ook nunca pensó que llegaría a cansarse del Jolly Roger, pero cuando tocó tierra firme después de meses rodeado de agua, tuvo que admitir que le hacía falta. Tal vez no se lo confesaría a nadie, sería el secreto mejor guardado de su cabeza.

El mundo parecía estar cambiando, los rumores que se escuchaban en todas las tierras lo disgustaban, como si la magia estuviera alterada. Incluso podía notarlo en el ambiente, se mascaba una tensión que no había percibido nunca antes... Y eso fue lo que lo llevó a hacer el camino hasta el castillo de la reina.

No tuvo competencia por el camino, nadie se estaba peleando por una audiencia con la mujer. La mayoría de personas tenían sus reservas respecto a ella, pero Hook se había asegurado de mantener una relación cordial, prefería estar en su lado bueno... Siempre en el lado bueno.

—Puede decirle que el Capitán quiere hablar con ella, no hará falta más descripción— dijo, sonriendo al mayordomo que abrió la puerta para él. A pesar de su reputación, podía ser encantador siempre que se lo proponía.

Pasaron solo unos minutos antes de que lo dejaran entrar, subió una cantidad ridícula de escaleras, pero cuando llegó a la cámara principal de la reina sonrió. Aquel lugar estaba lleno de pequeños lujos, algunos que él mismo había llevado hasta allí para presentar sus respetos.

—Me alegra ver que aun conservas esa perla, love— dijo a modo de saludo, señalando una de las vitrinas donde estaba expuesta una de las reliquias que había capturado con ella en mente —. Muchos matarían por tenerla— agregó, acercándose para besar el dorso de su mano como hacía cada vez que la veía. Su relación a veces pendía de un hilo muy fino, era algo que respetaba.  

esgraciadamente, su primer intento de lanzar la maldición había fracasado.
Rumple tendría que darle muchas explicaciones, pero aún no tenía el modo de llegar hasta los calabozos de Blanca y su estúpido príncipe sin quedar ella misma atrapada allí.

Había releído el pergamino con el conjuro y los ingredientes necesarios ya demasiadas veces, lo tenía grabado a fuego en su memoria. Soñaba con el día en que pudiera por fin completarlo y librarse de todos aquellos que intentaban acabar con ella.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el mayordomo, que con una reverencia anunció una visita del todo inesperada.- Hazle pasar, Henry. -Ordenó con una sonrisa que le había contagiado el hombre, no le había pasado desapercibido que ciertos invitados la ponían de mejor humor que otros. Complicidad que solo mostraban cuando estaban a solas.

Apenas un poco de magia consiguió cambiar su vestido y aspecto por uno más regio y apropiado para el pirata que venía a verla. Le esperó sentada en su diván frente a la chimenea hasta que él entró, como de costumbre haciendo caso omiso a los protocolos y fijándose en esa colección que adornaba el espacio.

- Pueden venir a intentarlo, y morir por tratar de robar a una reina. -Respondió a sus palabras sobre el valor que le darían algunos hombres a esa maravillosa perla que él le había obsequiado.
Se levantó para ofrecerle la mano y recibir el beso en sus nudillos.- Capitán. -Le saludó ahora, como solía.- Aún no entiendo el apego que sentís por ese garfio, mi magia podría ayudaros. -Se lo había ofrecido en otro tiempo, cuando hizo el trabajo más importante para ella, aún así él rechazaba esa posibilidad. Un recuerdo quizá de la venganza que deseaba. Podía entenderlo.

Volvió a tomar asiento y le hizo un gesto para que se uniera si era su deseo, al tiempo que una discreta doncella servía sendas copas de vino.- Y, ¿a qué debo el honor de la visita? Pensaba que estaríais visitando esa isla de críos que tanto os gusta.

La reina se mostraba tan impresionante e imponente como siempre, y era precisamente esa aura que la rodeaba la que le indicaba que estaba haciendo sus preguntas en el lugar correcto. Killian rara vez fijaba su atención en individuos poco interesantes, detestaba las conversaciones vacías que en ocasiones eran todo lo que le hacía compañía cuando pasaba demasiado tiempo navegando.

