchacho. Necesitaban ser creativos. — Supongo que lo primero será llegar a Bree, luego ahí vemos para donde agarramos. ¿Recuerdas cómo era alguno de los lugares que viste en tu sueño? Porque allí podríamos pedir direcciones, así tener una idea qué rumbo tomar. — comento, ya el chico se estaba tomando muy en serio esto.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ESMERALDA
Sabía que Robin cuidaría muy bien del pollito que necesitaba un nombre ya lo había elegido como su mamá así que siendo su amiga se sentía con la responsabilidad de cuidarlo también — Como sea creo que te escogió así que debes cuidarlo y alimentarlo. Supongo que pancito estará mejor aunque dudo que le haga mal si haces polvillo de un trocito del pastel igual es de masa — contestó mientras sonreía por la escena porque los dos se veían adorables — ¿Es macho o hembra? ¿Sabes identificar? — murmuró al momento que cortaba trozos del pastel y después se encargaba de la leche. Tenía que contarle su sueño donde su amigo incluso participaba.
Fue una gran sorpresa que su mejor amigo tuviera los mismos pensamientos e ideas que ella luego de aquella visita de los enanos a lo mejor hasta lo pensaban desde antes y con aquello más le pegó fuerte la chispa de tener una gran aventura como ellos, así que solo había que hacerlo a pesar de las negativas de ambas familias. — No te puedo negar que me da un poco de miedo pero de verdad no me quiero quedar aquí con esa idea en la cabeza a lo mejor solo será por un tiempo porque quiero mucho a mi familia y sé que se preocuparían, pero necesito hacerlo. No creo que todo sea exactamente igual solo fue un sueño — exclamó la pequeña que tenía las imágenes muy vividas de los paisajes que eran producto de su imaginación a lo mejor eran mucho más bellos o más terribles y era aquello que tenían que descubrir — Igual escapamos de ahí porque había gente muy buena que nos ayudo es cuando quisimos volver — le contó. Añoraba ese sueño y que anhelaba que se volviera a repetir en las posteriores noches.
Su amigo era mucho más habilidoso con los planes y ya tenía una idea improvisada de como podían escapar — Hagamos eso mañana o pasado, es buena idea porque no sospecharan nada y a la vez les dejamos una carta para que sepan que fue nuestra decisión — vio como alimentaba al pollito y sonrió de nuevo — Podríamos llevarlo — sugirió — pero con la promesa que no lo comamos si pasamos hambre porque sí, Robin. Cualquier cosa puede pasar — Fue cuando pensó en el dinero — Tengo algo de dinero ahorrado solo que supongo que no servirá de nada, no me manejo en esto, ¿cómo podríamos hacerlo si nos queremos quedarnos en una posada por ejemplo? — Inquirió. Tal como había dicho su amigo podrían pasar por el pueblo más cercano y se acercarían.
—¿En serio? ¡Que mujer! Son las cosas de Bilbo. Bien, se lo diremos cuando vuelva porque no le quedara remedio que devolvérselo todo — señalo segura no le gustaban esas cosas aunque era probable que seguro ya lo pasaban por muerto. — No estoy segura que mis paisajes sean reales pero yo me iría al primer pueblo y luego buscamos direcciones y a lo que sea. Nos manejamos más en los bosques solo que sí quiero conocer las tierras de los hombres y contando con suerte ¿te imaginas si conocemos donde viven los elfos? Me gustaría ver algunos — Siseó. No sabía donde ir pero valía la pena es que todo lo iban a improvisar solo que ahora tenían que ponerse más de acuerdo con todo lo que pensaban hacer.
—Necesitamos un mapa — Se le ocurrió de repente.
Fue una gran sorpresa que su mejor amigo tuviera los mismos pensamientos e ideas que ella luego de aquella visita de los enanos a lo mejor hasta lo pensaban desde antes y con aquello más le pegó fuerte la chispa de tener una gran aventura como ellos, así que solo había que hacerlo a pesar de las negativas de ambas familias. — No te puedo negar que me da un poco de miedo pero de verdad no me quiero quedar aquí con esa idea en la cabeza a lo mejor solo será por un tiempo porque quiero mucho a mi familia y sé que se preocuparían, pero necesito hacerlo. No creo que todo sea exactamente igual solo fue un sueño — exclamó la pequeña que tenía las imágenes muy vividas de los paisajes que eran producto de su imaginación a lo mejor eran mucho más bellos o más terribles y era aquello que tenían que descubrir — Igual escapamos de ahí porque había gente muy buena que nos ayudo es cuando quisimos volver — le contó. Añoraba ese sueño y que anhelaba que se volviera a repetir en las posteriores noches.
