Volver a ver a sus padres fue lo mejor, estos la habían esperado en la estación de tren y poder estar en sus brazos hizo que se sintiese protegida como una niña pequeña. No sabía cuanto había echado de menos a estos hasta que estuvo con ellos, sobre todo con como estaban las cosas en el colegio. A pesar de todo pudo mentir bastante bien sobre como habían ido los primeros tres meses, teniendo en cuenta a su padre todo lo mágico se le escapaba, su madre sin embargo... Ya tendría tiempo de hablar con ella.

El día se paso volando y lo mejor era el festival que había al día siguiente. Tocaba comprar regalos y sobre todo quedar con los chicos para estar todos juntos por un rato. La mayoría había dicho que si y aquellos que iban en parejas les había dejado su tiempo para que tuviesen sus momentos íntimos.  

Estaba frente una de las tiendas de dulces, esperando por los demás y al ver un par conocidas extendió la mano para que la vieran entre la multitud que se empezaba a formar.

—¡Por aquí chicos!— esperaba que nadie llegase tarde.

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Josephine agradecía la existencia de los clubes de Hogwarts porque seguramente sin estos habría sido incapaz de hacer amigos por su cuenta. Sunny, además, era particularmente importante para ella y cuando la animó a ir con los demás al festival no pudo decirle que no.

Sabía que su padre también agradecía que la chica quisiera salir, aunque no le hacía mucha gracia la idea de que se juntara con mestizos o nacidos de muggles, era consciente de su dificultad para acercarse a la gente... Josie quería pensar que la entendía y lo aceptaba. Incluso le dio dinero para comprar algunos regalos mientras estaba allí.

Llevaba un rato dando vueltas por el callejón, comprando principalmente las cosas para Yule de sus hermanos, quería darles un par de sorpresas pero no quería arrastrar a todo el mundo a comprar con ella. Agradecía a la magia por el hecho de tener esas bolsas en donde todo se organiza y no te pesa para cuando se encontró con Erica.

—Hola, perdonad si he llegado tarde... Había una fila terrible en la tienda— dijo, pero afortunadamente había terminado con la mayoría de sus compras. Solo le quedaba su padre, y disfrutar el festival.

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Su madre la dejó frente al Caldero Chorreante y la obligó a despedirse con un beso que le fue a ella devuelto por diez veces. Cuando entró al Callejon Diagon, todavía estaba limpiándose el lápiz labial rosa de la mejilla.

No caminó a prisa, puesto que habían quedado en un grupo grande Sunny imagino que cada uno llegaría a su tiempo. No obstante, cuando llegó al fin al lugar concretado se encontró con solo dos personas: Erica y Josie.

— ¡Hey!—saludó una vez junto a ella.— ¿Somos las primeras en legar? —preguntó, todavía frotándose la mejilla esperando que no quedara ninguna traza de rosa. No había estado diez minutos pintándose los labios con su labial negro favorito para que ahora el rosa lo estropease. Se alegró de ver a Josie ahí, puesto que por un momento no estuvo del todo segura de si acudiría o no al festival. Lo que, a su vez, le hizo pensar en Steven. Steven le había mandado una nota, pidiéndole que se reunieran allí, para entonces Sunny ya había quedado con el grupo y, de todos modos, seguía enfadada con él, por lo que su respuesta fue que, si quería verla, fuera al encuentro del grupo. En teoría Steven había aceptado.

— ¿Ya has comprado tus regalos de Yule? —preguntó señalando hacia la bolsa que portaba Josie. Tal vez ella debiera aprovechar para comprar algo también. Tenía que dejar de pensar en Steven, una vez lo viera arreglarían las cosas, como siempre hacían, hasta entonces no tenía que obsesionarse.

 

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Se había prometido que llegaría puntual, especialmente porque Erica estaría esperándolo allí. Bueno, con más gente, pero al fin y al cabo estaría con la rubia que era lo único que le interesaba realmente. Había pasado más tiempo del normal arreglándose, sus padres se habían burlado de él pero simplemente se había ido sin responder a sus burlas. El sonrojo en sus mejillas era francamente inevitable y estaba intentando no pasar vergüenza.