—Si siempre son tratados de esa manera, me aseguraré de traerte regalos más seguido— dijo, a sabiendas de que llevaba algo en el bolsillo para ella. Quizá no estaba pensando en visitarla en aquella ocasión, pero siempre guardaba una carga bajo la manga solo por si acaso.

Se inclinó ante ella, tal y como la tradición le exigía. Él no era más que un pirata, por lo tanto, debía besar el suelo por el que la reina caminaba si esta así se lo pedía. Besó sus nudillos, levantando su mano con su garfio al hacer aquel gesto, dejándola ir antes de que fuera demasiado... Como una coreografía que habían practicado muchas veces.

—No hace falta, lo veo como un recordatorio— comentó, levantando su brazo para poder observar el metal que se curvaba al final de este, que reflejaba la luz de los candelabros que iluminaban la estancia.

¿Debería mantener las formalidades con ella? Quizá si, pero consideraba que ya hacía suficiente. Se sentó a su lado, dándole un sorbo al vino antes de empezar con su diálogo.

—He regresado hace poco, y me he encontrado con varias sorpresas...— empezó a explicar, observando de reojo a la doncella que le había servido el vino, como invitándola a alejarse para darles la privacidad que necesitaban —. Quería asegurarme de que has escuchado los rumores. Hay un cambio en el ambiente, en el pueblo más cercano dicen que alguien está jugando con magia oscura— comentó, sin entrar demasiado en detalles por el momento, no quería ser repetitivo solo en caso de que la reina ya estuviera al tanto.

na sonrisa de suficiencia se dibujó en el rostro de la reina al escucharle hablar de sus presentes.- Es una cuestión de status. No puedo permitir que nadie crea que puede robarme algo, ¿no te parece? -Si bien era cierto que los que el pirata traía de sus viajes eran más valiosos por lo raro y difíciles de conseguir en el Bosque Encantado, además de las historias apasionantes con las que se veían acompañados. No obstante, no iba a admitir delante de quien se los proporcionaba, hasta qué punto los apreciaba.

Una vez realizados los saludos, pudieron acomodarse con tranquilidad, el capitán a su lado, olvidando hasta cierto punto los protocolos por los que se medían los demás a su alrededor. Y en cierto modo era otra de esas cosas que hacía que las visitas de aquel hombre fueran más bienvenidas, alguien que pese a mantener el respeto necesario, le permitía la cercanía que hacía años solo una persona le proporcionaba.

Tomó la copa de vino y apenas bastó una mirada para que la doncella entendiera que debía retirarse.- ¿Sorpresas? -Inquirió, girándose ligeramente para afrontar con el torso, intrigada por aquellas palabras. Hasta donde ella sabía nada nuevo había sucedido en los últimos tiempos, y ella solía estar informada de toda cuestión que debiera interesarle.

Sin embargo, cuando mencionó el cambio en el ambiente y que alguien estaba haciendo magia oscura, se le escapó una risa, casi jovial y llamativa que no fue capaz de controlar.- Oh, mi querido capitán... Solo existe una persona capaz de hacer magia oscura en mi territorio sin que yo lo sepa, y está pudriéndose en una oscura celda. -A la que ella deseaba llegar para poder terminar lo que había empezado.- Me temo que la alarma la estoy creando yo, no sin motivo, aunque esperaba que mis intentos no llamasen la atención, dado que han sido fallidos hasta el momento. -Terminó confesando, con cierta diversión.- De cualquier modo, he de advertirte, deberías volver a tu isla de niños hasta que termine, o podrías quedar atrapado.

Quizá era por su misma lucha por el control que Killian admiraba tanto a la mujer frente a él, su afirmación le pareció cierta, él tampoco permitiría que alguien pensara que podía robarle algo y quizá por eso su venganza personal era tan personal. No solo se trataba de su orgullo, sino también de su reputación. Mucho había cambiado en su vida desde el hombre inocente y con un código moral rígido.

—Creo que todo el mundo tiene claro lo que pueden perder por provocarte— respondió, tomándose libertad para tratarla de forma personal, porque ya no tenía la costumbre de acercarse a ella de otra manera. Su admiración marcaba muchas casillas, pero no quitaba que fuera una de las pocas personas en las que Killian confiaría si tuviera que hacerlo. Nunca había sido estúpido, sabía bien que no siempre podía depender solo de su encanto y sus herramientas naturales.