Su amigo era mucho más habilidoso con los planes y ya tenía una idea improvisada de como podían escapar — Hagamos eso mañana o pasado, es buena idea porque no sospecharan nada y a la vez les dejamos una carta para que sepan que fue nuestra decisión — vio como alimentaba al pollito y sonrió de nuevo — Podríamos llevarlo — sugirió — pero con la promesa que no lo comamos si pasamos hambre porque sí, Robin. Cualquier cosa puede pasar — Fue cuando pensó en el dinero — Tengo algo de dinero ahorrado solo que supongo que no servirá de nada, no me manejo en esto, ¿cómo podríamos hacerlo si nos queremos quedarnos en una posada por ejemplo? — Inquirió. Tal como había dicho su amigo podrían pasar por el pueblo más cercano y se acercarían.
—¿En serio? ¡Que mujer! Son las cosas de Bilbo. Bien, se lo diremos cuando vuelva porque no le quedara remedio que devolvérselo todo — señalo segura no le gustaban esas cosas aunque era probable que seguro ya lo pasaban por muerto. — No estoy segura que mis paisajes sean reales pero yo me iría al primer pueblo y luego buscamos direcciones y a lo que sea. Nos manejamos más en los bosques solo que sí quiero conocer las tierras de los hombres y contando con suerte ¿te imaginas si conocemos donde viven los elfos? Me gustaría ver algunos — Siseó. No sabía donde ir pero valía la pena es que todo lo iban a improvisar solo que ahora tenían que ponerse más de acuerdo con todo lo que pensaban hacer.
—Necesitamos un mapa — Se le ocurrió de repente.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ROBÍN
— Supongo que sí, lo importante es no darle algo muy sólido o podría ahogarse. — murmuro pensativo. — Oh, pues ahí me agarras desprevenido. No tengo la menor idea. ¿Habrá manera de averiguarlo cuando son tan pequeños? — pregunto para sí mismo. Es que las aves no eran un animal que tuviera genitales expuestos como para saberlo.
— Tal vez queda esperar a que crezca para saberlo. — rasco su nuca. — Quizás podemos ponerle algún nombre neutral por las dudas. A ver… qué tal ¿Algodón?—dijo mirando al pollito. — No me digas que quieres algo como El pollo devorador de mundos, porque eso no te pega. — le dijo riendo mientras lo acomodaba mejor en su bolsillo.
El tema de viajar, ver el mundo, lo tenía intrigado. Realmente quería ver lo que había allí afuera, y solo necesitaba una excusa para salir de La Comarca. — Yo soy de los que cree que cuando nos toca, nos toca y podemos estirar la pata hasta de un tropezón que nos demos y rodemos colina abajo. Claro, no es que uno busque el peligro. Pero a lo que voy es que el que haya cosas peligrosas allí afuera no quiere decir que tengamos que cruzarnos con ellas. — intento explicarse, en resumen, estaba dispuesto a tomar el riesgo.
— Yo también quiero a la mía, no es que quiera dejarlos para siempre. Pero quiero salir descubrir que ahí allí afuera. Quién sabe, luego algún día podamos convencerlos de acompañarnos. Aunque sea alguna pueblo o aldea, no muy lejana. — comento esperanzado de que eso pasara, aunque la verdad las posibilidades de que quisieran eran muy pero muy pocas. — Exacto, bueno, tal vez fue un sueño, pero en todos lados hay gente buena y gente mala. Así que las posibilidades de toparnos con gente buena es alta. — no tenía que ser todo pesimista. Seguro hasta hacían nuevos amigos.
El asunto con sus padres sería la piedra más grande en su camino. Así que debían ser precavidos y astutos. — Es lo mejor, así no creen que nos secuestraron o que estamos muertos. — aseguro, como le pasaba al pobre Bilbo, solo ellos sabían por qué se había ido y no podían decir nada al respecto por la promesa que hicieron.
— Oye, obvio, no. No nos comeremos a mi nuevo… Hijo. — dijo riendo. — Siempre podemos comer frutas, hasta hojas y flores. Algunas son comestibles. — Sugirió el chico por si llegaba haber un tipo de emergencia como ese. — Yo también tengo algo ahorrado. De algo habrá de servir. Tal vez podamos cambiarlo por alguna moneda más comercial. Tengo entendió que Bree hay mucho viajero, así que seguro nos podrían ayudar. — Quizás por oro, a todos les gustaba el oro. ¿No?