Frunció el ceño cuando unos idiotas de Slytherin no lo dejaban pasar, ignorando esa sensación cuando llego frente a la tienda de dulces y saludando a las tres chicas, intentando no parecer demasiado nervioso. – Demasiada gente, pensé que este año sería un poco menor la asistencia. – Especialmente porque creía que seguramente fuera del colegio también estaría todo revolucionado, pero al parecer se había equivocado.

Se puso al lado de Erica, no sabía bien cuantos eran, pero por lo menos parecía que no eran tantos como imaginaba. – ¿Quieren ir cogiendo unos dulces mientras esperamos a los demás? Aunque no sé bien cuantos faltan. – Se rasco la nuca, mientras más fueran menos posibilidades tendría de quedarse a solas con la rubia, pero la esperanza era lo último que perdía. Un momento iban a tener.
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Erica la había convencido para ir al festival y aunque Lin no había estado muy segura había agarrado la mano de la Gryffindor y se había dejado guiar. Por el momento, no se estaba arrepintiendo y, maravillada, contemplaba el lugar lleno de puestos espectaculares y decoración de lo más variopinta. Nunca habría podido imaginarse algo así y eso la hacía preguntarse, una vez más, ¿cómo había podido olvidar el mundo mágico?

Mientras Erica esperaba al resto del grupo Lin se separó, contemplando el aparador de Gambol and Japes y sus curiosos objetos. Cuando volteó buscando a Eica entre la muchedumbre la vio ya acompañada. No conocía a ninguna de las personas que estaban ahora con ella, pero armándose de un valor que no estaba segura de tener se dirigió hacia ellos. Debía superar esa tonta timidez.

— Hola. —saludó al grupo al completo, observando la cara de ambas chicas y el nuevo chico.— Soy Lin, Erica me ha invitado, espero que no os importe. —sentía que le ardían las mejillas, pero se sintió a su vez orgullosa de haber sido capaz de presentarse.
 

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Aquella vez le había pedido a sus padres que no fuesen a verle, después de lo ocurrido, no le apetecía tener a su madre sobreprotegiéndole por estar allí ni darle más la tabarra de lo extraño que era el mundo mágico. Eso ya lo pensaba él suficiente y no quería hacerse más líos en la cabeza. Como siempre, se había atrasado por gilipollas. Que si los gayumbos que quería ponerse no estaban limpios, que si no encontraba el calcetín pareja del que llevaba puesto, que si tenía que rasurarse, que si iba con lentillas o con gafas... Un sinfín de nimiedades que acabaron consumiendo más tiempo del que deberían. Al estar listo, cogió unas cuantas cosillas indispensables para su salida y se fue hacia donde habían quedado.

Al ver al grupo ahí aglomerado, apresuró un poco el paso. Abrazó a Erica por detrás para darle un susto y saludó al resto agitando la mano y sonriendo tan amplio como podía— Perdón por la tardanza, chicuelos. Unos goblins me emboscaron de camino y tuve que matarlos. Os traigo el tesoro repartido para que no digáis que luego no soy bueno —. Seguido de eso, procedió a darle unos caramelos escoceses a cada uno.

—Ala, ¿cuál es el plan?

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—Respira Lin, estoy segura de que todos te van a caer genial— algunos de ellos ya los conocía, y seguramente habría intercambiado palabra otros años, pero en ese momento era importante darle un lugar seguro para expresarse. Estaba contenta de que la hubiesen dejado venir con ella y es que no podía estar con un mejor grupo para pasar un rato en el callejón.  

El grupo se fue reuniendo poco a poco, no estaba segura de si todos llegarían o alguien se quedaría por el camino, pero esperaba que pudiesen disfrutar todos juntos. Tenía ganas de pasar por la tienda de artículos de broma y había escuchado que en la tienda de quidditch la edición especial era de color rojo y eso hacía que quisiera ir a cotillear.

—Los chicos siempre se hacen de esperar, ya sabes— porque parecía que solo estaban ella allí, pero no importaba, que quedasen como los tardones era una buena forma de meterse con ellos. Miró hacia Josephine tras el comentario de Sunny—¡Vaya! ¿No hay algún lugar donde puedas dejar las bolsas? — Estaba acostumbrada a las convenciones frikis con su padre y normalmente siempre había un guarda ropas para no tener que ir cargado durante los eventos.

Erica saludó efusivamente a Phillipe cuando este llego y sonrió, contó mentalmente todos los que estaban ahí reunidos.