Por eso sus dudas la habían llevado hasta ella, esa curiosidad que solo podía satisfacer una persona con los conocimientos que la reina poseía. ¿Debería tranquilizarlo que fuera ella quien se encontraba manipulando el entorno lo suficiente como para alarmar a los pueblerinos?

—¿Atrapado?— preguntó, frunciendo ligeramente el ceño, no iba a ocultarle que no le gustaba el camino que la conversación estaba tomando —. ¿Algo que contarme, love?— agregó, esperando que la reina estuviera dispuesta a darle más detalles que eso, simplemente porque no quería quedarse como un daño colateral de lo que Regina estuviera planificando.

abía una complicidad fácilmente detectable entre ambos. Reconocían el poder y las fortalezas del otro lo suficiente como para respetarse mutuamente y comprender las razones que les impulsaban y motivaban a seguir adelante con sus planes sin tener demasiado en cuenta a cualquiera que fuera ajeno a ellos.

Y puede que Regina hubiera dado por hecho que él era tan ajeno a sus intentos de lanzar la maldición oscura como para que no pudiera afectarle. Le imaginaba en algún mundo perdido saqueando, o en esa isla misteriosa de la que solo había escuchado historias. Un lugar insufrible, seguramente, lleno de niños sin educación.
Pero ahora estaba claro que no se encontraba viajando y trataba de indagar más sobre sus planes.

De haber sido cualquier otro, seguramente Regina habría ignorado su curiosidad, pero no tenía nada que perder al contarle sus planes.- Me dispongo a cobrar mi venganza al fin. -Resumió, en pocas palabras eso era todo lo que importaba después de todo.- No sé si alguna vez habéis llegado a escuchar hablar de la "Maldición Oscura", pero me he hecho con ella, y no ha sido fácil. -No pensaba privarse en ese momento de presumir un poco de sus propias hazañas y esfuerzos.- La maldición enviará mi reino a un mundo sin magia que yo controlaré, en el que podré hacer padecer a Blancanieves con la pérdida de su amor verdadero.

a relación que tenían era de respeto mutuo y eso Hook lo apreciaba más que la gran mayoría de sus relaciones. A fin de cuentas, reconocía el poder de muy pocas personas a parte de sí mismo, y aunque fuera capaz de reconocerlo eso no significaba que representaran algo para él. Sin embargo, el tiempo le había enseñado que cruzarse en el camino de Regina podía significar algo muy bueno o muy malo, y él se aseguró de mantenerse en su lado bueno.

—Nunca he escuchado de ella— dijo, pero la mujer frente a él no tardó demasiado en darle el tan necesario contexto —. Un mundo sin magia— comentó, como si estuviera asimilando las noticias. Cualquiera diría que aquella era una idea terrible, pero él podía admirar la voluntad de la reina por el solo hecho de ser capaz de cambiar su vida por completo para alcanzar su venganza.

—¿Significa eso que Rumpelstiltskin también estará mas débil en este mundo sin magia?— preguntó, dejando su propia mente navegar. De repente le parecía una idea brillante, si tan solo pudiera conseguir que Regina contara con él para desatar la maldición. Pero, antes incluso de que pudiera sugerirle su idea, la tierra empezó a vibrar bajo sus pies... Al principio como un murmullo, que se desató en un rugido.

o le sorprendió demasiado que Hook se mostrase ignorante en cuanto a la maldición. Al contrario, agradeció silenciosamente que reconociera que no lo sabía, dado que era magia demasiado poderosa como para que alguien sin esa capacidad pudiera conocerla.
Ella misma podía recordar, cada vez con más dificultad y dolor, un tiempo en el que ella no poseía el don, en el que era una simple víctima de todo lo que la rodeaba.
Estaba más que dispuesta a no volver a sufrir como entonces.