— Sí, es una descarada. Por supuesto que debemos contarle. — dijo refunfuñando, no soportaba a los oportunistas. — En ese caso, pues, solo preguntamos por los lugares más cercanos de cada uno y hacemos nuestra propia ruta. — comento el chico, a veces podía pensar bien las cosas. Era algo torpe, pero no era bruto. — Creo que sé dónde conseguirlos… papá tiene algunos colocados en la sala en unos cuadros. El detalle será tomarlos sin que sospeche. — se quedó pensando. — ¡Ya sé! Me pondré a jugar con la pelota en la sala y accidentalmente se caerán y romperá el cristal… me los llevaré para arreglarlos. — comento ya con todo un plan hecho en su mente.
— ¿Algo más que creas que falte? — le pregunto ahora algo atragantado por el pastel.
— Tal vez queda esperar a que crezca para saberlo. — rasco su nuca. — Quizás podemos ponerle algún nombre neutral por las dudas. A ver… qué tal ¿Algodón?—dijo mirando al pollito. — No me digas que quieres algo como El pollo devorador de mundos, porque eso no te pega. — le dijo riendo mientras lo acomodaba mejor en su bolsillo.
El tema de viajar, ver el mundo, lo tenía intrigado. Realmente quería ver lo que había allí afuera, y solo necesitaba una excusa para salir de La Comarca. — Yo soy de los que cree que cuando nos toca, nos toca y podemos estirar la pata hasta de un tropezón que nos demos y rodemos colina abajo. Claro, no es que uno busque el peligro. Pero a lo que voy es que el que haya cosas peligrosas allí afuera no quiere decir que tengamos que cruzarnos con ellas. — intento explicarse, en resumen, estaba dispuesto a tomar el riesgo.
— Yo también quiero a la mía, no es que quiera dejarlos para siempre. Pero quiero salir descubrir que ahí allí afuera. Quién sabe, luego algún día podamos convencerlos de acompañarnos. Aunque sea alguna pueblo o aldea, no muy lejana. — comento esperanzado de que eso pasara, aunque la verdad las posibilidades de que quisieran eran muy pero muy pocas. — Exacto, bueno, tal vez fue un sueño, pero en todos lados hay gente buena y gente mala. Así que las posibilidades de toparnos con gente buena es alta. — no tenía que ser todo pesimista. Seguro hasta hacían nuevos amigos.
El asunto con sus padres sería la piedra más grande en su camino. Así que debían ser precavidos y astutos. — Es lo mejor, así no creen que nos secuestraron o que estamos muertos. — aseguro, como le pasaba al pobre Bilbo, solo ellos sabían por qué se había ido y no podían decir nada al respecto por la promesa que hicieron.
— Oye, obvio, no. No nos comeremos a mi nuevo… Hijo. — dijo riendo. — Siempre podemos comer frutas, hasta hojas y flores. Algunas son comestibles. — Sugirió el chico por si llegaba haber un tipo de emergencia como ese. — Yo también tengo algo ahorrado. De algo habrá de servir. Tal vez podamos cambiarlo por alguna moneda más comercial. Tengo entendió que Bree hay mucho viajero, así que seguro nos podrían ayudar. — Quizás por oro, a todos les gustaba el oro. ¿No?
— Sí, es una descarada. Por supuesto que debemos contarle. — dijo refunfuñando, no soportaba a los oportunistas. — En ese caso, pues, solo preguntamos por los lugares más cercanos de cada uno y hacemos nuestra propia ruta. — comento el chico, a veces podía pensar bien las cosas. Era algo torpe, pero no era bruto. — Creo que sé dónde conseguirlos… papá tiene algunos colocados en la sala en unos cuadros. El detalle será tomarlos sin que sospeche. — se quedó pensando. — ¡Ya sé! Me pondré a jugar con la pelota en la sala y accidentalmente se caerán y romperá el cristal… me los llevaré para arreglarlos. — comento ya con todo un plan hecho en su mente.
— ¿Algo más que creas que falte? — le pregunto ahora algo atragantado por el pastel.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ESMERALDA
Robin era un tierno y le gustaba como cuidaba al pollito que no sabían aún si iba a ser una gallina o un gallo más adelante es que era tan chiquito y adorable todavía. De todos modos, ya era de Robin y asintió. Se acercó para verlo mejor y sonrió — Creo saberlo pero no estoy muy segura — dijo mientras lo tomaba y analizaba. — Mi padre me dijo aunque ya sabes que soy muy distraída y no sé si escuche bien es que se sabe por el patrón de las puntas de sus plumas. Y por lo que se ve es una hembra porque su plumaje es más alterna entre largas y cortas— no quedo muy segura si había entendido y no podía preguntar a alguien que supiera más así que hubiera quedado en poner un nombre más neutral estaba muy bien, siempre podían esperar cuando creciera si era un gallo o una gallina. Lo que no sabía Algodón es que sería un pollito aventurero porque ya eran quienes se encargarían de sus cuidados y eso le encantaba porque igual podría hacerlo por mucho que fuera de Robin.