—Solo falta Dante— respondió al Gryffindor, alzando la vista sin darse cuenta para ver si con su pequeña estatura era capaz de localizar al escoces entre la multitud.

Tenía la mirada fija en el frente como para darse cuenta que la persona que buscaba estaba detrás de ella. Saltó sin darse cuenta antes de escuchar la voz del Ravenclaw y terminó por sonreírle.

—Increíble, la fortuna es que no hayas decidido quedarte en una posada por el camino— respondió en tono de broma, tomando uno de los caramelos que el chico ofrecía. Se apartó un poco para que este pudiese colocarse en el círculo quedando entre Phillipe y Dante—. ¡Pues a mi me gustaría ir a la tienda de bromas! No es que quiera comprar nada raro, pero sé que tienen algunos juegos y me gustaría comprarle uno a mi padre— seguramente no se compararían con lo que a él le gustaba tener, pero si para ampliar la colección de este.

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—Oh, no pasa nada— dijo, mientras metía las bolsas en una de estas mochilas que estaban encantadas por dentro para guardar tanto como quisiera. Aquel era el encantamiento más útil que había aprendido en mucho tiempo, porque no tenía que preocuparse por cargar.

—Y si, he comprado casi todos los regalos... Tengo una familia un poco numerosa, así que no quería arrastraros por todo el Callejón buscando detalles— explicó, con  una sonrisa amable. Ella era la segunda de cuatro hermanos, y por más disfuncional que fuera su familia, a Josephine le encantaba darle algo a todos.

Sonrió en dirección a Lin y se presentó. La había visto de refilón en un par de ocasiones, pero no mucho más. Dante era distinto, en ese punto pensaba que todo el mundo en el colegio conocía su nombre, y ella ya le tenía identificado porque eran compañeros de casa por lo que simplemente saludó cuando llegó y agradeció el caramelo.

—La tienda de bromas suena como un buen lugar para empezar, ¿habéis visto los descuentos que tienen? Está todo para llenarse los bolsillos— dijo, aunque el dinero no fuera un problema para su familia, disfrutaba mucho de la situación.

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— Esa es mi chica eficiente. —bromeó hacia Josie, ella todavía no sabía ni lo que le compraría a su madre.

Poco a poco fue llegando el resto del grupo. A algunos los conocía más, a otros apenas de vista, pero eso nunca había sido un problema para ella. Pese a lo seca que podía ser, no era una chica tímida.

— No diría que no a unos buenos dulces. —aceptó la propuesta porque, ¿quién se negaba a unos dulces? Aunque esperaba que hubiera opciones veganas. Se guardó el caramelo de Dante en el bolsillo, no queriendo sonar cargante al empezar a preguntar los ingredientes. — Soy Sunny. —se presentó ante la chica tímida sin más ceremonias, nunca las había para Sunny.

— Yo después quiero pasar por la tienda de adivinación, he oído que tendrán barajas de cartas del tarot especiales. Además tienen muy buen té. —que era, en realidad, para leer el futuro en los posos del té, pero qué importaba.

 

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Cuando los demás fueron llegando no dudo en sonreír, intentando dejar de sentir esos nervios constantes. – Es un gusto Lin, soy Phillipe. – Respondió, no conocía a la chica más que de vista, pero si era amiga de Erica evidentemente también sería amiga suya. Miro las manos de Josephine un poco sorprendida, no podía entender cómo podía llevar tantas bolsas sin mayor problema. – Vaya, abras gastado muchos galeones en eso. – Al fin y al cabo, eran muchas cosas, pero por la familia uno hacía eso y mucho más.

Los dulces podían esperar un poco, especialmente porque si la tienda de bromas tenia buenos descuentos no podían correr el riesgo de quedarse sin nada que comprar. – Podemos ir a la tienda de bromas primero, no queremos que se lleven todo antes que lleguemos. – Asintió, totalmente de acuerdo y luego rascándose la nuca, no era muy bueno relacionándose con todo el mundo, pero realmente lo estaba intentando. – He oído que habrá sorpresas en la tienda de adivinación, yo no entiendo mucho sobre eso, pero seguramente sea interesante, quizás haya inclusive buenos precios para comprar cosas. – Él iba a pasar el rato, quizás algún libro de pociones o ingredientes podrían ser lo más interesante para él.
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Sonrió, agradecida, cuando las presentaciones le fueron devueltas, así como cuando el último chico en llegar le entregó un caramelo. Siempre le había dado vergüenza hablar en público o con personas que no conocía, pero lo estaba intentando, tenía que hacerlo. Pese a ello, se mantuvo callado cuando se preguntó qué hacer, tampoco conocía el lugar, así que no habría sabido qué decir.