- Sin magia y sin finales felices. A excepción del mío, claro. -Afirmó, casi notando cómo el pirata empezaba a pensar en las posibilidades y significados que tenían sus palabras.
Ahogó una risa ante su pregunta.- Tu cocodrilo está ahora mismo pudriéndose en la prisión de Blancanieves, no puede escapar a la Maldición. -Era algo evidente, digno de saborear. Su maestro estaba perdido.- Pero he de reconocer que por la deuda que nos une, he pensado en darle una posición privilegiada en ese otro mundo. -Después de todo, se lo debía. De no ser por él no sería la reina en quien se había convertido.- Claro que no tendrá magia, ni recuerdos. -Afirmó, pensando en que quizá podría acompañarse del pirata y dejarle disfrutar de parte de su merecido premio.

Sin embargo, la forma en que todo comenzó a temblar, desde el suelo hasta las paredes les alertó. Regina se levantó y usó su magia para evitar que parte de los objetos de su colección se estrellaran contra el suelo.
- ¡Regina! -El rostro aterrorizado de su padre la alertó aún más.

Se acercó al balcón y fue capaz de ver cómo una densa nube de humo de un rojizo intenso se aproximaba.- No puede ser... -Era magia, y reconocía aquel color. Lo reconocería en cualquier parte. Era quizá el único capaz de hacerla temer realmente.- Es la maldición. Alguien la ha lanzado. -Y temía pronunciar el nombre de quien creía que lo había hecho.

illian estaba cansado de los vecinos que discutían. Si, comprendía perfectamente sus motivos, no era para nada normal que los niños no pudieran dejar sus bicicletas atadas en el parque y que al regresar ya no estuvieran. Las quejas iban en aumento, y todos los días recibían al menos a una persona en la comisaría que aseguraba que habían intentado robarle el bolso.

Él no entendía como aquello tenía sentido, cuando hacia tan solo unos meses, aquel rincón de la ciudad parecía más un pequeño pueblo que un lugar lleno de maleantes. Los niños podían jugar en sus jardines sin preocuparse, de hecho tenían tanta paz que empezó a pensar que tal vez debería pedir un traslado... Se aburría del papeleo de siempre.

Aun así, no terminaba de tomar la decisión y parecía que el destino había decidido presentarle una incógnita... Una formulada por decenas de vecinos enfadados que estaban por regresar a sus casas con un sabor agridulce en la boca. Killian sabía que no debía manifestar ciertas preguntas en voz alta, pero cuando se quedó casi solo con la representante de la comunidad, decidió levantarse de su asiento y acercarse.

—Buenas tardes, señora Mills— saludó, con una leve inclinación de cabeza —. Me pregunto si tendrá usted unos minutos para conversar— dijo, ignorando la mirada que sentía en su cuello, indicativo de que alguien no estaba muy contento con su cercanía hacia la mujer.

ara alguien como Regina, aquellas reuniones eran habituales. Y cuando no era una reunión, se presentarían uno a uno en su despacho para hacerle saber sus quejas y ser amablemente enviado a plantearlas en las reuniones. Pero por mucho que formaran parte de su normalidad, eso no quería decir que le gustasen lo más mínimo.
En realidad, detestaba tener que escuchar tantas quejas absurdas. Al menos desde el punto de vista de que no había nada legal que ella pudiera hacer para solucionar el asunto.

La mayoría de los problemas venían por esa creciente inseguridad en el barrio, motivo por el que en esta ocasión había invitado a los representantes de la comisaría para que atendieran de primera mano esos asuntos. Ella tenía que estar presente, claro, pero no tenía necesidad de ocuparse de responderlas.
Después de dar por finalizada la sesión sin llegar a ningún resultado, porque las nuevas vigilancias prometidas dependían de que se asignaran más efectivos a la comisaría y eso parecía casi imposible, la gente se fue marchando.

Esperaba, como de costumbre, algún acercamiento a su persona mientras estaba allí recogiendo los documentos que siempre terminaban esparcidos por la mesa.
Para su sorpresa, fue el detective Jones quien se presentó allí delante.- Señorita, si no le importa. -Le recordó con una sutil sonrisa antes de escuchar aquella pregunta. Vaya, era interesante.- Lo cierto es que no me vendría mal un café, podría acompañarme si gusta. -Ofreció. Cualquiera que la viera podría pensar que estaba coqueteando y quizá fuera cierto, pero no había nada de malo en ello.