Su mejor amigo era un aventurero al igual que ella que quería conocer el mundo y alejarse de la rutina de la Comarca. El sueño que había tenido era increíble pero conociendo el riesgo - porque todos se lo advertían - también habían pasado cosas malas. Ambos eran torpes y muy inocentes así que era muy probable que cosas sucederían. — Así es el mundo supongo siempre hay personas buenas y malas, no son como los hobbits que solo quieren vivir en armonía y tranquilos. Nosotros somos un caso especial como muchos otros — siseó la chica con una sonrisa porque a pesar de todo ella quería viajar aunque corriera un completo riesgo como de morir, recordaba muy bien lo que habían dicho los enanos aunque esa era una aventura muy diferente.
Asintió. Extrañarían a su familia pero era una decisión tomada y tenían que entender porque aunque lucían como dos personas muy jovenes estaban entrados en edad y podían ser independientes por eso había que dejarle la carta. — Podemos buscar la forma para escribirles para que no se preocupen de nosotros ¿cierto? — exclamó la chica que sabía que más duro sería el momento que se fueran y salieran de la Comarca y del mismo Hobbiton.
—El asunto es que estamos más que listos solo hay que hacerlo, llevaremos comida y cuando quedemos sin reserva comeremos lo que hay en el bosque tenemos que dejar de ser tan glotones y aprender a comer unas veces al día — que vaya comían mucho y eso se repetía en todas las familias de los hobbits. Se había enojado con la actitud de la Hobbit pero esto no se quedaría así por lo que contarían lo que había pasado. Finalmente quedaron que tenían que conseguir un mapa, Esmeralda aplaudió. — ¡Perfecto! ¿Quieres ir a buscarlo ahora mismo o más tarde? Disculpa la impaciencia, la idea es salir pronto o creo que luego me voy arrepentir y nunca lo haremos — dijo acariciando a Algodón que era una ternura y miraba a su mejor amigo de manera expectante.
Sí o sí necesitaban ese mapa.
— Por ahora no se me ocurre nada. Creo que no tenemos que llevar mucha ropa pero si algo que nos abrigue cuando lleguen las heladas sea como sea quiero pasar un buen tiempo fuera — le contó. Porque a pesar de que le había dicho que quería volver era un hecho que no quería que fuera algo de pocos meses tal como ocurrió con Bilbo.
Su mejor amigo era un aventurero al igual que ella que quería conocer el mundo y alejarse de la rutina de la Comarca. El sueño que había tenido era increíble pero conociendo el riesgo - porque todos se lo advertían - también habían pasado cosas malas. Ambos eran torpes y muy inocentes así que era muy probable que cosas sucederían. — Así es el mundo supongo siempre hay personas buenas y malas, no son como los hobbits que solo quieren vivir en armonía y tranquilos. Nosotros somos un caso especial como muchos otros — siseó la chica con una sonrisa porque a pesar de todo ella quería viajar aunque corriera un completo riesgo como de morir, recordaba muy bien lo que habían dicho los enanos aunque esa era una aventura muy diferente.
Asintió. Extrañarían a su familia pero era una decisión tomada y tenían que entender porque aunque lucían como dos personas muy jovenes estaban entrados en edad y podían ser independientes por eso había que dejarle la carta. — Podemos buscar la forma para escribirles para que no se preocupen de nosotros ¿cierto? — exclamó la chica que sabía que más duro sería el momento que se fueran y salieran de la Comarca y del mismo Hobbiton.
—El asunto es que estamos más que listos solo hay que hacerlo, llevaremos comida y cuando quedemos sin reserva comeremos lo que hay en el bosque tenemos que dejar de ser tan glotones y aprender a comer unas veces al día — que vaya comían mucho y eso se repetía en todas las familias de los hobbits. Se había enojado con la actitud de la Hobbit pero esto no se quedaría así por lo que contarían lo que había pasado. Finalmente quedaron que tenían que conseguir un mapa, Esmeralda aplaudió. — ¡Perfecto! ¿Quieres ir a buscarlo ahora mismo o más tarde? Disculpa la impaciencia, la idea es salir pronto o creo que luego me voy arrepentir y nunca lo haremos — dijo acariciando a Algodón que era una ternura y miraba a su mejor amigo de manera expectante.
Sí o sí necesitaban ese mapa.