Lin estaba entusiasmada por comprar algún artefacto mágico, sería su primera vez, que ella recordara. Por consejo, había cambiado dinero muggle por galeones en el banco, el duende que la atendió le puso los pelos de punta. Parecía que estaba de mal humor, pero al fijarse mejor se dio cuenta de que todos los duendes en el banco parecían estar de mal humor, igual era algo del lugar.

Mientras avanzaba junto al resto del grupo hacia la tienda de bromas se llevó las manos al cuello y empezó a toquetearse el collar que siempre llevaba para clamar cualquier tipo de nervios.

 

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Le guiñó un ojo a Sunny cuando esta cogió los caramelos y luego se quedó en silencio, esperando a ver qué decía el resto sobre ir a donde Erika había sugerido. A él le parecía una idea fantástica, así que simplemente asintió y dio un par de pasos hacia adelante— ¡Ala, vamos allá!

En cuanto escuchó que el otro chico hacía mención sobre la posibilidad de que el resto arrasara con las cosas, le dio un pequeño empujón a Erika y luego a este— ¡Venga, gente! Que nadie nos puede ganar. ¡El último en llegar tiene que comprarnos algo a todos! —gritó para que todos pudiesen escucharle. Y, aunque no esperaba que todos siguieran, ni mucho menos cobrarle la apuesta al último que fuese a llegar, sí que se puso a correr para ver si animaba a alguno más a correr y divertirse con una inocente carrera.

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La carcajada de Erica fue bastante evidente al ver a Dante salir corriendo en dirección a la tienda, miró a Lin por un momento, era consciente que todavía le costaba ubicarse y por eso no la quería dejar fuera.

—Bueno, no podemos permitir que nos gane Lin— comentó, tomando su mano con un poco más de fuerza y empezando a correr tras el Ravenclaw sin soltar la mano de la Hufflepuff, sonrió al resto del grupo esperando un poco de participación.

No dejaban de ser adolescentes y aunque el callejón estuviese bastante lleno todavía tenían espacio para moverse. Al llegar a la puerta la chica soltó el aliento, no estaba todavía segura de si los demás habían llegado antes o después.

—Recuérdame no hacer eso otra vez— menos mal que jugaba a quidditch o le habría dado un ataque de la carrera.  

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Sunny contempló como Dante salía a la carrera y, prácticamente pisándole los talones, lo mismo hizo Erica tirando de la tímida Lin. Sunny dejó ir una sonrisa, miró al resto y se encogió de hombros.

— Me temo que mi paga es limitada y no puedo permitirme perder o dejar ganar a alguno de esos tres. —fue alzando la voz a medida que agarró velocidad y empezó a correr tras sus compañeros, esquivando al resto de visitantes del callejón lo mejor que pudo. Cuando vio aparecer la tienda de bromas apretó hasta alcanzar a Erica y a Lin.

— La carrera no acaba hasta que estás dentro. —canturreó con la norma recién inventada entrando a la tienda sin ceremonias. Casi cae de culo ante la inesperada ilusión del suelo abriéndose a sus pies.

— Mierda. —se quejó, perdida la sonrisa de suficiencia.

 

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La seriedad que usualmente la caracterizaba desapareció en un gesto de evidente confusión cuando todos empezaron a correr. Se quedó de pie un par de segundos, viendo como se alejaban y decidiendo que lo mejor que podía hacer era seguirlos, no quería que pensaran que era una aguafiestas.

Llegó la última, tal vez por su segundo de dudas, tal vez porque correr nunca había sido lo suyo y siempre se había sentido mucho mas cómoda en una escoba que andando a tal velocidad sobre sus propios pies.

—Venga, escoged todos algo, pero... recordad que me acabo de gastar un montón de dinero en mis hermanos— bromeó al cerrar la puerta de la tienda tras de sí, intentando que el aire que le faltaba regresara a sus pulmones.