- ¿Se trata de un asunto oficial que requiera del despacho? -Preguntó, tentada de invitarle a la cafetería de la esquina, así el café podría ser algo más cargado.

e una u otra forma, Killian sabía que se trataba de un asunto oficial. Tenía sus teorías respecto a lo que estaba ocurriendo en el barrio, le daba la impresión de que estaban intentando hacer campaña en contra de la mujer que en ese momento estaba preguntando qué tan informal era aquella conversación. La verdad era que él preferiría mantenerlo todo en una charla tranquila, algo extra oficial donde poder compartir sus pensamientos y, tal vez, tenderle una mano. Sin embargo, sabía que no era una buena idea que cualquiera pudiera escucharles, ¿por qué se decantaría?

—Me gustaría que charláramos en privado, ¿le gustaría dar un paseo hasta la cafetería y luego regresar?— preguntó, así podía tener lo mejor de los dos mundos: el buen café que preparaban en la esquina, pero la privacidad de un lugar en el que no hubiera oídos atentos a su conversación.

La gente fue saliendo del lugar hasta que casi quedaron solo ellos dos, parecía que alguien más estaba esperando tener un momento a solas con la señorita Mills, pero él se había plantado delante de ella primero así que el hombre tras él se movió con cierto nerviosismo hasta la puerta.

abía preguntado sobre la causa de aquella petición a pesar de sospechar que no era una mera cortesía o muestra de interés en su persona. El cargo era solitario y siempre lo había sido. Por supuesto, contaba con admiradores, pero ninguno que mereciera la pena o que no quisiera sacar algún provecho.

Así que algo digno de tratar en privado se relacionaba con algo oficial, pero la propuesta del paseo a la cafetería le resultó intrigante.- Suena bastante bien. -Aceptó con una de sus sonrisas enigmáticas.

Se preocupó de recoger los documentos que le pertenecían de la mesa, de los demás ya se encargarían otros, y dejándolos a buen recaudo en su carísimo bolso, hizo una señal al detective para empezar a caminar hacia la salida.- Supongo que, hasta que mientras disfrutamos del paseo, deberíamos hablar de las quejas de nuestros vecinos. -Fingir que le interesaban era un arte ya aprendido y servía para llenar el silencio antes de llegar a algún tema más interesante- ¿Alguna opinión al respecto, detective?

illian tenía muchas opiniones al respecto y aunque le gustaría dejar el trabajo en el trabajo, no creía que su punto de vista fuera uno que pudiera plantear de forma tan abierta en aquella reunión vecinal. La gente tendía a enfocar demasiado su atención en Regina debido a lo que el alto edificio con su apellido representaba para el barrio: los precios continuaban subiendo debido a su atractivo, pero aun así ocurrían de forma exponencial algunas situaciones curiosas en las que Killian empezaba a ver un patrón.

—No me gustaría alarmarla, pero ese es justamente el motivo por el que he decidido acercarme a usted. Se han escuchado algunos rumores de que es posible que usted esté interesada en expandir sus horizontes fuera de nuestro pequeño barrio y tal vez trasladar sus intentos de hacer política al resto de la ciudad— empezó a decir, caminando a su lado como si fueran dos antiguos amigos —. No me gustaría pensar que lo que está ocurriendo es un intento de sabotaje a su imagen pública— agregó, echando un vistazo rápido a su alrededor antes de decir —. ¿No le da la impresión de que todo esto lo hemos vivido ya?— preguntó.

Killian a veces se despertaba con esa sensación de que la vida se le reiniciaba de vez en cuando, como si hubiera ciertos vacíos en sus recuerdos y al abrir los ojos se encontrara nuevamente en la misma junta de vecinos, hablando de temas muy similares todas las veces, con mínimas diferencias entre sí.

o había guardado la esperanza de que se negase a hablar de las conclusiones que había sacado. Pero al parecer sus preocupaciones iban un poco más allá de las quejas regulares de la vecindad.

La mención a los rumores sobre lo que esperaba que fuera un rápido ascenso a la política de la ciudad, y a una superior en el futuro ya puestos, hicieron que dibujase una sonrisa ladeada, aunque como miraba al frente quizá el detective no la notase.
- Lo cierto es que no creo que sea un sabotaje, en realidad... -Había empezado cuando Jones decidió lanzar aquella pregunta que la hizo fruncir el ceño. Pero negó con la cabeza. Por mucha sensación de dejavú que reviviera, siempre lo achacaba a lo tediosa y repetitiva que era esa rutina de poner buena cara ante los miembros del barrio cuando solo sabían quejarse.