— Por ahora no se me ocurre nada. Creo que no tenemos que llevar mucha ropa pero si algo que nos abrigue cuando lleguen las heladas sea como sea quiero pasar un buen tiempo fuera — le contó. Porque a pesar de que le había dicho que quería volver era un hecho que no quería que fuera algo de pocos meses tal como ocurrió con Bilbo.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ROBÍN
De la nada ya hasta tenia mascota. Menos mal que no le paso nada al pobre pollito mientras corría dando tumbos para que no se le derramara la leche. Pobrecillo, quién sabe desde donde lo seguía con sus pequeñas patitas. Bueno, al menos ahora estaba seguro. Intentaría cuidarlo, aunque tal vez no fuera un experto. Ni siquiera tenía idea de si era macho o hembra, pero al menos Esmeralda parecía tener alguna idea aun cuando no estuviera del todo segura. Por lo que Robín la escucho atentamente, sonaba a una teoría interesante.
— Pues al menos parece interesante su teoría. Es posible que tenga razón. De todos modos no estaremos muy seguros hasta que crezca. Pero sí, posiblemente si es como dices, entonces es niña. — dijo asintiendo. — Así que Algodón… vamos a ver si pones huevos los terminamos poniendo nosotros por herrar lo que eres. Décimos lo siento desde ya. — comento riendo. No podía creer que tuvieran esa conversación con un animal. Igual no era la primera vez que les hablaba.
Pero el adquirir el animalito para su compañía no sería lo único que resulto del encuentro entre ellos de hoy. La muchacha había estado trabajando en su mente, una idea la cual no podía sacarse de la cabeza y había terminado por contarle al hobbit. Una aventura. Su propia aventura. Él también quería, se había quedado con las ganas la otra vez. Además, no la dejaría ir sola. No, Esme no se iría sin él. No señores. Eran un equipo, a donde ella iba él también.
— Exacto, no nos pueden tampoco mantener para siempre como si estuviéramos dentro de una burbuja. Allá afuera hay cosas pasando de las cuales también estamos ajenos y eso no está bien. — Decía decidió, seguro, que en el momento estaría asustado, pero no por eso se iba a intimidar. Es que no podía pensar que lo primero que encontrarían al salir era algo malo. Por el contrario, lo que le iluminaba era ver las cosas bonitas que les aguardaban. — Si, por ejemplo, podemos dejarles una carta en el correo de la aldea de Bree, Luego vamos poco a poco dejandole cartas en cada correo que encontremos. — murmuro el chico pensativo.
— Oh, sí, ni tanta preocupación por la comida. Sabes que yo como hasta piedras. — exagero Robín. Ni siquiera entendía como estaba tan delgado. — Ah… eso sí, va a estar un poco difícil. — dijo haciendo puchero. — Pero no imposible. — ahora dijo decidido. — Vale, vale. ¡Voy volando a buscarlo! — añadió con entusiasmo. — Que yo igual estoy impaciente, la verdad estoy entusiasmado con la idea. — aseguro.
— Tal vez una capa, un cambio de ropa y una manta. — medito el muchacho. — Con eso será suficiente. Nos podemos resolver por el camino que igual seguro encontraremos más ropa cuando encontremos algún pueblo. — seguro tendrían que usar de niños por su estatura, pero no importaba, ropa era ropa. — Bueno, ahora sí voy por el mapa. Así podemos ir planeando una ruta. — Añadió decidido adelantar todo lo que pudieran, pues estaba ansioso por partir. — No te lo vayas a comer todo en lo que regreso. — advirtió riendo mientras se ponía de pie. — Oh y cuida de Algodón. — dijo entregándole el pollito.
— Pues al menos parece interesante su teoría. Es posible que tenga razón. De todos modos no estaremos muy seguros hasta que crezca. Pero sí, posiblemente si es como dices, entonces es niña. — dijo asintiendo. — Así que Algodón… vamos a ver si pones huevos los terminamos poniendo nosotros por herrar lo que eres. Décimos lo siento desde ya. — comento riendo. No podía creer que tuvieran esa conversación con un animal. Igual no era la primera vez que les hablaba.
Pero el adquirir el animalito para su compañía no sería lo único que resulto del encuentro entre ellos de hoy. La muchacha había estado trabajando en su mente, una idea la cual no podía sacarse de la cabeza y había terminado por contarle al hobbit. Una aventura. Su propia aventura. Él también quería, se había quedado con las ganas la otra vez. Además, no la dejaría ir sola. No, Esme no se iría sin él. No señores. Eran un equipo, a donde ella iba él también.