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Él debería también estar comprando cosas para sus padres, sin embargo, como los mismos no eran amantes del mundo mágico realmente creía que era mucho mejor comprar otras cosas. Por ejemplo, cualquier tipo de artefacto del mundo muggle sería mucho mejor para ellos que aquello. Aún así, quizás algo que ayudara a su madre en las tareas del hogar sería bien visto por los dos. No era que no les gustara que él viviera aquello, lo veían como un privilegio, pero no querían simplemente estar involucrados en nada que tuviera que ver con la magia en general.

Cuando dijo aquello frunció el ceño pero luego de un segundo no dudo en correr, por el simple hecho que intentaba hacerlo aunque fuera terriblemente malo en los deportes y en todo lo que implicara fuerza física. — Casi me muero por esto, prometamos no hacerlo más. — Espeto mientras respiraba agitado una vez que había logrado entrar al lugar. Una vez que miro hacía abajo al ver la ilusión en el suelo termino con el culo en el piso, cayéndose vergonzosamente y sintiendo sus mejillas sonrojarse furiosamente. — Mierda. — murmuro totalmente rojo, porque no podía entender como había caído como un tonto delante de todo el mundo.
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De la mano de Erica emprendió la carrera, primero sorprendida, pero pronto sonreía divertida. Pasó zigzagueando entre los transeúntes, soltando algún que otro perdón, a la par que intentaba seguir el ritmo de la gryffindor y el resto de sus compañeros. Cuando llegó frente a la tienda junto a Erica, resolló, intentando recuperar el aire, le quedó más claro que nunca que no era una deportista, pero había sido divertido.

— Lo intentaré, si sobrevivo a esta. —bromeó entre bocanadas de aire. Sunny pasó como un cohete junto a ella, entrando primera en la tienda Lin no tardó en seguirla, pero no acabó de poner un pie dentro de la tienda antes de percatarse de la ilusión. Si no hubiera estado agarrada a la puerta se habría caído también de culo, tal como le había pasado a la chica y, solo unos segundos después, a Phillipe. No lo hizo a propósito, pero se le escapó una risa al ver a los dos en el suelo quejándose.

— Yo casi caigo también. —ofreció a Phillipe, que era el que tenía más cerca, la mano para que se levantara. Para cuando Josie llegó la última ya estaban todos y todo un mundo de bromas se abría a sus ojos.

 

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Corrió cual alma lleva al diablo simplemente porque le gusta ganar y no le apetecía mucho tener que pagar por todos. Que entonces tendría que robarle la cartera a alguien o algo porque para lo que llevaba no le iba a alcanzar ni de broma. Una vez dentro y habiendo superado la famosa ilusión del sitio, se quedó esperando al resto mientras recuperaba un poco el aliento y trataba de disimular que no había perdido un pulmón por el camino.

No pudo evitar reírse de aquellos que se habían caído de culete por la ilusión y, bueno, también se disculpó por las carcajadas—. Oops. Igual os tendría que haber avisado... —aquello iba sobre todo dirigido a Phil. Y sabiendo que no era él quien debía pagar, se dedicó a buscar entre la tienda algo que le gustase y que no fuera excesivamente caro, sino una chorrada, para cobrar su premio de no haber perdido. Se lo llevó a la chica que les había pedido que no la arruinaran y le enseñó lo que había cogido—. Este pa' mí —le dijo con una voz inocente fingida.

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Erica soltó una pequeña risa, sin saber muy bien a donde mirar después del desastre que se había formado a su alrededor. ¿Quién diría que una carrera inocente podría haber causado un alboroto tan grande? Si se fijaban algún que otro adulto los estaba observando con ojos severos, sin embargo, no parecía que a ninguno de los chicos le importase.

—Podemos echarles la culpa a todos los hechizos mágicos que hay para que todo se vea bonito, resbalan mucho— la voz de Erica era cantarina en ese momento, no recordaba la última vez que se lo había pasado tan bien. Entro en la tienda para echarle una mano a Sunny ya que Lin se había quedado para ayudar a Phil—. ¿Te has hecho mucho daño? — Preguntó a la joven, la cual había quedado como la ganadora patosa.

Erica esperó a que los demás entrasen, viendo que Lin estaba un poco más animada, esperó por Phil.

—No te preocupes, tu dignidad sigue intacta— le comentó al chico, dándole un par de palmadas en el hombro, entrando para ver lo que había en la tienda y terminando por comprar un par de detalles.