Pero sí podía decirse que aquella situación era un poco más concreta.- Quizá haya soñado que hablaba conmigo, detective. -Respondió ella, sin embargo. Porque prefería reflexionar un poco más antes de dejar ver que algo la había podido hacer pensar.
Negó con la cabeza para retomar el tema principal.- Mis sospechas son que se trata de una campaña para bajar el precio de los inmuebles en el barrio. Hay una empresa interesada en la mayoría de ellos. Pero aún estamos investigando al respecto. -Y seguramente no serían capaces de descubrir nada que pudiera servir para que las autoridades abrieran un caso al respecto.- Así que esto que le estoy diciendo se mantiene en el ámbito de los rumores. -Añadió, de tal forma que lo convertía en algo extraoficial.

- Aún así, le confirmo que mis aspiraciones van más allá de nuestro querido barrio. Creo que puedo hacer grandes cosas por la ciudad y no niego que estos obstáculos estén frenando mi carrera. -Eran molestos, de eso no cabía duda alguna.

illian no esperaba que Regina comprendiera qué quería decir, de hecho le había costado bastante —o eso sentía él— reunir la voluntad para tener esa conversación con ella. No quería que lo tacharan de loco, exagerado o incluso paranoico. Su posición en aquella localidad de la ciudad era importante para él, y no quería que a alguien se le ocurriera mencionar que su juicio estaba fallando.

—Tengo muchos sueños, Regina— empezó a decir —. Si me permite llamarla por su nombre— agregó, para no parecer descortés —. El caso es que últimamente todos se parecen mucho entre sí, tal vez solo sea cosa mía.— Si ella no sentía lo mismo, esa misma inquietud en el pecho, no iba a ser él quien le prestara demasiada atención al tema.

Asintió con la cabeza ante sus palabras, se daba cuenta de que era buena con ellas por la manera en la que se movía alrededor de un asunto tan peliagudo de forma tan específica.

—¿Cree que puedo ayudarle con esta investigación de alguna manera? Sería un placer para mi poder contribuir... Al igual que usted, creo que puede llegar a hacer grandes cosas por la ciudad— comentó. No era él queriendo escalar posiciones, era ambicioso, pero mantenía sus expectativas controladas. Sin embargo, últimamente no dejaba de sentirse inquieto y se preguntaba si poner su mente en una tarea menos repetitiva lo sacaría de aquel bucle.

egina había mencionado los sueños como algo intrascendente, más propio del coqueteo que de quien habla en serio. Pero se sorprendió cuando Jones le respondió de un modo afirmativo, aunque con un tono serio.
- Por supuesto. -Sonrió, permitiendo que la llamara por su nombre.
Pero aquella idea de los sueños repetitivos pareció querer quedarse en su cabeza, tal vez camuflándose en el fondo de su mente, pero no llegando a desaparecer del todo. Como si fuera una pieza de algo mayor, algo que tenía sentido y querría utilizar más adelante. Una sensación extraña aquella.

Puede que eso la hiciera querer compartir información confidencial de su oficina con él. En parte también para tranquilizarle y que supiera que estaba intentando esclarecer el asunto, pero por otra parte, sabía que el agente podía ser de utilidad.
Así que su oferta de ayuda fue recibida con una sonrisa.

- No se imagina cuánto agradezco su confianza en mi proyecto, Killian. -Respondió, también llamándole por su nombre para hacer aquella fórmula más cercana.- En cuanto a la ayuda, imagino que desde la comisaría podrán acceder a cierta información que nosotros no obtendríamos fácilmente. -Tenían los registros y datos de todos los habitantes a su disposición, eso ayudaría.- Sería interesante contar con toda la información posible sobre la empresa a la que me he referido y también sobre posibles contrataciones en esos edificios. -Expuso, ya que era algo que les daría cierta ventaja a la hora de seguir investigando.- Siempre que eso no pueda suponer un problema para usted. -Entendía de la existencia de protocolos burocráticos que no siempre convenía saltarse.