— Exacto, no nos pueden tampoco mantener para siempre como si estuviéramos dentro de una burbuja. Allá afuera hay cosas pasando de las cuales también estamos ajenos y eso no está bien. — Decía decidió, seguro, que en el momento estaría asustado, pero no por eso se iba a intimidar. Es que no podía pensar que lo primero que encontrarían al salir era algo malo. Por el contrario, lo que le iluminaba era ver las cosas bonitas que les aguardaban. — Si, por ejemplo, podemos dejarles una carta en el correo de la aldea de Bree, Luego vamos poco a poco dejandole cartas en cada correo que encontremos. — murmuro el chico pensativo.
— Oh, sí, ni tanta preocupación por la comida. Sabes que yo como hasta piedras. — exagero Robín. Ni siquiera entendía como estaba tan delgado. — Ah… eso sí, va a estar un poco difícil. — dijo haciendo puchero. — Pero no imposible. — ahora dijo decidido. — Vale, vale. ¡Voy volando a buscarlo! — añadió con entusiasmo. — Que yo igual estoy impaciente, la verdad estoy entusiasmado con la idea. — aseguro.
— Tal vez una capa, un cambio de ropa y una manta. — medito el muchacho. — Con eso será suficiente. Nos podemos resolver por el camino que igual seguro encontraremos más ropa cuando encontremos algún pueblo. — seguro tendrían que usar de niños por su estatura, pero no importaba, ropa era ropa. — Bueno, ahora sí voy por el mapa. Así podemos ir planeando una ruta. — Añadió decidido adelantar todo lo que pudieran, pues estaba ansioso por partir. — No te lo vayas a comer todo en lo que regreso. — advirtió riendo mientras se ponía de pie. — Oh y cuida de Algodón. — dijo entregándole el pollito.
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2. Tenemos que tener esa aventura
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DÍA/MAÑANA
ESMERALDA
Todo recaía que Algodón sería una gallina cuando grande, no podía asegurar nada porque era sumamente distraída pero su teoría no era del todo errónea si se lo había dicho su papá que era un hobbit muy sabio. Lo iba a extrañar, eso era evidente, tanto como a su madre y hermanos. Sin embargo, necesitaba de esa aventura. —Al menos tienes un nombre neutral y te cuidaremos mucho. Mira que vas a ser participe de nuestra gran aventura. — Le dio un toque en la cabecita porque ya ni lo podían devolver, ir con ella era hasta arriesgado solo que ella se aseguraría que estuviera bien y no se la iban a comer por nada.
Había mucho por hacer, no creía llevar mucho así que se dejo llevar por el comentario del chico. Algo de ropa, nunca serían necesarios los zapatos, mantas para no pasar frío y quizás hojas grandes para formar una clase de tienda en los frondosos bosques que se quedarían luego de salir del pueblo. Y sí, tenían que llevar comida y algo de dinero, no mucho porque ahí no se manejaban mucho con este. Solo que en otros lugares sí.
Soltó un suspiro. Podía notar que Robin tenía todo excesivamente claro y se estaba dejando llevar por ese sueño que la realidad de hace tiempo querían que fuera real por lo que vivieron con Gandalf, Bilbo y los enanos. Esperaba que estuvieran bien ya que su aventura si que era el doble riesgo, si recordaba muy bien como se había puesto Bilbo con solo escuchar la clausula de que podría morir en el camino, y lo cierto es que sí... a ellos también les podría pasar porque habían muchos riesgos afuera. En la Comarca y en todo Hobbiton era todo tanta paz que ni siquiera los humanos sabían de su existencia, alejado de todo y vivían bien. Aún así ellos querían aventurarse y comer el mundo de la Edad Media. —Toda la razón, aunque mueran de preocupación iremos enviando cartas y mensajes cortos se sentirán un poco mejor. Mi madre va a matarrme cuando volvamos solo que vale la pena toda esta aventura, somos unos arriesgados y temerarios, me estaba aburriendo mucho aquí siempre es lo mismo. — Decía la pequeña Hobbit que a pesar que tenía algo de miedo estaba muy decidida en ir por un tiempo a esa aventura y luego volver, es que dependía de tan bien lo iban a pasar, si veían que era muy terrorífico iba a ser la primera en decirle a Robin que volvieran para que no les ocurriera nada malo.