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Josephine se mordió el interior de las mejillas porque no quería burlarse de nadie, pero prefirió darse la vuelta para fingir que estaba muy interesada por una de las estanterías llenas de chocolates de diferentes sabores. Phil eventualmente se levantó, y los demás se repartieron por la tienda para buscar un par de cosas.

Las ranas de chocolate eran su debilidad, así que se aseguró de meter un par en su cesta y esperó pacientemente al lado del mostrador para que los demás fueran con sus premios correspondientes.

—¿Habéis elegido todos algo?— preguntó, sonriendo en dirección a Dante y estirando su cesta para que metiera sus dulces en el interior. Esperó a que los que quisieran algo hicieran lo mismo, mirando a Erica que estaba pagando por lo suyo.

—No hace falta, he perdido— dijo, poniendo todo sobre la barra para que pudiera cobrarlo, y cogió un par de dulces extra que vio que Erica tenía entre sus cosas para dárselos. Repartió los dulces entre todos, metiendo su propia bolsa junto con los regalos y sacando una rana de chocolate, esperando que no se le escapara de las manos antes de llevársela a la boca.

—¿Tenéis ganas todos de ir al concierto?— preguntó, mientras salían de la tienda.

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Aceptó la mano de Erica para ayudarla a levantarse. Lo primero que hizo en cuanto estuvo en pie fue expulsarse cualquier porquería que pudiera haberse quedado pegada a sus vaqueros. No es que le importase realmente pero necesitaba algo de tiempo para recobrarse de su pequeña vergüenza.

— Solo en el orgullo. —masculló. Pero el malhumor no duró mucho, pues todos los dulces que se repartían entre pasillos y pasillos eran capaces de espantar el mal humor de cualquiera. De más está decir que fue directa a las paletas de cereza.

— La verdad es que no he escuchado demasiado de Maddie Wonder. Tengo más ganas de la exhibición de quidditch, aunque sería más divertido si fuera un partido de verdad. —como alguien no nacido dentro del mundo mágico nunca había tenido la oportunidad de ir a un verdadero partido de quidditch de las grandes ligas.— Tengo curiosidad por ver uno.

 

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Había sido terriblemente vergonzoso, aun tenia las mejillas teñidas de rojo, pero le sonrió a Lin ante sus palabras. — Por lo menos me deja un poco más tranquilo saber que no fui el único que se asustó con eso. — Miro a Dante, asintiendo fingiendo enfado, pero termino sonriendo. Aquello se había vuelto mucho más ameno de lo que había llegado a pensar. — Hubiera sido genial que me avises, no hubiera hecho el ridículo.

Miro a Erica con una sonrisa sincera, sintiendo como su estómago se encogía por el simple toque ajeno. Temía que se le notara lo que sentía por ella, aunque a veces prefería que fuera así para poder de una vez encarar la situación como debía serlo. — Gracias, es muy importante para mí conservar mi dignidad. — Bromeo, finalmente caminando un poco más seguro.

Fue a buscar algunas ranas de chocolate, que eran sus favoritas. No planeo comprar mucho más, tampoco pretendía que le pagaran por todo. — En serio no es necesario que pagues por todo, no es justo. Creo que podemos cobrarnos la apuesta de otra manera. — Bromeo, dirigiéndose a Josephine.

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El tiempo en la tienda de dulces fue sin duda de lo más interesante. Siguió un poco por inercia al resto de sus compañeros, pero acabó a su propio ritmo, deteniéndose en cada estante para contemplar otro extraño e increíble dulce: ranas de chocolate que parecían estar vivas, grageas de todos los colores que prometían contener todos los sabores del mundo, incluso aquellos que no querrías saborear nunca, meigas fritas que aseguraban hacerte flotar, varitas de regaliz o caramelos con sabor a vómito… Lin hizo su propia tría de dulces.

En cuanto estuvo fuera de la tienda no pudo resistirse a probar una de las ranas de chocolate, aunque casi se le escapa de las manos de un salto. En una pared frente a ella había un cartel enorme anunciando las actividades del Callejón, Lin se fijó en la última del día: Un concierto. Erica había comentado que se pasarían y lo cierto es que Lin tenía ganas.

Todavía saboreando la rana de chocolate, siguió al resto del grupo a la siguiente tienda. Aún quedaban unas horas antes del concierto.

 

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