—Vale... también tengo que ordenar mi mochila. Me aseguraré de guardar algunas mantas y las doblaré bien para que no se noten, no quiero pasar mucho frío, solo que eso lo haré más rato ahora si comenzaré a recolectar algo de fruta para tener en el camino ¿Vale? ¡Te va ir muy bien con el mapa! — Lo animó con una anhelante sonrisa jugando con sus manos. Tomó a Algodón y lo dejo en su bolsillo del pecho. — Tranquilo, Algodón estará bien cuidada. — Le guiñó un ojo, por lo tanto, apenas se quedó sola si empezó a recolectar fruta de los árboles cercanos y sabiendo que seguro podrían pasar por las huertas de algún hobbit para sacar algunos vegetales. Ahora cuando volvieran seguro hasta que se ponían de acuerdo con la hora.
Había mucho por hacer, no creía llevar mucho así que se dejo llevar por el comentario del chico. Algo de ropa, nunca serían necesarios los zapatos, mantas para no pasar frío y quizás hojas grandes para formar una clase de tienda en los frondosos bosques que se quedarían luego de salir del pueblo. Y sí, tenían que llevar comida y algo de dinero, no mucho porque ahí no se manejaban mucho con este. Solo que en otros lugares sí.
Soltó un suspiro. Podía notar que Robin tenía todo excesivamente claro y se estaba dejando llevar por ese sueño que la realidad de hace tiempo querían que fuera real por lo que vivieron con Gandalf, Bilbo y los enanos. Esperaba que estuvieran bien ya que su aventura si que era el doble riesgo, si recordaba muy bien como se había puesto Bilbo con solo escuchar la clausula de que podría morir en el camino, y lo cierto es que sí... a ellos también les podría pasar porque habían muchos riesgos afuera. En la Comarca y en todo Hobbiton era todo tanta paz que ni siquiera los humanos sabían de su existencia, alejado de todo y vivían bien. Aún así ellos querían aventurarse y comer el mundo de la Edad Media. —Toda la razón, aunque mueran de preocupación iremos enviando cartas y mensajes cortos se sentirán un poco mejor. Mi madre va a matarrme cuando volvamos solo que vale la pena toda esta aventura, somos unos arriesgados y temerarios, me estaba aburriendo mucho aquí siempre es lo mismo. — Decía la pequeña Hobbit que a pesar que tenía algo de miedo estaba muy decidida en ir por un tiempo a esa aventura y luego volver, es que dependía de tan bien lo iban a pasar, si veían que era muy terrorífico iba a ser la primera en decirle a Robin que volvieran para que no les ocurriera nada malo.
—Vale... también tengo que ordenar mi mochila. Me aseguraré de guardar algunas mantas y las doblaré bien para que no se noten, no quiero pasar mucho frío, solo que eso lo haré más rato ahora si comenzaré a recolectar algo de fruta para tener en el camino ¿Vale? ¡Te va ir muy bien con el mapa! — Lo animó con una anhelante sonrisa jugando con sus manos. Tomó a Algodón y lo dejo en su bolsillo del pecho. — Tranquilo, Algodón estará bien cuidada. — Le guiñó un ojo, por lo tanto, apenas se quedó sola si empezó a recolectar fruta de los árboles cercanos y sabiendo que seguro podrían pasar por las huertas de algún hobbit para sacar algunos vegetales. Ahora cuando volvieran seguro hasta que se ponían de acuerdo con la hora.
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2. Tenemos que tener esa aventura
Terrenos
DÍA/MAÑANA
ROBÍN
Robín daba por buena la teoría de la hobbit de que sería una gallina el pequeño pollito que lo había seguido todo el camino hasta el lugar donde se reunieron. Y si no lo era, daba igual, de todos modos cuidarían de la pequeña criatura. Ya Algodón era su mascota oficial y él nombre le iba como anillo al dedo sin importar lo que resultara ser. El moreno de ojos claros sonrió al escuchar a Esmeralda hablar con Algodón, podría jurar que hasta la entendía porque batía sus pequeñas alas amarillas con entusiasmo.
Saldrían a una aventura. Así que no podían ir cargados. Debian estar preparados para sobrevivir allí afuera con lo mínimo. Eso no quitaba que luego por el camino consiguieran lo demás que le faltara. Mientras más liviano viajaran mejor. Así podrían ser más sigilosos, y ágiles al moverse, pues ni idea de con que cosas se toparían. Esperaba que con cosas buenas y maravillosas, más no podía olvidar que siempre, aunque no quisieran podría encontrar cosas feas y malas.
— La mía también, y entiendo que se puedan preocupar. Pero no deberían de aislarnos de las cosas que pasan fuera de La Comarca. Los Hobbits vivimos enajenados de todo lo que ocurre en el resto de la Tierra Media. Se nos puede caer el mundo encima y ni nos enteramos. — tal vez podrían decir que estaba siendo trágico, pero era la realidad y un problema. ¿Cómo se podrían defender y enfrentar si por alguna razón la maldad los alcanzaba, si vivían en su pequeña burbuja perfecta? Robín esperaba que nunca pasara, de verdad. Porque definitivamente sería toda una tragedia. — Además, nosotros no vamos a la guerra ni a buscar líos. Solo queremos ver el mundo, sus maravillas. Eso no tiene nada de malo. — comento encogiéndose de hombros.
— ¡Perfecto! ¡No olvides echar fresas! — exclamo mientras se alejaba corriendo a su casa para buscar el mapa. No había nadie en casa, sus padres seguro estaban en el mercado. Así que rápidamente quito el cuadro de la pared y saco el mapa guardándolo en un bolsillo. Tomo un trozo de pergamino y comenzó hacer un dibujo garabateado del mapa y luego le lanzo agua para que se viera borrosa la imagen. Rompió el vidrio del cuadro del mapa dejando los vidrios rotos, el falso mapa y un bache de agua en el suelo. Y para completar su plan fantástico para que sus padres no sospecharan que el mapa ya no estaba coloco volcado un baso con agua que aún dejaba caer algunas gotas al suelo donde justamente estaba la escena del cuadro roto con el mapa. — Nadie va a sospechar. Alguien lanzó una piedra la cual rompió el cuadro y luego pego en la mesa derribando el vaso. Por eso también el mapa se estropeó… Espero se la crean. Y si no ya estaré lejos cuando descubran la verdad. — murmuro para sí mismo.
El hobbit regresó a donde estaba Esmeralda y Algodón luego de algún rato. — ¡Lo tengo, lo tengo! Forme un caos en la sala para que crean que se rompió y estropeo. Nadie sospechará. — comento soltando una risita. — ¿Que lograste recolectar? — pregunto para luego llevar su mano al mentón. — Debemos ponernos de acuerdo de la hora de partida. — murmuro pensativo.
Saldrían a una aventura. Así que no podían ir cargados. Debian estar preparados para sobrevivir allí afuera con lo mínimo. Eso no quitaba que luego por el camino consiguieran lo demás que le faltara. Mientras más liviano viajaran mejor. Así podrían ser más sigilosos, y ágiles al moverse, pues ni idea de con que cosas se toparían. Esperaba que con cosas buenas y maravillosas, más no podía olvidar que siempre, aunque no quisieran podría encontrar cosas feas y malas.
— La mía también, y entiendo que se puedan preocupar. Pero no deberían de aislarnos de las cosas que pasan fuera de La Comarca. Los Hobbits vivimos enajenados de todo lo que ocurre en el resto de la Tierra Media. Se nos puede caer el mundo encima y ni nos enteramos. — tal vez podrían decir que estaba siendo trágico, pero era la realidad y un problema. ¿Cómo se podrían defender y enfrentar si por alguna razón la maldad los alcanzaba, si vivían en su pequeña burbuja perfecta? Robín esperaba que nunca pasara, de verdad. Porque definitivamente sería toda una tragedia. — Además, nosotros no vamos a la guerra ni a buscar líos. Solo queremos ver el mundo, sus maravillas. Eso no tiene nada de malo. — comento encogiéndose de hombros.
— ¡Perfecto! ¡No olvides echar fresas! — exclamo mientras se alejaba corriendo a su casa para buscar el mapa. No había nadie en casa, sus padres seguro estaban en el mercado. Así que rápidamente quito el cuadro de la pared y saco el mapa guardándolo en un bolsillo. Tomo un trozo de pergamino y comenzó hacer un dibujo garabateado del mapa y luego le lanzo agua para que se viera borrosa la imagen. Rompió el vidrio del cuadro del mapa dejando los vidrios rotos, el falso mapa y un bache de agua en el suelo. Y para completar su plan fantástico para que sus padres no sospecharan que el mapa ya no estaba coloco volcado un baso con agua que aún dejaba caer algunas gotas al suelo donde justamente estaba la escena del cuadro roto con el mapa. — Nadie va a sospechar. Alguien lanzó una piedra la cual rompió el cuadro y luego pego en la mesa derribando el vaso. Por eso también el mapa se estropeó… Espero se la crean. Y si no ya estaré lejos cuando descubran la verdad. — murmuro para sí mismo.
El hobbit regresó a donde estaba Esmeralda y Algodón luego de algún rato. — ¡Lo tengo, lo tengo! Forme un caos en la sala para que crean que se rompió y estropeo. Nadie sospechará. — comento soltando una risita. — ¿Que lograste recolectar? — pregunto para luego llevar su mano al mentón. — Debemos ponernos de acuerdo de la hora de partida. — murmuro pensativo.
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